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Friday, August 31, 2018

Gala de clausura del XXIII Festival Internacional de Ballet de Miami (por Baltasar Santiago Martín)

Emily Blomberg y Rainer Krenstetter
"Diamonds"
Foto/Simoon Soong
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El domingo 19 de agosto de 2018, el Miami Dade County Auditorium descorrió sus cortinas para dar paso a la Gala de Clausura del XXIII Festival Internacional de Ballet de Miami, la cual se inició con la entrega del premio “Crítica y cultura del ballet” a Dance Magazine, reconocida revista norteamericana, especializada en ballet y danza, en la persona de su editora en jefe, Jennifer Stahl, quien agradeció el importante galardón, recibido de manos del maestro Eriberto Jiménez, nuevo director artístico del Festival.

"La Llamada"
 Ballet Nacional Dominicano
Fotos/Emilio Héctor Rodríguez
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El desfile dancístico comenzó con el Ballet Nacional Dominicano, que, al igual que en la Gala de las Estrellas del sábado 18 de agosto, ofreció La llamada, por lo que repito lo que escribí esa noche sobre ellos: “Un original quinteto muy bien bailado, más un antiguo teléfono de mesa como sexto protagonista –de ahí el tan bien escogido nombre –, con un collage (sin créditos) de temas tan disímiles como una canción en idioma ruso y una pieza de country, entre otros, más el infaltable timbre de las llamadas entrantes como banda sonora; tres mujeres y dos hombres, en una inquietante convivencia familiar, marcada por las tensiones entre las dos parejas mixtas, y donde Pablo Pérez, el creativo –y atrevido– coreógrafo, se dio el lujo hasta de incluir un momento de erotismo entre los dos hombres, uno de ellos a pecho descubierto”.

Diana Catalina y Mauricio Acevedo, de la Compañía Colombiana de Ballet, repitieron el adagio del pas de deux del segundo acto de El lago de los cisnes, con música de Chaikosvki y coreografía de Marius Petipa –ralentizada en ese tempo más lento con que lo marcó Alicia Alonso para la historia.

Diana y Mauricio volvieron a revivir “el primer encuentro entre Sigfrido y Odette, la princesa convertida en cisne por el maléfico brujo Von Rothbart, que ha recuperado la forma humana por un breve tiempo. Diana lo tuvo muy presente, pues solo un leve aleteo reminiscente en una cargada con los brazos hacia atrás recordó la hechizada condición de su personaje; no obstante, cuando Mauricio/Sigfrido la partnea muy eficazmente en el adagio, no debió abrirse como compás cuando este la eleva, ni quebrar tanto la pierna en los arabesques, sino recoger una pierna y extender solo la otra, en el primer caso, y extender completamente recta la pierna hacia atrás, en el segundo, tal y como hizo en el arabesque final”.

  Francesco Costa y Adele Fiocci
"La llama de París"
Fotos/Emilio Héctor Rodríguez
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Adele Fiocci y Francesco Costa, bailarines del Ballet de la Ópera de Viena, volvieron a bailar el pas de deux del ballet La llama de París, coreografía del soviético Vasili Vainonen y música de Boris Asáfiev, “donde Francesco se destacó por sus audaces saltos de tijera, con volteretas en el aire incluidas, y luego raudos giros –aunque debe hacer girar más centrada a su compañera–, mientras que Adele tuvo un desempeño mucho más discreto, pues su diagonal en punta flexionando la otra pierna fue muy corta, y sus breves fouettés, todos sencillos, los hizo desplazándose hacia adelante. lo que debe evitar cuando vuelva a bailar este rol”.

Yoalli Sousa y Moisés Carrada
"Ebony Concerto"
Fotos/Simon Soong
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Yoalli Sousa y Moisés Carrada, de la Compañía Nacional de Danza de México, sí trajeron para esta Gala de Clausura algo diferente a lo ofrecido la noche anterior: Ebony Concerto, con coreografía de Demis Volpi y música de Ígor Stravinski; una interpretación fresca y desenfadada, con gran acople y sincronía como pareja –¡hasta cuando bailan descoyuntados!–, que más parecía un juego de dos traviesos adolescentes en la playa que una pieza de danza contemporánea. Muy original el final, con Moisés soplándole el cabello a Yoalli, y muy sexy el vestuario: ¡esos shorcitos andróginos diseñados por Miguel Garabenta!

Mary Carmen Catoya y Lusian Hernández
"The Possession"
Foto/Patricia Laine Romero
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A continuación, Arts Ballet Theatre of Florida también decidió no repetir su selección previa (el pas de trois del ballet Chipollino), sino The Possession, un dueto del primer acto de Vértigo, un ballet en proceso, con coreografía del Maestro Vladimir Issaev (también director de la compañía) y música compuesta por Bernard Herrman (New York, 1911-1975) en 1958, por encargo de Alfred Hitchcock, especialmente para su película homónima, cuyo argumento ha sido llevado a libreto para ballet por este servidor.

Mary Carmen Catoya y Lusian Hernández –como ya lo habían hecho en dos ocasiones, en la Gala Moderna y Contemporánea, tanto en Miami como en Broward– volvieron a asumir el gran reto de convertirse, respectivamente, en “Madeleine” (en realidad, Judy Barton, su suplantadora) y su fallecida abuela, Carlota Valdés.

Mary Carmen Catoya 
"The Possession"
Fotos/Patricia Laine Romero
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Mary Carmen, como la impostora de la verdadera Madeleine, la dotó, con su exquisita sensibilidad y el arsenal de su impecable técnica, de la sutil complejidad del personaje que interpreta, que se mueve de la complicidad con un asesinato, al amor más allá del temor a ser descubierta; mientras que Lusian Hernández, con su hermoso rostro de madonna latina, debutó en este festival como la loca y posesiva Carlota; una muy adecuada selección, dados su potente lenguaje corporal y su sólida técnica.

Del San Francisco de 1958 (donde se desarrolla Vértigo), la magia del ballet nos trasladó al mundo de los dioses mitológicos romanos –copiados y “editados” de los griegos–, para volver a disfrutar de Diana y Acteón, un pas de deux con música de César Pugni, coreografiado e incorporado por Petipa en 1886 a su versión del ballet Esmeralda, coreografía de Jules Perrot (1844), pero que el Ballet Clásico Cubano de Miami ha montado con la de Agripina Vagánova.

Gretel Batista y Jorge Oscar Sánchez
"Diana y Acteón"
Fotos/Simon Soong
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“Gretel Batista estuvo pendiente en todo momento de su rol de Diana Cazadora, persiguiendo a Acteón con sus flechas. Dueña de una gran musicalidad, Gretel satisfizo la exigente coreografía con fuerza y vitalidad en su baile, con arabesques, balances y jettés elegantes y precisos; y unos fouettés intercalados con pirouéttes en la apoteosis de su variación.

Jorge Oscar Sánchez, como el perseguido pastor voyeurista, supo hacer girar a su compañera con total verticalidad –como debe ser–, y en su variación estuvo deslumbrante, con esos “grandes desplazamientos aéreos” que Cecchetti demandaba para los hombres, pues a sus saltos no les faltó altura ni las pasmosas volteretas acrobáticas a las que ya nos tiene acostumbrados. Sus vertiginosos giros, a su vez, también resultaron impresionantes –y no solo los suyos, sino también los que, sorpresivamente, le hizo dar a Gretel, que gustosa, no se resistió en absoluto entre sus manos”.

Celine Gittens y a Brandon Lawrence
"Romeo y Julieta"
Fotos/Simon Soong
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Del universo mitológico romano, Celine Gittens y a Brandon Lawrence, del Birmingham Royal Ballet, nos transportaron nada menos que a la ciudad de Verona, con el pas de deux del ballet Romeo y Julieta, coreografía de Kenneth MacMillan.

Ambos bailaron la gloriosa música de Serguéi Prokófiev con toda la audacia técnica y la poesía que este pas de deux y la conocida historia de Shakespeare conllevan, desde el deslumbramiento del amor a primera vista, el tierno cortejo, y luego la irremediable despedida, ya plenamente el uno del otro: ¡esa mirada, ese beso!; ¡ese tener que separarse sin quererlo!

Mayrel Martínez y Eduardo Iglesias, de Dimensions Dance Theatre of Miami (DDTM), salieron luego a escena para bailar otro elegante y sensual cortejo amoroso: el delicioso pas de deux titulado Vow, con el tema 1953, de la autoría de Olafur Arnardis, como banda sonora, y coreografía de Ariel Rose, que ambos convirtieron en poesía danzada, con una luz púrpura de fondo que realzaba su exquisito vestuario: él con camisa blanca y pantalón rojo, en armonía perfecta con el traje de ella del mismo tono, y un feliz final, en que tras la entrega amatoria, se van juntos de la mano.

A seguidas, Milagros Niveyro y Ciro Mancilla, del Ballet Nacional Sodre de Uruguay, escogieron en el pas de deux del tercer acto del ballet Coppélia, coreografía de Arthur Saint-Leon y música de Leo Delibes, para su segunda participación en este festival.

Si bien nunca se acordaron de la posición de la mano (detrás de la cabeza) característica del estilo de este ballet, ambos brindaron un adagio correcto, en el que Ciro hizo girar muy bien a su compañera y se destacó por sus cargadas, mientras que, en sus variaciones, ostentó una excelente batería, con elevados saltos “de tijera” hacia delante (y hacia detrás), precisas caídas tras sus jettés y volteretas en el aire, y raudos giros (pierna a 90 grados).

Milagros, sin embargo, no logró sostener ningún balance, su su óvalo de piqués me pareció muy reducido, y sus pocos fouettés al final fueron un desastre, pues se desplazó hacia un lado y perdió la punta de forma abrupta.

Marizé Fumero y Arionel Vargas, del Milwaukee Ballet (Estados Unidos) – “una pareja que se distingue por su prestancia y elegante porte en todas sus presentaciones, así como fuera del escenario” –, también escogieron algo diferente para su segunda presentación en el festival: el Caves pas de deux, del ballet El corsario, coreografía de Anna Marie- Holmes sobre la original de Marius Petipa y música de Adolph Adam (¡al fin algo de El corsario distinto a lo que se baila en los festivales!).

Desde el inicio ambos subieron la parada con total bravura, pues Marizé saltó a los brazos de su excelente patner con toda la confianza del mundo (¡tres veces!), quien luego la alzó y la cargó, para luego dejarla caer y sostenerla de manera muy efectista –¡manos libres! – casi barriendo el piso; en fin, una entrega preciosa de este matrimonio, que cada vez que se presenta, da una clase magistral de lo que es bailar el uno para el otro –como si estuvieran viviendo la historia y no existiera el público–, con gran sensibilidad, entrega, buen gusto y regodeo sensual, en la mejor tradición de la “Escuela Cubana de Ballet”.

Francesco Costa, del Ballet de la Ópera de Viena, regresó a escena para ofrecer otra vez su muy simpático solo, titulado El vuelo del moscardón, coreografiado por Alessio di Stefano para la pieza homónima de Rimski Korsakov, “en el que se cumplió a cabalidad el dicho de que ‘de lo bueno, poco’, tal y como lo reseñé la noche pasada.

Claudia de Antonio y Salvatore Manzo
"Don Quijote"
Fotos/Emilio Héctor Rodríguez
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Claudia de Antonio y Salvatore Manzo, del Corpo di Ballo del Teatro di San Carlo de Nápoles, Italia, le siguieron con el pas de deux de la boda de Kitri y Basilio del ballet Don Quijote, coreografía de Marius Petipa y música de Ludwig Minkus, que ya habían bailado el sábado 18.

“Con un cálido telón de fondo teñido de rojo, la pareja mostró un buen acople en el adagio, en el que Claudia logró sostenidos e impresionantes balances, e hizo gala de sus extensiones a 180 grados, mientras que Salvatore la secundó elegantemente, y la alzó y la dejó caer sin titubeos hasta barrer casi el piso en el riesgoso final del adagio.

Ya en su variación, Salvatore se lució, sobre todo en la segunda parte, con su gran óvalo de saltos de mayor elevación, y Claudia, por su lado, abanico en mano, ejecutó la suya con coquetería, musicalidad y precisión, con fouettés intercalados con pirouettes como remate, pero algo desplazados de lugar”.

Emily Blomberg y Rainer Krenstetter
"Diamonds"
Fotos/Simoon Soong
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Emily Blomberg y Rainer Krenstetter, del Miami City Ballet, repitieron el bello adagio Diamonds, música de Piotr I. Chaicovski y coreografía de George Balanchine, con el que volvieron a ratificar magistralmente su clase y su riguroso dominio de la técnica.

Para concluir esta estelar Gala de Clausura, Katherine Barkman y Joseph Phillips, del Ballet de Manila (Filipinas), escogieron para su segunda participación en este Festival, el reiterado pas de deux de El corsario, coreografía de Marius Petipa y música de Ricardo Drigo, donde volvieron a lucirse, desde el muy bien partneado adagio hasta la gran cargada final de la muy vistosa coda.

En su variación, Katherine brindó un óvalo de impresionantes y raudos piqués, y los fouettés intercalados con pirouettes mejor ejecutados y más centrados, sin desplazarse del lugar, mientras que Joseph, en la suya, regaló también un óvalo de vistosos saltos, con gran elevación y volteretas en el aire incluidas, y luego vertiginosos giros con la pierna a 90 grados.


Hialeah, 30 de agosto de 2018


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Ver XXIII Festival Internacional de Ballet de Miami, en el blog

Thursday, August 30, 2018

Galas de Clausura del XXIII Festival Internacional de Ballet de Miami (por Wilfredo A. Ramos Vázquez)

Gabriela Mesa y Fabian Morales
"Light Rain"
Foto/Adrián Marrero-Artistic Pixels
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El momento culminante del Festival Internacional de Ballet de Miami es sin duda la realización de las dos galas dedicadas a las figuras que representan a las compañías de ballet más renombradas del mundo, la primera realizada en el Fillmore Miami Beach at the Jackie Gleason Theater y la segunda en el Miami Dade County Auditorium, en las que se hizo entrega además del premio “Una Vida por la Danza” y “Crítica y Cultura del Ballet” respectivamente, los cuales en esta ocasión fueron, el primero, para Pedro Pablo Peña, fundador y director de este evento, recientemente fallecido, y el segundo para la prestigiosa publicación, Dance Magazine, el cual fue recibido por su actual Editora Jefe Jennifer Stahl.

Para esta XXIII edición del Festival se presentaron bailarines de Inglaterra, Italia, Austria, México, República Dominicana, Uruguay, Colombia, Filipinas y Estados Unidos, así como importantes críticos de danza de medios periodísticos como El País, Balletto, Balletto2000, OGGI, Ecuador News, El Nuevo Herald y Artburst, que siguieron cuidadosamente el desarrollo de esta fiesta de la danza.

Hacer un análisis de los visto en cada función será nuestro propósito a través de estas líneas, pero para ello nos vemos abocados a hablar de las dos galas a la vez ya que los participantes fueron los mismos en ambas presentaciones, en algunos casos con la misma obra, aunque por lo general tuvieron a bien interpretar piezas diferentes en cada noche.

El Ballet Nacional Dominicano, un frecuente participante en este evento, cuyo Director Artístico es el cubano Armando González, fue el encargado de abrir sendos programas con “La Llamada”, un trabajo para cinco bailarines (dos hombres y tres mujeres), con coreografía de Pablo Pérez, en el cual se pudo observar una importante influencia del arte de ese destacado coreógrafo, maestro en otorgarle a sus obras y personajes un marcado lenguaje dancístico cargado de tensión psicológica y gesto dramático, nos referimos sin duda al británico Antony Tudor. Si es cierto que esta obra contó con una pareja labor interpretativa, tenemos que destacar lo logrado por la parte masculina, Joel Rodríguez y Alexander Duval, los cuales tuvieron a bien desplegar un excelente trabajo tanto en sus solos como en su efectivo duo. Algo desconcertante fue ver la ausencia de zapatillas de puntas en las bailarinas, en un trabajo que las exigía obligatoriamente, lo cual dejaba a dicha obra en un extraño camino entre ballet y danza. Más tarde, conversando con el director de la compañía, nos enteramos que problemas con el presupuesto, producto de desagradables e inconcebibles temas políticos en su país, impidieron la compra de dichas zapatillas, las cuales si habían sido usadas en el estreno de la obra, la que por cierto había obtenido premio de coreografía nacional.

Diana Catalina y Mauricio Acevedo
"El Lago de los Cisnes"
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Desde Sur América llegaron la Compañía Colombiana de Ballet - Incolballet, también dirigida por un cubano, Gonzalo Galguera y el uruguayo Ballet Nacional Sodre, cuyo director es el español Igor Yedra. La primera agrupación presentó las dos noches el desafortunado Pas de Deux del II acto del ballet “El lago de los Cisnes”, en donde ambos bailarines, Diana Catalina y Mauricio Acevedo, estuvieron muy lejos de los requerimientos técnicos y artísticos de una obra harto conocida y que exije un depurado trabajo estilístico. Por otra parte los intérpretes uruguayos, Milagros Niveyro y Ciro Mansilla, bailaron la primera noche el Pas de Deux de la Esclava, del ballet “El Corsario” y en la segunda noche el Pas de Deux del III acto del ballet “Coppelia”, en ambas presentaciones se notó la falta de preparación para asumir ambos roles por parte de los dos intérpretes, aunque siendo mucho mas ostensible en el caso de la bailarina, la cual mostró no poseer el dominio sobre los giros y los balances, aspectos que deslucieron mucho su actuación.

Yoalli Souza
"El Corsario"
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Yoalli Souza y Moises Carrada, pertenecientes a la Compañía Nacional de Danza de México, dirigida por David Bear, tuvieron a su cargo el Pas de Deux del ballet “El Corsario” y el trabajo contemporáneo “Ebony Concerto”, del coreógrafo argentino-alemán Demis Volpi, uno en cada noche de función. Del primero de ambos trabajos tenemos que destacar que aunque en general fue una presentación agradable y bastante bien lograda a pesar de sus rigurosas exigencia técnicas, adoleció de ciertos problemas técnicos, sobre todo también por parte de la bailarina, que no le permitieron obtener un resultado a tono con lo esperado. Por el contrario, en su segunda presentación, con el trabajo contemporáneo, obtuvieron un rotundo éxito, al enfrentar una obra con un lenguaje danzario atrevido, fresco, con un manejo de la energía controlado de principio a fin y en donde el trabajo de pareja contó con la complicidad necesaria para darnos una entrega altamente disfrutable.

Arts Ballet of Florida, agrupación dirigida por el ruso Vladimir Issaev, ofreció la primera noche el Pas de Trois del ballet “Chipollino”, coreografía del propio Issaev, el cual estuvo a cargo de Mary Carmen Catoya, Janis Liu y Kevin Zong, un trabajo que se relaciona con los personajes de la Comedia del Arte italiana y que estuvo bien defendido por sus intérpretes, destacándose el trabajo de la Catoya, reconocida figura del ballet en Miami, por haber pertenecido con anterioridad al Miami City Ballet. Como oferta de la segunda noche repitieron el Pas de Deux “Possession” (basado en el film de Alfred Hitchcock “Vertigo”) perteneciente a una obra en proceso de montaje, con coreografía también de Issaev, y presentado con anterioridad en la Gala Contemporánea, en la cual consideramos que estaba fuera de lugar por su lenguaje mayormente si no totalmente clásico, bailado por las mismas bailarinas, quienes ofrecieron un buen trabajo técnico e interpretativo, pero que no obstante no pudieron llenar el vacío conceptual de la pieza. Tal vez, cuando podamos disfrutar de la obra en su totalidad podramos tener un mejor sentido de dicho trabajo.

Del Teatro San Carlo, en Italia, llegaron al festival la pareja formada por Claudia D’Antonio y Salvatore Manzo, quienes en ambas noches interpretaron el Pas de Deux del III acto del ballet “Don Quijote’, un trabajo muy bien conocido en el mundo de los festivales, galas y concursos por sus grandes requerimientos técnicos, su precisión en el baile de pareja y exigir de los bailarines gran control, es decir, un pas de deux con todos los aspectos necesarios para hacer brillar a quienes lo interpretan como es debido, pero por desgracia este no fue el caso. Si bien Manzo demostró tener las condiciones para enfrentar este reto y ofrecer momentos de audacia en el desenvolvimiento técnico, ese no fue el caso de la joven D’Antonio, la cual se vio muy por debajo de lo que este difícil rol le exigía. Lamentable fueron sus baterías de giros, su talón de Aquiles, para los cuales no estaba preparada... y es aquí que surge una pregunta; que hacen los ensayadores, maitres y repertoristas? No es su función preparar al bailarín para interpretar una obra, velar porque el artista posea la técnica adecuada, las condiciones para poder enfrentar dicho trabajo? No está en las manos de esta personas procurar el que el bailarín se sienta cómodo y tenga a su alcance realizar los pasos y movimientos requeridos? Creo que si quien tuvo a bien el montaje de este pas de deux, hubiera limitado la cantidad de fouettes a dar por la bailarina en su variación y le hubiera agregado una ronda de piques, por ejemplo, como lo hacen muchas grandes figuras, la joven hubiera salido mejor parada. Cuidado, tenemos que velar por nuestros bailarines en escena y estar claros de qué es lo que pueden o no hacer.

Celine Gittens
"La Bella Durmiente"
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Celine Gittens, nacida en Trinidad y Tobago, crecida en Canadá y bailarina principal del Birmingham Royal Ballet desde el 2016, y Brandon Lawrence, británico y bailarín solista de esta misma compañía desde principios de este 2018, nos ofrecieron la primera noche el Pas de Deux del III acto del ballet “Bella Durmiente”. Si bien pudimos apreciar el dominio técnico de ambos bailarines ante los requerimientos de este portentoso trabajo coreográfico y disfrutar de la excelente figura del joven Lawrence y el seguro manejo de su compañera de baile, así como disfrutar de las hermosas líneas y la seguridad en la ejecución de sus pasos de la bella Gittens, nos sorprendió la ausencia de estilo de ambos al momento de abordar a sus respectivos personajes; la princesa y el príncipe estuvieron ausentes, además de notar una rapidez inaudita en la coda de este pas de deux, que a nuestro ver ensució el desenvolvimiento de ambos bailarines. Para la segunda noche todo cambio para mejor, con una hermosa y vibrante interpretación del Pas de Deux del ballet “Romeo y Julieta”, coreografía de Kenneth MacMillan. Aquí ambos bailarines mostraron todo su talento no solo técnico, sino también dramático-expresivo. Un trabajo lleno de emoción y energía, en el que ambos bailarines se mostraron en toda su plenitud y nos permitieron disfrutar de una gran entrega. Sin duda uno de los grandes momentos de esta gala.

Del Viejo Continente también subió al escenario el Ballet de la Opera Estatal de Viena (Austria), cuyo Director Artístico es Manuel Legris, representado por los muy jóvenes bailarines Adele Fiocci y Francesco Costa, quienes interpretaron ambas noches el Pas de Deux del ballet “Llama de París”, una obra de trepidante música y que requiere gran bravura y precisión técnica, la cual fue trabajada algo descontrolada por parte de la bailarina, pero muy a tono con los requerimientos artísticos por parte del bailarín. Cabe destacar la excelente figura y trabajo como compañero de la bailarina por parte de Costa, quien además, en ambas noches subió a escena con un refrescante y acrobático solo con la conocida pieza musical, “El Vuelo del Moscardón”, que permitió disfrutar de las excelentes condiciones físicas de este joven bailarín y sus muy buenas dotes expresivas.. Un verdadero regalo!

Emily Bromberg y Rainer Krenstetter
"Diamonds"
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El Miami City Ballet, compañía residente en la ciudad y cuya dirección artística está en las manos de la cubana-americana Lourdes López, incursionó por segunda vez en la historia de este evento, ausencia que mucho llamaba la atención por parte del público y la crítica, y que al parecer, vamos al fin poder contar con su presencia en próximas ediciones como la lógica indica. Esta agrupación danzaria nos entregó una clásico del repertorio del coreógrafo norteamericano George Balanchine, el Pas de Deux “Diamonds” (Diamantes), de su ballet “Jewels (Joyas), un trabajo en donde los bailarines muestran todo su dominio de la técnica danzaria en función de interpretar la música, de bailarla, con un estilo muy particular. Emily Bromberg, solista y el austríaco Rainer Krenstetter, quien se integró al MCB con bailarín principal en el 2014, tuvieron a su cargo regalarnos una cuidada interpretación de este clásico de la obra de este importante coreógrafo, manteniendo en todo momento la elegancia y el depurado manejo técnico que la obra requiere.

Desde Asia y por vez primera, llegó al festival el Ballet Manila (Filipinas), bajo la dirección de Lisa Macuja, representado por dos figuras norteamericanas que integran esta agrupación, Katherine Barkman, bailarina principal desde el 2015 y Joseph Phillips desde el 2018. Para la primera noche estos bailarines hicieron su carta de presentación con el exigente “Grand Pas Classique”, el cual requiere de una excelente preparación técnica y una gran demostración de estilo, las cuales no tuvieron su mejor muestra en el trabajo de ambos intérpretes.. Para la segunda noche, presentaron el conocido Pas de Deux del ballet “El Corsario”, en el cual si demostraron el dominio técnico requerido, recibiendo por parte de la audiencia una gran ovación.

El Cuban Classical Ballet of Miami, compañía fundada por Pedro Pablo Peña, subió a escena de la mano de la artista invitada, la bailarina cubana-americana Gretel Batista, quien fue acompañada por el también cubano-americano Jorge Oscar Sánchez, bailarin principal en el Washington Ballet, quienes ambas noches bailaron el muy cocnocido Pas de Deux “Diana y Acteón”. Esta no es la primera ocasión en que ambos bailarines comparten escenario, por lo que ya se conocen y saben como relacionarse. Sánchez destaca por su imponente porte y su magnífico quehacer como partner, controlando su trabajo con gran eficacia y regalando todo el tiempo un brillante desempeño técnico. Por su parte Gretel Batista, aunque poseedora de un buen nivel técnico, tuvo dos funciones muy desiguales, mientras en la primera su trabajo no estuvo a la altura de lo acostumbrado a ver en ella, con problemas en los giros sobre todo, la segunda noche ofreció un trabajo mas concentrado, aunque en general defraudó la falta de estilo en un ballet que hace gala del mismo.

Quiero detenerme un momento, ya que a través de estas líneas, repetidamente, he señalado la falta de estilo por parte, principalmente de las bailarinas, algo que se va haciendo habitual, por no decir crónico, en cada presentación. Es inconcebible que un bailarín llegue al escenario sin el conocimiento y control del estilo de la obra que esta ejecutando, eso es algo imperdonable y que deja el trabajo del artista a medias. La danza no es solo movimiento, es también interpretación y apropiación de los diferentes estilos en que se han concebido cada pieza. Es responsabilidad de los repertoristas, maitres y ensayadores trabajar fuertemente sobre este aspecto, y no solo sobre la parte técnica, ya que de ser así, estaremos convirtiendo a los bailarines en “acróbatas” despojados de arte.

Gabriela Mesa y Fabian Morales
"Light Rain"
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Sin duda alguna que lo más destacado de ambas funciones de gala, lo que nos satifizo completamente y nos dejó con la sensación de haber presenciado un gran trabajo artístico, fue la presentación de Dimensions Dance Theatre of Miami y el Milwaukee Ballet , ambas compañías del país anfitrión. La primera es una joven agrupación danzaria dirigida por Jennifer Kronemberg y Carlos Guerra, quienes con arrojo, pasión e inteligencia se han lanzado a crear una agrupación que en muy poco tiempo se ha ganado un lugar importante dentro del mundo danzario del Sur de la Florida. Con muy buen tino se han entregado al mundo coreográfico contemporáneo, creando obras de exquisitas textura, con un lenguaje atractivo, atrevido. Tal fue el caso de “Light Rain”, un pas de deux con firma de Gerald Arpino y que tuvo su estreno mundial en la ciudad de New York, en 1981, a cargo del Joffrey Ballet. Esta obra cuenta con música de Douglas Adams y Russ Gautthier, la cual nos remite a través de su elaborada melodía a la exótica lírica de la música indú. Con una magnífica ejecución, Gabriela Mesa y Fabian Morales nos entregaron un trabajo intenso, de una marcada sensualidad, elegante, atrevido, con un muy buen y limpio diseño de movimientos. Para la segunda noche, esta agrupación ofreció un hermoso pas de deux de corte neoclásico titulado “Vow”, con música de Olafur Arnaulds, el cual tuvo su estreno cinematográfico a cargo del Miami City Ballet en el 2015 y en el escenario a través de Dimensions Dance Theatre of Miami, en el Jacobs Pillow Theatre, en este 2018. Fueron Mayrel Martínez y Eduardo Iglesias, los que cargaron con la responsabilidad de defender este brillante trabajo, en el que la entrega de la técnica se diluye en el disfrute del movimiento. Un trabajo limpio, cuidadoso, con un muy buen quehacer de conjunto de ambos bailarines. Ver siempre trabajar a esta agrupación danzaria es sinónimo de satisfacción.


Marize Fumero y Arionel Vargas
"La Boheme"
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Marize Fumero y Arionel Vargas, cubanos-americanos ambos y bailarines principales del Milwaukee Ballet, dirigido actualmente por Michel Pink, fueron sin dudas las “joyas” de ambas noches de gala. Su primera presentación fue en el pas de deux “La Boheme”, un bello trabajo de pareja en donde se recrea la relación amorosa de la pareja protagónica de la ópera de igual nombre del gran compositor italiano Giacomo Puccini, en el cual ambos bailarines no solo mostraron el rigor técnico de que son portadores, sino además su excelente trabajo dramático-expresivo. Fue un pas de deux bien bailado de principio a fin, con un bailarín atento hacia su pareja y al mismo tiempo permitiéndole a ella tener su espacio en la ejecución para brillar por si misma. Un trabajo que obtuvo una gran acogida por la audiencia que disfrutó hasta el final de la gran entrega de ambos bailarines. Pero si con la anterior obra la Fumero y Vargas encantaron al público, con el Pas de Deux de la Cueva del II acto del ballet “El Corsario”, un trabajo rara vez bailado independientemente, hicieron que los asistentes de esta segunda noche llegaran al paroxismo del entusiasmo. Si bien esta no es una coreografía con los derroches técnicos de grandes saltos y giros del ya tradicional pas de deux, del mismo ballet, conocido en estos tipos de eventos, ahora los bailarines se enfrentan a las agudas exigencias de unas cargadas impresionantes, que ofrecen una plasticidad al acto de la danza considerable. La coreografía pide de ambos bailarines una milimétrica precisión en su ejecución y al mismo tiempo una muestra de no esfuerzo, que hace que todo fluya delicadamente. Mención aparte merece la brillante labor como partner de Vargas, el cual domina en todo instante este difícil arte, permitiendo que su compañera fluya segura en sus movimientos. Ambos bailarines cuidaron del estilo hasta en los mínimos detalles, agregándole mas arte aun, a su excelente entrega. Trabajos como este, en donde se nota el cuidado en la preparación de todos los aspectos, reafirma la importancia del estudio de cada obra a enfrentar y el de contar con las personas adecuadas y dedicadas para que contribuyan a dicha preparación. Sin duda, esta pareja de artistas subieron el nivel de las presentaciones hasta donde aspiramos que todos los que asistan a este evento, lo hagan, solo en sus manos está lograrlo.

El XXIII Festival Internacional de Ballet de Miami, cerró sus cortinas nuevamente, esta vez con la triste novedad de ya no poder contar con la fecunda y abnegada labor de su fundador y director Pedro Pablo Peña, pero no obstante cumplió otra vez su objetivo de relacionar al público, a través de exposiciones, presentaciones de libros, muestras de documentales, espectáculos de diferentes estilos danzarios, con este maravilloso arte y convertir a la ciudad de Miami en la capital de la danza mundial durante el tiempo de transcurso del evento.

Esperamos que bajo la nueva dirección de Eriberto Jimenez, el festival sea continuidad y despegue al mismo tiempo para nuevos logros, tal y como siempre lo soñó su creador.



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Ver XXIII Festival Internacional de Ballet de Miami, en el blog

Saturday, August 25, 2018

Gala de las Estrellas del XXIII Festival Internacional de Ballet de Miami (por Baltasar Santiago Martín)

Diamonds, música de Piotr I. Chaicovski
 y coreografía de George Balanchine.
Interpretado por Emily Blomberg y Rainer Krenstetter
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El sábado 18 de agosto de 2018 tuvo lugar, en el Fillmore Miami Beach, del Teatro Jackie Gleason, la Gran Gala Clásica de las Estrellas del XXIII Festival Internacional de Ballet de Miami, que comenzó con la presentación, a cargo de Cristina Castellanos, del maestro Eriberto Jiménez, nuevo director artístico del Festival, quien, tras la proyección de un corto y emotivo documental sobre el recientemente fallecido Maestro Pedro Pablo Peña, fundador y director del festival, fue el depositario, en su nombre, del premio “Una vida por la danza”, otorgado post mortem a Pedro Pablo, y remarcó en su discurso de apertura de la gala el compromiso que tenemos los que amamos la danza con el legado de su mentor.

La llamada. Ballet Nacional Dominicano
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El Ballet Nacional Dominicano abrió el desfile dancístico con La llamada, un original quinteto muy bien bailado, más un antiguo teléfono de mesa como sexto protagonista –de ahí el tan bien escogido nombre –, con un collage (sin créditos) de temas tan disímiles como una canción en idioma ruso y una pieza de country, entre otros, más el infaltable timbre de las llamadas entrantes como banda sonora; tres mujeres y dos hombres, en una inquietante convivencia familiar, marcada por las tensiones entre las dos parejas mixtas, y donde Pablo Pérez, el creativo –y atrevido– coreógrafo, se dio el lujo hasta de incluir un momento de erotismo entre los dos hombres, uno de ellos a pecho descubierto.

A continuación, Arts Ballet Theatre of Florida presentó el pas de trois del ballet Chipollino, con Kevin Zong como Chipollino (Cebollita), la siempre impecable Mary Carmen Catoya como Miss Carrot (Zanahoria), y Janis Liu como Miss Cherry (Cereza), cuya rigurosa coreografía, del Maestro Vladimir Issaev –también director de la compañía–, para la hermosa música compuesta por Karem Jachaturian, fue bailada por los tres con bravura y exquisita interpretación, realzados por los bellos trajes diseñados por Jorge Gallardo.

Al feliz desfile de buen gusto de la gala se sumaron Marizé Fumero y Arionel Vargas, del Milwaukee Ballet (Estados Unidos), con un adagio del ballet La bohème–coreografía de Michael Pink para la música de la ópera homónima de Giacomo Puccini–; una pareja que se distingue por su prestancia y elegante porte en todas sus presentaciones, así como fuera del escenario.

Ambos bordaron el hermoso adagio sin la menor dificultad técnica –absolutamente musicales–; convertidos en Mimí y en Rodolfo, los enamorados protagonistas de esta muy parisina historia.

Del París de fines del siglo XIX, la magia del ballet nos trasladó al mundo de los dioses mitológicos romanos –copiados y “editados” de los griegos–, para disfrutar de Diana y Acteón, un pas de deux con música de César Pugni, coreografiado e incorporado por Petipa en 1886 a su versión del ballet Esmeralda, coreografía de Jules Perrot (1844).

Según la mitología romana, Diana –habitualmente representada como cazadora, con arco y flecha– se estaba bañando desnuda cuando sorprendió al pastor Acteón contemplándola “curiosamente”. Enojada, le disparó un flechazo que lo hirió gravemente, y en una de esas metamorfosis tan habituales en la mitología greco-romana, Acteón se convirtió en un ciervo, y los perros de caza de Diana se arrojaron sobre él y lo devoraron.

Gretel Batista y Jorge Oscar Sánchez. 
Diana y Acteón
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Afortunadamente, este pas de deux se limita a que Diana se desplaza con su arco, y Acteón intenta esquivar su mirada –y sus flechas– ocultándose tras sus brazos...; “pretextos” para que sus intérpretes brillen, con grandes desplazamientos aéreos –sobre todo “Acteón”–, evidente muestra de la influencia en el ballet ruso de la técnica italiana enseñada por Enrico Cecchetti.

Gretel Batista estuvo pendiente en todo momento de su rol de Diana Cazadora, persiguiendo a Acteón con sus flechas. Dueña de una gran musicalidad, Gretel satisfizo la exigente coreografía con fuerza y vitalidad en su baile, con arabesques, balances y jettés elegantes y precisos; y unos fouettés intercalados con pirouéttes en la apoteosis de su variación.

Jorge Oscar Sánchez, como el perseguido pastor voyeurista, supo hacer girar a su compañera con total verticalidad –como debe ser–, y en su variación estuvo deslumbrante, con esos “grandes desplazamientos aéreos” que Cecchetti demandaba para los hombres, pues a sus saltos no les faltó altura ni las pasmosas volteretas acrobáticas a las que ya nos tiene acostumbrados. Sus vertiginosos giros, a su vez, también resultaron impresionantes –y no solo los suyos, sino también los que, sorpresivamente, le hizo dar a Gretel, que gustosa, no se resistió en absoluto entre sus manos.


Diana Catalina y Mauricio Acevedo, de la Compañía Colombiana de Ballet, escogieron el adagio del pas de deux del segundo acto de El lago de los cisnes, con música de Chaikosvki y coreografía de Marius Petipa –ralentizada en un tempo más lento–, para su debut en el festival.

Diana y Mauricio revivieron el primer encuentro entre Sigfrido y Odette, la princesa convertida en cisne por el maléfico brujo Von Rothbart. Odette ha recuperado la forma humana por un breve tiempo, y Diana lo tuvo muy presente, pues solo un leve aleteo reminiscente en una cargada con los brazos hacia atrás recordó la hechizada condición de su personaje; no obstante, cuando Mauricio/Sigfrido la partnea muy eficazmente en el adagio, no debió abrirse como compás cuando este la eleva, ni quebrar tanto la pierna en los arabesques, sino recoger una pierna y extender solo la otra, en el primer caso, y extender completamente recta la pierna hacia atrás, en el segundo, tal y como hizo en el arabesque final.

Gabriela Mesa y Fabián Morales, de Dimensions Dance Theatre of Miami (DDTM), salieron luego al ruedo para brindar un sensual y sugestivo pas de deux, titulado Light Rain, con música de igual nombre, de la autoría de Douglas Adams y Russ Gauthier, y coreografía de Gerald Arpino, que ambos sencillamente disfrutaron. No cabe dudas de que Jennifer Kronenberg y Carlos Miguel Guerra, los fundadores de DDTM, van con buen paso en el fortalecimiento de su aún novel compañía, y menos aún de que saben escoger y entrenar muy bien a sus bailarines, porque ver bailar a Gabriela, solícitamente acompañada por Fabián, fue toda una delicia.

Francesco Costa y Adele Fiocci, 
del Ballet de la Ópera de la capital austriaca, 
en pas de deux del ballet La llama de París
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De Viena llegaron Adele Fiocci y Francesco Costa, bailarines del Ballet de la Ópera de la capital austriaca, con el efervescente pas de deux del ballet La llama de París, coreografía del soviético Vasili Vainonen y música de Boris Asáfiev, donde Francesco se destacó por sus audaces saltos de tijera, con volteretas en el aire incluidas, y luego raudos giros –aunque debe hacer girar más centrada a su compañera–, mientras que Adele tuvo un desempeño mucho más discreto, pues su diagonal en punta flexionando la otra pierna fue muy corta, y sus breves fouettés, todos sencillos, los hizo desplazándose hacia adelante. lo que debe evitar cuando vuelva a bailar este rol.

Tras un adecuado intermedio, esta variada Gala de las Estrellas ofreció gustosamente su escenario a Celine Gittens y a Brandon Lawrence, del Birmingham Royal Ballet, para corporizarse como la princesa Aurora y el príncipe Desiré, en el pas de deux con el cual culmina el ballet La bella durmiente del bosque. Ambos deben perfeccionar las tres “agarradas” que constituyen el momento más riesgoso de este pas de deux, y Brandon debe ganar altura en sus saltos. No obstante, su coda fue inobjetable, y en general, su estilizada presencia dejó una muy buena impresión en el auditorio.

A seguidas, Milagros Niveyro y Ciro Mancilla, del Ballet Nacional Sodre de Uruguay, nos trasladaron al Medio Oriente, con el pas de deux del ballet El corsario (coreografía de Petipa y música de Drigo), donde, tras un correcto adagio bien partneado, con giros totalmente centrados, Ciro se lució también en sus variaciones, con un óvalo de saltos a 180 grados y volteretas audaces en el aire, algunas casi horizontales –acrobáticas diría yo– y muy veloces giros con la pierna a 90 grados, mientras que Laura ejecutó unos fouettés sencillos en el lugar y un reducido círculo de piqués, amén de los consabidos jettés, pero con un desempeño en general muy por debajo del de su compañero.

Diamonds, música de Piotr I. Chaicovski
 y coreografía de George Balanchine.
Interpretado por Emily Blomberg y Rainer Krenstetter
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Uno de los tantos aspectos remarcables de este festival fue la participación del Miami City Ballet en el mismo (lo cual, inexplicablemente –en tiempos de Edward Villela–, no había ocurrido en la gran mayoría de los anteriores festivales), con el bello adagio Diamonds, con música de Piotr I. Chaicovski y coreografía de George Balanchine, interpretado magistralmente por Emily Blomberg y Rainer Krenstetter (que al fin logró realizar su deseo, desde cuando estaba en Europa, de participar en el Festival de Miami).

Francesco Costa, del Ballet de la Ópera de Viena, regresó a escena para ofrecer un muy simpático solo, titulado El vuelo del moscardón, coreografiado por Alessio di Stefano para la pieza homónima de Rimski Korsakov, en el que se cumplió a cabalidad el dicho de que “de lo bueno, poco”.

Y por si no hubiera bastado el pas de deux del ballet El corsario que nos ofrecieron Milagros Niveyro y Ciro Mancilla, Yoalli Sousa y Moisés Carrada, de la Compañía Nacional de Danza de México, nos llevaron otra vez a dicha “aventura” con esclavas, corsarios y piratas, mediante otro pas de deux del mismo, el Pas d'sclave (Marius Petipa/ Adolph Adam).

Me agradó mucho la interpretación de esta pareja, muy atentos ambos siempre al drama del argumento, totalmente en estilo, y sin descuidar la técnica en ningún momento, pues no se trata solo de ejecutar los pasos de baile, sino saberse conectar con la historia y con el personaje.

Katherine Barkman y Joseph Phillips, del Ballet de Manila (Filipinas), escogieron para su participación en esta gala de lujo el Grand Pas Classique, coreografía de Víctor Gzovski y música de Daniel Auber, donde brillaron de principio a fin, desde el espléndido adagio hasta la precisa y preciosa coda.

Katherine logró los balances más sostenidos, el mejor óvalo de raudos piqués de toda la función, y los fouettés intercalados con pirouettes más centrados y mejor ejecutados, mientras que Joseph la secundó con un excelente partneo, y, ya en su variación, con un óvalo de vistosos saltos y luego giros vertiginosos con la pierna a 90 grados.

Claudia de Antonio y Salvatore Manzo, del Corpo di Ballo del Teatro di San Carlo de Nápoles, Italia, con el pas de deux de la boda de Kitri y Basilio del ballet Don Quijote, coreografía de Marius Petipa y música de Ludwig Minkus.
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Y para concluir la cascada de talentos asistentes a este festival, salieron a escena Claudia de Antonio y Salvatore Manzo, del Corpo di Ballo del Teatro di San Carlo de Nápoles, Italia, con el pas de deux de la boda de Kitri y Basilio del ballet Don Quijote, coreografía de Marius Petipa y música de Ludwig Minkus.

Con un cálido telón de fondo teñido de rojo, la pareja mostró un buen acople en el adagio, en el que Claudia logró sostenidos e impresionantes balances, e hizo gala de sus extensiones a 180 grados, mientras que Salvatore la secundó elegantemente, y la alzó y la dejó caer sin titubeos hasta barrer casi el piso en el riesgoso final del adagio.

Ya en su variación, Salvatore se lució, sobre todo en la segunda parte, con su gran óvalo de saltos de mayor elevación, y Claudia, por su lado, abanico en mano, ejecutó la suya con coquetería, musicalidad y precisión, con fouettés intercalados con pirouettes como remate, pero algo desplazados de lugar; en fin, un cierre digno para esta Gran Gala de las Estrellas del Festival Internacional de Ballet de Miami, en su vigésimo tercera edición.

Gracias, maestro Eriberto Jiménez, por tanta entrega y devoción por el ballet y el arte en general, fiel continuador del legado del inolvidable Maestro Pedro Pablo Peña.


Monday, August 20, 2018

La Contemporaneidad dentro del XXIII Festival Internacional de Ballet de Miami (por Wilfredo A. Ramos Vázquez)


El Festival Internacional de Ballet de Miami, se ha convertido a través de estos 23 años de existencia en una cita obligada de la ciudad con la danza mundial y no solo con el género del ballet, sino con todos los que abarcan el mundo danzario, por eso no es de extrañar que en cada edición de este evento se ofrezca una gala contemporánea, en donde se presentan agrupaciones danzarias de los más diversos estilos, mostrando así el caudal inagotable de esta manifestación artística.

En esta ocasión, dicha gala, que se realizó los pasados días 11 y 12, convocó a la agrupación mexicana Cuerpos Etéreos, la italiana Lyric Dance Company, así como al Cuban Classical Ballet of Miami, el Grace Arts Florida y Arts Ballet Theatre of Florida, estas tres últimas del país anfitrión.

Las presentaciones se realizaron en diferentes sedes, permitiendo con esto un mayor alcance de público, objetivo fundamental de este evento desde su creación. El Manuel Artimes Theater, el sábado 11 a las 8:00 de la noche y el Amaturo Theater at Broward Center for the Performings Arts, el domingo 12 a las 5:00 de la tarde, fueron los escenarios en donde se pudo apreciar el trabajo de estas cinco agrupaciones danzarias, cada una presentando diferentes estilos de baile, los cuales fueron desde la más ortodoxa danza moderna, pasando por el neoclasicismo, el baile español en mezcla con lo contemporáneo, hasta llegar al ballet clásico propiamente dicho. Dos de las cinco compañías, las provenientes de México e Italia, presentaron dos obras en cada una de las funciones. La por mi presenciada fue la que se efectuó en la sala Manuel Artimes, de la Pequeña Habana.

Grace Arts Florida, presentó la obra, “Encuentros”, un solo en un algo extraño trabajo que intentaba mezclar el baile flamenco con ciertos y muy desdibujados elementos de danza contemporánea, si es que así pudiéramos llamarle. Esta obra contó con música en vivo ejecutada por los guitarristas Alberto Puerto y José Luis de la Paz, mientras que la coreografía e interpretación corrió a cargo de la bailaora Niurka Marquez. Como ya apuntamos antes, este trabajo nos desconcertó totalmente, ya que si bien la artista domina el género del flamenco, no nos parece que la danza moderna sea su fuerte. Consideramos que cuando se va a realizar una fusión de estilos, estos tienen que estar bien definidos y no quedarse a medio camino, porque entonces no habrá una claridad en el lenguaje danzario utilizado y lamentablemente esto fue lo que percibimos con esta obra: un llegar a ningún lugar.

Arts Ballet Theatre of Florida, compañía dirigida por Vladimir Issaev, presento el pas de deux “Possession”, en estreno mundial e interpretado por las bailarinas Mary Carmen Catoya y Lusian Hernández. Este trabajo forma parte de una obra más grande en proceso de montaje, que cuenta con coreografia del propio Issaev y libreto de Baltazar Santiago, basada en el conocido film “Vértigo”, de Alfred Hitchcock . Lo que vimos en el escenario, por su brevedad, solo nos permite decir que disfrutamos de dos buenas intérpretes ejecutando una coreografía sin grandes retos técnicos e interpretativos, dentro del más puro estilo “clásico”...dentro de una gala contemporánea.


El Cuban Classical Ballet of Miami, dirigido en la actualidad por Eriberto Jimenez, nos trajo “Clash”, un muy interesante pas de deux, en donde la técnica clásica fue el perfecto soporte para regalarnos un excelente trabajo de danza moderna, en el cual el equilibrado uso de la energía, tanto en su desbordada manifestación, como en su contención, nos entregó un trabajo vibrante, intenso, dramático, en donde ambos bailarines, Dayron Parra y Dayanis Mondeja, quienes  además son  los coreógrafos, mostraron una gran complicidad interpretativa. Sin duda uno de los trabajos que más atrajo la atención de la noche.


Desde Italia llegó Lyric Dance Company, bajo la dirección artística y coreográfica de Alberto Canestro, quienes presentaron dos movimientos de una pieza de toda una noche, la cual lleva por título “Caravaggio, amor vincit omnia”, en homenaje al gran pintor italiano, pero en donde la relación danza-pintor no se ve por lado alguno. Esta es una obra de grupo, en donde se baila tanto en puntas como en medias puntas, con un lenguaje neoclásico, algo no muy usual de ver en nuevas coreografías actualmente. De lo visto, nos quedamos con los pas de deux y algún que otro pas de trois que se realizan en algunos momentos de la obra, el resto del trabajo en grupo adolece de un pobre y reiterativo lenguaje coreográfico, algo que atenta en contra del disfrute del mismo. A esto se suma el que la música de Enrico Fabio Cortese, ayuda a esa sensación de monotonía de que sufre la obra. Algo inaceptable, fue ver sobre el escenario a un bailarín el cual no parecía esforzarce, que no tuvo a bien estirar sus piernas ni una sola vez, que caminaba por la escena como lo hace por la calle, en fin que demostraba no poseer la técnica ni el interés para estar ahí. En los fragmentos presentados en Miami, el trabajo femenino se queda muy por debajo del de los hombres, el cual es el que resulta interesante en realidad. Consideramos que no fue una buena idea de la dirección de la agrupación danzaria traer estos fragmentos de obra y menos presentarlos por separados en cada una de las partes del programa de la noche, un evento de esta naturaleza requiere atrapar a la audiencia, crear una buena imagen, pero este no fue el caso.


Para el final hemos dejado a la compañía mexicana Cuerpo Etéreo, la cual bajo la dirección de Jaime Sierra y con coreografia del propio Sierra y Brisa Escobedo, fueron los encargados de hacer valer el nombre de “contemporánea” de la gala, al presentar dos obras, “Eclosión de un Arte” y “Draft, el espacio vacío”, sobre todo la segunda, con un marcado estilo dentro de la danza moderna actual. Si bien el primero de los dos trabajos es más contenido a la hora de expresar el lenguaje de la danza moderna, manteniendo una rara pero bienvenida simbiosis con algunos elementos de la técnica y la esencia de la danza clásica, la segunda si se desborda en el uso de códigos y signos que aborda esta forma danzaria. Bailarines entrenados en ambas técnicas, clásica y moderna, se nos muestran cómodos en el complejo quehacer de este estilo, el cual requiere un eficaz uso de la energía, de la contención, de los reflejos, de la limpieza de movimientos, del saber justificar cada acción en el complicado vocabulario de este género. Perfectamente podemos decir que esta compañía continua con el gran legado de la danza moderna mexicana, que ha sido reconocida mundialmente por su propia esencia, por su propia creatividad y que ha dado a los escenarios una diferente manera de acercarse a un género danzario iniciado en las danzas de una Duncan y enriquecido por una Graham, un Cunningham, un Limón.


La inclusión de estas galas dentro del Festival Internacional de Ballet de Miami, dedicadas a otros estilos además de la danza clásica, sin duda que enriquecen el disfrute y conocimiento del complejo y vivificante arte del movimiento, permitiendo atraer a un publico más amplio, el cual no siempre es amante del ballet. Solo nos resta esperar que en futuras ediciones lo “contemporáneo” cuente con más y mejores representantes de este importante género.



(Fotos/Adrián Marrero)


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