Friday, September 6, 2019

Fragmento de "El diario de Lola" (por Thelma Delgado)

Nota del blog: Selección de textos, que serán parte del libro (en preparación) El diario de Lola, de Thelma Delgado.

Para leer sus escritos en el blog, en este enlace.


Querida Mimí:

Hoy hice una receta nueva. Manchamanteles. Oh pero que rico me quedó! Esta es una receta que encontré leyendo acerca de comidas del siglo XVII, especialmente en la Novohispana. Y nada más ni nada menos que de quien copié la receta fue de Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana. Sí, Sor Juana Inés de la Cruz quien, además de ser una escritora era magnífica cocinera. Me quedé maravillada de sus recetas y de su visión y filosofía al cocinar y mezclar ingredientes muy a su manera. Estoy segura que con todo lo que estoy aprendiendo mi libro será un éxito.

Una de sus líneas dice -Pues ¿qué os pudiera contar, Señora, ¿de los secretos naturales que he descubierto estando guisando? Veo que un huevo se une y fríe en la manteca o aceite y, por contrario, se despedaza en el almíbar.

Y hablando de huevos, hoy llevé a Huevo Frito al grooming; Si, yo sé que lo tengo muy consentido pero que le voy a hacer. Y cómo se portó tan bien, le compre su comida favorita y un nuevo set de platos.

Bueno, seguiré leyendo un rato más acerca de la vida y obra de esta excepcional monja.

Buenas noches Mimí



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Página de Thelma Delgado en el website del Cultural Council of Palm Beach County

Wednesday, September 4, 2019

Galas de Clausura del XXIV Festival Internacional de Ballet de Miami (por Wilfredo A. Ramos Vázquez)


Los momentos más esperados de esta fiesta internacional de la danza, que es el Festival Internacional de Ballet de Miami, son sin duda alguna las galas con las que culmina este importante evento, único de su tipo en los Estados Unidos. En ambos espectáculos, que se realizaron el sábado 17 de Agosto en el Filmore Miami Beach Jackie Gleason Theater y el domingo 18, en el Miami Dade County Auditorium, se dieron cita numerosas figuras provenientes de importantes compañías de ballet del mundo, mostrando la variedad de estilos y obras que componen el repertorio internacional. Bailarines provenientes de México, Brasil, USA, Eslovenia, Chile, Alemania, Polonia, Hungría, Panamá y Francia, tuvieron a su cargo ofrecer al público un variado programa formado por obras tanto del repertorio tradicional como contemporáneo.

Para cada gala estaba anunciado la entrega de los premios “Una Vida por la Danza”, el sábado y “Crítica y Cultura del Ballet”, el domingo. El primero otorgado al ex bailarín del New York City Ballet, del Frankfurt Ballet y del Gran Teatro de Génova, así como maestro de ballet de destacadas compañías internacionales, Wilhelm Burmann, quien no pudo estar presente, mientras el segundo le fue concedido a Sarah L. Kaufman, escritora, periodista y crítica de danza del Washington Post Reviewer, quien destacó la importancia de este evento, no solo para la danza norteamericana, sino también para la del resto del mundo.

Adriana Diaz y Solieh Samudio, 
Ballet Nacional de Panamá. 
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De Chile se presentó el Ballet de Santiago, dirigido por la otrora gran bailarina brasileña Marcia Haydee, con la pareja formada por Natalia Berrios y José Manuel Ghiso, los cuales interpretaron el sábado el Pas de deux del III acto del ballet “Oneguin” de John Cranko, con un sobrio y elegante trabajo, una hermosa interrelación de pareja y gran cuidado en la ejecución de sus movimientos, siendo este uno de los grandes momentos de estas galas. Mientras el domingo, ofrecieron “Emociones”, una interesante obra de ballet contemporáneo con coreografía de Jaime Pinto, pero que adoleció de cierta falta de expresividad. Por su parte el Ballet Nacional de Panamá, compañía que dirigen, Gloria Barrios y Graciela Guillén, trajo a Adriana Diaz y Solieh Samudio, quienes bailaron “Arlequinada” y “Estanella”, ambos de Marius Petipa, uno cada noche, siendo el segundo el que se llevara las palmas debido a su magnífico desempeño, lo que demostró un cuidadoso trabajo de montaje y ensayos de una obra del repertorio tradicional, que fue llevada a escena con gran delicadeza y exactitud en sus movimientos. Es bueno apuntar que Adriana es una bailarina de pequeña estatura, que aunque muy joven, denota buenas condiciones que sin duda podrá seguir mejorando, mientras Samudio, por lo mostrado en escena, necesita de un más riguroso entrenamiento y cuidado con la técnica para avanzar en su carrera.

Ana Elisa Mena y Moisés Cerrada,
 Compañía Nacional de Danza de México. 
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La Compañía Nacional de Danza de México, habitual en este evento, dirigida a tres manos por Cuauhtémoc Nájera, Elisa Carrillo y David Bear, estuvo representada por los bailarines Ana Elisa Mena, poseedora de una muy delicada figura y Moisés Cerrada, quien ya se había presentado durante el evento del pasado año, a quien vimos en franco proceso de maduración. Las obras bailadas por ambos en cada función fueron, “Giselle” de Marius Petipa, en la primera, en la cual mostraron cierta falta de emoción y algo del difícil estilo romántico, aunque podemos decir que enfrentaron el reto con mucho profesionalismo, mientras que en la segunda bailaron una excelente obra contemporánea de Cuauhtémoc Nájera, titulada “Planimetría del Movimiento”, en donde ambos bailarines hicieron gala de sus magníficas condiciones, entregando un trabajo vibrante que fue recibido con fuertes aplausos por parte del auditorio.

Cicero Gomes,
 Ballet do Teatro Municipal de Rio De Janeiro. 
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Brasil estuvo representado por el Ballet del Teatro Municipal de Río de Janeiro, agrupación que dirige la famosa ex bailarina de ese país, Cecilia Kerche y que trajo a unos jóvenes Manuela Vidal Rocado y Cicero Gomes, quienes en ambas noches interpretaron el conocido Pas de Deux del ballet “Llama de París”, siempre un tour de force por ser un trabajo que requiere de mucha energía de principio a fin y que representa un reto técnico de alta envergadura, en donde ambos bailarines salieron airosos. Como segundo número, también repetido en ambas funciones, Gomes, esta vez como solista ofreció un vibrante “Gopak”, de ballet “Los Cosacos de Taras Bulba”, basado en la novela “Taras Bulba”, del gran escritor ruso Nikolai Gogol. Esta es una obra del folklore ruso, no propiamente un ballet académico, pero que el artista defendió con toda la energía y derroche de técnica que conlleva este tipo de baile en donde lo acrobático está íntimamente ligado a la danza e interpretación. De Gomes, tenemos que decir que nos llamó la atención el que no posee el biotipo propio del bailarín, de baja estatura y cortas extremidades, pero que no obstante dichas limitaciones, se entrega al baile con total seguridad y un derroche de energía, que contagia al espectador, haciéndolo olvidar los inconvenientes físicos del artista, disfrutando su “descarada” entrega y su buen desenvolvimiento técnico.

Rosa Pierro, Ballet Nacional de Polonia
 y Andras Ronai, Ballet Nacional de Hungría. 
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La pareja formada por Rosa Pierro y Andras Ronai, se presentaron en representación del Ballet Nacional de Polonia y del Ballet Nacional de Hungría respectivamente, ofreciendo en la primera función el muy conocido Pas de Deux del III acto del ballet “El Corsario”, el cual ejecutaron con toda la bravía que el mismo confiere a su ejecución, aunque nos resultó algo falta de control ese derroche de técnica, viendo en el escenario más una demostración de “lo que puedo hacer para impresionar”, que de “lo que puedo danzar”. Para la segunda Gala, ambos bailarines tuvieron la desdichada idea de presentarse con el Pas de Deux del II acto del ballet “Giselle”. Desde que salieron a escena, la imagen que ofrecieron fue de total desconcierto, debido a la mala caracterización que lució la bailarina, quien aunque vistió un túnico de estilo romántico, este no se adaptó al personaje, sin contar el peinado inapropiado para este rol, lo que hizo que quedara deslucida la interpretación de dicha obra, amén de que se repitió ese exceso de energía que sobraba totalmente para este momento danzario.

Del país sede, Estados Unidos, se presentaron artistas de seis compañías. El Arts Ballet Theatre of Florida, agrupación ya habitual en estos eventos y que dirige Vladimir Issaev, trajo para su primera presentación “Le Papillon Pas de Deux”, a cargo de la muy joven pareja integrada por Janis Liu y Taiyu He, quienes a pesar de poseer un buen entrenamiento denotan falta de madurez técnica y artística. En su segunda salida a escena el domingo, ambos bailaron el Pas de Deux del ballet “Festival de la Flores de Genzano”, un muy estricto y difícil trabajo coreográfico, en donde la ejecución del minucioso estilo Bournonville exige una gran preparación de los intérpretes, algo que no se pudo apreciar en el desempeño escénico de ambos jóvenes. Al respecto, quiero detenerme para hacer una reflexión inquietante al ver como los ensayadores y maitres les ensayan obras a algunos bailarines, para las cuales aún no se encuentran preparados. ¿Por qué hacer algo que en vez de aportar les va restar lucimiento escénico a dichos intérpretes? ¿Se busca con la puesta en escena de un título determinado impresionar al público o demostrar el alto nivel de los ejecutantes, a pesar de no contar estos con la preparación? Considero que se debe ser muy cuidadoso en este tema, pues quien prepara a los bailarines para una determinada ejecución artística debe estar consciente de las posibilidades y carencias de los mismos.

Dimensions Dance Theatre of Miami.
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También del país anfitrión se presentó una agrupación que desde su creación ha estado presente en este evento, nos referimos a Dimensions Dance Theatre of Miami, dirigida por Jennifer Kronenberg y Carlos Guerra, ambos ex primeras figuras del Miami City Ballet. En su primera participación ofrecieron “Tangos de Plata” un trabajo contemporáneo con coreografía de Leonardo Reale e interpretado por Chloe Freytang y Fabián Morales, en el cual ambos mostraron sus excelentes condiciones técnicas en una coreografía correcta, pero nada atrevida y en donde el uso de una tela no quedaba justificada. La segunda intervención de dicha compañía fue con la obra grupal “Imagined Notions”, firmada por Yanis Piquieris, teniendo en los roles protagónicos a Claudia Lezcano y Kevin Hernández, acompañados por cuatro parejas más. Esta resultó una coreografia que tiene como meta danzar la música a través de la presentación en escena de diversas combinaciones de bailarines de manera caótica, reiterativa, pero que es salvada por el trabajo interpretativo de los bailarines que se entregan a este caos coreográfico con plena energía y seguridad.

Del Houston Ballet y del Cuban Classical Ballet of Miami, se presentó la pareja formada por Gretel Batista y Ihosvany Rodríguez, quienes se unieron en una única presentación, la del domingo, para ofrecer un fragmento del Pas de Deux del II acto del ballet “La Bayadera”, el cual fue trabajado con suma delicadeza y precisión por parte de ella, encontrando en su partner el apoyo perfecto para su cometido.

Katherine Barkman y Jorge Oscar Sanchez
 Washington Ballet. 
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Dos participaciones estadounidenses más, las del Washington Ballet y el Milwaukee Ballet, estuvieron entre lo mejor de ambas galas, quienes estuvieron a cargo de Katherine Barkman y Jorge Oscar Sánchez, los primeros y Marize Fumero y Arionel Vargas, los segundos. Los integrantes del Washington Ballet interpretaron en ambas oportunidades el muy conocido Pas de Deux del III acto del ballet “Don Quijote”, un trabajo que requiere gran destreza técnica y gran dominio artístico, no por gusto siempre presente en festivales, galas y concursos. Ambos intérpretes se entregaron en el escenario con todas las armas que poseen y dominan, para hacer derroche de bravura técnica (algo que enardece a los públicos). Si bien él abordó el reto de interpretar este trabajo por primera vez, eso no fue obstaculo para que lo hiciera con la madurez requerida y el virtuosismo necesario. En cuanto a ella, primera vez en este evento, impresionó su limpieza y seguridad en los movimientos. Algo que nos llamó la atención de manera interesante fue como la bailarina en la “coda” realizó un diferente trabajo en cada noche, como para demostrar su dominio sobre el rol interpretado. La segunda pareja, del Milwaukee Ballet, Marize Fumero y Arionel Vargas, ya bien conocidos por el público de Miami, presentaron nuevamente el hermoso Pas de Deux del ballet “Manon”, de Kenneth McMillan, que ya habían traído al festival del pasado año, pero que en esta ocasión abordaron con algunos ligeros cambios coreográficos y de vestuario. Una hermosa e intensa obra que mostró una vez más el fuerte trabajo de integración entre ambos bailarines, amén de las magníficas condiciones tecnicas de ella y el muy buen trabajo como partner del bailarín. En su segunda intervención, ambos ofrecieron una obra acompañada al piano, por el Maestro Isaac Rodríguez, un virtuoso del instrumento, que llevó por título “Muzetta Waltz”, coreografía del francés Laurent Deschamps, basada en la conocida ópera de Puccini, “La Boheme”, recreando una escena de la misma. De nuevo Marize y Arionel, nos regalaron un bello trabajo, lleno de matices dramáticos y excelente desenvolvimiento técnico, dejándonos la grata impresión de estar frente a dos excelentes artistas. Sin duda alguna ambos trabajos estuvieron también entre las magníficas ofertas de este evento.

Marize Fumero y Arionel Vargas, Milwaukee Ballet, 
Isaac Rodríguez, Pianista.
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De Francia, llegó al Festival por primera ocasión el Ballet du Capitole de Toulouse, que es dirigido por Kader Belarbi, con la pareja formada por Kamila Moreira y Norton Fantinel, los cuales en su primera salida a escena ofrecieron el Pas de deux del II acto del ballet “La Sylphide”, en el cual a pesBentonvillear del difícil estilo Bournonville en el cual se desenvuelve la técnica danzaria de esta obra, ambos salieron airosos, aunque sus interpretaciones aún demandan de un más riguroso trabajo de asimilación artística, mientras que en su segunda aparición en escena, el domingo, interpretaron el demasiado conocido Pas de Deux del ballet “Esmeralda”, “Diana y Acteón”, en el cual su trabajo estuvo fuera de estilo y falto de conocimiento de la historia que esta danza cuenta, por lo que la omisión de ciertos movimientos y gestos a la hora del baile y la interpretación, entregaron una puesta inadmisible, sumándole a esto un exceso de energía gratuita que restaba gracia al hacer danzario, dando paso a un desborde acrobático tosco y superficial.

Matteo Maccini, Stuttgart Ballet
 y Marijn Rademaker, freelance
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He dejado para el final la participación de dos trabajos, compuestos por dos parejas masculinas, las cuales a su vez presentaron sendas obras de ballet contemporáneo, que fueron sin duda alguna, los dos trabajos más interesantes y mejor recibidos en ambas funciones, me refiero a la pareja formada por Matteo Maccini, del Stuttgar Ballet y Marijn Rademaker, bailarín freelance, quienes presentaron en ambas oportunidades la obra “What we’ve been telling you”, con coreografía de ambos bailarines. Este es un trabajo con un lenguaje extremadamente moderno, creado a la medida de ambos intérpretes, dejando ver una excelente compenetracion entre los dos artistas, los cuales poseen una magnífica preparación técnica y dominio de este lenguaje coreográfico que queda al descubierto en escena, mostrando además un perfecto dominio de las emociones, algo vital en trabajos de este corte en que por lo general los intérpretes olvidan que lo contemporáneo también se actúa. La segunda pareja estuvo formada por Petar Dorcevski y Filip Juric, ambos del Slovenia Opera Ballet de Ljubljana, compañía dirigida por el propio Petar Dorcevski, quienes interpretaron el breve trabajo titulado “Caín y Abel”, coreografía de Anja Moderndorfer, basada en la de Vlasto Dedovic. Dicha obra toma como pretexto el tema bíblico en donde aparecen ambos personajes, para entregarnos a dos intérpretes fuertes, seguros, limpios, con dominio de la expresividad a la hora de ofrecer las emociones imprescindibles en una pieza como esta. Con una coreografía que habla más allá del mito, para hacernos pensar en nuestra propia conducta, sólo podemos lamentar su extrema brevedad, que a nuestro entender limita el desarrollo de la pieza y el lucimiento de ambos bailarines. Otra joya que nos deparó esta nueva edición del Festival Internacional de Ballet de Miami.

Petar Dorcevski y Filip Juric,
Slovenia Opera Ballet de Ljubljana.
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Para terminar quisiera destacar algo que nos resultó agradablemente asombroso en esta nueva entrega del evento, siendo ello la excelencia de todos los trabajos contemporáneos, algunos en mayor medida que otros, pero dejando todos una muy satisfactoria impresión, así como también el magnífico balance en ambos programas de las respectivas galas, Algo que lamentar, es la crónica falta de interés por parte del público en asistir a un evento que es un lujo en cualquier lugar en donde se realice, llamando la atención sobre todo la muy escasa asistencia al Filmore Miami Beach Jackie Gleason Theater, en el cual ni porque dividen la platea a la mitad con una cortina para supuestamente concentrar a los asistentes en la parte delantera del teatro, esta se llegó a llenar, algo que vemos se repite año tras año, mientras que la asistencia al Miami Dade County Auditorium aunque no llena la platea a toda capacidad tampoco, se vio con más público que en las últimas ediciones, algo que estimamos sea debido a que esta presentación se realiza en horas de la tarde. Por último no podemos cerrar sin dar las gracias a Eriberto Jiménez, actual director de este evento por haber aceptado el reto dejado por su creador, Pedro Pablo Peña y continuar con un evento único de su tipo en el país, que se encuentra en el calendario internacional de festivales de ballet.

Wilfredo A. Ramos.
Crítico de Teatro y Danza.

Fotos: Emilio Héctor Rodríguez (derechos reservados; cortesía del autor)

Tuesday, September 3, 2019

"Cuentos del Bosque Encantado" (por Terely Vigoa Mojarena)

Nota del blog: Agradezco a Terely Vigoa, que comparta con los lectores, uno de los siete relatos que conforman  su precioso libro de cuentos infantiles Cuentos del Bosque Encantado (Editorial DECH. Madrid, 2019). 

Es un Bello volumen, tanto por las enseñanzas que de manera deleitable transmite, como por las ilustraciones, realizadas por Iskánder Vigoa Pérez, que complementan este libro encantado y encantador

Recomiendo que lo compres a tus hijos, o como regalo a los hijos de tus amistades.



El duende holgazán

Existió un duende que habitaba en el Bosque Encantado, donde viven todos los duendes de todos
los cuentos.

En ese bosque se plantan árboles, arbustos y flores para que no desaparezca la magia que se desprende de los colores, los aromas de los pétalos y las hojas, la savia de las raíces y el susurro de las ramas jugueteando con el viento.

Pero este duende no quería trabajar nunca, sólo disfrutar de lo que hacían los demás. Su madre le explicaba por qué era tan importante ayudar a que la magia del bosque siguiera creciendo. Le decía que todos son responsables de la vida del bosque. Mamá duende y Papá duende eran muy trabajadores y alegres, no entendían por qué su hijo era tan holgazán.

–Es que me gusta ver cómo los demás hacen todo tan bien papá, no hace falta que yo esté –decía siempre el duende– Ya con lo que hacen los demás es suficiente.

–Eso no es correcto –corregía el padre– La magia del bosque necesita del amor de todos juntos. Tu ayuda también es importante, no está bien y no es justo que siempre evites trabajar.

A veces lo dejaban sin jugar para que pensara en lo mal que se comportaba. Pero querían que él solo desde su corazón comprendiera que no debía eludir su tarea. No perdían la esperanza de que Duendiazul, que así se llamaba el duende holgazán, cambiara y se entregara con amor a cuidar del bosque como todos los demás. Un día su mamá le dijo:

–Hijito, hoy es el día de recolectar hojas secas y plantar eucaliptos arcoiris, no te rezagues, trabaja y canta junto a los demás, por favor.

–Sí mamá, seguro –dijo Duendiazul– Ya verás que esta vez voy a trabajar muchísimo y mi voz se escuchará muy lejos. Ahora mismo salgo.

Y realmente salió rápido de su casa. Pero en cuanto llegó al sitio donde todos trabajaban, se apartó con cautela hacia un lugar donde los rayos del Sol dejaban un sendero de puntitos dorados que flotaban, y se perdían entre los poros de la tierra.

Se acostó justo encima de un bulto de hojas con los tonos del otoño y el recuerdo de la primavera: hojas amarillas y marrones, o de un rojo suave que semejaban una concha inflada esponjosa y tierna. Duendiazul recordó su habitación…se puso a mirar el cielo, las formas de las nubes… Sintió cómo si se hundiera en esa suave cama de hojas multicolor y se durmió.

–Amigos –dijo Patienorme, el duende más grande de todos– Ya es hora de meter las hojas apiladas en los sacos.

–Luego iremos a sembrar los eucaliptos con la ayuda de las hadas –dijo una duende muy graciosa– Pero no veo a Duendiazul y sus padres dijeron que ya estaba aquí ¡Qué raro!

Comenzaron a meter los bultos de hojas secas en grandes sacos. Unos las empujaban con una pala mientras otros abrían los sacos. Hecho entre todos el trabajo es más fácil, pero….sin darse cuenta habían metido al pequeño duende holgazán en un saco porque las hojas lo habían tapado, y el saco fue puesto junto a todos los demás en un sitio algo apartado.

Cuando el duende despertó se asustó mucho. Comenzó a pedir ayuda y gritar auxilio con toda su fuerza, pero nadie lo oía porque estaban sembrando flores y cantando. Los duendes siempre cantan, entonan alegres canciones porque la música de sus cantos les da buena energía y ayuda a crecer las plantas. Es una música que surge del amor que sienten en sus corazones por todos los seres y por la naturaleza.

El caso es que Duendiazul tenía mucho miedo porque pronto llegarían los elfos encargados de transportar las hojas al lugar donde las convertían en cómodas almohadas, almohadones o suaves colchones. Se ayudaban con el mágico polvo que tienen las alas de cada hada ¿Entonces él también sería convertido en almohada? Duendiazul lloraba y llamaba a su mamá, pero nadie lo
escuchaba.

Pasó un buen rato y nuestro duende travieso se juró a sí mismo que si salía de ahí ayudaría a todos y no sería holgazán nunca más.

En eso sintió un ruido, un rayo de luz dorada surgió y unas manos fuertes llegaron a sus piernas.

¡Alguien lo estaba rescatando! Era Manotas, el duende responsable de ordenar todos los sacos llenos. Regresaba con el último saco de hojas que había quedado olvidado, y por eso escuchó los gritos del duende holgazán. Claro que en algún momento alguien lo hubiera encontrado, sólo debía esperar a que los elfos vinieran a buscar todos los sacos, pero estaba tan asustado que no podía pensar con claridad.

–¿Qué haces aquí Duendiazul? –dijo Manotas– Sal corriendo para tu casa que tus padres te buscan por todo el bosque.

Duendiazul corrió con todas sus fuerzas feliz de verse con vida. Cuando llegó a su casa. Dio unabrazo enorme lleno de amor a sus padres. Les pidió perdón por haberles mentido y les prometió que iba a ocuparse de que la magia no faltara en el bosque.

–Hijo mío –dijeron sus padres– Nos das una alegría muy grande. El bosque nos da vida y amor, qué bueno saber que al fin serás responsable y ayudarás a que siga vivo por siempre.

La mamá de Duendiazul le dio muchos besos y le preparó su postre preferido con nueces y almendras. Este duende travieso, aprendió que todos juntos debemos ayudar a que las cosas lindas de la naturaleza perduren siempre.

Junto a sus amigos cantó la música de su corazón y sembró flores, árboles y arbustos para este Bosque Encantado que te regala cuentos, ilusionado.

Del libro de cuentos: Cuentos del Bosque Encantado (Editorial DECH. Madrid, 2019).
Autora: Terely Vigoa Mojarena
Ilustrador: Iskánder Vigoa Pérez


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El libro se puede adquirir, 





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Terely Vigoa Mojarena (La Habana, 1964). Cubano-española. Reside en Madrid.

Graduada de Dirección y Actuación de Teatro en la Escuela de Instructores de Teatro de La Habana. Licenciada en Dirección de Medios de Comunicación Audiovisual.

Fue profesora de Teatro en la Casa de Cultura de Artemisa, Cuba. Integró las Compañías de Teatro Rita Montaner y Hubert de Blanck, como actriz y Asistente de Dirección. En la radio ejerció de escritora, directora, actriz y locutora. En la EICTV de La Habana, trabajó como Profesora Asistente del Maestro Jorge Fuentes y del Maestro Eliseo Altunaga.

Ha publicado el libro de cuentos infantiles Cuentos del Bosque Encantado (Editorial DECH. Madrid, 2019). En estos momentos se encuentra escribiendo su novela para niños, titulada Dragoncín.

Página de Facebook Terely Teresa Vi Mo

Gala de clausura del XXIV Festival Internacional de Ballet de Miami (por Baltasar Santiago Martín)


El domingo 18 de agosto de 2019, el Miami Dade County Auditorium descorrió sus cortinas para dar paso a la Gala de Clausura del XXIV Festival Internacional de Ballet de Miami, la cual se inició con la entrega del premio “Crítica y cultura del ballet” a Sarah F. Kaufmann, quien agradeció el importante galardón, recibido de manos del maestro Eriberto Jiménez, director artístico del Festival.

El desfile dancístico comenzó con Marizé Fumero y Arionel Vargas, del Ballet de Milwaukee (Estados Unidos), “una pareja que se distingue por su prestancia y elegante porte en todas sus presentaciones, así como fuera del escenario”, como ya he dicho sobre ellos en otras ocasiones, quienes escogieron algo diferente para su segunda presentación en este festival: otro adagio del ballet La bohème, con coreografía de Laurent Deschamps, para el Vals de Musseta de dicha ópera (en el festival pasado ya habían bailado otro, pero con coreografía de Michael Pink, para los personajes de Mimí y Rodolfo, los enamorados protagonistas de esta parisina historia).

Esta vez los personajes no fueron Mimí y Rodolfo, sino la veleidosa Musseta y su enamorado Marcelo.

El talentoso Isaac Rodríguez comenzó a tocar al piano la hermosa música de Giacomo Puccini –que luego empastó perfectamente con la grabación orquestal– para que Marizé y Arionel se lucieran con sus nuevos personajes, tan distintos de los protagonistas, pero muy amigos de ellos.

Isaac Rodríguez, Marizé Fumero y Arionel Vargas
 en el Vals de Musseta
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Marizé/ Musseta logró matizar la coquetería inherente a su personaje con el verdadero amor que siente por Marcelo, pues si bien no vaciló en flirtear con el pianista –convertido de pronto en el viejo amante que la mantiene–, sus verdaderos sentimientos los demostró con ese arriesgado salto hacia los brazos de Marcelo, casi horizontal; excelente muestra, insisto, de que la técnica es solo el soporte, el medio, para expresar artísticamente las emociones, mientras que Arionel volvió a demostrar que cada vez es mejor bailarín y más grande artista, sin dejar de ser un ser humano sencillo y humilde, a la par de su esposa, que no vaciló en arrodillarse a sus pies y a los pies de Isaac durante los saludos al final del adagio.

Marizé Fumero y Arionel Vargas
 en el Vals de Musseta
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A continuación, el Ballet Nacional de Panamá presentó el pas de deux de Satanella, un ballet pantomima en tres actos y ocho escenas, coreografiado originalmente en 1840 por Joseph Mazilier para la música de Napoléon Henri Reber y François Benoist, pero que en 1868 fue “revisitado” por Marius Petipa para el Ballet Imperial en San Petersburgo, con música adicional de César Pugni.

Correspondió entonces a Adriana Díaz y a Solieh Samudio, con trajes negros muy vistosos, “revisitar” este pas de deux en Miami. Muy acoplados desde el inicio, Solieh la cargó varias veces para que ella se luciera con sus entrechats (en el aire), y luego, en sus variaciones, ambos hicieron gala de su sólida técnica: él, con double cabrioles devant (saltos de tijera con las piernas hacia delante, casi horizontal, con “batido” de pies), más volteretas en el aire incluidas y raudos giros; y ella, muy musical, con un solo de violín de fondo, con dos tandas de triples pirouettes en el apogeo de su variación, para culminar con una coda ahora sí que sin las objeciones que le hice a la del pas de deux de La Esmeralda que bailaron el sábado 17 de agosto.

Adriana Díaz y Solieh Samudio
 en el pas de deux de Satanella
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Al feliz desfile de la gala se sumó Imagined Nations, una dinámica coreografía de Yanis Piquieris, con música de Karl Jenkins, donde cinco parejas mixtas de Dimensions Dance Theatre of Miami ratificaron la excelencia in crescendo de la joven compañía, pues no escatimaron ni audacia técnica ni pasión al bailar.

Dimensions Dance Theatre of Miami 
en Imagined Nations
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El pas de deux del ballet Festival de las flores de Genzano, (en danés: Blomsterfesten i Genzano), ballet en un acto creado por August Bournonville para el Royal Ballet de Dinamarca, estrenado el 19 de diciembre de 1858 en el Royal Danish Theatre de Copenhagen, con música de Edvard Helsted y Holger Simon Paulli, fue la selección de Arts Ballet Theatre of Florida, bajo la dirección del Maestro Vladimir Issaev, para su segunda participación en este festival, de nuevo con Janis Liu y Taiyu He como la pareja protagonista.

Janis Liu y Taiyu He en el pas de deux 
del ballet Festival de las flores de Genzano
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El “estilo Bournonville”, por llamarlo de alguna manera, demanda del bailarín mucho más esfuerzo que otros estilos, pues trata de equipararlo con la bailarina, en cuanto a lucimiento se refiere, para que no sea solo su soporte, así que a Taiyu He le correspondió nada menos que este difícil reto, el cual no satisfizo completamente en esta ocasión, pues, si bien Janis estuvo inobjetable, con hermosos arabesques penches (a 180 grados) y un óvalo de piqués intercalados con pirouettes impresionante, Taiyu, aunque sus entrechats y su demandante trabajo de pies en general fue satisfactorio, no terminó bien sus giros y perdió el equilibrio.

Janis Liu en el pas de deux
del ballet Festival de las flores de Genzano
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Los dúctiles Ana Elisa Mena y Moisés Cerrada, de la Compañía Nacional de Danza de México, que en la Gala de las Estrellas del sábado 17 de agosto habían bailado el Grand pas del segundo acto de Giselle totalmente en estilo romántico y técnica irreprochable, para su segunda intervención escogieron algo muy diferente: el dueto Planimetría del movimiento, con sonido alternado de tambores de fondo, y unos trajes unisex ambos, con pantaloncitos muy cortos (shorts) y una tiras negras cruzadas cubriendo sus torsos, donde volvieron a exhibir su buena preparación técnica, con muy buen acople y sincronismo como pareja.

Ana Elisa Mena y Moisés Cerrada
 en Planimetría del movimiento
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Les sucedieron la bella y seductora Gretel Batista, del Ballet de Houston, e Ihosvany Rodríguez, del Ballet Clásico Cubano de Miami, para trasladarnos a la India milenaria, con el pas de deux del ballet La bayadera, coreografía de Marius Petipa y música del austríaco Ludwig Minkus (la palabra “bayadera” tuvo su origen cuando los navegantes portugueses, entre los siglos XV y XVI, llegaron a la India, y llamaron “bailadeiras” a las “devadasi” –doncellas formadas desde la infancia como bailarinas profesionales, para representar las danzas religiosas y sagradas del Hinduísmo–, de donde ha derivado a “bayaderas”.

Gretel desplegó toda la gracia, la delicadeza y la femineidad de una verdadera bayadera, y técnicamente cada día baila mejor. En el adagio, su sostenido balance sin atrasarse con la coreografía fue un suntuoso regalo visual y artístico, máxime cuando se baila con música grabada, mientras que Ihosvany fue un partenaire muy preciso y solícito, con una cargada de Gretel con balanceo horizontal que aquí sí está justificada, no como en ciertas versiones del final de Giselle, y en la coda la hizo girar muy rápido y totalmente centrada, como debe ser.

Gretel Batista, del Ballet de Houston, e Ihosvany Rodríguez,
 en el pas de deux del ballet La bayadera
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Cicero Gomes, del Ballet del Teatro Municipal de Río de Janeiro, repitió Gopak, el solo con coreografía de Rostislav Zajarov y música de Vasili Soloviev que bailó la noche anterior, y volvió a hacer alarde de sus saltos y giros, sobre todo con un óvalo de grand jettés muy efectistas.

Cicero Gomes en Gopak
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Tras un conveniente intermedio, esta grata Gala de Clausura ofreció su escenario a Rosa Pierro, del Ballet Nacional de Polonia, y Andras Ronai, del Ballet Nacional de Hungría, para que se convirtieran en Giselle y Albrecht, en el Grand pas de deux del segundo acto del ballet Giselle, coreografía de Jean Corelli y Jules Perrot, y música de Adolfo Adam.

Rosa Pierro y Andras Ronai 
en el Grand pas de deux
del segundo acto del ballet Giselle
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Rosa sorteó sin problema alguno el inicio del adagio, en el que la bailarina debe girar en planta a 90 grados sin titubeos y concluir con un arabesque lo más “abierto” posible (que ella llevó casi a 180 grados), sin descuidar en absoluto el estilo que este ballet romántico demanda, al igual que su atento y solícito partenaire, y luego ambos bordaron sus demandantes variaciones, ella con unos raudos entrechats quatre y unos aéreos grand jettés, y él, para no ser menos, con unos entrechats six infatigables y unos arriesgados double cabrioles devant, para después caer, “ya rayando el amanecer”, completamente exhausto, al piso del “bosque medieval”.

Rosa Pierro en el Grand pas de deux 
del segundo acto del ballet Giselle
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De ese mundo de wilis inmateriales y nobles arrepentidos, los también dúctiles Natalia Berríos y José Manuel Ghiso, del Ballet de Santiago (de Chile), dirigido por Marcia Haydée, nos trajeron al mundo del tango, con Emociones, coreografiado por Jaime Pinto y música de Astor Piazolla. Si bien en Oneguin demostraron con creces su fibra actoral, aquí parece que decidieron hacer gala también de su poderoso arsenal técnico, sin descuidar lo primero, aclaro, pues comenzaron entrelazados en el piso, para luego incorporarse a “tanguear”, sensualmente acoplados; ella, con fáciles extensiones a 180 grados, y él, con saltos con volteretas en el aire incluidas.

Natalia Berríos y José Manuel Ghiso 
en Emociones
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A seguidas, gracias a la magia del ballet, Kamila Moreira y Norton Fantinel, del Ballet du Capitole de Toulouse, Francia, nos transportaron al mundo de los dioses mitológicos romanos –copiados y “editados” de los griegos–, para disfrutar de Diana y Acteón, un pas de deux con música de César Pugni, coreografiado e incorporado por Petipa en 1886 a su versión del ballet La Esmeralda (1844), coreografiado por Jules Perrot.

Según la mitología romana, Diana –habitualmente representada como cazadora, con arco y flecha– se estaba bañando desnuda cuando sorprendió al pastor Acteón contemplándola “curiosamente”. Enojada, le disparó un flechazo que lo hirió gravemente, y en una de esas metamorfosis tan habituales en la mitología greco-romana, Acteón se convirtió en un ciervo, y los perros de caza de Diana se arrojaron sobre él y lo devoraron.
Afortunadamente, este pas de deux se limita a que Diana se desplaza con su arco, y Acteón intenta esquivar su mirada –y sus flechas– ocultándose tras sus brazos...; “pretextos” para que sus intérpretes brillen, con grandes desplazamientos aéreos –sobre todo “Acteón”–, evidente muestra de la influencia en el ballet ruso de la técnica italiana enseñada por Enrico Cecchetti.

Kamila Moreira apenas amagó con que le lanzaba una flecha a Acteón, quien, paradójicamente, sí lo hizo al inicio, erróneamente, pues él es la presa y no ella. No obstante, dejando de lado estas “sutilezas”, Kamila hizo gala de sus extensiones a 180 grados, pero sus balances fueron muy leves, mientras que Norton la hizo girar muy centrada y se lució con su cargada al final del adagio.

Norton Fantinel y Kamila Moreira 
en Diana y Acteón
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En sus variaciones, Kamila cumplió con los esperados grand jettés, pero sus fouettés fueron sencillos y con un final poco limpio, y Norton, a su vez, subió la parada, con raudos giros con la pierna a 90 grados y double cabrioles devant hacia atrás.

Kamila Moreira y Norton Fantinel 
en Diana y Acteón
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Petar Dorcevski y Filip Juric, del Ballet de la Ópera de Liubliana, la capital de Eslovenia, salieron a escena para repetir Caín y Abel, coreografía de Anja Moderndorfer sobre la de Vlasto Dedovic, y música de Francis Poulenc y Stevan Stojanovic; la cual ya reseñé cuando la Gala de las Estrellas: “Un dueto a torso descubierto y descalzos (aunque ya desde el título se sabe que no debe tener ninguna connotación erótica), en el que ambos convencieron, tanto desde el inicio – con ruido de agua cayendo, cual lluvia– hasta la tortuosa interacción de ¿Abel? con ¿Caín? ya incorporado. Dos jóvenes hermosos, en forma, poseedores de una técnica poderosa, al servicio aquí de una inquietante coreografía que nos deja pensando… ¿Abel y Caín?”.

Petar Dorcevski y Filip Juric
 en Caín y Abel
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Y para finalizar el desfile de estrellas asistentes a este festival, Katherine Barkman y Jorge Oscar Sánchez, del Ballet de Washington, volvieron a bailar con total bravura el pas de deux de la boda de Kitri y Basilio del ballet Don Quijote, coreografía de Marius Petipa y música de Ludwig Minkus, muy bien acoplados como pareja desde el adagio, “en el que Katherine logró balances sostenidos e impresionantes, e hizo gala de sus extensiones a 180 grados, mientras que Jorge Oscar la hizo girar siempre con total verticalidad –como debe ser– y y la alzó, cargada con una sola mano, ¡dos veces!

Katherine Barkman y Jorge Oscar Sánchez 
en el pas de deux de Don Quijote
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Ya en el riesgoso final del adagio, la dejó caer sin titubeos hasta barrer casi el piso, manos libres, sostenida solo contra su cuerpo, y en su variación estuvo deslumbrante, con esos “grandes desplazamientos aéreos” que son ya su sello, pues a sus saltos no les faltaron altura ni las pasmosas volteretas acrobáticas a las que ya nos tiene acostumbrados. Katherine, por su lado, abanico en mano, ejecutó la suya con coquetería, musicalidad y precisión, con fouettés intercalados con pirouettes como remate, sin desplazarse de lugar, y con cambios en la posición de la cabeza”, me repito yo también al igual que ellos.



Baltasar Santiago Martín
Hialeah, 29 de agosto de 2019


Fotos: Emilio Héctor Rodríguez (derechos reservados; cortesía del autor)

La Virgen de la Caridad (por Sergio Lastres)


"Santísima composición con bote #1"
Año 2014
Acrílico, óleo, silver leaf, gold leaf
 y Crystals Swarovski sobre lienzo.
74" x 34"
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"Santísima composición con bote #2"
Año 2014
Acrílico, óleo, silver leaf, gold leaf
 y Crystals Swarovski sobre lienzo.
29"×30"
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Técnicas mixtas sobre cartón
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