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Wednesday, December 3, 2025

Extraños sucesos paranormales en Puerto Príncipe en septiembre de 1873. (por Carlos A. Peón-Casas)


Los hechos narrados parecerían atribuidos a la mitología local, si no los hubiera referido una publicación peninsular de bastante crédito en la entonces Isla de Cuba: El Gobierno: Diario político de la mañana. El suceso se reseñaba en noviembre, pero su ocurrencia databa del mes de septiembre.

Lo acontecido según narraba el cronista era ya la comidilla de los corrillos habaneros, donde la noticia había viajado más rápido de lo imaginado. El redactor se decía hombre descreído de aquellas anomalías de las que el lector tendrá pronta referencia, pero igual apuntaba: “no queremos dejar de dar cuenta de algunos de ellos, siquiera solo sea para satisfacer la curiosidad de los lectores peninsulares, o entretener un rato a los desocupados.”

Los hechos eran más o menos del siguiente tenor:
El día 22 de septiembre como a las siete de la noche, a poco tiempo de haber encendido las lámparas de la casa número 42 de la calle de Santa Ana de Puerto Principe, que habitaba con su familia el doctor en farmacia D. Nicolas Porro observo aquella que el tubo y depósito del farol del portal se movían dentro de los mismos vidrios del farol. A los pocos momentos, de una lámpara de tres brazos que estaba en la sala se escaparon el hemisferio y el tubo, haciéndose añicos en el suelo. Sobrecogida la familia con este suceso, corrió inmediatamente la noticia por el barrio, y bien pronto se llenó la casa de multitud de curiosos. Entre ellos un vecino pidió una luz a la señora de la casa para informarse de lo que había en una habitación…pero al retirarse salto de una mesa una botella o jarra de barro haciéndose pedazos en el suelo. La sorpresa era natural, y hubo de aumentarse, cuando al salir al comedor, vio que un bonito tinajero, al parecer de palisandro y cerrado con su llave, se deslizó como a un medio pie de distancia de la pared a que estaba arrimado, cayendo inmediatamente sobre sus puertas, y rompiéndose multitud de cristales y loza que contenía, lo que indica que los objetos interiores pugnaban por salir del encierro. También vino al suelo un cuadro de retratos que estaba colgado en la pared de la sala. De un tocador colocado en el aposento se escaparon todos los objetos de loza y porcelana... A poco rato se produjo el mismo suceso en dos casas contiguas.
Aunque lo narrado pareciera una de esas y tan adornadas consejas de antaño, de la que la ciudad principeña fue tan proclive a lo largo de su historia, hoy antológica de tradiciones y leyendas, la reseña de marras seguía dando otras evidencias sucesivas de tan anormales manifestaciones. Así sigue la narración del ya mentado cronista:
Estos fenómenos se repitieron la noche siguiente en la casa de D. Cornelio Porro situada en diferente calle, y en la cual se había refugiado llena de miedo la familia en cuya morada ocurrieron los primeros fenómenos. De un esquinero de sándalo de la sala saltó una figura de mármol... se oyó ruido en un aposento, acudieron y encontraron caído hacia adelante un lavabo de caoba y en una pieza inmediata y en la misma posición, un catre que estaba arrimado a la pared. Nada más ocurrió esa noche, pero en las primeras horas del siguiente día, una cajita de lata, cerrada y vacía, saltó de un aparador situado en el comedor, cayendo a alguna distancia…
El cronista que quería quedar imparcial ante tirios y troyanos, esbozaba alguna de las muy difundidas explicaciones al respecto, descreído de algunas, peo dejando absolutamente al creído o descreído lector con sus propias conclusiones:
Estos sucesos están dando lugar a muchos comentarios, algunos de ellos absurdos hasta no poder más. La ciencia los tribuye a la electricidad. Los espiritistas, que también los hay en Cuba, se empeñan en ver a un médium figurando en todo este asunto. Pero lo más original es un comunicado que ha visto luz en el diario de La Marina y en el cual su autor quiere explicar teológicamente los fenómenos y asegura, con toda formalidad, que han sido obra del mismo diablo.
Nada extraño al respecto, y en consonancia con la teoría espirita, que no dejaba de tener adeptos en el Príncipe, que una referencia velada al hecho de que tales anomalías sucederían en los hogares de dos de las personas de cierta relevancia en la villa, y que unos meses antes, habían tenido la triste experiencia de reconocer el cadáver de Ignacio Agramonte en San Juan de Dios.

Ese día Manuel Agramonte Porro y Cornelio Porro junto a otros conocidos del Mayor estuvieron también presentes, entre ellos: José Muñoz, José Antonio Ronquillo Agramonte, José LLauger Beltrán, Tomas Barrios González y Agustín Varona.

Para el pueblo llano, sencillo e impresionable en sus creencias: otra explicación era plausible. El espíritu de nuestro adalid Agramonte podría estar manifestándose en triste vagar, por la otrora ciudad que lo vio nacer, y donde sus restos mortales no encontraron el descanso merecido al ser tristemente deshonrados y chamuscados, lanzados sin honor ni gloria, a una fosa común.

Para este humilde compilador del suceso, y a decir del adagio italiano: “Se non e vero, e ben trovato”

Wednesday, November 26, 2025

Recetas ancestrales de la ciudad Puerto Principeña. (por Carlos A. Peón-Casas)


Ya resultan proverbiales en el tiempo y en la exultante memoria de la otrora villa y ciudad del Príncipe, los platos de mayor prosapia que adornaban las mesas de pudientes y no.

El ajiaco según la receta de Puerto Príncipe es el súmmum de la lista, junto a otras delicatesen, de las que hoy compartimos sus intríngulis más o menos revelados desde la memoria de sus primarios cultores.

Los detalles sobre su elaboración nos llegan hoy desde la revelación de un libro o prontuario culinario: ¿Gusta Ud.?(1) a cargo de varios autores, y donde varios camagüeyanos revelan sus especiales recetas.

La Naranja cubierta es uno de aquellos postres con una sabor y un saber hacer muy particular en la otrora comarca.

Su elaborada receta nos llega desde el testimonio de Aurelio Boza Masvidal, de familia principalísima, según la que conoció de una dama distinguida Doña Concha Marín y Loynaz, vecina suya en la antigua calle de San Juan o las Carreras.
En Camagüey le llaman naranja cubierta a un dulce hecho de esas grandes naranjas que acá llaman cidras, a las que una vez peladas le quitan sus semillas y su centro, las cortan en tajadas, por decantación le quitan su amargor, las cuecen, y luego las recubren de espeso almíbar que se cuaja y quedan cubiertas de azúcar, algo así por el estilo a lo que llaman en Italia frutas cristalizadas o abrillantadas.(2)
Le sigue en nuestra relación la Empanadilla Camagüeyana según nos la revela en el ya citado prontuario José S. Lastra.

Los ingredientes sugeridos incluyen, además de la infaltable harina de trigo la mantequilla a la par que la manteca de cerdo, junto a los huevos, la sal y el azúcar.

Para el relleno de las siempre apetitosas empanadillas fritas se sugieren dos variedades: una salada con “picadillo fino de pollo, con pasas, aceitunas y un vasito de vino”; y en la versión dulce, la infaltable conserva de guayaba.

En continuidad de estos sugerentes postres descubrimos uno con gran prosapia y singular memoria degustativa: el Bizcochuelo Camagüeyano.

Seguimos al pie de la letra las rememoraciones que le evocaban a Guillermina Domínguez Roldán de Boza Masvidal:
Entre las creaciones más ricas y estimadas de la repostería camagüeyana, se destaca el bizcochuelo…Es una especie de panetela o bizcocho que al sacarse del horno tiene un color tostado, un aspecto esponjoso, un olor estimulante, un sabor amelcochado.

(…) en las meriendas de las tardes carnavalescas de “el San Juan”, o en el obligado obsequio que los dueños de la casa ofrecían a los visitantes que allí acudían para ver pasar la procesión, nunca faltaba el bizcochuelo como algo típico y obligado.

(…) En la mesa del gran comedor, con blanquísimo mantel de alemanisco, con iniciales bordadas, con encajes o festones tejidos, con el centro de cristal lleno de flores y frutas, y las bandejas de plata con mil golosinas y confituras, la preciosa vajilla de fina porcelana de la abuela, con orla verde y oro y la afiligranada caligrafía de sus iniciales, se servían las grandes tazas del sabroso y oloroso chocolate pilado a mano, que siempre era acompañado con el delicioso bizcochuelo.(3)
La receta en toda su magnitud precisaba como ingredientes veinte huevos frescos, y además de la harina de Castilla, y del azúcar más fina posible, el añadido de media libra de almendras peladas y tostadas.

Estaba pensada para 24 porciones. Y una especial indicación advertía que el delicioso postre no podría ser extraído del horno hasta que aquel estuviera frio. El adorno final se lograba con las almendras peladas y tostadas, enterradas hasta la mitad en el bizcochuelo.





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  1. ¿Gusta Ud.? Prontuario Culinario, Varios Autores. Ucar y García S.A. La Habana, 1956.
  2. Ibíd. p. 618
  3. Ibíd. pp. 393-394

Wednesday, November 12, 2025

El río Hatibonico desbordado el 2 de junio de 1841 (por Carlos A. Peón-Casas)


(Según una antigua nota marginal en un libro de Bautismos de la parroquia de La Soledad)

La historia de cualquier sitio, se cuenta también en los márgenes de los libros oficiales. Este es el caso de la memoria que hoy reseñamos: un tremendo desbordamiento del principeño río Hatibonico, acaecido el 2 de junio de 1841.

El suceso lo reseñó para la historia local, el que era por entonces cura párroco de la Iglesia de la Soledad, Don Joseph Ma. Cabrera y Herrera, y lo hizo como nota curiosa, en la apertura del libro de Bautismos de blancos, empezado por aquel, el día anterior a la terrible riada del siempre pacífico Hatibonico, siempre que no le llueva en la cabezada, como muchos ya tienen por experiencias repetidas a lo largo de casi tres siglos.

El párroco de marras, parecía además tener dotes artísticas, pues había dibujado, con la misma tinta que acotaba sus escrituras, una mariposa de alas desplegadas, ocupando la mitad de la hoja inicial de aquel libro.

A renglón seguido, dejaba el testimonio de lo recién acontecido, texto que transcribimos íntegramente y con la ortografía original, por su enorme interés, para los lectores curiosos por la historia siempre fecunda de esta parcela principeña.
El dos de junio de 1841 fue tan extraordinaria la corriente del rio Hatibonico que circunda esta Ciudad, que anegó todo el barrio de la Caridad en los esremo;; que más allá de la medianía de dha calle, se vieron balsas qe provisionalmente se hicieron para prestar algun aucilio á las personas que estaban en medio del peligro mas inaudito, é inesperado. Varias personas fueron victimas de las corrientes impetuosas, que se llevaron en pos de ellas, nnumerables casas, y cuanto les servia de obsatculo, á su rapidez, pero la misericordia divina siempre compasiva, y por un rasgo de su benignidad, calmo la lluvia, a las nueve de la mañana, de modo que si hubiere sido nocturna semejante inundación, ninguno de los moradores se hubiera salido victorioso de una inansion tan repentina que jamás había acontecido. Las cortinas del puente se cubrieron por las aguas y esto basta pa formarse una idea de semejante catástrofe.

Wednesday, October 29, 2025

Alusiones a Camagüey en el National Geographic Magazine. Enero de 1947. (por Carlos A. Peón-Casas)



Los detalles en particular de una singular visita a la ciudad agramontina, aparecían en aquella prestigiosa revista en un artículo mayor sobre Cuba, intitulado: Cuba: la azucarera de los norteamericanos, con el que abría el número correspondiente al Volumen XCI.


El cronista Melville Bell Grosvenor, había realizado aquel reportaje de la Isla luego de un recorrido multitudinario por toda su geografía de occidente a oriente.


A Camagüey llegó el periodista acompañado por el destacado profesor de geografía el Dr. Salvador Massip, quien dictaba cátedra por entonces en la Universidad de La Habana.


Transcribimos para el curioso lector los detalles de aquella visita a nuestro terruño, desde la traducción del artículo original en Inglés a nuestra vista, otro valioso tesoro de los que guarda la Biblioteca Diocesana de Camagüey.
Pudimos ver las techumbres rojas de Camagüey desde la distancia. la ciudad se alza sobre los verdes campos como un castillo de hadas. "Camagüey es la ciudad de los patricios", me dijo el profesor Massip. "Muchas antiguas familias tienen ancestros que datan del siglo XVI". El profesor José Agüero se nos presentó con su brillante traje blanco, de lino. Es profesor de Historia Natural en el Instituto de Camagüey. Agüero es un apellido famoso en Camagüey. Miembros de esta familia tuvieron roles heroicos en la historia citadina. Francisco de Agüero fue uno de los primeros mártires, ajusticiado en la horca en el hoy Parque Agramonte, el 16 de Marzo de 1826. Otro héroe revolucionario fue Joaquín de Agüero, un emulo cubano de Nathan Hale, fusilado en Agosto de 1851. El Parque Agramonte honra a otros héroes revolucionarios. En su centro se alza una estatua ecuestre del General Ignacio Agramonte, nacido en la ciudad, y muerto en batalla en 1873 durante la Guerra de los Dies Años. Camagüey ofreció muchos valientes a esa guerra infructuosa por la Independencia que costó 25. 000 vidas y 300 millones de dólares. Con el Dr. Agüero como nuestro cicerone fuimos recibidos en muchas de las casas más antiguas de la ciudad El Dr. Aurelio Izquierdo y su Sra. nos mostraron su preciosa casa, sencilla pero decorada con gran gusto. Posee uno de los patios más maravillosos que yo viera en Cuba. Adornado por los típicos tinajones camagüeyanos. Cruzando la calle Finlay, frente a la casa de los Izquierdo, se localiza la casa donde nació Carlos J. Finlay*, el eminente médico cubano quien sugirió que la Fiebre Amarilla era transmitida por un mosquito. El Dr. Finlay, graduado de la Escuela de Medicina de Jefferson en Pennsylvania... comenzó luego su estudio sobre la enfermedad que causaba mucha mortalidad en Cuba (...) Finalmente el Mayor Walter Reed probó que Finlay tenía razón.

Las fotos tomadas en nuestra ciudad por el propio cronista, o su fotógrafo, son casi octogenarias, pero se mantienen impecables en la magnífica reproducción de la revista de donde las reproducimos para el complemento de estás tan reveladoras líneas. El Camagüey de entonces luce impoluto en aquella su esplendente condición a pesar del tiempo y tantos avatares.





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*Tal era el criterio de la época, que se recordaba en una tarja aun adosada a la pared de la casa de marras, y que el cronista tuvo a la vista. A posteriori resultó ser enmendado, ubicando la casa natal, dónde hoy se le reconoce, en la Calle Cristo.

Wednesday, October 22, 2025

Antonio Menéndez Peláez, de Camagüey a Sevilla en un vuelo poco recordado. (por Carlos A. Peón-Casas)


El singular periplo se remonta al año 1936. Fue un homenaje del piloto asturiano cubano a los valientes aviadores Barberán y Collar que hicieron el mismo recorrido, pero a la inversa en el año 1933.

Monumento, en Camagüey, a
Mariano Barberán y Joaquín Collar.
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El punto de despegue en la ciudad agramontina, era el primer recordatorio a la gesta de los pilotos españoles, que cruzaron el Atlántico por su parte más ancha y sin escalas.

Era el día 12 de Enero de 1936 y los pocos testigos al uso vieron partir al piloto en su monoplano Lockhead Sirius 8, bautizado con el sugerente nombre del 4 de Septiembre, un dato que revelamos en algún punto de este relato.

El aparato había sido reacondicionado, luego que el piloto lo comprara por solo 1000 dólares, y la susodicha reparación había importado 35000. Incluyendo tanques de gasolina bajo las alas para permitir mayor autonomía.

Menéndez tuvo el apoyo incondicional del ejército cubano, al que se había sumado como piloto, y se dice de buena tinta, que fue el propio General Batista quien sugirió el nombre del aeroplano en honor a su movimiento revolucionario contra Machado

Su vuelo empero se haría con escalas, y llevaría al piloto hasta Brasil, punto escogido para el salto sobre el Atlantico, para desde allí recorrer los más de 3000 kilómetros hasta tierras africanas en Senegal, en 17 horas y treinta y cinco minutos.

El diario español ABC reseñaba el hecho en un artículo escrito en el año 2016, al cumplirse el aniversario 80 de este suceso, tan señero para la historia de la aviación mundial:
Menéndez Peláez logró cruzar el charco y llegar a Sevilla con una aeronave con cabina descubierta («una moto sobre un bidón de gasolina», según definición de un historiador aeronáutico) que no llevaba radio (para aligerar la nave de peso) y cuyos instrumentos de navegación se limitaban prácticamente a una brújula y una rústica esfera que le indicaba el horizonte cuando las nubes le impedían ver más allá de unos pocos metros. Las crónicas de la época cuentan que el valeroso piloto encontró sobre el Atlántico vientos fuertes y mal tiempo que le obligaron a volar en muchas ocasiones, «a casi a ras del agua».
Se pueden encontrar otros pormenores, que hoy nos sorprenden por la audacia increíble de aquel pionero de la todavía incipiente navegación aérea:
Menéndez Peláez, de 33 años, tuvo que demostrar su pericia tomando como referencia los barcos en ruta que avistaba desde su aparato. Tras descender por varios países del continente, buscando la distancia más corta entre América y África que su avión, de sólo 8,25 metros de longitud, le permitía cruzar…
La misma fuente nos deja en otro punto la historia personal del joven y atrevido piloto que se jugó la vida literalmente en tan arriesgada empresa:
Antonio Menéndez emigró a Cuba siendo un adolescente desde su Asturias natal, siguiendo el camino de su padre, del que pronto se distanciaría. Fue dependiente de comercio, chófer de autos de alquiler, mecánico automotriz, fogonero, pescador y barquero en la Bahía de Cienfuegos, pero su sueño en la vida era ser piloto de aviación.

Se nacionalizó cubano a finales de 1927 para poder estudiar en la Escuela de Aviación Greer Collage, de Chicago, y tras terminar su curso de piloto, con apenas 25 horas de instrucción de vuelo, compró un avión biplano Waco y voló con él a La Habana. Prestó sus servicios en Aerolínea Cubana de Aviación, pero quería cruzar el Atlántico en solitario.
Su sueño acabaría por hacerse realidad y su arriesgado periplo lo ubicó en las ciudad sevillana después de 72 horas y 36 minutos de arduo bregar contra los temibles vientos y la furia del océano. Al pisar suelo español manifestó su contento y su orgullo:
Sobrio y valeroso, como los héroes de esa época, Menéndez le restó mérito a su hazaña, se limitó a decir a los periodistas que lo esperaban en Tablada, uno de ellos de ABC, que su mayor emoción durante todas esas horas de vuelo fue «pisar la tierra de España». En una entrevista posterior se limitó a decir: «Vengo a retribuir el vuelo de los heroicos aviadores españoles Barberán y Collar y traigo a España el saludo de Cuba». Y añadió: «Mis padres viven en un pueblecito de Asturias y les daré la sorpresa de mi visita».
Con honores regresó a Cuba para contraer nupcias con su prometida, una joven muchacha: Ofelia Brugueras, nativa de la zona de Manicaragua en la entonces provincia de Las Villas.


Pero la vida juntos se esfumó como un soplo. La esposa embarazada lo esperó en vano cuando el joven y tenaz piloto emprendiera, junto a otro tres ases cubanos, un vuelo conmemorativo por las tierras americanas en conmemoración del descubridor Cristóbal Colón.
Visitaron 26 países y en la parte final del viaje Menéndez y sus tres compañeros cruzan el Pacífico desde Cali a Buenaventura. Según los expertos, era una ruta poco adecuada por la falta de potencia de los aparatos cubanos… La muerte les esperaba al lado izquierdo, en el valle del Cauca, y toda la escuadrilla cubana se estrelló. Los aparatos se incendiaron y murieron al instante todos sus ocupantes: los pilotos, los mecánicos de vuelo y un periodista que viajaba con Menéndez y que era el cronista oficial del viaje. Era el 29 de diciembre de 1937.



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Con notas del artículo: “El aviador romántico que cruzó el Atlántico sin radio y que llegó a Sevilla el día de San Valentín”. En Diario ABC de Sevilla. Jesús Alvarez. 14/02/2016. (Versión digital)

Wednesday, October 15, 2025

El convento sumergido… un recuento onírico… (por Carlos A. Peón-Casas)


Lo soñé sin dudas. Me veía recorriendo los antiguos atrios del convento mercedario. Era noche cerrada sin luna… adentrándome por pasadizos que de pronto se abrían bajo las obsoletas catacumbas, del Templo señorial de 1748, y de antes… y recorría un sendero infinito en espirales sinuosas… bajando al origen metafórico de las cosas y de los tiempos idos y pletóricos de remembranzas… me sentía acaso como Borges en su enigmático periplo por aquella también infinita Biblioteca de Babel…

No andaba perdido, sino eufórico de tantas nuevas y variadas circunstancias. Ante mi se abrían como por ensalmo y desde tan enigmática experiencia, otra realidad en espacios jamás imaginados… antiguos pergaminos con la memoria ancestral arrancada por el infausto Morgan, colgaban de las paredes intactas de la otrora ermita, donde los ayes dolorosos de los enclaustrados por el temible pirata, clamaban ser devueltos a la otrora plácida realidad de aquella villa del Príncipe asolada y vuelta cenizas insondables e aquella infausta Semana Mayor de 16…

Cada nuevo recodo era un nuevo y enigmático despertar de asombros volviendo al origen prístino de la villa príncipense…

Con cada paso, un nuevo latido de emociones nuevas... de silencios rememorados por la intensidad de la memoria que se remontaba al minuto fundacional…

En cada giro de aquel laberinto sin acabamiento posible… volvía la mirada atónita y descubría los celajes impertérritos de aquel sinuoso y enlodado poblamiento, con carretas de bueyes sudorosos arrastrando sus cargas desde las lejanas orillas del único mar salvifico y providente…

De pronto en el giro de otra vuelta del sendero, contemplé con mirada incrédula pero firme las paupérrimas huestes fundantes salidas a galope imparable desde Caonao…  llegaban a la orilla salvifica del Tínima, desmontando las pacíficas bestias… se santiguaban con gesto agradecido por esa nueva e inexplorada planicie fúndante… que habitarían con gozos y renovadas esperanzas…


En Miami, a 8 de Octubre de 2025.

Wednesday, October 8, 2025

Crónica de un viajero en el Camagüey de 1910 (por Carlos A Peón-Casas)

Foto/Febrero 1915
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Se trata de una añeja rememoración que un cronista de ocasión dejara publicada en la revista Bohemia de diciembre de 1910. El escribidor era parte del entourage que el presidente de la República de aquel minuto viajaba en el tren al uso, de camino al Legendario en visita de ocasión.


La narración arrancaba no más el tren dejaba atrás la estación de Ciego de Ávila. El relato se hace profuso en detalles de la amplia sabana, rodeada a ratos de mínimos afloramientos verdes, bosquecillos ralos, palmas por doquier.

Al atardecer la comitiva hacía entrada en la ciudad de entonces. Sorpresa para el viajero hallarse con aquella: “magnífica, soberbia, majestuosa... estación del ferrocarril…” y en el entorno: la elegante profusión de edificios en la acera del frente… a no dudarlo el Hotel Plaza… Su relato sigue un recorrido inevitable por las calles de aquel Camaguey:
Al doblar cualquiera de las esquinas inmediatas a los contornos del paradero, Camagüey se nos presenta tal cual es, con todo su sello característico de antigüedad. Es una aldea española grande.
Pero más que edificios grandilocuentes de impecables valores arquitectónicos, el viajero aspiraba a algo más sugeridor:
contemplar de cerca aquí, en esta tierra simpática… esas hermosas y sugestivas camagüeyanas de que tanto habla la fama, quiero tropezar a cada paso por sus tortuosas callejas con un Lugareño en cada senil cabeza de varón, quiero recrear mis ojos con la vista de esos patios a la andaluza con tiestos de flores, de que oigo hablar a los que pierden el seso cuando habla de su Camaguey: quiero beber el agua de esos famosos tinajones que hacen mofa de acueductos y aljibes: quiero probar ese queso camagüeyano que tan dificil se hace hallar en el mercado habanero y que solo a costo de subido precio saborean algunos ricos sibaritas, quiero en fin saborear, el ambiente saturado de patriotismo de esta tierra de titanes, de mujeres portentosas…
Un detalle a seguido nos deja una particular perspectiva del ambiente mediterraneo de la ciudad. Se trata de una perspicaz observación del periodista sobre la llegada del progreso ferrocarrilero a la antigua comarca y todo lo que en consecuencia se empezó a vivir en la añosa y tranquila comarca de nuestros ancestros:
Van Horne, el canadiense, abriendo luenga brecha por entre montes y sabanas, rompió la tradicional tranquilidad el solar camagüeyano, inundandolo de turistas de caras raras, de comerciantes de miradas escrutadoras, de viajantes aventureros, de agiotistas ávidos de negocios de toda clase, y de gente nueva e improvisada que nadie vio por aquellas calles y callejuelas el dia anterior. La virginidad de la vida camagueyana quedó por siempre deshecha.
Tales conjeturas nos confiesa en su discurso era el sentir de los más viejos y afincados enla tierra que desde siempre les hizo lugar, uno de tales comentaristas le hacía saber con sabias palabras:
Aquí se vivía en familia, casi todos los camagüeyanos estábamos emparentados, el que pretendía una dama la llevaba hasta el altar… la gente forastera que ha caído como plaga egipcia, ha quebrantado la armonía social, y el abolengo tradicional desaparece, estamos en constante alarma… al borde de un precipicio permanente. El Camagüey, mirando a través del cristal de su leyenda, maldice al travieso canadiense que acabó con la solidaridad familiar de este rincón cubano

Pero de todo lo visto había igual reparos en aquella nuestra ciudad camagüeyana del siglo pasado… no todo era de su agrado:
Ni una sola construcción digna de admirarse. Ni un monumento. Ni una simple estatua recordando a tanto hijo ilustre como ha tenido. Ni un teatro digno de su población, cultura y categoría de ciudad capital. Ni una obra pública de esas que atraen la atención del viajero. Ni una fábrica industrial digna de verse.
De otras facetas del entramado y de la vida social, ya de merecido realce esta vez, el visitante dejaba contada referencia.

Sus anotaciones las dejo de referente para el cierre, como botón de muestra de aquella ciudad que fue y de alguna forma ya no existe, pero que igual es una rememoración inevitable y un hálito de memoria para los que ya no la habitamos:
La ciudad de las iglesias, la llamaría yo por el número exorbitante de las mismas que se cuentan… posee Camagüey un Casino Campestre, verdadero parque que ya quisiera tener La Habana. La luz electrica ha reemplazado en casi toda la ciudad al antiguo farol de petróleo colgado del gancho que aún se ve, como signo de un pasado en la fachada de cada casa. Un tranvía corre por algunas de sus calles, y entre estas cuéntase una asfaltada…


Wednesday, October 1, 2025

Los amigos camagüeyanos de Hemingway (por Carlos A. Peón-Casas)


Ciertamente Hemingway y Camagüey tienen conexiones inevitables, que pasan esencialmente, por aquella bien documentada experiencia en la cayería norte, en los primeros años de la década del 40, del pasado siglo, dándole caza a los submarinos alemanes que infestaban la zona en aquellos aciagos día de la II Guerra Mundial. 

Del suceso, queda incluso, el testimonio ficcionalizado de su novela póstuma Islas en el Golfo, bien conocida por acá. Pero, si de otras cercanías y amigos se trata, todavía el Camagüey y Hemingway, tienen otras aristas casi nada divulgadas, que pretendemos desgranar a la luz de lo que Carlos Baker, a nuestro ver el biógrafo más sólido de Papa, o al menos, el único a quien autorizó a airear su vida después de su deceso, recrea en su conocida biografía Ernest Hemingway. A Life Story; e igualmente echando mano a otras muy interesantes fuentes epocales que nos ayudan a poner en blanco y negro estos todavía inéditos detalles.

La amistad reconocida entre Hemingway y su inseparable amigo Mayito Menocal Sr., pero quien no era oriundo de esta región, lo acercan a Camagüey en 1940, a los predios del Central Santa Marta, propiedad de la familia García Menocal, un hecho igualmente bien documentado por Baker, y al que ahora solo mencionamos de pasada. 

Pero si de verdaderos amigos autóctonos de esta comarca de “pastores y sombreros” se trata, tendríamos que empezar refiriendo a dos hermanos camagüeyanos, de los que hasta aquí sólo encontramos una mínima pero ilustrativa mención en Baker y muy pocos detalles que refieran a tal relación con Papa: refiero a Graziella y Thorwald Sánchez Culmell, hijos del reconocido comandante de la Guerra de Independencia y rico hacendado local, Bernabé Sánchez Batista, quien luego fungiría como Gobernador de la Provincia de Camagüey en los tiempos del famoso alzamiento liberal de la Chambelona en 1917. 

Es un hecho que la pareja de hermanos nacieron en estas tierras, sin que podamos aún precisar el lugar y la fecha exactos, aunque con toda presunción por la época antes citada, o alrededor de las dos primeras décadas del siglo veinte entre la ciudad de Camagüey, y las propiedades de la familia en los extensos predios de la zona del Central Senado, posesión del citado Bernabé, o hasta quizá presumiblemente en la ciudad de Nuevitas. 

Junto al resto de la familia se afincaron a posteriori en La Habana, donde posiblemente conocieron a Papa. La fecha de ese primer encuentro puede perfectamente coincidir con ese primer minuto de los años treinta (1932) en que Hemingway cruza a La Habana desde Key West, donde estaba su casa, para iniciar esa nunca terminada luna de miel con la corriente del Golfo y sus infinitas coordenadas piscatorias.

La relación, al menos con Thorwald, estaría signada a no dudarlo, como la que la unía con Mayito Menocal, al mundo de la caza y la pesca. De Thorwald sabemos que detentaba una muy exquisita educación al graduarse en Harvard, y ya era reconocido en Cuba “como uno de los principales deportista de la pesca” 

La alusión que hace Baker tiene inevitablemente ese último signo. Y aunque el hecho narrado discurre ya en la década de los 40’s, es clara evidencia de la amistad que ya los unía, aunque en la relación, Baker no nos aclare nada más al respecto.

La cita de marras da cuenta de un suceso marítimo que involucra al Pilar en misión de rescate del schooner, propiedad de Thorwald a la altura de Bahía Honda, en Pinar del Río en noviembre de 1943:
Los salvajes vientos del norte hicieron muy difícil la navegación durante casi todo el mes de noviembre. El día 9 el Pilar se las arregló para rescatar el schooner de Thorwald Sánchez, al que se le había roto sus moorings cuando no había nadie a bordo y estaba camino de estrellarse contra las rocas…
Se trata sin dudas de un suceso enmarcada en el minuto en que Hemingway junto a sus socios del Crook Factory, siguen rastreando los submarinos nazis a lo largo de la costa norte cubana, un poco antes que Hemingway, pusiera fin a esa fallida aventura, y se embarcara a Europa para reportar para Collier’s las “heroicas hazañas de la Fuerza Aérea Real Británica” 

Las alusiones para Graziella, corresponden a un minuto posterior en la historia personal de Hemingway, para cuando Papa retorna a la Habana via New York de los campos guerreros en tierras alemanas a los que ha llegado desde Bélgica, y donde ha seguido los desempeños de la 4ta división y el Regimiento 22 a cargo de su amigo el general Lanham. 

El detalle que da Baker, es tan mínimo como el primero ya citado, y alude a una cena en casa de la amiga el sábado14 de abril de 1945, cita que alargó hasta las dos de la madrugada en un café de la bahía. No hay más alusiones al personaje, y tenemos que barruntar que la amistad de Papa con Graziella, viene precisamente por la que iniciáticamente lo acercó a su hermano mayor, aunque no dejamos de sospechar que quizás Graziella compartiera con aquel su gran pasión por la pesca deportiva, algo no muy común entre las damas, pero acaso no imposible, en la acaudalada muchacha.

De la vida particular de Graziella y Thorwald, sabemos no mucho más, para esa época la primera estaría casada con el ciudadano norteamericano Roy Archibald, y su hermano, quien en los años 50’s era igualmente propietario de la Fábrica de Helados Guarina S.A, con Tina Sarrá. 

Hay empero, una fuente documental, que incluye muy valiosas fotografías de la familia Sánchez, y donde presumiblemente aparecen nuestros personajes. Corresponden a un viaje de veraneo a la propiedad de la familia en los predios de la Boca de Carabelas, a la salida de la bahía de Nuevitas en los años veinte o treinta. Igualmente, hemos podido rastrear fotos de una Graziella veinteañera aparecidas en la revista Social del año 19 rodeada de lo mejor y más graneado del jet set habanera de la época.

Como dato curioso, en la última edición del Directorio Social de Camagüey, correspondiente al año de 1960, hay una entrada para Thorwald, donde se anunciaba como Industrial y Propietario, y declaraba su residencia para entonces en el muy aristocrático reparto habanero de Alturas de Miramar. Su hermano mayor Bernabé también afincado en la Habana, sí detentaba todavía oficinas comerciales en Camagüey, en el número 62 de la calle General Gómez . No hay empero ninguna referencia para Graziella.

De cualquier modo, sigue siendo un detalle no esclarecido, sobre el que sería oportuno seguir abundando, si acaso Hemingway y los Sánchez coincidieron alguna vez por tierras camagüeyanas, quizás en las interminables llanuras de su extensísima finca Santa Beatriz , o en los ardientes arenales de la playa Santa Lucía en los que ciertamente Papa recaló alguna que otra vez. El hecho no sería ciertamente improbable, y añadiría otra coordenada siempre interesante a sus inevitables cercanías a nuestro entrañable terruño.

Wednesday, September 24, 2025

De cómo el Dr Romay administró la vacuna de la viruela en Cuba. (por Carlos A. Peón-Casas)



La historia sobre la administración de aquella primera vacuna en Cuba es harto conocida. Y más aún la impronta del reconocido Dr Romay, que tuvo a su cargo la feliz idea de inmunizar a la población infantil, de la entonces Isla de Cuba allá por 1804.

Pero lo interesante del relato que hoy me anima a compartir,  es el hecho subyacente en lo que fuera noticia entonces, con aquella primaria inmunización.

Acaso es no muy divulgado el asunto, de como el Dr Romay tuvo a mano la primera muestra de la vacuna, del entonces mortal virus, que sirvió para que primero inoculara la prueba a sus propios hijos

La historia nos remonta a Puerto Rico y nos conecta con una dama boricua, quien de manera discreta,  haría posible la llegada a la vecina isla de Cuba del ansiado antídoto.

Compartimos el relato original, tomado del texto  Mujeres de Puerto Rico, de  la autoría de Ángela Negrón Muñoz. Mostramos la evidencia del suceso, que a nuestro humilde ver, sirve de pauta interesante en la muy sentida relación de nuestras dos islas hermanas, de la que otra inspirada poetisa borinqueña, Lola Rodríguez de Tío, dejó dicho con toda razón: Cuba y Puerto Rico son/de un pájaro las dos alas…
En la segunda mitad del siglo XVIII nació en Puerto Rico —no hay noticias del sitio— una mujer cuyo nombre quedó escrito en la historia de Cuba, y con más razón ha de quedar en la de su patria: María Rosario Bustamante. Se prestó, con ese altruismo propio de las almas grandes, a trasladar a la antilla hermana, donde aun carecían de la vacuna contra la viruela, el ansiado virus en los brazos de un hijo suyo. La historia cubana apunta el hecho, manifestando que el l de febrero del 1804 llegó a aquella isla, procedente de la de Puerto Rico, María Rosario Bustamante, con el precioso legado; que el Gobernador de la antilla ordenó al Dr. Romay el examen de la vacuna, que ésta era de buena calidad, y que habían sido inoculados los cinco hijos del médico, de lo que dieron fe el Gobernador y el Tribunal del Protomedicato.

La señora Bastamente vivió algún tiempo en la Habana colmada de admiración y afecto. Su acción puede colocarse junto a las más hermosas realizadas por el bien de la humanidad y el progreso científico.

Wednesday, September 17, 2025

Los primeras lecturas de Enrique José Varona en su raigal Puerto Príncipe. (por Carlos A. Peón-Casas)



Interesante resulta para este escribidor el tema que sugiere el crítico cubano Medardo Vitier, estudioso de la vida y obra del conocido hombre de luces: nuestro coterráneo Enrique José Varona y de la Pera.

Dice Medardo en un abundoso estudio sobre el intelectual camagüeyano: La Lección de Varona, que gracias a la magia de los recursos digitales, tenemos a nuestra vista, que la ciudad Principeña, tuvo muchísimo que ver con su primera y fúndante formación como hombre de letras.
En Camagiiey, la vieja Santa María de Puerto Príncipe, ciudad interior, muy atrasada, con escasas comunicaciones a mediados del siglo XIX, nació Varona en 1849. Atraso en cuanto a notas de vida urbana moderna. Por lo demás, perduraban allí buenas esencias hispánicas, en la hidalga condición de los moradores, en las costumbres, en el uso del idioma. Además, había bibliotecas privadas de considerable número de obras escogidas. Varona leyó allí los clásicos españoles siendo un adolescente, y de muy joven, libros europeos fundamentales. Hasta bien pasados sus veinte años reside en su ciudad natal... De modo que no exageraríamos al afirmar que cuando se trasladó a la capital se había formado ya, en líneas muy sustantivas de su hechura.
La abundancia de aquellas raigales bibliotecas, principiando por la de su padre, y la de tantos patricios y hombres de incesante afán por el conocimiento, en los años formativos de su infancia y primera juventud, dan una pista muy sugeridora de la que nos sigue referenciando Medardo Vitier:
Volviendo a lo de las bibliotecas, se sabe que algunas familias las poseían; pero es punto de historia local (interna, no de peripecias ruidosas), y está por esclarecer y fijar la medida en que contribuyó a aquel nivel de cultura la inmigración dominicana. En Santiago, en Camagiiey, en Matanzas se avecindaron no pocos dominicanos distinguidos en la primera mitad del siglo, a causa de turbulencias políticas bien conocidas. Lo testifican todavía descendientes de los Lavastida, Pichardo, Campuzano, Heredia...

El autor citado, nos sigue proponiendo cuales pudieron haber sido aquellas sugerentes lecturas, contenidas en tantos volúmenes de sapiencia y cultura, que aquel jovencito llamado a disfrutar de los gozos del conocimiento más perdurable, pudo leer en el tranquilo silencio del scriptorium de la casa paterna de la antigua calle Contaduría:
De los clásicos espafioles no hay duda. No he podido saber que libros fuertes leyó Varona en Camagiiey, fuera de disciplinas literarias. Todo parece indicar que encontró alñí algunos y encargó otros a La Habana o al extranjero. No es mera curiosidad, ya que el dato iluminaría un momento de los más fecundos en la vida intelectual cubana…

Medardo Vitier apunta con igual signo a la incontrastable evidencia de conocimientos, que aquel joven pupilo bebió de fuentes tan prístinas como la de esa memoria y tradición vivas en la ciudad, trasunto de otros tiempos y otros nombres de hombres y mujeres, llamados ya en aquel minuto a las mayores consideraciones y a una obra de largueza y consagración:
Era Camagiiey, señora en la llanura, y de economía pecuaria y forestal, ciudad de tradiciones, en sus ferias, en el aliento católico de sus numerosos templos, en leyendas de la fundación española. Más las otras, esto es, las tradiciones específicamente cubanas, existían hacia 1850. De modo que de niño, por 1860, pudo el futuro pensador y patricio escuchar en las veladas del hogar el relato de heroicos episodios y enterarse de la acción civilizadora de El Lugareño, otro gran prócer camagüeyano, a la vez que aprendía de memoria los versos de la Avellaneda. Ella también, cuando a sus veintidos afios deja la arcaica ciudad, estaba sustancialmente formada, al menos en lecturas españolas y en el sesgo lírico de sus cantos.
Del joven Varona, que a los veinte años de edad deja el paterno lar, para hacerse y curtirse como voz de potente resonancias en la cultura de su época, nos deja Vitier una semblanza muy peculiar que ahora comparto al lector como atinado cierre para esta semblanza de hoy:
Camagiiey, deciamos... Pues bien, al viajero que visite por primera vez la ciudad, lo impresionan las vetustas torres de iglesias seculares. Cada templo guarda sus tradiciones. Hay calles tortuosas, plazas abandonadas, casonas coloniales, rincones silenciosos. Antaño la hombría de los coetáneos de Varona era proverbial y se ejemplifican, de una vez, en figuras como la de Ignacio Agramonte. La devoción católica era signo camagüeyano. Sin embargo, ni por el camino de la acción brava ni por el de la religiosidad se orientó nuestro hombre. Ni combatiente ni creyente. De su Camagiiey natal parece haber asimilado -eso si- la consistencia, esa voluntad de ser (más que de vivir), que hasta hoy comunica fisonomía a esa región de Cuba.

Sabemos poco de la operación que efectuan en nosotros las fuerzas del medio: las cósmicas y las sociales… El caso de Varona no es único. La reciedumbre de la región caló en otros compatriotas suyos preocupados por otra forma de servicio. Veremos como ni los vaivenes de la política ni el ambiente mundano de la capital, ni los reveses personales quiebran la hermosa solidez moral de don Enrique José. Ni combatió con las armas -aunque fue revolucionario- ni creyó en realidades extraterrenas. Modelo, custodio en sí, la imagen de lo humano que le fueron dibujando su ancestro hispánico, su medio natal, sus vastos estudios, los tipos de sociedad (cubana y universal) de su tiempo, y su individualidad peculiar. No se si habíia que buscar algo fuera de esos cinco factores. Cuando desapareció el viejo, fluía no ya de su espíritu sino de su misma figura toda blanca, la lección de serenidad más bella que ha recibido una generación cubana.




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Casa natal de Enrique José Varona,
 antes de las reformas que se le hicieron 
en la primera mitad del siglo XX. Foto año 1905.
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Foto actual.
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Wednesday, September 10, 2025

El Molné que conocí. (por Carlos A. Peón-Casas)


Tengo a mano la noticia del deceso del reconocido pintor camagüeyano Héctor Molné en Costa Rica, su tierra de adopción luego salir de su patria chica camagüeyana.


Mis referencias a su impronta pictórica se remontan al temprano visionaje de algunas de sus obras que recuerdo al visitar en mi época adolescente la parroquia de Nuevitas, donde en su salón parroquial colgaban algunos de aquellos sus cuadros colmados de referentes a la ciudad camagüeyana antológica por sus iglesias y las plazas.


Creo recordar otros cuadros suyos ubicados en algún otro sitio eclesial, y en especial uno muy valioso que en algún minuto mi memoria cree haber visto colgado en la humilde oficina rectoral del antiguo convento de la Merced que habitara el inolvidable Padre José (Pepe) Sarduy.

Esta obra recuerda a la 
que es mencionada en el texto
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Se trataba de una bellísima efigie de Cristo, un dibujo que esbozaba un minuto acaso de su Pasión destacando el rostro retocado con mano maestra con tonos de colores sobrios, y donde uno sentía al mirarlo una especial vibración magnética, o al menos a mi me lo parecía.

Esa maravilla pictórica la tuve también a la vista por un tiempo cuando laboré en el primer espacio que tuvo la Biblioteca Diocesana, ya en la Casa Diocesana de La Merced, y atendida entonces por el amigo fraterno Joaquín Estrada-Montalván.

Estaba colgada justo detrás de la mesa del bibliotecario, y era un punto focal que cualquier visitante tendría a su vista al acceder al local, o desde cualquiera fuera el sitio que se ocupara en aquella primitiva sala de lectura.

Allí perduró hasta que la biblioteca se mudó de espacio, a su nuevo destino actual con entrada por la calle Lope Recio.

La mudada de la biblioteca no incluyó aquel cuadro que fue retirado y llevada a no se que otro destino.

Por dos décadas a posteriori de aquel suceso no tuve otras noticias de aquel inolvidable “retrato “de nuestro Señor.

Al saber de la noticia de la definitiva partida pintor Molné, el recuerdo de aquel cuadro suyo fue la primera referencia que tuve a aquella especial cabeza de Cristo, pintada con la gracia de la fe que el propio artista profesaba, y que tanto admiré con reverencia en aquel primer scriptorium de tantos recuerdos y afectos.

Y créanme que haría muy feliz si alguna vez lo volviera a contemplar.

Radiografía del Catolicismo en Camagüey en 1944 (por Carlos A. Peón-Casas)

Iglesia de la Caridad
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Las notas que me sugieren este aparte, recogidas en una publicación de la época, constituyen en si mismas una importante revelación de los pormenores de las actividades religiosas católicas en la Diócesis de entonces.

Asi la describía el cronista:
El solar de tradiciones que es la ciudad de Camaguey demuestra de modo palpable, la pujanza cristiana que late en la entraña del pueblo cubano, que espera tan solo el impulso germinal que cuaje, en florecimiento, la vitaludad potencial que años de liberal indiferencia, de escepticismo y de apatía, han cubierto sin lograr, sin embargo, esterilizarla completamente.
Regida bajo los mandatos de su segundo obispo Mons. Enrique Pérez Serantes preconizado obispo en febrero de 1922, y; asumido su mandato en septiembre, ya había cosechado frutos de su temprana y sustanciosa labor misional. Así se nos lo recuerda en este texto tan revelador:
pastor celoso afanado por todas las ovejas de su rebaño, recorre día trás día, año tras año, las sabanas y los montes, las colonias y los potreros de su extensa Diócesis, buscando la perdida oveja para ingresarla al redil.
Para el año 1941, habia organizado el Congreso Eucarístico Diócesano, celebrado del 9 al 12 de Enero de aquel año y que se recuerda como el acto católico de más estupenda grandeza entre los celebrados en Cuba, logrando que toda la ciudad estuviese llena de Cristo y no faltando quien la llamara por ello la ciudad eucarística

Para entonces así lucía el inventario de las parroquias, iglesias, conventos y asociaciones religiosas:

Sagrario de la Catedral, La Soledad, La Caridad, El Cristo del Buen Viaje, Santa Ana, San José, La Merced, El Sagrado Corazón de Jesús (San Francisco), Nuestra Señora del Carmen, San Juan de Dios, San Lázaro, De la Mosca, Capilla de las Madres Reparadoras y de las Siervas de María, Asilos del Amparo de la Niñez (con su iglesia), Padre Valencia y San Juan Nepomuceno; colegios de los Padres Salesianos, Madres Teresianas (para niñas), y Madres Salesianas; asociaciones religiosas en la Catedral: Archicofradía del Santísimo, Cofradía de San Benito, Cofradía de San Cayetano, Cofradía de Lourdes, Conferencia de Sras. De San Vicente Paul; en La Merced: Archicofradía del Niño de Praga, Cofradía de la Semana Devota, Cofradía de San José, Guardia de Honor, Venerable Orden Tercera de Hombres y Mujeres del Carmen; en la Soledad: Hijas de María y Jueves Eucarístico; en el Sagrado Corazón; Pia Unión del Sagrado Corazón, Asociación de San José Esposo; Asociación de San José de Calasanz; Venerable Orden Tercera de los Dolores, y Confetencia de Caballeros de San Vicente; en La Caridad: Doctrina Cristiana, Hijas de María y San Vicente de Paul.

Entre los sacerdortes entonces en activo, y reseñados en este artículo, se contaba el presbítero Miguel Becerril Blázquez Cura Ecónomo de la Soledad Parroquia de Nuestra Señora de la Soledad. Su biografía era ya un testimonio de su empeñada labor sacerdotal:
Nació en la finca El Caimito barrio de Agramonte de la ciudad de Camaguey en el año 1906. Es doctor en Filiosofïa y Teología, habiéndose graduado en la Universidad Gregoriana de Roma y ordenado Sacerdote en 1928. Dijo su primera Misa en la iglesia de las Madres Reparadoras de Roma. Está al frente de la parroquia de la Soledad desde el año 1932 y dirige con entusiasmo y acierto las cofradías Jueves Eucarístico, Doctrina Cristiana y las Asociaciones Caballeros Católicos, Damas de Acción Católica, Federación de la Juventud Católica Cubana y los grupos María Auxiliadora, San Luis Gónzaga y Asociación de Hijas de María. El Dr. Becerril Blázquez es un joven sacerdote consagrado a su ministerio y de amplios horizontes en la carrerra eclesiástica.

Otro sacerdote bien recordado lo fue el padre Juan de la Cruz,
natural de Salamanca, donde nació en 1888. Se ordenó en 1912 y vino a Cuba en 1922. Desde el año 1939 se encuentra en Camagúey habiendo desempeñado la superioridad de la Orden de Carmelitas Descalzos, de la Iglesia de Nuestra Señora de Nuestra Señora de las Mercedes. Destacaba entonces en la parroquia de La Caridad como párroco, el padre Francisco Erdei S.S. natural de Hungría que lleva 15 años de ejercer su sagrado ministerio en Cuba habiendo sido ordenado sacerdote por Monseñor Jorge Caruana, Delegado Apostólico de S.S. en Cuba. El Padre Francisco está actualmente construyendo la torre de la iglesia  de La Caridad con la cooperación del vecindario.

En la parroquia de Santa Ana servía entonces según se nos sigue narrando, el distinguido y culto Presbítero D. Francisco Domínguez González es originario de Orense y se ordenó sacerdote en 1924 en la Catedral de Camagüey por el Excelentísimo Señor Obispo Monseñor Pérez Serantes y dijo su primera Misa el 25 de diciembre del citado año. Fue diácono profesor del Seminario de Orense, desde el 25 de enero de 1925 coadjutor de Nuevitas, coadjutor de Morón en 1926, cura interino de Florida en ese mismo año, y el 27 de junio de 1927 fue nombrado párroco de la iglesia de Santa Ana. El 1ero de septiembre de 1933 fue nombrado párroco de Santa Cruz del Sur, y desde el 1936 volvió a hacerse cargo de la parroquia de Santa Ana, por segunda vez. Mantiene y dirige las congregaciones Unión de Caballeros Católicos número 78, Damas de Acción Católica, Juventud de Acción Católica, masculina y la femenina, Asociación de Catecismo y del Santísimo Sacramento. El padre Dominguez y González es un consagrado fervoroso de su santo ministerio, y su vida ejemplar dotada de plenas virtudes, es muy admirada. 


Otra referencia del cronista, era para el Pbro. Ignacio Hualde Azcárate, párroco de Santa Cruz en ese minuto.

Natural de Sagua la Grande en 1911, quien cursó sus estudios primarios en España, y luego era ordenado sacerdote en Roma en1936. Cantó su misa solemne en la Catedral de Camagüey el 25 de octubre de ese año. Desde 1938 asumía la parroquia de Santa Cruz.

Wednesday, September 3, 2025

La Virgen Peregrina en Camagüey en el año 1951 (por Carlos A. Peón-Casas)

Foto/Archivo Blog Gaspar, El Lugareño (by Nicolás Peón)
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Foto/El Camagüeyano, 30 de agosto de 1951
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La Virgen Peregrina en Camagüey


por Carlos A. Peón-Casas
(Texto presentado en el VI Encuentro Nacional de Historia,
 Iglesia Católica y Nacionalidad Cubana,Camagüey, Junio 2011)

La imagen de la Virgen Peregrina que ingresó a la por entonces diócesis de Camagüey(1), llegaba revestida del cariño inmenso y la devoción sincera que le fuera tributada en todo su largo recorrido por la antigua provincia de Oriente. Es relevante recalcar que la sagrada efigie, no era la original del Cobre, sino la que por más de doscientos años se encontrara en la Iglesia de Santo Tomás en la ciudad de Santiago de Cuba, y ante la cual se cuenta que el Titán de Bronce, Antonio de la Caridad Maceo, se arrodillara antes de lanzarse a la lucha independentista(2).

La llegada a estas tierras del legendario Camagüey, luego de cruzar el río Jobabo, límite más oriental de la entonces diócesis y provincia de Camagüey, ocurría el 20 de agosto de 1951, en el entonces bien reconocido poblado ganadero de Guáimaro(3) . Allí la esperaba, para darle la bienvenida, el Sr. Obispo Diocesano Carlos Riu Anglés, quien recibía la santa imagen de manos de Mons. Enrique Pérez Serantes, Arzobispo de Santiago Cuba. La imagen peregrina de Nuestra Señora de la Caridad, permanecería en suelo de la entonces extensa `provincia camagüeyana, hasta el 10 de octubre (4) , fecha en que el propio obispo de Camagüey, se la traspasaba en amoroso gesto al de Cienfuegos, para continuar el recorrido por la parte central del país.

La localidad guaimarense, fue la “puerta histórica”(5) por la que la Virgen Peregrina se adentraba en suelo del Camagüey, allí, junto a los obispos, las autoridades públicas, los Veteranos y las asociaciones piadosas, cuatro mil vecinos, se sumaron a la bienvenida que tenía lugar justo en el histórico sitio en que fuera rubricada la gloriosa Constitución de Guáimaro el 10 de abril de 1869.

A partir de ese momento, la imagen de Nuestra Señora, hizo entonces un recorrido hacia el noreste, visitando el cercano poblado de Palo Seco; para entonces inclinar su recorrido hacia el poblado de Hatuey(6) más hacia el oeste. El movimiento siguiente implicó retroceder por la Carretera Central, otra vez con rumbo este, hasta tocar los poblados de Sibanicú, Cascorro y Martí.

Desde esta localidad, la imagen viajera se dirigió al Sur de la entonces provincia, con ese derrotero se haría presente en siete poblados de la zona, con una importante presencia de personas de extracción muy humilde, en su mayoría católicos y marcados a fuego por la innegable devoción a la Virgen de la Caridad, que siempre ha sido un signo revelador de nuestras más hondas idiosincrasias.

El primer pueblo visitado en este periplo sureño fue el del central Elia (hoy Colombia) (7), a su llegada se produjo un muy peculiar homenaje (8) protagonizado por el gremio de choferes de la localidad. La imagen de la Virgen fue cargada en procesión por un grupo numeroso de aquellos hasta alcanzar el parque del entonces poblado azucarero, allí un chofer en representación de todo el gremio, le dio la bienvenida a la santa imagen.

Saliendo de allí con igual rumbo, la imagen de la Virgen, que entre pueblo y pueblo solía ir acompañada de de automóviles, motocicletas, bicicletas y hasta caballería, alcanzó el entonces muy próspero Central Francisco (Francisco Sugar Co, hoy Amancio Rodríguez) (9), cuya producción se embarcaba por el cercano puerto de Guayabal, que contaría como la siguiente parada de la peregrinación por la costa sur de la entonces provincia de Camagüey. De Guayabal la comitiva tomaría los caminos de la mar, y la Virgen se haría nuevamente marinera, hasta desembarcar felizmente en el puerto del central Macareño (hoy Haití), muy cercano al poblado pesquero de Santa Cruz del Sur (10). Dos sabrosas anécdotas, sucedieron en la visita a aquel poblado, una vez desvastado por la crudeza del aquel trágico ciclón de 1932, y ya por entonces otra vez próspero, gracias al denuedo de sus pobladores. La primera alude a unos pescadores que prefirieron seguir faenando, en lugar de sumarse al cortejo de bienvenida de la santa imagen marinera, y cuya anécdota transcribimos por parecernos de una actualidad y una ejemplaridad muy actuales:
“No todos tenían en Santa Cruz la voluntad bien dispuesta para homenaje a la Virgen Peregrina. Cuando los pescadores aprestaban sus ligeras embarcaciones para salirle al encuentro en alta mar, algunos socios los miraban con semblante duro, con frase dura ¡La Caridad no nos va a dar de comer!...
Y se hicieron a la mar con rumbo distinto, en dos lanchas pesqueras. Ya solos en los caminos de las aguas, entre las aristas de los cayos, se movió una tempestad. Y fatalmente se les paralizaron los motores. Las lanchas danzaban al capricho loco y furioso de las olas. Y los motores se negaban tercamente a arrancar. ¿Fatalmente? No lo pensaron ellos así en aquel bailoteo de la muerte, con riesgo inminente de volcarse en las aguas insondables o de estrellarse contra uno de los innumerables arrecifes; y atribuyeron su desgracia a castigo de su pecado contra la Virgen de La Caridad. Y prometieron:
—Virgen de la Caridad: si nos sacas de este apuro, te prometemos ir de inmediato a unirnos a nuestros compañeros, para recibirte con ellos. Y además confesaremos públicamente nuestro pecado y tu beneficio.
Emitir su voto y sonar el estampido salvador de los motores en acción fue todo en uno. Y enfilaron alegremente proa hacia aquella otra parcela de la mar por donde venía la Virgen (…) (11)
La otra anécdota tenía lugar el día de la partida, que saldría por ferrocarril del poblado, y da cuenta de un suceso insólito cuando el jefe encargado de la estación quiso “cobrar” el servicio de traslado de la sagrada imagen, como si aquella fuera una carga cualquiera, la indignación popular, y el gesto magnífico del jefe interventor del tren zanjaron el asunto, cuando aquel último “se negó a que mediara pago de ninguna clase, y dijo que Virgen iría allí bajo su responsabilidad” (12)

La próxima parada sería el central Santa Marta (hoy Cándido González) (13), de allí seguiría viaje hasta otro poblado azucarero: Vertientes(14), donde la recibirían el día 27 de agosto, un nutrido grupo de sus pobladores, encabezados por la figura entrañable del que andando el tiempo sería nuestro primer arzobispo, el entonces P. Adolfo Rodríguez Herrera, a quien la crónica citada califica de “dinámico y devoto”, y quien fungía ya de párroco, en el floreciente poblado cañero y arrocero, que tanto le debió además a su celo de pastor de almas, pero igualmente a su dedicada labor de promoción social y educativa.

De Vertientes la imagen enrumbaría luego hacia a la ciudad de Camagüey(15) .El hecho acaecía el 30 de agosto de 1951. Para los católicos(16) camagüeyanos y para el pueblo sencillo de poca práctica religiosa, pero devoto de la Virgen, el suceso no pasaría desapercibido. Entre ambos grupos se lograba una gran cifra muy significativa del total poblacional, y muy pocos quedarían indiferentes ante tan singular visita de la Madre de los cubanos. La apoteosis del recibimiento lo confirmaría, aquella cálida noche de jueves, cuando más de ochenta mil personas(17) acudieron junto al obispo diocesano: Carlos Riu Anglés, el clero y las autoridades civiles, a darle la bienvenida.

La gran repercusión de la visita se hacía notar de manera efectiva en la prensa plana de la ciudad. El propio día 30, el diario local El Camagüeyano, en su edición matutina ,incluía una nota informativa, donde ya quedaba esbozado el programa de recibimiento a la venerada imagen de la Madre de la Caridad. Que sucedería esa propia noche, así lo recogía la primera plana del importante periódico de la ciudad:
“Esta noche a las 8 p.m. en el Casino Campestre se reunirá todo Camagüeypara recibir la Imagen de la Santísima Virgen de la Caridad que salió del Cobre el pasado 20 de mayo y recorre toda la Isla bendiciendo al pueblo cubano.

Desde el Casino, procesionalmente, por las calles Independencia, Martí y Cisneros llegará a la Catedral donde será reconocida Huésped de Honor de la ciudad y se le entregaran las llaves simbólicas de Camagüey.” (18)
En el mismo diario y también en primera plana, se incluían además dos especiales invitaciones para el acto de recibimiento, uno firmado por el Obispo de Camagüey, Mons. Carlos Riu Anglés, bajo el título de Exhortación al pueblo católico, y otra a nombre de los Caballeros de Colón y su Consejo de Santa María. En el exhorto invitatorio del obispo leemos:
“Con el fin de contribuir al mayor esplendor del recibimiento de la venerada imagen de la Virgen de la Caridad que llegará a Camagüey hoy jueves a las 8 p.m según anunciamos oportunamente, rogamos y exhortamos a los vecinos y familias por cuyas calles ha de pasar el religioso cortejo, a que iluminen y adornen sus fachadas, especialmente durante el tránsito de de la santa imagen. Asimismo exhortamos a los que dispongan de autos, salgan a recibirla a la carretera de Vertientes y a la Central como lo han hecho millares de devotos en las distintas ciudades y pueblos que ha visitado(…) (19)
El acto de recibimiento, como ya acotábamos movilizó a la ciudad casi en pleno esa noche hacia el Casino Campestre, el parque arbolado de mayores dimensiones de la ciudad, y el segundo de tal condición al interior de la República, y a lo largo de las calles que conducían de aquel, a la Catedral, donde la imagen halló cobijo. Allí era recibida formalmente por el obispo diocesano, el clero y por la autoridades civiles en la persona del alcalde, el periódico El Camagüeyano reseñaba así el suceso:
“Un recibimiento apoteósico tributó anoche el pueblo camagüeyano, con palpables demostraciones de fervor católico a la Virgen de la Caridad del Cobre, a su arribo a esta ciudad en el recorrido triunfal que viene realizando por toda la República. Más de ochenta mil personas se congregaron en el Casino Campestre y en las calles que recorrió la imagen hasta la llegada a la Iglesia Catedral…” (20)
La bendita imagen permanecería en la ciudad hasta el día 9 de septiembre. Y a pesar de los casi diez días efectivos de visita, el programa(21) de su estadía lucía muy apretado desde el mismo comienzo, pues recorrería en ese breve lapso no sólo las parroquias y capillas de la ciudad, sino igualmente los colegios católicos, y hasta se haría presente en los barrios más alejados del centro citadino como los de Florat, Garrido, Versalles y La Mosca.

El viernes 31 de Agosto a las 6 de la mañana, se llevaba a cabo un acto piadoso de hermosísimo signo que sería repetido cada día subsiguiente de su estadía en la ciudad agramontina: el Rosario de la Aurora, con un recorrido que aquel día principió en la Iglesia Catedral y llegó hasta la capilla de San Juan de Dios, para regresar luego al sitio de origen. Acto seguido se oficiaba una Misa de Comunión en la Catedral presidida por el obispo diocesano.

A las 10 A.M. de aquella mañana del 31 de agosto, se producían las visitas “oficiales” de la santa imagen a distintas instituciones públicas de la ciudad que incluyeron el Centro Territorial de Veteranos (22) ; el Vivac municipal, donde una multitud de detenidos en espera de juicio, así como sus cuidadores le prodigaron sus respetos, y el Cuartel de Bomberos(23) donde recibió igualmente el saludo de la dotación de esforzados bomberos junto a su carros de labor. La última visita fue al Ayuntamiento Municipal, donde le entregaron en amoroso gesto, las Llaves de la Ciudad, y la declaraban Huésped de Honor de la Ciudad de Camagüey y de su término municipal. Ya esa misma institución ante el reclamo popular había instituido el 8 de septiembre Día Festivo, luego de aprobar la moción presentada por el concejal Carlos Recio Domínguez. En el acto usó de la palabra el abogado Manuel Betancourt Rodríguez (24). Luego de terminada la sesión solemne, la santa imagen regresaba a la Iglesia Catedral, que permaneció abierta el resto del día.

Ya en la tarde se verificaba una Hora Santa y Eucaristía Mariana predicada por el P. Manuel Oroquieta O.F.M, y casi con la puesta del sol, se verificaba una procesión a la cercana Iglesia del Santo Cristo, a lo largo de la calle homónima. Ya entrada la noche de aquel ajetreado día, la imagen de la Madre de la Caridad era llevada de vuelta a la Iglesia Catedral.

Los días subsiguientes estarían marcados por idéntico signo misionero y peregrino. Incluyendo en sus periplos las parroquias de Santa Ana, San José y La Soledad, y las visitas al Hospital General, el de Maternidad, y a la Cárcel local. En la tarde del día 6 de septiembre la sagrada imagen fue entregada a los fieles de la Parroquia de la Caridad en la plazoleta del Instituto de Segunda Enseñanza, al cruzar el río Hatibonico. Ya en los predios del Santuario local, la Virgen Peregrina visitaba distintas lugares del extenso barrio homónimo, incluyendo el Colegio de Artes y Oficios de tanta feliz memoria, regentado por los PP. Salesianos, el Sanatorio de la Colonia Española, clínica mutualista de gran arraigo en la ciudad de la época, la Capilla de las Siervas de María(25) .la de San Vicente de Paúl, y la Capilla de la Inmaculada, ubicadas en las barriadas de Garrido y La Mosca respectivamente.

El sábado 8 se verificaba en la Plaza de la Caridad, y frente al atrio de la iglesia la Fiesta Patronal, que ya venía acompañada y precedida por la siempre tradicional Feria de la Caridad(26), tan proverbial en la memoria del imaginario popular, y que se remonta a los albores de la devoción a la Patrona de Cuba en el Puerto Príncipe decimonónico. La celebración eucarística tenía lugar aquel sábado a las 4.P.M El domingo 9 se verificaba una Misa Solemne de Despedida a la imagen de la amada Virgen del Cobre en la Iglesia Catedral, de donde salía de la ciudad rumbo a Nuevitas, hacia al cercano poblado de Altagracia, primera parada de ese itinerario hacia la costa noreste de Camagüey.

En dicho recorrido la santa imagen pasaría por los poblados de Minas, el de los centrales Senado(27) y Lugareño(28), así como por Redención y San Miguel de Nuevitas, entre uno y otro sitio, se hizo igualmente presente en los asentamientos de Las Piedras, la Colonia Vigil(29) y el Paradero de Lugareño. Una nutrida caballería camagüeyana(30), émula de aquella que fuera legendaria bajo el mando del adalid Ignacio Agramonte, escoltaron con reverencia a la Virgen de uno a otro de aquellos lugares.

Ya en Nuevitas, el pueblo acompañó a la Madre en procesión por más de dos horas visitando las ocho capillas activas que se distribuían por todo el entorno de la localidad. Con agradecido gesto, el pueblo nuevitero le tributó a la Patrona de Cuba una bella carroza(31), dotada de una potente batería eléctrica, de aquel momento en adelante se convertiría en el trono móvil de nuestra Señora de la Caridad, para el resto del recorrido. Otro detalle singular de la visita a Nuevitas lo sería el hecho de que por primera vez en la peregrinación, se oficiara una Misa en el Cuartel de la Guardia Rural(32). El hecho sirvió como feliz precedente para el resto del recorrido por la geografía nacional.

De Nuevitas la caravana mariana partió otra vez por medio del ferrocarril para recorrer la extensa zona norte del Camagüey legendario. El extenso periplo incluyó las localidades de Lombillo, Imías y el Central Jaronú(33), incluyendo tras localidades menores como Jiquí, Donato y Esmeralda(34).

Luego de tres noches y sus días de interminable andadura, el día 19 de septiembre la comitiva se enrumbó otra vez por la carretera central para alcanzar el poblado de Florida. De allí visitó el central del mismo nombre(35), y los de Agramonte y Céspedes(36). Se verificó por tal zona un extenso recorrido campestre de seis horas alcanzando las colonias cañeras anexas a dichas fábricas de azúcar.

Y para sumar más detalles singulares en el periplo camagüeyano, una muy sui generis comitiva formada por 150 ciclistas acompañó a la Virgen hasta el central Estrella(37). De allí seguida por una procesión de máquinas, la comitiva se desplazó hasta el poblado de Piedrecitas, el último jalón del recorrido que reseñamos, antes de alcanzar el poblado de Gaspar, hoy día parte del territorio de la hermana diócesis de Ciego de Ávila(38), donde llegaba a las once de la noche de aquel mismo día.

Las extensas sabanas del Camagüey siempre legendario, seguirían acogiendo la bendita presencia de nuestra Patrona, más allá de su fronteras locales, escoltada por el amor y la devoción siempre explícitas en cada rincón de la geografía cubana por donde se hizo presente en aquel periplo inolvidable. De aquellas jornadas queda todavía un eco, que a pesar del tiempo transcurrido, es como el “rumor de fondo” de la misma fe de nuestros mayores, presencia indeleble en los corazones de todos los cubanos en este aquí y ahora.


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  1.  Toda la información que recoge el presente trabajo se inspira en las notas del P. Manuel Oroquieta sobre el recorrido de la Virgen por Camagüey aparecida como crónica en el Semanario Católico. Sept- octubre de 1952. Nuestro trabajo se ciñe al recorrido de la Virgen Peregrina por el área que hoy comprende a la actual provincia de Camagüey. Es oportuno señalar que de los sesenta y seis pueblos y poblados que recorrería la peregrinación por suelo de la entonces extensa Diócesis y provincia de Camagüey, veintitrés de ellos corresponderían a centrales azucareros todos por entonces en activo, y extendidos por toda la geografía camagüeyana de entonces, de norte a sur y de este a oeste como claros exponentes de la valía de la por entonces primera industria cubana.
  2. "Anecdotario de la Virgen de la Caridad"en Semanario Católico. Año XLII. Mayo 4-11 de 1952. Número 1201-1203. p.46. Se aclara de paso en dicho artículo lo atinado de usar esa imagen de la Virgen y no la del Santuario del Cobre, en previsión de no dejar aquel sagrado recinto sin su presencia por más de un año.
  3. Enciclopedia Popular Cubana. Luis Bustamante. Tomo II. p 244. El poblado se ubica a 78 kms de la ciudad de Camagüey, y a 650 kms de La Habana. En 1791 fue rígida una iglesia bajo la advocación de Nuestra Señora de la Concepción a cuyo alrededor comenzó a fundarse la población. Hasta 1879 fue partido de la jurisdicción de Puerto Príncipe. En 1923, se constituyó Ayuntamiento.
  4. La imagen estuvo en el actual territorio provincial hasta el 19 de septiembre luego de visitar el poblado de Piedrecitas, y seguir rumbo al de Gaspar.
  5. Así lo calificaba la prensa nacional. Semanario Católico. Sept- octubre de 1952.
  6. Se trata de un pequeño poblado ubicado en la línea del Ferrocarril Central, a 48 kms de la ciudad de Camagüey y a 592 de La Habana. Se comunica por carretera con el poblado de Sibanicú. Fue fundado en el año 1904.
  7. Enciclopedia Popular Cubana. Luis Bustamante. Tomo II. p.67. El entonces poblado de Elia albergaba al central del mismo nombre, fundado en el año 1915.
  8. Semanario Católico. Sept- octubre de 1952. p.62
  9. Ibíd. Enciclopedia Popular Cubana. Luis Bustamante. Tomo II. p. 171. Tenía el Francisco capacidad para moler 575 mil arrobas cada 24 horas.
  10. En Santa Cruz del Sur, 25 embarcaciones escoltaron el barco en que llegaba la Virgen. En Boletín Diocesano de Camagüey. 20 de septiembre del 2006. En alusión a la crónica del P. Manuel Oroquieta, Capellán oficial de la Peregrinación aparecida en el Semanario Católico .op.cit.
  11. Semanario Católico. Sept- octubre de 1952. p.63
  12. Ibíd. p.64
  13. Enciclopedia Popular Cubana. Luis Bustamante T.II y III pp 551 y 429-30 respectivamente. El central Macareño data del año 1920 con capacidad para moler 235.00 arrobas de caña cada veinticuatro horas. La distancia al subpuerto de Manopla, que fuera la zona de embarque de su producción, en el poblado de Santa Cruz es de cuatro kilómetros. Por su parte el central Santa Marta data del año 1926 y su capacidad de molienda ascendía a 300.000 arrobas en un período de 24 horas. Se ubica a 12 kms del puerto de Santa Cruz. Era propiedad de la familia García-Menocal.
  14. Ibíd. T-III. P 651. Regentado por la Compañía Azucarera Vertientes, tenía una capacidad de molida de 775.00 arrobas de caña cada 24 horas. Fue construido en el año 1921.Ubicado sobre el kilometro 33 del ramal ferroviario de Camagüey a Santa Cruz del Sur. En el año 1930 su producción ascendió a 830.320 sacos de azúcar. En tal época llegó a ser el más grande de Cuba.
  15. La colonial ciudad principeña tenía por aquel año de 1951 unos 200.000 mil habitantes (el censo de 1943 había contabilizado 155.827, en Censo del año 1943. P. Fernández y Cía. p.813) En cuanto a la movilidad, 52 trenes pasaban por su estación diariamente, y dos docenas de aviones surcaban el espacio aéreo, al ser la ciudad un importante nudo de enlace aéreo entre la costa este de Estados Unidos y Suramérica. (En Tierra Prócer. Flora Basulto de Montoya. p. 178).
  16. La preeminencia de fieles católicos en la ciudad de Camagüey se hacia palpable con la existencia de catorce templos, así como otras capillas ubicadas en numerosos colegios católicos. En el survey nacional sobre el sentimiento religioso, que llevaría a cabo la Agrupación Católica Universitaria (ACU) en 1954, los camagüeyanos se declararían católicos en un abrumador 81.2 %, y sólo un 14 % se clasificaban como indiferentes. En Encuesta Nacional sobre Sentimiento Religioso del Pueblo de Cuba. Habana. Enero de 1954
  17. El Camagüeyano. Viernes 31 de agosto de 1951. Gran lucimiento tuvo el acto celebrativo. La cifra que para la época resultaría muy alta para la poblocacion de la epoca en la ciudad de Camagüey. Está confirmada por dos fuentes independientes: la crónica ya citad del P. Oroquieta en el Semanario Católico y el propio diario local “El Camagüeyano” ya citado, que la ubican alrededor de  las 100.000 personas.
  18. Ibid. Jueves 30 de agosto. Llega esta noche la Virgen de la Caridad.
  19. Ibid. Exhortación al pueblo católico.
  20. Ibíd. Viernes 31 de Agosto. Gran lucimiento tuvo el acto celebrado
  21. Es justo señalar que el diario local El Camagüeyano, publicó cada día el programa detallado del recorrido de las santa imagen por la ciudad
  22. En este sitio el sentimiento generalizado de aquellos Veteranos tuvo que ver con el anhelo ya esbozado antes en Guáimaro, de que la Virgen de la Caridad fuera declarada por el estado como Patrona Celestial de la Nación, y que el 8 de septiembre fuera constituido fiesta nacional.
  23. El suceso que ocurría por vez primera en Camagüey se repetiría puntualmente en todas las ciudades subsiguientes del recorrido. El camión de los bomberos de cada lugar visitado empezó a formar parte, en primera instancia, de la la caravana que acompañaba a la carroza de la Virgen. (En Boletín Diocesano de Camagüey. op.cit)
  24. El Camagüeyano. Jueves 30 de agosto.
  25. La bella capilla y la casa anexa lastimosamente no fungen hoy día como tal, pues la primera fue convertida en una improvisada sala de deportes, y la segunda en una escuela especial, luego que ambos edificios fueran confiscados en 1961. 
  26. La celebrada Feria de la Caridad entra en el imaginario literario de la nación a partir de la novela “Una Feria de la Caridad de 183…”del autor principeño J. Ramón Betancourt
  27. Fundado en 1892 con capacidad para moler 480.000 arrobas de caña cada 24 horas.( En Enciclopedia Popular Cubana. Tomo III p.460).En el recibimiento a la Virgen según apunta el P. Oroquieta en la crónica de la Peregrinación, Se producía una “solemnísima recepción de la Imagen en la iglesia, con la Banda de Nuevitas…y un coro mixto..” (En Boletín Diocesano de Camagüey.op cit.
  28. Fundado en 1891.Su capacidad de molida era de 400.000 arrobas. El poblado cabecera se localiza muy cerca del central.
  29. La crónica que se inspira en las notas que el P. Oroquieta hiciera durante todo el recorrido, alude a este sitio como un modelo en lo social y en lo religioso, por la ejemplar labor catequética y de promoción humana de sus dueños. Fundadas en un área de pre-eminencia protestante, para entonces eran pobladas mayoritariamente por católicos En Semanario Católico. Sept- octubre de 1952. p.67
  30. Boletín Diocesano de Camagüey.op.cit
  31. Ibíd.
  32. En Semanario Católico. Sept- octubre de 1952. p.67
  33. En el que fuera en su momento el central más grande del mundo, se dieron cita más de mil personas para acompañar a la Virgen en un recorrido de tres kilómetros desde la estación hasta la iglesia. El central fue fundado en 1921 con capacidad para moler un millón de arrobas de caña en 24 horas. En Enciclopedia Popular,op.cit p.427
  34. De aquel poblado se alcanzarían de inmediato los centrales Cunagua, Velasco y Violeta ya en el actual territorio de Ciego de Ávila La comitiva re-entraría nuevamente a la actual provincia camagüeyana al visitar las localidades de Piedrecitas y Florida.
  35. Fundado en 1915, su capacidad de molida era de 300.000 arrobas en 24 horas.
  36. Fundados en 1915
  37. Fundado en 1918, pertenecía a la compañía Vertientes-Camagüey Sugar Company
  38. Nuestra reseña cierra en este punto, y el relato hasta aquí esbozado encontrará feliz continuidad en el que aluda el recorrido de la Virgen por la actual Diócesis de Ciego de Avila, justamente a partir del ya citado poblado de Gaspar.
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Gaspar, El Lugareño Headline Animator

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