Saturday, August 23, 2014

Memorias del Padre Chabebe y los claroscuros de la historia (Palabras de presentación por Rodolfo Martínez Sotomayor)

 
 Rodolfo Martínez Sotomayor, Padre Jorge Bez Chabebe
 y Ania Hernández
 Viernes, 22 de agosto de 2014
Salón Félix Varela de la Ermita de La Caridad
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Hay un misterio en esa capacidad de ciertos hombres de vencer el miedo, de rebelarse ante el poder mutilador, de no ser manada y ponerse por encima de las multitudes que obedecen en silencio. De los que Martí diría que tienen el decoro de muchos hombres donde hay muchos sin él. Siempre me he preguntado cuál será la raíz o la semilla que hace crecer esa diferencia. Esa manía de explicar el comportamiento humano y a veces el propio, me lleva a una respuesta acertada o no.

Las naciones guardan una reserva moral que sale a la luz en los períodos más oscuros, y así ha sido a través de toda la historia de la humanidad. La religión es parte fundamental de la cultura de un pueblo y el cristianismo es uno de los ejes centrales que sostiene la civilización occidental. 

Al confluir con el cristianismo, esta reserva moral ha producido hombres como Bartolomé de las Casas, que en pleno período de la conquista le hizo un reclamo de justicia para los indios al mismo Rey Fernando en España, o Fray Antón de Montesinos, que en 1511, en una homilía histórica en la Española, denunció todas las crueldades de la Metrópolis. El siglo XX, por su parte, ha sido pródigo con este tipo de sacerdotes, tenemos, para citar tres ejemplos relevantes: al Monseñor Arnulfo Romero que durante la dictadura salvadoreña denunció los crímenes de aquel régimen, nos dejó el legado de su defensa de la ley de Dios, de la dignidad humana de la persona, que no puede quedarse callada ante la abominación, hecho este que le costó la vida; al Cardenal Wyszynski, en Polonia, que estuvo encarcelado por los nazis y posteriormente por los comunistas. El Padre Popieluszko que fue asesinado por la dictadura marxista en Polonia y en su lucha por vencer el mal con el bien, repetía en su bello mensaje compasivo, que "luchaba contra el pecado, y no contra sus víctimas".

Conociendo esa fuerza redentora de la Fe, el Papa Juan Pablo II en su visita a Cuba en 1998 hace una evocación constante de los valores cristianos en el pensamiento fundacional cubano anteponiéndolo al marxismo. Habla de la fe en la democracia del Padre Félix Varela. Y en la plaza cívica, hasta ese momento sólo testigo de discursos de odio, y junto al enunciado "no tengan miedo", nos recuerda el adagio martiano de que "un pueblo irreligioso morirá porque nada en él alimenta la virtud, que las injusticias humanas disgustan de ella y es necesario que la justicia divina la garantice". 

Esta noche nos convocan las memorias de un hombre de fe. El libro Dios me hizo cura (Editorial Silueta, 2014) del Padre Jorge Bez Chabebe, un sacerdote que aunque no estuvo asignado durante muchos años a ninguna parroquia, nos dice que prefiere la catedral que está en cada hombre. No es el dogma sino la verdad lo que nos hace libres, y él ha hecho que su vida sea consecuente con este apotegma. Un hombre de fe, pero a su vez con virtudes y defectos terrenales, con juicios honestos que no piensan en las consecuencias de intentar ser justo a cada paso. Por sus páginas desfilan historias que enternecen como el amor filial y ese constante enfrentarse a las pérdidas de amigos, familiares y país. Descubrimos a un ser humano de genuina intensidad. Viajamos con él desde lo más bello hasta lo más terrible, como fue el hecho de dar la extremaunción a 71 hombres que serían fusilados a solo 11 días del triunfo de la Revolución; en juicio sumario sin testigos, ni abogados, y violando la constitución vigente.

No siempre la historia es una narración objetiva de la realidad de los pueblos. Los libros históricos suelen ser tendenciosos, cuando quienes los escriben no han vivido los hechos y sus fuentes son sólo el estudio y las experiencias ajenas. Uno de los valores de sus memorias, es que el Padre Jorge Bez Chabebe además de ser testigo cercano de múltiples acontecimientos que marcaron el inicio de un sistema dictatorial en su país, no es un mero observador, sino un ser humano que intenta contra corriente oponerse a este hecho ineluctable. Al develar sus vivencias nos adentra en el apasionante mundo de la intrahistoria, narrado con un lenguaje directo, veraz y certero. Cada país como cada individuo, tiene espacio de luz y de tinieblas. Aún cuando los momentos de oscuridad hayan amenazado con barrer de raíz lo mejor de la nación que hemos sido, las habaneras de Ignacio Cervantes, los versos de Heredia, de la Loynaz o de Martí, nos recuerdan todo lo luminoso que tenemos de historia; como en esa Añorada Cuba que fundara el Padre Chabebe. La divinidad siempre hará prevalecer la luz necesaria en ciertos hombres y naciones. Dios me hizo cura: memorias del Padre Chabebe, nos transmite esa certeza, nos ayuda a la veraz reconstrucción de la historia; para que nunca se repitan nuestros peores errores y sobre todo, nos ofrece el testimonio de un hombre de fe, que nos ayuda a salvar la necesaria esperanza.

 
 
 
 
 
 
 
 
 Fotos/Eva M. Vergara
 http://www.editorialsilueta.com/
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