Showing posts with label Ernest Heminway. Show all posts
Showing posts with label Ernest Heminway. Show all posts

Wednesday, November 29, 2023

Un almuerzo con Hemingway. (por Carlos A. Peón-Casas)



Howard Berk(1) era en 1952 un ex soldado con sueños y afanes de ser escritor. De paso por La Habana, y según narra en First Person: My Lunch with Hemingway(2), en viaje de negocios como vendedor de cuberterías de plata, tuvo la suerte de encontrarse al que consideraba su ídolo literario: el ya famoso Ernest Hemingway. En sus pretensiones de escritor en ciernes, y presumiendo que la oportunidad era única, ni corto ni perezoso le puso determinación.

El contacto con Papa se lo proporcionó un amigo común, Roberto Herrera, quien conocedor de su interés, le propició la cercanía, nada más y nada menos que el 21 de Juio de aquel año, el mismo del cumpleaños de Papa, en no otro que aquel mítico espacio del Bar Floridita.

En la calle Obispo, había ambiente de fiesta. El trío de ocasión animaba el ambiente del bar ya concurrido de la clientela que venía a “tomar su mañana”. De pronto, ya instalados, el chef Nico, presentaba al homenajeado y su compañía un sabroso entrante de masas de cerdo frita y frituras de maíz. Los músicos al unísono entonaron el felicidades de ocasión animando el jolgorio mañanero para el maestro Hemingway.

Menudearon los aplausos, y Hemingway saludó a la concurrencia y agradeció el gesto con tolerancia inusitada, que el propio cronista reseñara luego como sorprendente, conocedor del carácter reservado del escritor, al invitar a los concurrentes de las mesas cercanas a sumarse a la celebración cumpleañera.

En aquel minuto Hemingway compartía igualmente una agradable primicia: el contrato para su nuevo libro: “Across the River and into the trees”. Herrera Sotolongo, según recuerda el escribidor en su artículo para el National Geographic, le felicitaba por la doble celebración: “Magnífico regalo de cumpleaños, Papa” Hemingway le correspondería en su español singular: “Gracias Paco”. El cronista celebraría su cumpleaños al día siguiente, Herrera creyendo era el mismo día que Papa, le hacía saber en su presentación, Berk se excusaba con amabilidad, pero Hemingway insistía: Happy Birthday Paco, llamando a Howard con el apodo de Herrera.

Lo que siguió fue una apoteosis de singularidad literaria. Howard, el cronista al escuchar la noticia sobre la novela de Hemingway recién contratada por sus editores, le preguntó a Papa si había escuchado bien:
- “Ud dijo Across the River..” Papa le confirmó:

- Es correcto. Ese es el título. Con una pequeña ayuda de Stonewall.

- Across the River and Into the Trees?

Hemingway me espetó extrañado:

- ¿Lo conoces?

-Bueno así es, señor. Esas fueron las palabras del moribundo Stonewall Jackson. Crucemos el río y descansemos a la sombra de los arboles.

Lo que dije sonó tan personal para Hemingway que me dijo muy animado:

- ¿Cómo demonios sabes eso?

-Douglas Southall Freeman, señor… traje los tres volumenes a Cuba conmigo.

-No me digas. Libros muy pesados

- Así es señor

- Bueno, no me impresionas hijo, yo también los leí.

Era sin dudas una nueva intimidad. Compartimos su famosa mueca.
Lo que siguió, en la voz peculiar de Papa le sonó a gloria a Howard el nobel émulo de fama creativa: “Saben que, nos vamos a almorzar a Finca Vigía."

Al salir todos los ojos los seguían con atención, muchos no dejaban de preguntar quien era aquel muchacho agraciado por una invitación tan seria de parte del escritor.

Subieron al Buick Roadmaster de Papa conducido por Juan que esperaba por Obispo. Roberto y el invitado en el asiento trasero. Juan al timón, y a su lado un flamante Papa con su habitual vaso enorme, lleno de un helado Daiquirí, que paladeaba sin recato tan pronto el auto se ponía en movimiento.

Lo que nos narra el cronista de la llegada a la Finca es digno de mención en sus propias palabras que comparto desde el original:
Delante de nosotros estaba la casa -Finca Vigia- y justo más allá una sutil construcción como un faro, que Roberto me había dicho el escritor usaba algunas veces como segunda oficina. Juan hizo una aproximación al frente de la casa y dijo sus primeras y últimas palabras: “Estamos aquí”. Hemingway hurgó en sus bolsillos y exclamó: Donde diablos están las llaves? Toco el timbre. Y luego lo hizo dos veces más. Mary Welsh Hemingway nos recibió con una postura decidida. Tenía el cabello crespo y corto, facciones firmes, y una actitud suficiente. Era la cuarta esposa, y Roberto que sabía muchas cosas, me había dicho que era la menos domesticada de todas. Siguió un curioso silencio. Marido y mujer parecían medirse el uno al otro. Yo tenía la sensación de que ella estaba molesta y que él trataba de explicar lo que había hecho. El momento se hizo más agudo cuanddo Hemigway, intentando salvar la situación dijo: Traje a los muchachos para almorzar… La próxima vez que traigas a tus compinches a almorzar me avisas antes… Lo interesante acerca de aquel diálogo fue que las palabras escalaron a los extremos más extremos.

Pero la pareja aunque intercambiaban invectivas mantuvo una civilidad a toda prueba mientras se conducían a sus respectivos sitios. Hemingway mostró sus sitios a los invitados, Mary ocupó el suyo sin prestarnos atención a mi ni a Roberto. Por nuestra parte, agachamos las cabezas, y no fuimos parte de las hostilidades.

La descripción que sigue es también notoria por los detalles de aquel encuentro tan singular:
El almuerzo fue servido por dos damas que entraban y salían de la cocina portando los decantadores de vino, hogazas de pan y ensaladeras. Durante un respiro, Roberto tentativamente entró al ruedo sosteniendo su copa, pero sin alzar mucho, para evitar la presunción de una incursión extraña, y acotó a sotto voce: Me recuerda los Jumilla.

-Uno de los mejores de España, redondeó Hemingway. Mrs Mary quien al momento solo bebía agua añadió: A mi me sabe a orine”. A pesar de su exuberante descripción yo comencé a disfrutar la comida. Hemingway comentó por su parte:

- Tú no sabes lo bueno que es un vino hasta que no te bañes en él. Como con el piss.

Aquí brindo con el orine, dijo Roberto, y Hemingway se sintió divertido con el aporte, porque Mrs hemingway no oyó la frase, y no le hubiera hecho mucha gracia si la hubiera escuchado… Hemingway volvió a servirnos, y respiramos aliviados. Convulsivamente y tras las servilletas, Roberto y yo intentábamos contenernos. Habíamos salidos parcialmente liberados, y la Sra Hemingway nos fulminó con su mirada.
Howard tuvo aquel día tuvo su minuto de gloria junto al Maestro: un día recordaría aquella frase inmortal que le escuchara sobre el arte de escribir, aquel día en aquella mítica jornada: “No hay nada al respecto. Solo siéntate en la maquina de escribir y sangra”


Luego de aquella ocasión coincidiría un par de veces más con Hemingway en los ambientes habaneros de la época: una vez en una fiesta privada festonada con luces de colores, y otra en el Floridita para decirle adiós. Volvería a Cuba luego ya de luna de miel pero no encontró al escritor que entonces hacía su segundo safari africano. Tampoco a Roberto, quien por entonces estaba por Brasil.




--------------------
1. Howard Berk (22 de Julio de 1924, Brookline, Massachusetts) fue un Escritor Distinguido en Residencia en la Universidad de Georgia. Sus créditos incluyen 13 filmes, docenas de episodios de TV, incluyendo Misión Imposible y Colombo, y cuatro novelas. Falleció en 2016 en los Angeles, California.

2. "First Person: My Lunch with Hemingway". By Howard Berk, For National Geographic. Published July 22, 2013.

Wednesday, October 4, 2023

Martha Gellhorn en Finca Vigía. (por Carlos A. Peón-Casas)


La relación sentimental de Hemingway, con la que sería su tercera esposa, la también periodista y escritora Martha Gellhorn, ha sido trabaja con gran intensidad por muchos de los mejores connosieurs de la biografía hemingwayana.

Una reciente incursión por uno de esos admirables estudios: The Hemingway Women de una voz tan bien autorizada en el tema como la de la norteamericana Bernice Kert, nos permite esta proximidad a la presencia cubana de Martha durante su breve matrimonio con Papa en su casa de Finca Vigía.

La primera visita de Martha a la Habana sucedió en abril de 1939. Por entonces Hemingway dedicaba cinco y seis horas diarias a la que sería su novela estrella: Por Quién Doblan las Campanas, la inmejorable crónica novelada de su permanencia junto a las tropas republicanas, y junto a Martha, en los afanes de la Guerra Civil Española.

Los detalles más sugerentes de esa primaria y no permanente estadía e la capital cubana la recreamos desde el ya citado libro de Bernice Kert:
En las horas de la tarde, nadaban y jugaban tenis. Las noches las pasaban apaciblemente. Evitaban la vida nocturna habanera, confinando sus pocas salidas a restaurantes de comida española y francesa. Martha, al igual que Hemingway traía material para su novela sobre una reciente visita a la Checoslovaquia antes de los tensos días de la invasión alemana. Miraba con atención el diligente y cuidadoso estilo creativo de Hemingway, sin devaluar lo que tal aprendizaje significaba para ella, que le llevó a afirmar en algún minuto: ‘ Le debo a Hemingway la minuciosidad de la escritura.(1)

Pero la experiencia habanera no pasaba de ser bastante estrecha, en lo que de alojamiento se trataba. Hemingway rentaba la ya conocida y habitual habitación en sus días habaneros, localizada en el último piso del Hotel Ambos Mundos.


Para Martha el sitio resultaba incomodo para dos escritores que potencialmente necesitaban espacio para sus labores. Bernice Kert nos sigue relatando aquellos pormenores:
El único problema era el hotel. Ernest se acomodaba fácilmente con su entourage, su máquina de escribir y sus avíos de pesca en la pequeña habitación del hotel, a pesar de que había prometido a Martha encontrar una casa apropiada para compartir cuando ella viniera a La Habana. Marthy estaba dispuesta a soportar tales molestias alegremente si hubiera habido una razón. Pero le parecía muy ridículo vivir en La Habana en tal injustificada escualidez.
Dispuesta a solucionar el asunto, no tardó en dar con los agentes inmobiliarios apropiados, y lograr la tan ansiada meta de disponer de un lugar apropiado: la primaria y muy dilapidada propiedad de Finca Vigía, la que sería mítica vivienda de la pareja, y la residencia permanente de Hemingway en Cuba hasta el año 1960.
La vista de La Habana hacia el oeste era magnífica, y la renta de 100 dólares al mes era más que apropiada. A pesar de lo descolorido de las paredes y el mobiliario que eran feos y sin gusto, Martha descubrió que el sitio tenía posibilidades.
Es harto conocida la anécdota del poco interés que le suscitó a Hemingway la idea, quien partió una incursión de pesca, y le dejó a Martha todo el trabajo. Lo mismo había pasado la primera vez que junto a Pauline habían visto la que sería su casa de Key West, y como aquella vez, Martha usó sus propio dinero para empeño de restauración.

Para empezar un pintor hizo su labor, y un carpintero puso su mano. Dos jardineros se hicieron cargo de la extensa propiedad, y un cocinero asumió sus labores culinarias(2).

Martha recrearía en su literatura posterior la experiencia. En su cuento corto Luigi′s House la heroína referiría a un suceso similar:
…habría bebidas frescas para disfrutar bajo las mimosas, y por la noche leerían reclinados en cómodos asientos con una buena luz por detrás… Caminaría por la propiedad en las mañanas, abriendo los cajones y contemplar las sábanas de lino, las toallas de baño y la mantelería. Podría detenerse en la sala con un ramo de flores e las manos, admirando su obra, y maravillándose como hasta ese minuto había vivido sin una casa propia a la que cuidar y atender… pronto sería el hogar para dos, un lugar real.(3)
De cierta manera el sueño de Marta se materializaría, al menos durante la duración de aquella primea temporada.


Los gastos, según se nos sigue narrando eran compartidos mitad por mitad, “exceptuando la bebida de Papa, que era su propio negocio”(4).
Martha insistió en que la cuestión del dinero fuera claramente definida, y esto le dio el absoluto derecho a salir a ganar su propio sustento. No le pidió a Hemingway nada y continuó sustentándose a sí misma como era su costumbre. Cuba no había sido su inicial decisión, pero como lo era para Hemingway, se esforzó por hacerlo posible juntos.(5)
En el ya citado relato de Martha, escuchamos al personaje de la mujer norteamericana referir desde la realidad autoral al mismo asunto:
… seguiste a tu hombre donde quiera que fue, te quedaste a su lado o lo esperaste: no hubo nada extraño en eso.(6)
Para aquellos días, la relación matrimonial de Hemingway con Pauline no se había disuelto, y aunque según se nos sigue apuntqando, Martha no era una mujer celosa, su indefinida situación, no dejaba de crear fricciones(7).

Para agosto de aquel mismo año, la pareja abandono su idílico refugio rumbo a Key West. Desde allí Hemingway condujo a Martha hasta San Louis para visitar a su madre. Para octubre coincidirían en Ketchum, en el rancho caza, pero Martha partiría en misión periodística a Finlandia, el viaje no concluiría hasta principios de enero de 1940.


Hemingway habría regresado a finales de diciembre desde Key West con sus pertenencias, luego de guardar celosamente manuscritos y papelería privada en un sótano del Sloppy′s Joe. Lo acompañaban sus hijos. En aquel minuto hicieron estancia en El Ambos Mundos(8).

El re-encuentro en los predios de la Finca Vigía sucedería en los días sucesivos, con la llegada de Martha, a donde se mudarían finalmente juntos. Para finales de ese año Hemingway terminaría comprando la propiedad con los royalties de su recién publicada novela Por Quien Doblan las Campanas.

La experiencia de ese año en la Finca le daría a Martha igualmente la satisfacción de ver publicada su primera novela: A Stricken Field, inspirada en su viaje reporteril por Checoslovaquia y dedicada a Ernest.

La propia Eleanor Roosevelt la recomendó encarecidamente. La heroína Mary Douglas, periodista como Martha, manifestaba su aprecio a las ideas de la libertad y la democracia del pueblo checo bajo el vasallaje del nazi fascismo.


Las inevitables labores periodísticas de Martha para su agencia Colliers, la mantendrían alejada de su nueva casa cubana en un largo lapso de 1941. Primero en un largo periplo por el Lejano Oriente, incluyendo China y Hong Kong junto a Hemingway, y luego en solitario, por el Caribe.

En un minuto de su ausencia Hemingway había hecho efectiva sus experiencias anti submarinas, desde su yate Pilar, contra la flota alemana merodeando Cuba, a lo largo de la costa norte de Cuba. La operación encubierta fue conocida como Crook Factory.

Una idea que Martha suscribió de algún modo, “intercediendo incluso ante los Rooselvelts para conseguir el permiso para un operador de radar"(9).


Al principio y por complacer a Hemingway había experimentado las experiencias de pesca a bordo del Pilar. En aquella nueva experiencia, intentó igualmente sumarse a la tropa de entusiastas, pero la experiencia fue de corta duración, y acabó desembarcando en el primer puerto a la vista.

Martha acabó convencida que aquellas partidas se habían vuelto un pretexto de Hemingway para para aprovisionarse de la escasísima y racionada gasolina para sus afanes piscatorios, y muchas veces la experiencia no pasaba de pura fanfarronada, como nos lo recuerda Bernice Kert:
A veces la atmosfera a bordo de Pilar parecía ser una mala parodia de la guerra, como cuando Wiston Guest recitaba malos poemas y las granadas eran lanzadas sin ninguna puntería contra las boyas en la Corriente del Golfo (…).(10)
En verdad, aquel no era el único conflicto, el matrimonio pasaba por una marejada peligrosa. Desavenencias y peleas en público se hicieron notorias, y a veces impredecibles. En diciembre, dándose un compas de espera Martha viajó a Saint Louis, Missouri.

El año 1943 estaba ad portas y Martha estaba angustiada no ya por el posible futuro de su relación sino acaso por la reiteración del triste pasado.

Martha se daría una nueva oportunidad en Finca Vigía, que al menos por el lado creativo le rendiría dividendos al poner a punto de mate su próxima novela (Liana).

Aprovechando la ausencia de Hemingway en otra incursión del Pilar en sus afanes anti submarinos, Martha se enclaustró en la casa de invitados y trabajó con afán con el manuscrito. Para Junio 27 estaba en la última página. Dos semanas de intenso trabajo y cuarenta cigarros diarios daban fruto. En carta a Hemingway le dejaba saber:
Te amo. Estoy cansada. No sabes por qué. Pero el final del libro esté perfectamente claro en mi cabeza…Liana es una pobre mujer, una pobre y estúpida mujer extraviada sin un lugar donde vivir. De alguna manera esta es la historia que finalmente regresan a casa, de maneras diversas, y una mujer sin hogar. ¿Es esta acaso la moraleja?.(11)
Al mismo tiempo de sus labores escriturales Martha se había empeñado en una serie de reparaciones de la casa, cada día revisaba las cifras de gastos, y se preguntaba con ansiedad si acaso Hemingway pudiera considerar un derroche que por menos de 200 dólares pudiera reponer el piso, y reparar el techo y la cancha de tenis, mejorar las instalaciones eléctricas, nueva pintura interior y exterior, y comprar muebles y árboles(12).

Un detalle singular ocurriría al dedicarse a limpiar el cuarto de Ernest y descubrir con asombro que guardaba allí cientos de billetes pasados de la Lotería Nacional. Con ánimo diligente logró cobrar muchos de los que inadvertidamente por Hemingway habían sido premiados, y reunir por tal concepto unos sesenta dólares.

Pero los días cubanos de Martha estaban por terminar. Colliers le asignaba una nueva misión, esta vez en el Teatro Europeo de Operaciones, y en Londres en lo particular. Fue el minuto en que le propusiera a Hemingway marchar juntos como lo habían hecho antes en España. Pero Hemingway no estaba listo para tal empeño.
Mientras Martha más insistía con afán, Hemingway más se replegaba. Martha le cuestionaba y reprochaba sus (fallidos) empeños con el Pilar disfrazado de Q-boat y le hacía ver todo el bien que podría hacer en Europa en la guerra contra Hitler, y de paso se rebelaba contra su reproche de que debía quedarse a su lado y velar sólo por su cuidado. Todo aquello era malsonante para Martha, cansada de sus historias acerca del Pilar, y se daba cuenta que estaba perdiéndole respeto (…) Hemingway no quería abandonar la confortable vida que había organizado alrededor de sus necesidades (…) asumiendo el pomposo rol de “Papa” alimentado por la obsequiosidad de sus muchos admiradores. Al parecer Martha era la única que se le enfrentaba. Hemingway se refugiaba aún más en la bebida y su comportamiento era cada vez más truculento. Gigi en especial se sintió mortificado cuando su padre comenzó a mortificar a Martha, cuando según muchas veces ella estaba en lo cierto y él, equivocado.(13)
El 20 de Septiembre de 1943, Martha voló a Nueva York para enrutarse desde allí a su misión periodística. Hemingway por su parte dedicaría otros dos meses a sus labores anti submarinas a bordo del Pilar.

Aquel viaje, para Martha, no sería como los anteriores, implicaba el cambio subrepticio de muchas de sus coordenadas vitales, y que se cumplirían, inexorablemente, en un futuro no lejano. Era, a no dudarlo, su despedida de Finca Vigía, y de paso de su relación sentimental con Papa.

Un poco antes de volar a su destino europeo, y en una breve estadía en Washington invitada a la presentación en la Casa Blanca de la versión fílmica de Por Quien Doblan las Campanas, recibía en su persona el homenaje al que todavía era su esposo. Todos estaban fascinados de saber que Martha estaba casada con el autor de la novela.


En la víspera de su partida le dedicó una larga carta a Hemingway, texto que dejamos al lector como propicio cierre a nuestro discurrir, y muy revelador de las muchas aristas de aquella relación difícil pero ciertamente estimulante que establecieron en su mítico mundo cubano, y más allá…
Por favor que sepas que te amo mucho… tú eres mejor hombre que yo, pero espero que no sea tan mala esposa aun cuando haya estado lejos cuando sabía tu también lo estarías… Me siento apenada de ser feliz a menos que tu también lo seas. Y esta noche, en la partida, sintiendo por delante los ajenos destinos, soy tan feliz como un … Pero como mujer, y tu mujer, estoy triste; este no es el final, ¿verdad? Es sólo un corto viaje, y ambos estaremos regresando a nuestro encantador hogar… y entonces escribiremos libros y contemplaremos los otoños juntos y caminaremos a través de los campos de maíz esperando por los faisanes.(14)
------------

Carlos A. Peón-Casas en Finca Vigía.
Año 1999
--------




-------------
  1. The Hemingway Women. Bernice Kert. W. W. Northon and Co. NY, 1983. p. 325
  2. Ibíd. p. 326.
  3. Ibíd.
  4. Ibíd.
  5. Ibíd.
  6. .Ibíd. En Luigi′s House. Óp. cit
  7. Ibíd.
  8. Ibíd. p. 336
  9. Ibíd.
  10. Ibíd.p.375
  11. Ibíd. p. 378.
  12. Ibíd. p. 377.
  13. Ibíd. p.381.
  14. Ibíd. p.384

Wednesday, September 20, 2023

Un poema africano de Hemingway. En "True at First Light". (por Carlos A. Peón-Casas)



La segunda y última incursión de Hemingway por tierras africanas entre 1952 y 1953 en plan de safari completo, legó al autor las suficientes coordenadas literarias y no, que conocimos como su memoria ficcional True at First Light(1), editado póstumamente por su hijo Patrick en1999.

La intensidad de esta narración que Hemingway acometiera en su Finca Vigía, lleva una impronta singular de reminiscencias anecdóticas, pero igual bien regada con otras de inequívoco signo literario; y otras coordenadas inevitables de celebrados escritores; lecturas favoritas, y hasta alusiones muy personales al acto escritural en sí mismo, y al rol del escritor a la hora de discernir sobre la verdad, lo fáctico, o lo ficcional.

Nuestra mirada pormenoriza algunos de aquellos, pero se centrará en una composición poética que Hemingway gustara desgranar en su memoriosa relación de la anécdota mayoritariamente cinegética, y otras hierbas.

La encontraremos a la altura del capítulo décimo de ese bojeo africano. Y sin crearles mayores expectativas al lector, diremos solo de pasada, antes de recrear sus coordenadas, que es un texto aunque ciertamente muy menor, entre su variopinta producción poética; muy digno, como todo ese singular corpus, de tenerlo en cuenta.


Viene precedido de alusiones a otro texto de igual coordenada, que su esposa Mary proyectaba escribir, un poema otro, ciertamente ilusorio, y adornado con las inevitables “texturas del paisaje, las de la caza, y las complejidades de la vida marital”(2). Y que repetía en un estilo ciertamente demasiado a lo Gertrude Stein, una sola y primitiva frase:

“Los días corren a hacerse otro y otro y otro día más…”(3)

Hemingway aprovechaba no sin cierta sorna, a explicar al lector de que iba aquel intento poemático de su esposa, a la par que explicitaba otros detalles de sus particulares y lecturas en aquel periplo africano:
Miss Mary estaba escribiendo un gran poema sobre Africa pero el mayor problema era que lo hacía a ratos en su mente y jamás lo transcribía y acababa olvidándolo como los sueños. Había confiado algo al papel pero no se lo mostraba a nadie. Todos teníamos una gran fe en aquel poema, y aún yo la tengo, pero preferiría verlo definitivamente escrito. Estábamos leyendo las Geórgicas en la traducción de C. Lewis. Teníamos dos ejemplares pero siempre se extraviaba, nunca he visto un libro con una predisposición tan grande a no estar jamás a mano. La única falta que yo pudiera atribuirle al mantuano (Virgilio) sería la de hacer sentir a toda la gente normalmente inteligente, que pudieran escribir excelente poesía. Dante sólo se lo hacía sentir a los locos. Eso realmente no era cierto, pero para entonces casi nada era verdadero, y especialmente no en África.(4)
Todo el leit-motiv del poema africano de Mary, hace la continuidad de la historia, que se matiza con otras alusiones al libro extraviado de Virgilio. Hemingway precisa el detalle sugerente de venir acompañado de una introducción a cargo de Louis Bromfield, de quien precisa, con igual sarcasmo, su pedigree literario ante la pregunta de uno de los contertulios:
Es un escritor que tiene una granja muy conocida en Estados Unidos, en Ohio. Y como es muy conocido de esa otra granja: Oxford University, le encargaron escribiera la introducción. Hojeando las páginas el pudo admirar la granja de Virgilio, y sus animales y su gente, y aún la propia austeridad y rudeza de los hechos o las figuras ya olvide cuáles. Debieran ser figuras rudas si fuera un campesino. De cualquier modo Louis lo podía ver y dice forma un gran y eterno poema de poemas cualquiera sea el lector.
Entre unas y otras alusiones domésticas de aquellas jornadas, y algunas indirectas con carga sarcástica y provocativa de Mary sobre otra de las preferencias lectoras de Papa, esta vez en la lengua de Verlaine y Diderot; y alusivas a la producción de Simenon, de la que Hemingway se había traído desde Paris un set completísimo de sus obras; surge como por ensalmo, el texto poético de Papa, al que hemos ya aludido en nuestros preliminares.


Mary había dado el pie forzado a Papa, al declararlo en estado de “desaseo mental y desesperanza”, en alusión a las por entonces “incalculables bajas del matrimonio”; en el minuto en que la esposa buscaba con obsesión desesperada su anhelado trofeo: el león que hasta ese minuto se le hace esquivo.

Mary acusaría entonces a Papa con una frase que tiene en Inglés original una carga aliterativa difícil de construir en Español: “Lying about a lion”(6).

Hemingway le remataría con otra perla: “Eso suena a aliteración. Déjalo solo en mentir”(7).

Y desgranaría a renglón seguido, last but not least, su poema africano:

Ahora me tiendo para dormir
Conjuga el verbo yacer y quién, y con
Y cómo amorosamente esto pueda ser.

Conjúgame cada mañana y cada anochecer
Y fuego, no aguanieve ni candelero
La Montaña fría y cercana cuando estás dormida.

Los oscuros cinturones de los árboles no son tejos
Pero la nieve sí es nieve todavía
Conjúgame otra vez la nieve.

Y por qué la Montaña se hace más cercana
Y se aleja.

Conjúgame amor conjugable
¿Qué clase de manjares me ofreces(8)

Y es que de entre tantos affaires de aquel viaje africano, que ciertamente pudo haber sido el último, dados los conocidos avatares de los dos sucesivos accidentes de avión, y casi mortales por necesidad, que experimentó la pareja; emerge de entre aquellas memorias, este texto poético subyacente, que puede sin dudas, considerarse una marca en los procesos creativos del autor, o al menos uno de esos atisbos que confirman las intermitencias y los entresijos de toda obra creativa, entre uno u otro género escritural: entre la prosa mayestática del narrador hemingwayano, y la poesía de signo algo menor, pero no mínimo, y de la que que no se cumple de ningún modo, aquel adagio borgiano dedicado a un poeta condenado a no perdurar, y que reza: “La meta es el olvido, yo he llegado antes.”(9).



----------
  1. True at First Light. Ernest Hemingway. Scribner. New York, 1999.
  2. Ibíd. Palabras en sobrecubierta.
  3. Ibíd. p.189
  4. Ibíd.
  5. Ibíd. p.190
  6. Mentir sobre el león.
  7. “That’s sort of alliterative. Just say lying.”
  8. “Now I lie me down to sleep/Conjugate the verb lie and who with/And how lovely it can be// Conjugate me every morning and every night/And fire, no sleet, no candlelight/ The Mountain cold and close when you’re asleep//The dark belts of tres are not yews/ But the snow’s still snow./Conjugate me once the snow//And why the Mountain comes closer/And goes farther away//Conjugate me conjuagable love./What kind of mealies do you bring?”
  9. Poema "Quince monedas", Jorge Luis Borges.

Wednesday, September 13, 2023

Los poemas cubanos de Hemingway (por Carlos A Peón-Casas)


El corpus poético de Ernest Hemingway, aunque no trascienda como la quintaesencia literaria del narrador de pesos pesados que fue, no es nada despreciable, no ya por su cantidad o los valores formales o de contenido; sino acaso por ese hálito de singularidad, de vida interior, que los recorre. El arquetípico escritor, dueño de un estilo que, imitado hasta la saciedad sin mucho éxito por muchos, es siempre reverenciado como el maestro de las historias cortas, los diálogos como puñetazos, y los personajes cortados de la vida sin que les falte nada; es, sin embargo, como poeta, el perfecto desconocido, que, incluso, algunos lectores avisados de su obra narrativa, no creen conocer.

Hemingway, el joven poeta en los años de Chicago y Paris(1), aunque marcado por el signo de grandes maestros (Kipling, Lardner y Sandburg), referencia inevitable en los cultores más jóvenes, era dueño ya desde tales inicios de un discurso propio, y una voz para nada despreciable, que, amén de su talento innato, se harían cada vez más personales, a medida que su propio oficio como creador enseriara aún más sus subsiguientes entregas poéticas(2)

Y aunque su producción poética decrecería a partir de los años parisinos, justo con la emergencia del narrador de altos quilates que ya no dejaría de ser, aún en ese bien ganado limbo literario, no dejaría de expresarse poéticamente, como un ser total, no ya como elemental contraparte de la ficción(3). De tal período, datan los poemas aparecidos en la revista alemana Der Querschnitt(4), a las que el propio Hemingway restaría valor en Paris era una Fiesta, cuando aludiera a que tales textos simplemente le proveían entonces unos necesarios fondos pecuniarios. Ya para tal fecha sus poemas tenían la marca del satirista, y en su mayoría, el sello personal de una poesía no apta para ser publicada(5).

Hay un período en la vida del autor, el que corresponde a los años de 1935 a 1944, en que silencia, aparentemente, la escritura poética. Reaparece el poeta otra vez, en posesión de un estilo “personal y catártico”(6) en los poemas dedicados a Mary Welsh, escritos durante las últimas etapas de la Segunda Guerra Mundial.

El siguiente período creativo, corre desde esa fecha hasta el año 1956. Tales manuscritos poéticos, marcados por el signo de lo instantáneo, sobrevivieron en muchos casos para ser retocados a posteriori por el autor, y muchos quedaron intocados y a salvo del olvido, en sus precarios soportes originales, llevados y traídos por el propio Hemingway, a lo largo de sus largos periplos y estadías más diversas: el Ritz de Paris, el Bar de Sloppy Joe en Cayo Hueso, Finca Vigía en Cuba, y su casa de Ketchum en Idaho.

Nuestro trabajo se referirá en lo sucesivo a los textos escritos en su casa de Finca Vigía: que son a saber: Defense of Luxembourg (1944); To Crazy Christian (ca. 1946); Lines to a Girl 5 Days after her 21st Birthday (1950) y If my Valentine you wont be…(1956)(7) .

Mirados como un conjunto, estos pasajes cubanos de Hemingway, agrupados con ese sólo criterio de su ubicación en el espacio-tiempo de su Finca cubana, apuntan, sin embargo a situaciones y a sujetos de diverso signo vital: léase en orden sucesivo, a los acontecimientos vividos en la línea Sigfrido en Bélgica, a la muerte de uno de sus tantos gatos, a la condesita Ivancich, y last but not least, a su última esposa, Miss Mary. Todos a su vez, son textos muy personales, escritos desde la perspectiva más intimista que generan sucesos vitales, con más o menos trivialidad, pero eso sí, con una carga de inevitable emotividad y una innegable sensibilidad siempre a flor de piel. Quizás, entre todos, el primero y el tercero de los ya mentados, por sus notorios alcances, nos merezcan ahora un aparte en esta breve relación

Defensa de Luxemburgo, el primero citado es, sin dudas, su texto más temperamental, que nos comunica esa inevitable zozobra que experimentara al autor-poeta, durante los momentos que precedieron a una de las tantas batallas de la Segunda Guerra Mundial, en la que el frío corresponsal de guerra, se explaya en un texto íntimo y cargado de sensibilidad.

Su discurso es, ciertamente, rememorativo, escrito desde la placidez de Finca Vigía, pero todavía resonando en el background del Hemingway más duro, los desafueros de la terrible conflagración recién terminada. En este, como en muchos de los poemas anteriores, alusivos a la primera incursión guerrera de Hemingway en Italia durante la Primera Guerra Mundial, queda verdaderamente plasmada esa noción de total desamparo y extrañamiento por el inevitable bramar de las armas y el fragor de la muerte, que se enseñorea con los jóvenes cuerpos de los soldados sacrificados a una causa inútil.
Lo que leemos de aquel recuento, nos sobrecoge todavía:
Ven y únete ahora a nosotros(…)
Trae contigo sabiduría, delicadeza, fortaleza, decisiones rápidas y precisas, y la habilidad de abandonar a sabiendas y radicalmente toda esperanza que no sea la de quedarte y luchar.(…)
Trae también lo despreciable,
Lo devaluado y maldito
Ellos pueden ser llevados como estandartes,
O en los bolsillos.
Pero tráelos de inmediato a donde vamos ahora.
Son tal valiosos como el jabón (que se hace con los caballos muertos(….)
Y no hace falta traer dinero.
Nadie te lo puede cambiar.(…)(8)
Por su parte: “Líneas a una muchacha cinco día después de su cumpleaños 21”, es un texto más anecdótico, si entendemos que el sujeto (Adriana Ivancich), es la bella joven que Hemingway conociera en Italia en 1948, y a la que se suele asociar, de manera inopinada, con el personaje de Renata en “Across the River and Into the Trees”(9).

El detalle singular del poema pasa igualmente porque el suceso de su cumpleaños 21, referido por el poema, acontece durante su visita a Finca Vigía en diciembre de 1950, hecho ya harto reseñado por los biógrafos hemingwayanos más competentes, y que no nos corresponde ahora, desglosar. De este texto entresacamos algunos versos de la segunda parte del poema, donde se establece una especie de diálogo entre el poeta y la muchacha, un diálogo que no es precisamente el clásico e idílico entre dos amantes, como a muchos les gustaría suscribir, sino al intercambio sabio y mesurado entre dos artistas: uno, muy joven, y, el otro, ya mayor que la aconseja y conforta, según lo apunta el ya citado Nicholas Gerogiannis(10) en sus notas críticas, criterio que suscribimos plenamente:
Despiértate en la mañana
Venecia está todavía en su sitio(…)
Las cosas que amamos yacen en la grasosa laguna
Desanda el camino empedrado sin compañía,
Vive tu soledad y disfrútala
Por un día tan solo(…)
Hazlo en las mañanas cuando la cabeza está fría
Y en las tardes, cuando todo se ha vendido,
Y en primavera, no importa si todavía no llega
También hazlo en el invierno
Y en los días de calor
Y en el mismísimo infierno.
Cambia tu cama por un lápiz
Y tu pesar por una página
Y si no resultara
Que tengas buena suerte en tu vida.(11)
Estos textos cubanos, sumados a todo el corpus de la poesía de Ernest Hemingway como un todo indivisible, son todavía una asignatura pendiente para el lector de este país caribeño. Cualquier traducción al español que se haya verificado en cualquier otro punto de este mundo plural, es hic et nunc, verdaderamente una rareza editorial, por ende serían pocos, muy pocos, los lectores que hayan podido sacar el mejor partido de tal o tales versiones. Leerlos en el original es igualmente, un muy raro privilegio, sólo al alcance de otro escaso grupo, mayoreado principalmente por especialistas en la obra del también cuentista y novelista.
Sumemos a lo ya dicho que tal pretensión traductiva entre nosotros, chocaría de inmediato con el valladar insalvable de los derechos de autor, que para tales propósitos detentan sus herederos, y cuya validez, hasta donde sabemos, sigue en pie.

Pero, a pesar de los escollos, los lectores cubanos merecen de cualquier modo disfrutarlos en una versión traducida, por la que abogamos desde ya, y saborear en ellos, ese inevitable bouquet, que destilan en el tiempo creativo del autor, creídos siempre en esa certeza del crítico Alan Pauls, (dicho de ese otro mito contemporáneo, tristemente desaparecido, que es el chileno Roberto Bolaño), y que le endilgamos ahora al Hemingway poeta sin ninguna dificultad: “ la poesía es aquello que sostiene la escritura y seduce en los más grandes escritores”(12) . Leer al Hemingway poeta, en español, bien vale entonces el esfuerzo.

------------------------
Citas y Notas

  1. Para 1929 Hemingway había completado ya setenta y tres poemas, de los ochenta y ocho que se incluyen en su corpus poético. Entre aquellos, se cuentan los más tempranos aparecidos en Poetry y Three Stories and Ten Poems. Citado por Nicholas Gerogiannis en su Introducción a Ernest Hemingway. Complete Poems. Ernest Hemingway. Revised Edition. University of Nebraska Press, 1992. Todas las citas subsiguientes de este trabajo refieren a dicha edición.
  2. Otro mentor de los tiempos parisinos sería Ezra Pound de quien Hemingway no tendría reparos en afirmar a un amigo que: “me está enseñando a escribir, y yo lo estoy enseñando a boxear”. Ibíd. p.xiii
  3. Ibíd. p. xi
  4. El propio James Joyce tuvo a bien celebrar la publicación de aquellos textos. Ibíd. xvi.
  5. Un texto de tal época: “To a Tragic Poetess”, leído en una fiesta parisina en octubre de 1926, enojaría a muchos de sus amigos poetas como Ogden Stewart y Archibald McLeish, los anfitriones, quienes creyeron reconocer en el texto un ataque de Hemingway a la escritora Dorothy Parker, célebre por su desmesurado histrionismo. En Nicholas Gerogiannis, op cit. p.xviii
  6. Nicholas Gerogiannis, op cit. p.xix
  7. Complete Poems. Op.cit. pp.115-116;118; 125-126 y 127 (Las páginas corresponden a los poemas en el mismo orden en que fueron citados)
  8. Defense of Luxembourg. Complete Poems…op cit. p.115.El fragmento citado es el que sigue: Come now and join us./ Bring knowlwdge, subtetly, side-slippering, hardiness, fortitude, quick and sound decisions, and the ability to abandon knowingly and soundly all hope of every kind yet stay and fight.(…) Bring fuck-all,/Bring worthless/Bring no good/They can be carried as banners/Or in the pocket./But bring them where we go now./They are valuable as soap(soap is made from the dead horses…) and there is no need to bring money./No one can change it.
  9. Del asunto en cuestión mucho se ha especulado ya a partir de la irresponsable afirmación de Afdera Franchetti (amiga de Adriana) a la revista Europeo de que ambas inclusive fueron los modelos para Renata en la citada novela Across the River and Into the Trees. La Franchetti llegó más lejos aún y les dijo a los cronistas más amarillos del diario, que ella misma había sostenido un “ hipotético affair” con Hemingway en Paris y en Finca Vigía, que por supuesto no estaba más que en su imaginación.. Citado por Nicholas Gerogiannis en Explanatory Notes en Ernest Hemingway. Complete Poems, op cit. Nota 87, p.157
  10. Ibíd.
  11. Lines to a Girl 5 Days After Her 21st Birthday en Complete Poems, op cit, p.125 y ste. El texto original dice: “Wake up in the morning/Venice still is there(…)The things that we have loved are in the gray lagoon/All the stones we walked on/Walk on them alone/Live alone and like it/Like it for a day(…)Do in the morning when you mind is cold/Do in the evening when everything is sold/Do it in the springtime when springtime isn’t there/Do in the winter(…)Do it in every hot days/Try doing it in hell/Trade bed for a pencil/Trade sorrow for a page/No work it out your own way/Have good look at your age.
  12. Alan Pauls. Página 12 en “El Gaucho Insufrible”.Roberto Bolaño, Anagrama. Barcelona, 2003.
-------------------------------

ver en el blog:
Ernest Hemingway: el poeta que todavía no conocemos
 Cercanías a un Hemingway camagüeyano  
Traducir a Hemingway

----------------------
otros textos de Carlos A. Peón-Casas en el blog

Wednesday, August 9, 2023

Hemingway de paso por Biscayne Boulevard y de camino a los Everglades… atisbos a la ciudad de Miami en una novela incompleta. (por Carlos A. Peón-Casas)

Biscayne Boulevard, 1941
----------------

Entre los años de 1946 y 1951 Hemingway trabajó en un temprano atisbo a lo que sería su inconfundible novela póstuma Island in the Stream, con sus inevitables alusiones a los parajes floridanos, a Bimini, y a Cuba, todo en uno.

El texto segregado de lo que sería de la historia final publicada en 1970, conforma unos cuatro capítulos bajo el sugestivo título de The Strange Country.

Colonade Building, at the intersection of
 Coral Way and Ponce de Leon Boulevard,
 March 1, 1927. Manley S. Brower,
 photographer. Image Courtesy of
 HistoryMiami, X-0331-1
---------------

La historia que se nos narra arranca en Miami. Los personajes contemplan la ciudad de antaño, en un minuto anterior a la escritura y la ficción hemingwayana como es obvio, con alusiones a la década de los años treinta.


Roger y Helena, su joven amante se alojan en un hotel que domina Biscayne Boulevard desde un piso 13, un guiño que nos parece ya de entrada sugerente, dada la conocida fobia por ese número de impares circunstancias en la cultura norteamericana, y que se evita incluir en edificios públicos, etc.
Estaban en el piso 13 de un hotel en Biscayne Boulevard y el bellboy recién había bajado por los diarios y otras compras. Ocupaban dos habitaciones que miraban a la bahía, el parque y el tráfico del Boulevard…
La descripción del ambiente de la ficción es siempre el mismo en la perspectiva de la ciudad más contemporánea:
Miami estaba caliente y húmedo, y el viento que soplaba de los Everglades arrastraba los mosquitos aún en la mañana.
Biscayne Boulevard, 1930
-----------

El setting narrativo nos sigue enfatizando el espacio de la ciudad de entonces, Biscayne Boulevard conocida desde los tempranos años veinte cuando se le promovió como vía de comunicación y un sugerente espacio comercial.
Almorzaron en un restaurante de mariscos regentado por Griegos. Era un oasis con aire acondicionado para paliar el pesado calor de la ciudad y la comida provenía con toda certeza del océano, pero con un dejo de aceite reusado en la mantequilla fresca. Pero tenían una botella de un vino blanco seco, bien frío y resinoso al paladar, y de postre había un pastel de cerezas.
La pareja prepara un viaje por carretera que los llevará hasta New Orleans. Como en cualquier road movie que se precie del paisaje que es otro personaje inevitable, el narrador centrará su ficción en los predios que desde entonces hacían el largo camino entre los pantanales de los Everglades, en un recorrido hacia el noroeste desde la ciudad miamense de partida. Ese paisaje conforma un muy atractivo landscaping que el lector interesado descubrirá con fruición en este relato de sugerentes coordenadas.

El viaje principia al atardecer, la pareja se ha hecho de un Buick convertible con no muchas millas. Es el atardecer pero el calor es pesado y persistente aún.
Manejaban hacia el oeste ahora por la amplia Coral Gables a través de los suburbios de Miami, llanos y golpeados por el calor, pasando tiendas y gasolineras y mercados, transitados por autos con personas de camino a casa que pasaban raudos. Ahora dejaron Coral Gables a su izquierda con sus edificios que parecen traídos del Basso Veneto, levantados desde la pradera floridana y hacia el camino caluroso sobre lo que antes fuera parte de los Everglades…

Opening of Tamiami Trail on April 26, 1928.
----------------- 

Es sin dudas un viaje a la memoria. El texto tendrá una y otra alusión a pasadas experiencias del personaje de Roger, y será parte de una memoria afectiva y circunstancial, el paisaje será la persistencia necesaria.


El lector lo disfrutará sin dudas desde la plácida narración que recorre este texto hemingwayano, tan cargado de guiños inevitables a su biografía personal, y del que dejamos de cierre a nuestra alusión, algún botón de muestra:
Mirando adelante al camino que había recorrido tantas veces en su vida, mirándolo serpentear, sabiendo era el mismo camino con zanjas a ambos lados, y el bosque y los pantanos, sabiendo que sólo el auto era el único diferente, que solo quien estaba con él era diferente, Roger sintió ese antiguo vacío viniendo desde dentro y sabía que debía detenerlo(...) Miro hacia adelante donde el camino giraba a la derecha y corría hacia el noroeste… Eso estaba bien. Era realmente mucho mejor…
Everglades, 1930
--------

Friday, July 21, 2023

Ernest Hemigway. Anécdotas de su primerísima infancia (por Carlos A. Peón-Casas)

Ernest Hemingway 
a los 5 meses de nacido
-------------

Hoy se cumplen 124 años de su nacimiento. Hemingway según nos lo narra Baker nació de día, a las ocho en punto de un día de Julio como hoy.

A renglón seguido en su completísima aproximación biográfica, la única autorizada por él propio Hemingway, siempre tan reacio a airear sus intimidades, a no ser que el mismo las confiara desde su propia y siempre muy bien ficcionalizada literatura, Baker sigue acotando detalles poco manejados sobre aquel día:
El primer nieto de Ernest Hall vio la luz en la habitación que miraba al sur de la casa. Pesó nueve libras y media y midió veinte y tres pulgadas. Su pelo era negro y espeso, aunque luego se tornó amarillo, y tenía ojos azul profundo, aunue más tarde se volvieron carmelitas… Tenía hoyuelos en sus mejillas , y su voz desde el principio sonó definitivamente masculina. Su madre acotó aquel día “que los petirrojos cantaban sus más dulces canciones para darle la bienvenida al pequeño recién llegado a este mundo tan maravilloso”. Su bautizo se demoró hasta el primero de octubre coincidiendo con el tercer aniversario de boda de sus padres. Sucedió durante un viaje al Bear Lake. Le confiaron los nombre de Henry Miller, ambos provenientes por el lado familiar de su progenitora: Ernest por su abuelo Hall, y Miller por su tio abuelo. Después de la ceremonia su madre Grace remarcó con gran piedad que “su hijo había sido presentado como una ofrenda al Señor, para recibir su nombre y luego ser contado entre los pequeños corderos de Dios.
Caminó un poco antes del año, sigue apuntandonos Baker:
saboreaba las manzanas y mostró desde el principio, gran gusto por el pescado que mal pronunciaba como “hish” término que luego aplicará a todos sus alimentos”... De acuerdo a su madre, todo su pequeño y robusto cuerpo estaba hecho de músculos y tenía manos más largas y fuertes que su hermana Marcelline. Cuando era contrariado en sus deseos se mostraba furioso, pateaba y bailaba con rabia Al acostarlo no protestaba, y ponía la almohada sobre su cara para evitar la luz. Se arrodillaba en las rodillas de su madre cuando aquella principiaba sus oraciones. Pero luego de un par de plegarias, se erguía y decía con voz fuerte y en gesto final: Amén.

Otros detalles nos parecen sugerentes para entender algunas de sus costumbres adultas:
Nada le causaba más placer que jugar con los nombres. El suyo propio lo bautizó “Nurnie”, quizás su primero de tantos apodos… a su madre la apodaba Fweetee…Había aprendido el arte de dar besos melosos cuando estaba arrepentido de algo mal hecho… Cuando le preguntaban de qué tenía miedo, gritaba segun su madre decía con convicción” fraid a nothing”(1)...
Otras singulares dotes eran, con apenas un año de vida, sus habilidades y aptitudes verbales, y su magnífica memoria. Baker nos deja botones de muestra:
Memorizaba versos de Tennyson, especialmente su poema “La carga de la brigada ligera”, para recitarlo se disfrazaba de soldado, recogía fragmentos de madera que llamaba sus trabucos, sus pistola, su rifle Winchester… Sus padres estaban orgullosos de su coraje y tolerancia. Dramatizaba pasajes del poema Hiawatha de Longfellow junto a Marceline que pasaba por la hija de un personaje del poema en las tierras de los Dacotas.”
Sus dotes musicales, que luego su madre trataría de encaminar muy a pesar del propio Hemingway, se hacían igualmente manifiestas, el detalle nos sirve de colofón para esta mirada retrospectiva del infante Hemingway en aquel principio de siglo XX que estrenó a no dudarlo y que magnificó desde su creatividad literaria a toda prueba:
Ernest compuso una canción adaptada de un vals que escribiera su madre titulado Lovely Walloona. De la frase: “and old baboon by the light of the moon”(un baboon a la luz de la luna), cantaba, interpolando la frase con su gracil imaginación ya evidente, voz el verso que decía: “Oh walloon, light a da moon” (oh wallon luz de luna), lo que sorprendió gratamente a sus padres por tan brillante y sugerente interpolación.



-----------------
1. Sin miedo a nada. De adulto ese sería su lema más conocido.


-----------------
Todas las citas pertenecen a Ernest Hemingway m. A Life Story. Carlos Baker. NY, 1969. pp 3-5. Traducción de Carlos A. Peón-Casas.




-----------
Ver en el blog

Wednesday, July 12, 2023

"El Viejo y el Mar" se publicó por primera vez en español en Cuba. (por Carlos A. Peón-Casas)


Se trata a no dudarlo de una edición muy escasa y bien cotizada entre los coleccionistas y connoisseurs de la obra de Ernest Hemingway.

Muchos indagan por ella creyéndola poder hallar en formato de libro. Pocos empero saben que vio la luz en el de una revista de tirada y prestigio inconmensurables para la época: la siempre celebrada revista Bohemia, hoy día casi un incunable, rastreable a duras penas en el fondo de algunas hemerotecas que conservan el ejemplar bajo siete celosos candados, y para los interesados, sólo disponible, si acaso, en formato digital.


El suceso ocurrió en la edición del 15 de Marzo del año 1953. Fue el propio Hemingway quien patrocinó la idea, convocando a su buen amigo Lino Novas Calvo, figura de prestigio bien ganado en lides literarias y traductivas cubanas de su época, para acometer el empeño de verterla al español.

En las palabras liminares de aquella edición, se apuntaba en la voz editorial que:
Bohemia ofrece hoy a sus lectores una gran novela. Ya ésto es decir bastante. Una gran novela no es cosa de todos los días. Importa subrayar además que es una novela cubana -como también americana y de todos los hombres. Es también una obra de todos los tiempos.

Pero no queremos adelantar juicios. Solamente señalar la féliz circunstancia que nos ha permitido ofrecer por primera vez en español y en esmerada traducción (por el autor revisada y autorizada) el libro que la crítica de todo el mundo está acogiendo como uno de los más originales aciertos literarios de todas las épocas: Una obra de arte cuyo profundo sentimiento humano rebasa todas las fronteras.

La circunstancia se la debemos al autor mismo. Ernest Hemingway, que en Cuba vive y ama a Cuba, ha querido en testimonio de afecto a nuestro pueblo, que fuera aquí y en Bohemia -y vaya por ello nuestra más sincera gratitud- dónde primero apareciera en español.

Y dejamos ya al lector con el Viejo y con el Mar. A él dejamos también apreciar el esfuerzo editorial y periodístico que supone esta presentación extraordinaria, en una edición ordinaria de su revista Bohemia.

En la misma revista se incluye además como un efectivo suplemento, una reseña del libro que puntuaba desde la mirada del crítico, los entresijos más sugerentes de la noveleta que Hemingway había entregado a las prensas, un año antes, también en primicia editorial en otra revista, aquella vez en la norteamericana Life, y que viera la luz durante la primera semana de septiembre de 1952.


Se trataba a decir del bien enterado biógrafo Carlos Baker de un verdadero triunfo, pues Life jamás había acometido un experimento de tal tipo antes. El resultado fue avasallador.

Life vendió más de cinco millones de copias dentro de las primeras cuarenta y ocho horas. Scribner, la editorial de Papa, igualmente la sacaba de sus prensas poco después, en formato de libro.

La edición de Bohemia a no dudarlo marcaba la diferencia a la hora de promover desde el especial deseo de Hemingway, el regalar al pueblo de Cuba aquella obra que sería sin dudas consumatoria pues le merecería en sucesión los hasta entonces esquivos premios mayores para todo narrador: el norteamericano Pulitzer; y el Nobel de Literatura de la Academia Sueca.

La edición cubana se acompaña de excelentes fotos que ilustraban la narración con todo detalle. La revista Life había hecho lo mismo en la suya. Trayendo a un afamado fotógrafo: Alfred Eisenstadt(1), para acometer el proyecto. Anselmo Hernández, el viejo pescador de Cojimar, posaba en ellas en lugar del Santiago de la ficción.

No sabe este escribidor, a ciencia cierta, si acaso Bohemia hubiera usado algunas de aquellas para su particular edición, o si fueron proyectos independientes. Con suerte, alguno de mis colegas en activo, conocedores de tales intringulis, pudieran echar luz sobre este enigma.

Se han cumplido recién 70 años del suceso. Muchos fueron los lectores de aquella vez, en las páginas de la Bohemia, siempre tan popular y bien recibida en la Cuba de entonces, y en todos los ambientes culturales del continente americano.

El precedente de hacer aquella edición, traducida por encargo del propio autor y autorizada por él mismo, y a la vieja usanza, en el formato de una revista, y en una sola entrega, le marcaría a la cubana Bohemia, la sugerencia y el prestigio por doquier. Mérito que aún se le puede seguir achacando a sus editores de antaño.


-----------------------
1. "Eisenstaedt contrató al pescador Anselmo Hernández de ochenta años para que subiera a la colina de Cojimar y posara como el Santiago de la ficción. Anselmo posó estoicamente soportando el calor para una foto conmovedora…" Ernest Hemingway. A Life Story. Carlos Baker. Scribner, NY, 1969. P. 503

------------------
Algunas de las páginas de Bohemia, donde aparece 
la primera edición en español de El Viejo y el Mar


-------------
Bohemia anunciando la publicación
de El Viejo y el Mar.


Click here to visit www.CubaCollectibles.com - The place to shop for Cuban memorabilia! Cuba: Art, Books, Collectibles, Comedy, Currency, Memorabilia, Municipalities, Music, Postcards, Publications, School Items, Stamps, Videos and More!

Gaspar, El Lugareño Headline Animator

Click here to visit www.CubaCollectibles.com - The place to shop for Cuban memorabilia! Cuba: Art, Books, Collectibles, Comedy, Currency, Memorabilia, Municipalities, Music, Postcards, Publications, School Items, Stamps, Videos and More!