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Sunday, November 30, 2025

"¿Quién dijo que todo está perdido?": Estos jóvenes vinieron a ofrecer su corazón. (por Baltasar Santiago Martín)


Parafraseo la hermosa canción homónima de Fito Páez para titular y comenzar mi reseña sobre Un tributo a Carmen, el espectáculo que con ese título central, en honor de los 150 años de la icónica ópera de Georges Bizet, estelarizaron, el viernes 14 de noviembre de 2025, las reconocidas sopranos cubanas Eglise Gutierrez y Yetzabel Arias, en el Scottish Rite Temple de Miami, con un acompañamiento de lujo: la formidable Musicall Youth Orchestra of Miami y su afinado y potente coro de voces también muy jóvenes.

La función fue mucho más abarcadora que dedicada solo a Carmen, porque el concierto comenzó con el Cello Ensemble interpretando Danza negra, de Ernesto Lecuona; Réquiem, de D. Popper; y La muerte del ángel, de Astor Piazzolla, para dar paso luego al plato fuerte de la noche: varios exergos de la ópera Carmen, de Georges Bizet, ya con la orquesta.

Tras el vibrante preludio, “La Aragonesa: y “El Coro de los niños”, de la ópera Carmen, la exquisita sobrano Eglise Gutiérrez encarnó a Micaela, la joven enamorada de –y no correspondida por– Don José.

Eglise no solo cantó su aria de modo sublime, sino que fue evidente su conexión con el sufrido personaje, por su conmovedora interpretación, que culminó de rodillas.

Aunque el rol de Carmen es para una mezzosoprano, Yetzabel Arias hizo uso de su opulento centro vocal como soprano dramática, para plantar bandera –y hasta banderillas– en el ruedo como la pendenciera y voluble Carmencita, tanto en “La Habanera” como en “La seguidilla”, y ello sin que extrañáramos a la Callas, otra de las grandes sopranos que se "atrevió" con el rol –para mí la mejor, que por cierto, me encanta su francés.

Y hablando de banderillas, las que se gastó Yetzabel como la tabaquera y contrabandista gitana –sin ser torera–, le escasearon al Escamillo del barítono Joseph Canuto León , que no le dio a su emblemática aria de “El toreador” el impacto vocal que esta requiere, ni tampoco el empaque y el carácter del personaje.

Y ahora, con referencia al Don José del tenor X –cuyo nombre no se dijo–, que tuvo que sustituir al anunciado Zhedong Ren con apenas 4 horas de antelación para prepararse, tampoco logró sacarle a su “aria de la flor" todo el brillo y el "aroma" que esta hermosa aria se merece.

Y ya para concluir, reitero mi admiración y mi agradeciniento a todos los jóvenes participantes en esta alentadora presentación, tanto en la orquesta como en el coro, así como a la Maestra Taimy Balbuzano y al Maestro José Antonio Bornot, artífices principales de esta maravillosa experiencia.

Sí, nada está perdido, con tantos talentosos jóvenes, dispuestos a ofrecer gozosos su corazón palpitante exquisito para que la ópera, la música clásica y la ópera continúen vivas en la Capital del Sol.

Friday, November 28, 2025

Tres preguntas para sanar tu relación (por Cecilia Alegría, La Dra. Amor)

Nota  del blog: Espacio semanal de  Cecilia Alegría, La Dra. Amor,  dedicado al amor de pareja.


Si reconoces que tu relación amorosa está de capa caída, ¿le echas la culpa de ello a tu pareja? De ser así, la solución tardará en llegar. Te reto a que asumas tu responsabilidad hoy mismo. Que seas tú quien inicie el proceso de cambio. Sin criticar lo que el otro hace o deja de hacer, comprométete a cumplir con tu parte de la mejor manera posible, satisfaciendo las necesidades de tu otra mitad y hablándole en su lenguaje.

Las 3 preguntas que detallo a continuación te servirán para seguir mejorando o inclusive para cambiar la dinámica de tu relación, ya que, como bien dijo Einstein: “Locura es seguir haciendo lo mismo y esperar resultados distintos”. Si tu respuesta es SI a cada una, debes hacer algo para que esto no continúe sucediendo. Pregúntate:

1. ¿Estoy creyendo que le corresponde al otro hacerme feliz y lo culpo por no lograrlo?

¿Eres de los que dice que sin tu pareja te mueres? ¿Que no puedes vivir sin ella? ¿Que cuando se aleja de ti te sientes miserable?

Vas a tener que replantear tu escala de valores y cuestionarte qué está pasando con tu autoestima. No importa en cuántas ocasiones cambies de pareja, no vas a encontrar a nadie que pueda hacerte 100% feliz. Tu ser amado te va a fallar, tarde o temprano, de todos modos. No es perfecto, como tú tampoco lo eres.

Que tu resolución, desde de hoy, sea aprender a ser feliz en cualquier circunstancia y sin importar tu estado civil; que tu felicidad dependa de una vida plena, generosa y satisfactoria, sobre todo a nivel espiritual, y no de lo que haga o deje de hacer tu pareja. Y recuerda que mientras más te preocupas por el bienestar y la felicidad del otro, más y mejor te encaminas en la construcción de tu propia felicidad.

2. ¿He llegado a esta relación con expectativas demasiado altas y el castillo de naipes se ha derrumbado?

Es natural tener expectativas al inicio de una relación pero mientras más altas sean éstas, mayores probabilidades de que tu pareja te decepcione, te desilusione y hasta sientas que te ha estafado o traicionado.

Es de suma importancia hablar de tus expectativas con tu ser amado. En un momento oportuno y en un ambiente agradable pueden preguntarse el uno al otro: ¿Qué te gustaría que mejore personalmente para beneficio de nuestra relación? (Y cuando sea tu turno, escucha sin interrumpir y sin ponerte a la defensiva).

La fórmula es más sencilla de lo que parece: si te concentras en dejar el egoísmo de lado y en dedicarte a hacer feliz a tu pareja… ¿no te parece lo más natural que ella te imite y haga lo mismo por ti?...Los cambios positivos son contagiosos!

3. ¿No puedo discutir maduramente y me molesto por cualquier cosa?

Numerosas investigaciones han demostrado que las parejas más estables y felices tienen más interacciones positivas que negativas cuando no están de acuerdo. Es decir que, por ejemplo, de cada 6 veces que discuten, 5 de los conflictos se resuelven de manera saludable y solamente uno escala a peleas tóxicas. Las parejas que no duran están compuestas generalmente por una o dos personas que no saben discutir porque no tienen paz interior.

Si tú eres fosforito y cualquier cosa te saca de quicio, es hora de que analices por qué traes tus tensiones, frustraciones y estrés a la casa y cuánto deteriora esto tu relación amorosa. Se trata de afrontar la solución de tu problema personal como asunto prioritario para que mejoren el sexo, el romance, la comunicación y la paz en tu hogar.

En conclusión, ambos tienen que hacer un esfuerzo por incrementar el número de actos de generosidad, amabilidad y compasión hacia el otro, con el fin de transformar la dinámica de la relación para el bien de ambos y de sus hijos. Y empieza por cambiar primero tú. Predica con el ejemplo.



 
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Para terapia individual o de pareja visita www.ladoctoraamor.com

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Cecilia Alegría, La Dra. Amor (www.ladoctoraamor.com): Consejera de Parejas, Love and Life Coach, Conferencista Internacional, Periodista y Conductora de Radio y TV. Destaca en los Latinos en Miami dando consejos sobre cómo triunfar en el terreno amoroso y ayudando a miles de parejas a resolver sus problemas. Forma parte del grupo fundador de profesores del programa Universidad de la Familia.

Ha publicado doce libros entre los que se encuentran: Comunicación Afectiva=Comunicación Afectiva (Espasa Calpe, España, 2000). 120 preguntas y respuestas para ser mejores personas (Editorial Norma, Colombia, 2004), No hay amor más grande (Editorial Aragón, USA, 2012), Amando un Día a la Vez (Ediciones Varona, U.S.A. 2015), Al rescate de tu comunicación de pareja (Ediciones Varona, USA 2017), Sexo Sagrado y Lazos del Alma (Indie Publishingnbsp, 2018), Alessia (Book Master Corp. 2019), El Poder del Amor Grape: como restaurar tu matrimonio después de una infidelidad (2021). Amanecer con Dios (2021), Del Amor Tóxico al Amor Extraordinario (2022). El continuo aprendizaje de la felicidad (Editorial El Shaddai,  2023). La Caridad empieza por la casa (2024)

Saturday, November 8, 2025

La dramaturgia de Sergio Blanco invade la escena de Miami. (por Wilfredo A. Ramos)


“Sobre la escena todo es -o parece- ficción”. Beatriz Trastoy, crítica e investigadora teatral argentina.



Este recién finalizado mes de octubre, entre los días 16 y 26, trajo a la escena teatral miamense la combinación de dos puestas del dramaturgo uruguayo-francés Sergio Blanco, nos referimos a los unipersonales “Kassandra” (2008) y “Memento mori o la celebración de la muerte" (2019) -en cinco y dos funciones respectivamente- constituyendo ambas piezas estrenos absolutos en los Estados Unidos. El primero contó con la dirección de Carlos Celdrán y como intérprete a la actriz cubana Ysmercy Salomón, mientras que el segundo fue dirigido y representado por el propio autor.

La obra dramática de Sergio Blanco, como ya hemos expuesto en anteriores ocasiones, se encuentra inmersa en esa corriente de escritura que se diera a conocer alrededor del año 1977, llamada ‘autoficción’, término que fuera acuñado por el escritor francés Serge Doubrosky, al publicar su novela “Hijos”, al cual el autor la identificaría como una ficción de sucesos reales. A partir de ese momento dicho concepto se tomó como un subgénero que se movería entre los límites diluidos de la novela y la autobiografía, aunque esto último no va a ser necesariamente tampoco cierto en su totalidad, produciéndose alguna ambigüedad en la relación entre personaje -el propio autor- y los acontecimientos narrados.

Aunque es a partir de la obra citada que se comienza a hablar de autoficción, al revisitar la historia de la literatura podemos hallar diversos textos que asimilan esa misma perspectiva, como en el caso de “La Divina Comedia”, del italiano Dante Alighieri, en “La tía Julia y el escribidor”, del peruano Mario Vargas Llosa -escrita en el mismo año que Doubrosky publicaba la suya- algunas novelas de Samuel Beckett o la obra de Thomas Quincey, “Confesiones de un opiómano”, en un marco mucho más amplio de autores y obras. Entre los contemporáneos de este tipo de escritura podríamos citar a Annie Ernaux (Premio Nobel de Literatura 2022), Guillaume Dustan, Chloe Delaume y Sidonie-Gabrielle Colette Karl -pionera de la autoficción según el propio Doubrosky- entre diversos escritores franceses dentro de los cuales es donde más se ha desarrollado este tipo de literatura, también el noruego Ove Knausgard, el norteamericano Paul Auster, la canadiense Rachel Cusk y las españolas Carmen Martin Gaite y Marta Sanz, por solo citar algunos.

Por supuesto que el teatro no ha sido ajeno a lo autoficcional, aunque dicha acción no haya sido muy estudiado ni tenida en cuenta por algunos autores, en los cuales aún dentro de sus propias obras pueden encontrarse elementos que conduzcan hacia el camino de esa llamada autoficción, aspecto este que pudiera guardar cierta relación con la no debida atención por parte de investigadores y críticos sobre determinadas particularidades inherentes a la comunicación teatral y su proyección sobre el análisis de la literatura dramática en cuanto a la dinámica de la constitución y desenvolvimiento de la acción y su relación acción-personaje-autor

Este concepto para definir cierto tipo de construcción literaria-dramática no deja de estar exento de contradicciones e indefiniciones que parten de la propia visión que se le quiera adjudicar. Si al hecho de introducir la narración de la primera persona como personaje en el entramado de la historia a contar, al mismo tiempo se le suponen hechos, acciones y acontecimientos irreales, producto de la imaginación del autor, pero vinculados a él , estaremos en presencia de una valoración contradictoria de esa realidad imaginada que se muestra como aceptada. La utilización de este estilo de escritura conlleva el riesgo en no pocas ocasiones de que las obras sean dirigidas por derroteros donde la monotonía narrativa se apropie del texto ante la inacción, dejando igualmente en evidencia en algunas, una obsesiva necesidad de hablar del yo, lo que evidencia un desborde del ego autoral..

Dentro de la dramaturgia actual integrada a esta corriente de lo autoficcional, la figura de Sergio Blanco, se alza como la de mayor proyección a nivel internacional, proceso que inicia precisamente en el año 2008 con la escritura de su monólogo “Kassandra”, después del cual se sumergió en la investigación sobre dicho concepto aplicado al teatro y que fue desarrollando en obras como “La ira de Narciso”, “Ostia’, “Cartografía de una desaparición”, “El bramido de Dusseldort”, “COVID”, “Tráfico” y “Tebas Land”, entre otras, siendo esta última –donde la autoficción y la meta-teatralidad se mezclan de manera precisa- la que mayor resonancia ha obtenido a nivel internacional, llegando incluso a ser declarada Obra de Interés Cultural en su Uruguay natal.

Además de “Kassandra” y “Memento mori”, obras que acaban de ser presentadas en esta ciudad, el público de Miami ha tenido la oportunidad de disfrutar del propio autor, “Tebas Land” -en otra producción de Arca Images, también bajo la dirección de Carlos Celdrán- así como “La ira de Narciso”, presentada esta durante el XXXVIII Festival Internacional de Teatro Hispano de Miami, por la agrupación teatral venezolana Deus Ex Machina. Hay que recordar, como nota al margen, que hace algunos años el director cubano Boris Villar concibió en nuestra ciudad una puesta de “Kassandra”, interpretada por Maribel Barrios, con el propósito de ser presentada en un festival de teatro en Argentina, trabajo que nunca subió a los escenarios de Miami. De lo anterior se desprende que Blanco se ha venido convirtiendo en un autor de interés para el medio teatral de esta ciudad.


Respecto a la puesta recién vista de “Kassandra”, quedó en evidencia que el magnífico trabajo de la actriz -Ysmercy Salomón- hace que un texto oportunista, atropellado, cargado de disímiles e incoherentes situaciones y con supuesta intencionalidad de alegato pro-denuncia social, sea lo único que provoque que dicho espectáculo sea aplaudido. Este es uno de esos interesantes casos que se dan dentro del teatro, donde un actor logra que un espectáculo logre algo de relevancia a pesar de un texto con muy escasa trascendencia dramatúrgica.


Sin duda alguna, el desempeño de la actriz en escena –amparado por una muy buena presencia física- muestra a una intérprete en pleno dominio de sus facultades expresivas, su poderosa voz capaz de moverse entre registros altos y regodearse en unos inmensos graves, logrando de igual forma una magnífica proyección y claridad en cuanto a dicción. La intérprete posee dominio de las acciones físicas, a las que accede con plasticidad, organicidad y soltura. Otra cualidad es su rico vocabulario expresivo-facial con el cual descubre las diferentes máscaras e intenciones de su personaje. No obstante, no podemos ignorar que el desempeño que se requiere de la actriz para este espectáculo resulte en exceso externo, vulgar, altisonante, lo cual contribuye -contradictoriamente- a que de cierta manera nos produzca algo de rechazo el mismo.


Otro aspecto para considerar e importante de señalar con respecto al trabajo de la actriz, tiene que ver con la repetición de este tipo de personajes dentro de su trayectoria artística, lo cual pudiera ir creando un nada aceptable estereotipo. Tal observación parte de que dentro de su recorrido por los escenarios encontramos que Ysmercy ha incorporado en otras oportunidades roles con estas características, como resulta de sus incursiones en las puestas de “Las amargas lágrimas de Petra Von Kant” y “Gotas de lluvia sobre piedras calientes”, ambas dirigidas en la Habana por Carlos Díaz, o el personaje de una secretaria lesbiana en una disparatada versión de “Tartufo”, de Abel González Melo, presentada en esta ciudad. Hacemos este señalamiento, porque lamentablemente en ocasiones los directores encasillan a los actores -también ocurre que estos se dejan encasillar- en ciertos personajes con caracteres muy específicos debido a determinadas condiciones físicas o de incorporación artística por parte del intérprete.

En cuanto al trabajo de dirección, es evidente que para Carlos Celdrán esta propuesta se sale de los márgenes de su zona de confort donde la mesura, el racionalismo, el equilibrio, la intuición por la verdad se sobrepone a la exteriorización y la teatralidad, tanto en la concepción escénica como en la construcción y manejo de sus personajes, características que han determinado su trayectoria creativa a través de los años. Sin embargo, el director se sumerge en el laberinto de un proceso que lo obliga a transitar por caminos creativos que los separan de su habitual línea de trabajo. Un aspecto por destacar es que el tener la oportunidad de regresar a trabajar con dicha actriz, quien formara parte de algunas de sus puestas habaneras, produjo el efecto de complicidad director-actriz que permitió apreciar el consistente desempeño de la intérprete sobre las tablas.

A propósito del texto de Blanco, lo primero en llamar la atención en su escritura, es que haya sido concebido para ser hablado en un inglés elemental, mal hablado, como el de quien no domina el idioma, pero se ve necesitado de utilizarlo como medio de comunicación para su sobrevivencia. Esta situación contribuye a que la historia de la supuesta tragedia del personaje se desenvuelva de la mano de un ambiente de provocador humor producto a los defectos de pronunciación, al desconocimiento del significado de algunas palabras o a la intromisión de impertinentes términos en español, en contraste con lo desgarrador de la historia dibujada. Como forma de contribuir a esta torpeza lingüística, el autor articula el texto en frases cortas y entrecortadas, provocando con ello un desarrollo rudimentario, torpe del discurso, apoyando así la caracterización del personaje.

Blanco, quien en algunas de sus obras impone ciertas acotaciones a cumplir, como puede ser la realización de una escenografía determinada o en este caso, la utilización de un idioma en específico, despoja en cierta medida al director de libertad en su personal concepción sobre la propuesta escénica en un caso, mientras que en este que nos convoca, pudiera obstaculizar la comprensión del texto, por ende de la historia y acción en la obra, ya que no todos los públicos tienen por qué tener conocimiento básico del idioma inglés, aunque ese no sea el caso del público de nuestra ciudad por muy hispanohablante que sea. Por otra parte, que el personaje se vea obligado a expresarse en dicho idioma no aporta un soporte dramatúrgico preciso al relato, ni a la acción misma, a no ser que se pretenda con ello dirigir de manera crítica e intencionada el propuesto tema migratorio hacia las condiciones de un país determinado.

Cuando anteriormente señalamos de ‘oportunista’ al texto teatral, nos referimos a que el autor se adueña de uno de los más conocidos temas de las muy antiguas leyendas griegas -el de la Guerra de Troya- apropiándose del legendario personaje de Casandra -poseedora del don de la clarividencia otorgado por el Dios Apolo, pero al mismo tiempo por él maldecida al no acceder a sus intenciones amorosas, quedando así ella condenada a que sus profecías no fueran jamás tenidas en cuenta, hecho este que contribuyó a que se desarrollaran los fatales acontecimientos para los troyanos- para con esta apropiación de un tema tan reconocido, ganar interés para su propia creación. Este recurrir tanto a temas conocidos como a obras ya establecidas y sobre ellas reescribir, versionar, reinterpretar sus contenidos siempre deja un sabor a ‘refrito’.

Partiendo de aquella Casandra, el autor de esta nueva propuesta nos trae aquella hasta nuestros días convertida en un personaje transgénero -de hombre a mujer, pero sin la realización del cambio de sexo por falta de recursos económicos, según cuenta el mismo- viviendo de la prostitución y la venta de ‘mercancías’ en el mercado negro. El escritor juega entre los personajes de la leyenda griega y esta nueva Kassandra, que es otra y a la vez la misma de aquellos tiempos, transformándola en un ser extra temporal, inadaptado, retorcido, frustrado, atrapado en el goce del placer sexual. La intención de pretender posicionar a dicho personaje como denunciante de un discurso referente a temas sociales contemporáneos, tales como el migratorio y sus consecuencias de integración social, no alcanza a convencer ni logra el adecuado engarce dentro de la reconstruida historia.

Si prestamos atención a las palabras utilizadas para promocionar a través de los medios la propuesta de Blanco, se puede leer que la misma “revela verdades sobre el exilio, la identidad y la pertenencia a un mundo fracturado”, elementos que en realidad no están presente de manera convincente, sino que se introducen de manera forzosa, violentando dicho discurso promocional. La conversión del personaje mitológico a uno transgénero contemporáneo no resulta en méritos que validen la historia, sirviendo solo como pretexto para hablar continuamente de relaciones sexuales -algunas incestuosas- de prostitución, así como de la valoración del tamaño de los órganos genitales masculinos, reduciendo de forma única por esta vía el concepto de homosexualidad al goce desenfrenado del sexo, aspecto en el que lamentablemente se cae de forma demasiado recurrente.

Ese patético y sombrío discurso que no pocos intelectuales -Blanco entre ellos- abordan hoy en día, con el que se pretende a considerar a nuestra civilización occidental desarticulada y gastada, no es más que el resultado de una bien concebida diatriba ideológica, con la que condicionar la imperante necesidad de transformar de manera visceral todo nuestro entorno, por medio de la imposición de nuevos referentes que deconstruyan nuestra civilización occidental, principalmente mediante la desarticulación de la familia como eje rector de la sociedad.

Como bien señalamos en alguna parte de este recorrido, la presentación de esta otra “Kassandra” solo contribuirá como legado a la escena teatral miamense el del disfrute de un buen desempeño actoral.


Respecto al segundo trabajo de Sergio Blanco presentado en esta oportunidad en nuestra ciudad, “Memento mori o la celebración de la muerte”, este es un espectáculo al cual su creador considera una ‘conferencia autoficcional’, puesto que es el propio autor quien sentado frente al público ‘lee’ determinados pasajes los cuales serán presentados como sus posibles vivencias personales entrelazadas con eventos concebidos por un enajenado estado de su imaginación creativa.

El título del espectáculo parte de una frase en latín que significa “recuerda que morirás”, concepto que nos enfrenta con la transitoriedad de la vida y el significado de la muerte, siendo un tema recurrente desde la Edad Media en el arte religioso, pero utilizado también en sentido filosófico como una forma de valoración de la vida, al cual Blanco acude continuamente dentro de su obra toda.


En el centro del escenario, sentado detrás de una gran mesa sobre la que se acumulan papeles, libros y algunos otros objetos diversos, teniendo como fondo una gran pantalla donde se proyectarán fotografías -treinta y una en total, con imágenes de espacios arquitectónicos abandonados o paisajes solitarios, que colaboran con ese sentido de no vida- pertenecientes a la artista uruguaya Matilde Campodónico, las cuales van cambiando a través de todo el espectáculo según cada relato leído y con el apoyo musical de algunos temas tales como California Dreamin’ o una escogida aria perteneciente a la ópera Madame Butterfly, Sergio Blanco se apropia del concepto de la muerte y su conexión con la vida, para crear un espectáculo conformado por un prólogo, treinta relatos y un epílogo.

Respecto a dicha concepción de formato, el autor lo lleva por primera vez al escenario con “Ostia”, anterior trabajo del 2015, en la que el escritor aparece en escena acompañado de su hermana, la actriz Roxana Blanco, ambos igualmente leyendo textos en los cuales hablan de relaciones familiares, sexo, drogas y por supuesto de la muerte, al tiempo que se refieren a hechos de la historia de Italia, desde su fundación hasta el asesinato del escritor y director de cine Pier Paolo Pasolini; pero en realidad “Memento mori…” va a integrar una trilogía que completan “Las flores del mal o la celebración de la violencia (2018) y “Divina invención o la celebración del amor” (2021), donde el creador se presenta igualmente en solitario.


A través de cada uno de los relatos que componen el espectáculo, el autor-lector, va narrando acontecimientos donde los límites entre realidad e imaginación que se entremezclan van creando un supuesto universo el cual se transforma como reflejo exaltado del propio individuo. Diversos viajes a diferentes partes del mundo a los cuales el escritor hubo de trasladarse a propósito de una conferencia, el estreno de alguna de sus obras o un taller a impartir, van tomando cuerpo junto a situaciones donde la presencia de la muerte interviene -casualmente o no, imaginativamente o no- en relación con el personaje-autor. En dichos relatos, en los cuales se habla de homosexualidad, prostitución masculina, e incluso sexo entre menores de edad, así como del tan vapuleado cambio climático, entre otros temas, se evidencia un interés muy particular por elaborar una plataforma en función de un contenido preciso, que en algunos casos ya harta en demasía a nuestra contemporaneidad.

La presencia de la muerte en el presente texto -tema que se encuentra dentro de prácticamente toda la obra del autor- ofrece el pretexto para hablar sobre la convivencia no siempre bien definida entre esta y los seres humanos, las diferentes maneras en que las diversas culturas la asumen, así como la relación establecida con ella por parte de algunos escritores famosos -Moliere, Oscar Wilde, Eurípides, Becker, Esquilo- dentro de sus propias vidas u obras. Hablar sobre la muerte brinda la oportunidad a Blanco de observarla desde diferentes facetas, ya sea desde la brutalidad del crimen, la enfermedad, la idealización o asumiéndola como eternidad e instancia épica que convierte al ser humano en inmortal; pero de igual manera le permite asumirla como un acto hedonista, aspecto este último que se hace presencia a través de su dramaturgia y que por medio de este estilo, subgénero o recurso dramático del cual se ha convertido según especialistas en su más destacado representante a nivel teatral, encuentra el instrumento adecuado para darle salida a su constante yo.

El dilema, a nuestro modo de ver, es que ante una presentación con dicha estructura eminentemente descriptiva, en la que las fundamentales leyes que conforman el hecho teatral se encuentran ausentes, incluso donde se carece de posibilidades performáticas, lo que queda ante nuestra vista queda reducido a una mera exposición de acontecimientos -relatos, como bien los define el autor- carentes de intención dramática alguna, despojados de interés escénico, dejando al espectador ante una consecución de ideas carentes de acción, que nos aleja de la idea de lo que es el teatro.

A modo de conclusión, resulta visible que este texto no-dramático se encuentra construido sobre una suerte de puzle anecdótico, anti dramático, en el cual la llamada autoficción aparece solo como ente manipulador de una inexistente voz teatral que se jacta de ser lo que no es en realidad, desafiando conceptos de manera indiscriminada, pero tratando de imponer nuevas doctrinas.

Aunque por lo que estamos observando la ciudad de Miami también se encuentra sucumbiendo al interés por el teatro autoficcional de Sergio Blanco, el cual es reverenciado al interior de todos los neo revisionistas circuitos de la intelectualidad teatral actual, pudiéramos –si se nos permite- sugerir en nombre de ese mismo abundante teatro hispanohablante de nuestro continente, que se investigue a profundidad dentro de su variada y mayormente ignorada dramaturgia, mucha de la cual no ha sido llevada nunca a un escenario, que se mire a nuestro alrededor, hacia las obras olvidadas en gavetas o atestados libreros, sin que caigamos en la tentación de seguir modas sesgadas que a la larga no definirán la historia teatral de ninguna generación.



Wilfredo A. Ramos.
Miami, noviembre 2, 2025.

Fotos: Julio de la Nuez

Tuesday, October 28, 2025

Cuba y Puerto Rico reviven a Cecilia, de la mano de Manny Albelo, Tania Martí y bajo la batuta de Marlene Urbay. (por Baltasar Santiago Martín)


Martí Productions, digna continuadora de la tristemente desaparecida Sociedad Pro-Arte Grateli, fundada por Pili de la Rosa y Demetrio Menéndez en 1968, presentó, en el Dennis C. Moss Center Cultural Arts Center de Cutler Bay, la gustada zarzuela cubana Cecilia Valdés, del gran compositor y director de orquesta Gonzalo Roig (1890-1970), de nuevo con el mismo formato de concierto ofrecido y exitosamente probado en agosto de 2023.

Me pareció muy original y orgánico que el compositor le fuera contando y mostrando a Cirilo Villaverde, escritor de la novela base de la obra –y al público en general – cómo fue desarrollando musical y dramatúrgicamente su argumento, por aquello de que “vista (y oído, sobre todo oído) hacen fe”, y así nos pudimos enterar además de anécdotas muy interesantes sobre su concepción, como la que sigue:
La Cecilia Valdés yo la escribí en un mes y días. Pero no fue solo escribirla, sino instrumentarla también. Estaba dedicado exclusivamente a la obra. Yo vivía nada más que para aquello. Me ponía un mono por la mañana, me iba para el teatro y allí me llevaban la comida.
También de que el primero que escuchó la partitura completa de su zarzuela Cecilia Valdés (1932) fue precisamente otro grande de la música cubana, el maestro Ernesto Lecuona; anécdota que pude completar cuando me preparaba para escribir esta reseña:
(…) Llamé a Lecuona por teléfono y le dije que quería que viniera a mi casa para tocarle algo nuevo que había compuesto. Acudió esa misma tarde, acompañado de su hermana Ernestina, y después de los saludos efusivos de ambos, me senté al piano, y comencé a tocar.

Pese a la fama que tienen los artistas de que viven nada más que para su propia obra, sin ojos ni oídos para la de los demás creadores, los hermanos Lecuona no son así, sino todo lo contrario, y escucharon con gran interés y paciencia toda la partitura. Al finalizar, Ernesto se levantó y me dio un gran abrazo, diciéndome:

“Es la mejor zarzuela cubana que se ha escrito, y vas a ver qué gran éxito le espera. Te felicito de todo corazón”.
Para que se pueda aquilatar mejor en toda su dimensión este tan elogioso juicio de Lecuona, ya este genio había dado a conocer sus bellísimas zarzuelas El cafetal en 1927, y María la O en 1930, y triunfado tanto en Cuba como en el extranjero.

Antes de pasar a glosar a los cantantes, es de justicia que celebre el desempeño de Jesús Brañas y de Paut William, como Roig y Villaverde respectivamente, nunca envarados ni engolados, sino muy amenos y naturales, como debe ser.

Jesús Brañas y Paut William, 
como Roig y Villaverde.
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Ambas funciones comenzaron con los bailarines de la Ifé- Ilé Dance Company, dirigida por Nery Torres, caracterizados como los orichas de nuestra rica religión yoruba –o mitología para los no creyentes–, con vistosos trajes acordes a cada una de las poderosas deidades representadas, lo cual me pareció un hermoso homenaje reivindicativo a nuestra fuerte herencia africana, de la que muchas veces los cubanos blancos – y ni tanto– católicos reniegan, aunque en secreto acudan al babalawo cuando tienen algún problema familiar o de salud.

Ifé-Ilé Dance Company de Nery Torres, 
en “Cuna de Mercé” y el 
Coro Voices of Miami al fondo.
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Debo parar en seco ahora el quitrín –porque “nobleza obliga”, como se decía antaño–, para celebrar el Po, po, po de Tania Martí, como Dolores Santa Cruz, quien aparte de ser la fundadora y directora de Martí Productions a cargo de esta exitosa puesta, brindó la que para mí fue la actuación más impactante de las dos funciones, a la par de la de las dos excelentes protagonistas (que sé que no se van a poner celosas, porque admiran a Tania tanto como yo).

Tania Martí como Dolores Santa Cruz.
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En la noche del sábado 11 de octubre de 2025, la reconocida y laureada soprano cubana Eglise Gutiérrez no solo interpretó el personaje titular, sino que “fue” Cecilia, desde el aria de su salida, cual “cascabel y campana”, y en su “alma cubana la alegría de vivir” –como reza la emblemática letra, y con el sobreagudo final limpio y bordado –como lo han hecho las sopranos referentes en este rol, léase Blanca Varela o la paradigmática Alina Sánchez.

Eglise Gutiérrez en la “Salida de Cecilia”.
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A su vez, el joven Leonardo Gamboa fue “encarnado” por Martín Nusspaumer, quien demostró su clase como inspirado tenor desde el aria “Habana, mi dulce Habana”, precedido y arropado por el afinado coro Voces of Miami, dirigido por Greisel Dominguez, que hizo una hermosa labor vocal con la hermosa marcha “Somos los estudiantes”, a la que la excelente batuta de la Maestro Marlene Urbay, al igual que a todas las partituras de Roig de esta zarzuela, hizo que sonara y se escuchara como si la Florida Chamber Orchestra fuera una gran orquesta sinfónica y no de cámara.

El apasionado enamorado de Cecilia –y no correspondido por ella– José Dolores Pimienta, fue excelentemente interpretado y cantado por el barítono Armando Naranjo, quien brindó una muy hermosa e impecable romanza “La dulce quimera”.

Armando Naranjo
 como José Dolores Pimienta.
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Laura de Mare, como “la niña blanca” Isabel Lincheta, cantó muy bien su aria de las flores, con sobreagudo final incluido, y su dúo con Nusspaumer estuvo muy bien actuado, acoplado y hermoso, al igual que en el cuarteto titulado “Gavota”, con Yohan Rodríguez y Erwin Cárdenas.

Martin Nusspaumer, como Leonardo;
 y Laura de Mare como Isabel Lincheta.
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Ifé- Ilé Dance Company, dirigida por Nery Torres, volvió a sobresalir en el cuadro de los esclavos, con excelente acople rítmico y danzario, así como dos momentos de clímax de gran belleza plástica: el primero, entre el despiadado mayoral y una de las esclavas, y luego, un duelo entre el mayoral y uno de los esclavos.

Ifé-Ilé Dance Company
con el Coro Voices of Miami al fondo, 
en “Ya la campana soná”,
 y Carlos Silva como el esclavo.
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El tenor Carlos Silva se sumó al banquete vocal que fue esta representación de Cecilia, con su sentida interpretación del aria del “pobre negro gangá, que no tiene ya libertad”, mientras que Grethel Ortiz, como Dolorita, se “robó” al público con su tango congo “Etanilá”, pero eché en falta al Gallego y al Negrito que la debieron acompañar para hacer aún más simpática esta escena, infaltable en el teatro vernáculo costumbrista cubano, pero disculpo totalmente a la dirección y a la producción por omitirlos, para evitar herir la hipersensibilidad –y la protesta– de la ACLU, en representación de los afrodescendientes del Condado, si se hubiera pintado a un actor blanco de negro para hacer dicho papel, y lo mismo sé que sucedió con el no maquillaje oscuro de Tania para su Dolores Santacruz.

Grethel Ortiz como Dolorita.
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En el dúo de Cecilia con Leonardo, Eglise y Martín cantaron y actuaron con gran dominio escénico, tanto vocal como actoral, sobre todo Eglise, que estuvo admirablemente conmovedora y sin fallar una nota, a pesar del intenso drama que está viviendo.

Eglise y Martín, en el gran dúo
 de Cecilia y Leonardo,
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La bellísima contradanza de esta zarzuela, de nuevo a cargo de los bailarines de Ifé- Ilé Dance Company, estuvo muy bien montada y bailada, aunque los trajes femeninos estuvieron totalmente fuera de época, con miriñaques que recordaban a las meninas de Velázquez –e incluso, en la función del domingo, una de las “contradanzantes” tenía el miriñaque de un solo lado; pero se entiende que en una función de concierto como esta, el vestuario “de época” no es mandatorio, máxime cuando hay limitaciones de presupuesto.

Muy bien y emotiva la actuación de Eglise Gutiérrez ante la cuna “de su niña” —y en general durante toda la función— y en la escena final de la zarzuela, donde ocurre el asesinato de Leonardo por parte de Pimienta, la acción fue muy bien resuelta dramatúrgicamente, tanto por ella como por Naranjo, y su reclamo a este por su crimen fue de una veracidad conmovedora.

Pero, bueno, hasta aquí solo me he referido a la Cecilia del sábado 11 de octubre de 2025, pero el domingo 12 de octubre se volvió a representar la zarzuela, esta vez con la talentosa soprano puertorriqueña Marinel Cruz en el rol titular, pero antes de pasar a glosar su también excelente desempeño, quiero comentar – y enfatizar– algo muy hermoso sobre Eglise Gutiérrez, que no es muy común en el mundo artístico, famoso por la competencia y la rivalidad entre las divas (y los divos): su total apoyo y disposición a que Marinel doblara el personaje con ella, nada menos que en su debut como Cecilia Valdés, un gesto muy hermoso que la engrandece aún más como artista y como ser humano.

Dio la casualidad de que Eglise y la también gran soprano Yetzabel Arias estuvieron sentadas en la fila detrás de la mía, por lo que pude escuchar y ver cómo las dos aplaudieron con gran efusividad a Marinel durante toda su Cecilia.

Ya el solo hecho de que Eglise acudiera a ver a su “rival” –sin que “esa niña boricua, del pecho le arranque la calma y la paz”, y “sin que la rabia la mate”, parafraseando el gran dúo de Cecilia y Leonardo–, es una muy elocuente prueba de la admiración y la amistad existente entre ambas.

Como ya dije anteriormente, la función del domingo 12 de octubre marcó el debut de la talentosa “niña boricua” Marinel Cruz como Cecilia Valdés, y ello para mí tiene un significado tremendo –y no voy a recurrir a eso tan manido que todos los cubanos tenemos en mente cuando se trata de Puerto Rico, nuestra hermana y “alada” isla.

Si bien fue una soprano mexicana –asentada en Cuba– llamada Elisa Altamirano, quien la estrenara en La Habana en 1932, el hecho de que en octubre de 2025, una soprano de “la Isla del Encanto” y otra de Cuba (¡y holguinera, señores!), hayan sido quienes la han vuelto a revivir en Miami, “de la mano de Manny Albelo, Tania Martí y bajo la batuta de Marlene Urbay”. como puse en el título, me hace pensar que tanto Cirilo Villaverde como Gonzalo Roig deben estar muy complacidos, sea tanto en “el panteón de los imprescindibles” que habitan por derecho propio, o en esa sobrecama de cuadritos que dice Manuel Vázquez Portal que es la cultura cubana –y que nos cobija a todos por igual.

Me concentro entonces en la ya mencionada función dominical, de la que me limitaré a comentar solo la actuación de Marinel, ya que no hubo ningún cambio de intérprete en los otros personajes, si bien noté que, tanto Martín como Carlos Silva, cantaron mejor que en la función del sábado, me imagino que ya con menos nervios que el día del estreno, como es lógico.

En la tarde del domingo 12 de octubre de 2025, la soprano Marinel Cruz resultó gloriosamente invicta contra los nervios inherentes a un debut como tal, pues también, como Eglise, se transmutó en Cecilia, desde el aria de su salida, con ese sobreagudo final que uno siempre espera con Alina Sánchez en mente –y en su “alma cubana la alegría de vivir”, que luego la traición de Leonardo convertiría en reclamo, en el Gran dúo con Leonardo, y luego en pena y dolor ante la cuna de su pequeña hija, estados de ánimo que Marinel vivió como suyos, al extremo de las lágrimas, pero sin que ello afectara su impecable desempeño vocal y actoral, sobre todo al final, cuando Pimienta asesina a Leonardo el día de su boda con Isabel Lincheta, y Marinel Cruz lo increpa y lo acusa: “Has matado a mi amor”.

Marinel Cruz en “la Salida de Cecilia”, 
con el coro Voices of Miami.
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Marinel Cruz en “la Salida de Cecilia”.
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Marinel y Martín en el gran dúo
 de Cecilia y Leonardo.
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Marinel Cruz, en la Canción de cuna 
“Duerme hija mía, mi pequeña duerme”.
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Marinel Cruz en el final,
 con la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre
 al fondo, a la que suplica su perdón 
por “el pecado que cometió”.
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En fin, otro gran triunfo más de Martí Productions, en su admirable cruzada por mantener vivo este género en Miami, gracias al talento y al admirable esfuerzo de Tania Martí, Manny Arbelo y de la Maestro Marlene Urbay, con su Florida Chamber Orchestra, siempre dispuesta a acompañar musicalmente, sea una ópera, una zarzuela o un ballet.

Gracias también al Departamento de Asuntos Culturales del Miami Dade County; al Miami Dade County Auditorium Away from Home Series y a Artes Miami, por su apoyo a Martí Productions para realizar estas dos funciones en el Moss Arts Cultural Center.


Fotos: Lester Llanes (cortesía de Martí Productions)

Sunday, October 26, 2025

"Espresso Macchiato" (Orquesta Metropolitana de Madrid y el Coro Talía)


Arreglo de la canción Espresso Macchiato de Tommy Cash, realizada por el compositor Alejandro Vivas Puig e interpretada por la Orquesta Metropolitana de Madrid y el Coro Talía en el Auditorio Nacional de Música de Madrid, bajo la dirección de Silvia Sanz Torre.

El jueves 3 de julio de 2025, el Auditorio Nacional acogió un concierto muy novedoso: Eurocanción Sinfónica. Un repertorio de grandes temas de Eurovisión de todos los tiempos, adaptados a su versión sinfónica por Alejandro Vivas, para la Orquesta Metropolitana de Madrid y el Coro Talía, bajo la batuta de Silvia Sanz Torre.

Tras un concierto muy cuidado y lleno de versiones exigentes, los músicos quisieron sorprender al público con esta divertida propina en tono de humor: una versión sinfónica de Espresso Macchiato, que arrancó sonrisas y aplausos en todo el Auditorio.

Dado el éxito que tuvo este extraordinario concierto del Grupo Talía, ya está prevista una segunda edición, que se celebrará el 2 de julio de 2026 en el Auditorio Nacional de Madrid, cuyas entradas estarán a la venta desde el 3 de septiembre de 2025 en (https://www.grupotalia )

Wednesday, October 22, 2025

Antonio Menéndez Peláez, de Camagüey a Sevilla en un vuelo poco recordado. (por Carlos A. Peón-Casas)


El singular periplo se remonta al año 1936. Fue un homenaje del piloto asturiano cubano a los valientes aviadores Barberán y Collar que hicieron el mismo recorrido, pero a la inversa en el año 1933.

Monumento, en Camagüey, a
Mariano Barberán y Joaquín Collar.
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El punto de despegue en la ciudad agramontina, era el primer recordatorio a la gesta de los pilotos españoles, que cruzaron el Atlántico por su parte más ancha y sin escalas.

Era el día 12 de Enero de 1936 y los pocos testigos al uso vieron partir al piloto en su monoplano Lockhead Sirius 8, bautizado con el sugerente nombre del 4 de Septiembre, un dato que revelamos en algún punto de este relato.

El aparato había sido reacondicionado, luego que el piloto lo comprara por solo 1000 dólares, y la susodicha reparación había importado 35000. Incluyendo tanques de gasolina bajo las alas para permitir mayor autonomía.

Menéndez tuvo el apoyo incondicional del ejército cubano, al que se había sumado como piloto, y se dice de buena tinta, que fue el propio General Batista quien sugirió el nombre del aeroplano en honor a su movimiento revolucionario contra Machado

Su vuelo empero se haría con escalas, y llevaría al piloto hasta Brasil, punto escogido para el salto sobre el Atlantico, para desde allí recorrer los más de 3000 kilómetros hasta tierras africanas en Senegal, en 17 horas y treinta y cinco minutos.

El diario español ABC reseñaba el hecho en un artículo escrito en el año 2016, al cumplirse el aniversario 80 de este suceso, tan señero para la historia de la aviación mundial:
Menéndez Peláez logró cruzar el charco y llegar a Sevilla con una aeronave con cabina descubierta («una moto sobre un bidón de gasolina», según definición de un historiador aeronáutico) que no llevaba radio (para aligerar la nave de peso) y cuyos instrumentos de navegación se limitaban prácticamente a una brújula y una rústica esfera que le indicaba el horizonte cuando las nubes le impedían ver más allá de unos pocos metros. Las crónicas de la época cuentan que el valeroso piloto encontró sobre el Atlántico vientos fuertes y mal tiempo que le obligaron a volar en muchas ocasiones, «a casi a ras del agua».
Se pueden encontrar otros pormenores, que hoy nos sorprenden por la audacia increíble de aquel pionero de la todavía incipiente navegación aérea:
Menéndez Peláez, de 33 años, tuvo que demostrar su pericia tomando como referencia los barcos en ruta que avistaba desde su aparato. Tras descender por varios países del continente, buscando la distancia más corta entre América y África que su avión, de sólo 8,25 metros de longitud, le permitía cruzar…
La misma fuente nos deja en otro punto la historia personal del joven y atrevido piloto que se jugó la vida literalmente en tan arriesgada empresa:
Antonio Menéndez emigró a Cuba siendo un adolescente desde su Asturias natal, siguiendo el camino de su padre, del que pronto se distanciaría. Fue dependiente de comercio, chófer de autos de alquiler, mecánico automotriz, fogonero, pescador y barquero en la Bahía de Cienfuegos, pero su sueño en la vida era ser piloto de aviación.

Se nacionalizó cubano a finales de 1927 para poder estudiar en la Escuela de Aviación Greer Collage, de Chicago, y tras terminar su curso de piloto, con apenas 25 horas de instrucción de vuelo, compró un avión biplano Waco y voló con él a La Habana. Prestó sus servicios en Aerolínea Cubana de Aviación, pero quería cruzar el Atlántico en solitario.
Su sueño acabaría por hacerse realidad y su arriesgado periplo lo ubicó en las ciudad sevillana después de 72 horas y 36 minutos de arduo bregar contra los temibles vientos y la furia del océano. Al pisar suelo español manifestó su contento y su orgullo:
Sobrio y valeroso, como los héroes de esa época, Menéndez le restó mérito a su hazaña, se limitó a decir a los periodistas que lo esperaban en Tablada, uno de ellos de ABC, que su mayor emoción durante todas esas horas de vuelo fue «pisar la tierra de España». En una entrevista posterior se limitó a decir: «Vengo a retribuir el vuelo de los heroicos aviadores españoles Barberán y Collar y traigo a España el saludo de Cuba». Y añadió: «Mis padres viven en un pueblecito de Asturias y les daré la sorpresa de mi visita».
Con honores regresó a Cuba para contraer nupcias con su prometida, una joven muchacha: Ofelia Brugueras, nativa de la zona de Manicaragua en la entonces provincia de Las Villas.


Pero la vida juntos se esfumó como un soplo. La esposa embarazada lo esperó en vano cuando el joven y tenaz piloto emprendiera, junto a otro tres ases cubanos, un vuelo conmemorativo por las tierras americanas en conmemoración del descubridor Cristóbal Colón.
Visitaron 26 países y en la parte final del viaje Menéndez y sus tres compañeros cruzan el Pacífico desde Cali a Buenaventura. Según los expertos, era una ruta poco adecuada por la falta de potencia de los aparatos cubanos… La muerte les esperaba al lado izquierdo, en el valle del Cauca, y toda la escuadrilla cubana se estrelló. Los aparatos se incendiaron y murieron al instante todos sus ocupantes: los pilotos, los mecánicos de vuelo y un periodista que viajaba con Menéndez y que era el cronista oficial del viaje. Era el 29 de diciembre de 1937.



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Con notas del artículo: “El aviador romántico que cruzó el Atlántico sin radio y que llegó a Sevilla el día de San Valentín”. En Diario ABC de Sevilla. Jesús Alvarez. 14/02/2016. (Versión digital)

Tuesday, October 14, 2025

“El Brote”, la soledad acompañada de un actor sobre el escenario. (por Wilfredo A. Ramos Miami)



Como parte de la programación de la XXXIX edición del Festival Internacional de Teatro Hispano de Miami (FITHM) recién finalizado, tuvimos la posibilidad de disfrutar en el escenario del Adrienne Arsht Center, de “El Brote”, espectáculo unipersonal procedente de Argentina, el cual estuvo a cargo del actor Roberto Peloni, contando el mismo con dramaturgia y dirección de Emiliano Dionisi, en una producción de Compañía Criolla. Este colectivo teatral fundado por Dionisi en la ciudad de Buenos Aires en el 2009, se preocupa tanto por llevar a escena trabajos dedicados al público adulto como al juvenil, participando además del proyecto ‘Teatro Itinirante’, con el cual recorren el país ofreciendo sus espectáculos en prisiones, escuelas, centros de atención para personas con capacidades especiales, hogares de ancianos y barrios. Por sus trabajos han recibido reconocimientos tanto en Argentina como en otros países donde se han presentado.

En cuanto a Emiliano Dionisi (1986), debemos decir que es un inquieto artista que con tan solo 13 años comenzó a dar sus primeros pasos dentro del mundo teatral, habiendo recibido formación teatral, danzaría, así como de canto y acrobacia, sin contar múltiples talleres en diferentes especialidades de las artes escénicas. Su carrera que se iniciara como actor en 1999, ha incluido además del teatro, el cine, la televisión y el doblaje, comenzando su trabajo como director en el 2003, mientras que como dramaturgo se comenzaría un año más tarde. En su escritura teatral encontramos un profundo interés por crear obras que puedan llegar a la mayor cantidad de público posible, con un marcado interés en revisitar los textos clásicos, a través de los que trata de acercarse al espectador joven, exponiendo situaciones del mundo contemporáneo.

Dentro de su dramaturgia encontramos textos como Comunidad, Este no es un cuento, Mabel, una tragicomedia escocesa, Sueño, Recuerdos a la hora de la siesta, Cyrano de más acá, Los Monstruos (en versiones argentina, uruguaya y mexicana), Ojos que no ven, La Comedia de los Herrores, Romeo y Julieta de bolsillo, Perderte otra vez, entre otras. Ha impartido clases de dirección y dramaturgia en la Universidad de Buenos Aires, así como diversos talleres en centros de enseñanza artística. A través de su trayectoria ha sido merecedor de múltiples premios tanto por su desempeño como director, actor y dramaturgo.


Con “El Brote”, obra con la que se ha dado a conocer Emiliano Dionisi en nuestros escenarios, nos ha quedado de manifiesto el talento de este joven artista y despertado el interés por conocer más acerca de su dramaturgia, cosa que esperamos se haga realidad en un futuro no muy lejano. Respecto a la puesta en escena de este título, lo primero que hay que destacar es su duración, pues tratándose del desempeño de un solo actor sobre el escenario, el hecho que tenga por duración hora y media -tiempo el cual podría ser excesivo para cualquier otro trabajo de ese tipo- en el caso que aquí nos trae, el mismo transcurre casi sin ser percibida su duración e incluso atreviendonos a agregar que algunos hubiéramos deseado que el espectáculo no llegara a su fin. Tal fue la impresión que el mismo provocara.


En esta obra, una vez más nos encontramos en presencia del teatro dentro del teatro, superponiendo diferentes planos de acción y logrando un ambiente meta teatral que otorga riqueza y complejidad al texto dramático, el cual dialoga consigo mismo. El autor nos hace partícipes, no sin cierto nivel de ironía y acidez en su mirada, de las interioridades del ambiente teatral a través del personaje de Beto, actor perteneciente a una compañía oficial, quien expondrá duras opiniones críticas acerca de sus colegas y de la vida dentro del medio. De igual forma el mismo se referirá a los procesos que componen el hecho teatral, hablando de la técnica, elementos escenográficos y de utilería, así como del proceso de preparación de los personajes, el movimiento del actor en escena, el trabajo del director, las relaciones entre los propios actores, sus intereses, sus egos, sus frustraciones; pero igualmente reflexionando sobre la precariedad a la hora de concebir las producciones, las condiciones al hacer las giras e incluso las reacciones de los espectadores. Ningún aspecto en relación con el hecho artístico escapa a la mirada de este personaje, lo cual convierte su reflexión en un grito de angustia por el teatro.

El personaje quien no deja de transitar el camino del humor y la ironía, al tiempo se nos va presentando como un ser rencoroso, amargado, cruel, envidioso, aspectos estos condicionantes de la violencia que nos arrastrará hacia el sorpresivo, absurdo e irónico final. Con el transcurso del tiempo este personaje nos hará testigos de un constante intercambio de máscaras -no materiales- con las que nos obligará a definir los límites entre realidad e imaginación, creando de esa manera un ambiente de alucinación provocador de un sarcástico desenlace.

Todo este maremágnum va a ser mostrado mediante la descripción-escenificación de momentos específicos de algunas de las puestas en escenas de la supuesta compañía a la que el personaje pertenece. Fragmentos de obras del repertorio clásico internacional irán desfilando ante nuestros ojos, tales como “La Tempestad” y “Hamlet”, de Shakespeare, “Antígona”, de Sófocles, “La vida es sueño”, de Calderón de la Barca, “La casa de Bernarda Alba”, de Lorca, “El castigo sin venganza”, de Lope de Vega, por solo citar algunas, mediante las cuales, Beto -el siempre actor de reparto- expondrá sus reproches y frustraciones profesionales al no verse nunca seleccionado por parte del director de la compañía a interpretar ninguno de los roles protagónicos para los cuales considera estar preparado.


Es así como Roberto Peloni -el verdadero actor- se entrega a una interpretación riesgosa y exigente mediante la narración y descripción de situaciones, donde por instantes se dirige al público haciéndolo cómplice de los hechos que acontecen en escena, mientras que en otros, asume la riesgosa tarea de desdoblarse simultáneamente en diferentes personajes de una misma escena, en las puestas que su compañía lleva a las tablas, mostrando con ello una arriesgada versatilidad y flexibilidad para moverse de un personaje a otro. De igual manera maneja con gran precisión los constantes estados de ánimos y caracterizaciones de cada uno de los personajes que va asumiendo en ese juego del teatro dentro del teatro. El actor se mueve de manera orgánica y ágil, lo cual evidencia una excelente preparación, reflejada también en el dominio de la proyección vocal y clara dicción, a pesar del profuso uso de entonaciones a los que se ve obligado a recurrir de acuerdo con los distintos personajes que incorpora.


Ante la puesta en escena de “El Brote” estamos presencia de un trabajo riguroso, en cuanto a la reunión de un excelente y pretencioso texto dramático magníficamente concebido, junto a una puesta sencilla, pero inteligente y acertada, más la presencia de un actor riguroso, arriesgado e increíblemente orgánico, que muestra sin lugar a duda la excelencia del teatro argentino, el cual siempre es recibido con expectativas y placer.

Finalizando, no podríamos dejar de agradecer la posibilidad de participar en el taller de dramaturgia, que aprovechando su estancia en la ciudad y convocado por la organización Conecta Miami, ofreció Emiliano Dionisi, asistido por el productor Sebastián Ezcurra, en la sede del Koubek Center, donde el creador no dudó en compartir con los asistentes, de forma abierta, sus ideas sobre diferentes aspectos a tomar en cuenta al momento de enfrentar la construcción de un texto dramático, lo que fue de gran utilidad tanto para aquellos interesados en escribir teatro como para los que hablamos e investigamos acerca del mismo. Una experiencia muy gratificante sin duda alguna.



Wilfredo A. Ramos.
Miami, octubre 9, 2025.

Fotos cortesía de la Producción.

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Gaspar, El Lugareño Headline Animator

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