Thursday, August 1, 2019

Un Amor del siglo XXI, con raíces en el XIX

Foto/Cortesía de Ileana Sánchez
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Agosto 1 de 1868, sellaron su amor ante Dios, Ignacio Agramonte y Amalia Simoni en la Iglesia de la Soledad.


Siglo y medio después, Agosto 1 de 2019, en la Casa Natal de Amalia Simoni, se prometieron amor eterno, Daniel Romero y Claudia Tomás, los actores que interpretan a  Ignacio y Amalia en la película El  Mayor ( dirigida por Rigoberto Lopez EPD, aún sin estrenar). (por Joaquín Estrada con información de Ileana Sánchez)

Foto/Cortesía de Ileana Sánchez

Unbreakable Smile (by Tori Kelly)

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Maybe I could sell out shows without taking off my clothes
God made me sexy
I don't care if only I know
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Tuesday, July 30, 2019

La sonrisa del Cardenal (por María del Carmen Muzio)


A poquísimos días de su partida nos quedará para casi todos aquellos que lo tratamos o lo escuchamos en sus homilías, o tan solo vieron una foto, el recuerdo de aquella su sonrisa. Fue su mejor arma, con la que derribaba muros, convencía; con la que nos mostraba una futura imagen del Reino de los Cielos.

Esa memoria es la que deseo guardar. Por mi trabajo en la revista Palabra Nueva coincidía con él en las premiaciones a las que nunca faltaba. Luego, ya en el Centro Cultural «Padre Félix Varela», me lo encontraba en el elevador o en las calles aledañas.

Cuando supe que deseaba tener un ejemplar del recién salido Devocionario de la Avellaneda, reimpreso por ediciones Boloña después de más de un siglo sin publicarse, fui a llevarle uno.

Accedió a recibirme y sostuvimos una interesante conversación sobre la poetisa. Surgió entonces el misterio de la pérdida de la corona de oro de la Avellaneda, que le fuera impuesta en su última estancia en La Habana por otra poetisa cubana, Luisa Pérez de Zambrana. Dicha corona, donada por doña Gertrudis a la Virgen de Belén se atesoraba dentro de una vitrina en el antiguo colegio jesuita. Varias anécdotas misteriosas en torno a la pérdida de la corona me ofreció, lo que me hizo exclamar: « ¡Qué buena historia para una novela policiaca!»; me contestó, «No se me había ocurrido, se lo voy a decir a mi amigo Padura». De inmediato le riposté, «No, Eminencia, déjemela a mí que también escribo policiaco». Su sonrisa me confirmó que aprobaría mi proyecto.

La conversación derivó hacia otras joyas eclesiásticas: el pectoral de González Estrada –primer obispo cubano– que se atesora en la caja fuerte del Centro hasta que se logre el Museo –uno de sus sueños incumplidos aún– verdadera joya de filigranas, oro blanco y zafiros, donada por un cubano-americano.

Sobre las de su antecesor el cardenal Arteaga habló con dolor pues fueron subastadas en el extranjero, las que además de ser obras magistrales de orfebrería conservaban el sentido afectivo por pertenecer al primer cardenal que tuvimos.

El tiempo se agotó, tenía que dejarlo para dar clases, pero quedamos en una segunda entrevista para perfilar la novela. No le gustaba mucho la idea, -si era policiaca le argumenté– de que existiera el asesinato de un sacerdote por la búsqueda de la corona.

Después me lo encontré varias veces, siempre con su saludo sonriente de « ¡doctora!» a pesar de que le había aclarado que no lo era; siguió siempre llamándome así. No dejaba de recordarle nuestra entrevista pendiente; a la que me contestaba afirmativamente sin dejar de sonreír.

Inmersa en otras investigaciones, cuando tuve algo de tiempo, había marchado al extranjero. Su inseparable secretario Nelson me advirtió de la imposibilidad de esa segunda entrevista pospuesta por las razones que todos conocemos.

Ahora que descansa en la paz del Señor, me cuestiono si seré capaz de escribir aquella novela fraguada en común.




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María del Carmen Muzio Zarranz (La Habana, 1947). Tiene publicadas las novelas El camafeo negro (1989), Sonata para un espía (1990), La Cuarta Versión (2000) y Dios no te va a entender (2015), así como los ensayos Andrés Quimbisa (2001), María Luisa Milanés: el suicidio de una época (2005) y el libro de cuentos para niñosLos perros van al cielo (2004). Ha merecido varios galardones y reconocimientos entre los que destacan su mención en el Concurso Internacional Relato Policial, Semana Negra, Gijón, España (2002) y la del centro “Juan Marinello” por su ensayo sociocultural sobre la figura de Andrés Petit.

El Lugareño: periodismo y cultura (por María Antonia Borroto Trujillo)



Cuando leo a El Lugareño no puedo menos que recordar algo que suele repetir un tío mío: hay dos formas de ayudar a una persona en apuros económicos: darle de comer o propiciarle los avíos y las formas de buscar su sustento. La primera solo generaría una solución momentánea, germen, a la postre, de una nefasta dependencia respecto a la mano benefactora, mientras la segunda permitiría el crecimiento personal y la siempre ansiada independencia. Tal es la dialéctica de las Escenas cotidianas, ese impresionante manojo de textos, forma de participación social para su autor y, al mismo tiempo, regocijo para su pluma.

La consideración de estos escritos como periodísticos exige algunas acotaciones. A veces se piensa que para merecer tal calificativo basta haber incluido el texto en una publicación periódica. Invirtamos el orden del enunciado: ciertos textos pueden ser tenidos en cuenta para publicaciones periódicas porque han nacido con una dinámica, en buena medida, periodística. En el caso de El Lugareño sorprende esta suerte de disciplina mental, la cual da continuidad y sentido a las Escenas, posible por su certeza de la importancia de la prensa para el mejoramiento social.

Curioso esto de la disciplina mental: allí ubica el teórico español José Luis Martínez Albertos una de las peculiaridades del trabajo periodístico, peculiaridad que permite calificar a unos determinados textos como periodísticos y a ciertos autores como periodistas. En El Lugareño el asunto ha de ser examinado en un radio aún mayor, cercano al mejor costumbrismo cubano. Mas no nos dejemos confundir por el apelativo de la colección publicada en la Gaceta de Puerto Príncipe, en sus números correspondientes desde el 16 de junio de 1838, cuando vio la luz pública el primero de ellos, hasta el número 26, aparecido el 2 de junio de 1840. Hay mucho de costumbrismo, es cierto, aunque no todo es costumbrismo. Vayamos por partes.

Ya en el siglo XIX la prensa motivaba reflexiones en torno a su utilidad y a su influencia. Para algunos, dígase Alexis de Tocqueville, la prensa es útil por los males que evita; para otros, entre ellos Domingo F. Sarmiento, es lo que el foro en la antigüedad. En su opinión, gracias al diarismo, el genio “tiene por patria al mundo” y sus testigos son la “humanidad civilizada”; Manuel González Prada, a su vez, vio lo paradójico de su misión: única nutrición cerebral “para la multitud que no puede o que no quiere alimentarse con el libro”, pues “donde no logra penetrar el volumen se desliza suavemente la hoja”(1), Otras muchas opiniones podrían ser traídas a colación, las cuales, con nuevas vestiduras, continúan en buena parte de los debates actuales a propósito de los medios de comunicación.

J. Herbert Altschull, en De Milton a Mc Luhan. Las ideas detrás del periodismo estadounidense, un libro iluminador, examina la cercanía de muchas ideologías profesionales de la naciente ocupación con los postulados de los grandes pensadores de la modernidad. Sucede que el periodismo se nos desdibuja y pierde su fisonomía, audaz y controvertida, si es desligado de la modernidad, de las posibilidades brindadas por la celeridad de las transformaciones económicas y sociales gestadas por los nuevos tiempos, dígase la invención de la imprenta, suerte de parteaguas donde muchos sitúan el inicio de la modernidad, el abaratamiento en la producción del papel, el surgimiento del ferrocarril y, andando el siglo, el surgimiento de una red cablegráfica mundial, germen de la siempre expectante sensación de ubicuidad. Pero, al mismo tiempo, la prensa deviene poderoso motor impulsor de la modernización.

El uso del término periodista aplicado a El Lugareño puede despertar ciertas sospechas: no ha de ser asociado su nombre con el surgimiento del periodismo-empresa, momento, por ejemplo, vivido por José Martí en Nueva York, y por Julián del Casal en La Habana. Los procesos percibidos por ambos son la génesis de las asombrosas transformaciones contemporáneas en la escena mediática, dígase las coberturas en tiempo real, la escenificación de los conflictos, las bitácoras personales, la llamada blogosfera y las posibilidades para la interacción entre autores y lectores, por solo citar algunas. Varias páginas suyas, referidas a las problemáticas de la prensa, resultan, por tanto, una suerte de oráculo del cada vez más ambiguo estatus del escritor en la modernidad, del controvertido devenir de una profesión muy moderna -impensable fuera de tal ámbito- e, incluso, de su crisis. Hoy, por ejemplo, se reconoce la existencia de un cambio de era, asentado, querámoslo o no, en las transformaciones de los paradigmas y rutinas profesionales de los periodistas.

Paradigmas y rutinas de la profesión, obviamente, distantes aún de ser norma corriente en la época de El Lugareño; aunque, en aras de retomar la noción misma de la disciplina mental, debemos reconocer en don Gaspar una acendrada vocación estilística, y, sobre todo, una tempranísima comprensión de las demandas y peculiaridades de la escritura para la prensa periódica, lo cual, me atrevo a asegurar, hace sus Escenas… vitales y actuantes aun hoy. El civismo es, acaso, su primera virtud. Estos textos son una suerte de extensión de la labor de mejoramiento social emprendida por su autor: tal parece que, desde su perspectiva, aquella está incompleta sin este sacudimiento llegado desde las páginas de la Gaceta.

La elección del seudónimo establece un vínculo entrañable con la comunidad de lectores. No puedo detenerme en las tremendas implicaciones de ese gesto, aparentemente coqueto, del escritor que, al nombrarse a sí mismo, oculta su apelativo real, ardid siempre lleno de resonancias. Betancourt Cisneros lo sabía, por eso aclara su más ferviente anhelo: “[…] Quiero que al leer El Lugareño entiendan que habla un lugareño.”(2)  Acto seguido vuelve a ser enfático: “[…] he tomado el nombre, el aire y apostura de El Lugareño para que en mí se os antoje el tímido lugareño, el inocente lugareño, que bien podré serlo; pero si acechare la hermosa flor del Camagüey, y sorbiere en su cáliz la rica almíbar, y fabricare un panal, ¿qué daño hay en esto? Coméos [sic.] el panal, buen provecho os haga”(3).

Es frecuente, por tanto, la interpelación al lector, forma de simular esa silente conversación que debe obrar cual sacudida electrizante:
En efecto, lectores míos, la cosa se está poniendo en este mundo tan positiva, que de nada se hará caso como no valga o traiga dinero. Abrid bien los ojos y los oídos, para que mi ESCENA positiva no sea como otras muchas, sermón en desierto, y mi habladora lengua no se lamente de haber hablado con los que tenían ojos y no vieron, oídos y no oyeron. Yo sé que mejor me oiríais si os regalase el oído con el sonoro tintín de los doblones. […](4)
Pero os regalaré con ideas en plata y plata en ideas, que valen más que otras locuras de que solemos atestaros las Gacetas.


Todo ello como preludio para una disertación sobre economía política, pues este articulista sabía muy bien cuanto se traía entre manos:
El pueblo no lee las obras de los economistas ni concurre a las cátedras. La Economía Política es la ciencia que trata de las riquezas de los pueblos: el pueblo debe iniciarse a lo menos en los principios que le sirven de base. El público asiste a las cátedras y aprende en los libros; el pueblo asiste a los talleres y aprende en las Gacetas. El catedrático siembra en un jardín abonado; el escritor de costumbres, en campo virgen, cual oficioso montero que riega semillas útiles en los saos y sabanas para que mejoren los pastos. El profesor aclimatará la canela y el añil; yo multiplicaré la zúrbana y el cañamazo. Aquél sobre las alas de la ciencia derramará su luz sobre la sociedad; yo, mano a mano con las costumbres ciegas, le pondré el pueblo en camino. El uno hablando el idioma de los sabios y yo el del pueblo, nos encontraremos en el punto convenido, la utilidad general a donde deben dirigirse las grandes masas de la sociedad; porque sea dicho sin embozo: sin público ilustrado no hay pueblo feliz, y sin un pueblo sensato no hay público tranquilo.
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¿Qué cosa es moneda? ¡Anjá! ¡Vaya una pregunta tonta!, dirá el muchachito que salía para la plaza, cuando le dieron la Gaceta, a comprar una vela de maíz pelado y un huevo de calabaza. […](5)
He citado el fragmento en toda su extensión, pues introduce dos asuntos fascinantes. El primero, la distinción entre pueblo y público, atribuyendo al segundo no ya una determinada instrucción: se trata más bien de una vocación: gracias a la labor de la prensa, importante elemento entre otros tendentes al progreso cultural, el pueblo devendría, también, público. Maravilla tan temprana noción sobre el asunto: el interés por la educación se extiende a la imprenta, pues ambas forman parte de un coherente deseo de mejoramiento. Mas el asunto era bien complejo: está en juego, además, la supervivencia de las publicaciones.
[…]. La imprenta a duras penas puede sostener dos Gacetas a la semana; los billares prosperan en todos los días del año, patrocinados por el público, […] cualquier hombre ilustrado puede pedirle la Gaceta a su zapatero, y satisface su conciencia con devolvérsela. Los ricos se cuidan poco de los negocios locales, nacionales o extranjeros; los de mediana fortuna harto hacen con juntar dinero para pasar a ricos; los pobres, o no saben leer, o no se llenan la barriga con letras o pensamientos”(6).
Otro aspecto hace suponer una genuina estrategia autoral -¿periodística acaso?-: la elección del léxico. Hablar el idioma del pueblo: una y otra vez el autor nos sorprende con palabras muy propias de esta región, con sabrosos giros y modismos picantes. De zumbón se ha calificado su estilo, esa prosa irreverente y fresca, aunque muy bien pensada y adecuada al fin último de las Escenas. Abramos un nuevo paréntesis: el lenguaje sigue siendo aspecto filoso en los debates en torno a la redacción periodística: quienes lo hemos ejercido podemos dar testimonio de fervientes discusiones entre los defensores a ultranza del congelado molde que es siempre un diccionario y los favorecedores de la utilización de un registro más vivo, que sin ser vulgarizador acerque el texto a la lengua viva. No creo necesario aclarar entre quienes me encuentro.

La imagen de la mujer bien merecería un texto aparte, y tanto como sus ideas sobre la educación del bello sexo, la coquetería de ciertos textos dedicados a este sector del público, y la equiparación de la musa con una mujer voluble y esquiva. Esa queja frecuente en quienes, por obligación -demandas del oficio, según Casal- debemos llenar cuartillas -queja de elevadas cotas en Martí(7)-, ya estaba presente en este hombre, quien había contraído consigo mismo el compromiso de la puntual entrega de sus textos a la prensa:
Hace media hora que te he invocado, Crítica inocente, para que me des el tema de esta ESCENA. ¡Mujer al fin, voluble e ingrata! Tal vez entretenida en el gabinete de algún grave literato, le inspiras el juicio crítico de algún sistema de los muchos que aborta el entendimiento humano en esta época venturosa de emancipación mental; y a mí me dejas, cual montero descarriado en tenebrosa noche sin poder columbrar la vereda que pudiera sacarle a camino conocido(8)
El texto es a propósito de lo no escrito. Juego sutil, en el cual se dice sin decir, acaso uno de los más atrevidos desde el punto de vista formal y también de los más cáusticos respecto a ciertos espacios urbanos y los comportamientos asociados a ellos: un billar, una escribanía, una taberna, el “estrecho y fementido callejón de…”, una mesa de juego, una gallería… Ni siquiera el San Juan puede ser asunto de esta crónica fechada el 23 de junio de 1838: “[...]. Aguardaré que pase toda la feria para decidir si han retrogradado a los tiempos bárbaros, o permanecen fieles a la comunidad de los hijos del siglo, alistados bajo las banderas del progreso. El triunfo de la opinión es el más glorioso de los triunfos y no puede escribirse sin inspiración olímpica”(9). Poner en escena, expresión repetida en varias ocasiones, significa, amén del mero hecho de escribir sobre algo, la certeza de la alta referencialidad de lo expuesto respeto a la realidad. Solo así siente el autor protegida la verdad, su pretensión más alta:
La verdad es una, es universal, es hija de Dios, como Él es espiritual, eterna, indestructible. No puede ocultarse; más fácil sería echarle un techo a la tierra para evitar que la fecundasen los rayos del sol. La verdad ha de resplandecer, ha de triunfar, ha de producir la justicia, la utilidad, la razón universal. […]. Ocultar la verdad es obstruir los medios de Dios para perfeccionar la inteligencia humana. Esto es impío a la par que insensato, porque la verdad ha de aparecer en despecho del hombre. Estoy resuelto: diré la verdad; sostendré los principios; atacaré las costumbres y respetaré a los hombres. [...].(10).
Esta profesión de fe lo acerca a una de las primeras consideraciones esgrimidas, fundamentalmente en Estados Unidos, a propósito de la labor periodística y su defensa de la verdad, supuesto que andando el tiempo conduciría al mito de la objetividad periodística y a la hipotética anulación de la distancia entre la noticia y el hecho referido, seguridad, para los lectores, de que no se les ha pasado gato por liebre.

En otro texto vuelve El Lugareño a decir sin decir. La lógica impaciencia por obras de lento avance marca un párrafo entrecortado, donde pueden ser supuestos los gestos del dicharachero autor, y algo aún más trascendental, la complicidad con sus destinatarios: “[...]. Otro proyecto adelanta mucho, la Plaza de Recreo. Ya se están cavando los cimientos, parte de los materiales están acopiados, las verjas listas; pero… pero…. ¡eh!... ¡ah!... ¡oh!... pues… se me atora… el patriotismo… Sí… la civilización… ya… nada… atorado se queda y no me lo sacan ni con garabato”(11). Este párrafo participa, probablemente, de un inteligente juego, sino con la censura, al menos con las conveniencias, las cuales, consensuadas y asumidas, a veces como una suerte de segunda piel, hacen factible -o no- la elección de ciertos tópicos. La censura y sus mecanismos, digamos de pasada, no bastan para la comprensión de un tema tan álgido como la agenda de los medios, término actual, aparente despropósito referido a la prensa del siglo XIX. Alejémonos, sin embargo, de la ingenuidad de creer que aunque no fuera enfocado así el asunto, los periódicos no tenían bien claras sus agendas. El texto de El Lugareño -he ahí su ganancia mayor- subvierte y usa a su favor cualquier restricción, estrategia empleada una y otra vez por muchos de nuestros articulistas frente a los una y otra vez adormilados censores.

Las Escenas… deben obrar en el cuerpo social cual los cáusticos en el humano. Así se refiere a ellas su autor, quien de rato en rato pasa revista a lo escrito no con el ánimo de solazarse con sus hallazgos formales: busca la comprobación de lo hecho en la ciudad como resultado de la labor aleccionadora de la prensa, pues “[…]. Si un pueblo abusa de la imprenta es loco; si no usa de ella, el médico dirá lo que es”(12).

Esta última oración, junto a otras expresiones ya vistas y la concepción misma de las Escenas…, permite apreciar en Gaspar Betancourt Cisneros un pensamiento profundo a propósito de la prensa, vista hasta ahora como aliada. Mas no nos engañemos: este precavido ciudadano supo lo nefasto del exceso. ¿Qué sería abusar de la imprenta? Tal vez la clave radique en algo de lo ya visto, en esa profesión de fe, esa combinación ejemplar nacida de decir la verdad, sostener los principios, atacar las costumbres y, sobre todo, respetar a los hombres; combinación todavía deseable y posible para el periodismo contemporáneo, tan desquiciado en sus paradigmas éticos y estéticos.







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  1. “Nuestro periodismo”, en Horas de lucha. Callao. Tip. Lux, 1924, p.133 apud. Julio Ramos: Desencuentros de la modernidad en América Latina. Literatura y política en el siglo XIX. Caracas. Fundación Editorial El perro y la rana, 2009, p.193.
  2. Gaspar Betancourt Cisneros, El Lugareño: Escenas cotidianas, La Habana. Publicaciones del Ministerio de Educación, Dirección de Cultura, 1950, p.225.
  3. Ibíd., p. 226.
  4. Ibíd., p. 119.
  5. Ibíd., pp. 120-121.
  6. Ibíd., pp. 89-90.
  7. “El escritor diario no puede pretender ser sublime. [...] Para el que no es dueño de sí, y no puede esperar la hora, ha de aprovecharla, si le sorprende, pero no ha de forzarla. - Que la inspiración es dama, que huye de quien la busca; el escritor diario, que puede ser sublime a las veces, ha de contentarse con ser agradable” José Martí Pérez: “Cuadernos de apuntes 9” en Obras completas, La Habana. Editorial de Ciencias Sociales, 1975, vol.21, p.254.
  8. Ibíd., p. 39.
  9. Ibíd., p.41.
  10. Ibíd., p. 111.
  11. Ibíd., 111. El proyecto en ejecución contenía elementos de una propuesta presentada por el Lugareño ( V. Marcos Tamames en De la Plaza de Armas al parque Agramonte. Iconografía, símbolos y significados, Camagüey, Ed. Ácana, 2003). Nótese, en el párrafo citado, la distancia respecto a este particular que establece el autor. Si bien el proyecto no es exactamente el suyo, prima en su forma de asumir el asunto el deseo de examinar las transformaciones en la ciudad en virtud de su utilidad y no por las implicaciones personales en su ejecución, suerte de desdoblamiento que entraña, según me aventuro a asegurar, una particular vocación ya, en buena medida, periodística.
  12. Ibíd., p. 109.



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María Antonia Borroto Trujillo: Periodista. Dra. en Ciencias de la Comunicación. Autora de los libros La novia de MartíLectura en dos orillasImagen múltiple de la ciudad: tres cronistas miran La HabanaPalpitación de lo diario: un costumbrista llamado José Martí, Páginas volanderas, El escritor y la bibliotecaria y Julián del Casal: modernidad y periodismo (Mención Casa de las Américas en 2014.  Editorial Oriente, 2016).
Actualmente se desempeña como profesora en la Universidad de las Artes, ISA, filial Camagüey.

Monday, July 29, 2019

María Eugenia Caseiro, alta hechura para altos asuntos (por Manuel Vázquez Portal)


María Eugenia Caseiro es una poetisa de poderosa voz y temas trascendentes. No hay en toda su obra un verso gratuito. La facturación es de impecable orfebrería. Lo objetos poéticos no se andan con nimiedades. Alta hechura para altos asuntos. Los más hondos dilemas humanos son abordados con espontaneidad y minuciosa magistralidad. El respaldo filosófico a sus indagaciones le llega desde una sedimentación cultural y humanística conseguida por la consagración al estudio.

Nada en ella es aleatorio. Hay una meditación serena en cada poema. No da espacio a improvisaciones baladíes. En ella se unen un delicado estro poético y una información literaria que viene desde los orígenes. De ahí su elevación y gracia. No se puede ser Mallarmé con manquedades filológicas, “Leí todos los libros y es, ¡ay!, la carne triste”, ella lo sabe. Por ello cada uno de sus textos está respaldado por siglos de sabiduría.

En la poesía cubana son escasas las voces de este tono mayor. Tono que se sustenta en el dominio de los problemas filosóficos aun sin respuesta pero que cada poeta auténtico ha tratado a través de su prisma personal por los siglos de los siglos. Desde la incertidumbre existencial, la prohibición al ojo humano para ver en lo inextricable, hasta el eterno retorno circulan por los versos de María Eugenia Caseiro con naturalidad. Se enrola ella en la tradición primigenia del poeta: indagar, profetizar, dejar constancia desde una visión muy individual “del justo tiempo humano”.

Si la poética cubana ha padecido en las últimas seis décadas de una abrumadora y voraz invasión de superficialidades e intrascendencias, salvo algunas voces que patentan lo contrario, María Eugenia Caseiro ha plantado su bandera precisamente en esa zona donde la poesía deja de ser cetrería de moda, ya política ya comercial, para convertirse en averiguación ontológica y herencia no solo estética sino ética. Su cosmología personal no se conforma con el provisionalísimo del éxito transitorio y banal sino que intenta seguir discurriendo más allá de la otra orilla –otra orilla (Hades) que ella misma niega- del tránsito humano.
Era en el preludio de lo desconocido
la bruma sediciosa en un fanal,
la torva encrucijada de los días,
insecto anónimo empujado al erial de la existencia.

No es la lámpara lo que busca María Eugenia Caseiro sino la luz. Conoce que la lámpara, como todo artificio, puede ser controlada, apagada o encendida caprichosamente para falsas lisonjas o malévolos castigos. La lámpara es lo falaz, la lentejuela, lo exterior, lo poseible, y la indagación de la poetisa sobrepasa esos lindes. Su viaje no es turístico sino vital. No va diseñando postales coloridas, sino pirograbando en carne propia las muescas del peregrinaje. La permutación de lo desértico por lo infértil y la sucesividad de ambos paisajes del transcurrir al que se ve como existir, es para ella lo poemisable. No edulcora pero tampoco aterra, simplemente traduce lo que le dicta el universo y aquellas voces que antes de ella fueron. De Dantes Alighieri a Thomas. S. Eliot, de Julián del Casal a Eliseo Diego le tienden un finísimo hilo conductor que la emparenta con la templanza para palpar y plasmar sin aspavientos ni asombros lo que es dado para vislumbrar más que para conocer.
 apaga el horizonte
antes de zarpar /
  escúrrete la sombra
sin que una sola gota
permanezca /
avista los aros y los cantos
crea en mí
como en ti creo
el fantasma /
Adentrarse en la poesía de María Eugenia Caseiro es arriesgarse a una travesía en que todos los trasgos de sus vivencias particulares pueden convertirse en fantasmas propios. La universalidad en ella es una condición intrínseca de su poética y lo que la afecta nos afecta a todos. Comprendió a cabalidad que la voz del poeta es una voz que si no se torna múltiple deja de ser universo compartible, y su hermenéutica inútil, porque los signos serían incomprensibles para los demás.

El signo verdadero, como hecho heurístico en sí, trae una acumulación del todo múltiple en función de lo particular –o lo que podría llamarse convención semántica al nombrar las cosas- y es por esa vía que la poetisa se comunica. La complicidad que se establece entre emisor y recipiente parte precisamente de la comunidad de sucesos vivenciales que los afecta a ambos y que es al poeta a quien corresponde componer.

El ser humano solo entiende bien aquello que le ha ocurrido alguna vez, y si el poeta lo trata con autenticidad se torna voz de todos. El factor que más común hace al ser humano es su creencia de que es excepcional, y es ello lo primero que descubre el poeta, que su excepcionalidad radica precisamente en abordar aquello que le es común a todos. Por eso el verso que nos conmueve, y parece una experiencia propia, única de nosotros mismo, es el verso que hace del poeta un ente cercano y querible.

María Eugenia Caseiro es de esa estirpe. Una poetisa que es su voz, y voz de todos. Lo que ella propone en sus versos es la existencia sin lujos pero también sin harapos. No es la apariencialidad lo que impulsa su discurso poético. Es la sustancialidad del irse y del devenir. Un juego que la transforma en historia y profecía a la vez.

Como un elemento puramente epistemológico los teóricos dan en dividir a los poetas en grupos con características similares, voces parecidas, elaboración semejante, cosmovisión paralela. Los encasillan o subdividen por coincidencias epocales o intereses mutuos. Por lo que María Eugenia Caseiro, nacida en La Habana, Cuba, 1954, debía pertenecer a algunos de los tantos grupos generacionales de su tiempo. Formar parte de algunos de los “ismos” con nombres de tertulias entre folclóricas y tendenciosas. Pero su poética traspone todas esas estrecheces y la sitúa entre los poetas de gran calado. Es una solitaria contumaz ubicada en el estrado particular de los que van “de su corazón a sus asuntos” sin presiones grupales que podrían haber desviado su sello personal.

El sosegado sesgo nihilista que palpita en la resonancia vivencial de María Eugenia Caseiro no resulta actitud pesimista sino equilibrio entre lo heredado y su experiencia personal. Entre la búsqueda y lo hallado, entre lo real y lo ideal. No es la crudeza de la supuesta verdad ni la hipocresía de la ensoñación lo que atrae en su poética. Sin relativismos absurdos ni apotegmas efectistas, va al detalle raigal. Es el balance que establece entre lo factual y las aspiraciones. Es su posición centrada y estable lo que la define.
   aunque de alguna forma
hemos tropezado
la ruta en un instante /
   aunque de alguna forma
nos hemos convidado
a trasponer /
   sin una vaga estancia
ni guarnecedor respiro
ni otro anhelo
mas que sabernos perdidos /
una franja del tiempo /
   viajemos pues
viajemos el solo de este canto
abandonados al vaivén
de la barca
Tiene conciencia de la levedad de la ruta y del ser. Invita al vaivén de la barca como se invita al goce del instante porque sabe que “el rio que ve, es y está dejando de ser simultáneamente”. Se reconoce, nos reconoce, como viajeros ciegos, sin otro destino que recorrer, sin más alternativas que fluir. Se ve, nos ve, como hijos de un tránsito que no sabemos explicar, pero que no nos cansamos de indagar.

Todo ello es la María Eugenia Caseiro desde la conceptualidad, desde su cosmovisión poética, porque desde el punto de vista formal, nos topamos con una poetisa sabedora de todos los artilugios del buen quehacer poético. Extraordinario sentido del ritmo. Dominio pleno del andamiaje metafórico en el que lo tropológico se pone en función del qué decir. Mesura sin igual para desgajar lo superfluo, lo cosmético, lo inconsistente. Contención luminosa para el matiz, el giro exacto, el significado preciso. Su lenguaje no es una acumulación de léxico rebuscado y ostentoso, semasiológicamente diríase lo contrario, es la búsqueda de lo sencillo pero sin licencia para la simplicidad. Es el mucho saber estacionado en el bruñido y magro vaso. No pretende deslumbrar por la prosapia sino por la síntesis. Es lo grandioso poetizado sin grandilocuencias.

Y como siempre, aquí los poemas de María Eugenia Caseiro para culparme o exonerarme por mis deslices y torpezas.


XIV
(Del libro Sin Caronte en la barca)


   érase una barca lunar
era la luna misma
impulsada por terribles invenciones
atravesando la espesura en una incógnita/
érase en tal barca
navegando al abandono /
la noche inacabable sin color
febril quebrantamiento de las vueltas
en curiosa voluntad/
   érase una barca
como la obstinación
entregándose al periplo del enigma
érase el espejo ante el que sigue
de largo la clemencia
como quien viste inequívoco desnudo
en el desierto
   y se resiste
a atravesar acápites dispersos
en nada tan total e irreversible/
   érase de sombras
como lo irremediable
estela de brazadas horadando la
         renunciación


(Del libro El rapto de Palissy)

"Vieja es la hora en que nadie
responde y todo se congela como gota de rosa.”
Lorenzo García Vega


Cuando conocí a Palissy, era su barba un leviatán sagrado al amparo del vapor, mi cuerpo lunar era de espacios, una calcomanía borrosa como el túnel callado de la espera que ha rebasado el humo. Palissy era un mago que bruñía las ajorcas de plata en las orejas de las tazas, mientras izaba el humo con sabia aplicación el trapo en la chalana del café. Abuela se trocaba en una esencia dócil que apostaba inflexible al culto de la siesta. Hermágoras oteaba el códice sagrado que del vapor brotaba en un soplo mesmérico agrupándose a ratos en escala de grises sobre el color mutable de las salamandras. Mi padre se esmeraba en abrillantar cucharas, luego esgrimía aquel lustre al sopesar la tarde derramándose en los cuadros, en la mirada fija de nuestros precursores sobre mi silueta niña que hilvanaba el pasillo hacia la mecedora. Sombra chinesca mi padre agigantándose, armaba en la pared su maqueta inasible como el sueño mismísimo encerrado en otro sueño que escapa del sopor de la ventana con rosetón dorado. Y el índice de Hermágoras también se maduraba; doblábase en el aire con su fórmula gris, transmutaba en silencio entre torres de signos, en cúpulas de tizne formando abecedarios, en las cósmicas lámparas de números torciéndose, salidos del delirio que exhalaba la maqueta de mi padre en la pared. Palissy bruñía sin que nadie lo viera, otra sombra sinuosa en pos del humo hilvanando mis pasos hacia la mecedora.


(Del libro Galeato por un suicida)

Ni la letra muerta de la carta
A Marta Vignier

“A la trágica intemperie de su muerte
no asiste ni ella misma.”
Eliseo Diego


Lograba subsistir
apresando esferas y andamiajes
en el agujero de la cábala
para armarse de nuevo
sin recuerdos ni olvidos.
Era la eternidad quien desahuciaba
fábulas y ahogaba paradigmas
en la furnia del Vedado
descosiéndose a instantes
aquel tajo que anunciaba el amuleto.
Merecía conservar
a la intemperie del derrumbe
un aderezo de esmeraldas,
pero no quedaron ni así añicos
agitando el polvo de la ciudad sin gloria
al mediodía abriéndose en tajadas.
Lo atado era capaz de desatar
el desplome al vacío enredándose en sus dedos.
Su única manera de existir
“Y no ser ni la sed ni la huida
ni el pétalo, ni la letra muerta de la carta”
ya no es ni el soplo maldito del destino
borrándola.


Viaje elemental
(Del libro Pentagonías)


"El viaje más largo
comienza con el primer paso"
Proverbio chino


Era en el preludio de lo desconocido
la bruma sediciosa en un fanal,
la torva encrucijada de los días,
insecto anónimo empujado al erial de la existencia.
Llenos estaban de aquel calor tranquilo
los estadios benignos de un caos indulgente,
parabólicas cuestas dotadas de silencio
cuya curva en el tiempo antecede al acaso,
pronostica los rumbos y nuclea pepitas
como panes cociéndose.

Transcurrían sin tiempo los días de mi pan,
ese pan almizclado de atemporalidad
sin indicios de adeudos
como eterna largura de la nada
que dejó en entrecruces el amor primitivo
peldaño que con pasión fabrica
un complejo engranaje con su carga.

Cuando salí rodando como avatar sin nombre
arrastrada en la corriente de sus vueltas,
ni pez, ni ave, ni cuadrúpedo herbívoro;
ni sombra del saber, ni límite en la nada.
Era la sorpresa un ente imaginario
en el ir y venir de la inconsciencia.

Luego fui en sus adentros la sangre con abrigo
de domésticas voces como una extraña música,
un puente sin atajos hasta el alumbramiento.
Y fue aquel primer encuentro con la vida
avezado juego a ciegas con la muerte,
la tibia pasarela de un fantasma
con sus ojos curiosos asestando el latido
en la tierna semilla de la suerte.

Como fruto del camino andado
no saberse asunto en los impulsos de la génesis,
la tierra, el mar, el fuego, el aire... todo
aquel torbellino de prolongaciones y apéndices.

Una sola ruta primaria e insondable
bastó para plantar el árbol con mi nombre,
los nombres además de los arcanos
que habrían de anticiparse a mi destierro.

Las nadas que siguieron, pavorosas y ciertas,
no partieron del caos con su curva insondable.
Soy parte del acaso historia de mí misma.





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María Eugenia Caseiro. La Habana, Cuba, 1954. Poeta y narradora. Graduada de la Facultad de Lenguas Extranjeras, idioma inglés, en su país natal con un postgrado en Conversación y Traducción. Es Miembro de la Unión de Escritores y Artistas del Caribe, Unión Hispanoamericana de Escritores, Asociación Caribeña de de Estudios del Caribe, Miembro Correspondiente de la Academia de la Historia de Cuba-USA, Miembro Colaborador de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE). Integra la Muestra Permanente de Poesía Siglo XXI de la Asociación Prometeo y el Consejo Editorial de La Peregrina Magazín y de la revista Arjé. Colabora con la Asociación Canadiense de Hispanistas. Fundó en Miami a finales de los 90s, el grupo literario interactivo Los Búhos y Las Lechuzas, que dirigió hasta el 2005. Ha publicado una veintena de libros y además de integrar incontables antologías poéticas alrededor del mundo, sus textos han sido traducidos a diversas lenguas e idiomas, entre las que se encuentran, japonés, euskera, catalán, alemán y árabe.

Ha recibido los premios: “The Diamon Homer Trophy”, International Library of Poetry” (Hollywood, California, 1998); Premio “Publication La Porte des Poetes” (París, Francia, 2005); Primer Premio Narrativa Artesanías Literarias (Israel, 2007); Orden José María Heredia (California, USA, 2007); Editor’s Choice Award, 2005, 2007 y 2008, The International Library of Poetry (Hollywood, California); Primer Premio Poesía, Carta Lírica (Miami, 2011); Premio Publicación Poetas y Pintores de la Callecita de los Tilos (compartido), Linden Lane Press, 2012, entre otros.

Ha publicado, entre muchos: Pedazos de paisaje, versión original en español, La luna del perito, Alicante, España 2005 y, en versión bilingüe (español y rumano), Literra, Rumania 2005; No soy yo, Poemápolis, Bilbao, España 2008; Nueve cuentos para recrear el café, en versión bilingüe (español y francés), Editions Equi-Librio, Lyon, Francia 2009; ESCAPARATE, el caos ordenado del poeta, Editorial Glorieta, Miami, USA 2011; Arreciados por el éxodo, ICE, Miami, USA 2013; A Contraluz, ICE, Miami, USA, 2016; Antecedentes y Morfología de la Fobia, Editorial Exodus, Cataluña 2016; Arreciados por el éxodo, (edición especial), Imagine Clouds Edition, Miami, USA 2017.







(Julio 12, 2019) Eucaristía en la habitación del Card. Jaime Ortega

Foto/twitter @ThomasWenski
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Ver en el blog
El Card. Jaime Ortega ha fallecido

Sunday, July 28, 2019

"La Cenicienta", otra batalla nada pírrica ganada por la Miami Lyric Opera (por Baltasar Santiago Martín)

Fotos cortesía Miami Lyric Opera
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Según Wikipedia, “La Cenicienta, a saber la bondad triunfante (título original en italiano, La Cenerentola, ossia la bonta in triunfo) es una ópera cómica en dos actos, con libreto en italiano de Jacopo Ferretti, basado en el cuento de hadas La cenicienta, de Charles Perrault, compuesta por Gioachino Rossini en un período de tres semanas, cuando tenía 25 años de edad, tras el éxito de El barbero de Sevilla, el año antes. Se considera que La Cenicienta contiene algunas de sus mejores composiciones para voz sola y conjuntos. La ópera se estrenó en el Teatro Valle de Roma, el 25 de enero de 1817”.

Una de las cosas que más me llamó la atención y me agradó de esta puesta de La Cenicienta por la Miami Lyric Opera, a la que asistí el sábado 6 de julio de 2019, es la vigencia de la misma, pues a pesar de sus 202 años de antigüedad, el Maestro Raffaele Cardone la sacó de su baúl y la desempolvó magistralmente, sin descuidar detalles, pues los hermosos telones pintados y el lujoso vestuario, a cargo de Sormani- Stivanello, se ajustaron perfectamente a la época en que se desarrolla este “drama lírico jocoso”; ¡y qué decir de los cantantes- actores que la revivieron bajo su experta dirección!

La mezzosoprano Megan Berti ofreció una Angelina/Cenicienta completamente perfecta, tanto en lo vocal como en lo actoral, y su transición de criada a la hermosa joven deslumbrante que volvió a cautivar a Don Ramiro en palacio (ya lo había hecho desde su primer encuentro con este) fue sencillamente impactante, como en el cuento de hadas de Perrault que sirvió de base para el libreto.

Megan Berti como Angelina/ Cenicienta
 y Enrique Guzmán como Don Ramiro
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El tenor Enrique Guzmán, a su vez, como Don Ramiro, cumplió muy bien en lo vocal, pero su desempeño actoral me pareció un poco envarado, lo cual debe mejorar, mientras que Gabriel Menéndez, como su criado Dandini, estuvo delicioso en su papel como suplantador de su señor, con una vis cómica de altos quilates, amén de ser un gran barítono al que quisiera ver en otros roles, tanto verdianos como puccinianos.

Elizabeth DiFronzo como Tibse;
 Enrique Guzmám como Don Ramiro,
 y Gabriel Menéndez como Dandini
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Después de reseñar el desempeño de “los buenos” de la obra, toca ahora hablar de “los malos de la película”; digo, de este divertimento lírico.

El bajo-barítono Stefanos Koroneos estuvo magnífico, valga la redundancia, como Don Magnífico; un rol que, si no hay un adecuado dominio escénico y vocal, puede pasarse de la raya en la ridiculez que lo caracteriza, pero Stefanos lo bordó sin estridencias, mientras que sus poco agraciadas hijas lo secundaron en la misma cuerda: la soprano Gina Galati como Clorinda, y la mezzosoprano Elizabeth DiFronzo como Tibse.

Un comentario aparte para el también bajo-barítono Mijaíl Smigelski, que estuvo glorioso en su Alidoro, el sustituto en esta versión libre del susodicho cuento infantil de las tres Hadas Madrinas.

Megan Berti como Angelina/ Cenicienta
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En los saludos finales: Gina Galati como Clorinda, Elizabeth DiFronzo como Tibse, Gabriel Menéndez como Dandini, Megan Berti como Angelina/ Cenicienta, Enrique Guzmám como Don Ramiro, Stefanos Koroneos como Don Magnífico, y Mijaíl Smigelski como Alidoro.
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Un reconocimiento agradecido para el coro, dirigido por Pablo Hernández; las luces de Kristina Villaverde, y la dirección orquestal del Maestro Leo Walz, y por supuesto, para el principal artífice de toda esta hermosa magia: el Maestro Raffaele Cardone.


Hialeah, 28 de julio de 2019

Kurt Jooss (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.

Los textos anteriores, se pueden leer en este enlace.


Kurt Jooss nació el 12 de enero de 1901, en Wasseralfingen, Alemania. Hacia 1920 ingresó a la Escuela de Música de Stuttgart donde, además de estudiar teoría musical y práctica de instrumento, estudió danza con Rudolf von Laban. En 1922 Kurt se unió a la compañía de Laban, desempeñándose como bailarín y asistente, trabajando en Manheim y Hamburgo hasta 1923.


El año siguiente Jooss fue nombrado maestro de ballet en Münster donde formó su primera compañía, el Neue Tanzbühne, contando entre sus filas con los bailarines Sigurd Leeder y Aino Siimola (con quien se casará en 1929). Además, en su equipo de trabajo estaban Frederick A. Cohen como director musical y Hein Heckroth como escenógrafo y diseñador. Entre las obras que realizó para esta compañía se encuentran “Ein Persisches Märchen” (1924), “Der Dämon” y “Die Brautfahrt” (ambas de 1925).
Junto a Leeder viajaron a París, en 1926, para estudiar ballet con la famosa bailarina y maestra rusa Lubov Egorova. Un año después Kurt regresa a Alemania ya que fue nombrado director del departamento de danza de la Essen Folkwang School, renombrada como Folkwang Tanztheater en 1928. En ese período creó “Zimmer 13” (1929), “Suite 1929” (1929) y “Pavane” (1929) con música de Ravel y diseños de Leeder.


Tras tres años de trabajo, lo contrataron como maestro de ballet en el teatro Municipal de Essen. Para su compañía, la Folkwang Tanzbühne, creó entre otras obras “Le Bal” (1930), “Coppelia” y “El hijo pródigo” (ambas de 1931). 1932 fue un año muy fructífero, creó “Pulcinella”, “Big city”, “Ball in old Viena” y “The Green Table”, su obra más famosa.


“The Green Table” es una mordaz obra anti bélica, basada en la danza medieval de la muerte, donde Jooss sintetiza la danza clásica y moderna para lograr un fuerte efecto teatral, dejando de lado el virtuosismo técnico y dándole mayor importancia a los gestos. Internacionalmente, se puso el foco en la obra cuando obtuvo el Primer Premio del Concurso Internacional de Coreografía de París, organizado por Les Archives Internationales de la Danse.

Cuando los nazis tomaron el control de Alemania, en 1933, Kurt se vio obligado a emigrar a Inglaterra, donde se instaló junto con su compañía, el Ballets Jooss, primero en Dartington y luego en Cambridge. Realizaron innumerables giras internacionales hasta 1947, cuando la compañía se disuelve, y Jooss se traslada a Santiago de Chile. Del período inglés se destacan las obras “Seven Heroes” (1933), “Ballade” y “Johann Strauss Tonight!” (ambas de 1935), “Company at the Manor” (1943) y “Pandora” (1944).


Tras dos años trabajando en la capital chilena, Kurt regresó a Alemania para restablecer la Folkwang School y el Folkwang Tanztheater, en Essen. Si bien la escuela se mantuvo, la compañía nuevamente se disolvió, en 1953, por falta de apoyo del gobierno local. Sin embargo, Jooss la hizo revivir, en 1962, en forma de taller para sus alumnos, denominándose Folkwang Tanzstudio, del cual participó la luego reconocida coreógrafa y bailarina Pina Bausch. Permaneció al frente de la escuela hasta 1968. A partir de allí, realizó varias giras con sus nuevas obras: “Colombinade” (1951), “Weg im Nebel” (1952) y “Nachtzug” (1952), y junto a su hija, Anna Markard, supervisaron el montaje de su obra máxima, “The green table”, para diferentes compañías internacionales.


Kurt Jooss murió el 22 de mayo de 1979, a los 78 años, a causa de las heridas sufridas en un accidente automovilístico, en Heilbronn, Alemania.




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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". Email: florenciagu@gmail.com


Santa Clara 330. II y final. (En 150 palabras de Félix Luis Viera)


Pocos días después de los festejos, mis contactos en el Mando de Santa Clara me comunicaron una confusión de la compañera que repartía los títulos; y asimismo lo tratado en las reuniones para analizar mi “caso”.

La confusión: el mensaje “Sus documentos no llegaron”, debió enviarse al jefe de Pastores por la Paz, quien el próximo agosto visitará Santa Clara para dictar un ramo de conferencias con el tema “Sobrevivir al consumismo”.

De cualquier manera, agradezco que los jefes se reunieran para considerar mi petición.

Cito textualmente los principales porqués para rechazar mi solicitud:

“El compañero hace 15 años o más que no visita la ciudad”.

“Ha publicado una novela donde denuesta a Santa Clara”.

“En la actualidad convive con la Mafia de Miami”.

“Continúa gusano”.

“Por las razones anteriores, le prohibimos de por vida presentarse en la Ciudad del Che”.

Ya imaginan..., desde entonces no he dejado de llorar.


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Ver en el blog:

Saturday, July 27, 2019

Volando en Solitario. Pensamiento VIII (por Orlanda Torres)

Nota del blog: Sección semanal en el blog Gaspar, El Lugareño, gracias a la cortesía de la psicóloga Orlanda Torres, quien ha aceptado la invitación a compartir con los lectores sus consejos y reflexiones sobre los conflictos cotidianos.


No esperes que caigan las últimas hojas del otoño, para que puedas agitar tu ser. No es aconsejable que permanezcas quieto dejando que el tiempo marchite tus sueños.

Tu eres el responsable de vivir una vida con motivaciones. Busca siempre reinventarte y redescubre estrategias que te acerquen a tu debida realización personal.

Es la única manera que te sientas satisfecho con tu “yo” y la única vía que te acercará hacia la auténtica felicidad.




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Orlanda Torres: Psicóloga, Escritora, Educadora, Orientadora Motivacional.

Autora del libro "Volando en Solitario" año 2015, Guayaquil - Ecuador. (Disponible en Amazon Kindle)
-Estudió en Miami Dade College: Certificate of Florida “Child Development Associate Equivalency”. Maestra de Educación Preescolar e Infantil en la ciudad de Miami.
-Licenciada en Psicología graduada en el 02/2017 - Atlantic International University.

-Orientadora Motivacional y Conferencias pueden contactar a Orlanda Torres a través de la página que administra www.fb.com/vivencialhoy

Publicaciones en Revista Sapo - Santiago de Chile – 2016
-La Estancia en el Paraíso de los Sueños
-Relación de Pareja y su gran Desafío
-Es la Felicidad una Elección

Conferencia en Radio - Miami, Florida
-Positivo Extremo Radio: Entrevista 123Teconte “Regreso a Clases y La Adolescencia”
-¿Como aprender a ser feliz?- Edificio Trade Building-.Innobis Coworking, Guayaquil - Ecuador
-La Inteligencia Emocional en la Relacion de Pareja- WENS Consulting Group, Guayaquil - Ecuador
Publicaciones en Revista Sapo - Santiago de Chile – 2018
- Ser Mujer

Administra:
Facebook.com: Orlanda Torres
Instagram: orlanda.torres.3

(Miami) XXIV International Ballet Festival



Friday, July 26, 2019

Antonio Machado (por Rubén Darío)


Antonio Machado

Misterioso y silencioso
Iba una vez y otra vez,
Su mirada era tan profunda
que apenas se podía ver.
Cuando hablaba tenía un dejo
De timidez y de altivez.
Y la luz de sus pensamientos
Casi siempre se veía arder.
Era luminoso y profundo
Como era hombre de buena fe.
Fuera pastor de mil leones
Y de corderos a la vez.
Conduciría tempestades
O traería un panal de miel.
Las maravillas de la vida
Y del amor y del placer,
Cantaba en versos profundos
Cuyo secreto era de él.
Montado en un raro Pegaso,
Un día al imposible fue.
Ruego por Antonio a mis dioses,
Ellos le salven siempre. Amén.

Card. Jaime Ortega. Honras fúnebres en la Catedral de La Habana

Foto/Yandry Fernández Perdomo. Recibida en el Blog Gaspar, El Lugareño
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Honras fúnebres
en la Catedral de La Habana

Rezo del Santo Rosario cada hora.

Viernes. Julio 26, misas a las 3 00 p.m. , 5 00 p.m. y 8 00 p.m.

Sábado. Julio 27, misas a las 8:30 a.m., 10:30 a.m., 3 00 p.m., 5 00 p.m. y 8 00 p.m.

Domingo. Julio 28, misas a las 8 00 a.m., 10:30 a.m. y 3 00 p.m. Misa de exequias (Seguido la inhumación de sus restos).


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Ver en el blog El Card. Jaime Ortega ha fallecido

El Card. Jaime Ortega ha fallecido

Fotos Yandry Fernández Perdomo. Recibidas en el blog Gaspar, El Lugareño
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Centro Cultural “Padre Félix Varela" Junio 12, 2019. Obispos de Cuba. Mons. José Félix. P. Jorge Catasús. Dr. Zamora, médico personal del Cardenal. Gustavo Andújar. Delia María López Campistrous. (Foto/Palabra Nueva. Junio 12, 2019)

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Descanse en Paz


por Joaquín Estrada-Montalván.
 Con información de fuentes cercanas a este blog

.
El Card. Jaime Ortega, ha fallecido hoy, julio 26 de 2019 (a las 6. 16 a.m. informa la C.O.C.C.), debido a un cáncer de hígado, del que se tuvo conocimiento  hace aproximadamente un año.

Su salud se agravó desde inicios del mes de junio, según comunicaba un email interno de la Conferencia de Obispos fechado el día 4: "la salud del Cardenal se ha quebrantado sensiblemente en los últimos días. Continúa hospitalizado en el Hospital Hermanos Ameijeiras". 

Fue tratado sin éxito en Madrid. Luego estuvo internado en el Hospital Hermanos Ameijeiras de La Habana y finalmente se trasladó a su residencia ubicada en la antigua sede del Seminario de La Habana, hoy Centro Cultural Católico P. Félix Varela.

En la noche del pasado jueves 20 de junio su salud se debilitó en extremo y se esperaba que no rebasara esa gravedad. Estuvo sedado e inconsciente durante aproximadamente 36 horas.

Logró salir de esa breve e intensa agonía, volvió a comulgar, alimentarse por él mismo y se le alivió el dolor físico. Su mejoría duró varios días hasta que tuvo varias recaídas y le venció la enfermedad en el día de hoy. El Señor le tenga en su Gloria.

Dedicó su vida a Cuba desde su sacerdocio católico.

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Jaime Ortega 

  • Nació el 18 de octubre de 1936, en Jaguey Grande, Matanzas. 
  • Fue ordenado sacerdote el 2 de agosto de 1964, en la Catedral de Matanzas.
  • Obispo de Pinar del Río: Nombrado el 7  de diciembre de 1978. Consagrado, el 14 de enero de 1979 diciembre de 1978.
  • Arzobispo de La Habana el 20 de noviembre de 1981.
  • Cardenal el 26 de noviembre de 1994.
  • El Papa Francisco le aceptó la renuncia en abril de 2016.
  • Falleció el 26 de julio de 2019, en su residencia ubicada en la sede del antiguo Seminario de La Habana. 

por Joaquín Estrada-Montalván.
 Con información de fuentes cercanas a este blog.


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Honras fúnebres
 en la Catedral de La Habana

Rezo del Santo Rosario cada hora.

Viernes. Julio  26, misas a las 3 00 p.m. , 5 00 p.m.  y 8 00 p.m.

Sábado. Julio 27,  misas a las 8:30 a.m., 10:30 a.m., 3 00 p.m., 5 00 p.m.  y 8 00 p.m.

Domingo. Julio 28,  misas a las  8 00 a.m., 10:30 a.m. y 3 00 p.m. Misa de exequias. (Seguido la inhumación de sus restos). 

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Tercer Encuentro Nacional de Historia
"Iglesia Católica y Nacionalidad Cubana"
Casa Diocesana de La Merced. 
Camagüey. Junio 2000

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Arzobispado de La Habana. Año 2002. El Card. Jaime Ortega recibe al jurado SIGNIS en el Festival del Cine Latinoamericano de La Habana. Emilio Moscoso (Perú), Walfredo Piñera, y Joaquín Estrada-Montalván, junto a Gustavo Andujar (en esos momentos Director de SIGNIS Cuba, Gina Preval y Robert Molhant (Bélgica, Secretario General de SIGNIS en el 2002). 

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Gaspar, El Lugareño Headline Animator

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