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Saturday, November 8, 2025

La dramaturgia de Sergio Blanco invade la escena de Miami. (por Wilfredo A. Ramos)


“Sobre la escena todo es -o parece- ficción”. Beatriz Trastoy, crítica e investigadora teatral argentina.



Este recién finalizado mes de octubre, entre los días 16 y 26, trajo a la escena teatral miamense la combinación de dos puestas del dramaturgo uruguayo-francés Sergio Blanco, nos referimos a los unipersonales “Kassandra” (2008) y “Memento mori o la celebración de la muerte" (2019) -en cinco y dos funciones respectivamente- constituyendo ambas piezas estrenos absolutos en los Estados Unidos. El primero contó con la dirección de Carlos Celdrán y como intérprete a la actriz cubana Ysmercy Salomón, mientras que el segundo fue dirigido y representado por el propio autor.

La obra dramática de Sergio Blanco, como ya hemos expuesto en anteriores ocasiones, se encuentra inmersa en esa corriente de escritura que se diera a conocer alrededor del año 1977, llamada ‘autoficción’, término que fuera acuñado por el escritor francés Serge Doubrosky, al publicar su novela “Hijos”, al cual el autor la identificaría como una ficción de sucesos reales. A partir de ese momento dicho concepto se tomó como un subgénero que se movería entre los límites diluidos de la novela y la autobiografía, aunque esto último no va a ser necesariamente tampoco cierto en su totalidad, produciéndose alguna ambigüedad en la relación entre personaje -el propio autor- y los acontecimientos narrados.

Aunque es a partir de la obra citada que se comienza a hablar de autoficción, al revisitar la historia de la literatura podemos hallar diversos textos que asimilan esa misma perspectiva, como en el caso de “La Divina Comedia”, del italiano Dante Alighieri, en “La tía Julia y el escribidor”, del peruano Mario Vargas Llosa -escrita en el mismo año que Doubrosky publicaba la suya- algunas novelas de Samuel Beckett o la obra de Thomas Quincey, “Confesiones de un opiómano”, en un marco mucho más amplio de autores y obras. Entre los contemporáneos de este tipo de escritura podríamos citar a Annie Ernaux (Premio Nobel de Literatura 2022), Guillaume Dustan, Chloe Delaume y Sidonie-Gabrielle Colette Karl -pionera de la autoficción según el propio Doubrosky- entre diversos escritores franceses dentro de los cuales es donde más se ha desarrollado este tipo de literatura, también el noruego Ove Knausgard, el norteamericano Paul Auster, la canadiense Rachel Cusk y las españolas Carmen Martin Gaite y Marta Sanz, por solo citar algunos.

Por supuesto que el teatro no ha sido ajeno a lo autoficcional, aunque dicha acción no haya sido muy estudiado ni tenida en cuenta por algunos autores, en los cuales aún dentro de sus propias obras pueden encontrarse elementos que conduzcan hacia el camino de esa llamada autoficción, aspecto este que pudiera guardar cierta relación con la no debida atención por parte de investigadores y críticos sobre determinadas particularidades inherentes a la comunicación teatral y su proyección sobre el análisis de la literatura dramática en cuanto a la dinámica de la constitución y desenvolvimiento de la acción y su relación acción-personaje-autor

Este concepto para definir cierto tipo de construcción literaria-dramática no deja de estar exento de contradicciones e indefiniciones que parten de la propia visión que se le quiera adjudicar. Si al hecho de introducir la narración de la primera persona como personaje en el entramado de la historia a contar, al mismo tiempo se le suponen hechos, acciones y acontecimientos irreales, producto de la imaginación del autor, pero vinculados a él , estaremos en presencia de una valoración contradictoria de esa realidad imaginada que se muestra como aceptada. La utilización de este estilo de escritura conlleva el riesgo en no pocas ocasiones de que las obras sean dirigidas por derroteros donde la monotonía narrativa se apropie del texto ante la inacción, dejando igualmente en evidencia en algunas, una obsesiva necesidad de hablar del yo, lo que evidencia un desborde del ego autoral..

Dentro de la dramaturgia actual integrada a esta corriente de lo autoficcional, la figura de Sergio Blanco, se alza como la de mayor proyección a nivel internacional, proceso que inicia precisamente en el año 2008 con la escritura de su monólogo “Kassandra”, después del cual se sumergió en la investigación sobre dicho concepto aplicado al teatro y que fue desarrollando en obras como “La ira de Narciso”, “Ostia’, “Cartografía de una desaparición”, “El bramido de Dusseldort”, “COVID”, “Tráfico” y “Tebas Land”, entre otras, siendo esta última –donde la autoficción y la meta-teatralidad se mezclan de manera precisa- la que mayor resonancia ha obtenido a nivel internacional, llegando incluso a ser declarada Obra de Interés Cultural en su Uruguay natal.

Además de “Kassandra” y “Memento mori”, obras que acaban de ser presentadas en esta ciudad, el público de Miami ha tenido la oportunidad de disfrutar del propio autor, “Tebas Land” -en otra producción de Arca Images, también bajo la dirección de Carlos Celdrán- así como “La ira de Narciso”, presentada esta durante el XXXVIII Festival Internacional de Teatro Hispano de Miami, por la agrupación teatral venezolana Deus Ex Machina. Hay que recordar, como nota al margen, que hace algunos años el director cubano Boris Villar concibió en nuestra ciudad una puesta de “Kassandra”, interpretada por Maribel Barrios, con el propósito de ser presentada en un festival de teatro en Argentina, trabajo que nunca subió a los escenarios de Miami. De lo anterior se desprende que Blanco se ha venido convirtiendo en un autor de interés para el medio teatral de esta ciudad.


Respecto a la puesta recién vista de “Kassandra”, quedó en evidencia que el magnífico trabajo de la actriz -Ysmercy Salomón- hace que un texto oportunista, atropellado, cargado de disímiles e incoherentes situaciones y con supuesta intencionalidad de alegato pro-denuncia social, sea lo único que provoque que dicho espectáculo sea aplaudido. Este es uno de esos interesantes casos que se dan dentro del teatro, donde un actor logra que un espectáculo logre algo de relevancia a pesar de un texto con muy escasa trascendencia dramatúrgica.


Sin duda alguna, el desempeño de la actriz en escena –amparado por una muy buena presencia física- muestra a una intérprete en pleno dominio de sus facultades expresivas, su poderosa voz capaz de moverse entre registros altos y regodearse en unos inmensos graves, logrando de igual forma una magnífica proyección y claridad en cuanto a dicción. La intérprete posee dominio de las acciones físicas, a las que accede con plasticidad, organicidad y soltura. Otra cualidad es su rico vocabulario expresivo-facial con el cual descubre las diferentes máscaras e intenciones de su personaje. No obstante, no podemos ignorar que el desempeño que se requiere de la actriz para este espectáculo resulte en exceso externo, vulgar, altisonante, lo cual contribuye -contradictoriamente- a que de cierta manera nos produzca algo de rechazo el mismo.


Otro aspecto para considerar e importante de señalar con respecto al trabajo de la actriz, tiene que ver con la repetición de este tipo de personajes dentro de su trayectoria artística, lo cual pudiera ir creando un nada aceptable estereotipo. Tal observación parte de que dentro de su recorrido por los escenarios encontramos que Ysmercy ha incorporado en otras oportunidades roles con estas características, como resulta de sus incursiones en las puestas de “Las amargas lágrimas de Petra Von Kant” y “Gotas de lluvia sobre piedras calientes”, ambas dirigidas en la Habana por Carlos Díaz, o el personaje de una secretaria lesbiana en una disparatada versión de “Tartufo”, de Abel González Melo, presentada en esta ciudad. Hacemos este señalamiento, porque lamentablemente en ocasiones los directores encasillan a los actores -también ocurre que estos se dejan encasillar- en ciertos personajes con caracteres muy específicos debido a determinadas condiciones físicas o de incorporación artística por parte del intérprete.

En cuanto al trabajo de dirección, es evidente que para Carlos Celdrán esta propuesta se sale de los márgenes de su zona de confort donde la mesura, el racionalismo, el equilibrio, la intuición por la verdad se sobrepone a la exteriorización y la teatralidad, tanto en la concepción escénica como en la construcción y manejo de sus personajes, características que han determinado su trayectoria creativa a través de los años. Sin embargo, el director se sumerge en el laberinto de un proceso que lo obliga a transitar por caminos creativos que los separan de su habitual línea de trabajo. Un aspecto por destacar es que el tener la oportunidad de regresar a trabajar con dicha actriz, quien formara parte de algunas de sus puestas habaneras, produjo el efecto de complicidad director-actriz que permitió apreciar el consistente desempeño de la intérprete sobre las tablas.

A propósito del texto de Blanco, lo primero en llamar la atención en su escritura, es que haya sido concebido para ser hablado en un inglés elemental, mal hablado, como el de quien no domina el idioma, pero se ve necesitado de utilizarlo como medio de comunicación para su sobrevivencia. Esta situación contribuye a que la historia de la supuesta tragedia del personaje se desenvuelva de la mano de un ambiente de provocador humor producto a los defectos de pronunciación, al desconocimiento del significado de algunas palabras o a la intromisión de impertinentes términos en español, en contraste con lo desgarrador de la historia dibujada. Como forma de contribuir a esta torpeza lingüística, el autor articula el texto en frases cortas y entrecortadas, provocando con ello un desarrollo rudimentario, torpe del discurso, apoyando así la caracterización del personaje.

Blanco, quien en algunas de sus obras impone ciertas acotaciones a cumplir, como puede ser la realización de una escenografía determinada o en este caso, la utilización de un idioma en específico, despoja en cierta medida al director de libertad en su personal concepción sobre la propuesta escénica en un caso, mientras que en este que nos convoca, pudiera obstaculizar la comprensión del texto, por ende de la historia y acción en la obra, ya que no todos los públicos tienen por qué tener conocimiento básico del idioma inglés, aunque ese no sea el caso del público de nuestra ciudad por muy hispanohablante que sea. Por otra parte, que el personaje se vea obligado a expresarse en dicho idioma no aporta un soporte dramatúrgico preciso al relato, ni a la acción misma, a no ser que se pretenda con ello dirigir de manera crítica e intencionada el propuesto tema migratorio hacia las condiciones de un país determinado.

Cuando anteriormente señalamos de ‘oportunista’ al texto teatral, nos referimos a que el autor se adueña de uno de los más conocidos temas de las muy antiguas leyendas griegas -el de la Guerra de Troya- apropiándose del legendario personaje de Casandra -poseedora del don de la clarividencia otorgado por el Dios Apolo, pero al mismo tiempo por él maldecida al no acceder a sus intenciones amorosas, quedando así ella condenada a que sus profecías no fueran jamás tenidas en cuenta, hecho este que contribuyó a que se desarrollaran los fatales acontecimientos para los troyanos- para con esta apropiación de un tema tan reconocido, ganar interés para su propia creación. Este recurrir tanto a temas conocidos como a obras ya establecidas y sobre ellas reescribir, versionar, reinterpretar sus contenidos siempre deja un sabor a ‘refrito’.

Partiendo de aquella Casandra, el autor de esta nueva propuesta nos trae aquella hasta nuestros días convertida en un personaje transgénero -de hombre a mujer, pero sin la realización del cambio de sexo por falta de recursos económicos, según cuenta el mismo- viviendo de la prostitución y la venta de ‘mercancías’ en el mercado negro. El escritor juega entre los personajes de la leyenda griega y esta nueva Kassandra, que es otra y a la vez la misma de aquellos tiempos, transformándola en un ser extra temporal, inadaptado, retorcido, frustrado, atrapado en el goce del placer sexual. La intención de pretender posicionar a dicho personaje como denunciante de un discurso referente a temas sociales contemporáneos, tales como el migratorio y sus consecuencias de integración social, no alcanza a convencer ni logra el adecuado engarce dentro de la reconstruida historia.

Si prestamos atención a las palabras utilizadas para promocionar a través de los medios la propuesta de Blanco, se puede leer que la misma “revela verdades sobre el exilio, la identidad y la pertenencia a un mundo fracturado”, elementos que en realidad no están presente de manera convincente, sino que se introducen de manera forzosa, violentando dicho discurso promocional. La conversión del personaje mitológico a uno transgénero contemporáneo no resulta en méritos que validen la historia, sirviendo solo como pretexto para hablar continuamente de relaciones sexuales -algunas incestuosas- de prostitución, así como de la valoración del tamaño de los órganos genitales masculinos, reduciendo de forma única por esta vía el concepto de homosexualidad al goce desenfrenado del sexo, aspecto en el que lamentablemente se cae de forma demasiado recurrente.

Ese patético y sombrío discurso que no pocos intelectuales -Blanco entre ellos- abordan hoy en día, con el que se pretende a considerar a nuestra civilización occidental desarticulada y gastada, no es más que el resultado de una bien concebida diatriba ideológica, con la que condicionar la imperante necesidad de transformar de manera visceral todo nuestro entorno, por medio de la imposición de nuevos referentes que deconstruyan nuestra civilización occidental, principalmente mediante la desarticulación de la familia como eje rector de la sociedad.

Como bien señalamos en alguna parte de este recorrido, la presentación de esta otra “Kassandra” solo contribuirá como legado a la escena teatral miamense el del disfrute de un buen desempeño actoral.


Respecto al segundo trabajo de Sergio Blanco presentado en esta oportunidad en nuestra ciudad, “Memento mori o la celebración de la muerte”, este es un espectáculo al cual su creador considera una ‘conferencia autoficcional’, puesto que es el propio autor quien sentado frente al público ‘lee’ determinados pasajes los cuales serán presentados como sus posibles vivencias personales entrelazadas con eventos concebidos por un enajenado estado de su imaginación creativa.

El título del espectáculo parte de una frase en latín que significa “recuerda que morirás”, concepto que nos enfrenta con la transitoriedad de la vida y el significado de la muerte, siendo un tema recurrente desde la Edad Media en el arte religioso, pero utilizado también en sentido filosófico como una forma de valoración de la vida, al cual Blanco acude continuamente dentro de su obra toda.


En el centro del escenario, sentado detrás de una gran mesa sobre la que se acumulan papeles, libros y algunos otros objetos diversos, teniendo como fondo una gran pantalla donde se proyectarán fotografías -treinta y una en total, con imágenes de espacios arquitectónicos abandonados o paisajes solitarios, que colaboran con ese sentido de no vida- pertenecientes a la artista uruguaya Matilde Campodónico, las cuales van cambiando a través de todo el espectáculo según cada relato leído y con el apoyo musical de algunos temas tales como California Dreamin’ o una escogida aria perteneciente a la ópera Madame Butterfly, Sergio Blanco se apropia del concepto de la muerte y su conexión con la vida, para crear un espectáculo conformado por un prólogo, treinta relatos y un epílogo.

Respecto a dicha concepción de formato, el autor lo lleva por primera vez al escenario con “Ostia”, anterior trabajo del 2015, en la que el escritor aparece en escena acompañado de su hermana, la actriz Roxana Blanco, ambos igualmente leyendo textos en los cuales hablan de relaciones familiares, sexo, drogas y por supuesto de la muerte, al tiempo que se refieren a hechos de la historia de Italia, desde su fundación hasta el asesinato del escritor y director de cine Pier Paolo Pasolini; pero en realidad “Memento mori…” va a integrar una trilogía que completan “Las flores del mal o la celebración de la violencia (2018) y “Divina invención o la celebración del amor” (2021), donde el creador se presenta igualmente en solitario.


A través de cada uno de los relatos que componen el espectáculo, el autor-lector, va narrando acontecimientos donde los límites entre realidad e imaginación que se entremezclan van creando un supuesto universo el cual se transforma como reflejo exaltado del propio individuo. Diversos viajes a diferentes partes del mundo a los cuales el escritor hubo de trasladarse a propósito de una conferencia, el estreno de alguna de sus obras o un taller a impartir, van tomando cuerpo junto a situaciones donde la presencia de la muerte interviene -casualmente o no, imaginativamente o no- en relación con el personaje-autor. En dichos relatos, en los cuales se habla de homosexualidad, prostitución masculina, e incluso sexo entre menores de edad, así como del tan vapuleado cambio climático, entre otros temas, se evidencia un interés muy particular por elaborar una plataforma en función de un contenido preciso, que en algunos casos ya harta en demasía a nuestra contemporaneidad.

La presencia de la muerte en el presente texto -tema que se encuentra dentro de prácticamente toda la obra del autor- ofrece el pretexto para hablar sobre la convivencia no siempre bien definida entre esta y los seres humanos, las diferentes maneras en que las diversas culturas la asumen, así como la relación establecida con ella por parte de algunos escritores famosos -Moliere, Oscar Wilde, Eurípides, Becker, Esquilo- dentro de sus propias vidas u obras. Hablar sobre la muerte brinda la oportunidad a Blanco de observarla desde diferentes facetas, ya sea desde la brutalidad del crimen, la enfermedad, la idealización o asumiéndola como eternidad e instancia épica que convierte al ser humano en inmortal; pero de igual manera le permite asumirla como un acto hedonista, aspecto este último que se hace presencia a través de su dramaturgia y que por medio de este estilo, subgénero o recurso dramático del cual se ha convertido según especialistas en su más destacado representante a nivel teatral, encuentra el instrumento adecuado para darle salida a su constante yo.

El dilema, a nuestro modo de ver, es que ante una presentación con dicha estructura eminentemente descriptiva, en la que las fundamentales leyes que conforman el hecho teatral se encuentran ausentes, incluso donde se carece de posibilidades performáticas, lo que queda ante nuestra vista queda reducido a una mera exposición de acontecimientos -relatos, como bien los define el autor- carentes de intención dramática alguna, despojados de interés escénico, dejando al espectador ante una consecución de ideas carentes de acción, que nos aleja de la idea de lo que es el teatro.

A modo de conclusión, resulta visible que este texto no-dramático se encuentra construido sobre una suerte de puzle anecdótico, anti dramático, en el cual la llamada autoficción aparece solo como ente manipulador de una inexistente voz teatral que se jacta de ser lo que no es en realidad, desafiando conceptos de manera indiscriminada, pero tratando de imponer nuevas doctrinas.

Aunque por lo que estamos observando la ciudad de Miami también se encuentra sucumbiendo al interés por el teatro autoficcional de Sergio Blanco, el cual es reverenciado al interior de todos los neo revisionistas circuitos de la intelectualidad teatral actual, pudiéramos –si se nos permite- sugerir en nombre de ese mismo abundante teatro hispanohablante de nuestro continente, que se investigue a profundidad dentro de su variada y mayormente ignorada dramaturgia, mucha de la cual no ha sido llevada nunca a un escenario, que se mire a nuestro alrededor, hacia las obras olvidadas en gavetas o atestados libreros, sin que caigamos en la tentación de seguir modas sesgadas que a la larga no definirán la historia teatral de ninguna generación.



Wilfredo A. Ramos.
Miami, noviembre 2, 2025.

Fotos: Julio de la Nuez

Tuesday, October 14, 2025

“El Brote”, la soledad acompañada de un actor sobre el escenario. (por Wilfredo A. Ramos Miami)



Como parte de la programación de la XXXIX edición del Festival Internacional de Teatro Hispano de Miami (FITHM) recién finalizado, tuvimos la posibilidad de disfrutar en el escenario del Adrienne Arsht Center, de “El Brote”, espectáculo unipersonal procedente de Argentina, el cual estuvo a cargo del actor Roberto Peloni, contando el mismo con dramaturgia y dirección de Emiliano Dionisi, en una producción de Compañía Criolla. Este colectivo teatral fundado por Dionisi en la ciudad de Buenos Aires en el 2009, se preocupa tanto por llevar a escena trabajos dedicados al público adulto como al juvenil, participando además del proyecto ‘Teatro Itinirante’, con el cual recorren el país ofreciendo sus espectáculos en prisiones, escuelas, centros de atención para personas con capacidades especiales, hogares de ancianos y barrios. Por sus trabajos han recibido reconocimientos tanto en Argentina como en otros países donde se han presentado.

En cuanto a Emiliano Dionisi (1986), debemos decir que es un inquieto artista que con tan solo 13 años comenzó a dar sus primeros pasos dentro del mundo teatral, habiendo recibido formación teatral, danzaría, así como de canto y acrobacia, sin contar múltiples talleres en diferentes especialidades de las artes escénicas. Su carrera que se iniciara como actor en 1999, ha incluido además del teatro, el cine, la televisión y el doblaje, comenzando su trabajo como director en el 2003, mientras que como dramaturgo se comenzaría un año más tarde. En su escritura teatral encontramos un profundo interés por crear obras que puedan llegar a la mayor cantidad de público posible, con un marcado interés en revisitar los textos clásicos, a través de los que trata de acercarse al espectador joven, exponiendo situaciones del mundo contemporáneo.

Dentro de su dramaturgia encontramos textos como Comunidad, Este no es un cuento, Mabel, una tragicomedia escocesa, Sueño, Recuerdos a la hora de la siesta, Cyrano de más acá, Los Monstruos (en versiones argentina, uruguaya y mexicana), Ojos que no ven, La Comedia de los Herrores, Romeo y Julieta de bolsillo, Perderte otra vez, entre otras. Ha impartido clases de dirección y dramaturgia en la Universidad de Buenos Aires, así como diversos talleres en centros de enseñanza artística. A través de su trayectoria ha sido merecedor de múltiples premios tanto por su desempeño como director, actor y dramaturgo.


Con “El Brote”, obra con la que se ha dado a conocer Emiliano Dionisi en nuestros escenarios, nos ha quedado de manifiesto el talento de este joven artista y despertado el interés por conocer más acerca de su dramaturgia, cosa que esperamos se haga realidad en un futuro no muy lejano. Respecto a la puesta en escena de este título, lo primero que hay que destacar es su duración, pues tratándose del desempeño de un solo actor sobre el escenario, el hecho que tenga por duración hora y media -tiempo el cual podría ser excesivo para cualquier otro trabajo de ese tipo- en el caso que aquí nos trae, el mismo transcurre casi sin ser percibida su duración e incluso atreviendonos a agregar que algunos hubiéramos deseado que el espectáculo no llegara a su fin. Tal fue la impresión que el mismo provocara.


En esta obra, una vez más nos encontramos en presencia del teatro dentro del teatro, superponiendo diferentes planos de acción y logrando un ambiente meta teatral que otorga riqueza y complejidad al texto dramático, el cual dialoga consigo mismo. El autor nos hace partícipes, no sin cierto nivel de ironía y acidez en su mirada, de las interioridades del ambiente teatral a través del personaje de Beto, actor perteneciente a una compañía oficial, quien expondrá duras opiniones críticas acerca de sus colegas y de la vida dentro del medio. De igual forma el mismo se referirá a los procesos que componen el hecho teatral, hablando de la técnica, elementos escenográficos y de utilería, así como del proceso de preparación de los personajes, el movimiento del actor en escena, el trabajo del director, las relaciones entre los propios actores, sus intereses, sus egos, sus frustraciones; pero igualmente reflexionando sobre la precariedad a la hora de concebir las producciones, las condiciones al hacer las giras e incluso las reacciones de los espectadores. Ningún aspecto en relación con el hecho artístico escapa a la mirada de este personaje, lo cual convierte su reflexión en un grito de angustia por el teatro.

El personaje quien no deja de transitar el camino del humor y la ironía, al tiempo se nos va presentando como un ser rencoroso, amargado, cruel, envidioso, aspectos estos condicionantes de la violencia que nos arrastrará hacia el sorpresivo, absurdo e irónico final. Con el transcurso del tiempo este personaje nos hará testigos de un constante intercambio de máscaras -no materiales- con las que nos obligará a definir los límites entre realidad e imaginación, creando de esa manera un ambiente de alucinación provocador de un sarcástico desenlace.

Todo este maremágnum va a ser mostrado mediante la descripción-escenificación de momentos específicos de algunas de las puestas en escenas de la supuesta compañía a la que el personaje pertenece. Fragmentos de obras del repertorio clásico internacional irán desfilando ante nuestros ojos, tales como “La Tempestad” y “Hamlet”, de Shakespeare, “Antígona”, de Sófocles, “La vida es sueño”, de Calderón de la Barca, “La casa de Bernarda Alba”, de Lorca, “El castigo sin venganza”, de Lope de Vega, por solo citar algunas, mediante las cuales, Beto -el siempre actor de reparto- expondrá sus reproches y frustraciones profesionales al no verse nunca seleccionado por parte del director de la compañía a interpretar ninguno de los roles protagónicos para los cuales considera estar preparado.


Es así como Roberto Peloni -el verdadero actor- se entrega a una interpretación riesgosa y exigente mediante la narración y descripción de situaciones, donde por instantes se dirige al público haciéndolo cómplice de los hechos que acontecen en escena, mientras que en otros, asume la riesgosa tarea de desdoblarse simultáneamente en diferentes personajes de una misma escena, en las puestas que su compañía lleva a las tablas, mostrando con ello una arriesgada versatilidad y flexibilidad para moverse de un personaje a otro. De igual manera maneja con gran precisión los constantes estados de ánimos y caracterizaciones de cada uno de los personajes que va asumiendo en ese juego del teatro dentro del teatro. El actor se mueve de manera orgánica y ágil, lo cual evidencia una excelente preparación, reflejada también en el dominio de la proyección vocal y clara dicción, a pesar del profuso uso de entonaciones a los que se ve obligado a recurrir de acuerdo con los distintos personajes que incorpora.


Ante la puesta en escena de “El Brote” estamos presencia de un trabajo riguroso, en cuanto a la reunión de un excelente y pretencioso texto dramático magníficamente concebido, junto a una puesta sencilla, pero inteligente y acertada, más la presencia de un actor riguroso, arriesgado e increíblemente orgánico, que muestra sin lugar a duda la excelencia del teatro argentino, el cual siempre es recibido con expectativas y placer.

Finalizando, no podríamos dejar de agradecer la posibilidad de participar en el taller de dramaturgia, que aprovechando su estancia en la ciudad y convocado por la organización Conecta Miami, ofreció Emiliano Dionisi, asistido por el productor Sebastián Ezcurra, en la sede del Koubek Center, donde el creador no dudó en compartir con los asistentes, de forma abierta, sus ideas sobre diferentes aspectos a tomar en cuenta al momento de enfrentar la construcción de un texto dramático, lo que fue de gran utilidad tanto para aquellos interesados en escribir teatro como para los que hablamos e investigamos acerca del mismo. Una experiencia muy gratificante sin duda alguna.



Wilfredo A. Ramos.
Miami, octubre 9, 2025.

Fotos cortesía de la Producción.

Tuesday, October 7, 2025

"Los que sobran", una historia de supervivencia sobre los escenarios. (por Wilfredo A. Ramos)



“Hacemos teatro para que alguien más lo disfrute y para que lo goce en complicidad con nosotros”. Adrián Vázquez, director Los Tristes Tigres.



En representación de México, llegó al XXXIX Festival Internacional de Teatro Hispano de Miami (FITHM), la compañía teatral Los Tristes Tigres, con la obra “Los que sobran”, un trabajo con dramaturgia y dirección de Adrián Vázquez, la cual contó con un elenco integrado por Fátima Favela, Quetzalli Cortes, Larisa Juárez, Paula Zepeda e Iván Carbajal, propuesta que subiera a las tablas del Westchester Cultural Arts Center y recibiendo una gran acogida por parte del público.

Esta agrupación teatral, con el singular nombre de Los Tristes Tigres -cuidado con no confundir con otra agrupación española de parecido nombre- debe el mismo al conocido trabalenguas ‘Tres tristes tigres tragaban trigo en un trigal’ y su sentido humorístico, característica esta que va a encontrar presente en sus producciones, aunque el mismo en muchas ocasiones tenga un sabor ácidos. Este colectivo que ya arriba a sus 20 años de fundado gracias a la voluntad de Adrián Vázquez, Fernando Soto y Rubén Reyes, subió su telón inaugural en la ciudad de Xalapa, Veracruz, con las obras “Los días de Carlitos” y “No fue precisamente Bernardette”, puestas que han permanecido vivas por más de una década sobre todo tipo de escenarios. Con posterioridad y producto a su empeño dicho colectivo se trasladó hacia Ciudad de México, donde prontamente lograron capturar la atención del público, especialistas y crítica. Con alrededor de tres docenas de puestas formando parte de su repertorio, esta compañía de teatro independiente ha logrado tener hasta cuatro obras sobre las tablas de manera simultánea en diferentes teatros del país y lo que es aún más sorprendente, manteniéndose con ingresos provenientes de su propia venta de boletos. Un extraordinario ejemplo de dedicación, inteligencia, esfuerzo y perseverancia.

Algunos otros de los títulos que integran su amplio repertorio son: Tres tristes tigres, Cosas raras, El hijo de mi padre, Tonta, Obrando en grande, Lo que queda de nosotros, Crea fama y échate a reír, El insólito caso del señor Morton, Donde los mundos colapsan, Fractales, Los vuelos solitarios, Dos para el camino, El hombre y la garza, La ráfaga, Visceral, Algo de un tal Shakespeare y Wenses y Lala, de los cuales los dos últimos también han subido exitosamente a nuestros escenarios en ediciones anteriores del FITHM. Por su parte Adrián Vázquez, director de la agrupación se ha presentado también en esta ciudad como integrante del elenco de la obra "Más pequeños que el Guggenheim", en una producción con texto y dirección de Alejandro Ricaño. La agrupación Los Tristes Tigres ha tenido la posibilidad de participar en otros festivales internacionales como en los españoles de Cádiz y Almagro.

Vázquez, quien se ha labrado una fructífera carrera tanto como dramaturgo, director o actor teatral, igualmente posee una sólida trayectoria en cine y televisión, pero han sido las tablas quienes lo han hecho merecedor de múltiples reconocimientos en cada uno de sus distintos desempeños, lo que habla inobjetablemente del rigor con que enfrenta su trabajo. Su obra se destaca por un discurso cargado de fuerza, donde el dramatismo y el humor se entremezclan de manera humana, mostrándonos los derroteros de nuestras vidas. Por sus textos dramáticos corren paralelamente lo narrativo, lo dramático y lo poético a través de historias sencillas -para nada simples- dando como resultado obras con las cuales es imposible no quedar identificado.



"Los que sobran", obra presentada en esta oportunidad en los escenarios miamenses, narra las historias de cinco amigos que desde la adolescencia unen sus destinos, mostrándonos al unísono los acontecimientos personales que marcaron sus vidas junto aquellos que vivieron en común y que los convirtieron en compañeros inseparables, en familia. A través de dos horas la obra explora las peripecias de sus vidas marcadas por la tragedia, el desamparo, los sueños, la incomprensión, la crueldad, la violencia, transformándose en un grito de rebeldía frente a todas las injusticias humanas dentro de una sociedad, un país “como el que les tocó vivir”. Un aspecto interesante en la concepción de este texto dramático es que a pesar de que los personajes poseen vida individual sobre el escenario, la historia se presenta ante nuestros ojos como la experiencia personal de alguien que vivió entre ellos y se encarga de contárnosla. Hay un rejuego constante entre sus diálogos y esa voz externa, que al mismo tiempo va narrando los acontecimientos e incluso algunos de los mismos diálogos, conduciéndonos hasta un sorpresivo e inimaginado final.

Adrián Vázquez de nuevo nos ofrece un texto de una bien manejada fluidez en la acción, rico en recursos e intenciones para el lucimiento actoral y manejando el desarrollo dramático de manera cautivadora, atrapándonos en medio de historias comunes pero integradas a una madeja de intrincadas situaciones que van dibujando el acontecer diario del individuo. Con humor, gracia, casi a modo de juego, los personajes vuelcan sus interioridades y nosotros, los espectadores nos dejamos arrastrar a través de historias de tropiezos y realizaciones personales que inesperadamente nos sumergen en un trágico desenlace, donde aquella voz narradora que desde el principio nos ha acompañado, adquiere todo su sentido de legitimidad.


Con tan solo cinco sillas en escena como elementos de trabajo, el desempeño de los actores se desenvuelve con agilidad y seguridad, obteniendo una acertada incorporación de cada uno de los personajes, creciendo en edad ante nuestros ojos y marchando por sus propios senderos, haciendo evidente los conflictos de manera clara, sin recurrir a innecesarias elaboraciones en sus caracterizaciones. A ese cierto sentido lúdico que recorre la obra, los actores se entregan abiertamente, logrando como resultado un ambiente de ligereza que va a dominar la dinámica de la acción en escena. Los intérpretes con un magnífico trabajo de proyección de voz y dicción logran el que se pueda disfrutar totalmente de tan interesante texto, aspecto este muchas veces echado de menos sobre las tablas.

Sin duda alguna la participación de la agrupación Los Tristes Tigres dentro de esta edición treinta y nueve del FITHM, trajo a nuestros escenarios la posibilidad de disfrutar una vez más del trabajo de un colectivo de artistas que se entregan con amor y compromiso a la tarea no solo de brindar arte, sino además de contarnos por medio del teatro historias íntimas del ser humano. Y por supuesto, ya quedamos en espera de una próxima visita a nuestros escenarios.



Texto y fotos Wilfredo A. Ramos.
Miami, octubre 3, 2025.

Saturday, October 4, 2025

Memorias del XXXIX Festival Internacional de Teatro Hispano de Miami. (por Wilfredo A. Ramos)


Acabamos de cerrar como cada año otra interesante jornada cultural entre el 4 y el 28 del pasado mes de septiembre, donde algunos de nuestros escenarios presentaron una muestra de la diversidad del quehacer teatral hispanoamericano. Tres agrupaciones llegadas desde Argentina, dos de España, dos del país sede, Estados Unidos, así como una agrupación de México y Chile respectivamente, ofrecieron sus propuestas en esta XXXIX edición del Festival Internacional de Teatro Hispano de Miami (FITHM), teniendo nuestro público la oportunidad de disfrutar del trabajo de colectivos enfrascados en enfocar el hecho artístico desde diferentes ópticas, permitiendo así ver entre las propuestas llegadas, algunas puestas en escenas y actuaciones que dejan siempre un agradable recuerdo en nuestras mentes.


En esta oportunidad el festival descorrió sus cortinas con una lamentable ausencia, debido al reciente fallecimiento, 10 de abril de 2025, de Mario Ernesto Sánchez, despojando al evento de quien fuera su fundador y organizador hasta nuestros días.


En el escenario del Westchester Cultural Arts Center tuvo lugar la inauguración del festival, que estuvo a cargo de la agrupación radicada en la ciudad norteamericana de Chicago, Water People Theater, con la obra “Las delicadas lágrimas de la luna menguante” –título que por cierto nos recordó el del autor alemán Rainer Werner Fassbinder, “Las amargas lágrimas de Petra von Kant”- escrita por Rebeca Alemán, con dirección de Iraida Tapias, teniendo como intérpretes a la propia Alemán y Gabriel Porras, actor residente en Miami quien fuera invitado a participar en la misma. Esta propuesta fue anunciada como una colaboración entre Venezuela y EEUU, aunque la agrupación se encuentra formada por artistas venezolanas -casi todas mujeres- integrando una agrupación teatral fundada y con sede en este país. Obra concebida para denunciar los crímenes y atropellos que alrededor del mundo sufren los periodistas dedicados a revelar con valentía los atropellos cometidos por gobiernos, políticos y organizaciones terroristas, tomando como ejemplo el lamentablemente conocido caso de la periodista mexicana Miroslava Breach Velducea, quien fuera corresponsal del diario capitalino La Jornada, asesinada en el 2017 en la puerta de su propia casa, mientras se disponía a llevar a uno de sus hijos a la escuela. La obra desaprovecha un tema de interés para la realización de una puesta poco imaginativa, con escaso desarrollo dramático, un esperado final y un no muy acertado trabajo de interpretación.


La otra propuesta en esta primera semana estuvo a cargo de la agrupación argentina Compañía Teatro Futuro, con la obra “Viento Blanco”, del dramaturgo Santiago Loza, contando con la dirección de Valeria Lois y Juanse Rausch, mientras la interpretación estuvo a cargo de Mariano Saborido, subiendo dicha puesta al escenario del Koubek Center. Este unipersonal interpretado de manera excelente, mostró sobre las tablas a un actor lleno de recursos expresivos, inteligencia para conducir su personaje, magnífica proyección y dicción impecable. La puesta en escena trabajada con perspicacia, organicidad y gran sentido dramático logra atrapar en su desarrollo. No obstante, el texto, el cual gira alrededor de un personaje homosexual y sus experiencias de convivencia junto a una madre, un lejano pueblo portuario y un amigo, no logra alcanzar un desarrollo de la acción convincente, dejando la historia con un cierre indefinido.


La segunda semana, ofreció tres espectáculos. El Carnival Studio Theater, del Adrienne Arst Center for the Performing Arts, presentó el unipersonal argentino “El Brote”, a cargo de la Compañía Criolla. Dicho trabajo que contó con dramaturgia y dirección de Emiliano Dioniso y la interpretación de Roberto Peloni, resultó ser la comunión perfecta entre un magnífico texto, una muy lograda e imaginativa puesta en escena y sobre todo un inmenso desempeño actoral, provocador de uno de los aplausos más contundentes del festival y que sin duda alguna dejara una fuerte imagen de rigor profesional y artístico en el público que pudo disfrutarlo.


El Westchester Cultural Arts Center nos trajo la presentación en esta semana de la compañía mexicana Los Tristes Tigres, con la puesta en escena de la obra “Los que sobran”, escrita y dirigida por Adrián Vázquez, figura ya recurrente y siempre bienvenida al festival, esta vez en su cuarta participación. El elenco de esta estuvo integrado por Fátima Favela, Quetzalli Cortés, Lariza Juárez, Paula Zepeda e Iván Carbajal, jóvenes actores que ofrecieron un muy coordinado y efectivo trabajo, en una propuesta imaginativa que incorporaba apropiados elementos de comedia en el camino hacia su trágico final. Como ya ha sido habitual en las presentaciones de esta agrupación, el rigor artístico marca cada uno de sus espectáculos, donde texto, puesta en escena y desempeño actoral deja siempre un grato recuerdo.


Por último, el Koubek Center en esta segunda semana brindó la oportunidad de ver a la agrupación sevillana La Tirana Producciones con la obra “Palaboda”, texto de Rocío Sepúlveda y Juan Sebastián Domínguez, en una dirección colectiva e interpretada por Susana Rosado y Jay García. Esta comedia, tiene su origen en el éxito de una obra anterior con la que se creó dicha agrupación teatral en el 2008, en la cual sus dos personajes se convirtieron muy populares entre el público gaditano, por lo que idearon traerlos de nuevo a la escena contando una nueva historia. El trabajo de características muy locales, mostrando sus tradiciones, está conformado por dos actores que se presentan en escena todo el tiempo haciendo sendos monólogos, sin tener interacción directa entre ellos, con diálogos que invitan a la risa y permiten el intercambio con el público por medio de la sátira y la picaresca. La puesta, aunque refrescante y sencilla llega a resultar algo reiterativa en sus acciones, no pasando de ser un agradable divertimento.


Para la tercera semana, también de España, subió a las tablas del Westchester Cultural Arts Center, la obra “Protocolo”, con dramaturgia y dirección de Abel González Melo, con un elenco integrado por Beatriz Argüello y Ernesto Arias, en una producción de la agrupación madrileña La Belloch Teatro. Esta obra parte del texto del conocido autor noruego Henrik Ibsen, “Un enemigo del pueblo”, en una versión libre donde se dejan por fuera varios de los importantes temas de la obra y transportando la misma hacia temas de la actualidad, centrando la acción en solo los dos personajes antagónicos que constituyen el nudo de la trama, dejando a estos a medio camino en su desarrollo y ofreciendo un final indeciso, que desmerece el texto original del autor noruego.


Desde Chile, llegó al escenario del Carnival Studio Theater, Tryo Teatro Banda, compañía independiente de larga trayectoria, con la obra “Magallanes”, escrita por Francisco Sánchez junto al resto del colectivo y dirigida por Eduardo Irrazábal y el propio Sánchez, contando con las actuaciones de Alfredo Becerra, Javier Bolívar, Diego Chamorro, Martin Feuerhake y Daniella Rivera. Este trabajo, concebido dentro de la línea del arte juglaresco, hace que como tal la música se integre a la acción siendo parte destacada del texto dramático, proponiendo mediante el humor acercarnos a un importante momento de la historia de la humanidad: las peripecias de dicho navegante portugués en su viaje alrededor del mundo en busca de acceder al tan añorado mercado de especias. Una propuesta dramática mucho más cerca de lo narrativo que de lo teatral.

Igualmente dentro de esta tercera semana y como parte del Dia Internacional del niño, que ha venido celebrando el festival a través de los últimos años, el Key Biscayne Community Center así como el Koubek Center, fueron los escenarios que presentaron el espectáculo “Comicópicos”, a cargo de la agrupación argentina Compañía Fugaz, un trabajo concebido, dirigido y actuado por Leticia González de Lellis Osqui Guzmán. Tal trabajo construido a partir de juegos, breves escenas y canciones procuraron la interacción necesaria con el público infantil que en ambas oportunidades disfrutó de dicha propuesta, aunque con un nivel artístico y de imaginación pobre.

Como cierre del FITHM, en su cuarta semana, se presentó como ha sido habitual, la compañía Teatro Avante, patrocinadora de este evento, la que ante cada una de sus cuatro funciones ofreció un tributo de recordación hacia la figura del recién fallecido Mario Ernesto Sánchez con un breve espectáculo titulado “UMPA!” -frase de su invención y utilizada con frecuencia por este- en el cual intervinieron Alina Interián, Marylin Romero, Yani Martin, Gerardo Riverón y la violinista Daniela Padrón.


La obra concebida en esta oportunidad por dicha agrupación consistió en “Lear”, versión libre y actualizada del texto shakesperiano, con dirección de Neher Jacqueline Briceño y un elenco integrado por los actores Julio Rodríguez, Daniel Romero, Claudia Tomás, Laura Alemán y Claudia Valdés. Una propuesta interesante, contemporánea, aprovechando la tecnología del internet y con destacables actuaciones sobre todo por parte de los intérpretes masculinos.

En esta edición del festival, como de costumbre se otorgó el Premio a una Vida de dedicación a las Artes Escénicas, el cual le fue concedido a la cubana-norteamericana Oga Garay-English, consultora internacional de las artes, quien fuera una de personas que contribuyó a la creación del Festival Internacional de Teatro Hispano de Miami en 1985, procurando los apoyos necesarios para su realización. Es miembro de diversas instituciones y organismos de carácter cultural en diversas partes del mundo. Por su trabajo en función de las artes Garay-English ha recibido además múltiples reconocimientos como el Chevalier de la Orden de las artes y las Letras de Francia, el Premio Teatro Queen de los Ángeles, en esa ciudad, así como un Bessie Award de los Premios de Danza y Espectáculos de la Ciudad de New York.

Una vez finalizado este evento, importante cita para el teatro concebido en la lengua de Cervantes dentro de los Estados Unidos de América, es de agradecer siempre la oportunidad de poder apreciar desde nuestros escenarios de la rica y diversa factura del teatro hispanohablante, sus diversas visiones sobre el hecho artístico, su muchas veces ignorada dramaturgia y la riqueza de dicho lenguaje. Esperemos que ante esta nueva etapa que se abre para el festival, se avecinen provechoso cambios, nuevas y necesarias miradas y sobre todo un mayor apoyo económico de instituciones culturales, sociales y políticas, como también de la radio, televisión, prensa escrita y medios digitales, de igual forma poder disfrutar de una mayor integración del propio gremio teatral local y por supuesto una más entusiasta acogida por parte del público, el cual debe tener presente que el arte es también vida.



Wilfredo A. Ramos.
Miami, octubre 2, 2025.


Friday, October 3, 2025

El regreso de Abilio Estévez a la escritura teatral. (por Wilfredo A. Ramos)


La ciudad de Miami, ha sido el escenario acertado para la realización del estreno mundial de la obra teatral “El Gran Circo Maravillas cierra por fin sus puertas”, último texto dramático del reconocido autor cubano residente en España, Abilio Estévez -escrito durante el pasado año 2024- el cual ha subido a las tablas del Sandrell Rivers Theater, en una puesta de Antiheroes Project, bajo la dirección de José Manuel Domínguez junto con Micheline Calvert, contando con la participación de un extenso elenco integrado por Juan David Ferrer, Mijail Mulkay, Reina Ivis Canosa, Jorge Hernández, Nabilah Molina, Andy Barbosa, Omar Rolando, Crhis Gómez, Alejandro Rentería y la propia Calvert.

Estévez, quien además de escribir teatro posee una obra diversa, que incluye novela, cuento, poesía y ensayo, habiendo sido traducida a varios idiomas, ha recibido múltiples reconocimientos por la misma. Su dramaturgia, la cual ha contribuido a afianzar su nombre nivel internacional está integrada por La verdadera culpa de Juan Clemente Zenea, Perla Marina, Un sueño feliz, Santa Cecilia, La noche, El enano en la botella, Freddie, La última función, Josefina la viajera, Los adioses, Las palomas y el general, de las que algunas de ellas han subido a las tablas de esta ciudad bajo la dirección de José González, Lilliam Vega, Alberto Sarraín y Rolando Moreno.


Con esta nueva entrega, su autor nos enfrenta a una obra que recurre a la alegoría como recurso para transmitir un discurso desgarrador que denuncia la terrible situación de represión y censura que ha venido sufriendo el pueblo de Cuba durante más de seis oscuras décadas. El texto de un marcado carácter contestatario, se desborda en imágenes dirigidas hacia un público conocedor de consignas, lemas y frases extraídas de adoctrinadoras y demagogas arengas politiqueras, que se han encargado de saturar el espectro ideológico de un pueblo.

Con sutil imaginación, Estévez logra encajar los diversos componentes que integran este supuesto descalabrado circo abocado a su cierre, con la devastadora situación de todo un país que al igual que aquel, se encuentra en ruinas. Circo y país, el dramaturgo los coloca a un mismo nivel de devastación material y moral, reimaginando por medio de la bancarrota de una destartalada instalación recreativa el que ha sido el devenir de toda una nación. Por medio de personajes tales como el Atroz el Magnifico-Mago-Director del circo, la Madre, el Joven Trapecista que quiere escapar, la Contorsionista-conspiradora, la Mujer Barbuda-Adivina-mano derecha de Atroz, Martí-la Sombra, el Payaso-Poeta Triste, El Personaje Indestructible-el Dandy, la Rumbera Coja-Medium-amiga de Ninón Sevilla y el Domador de Leones-conocido de Lenin, se hace desfilar en escena las miserias humanas, contradicciones, frustraciones y anhelos de unos supuestos artistas circenses en contrastante representación de ciudadanos de todo un país.

Si bien la temática de la obra se ciñe a la situación cubana en concreto como ya hemos apuntado, la misma podría amplificarse hacia la de cualquier nación viviendo bajo similares condiciones dictatoriales y represivas, a fin de cuentas, las dictaduras no conocen de diferencias a la hora de reprimir, de coartar los derechos, libertades y aspiraciones de los ciudadanos, por ello no consideramos que el mensaje ofrecido por el autor de modo alguno pueda ser de interés solamente para el público de un país determinado.

Una consideración que desde nuestra visión podría lastrar en cierta medida la puesta en escena es su duración, ya que estando estructurada en dos actos -de alrededor de una hora cada uno- la misma se resiente, provocado en parte por alguna reiteración en las ideas expuestas. De igual forma la introducción de alusiones a otras obras de este autor, tanto teatrales -La Noche- como de su novelística -como podrían ser Los palacios distantes o El bailarín ruso de Montecarlo- no se integran de forma convincente a la intencionalidad de la historia tratada, pero sí contribuyendo a alargar el tiempo en escena.

Es necesario aclarar que dicho texto dramático no se encuentra construido sobre la tradicional estructura teatral -exposición, nudo y desenlace- sino que se nos presenta como secuencias de cuadros o escenas casi independientes a modo de retablo, portadoras cada una de sus propias historias, aunque todas poseen un hilo conductor central a modo de superobjetivo: las consecuencias frente a la desaparición inminente de la carpa circense constituida en hogar y patria. Si bien tuvimos conocimiento que fue realizado un trabajo de reajustes del texto original, somos de la opinión que aun así se podría haberse considerado tener en cuenta una mayor simplificación de este, en aras de ganar dinamismo en escena. Literato al fin, Estévez tiende a ser pródigo con su escritura, pero ello cuando del género dramático se trata requiere una alerta, teniendo en cuenta que, aunque el teatro es sin duda también literatura, su fin último es la representación sobre las tablas, lo cual requiere de un tempo, construcción y ejecución muy bien determinada.

Un aspecto apreciado en escena -producto del texto- que resta además algo de agilidad a la acción, resulta ser que al estar estructurada la obra en cuadros independientes con sus propios discursos -como señalamos con anterioridad- ello no ofrece una línea de acción dramática que conduzca la trama hacia algún tipo de desenlace, obteniendo por tanto como resultado una suma de escenas de carácter expositivas, en este caso de contenido marcadamente político, que en su intencionada función de denuncia, corre el peligro de recibirse con cierto sesgo de propaganda maniquea. Con lo anterior no pretendemos negar de manera alguna la necesidad que desde el teatro cubano se ponga en evidencia, denunciando la terrible realidad -que ante la indolencia de los mismos artistas e intelectuales a nivel internacional- se ha venido cometiendo dentro de la isla de Cuba con total impunidad, propósito que Estévez con el presente texto hace de manera abierta y valiente.


En cuanto al desempeño de los actores, en conjunto ofrecieron un acertado trabajo a la vez que un casi parejo nivel de interpretación, lo que no es muy habitual encontrar cuando se está en presencia de un elenco numeroso como el presente en esta obra. Juan David Ferrer (Director del circo), Micheline Calvert (la Madre), Mijail Mulkay (Domador de leones), Reina Ivis Canosa (Rumbera coja), Jorge Hernández (Personaje Indestructible), Nabilah Molina (Mujer Barbuda), Andy Barbosa (Martí), Omar Rolando (Trapecista), Crhis Gómez (Contorsionista) y Alejandro Rentería (Payaso-Poeta triste), lograron otorgarle en mayor o menor medida a sus personajes la carga de sentimiento, ironía y sarcasmo requerido, asumiendo con rigor sus respectivas caracterizaciones.

Al profundizar en el trabajo individual de cada actor, tendríamos que agregar que Ferrer dejó claro el por qué del prestigio ganado a través de su trayectoria artística, su fuerza y proyección escénica, su sentido de la racionalidad en la incorporación de su malvado personaje -identificado claramente con el autócrata Castro- logró causar el deseado rechazo que su rol provoca. Por su parte Mulkay, hace derroche de sarcasmo a través de pequeños matices en su interpretación, lo que convierte su trabajo en uno de los más interesantes en escena. Molina, construye un sólido personaje, miserable, ruin, lacayo, delator, peligroso, para el que requiere la utilización de un conjunto de recursos expresivos los cuales maneja de manera excelente, obteniendo como resultado el repudio que su personaje requiere.

Hernández, quien nos tiene acostumbrado a su buen decir y precisas caracterizaciones, es el encargado de conjugar música y texto, saliendo exitoso tanto de momentos cargados de profunda ironía y cierto humor, como de otros donde el lirismo traslada su interpretación hacia otros espacios. Aunque con solo dos breves apariciones, Calvert -desde algún tiempo alejada de los escenarios- actriz de larga y fecunda carrera, con su personaje es la responsable de aportar momentos de conmovedora carga emotiva. Canosa, con fuerte presencia escénica, se desdobla en una interpretación que transcurre desde intervenciones ocurrentes y picarescas, hacia otras de dolidos desgarramientos, obteniendo convincentes resultados. Representar a Martí sobre las tablas, siempre será un reto para vencer por parte del actor que se lo proponga y en esta ocasión la incorporación asumida por Barbosa, lejos de procurar una caracterización estrictamente realista, regala en breve tiempo una sugerente incorporación con meritorio resultado, trabajo con el cual enriquece su trayectoria artística.

En cuanto a los jóvenes Rolando, Gómez y Rentería, aunque inobjetablemente los tres se propusieron sacar adelante sus respectivos personajes, se hizo evidente cierto distanciamiento en la construcción e interiorización psicológica de los mismos, aspecto que no les permitió establecer su desempeño al mismo nivel del resto de sus compañeros de escenario, aunque sí mostraron buen desempeño en el conjunto de sus acciones físicas, en algunas ocasiones necesitadas de exigentes habilidades.

Llegado este momento, es necesario reparar en la labor de José Manuel Domínguez, al frente de la presente propuesta escénica con la cual queda demostrado que para este teatrista las posibles limitaciones producto de su pérdida de visión, no representan obstáculo alguno al momento de realizar su obra artística. Ya sea desde la dirección o desde el propio escenario como actor, Domínguez asume los retos conscientes de sus limitaciones, pero con la convicción de que siempre podrá superarlos con su talento, sus nuevas habilidades incorporadas, su conocimiento y profesionalismo. Lo que para cualquier otra persona podría significar renunciar a sus sueños, para este creador se convierte en meta a vencer y ello ha quedado nuevamente evidenciado para satisfacción de todos los que a través del tiempo hemos seguido de cerca su trayectoria artística. A lo anterior habría que añadir el magnífico trabajo de colaboración que con Domínguez, ha venido realizando desde hace algún tiempo la actriz Micheline Calvert, convertida ahora además en directora asistente, quien con su vasta experiencia sobre las tablas se ha transformado en ideal soporte de acompañamiento creativo.

No sería justo dejar de nombrar a todo el equipo técnico, que sin lugar a duda complementa el trabajo disfrutado sobre el escenario. Este estuvo integrado Celia Ledón, creadora de una magnífica concepción de vestuario, Giorge Michel Millán con una sencilla, pero apropiada escenografía, Jorge Hernández y su siempre efectiva producción musical, Pedro J. Abreu al frente de la muy necesaria publicidad, así como con Yomara Tejada y Alex Negrón en la fundamental producción general.

Nos gustaría cerrar con unas palabras del propio José Manuel Domínguez, escritas para el programa de mano, que sin duda recogen el significado de haber tenido la posibilidad de involucrarse todos los que lo hicieron, en este proyecto: “…prepárense a volar. Porque esta obra -ya lo dijimos- está en el aire, y está más allá del teatro: más allá de la historia que cuenta, de los vivos y los muertos que habitan nuestra realidad. En esta obra hemos sido felices, creo que todos sin excepción, algo que en estos días es bastante difícil de alcanzar.”




Wilfredo A. Ramos.
Miami, septiembre 30, 2025.

Fotos cortesía Antiheroes Project.
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Gaspar, El Lugareño Headline Animator

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