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Barro del barro de mi vientre rojo,
boca insaciable,
panza de sanchonescas ambiciones
que en el rodar de siglos te burlas a tu antojo
de mi puro linaje, y mis blasones
desprecias hoy: escucha y no te asombre
que una antigua vasija deleznable
le hable a un hombre;
¡le hable!
¡Hoy hablan…disparates o razones,
hasta los tinajones!
Antaño, cuando el mundo era menso profundo,
Cuando aún había esperanzas,
Luz en el cielo y el suelo trinos, `
Paz en la tierra y en las almas gloria
Cuando el buen Dios andaba por el mundo
Yo era inferior a ti;
Que aunque del mismo barro, nuestro sinos
Diversos debían ser:
El tuyo, junto al sol, semi-divino;
El mío más abajo, entre la escoria.
Pero, yo te serví:
Fiel a mi origen, recibía caudales cristalinos
Que guardaba en mi vientre soberano
Para saciar tu sed;
Yo recogí con burbujante empeño
El agua de los cielos
Que por ser de los alto, era más pura
Y te costaba menos.
Yo fui tu orgullo índico,
Tu escudo solariego,
El sello de tu cuna, tu recio pergamino,
El timbre inconfundible de tu ilustre abolengo…
¡Y alguna vez vacío,
Te di en el rojo cóncavo
De mi vientre, refugio donde ocultarte mísero,
De algún lance amoroso,
o de un peligro político…!
¡Hoy…todo ha cambiado!
Tienes un acueducto que te brinda el progreso
Con agua impura, fétida,
Costosa e ineficiente;
Y por ella desdeñas el líquido preciado
De mi criolla fuente.
A cualquier extranjero
Que me arranca del patio principeño,
de la casona antigua en que te vi nacer,
para llevarme, frío, indiferente,
a su tierra glacial; y todo por negocio:
por un pálido puñado de dinero…
Sus palabras, vuelven otra vez a resonar desde sus rojas entrañas, y esta vez recuerda para bien a su desdeñoso y olvidadizo usufructuario, su valía intrínseca, de cara a toda memoria siempre válida:
Yo sigo siendo el mismo ante la historia;
El ánfora de barro multiforme
¡De factura criolla…! muy criolla!
Sin claudicar jamás
¡Tú has cambiado; yo no. Sigo en la cumbre
De mi cubanidad, con puro aliento…
¡Que gran distancia, hombre nos separa!
Mi vientre se saciaba; el tuyo, nunca
Mi cuerpo no se dobla, que se rompe primero:
El tuyo sí, se humilla, se doblega,
Se vende, se encenaga;
Yo soy cubano, indio, y soy rebelde
Símbolo de un pretérito de gloria…
Tú no sabes que eres, no lo sabes
Y en el solar de tus mayores duerme
El criollo cadáver de una historia
Sigue, sigue vendiéndome al extraño,
¡Que yo guardaré siempre tu prestigio!
Siempre te seré fiel, y a donde vaya,
Seguiré siendo lustre de tu escudo,
Tu noble pergamino
Guardián de tu linaje,
Recuerdo de tu nombre;
Y si la negra vida, el amargo destino
Quiere hacerte un ultraje,
Ampárate en mi mismo: ¡toma mi barro, hombre!