El 25 de Julio de 1960 los Hemingway abandonaban su casa cubana para no volver a vivirla más.
Partieron sin mucho ruido dejando su Finca Vigía por una presumible temporada en los predios norteños de Wyoming, y, para volver tan pronto los primeros vientos otoñales enfriaran el ánimo y las ganas del continente. Pero el viaje sin pretenderlo sería para siempre.
La casona seguiría atendida y en orden por la servidumbre al uso, en especial su mayordomo, quien no pocas veces en los últimos lustros, velaría por cada detalle durante las ausencias de sus moradores por viajes por el mundo, y estadías temporales en los Estados Unidos.
Mary Welsh nos deja el testimonio de la partida en su imprescindible memoria How it Was:
El 25 de Julio, Ernest, Valerie y yo abordamos el ferry desde La Habana, dejando nuestra casa con toda su servidumbre a cargo, esperando volver en el otoño o el invierno. Habíamos dejado allí todo, la platería, la cristalería veneciana, 8 mil libros, muchas primeras ediciones autografiadas, y la pequeña colección de pinturas de Ernest: un Paul Klee, dos Juan Gris, cinco Andre Masson, un Braque, varias y muy buenas y vividas pinturas de toros de Roberto Domingo. En las bóvedas de mi banco habaneros quedaron resmas de un manuscrito aún no publicado.
Los antecedentes de la partida ya han tenido suficiente referencias en autores de uno u otro tenor.
Mucho se ha dicho y especulado. No es mi pretensión llover sobre mojado. Aludo pues a los detalles que la propia Mary nos deja leer en su memoria que ahora desgranamos .
Durante lo que fue su última temporada en aquel cuartel de invierno, Mary y Papá habían abordado la posibilidad de aquel viaje con o sin retorno. Escuchemos a Mary:
En algúna noche de sábado ocasional, hablamos sobre el problema de nuestra permanencia como residentes extranjeros en Cuba. Ernest no era partidario de la idea de que debiéramos abandonar La Finca y nuestra gente allí, llevándonos nuestras posesiones de mano. Por casualidad su mejor cuadro: La Granja de Miro, ya había partido. Después de meses de negociiacion el Museo de Arte Moderno de Nueva York lo había convencido de prestarlo para una exhibición. Por los últimos siete meses yo había estado considerando alguna forma, en que sin causarnos mucho trauma, pudiera salirme de lo que ya consideraba su nuevo estilo de vida. Pero deseché la idea. Papá parecía tener muchos y graves problemas, y yo no sería uno más.
Como el lector barrunta con facilidad, la relación sentimental de la pareja tampoco estaba en un momento pleno. Justo a finales del verano anterior el desencuentro tendría su punto álgido, cuando la propia Mary aludiera en carta a Papa sobre el diferendo afectivo:
La carta que me pediste escribiera sobre nuestras relaciones personales me resulta dificil. Atascada con la emoción y los sentimientos de soledad y desamor. La evidencia, como lo veo, muestra que ya no significó mucho para ti. Estoy planeando mi retirada, y espero restablecer una nueva vida para mi… Te mando mi amor y devoción de siempre. Y buena suerte para ti y para todos en La Consula.
Después de celebrar con estruendo el cumpleaños 60 de Hemingway, en los predios españoles de Málaga, la pareja recorrió un largo periplo por la península en compañía de Valerie Danby Smith, a quien Mary con no poca sorna describía como: “la secretaria-ama de llaves de Ernest, y el nuevo y temporal apéndice”.
Para aquel minuto, y redondeando sus propios sentimientos, Mary se declaraba: “inaudible e invisible, una cualidad muy devaluada para una esposa”
Con esos sentimientos volvió a los predios cubanos de Finca Vigía, para encontrarla en un estado poco funcional. Así lo describe Mary:
Pretendiendo no preocuparnos, los sirvientes nos decían en nuestra ausencia que todo estaba bien con nuestra casa pero en solo una mañana descubrí que ningún equipo funcionaba excepto mi máquina de escribir. El sistema eléctrico del Chrysler de Hemingway estaba exhausto, igual la batería de mi pequeño Plymouth, lo mismo que la camioneta que era esencial para nuestro equipaje. La bomba de la piscina tampoco servía. Cuando Schmidt el piscinero la llevó a revisar, encontró dentro a una familia de ratas… tampoco funcionaba el tocadiscos, ni los radios de la casa. El horno encendía pero no calentaba. Supe por Gregorio que el Pilar había estado inactivo por siete meses por una limpieza no acometida de su casco, que normalmente se le hacía tres veces al año…
La situación del país en plena efervescencia revolucionaria y contrario a lo que Mary había barruntado en sus lecturas de la prensa europea, le parecía feliz. Leemos sus anotaciones al respecto:
La gente parece respirar confianza y esperanza… Fidel promovía rallies en La Habana, convocando al pueblo de todas partes de la isla… por varios días dejé horas libres a nuestros empleados para que pudieran tomar un atestado bus y concurrir a aquellas congregaciones .
Hay una anécdota muy sugerente sobre el estado de las cosas, Mary la comparte en su relato de aquel minuto:
EL 26 de octubre (1959) bajé de la colina para tomar un trago en compañía de los Steinhart, entre cuyos invitados había un par de soldados barbudos de la tropa de Fidel, cuando nuestra anfitriona Olga Steinhart mencionó que la revolución era de inspiración comunista, uno de los soldados sonrío y acotó: “Mejor que nos acusen de comunistas que de capitalistas”.
Los últimos días en aquella casa que Hemingway habitara por dos décadas, fueron de indudable valor reflexivo para la pareja. Mary la describe en su biografía con no pocos dejos de nostalgia:
Ninguna de nuestras estancias en la Finca fue tan tranquila como la de aquel invierno, Ernest preocupado por su trabajo… el tiempo muy frío para nadar en la piscina… para nuestra recreación leíamos. Y para ejercitarnos subíamos a la punta de la colina detrás de la ruinosa vaquería para ver el sol ponerse sobre el horizonte de La Habana… Ernest no quiso celebrar su cumpleaños aquel año… ”no tiene sentido un cumpleaños ni una fiesta…"
El día de la partida, un día antes de la festividad más importante de la revolución, el 26 de Julio, los Hemingway abordaban el conocido ferry nocturno que los conduciría a Key West en viaje sin retorno. Un ciclo de historia y memoria de aquel Hemingway “cubano sato” se cerraba para toda la Eternidad.
Bibliografía citada
How it was. Nary Welsh Hemingway. Futura Publications. Great Britain, 1978.