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Sunday, March 9, 2025

Prokofiev y Ravel, enaltecidos por Arts Ballet Theatre of Florida. (por Baltasar Santiago Martín)


Arts Ballet Theatre of Florida (ABTF), dirigido por el talentoso coreógrafo y maitre Vladimir Issaev, presentó su espectáculo Dancing Prokofiev and Ravel, en el Aventura Arts & Cultural Center, los días 1 y 2 de marzo de 2025.

Antes de comenzar mi reseña propiamente dicha, necesito decir, en este difícil momento en que vive el mundo debido a la guerra de agresión de Vladimir Putin a Ucrania –ya entrando en su cuarto año–, que mi compositor absoluto preferido (ballet, ópera y conciertos) es el ruso Piotr Ilich Chaikovski (Vótkinsk, 25 de abril (jul) / 7 de mayo de 1840 (greg) - San Petersburgo, 25 de octubre (jul) / 6 de noviembre de 1893(greg), seguido de Serguéi Vasílievich Rachmáninov (Semiónovo, cerca de Stáraya Rusa, Imperio ruso; 20 de marzojul./ 1 de abril de 1873greg ​-Beverly Hills, 28 de marzo de 1943) y Dmitri Dmítrievich Shostakóvich (San Petersburgo, 25 de septiembre de 1906-Moscú, 9 de agosto de 1975), también rusos, aunque ambos solo como compositores de música de concierto, ya que en ópera mis ídolos son los italianos Giuseppe Verdi y Giacomo Puccini.

Considero pertinente esta disgresión porque admiro muchísimo la cultura rusa y me consta de primera mano –porque trabajé en la bellísima San Petersburgo tres meses en 1990, regresé luego en 2016 ya como turista, en que conocí también Moscú, que me encantó– que el pueblo de esa gran nación es un pueblo noble, sensible y culto, al que desgraciadamente le han dañado personajes tan terribles como Lenin, Stalin y ahora Putin, al igual que al pueblo cubano, Fidel, Raúl Castro y ahora Miguel Díaz Canel.

Confieso también que la obra del ucraniano Serguéi Prokófiev (Serguéi Serguéievich Prokófiev; Sontsovka, actual Ucrania, 1891 - Moscú, 1953) no me era tan familiar como la de los tres compositores rusos anteriormente mencionados, pues solo conocía su música para el ballet Romeo y Julieta –que me encanta y me parece genial–, así que fue un muy agradable “descubrimiento” su sorprendente y hermosa Sinfonía Clásica, escogida por mi admirado y querido Maestro ruso Vladimir Issaev para coreografiarla para su esforzada troupé de bailarines que, procedentes de “medio mundo”, han sido entrenados magistralmente por él en la técnica de la reconocida Escuela Vagánova (Agrippina Vagánova: San Petersburgo, 14 de junio de 1879(jul) – Leningrado, 5 de noviembere de 1951).

Fue precisamente la función del sábado 1ro de marzo a la que tuve el gusto de asistir, la cual comenzó justamente con la ya alabada Sinfonía Clásica de Prokófiev, de 1917.

Serguéi Prokófiev
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Comenzaré hablando de dicha “banda sonora”, de acentuado lirismo y bellas melodías –que me recordó al tan barroco Vivaldi–, en agudo contraste con la tendencia a lo grotesco, antirromántica y futurista, de sus primeras obras, disonantes y deliberadamente escandalosas, que provocaron el estupor del público, como la brutal Suite escita, de 1915 –solo dos años antes de Sinfonía

En Sinfonía Clásica, Prokófiev ratificó su enorme talento y poderío como compositor, con una asombrosa capacidad de reinvención e inagotable fantasía, que el propio Shostakóvich admiró y reconoció; por eso es que digo que me sorprendió, al “descubrirla” gracias a Issaev, acostumbrado yo a su Romeo y Julieta, completamente neoclásica y totalmente diferente.

Sinfonía Clásica, por ABTF
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Vladimir trajo a escena a 21 de sus bailarines, para lograr, con total virtuosismo y sincronización ejemplar –fruto del riguroso entrenamiento y disciplina de sus clases–, que su fluida y dinámica coreografía nos hiciera, tal y como decía el insigne coreógrafo George Balanchine: “Ver la música, escuchar la danza”, así como cumplir esa otra premisa suya de que “la danza es música hecha visible”.


Sinfonía Clásica, por ABTF
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No puedo dejar de mencionar el vestuario de los bailarines, sobre todo el andrógino de los hombres, de una sola pieza, con pantaloncitos muy cortos (shorts), sobre todo por detrás, que atribuyo a la intención del coreógrafo de darle sensualidad y un aire más juvenil a una sinfonía que data de 1917, ¡y vaya que sí lo logró!

Sinfonía Clásica, por ABTF
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A continuación, Saaya Okada y Ataru Matsuya asumieron los roles legendarios de Romeo y Julieta, para bailar el pas de deux del ballet homónimo, con coreografía del propio Maestro Vladimir Issaev sobre la de Leonid Mijailóvich Lavrrovsky, y con la ya mencionada música de Prokófiev como banda sonora.

Ataru Matsuya y Saaya Okada 
en el pas de deux de Romeo y Julieta.
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Saaya Okada en el pas de deux
de Romeo y Julieta.
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He dicho “bailar” y no “interpretar”, porque a ambos le faltó la pasión que se espera de sus dos famosos personajes shakesperianos, que se inician en este pas de deux en la dulce y loca aventura del amor, a pesar de la oposición de Montescos y Capuletos, sus respectivas familias enemigas entre sí.

Después tocó el turno a Bole-Ro, coreografiado por Miao Song, con música de Maurice Ravel (Ciboure, Labort, 7 de marzo de 1875 - París, 28 de diciembre de 1937) y un precioso “agrego” al final, con música del inspirado compositor venezolano Aldemaro Romero (Valencia, Estado Carabobo, 12 de marzo de 1928 - Caracas, Venezuela, 15 de septiembre de 2007).

Maurice Ravel
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Aldemaro Romero
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Bole-Ro, por ABTF
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Todos los bailarines participantes sobresalieron en sus interpretaciones, con gran acople y musicalidad, amén de virtuosismo técnico, y como cierre, un fino trabajo grupal para la bella partitura del Maestro Aldemaro.

Bole-Ro, por ABTF,
 al final con la música 
del Maestro Aldemaro Romero.
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Y después de un adecuado intermedio, para ya finalizar la sobresaliente función, la compañía nos trasladó nada menos que a los Montes Urales, frontera natural entre la Rusia europea y la asiática, para ofrecer exergos del primer y tercer acto del ballet La flor de piedra, con coreografía de Issaev y música de Prokófiev, esta vez en una faceta completamente distinta a Sinfonía Clásica y a Romeo y Julieta, pues en La flor de piedra el compositor conjugó de manera genial el folclore tradicional ruso con las tendencias musicales en boga en la postguerra, entre 1948 y 1953, período de gestación de su partitura.

Al igual que Romeo y Julieta, este es un ballet con argumento cuya síntesis se ofrece a continuación:
Danil, un joven tallador de piedra de los Urales, comprometido con Katerina, sueña con tallar toda la belleza de una flor en malaquita, pero no se satisface con sus intentos.

Ve en un sueño a la Reina de la Montaña de Cobre, guardiana de un tesoro subterráneo; la única que conoce el secreto de la flor de piedra que le muestra deslumbrantemente en sus manos, por lo que Danila destruye la que había comenzado a tallar y se desmaya.

Cuando vuelve en sí, la Reina de la Montaña de Cobre aparece y desaparece ante él, como un fantasma y a veces tomando la

forma de un lagarto dorado, y otras de una hermosa joven. Lleva a Danila a su reino con maravillosas gemas, quien le ruega que le muestre la flor de piedra, la cual aparece finalmente con toda su belleza.

Katerina está preocupada porque no sabe dónde está su Danila y decide ir en su busca.

En el reino de la Reina de la Montaña de Cobre, Danila está tallando la flor extraordinaria con la que había soñado durante tsnto tiempo.

Muestra su trabajo con emoción a la Reina, quien le ruega que no la deje, pero el corazón de Danila es de Katerina. La Reina le lanza un hechizo y lo convierte en piedra.

Siguiendo a la Hija del Fuego, Katerina llega a la casa de la Reina. Su corazón le muestra dónde está Danila, quien está muy cerca, pero sordo a sus llamadas y desaparece de repente. La joven se queda sola.

La Reina, conmovida por el amor devoto de Katerina, decide liberar a Danila de su encantamiento. Le pide por última vez que se quede con ella, pero él decide regresar con Katerina a su amada aldea y trabajaren su oficio de tallador.

En una hermosa mañana de primavera, Danila y Katerina regresan a su aldea, donde son recibidos con júbilo por sus amigos y familiares.

La flor de piedra, por ABTF. 
Al centro, Saaya Okada como Katerina.
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La flor de piedra, por ABTF. Al centro, Yayai Sasaki 
como la Reina de la Montaña de Cobre/La Serpiente
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La flor de piedra, por ABTF. Delante, Saaya Okada como Katerina
 y Yoichi Habaguchi como Danil Sasaki; 
al centro, al fondo, Yayai Sasaki como
 la Reina de la Montaña de Cobre/La Serpiente.
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Centralizada por Saaya Okada como Katerina, Yayai Sasaki como la Serpiente / la Reina de la Montaña de Cobre y Yoichi Habaguchi como Danila; y apoyados los tres por un cuerpo de baile de nuevo fenomenal, con un vestuario bellísimo, tanto para los aldeanos como para los protagonistas y los personajes fantásticos, no tengo dudas de que esta representación resumida de La flor de piedra –con adecuados telones pintados como escenografía– está apta para ser montada y ofrecida en cualquiera de los mejores teatros del mundo, empezando por nuestro Adrienne Arsht Performing Arts Center.

Muchas felicidades, Maestro Vladimir Issaev, por esta formidable función, y que continúen los éxitos de su relevante compañía Arts Ballet Theatre of Florida.



Baltasar Santiago Martín
Fundación APOGEO para el arte público.
Asociación de Cronistas de Espectáculos de Miami (ACEM).

Hialeah, 7 de marzo de 2025.

Fotos: Patricia Laine (cortesía de Arts Ballet Theatre of Florida)

Isadora, la revolucionaria de la danza (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.


Isadora Duncan nació en la ciudad de San Francisco, Estados Unidos, el 27 de mayo de 1877. Su padre, Joseph, abandonó a la familia cuando Isadora era aún muy pequeña, siendo luego acusado de fraude bancario y encarcelado. Esto generó una difícil situación económica y, al parecer, influyó en el alejamiento de la familia de la fe católica que hasta entonces habían profesado (Isadora era una «atea convencida», según sus propias declaraciones).

Abandonó la escuela a los diez años y comenzó a impartir clases de danza a niños de su barrio, junto con su hermana Isabel; mientras, su madre Dora daba lecciones de piano para mantener a la familia y se encargaba, además, de la educación de sus hijos. Predominaban en las lecciones musicales Mozart, Schubert y Schumann, que tuvieron una indiscutible influencia en el posterior desarrollo artístico de Isadora.

Según sus biógrafos, Isadora era una niña solitaria y retraída que solía jugar en la playa observabando el mar. La influencia del mar y sus juegos infantiles se recogen en su Autobiografía, publicada en 1927. Cuando Isadora llegó a la adolescencia, la familia se mudó a Chicago, donde Duncan estudió danza clásica. Allí perdieron todas sus posesiones en un incendio y se trasladaron a Nueva York, donde Duncan ingresa en la compañía de teatro del dramaturgo Augustin Daly. En el momento en que la mitad de Europa intentaba emigrar para alejarse de la penuria económica y encontrar un futuro mejor, Isadora convence a su madre y a su hermana de emigrar a Europa. Se asientan primero en Londres y posteriormente en París.

Durante su etapa londinense, Isadora siempre inquieta y autodidacta, pasa largas horas en el Museo de Arte Británico. Le fascinan las obras de la Grecia clásica, especialmente los vasos decorados con figuras danzantes. De ellas adoptará algunos elementos característicos de su danza, tales como inclinar la cabeza hacia atrás, como las bacantes, y el uso de las túnicas. Es en esta época cuando comienza a consolidarse su estilo único de danza. Se trata de una danza muy alejada de los patrones clásicos conocidos hasta entonces, incorporando movimientos que tenían más que ver con una visión filosófica de la vida, ligada quizás al expresionismo, a una búsqueda de la esencia del arte que solo puede proceder del interior.

Era plenamente consciente de que su estilo implicaba una ruptura radical con la danza clásica y por eso se veía a sí misma como una revolucionaria. Al mismo tiempo que su estilo se iba consolidando, Isadora estudiaba en profundidad la danza y la literatura antiguas a través de los museos, particularmente el Louvre de París, la National Gallery de Londres y el Museo Rodin.

Los temas de las danzas de Isadora eran clásicos, frecuentemente relacionados con la muerte o el dolor, en oposición a los asuntos que trataba la danza clásica conocida hasta entonces, que giraban en torno a héroes, pricesas y espíritus. Su puesta en escena era también revolucionaria y en cierto sentido minimalista: apenas algunos tejidos de color azul celeste en lugar de los aparatosos decorados conocidos hasta entonces y una túnica vaporosa que dejaba adivinar el cuerpo y entrever las piernas desnudas y los pies descalzos, frente a los tutús, zapatillas de punta y medias rosadas de rigor en el ballet. Isadora bailaba sin maquillaje y con el cabello suelto, mientras que lo habitual en aquella época era maquillarse a conciencia y recogerse el pelo con un rodete.


Es comprensible que el estilo de Isadora resultase chocante al público del momento, acostumbrado a los estándares de la danza clásica. Isadora tuvo que aguantar abucheos e interrupciones de diversa índole en sus sesiones de danza durante algún tiempo, siendo notable en este sentido la polémica que se desató durante una gira por Sudamérica en 1916. En el libro “El Siglo del Viento”, Eduardo Galeano cuenta cómo fueron los días de la artista en Buenos Aires:
Descalza, desnuda, apenas envuelta en la bandera argentina, Isadora Duncan baila el Himno Nacional. Una noche comete esa osadía en un café de estudiantes de Buenos Aires, y a la mañana siguiente todo el mundo lo sabe: el empresario rompe el contrato, las buenas familias devuelven sus entradas al Teatro Colon y la prensa exige la expulsión inmediata de esta pecadora norteamericana que ha venido a la Argentina a mancillar los símbolos patrios. Isadora no entiende nada. Ningún francés protestó cuando ella bailó La Marsellesa con un chal rojo, azul y blanco por todo vestido. Si se puede bailar una emoción, si se puede bailar una idea, ¿por qué no se puede bailar un himno? La libertad ofende. Mujer de ojos brillantes, Isadora es enemiga declarada de la escuela tradicional, el matrimonio, la danza clásica y de todo lo que enjaule al viento.

Tuvo una vida personal tan poco convencional como la expresión de su arte, y vivió siempre al margen de las costumbres tradicionales. Se casó con el poeta ruso Serguéi Esenin, 17 años más joven que ella. Isadora eligió ser madre soltera y tuvo dos hijos. Nunca quiso revelar el nombre de los padres, pero se sabe que fueron el diseñador teatral Gordon Craig y París Singer, hijo del magnate de las máquinas de coser. La vida privada de Isadora nunca estuvo exenta de escándalos ni de tragedias. La más espantosa fue ciertamente la muerte de sus dos hijos, Deirdre y Patrick, que se ahogaron en un accidente en 1913, cuando el auto en el que viajaban junto a su nodriza, se cayó al agua del río Sena.

La carrera de Isadora había empezado a declinar. Fueron tiempos de serios problemas financieros y de diversos escándalos sentimentales, acompañados por algunos episodios de embriaguez pública. Isadora vivió sus últimos años entre París y la costa del Mediterráneo, dejando deudas en hoteles y pasando cortos períodos en departamentos alquilados. Algunos de sus amigos trataron de convencerla para que escribiese su autobiografía, con la esperanza de aliviar un poco su situación económica, la cual fue finalmente publicada en 1927.

Las trágicas circunstancias que rodean la muerte de Isadora Duncan han contribuido a la consolidación del mito y están envueltas en cierto misterio que la historia no ha conseguido despejar. Isadora Duncan murió en un accidente de automóvil en Niza, la noche del 14 de septiembre de 1927, a la edad de 49 años, cuando la larga chalina que llevaba alrededor de su cuello se enredó en la llanta del automóvil descapotable en que viajaba.



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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).
Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". florenciagu@gmail.com

Monday, March 3, 2025

"Amor eterno" ("Eternal Love") a escena. (por Baltasar Santiago Martín)


El sábado 22 de febrero de 2025 acudí al Teatro Jackie Gleason, de la ciudad de Miami Beach, para ver el espectáculo Amor eterno/ Eternal Love, presentado por el Ballet Clásico Cubano de Miami / Cuban Classical Ballet of Miami, bajo la dirección del Maestro Eriberto Jiménez.

El programa comenzó con el ballet Las sílfides, interpretado por Mayrel Martínez, Eleni Gialas y Natalie Álvarez, como las sílfides, y Ariel Morilla como el Poeta, también presentado como el Joven.

Mayrel Martínez y Natalie Álvarez como las sílfides, 
y Ariel Morilla como el Poeta
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Las sílfides (en francés: Les Sylphides) es un ballet neorromántico breve y no-narrativo en un acto, coreografiado por Mijaíl Fokín, con música de Federico Chopin. Fue estrenado en 1908 en el Teatro Mariinski de San Petersburgo, como Rêverie Romantique: Ballet sur la musique de Chopin o Chopiniana. Como Les Sylphides, el ballet fue presentado por primera vez el 2 de junio de 1909, en el Théâtre du Châtelet de París. ​

Mayrel Martínez y Eleni Gialas como las sílfides,
 y Ariel Morilla como el Poeta.
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Según cuenta la gran Maître Laura Alonso en su biografía aún inédita:
Fue mamá (Alicia Alonso) la que me tomó los ensayos del preludio en Las sílfides y me explicó en detalles qué significaba: El bailarín representa a Chopin, las sílfides son el espíritu de los árboles y de las cosas de la naturaleza que inspiraron a Chopin a componer esa música; el vals es el juego del sol a través de las hojas de los árboles en el campo; el preludio es la lluvia en el bosque y la mazurka es el viento azotando las ramas; es por esto que Chopin baila con la lluvia y con el viento, que es lo que siente y puede tocar.
Como tan bien insistía la prima ballerina assoluta Alicia Alonso, en el ballet es tan importante el estilo como la técnica, y estas tres sílfides miamenses lograron un admirable y equilibrado balance entre su muy bien entrenado arsenal técnico y la delicadeza y mesura que el estilo que esta ensoñación neorromántica requiere, mientras que a Morilla, como el Poeta / el Joven / Chopin, a mi juicio, le faltó creerse más el personaje y pulir la coreografía para lucirse más como bailarín, a la altura de sus tres compañeras.

A continuación, Yoalli Sousa y Juan Capellán protagonizaron el adagio del segundo acto de El lago de los cisnes, con música de Chaikosvki y coreografía de Marius Petipa.

Juan Capellán y Yoalli Sousa en el adagio 
del segundo acto de El lago de los cisnes.
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Yoalli salió a escena como el cisne víctima del encantamiemto de Von Robarth y se transformó ante Sifgfrido en la sufrida princesa que lo impresiona y lo enamora a primera vista, todo ello gracias a su muy cuidada interiorización del personaje, amén de una técnica precisa, con hermosos arabesques penché a casi 180 grados y sin enfatizar el port de bras como si siguiera siendo un cisne, partneada de forma también exquisita por Juan, muy en su personaje de príncipe al igual que Yoalli de princesa; en fin, un adagio francamente delicioso.

Juan Capellán y Yoalli Sousa en el adagio
 del segundo acto de El lago de los cisnes.
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A seguidas, Cynthia Hamm y Kelvin Rabines nos trasladaron nada menos que a Escocia, para brindarnos el pas de deux del ballet La sílfide (en frances: La Sylphide) –que no en balde se conoce también como La sílfide y el escocés–, con coreografía de Augusto Bournoville –el Maestro epítome de la Escuela Danesa de Ballet– y música de Jean Madeleine Schneitzhoeffer.

Kelvin Rabines y Cynthia Hamm en La sílfide.
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La sílfide es un ballet romántico en dos actos, coreografiado por Filippo Taglioni en 1832 para su hija, la gran María Taglioni, aunque una segunda versión coreografiada por Augusto Bournonville en 1836 es la única que ha sobrevivido, siendo uno de los ballets más antiguos del mundo.

La peculiaridad principal del llamado “estilo Bournonville” es que las variaciones para el hombre le dan más oportunidad de lucimiento al bailarín, limitado generalmente a secundar a su compañera, y considero que Bournonville hubiera quedado muy satisfecho con Kevin, tanto como lo quedé yo, por su excelente trabajo de pies en los demandantes entrecháts de la coreografía, sin descuidar en lo más mínimo el acompañamiento de Cynthia, que no fue opacada en lo absoluto por Kevin, sino que brilló también en sus variaciones, sin descuidar el estilo romántico de este ballet, tal y como tanto insistía Alicia Alonso.

Kelvin Rabines y Cynthia Hamm en La sílfide.
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Tras un adecuado intermedio, Yoalli Sousa y Juan Capellán regresaron a escena, ahora convertidos en Giselle y Albrecht, para “bordar” el Grand pas de deux del segundo acto de Giselle, el ballet romántico por excelencia, considerado la cumbre de dicho estilo.

Juan Capellán y Yoalli Sousa
 como Albrecht y Giselle.
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Giselle es un ballet en dos actos con música de Adolfo Adam, coreografía de Jules Perrot y Jean Coralli y libreto de Théophile Gautier y Jules-Henri Vernoy, basado en la obra De l'Allemagne (1835), de Heinrich Heine. Considerada una obra maestra en el canon del ballet clásico, fue interpretada por primera vez por el Ballet du Théâtre de l'Académie Royale de Musique en el Salle Le Peletier en París, Francia, el 28 de junio de 1841, protagonizada por la bailarina italiana Carlotta Grisi.

En este acto, Giselle tiene que proteger a Albretch de las willis que habitan en el bosque donde está su tumba, y de Mirtha, su implacable reina, y Yoalli inició el pas de deux girando en planta sin titubeos y con el arabesque final correspondiente, mientras que los entrechats quatre de su variación fueron inobjetables, sin pausas, así como su diagonal de piqués con pirouettes y el esperado balance antes de salir de escena, sin olvidar la posición de los brazos y las manos con la delicadeza que demanda el estilo romántico.

A su vez, Juan se lució como el dedicado partenaire de Yoalli, al igual que en sus variaciones, con raudos giros, jetés y saltos en el aire.

Juan Capellán y Yoalli Sousa 
como Albrecht y Giselle.
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Como cierre de esta función dedicada al amor, María Luisa Márquez y Ihosvany Rodríguez, secundados por Natalie Álvarez, Eleni Gialas y Mayrel Martínez, ofrecieron la escena cumbre del ballet La bayadera.

El estreno de La Bayadera se produjo en San Petersburgo, Rusia, en 1877, con coreografía de Marius Petipa, música del austríaco Ludwig Minkus, y diseños de Piotr Lambkin, Konstantín Ivanov, Orest Allegri y Adolf Kwapp.

Dicho ballet puede ser considerado como una secuela tardía del Romanticismo, caracterizado por la fascinación por las leyendas medievales y los temas exóticos, que en caso del ballet que nos ocupa, Sergei Kuschelok y el propio Marius Petipa se inspiraron en dos dramas del poeta hindú Kalidasa para escribir el libreto, impactados por la imagen de las bayaderas –las “devadasi” –, doncellas formadas desde la infancia como bailarinas profesionales, con el máximo rigor artístico, para representar las danzas religiosas y sagradas del Hinduísmo; percibidas además por la sociedad como generadoras de hermosos sentimientos de belleza, luminosidad y fragancia (la palabra “bayadera” tuvo su origen cuando los navegantes portugueses, entre los siglos XV y XVI, llegaron a la India, y las llamaron “bailadeiras”, de donde ha derivado a “bayaderas”).

Me he referido a que ofrecieron la escena cumbre del ballet, ya que su argumento es bastante complicado, por lo que Eriberto se concentró en ese episodio del mismo.
La bayadera Nikiya está enamorada del príncipe Solor y es correspondida por este, pero Solor acepta casarse con Gamzatti, la malvada hija del Rajá gobernante. A su vez, el Gran Brahmán (gran sacerdote de la religión brahmánica) también desea a Nikiya y odia a Solor. Gamzatti introduce una serpiente áspid venenosa en una cesta de flores que su criada le envía a Nikiya, quien cree que se la envía Solor. El áspid la muerde, y el Gran Brahmán le ofrece un antídoto, pero Nikiya, al ver juntos a Solor y a Gamzatti, lo rechaza y muere.

Esto ocurre en el mundo real.

Desesperado por la muerte de la hermosa bayadera, y bajo la influencia del opio, Solor ve a Nikiya en el Reino de las Sombras (el mundo irreal), muerta y multiplicada su imagen por espectros de bayaderas. Junto a ella, Solor evoca su danza ante la Llama Sagrada.
Y justamente, la escena ofrecida fue cuando Solor, en el Reino de las Sombras, bajo el efecto del opio, ve a Nikiya, multiplicada su imagen por espectros de bayaderas

Ihosvany Rodríguez como Solor y María Luisa Márquez como Nikiya, en La bayadera.
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Ihosvany Rodríguez, como Solor, así como María Luisa Márquez como Nikiya, junto a Natalie Álvarez, Eleni Gialas y Mayrel Martínez como las bayaderas –en representación de las 24 de la coreografía original– recrearon en el escenario del Jackie Gleason toda la magia y la ilusión del amor más allá de la muerte –como ocurre también en Giselle–, que ha servido de inspiración a poetas y escritores a través de los tiempos.

María Luisa Márquez como Nikiya e Ihosvany Rodríguez como Solor, en La bayadera.
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Natalie Álvarez, Eleni Gialas
 y Mayrel Martínez como las bayaderas.
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Los cinco pusieron su poderosa técnica en función de sus personajes –como debe ser–, para cerrar con broche “de amor eterno” la hermosa función.


Baltasar Santiago Martín
Hialeah, 28 de febrero de 2025.


Fotos: Ismael Requejo.

Sunday, March 2, 2025

Ballet "Petrushka" (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.


El ballet “Petrushka” fue estrenado el 13 de junio de 1911 en el Théâtre du Châtelet, en París. La coreografía fue realizada por Michel Fokine, la música compuesta por Ígor Stravinsky, el argumento fue escrito por Stravinsky y Alexandre Benois, y el diseño de vestuario y decorados estuvo a cargo de Alexandre Benois, todos bajo la coordinación de Serguéi Diáguilev, porductor de la compañía Ballet Russes, para quien fue creada la obra. El día del estreno la orquesta fue dirigida por Pierre Monteux y los roles principales estuvieron a cargo de Vaslav Nijinsky (Petrushka), Tamara Karsávina (la Bailarina), Alexandr Orloff (el Moro o el Sarraceno) y Enrico Cecchetti (el Mago-Titiritero).


Esta obra recupera parte de la tradición y de la cultura rusa, tan preciada en la París de comienzos del siglo XX, y está inspirada en algunos recuerdos de infancia de Benois. Organizada en un acto y cuatro escenas bien definidas, la primera escena nos ubica en la plaza de San Petersburgo, en 1830, durante una feria. En ella, entre otras atracciones, hay un teatro de marionetas y, al abrirse el telón, vemos que comienzan a bailar tres marionetas: Petrushka, un payaso triste y melancólico, la delicada Bailarina y el Moro, tosco y posesivo. Petrushka y el Moro están enamorados de la Bailarina, pero ella claramente prefiera al Moro, por lo que el payaso, ante esta desventaja, lo ataca durante la presentación.


Comienza la segunda escena en cuarto de Petrushka, donde el Titiritero lo ha encerrado. El cuarto tiene colores azules y grises, es triste, apagado, como quien lo habita. Allí, el payaso se queja en soledad por la crueldad con la que es tratado. El Titiritero introduce a la Bailarina en la habitación, Petrushka se emociona al verla y, torpemente, le declara su amor. Eso la asusta y se marcha. Petrushka se queda solo nuevamente, triste y desesperado por el rechazo.

La tercera escena se inicia en la habitación del Moro. El cuarto es alegre, con colores cálidos y diseños vivaces, como el sarraceno, que vive feliz. Lo vemos jugando con un coco, primero en su cama mullida y luego por todo el espacio. El Titiritero lleva allí a la Bailarina, el Moro la halaga, la corteja, y ella se deja abrazar sin mostrar resistencia. En ese momento llega Petrushka y declara nuevamente su amor por la Bailarina. El Moro abusa de su fuerza y el payaso apenas logra escapar.


En la última escena regresamos a la feria, donde la gente ha continuado con la celebración. Aparece Petrushka siendo perseguido por el sarraceno y la fiesta se interrumpe. Finalmente el Moro da muerte al payaso. La gente se agolpa alrededor de la víctima, llega la policía que interroga al titiritero pero en suelo sólo encuentran un muñeco de trapo. Todos se van de la plaza, la fiesta terminó, el titiritero lleva al muñeco hacia el teatro y, cuando está por entrar, aparece el espíritu de Petrushka en el techo, amenazante y responsabilizando al Titiritero por su triste final.


“Petrushka” ha sido una de las obras más exitosas de los Ballet Russes y ha tenido diversas reposiciones luego de su disolución, por ejemplo la realizada por el propio Fokine en 1942, la de la Ópera de París en 1948 y la del Royal Ballet en 1957, entre otras. Así mismo se han realizado nuevas versiones de la obra, incluyendo la de Kurt Joos (1930), Maurice Bejart (1977) y la de John Neumeier (1982).





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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". florenciagu@gmail.com






Tuesday, February 18, 2025

Alicia Alonso, invitada especial al cumpleaños 80 de Pablo Picasso (Fragmento del capítulo VII de la novela "Alicia Alonso: más allá del borde". 2da parte: 1959-1974, de Baltasar Santiago Martín)


“El arte quita del alma el polvo de la vida cotidiana”.
Pablo Picasso



El 25 de octubre de 1961, el genial pintor español Pablo Picasso cumplía 80 años.

Pablo Picasso
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Pablo Ruiz Picasso (Málaga, 25 de octubre de 1881–Mougins, 8 de abril de 1973) era en ese momento el pintor más famoso del mundo, creador, junto con Georges Braque, del Cubismo; considerado desde inicios del siglo XX como uno de los pintores de mayor influencia en otros grandes artistas de su tiempo, con trabajos presentes en los museos y colecciones más importantes de toda Europa y del mundo. Además, abordó otros géneros como el dibujo, el grabado, la ilustración de libros, la escultura, la cerámica y el diseño de escenografía y vestuario para montajes teatrales y de ballet, principalmente para los Ballets Rusos –como Parade, El sombrero de tres picos o Le tricorne, Pulcinella, Le train bleu y La Boutique fantasque (La juguetería mágica) – y también con una breve obra literaria.

En lo político, Picasso se declaraba pacifista y comunista; miembro del Partido Comunista de España y del Partido Comunista Francés.

No solo la relación del genial malagueño con el ballet se limitó a sus diseños para el mismo, sino que también era un enamorado de la danza oriental y hasta llegó a tomar clases de danza. A lo largo de su vida conocería a muchas bailarinas y se sabe que coleccionaba estampas de las artistas de la época, como la Bella Chelito, e incluso fue amante de bailarinas y desposó a una de ellas, Olga Koklova, del ballet de Diáguilev, a quien conoció en 1917 gracias a este, durante unos ensayos, mientras era el escenógrafo y diseñador de vestuario del revolucionario ballet Parade.

En abril de 1918, Olga y Picasso se instalaron en el Hotel Lutetia de París, y, unos meses más tarde, el 12 de julio, contrajeron matrimonio, tanto por lo civil como por lo religioso, “para complacer a Olga”, les aclaró el pintor a sus allegados. El 4 de febrero de 1921, Olga dio a luz a su primer hijo, Paulo, pero debido a sus cada vez más frecuentes peleas, en 1929 se separaron, y aunque en 1935 intentaron un divorcio “amistoso”, las exigencias económicas de Olga lo frustaron.

El 11 de febrero de 1955 falleció Olga en la clínica Beausoleil de Cannes. Tenía 63 años. Fue inhumada en el cementerio protestante de esa ciudad, totalmente sola y sin haberle concedido el divorcio a Picasso. 

En 1953, Picasso conoció a Jacqueline Roque, una joven coreógrafa y modelo, en el taller de cerámica donde Jacqueline trabajaba, propiedad de su primo; ella tenía 26 años y él 72, pero “la enamoró dibujándole una paloma en su casa con tiza y entregándole una rosa cada día hasta que aceptó salir con él, seis meses más tarde”; según aparece en sus registros biográficos.

Se instalaron en mayo de 1955 en la villa La California en Cannes, y el 2 de marzo de 1961 se casaron en Vallauris  El artista realizó 400 retratos de Jacqueline –su musa– más que de cualquier otra modelo a lo largo de su vida, y bajo su supervisión hasta quiso practicar pasos de danza, como puede comprobarse en las fotos que se muestran a continuación:

Picasso bailando. 
Foto: David Duncan (1957)
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Picasso bailando con su segunda esposa:
 Jacqueline Roque.Foto: David Duncan (1957)
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Viene a colación entonces una entrevista (fragmento) que le hicieran a Picasso sobre su afición a la danza:
- ¿Por qué estás bailando?

- No hay por qué, estoy bailando.

- ¿Es usted un artista plástico bailando?

- Sí… o un bailarín que pinta, lo que usted prefiera.

- ¿Desde cuándo baila?

- Desde siempre

- ¿En qué piensa cuando baila?

- No pienso, lo siento
Para el homenaje a Picasso por su cumpleaños número 80 se escogió como sede a Niza, la ciudad francesa situada en el departamento de los Alpes Marítimos, en la región de Provenza-Alpes-Costa Azul; uno de los centros de la turística Costa Azul, junto al mar Mediterráneo, próximo a la frontera con Italia (30 km) y Mónaco (20 km), en las estribaciones de los Alpes, al este del río Var, cuyos balnearios y playas atraen a un turismo de alto nivel adquisitivo, al igual que sus paseos, sus museos, su vida nocturna y sus magníficas vistas del mar como gran atractivo. Por su área urbana, es también la séptima ciudad de Francia.

Vista de la playa de Niza
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Vista parcial del Boulevard de los Ingleses, 
Niza.
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Como no solo Picasso era un gran pintor de fama mundial, precursor y creador del Cubismo junto a Georges Braque, sino un gran conocedor y amante del ballet, como ya se pudo ver, el Consejo Mundial de la Paz y los organizadores del homenaje que el mundo artístico le iba a ofrecer en Niza, en la Costa Azul de Francia, decidieron invitar a quienes por consenso general pudieran representar mejor el ballet clásico durante dicho homenaje, y la selección recayó en la prima ballerina assoluta cubana Alicia Alonso y en Rodolfo Rodríguez, su partenaire argentino en ese momento, a los que se les pidió, con total anuencia de Alicia y de su acompañante, que interpretaran el pas de deux del tercer acto del ballet Don Quijote, ese 25 de octubre de 1961, día del cumpleaños del genial malagueño.

Logotipo del Consejo Mundial de la Paz (CMP) con la paloma de la paz dbujada por Picasso en 1949, año de su fundación, con sede inicial en Helsinki, Finlandia (1968-1999) y a apartir de 2000, en Atenas, Grecia.
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Portada del programa de mano del homenaje a Pablo Picasso en Niza, el 25 de octubre de 1961, por su cumpleaños número 80, en el Palacio de las Exposiciones de esa ciudad de la Costa Azul de Francia.
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En Niza tuvo lugar también la trágica muerte de la gran bailarina Isadora Duncan, precursora de lo que se conoce como “danza moderna”, que por estar tan relacionada con el universo dancístico y con esa ciudad sede del homenaje a Picasso, se detallará más Adelante.

Alicia, su esposo Fernando Alonso y Rodolfo Rodríguez habían llegado a Niza desde el día anterior, donde fueron hospedados en el histórico y famoso Hotel Negresco, en el que se había alojado la mítica Isadora Duncan en 1927 –y de donde salió en un coche la fatídica noche del miércoles 14 de septiembre, sin sospechar que su largo chal, al enrollarse en una de las ruedas traseras del auto, le provocaría la muerte a los 50 años.

Hotel Negresco de Niza,
 en el Boulevard de los Ingleses.
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Rodolfo Rodríguez, conocedor de esta triste historia desde que vivía en su natal Argentina, se abstuvo de comentarle a Alicia nada al respecto, para que el saber que estaban en el mismo hotel donde se hospedó Isadora antes de morir no la afectara, conocedor de la extraordinaria sensibilidad de la Alonso y de su admiración por el legado de la Duncan en la danza moderna

Además, como se trataba de celebrar el 80 cumpleaños de Pablo Picasso, Rodolfo consideró que remover el pasado, convocando el fuerte y atormentado espíritu de Isadora –o abriendo su archivo akhásico– al solo mencionarla –como ocurre con el tablero de la ouija, por ejemplo– podía ensombrecer la estancia de Alicia y de ambos en Niza y en Vallauris, así que decidió esperar a que los festejos concluyeran para hablar de eso con su compañera de baile y amiga.

Alícia Alonso y Rodolfo Rodríguez en el pas de deux de Don Quijote, durante el homenaje por el 80 cumpleaños de Pablo Picasso, celebrado en el Palacio de las Exposiciones de Niza, Francia, el 25 de octubre de 1961. Foto: Cortesía del Museo Nacional de la Danza, La Habana, Cuba.
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Una vez concluida la ovacionada actuación de Alicia y Rodolfo en el mencionado pas de deux del ballet Don Quijote, Alicia y Fernando fueron entrevistados por el periodista español Julián Antonio Ramírez, quien realizó la crónica del primer día de la jornada de homenaje a Pablo Picasso.

Tomado de Devuélveme la voz. Universidad de Alicante. Biblioteca Universitaria. Fonoteca:
El primer homenaje que recogen las cintas data de octubre de 1961, sobre los eventos celebrados entre las regiones de Niza y Vallauris. Julián Antonio Ramírez explicó en las grabaciones las dificultades que tuvo que afrontar para llegar hasta allí, dada la enorme afluencia de personas y los atascos que se formaron. Allí acudió a las sesiones cinematográficas gratuitas dedicadas al artista, visitó el Templo de la Paz (una de las obras cumbres de Picasso), contempló las representaciones folklóricas, y entrevistó a una serie de invitados y visitantes de importancia fundamental, de la talla de Rafael Alberti y José Herrera Petere. Por otra parte, el Festival Artístico de Niza, en el Gran Palacio de las Exposiciones, fue uno de los momentos clave de los eventos programados, con actuaciones de artistas de más de nueve países diferentes, mientras que la parte final estuvo a cargo de artistas españoles, como fueron Aurora Bautista, Paco Rabal, la cantante Nati Mistral, y el bailarín Antonio. Por otra parte, la ceremonia obtuvo su punto culminante en una novillada en Vallauris a cargo de Luis Miguel Dominguín y Domingo Ortega, obviándose la prohibición de celebrar en ese Departamento corridas donde se sacrificara animales. Entre las anécdotas al respecto que cuenta Julián Antonio Ramírez, y que además recogen las grabaciones, está la divertida frase que la esposa de Rafael Alberti dijo ante el micrófono: “Soy María Teresa León, comiendo salchichón”. Y seguramente fue en ese mismo homenaje cuando Julián Antonio Ramírez consiguió una de sus grandes primicias: entrevistar al propio Pablo Picasso.
Entre bastidores del homenaje de los artistas del mundo a Picasso

Año: 1961

Duración: 8min., 21seg.

Fondo sonoro: Radio París. Ramírez/del Campo

Resumen: Festival en homenaje a Picasso en el Palacio de las Exposiciones de Niza. Entrevistas: Alicia Alonso, la bailarina estrella cubana; Fernando Alonso, Director del Ballet de Cuba; Antonio, bailarín español; Filipe Oihanburu, director del Coro Vasco Etorki; Pablo Picasso.

Transcripción de la entrevista de Julián Antonio Ramírez a Alicia y Fernando Alonso para Radio París:

Julián Antonio Ramírez (JAR): Alicia Alonso, ha obtenido usted un verdadero triunfo al bailar, acompañada por Rodolfo Rodríguez, el paso de dos del ballet Don Quijote, de Minkus. ¿Ha venido usted expresamente de Cuba para asistir a este homenaje a Picasso?

Alicia Alonso (AA): Sí, así ha sido. Nosotros estábamos en una gira con el Ballet de Cuba por el interior de mi patria, Cuba, y a mitad de la gira nos mandaron la invitación y nos llamó el gobierno de Cuba y nos dijo que si queríamos representarlos en este gran homenaje y una función inolvidable, a un artista como Picasso.

JAR: ¿Aceptaron ustedes inmediatamente?

AA: Inmediatamente.

JAR: ¿Por qué razones, si no es una indiscreción preguntarle?

AA: No hay ninguna.¿Qué artista no acepta bailar para Picasso?

JAR: Vinieron ustedes, ya han triunfado, pero yo quiero hacerle otra pregunta indiscreta. Al llegar Picasso, ¿ha tenido usted un pequeño diálogo con él? ¿Qué le ha dicho?

AA: No, no. Él llegó y se ha sentado inmediatamente. Nosotros hemos bailado. Nosotros vamos a hablar más tarde y tenemos varias conversaciones y yo tengo un mensaje de nuestro líder Fidel Castro, y estamos muy felices de estar aquí, muy contentos.

JAR: ¿Entonces no ha hablado usted nada todavía con Picasso ?

AA: Todavía no, todavía no.

JAR: ¿Son ustedes el Ballet de Cuba, verdad? Este señor…

AA: Es el director del Ballet de Cuba y de la Escuela más importante de La Habana, de ballet.

JAR: Sí, que no es el Ballet Nacional; ha habido una confusión…

Fernando Alonso (FA): No es el Ballet Nacional, es el Ballet de Cuba.

JAR: Porque hemos visto en el Teatro de las Naciones, hace unos meses, en París, al Ballet del Teatro Nacional. ¿En qué se diferencian ustedes del Ballet del Teatro Nacional?

FA: El Ballet del Teatro Nacional es un ballet más bien folclórico, moderno, y el nuestro es un ballet académico, clásico, aunque tiene algunas cosas modermas, sobre asuntos cubanos.

JAR: ¿Contentos de la acogida que les ha bridado el público de este festival?

AA: Muy contentos, muy felices.

Del camerino de Alicia, el periodista Julián Antonio Ramírez se dirigió al de Antonio, el gran bailarín de España –“y de los más grandes”, como le comentó Alicia cuando el periodista le dijo que iba a entrevistarlo–, para continuar así con su serie de entrevistas a varios artistas y personalidades asistentes al magno festival.

En dicha entrevista, Antonio le refirió que había sido invitado por el alcalde de Vallauris, y que los bailarines clásicos cubanos y los de Budapest lo habían entusiasmado, comentario nada de extrañar, pues Alicia y Antonio se conocían desde la década de los años cuarenta, como ambos rememorarían días después, en medio del encuentro con Picasso posterior al festival.

Del camerino de Antonio, el tenaz periodista pudo lograr un muy breve encuentro con Picasso, quien le dijo que estaba “más contento que nadie en el mundo”.

La participación de Alicia, Fernando y Rodolfo no se limitó solamente a su actuación en la Gala del 25 de octubre, sino que también estuvieron presentes en varias de las celebraciones subsiguientes, como en la del 27 de octubre, que tuvo lugar en Vallauris, con motivo de la corrida de toros que se iba a celebrar en esa localidad en el marco del homenaje a Picasso, en donde Rafael Alberti recitó un poema dedicado al pintor que será mostrado completo más adelante (La celebración de sus 85 y de sus 90, en 1966 y 1971 respectivamente, también sería realizada en Vallauris).

En cuanto los vio llegar al sitio de la celebración, Picasso se acercó jubiloso a Alicia, Fernando y Rodolfo para saludarlos, pero su atención se centró en Alicia, para agradecerle el haber aceptado la invitación para actuar en la celebración de su 80 cumpleaños, y elogiar su interpretación de Kitri –“tan española”, le dijo.
- Alicia, ¿sabe usted que yo tambíén bailo? – le comentó muy divertido– y me gusta mucho el ballet, desde que era muy joven…, incluso colaboré con Diághilev en varios de sus ballets.

- Maestro, pues nos gustaría mucho verlo bailar – le respondieron a coro los tres.

- Pues les prometo que lo haré antes de que se termine este encuentro.
Tomó entonces uno de los programas de mano de los eventos en su honor y dibujó una de sus emblemáticas palomas de la paz, la firmó y se la entregó a Alicia.

Una de las palomas de la paz dibujadas por Picasso en 1961, por no poder contar con la foto de la hecha por él para Alicia y Fernando Alonso en Vallauris.
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Además de Alicia, Fernando y Rodolfo Rodríguez, otras personalidades del mundo del arte había sido también invitadas a la celebración del 80 cumpleaños de Picasso por el Consejo Mundial de la Paz, como el pianista ruso Sviastolav Richter, el bailarín Antonio, los músicos Isaac Stern, Leonid Kogan e Ígor Markévitch, así como cantantes de ópera del Teatro Alla Scala de Milán y de la Metropolitan Opera de Nueva York, e Ivette Chauviré, bailarina etoile (estrella) de la Ópera de París.

Harold Gramatges (a la derecha), Alicia Alonso y Pablo Picasso durante el homenaje en Vallauris por los 80 años del pintor. Foto: Juan Gyenes, cortesía del Museo Nacional de la Danza, La Habana, Cuba.
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Antonio (1921-1996). 
Foto: Annemarie Heinrich, 1954.
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En aquella gran fiesta, Antonio bailó ante él y Picasso, arrebatado, dibujó un retrato suyo y se lo regaló. La fecha: 29 de octubre de 1961.

Una vez terminada la encendida reacción de Picasso ante su actuación, Antonio se acercó a Alicia, Fernando y Rodolfo para saludarlos.

Alicia y Antonio, como ya fue mencionado, se conocían desde la década de los años cuarenta y habían coincidido anteriormente varias veces por todo el mundo.
- Alicia, ¡qué gusto volver a verte!

- Lo mismo digo, Antonio. No se me olvida tu entusiasmo por el ballet clásico, ni tu presencia como espectador en muchas de mis actuaciones, ni nuestros encuentros en Nueva York, París, Milán, Moscú…

- Claro, ¿cómo olvidar cuando te fui a ver en Tema y variaciones, en el MET de Nueva York, en 1947; uno de mis ballets preferidos de tu gran repertorio, y qué decir de tu grandioso Giselle?

- ¡Tú siempre tan halagador, amigo!; yo también te admiré en la escena muchas veces, y lo que acabas de bailar ha sido extraordinario, como siempre.
Se abrazaron con gran calidez y emoción, y Antonio se despidió de los tres para continuar recibiendo elogios de otros invitados.

Según ha contado el propio Rodolfo Rodríguez en su autobiografía, sobre su participación como acompañante de Alicia en ese homenaje a Picasso:
Fueron 7 días muy intensos, de agasajos, cocteles, banquetes, conciertos de guitarra, exposiciones, películas y corrida de toros; todo muy interesante, además, por la calidad de los artistas y personas participantes.

(…) El ambiente era completamente relajado y muchos que se conocían entre sí se comunicaban de mesa en mesa, al tanto de que los demás los podía escuchar.

De repente, una voz en tono alto dijo: “Pablo, tú sabes que yo siempre he pensado que tus ojos son idénticos a los de un miura.

Ahora, al verte sentado al lado de Luis Miguel Dominguín (el torero), se me ha ocurrido un poema: Luis Miguel ‘torea’ los ojos de Pablo” y soltó algunos versos. Todos aplaudieron y Pablo le dijo: “Sigue”, pero el poeta contestó que no, “porque se olvida”. Luis Miguel le respondió:

“Alberti, anótalo, no me dejes con las ganas”. Se fue y a los pocos minutos regresó y dijo el poema:

Los ojos de Picasso (fragmento)

A Jaqueline que vive siempre dentro de los ojos del monstruo.


“El ojo humano, el ojo luz,
el ojo caos, el ojo universo,
el ojo eternidad”.
Vicente Buidobro

Siempre es todo ojos.
No te quita los ojos.
Se come las palabras con los ojos.
Es el siete ojos.
Es el cien mil ojos en dos ojos.
El gran mirón
como un botón marrón
y otro botón.
El ojo de la cerradura
por el que se ve la pintura.
El que te abre bien los ojos
cuando te muerde con los ojos.
El ojo de la aguja
que sólo ensarta cuando dibuja.
El que te clava con los ojos
en un abrir y cerrar de ojos.

Rafael Alberti

(…) Recuerdo muy bien que Picasso conversó con Alicia y con Fernando.apenas llegamos a la celebración, y que hasta escuché a Picasso cantarles el inicio de la famosa canción cubana Guantanamera; más tarde, después de la actuación de Antonio, este se acercó a conversar con ellos…
Aunque Rodolfo en su autobiografía no lo menciona, la naturaleza metafísica de esta novela biográfica sobre Alicia Alonso me hace regresar al hecho ya mencionado de que se hubieran hospedado en el mismo Hotel Negresco donde se alojó Isadora Duncan en 1927, y a su trágica muerte en el Bolevard de los Ingleses.

Isadora Duncan
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Finalizados los festejos, Alicia, Fernando y Rodolfo regresaron esa misma noche al Negresco, y al otro día Rodolfo consideró que ya era el momento de hablar con Alicia sobre el penoso y trágico acontecimiento, al caminar por la mencionada Avenida de los Ingleses, justo frente al sitio donde ocurrió el terrible suceso, lo que causó una gran impresión en Alicia:
- Alicia, en este mismo lugar murió Isadora Duncan, estrangulada por su propio chal, que se enredó en la rueda trasera del coche en que viajaba.

- ¡Isadora! –respondió Alicia, estremecida y conmovida.

Te he contado que cuando yo era muy niña, cuando escuchaba música, de inmediato iniciaba extrañas danzas que la propia música me sugería, aun sin haber conocido el ballet. Mi madre ponía un disco en el RCA VICTOR de la casa para que yo comenzara a bailar, como en una especie de encantamiento, y yo comenzaba a caracterizarme, simulando un largo cabello con una toalla –o con lo que hubiera a mi alcance– y cuando el disco se acababa, mamá me ponía otro enseguida y yo continuaba bailando sin parar, yo pienso que “a lo Isadora Duncan”, pero yo no la había visto nunca bailar, ni sabía que había estado en Cuba a fines de 1916, cuando yo todavía no había ni nacido.

- ¿Qué edad tendrías tú en ese momento?

- Seis o 7 años, 10 a lo sumo, porque a esa edad fue cuando mamá nos matriculó a mi hermana Cuca y a mí en Pro-Arte.

- O sea, en 1927, el mismo año en que murió Isadora.

- ¿Qué quieres tú decirme con eso, que el espíritu de Isadora regresó a La Habana y me escogió a mí para que continuara su legado en la danza moderna?

- Alicia, si a tu mamá le dijeron los espiritistas en La Habana que Carlota Grisi había reencarnado en ti, ¿porqué no creer que el espíritu de Isadora te escogió para que fueras su continuadora?

- Rodolfo, me dejas pensativa. Fíjate que ese no fue el camino que yo escogí, sino el del ballet clásico, como Grisi, mientras que sí fue mi hermana Cuca la que lo siguió, como alumna de mi amiga, la gran Martha Graham, a mi juicio, una de la más fieles continuadoras del legado de Isadora en la danza contemporánea.

- Alicia, tú, a diferencia de Anna Pávlova –que odiaba a Isadora por rechazar el ballet clásico–, nunca has sido reacia a la danza moderna y, como tú misma mencionaste, eres amiga y admiras a Martha Graham, cuyas presentaciones has ido a ver.

- Rodolfo, yo creo hasta en la vida extraterrestre y que no somos los únicos en este universo, y respeto mucho, admiro y admito la fe de mi pueblo en la Virgen de la Caridad del Cobre – nuestra Patrona– y en el milagroso San Lázaro, así que luz para Isadora y que alcance el descanso eterno.

- Vamos entonces a la iglesia más próxima, a prender una vela y pedir por su alma, que se eleve y descanse ya.

- Vamos, vamos. Y luego regresemos al hotel, que ya debemos empacar para salir de Niza hacia nuestro próximo destino.
Dicho y hecho, pero no fue sino hasta el lunes 20 de noviembre de 1961 que Alicia, Fernando y Rodolfo regresaron finalmente a La Habana (lo sucedido en el tiempo transcurrido entre fines de octubre y el 19 de noviembre de 1961 será objeto del próximo capítulo).

La prensa cubana reflejó así dicho regreso:
El lunes 20 de noviembre de 1961 regresó a Cuba la gran ballerina Alicia Alonso, quien representó al Gobierno Revolucionario en el homenaje ofrecido al pintor Pablo Picasso en Niza, en ocasión de su 80 cumpleaños. A su llegada al aeropuerto ‘José Martí’, Alicia comentó que fue una conmemoración muy emotiva y un festival extraordinario.

De su conversación con el pintor, Alicia comentó que le había impresionado la gran admiración que siente por Cuba y más que nada, el conocimiento que tiene de nuestra música.

Fernando Alonso, a su vez, contó que Picasso hasta había bailado una jota aragonesa para ellos, tal y como se los había prometido en una conversación durante su homenaje.
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Gaspar, El Lugareño Headline Animator

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