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Saturday, September 23, 2023

Un Lorca vivo sobre los escenarios (por Wilfredo A. Ramos)


“La breve visita de Lorca fue un huracán que venía no del Caribe sino de Granada”.
Guillermo Cabrera Infante.





Posiblemente uno de los autores dramáticos más llevado a las tablas a nivel internacional sea el español Federico García Lorca, quien a través de sus obras teatrales, tocando temas de su entorno provinciano, convirtió las mismas en inmortales piezas dramáticas. Este autor granadino, por medio de su destacada obra literaria se ha convertido en un imprescindible de las letras, sin importar de que lengua se trate.

De igual forma su vida estuvo marcada por una etapa importante en el panorama social, político y cultural español, donde tuvo la oportunidad de compartir espacio con otros nombres célebres de las letras de su país como Rafael Alberti, Pedro Salinas, Jorge Guillén, Dámaso Alonso, León Felipe, Miguel Hernández, Luis Cernuda y Vicente Aleixandre, así como Pablo Picasso y Salvador Dalí, en la plástica o Manuel de Falla en el ámbito musical, siendo reconocido como uno de los más destacados autores de la llamada Generación del 27. Fue tanta la popularidad de su obra, incluso antes de ser publicada que el propio Jorge Guillén lo llamó “el bardo anterior a la imprenta”.

Federico García Lorca se ha convertido en un referente de la cultura española, haciendo que tanto su poesía como su teatro sean estudiados en escuelas y universidades alrededor del mundo. Su textos dramáticos amén de subir a todos los escenarios, conforman planes de preparación en academias teatrales, tanto así que se podría decir que no existe actor que no haya experimentado con algún personaje lorquiano en algún momento de su formación o carrera.

La obra de este autor, como la de todos los de su generación está marcada por la de uno de los grandes escritores del Siglo de Oro español: Luis de Góngora; pero a la vez se encuentra personalizada debido a la propia naturaleza del autor.

A través de sus textos encontraremos características recurrentes que irán definiendo toda su obra. Estas serán la muerte violenta, la angustia existencial, la infancia, el amor, el sexo, las dificultades, el desbordamiento de los sentimientos, la melancolía, pero sobre todo la frustración.

Lorca escribirá bajo la influencia de la corriente del Modernismo, en una primera etapa, a la sombra de Antonio Machado, Rubén Darío y Salvador Rueda, para después hacerlo aunando ésta con la de la Vanguardia, partiendo de una base tradicional, encontrando fuertes nexos específicamente con el Surrealismo y el Expresionismo.

Para su obra poética en particular el autor echa mano del símbolo y sobre todo la metáfora, como recursos literarios, teniendo ambas un sentido de elaboración, hermetismo y riesgo notablemente marcado. Al mismo tiempo dentro de ésta el sentido del ‘yo individual’ alcanzará una dimensión universal, haciendo patente su sentimiento por el ‘nosotros’, poniendo de esta forma de manifiesto sus preocupaciones de carácter social.

Una condición en su poesía es la musicalidad que se encuentra presente en casi la totalidad de la misma, presentándose en igual medida mediante el juego con las palabras y los versos, mostrando la influencia en ella de la propia música tradicional de su tierra.

Su concepción poética irá con el pasar del tiempo convirtiéndose en una obra de mayor oscuridad, mucho más hermética y afligida, como si estuviera presintiendo su trágico final.

Precisamente es en ese transcurrir del tiempo que en dicha obra, tanto poética como dramática, se puede respirar un muy marcado aire de pesimismo como consecuencia de una crisis existencial, la cual se verá reflejada tanto en lo temático como en lo formal. Su viaje a New York en 1929, lo realiza impulsado por este estado, el cual crece al verse en medio de dicha desconocida gran ciudad, a la cual va descubriendo, la que con sus nuevas y grandes contradicciones se encuentra muy lejos de parecerse a las ciudades de su país de origen.

Esa posible crisis personal pudiera haberse visto aumentada como consecuencia además del reconocimiento de su homosexualidad, el rompimiento de una relación amorosa previa y al sentido de abandono de parte de sus amigos, hace que su obra sea el medio de escape por medio de la cual trate de darle voz a sus sentimientos, otorgándole a su obra un poder liberador.

En realidad, su sentido de libertad, Lorca lo va a encontrar verdaderamente, según sus propias palabras cuando arriba a la ciudad de la Habana, en 1930. Es en Cuba, donde el escritor va a vivir por vez primera una vida plena, libre de prejuicios sociales y sexuales. Llegar a estas tierras, puede decirse que en realidad fue para él volver a nacer. El encuentro de Federico con los cubanos, con el ajiaco de su cultura, donde la huella de lo español, lo chino y sobre todo lo negro, impregna cada aspecto de la nacionalidad, produjo un efecto deslumbrante, de revitalización momentánea de su carácter y su personalidad.

Es aquí en Cuba que comienza a escribir su obra teatral de mayor hermetismo, pero a la vez la más osada e íntima, nos referimos a “El Público”, texto que se mueve entre las corrientes del Dadaísmo y el Surrealismo, amén de poseer un profundo sentido intelectual, obra de la que expresara que no había sido concebida para ser representada, en lo que por suerte estaba equivocado. La razón de tal incompresible idea tenemos que encontrarla en que con su escritura el autor simplemente se adelantó a su época.

Dedicado al etnónlogo cubano Fernando Ortiz, escribe después de su partida de Cuba, incluyéndolo en su libro Poeta en New York, el poema ‘Son’ -conocido también como ‘Son de negros en Cuba’ o ‘Iré a Santiago’, esto último debido al verso que a modo de estribillo se repite a lo largo del poema, permeando el mismo de una ingente musicalidad, el cual publicará -gracias al haber entablado amistad con el matrimonio de músicos españoles asentados en la isla, María Muñoz y Antonio Quevedo- en la revista Musicalia, dirigida por éste último, en el número correspondiente Abril-Mayo del propio año.

El motivo original de la presencia de Federico García Lorca en Cuba, que fuera el impartir algunas conferencias, invitado por la Sociedad Hispanocubana de Cultura, que presidia su amigo José María Chacón y Calvo, se convirtió en una larga estancia de algo más de tres meses, donde entró en contacto con una gran cantidad de escritores, tales como Jorge Mañach, Alejo Carpentier, Eugenio Florit, Emilio Ballagas, Nicolás Guillén, Juan Marinello, entre otros, así como de los artistas de la plástica Carlos Enríquez, Mariano Miguel y el español Gabriel García Maroto o músicos como el director de la Orquesta Filarmónica, el también español Pedro San Juan y el crítico musical Mariano Miguel.

Mención aparte ocupa su relación con los hermanos Loynaz -Dulce, Manuel Enrique, Flor y Carlos- con quienes entabla una profunda amistad, sobre todo con los dos últimos, a quienes le va a dedicar sus obras dramáticas “La zapatera prodigiosa” a Flor y “El Público” a Carlos. Es en la hermosa mansión del Vedado habanero de esta familia donde pasará gran parte de su tiempo durante el día hablando de literatura, tocando el piano, bebiendo whisky con soda, dándole rienda suelta a una cierta extroversión espiritual, reprimida hasta entonces.

Si a la luz del sol las andanzas de Lorca eran en gran medida de carácter intelectual, al caer la noche, un giro brutal lo enfrentan a un mundo nuevo, el de los bares del Puerto de la Habana -el Two Brothers- o los de las playas del barrio de Mariano -Los Tres Hermanos, La Choricera, El Pensilvania, El Niche, El Paraíso, El Rumba Palace-, donde descubrió los ritmos de sones y guarachas, interpretados por bongoseros y tumbadores negros que le incendiaron el alma o el de aquellos otros rincones de las humildes barriadas de San Isidro y Jesús María, donde la cultura afrocubana se abría paso libre de obstáculos y tabúes.


Y es precisamente esta Habana y este poeta deslumbrado, los que ahora llegan a los escenarios de Miami, como resultado del estupendo trabajo de la compañía teatral Galiano 108 - radicada actualmente en la ciudad de New York -, que por medio de su espectáculo “Federico-la Habana-Lorca”, pone sobre las tablas a un Federico García Lorca traído de la mano de la actriz Vivian Acosta, en una puesta de José González.

Con más de 40 años de bregar sobre los escenarios, dicha agrupación teatral ha llevado a las tablas una serie de hermosos espectáculos, siempre en formato de unipersonales -“Cuando Teodoro se muera”, “La virgen triste”, “Santa Cecilia”, “Elektra”, “Juana, de amor una historia”, que han recorrido casi todo el circuito de grandes festivales de teatro de Hispanoamérica, gracias a ser miembros fundadores del CELCIT –Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral- con el cual también han tenido la posibilidad de ofrecer gran número de talleres en más de una docena de países hispanohablantes e incluso en los Estados Unidos, dentro de los cuales transmiten sus conocimientos a propósito de la técnica de la ‘Actuación Trascendente’, método de trabajo para el actor concebido por el dramaturgo, director y maestro cubano Tomás González.


Es partiendo de dicha concepción de trabajo, que Acosta ha logrado enfrentar la siempre difícil tarea de construir sus personajes, desde una posición que va más allá de las exigencias establecidas por los grandes teóricos del teatro como Brecht, Artaud, Meyerhold, Stanislavski, entrando en un campo de investigación donde se mezclan, según palabras de la investigadora cubana Magaly Muguercia “...el imaginario popular, la memoria pública y privada con algunas zonas del inconsciente colectivo, la antropología, la religiosidad afrocaribeña, la oralidad, la ritualidad...”.

Es también por medio de este sistema de trabajo que la actriz logra reconfigurar las fronteras espacio-tiempo entre actor y espectador, entre lo privado y lo público, articulando miradas que difuminan las lecturas varias sobre el personaje incorporado sobre el escenario Sin duda la vinculación de dicho sistema con el mundo religioso y espiritual afrocubano entra en una cercana interrelación, donde la ‘posesión’ del personaje por parte del actor se convierte casi en un acto de involuntario rito, trascendiendo de esta forma los limites puramente de representación actoral.

Es ahí que al momento de conformar el guión dramatúrgico de “Federico-la Habana-Lorca”, tanto la actriz, como González, el director de la puesta, se hayan volcado no a realizar una esquemática caracterización de Lorca, sino a construir dicho personaje desde una variedad de elementos, que van a ir ensamblando un personaje desde las pequeñas interioridades del mismo, los más mínimos rasgos de su personalidad, los sutiles detalles de su subconsciente, ofreciendo al final a un Federico vivo en alma.


Un gran acierto en la elaboración de este Lorca en escena, es su imagen andrógina, concebida en parte, por ejemplo, con la mezcla de un vestuario mayormente masculino con alguna prenda de corte femenino -la blusa- o un peinado recogido pero donde las hebillas y peinetas, para sujetarse el pelo eran evidentes. Esta expresa ambigüedad sexual desde un inicio, ya de por sí contribuye a la definición del personaje.


El cuerpo excelentemente entrenado de la actriz se deja ver con claridad a través de todo el transcurso de la obra, la transfiguración de su rostro, poniendo en acción cada uno sus músculos faciales, así como el sentido de ligereza que logra en cada movimiento de ese cuerpo, que más bien pareciera que flota en el aire o que pertenece a un mundo ingrávido, donde la ligereza, limpieza y meticulosidad de cada uno de sus gestos, deja al descubierto la profundidad del trabajo concebido. El perfecto dominio de su aparato vocal, con el que hace derroche del control de las variaciones de tonos, se proyecta como una partitura extremadamente elaborada, donde el sonido aparece saliendo de diversas voces. La actriz mantiene todo el tiempo el control de su sistema respiratorio, lo que le permite extraer los más diferentes sonidos extraídos de los múltiples resonadores que el cuerpo brinda.

Un aspecto a destacar y ha tener en cuenta en cada una de los desempeños de la citada actriz, es la facilidad con la que suele transitar de un personaje a otro dentro de un mismo espectáculo, logrando que estos puedan ser identificados por el público sin ningún tipo de dificultad, lo que se debe indudablemente a las poderosas y bien interiorizadas herramientas que la artista posee para trabajar con su cuerpo y voz


Si de plasticidad hablamos en el manejo del cuerpo de Acosta, ésta va a estar presente de igual manera en la propia concepción de la puesta en escena. José González, su director, quien es un muy especial conocedor igualmente del método elaborado por el otro González, a quien no por gusto llaman ’el Maestro’, traslada esos mismos presupuestos al proceso de la dramaturgia del escenario. El sentido del ritual, del performance, se hará presente en todo momento en sus propuestas. Las acciones devendrán en una cuasi danza, proveniente de aquella ‘Danza Oráculo’, sobre la que el ‘Maestro’ trabajara por igual con actores y bailarines, donde se podía diluir el sentido lineal original de la danza, mediante la simbiosis de conceptos de teatralidad, el manejo de la energía de la predisposición a la posesión, el ritual, todo en un conjunto que el director de “Federico...” explota al máximo, ofreciendo un espectáculo que atrapa desde el minuto primero, que cautiva, deja sin aliento, hasta convocar a la aparición de alguna posible lágrima cómplice con el avatar del personaje representado en escena, el que no por gusto, tuvo tras su violenta muerte en 1936, un mar de luto y plañideros en la isla caribeña.


La simplicidad de elementos en el escenario, aumenta el valor del simbolismo ya existente en la propia obra de lorquiana, nos trasladan de ambientes, de tiempo, de situación, de estado de ánimo, sin necesidad de recargar el espacio escénico. Cada uno de dichos elementos poseen su simbología particular o crea su propio espacio de tiempo y lugar, que a la vez es definido por un certero diseño de luces, que juega por igual a crear la magia del espectáculo. De igual forma, la banda sonora utilizada, vibrante y rica en ritmos, va abriendo sus propios espacios dramáticos.

Si hay algo captado de manera brillante en este montaje, es la esencia de lo que el propio Lorca defendió como ‘Teoría y juego del duende’, algo que el autor definiría como ”un poder misterioso que todos sienten y que ningún filósofo explica”, sobre lo que el escritor cubano Lezama Lima apunta: “Un día Lorca oyó de uno de aquellos cantaores una sentencia memorable; todo lo que tiene de negros, tiene ‘duende’...cuando Lorca logró su estribillo ‘Iré a Santiago’, estaba lleno de esa teoría”. Dicho tema del supuesto duende lorquiano es perfectamente visible sobre las tablas en este trabajo concebido por la dupla Acosta-González. El poderoso misterio de la personalidad e imagen del escritor granadino se va a mover en el espacio todo el tiempo, en un juego que atrapa al cuerpo de la actriz para dejar visible la energía espiritual del encarnado cuerpo del poeta.

La escritura de este trabajo tuvo en cuenta, sin duda alguna, una exhaustiva investigación por parte de ambos creadores, quienes ahondaron con delicada minuciosidad en múltiples detalles de hechos y acontecimientos acaecidos durante este viaje al Caribe, los cuales produjeron una profunda huella al interior del autor español y que lo llevarían a dejar plasmados muchos de ellos en las propias cartas dirigidas a su querida madre.

El que este magistral trabajo llegara a los escenarios de este país y por fin a nuestra ciudad, formando parte del Open Arts Fest en su sexta edición, ha sido un logro más de la perseverancia de sus fundador y director Eddy Díaz Souza, quien proveyó todas las condiciones, superando obstáculos, para que el mismo pudiera ser disfrutado por el público miamense, a la vez que contribuyó a que el nivel artístico de dicho evento continuara en su línea de ascenso.


En esta nueva oportunidad, al poder volver a enfrentarnos al trabajo de estos dos artistas, unidos en la vida y el teatro, su impronta sobre los escenarios queda reafirmada, no sólo por la universalidad y grandeza de su desempeño, sino por el amor con el que ambos defienden una cubanía reconocida desde tiempos remotos en todos los rincones del mundo, la cual estamos obligados a salvaguardar. No por gusto el propio Federico García Lorca escribió en una de sus cartas: “Si me pierdo que me busquen en Andalucía o en Cuba”.





Texto y fotos Lic. Wilfredo A. Ramos
Miami, Septiembre 22, 2023

Wednesday, September 20, 2023

Jornadas de autores, artistas y personajes inolvidables... evento en constante evolución. (por Wilfredo A. Ramos)


Ya son siete los años en que El Ingenio Teatro viene realizando en la ciudad de Miami, un evento que ha ido creciendo en calidad, profundidad intelectual y artística, y que al mismo tiempo procura aglutinar a teatristas y públicos en general, con el pretexto de hablar sobre el arte teatral en particular, así como también sobre otros variados aspectos que conforman tanto la cultura cubana como la internacional, teniendo como premisa a autores, actores y aquellos individuos que socialmente conforman el parnaso del ideario y la cultura popular.

En Mayo del 2017, esa primera edición se adentró en la obra de uno de los más significativos autores dramáticos norteamericanos, Tennesse Williams (Thomas Lanier Williams, 1911-1983)., teniendo como punto de partida el montaje y presentación de “Un tranvía llamado deseo”, una de sus obras de mayor reconocimiento internacional, con la cual El ingenio Teatro se presentó en el festival de teatro que lleva el nombre de dicho autor, y que se efectúa en la ciudad de San Luis, Missouri, convocatoria que en este año precisamente, acaba de realizarse en estos pasados días.

En ediciones posteriores se dedicó este evento al dramaturgo cubano Carlos Felipe, llevando a escena su conocida obra “Yarini”, al autor español Federico García Lorca con su “Yerma”, viniendo después los teutones hermanos Grimm, famosos por su internacionalmente conocida obra basada en cuentos para niños, donde se trató sobre la reescritura teatral. También las figuras de la pintora mexicana Frida Khalo y la cantante cubana Celia Cruz, subieron a los escenarios para mostrar al público elementos varios de sus vidas y obras artísticas.


De esta manera arribamos a un nuevo encuentro con algunos personajes tanto de la cultura como de la vida cotidiana del cubano de a pie, como son la excéntrica musical Juana Bacallao, el músico, productor, actor y comediante Guillermo Álvarez Guedes, el Caballero de París, personaje errante de las calles habaneras y Matías Pérez, ciudadano portugués radicado en la Habana del siglo XIX, que pasó a formar parte del imaginario popular con su famoso viaje en globo del que nunca regresara.


Para hablar sobre los anteriores personajes se contó con un grupo de especialistas formado por Armando López, periodista, productor de espectáculos y conocedor del mundo de la farándula cubana; Adyel Quintero, académico e investigador de las artes escénicas, audiovisuales y de la comunicación; Lázaro Caballero, escritor, productor y director de programas de radio, televisión y documentales; Armando Nuviola, director de la editorial Unos y Otros, quien ha estado vinculado a la promoción de la música cubana y por último Habey Hechavarría, profesor universitario, investigador y teatrólogo.


Con una sala colmada de un público interesado, las charlas fueron acompañadas en casi todos los casos por proyecciones de imágenes sobre las figuras de las cuales se hablaba, lo que ofreció la oportunidad tanto de recordar a algunos, como a otros de conocer a dichas personalidades del ámbito popular y cultural cubano.


Para la segunda parte del evento se presentó la obra “El último vuelo de Matías Pérez”, una producción compartida entre la agrupación teatral anfitriona, El Ingenio Teatro y la portuguesa Teatro Cabecas, con texto de la dramaturga cubana Raquel Carrió, bajo la dirección de Lilliam Vega y producción general de Loipa Alonso Claramunt, la cual contó con las siempre acertadas actuaciones de Susana Pérez, Jorge Luis González, Ivanesa Cabrera, Jorge Luis Alvarez, Kirenia Vega y la participación especial de los niños Camila Gómez y Sebastián Vallenilla, pertenecientes estos últimos a los programas de educación artística, que dicha agrupación teatral ofrece como parte de su labor volcada hacia la comunidad a través del Centro Mater y por el cual han sido honrados con importantes reconocimientos.

Dicho centro educativo, ubicado en la zona de la Pequeña Habana, el que por 55 años ya, desde el 1968, ha acogido a infantes provenientes de familias de inmigrantes, de bajos recursos y de comunidades propensas a problemas sociales, ofrece a los mismos cuidados de recién nacidos, pre-escolares y cuidados después de clases, por lo que la inclusión de las disciplinas artísticas tales como la danza, la música, las artes plásticas y el teatro, han ayudado a sacar a estos menores de las peligrosas calles, contribuyendo al mismo tiempo a su formación, no tan sólo cultural, sino además como futuros ciudadanos de bien, útiles a la sociedad.


Para este nueva presentación, la obra sufrió el tener que ser adaptada a un espacio para nada agraciado para hacer teatro -un salón utilizado para clases de danza-, por lo que la misma no pudo desplegar toda la brillantez escénica de cuando fuera estrenada el pasado mes de Abril, durante la realización del Festival Internacional de Teatro Casandra, evento también organizado por El Ingenio Teatro; pero no obstante tal inconveniente, la misma mantuvo la magia de su concepto original y de igual manera, los actores, hicieron valer su experiencia, desenvolviendo su trabajo con la efectividad y elegancia que en su puesta original.

En esta oportunidad la obra se hizo acompañar por un trío de músicos compuesto por Ricardo Guerra, María Teresa García y Jorge Morejón, quienes fueron los encargados de interpretar las hermosas piezas compuestas por Héctor Agüero para la ocasión.

Una importante noticia que se hizo llegar a los presentes, fue sin duda la inminente partida de esta puesta teatral hacia escenarios portugueses, ayudando a que el teatro de Miami pueda ser conocido más allá de las fronteras nacionales. Al mismo tiempo se dió a conocer la creación de un equipo de trabajo que tendrá la responsabilidad de seleccionar a jóvenes con deseos de asumir la siempre difícil responsabilidad de la dirección teatral, para ayudarlos en dicho proceso para la próxima edición del Festival Casandra del venidero año 2024, el que estará integrado Por Flora Lauten, Adyel Quintero, Loipa A. Claramunt y Wilfredo A. Ramos.

Sin duda alguna la fructífera trayectoria de Lilliam Vega, formando parte primeramente del habanero Teatro Buendía y más tarde al frente de esta agrupación miamense, ha definido una particular forma de enfrentar el hecho teatral, donde el concepto plástico, junto con la dirección de actores se yergue como soporte fundamental, dejando una huella identificable en cada uno de los espectáculos bajo su mirada, al mismo tiempo que ha mostrado todo su empeño por consolidar eventos y actividades que redunden en beneficio tanto de la comunidad teatral local como de los habitantes de esta ya gran comunidad.

Una vez concluido este evento y echando una mirada retrospectiva sobre todo el trabajo que El Ingenio Teatro ha venido desarrollando en nuestro medio, y conociendo de sus futuros planes, no queda duda alguna que nos esperan gratas sorpresas para disfrutar y compartir con los miembros de este colectivo, así como con todo el público de esta ciudad.




Texto y fotos Lic. Wilfredo A. Ramos
Miami, Septiembre, 20, 2023.

Sunday, September 17, 2023

La cubanía se apoderó del escenario del Miami Dade County Auditorium. (por Wilfredo A. Ramos)




“La música es la más bella forma de lo bello”.
Jose Martí.




Es imposible de ocultar, que a través del tiempo la cultura musical cubana ha marcado pautas y derribado fronteras, viajando por el mundo, subiendo a todo tipo de escenarios y provocando la admiración de diversos públicos y grandes profesionales de la música de rango internacional, hecho este que le ha valido el reconocimiento, debido tanto a su calidad composicional como interpretativa.

Grandes maestros en uno y otro campo integran el parnaso musical cubano, que desde el lejano siglo XVII ya oía hablar por boca del cronista Bernal Diaz del Castillo, de grandes intérpretes como el trinitario Juan Ortiz, considerado un virtuoso en la interpretación de la vihuela y la viola, entre otros destacados músicos de origen español asentados en el país, pasando además por el XVIII con la presencia del gran compositor barroco Esteban Salas, cubano nacionalizado español

El siglo XIX fue un tiempo fructífero para el surgimiento de grandes músicos, que incluso estudiaron en conservatorios europeos, ganando concursos y obteniendo importantes reconocimientos en dicho continente. El listado es extenso, pero bien vale mencionar a algunos de ellos como son los compositores e intérpretes Samuel Saumell, Ignacio Cervantes (considerado el ‘Chopin Cubano’), Laureano Fuentes (quien escribiera la primera ópera cubana “La hija de Jefté”), Gaspar Villate, así como el violinista Claudio José Brindis de Salas (conocido como el ‘Paganini negro’), artista que dominaba la asombrosa cantidad de diez y seis instrumentos, y José White, compositor y violinista que también alcanzó gran renombre fuera de las fronteras de su país natal. Todos ellos formando parte de la generación musical de la primera mitad del siglo.

La segunda parte de la centuria tendrá como figuras destacadas a Hubert de Blanck, los hermanos José y Manuel Mauri, Eduardo Sánchez de Fuentes, Jorge Anckerman y Luis Casas Romero.

Los albores del XX, tiene a los maestros Gonzalo Roig, Ernesto Lecuona, Rodrigo Prats, Amadeo Roldán y Alejandro García Caturla, como figuras prominentes e indispensable de la música nacional y encontrándonos ya avanzando el siglo a otros artistas de la talla de Hilario González, Harold Gramatges, Julián Orbón, Gisela Hernández, Argeliers León, entre otros, formando parte del importante Grupo de Renovación Musical, el cual hizo grandes aportes en la transformación del ámbito de la composición musical cubana de ese entonces, mientras que posteriormente tenemos que mencionar a otros importantes músicos como Leo Brouwer, Carlos Fariñas y Juan Blanco, este último, el introductor en el país de la música electroacústica, todos alcanzando también un destacado reconocimiento internacional. Este podría ser un resumen a grandes rasgos.

Un espacio fundamental en el devenir musical cubano lo tiene sin duda alguna la zarzuela, género lírico surgido en tierras españolas y que encontrara terreno fértil en nuestras orillas.

Como era costumbre afirmar por aquellos siglos de antaño: “Para triunfar en las Américas hay que pasar por la Habana”, y por ello cualquier compañía dedicada no solo a la zarzuela (ópera, ballet, teatro) proveniente del continente europeo hacía su primera parada obligatoria en la Habana. Es en ese constante pisar esta caribeña tierra, que una agrupación de zarzuelas como la de Pepita Embil (madre del tenor Plácido Domingo) hace de esta ciudad una plaza permanente, visitándola año tras año, en ocasiones presentando hasta diez producciones diferentes en tan solo una visita. Ello condujo a que dicho género se popularizara ampliamente entre la población cubana, la que colmaba los coliseos donde estas obras eran presentadas, lo que primero ocurrió en la capital, pero prontamente se extendió hacia otras ciudades importantes del país.

La primera de estas obras que se haya escrito dentro de Cuba, no correspondió a un autor cubano, sino al catalán Joseph Fallótico, pieza en un acto titulada “El Alcalde de Mairena”, estrenada el 29 de Octubre de 1771, según datos registrados en el Papel Periódico, publicación de aquella época, aunque en realidad las notas no dejan claridad si dicha representación correspondió a una zarzuela como tal.

No será hasta el año 1853, que propiamente podemos considerar entra este género en el país, debido a la gran cantidad de anuncios promocionales de tales espectáculos aparecidos en esos momentos, siendo “El Duende”, con autoría de Luis Olona y Rafael Hernando, en el habanero Teatro Tacón, la primera de dichas presentaciones.

En realidad es considerada como la primera zarzuela escrita en Cuba, aunque de autor foráneo, la obra “Todos locos o ninguno”del catalán José Freixes, estrenada en el Teatro Tacón el 3 de Marzo del propio 1853, siendo a partir de este momento que verán la luz las tres primeras piezas del género escritas ya por autores cubanos: “Apuros de un bautismo” de Rafael de Otero, “Por los parneses de Romero” y “El delirio paternal” de José Robreño. Por otra parte encontramos también que Laureano Fuentes estrenará en Santiago de Cuba su zarzuela “Dos Máscaras”, en 1866.

Es en esta segunda parte del siglo que tenemos a Jorge Anckerman, autor de más de cien obras para la escena lírica, quien va a estrenar para 1894 “La Gran Rumba”, una parodia de la muy conocida zarzuela española “La Gran Vía”, de los maestros Federico Chueca y Joaquín Valverde, con libreto de Felipe Pérez y González, estrenada en el Teatro Felipe de Madrid en 1886.

Otros autores cubanos que produjeron obras de este género, van a ser José Mauri, quien escribiría alrededor de cuarenta, aunque su título más reconocido es sin duda alguna su ópera “La Esclava”, e Ignacio Cervantes, el que en 1889, en el Teatro Tacón, estrena “Exposición o el Submarino Peral”.

Llegado el siglo XX, es que la zarzuela cubana alcanza una gran connotación mediante las obras de otros importantes autores musicales, los que van a colocar finalmente dicho género en el imprescindible lugar que le pertenece dentro de la música cubana e internacional.

Eliseo Grenet (1893-1950), Gonzalo Roig (1890-1970), Ernesto Lecuona (1896-1963) y Rodrigo Prats (1909-1980), fueron los encargados de darle a la zarzuela el color local necesario, elaborando melodías que recogían ritmos populares elevándolos al rango de hermosas partituras líricas, las cuales han continuado su viaje en el tiempo, incluso como notables piezas de concierto.

Cada uno de estos autores es poseedor de un variado repertorio de zarzuelas, siendo los tres últimos quienes lograron un mayor éxito y resonancia con las mismas. “Amalia Batista” de Prats; “María la O”, “Rosa la China” y “Lola Cruz” de Lecuona, así como “Cecilia Valdés” de Gonzalo Roig, han sido sin duda alguna las obras que han definido con mayor ímpetu la realización de la zarzuelística cubana.

Precisamente esta última obra del maestro Roig, que tuvo su estreno el 26 de Marzo de 1932, en el Teatro Martí de la Habana, contando con libreto de Agustín Rodríguez y José Sánchez Arcilla e inspirada en la obra del novelista cubano Cirilo Villaverde, es la que se ha coronado como la reina de dicho género en la preferencia del público cubano, siendo sin la pieza más llevada a las tablas, habiendo contado con la participación de gran cantidad de destacadas figuras de la lírica nacional, quienes han hecho de su personaje protagónico inolvidables interpretaciones.

Esta obra, como la mayor parte de las zarzuelas cubanas va a contar con ciertas características, que sin alejarlas totalmente de su igual ibérica, definirá su realización, tales como el tema romántico, un ambiente situado en la época colonial, la muestra de la división en clases sociales, finales por lo general terminados en sangrientas tragedias, así el mantiener algunos de los personajes-tipo del teatro ‘bufo’ como son el gallego y el negrito; pero creando otros tales como el calesero, el negro esclavo, el galán, la damisela y sobre todo subiendo a escena el personaje que va a distinguir a este género en Cuba: la mulata, hija de español con negra esclava, sensual y a la vez cargada de un destino trágico que marcará la obra, convirrtiéndose en el personaje protagónico en muchas de estas obras.


Precisamente, debido a la importancia otorgada a la zarzuela “Cecilia Valdés”, convirtiéndola en carta de presentación no solo de la música, sino de la nacionalidad cubana, es que los escenarios de Miami -donde siempre ha estado presente- la ha retomado, trayéndola nuevamente a nuestras tablas, en una producción de Martí Productions, bajo la dirección general de Manny Albelo y musical de Marlene Urbay, habiendo sido presentada el pasado 27 de Agosto en el Miami Dade County Auditorium.

La representación aunque señalada como de concierto, en realidad se tomó la libertad, de manera muy acertada, en crear un guión teatral conductor del espectáculo, el que asumiría la responsabilidad de narrar las motivaciones para escribir dicha obra, explicar su argumento y la inspiración para la creación de cada número musical teniendo como soporte los personajes y la trama de la novela que le da origen. Para ello puso sobre el escenario a las figuras de Gonzalo Roig y Cirilo Villaverde, quienes a través de su diálogo serán los encargados de la parte dramática de la puesta.

Otro aspecto positivo a destacar de este trabajo fue la utilización de un cuerpo de baile para recrear los momentos danzarios de la zarzuela, lo que contribuyó a darle mayor lucimiento a la puesta.

Organizar un espectáculo de este tipo requiere siempre una cuota alta de esfuerzo, debido a la cantidad de participantes en el mismo y a la necesidad que motiva escoger el elenco apropiado. No en balde el género de teatro musical requiere un cuidadoso conocimiento de todo el espectro escénico.

La dirección musical, como ya mencionamos, corrió a cargo de la reconocida conductora de orquesta Marlene Urbay, quien se prodigó en un excelente trabajo al frente de la Orquesta de Cámara de la Florida (Florida Chamber Orchestra), mostrando una vez más no sólo su dominio en el complejo arte de la conducción orquestal, sino en su profundo y detallado conocimiento del tipo de espectáculo al que se enfrentaba, atenta no solo a las reacciones de músicos y cantantes, sino también al desempeño de los bailarines y el decir de los actores. Quedó claro su brillantez en el importante su rol de director de orquesta, lo que permitió a su vez una magnífica entrega por parte de todos los músicos.

En cuanto a la parte danzaria, esta tuvo la participación de la compañía de bailes afrocubanos Sikan, dirigida por la excelente profesora, bailarina y coreógrafa Marisol Blanco, quien al frente de sus bien entrenados bailarines ofrecieron una acertada muestra de su quehacer artístico, la cual incluyó danzas de origen yoruba y congo, además de una criolla contradanza de salón, lo que le permitió al espectáculo elevar aún más su nivel estético.


Sobre la reconocida soprano, con una importante carrera internacional, Eglise Gutiérrez, recayó una gran parte del éxito de esta producción, al asumir el mítico rol protagónico de la mulata Cecilia Valdés, personaje que a través del tiempo ha sido interpretado por brillantes figuras de la lírica cubana y el que fuera su primer gran rol a interpretar a su llegada a este país. Dicha cantante, de hermosa, poderosa y bien timbrada voz, con excelente dicción y muy buen manejo de la interpretación, ofreció un trabajo que será recordado a lo largo del tiempo, para el beneplácito de los amantes de este género.



El joven tenor puertorriqueño, quien ya había asumido el mismo papel en una puesta en escena de esta obra en su país natal, Peter Alexander Rivera, se entregó al personaje de Leonardo Gamboa con un buen acercamiento al personaje, mostrando un adecuado dominio vocal de la partitura a interpretar. De igual forma el barítono Armando Naranjo, con una sólida carrera comenzada en Cuba, continuada en esta ciudad -quien ha estado algo ausente de los escenarios- una vez más ofreció una poderosa interpretación en el personaje de José Dolores Pimienta, trabajo que ha incorporado en múltiples ocasiones dentro de su carrera y el cual domina vocalmente a la perfección, colocando su trabajo dentro del espectro de los grandes cantantes que han incorporado dicho rol.


En cuanto a la joven Laura de Mare, como Isabel Ilincheta, con su delicada voz de soprano de coloratura, clara y bellamente timbrada, fue la responsable de elevar el nivel interpretativo de la zarzuela a las dificultades operísticas, haciendo gala de sus portentosos registros vocales. Interesante resultó la incorporación al espectáculo de la canción del maestro Roig “Las flores son mis amores’’, con la que se permitió a esta cantante una mayor oportunidad de lucimiento de tan hermosa voz.


Tania Martí, quien a su labor de productora general del espectáculo, sumó la de su entrega artística, condujo el siempre esperado personaje de Dolores Santa Cruz a unos límites vocales de perfección total, con magnífica dicción, fuerza y alcance de voz excelentes.

Grethel Ortiz, multifacética figura de los escenarios, en su condición de cantante, bailarina y actriz, tuvo a su cargo la interpretación de uno de los costumbristas personajes heredados del bufo, quien cantando el siempre esperado tango congo “Etanilá”, hizo derroche de simpatía, carisma, magnífica actuación y desenvolvimiento vocal, ella sola fue suficiente para llenar el amplio escenario a sus pies, haciéndonos recordar los inolvidables sainetes del habanero Teatro Alhambra. Por último Eduardo Salles, en su breve intervención en “El lamento esclavo”, tuvo con su poderosa y bien resuelta voz, un breve, pero muy marcado momento.

Mención aparte merece el coro Voces de Miami (Voices of Miami), bajo la dirección de Greisel Domínguez, quien con un excelente trabajo de voces permitió obtener el ensamble idóneo que este tipo de espectáculo requiere.

Con respecto al elemento dramático, introducido mediante la participación de los actores que asumieron la interpretación de los personajes de Roig y Villaverde, aunque como ya señalamos resultó ser un acierto, no obstante su desempeño se resintió ante la falta de naturalidad en el habla de ambos intérpretes.

Otro aspecto que involucra a ambos actores, que tiene que ver con la dirección de la puesta en escena, se refiere al constante movimiento de los dos a través del proscenio del escenario de un lado al otro, interponiéndose visualmente en varias oportunidades a las salidas a escenas de algunos de los cantantes. De igual manera la presentación del hermoso cuarteto que interpretan los personajes de Isabel Ilincheta, Leonardo Gamboa, Meneses y Solfa, perdió bastante de su lucimiento al ser colocados hacia el fondo y parte superior de las plataformas que servían de asiento a la orquesta, quedando de esta manera los intérpretes algo ocultos por la propia agrupación musical, provocando que la interpretación perdiera mucho de su protagonismo.

Un tema que lamentablemente no podemos pasar por alto, es el referido al vestuario. Es cierto que cuando se realiza un espectáculo en modo de concierto, se obvia generalmente de la utilización de ropas que caractericen a los personajes interpretados, pero cuando se recurre a su utilización para ofrecer cierta ambientación y darle algún color a este tipo de trabajo, debe cuidarse muy bien de tal detalle. Si bien la salida del personaje de Cecilia contó con una hermosa y elaborada versión del típico vestido conocido como ‘bata cubana’, el vestuario utilizado por la cantante en sus posteriores presentaciones resultaba inadecuado -por ostentoso- teniendo en cuenta el rango social del personaje. Tampoco fue acertada la forma que se vistió a José Dolores Pimienta, al que se le pudo observar incómodo con el mismo, amén de que no denotaba tampoco su clase social. Un problema más en este rubro quedó en evidencia en la prenda escogida para el personaje de Ilincheta, el cual nada tenía que ver con la época, siendo por el contrario un vestido de gala perfectamente actual, rompiendo así la línea en la caracterización de los personajes, apreciándose además que el mismo resultaba demasiado largo, entorpeciendo su desplazamiento por el escenario. Innecesario resultó el uso de pelucas por parte de las bailarinas en la interpretación de la contradanza. ¿Acaso no representaban a mujeres de un bajo estamento social y de diferentes razas?

La proyección de imágenes sobre el ciclorama blanco del fondo, con vistas relacionadas a la Habana Colonial, permitió a crear una lograda atmósfera en tiempo y espacio, ofreciendo una perfecta ambientación, sin embargo el colocar una cuna en el centro del escenario para que la protagonista interpretara la canción de cuna “Hija del amor” -por cierto fuera de luz, por lo que fue necesario que tuvieran que volver a salir al escenario a corregir su colocación- resultó en una acción innecesaria, debido a que prácticamente la cante no tuvo casi relación con la misma -solo hacia el final del número- provocando por gusto el movimiento de un elemento de utilitaria, cuando con un supuesto niño en brazos, se hubiera podido resolver dicha escena, teniendo en cuenta que el espectáculo era solo un concierto.

Estos detalles señalados anteriormente son los que obligan a una atenta mirada por parte de quienes asumen la dirección de cualquier espectáculo, para lograr la mejor imagen en escena del mismo.


No obstante los anteriores señalamientos, al éxito de esta gran producción artística contribuyó un hecho no muy frecuente en los escenarios de nuestro entorno desde algún tiempo, y fue el que tanto la platea como el balcón del teatro estuviera totalmente lleno de un ansioso público, dando lugar a que muchas personas se quedaran sin la posibilidad de obtener entradas y reclamando el que hubiera la posibilidad de otra función, algo imposible de realizar debido a los compromisos de programación, que como sabemos los que verdaderamente nos movemos dentro del gremio, se convierte siempre en una situación embarazosa.

Tener la oportunidad de disfrutar sobre las tablas de nuestra ciudad nuevamente de la zarzuela cubana “Cecilia Vadés”, nos trae a la mente tiempos pasados donde la Sociedad Lírica Euterpe, la Sociedad Hispano-Americana de Arte y la Sociedad Pro-Arte Grateli fueron las encargadas, durante varias décadas, de subir a los escenarios de Miami destacadas obras del arte lírico cubano e internacional, ofreciendo la oportunidad a aquellos artistas para continuar entregando su arte a un público que los conocía y que los necesitaba también, para tratar de mantener esa relación con la patria perdida.


Sin duda alguna con este trabajo tanto Tania Martí, en importante posición de productora general y Manny Albelo en su rol de director artístico, han logrado poner sobre el escenario una vez más la cubanía de una tierra que clama por su libertad… y eso merece un gran aplauso.


Fotos tomadas de Facebook 
Lic. Wilfredo A. Ramos
Miami, Septiembre 2, 2023
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