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Sunday, July 21, 2024

Lamentation (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.


Esta creación de Martha Graham sobre la música de Zoltán Kodály (Op. 3, N° 2) fue estrenada el 8 de enero de 1930 en el Maxine Elliott's Theatre de New York. Fue en el marco de una función organizada por Dance Repertory Theatre, de la cual también participaron Doris Humphrey, Charles Weidman y Helen Tamiris, cuando se interpretó por primera vez.


En una clara diferenciación de la danza académica que imperaba hasta principios del siglo XX, Graham realiza esta obra con la intención de personificar el dolor en sí mismo. No hay desplazamientos ni grandes destrezas, es todo expresividad e interpretación. Los opuestos contracción-release, junto a las torsiones y el uso expresivo de las manos, todos característicos de lo que luego sería conocido como “técnica Graham”, están presentes en la obra.


En un escenario despojado, habitado por la intérprete que se encuentra enfundada en un tubo púrpura de jersey, sentada sobre un cubo apenas perceptible, sólo manos, pies y cabeza resultan visibles. El cuerpo, limitado en sus movimientos, intenta salir, escapar, liberarse de su prisión. Todo el dolor encerrado en un capullo.




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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". florenciagu@gmail.com

Sunday, July 14, 2024

Ballet “La Péri” (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.
 

La Péri  es un ballet de corte fantástico con coreografía de Jean Coralli, sobre la composición musical de Friedrich Burgmüller, el libreto de Théophile Gautier, diseño escénico de Charles Séchan, Jules Diéterle, Édouard Desplechin, Humanité Philastre y Charles Cambon, y diseño de vestuario de Paul Lorimer y Hippolyte d'Orshwiller. Este ballet fue estrenado en Academia Real de la Música, en parís, el 17 de julio de 1843.

Es un ballet en dos actos y tres escenas que aborda el tópico típico del romanticismo: un mortal que se enamora de una criatura sobrenatural. Esta vez, Gautier se inspiró en el Oriente, en un hada persa (la Péri), y creó el papel pensando en la bailarina Carlotta Grisi. En el estreno parisino, los personajes principales fueron interpretados por la propia Carlotta Grissi y Lucien Petipa, reviviendo la dupla que estrenara el ballet Giselle,dos años antes.

El argumento es bastante sencillo: la Péri aparece ante el sultán Achmet, en uno de sus sueños de opio, y él se enamora de ella. Para poner a prueba su amor, ella toma la forma de una esclava fugitiva, Leila. Achmet es encarcelado por negarse a devolver a la esclava a su dueño original. En un final apoteótico, las paredes de la prisión desaparecen y se observa al sultán entrando al paraíso con la Péri.

Más de medio siglo después, el compositor francés Paul Dukas creó un poema danzado con el mismo nombre y con coreografía de Ivan Clustine, estrenado en 1911. Luego hubo varias versiones coreográficas (Lifar y Ashton, por ejemplo), pero ninguna de ellas tiene nada que ver con el ballet original de Coralli.




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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". florenciagu@gmail.com

Sunday, July 7, 2024

Ballet "Les Petits Riens" (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.

Los textos anteriores, se pueden leer en este enlace.




"Les Petits Riens" (“Pequeñas nadas” o “Naderías” en español) es un ballet-pantomima en un acto y tres escenas, estrenado el 11 de junio de 1778 en la Académie Royale de Musique, con coreografía de Jean George Noverre. La música fue compuesta por Wolfgang Amadeus Mozart, aunque su nombre no apareció en el programa original, por lo cual nunca cobró regalías por esta obra, su única composición para ballet. En 1872, el manuscrito de Mozart fue encontrado en la biblioteca del Teatro Nacional de la Ópera, sin embargo la partitura carecía de numeración por lo que se desconoce en qué orden iban las piezas musicales.


Originalmente, el ballet fue concebido como un interludio durante la ópera bufa de Niccolo Piccini, “Le Finte Gemelle”. La ópera estrenada en Roma, en 1771, había tenido gran éxito, sin embargo la versión parisina de 1778 fue un fracaso y solo tuvo cuatro representaciones, pero el ballet fue bien recibido lo que permitió que siguiera representando separadamente de ópera.


El libreto original fue realizado por el propio coreógrafo, pero también se ha perdido, aunque se sabe que era un ballet anacreóntico, es decir que su temática era graciosa y galante, con aparición de personajes mitológicos. La obra se desarrolla en un escenario campestre, donde se podía ver a Cupido, quien jugaba y hacía bromas. El periódico “Le Ménestrel” publicó, el 26 de enero de 1873, una breve descripción de la obra, aparecida originalmente en el Diario de París, el día del estreno:
(...) "Petits Riens", ballet-pantomima de M. Noverre (...) se compone de tres escenas episódicas que casi se desprenden una de otra. La primera es el Amor atrapado en una red y encerrado en una jaula; la composición es muy agradable. La señorita Guimard y el señor Vestris muestran todas las gracias de las que el sujeto es susceptible. La segunda es el juego del gallito ciego; el señor Dauberval, cuyo talento agrada tanto al público, juega el papel principal. La tercera es un juego de Amor, que presenta a dos pastoras junto a una tercera, disfrazada de pastor. La joven Asselin hace el papel del pastor y las señoritas Guimard y Allard el de las pastoras. Las dos pastoras se enamoran del supuesto pastor, quien, para desengañarlas, acaba descubriendo su seno. Esta escena es muy picante por la inteligencia y las gracias de estas tres famosas bailarinas. Debemos notar que cuando la joven Asselin desilusionó a las dos pastoras, varias voces gritaron bis. Las diversas figuras con las que se completa este ballet fueron muy aplaudidas.
Este estilo bucólico estuvo muy de moda en la segunda mitad del siglo XVIII y gozaba de gran éxito, por ello en el estreno de "Les Petits Riens" los roles principales fueron interpretados por los bailarines más reconocidos de la época: Marie Allard, Madmoiselle Asselin, Marie-Madeleine Guimard, Jean Dauberval y Auguste Vestris.


Tras la recuperación de las partituras de Mozart, la obra fue recoreografiada en diversas ocasiones. Sir Frederik Ashton realizó varias puestas (en 1927, 1928 y 1930) para el Ballet Rambert. Ninette de Valois hizo lo propio en 1928 y 1931 para el Vic-Wells Ballet. Peter Martins creó su propia versión para el New York City Ballet, en el marco de la celebración de los 200 años del nacimiento de Mozart (1987), y David Bintley también realizó una puesta ese mismo año para el Royal Ballet School. La última versión que se dio a conocer es la de Thierry Malandain, para su ballet, en 2005.




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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". florenciagu@gmail.com

Sunday, June 30, 2024

Alicia Markova (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.

Los textos anteriores, se pueden leer en este enlace.


Lilian Alice Marks nació el 1 de diciembre de 1910 en la ciudad de Londres. Alfred, su padre, era judío y Eileen, su madre, era cristiana, parte de una acaudalada familia en el distrito londinense de Finsbury Park.

Comenzó con sus clases de ballet a los 8 años como recomendación médica, por supuestos problemas que tenía en sus brazos y sus pies. Estudió con Serafima Astafieva y con Enrico Cecchetti demostrando rápidamente sus capacidades. Con tan solo 14 años de edad fue descubierta por director de los Ballet Russes de Montecarlo, el empresario ruso Serguéi Diáguilev, quién le sugirió que se cambiara el nombre por uno más “ruso” ya que existía la idea de que solo eran buenas las bailarinas rusas. Es así como adopta el nombre con el que sería reconocida mundialmente: Alicia Markova. Con la compañía realizó giras por toda Europa y en 1929, tras la muerte de Diáguilev, regresó a Inglaterra.


Ya en su ciudad natal, continuó desempeñándose como primera bailarina. En 1930 participó del primer elenco del Ballet Club (luego denominado Ballet Rambert, a partir de 1935) y, al año siguiente, se unió al Vic-Wells Ballet (desde 1956 conocido como Royal Ballet). Fue la primera bailarina inglesa en interpretar, en versiones completas, a Giselle (del ballet homónimo) y el doble rol protagónico de Odette/Odile de “El lago de los cisnes”.

Tras su salida del Vic-Wells Ballet, en 1935 fundó, junto al bailarín que fuera su primer partenaire, Anton Dolin, el Markova-Dolin Ballet y, en 1950, el London Festival Ballet (hoy denominado English National Ballet) junto, también, a Julian Braunsweg.

Además de los ya mencionados roles de Giselle y de Odette/Odile, Markova deslumbró en la interpretación de "Les Sylphides”, la versión de Dolin del “Grand Pas de Quatre” y en el “Cascanueces”. Dada su versatilidad, ella también destacó en la interpretación de ballet de coreógrafos que le eran más contemporáneos, tal es el caso de la obra “Rouge et noir” (1939) de Léonide Massine y “Romeo y Julita” (1943) de Antony Tudor.

Durante la Segunda Guerra Mundial se trasladó a los Estados Unidos participando junto al Ballet Theatre (hoy conocido como American Ballet Theatre) y como artista invitada en el Metropolitan Opera. También participó de varias películas de Hollywood, como “A Song for Miss Julie” (1945).


El público y la crítica la adoraban, la llamaban “La pequeña Pávlova” y afirmaban que Markova era la mejor bailarina que jamás vivió. Se retiró de los escenarios en 1963, tras ser designada Dama del Imperio Británico. Sin embargo, no abandonó el mundo del ballet, continuó enseñando, reponiendo los clásicos del repertorio y dirigiendo el Metropolitan Ballet de New York (hasta 1969).

Dame Alicia Markova falleció el 2 de diciembre de 2004, tras haber sufrido un ACV, en un hospital de Londres, justo un día después de haber cumplido 94 años.




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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". Email: florenciagu@gmail.com

Sunday, June 23, 2024

August Bournonville (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.

Los textos anteriores, se pueden leer en este enlace.


August Bournonville nació el 21 de agosto de 1805 en Copenhague, Dinamarca. Su padre, Antoine Bournonville, un reconocido bailarín formado con Jean-Georges Noverre, fue su primer maestro en la Royal Danish Ballet School, donde también estudió con el italiano Vincenzo Galeotti. Con tan solo 15 años, en 1820, se unió a la compañía, en la que permaneció hasta 1823. Entre 1824 y 1830 se instaló en París, corazón de la danza académica, concluyendo su formación con Pierre Gardel y Auguste Vestris, al tiempo que se destacaba en la Ópera de París como un bailarín elegante, de demi-caracter, liviano y ágil, bailando frecuentemente con Marie Taglioni, en quién veía a la bailarina ideal.


En 1830 retornó al Royal Theatre de Copenhague, donde se desempeñó como bailarín invitado, llevando el estilo refinado y grácil de la Escuela Francesa. Al año siguiente fue nombrado bailarín principal, puesto que sostuvo hasta su retiro, en 1848, y director de la compañía, hasta 1877. Su desempeño fue magnífico ya que llevó al Royal Danish Ballet a un alto nivel técnico, proveyéndolo de una identidad propia. Sólo dejó su puesto en la compañía en dos breves lapsos, en la temporada de 1855/56 cuando trabajó en la Viena Court Opera y los tres años (entre 1861 y 1864) que estuvo en la Ópera de Estocolmo, todo el tiempo restante de su carrera lo dedicó íntegramente al Royal Danish Ballet para el que creó alrededor de cincuenta ballets y numerosos divertimentos, muchos de los cuales todavía hoy se representan en las principales compañías del mundo. La prolífica producción y las características de los ballets, convierten al Royal Danish Ballet en la compañía con mayor cantidad de ballets románticos en el mundo. Además de “La Sílfide” (1836), encontramos ballets como “Waldemar” (1835), “Festival in Albano” (1839), “Napoli” (1842), “Le Conservatoire” (1849), “The kermesse in Bruges” (1851), “La ventana” y “A Folk Tale” (ambas de 1854) y “Festival de Flores en Genzano” (1858), entre otras. Su última creación para el Royal Danish Ballet fue “From Siberia to Moscow” (1876), inspirada en una visita a Rusia, sucedida dos años antes.


Con una fuerte base en la tradición cultural danesa de la época, Bournonville sostuvo que el arte debería ser positivo, su propósito era elevarnos y convertirnos en seres armoniosos. Esta armonía la encontramos en las historias de sus ballets, en su delicada sincronización musical y en su estilo, caracterizado por la ligereza, la precisión y la gracia.


August Bournonville falleció en su ciudad natal el 30 de noviembre de 1879, dejando consolidada una compañía que, hasta el día de hoy, se encuentra entre las más reconocidas del mundo, con un estilo propio claramente identificable.



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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

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Sunday, June 16, 2024

Nikolai Legat (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.

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El 27 de diciembre de 1869 nació Nikolai Legat, en Moscú. Creció en una familia de artistas, del linaje Legat-Obújov. Su padre, Gustav, era bailarín y profesor de ballet. Con él, Nikolai (al igual que su hermano menor, Sergei) comenzó a estudiar danza. Ingresó a la Escuela Imperial Rusa de Ballet y allí también se formó con Christian Johansson y Pavel Gerdt. Antes de su graduación, en 1888, ya había bailado con el Ballet Mariinski, a donde ingresó inmediatamente salido de la Escuela y, en 1894, se convirtió en primer bailarín ya que tenía una técnica brillante y era hábil tanto en roles clásicos como de carácter. Nikolai estrenó los roles principales de “Kalkabrino” (en 1891) y de “Raymonda” (en 1898), ambas de Petipa, entre otros. Fue partner de las grandes bailarinas del Teatro Mariinski como Anna Pávlova, Pierina Legnani, Olga Preobrazhénskaya y Mathilde Kschessinska. 


Además de ser un destacado bailarín, junto a su hermano realizaron ingeniosas caricaturas de los bailarines de la edad de oro del ballet ruso, publicando un libro con los trabajos en 1903, en San Petersburgo, y con el nombre “Russian ballet in caricature”, en Londres en 1939.


En 1902 se convierte en asistente de maestro de ballet, mostrando una gran capacidad pedagógica. Por eso sucedió a Petipa, tras su retiro de Escuela Imperial Rusa y del Ballet, como maestro de ballet, en 1910. Así mismo, reemplazó a Johansson, en 1905, en su classe de perfection. Entre sus alumnos figuran grandes nombres de la danza de la época: Olga Preobrajenka, Lubov Egorova, Julie Sedova, Agrippina Vaganova, Tamara Karsavina, Mikhail Fokine, Vaslav Nijinsky y Adolph Bolm, entre otros. En ese período también realizó varios ballets, destacándose la versión de “The fairy doll” (1903), con música de Bayer y otros, realizada junto a su hermano Sergei, donde interpretaron a los dos pierrot en el estreno. Sin embargo prefería la enseñanza a la coreografía.
 

La vida personal de Nikolai Legat no fue calma. Por un lado, sufrió el suicidio de su hermano menor, Serguei, en 1905, con quien compartía también clases, escenarios y caricaturas. Por otro lado, su vida amorosa: se casó tres veces, primero con la bailarina Olga Chumakova, con quien estuvo casado por diez años. Luego se divorciaron y Nikolai se casó con la hermana de Olga, Antonia. La relación fue breve, se separaron dos años después, pero llegaron a tener una hija, María. Finalmente, algunos años más tarde, se casó con la bailarina Nadezhda (Nadine) Nikolaieva, que tenía la mitad de su edad.


En 1914, tras un desacuerdo con la dirección del Teatro, abandonó el Mariinski y comenzó a dar clases en diferentes instituciones privadas, fundamentalmente en París y Londres. Allí conoció a Nikolaieva, su última esposa, quien siguió en viaje con él. Luego de la Primera Guerra Mundial regresaron a la entonces U.R.S.S. pero no consiguieron insertarse en los nuevos cánones de la danza soviética y, en 1922, dejan definitivamente la U.R.S.S.


En la temporada 1925/1926 reemplazó a E. Cecchetti como maestro de ballet en la compañía de S. Diaghilev, los Ballets Russes. En Londres, en 1926, donde finalmente se instaló, abrió junto a su esposa su propia escuela, la Legat School of Ballet, en Kent, siendo maestro de una nueva generación de bailarines, tales como Alexandra Danilova, Lydia Lopokova, Margot Fonteyn, Ninette de Valois, Anton Dolin y Serge Lifar.


Nikolai Legat falleció en Londres, el 24 de enero de 1937, a los 67 años. La Escuela continuó con sus actividades, a pesar de la partida de su gran maestro, y luego se trasladó a Sussex. En 1939 se publicaron, en Londres, sus memorias “Ballet Russe: Memoirs of Nicolas Legat”.





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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).


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Sunday, June 9, 2024

Ballet “La Fuente de Bakhchisarai” (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.

Los textos anteriores, se pueden leer en este enlace.


El ballet “La Fuente de Bakhchisarai” (en ruso “Bakhchiasaraisky fontan”), considerado un poema coreográfico, fue estrenado el 20 de septiembre de 1934, en el Teatro Estatal de Ópera y Ballet de Leningrado, hoy Teatro Mariinsky. La coreografía es de Rostislav Zakharov y la música fue compuesta por Boris Asafiev. El argumento, basado en el poema homónimo de Alexander Pushkin de 1823, fue escrito por Nikolai Volkov y el diseño escenográfico y de vestuario estuvo a cargo de Valentina Khodasevich. Los roles principales estuvieron fueron interpretados por Galina Ulanova como María, Mikhail Dudko como Khan Girey y Konstantin Sergeyev como Vaslav. Respecto al rol de Zarema, fuentes confiables mencionan a Olga Iordan y a Tatiana Vecheslova como las posibles intérpretes, siendo imposible zanjar la disyuntiva.

“La Fuente de Bakhchisarai” es la primera obra de Zakharov y también la más exitosa ya que fue la base sobre la que se desarrolló el ballet dramático soviético. Éste utilizó el método de actuación de Konstantin Stanislavsky para otorgarle una caracterización más realista a los personajes. 

El Palacio Bakhchisarai realmente existe, está en Crimea, cerca de Yalta. Fue construido en el siglo XVI y ha sido destruido y reconstruido en diversas ocasiones. La fuente, que aun sigue en pie en uno de los patios, es conocida como la “Fuente de las Lágrimas”.

Esta obra se organiza argumentalmente en un prólogo, cuatro actos y un epílogo. En el prólogo vemos a Khan Ghirei sentado junto a la fuente construida a la memoria de María, abstraído, mirando las gotas caer.


Se inicia el acto primero, es el cumpleaños de María, la hija de un noble caballero polaco. El castillo está preparado para el festejo. María, junto a su prometido Vaslav, llegan al jardín, están encantados. Un explorador tártaro oculto los vigila desde un camino. Mientras tanto, los invitados salen de palacio y danzan en los jardines, encabezados por el anfitrión y su hija, María. De repente, llega el jefe de la guardia herido, trae noticias de un ataque tártaro. Inmediatamente llaman a los hombres a las armas y las mujeres se esconden en el castillo. Los polacos entablan batalla, el castillo se incendia mientras María y Vaslav tratan de huir. Sin embargo, son interceptados por Khan Ghirei que, en lucha, mata a Vaslav. Al ver a María indefensa, el Khan se acerca y, al quitarle el velo, queda cautivado con su belleza.

En el segundo acto, Khan Ghirei y sus soldados regresan al palacio de Bakhchisarai, con un suculento botín. También llegan con varias mujeres cautivas, entre ellas María. Todo el harem los recibe, incluida Zarema, la favorita. Al ver al Khan preocupado y pensativo, Zarema intenta entretenerlo pero es en vano, él está subyugado por María y ni siquiera nota la presencia de Zarema, quien entiende que él ya no la ama y se derrumba en la desesperación.


El acto tercero se desarrolla en una lujosa habitación del palacio donde, custodiada por una anciana, María languidece, un arpa es el único recuerdo de su vida anterior, en libertad y feliz. Llega Ghirei quien le implora que acepte su amor y sus riquezas, pero ella lo rechaza pues es quién mató a su novio, su familia y amigos. Ante tal negativa, el Khan sale de la habitación dejando olvidada su gorra.

Más tarde, esa misma noche, Zarema entra en la habitación. Le cuenta a María sobre su amor hacia Ghirei y le exige que lo rechace. María no comprende el apasionado discurso de Zarema. En un momento, Zarema ve la gorra del Khan en el suelo y, tomada por los celos, corre hacia María con una daga en la mano. María está preparada para morir y no ofrece resistencia. Finalmente, Zarema mata a María, sin que Ghirei pueda impedirlo.


En el patio del palacio, en el acto cuatro, Ghirei está rodeado guerreros y esclavos que vuelven de una nueva incursión, con riquezas y nuevas concubinas para el harem. Pero él está devastado por la muerte de María. Impávido le ordena a los verdugos que arrojen a Zarema desde el acantilado.


Finalmente, en el epílogo, vemos nuevamente a Ghirei sentado junto a la "Fuente de las Lágrimas". Una multitud de pensamientos pasan por su mente, reviviendo la imagen de la bella María.





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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO)

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Sunday, June 2, 2024

“Strange Fruit” (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.

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La obra “Strange Fruit”, con coreografía de Pearl Primus, es un solo estrenado el 14 de febrero de 1943, en la que fuera su primera función como bailarina independiente, denominada “African Ceremonial”. Primus obtuvo su inspiración al escuchar la canción interpretada por Billie Holiday, en 1939, que musicaliza el poema de Abel Meeropol (alias utilizado por Lewis Allan), justamente denominado “Strange Fruit”. El poema, en su primera estrofa, dice:
Los árboles del sur dan una fruta extraña,
sangre en las hojas y sangre en la raíz,
cuerpo negro balanceándose en la brisa del sur,
fruta extraña que cuelga de los álamos.
Primus encuentra aquí el germen para representar dancísticamente la complicada situación de los afrodescendientes frente al racismo. El nombre original de la pieza al momento de su estreno fue “A man has just been lynched”, que refiere exactamente lo que la obra representa: una mujer blanca acaba de presenciar el linchamiento de un hombre. En las representaciones siguientes cambió la literalidad del nombre por el del poema, por eso la obra llega hasta nuestros días como “Strange fruit”, mucho más poético pero no por eso menos potente cuando se comprende la referencia.


La obra a veces era representada en absoluto silencio, otras sólo con el recitado del poema y en algunas ocasiones con la música. Lo que parece ser permanente es la búsqueda de Primus por conseguir la identificación del público con esa mujer horrorizada por los actos atroces que se cometían contra los afroamericanos, quizás llamar a la reflexión, buscar un cambio de actitud, crear conciencia.


El poder redentor del arte se hace presente en “Strange Fruit”, que sigue siendo interpretada aun hoy, conectando el pasado y el presente de una sociedad en la que las injusticias raciales, lamentablemente, siguen sucediendo.





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Strange Fruit
by Lewis Allen (pseudonym)


Southern trees bear a strange fruit
Blood on the leaves and blood at the root
Black body swinging in the Southern breeze
Strange fruit hanging from the poplar trees.

Pastoral scene of the gallant South
The bulging eyes and the twisted mouth
Scent of magnolia, sweet and fresh
And the sudden smell of burning flesh!

Here is a fruit for the crows to pluck
For the rain to gather, for the wind to suck
For the sun to rot, for a tree to drop,
Here is a strange and bitter crop.






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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

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Sunday, May 26, 2024

Ballet "Homage to The Queen" (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.

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Sir Frederick Ashton realizó la obra “Homage to The Queen” en ocasión de la conmemoración de la coronación de la Reina Elizabeth II, el 2 de junio de 1953. El ballet se estrenó ese mismo día en el Royal Opera House, Covent Garden (London), con música especialmente compuesta por Malcolm Arnold, con el nombre "Homage to the Queen” (Op. 42), y la escenografía y el vestuario diseñados por Oliver Messel.


“Homage to The Queen”, subtitulado “The Coronation Ballet”, es un ballet en un acto que, al momento de su estreno, contó con todos los grande bailarines del Sadler's Wells Ballet en escena. La obra no posee argumento, está realizada sobre una temática: los cuatro elementos. Así, comienza con una Entrée a cargo del cuerpo de baile y luego sigue la “Procesión de los cuatro elementos”, donde cada reina aparece con su consorte y su séquito. Inicia la Reina de la Tierra interpretada por Nadia Nerina, junto a Alexis Rassine; luego la Reina del Agua, con Violetta Elvin y John Hart a la cabeza; en tercer lugar ingresa la Reina del Fuego, liderando Beryl Grey y John Field; finaliza la Reina del Aire interpretada por Dame Margot Fonteyn, en compañía de Michael Somes y todo el cuerpo de baile.


La obra fue repuesta en la escena del Royal Opera House, con diferentes elencos, en las temporadas 1954, 1955, 1956, 1958, 1970, 1994 y 1995. El 5 de junio de 2006, en ocasión del cumpleaños número 80 de la Reina, se realizó una nueva versión sobre el original de Ashton, dirigida por Christopher Newton, quién además recreó la Entrée y la Apoteosis. Para la realización de la coreografía de las Reinas, se convocó a tres creadores: David Bintley coreografió “Earth”; Michael Corder “Waters” y Christopher Wheeldon “Fire”. En esta nueva versión se mantuvo la coreografía original de Ashton para la Reina del Aire, que estuvo interpretada por Darcey Bussell.





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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

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Sunday, May 19, 2024

Charles Weidman (por Florencia Guglielmotti)

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Los textos anteriores, se pueden leer en este enlace.


Charles Weidman nació en Nebraska, el 22 de julio de 1901. En un principio se había enamorado de la arquitectura, fundamentalmente la griega y la egipcia, pero tras ver a bailar Ruth St. Denis, cambió su rumbo y decidió ser bailarín. Con ese propósito, a los 19 años se traslada a Los Ángeles para formarse en la Denishawn School, donde estudió durante ocho años, además de formar parte de la compañía que St. Denis y Shawn dirigían.

En la Denishawn conoce a Doris Humphrey. En 1927 deciden independizarse y formar una nueva escuela y compañía, la Humphrey-Weidman Company, para alejarse del exotismo que proponían St. Denis y Shawn y buscar un nuevo estilo, algo propio y diferente. Durante este periodo Weidman creó obras cuyos temas se relacionaban con problemas sociales, siempre manteniendo una mirada satírica, como por ejemplo “School for Husbands” (1933) y “And daddy was a fireman too” (1943); también realizó obras en colaboración con Humphrey, como “New dance” (1935), y coreografió para Broadway.


En 1945, la sociedad con Humphrey se disuelve y Weidman funda una escuela primero y, en 1948, crea su propia compañía. Para este nuevo grupo crea gran cantidad de obras, destacándose “A house divided” (1945), “Fables for our time” (1947) e “Is sex necessary” (1959).


Con respecto a su técnica, creó un vocabulario basado en la gravedad. Exploró cómo al ceder ante la gravedad el cuerpo cae, mientras que al oponerse a esta fuerza natural también se podía crear movimiento y, también atendió a los movimientos que precedían y proseguían a la caída. De allí surgieron la suspensión (resistencia a la gravedad) y la sucesión (desarrollo del movimiento mientras un impulso fluye de una articulación a otra). De este modo, su vocabulario incluía trabajo de suelo, saltos y caídas. Aunque su técnica no fue lo más personal que aportó sino sus dotes histriónicas: las coreografías de Weidman eran muy expresivas y, a menudo, bastante emocionales, recorrían el amplio abanico de la comedia a la tragedia, pero siempre en sus obras el componente expresivo era fundamental.


Fundó, junto al escultor Mikhail Santaro, el Expression of Two Arts Theater, en New York, en 1960, donde realizó exhibiciones y enseñó hasta sus últimos días. Entre sus alumnos se destacan José Limón, Louis Falco y Bob Fosse, entre otros, con carreras más que prominentes. Charles Weidman fundó las bases de la danza moderna norteamericana e influyó también en otros estilos, como el jazz. Lamentablemente, de su extensa obra no quedó casi nada registrado. Falleció a los 73 años, en la ciudad de New York, el 15 de julio de 1975.





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Ver en el blog:

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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO)

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". florenciagu@gmail.com

Sunday, May 12, 2024

Ser madre es maravilloso, ser bailarina también (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.


El ballet, la danza en general, ha abordado los más variados temas para sus argumentos, historias e inspiraciones. Desde la mitología greco romana, como en los primeros ballets de la época de Luis XIV, hasta las intrincadas consecuencias políticas de la Primera Guerra Mundial, como en la obra La Mesa Verde de Kurt Joss (1932), pasando por supuesto por obras literarias y teatrales tradicionales, como La bella durmiente, El Cascanueces, Don Quijote o Romeo y Julieta por mencionar algunos.

Sin embargo, raramente se aborda el tema de la maternidad. El nacimiento de la Princesa Aurora en el ballet La bella durmiente es una excepción digna de mención, simplemente por ser, precisamente eso, una excepción ya que no aporta nada desde el punto de vista argumental. Sí hay unas cuantas madres en los ballets que podemos recordar, pero generalmente desarrollan roles de demi-caracter, sin cómpromiso técnico, sino solo mímico e interpretativo, como el caso de la madre de Giselle del ballet homónimo, la del príncipe Sigfrido de El lago de los cisnes, la reina madre de Aurora (antes mencionada), la madre de Clara en El Cascanueces o, la más histriónica, madrastra de Cenicienta.

Sería dable preguntarse por qué la maternidad en sí misma no es un tema “danzable”. Podemos especular con la dificultad de representar escénicamente el momento del nacimiento, pero el rol de la madre en términos globales se presenta como más amigable en ese sentido y, sin embargo, queda siempre relegado. Quizás el motivo sea otro, más relacionado con las intérpretes que con la creación.


La maternidad entre las bailarinas es un tema complicado. Para quienes nuestro cuerpo es a la vez nuestra herramienta de trabajo, cualquier situación que genere un cambio produce incertidumbre y hasta temor, además de una interminable serie de interrogantes que nadie puede responder a ciencia cierta, simplemente porque cada experiencia es única e irrepetible, y esto aplica para una operación en la rodilla, pero también para el embarazo. “Cuánto tiempo voy a dejar de bailar?” es la primera pregunta, seguida de cerca por “cómo me va aquedar el cuerpo después?” y sin olvidar “voy a tener tiempo para tomar clases, ensayar y bailar con un bebé?”.

Las preguntas son justas. Es por eso que algunas bailarinas profesionales posponen la maternidad hasta luego que se retiran, aunque están también las que asumen el desafío y son madres más tempranamente, dividiéndose entre las dos tareas. Antes o después, lo importante es decidirlo responsablemente y con convicción. Ambos roles pueden convivir en armonía: ser madre es maravilloso, ser bailarina también.



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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". florenciagu@gmail.com

Friday, May 10, 2024

De Buenos Aires a Miami, el teatro crea puentes. (por Wilfredo A. Ramos)


Con motivo de la realización de la quinta edición del Solo Theater Fest, evento dedicado al difícil arte del trabajo del actor en solitario sobre el escenario, que organiza Artefactus Cultural Center, en su siempre acogedora sala de la barriada miamense de Kendall, se tuvo la oportunidad de disfrutar los pasados días 3, 4 y 5 del presente mes de mayo, de un espectáculo llegado desde Argentina, el cual de manera magistral envuelve la literatura narrativa con la dramática, mediante la puesta en escena de la obra “Yuna soy yo”, escrito e interpretado por la actriz Marcela Ferradás, con dirección de Horacio Peña, así como con diseños de escenografía y vestuario a cargo de Alejandro Mateo y Luciana Gutman respectivamente.

Este texto dramático parte de la novela “Las primas”, de la escritora originaria de la región argentina de La Plata, Aurora Venturini (1922-2015), quien a la edad de ochenta y cinco años -bajo el seudónimo de Beatriz Portinari- gana el Premio Nueva Novela del diario Página 12, para jóvenes promesas, galardón que instantáneamente va a catapultar a la escritora al reconocimiento nacional que le había sido negado hasta entonces, a pesar de ser una febril escritora que acumulaba ya por aquel tiempo una buena cantidad de títulos publicados gracias a sus propios esfuerzos.

Aurora Venturini
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Venturini fue una mujer que sin duda violentó ciertos cánones de la sociedad de su época, abandonando su casa familiar desde muy joven, trabajando para mantenerse mientras estudia en la Universidad Nacional de La Plata, de donde se gradúa como profesora de Filosofía y Ciencias de la Educación, lo que le permite entrar a trabajar como asesora del Instituto de Psicología y Reeducación del Menor, lugar en el que entrará en contacto directo con Eva Perón, esposa del presidente argentino de aquel momento, personajes controvertidos ambos dentro de la historia política y social del país austral, hecho que le propició, según ella misma hubo de declarar en algunas entrevistas, el que fuera perseguida y encarcelada al sucederse en 1955 los trágicos acontecimientos de la llamada ‘Revolución Libertadora’ , donde por medio de un golpe de estado se derrocó al presidente Juan Domingo Perón. Producto de dicha situación es que la obra de esta autora fue silenciada completamente en su país.

En Francia, país a donde llega tras irse al exilio, estudia psicología en la Universidad de París, ciudad donde entra en contacto con destacadas figuras de la intelectualidad del momento, tales como Albert Camus, Simone de Beauvoir, Jean Paul Sartre, Eugene Ionesco, Juliette Greco, entre otros.

Dentro de su abundante obra literaria, Venturini, escribió poesía -en 1948 recibió de manos de Jorge Luis Borges el Premio Iniciación por su poemario ‘El solitario’- ensayos, artículos de prensa, cuentos y novelas. De entre su abarcadora obra podemos citar ‘Versos al recuerdo’ de 1942, ‘El anticuario’ 1948, ‘Laúd’ 1960, ‘45 poemas paleoperonistas’ 1967 -libro de poemas en colaboración con su segundo esposo, el historiador Fermín Chávez- ‘Las Marías de los Toldos’ 1991, ‘Nosotros los Caserta’ 1992 -considerado por la propia autora su mejor libro- ‘Me moriré en París, con aguacero’ 1998, ‘El marido de mi madrastra’ 2012, ‘Eva, Alfa y Omega’ 2014, ‘Cuentos secretos’ 2015 y ‘Las amigas’ 2020 -continuación de ‘Las primas’ , textos ambos que salieron publicados después de su fallecimiento ocurrido el 24 de noviembre del 2015, llegando hasta cerca de cuarenta y seis obras publicadas y otras seis en espera de ver la luz en la actualidad.

Respecto a su obra, esta ha sido catalogada de espesa, abrumadora, compulsiva, deforme, lúdica. Su propia albacea y autora de su biografía titulada ‘Esa no soy yo’, Liliana Viola, se ha referido de la escritora como “un monstruo literario que se salta los géneros literarios”.

Puede decirse de la Venturini que tiene un lenguaje propio, algo antiguo -no anticuado- utilizando dentro de su escritura largos párrafos desprovistos de frecuentes signos de puntuación -decía que los mismos le cortaban las ideas- haciendo uso de dicho lenguaje desde un universo de lo bestial, lo deforme, lo grotesco, lo repulsivo. Es una escritora que se vale de todo lo que se le pone ante ella para mostrar su mundo, mediante una espesa mezcla de recursos literarios, llegando a ser considerada como una escritora maldita por lo irreverente de sus textos. Sus personajes son deformes, anormales -como gustaba de llamarlos- turbios. Se centra en el universo familiar una y otra vez, pero sólo de sus personajes femeninos, a los que castiga con su visión catártica, por lo que se puede hablar de un cierto tono feminista dentro de su literatura. De igual manera la escritora es capaz de entregarnos diversos puntos de vista sobre un mismo tema, provocando con ello un estado de desorientación sobre el que se enfrenta a su obra, lo que es aprovechado por ella para crear ambientes singulares, tenebrosos y catárticos. Son dichas características entre muchas otras más las que hacen de la obra de Aurora Venturini un caso singular dentro de las letras argentinas y del universo literario en general, otorgándole el puesto de excepción y excepcional que a través de la mayor parte de su vida se le negó.


A pesar de las complejas características antes citadas, que hacen de la literatura de Venturini una bestial, implacable, pero a la vez hermosa obra, la actriz Marcela Ferradás, deslumbrada ante tal descarnado discurso, asume la responsabilidad de llevar esas páginas al escenario, llevando a cabo ella misma su adaptación, lo que provocara el inicio de una cierta relación de amistad entre ambas.

Ferradás, actriz proveniente de una familia amante de las artes, con un abuelo que hacía teatro, vivió el influjo cultural en su formación, lo que la llevó a graduarse de profesora de castellano, literatura y latín, estudiando posteriormente Historia del Arte. Para los diez y seis años cursa sus primeros estudios de teatro, iniciando así una carrera teatral la cual incluye un gran número tanto de puestas teatrales como trabajos para la televisión, sin contar algún que otro producto cinematográfico.

El primer enfrentamiento de Ferradás con el texto de Aurora Venturini dió como resultado la obra “Las primas o la voz de Yuna”, en un formato teatral donde participaban varios actores quienes representarían los diferentes personajes, pero es para la celebración del centenario de la autora que se le solicita subir nuevamente la obra a las tablas, algo que aquel momento resultaba imposible, por lo que la actriz se lanza a realizar en solitario una muy breve exposición de dicho texto. Visto el resultado, es que ésta se propone trabajarlo seriamente en el formato del unipersonal, pero en un trabajo de más extensión -cerca de cincuenta minutos- tal y como llegó a nuestros escenarios.


Este espectáculo que como señalamos anteriormente contó con la escritura de la propia actriz, estuvo bajo la pupila de otro destacado actor del cine, la televisión y las tablas argentinas, Horacio Peña, quien asumió la dirección de un trabajo que ya la actriz había interiorizado desde su anterior producción.

La puesta de este unipersonal está concebida de manera sencilla, casi minimalista, donde los escasos elementos escenográficos utilizados no inciden en el desarrollo de la acción, sino sólo con la única función dirigida a ser el pretexto introductorio de la acción dramática.


El desempeño de la actriz que se inicia mediante rasgos obvios de timidez proyectados en su aparición en escena, prontamente va a transformarse en una tormenta de sentimientos y reacciones que irán descubriéndonos al verdadero personaje. La Ferradás poseedora de un excelente registro y dominio vocal, asume las condiciones de la ‘minusválida reeducada’ como mismo es catalogada por esa ‘Yuna Riglos’, narradora de una historia llena de situaciones violentas y rechazables, lo cual hace con un manejo adecuado de las intenciones individuales de cada uno de los personajes que ella va haciendo desfilar por la escena.


A través del recurso de la retrospectiva, la protagonista nos contará algunos de los momentos que marcaron su vida, los cuales van a estar siempre relacionados con otras mujeres de la familia abusadas, discapacitadas ellas también, utilizando un mínimo de recursos expresivos, pero certeros y ajustados, donde tanto las expresiones faciales, las palabras y los silencios se cargan de un polisémico significado.


Al retomar dicho texto, la actriz encuentra el punto perfecto en la adecuación del personaje a su presencia en solitario sobre las tablas, abordando temas gruesos como la discriminación, el aborto clandestino y el abuso sexual infantil mediante el estupor y la risa, lo que puede resultar por momentos incómodo, producto a la crudeza de las desgracias y la maldad de las acciones narradas. Todo este trabajo es manejado por la actriz con soberbia maestría, basada en el dominio de la palabra. Si sobre la autora suele decirse que crea un lenguaje propio, de la actriz podemos afirmar que incorpora dicho lenguaje como suyo personal. De ahí que la escritora le dijera al oído, la noche del estreno de la primera versión del texto: “Yuna sos vos”.

Para que la actriz haga revivir su personaje en el escenario no es necesario mucho espacio, porque la fuerza de su decir se sobrepone a las acciones. Su cuerpo fluye por la escena lo mismo cuando habla incontinentemente como cuando calla y clava su mirada en el espectador convirtiéndolo en cómplice. La actriz se apropia de la imagen, la voz y el pensamiento de la autora poniéndolo todo ello en función del personaje, creando de tal forma una unión indivisible entre ambas.

Imaginar a otra actriz sobre las tablas contando esta desgarradora y estrambótica historia sería difícil de poder aceptar, porque sin duda alguna y para satisfacción de la autora, Yuna Riglos, puede ser solo una y es ella... Marcela Ferradás.





Texto y fotos Lic. Wilfredo A. Ramos.
Miami, Mayo 9, 2024.

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