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Monday, September 14, 2020

La Cruz (un poema de Miguel de Unamuno)



Troquemos nuestras cruces;
de bruces sobre el suelo de mi pena,
llena el alma de duelo,
interrumpo mi vida de amargura,
dura y larga,
y te veo abatido,
rendido de tu cruz bajo la carga.
Troquemos nuestras cruces,
los pesares cambiemos.
No hay remedio mejor del dolor propio
—del dolor y del tedio—
que tomar el dolor de nuestro hermano.
Mi mano temblorosa,
tu temblor sosteniendo se hará fuerte;
la hermandad de la suerte dolorida
es de la vida el único consuelo.

Yo sufriré tu pena,
tú sufrirás la mía;
comunidad en el dolor, ¡hermano!
Para alzarme del suelo trae la mano.
A solas con mi duelo,
huyo de la verdad, no la resisto,
¡tú mi Cristo serás, yo seré el tuyo!
Hagamos una cruz de nuestras cruces,
una sola,
y la luz brotará de las tinieblas
sus nieblas desgarrando;
hagamos de ella yugo
y el jugo del amor del santo leño
destilará.
Y ese jugo será beleño místico,
dormidero de congoja.
Escoja cada cual su propia suerte,
o su dolor a solas, que es la muerte
del náufrago perdido entre las olas
o la hermandad del duelo,
el único consuelo que nos queda.

Es la cruz el dolor enajenado,
es el ojo hecho luz,
es el oído en música de fuera
convertido,
música de la esfera.
Ella hace sustancial nuestra desgracia
y así le quita el mal;
hace cosa de tomo y verdadera,
sustanciosa,
nuestro pesar.
Una cruz, una sola,
que en ola de piedad el mundo todo
bajo su sombra abrigue;
sólo así se consigue refrigerio;
cruz que de este valle de lágrimas
acalle a los oídos los clamores,
del luto los gemidos,
en rezo convirtiéndolos,
haciéndolos dar fruto.
Quien lleva solo su pesar se come,
cual reventada breva,
su propio corazón y lo devora;
no tiene hora de calma;
en el alma del hombre
el dolor solitario es huevo huero
de que brota el orgullo atrabiliario.

Cruz redentora,
sustentadora del pesar eterno,
dolor hecho madera,
que fuera por sí solo se sostiene,
dolor sustancia,
la comunión de los humanos tiene
su raíz en tu raigambre,
y el hambre loca,
la que no apoca el tiempo ni el espacio,
el hambre de ser siempre y serlo todo
brota de ti, dolor hecho madera.

Fundamos nuestras cruces
y de ellas todas una sola hagamos,
la única y verdadera,
la que redime y el dolor embarga,
la que no oprime por el propio peso,
con el exceso de su inútil carga.
Hagamos una cruz de nuestras cruces,
y luces le pidamos,
luz de calor de vida,
amor que irradia de la cabecera
de su santa madera de dolor.
Cruz redentora,
sustentadora del pesar eterno,
dolor hecho madera,
haznos uno a los hombres,
un Cristo solo, ungido de verdad,
¡cruz del dolor de la inmortalidad!


Sunday, September 13, 2020

Bronislava Nijinska (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.


El 8 de enero de 1891, en la ciudad de Minsk, Bielorrusia, nacía Bronislava Nijinska, la hija menor de Forma Nijinski y Eleonora Bereda, dos bailarines polacos que integraban una pequeña compañía itinerante, y hermana del reconocido bailarín Vaslav Nijinsky. Tempranamente, en 1900, ingresó en la Escuela Imperial de Danza de San Petersburgo, donde se formó con Nicolai Legat y Enrico Cecchetti, graduándose 1908. Tras finalizar sus estudios, ingresó al cuerpo de baile del Ballet del Teatro Mariinski, donde permaneció por tres años.

Paralelamente, y sin descuidar sus responsabilidades con el Mariinski, se unió a los Ballet Russes, dirigidos por el empresario Sergei Diaghilev, y como bailarina solista realizó varias giras por Europa entre 1909 y 1912. Allí estrenó los roles de Papillon en el ballet “Carnaval” (1910) y de Bayadera en “Le Dieu Bleu” (1912), ambas de M. Fokine; también fue una de las ninfas en el estreno de “L´Après-midi d´un faune” (1912), con coreografía de su hermano Vaslav​.


Durante esta última gira, la de 1912, cuando estaban en Londres, Nijinska se casó con Alexander Kotchetovsky, también bailarín de la compañía. La maternidad no se hizo esperar, por lo que debió abandonar las giras y establecerse nuevamente en San Petersburgo, acompañada por su madre. Allí recibió la noticia del casamiento de su hermano y de su ruptura con Diaghilev y la compañía. En un acto solidario para con Vaslav, Bronislava también renuncia a su puesto en los Ballets Russes.

Tras el nacimiento de su primera hija, Irina, y con el inicio de la Primera Guerra Mundial, vuelve a bailar en el Teatro Mariinski. En 1916 se traslada a Kiev, actúa en el Teatro de la Ópera de esa ciudad y funda una escuela, donde tuvo como alumno a Serge Lifar. Allí ya plantea en sus enseñanzas una renovación en relación al academicismo imperante desde el Siglo XIX.


En 1921, tras el nacimiento de su segundo hijo, León, y ya separada de su marido, deja definitivamente Rusia para instalarse en Londres, donde vuelve a trabajar con Diaghilev en la puesta en escena de “The sleeping princess”, una nueva versión de “The sleeping beauty”. Esta reconciliación con el productor de los Ballet Russes le brindó la oportunidad de desplegar todo su potencial creativo, donde desarrolló un nuevo vocabulario para la danza, estrenando “Le Renard” (1922), “Les Noces” (1923), ambas con música de I. Stravinsky, “Les Biches” (con música de F. Poulenc), “Les Facheux” (con música G. Auric) y “Le Train Bleu” (con música de D. Milhaud), las tres de 1924.


Al año siguiente llegan dos nuevos coreógrafos a la Compañía, Serge Lifar (quien fuera su alumno) y George Balanchine, lo que genera rispideces entre Nijinska y Diaghilev, ya que es interpretado por la coreógrafa como un agravio a su trabajo, y decide abandonar nuevamente los Ballet Russes. A partir de ese momento comienza a desempeñarse como coreógrafa independiente, trabaja en la Ópera de París, en el Teatro Colón de Buenos Aires (durante la temporada 1926/27) y con la Compañía de Ida Rubinstein, para la que creó “Le Baiser de la fée” (con música de I. Stravinsky, 1928), “Bolero” (1928) y “La Valse” (1929), ambas con música de M. Ravel.


En los años ’30 trabajó sin parar. En 1932 creó su propia compañía, los Ballets Nijinska Théatre de la Danse, para la cual compuso “Variation” (con música de Beethoven, 1932) y “Hamlet” (con música de Liszt, 1934). En 1935 viajó a Hollywood para coreografiar el film “Sueño de una noche de verano”, dirigida por Max Reinhardt, sobre la obra de Shakespeare. Ese mismo año colaboró con los Ballets Russes de Montecarlo, dirigidos por Colonel De Basil, para quien creó “Les cent baiser” (música de F. d´Erlanger), el primer ballet de Nijinska que se representó en Estados Unidos.

En 1937 realizó varios montajes en Londres para la compañía Markova – Dolin. También se desempeñó como directora artística del Ballet Polonais de Paris, entre 1937 y 1939, para quien creó “Chopin concerto”, “Le chant de la terre” (con música de R. Palester) y “La légend de Cracovie” (música de M. Kondracki).


En 1939, frente al estallido de la Segunda Guerra Mundial, viaja a Nueva York invitada por el Ballet Theatre (luego denominado American Ballet Theatre) para realizar el montaje de “La Fille mal gardée”. La difícil situación por la que atraviesa Europa la motivan a instalarse en Estados Unidos, junto a su segundo marido Nicholas Singayevsky (un antiguo alumno) y su hija Irina, su hijo Léon había fallecido en un accidente. En 1941 hizo de Los Ángeles su base, abrió una escuela de danza y, desde allí, continuó trabajando con diferentes compañías.


En 1945, tras la finalización de la Guerra, fue contratada como maestra de ballet y coreógrafa por la compañía del Marqués de Cuevas, donde permaneció hasta entrados los años ´50. Luego de varios años sin presencia pública y casi cayendo en el olvido, Sir Frederick Ashton, director del Royal Ballet, la invitó para realizar la puesta de dos sus ballet más emblemáticos, “Les biches” (1964) y “Les noces” (1966).

El 21 de febrero de 1972, con 81 años recién cumplidos, Nijinska falleció a causa de un paro cardíaco, en su casa de Pacific Palisades. Fue una de las primeras mujeres reconocida como coreógrafa, abriendo ese territorio dominado por los hombres hasta ese momento. Dejó un escrito, “Early Memoirs” (publicada en Nueva York, en 1981), fuente fundamental de información sobre su vida y la de su hermano, Vaslav, y sobre la historia de los Ballet Russes.







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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". florenciagu@gmail.com

Saturday, September 12, 2020

(Bohemia. Marzo 1936) Dora Alonso; novel escritora


Enrique Benítez Mora "El Conde Negro" (Julio 15, 1916 - Septiembre 10, 2020)


Nota de Prensa.
Instituto Cubano de la Música



En la tarde del jueves 10 de septiembre falleció en La Habana, a consecuencia de un infarto, Enrique Benítez Mora "El Conde Negro".

Nació el 15 de julio de 1916, en Lajas, Cienfuegos. Primo y compadre de Benny More, formó parte de la orquesta del Bárbaro del Ritmo, en la cual se le bautizara hace más de 60 años con el sobrenombre que lo hizo famoso a nivel mundial.

Tenía el orgullo de ser, además, la persona que enseñó a Benny a tocar guitarra, en el conjunto Vertientino, de la ciudad de Vertientes en la provincia de Camagüey.

Creador de temas antológicos en la memoria de bailador cubano como “Vertiente, Camagüey, Florida y Morón”, “Castellano que bueno baila usted” y “El cañonero de la fiesta”.

Fue merecedor de la Distinción por la Cultura Nacional y la Medalla Raúl Gómez García, entre otros reconocimientos.

Llegue a sus familiares y amigos nuestras condolencias.





Friday, September 11, 2020

Amor (un poema de Thelma Delgado)


La suavidad de tus labios
El perfume de tu piel
Lo profundo de tu mirada
Me hacen siempre estremecer.

El recuerdo de tus manos
Acariciando toda mi piel
Me trae de vuelta a tu lado
Como la abeja regresa a la miel.

¿Qué extraño encantamiento
Es este tan cautivador?
Algunos le llaman deseo
Yo, Yo le llamo Amor.




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Ver
Página de Thelma Delgado en el website del Cultural Council of Palm Beach County

Thursday, September 10, 2020

La Taberna del Copacabana (por Joaquín Estrada-Montalván)


La Taberna del Copacabana, mediao, fines de los 80s (el nombre le fue adjudicado por aclamación popular, debido a su cercanía al célebre exCopacabana), incluía lo que era la taberna en sí (tres -sub-salones, creo tenía), con sus jarras de cerveza Tínima (en sus inicios buena y fuerte - 18° y 12°-) y unas salchichas (en mi memoria, sabrosas). La Parrillada en el patio, espacio agradable y bien montado; en el side derecho del patio, escalera que conducía al Reservado (fui menos, no muy amplio).

La Taberna del Copacabana (construyeron también la de los Jardines de la Tínima, ubicada en los jardines de la de la Tínima), es un lugar de mi juventud que bien recuerdo, del que su habitual fui. 

De esta noche (un poema de Janisset Rivero)


Hace falta
una espera sin desvelo,
un rincón de silencio,
un árbol húmedo
que mire la tristeza
desde sus largas ramas.

Hace falta un camino,
verde y ancho
que guíe hasta la soledad,
todas las palabras
de esta noche.




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Janisset Rivero (Camagüey, 1969) ha publicado los libros de poesía Ausente, editorial Aduana Vieja, octubre 2008 y Testigo de la noche, Editorial Ultramar, Miami, 2014

¡Virgen de la Caridad, cúbrenos con tu manto!

¡Virgen de la Caridad, cúbrenos con tu manto! Si, cúbrenos con tu manto para que Cuba sea patria de todos y para todos donde convivan la justicia y la libertad en un clima de serena fraternidad.

Wednesday, September 9, 2020

Cuando Hemingway donó la Medalla del Nobel a la Virgen de la Caridad (por Carlos A. Peón-Casas)


Cuando Hemingway donó la Medalla del Nobel a la Virgen de la Caridad.
Precisiones imprescindibles.
(En El Viejo y la Marca, crónica de Guillermo Cabrera Infante para Ciclón.)

por Carlos A. Peón-Casas


Del tema se ha hablado con profusión. No así del ruidoso acto que se pensó como un homenaje al escritor afincado en Cuba, durante el cual Hemingway hizo donación de su valioso trofeo a la Madre de los Cubanos.

La rememoración del suceso, ha sido transcrita alguna que otra vez, con algunas precisiones, a veces imprecisas, contadas y recontadas por personas que ciertamente no fueron testigos directos.

Por contarlo mal, los que oyeron campanas y no supieron dónde, han dicho hasta que ocurrió en Santiago de Cuba, en los predios de la famosa fábrica Bacardi, gazapo imperdonable, pues Hemingway jamás estuvo en aquella ciudad del oriente cubano.

Pero como ya iremos explicando en su minuto, el hecho aconteció en La Habana, presumiblemente a comienzos del mes de agosto de 1956(1), casi dos años después de haber recibido la noticia de ser el agraciado de aquel año con el Premio Nobel de Literatura por boca del entonces cónsul sueco, durante una ceremonia privada, ocurrida el 21 de octubre de 1954 en los predios de su Finca Vigía(2).

En How it was, el libro de memorias de Mary Welsh, la anécdota se cuenta en sentido inverso. Posponiendo la visita del cónsul al día siguiente en que la noticia fue hecha pública (el 28 de octubre), sugiriendo que Hemingway no fue convenientemente avisado con toda antelación como realmente sí ocurrió.


Resulta sin embargo muy interesante leer allí su personal transcripción de las palabras de Hemingway a la prensa de entonces, y a la multitud de amigos, que se congregó aquel 28 de octubre en su Finca para testimoniarle su afecto, y que traducimos por su interés para el curioso lector.
Como saben hay muchas Cubas. Pero igual que la Galia, Cuba puede dividirse en tres. La de los que tienen hambre, la de los frugales, y aquella de los que comen demasiado. En este convite de hoy todos estamos en la tercera categoría, por lo menos por ahora.
No soy un hombre político. Este es un gran defecto, pero es preferible a tener arterioesclerosis. Con este defecto de ser apolítico, uno pude apreciar los problemas del Palmolivero, y los triunfos de mi amigo Alfonsito Gómez Mena. Igual fui amigo de Manolo Guas, primo de Felo Guas, y también de Manolo Castro.
Me gustan las peleas de gallos y también la Orquesta Filarmónica. Fui amigo de Emilio Lorents y esto no ha interferido con mi amistad con Mayito Menocal quien junto a Elicio Arguelles son mis mejores amigos en este país.
Dios permita que no sea pecado mortal considerar que Antonio Maceo sea mejor general que Bernard Law Montgomery, ni desear la muerte de Trujillo, y que muera en su cama de muerte natural por supuesto. El es la única persona que me gustaría ver morir antes que yo.
Discúlpenme ahora por algunos chistes y una legitima crítica que sigue y que uno ve cada mañana en el espejo. Están faltando esos tipos en los que uno puede ver lo buena que es la humanidad, y aquellos que pueden digerir sus fracasos.
Son ya demasiadas palabras. No quiero abusar de ella, y vayamos a los hechos. Deseo ofrecer esta medalla sueca a Nuestra Señora la Virgen del Cobre(3).
Como fácilmente se colige de lo dicho, la decisión de Papa, de donar la Medalla correspondiente a la Virgen de la Caridad, en su Santuario del Cobre, fue firme desde el principio. Pero un misterioso suceso, la desaparición momentánea de la Medalla en Finca Vigía, retrasó el hecho(4).

El acto, ya enunciado, fue cubierto por Guillermo Cabrera Infante, por entonces nobel periodista, para la revista Ciclón, junto otros famosos reporters de la época, como el P. José Rubinos, cronista por su parte del Diario de la Marina.

El convite había sido pactado como un almuerzo con multitud de invitados, en los jardines de la Cervecería Modelo(5), ubicada en el Cotorro, donde se fabricaba la conocida marca, de cervezas y maltas, Hatuey.

La noticia en los diarios fue escueta(6), pero Cabrera Infante recoge en su relato, los detalles acaso no más triviales, pero sí los que dan la nota más psicologista posible.

El arranque de su crónica nos ubica en contexto con mucha celeridad:
El almuerzo se sirvió a la hora de la merienda y Ernest Hemingway parecía cansado. Llegó poco después de la una y de inmediato fue asaltado por una turba entre la cual los fotógrafos elevaban sus cámaras, como hace el nadador que lleva su ropa seca en la mano. El agrupo apenas si lograba avanzar un paso, todos apretados en torno a la figura del escritor(7).
Allí distinguimos de pronto a la figura principal, la del maestro Hemingway, el centro magnífico de aquel minuto que la prensa le anunciaba “como homenaje de simpatía”, rodeado, o “asfixiado” casi por aquellos “muchachos de la prensa” y el convite unánime de sus más declarados admiradores.

 

Pero Cabrera Infante, sabía que aquel minuto era quizás aquello y algo más, su relato sigue develando aristas muy evocadoras de aquellas circunstancias no dichas explícitamente
Hemingway parecía uno de esos monumentos junto al cual todo el mundo ase retrata. Esta vez el monumento se movía. Vistiendo una guayabera blanca, encanecido, con la cara abatida por el tiempo, aparecía prematuramente envejecido y con una suerte de cansancio en la mirada. También había sorpresa en sus ojos y quizá por primera vez en su vida, estaba realmente asustado(8).
Y al cronista no le faltaba razón, aquel año de 1956 había sido de una intensidad desgastante y salvaje para el escritor, enfrascado en los detalles cinematográficos de la versión de su novela El Viejo y el Mar, que lo llevó hasta Perú, tras un marlin suficientemente digno para al filme, y alejado de sus afanes creativos por más de tres o cuatro meses. Su estado anímico no era bueno para el minuto en que cumpliera sus cincuenta y siete años, marcado por una irritabilidad que “sin dudas tenía sus orígenes en el hecho que su propia escritura no iba todo lo bien que el desearía”(9).

Aquel baño de masas no parecería el mejor paliativo para aquel Hemingway poco acostumbrado a aquellas manifestaciones de simpatías “a la cubana”, y que como el mismo cronista acotaba, ante aquellas efusiones:
Hemingway pugnaba por escaparse y no lo lograba…pero esta vez se trataba de su homenaje y un homenaje es lo más parecido que hay a un martirio. Incluso para el homenajeado(10)
La firma Bacardí era patrocinadora del acto, y a tal efecto había provisto una bien servida barra, donde los asistentes se podían proveer a libre demanda, de daiquiris, preparados con el ron homónimo y cervezas Hatuey. Para cuando Hemingway se presentará, ya la concurrencia con toda seguridad estaría bien animada con la ingestión de aquellos espirituosos bebestibles, y es de entender la euforia con que celebró su llegada.

Igualmente, en una improvisada tribuna, un trío, compuesto de dos guitarras eléctricas y un bongó, muy al uso de la época, animaba el ambiente sonoro, y justo a la llegada del homenajeado, hacía sonar los compases de un chachachá compuesto en su honor, intitulado: “Viva Hemingway”

Entre la concurrencia de aquel día no faltaron los pescadores de Cojimar, a no dudarlo unos gremios entrañables para Papa, cercanos siempre, irrumpieron según lo narra el cronista:
“Por uno de los pasillos centrales avanzó hasta la mesa principal una larga teoría de hombres jóvenes y viejos, todos curtidos por el sol, atezados por la vida al aire libre”(11),

Eran los mismos y algún otro, de aquellos que en otro hermoso y muy sincero gesto le habían entregado una medalla conmemorativa cuando Hemingway publicara su noveleta El Viejo y el Mar, que sin dudas los inmortalizaba. Una foto de aquel minuto los evoca: “el Sordo, Cachimba, Cheo López, Arsenio, Ova Carnero, Gregorio Fuentes, Tato y Quintín”(12).

El cronista sigue narrando los pormenores de aquel animado acto de homenaje, al ritmo de las improvisaciones que el trío musical prodigaba:
“En la tribuna el trío era otro, pero la música muy parecida. De entre una guaracha de moda surgió una letra conocida:
¡Hemingway!, ¡Hemingway! ¡Hemingway!
Continuo el trío:
Hemingway, Hemingway,
¡Campoamor!, ¡Campoamor!, ¡Campoamor!(13)
Era la clarísima alusión al que fuera el “padre de la idea”, el intelectual cubano Fernando G. Campoamor.

La voz animosa de una cantante muy popular de aquella hora, Amelita Frade, entonaba ya una décima homenaje a Hemingway, con la típica melodía de la Guantanamera, el cronista transcribía su emotiva inspiración:
El Premio Nobel “pescó”
Porque es un “tigre” escribiendo:
Cuando escribe estamos viendo
Los momentos que el vio
Ante su estampa tembló
La pantera de Zambeze:
Su libro decir parece
Que “el viejo” fue Hemingway:
Pero que el mar es de Hatuey.
¡porque el se la merece!
Le gusta sentir bravío
El viento sobre “El Pilar”
Y de noche conversar
Con la selva y con el río
Le gusta este suelo mío
Y nuestro mar antillano;
Le gusta estrechar la mano
De los humildes de aquí,
Y le gusta el Daiquirí:
Sano, sabroso y cubano.
Pero ya justo para final, cuando la multitud congregada casi empezaba a hacer mutis por el foro, después del opíparo almuerzo(14), faltaba lo mejor de aquel convite, el minuto tan esperado que llegaba en las palabras de Papa, quien a duras penas fue casi cargado en andas hasta la tribuna, escoltado, o mejor dicho empujado, otra vez por aquella misma multitud.

Cabrera Infante lo sigue contando en su crónica:
De alguna manera lograron subir a Hemingway a la tribuna. De alguna manera que no fuese cargado, pero allí estaba (…) Hemingway aparecía entre ellos y vacilaba con un papel en la mano. Alguien suplicó silencio (…) Hemingway habló.
-Un hombre que no sabe hablar un idioma no debe hablar ni en su casa. Se refería a su español. Su español era bastante correcto-se percibían claras las “ces” españolas- aunque su acento es fuerte. Leyó el discurso:
-Me siento muy agradecido y emocionado por este no merecido homenaje. Siempre he entendido que los escritores deben escribir y no hablar. Por lo tanto, quiero ahora donar la medalla que recibí del Premio Nobel de Literatura a Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, patrona de este país que tanto amo.
Fernando Campoamor agradeció esas frases.
-Hemingway, Cuba te quiere como una madre”(15).
Lo que siguió fue el acabose dicho en mejor cubano. Un minuto antes habían repartido a todos los presentes un folleto(16), recordatorio del acto, que entre otros detalles incluía una foto bastante inapropiada de Papa en traje de baño.

Ninguno de los presentes quería irse sin que el propio Hemingway estampara su firma. No más dicha la última frase, la multitud inundó la tribuna, que empezó a crujir peligrosamente por el peso inusitado de tantas personas.

El cronista dejaba entonces constancia de una no muy simpática anécdota de aquella masiva pesca de autógrafos:
solo un momento pareció disgustado Ernest Hemingway mientras firmaba los folletos y fue cuando le presentaron la fotografía para que estampara su firma sobre ella. Apartó ese folleto y dijo grave:
-No firmo ahí. No me gusta esa fotografía. Parece que estoy desnudo, no firmo. El solicitante dobló la hoja y tendió a Hemingway otra página. Con una sonrisa que quería parecer una sonrisa éste firmó”(17).
Para casi el final, Hemingway se mostró algo impaciente. En su peculiar español hizo saber
“Quiero marchar. No me gusta divertirme aquí, mientras entierran a mi amigo Agustín Cruz”(18).
El homenaje había terminado, y el cronista así lo dejaba saber, confirmando con su última frase, la del cierre de su crónica, algo que ya había intuido desde el comienzo:
“Como se ve, los periódicos no lo dijeron todo”(19)

Diario de la Marina
Octubre 29, 1954


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  1. La crónica en cuestión apareció publicada en septiembre de 1956, pero Hemingway, no estaba en La Habana para entonces, había viajado a Nueva York a finales del mes de agosto, por lo que colegimos que el acto debió ser a comienzos de aquel mes, o quizás a finales de julio.
  2. Los hechos sucedieron así, según lo precisara Mary Welsh en 1965: “El embajador telefoneó desde la Habana e hizo una cita para ver a Hemingway. Se preparó una ceremonia privada para aquel día. Hubo un pequeño intercambio de discursos, con la presencia del embajador sueco y su esposa y muy pocos amigos, todos de pie en nuestra biblioteca, y después siguió un almuerzo muy animado de unas cuatro horas con unas diez o doce personas a la mesa”. Hemingway no viajó a Estocolmo, como bien se sabe, por razones de salud, y el discurso de aceptación del galardón, in absentia, lo leyó en su lugar, George M. Abbot, Encargado de negocios de la embajada de Estados Unidos en Suecia, durante acto de ocasión, acaecido el 8 de noviembre de aquel mismo año. En Ernest Hemingway. A Life Story.Carlos Baker. Charles Scribner’s Sons. NY, 1969. p.661
  3. How it Was. Mary Welsh Hemingway. Futura Publications. London, 1978. p.411
  4. Hemingway en Cuba. Norberto Fuentes. La Habana, 1984. p.130
  5. Filial de Ron Barcardí S.A. Todos sus accionistas lo eran de la casa matriz. Su presidente era José M. Bosch. En Las Empresa de Cuba en 1958. Guillermo Jiménez. Ciencias Sociales. La Habana, 2004. p. 193
  6. “En horas del mediodía de ayer tuvo lugar en los jardines de la cervecería Modelo, en el Cotorro, el homenaje de simpatía que las instituciones culturales cubanas rindieran a Ernest Hemingway, el gran escritor norteamericano autor de El Viejo y el Mar quien desde hace años reside entre nosotros” en El Viejo y la Marca. Guillermo Cabrera Infante. En Ciclón.Vol.2 No. 5. Septiembre 1956. p.51
  7. Ibíd
  8. Ibíd.
  9. Ernest Hemingway. A Life Story. Op. cit. p.534
  10. El Viejo y la Marca. Op. Cit.
  11. Ibíd. p. 52
  12. Ibíd. p.174
  13. El viejo y la marca. Op cit. p.53
  14. El menú incluyó “Arroz congrí, yuca salcochada, lechón asado, tamal y cerveza Hatuey” Ibíd.
  15. Ibíd.
  16. “El folleto estaba impreso en un rústico pero agradable pedazo de papel de estraza y en la portada llevaba una viñeta coloreada a mano. Dentro tenía un pedazo de El viejo y el mar en que se mencionaba la Hatuey beer, una reproducción sobre papel rojo de la décima cantada, una foto a toda página de Ernest Hemingway en trusa reclinado sobre una tumbona, un pedazo de los primeros capítulos de Tener y no tener que decía algo sobre Hatuey beer y un recordatorio.” Ibíd.
  17. Ibíd.
  18. Ibíd.
  19. Ibíd.


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Ver en el blog 

La edición de esta semana de "Vivir del Cuento" es una joya del humor y la sociología contemporánea (a pesar de su final cliché)

Título: Comparte, comparte

Tuesday, September 8, 2020

Los Mambises pidieron al Papa que la Virgen de la Caridad del Cobre fuera la Patrona de Cuba

Publico el texto de la carta que en el año 1915 un grupo de veteranos de la Guerra de Independencia, encabezados por Jesus Rabí,  enviaron al Papa Benedicto XV pidiendole que proclamara Patrona de Cuba a la Virgen de la  Caridad del Cobre.

El facsímil de este documento se conoce actualmente, gracias a la labor de investigación realizada por el P. Willy (Wilfredo Pino), sacerdote camagüeyano, actualmente Arzobispo. 
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Carta de Solicitud de los Veteranos de la Guerra de Independencia a S. S. Benedicto XV
(24 de Septiembre de 1915)



SANTÍSIMO PADRE:

Los que suscriben, hijos de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana a S. S. humildemente exponen:

Que son miembros unos y simpatizadores otros, del Ejército Libertador Cubano, título que constituye el timbre de nuestra mayor gloria, por sintetizarse en él, el supremo bien de la Libertad e Independencia de nuestra Patria; que junto a ese título, ostentamos otro, que es el de pertenecer a la Iglesia Católica Apostólica Romana, en cuyo seno nacimos, al amparo de sus preceptos vivimos y de acuerdo con ellos queremos dejar de existir; y esos dos títulos hacen que hoy, reunidos en la Villa del Cobre, en donde se encuentra el Santuario de la SANTÍSIMA VIRGEN de la CARIDAD, y postrados reverentemente ante su altar, acordemos acudir a S. S. para que realice la más hermosa de nuestras esperanzas y la más justa de las aspiraciones del alma cubana, declarando Patrona de nuestra joven República a la Santísima Virgen de la Caridad del Cobre, y de precepto para Cuba, el día que lleva su Santísimo nombre, ocho de Septiembre.

No pudieron ni los azares de la guerra, ni los trabajos para librar nuestra subsistencia, apagar la fe y el amor que nuestro pueblo católico profesa a esa Virgen venerada; y antes al contrario, en el fragor de los combates y en las mayores vicisitudes de la vida, cuando más cercana estaba la muerte o más próxima la desesperación, surgió siempre como luz disipadora de todo peligro, o como rocío consolador para nuestras almas, la visión de esa Virgen cubana por excelencia, cubana por el origen de su secular devoción y cubana porque así la amaron nuestras madres inolvidables, así la bendicen nuestras amantes esposas y así la han proclamado nuestros soldados, orando todos ante ella para la consecución de la victoria, y para la paz de nuestros muertos inolvidados; y acusaría una vergonzosa ingratitud por nuestra parte, el que a los beneficios que esa Virgen excelsa nos prodiga, permaneciéramos inactivos o mudos, y no levantáramos nuestra voz ante el sucesor de San Pedro, para que haciéndose intérprete de los sentimientos del pueblo católico de Cuba y de los de su Ejército Libertador que profesan la religión de nuestros antepasados, y usando de las facultades de que se encuentra investido, declare, previo los trámites correspondientes, como Patrona de la República de Cuba a la Virgen de la Caridad del Cobre y de fiesta eclesiástica en ella, el día que lleva su santo nombre.

Por tanto,

A Su Santidad suplicamos humildemente, se sirva acceder benigno a nuestra solicitud.

Villa del Cobre a veinticuatro de Septiembre de mil novecientos quince.

(siguen las firmas que suscriben el documento)


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Ver en el blog
(10 de mayo de 1916) Texto del Decreto que Declara a la Virgen de la Caridad del Cobre como Patrona de Cuba

Santuario del Cobre (por el P. Antonio Perpiñá, escolapio)

Foto actual del Santuario del Cobre
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Si famoso es el pueblo del Cobre por sus minas; más lo es por su vistoso Santuario, en donde se venera la más santa de las vírgenes, aquella Reina de los cielos, Madre de Dios y Madre de los hombres; aquella insigne imagen hallada milagrosamente por tres piadosos indios en la gran bahía de Nipe; imagen preciosa y venerada, que llevando al Niño Jesús en sus brazos, vióse, según la tradición y la historia, flotante sobre las aguas de aquel pequeño mar, y rodeada de magnificencia y admirables resplandores. Es lo cierto, que la Santísima Virgen ha dispensado y dispensa inmensos favores, no sólo á los piadosos Cobreños, sino a los innumerables romeros que, llevados por la más tierna devoción, acuden fervorosos de todos los puntos de la Isla para cobijarse bajo la sombra del famoso santuario, y postrarse reverentes á los pies del más santo de los altares. ¡Augustos monumentos de la piedad! ¡imágenes sagradas de la Madre del Redentor! seguid siendo, á despecho de la incredulidad, el objeto de nuestra devoción, los medianeros de nuestras súplicas, los testimonios de la divina Misericordia, nuestro refugio y nuestra esperanza en los azares y peligros de la vida.

Clame en vano la filosofia atea contra vosotros: ella, como ha dicho un sabio pintor de las bellezas del cristianismo, podrá llenar sus páginas de palabras magníficas; pero jamás los desgraciados irán á colgar ofrendas en su templo. ¡Guarda, Cuba, guarda este precioso tesoro en el fondo de tus pintorescas montañas! El es una de las más bellas tradiciones de tus indios, y de los primeros días de tu civilización; es la puerta del cielo, el arca de la alianza entre Dios y el hombre cobijado bajo el manto de su divina Madre; es aquella mansión venturosa elegida por el Señor, para hacer descender el suave maná de sus gracias y de sus misericordias en favor de los fatigados peregrinos; de aquellos devotos que fervorosos se postran al pie del altar Santo, invocando aquel dulce é inefable nombre de, Virgen y Madre de la Caridad.

"El Camagüey. Viajes pintorescos por el interior de Cuba y por sus costas". P. Antonio Perpiñá, escolapio. 1889.

Dos apuntes en el Día de la Virgen de la Caridad del año 2020 (por Joaquín Estrada-Montalván)


Si reconocemos a la Virgen de la Caridad del Cobre como patrona de Cuba y madre de todos los cubanos, es de todos, de los "buenos" , los "malos" y los "regulares" (según quien juzgue).

(Por ejemplo) Es la patrona de Cuba por petición de los mambises, pero a la vez era la patrona del "4to Batallón de Voluntarios de la Habana".

Querer apropiarse, unos u otros, de la Virgen de la Caridad del Cobre, es esfuerzo en vano. 

Imagen/Grabado de la Virgen de la Caridad del Cobre como Patrona del 4o. Batallón de Voluntarios de La Habana, 1859. 

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El hecho de que el régimen de La Habana, se ha manifestado en pleno (su vocera oficiosa, el periodista más oficial del oficialismo y la cabeza de esa estructura que la dictadura le llama "presidente del gobierno cubano") en cuanto a reconocer a la Virgen de la Caridad como símbolo de lo Cubano (el "bueno" según ellos, que a la vez este "bueno" es su todo) tiene varias positividades, dos importantes (en mi opinión):

- Salirse de la "concepción cientifica" (fábula marxista-leninista-gramsciana y otros) al reconocer la existencia de la Virgen, incluso en su dimensión sincrética juntándola con Oshún. Ya no anularán Tésis con "problemas de visión subjetiva". Ya no dirán que la "religión es "opio del pueblo" (aunque como nuevo "opio" quieran empezar a utilizarla). Ya no dirán que la religión es producto de la ignorancia y que con la instruccion de vanguardia de la escuela cubana, sería eliminada. Etc.

- Lo otro es que al parecer abandonan la "religión atea", en la que Fidel único Dios, es el Salvador de Cuba (y la humanidad). Imagino que tendrán que cerrar la Ñico López, o al menos transformar su programa materialista-religioso de Fidel Padre de Cuba a Virgen Madre de Cuba. No se enseñará más la historia de Cuba en su doble dimensión: Darwiniana: el cubano evolucionó de Guamá a Fidel (y Martí su eslabón intermedio) y la bíblica: lo anterior a 1959 es promesa y a partir del primero de enero, es nuevo testamento, cumplimiento y salvación encarnada en Fidel, o al menos tendrá que compartir su "altar revolucionario" con la Virgen.

Bienvenidas las plegarias y la aceptación de la Virgen de la Caridad (incluyendo su dimensión sincrética de Oshún) como referencia de lo Cubano. Esperemos que no ocurra como en el Imperio Romano e impongan la Veneración a la Virgen como Rito Oficial y Obligatorio.

Gozos a la Virgen Santísima de la Caridad del Cobre (Impreso en Barcelona, 1879)


Sunday, September 6, 2020

Steve Paxton (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.


Steve Paxton nació el 21 de enero de 1939 en Phoenix, Estados Unidos. Su primer acercamiento al movimiento fue a través de la gimnasia, luego incursionó en la danza moderna, el ballet, el yoga, aikido y tai chi chuan. En el verano de 1958, asiste al American Dance Festival at Connecticut College, donde estudiando con José Limón y Merce Cunningham. Ya instalado en New York, al año siguiente integró la Compañía de José Limón y, entre 1961 y 1964, formó parte del elenco de la Merce Cunningham Dance Company.


Simultáneamente, a partir de 1962, fue miembro fundador del grupo experimental Judson Dance Theater junto a Yvonne Rainer, Lucinda Childs y Trisha Brown, al compositor Robert Dunn y al artista plástico Robert Rauschenberg. Además sumaron sus aportes otros artistas, como Robert Morris, Andy Warhol y Merce Cunningham. Realizaron gran cantidad de funciones en el Judson Memorial Church, de ahí su nombre, y allí Paxton presentó muchos de sus trabajos, entre ellos “Proxy” (1962), “Transit” (1962), “Afternoon” (1963), “Rialto” (1964), “Flat” (1964), “Jag Ville Gorna Telefonera” (1964). En 1970, fue miembro fundador del grupo experimental Grand Union, que funcionó hasta 1976. Aquí participaban también Yvonne Rainer y Trisha Brown. En ambos grupos se incorporaban movimientos cotidianos, como caminar, vestirse, sentarse o lavarse los dientes. Por ejemplo, su obra “Satisfyin 'Lover” (1967) mostraba, simplemente, personas caminando por el escenario.


Es a partir de todo el trabajo y la influencia experimental y vanguardista recibida en los años anteriores que, en 1972, comienza a desarrollar su sistema de improvisación, conocido como “contact improvisation”, basado fundamentalmente en el movimiento corporal y su relación con el espacio y la energía. Esta técnica de improvisación se apoya en la comunicación generada por el contacto de los cuerpos en movimiento, utilizando el peso y el impulso de uno de los bailarines para generar una respuesta motriz en otro. Desde el “contact improvisation”, desarrolló otra técnica, denominada “material for the Spine”, a partir de 1986, pensada como una forma de explorar los músculos de la espalda, apuntando a tomar consciencia de una parte de nuestro cuerpo que no podemos ver, un elemento primordial generalmente olvidado por el bailarín.


A partir de 1980, las apariciones escénicas de Paxton comenzaron a ser cada vez menos frecuentes, presentando mayormente solos improvisados. Su tiempo se repartía, y se sigue repartiendo, entre el dictado de cursos y talleres en todo el mundo, y la publicación de artículos sobre danza e improvisación. De sus creaciones vale destacar “Physical things” (1966), “Collaboration with wintersoldier” (1971), “Backwater: Twosome” (1977), “Suspect terrain” (1989), “Some english suites” (con música de Bach, 1993), “Long and dream” (con Trisha Brown, 1994), “Excavations continued” (1996) y “Ash” (1997), entre tantas otras.






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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". florenciagu@gmail.com

We Believe (by Newsboys)


Saturday, September 5, 2020

Reflexión (por Orlanda Torres)

Nota del blog: Sección semanal en el blog Gaspar, El Lugareño, gracias a la cortesía de la psicóloga Orlanda Torres, quien ha aceptado la invitación a compartir con los lectores sus consejos y reflexiones sobre los conflictos cotidianos.


El apego es pobreza espiritual, cuando nos sentimos seguro en lo conocido, aunque nos lastime, nos volvemos prisionero de un acondicionamiento que está lacerando nuestro ser día a día, hasta que nos convierte en seres verdaderamente dependientes.

No evolucionamos, no crecemos y nos sumergimos al punto de que puede deteriorar nuestro interior.

Si tenemos temor de vivir algo nuevo, nos convertimos en víctimas de nuestros propios temores ocultos y arrastraremos un pasado que no nos dejará avanzar.

Cuando le damos paso a lo desconocido estamos creando un mundo nuevo, donde podemos descubrir nuestras verdaderas potencialidades.

Si nos desligamos del apego nos convertimos en seres más libres, porque lo desconocido, aunque trae incertidumbre lleva también un poco de felicidad y magia hacia un horizonte nuevo lleno de nuevas posibilidades y eso nos motiva a vivir.

Para conseguir nuestros objetivos, se necesita hacer estructuras y escoger otro camino, lo importante es que nos lleve a la meta a pesar de que tengamos que transitar un trayecto muchas veces lleno de obstáculos y dificultades.

Recordemos que mientras más nos apegamos a las cosas más infelicidad nos puede producir.

Es necesario despojarse de todo aquello que nos ate. Todos merecemos alcanzar la libertad y en la libertad se encuentra la verdadera esencia de la vida.






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Orlanda Torres: Psicóloga, Escritora, Educadora, Orientadora Motivacional.
Autora de los libros: "Volando en Solitario" año 2015, Guayaquil - Ecuador. (Disponible en Amazon Kindle). "Los símbolos del Amanecer" (Editorial Voces de Hoy, 2020)
-Estudió en Miami Dade College: Certificate of Florida “Child Development Associate Equivalency”. Maestra de Educación Preescolar e Infantil en la ciudad de Miami.
-Licenciada en Psicología graduada en el 02/2017 - Atlantic International University.
-Orientadora Motivacional y Conferencias pueden contactar a Orlanda Torres a través de la página que administra www.fb.com/vivencialhoy
Publicaciones en Revista Sapo - Santiago de Chile – 2016
-La Estancia en el Paraíso de los Sueños
-Relación de Pareja y su gran Desafío
-Es la Felicidad una Elección
Conferencia en Radio - Miami, Florida
-Positivo Extremo Radio: Entrevista 123Teconte “Regreso a Clases y La Adolescencia”
-¿Como aprender a ser feliz?- Edificio Trade Building-.Innobis Coworking, Guayaquil - Ecuador
-La Inteligencia Emocional en la Relacion de Pareja- WENS Consulting Group, Guayaquil - Ecuador
Publicaciones en Revista Sapo - Santiago de Chile – 2018
- Ser Mujer
Administra:
www.vivencialhoy.blogspot.comwww.facebook.com/vivencialhoyFacebook.com: Orlanda Torres
Instagram: orlanda.torres.3
orlandatq@gmail.comtorres_q@yahoo.com

Nuestra Señora de la Caridad en la Poesía Cubana (por Roberto Méndez Martínez)

Imagen/Website Virgen de la Caridad
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Nuestra Señora de la Caridad
 en la Poesía Cubana



por Roberto Méndez Martínez



Texto publicado originalmente en la revista católica cubana Verdad y Esperanza (Segunda Época. Año 2, No. 2. 2010) aparece en el blog Gaspar, El Lugareño por cortesía de sus editores.



Proemio

No resulta tarea sencilla el estudio de la impronta de nuestra Madre y Patrona en la poesía de la Isla, pues una devoción por esencia popular no sólo deja sus huellas en las páginas de algunos poetas consagrados, sino que se extiende como rico venero en el quehacer de los improvisadores populares, cuyos versos raras veces pasan al papel sino que deben ser rescatados del tesoro de los memoriosos. La Virgen de los humildes, de los mestizos, de los pobres de espíritu de que habla el Evangelio, no parece haber movido demasiadas veces la pluma de las figuras capitales de nuestra literatura, aunque de las muy felices y privilegiadas excepciones hayamos de nutrir nuestro artículo. Queda pendiente, más allá de estas cuartillas, una exploración de la literatura oral cubana, así como una prospección en revistas de orientación religiosa, folletos y hasta almanaques, para hacer un justo inventario de lo que Nuestra Señora, desde su peñón del Cobre, ha derramado sobre los cantores insulares. Modestamente coloco estas páginas incompletas a sus pies, en espera de que alguien encuentre en ellas el aliento para emprender una obra mayor.

María en los albores de nuestra literatura

El siglo XVIII en la literatura cubana es un período fragmentario, lleno de lagunas y carente, por decirlo en dos palabras, de una obra grande y significativa. Hay versos festivos y de ocasión, piezas vinculadas a una peculiar circunstancia histórica o función oficial, pero no habiéndose formado una expresión criolla de rasgos estables, difícilmente podían sentarse todavía las bases de una literatura nacional.

Sin embargo, aún en este modestísimo panorama, la Virgen María encuentra sitio en los versos que en la Isla se redactan. Disponemos, por ejemplo, del romance “A la Purísima Concepción” del médico villaclareño José Surí Águila (1696-1762), pieza de cierta extensión que José Lezama Lima quiso recoger en su Antología de la poesía cubana. Al texto se puede aplicar la aseveración que Enrique Saínz formula a propósito de las muestras que se han conservado de este aficionado:
Diríase que sus poemas vienen a ser exaltaciones de la doctrina católica mediante versos pobres de expresión en todos los sentidos, tanto conceptual como estilísticamente. Sus octosílabos tienen, por momentos, cierto ritmo que hace grata su lectura, cierta fluidez simpática y una adjetivación muy acorde con sus intenciones doctrinales, aunque a veces extremadamente pobre. Un culteranismo ingenuo está presente también en esta poesía simple y candorosa…1
Así, por ejemplo, en el citado romance a la Inmaculada Concepción, exhibe una enojosa erudición sobre el simbolismo de las piedras preciosas, destinado a relacionar la visión apocalíptica de la Nueva Jerusalén con las virtudes virginales:
[...]
de María el dulce nombre
indica la calcedonia,
con resplandor y virtudes
que a este mar de gracia adornan,
rubricando la esmeralda
la esperanza que transforma
este ser inmarcesible,
este nardo o amapola…2
Es llamativo que este médico, que ganó fama popular por su capacidad para convertir en versos hasta las recetas que dejaba a los pacientes, hombre de notoria piedad como terciario de la Orden Franciscana, necesitara acudir al culteranismo gongorino para proclamar su devoción a María.

Un año después de la muerte de Surí, en 1763, el obispo Pedro Morell de Santa Cruz extiende el título en que se nombra a Esteban Salas maestro de capilla en la Catedral de Santiago de Cuba. Este talento singular, tomaría posesión de su cargo al año siguiente y trabajaría allí el resto de la centuria, para enriquecer los oficios divinos con misas, himnos, salmos, pero sobre todo con aquellos “villancicos, cantadas y pastorelas” cuyos textos él mismo redactaba. Quizá porque no tenía pretensiones de poeta, quizá porque las letras no debían perder el sabor popular de los villancicos antiguos, son piezas donde hay mucha menos retórica que en la mayor parte de la poesía de su tiempo y a la vez, sus imágenes son de una riqueza singular, muy particularmente cuando se refieren a María. Véase la estrofa que inicia Una nave mercantil: "Una nave mercantil / que conduce Pan de el cielo / para bien del mundo todo / busca tierra, pide puerto". 3

Nótese que en solo cuatro versos se desarrolla una imagen de singular riqueza: María, que lleva en su seno al Redentor, es comparada con las naves que tocan el puerto santiaguero, cargadas del alimento para los hombres. En este caso, Jesús es visto no en su figura humana externa, sino en la sacramental de “Pan de el cielo”. Es habitual reconocer a Salas la condición de ser el primero de nuestros grandes compositores, habría que añadir que, a la vez, fue un poeta más moderno y elocuente que la mayoría de sus contemporáneos.

Se sabe que por esos mismos años, en el modestísimo santuario a Nuestra Señora en el Cobre se cantaban ya “gozos o coplas” en su alabanza. Sin embargo, la primera versión escrita conservada es muy posterior:
Pues te hizo la Trinidad
tan perfecta y sin igual.
Líbranos de todo mal
Virgen de la Caridad.
Sobre las aguas vinisteis
A dar al hombre consuelo
Como una señal del cielo
A tres os aparecisteis,
Con esto claro nos disteis
Pruebas de tu gran piedad.
Líbranos de todo mal
Virgen de la Caridad.4
No puede afirmarse que tales “gozos” sean demasiado originales. Probablemente los elaboró un capellán del santuario, guiándose por ejemplos más antiguos dedicados a otra advocación mariana, como los que popularmente se rezaban a la Virgen del Pilar en Zaragoza. Pero en ellos, con su condición de oración antifonal —es decir, donde alternan, estrofa y estribillo, que podrían corresponder en la liturgia al diálogo entre cantor y coro— así como en el casi infantil relato del hallazgo de la imagen y sus milagros, está la impronta de lo auténticamente popular.

María en el romanticismo

Cuando se inicia el siglo XIX ya la devoción a la Virgen de la Caridad alcanza a la mayor parte de la Isla. Peregrinos de todos los sitios van hacia su santuario y se han levantado templos bajo su advocación en otros sitios, como Puerto Príncipe, sin embargo, sigue siendo un culto extremadamente popular, que no tiene el “prestigio” de otras advocaciones más antiguas, que gozan del apoyo de órdenes religiosas o son titulares de templos de gran relieve: la Inmaculada Concepción, Nuestra Señora de los Dolores, Nuestra Señora de la Merced, la Virgen del Pilar. Esto, indudablemente, influye en la literatura de carácter culto. Por ejemplo, en el caso de Gertrudis Gómez de Avellaneda (1814-1873) en cuya obra hay el mayor número de poemas dedicados a la Virgen María de nuestro siglo XIX, muchos de ellos notorios por sus valores estéticos. Ella, en su infancia y adolescencia principeña debió conocer la devoción a la Señora del Cobre, más aún, seguramente participó en los grandes festejos que cada año se celebraban en torno a al templo que le habían consagrado en las afueras de la ciudad, durante el novenario que precedía a la fiesta. Sin embargo, en sus versos no hay una alusión precisa a los rasgos singulares de esta advocación, como sí los hay a la Inmaculada o al Dulce Nombre de María, aún en los numerosos versos y oraciones que incluyó en su Devocionario, sin embargo, no sería difícil aplicar algunos de ellos a la que sería Patrona de Cuba, por ejemplo “A la Virgen. Canto matutino”, poema compuesto en 1842:
Vuela mi ruego, y endulzando el pecho
plácido el nombre —que doquier invoco— ecos del monte, del vergel y el valle
                             vuelven ¡María!
Vuelven ¡María! y sin cesar mi lengua
torna — ¡María!— a pronunciar despacio...
Siempre —¡María!— y cada vez más dulce
                              suena ese nombre!5
Sin embargo, a todos parecerá evidente el que los dos poemas más notables dedicados en esa centuria a la Virgen Morena, hayan sido redactados por autores que nacieron en la región oriental.

El primero de ellos, Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, más conocido por su seudónimo El Cucalambé, nacido en Las Tunas en 1829, va a consagrarle un extenso poema en dos partes, compuesto totalmente en décimas. Aunque era un hombre culto, el poeta, acostumbrado a cantar el paisaje oriental, la flora y fauna que lo rodeaban, así como a evocar el supuesto pasado idílico de los primitivos habitantes de la Isla, empleando para ello los metros y combinaciones más populares: el romance y la décima, otorga un tono de extrema sencillez y familiaridad al poema:
Cuando yo, inocente niño,
En el regazo materno
Era objeto del más tierno
Y solícito cariño;
Cuando una mano de armiño
Me acarició en esa edad,
Mi madre con la ansiedad
Más grata y más fervorosa,
Me habló de la milagrosa
Virgen de la Caridad.6
Son versos que pueden ser cantados todavía, con acompañamiento de guitarra y laúd en una fiesta campesina, de ahí su música persuasiva, su permanente actualidad, su estricta concordancia con una devoción que se encuentra inscrita en lo más humilde y raigal de nuestras tradiciones.
Tú que bondadosa y pía
Consuelas el trance fiero
Del náufrago marinero
Que en ti con fervor confía;
Tú, cuyo nombre lo guía
Al puerto de salvación;
Tú, para quien nunca son
Los tristes clamores vanos,
No niegues a los cubanos
Tu sublime protección.7
En una finca, en las cercanías del Cobre había nacido la poetisa Luisa Pérez Montes de Oca (1865-1922), de ahí que ella recibiera de manera privilegiada la devoción a María, junto con su primer aliento. A lo largo de su azarosa y atormentada vida, la imagen piadosa de María iba a acompañarla y una muestra de ello es su poema “Ante la virgen de la Caridad” compuesto por seis cuartetos endecasílabos, de un tono más solemne y elevado que el de las décimas de Nápoles, como corresponde a la plegaria de una mujer atribulada por las pruebas que sufre en su existencia. Una de sus estrofas evidencia la incorporación de la leyenda que asocia el hallazgo de la imagen en medio de una tempestad que pone en peligro la vida de los navegantes y ella aprovecha simbólicamente ese motivo para darle un sentido espiritual, aplicable a todos los hombres:
Virgen, a quien los náufragos un día
hallando ya en las aguas sepultura,
aparecer sobre las olas vieron
como un ángel de blanca vestidura.
También nosotros somos ¡madre amada!
náufragos que tu amparo reclamamos,
haz que delante de nosotros siempre
flotar tu blanca túnica veamos.8
No es este uno de los textos mayores de la autora de “La vuelta al bosque”, pero su sinceridad y fervor lo convierten en uno de los exponentes más valiosos de nuestra poesía religiosa en esa centuria.

Poemas en un siglo contradictorio

La vida cubana se inicia en el siglo XX bajo doble signo, por una parte, la Constitución de 1901 trae consigo no solo una polémica sobre la pertinencia de invocar el nombre de Dios en ella, sino la separación de la Iglesia y el Estado. El pensamiento liberal, masónico y anticlerical tiene una gran influencia a lo largo del siglo sobre los que participan en la política cubana y entre la intelectualidad en general. Mas, por otra parte, ocurre también la proclamación de la Virgen de la Caridad como Patrona de Cuba, a solicitud de un grupo de veteranos de la guerras de independencia y su culto se extiende de forma notoria por todo el país, lo que se evidencia por ejemplo, en las gestiones de Doña América Arias, esposa del General José Miguel Gómez, para que el templo habanero de la calle Salud consagrado a la Virgen de Guadalupe, cambie su advocación por la de la Caridad. Todo esto debía influir en la poesía.

En 1936, con motivo de la coronación de la Virgen en el Cobre, se convocó a un Concurso para confeccionar una Corona Poética compuesta por los doce poemas más notables. A repasar el conjunto en la actualidad se hace notoria la ausencia de las verdaderas voces de la lírica cubana de ese tiempo, no solo las de primera fila, sino aun las que por entonces eran consideradas “medianas”, a pesar de que entre ellas había auténticos creyentes. También —aunque esto entra ya en el terreno inseguro de lo subjetivo— se nos hace notorio que aunque el primer lugar es otorgado al “Canto a la Virgen de la Caridad” de Marietta Escanaverino, tanto el segundo como el tercer lugar resultan piezas mucho más apreciables: sea la “Balada del peregrino” del sacerdote paúl Francisco Romero, que aunque no tiene un alto vuelo poético, conserva, en sus octosílabos romanceados, tantas décadas después la frescura de una inspiración que nos remite a los ya citados “Gozos” del siglo XVIII:
Dos almas tengo sin duda:
ésta que conmigo va,
y la que dejé a la Virgen,
de hinojos ante su altar.
Prendida aquélla en la gracia
quedó de celeste imán,
y ésta camina al reclamo
de un bohío en un palmar.
Bajo un dosel me imagino
de protección contra el mal...
¡Por Tí, Patrona de Cuba,
Virgen de la Caridad!9
Algo semejante ocurre con el “Romance a la Virgen de la Caridad” de Luisa Muñoz del Valle, cuya simplicidad casi infantil tiene aún una gracia que nos recuerda la llamada “poesía pura” que cultivaron Mariano Brull y otros poetas de la vanguardia:
Para escribir su leyenda,
que es alba primaveral,
busqué una tiza de luna
y ahora quiero llegar
a la pizarra del cielo
por mi escala de cristal.
Quiero escribirla muy alto:
lección pura, que leerán
cuantos levanten la frente
al gran pergamino astral.
Una leyenda de estrellas
sólo se puede contar
con la garganta del viento
o el aroma de un rosal.10
De todos modos, la “Corona” nos permite comprobar que los festejos en honor de la Virgen mestiza, a pesar de celebrarse en un año tan convulso en lo social como el 1936, tuvieron una verdadera impronta nacional y que entre los autores participantes había no solo clérigos —obtuvieron lugares, además del paúl citado, dos jesuitas y un franciscano—, una religiosa —la Madre Mercedes Azcárate, del Sagrado Corazón del Cerro en La Habana— y siete laicos —tres hombres y cuatro mujeres— lo que habla de modo muy positivo de la acogida que recibió esta convocatoria.

Por esos años, el P. Juan J. Roberes, quien fuera Párroco de Managua, en La Habana, compuso el “Himno a Nuestra Señora de la Caridad”. Como dato curioso puede señalarse que este fue cantado durante varios años, en ceremonias religiosas con la música del Himno Nacional cubano o del Himno Invasor, hasta que en 1959 se convocó a un concurso en vísperas del Congreso Nacional Católico, para dotarlo de una partitura propia. Ganó el certamen el compositor catalán, radicado en Camagüey, Félix Rafols y con su música fue cantado en el citado evento y desde entonces es el Himno Oficial a nuestra Patrona, aunque lamentablemente no es demasiado conocido a nivel popular:
Salve, salve, delicias del cielo
Virgen pura, suprema beldad,
salve excelsa Patrona de Cuba
Madre hermosa de la Caridad.
Si de Cuba en las bellas comarcas
elegiste, Señora, un altar,
para hacer la mansión de prodigios
y a tus hijos de dichas colmar… 11
En esta centuria, aparecen algunos textos de inspiración mariana, en los que no se puede precisar con exactitud qué advocación de la Virgen los inspiró, pero sus valores estéticos hacen necesario que nos detengamos un instante en ellos. Es el caso del Himno a la Virgen de Silverio Díaz de la Rionda (1902-?), publicado en forma de folleto, sin fecha, cuyos cuartetos asonantados tienen la delicadeza y emoción de la lírica neorromántica: “¡Oh fruto celestial!¡Oh luz herida! / espuma de candor en tiempo de alma: / déjame adivinar qué siente el cielo / bajo el etéreo ardor de tus pisadas”.12

Tampoco en el ciclo de los cuatro “Sonetos a la Virgen” que José Lezama Lima (1910-1976) incluyó dentro de su primer libro de poemas: Enemigo rumor (1941) puede precisarse cuánto pudo aportar a su inspiración nuestra Patrona, aunque, dentro del barroquismo de su lenguaje, pueda discernirse la alusión a la aparición de la imagen en el mar: “Pero sí acudirás; allí te veo, / ola tras ola, manto dominado, / que viene a invitarme a lo que creo: / mi Paraíso y tu Verbo, el encarnado.”13

Sin embargo, la obra poética de mayor extensión y aliento dedicada a la Virgen de la Caridad es Nuestra Señora del mar, cuaderno que Emilio Ballagas (1908-1954) dio a la luz en 1943. El autor camagüeyano había conocido esa devoción en su propio hogar, a partir de su madre, Caridad Cubeñas. Después de haber transitado su obra por la llamada poesía pura, la poesía de inspiración afrocubana y el neorromanticismo de sus Elegías, siente la necesidad espiritual de ofrecer este conjunto como prueba de sus sentimientos cristianos, donde se mezclan la religiosidad popular con el conocimiento de la poesía católica en lengua española e inglesa. A diferencia de otros autores, para escribirlo ha consultado las fuentes disponibles, conoce la historia de la aparición la imagen y sus traslados, los “Gozos” y loores anónimos que se le han dedicado, así como la iconografía de la Caridad que en estampas y medallas se hace presente en los hogares cubanos.

El conjunto está estructurado a partir de formas estróficas tradicionales: la introducción es el “Soneto de los nombres de María”, que como afirma el escritor en una nota:
El soneto con que se inicia este poema se refiere a la unicidad de la Virgen María y a la pluralidad de nombres que recibe por parte de la Iglesia y de la tradición religiosa universal. Uno de esos nombres es el de la Caridad, bajo cuya advocación el pueblo cubano rinde amoroso culto de hiperdulía a la madre del Redentor.14
El cuerpo del poema está formado por diez décimas, destinadas a cantar la aparición y traslados de la Señora. La inspiración viene al autor de un grabado que acompañó el libro de Bernardo Ramírez: Historia de la aparición milagrosa de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre… publicado en 1853 en Santiago de Cuba15 y que años después, en forma de litografía coloreada, resultó muy difundida. Allí se mostraba la imagen rodeada por seis óvalos que contenían cada uno de los momentos fundamentales de su historia y un poema conclusivo “Liras de la imagen” que consta de siete estrofas.
El poema termina con unas liras en donde se canta a los atributos de la Virgen, cuya imagen de media vara aproximadamente lleva en el brazo un diminuto grumete, y en la mano izquierda una cruz de oro con una esmeralda al centro. Situada sobre una nube de dos tercios de alto lleva un cerco de doce estrellas y la acompañan diez y seis serafines.
De esta manera hemos querido, aislar la luminosa religiosidad popular —tradición universal popular— de la superstición plebeya que con innegables vetas de pintoricidad étnica, carece de legítimo vuelo espiritual. Y creemos que sin dejar de ser fieles a la poesía lo hemos sido a una de nuestras más puras tradiciones de isla, el culto de una Virgen que boga a través de nuestro mediterráneo.16
Resulta llamativo el hecho de que, si bien Ballagas había cultivado hasta entonces, como signo de su pertenencia a la poesía de vanguardia, el verso libre, se sujete ahora a las normativas clásicas, en busca del sabor tradicional y popular que asocia al culto mariano.

No todo el cuaderno está a la misma altura estética. De las décimas, confieso preferir la inicial u “Ofrecimiento”, con su rima fácil y lenguaje deliberadamente añejo, que tiene la gracia y ligereza de los improvisadores populares:
Déjame tomar asiento
En tu preciosa canoa
Y poner al cielo proa
Navegando por el viento.
Muévame el Divino Aliento
Con su poderoso brío.
Éntrame en tu claro río
Y súbeme a los alcores
Donde ángeles ruiseñores
Abren las albas del pío.17
Así como una de las espinelas finales, aquella en la que el ermitaño Matías de Olivera interpela a la imagen, que se ha ausentado por la noche de su lugar y que tiene una discreta relación intertextual con el Cantar de los cantares bíblico y el Cántico espiritual de San Juan de la Cruz:
¿De dónde vienes, Señora,
Con la ropa tan mojada?
¡Saliste sin ser notada
Y regresas con la aurora!
Bajo el manto seductora,
Igual que la sulamita.
Fuiste, Paloma, a la cita
Con el Celestial Esposo
Y traes del Amor Hermoso
Reflejo en la faz bendita.18
Algunas de estas estrofas ganaron más amplia difusión hace unos años, cuando el compositor José María Vitier las intercalara en su Misa cubana, algo que hubiera gustado sobremanera a este poeta tan lleno de músicas.

Hacia un nuevo milenio

¿Hacia adonde ha derivado después la poesía cubana en alabanza de María? Creo poder arriesgarme a señalar dos vertientes fundamentales, una que sigue la ruta de inspiración católica, que se caracteriza, en lo formal, por su filiación clásica y que pudiera ejemplificarse con un soneto poco conocido del Dr. Rubén Darío Rumbaut López, psiquiatra, conocido durante años como uno de los líderes de la Acción Católica Cubana que salió de la Isla hace medio siglo. Aunque nunca pretendió ser un escritor profesional, el texto tiene esa sinceridad conmovedora de quien escribe desde la lejanía:
Te llamaron tres voces
      aterradas.
Respondiste colmando
      sus anhelos,
serenando las iras
     de los cielos
y aquietando las aguas
      sublevadas.

Subiste luego grácilmente sobre
el frágil bote que la fe salvara,
y porque siempre en Cuba se te amara
te posaste en lo verde, allá en el Cobre.

Fuiste madre al hacer callar el agua,
marinera al subir a la piragua
y gaviota al posarte en el oriente.

Y tus hijos, tus olas y tus montes
—toda Cuba, partida en horizontes—
a tus plantas están eternamente.19
Mucho más cercano en el tiempo es el Canto a la Virgen del Cobre, debido a la inspiración del P. Jesús Bermejo (1941),20 sacerdote claretiano español que residió algunos años en Cuba. El texto consta de 56 partes, compuestas en diferentes formatos métricos y más allá de la buscada, y lograda, sencillez del lenguaje, percibimos la huella de la poesía religiosa española, no sólo la clásica, sino la del movimiento católico que tras la Guerra Civil ganó fuerza en la Península, de la mano de autores como José María Pemán, Dionisio Ridruejo y Luis Rosales.

Una vertiente completamente distinta es la de aquella poesía actual en la que la Virgen de la Caridad no es vista desde la inspiración católica, sino como un motivo cultural, generalmente sincretizada con Ochún, deidad de la santería o Regla de Ocha, como sucede en el poema de Sigfredo Ariel (1962) “Aparición natural de la Virgen de la Caridad del Cobre,21” inspirado en un dibujo de Zaida del Río, que el autor incluyó en su poemario Hotel Central (1999). En esta línea, donde el sentido evangélico es preterido en función de una identidad de corte antropológico, abierta a todos los vientos, puede encontrarse también en “Nacimiento de Ochún” de Minerva Salado y en motivos o alusiones dispersos en los versos de Georgina Herrera, Alina Galliano, Miguel Barnet y otros autores. Aun cuando podamos diferir de esta óptica, se hace evidente la riqueza de influencias que Nuestra Señora de la Caridad ha colocado en la cultura cubana, que impregna el quehacer no solo de los creyentes católicos, sino de los practicantes de la religiosidad popular, de los cultos afrocubanos o de los que, desde rumbos muy personales, buscan acercarse de algún modo a lo trascendente.
Sería un hermosísimo tributo a la Señora que, a propósito de los tres siglos de su hallazgo sobre las aguas, alguien reuniera en un pequeño folleto algunos de esos textos con que los cubanos, desde cuerdas diferentes, han cantado sus amores y sueños.


Notas

1 Enrique Saínz: La literatura cubana de 1700 a 1790. La Habana. Editorial Letras Cubanas, 1983, p.125.
2 José Surí: “A la Purísima Concepción”. En: Golpes de agua. Antología de poesía cubana de tema religioso. Selección y prólogo de Leonardo Sarría. La Habana, Biblioteca Literatura Cubana, Editorial Letras Cubanas, 2008, p. 33.
3 Esteban Salas: “Una nave mercantil”. En: Pablo Hernández Balaguer: Los villancicos, cantadas y pastorelas de Esteban Salas. La Habana, Editorial Letras Cubanas, 1986, p.89.
4 “Gozos de Nuestra Señora”. En: P. Luis Betancourt: “Gozos de Nuestra Señora de la Caridad”. Artículo en Virgen de la Caridad del Cobre. Sitio web oficial. Arquidiócesis de Santiago de Cuba( www. virgendelacaridaddel cobre.org), 13 de mayo de 2009.
5 Gertrudis Gómez de Avellaneda: “A la Virgen. Canto matutino”. En: Obras de la Avellaneda. Edición del Centenario, La Habana, Imprenta de Aurelio Miranda, 1914, tomo 1, p.120.
6 Juan Cristóbal Nápoles Fajardo: “La Virgen de la Caridad”. En: Golpes de agua, tomo 1, p.111.
7 Ibid, p. 114.
8 Luisa Pérez de Zambrana: “Ante la Virgen de la Caridad”. En: Golpes de agua, tomo 1, p.128.
9 P. Francisco Romero, cm: “Balada del peregrino” en Virgen de la Caridad del Cobre. Sitio web oficial… Sección Arte Mariano. Literatura. Segundo premio.
10 Luisa Muñoz del Valle: “Romance a la Virgen de la Caridad” en Virgen de la Caridad del Cobre. Sitio web oficial… Sección Arte Mariano. Literatura. Tercer premio.
11 P. Juan J. Roberes: “Himno a la Virgen de la Caridad”. En Virgen de la Caridad del Cobre. Sitio web oficial…
12 Silverio Díaz de la Rionda: “Himno a la Virgen”. En: Golpes de agua, tomo 1, p.178.
13 José Lezama Lima: “Sonetos a la Virgen” (IV). En: Poesía completa. La Habana, Editorial Letras Cubanas, 1985, p. 48.
14 Emilio Ballagas: “Nuestra Señora del Mar”: “Este poema”. En: Obra poética. Compilación y prólogo de Enrique Saínz. La Habana, Editorial Letras Cubanas, 2007, p.134.
15 José Juan Arrom: “La Virgen del Cobre: historia, leyenda y símbolo sincrético”. En: De donde crecen las palmas.La Habana, Centro de Investigación y desarrollo de la cultura cubana Juan Marinello, 2005, p. 84.
16 Emilio Ballagas: “Nuestra Señora del Mar”: “Este poema”, p. 135.
17 Emilio Ballagas: “Nuestra Señora del Mar”: “Ofrecimiento del poema”, pp.127-128.
18 Emilio Ballagas: “Nuestra Señora del Mar”: “La virgen se ausenta del altar durante la noche”, pp.131-132.
19 Rubén Darío Rumbaut: “A la Virgen de la Caridad”. En: www. cjaronu.wordpress.com, colocado el 2 de septiembre de 2009.
20 P. Jesús Bermejo, cmf: Canto a la Virgen del Cobre. Santiago de Cuba, Oficina de Medios de Comunicación Social, Arquidiócesis de Santiago de Cuba, 2009.
21 Sigfredo Ariel: “Aparición natural de la Virgen de la Caridad del Cobre”. En: Golpes de agua, tomo 2, p. 167.
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