Friday, August 9, 2019

Desengaño (un poema de Rodrigo de la Luz)


Deja que sepas que no eres más
que un experimento de la vida.

Cuando te enteres
que piel y puño fueron una excusa.
Que perros y conejos
vieron caer la misma tarde,
por el mismo costado.

Cuando sepas definitivamente
que este cielo de hoy
es el único cielo que te espera,
más allá de los valles
y los conglomerados.

Cuando por fin comprendas
que el grito de la boca y de la voz
fue sólo destinado a unos pocos oídos...

Entonces entenderás que cada luz divina,
cada fósforo, cada vela gigante
que tatuó rostros de humo en la cal de los años
eran también una engañosa manera de vivir.

Wednesday, August 7, 2019

Francisco envía su bendición al Santuario Nacional de San Lázaro de La Habana



Este miércoles 7 de agosto de 2019, después de su acostumbrada catequesis, en esta ocasión en el Aula Pablo VI, el Papa Francisco recibió de manos de P. Elixander Torres, Rector del Santuario Nacional de San Lázaro en La Habana, un cuadro-mosaico, obra del artista cubano Landy Messis.

El cuadro representa a San Lázaro, mendigo, teniendo como fondo el santuario habanero. Un gemelo de este cuadro se encuentra en la Iglesia Católica de San Lázaro en la Arquidiócesis de Miami.

El Papa bendijo el cuadro que representa al "santo de los pobres" en Cuba, al Santuario y a la Iglesia que peregrina en Cuba. (Texto y fotos/Página de Facebook del Santuario Nacional de Sán Lazaro-Cuba)

Un poema de Nuvia Estévez


Ahí donde sonríe ampliamente
la muchacha
no salen los pájaros
a lucirse en su vuelo
ni brotan peces multicolores
ni el sol es el astro rey
En esa vieja foto
yo era un volcán
la fierecilla no domada
el cuervo de Poe
un desajuste de la realidad
el eslabón que no cerraba nada
Ahí donde me ves
lindísima
veintitantos años
o treintaitantos tal vez
-porque la edad es una ilusión
a veces un sufrimiento o la felicidad-
Ahí no gravito
No me agarro a la nube

En este instante, ando y desando las alturas,
menos hermosa, más ingrávida, agradecida,
vital
llena de sueños, de elefantes, de figuras
que se expanden, desaparecen
y vuelven como caballos y cisnes que caen, rebotan, se levantan
Ahora que me asaltan transparencias, espejos, flores de azahar, pedazos de algodón
y que el sueño es profundo y delicado
y la piel de violetas y campanas tenues
Ahora que acabo de nacer con tantos años
sin tanta podredumbre
maga, delirante
Soy el pregón
el canto hondo
el piano
que te invita a la fiesta.

Roberto Bolaño (1953-2003): alusiones imprescindibles de un lector en su isla ( por Carlos A. Peón-Casas)


Conocí a Bolaño, por esas cosas del azar concurrente. Antes de 1997 hubiera sido bastante improbable, pero mi hermano se residenció aquel año en el austral Chile, esa otra ínsula peculiar entre los Andes majestuosos y el para nada dócil Océano Pacífico, la patria del poeta y narrador chilensis, y de inmediato se conectó con la obra de este impar escritor, y por ósmosis, y gracias al envío ciertamente hipertélico, de cuanto libro del chileno caía en sus manos, me hice igualmente adicto a su producción literaria.

De cualquier modo, no me justiprecio de ser un conocedor cabal de toda su obra, aunque entre nosotros, somos ciertamente pocos, los que hemos tenido la oportunidad de acercarnos a una parte de su vasto corpus creativo, un poco como afortunados iniciados en su literatura.

Hasta donde sepa, sólo se ha editado acá una muy bien referenciada y mejor recibida novela suya: Los detectives salvajes. Lo demás, es, inevitablemente, silencio.

Pero en lo particular, no puedo renegar de mi buena estrella, en esta otra ínsula, distinta por necesidad al Chile austral, y me puedo conceder el privilegio de haberlo leído en una edición distinta y primaria, a la cubana citada.

Por mis manos han pasado ya algunos de sus libros más puntuales, a saber y citando de memoria, su descomunal novela río: 2666, que lastimosamente le quedó póstuma, algo de su poesía, sus maravillosas entrevistas… y alguna pizca de lo más reciente de sus inéditos: su noveleta Sepulcros de vaqueros (2017), una obra tripartita, como tres secciones que se conforman como una sola y coherente historia, que es la misma y singular extensión de la del autor.

Obra, precisamente rescatada de su prolífico archivo remanente, y con notas del propio autor: los apuntes del propio Bolaño para el libro en cuestión. Allí, de su puño y letra se anotan datos imprescindibles: el perfil de los personajes, y las escenas a trabajar; todo ello salvado para esa posteridad que el mismo llamó:”el mayor absurdo imaginable…trabajos de amor perdidos como diría Shakespeare”(1), cuando ya pensábamos que lo habíamos leído todo, fueron salvadoramente dados a las prensas en este hic et nunc.

Y ciertamente abarcar todo lo que el genio de ese celebrado escritor chileno pudo ofrecer para la literatura de finales del siglo veinte y los comienzos del veintiuno, es tarea ardua.

Con Bolaño se cumplió a rajatabla aquello que afirmaban los latinos: Ars longa, vita brevis. Su corta vida, (falleció malogradamente a los cincuenta, la edad más vital para cualquier hijo de vecino), no fue óbice, empero, para hacer progresos inimaginables en todos los géneros de la literatura bien entendida: la poesía, la narrativa, y la no ficción, e incursionar, igualmente con valía singular en el mundo del periodismo cultural.

De tal coordenada entresacamos para el curioso lector, un texto suyo aparecido en El Mercurio de Chile en 2001, específicamente en una sección intitulada Entre Paréntesis, y donde Bolaño desgranaba anécdotas de un sabor exquisito, siempre signado por su sapiencia literaria.

La crónica de aquel día intitulada Un cuento perfecto, giraba alrededor de de una narración poco aireada del escritor británico: Max Beerbom, de la misma coordenada generacional del muy conocido narrador Saki (Hector Hugh Munro), pero de quien Bolaño acota que “es posiblemente el paradigma del escritor menor y del hombre feliz”(2).

El cuento de marras se intitula Enoch Soames, que Bolaño hubiera de descubrir alguna vez, según sus propias palabras, en una Antología de la literatura fantástica recogida por Silvina Ocampo, Borges y Byo.

De lo que va la historia dejamos que sea Bolaño quien nos lo narre con su peculiar estilo:
El cuento trata sobre un poeta mediocre y pedante que Beerbohm conoce en su juventud. El poeta, que sólo ha escrito dos libros, a cuál más malo, se hace amigo del novato Beerbohm, que a su vez se convierte en involuntario testigo de sus desgracias. El cuento se transforma de esta manera no sólo en un documento sobre la vida de tantos pobres diablos que en un momento de locura escogen la literatura, sino también en un documento sobre el Londres de finales del siglo XIX(3).
Como se puede colegir por simple inspección, Enoch, es por supuesto el poeta, y Beermon, el mismo autor-narrador. La relación entre ambas se afianza, a la par que el poeta se va percatando ineluctablemente de su mediocridad.

En un minuto cualquiera el narrador y el personaje se dan cita en un café, donde el segundo confiesa su desgracia, y su inminente decisión de quitarse la vida, pero antes, como caso en el ya anecdótico Doctor Faustus, saber, si se le recordará de algún modo en alguna posteridad.

Lo que sucede a continuación en la historia, hasta su inmediato desenlace, Bolaño mismo nos lo presenta en su crónica con su inconfundible estilo de narrador:
Entonces un vecino de mesa, un señor más bien con pinta de cafiche o macarra le pide permiso para sentarse junto a ellos. Se presenta como el Diablo y asegura que si Soames le vende su alma él lo hará viajar en el tiempo, digamos cien años, hasta 1997, hasta la sala de lecturas del Museo Británico, donde Soames suele trabajar, para que constate el mismo in situ, si su nombre se ha impuseto sobre el tiempo. Soames, pesea los ruegos de Beerbohm, acepta. Antes de partir se compromete a verse otra vez con Beerbhom en el restaurante.
Las horas siguientes están narradas como un sueño, como una pesadilla, como si Borges hubiera escrito el relato. Cuando por fin se produce el reencuentro Soames exhibe la palidez de un muerto. En efecto, ha viajado en el tiempo. No ha encontrado su nombre en ninguna enciclopedia, en ningún índice de literatura inglesa. Pero si ha encontrado el cuento de Beerbohm llamado “Enoch Soames”, en donde, entre otras cosas, se le ridiculiza. Luego llega el Diablo y se lo lleva al infierno pese a los intentos que hace Beerbohm en sentido contrario”(4).
Bolaño y Beerbhom, a no dudarlo, estarían siempre en las antípodas de toda perdurable literatura, pues salvando ante todo, la majestuosa distancia que los separa, - el primero no llegó siquiera a ser como lo dice el verso de Borges, “un poeta menor de la Antología”-, y Bolaño, es ya un clásico, en esta perennidad cada vez más vital de su obra, que se esparce vital más allá de su temprana partida.

Para el final del relato que recrea, el lector se queda con la sensación, a veces no necesariamente imaginada, que acaso Bolaño pudo haber sido el narrador de aquella historia, y no el desconocido y menos citado Beerbhom, que, cambiando los papeles, pudo haber sido en el relato que pudo haber imaginado el chileno, el pobre poeta al que al final el mismo Diablo barre al infierno y al olvido.


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  1. Antonio Lozano. Revista Que leer. Barcelona. Enero de 2001. En "Bolaño por sí mismo entrevistas escogidas". Universidad Diego Portales. Santiago de Chile. 2006. p.97
  2. "Un cuento perfecto". Roberto Bolaño. El Mercurio. 2/03/2001
  3. Ibíd.
  4. Ibíd.

Ultimate A Cappella Mashup: 25 Hits, 25 Years (by BYU Vocal Point ft. Sophia Osmond)


Co-founder of Vocal Point Bob Ahlander says the music video, shot at Timpview High School in Provo, features the top hits from each of the 25 years corresponding with the group’s existence, beginning with “Gonna Make You Sweat (Everybody Dance Now)” by C+C Music Factory from 1991.

“It was so fun to be a part of,” Ahlander said. “When we started this group, YouTube didn’t exist.”

Ahlander was in the video as well. He sings the Auto-Tuned portion of Cher’s “Believe.”

All of the singers were in charge of finding their own costumes to go with the movie director’s 1950s theme, and all of the props were built by Brigham Young University theater students. (Read full text at Fox 13 Salt Lake City's website)

Tuesday, August 6, 2019

Excusas (un poema de Rodrigo de la Luz)


Yo quería seguir
dándole de comer a las palomas,
pero la lluvia y el sol me lo impedían.

Quería seguir jugando a los perfiles.
Esperando el abrazo, que era divino
como una comedia.

Quería seguir mirando las estrellas.
Admirando la escritura que sugiere.
Amasando la bestia de las islas.
Ofrendándole pan al indigente.
Persiguiendo en la noche a los cocuyos,
pero la lluvia y el sol me lo impedían.

Los luceros caldeados que anteceden la aurora,
los grandiosos y fíeles elefantes,
los niños gordos que ocupan tanto espacio,
la rosa con espina, la braza que quemaba,
los zapatos sin suelas, sin cordones,
el ruido de los carros, la poca poesía.
La mujer bella que tosía como un caballo,
el del gesto feroz; amenazante.
El inmóvil y audaz, el punzón afilado;
me lo impedían.

Yo quería ser bueno .
Qué las banderas tremolarán a mi lado.
Qué mis amigos me abrazaran entusiasta.
Ver el tiempo pasar acompañado.

Pero la poca lluvia y las sombrillas,
me lo impedían, me lo impedían, me lo impedían.

Monday, August 5, 2019

María Elena Blanco, fluir sin elección (por Manuel Vázquez Portal)


María Elena Blanco es una poetisa de la contemplación y la indagación hondamente imbricadas. Sentidos y cerebro en la danza de la belleza. ¡Vaya estirpe grande de poetas! Hermes Trismegisto, padre del verdadero hermetismo, los códices, los símbolos; Homero, el ciego más visionario de la Antigua Grecia; Heráclito, El Persa, aunque le digan de Éfeso; Emerson, Baudelaire, Whitman, Martí, César Vallejo, Jorge Luis Borges, Lezama Lima. Espiritualidad vuelta versos. Sabiduría lírica y ontológica. Cosmovisión a fondo.

Su matiz hedónico la lleva hacia la búsqueda del bien placentero, en su arista más espiritual que utilitaria. Para ella lo contemplativo tiene un sentido elevado del disfrute interior. Su Aleph (en su doble acepción de primera letra del alfabeto hebreo y metáfora de todo lo iniciático, y como Códice Sinaítico), su Toconoma (Orificio mítico por el cual José Lezama Lima se asomaba al universo de lo desconocido), su Piedra Filosofal la halla cuando mira hacia adentro, hacia su barbullar interior. Hasta la nostálgica remembranza de una Ítaca en la cual no aguardó ni tejió, sino de la que escapó para inventarse su odisea propia, es sometida a un ascético juego de oximorones que, aunque cálidos, distanciados por una actitud socrática, diríase peripatética. Una búsqueda de la verdad a fuerza de cuestionamientos.


Cierto que la belleza exterior la traslada hacia una introspección donde el efecto se torna más hermoso y lo poetizado más vibrátil y humano. El alma que pone a los objetos poéticos, ya una puesta de sol junto al mar, ya un viaje a La Habana, ya un aguafuerte de Roberto Matta, es el ánima que la guía a ella misma. No hay divorcio entre lo que recibe y lo que refleja, más bien, una sublimación de los entornos para una elevación del universo interno.

Lo bello y lo útil al unísono, pero, con un valor más emocional que pragmático. Sus artilugios poéticos parten de la sensorialidad y la inteligencia unidas. A lo que añade una postura crítica y averiguadora. Cuanto sus sentidos advierten o su ojo pineal descubre, es sometido a la racionalidad no solo filosófica sino a la más refinada tradición lírica, y afloran sus poemas de inusitada altura parabólica para un realce cognoscitivo que la ubica entre las voces más decantadas del panorama poético cubano.

No es sabia solo por sedimentación cultural (universidades le sobran) sino porque logra la contraposición de elementos iniciales (llámense aire, fuego, tierra, agua, ápeiron, conciencia o materia) que hacen, y deshacen, el todo a una vez. Diríase heracliteana por cepa y nietzscheana por época. Pero siempre dialéctica y siempre suspicaz. Todo fluye pero todo es susceptible de recelo. Y entonces, apasionada descarteana, somete la totalidad al foco del pensamiento, la inteligencia. No hay reposo para el eterno retorno, no hay tiempo para segundas oportunidades. Ella propone y alerta, nunca estropea el verso con explicaciones. El que tenga oídos que oiga, parecen rezumar sus versos. Este es tu instante, tu eternidad, tu tiempo, este el fluir sin elección.
Todo pasa y quién sabe
si esas ruinas que purgan taciturnas
la saña milenaria de guerras
y turistas
no sobrevivan más que el tiempo necesario
para dar testimonio
de su último esplendor
He aquí a la María Elena Blanco total trasmutada en poesía. Paracélsica retorta donde lo elemental, lo primigenio deviene verso áureo, única palingenesia otorgada al poeta: ¡Verso, levántate y anda! Egipto palpita y revive en su voz, en ella misma. La arena del desierto manando de su pecho. La frescura que aguarda al beduino tras el espejismo, relumbrando en la mirada de esta enigmática sacerdotisa. El viaje no es turístico ni la mirada necia. El viaje: el río heracliteano; la mirada: la eterna sospecha que convoca a la indagación. Su entramado metafórico, como el de los antiguos filósofos, va mucho más allá del significado del sema como tal. Signos que habrá que ir descodificando a lo largo de toda su poética, para, como Teseo seguir el hilo de Ariadna, y no perderse en el dédalo interior de una mujer que ve con el espíritu. Agudo hermeneuta requiere tan sutil reflejo del universo hecho poesía. Atrevimiento mío sumergirme en él.
Hora ecuánime de desasimiento
y sosegado goce
                               hora
de confiar al universo
la inigción futura
y las cenizas
del hoy
               mientras
al fin
           copulan los cuerpos
frente al mar
iluminando con su propia luz
el jónico templo
de la noche.
¡Excélsior! ¡Excélsior! Habría de exclamarse a medida que se avanza en la lectura de una poesía que no parece llegar nunca a la cúspide que busca. Intensidad y altura lidian en un frenesí sublimizado hasta el paroxismo. María Elena Blanco sabe que hay más, y que no hay nada. Trastea el cordaje de cada fibra humana y divina. Va hacia donde el ojo no alcanza, hacia donde la razón se pierde, hacia donde el cuerpo se transforma, hacia donde la identidad es flujo entre dos aguas| soplo| entre viento y llamarada y el fuego como alfa y omega nos permite, apenas, permanecer como hilillos de humo sin más destino que ascender ingrávido.

María Elena Blanco, nacida en La Habana, es otra de esas voces poderosas cubanas que no aparecen “en el parnaso socialista”. Sin embargo su poesía debía figurar en las antologías más exigentes que se hicieran dentro y fuera de la isla. Su pecado es ser una poetisa sin lazos con la patria de nacimiento. Ser una voz errante. Un día habrá que cotejar la historia de la lírica de estos tiempos en Cuba. Y el cotejo habrá de hacerse atendiendo a los valores estéticos, sin melindres patrioteros, extraliterarios ni políticos. Y en él, entonces, no podrá faltar esta voz cuyas posesiones, en su mayoría son, y han sido, por pérdidas. ¡Qué no vuelva a ocurrir que Gertrudis Gómez de Avellaneda sea española y José María Heredia (El de Los Trofeos, no el del Niágara) vuelva a ser francés!

Entre sus pérdidas, quizás de las primeras, hay que apuntar el desarraigo espacial, nunca sentimental, que sufrió al separarse de su isla amada y caribeña. Allí dejó a una niña y a una adolescente que jamás volverán, aunque ella vuelva mil veces a la isla, y, junte, uncida, civilización y barbarie en un mismo canto “y es que ella ya no es ella| ni su casa es ya su casa”. Ahora, “silenciosa y furtiva, en puntas de los pies| se aproxima al umbral” para presentársele al orisha, rey de los caminos (Eleggüá) y pedirle los permisos porque es una extraña en su propia tierra:
perpleja, la negrura se prende de sus ojos
y algo le dice que siempre estuvo allí, ignorada
hoy la ve en su criollísimo crisol
De sus tres libros de poesía que poseo, aunque ha publicado muchos más: Posesión por pérdida, Edición Barro, 1990; Mitologuías, ediciones Betania, 2001, y Alquímica memoria, ediciones Betania, 2001, se puede asegurar que es un ascenso ininterrumpido. En cada texto crece la madurez del pensamiento y de la factura. No estamos en presencia de alguien que “canta de oído” o “toca la flauta por casualidad”. Asistimos al ágape de una rapsoda que sabe muy bien de qué van los arpegios de la lira y de qué objetos poéticos (musas, dirían los antiguos) le viene la inspiración. No debe olvidarse que su dialéctica no es ingenua ni su intelecto primitivo. Su formación académica es de sólidas universidades y su poesía hija de diez mil años de lecturas. Su libro de ensayos filológicos Asedios al texto literario, así lo demuestra.

Y como acostumbro, siempre que me aproximo a una poesía en la que creo y me recreo, aquí les dejos los poemas de María Elena Blanco, para que perdonen mis yerros y callen mis aciertos.


Crucero
(Del libro Posesión por pérdida)


El bochinche callejero de El Cairo
no te impide pensar
en la paz de las falúas sobre el Nilo
y ese crucero que debes concertar
para no perder una oportunidad única
todo pasa y quién sabe

si esas ruinas que purgan taciturnas
la saña de milenarias guerras
y turistas
no sobrevivan más que el tiempo necesario
para dar testimonio
de un último esplendor.    Mientras tanto
otras ruinas lejanas aguardan
la vuelta del viajero.    Todo pasa
y quién sabe
si el olvido corroa su imagen o sucumban
aún ellas a un oscuro destino.
O Tal vez

como un sueño distante que hostiga el deseo
cobren brillo y calor
en la ausencia.


Mi-tología
(Del libro Mitologuías)


Acuden los caballos de Pérgamo
Dánae atrapada en su red
un toro de Guernica
las medusas (Gorgona y las de aguas)
Marte, dios de la guerra, y sus cuadrillas
la ballena con Jonás adentro
Próspero y Calibán
Quetzalcóatl
Diana cazadora
Circe y su corte de sirenas
Pegaso y Unicornio
Coros de ángeles
Bambi:
marchan por la anchurosa vía entre cielo y tierra
pavoneándose
                     en el espacio humano
cual modelos de pasarela:
tranquilizante
                 desinteresada compañía
siempre presta a servir
de inspiración
o ejemplo
               a contarnos
su cuento.


Eleggüá y Artemisa en el umbral


Al pie…-no tanto ya, del temor, grave
fía su intenso; y, tímida en la umbría
cama de campo y campo de batalla,
fingiendo sueño al cauto garzón halla.

El bulto vio, y, haciéndolo dormido
Librada en un pie toda sobre él pende
(urbana al sueño, bárbara al mentido
Retórico silencio que no entiende)…
Luis de Góngora.


déjeme entrar en tu recinto, rey de los caminos
vengo de lejos, bordeando las riberas

silenciosa, furtiva, en puntas de los pies
se aproxima al umbral, es él quien duerme ahora
un rayo de obsidiana en el cheslón

soy extraña en mi tierra y en todas las comarcas
y a la vez familiar, bárbaro dios de errantes

perpleja, la negrura se prende de sus ojos
y algo le dice que siempre estuvo allí, ignorada
hoy la ve en su criollísimo crisol.

como voz muda me has llamado al socorro
de una ciudad amada al filo del abismo

despliega tu túnica drapeada y deposita
sin despertar al pletórico durmiente
un verbo blanco y la varita áurea

me inclinaré, con golpes de tambor y espasmos
ante el rojo y el negro de tu rito

sin quitarle la vista se incorpora
y se funde su piel con su mirada
el encuentro de Eleggüá y Artemisa se ha fraguado

cuando abras tus pupilas, señor de los portales
y hagas tuya mi ofrenda, se habrá sobrevivido.


Habaneras
II
(Del libro Alquímica memoria)


el sillón, el luto eterno, la risa,
las uñas metidas en la tierra
o el fango
señora de traspatio y gallinas,
señora del jardín,
o en la alquimia de una gastronomía
acuosa (sopa de arroz, sopa de pescado)
pastosa (tamal en cazuela, harina de maíz)
untuosa (buñuelos, torrejas, quimbombó)
grasosa (frituritas de todo: bacalao o yuca)
o crujiente (merengues, mariquitas, chicharrones de viento)
o, pulcra, entre madejas e hilos
obra de tejido o bordado, canastilla o crochet,
y antes entre cuadernos
dedos aún deformes jugando con las letras
en el alba distante del siglo,
de unas vidas (Dominica, Ernestina y cuántas otras
cuyo nombre ya olvido),
de esta propia vida,
conformando las sílabas ajenas,
estas sílabas
que por siempre habrán nacido de ella
u otras, las del arrullo, las de la adivinanza,
las del canto a la antigua con voz de gallo:
Martí no debió de morir
entona una maestra joven que cabalga
las diez leguas a Alquízar por una guardarraya
a la luz de la aurora-
ubérrima Urania,
mariposa silvestre
cubana.



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María Elena Blanco nació en La Habana en 1947. Salió de Cuba en 1961 hacia Buenos Aires. Ha vivido en Nueva York, París, Londres, Valparaíso y Viña del Mar. Desde 1986 vive en Viena. Es licenciada en lengua y literatura por Universidades de Nueva York y París. Ha sido docente en varias Universidades, entre ellas la Universidad Católica de Valparaíso. Actualmente se desempeña como traductora de Naciones Unidas en Viena. Ha publicado más de una docena de libros entre los que se destacan Posesión por pérdida, Mitologuías, Alquímica memoria, y su libro de ensayos Asedio al texto literario.

(La Habana) 5 de agosto de 1994: El Maleconazo

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Sunday, August 4, 2019

(Revista Social. Mayo 1923) Calixto García. Por Manuel Sanguily.



Computer for Apollo (MIT Science Reporter. 1965)


This 1965 MIT Science Reporter television program features the Apollo guidance computer and navigation equipment, which involve less than 60 lbs of microcircuits and memory cores. Scientists and engineers Eldon Hall, Ramon Alonzo and Albert Hopkins (of the MIT Instrumentation Laboratory) and Jack Poundstone (Raytheon Space Division in Waltham MA) explain and demonstrate key features of the instruments, and detail project challenges such as controlling the trajectory of the spacecraft, the operation of the onboard telescope, and the computer construction and its memory. The program was presented by MIT in association with WGBH-TV Boston, and hosted by MIT reporter John Fitch; it was produced for NASA. MIT Museum Collections. (More information at MIT's website)

El "Cura de Ars," patrón de los párrocos

(ACI Prensa) Juan María Vianney trató de ir a estudiar al seminario pero su intelecto era romo y duro, y no lograba aprender nada. Los profesores exclamaban: "Es muy buena persona, pero no sirve para estudiante No se le queda nada". Y lo echaron.

Se fue en peregrinación de muchos días hasta la tumba de San Francisco Regis, viajando de limosna, para pedirle a ese santo su ayuda para poder estudiar. Con la peregrinación no logró volverse más inteligente, pero adquirió valor para no dejarse desanimar por las dificultades.

El Padre Balley había fundado por su cuenta un pequeño seminario y allí recibió a Vianey. Al principio el sacerdote se desanimaba al ver que a este pobre muchacho no se le quedaba nada de lo que él le enseñaba Pero su conducta era tan excelente, y su criterio y su buena voluntad tan admirables que el buen Padre Balley dispuso hacer lo posible y lo imposible por hacerlo llegar al sacerdocio.

Después de prepararlo por tres años, dándole clases todos los días, el Padre Balley lo presentó a exámenes en el seminario. Fracaso total. No fue capaz de responder a las preguntas que esos profesores tan sabios le iban haciendo. Resultado: negativa total a que fuera ordenado de sacerdote.

Su gran benefactor, el Padre Balley, lo siguió instruyendo y lo llevó a donde sacerdotes santos y les pidió que examinaran si este joven estaba preparado para ser un buen sacerdote. Ellos se dieron cuenta de que tenía buen criterio, que sabía resolver problemas de conciencia, y que era seguro en sus apreciaciones en lo moral, y varios de ellos se fueron a recomendarlo al Sr. Obispo. El prelado al oír todas estas cosas les preguntó: ¿El joven Vianey es de buena conducta? - Ellos le repondieron: "Es excelente persona. Es un modelo de comportamiento. Es el seminarista menos sabio, pero el más santo" "Pues si así es - añadió el prelado - que sea ordenado de sacerdote, pues aunque le falte ciencia, con tal de que tenga santidad, Dios suplirá lo demás".

Y así el 12 de agosto de 1815, fue ordenado sacerdote, este joven que parecía tener menos inteligencia de la necesaria para este oficio, y que luego llegó a ser el más famoso párroco de su siglo (4 días después de su ordenación, nació San Juan Bosco). Los primeros tres años los pasó como vicepárroco del Padre Balley, su gran amigo y admirador. (leer texto completo)

Saturday, August 3, 2019

Una nueva mirada al feminismo en Cuba (por María del Carmen Muzio)


Recientemente la profesora y Dra. Teresa Díaz Canal ha publicado por la editorial Ciencias Sociales su investigación Mujer-Saber-Feminismo. Con prólogo de la Dra. Dolores Vilá Blanco y un exordio de la Msc. Natalia Soto Quiroz, en tres amplios capítulos nos devela la permanencia histórica de la presencia de la mujer a través de los siglos, no suficientemente visibilizada.

En su introducción la autora aclara el objetivo de su libro: «El eje de la relación mujer-saber-feminismo rige este estudio, tiene que ver con la presencia y la creación de las mujeres en lo que se refiere a pensamiento, con las dificultades que tuvieron a lo largo de la historia para acceder al conocimiento». (p.1) Ricas anécdotas de los avatares de la investigadora también se narran en estas páginas introductorias.

En el primer capítulo «Estar -de-otra-manera» novela interesantes vidas femeninas prácticamente desconocidas: Eloísa de Paracleto, Hildegarda de Bingen, Hrostvitha de Gandersheim y Christhine de Pizan por «ser la primera mujer escritora que vivió de su pluma». (p.17). Además de un estudio sobre las llamadas amazonas, las mal denominadas brujas en el Medioevo y aclaraciones sobre el surgimiento de las luchas femeninas en otros países como Inglaterra. Y se adscribe al concepto de feminismo brindado por la profesora Mirta Aguirre, 66 años atrás.

Importante la presencia de Ana Betancourt durante la Asamblea de Guáimaro en 1869 al solicitar la participación de la mujer, hecho que destaca la investigadora como «la primera vez que una latinoamericana tomaba tal iniciativa en el plano político». Después nos ofrece unas valiosísimas tablas por países y las fechas en que estos aprobaron el sufragio femenino.

Destaca la importancia de la revista Minerva, realizada por mujeres negras tanto en la etapa colonial como la republicana. Únicamente en 1883 las cubanas pudieron acceder a estudios universitarios, en especial como parteras al crearse la cátedra de Obstetricia. Mercedes Riba y Pinos –barcelonesa– fue la primera en matricular la literatura; pues la mayoría escogía farmacia, medicina, etc. Menciona algunos nombres dignos de figurar en nuestra historia universitaria: Francisca de Roja Sabater, Digna América del Sol y Gallardo, Laura Martínez de Carvajal y Camino, María Asunción Jiménez de Luarca, entre otras.

No podía la autora dejar olvidada la importante labor educativa de María Luisa Dolz Arango a la que le dedica un profundo esbozo biográfico en el cual resalta la labor de esta educadora cubana.

Destaca la relevancia del olvidado Alexis Everett Frye, superintendente de escuelas norteamericanas y gestor de los cursos para maestras de enseñanza primaria en la Universidad de Harvard; y el llamado que hiciera en 1898 para que aquellos –tanto mujeres u hombres– capaces de enseñar se incorporaran a las escuelas públicas.

El segundo capítulo «Mujeres y pensamiento social. Una mirada desde Cuba» posee el mérito de profundizar en una figura femenina apenas recordada: Dulce María Borrero. Destaca el hecho poco conocido: el Club Femenino de Cuba quiso rendir homenaje a la poetisa uruguaya Paulina Luissi, en cuya organización cooperó la Borrero, se realizó en la antigua Academia de Ciencias –Cuba entre Amargura y Tte. Rey– al que asistió el entonces ministro Regüeiferos; y es precisamente en este acto feminista donde irrumpen los jóvenes de lo que será denominada por la historia la Protesta de los Trece.

En este mismo capítulo nos ofrece una relación de los diferentes Congresos Nacionales de Mujeres, y sus acciones en una extensa relación y estudio.

Considero necesario destacar esta opinión de la investigadora: «Dulce María Borrero tiene un discurso que no se quedó solo en el acto de pensar. Es en esencia idea, poesía y escritura, pero hace mucho más que eso: todo lo resume en su praxis». (p. 53).

Es necesario destacar también cómo la autora realiza un estudio biográfico de la gran etnóloga Lydia Cabrera. Parte del original epígrafe Mundele quiere bundanga (Mujer blanca quiere saber) para retratárnosla como un «alma cimarrona» porque «no se sujetó nunca a las ataduras de una ciencia; en todo caso, sus estudios tuvieron la peculiaridad de unir investigación y arte». (pp. 61-62)

No es desconocida la relevancia para la cultura nacional de libros como Cuentos negros de Cuba o esa obra monumental que es El Monte para los practicantes de la religiosidad popular ni para los investigadores. Por desgracia, acota la Dra. Díaz Canals, en los actuales estudios apenas se le menciona, con la excepción de la recientemente fallecida profesora Ana Cairo en su Bembé para cimarrones. (p.68)

Y más adelante apunta: « ¿Qué sociólogo ha logrado en esta Isla ese nivel de penetración con sus entrevistados? En esta técnica ella constituye un paradigma junto a su cuñado Fernando Ortiz, en una época en que incluso los viejos negros desconfiaban de los blancos». (p.70).

También desfilan otras féminas importantes para nuestra Isla: es el caso de la filósofa María Zambrano y la villaclareña Marta Abreu. Algunas nombres se escapan, lo que resulta natural debido a la ausencia de estudios sobre otras mujeres notables.

Por último la autora quiso, según sus palabras, reflejar a una cubana «viva» para lo cual escogió a la investigadora Zaida Capote cuyos estudios sobre la literatura femenina son bien conocidos.

El tercer capítulo «La querella de las cubanas y la esperanza creadora» entre otras cuestiones, trata la asociación femenina que se reunió en el Lyceum-Lawn Tennis Club por iniciativa de Berta Arocena y Renée Méndez Capote donde ocurrieran tantas actividades importantes para nuestra cultura.

Para no extenderme más, en sus «Conclusiones: la imprudencia como método» nos cuestiona: « ¿Existe feminismo en Cuba? Un feminismo creador cubano tendría que engendrar un acto naciente, un centro de simpatía irradiante, para ello hay que partir del animismo de lo cohesivo» (p. 157). Y concluye con una relación de lo que denomina puntualizaciones sobre el feminismo cubano.

Enjundiosa investigación, profunda, es probable que al circunscribirse a un número determinado de páginas la Dra. Díaz Canals haya guardado algo en su tintero; no obstante, mientras, disfrutemos ahora de esta otra mirada a la mujer.


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María del Carmen Muzio Zarranz (La Habana, 1947). Tiene publicadas las novelas El camafeo negro (1989), Sonata para un espía (1990), La Cuarta Versión (2000) y Dios no te va a entender (2015), así como los ensayos Andrés Quimbisa (2001), María Luisa Milanés: el suicidio de una época (2005) y el libro de cuentos para niñosLos perros van al cielo (2004). Ha merecido varios galardones y reconocimientos entre los que destacan su mención en el Concurso Internacional Relato Policial, Semana Negra, Gijón, España (2002) y la del centro “Juan Marinello” por su ensayo sociocultural sobre la figura de Andrés Petit.

Volando en Solitario. Pensamiento IX (por Orlanda Torres)

Nota del blog: Sección semanal en el blog Gaspar, El Lugareño, gracias a la cortesía de la psicóloga Orlanda Torres, quien ha aceptado la invitación a compartir con los lectores sus consejos y reflexiones sobre los conflictos cotidianos.


Cuando dejamos que las cosas fluyan de forma natural, estamos liberando nuestras propias ataduras y nos convertimos en seres libres.

No hay nada más placentero que vivir en “libertad” para transitar nuestro sendero limpio y despejado, dejando atrás todo lo que nos ocasione nostalgia y desaliento.

Deja siempre abierta la ventana de tu vida, así entrarán nuevas luces y lograrás iluminar tu horizonte, para que puedas caminar sereno.





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Orlanda Torres: Psicóloga, Escritora, Educadora, Orientadora Motivacional.

Autora del libro "Volando en Solitario" año 2015, Guayaquil - Ecuador. (Disponible en Amazon Kindle)
-Estudió en Miami Dade College: Certificate of Florida “Child Development Associate Equivalency”. Maestra de Educación Preescolar e Infantil en la ciudad de Miami.
-Licenciada en Psicología graduada en el 02/2017 - Atlantic International University.

-Orientadora Motivacional y Conferencias pueden contactar a Orlanda Torres a través de la página que administra www.fb.com/vivencialhoy

Publicaciones en Revista Sapo - Santiago de Chile – 2016
-La Estancia en el Paraíso de los Sueños
-Relación de Pareja y su gran Desafío
-Es la Felicidad una Elección

Conferencia en Radio - Miami, Florida
-Positivo Extremo Radio: Entrevista 123Teconte “Regreso a Clases y La Adolescencia”
-¿Como aprender a ser feliz?- Edificio Trade Building-.Innobis Coworking, Guayaquil - Ecuador
-La Inteligencia Emocional en la Relacion de Pareja- WENS Consulting Group, Guayaquil - Ecuador
Publicaciones en Revista Sapo - Santiago de Chile – 2018
- Ser Mujer

Administra:
Facebook.com: Orlanda Torres
Instagram: orlanda.torres.3

Un soneto (por Luis Carlos López)


Un soneto

Me dice usted: —Escríbame un soneto.
Y para complacerla necesito
salir como Argensola del aprieto…
—Vamos, ya tengo un mal cuarteto escrito.

Y haré de sopetón otro cuarteto,
pues añorando el rostro tan bonito
que luce usted, como quien salta un seto
salto y… ¡me importa este cuarteto un pito!

Parecerá difícil que pudiera,
principiando un terceto a la ligera,
finalizar el último terceto.

Pero sólo al pensar en su mirada,
noche oscura hecha flor, de una plumada
le digo a usted: ¡aquí tiene el soneto!

(Luis Carlos López)

Friday, August 2, 2019

Fragmento de "El diario de Lola" (por Thelma Delgado

Nota del blog: Selección de textos, que serán parte del libro (en preparación) El diario de Lola, de Thelma Delgado.

Para leer sus escritos en el blog, en este enlace.



Querida Mimí:

Hoy experimenté con una receta nueva; Thieboudienne; que rica me quedó! Esta receta se irá definitivamente para el libro. Claro está, después de terminar de cocinar tuve que abrir las ventanas para que el olor de pescado se fuera y prendí inciensos, limpie la cocina con cloro, en fin, de todo para que el olor se vaya pero la receta me quedó tan rica que valió la pena. Me gustaría incluir también algunos postres. Ayer hice dos que aprendí en Yucatán. Caballero Pobre y Marquesitas que me quedaron de rechupete! Definitivamente que mi libro será un éxito.

Hoy en el trabajo todo estuvo tranquilo. El Muchacho de las Islas me sigue viendo con esos ojos de enamorado. Tengo que reconocer que eso me halaga mucho. Soy mayor que él pero eso no parece importarle. El busca mi mirada cuando paso por su lado. Pero el que hace latir mi corazoncito es Quien Ya Tu Sabes; así son las cosas del amor.

Por la tarde bajé a regar mis plantitas. Mis papayas se ven saludables. Y mis ajos están felices; también mis cebollas. Mis plantas son como mi familia. Cuando las riego les hablo; les digo lo mucho que las quiero y les digo que son muy bonitas y que me su presencia alegra mi vida. Yo leí que las plantas reciben energía de quien las cuida y como consecuencia crecen más felices. Desde Aristóteles hasta Cleve Backster siempre se ha dicho que hablar a las plantas mejora la calidad de vida tanto del jardinero como de ellas mismas. Por eso cuando las voy a podar les digo, -No te asustes, solo te voy a podar un poquito para que crezcas más bonita. No tengas miedo que no te voy a lastimar. Mientras regaba llegó Sandra. Cómo ha cambiado! Se ve que el amor le sienta bien. Su rostro se ve sereno y su sonrisa lo demuestra. Estoy feliz por ella.

Mimí, me voy a la cama con la paz que da un día vivido con gratitud. Estoy en paz con la vida y conmigo misma.

Buenas noches Mimí.




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Ver
Página de Thelma Delgado en el website del Cultural Council of Palm Beach County

Thursday, August 1, 2019

Un Amor del siglo XXI, con raíces en el XIX

Foto/Cortesía de Ileana Sánchez
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Agosto 1 de 1868, sellaron su amor ante Dios, Ignacio Agramonte y Amalia Simoni en la Iglesia de la Soledad.


Siglo y medio después, Agosto 1 de 2019, en la Casa Natal de Amalia Simoni, se prometieron amor eterno, Daniel Romero y Claudia Tomás, los actores que interpretan a  Ignacio y Amalia en la película El  Mayor ( dirigida por Rigoberto Lopez EPD, aún sin estrenar). (por Joaquín Estrada con información de Ileana Sánchez)

Foto/Cortesía de Ileana Sánchez

Unbreakable Smile (by Tori Kelly)

...

Maybe I could sell out shows without taking off my clothes
God made me sexy
I don't care if only I know
...

Tuesday, July 30, 2019

La sonrisa del Cardenal (por María del Carmen Muzio)


A poquísimos días de su partida nos quedará para casi todos aquellos que lo tratamos o lo escuchamos en sus homilías, o tan solo vieron una foto, el recuerdo de aquella su sonrisa. Fue su mejor arma, con la que derribaba muros, convencía; con la que nos mostraba una futura imagen del Reino de los Cielos.

Esa memoria es la que deseo guardar. Por mi trabajo en la revista Palabra Nueva coincidía con él en las premiaciones a las que nunca faltaba. Luego, ya en el Centro Cultural «Padre Félix Varela», me lo encontraba en el elevador o en las calles aledañas.

Cuando supe que deseaba tener un ejemplar del recién salido Devocionario de la Avellaneda, reimpreso por ediciones Boloña después de más de un siglo sin publicarse, fui a llevarle uno.

Accedió a recibirme y sostuvimos una interesante conversación sobre la poetisa. Surgió entonces el misterio de la pérdida de la corona de oro de la Avellaneda, que le fuera impuesta en su última estancia en La Habana por otra poetisa cubana, Luisa Pérez de Zambrana. Dicha corona, donada por doña Gertrudis a la Virgen de Belén se atesoraba dentro de una vitrina en el antiguo colegio jesuita. Varias anécdotas misteriosas en torno a la pérdida de la corona me ofreció, lo que me hizo exclamar: « ¡Qué buena historia para una novela policiaca!»; me contestó, «No se me había ocurrido, se lo voy a decir a mi amigo Padura». De inmediato le riposté, «No, Eminencia, déjemela a mí que también escribo policiaco». Su sonrisa me confirmó que aprobaría mi proyecto.

La conversación derivó hacia otras joyas eclesiásticas: el pectoral de González Estrada –primer obispo cubano– que se atesora en la caja fuerte del Centro hasta que se logre el Museo –uno de sus sueños incumplidos aún– verdadera joya de filigranas, oro blanco y zafiros, donada por un cubano-americano.

Sobre las de su antecesor el cardenal Arteaga habló con dolor pues fueron subastadas en el extranjero, las que además de ser obras magistrales de orfebrería conservaban el sentido afectivo por pertenecer al primer cardenal que tuvimos.

El tiempo se agotó, tenía que dejarlo para dar clases, pero quedamos en una segunda entrevista para perfilar la novela. No le gustaba mucho la idea, -si era policiaca le argumenté– de que existiera el asesinato de un sacerdote por la búsqueda de la corona.

Después me lo encontré varias veces, siempre con su saludo sonriente de « ¡doctora!» a pesar de que le había aclarado que no lo era; siguió siempre llamándome así. No dejaba de recordarle nuestra entrevista pendiente; a la que me contestaba afirmativamente sin dejar de sonreír.

Inmersa en otras investigaciones, cuando tuve algo de tiempo, había marchado al extranjero. Su inseparable secretario Nelson me advirtió de la imposibilidad de esa segunda entrevista pospuesta por las razones que todos conocemos.

Ahora que descansa en la paz del Señor, me cuestiono si seré capaz de escribir aquella novela fraguada en común.




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María del Carmen Muzio Zarranz (La Habana, 1947). Tiene publicadas las novelas El camafeo negro (1989), Sonata para un espía (1990), La Cuarta Versión (2000) y Dios no te va a entender (2015), así como los ensayos Andrés Quimbisa (2001), María Luisa Milanés: el suicidio de una época (2005) y el libro de cuentos para niñosLos perros van al cielo (2004). Ha merecido varios galardones y reconocimientos entre los que destacan su mención en el Concurso Internacional Relato Policial, Semana Negra, Gijón, España (2002) y la del centro “Juan Marinello” por su ensayo sociocultural sobre la figura de Andrés Petit.

El Lugareño: periodismo y cultura (por María Antonia Borroto Trujillo)



Cuando leo a El Lugareño no puedo menos que recordar algo que suele repetir un tío mío: hay dos formas de ayudar a una persona en apuros económicos: darle de comer o propiciarle los avíos y las formas de buscar su sustento. La primera solo generaría una solución momentánea, germen, a la postre, de una nefasta dependencia respecto a la mano benefactora, mientras la segunda permitiría el crecimiento personal y la siempre ansiada independencia. Tal es la dialéctica de las Escenas cotidianas, ese impresionante manojo de textos, forma de participación social para su autor y, al mismo tiempo, regocijo para su pluma.

La consideración de estos escritos como periodísticos exige algunas acotaciones. A veces se piensa que para merecer tal calificativo basta haber incluido el texto en una publicación periódica. Invirtamos el orden del enunciado: ciertos textos pueden ser tenidos en cuenta para publicaciones periódicas porque han nacido con una dinámica, en buena medida, periodística. En el caso de El Lugareño sorprende esta suerte de disciplina mental, la cual da continuidad y sentido a las Escenas, posible por su certeza de la importancia de la prensa para el mejoramiento social.

Curioso esto de la disciplina mental: allí ubica el teórico español José Luis Martínez Albertos una de las peculiaridades del trabajo periodístico, peculiaridad que permite calificar a unos determinados textos como periodísticos y a ciertos autores como periodistas. En El Lugareño el asunto ha de ser examinado en un radio aún mayor, cercano al mejor costumbrismo cubano. Mas no nos dejemos confundir por el apelativo de la colección publicada en la Gaceta de Puerto Príncipe, en sus números correspondientes desde el 16 de junio de 1838, cuando vio la luz pública el primero de ellos, hasta el número 26, aparecido el 2 de junio de 1840. Hay mucho de costumbrismo, es cierto, aunque no todo es costumbrismo. Vayamos por partes.

Ya en el siglo XIX la prensa motivaba reflexiones en torno a su utilidad y a su influencia. Para algunos, dígase Alexis de Tocqueville, la prensa es útil por los males que evita; para otros, entre ellos Domingo F. Sarmiento, es lo que el foro en la antigüedad. En su opinión, gracias al diarismo, el genio “tiene por patria al mundo” y sus testigos son la “humanidad civilizada”; Manuel González Prada, a su vez, vio lo paradójico de su misión: única nutrición cerebral “para la multitud que no puede o que no quiere alimentarse con el libro”, pues “donde no logra penetrar el volumen se desliza suavemente la hoja”(1), Otras muchas opiniones podrían ser traídas a colación, las cuales, con nuevas vestiduras, continúan en buena parte de los debates actuales a propósito de los medios de comunicación.

J. Herbert Altschull, en De Milton a Mc Luhan. Las ideas detrás del periodismo estadounidense, un libro iluminador, examina la cercanía de muchas ideologías profesionales de la naciente ocupación con los postulados de los grandes pensadores de la modernidad. Sucede que el periodismo se nos desdibuja y pierde su fisonomía, audaz y controvertida, si es desligado de la modernidad, de las posibilidades brindadas por la celeridad de las transformaciones económicas y sociales gestadas por los nuevos tiempos, dígase la invención de la imprenta, suerte de parteaguas donde muchos sitúan el inicio de la modernidad, el abaratamiento en la producción del papel, el surgimiento del ferrocarril y, andando el siglo, el surgimiento de una red cablegráfica mundial, germen de la siempre expectante sensación de ubicuidad. Pero, al mismo tiempo, la prensa deviene poderoso motor impulsor de la modernización.

El uso del término periodista aplicado a El Lugareño puede despertar ciertas sospechas: no ha de ser asociado su nombre con el surgimiento del periodismo-empresa, momento, por ejemplo, vivido por José Martí en Nueva York, y por Julián del Casal en La Habana. Los procesos percibidos por ambos son la génesis de las asombrosas transformaciones contemporáneas en la escena mediática, dígase las coberturas en tiempo real, la escenificación de los conflictos, las bitácoras personales, la llamada blogosfera y las posibilidades para la interacción entre autores y lectores, por solo citar algunas. Varias páginas suyas, referidas a las problemáticas de la prensa, resultan, por tanto, una suerte de oráculo del cada vez más ambiguo estatus del escritor en la modernidad, del controvertido devenir de una profesión muy moderna -impensable fuera de tal ámbito- e, incluso, de su crisis. Hoy, por ejemplo, se reconoce la existencia de un cambio de era, asentado, querámoslo o no, en las transformaciones de los paradigmas y rutinas profesionales de los periodistas.

Paradigmas y rutinas de la profesión, obviamente, distantes aún de ser norma corriente en la época de El Lugareño; aunque, en aras de retomar la noción misma de la disciplina mental, debemos reconocer en don Gaspar una acendrada vocación estilística, y, sobre todo, una tempranísima comprensión de las demandas y peculiaridades de la escritura para la prensa periódica, lo cual, me atrevo a asegurar, hace sus Escenas… vitales y actuantes aun hoy. El civismo es, acaso, su primera virtud. Estos textos son una suerte de extensión de la labor de mejoramiento social emprendida por su autor: tal parece que, desde su perspectiva, aquella está incompleta sin este sacudimiento llegado desde las páginas de la Gaceta.

La elección del seudónimo establece un vínculo entrañable con la comunidad de lectores. No puedo detenerme en las tremendas implicaciones de ese gesto, aparentemente coqueto, del escritor que, al nombrarse a sí mismo, oculta su apelativo real, ardid siempre lleno de resonancias. Betancourt Cisneros lo sabía, por eso aclara su más ferviente anhelo: “[…] Quiero que al leer El Lugareño entiendan que habla un lugareño.”(2)  Acto seguido vuelve a ser enfático: “[…] he tomado el nombre, el aire y apostura de El Lugareño para que en mí se os antoje el tímido lugareño, el inocente lugareño, que bien podré serlo; pero si acechare la hermosa flor del Camagüey, y sorbiere en su cáliz la rica almíbar, y fabricare un panal, ¿qué daño hay en esto? Coméos [sic.] el panal, buen provecho os haga”(3).

Es frecuente, por tanto, la interpelación al lector, forma de simular esa silente conversación que debe obrar cual sacudida electrizante:
En efecto, lectores míos, la cosa se está poniendo en este mundo tan positiva, que de nada se hará caso como no valga o traiga dinero. Abrid bien los ojos y los oídos, para que mi ESCENA positiva no sea como otras muchas, sermón en desierto, y mi habladora lengua no se lamente de haber hablado con los que tenían ojos y no vieron, oídos y no oyeron. Yo sé que mejor me oiríais si os regalase el oído con el sonoro tintín de los doblones. […](4)
Pero os regalaré con ideas en plata y plata en ideas, que valen más que otras locuras de que solemos atestaros las Gacetas.


Todo ello como preludio para una disertación sobre economía política, pues este articulista sabía muy bien cuanto se traía entre manos:
El pueblo no lee las obras de los economistas ni concurre a las cátedras. La Economía Política es la ciencia que trata de las riquezas de los pueblos: el pueblo debe iniciarse a lo menos en los principios que le sirven de base. El público asiste a las cátedras y aprende en los libros; el pueblo asiste a los talleres y aprende en las Gacetas. El catedrático siembra en un jardín abonado; el escritor de costumbres, en campo virgen, cual oficioso montero que riega semillas útiles en los saos y sabanas para que mejoren los pastos. El profesor aclimatará la canela y el añil; yo multiplicaré la zúrbana y el cañamazo. Aquél sobre las alas de la ciencia derramará su luz sobre la sociedad; yo, mano a mano con las costumbres ciegas, le pondré el pueblo en camino. El uno hablando el idioma de los sabios y yo el del pueblo, nos encontraremos en el punto convenido, la utilidad general a donde deben dirigirse las grandes masas de la sociedad; porque sea dicho sin embozo: sin público ilustrado no hay pueblo feliz, y sin un pueblo sensato no hay público tranquilo.
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¿Qué cosa es moneda? ¡Anjá! ¡Vaya una pregunta tonta!, dirá el muchachito que salía para la plaza, cuando le dieron la Gaceta, a comprar una vela de maíz pelado y un huevo de calabaza. […](5)
He citado el fragmento en toda su extensión, pues introduce dos asuntos fascinantes. El primero, la distinción entre pueblo y público, atribuyendo al segundo no ya una determinada instrucción: se trata más bien de una vocación: gracias a la labor de la prensa, importante elemento entre otros tendentes al progreso cultural, el pueblo devendría, también, público. Maravilla tan temprana noción sobre el asunto: el interés por la educación se extiende a la imprenta, pues ambas forman parte de un coherente deseo de mejoramiento. Mas el asunto era bien complejo: está en juego, además, la supervivencia de las publicaciones.
[…]. La imprenta a duras penas puede sostener dos Gacetas a la semana; los billares prosperan en todos los días del año, patrocinados por el público, […] cualquier hombre ilustrado puede pedirle la Gaceta a su zapatero, y satisface su conciencia con devolvérsela. Los ricos se cuidan poco de los negocios locales, nacionales o extranjeros; los de mediana fortuna harto hacen con juntar dinero para pasar a ricos; los pobres, o no saben leer, o no se llenan la barriga con letras o pensamientos”(6).
Otro aspecto hace suponer una genuina estrategia autoral -¿periodística acaso?-: la elección del léxico. Hablar el idioma del pueblo: una y otra vez el autor nos sorprende con palabras muy propias de esta región, con sabrosos giros y modismos picantes. De zumbón se ha calificado su estilo, esa prosa irreverente y fresca, aunque muy bien pensada y adecuada al fin último de las Escenas. Abramos un nuevo paréntesis: el lenguaje sigue siendo aspecto filoso en los debates en torno a la redacción periodística: quienes lo hemos ejercido podemos dar testimonio de fervientes discusiones entre los defensores a ultranza del congelado molde que es siempre un diccionario y los favorecedores de la utilización de un registro más vivo, que sin ser vulgarizador acerque el texto a la lengua viva. No creo necesario aclarar entre quienes me encuentro.

La imagen de la mujer bien merecería un texto aparte, y tanto como sus ideas sobre la educación del bello sexo, la coquetería de ciertos textos dedicados a este sector del público, y la equiparación de la musa con una mujer voluble y esquiva. Esa queja frecuente en quienes, por obligación -demandas del oficio, según Casal- debemos llenar cuartillas -queja de elevadas cotas en Martí(7)-, ya estaba presente en este hombre, quien había contraído consigo mismo el compromiso de la puntual entrega de sus textos a la prensa:
Hace media hora que te he invocado, Crítica inocente, para que me des el tema de esta ESCENA. ¡Mujer al fin, voluble e ingrata! Tal vez entretenida en el gabinete de algún grave literato, le inspiras el juicio crítico de algún sistema de los muchos que aborta el entendimiento humano en esta época venturosa de emancipación mental; y a mí me dejas, cual montero descarriado en tenebrosa noche sin poder columbrar la vereda que pudiera sacarle a camino conocido(8)
El texto es a propósito de lo no escrito. Juego sutil, en el cual se dice sin decir, acaso uno de los más atrevidos desde el punto de vista formal y también de los más cáusticos respecto a ciertos espacios urbanos y los comportamientos asociados a ellos: un billar, una escribanía, una taberna, el “estrecho y fementido callejón de…”, una mesa de juego, una gallería… Ni siquiera el San Juan puede ser asunto de esta crónica fechada el 23 de junio de 1838: “[...]. Aguardaré que pase toda la feria para decidir si han retrogradado a los tiempos bárbaros, o permanecen fieles a la comunidad de los hijos del siglo, alistados bajo las banderas del progreso. El triunfo de la opinión es el más glorioso de los triunfos y no puede escribirse sin inspiración olímpica”(9). Poner en escena, expresión repetida en varias ocasiones, significa, amén del mero hecho de escribir sobre algo, la certeza de la alta referencialidad de lo expuesto respeto a la realidad. Solo así siente el autor protegida la verdad, su pretensión más alta:
La verdad es una, es universal, es hija de Dios, como Él es espiritual, eterna, indestructible. No puede ocultarse; más fácil sería echarle un techo a la tierra para evitar que la fecundasen los rayos del sol. La verdad ha de resplandecer, ha de triunfar, ha de producir la justicia, la utilidad, la razón universal. […]. Ocultar la verdad es obstruir los medios de Dios para perfeccionar la inteligencia humana. Esto es impío a la par que insensato, porque la verdad ha de aparecer en despecho del hombre. Estoy resuelto: diré la verdad; sostendré los principios; atacaré las costumbres y respetaré a los hombres. [...].(10).
Esta profesión de fe lo acerca a una de las primeras consideraciones esgrimidas, fundamentalmente en Estados Unidos, a propósito de la labor periodística y su defensa de la verdad, supuesto que andando el tiempo conduciría al mito de la objetividad periodística y a la hipotética anulación de la distancia entre la noticia y el hecho referido, seguridad, para los lectores, de que no se les ha pasado gato por liebre.

En otro texto vuelve El Lugareño a decir sin decir. La lógica impaciencia por obras de lento avance marca un párrafo entrecortado, donde pueden ser supuestos los gestos del dicharachero autor, y algo aún más trascendental, la complicidad con sus destinatarios: “[...]. Otro proyecto adelanta mucho, la Plaza de Recreo. Ya se están cavando los cimientos, parte de los materiales están acopiados, las verjas listas; pero… pero…. ¡eh!... ¡ah!... ¡oh!... pues… se me atora… el patriotismo… Sí… la civilización… ya… nada… atorado se queda y no me lo sacan ni con garabato”(11). Este párrafo participa, probablemente, de un inteligente juego, sino con la censura, al menos con las conveniencias, las cuales, consensuadas y asumidas, a veces como una suerte de segunda piel, hacen factible -o no- la elección de ciertos tópicos. La censura y sus mecanismos, digamos de pasada, no bastan para la comprensión de un tema tan álgido como la agenda de los medios, término actual, aparente despropósito referido a la prensa del siglo XIX. Alejémonos, sin embargo, de la ingenuidad de creer que aunque no fuera enfocado así el asunto, los periódicos no tenían bien claras sus agendas. El texto de El Lugareño -he ahí su ganancia mayor- subvierte y usa a su favor cualquier restricción, estrategia empleada una y otra vez por muchos de nuestros articulistas frente a los una y otra vez adormilados censores.

Las Escenas… deben obrar en el cuerpo social cual los cáusticos en el humano. Así se refiere a ellas su autor, quien de rato en rato pasa revista a lo escrito no con el ánimo de solazarse con sus hallazgos formales: busca la comprobación de lo hecho en la ciudad como resultado de la labor aleccionadora de la prensa, pues “[…]. Si un pueblo abusa de la imprenta es loco; si no usa de ella, el médico dirá lo que es”(12).

Esta última oración, junto a otras expresiones ya vistas y la concepción misma de las Escenas…, permite apreciar en Gaspar Betancourt Cisneros un pensamiento profundo a propósito de la prensa, vista hasta ahora como aliada. Mas no nos engañemos: este precavido ciudadano supo lo nefasto del exceso. ¿Qué sería abusar de la imprenta? Tal vez la clave radique en algo de lo ya visto, en esa profesión de fe, esa combinación ejemplar nacida de decir la verdad, sostener los principios, atacar las costumbres y, sobre todo, respetar a los hombres; combinación todavía deseable y posible para el periodismo contemporáneo, tan desquiciado en sus paradigmas éticos y estéticos.







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  1. “Nuestro periodismo”, en Horas de lucha. Callao. Tip. Lux, 1924, p.133 apud. Julio Ramos: Desencuentros de la modernidad en América Latina. Literatura y política en el siglo XIX. Caracas. Fundación Editorial El perro y la rana, 2009, p.193.
  2. Gaspar Betancourt Cisneros, El Lugareño: Escenas cotidianas, La Habana. Publicaciones del Ministerio de Educación, Dirección de Cultura, 1950, p.225.
  3. Ibíd., p. 226.
  4. Ibíd., p. 119.
  5. Ibíd., pp. 120-121.
  6. Ibíd., pp. 89-90.
  7. “El escritor diario no puede pretender ser sublime. [...] Para el que no es dueño de sí, y no puede esperar la hora, ha de aprovecharla, si le sorprende, pero no ha de forzarla. - Que la inspiración es dama, que huye de quien la busca; el escritor diario, que puede ser sublime a las veces, ha de contentarse con ser agradable” José Martí Pérez: “Cuadernos de apuntes 9” en Obras completas, La Habana. Editorial de Ciencias Sociales, 1975, vol.21, p.254.
  8. Ibíd., p. 39.
  9. Ibíd., p.41.
  10. Ibíd., p. 111.
  11. Ibíd., 111. El proyecto en ejecución contenía elementos de una propuesta presentada por el Lugareño ( V. Marcos Tamames en De la Plaza de Armas al parque Agramonte. Iconografía, símbolos y significados, Camagüey, Ed. Ácana, 2003). Nótese, en el párrafo citado, la distancia respecto a este particular que establece el autor. Si bien el proyecto no es exactamente el suyo, prima en su forma de asumir el asunto el deseo de examinar las transformaciones en la ciudad en virtud de su utilidad y no por las implicaciones personales en su ejecución, suerte de desdoblamiento que entraña, según me aventuro a asegurar, una particular vocación ya, en buena medida, periodística.
  12. Ibíd., p. 109.



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María Antonia Borroto Trujillo: Periodista. Dra. en Ciencias de la Comunicación. Autora de los libros La novia de MartíLectura en dos orillasImagen múltiple de la ciudad: tres cronistas miran La HabanaPalpitación de lo diario: un costumbrista llamado José Martí, Páginas volanderas, El escritor y la bibliotecaria y Julián del Casal: modernidad y periodismo (Mención Casa de las Américas en 2014.  Editorial Oriente, 2016).
Actualmente se desempeña como profesora en la Universidad de las Artes, ISA, filial Camagüey.
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