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Friday, April 26, 2024

Obra de Sanchis Sinisterra en las tablas de Miami. (por Wilfredo A. Ramos)


“The form is content, the content is form”
Samuel Beckett.


“Creo que el teatro tiene que provocar desazón, irritación, incluso cuestionamiento”.
José Sanchis Sinisterra.





El ambiente cultural de la ciudad de Miami cada día que transcurre va enriqueciéndose con la presentación en sus escenarios de un mayor número de obras de teatro realizadas por el cada vez mayor número de actores y directores hispano-parlantes que llegan a esta urbe. Puestas en escenas de diversos géneros dramáticos son posibles de disfrutar a través de las diversas salas y espacios acondicionados para tal menester, situación esta que aunque no alcanza a satisfacer del todo, indudablemente llena de alegría de igual forma a los miembros del ambiente teatral y aquel público interesado en el disfrute del mismo, que cada día, poco a poco, va en aumento.

Como muestra de lo señalado anteriormente, ha resultado un importante acontecimiento, la presentación en Miami, con carácter de estreno en los Estados Unidos, de la obra del prestigioso dramaturgo español José Sanchis Sinisterra, “El lector por horas”, en una puesta en escena a cargo de Marilyn Romero, que contó con las actuaciones de Ariel Texidó, Anel Perdomo y Andy Barbosa, en una producción de MarGi Happenings, a cargo de Gigi González.

Sanchis Sinisterra es un dramaturgo, pedagogo y director teatral valenciano, nacido en 1940, el cual es considerado como uno de los autores de mayor reconocimiento del teatro de su país, al cual se le tiene como gran renovador de la escena, al proponer la existencia de una naturaleza dual, literaria y escénica, en el texto dramático. Dentro de su abundante obra existe una ruptura entre las fronteras de la teatralidad, donde lo intertextual, la ficcionalidad, la metateatralidad, el cuestionamiento de la historia y de los personajes, entre otro factores van a ser la base sobre la que se construye su teatro.

Un aspecto que toma mucha importancia y que va a marcar su obra, es la transformación de los mecanismos de percepción del individuo sobre hecho teatral, llevando al espectador -o al lector- a que se vea obligado a introducirse en la trama para ir componiéndola, pasando a formar parte de la propia escritura del texto.

Su obra va a cruzar las fronteras entre los géneros dramático y narrativo, por lo que siempre que nos enfrentemos a una de sus obras tendremos al mismo tiempo de tener la sensación, de estar en presencia de la narración de una novela, lo cual hace que la misma pueda ser marcada como demasiado literaria.

Autor de múltiples libros sobre teoría teatral, ha sido además un gran investigador de la obra literaria de autores tan disímiles como Cortázar, Melville, Kafka, así como la de otros dramaturgos tales como Samuel Beckett y Harold Pinter, autores todos que han dejado huellas dentro de sus propias obras.

Su intenso y constante interés por el desarrollo del teatro lo llevó a fundar en 1989 la Sala Beckett, la cual aún se mantiene abierta, así como en el 2010, en la madrileña zona de Lavapiés, ‘La Corsetería’, donde desarrollaba un proyecto de investigación teatral, bajo el nombre de Nuevo Teatro Fronterizo, el que tuvo que ser cerrado por problemas de alquileres, tema que mucho agreden a los espacios dedicados al teatro en cualquier parte del mundo.

Con respecto a la obra de Sances Sinistera que nos provocan estas líneas, la misma fue escrita en 1996, teniendo su estreno en 1999 en el Teatro Nacional de Cataluña, bajo la dirección de José luis García Sánchez y con un elenco integrado por Juan Diego, Clara Sanchis -hija del autor- y Jordi Dauder, viajando tres meses más tarde dicha producción al madrileño Teatro María Guerrero.

Debemos señalar que desde su estreno, esta obra no había vuelto a ponerse en escenarios españoles, hasta el pasado 2023 donde en una producción de la valenciana Sala Beckett en conjunto con el Teatro de La Abadía de Madrid, se presentó bajo la dirección de Carles Alfaro con las actuaciones de Pere Ponce, Pep Cruz y Mar Ulldemolins. Fuera de tierras ibéricas, dicho texto ha llegado a las tablas en México (2001), Argentina (2003), Uruguay (2005) y Reino Unido (2005), entre alguna otra, por lo que se puede apreciar que a pesar de ser considerada una de las más importantes piezas de dicho autor, su difícil y sorprendente concepción dramatúrgica, no la convierten en un material muy buscado por los directores teatrales, hecho que para nada resta valor e importancia a la misma.

Fue precisamente en esta reciente puesta madrileña de Teatro de la Abadía, que Marilyn Romero tuvo su primer enfrentamiento con dicha obra, lo que la llevó, según sus propias palabras, a buscar el texto, encontrando el mismo en una de las muchas librerías existentes en esa ciudad -hasta se puede encontrar alguna solo dedicada a libros sobre y de teatro- entregándose a una rápida lectura del mismo, lo que al final la condujo a tomar la decisión de montar dicha obra para el público de Miami, hecho que se hizo realidad los pasados días 18, 19 y 20 del presente mes de abril.

Dicha puesta tuvo como escenario el Black Box del Teatro Manuel Artimes, espacio en el que se han venido presentándose las recientes producciones de MarGi Happenings, lugar que debiera ser aprovechado igualmente por otros directores de la ciudad, para presentar sus obras, ya que permite la cercanía apropiada actor-espectador.

La directora, en su propuesta, respetó las diez y siete escenas en que se encuentra dividida la obra, aunque atrevidamente eliminó el intermedio que divide los dos actos de la misma, asumiéndola de manera continua en sus dos horas de duración.

Esta obra, carente de algún tipo de acción que haga marchar la historia hacia adelante, se sostiene casi de forma única sobre el trabajo de los actores. El interés por conocer el desarrollo y final de la trama, obliga a quien la ve, a tratar de armar el rompecabezas que forman cada una de las escenas, las cuales no tendrán relación una con la otra, convirtiéndose en núcleos dramáticos compuestos por una introducción, un nudo y su desenlace propio, que en el caso de este último queda siempre pendiente.

De lo anterior se desprende que el desempeño de los actores escogidos por Romero para enfrentar este trabajo haya sido la columna vertebral de la puesta.


Actor con una larga trayectoria sobre nuestras tablas, Ariel Texidó, quien ha trabajado bajo la tutela de diversos directores, asume el personaje de Celso, con la astucia de una madurez que le ha ofrecido su constante bregar por los escenarios, incorporando el mismo con un perfecto control de las emociones. De igual forma su proyección vocal, como ya es costumbre, resulta clara y llena de matices fácilmente perceptibles. Su trabajo sin duda es austero, fuerte, agarrando la esencia de su personaje inequívocamente.


Anel Perdomo, constituyó el descubrimiento de la jornada. La joven actriz en su primera aparición ante el público de este país, asumió el difícil rol de la también joven Lorena, con una bien lograda seguridad. Asumir roles que presenten algún tipo de impedimento físico, como resulta ser la ceguera en este caso, es un reto importante a vencer para dar credibilidad al mismo. La actriz logra meterse en la piel de su personaje con serenidad, bordando cada proyección de sus complejos sentimientos. Con la misma mesura desborda tanto su ira como su nostalgia, imprimiendo a su desenvolvimiento escénico el aura de candidez engañosa exacta requerida en su papel. Algo que encontramos que no favorece en su totalidad el trabajo de la actriz, es una determinada modulación en la voz que la aleja de la naturalidad que requiere el texto, proyectando cierta nota de falsedad a su decir.


El tercer actor que formó parte de este elenco fue Andy Barbosa, quien también es conocido en nuestras tablas, debido a sus innumerables y muy buenos trabajos. En esta oportunidad a dicho actor le ha correspondido incorporar el personaje de Ismael, encargado de motivar el desarrollo de los acontecimientos, sobre el que se va a construir el núcleo de la trama. El trabajo de dicho actor, que ha ido creciendo con cada una de sus apariciones, dejando por el camino acertados desempeños, en esta nueva entrega alcanza un muy destacado momento, no frecuente en nuestras tablas. Haciendo derroche de coordinación en el manejo de las diversas y complejas emociones que su papel requiere, encara la psicología del mismo con sobriedad sobre sus acciones, permitiéndole desenvolverse dentro de cada una de ellas con precisión, soltura y sobre todo verdad, logrando una brillante trabajo, en el que cada momento, hasta el de sus silencios, se encuentra trabajado orgánicamente.

Hay que dejar claro, que este texto convoca a un juego inter-actoral, donde cada uno va a depender del resto, pero al mismo tiempo se influyen unos sobre otros, provocando acciones varias que no siempre van a ser lo que se cree y que en esta ocasión, en este difícil juego, los tres actores van a ir incorporándose sin esfuerzo alguno, dejándose llevar por el escurridizo camino que propone el autor.


Aunque el dramaturgo nos pone en presencia de tres personajes, objetivamente pudiéramos a estos agregarle uno más, el cual bajo nuestra mirada va a influir, no sólo en el devenir de la historia, sino de igual manera en la conducta e interacción misma entre aquellos tres primeros. Ese cuarto personaje va a estar representado por los libros, quienes mediante su presencia sobre el escenario y la lectura de los mismos, que a través de toda la obra se realiza, serán los encargados de ir moviendo los acontecimientos, así como de provocar las acciones y reacciones entre los verdaderos personajes de carne y hueso.

Un aspecto dentro de la obra con el que no quedamos completamente complacidos, es en el que tiene que ver con la escenografía, ésta en manos de Pedro Balmaseda y Jorge Noa, artistas ya habituales y con experiencias en esta lides.

La puesta en escena concebida por la directora se mueve dentro de un estatus naturalista, lo que queda demostrado en el vestuario, muebles y objetos utilizados en la misma, por lo que la utilización de otros elementos que en nada se acercan a dicho concepto, rompen con un estilo específico de ambientación, creando una disonancia en el concepto escenográfico.

La utilización de manera simbólica -para señalar la gran cantidad de libros en la estancia donde se desarrolla toda la acción de la obra- de tal enorme número de hojas arrancadas a libros, forrando aquellos elementos agregados a la escenografía, así como a una pared que aparece de fondo -demasiado grande para un espacio escénico a tan corta distancia del público- crea una atmósfera cargante y barroca, introduciendo una tesis simbólica a la decoración que no permite una lectura clara sobre el concepto estilístico de la puesta en escena. Incluso la utilización de proyecciones en determinados instantes no aporta tampoco en lo absoluto al lenguaje de la misma.

Obviando los anteriores detalles, esta representación teatral logra su objetivo, al poner sobre las tablas fundamentalmente un trabajo actoral importante, elemento sobre el que se edifica dicho texto dramático, abriendo al público de esta ciudad la posibilidad de confrontar la dramaturgia de uno de los autores españoles contemporáneos mejor valorados -tal vez demasiado- creador de un estilo muy particular de visionar el teatro.

Aunque sin duda alguna, el teatro de José Sanchiz Sinisterra, es uno con determinadas características que lo aleja en cierta medida del gran público, no por ello deja de resultar necesario que sus obras suban a las tablas –recordemos que el texto dramático sin el escenario no se llega a convertir en teatro- y pueda ser apreciado por aquel que en realidad valora esta gratificante manifestación artística, no sólo para su disfrute, sino asimismo como forma de abrir el pensamiento a estéticas, ideas y maneras de hacer muy diferentes de hacer teatro.




Lic. Wilfredo A. Ramos.
Miami, abril 25, 2024.

Fotos/Julio de la Nuez. 

Tuesday, April 9, 2024

“Siempre mañana (simulacro ingenuo)"... teatro incómodo. (por Wilfredo A. Ramos)


Existe en nuestra ciudad de Miami, desde hace poco más de quince años, un espacio dedicado a promover la cultura y el arte en su totalidad, donde la música, el teatro, la danza, la literatura, las artes plásticas, pero sobre donde el teatro encuentran un lugar donde presentarse con todo el apoyo necesario, abriendo sus puertas a una gran variedad de artistas no solo locales, todo ello coordinado con sumo cuidado bajo el amparo de Artefactus Cultural Project, institución no lucrativa que tiene como objetivo promover la diversidad cultural de la comunidad hispanoparlante en nuestro ámbito social, la cual tiene como director a Eddy Díaz Souza y productor general Carlos Arteaga.

Como espacio de presentaciones teatrales, son muchas las excelentes puestas en escena que han desfilado por el mismo, obras llegadas lo mismo desde otras partes del país como de otros continentes, han dejado sus huellas en sus tablas, para disfrute de los amantes del teatro en esta ciudad. Hablar de teatro en Artefactus es sin duda alguna sinónimo de calidad artística.


Partiendo de la anterior premisa, es que nos atrevemos a afirmar que la reciente subida a las tablas en este escenario, de la obra “Siempre mañana”, la cual contó con la autoría y dirección del propio Souza, teniendo de intérpretes a Simone Balmaseda, Anthony Lo Russo y Eric Becerra, resultó una muestra más del buen teatro que se acostumbra a ver en dicha sala.

Esta obra, la cual fuera escrita durante el 2020, tuvo su estreno en junio del pasado año bajo el título de “Mirame y no me toques”, dentro del marco del Queer Showcase, que organiza el propia Artefactus, con los mismos actores integrando su elenco.


En este nuevo texto dramático, su autor regresa a temas que forman parte de sus preocupaciones existenciales, pero que de la misma manera tendrían que serlo de todos los seres humanos que habitamos actualmente en este tan complicado mundo. La atmósfera que se respira en la obra va a resultar pesada, de encierro, desbordando el sentido claustrofóbico desde el escenario e invadiendo al público en la platea.

Dicha pieza apuesta por el desarrollo de emociones que despertarán sobre el espectador recientes recuerdos de aquella aterradora situación vivida por todos hace apenas poco más de un par de años, cuando las autoridades políticas mundiales nos encerraron en nuestras casas, coartando de manera dictatorial nuestros más elementales derechos ciudadanos -hasta el de hablar- so pena de ser castigados severamente, bajo el siempre dudoso pretexto de una determinada protección a nuestra salud; perfecto actuar que nos trajo a las mentes las distopías mostradas magistralmente por el escritor Eric Blair, más conocido por el seudónimo de George Orwell, en su premonitora obra “1984”, desde un algo lejano año de 1949.


Para sumergirnos en este ambiente, la acción se desenvolverá dentro de la intimidad de la vida de una pareja formada por Ray o Raimundo y Willy, escritor de cierta edad el primero, joven más interesado en disfrutar de la vida el segundo, quienes a través de la obra mantienen un cierto extraño diálogo sobre determinados momentos de sus vidas cotidianas, que pueden poner en alerta al espectador avispado de que algo no ha anda del todo bien con lo que tiene ante sus ojos.


A este dúo varonil se le agrega la presencia de una enfermera que es la encargada de venir diariamente a dicho departamento para velar que el personaje del escritor se tome un medicamento. Ese personaje femenino, el cual va a tomar gran valor simbólico dentro del desarrollo dramático, representará el poder gubernamental omnipresente que se introduce en las casas, que dirige las acciones y determina las decisiones de las personas, imponiéndose y coaccionando el libre albedrío del ser humano.

El argumento se encuentra lleno de alegorías, símbolos y lúgubres advertencias del rumbo que se encuentra tomando la sociedad actual, sometida a la fuerte presión del globalismo mundial y de todo aquello que de esta manipulación socio-económica-politica se deriva.

Con este texto, Souza entra de lleno -manejando hábilmente su acostumbrada visión artística- en el plano de la denuncia social, por lo que estamos en presencia de un espectáculo cuyo interés principal va a estar, sin ningún tipo de duda, en la fuerte carga de actualidad social que el mismo presenta.

El autor presenta su discurso mediante la utilización de diálogos los cuales comparten elementos de lo estrafalario, hilarante o absurdo, pero que van a estar inmersos en un profundo contexto de humanidad...


Una obra teatral de este tipo ciertamente podría ser recibida como un teatro incómodo para un tipo de posibles espectadores casuales, que solo ven el escenario como un lugar para el entretenimiento y diversión, lamentablemente para ellos, este no es el caso, por lo cual resulta muy plausible el empeño de Díaz Souza en no cejar, luchando por ofrecer espectáculos que nos obligue a poner en acción nuestro cerebro, reaccionando y tomando parte de lo que vemos sobre el escenario, sin dejar por cierto de disfrutarlos estéticamente.


Si hay algo que nos vemos precisados a señalar sobre la puesta y tiene que ver con la concepción utilizada para la construcción de los personajes de la pareja sentimental conformada por ambos hombres, la cual es planteada desde la misma manera arquetípica con la que regularmente es reflejado el hombre homosexual, como si tal fuera la única manera de expresión de estas personas, aspecto este que se repite en otras obras llevadas a escena por dicho director-autor.


En cuanto al trabajo de los tres actores que integran el elenco, hay que destacar el magnífico desempeño de Simone Balmaseda en el rol de la enfermera, debido a que el mismo va a marcar al mismo tiempo el elemento de absurdo como el de denuncia social en la obra, obligando a la actriz a construir un personaje fuerte, pero con matices marcados de comedia, difícil de definir en su totalidad. Balmaseda, de la que conocemos sus andaduras sobre los escenarios desde sus inicios, ha ido convirtiéndose en una actriz madura, adaptándose por igual a los distintos géneros dramáticos con los cuales se enfrenta, sabiendo adecuar el tono a la comedia, al drama, al teatro para niños.


Respecto a Anthony Lo Russo y Eric Becerra, ambos actores encuentran un buen acoplamiento a sus respectivos personajes, manteniendo en todo momento la necesaria interrelación entre ambos, así como la proyección de los mismos.

Algo que nos resultó innecesario y hasta incómodo fue la cantidad de veces que estos dos actores se ven precisados a cambiar de vestuario, lo que sin duda alguna complica sus trabajos sin motivo alguno, así como nos pareció inapropiado el tipo de ropa con que estos dos actores usan, la cual, con tanto brillo y transparencias era más propia de pasarela de discoteca, no teniendo que ver en lo absoluto con la proyección de esta obra.

Un elemento dramatúrgico decisivo utilizado por el autor lo encontraremos en el final de la obra, que solamente la vista de aquel espectador atento llegará a discernir, el cual va a marcar definitivamente el mensaje desalentador de esta puesta. 

“Siempre mañana”, se erige dentro de la dramaturgia de Díaz Souza, como un texto a tener en cuenta al momento de reflexionar sobre la sociedad de este Siglo XXI, que tan frágil y peligroso se está tornando para los que habitamos este mundo ‘no tan ancho y ajeno’ en que vivimos. Teatro incómodo, teatro para que pensemos todos.

Anthony Lo Russo
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Eric Becerra
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Simone Balmaseda
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Texto y fotos Lic. Wilfredo A. Ramos
Miami, abril 8, 2024.

Tuesday, April 2, 2024

“Sed en la calle del agua”, Estreno Mundial de Nilo Cruz en escenarios de Miami. (por Wilfredo A. Ramos)


“Todo buen arte es una indiscreción”. Tennesse Williams.


Nilo Cruz
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La presencia de obras del reconocido y laureado dramaturgo cubano-americano Nilo Cruz, en el ámbito teatral de Miami, es vista como un acto de justa pertenencia a una comunidad donde este artista dió sus primeros pasos dentro del mundo teatral, cuando iniciara esa andadura a la sombra del Teatro Prometeo, institución artístico-docente creada en 1973 con el auspicio del Miami Dade College (MDC) y bajo la tutela de la actriz Teresa María Rojas, entidad esta de vital importancia para el desarrollo de actores y directores pertenecientes a la comunidad hispanoparlante, que llegara a ser la única en toda la nación con dicha característica en proporcionar titulación con nivel de college, lamentable e inexplicablemente desaparecida.

Cruz, quien fuera reconocido en el año 2003 con el prestigioso Premio Pulitzer de Teatro, por su mundialmente conocida obra “Ana en el Trópico”, continuó su formación en la ciudad de New York, como discípulo de la destacada dramaturga y directora cubano-americana María Irene Fornés, habiéndose graduado además de la Brown University, una de las nueve universidades establecidas desde antes de la independencia en 1776.


“Sed en la calle del agua” (Thirsty in the Water Street, su título en inglés), la obra que en esta oportunidad tuvo su estreno mundial en nuestros escenarios, fue escrita años atrás, manteniéndose guardada hasta que su autor la retomara, le hiciera algunos ajustes y se decidiera llevarla finalmente a las tablas.

La historia, aunque está basada en personajes de la vida real, según el autor, también posee una gran carga personal, por lo que podríamos decir que estamos en presencia de un texto con algo de influencia de la ‘auto-ficción’, término genérico muy utilizado por una parte de la literatura y de la dramaturgia contemporánea en particular, un neologismo creado en 1977 por el autor francés Serge Doubrosky.


La trama de la obra, que toma la vida de dos jóvenes pintores, Enma Rose y Joaquín, en su afán de dedicar sus vidas por entero a su arte, nos muestra como dichos deseos y aspiraciones de crear se van a ver contrapuestos a los condicionamientos que impone la vida cotidiana, llevándolos a vivir en un mundo enajenado de la realidad que les rodea.

A la fuerte relación amorosa existente entre ambos, se une un extraordinario deseo de crear una obra artística que los identifique -un sentimiento que los supera a ambos- situación que los llevará a convertirse, sin darse cuenta, en seres egoístas, incapaces de ver más allá de sus inmediatos intereses. Este hecho se hace presente de manera tangencial, no premeditado, pero que influirá en cada paso de sus propios destinos, provocando el colapso total de su relación debido a un hecho determinante y cruel: la pérdida de un hijo. Dicha adversidad pondrá incluso en peligro la continuidad de sus vidas artísticas.


Mediante este texto, Cruz nos sumerge en un mundo donde el egoísmo propio del artista se convierte en su peor pesadilla, en el que el interés principal de aquel puede llegar a alcanzar incluso un inconsciente nivel de crueldad provocado por su discapacidad al no poder apreciar la objetividad del mundo circundante. Del relato concebido por el dramaturgo se desprende el cuestionamiento de hasta donde puede ser capaz el artista de definir su posición entre la obra de arte y la vida. El autor nos coloca en la posición de jueces, donde entremos a cuestionarnos al creador como un ser obnubilado debido a ese don que la naturaleza le ha otorgado y por el cual en ocasiones llega a negar los acontecimientos que tiene a su alrededor.

El dramaturgo al mismo tiempo pasa a ser juez y parte al enfrentar al espectador con un tema existencial tan poco asumido y tenido en cuenta por parte de los propios creadores. Si bien con este texto su autor pretende de hacer un autoanálisis, de igual manera nos ofrece una señal de alarma que todos debemos de tener en cuenta.


Los cuatro personajes que dan vida a la acción del texto dramático: Enma Rose, Joaquín -ya mencionados- Dr. Thomas Grace y Don Morales, se encuentran modelados dentro de una fina línea psicologista, la cual dirigirá la obra por sutiles derroteros existencialistas, aunados a la crudeza encontrada en el teatro realista de O'neill, Williams y Miller.

En la puesta en escena, también dirigida por Cruz, que se desenvuelve dentro de una atmósfera minimalista, se encontrarán elementos que aportan simbolismo al contexto dramático, dados por igual en alguna pieza de vestuario o de escenografía y que son expuestos con certera precisión. De la misma forma, la acción se va a desarrollar en un entorno que expone la claustrofobia en la que se desenvuelve la vida de esta pareja de artistas, en el momento que es narrado por el autor.

Esta obra va a dejar un sabor amargo al espectador, obligándolo a sopesar diversas posibilidades y hacer diferentes análisis, para así llegar a sus propias conclusiones. No se está en presencia de un espectáculo hedonista, por el contrario, se nos sitúa ante la disyuntiva de juzgar entre la racionalidad de los acontecimientos que conforman la vida del hombre común y el mundo onírico, que en la mayor parte de las veces se sumerge el artista. Es en fin una obra para hacernos pensar y sacar conclusiones. Para eso también se hace teatro.

En cuanto al desempeño de los actores, hay que decir que el pequeño elenco asume sus respectivos papeles con una muy seria introspección de los mismos, dotándolos a cada una de veracidad a la vez que de un justo equilibrio entre el decir y el sentir de su interpretación.


Claudia Tomás y Daniel Romero, actores de origen cubano, quienes asumen a la pareja de jóvenes pintores, logran una comunión perfecta con sus roles. Quizás la condición de ser esposos en la vida real, hace que estos intérpretes reflejen sobre el escenario una verdad imposible de negar, donde sus diálogos y acciones se complementan en una verosímil realidad. Las actuaciones de ambos se mueven, como acostumbran a hacerlo en todos sus trabajos, sin superfluas afectaciones, ni innecesarios gestos o proyecciones altisonantes. Estos actores dominan la naturalidad en la actuación, la correcta dicción -algo no muy habitual de encontrar entre las jóvenes generaciones de actores cubanos- a la vez que controlan adecuadamente el flujo de las intenciones y matices al decir sus textos. Cada nueva oportunidad de verlos en acción, ya sea sobre las tablas o a través de la gran pantalla, amén de mostrar a dos brillantes actores, nos permite disfrutar de sus respectivas entregas.


Un personaje muy importante dentro de la trama, es sin duda el del doctor, responsabilidad que recae sobre los hombros de Carlos Acosta Milián, actor también de origen cubano, de larga trayectoria sobre las tablas y el cine, quien incorpora su personaje desde una postura de proyección mucho más teatral que naturalista, creando a su vez un distanciamiento en el decir que lo coloca en una posición de cierta extrañeza con respecto al resto de los personajes.


La participación del actor venezolano Orlando Urdaneta, figura de larga trayectoria del teatro, la radio, la televisión y el cine en su país, en el rol del padre del joven pintor, podría considerarse como una actuación especial, ya que la misma se hace presente solamente en dos momentos del desarrollo de la obra. Sin embargo ello no resta importancia a su personaje, debido a que el mismo es el encargado de reflejar los conceptos que amarran a la sociedad a través de normas, costumbres y hábitos conservadores lastrantes de las libertades del individuo, mucho más cuando de la proyección de los artistas en ella se trata. Este personaje carga con la responsabilidad compartida del desencadenamiento de los trágicos hechos que marcan la trama

Con respecto al desempeño de este actor, tenemos que apuntar, que resultó algo engorroso poder escuchar sus parlamentos en determinados momentos, producto de que hablaba sobre un volumen demasiado bajo, de igual forma su dicción en instantes no resultaba lo suficiente clara, provocando que sus textos resultaran difíciles de entender. Teniendo en cuenta la brevedad de su participación en la puesta, dicho contratiempo pudo haberse resuelto con suficiente tiempo durante los ensayos ya que con el profesionalismo y experiencia de este actor, dicha situación hubiera sido superada sin problema alguno.


Con esta nueva propuesta escénica, Arca Images continúa acertando en la entrega de títulos interesantes para el público de Miami, aunque se sienta la ausencia de obras de dramaturgos hispanohablantes asentados en el país o del resto del continente. Por otra parte podemos afirmar que la dramaturgia de Nilo Cruz sigue en un proceso de maduración, definiendo su carácter estético e incorporándose con fuerza al conjunto de las voces cubanas que desde el exilio continúan marcando la pertenencia a una cultura que se ha visto obligada a sobrepasar sus propias fronteras para sobrevivir.




Lic. Wilfredo A. Ramos
Miami, abril 1, 2024

Fotos/Aarón Casas. Cortesía Arca Images.

Saturday, March 30, 2024

Llega a su fin la VIII Edición del Festival Casandra en Miami. (por Wilfredo A. Ramos)


El pasado domingo 24 de marzo culminó el Festival internacional de Teatro Casandra, dedicado a la mujer, que organiza el Ingenio Teatro, el cual durante ocho años consecutivos se ha venido realizando en nuestra ciudad, incluso durante los oscuros momentos de cierre total de las actividades producto de la pasada alarma mundial de salud, durante el cual, no obstante, dicho evento se llevó a cabo vía Internet mediante vídeos de puestas teatrales, charlas y demostraciones de clases.

En esta ocasión, dicha fiesta del teatro hispanoparlante de Miami, consiguió reunir artistas de España, Italia, Argentina, México, Cuba y del país sede.


El festival descorrió sus cortinas los días 16 y 17, en el escenario del Sandrell Rivers Theater, con la obra “Burdel el Ojo Azul” - llevada a escena por la agrupación teatral que organiza el evento- un texto de la dramaturga cubana, Premio Nacional de Teatro, Raquel Carrió. La obra se mueve entre una atmósfera musical y un argumento cercano a una ‘historia noir’, estando la misma bajo la dirección de Lilian Vega y con un elenco integrado por Susana Pérez, Jorge Luis González, Rachel Cruz, Kirenia Vega, Dianet Conde, José Raul Acosta y la participación especial de Ivanesa Cabrera. Esta nueva puesta de la agrupación teatral anfitriona contó también con la participación en vivo de un trío de instrumentistas conformado Héctor Aguero, Jorge Morejón -responsables ambos de crear la música original para esta obra- acompañados además por María Teresa García, mientras que los elementos coreográficos quedaron en manos de Rubén Romeu.


Antes de cada una de las presentaciones mencionadas tuvo lugar, el día 16, la inauguración de la exposición de pinturas de la artista cubana-americana Narah Meeramon Valdés, mientras que el 17 se efectuó la presentación y venta del libro ‘Boleros prohibidos, La Habana sin Olga Guillot’ del investigador también cubano Armando López, ambas actividades en el vestíbulo del propio teatro.


El Lunes 18, en el Koubek Center de la Pequeña Habana, tuvo lugar el homenaje, que en cada edición del festival se le rinde a alguna figura femenina destacada del mundo teatral internacional, el cual en esta oportunidad recayó en la narradora, crítica e investigadora teatral cubano-americana, asentada en Santa Mónica, California, Rosa Ileana Boudet, quien ha desarrollado una imprescindible obra investigativa acerca de los variados antecedentes del teatro de esa isla caribeña, mediante el estudio de diferentes géneros escénicos populares que abarcaron los siglos XIX y primera mitad del XX, entre otros trabajos relevantes para la comprensión del desenvolvimiento del teatro cubano.

Para dicha ocasión se contó con la presencia del teatrólogo, escritor e investigador cubano Adyel Quintero que compartió con el público presente algunos aspectos sobre la figura homenajeada, tanto de su carrera como de su importancia dentro del ámbito de la investigación teatral. De igual forma se pudo escuchar a la propia Boudet exponer algunas de sus vivencias y experiencias, así como agradecer el reconocimiento que se le tributaba, el que como parte del mismo incluyó, la lectura de algunos pasajes de una obra de su autoría -un monólogo- inspirada en un personaje de la vida real de la alta sociedad cubana de los primeros años del pasado siglo, el cual concibió para que fuera interpretado por su propia hija, Broselianda Hernández -magnífica actriz fallecida inesperadamente- quien por esas cosas singulares de la vida, no la llegara a interpretar jamás. De dicha obra, “Una rosa para Catalina Lasa” fueron escogidos algunos fragmentos de la misma, los que fueron leídos a tres voces por las actrices Yvonne López Arenal, Lilliam Vega e Ivanesa Cabrera, hecho que propició un sentido momento de recordación de la joven actriz prontamente desaparecida.


De Argentina llegó un invitado muy especial – porque los hombres no son rechazados en este evento- el actor Marcelo Katz, quien el Martes 19, en el Sandrell Rivers Theater, ofreció su unipersonal “Gaspet”, trabajo en solitario con la firma de Martín Joab -quien también lo dirige- y el propio Katz, en el cual con suma maestría el actor desarrolla una hermosa y delicada entrega con máscaras -realizadas estas por el artista Alfredo Iriarte- y de incorporación de supuestos muñecos que cobran vida mientras cuentan sus historias.


En la búsqueda de ofrecer nuevas e interesantes propuestas dentro del festival, en esta oportunidad, el Miércoles 20, en el Koubek Center, se llevó a cabo un encuentro con algunas de las artistas presentes para realizar una actividad que llevó por nombre ‘Cocinando con Arte y Fe’, donde las participantes ofrecieron al público un plato propio de la cocina de sus respectivos países. De esta manera, la actriz española Maty Gómez presentó el conocido gaspacho, Cleo Valdés, un delicioso postre de la cocina italiana, mientras que la mexicana Carmen Olivares preparó unas tostadas mexicanas junto con una refrescante bebida conocida como ‘Agua de Jamaica’. Al mismo tiempo de servir sus platos cada una de estas mujeres devenidas cocineras, hablaron no sólo de cómo realizar los mismos, sino también de sus respectivas carreras artísticas. El colofón a dicho innovador encuentro, estuvo marcado por un ambiente de jolgorio andaluz, entre sevillanas, tanguillos y bulerías a cargo de una genuina cantante popular española: Maru, quien con su sentida interpretación propició la creación de un improvisado tablao flamenco.

Esta actividad tuvo como objetivo recaudar fondos para mantener el programa de Arte que viene desarrollando El Ingenio Teatro junto al Centro Mater y que beneficia a los niños de la comunidad.


El Jueves 21, el evento se trasladó hacia la sede de la compañía teatral Havanafama, en el Oeste de la ciudad, donde subió a escena la actriz argentina Angeles Marset, con el unipersonal “Tic tac, ya es tiempo”, de su autoría, con dirección de Iván Mesías, mientras que al siguiente día, Viernes 22, de nuevo en el escenario del Sandrell Rivers Theater, tuvo lugar la presentación de la actriz cubana-americana Rachel Pastor, en el unipersonal “Yo soy Cristina”, un texto de la cubana Elvia Pérez y dirección compartida entre ambas, interesante creación a partir de la conocida obra del dramaturgo sueco August Strindberg, “La Señorita Julia”, en el cual desde el punto de vista de un personaje secundario -Cristina, la cocinera- esta muestra su personal visión del conflicto de dicha obra.


La presentación del anterior trabajo fue resultado de una convocatoria lanzada por el festival con el propósito de motivar la presencia en el ámbito teatral de Miami, de jóvenes directores interesados en darse a conocer en el medio a través de sus propuestas escénicas. La responsabilidad de seleccionar dichos trabajos estuvo bajo la responsabilidad de los teatrólogos Loipa Alonso Claramunt y Adyel Quintero, así como el promotor y crítico teatral Wilfredo A. Ramos.


En esta misma noche se efectuó un sencillo, pero conmovedor homenaje de recordación, en memoria de la recientemente fallecida Adela Prado, maestra de maquillaje de casi todas las generaciones de egresados de la escuela cubana de teatro, artista que con su excelente trabajo estuvo presente en gran cantidad de puestas en escenas que subieron no solamente a escenarios nacionales, con los cuales obtuvo numerosos premios y por los que su amplia trayectoria fue ampliamente reconocida, labor por la que continuó siendo reclamada hasta el mismo último día de su vida.


En igual escenario, el Sábado 23, subió a las tablas la actriz española Maty Gómez, en una magnífica interpretación del conocido unipersonal -no solo dentro del ambiente teatral cubano, sino también de otros países- “Las penas saben nadar”, del dramaturgo Premio Nacional de Teatro Abelardo Estorino, el cual contó con un muy acertado trabajo de dirección a dos manos entre el español José Fuentefrias y el cubano Arístides Naranjo.


Tanto el propio Sábado 23 como el domingo 24 en horas de la tarde, en el Koubek Center, la compañía anfitriona del festival, El Ingenio Teatro, llevó nuevamente a las tablas su acertada producción de la conocida obra de la literatura infantil universal “El Gato con Botas”, donde además de la participación de los actores, sumó la de casi medio centenar de niños sobre el escenario, provenientes estos del Programa de Arte que esta agrupación teatral realiza en conjunto con el Centro Mater, institución con 56 años dedicada al cuidado y enseñanza de menores de edad pertenecientes a familias de inmigrantes recién llegados al país, así como a familias de bajos recursos, fundada por la religiosa cubana Margarita Miranda, en 1968.

El elenco de esta colorida y bien recibida puesta en escena estuvo integrado por Luis Nalerio, Hosny García, José Raul Acosta, Kirenia Vega, Fanny Tachín, Angela Moreno y Yusan Mulet, bajo la dirección de Flora Lauten y Lilliam Vega, en una adaptación sobre el cuento original realizada por Raquel Carrió y Lilliam Vega.


La clausura de esta VIII edición del Festival Casandra, se realizó, como ya va siendo costumbre, en el bullicioso y céntrico local del Cubaocho Museum & Performing Arts Center, ubicado en el corazón de la popular Calle 8 de la Pequeña Habana, donde al ritmo de música mexicana se presentó la actriz y cantante Roxana Ríos, con un concierto titulado ‘Donde nadie nos juzgue’, acompañada de los guitarristas Michel González y Gabriel Cifuentes, y el percusionista Mario Espinoza, quedando de esta manera abierta la invitación a participar en el venidero 2025 de esta fiesta del teatro dedicado a la mujer.

Para finalizar no podríamos dejar de mencionar que un evento como este no podría llevarse a vías de hecho sin el apoyo de un grupo de instituciones, el cual está formado por Miami Dade County, National Latinx Theater Initiative, Florida Artes y Cultura, Centro Mater Foundation, Miami-Dade County Department of Cultural Affairs and Cultural Affairs Council, Miami Dade County Mayor, Board of County Commissioners, quienes con su soporte contribuyen al desarrollo de la artes y la cultura en nuestra ciudad.

Igualmente nos es imposible no referirnos al encomiable trabajo tanto artístico como educacional que todo el colectivo de El Ingenio Teatro, con su directora Lilliam Vega y la productora Loipa Alonso Claramunt al frente, vienen desarrollando en aras de ampliar el espectro cultural de la ciudad. ¡Enhorabuena!



Lic. Wilfredo A. Ramos.
Miami, marzo 28, 2024.
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