Wednesday, May 22, 2024

Andre Maurois nos habla de Hemingway. (por Carlos A. Peón-Casas)


En 1955 la revista cubana Carteles(1) publicaba una singular entrega biográfica sobre Hemingway firmada por una de las plumas más relevantes de la literatura gala en ese mismo minuto: Andre Maurois(2).

No se trataba de una simple y poco comprometida mirada biográfica, uno de esos emprendimientos menores que los autores ya consagrados dedican a sus congeneres del mismo oficio, aquel empeño era a no dudarlo: “un estudio sobre una obra consagrada por completo a la violencia y a la muerte”.

Con ese preámbulo que el escritor francés derivaba desde las palabras de otra connotada voz: la de Simone Weil: “cuando se sabe que es posible matar sin castigo ni censura, se mata...”; el lector cubano podía barruntar a donde irían los tiros, a no dudarse una singular proximidad biográfica al Hemingway de ese mismo minuto, derivado desde la magistralidad de una obra que según lo citaba el autor esta vez desde otra voz autorizada: Archibal McLeish se trataba a no dudarlo del : “veterano a los veinte, famoso a los veinticinco, magistral a los treinta”, que de paso seguía acotando sin faltar a la verdad: “ha tallado en una vara de avellano, el espíritu de su época”.

Con tales prolegómenos a la vista, el recorrido de la anécdota biográfica sobre aquel Hemingway aplatanado suficientemente en Cuba era de una sutileza sugeridora.

Aquella mirada crítica encontraba caldo propicio entre los lectores cubanos, ya con obra suficiente para ser recorrida incluyéndose en tal minuto su El Viejo y el Mar, recién estrenada por la revista Bohemia, y en versión traducida para Cuba.

Igual ya para el verano de aquel año se daban los primeros pasos por parte de Hollywood, para llevar al celuloide, en el mítico poblado de Cojímar, el setting original, de la versión fílmica de la noveleta hemingwayana.

Se nos hace imprescindible aclarar que este texto que Carteles ponía en blanco y negro, en mayo de aquel 1955, provenía de una muy reciente entrega crítica del escritor francés firmada para La Revue de París(3), en marzo del mismo año.

Significativa es entonces esta entrega de la revista habanera, luego del inevitable proceso de traducción al español del texto original francés. Aunque nos consta además la proximidad y el dominio del propio idioma Inglés que Maurois llegó domeñar con impecable soltura, y que nos hace pensar que el texto tuviera igualmente su popia versión a la lengua inglesa, y de donde pudiera haber sido tomado por la revista Carteles.

Los aspectos biográficos de este deambular por la vida y obra de Hemingway nos parecen ciertamente impresionantes en su dimensión más crítica. Maurois desentraña algunos pormenores con el más fino bisturí, desmembrando las esencias tempranas de la obra del genial esccritor norteamericano, y sobre todo, promoviendo a la luz del entendimiento del lector esas coordenadas resurgentes y siempre enaltecedoras de su condición de impecable narrador.

Para empezar con buen pie Maurois recreaba los intringulis de sus tempranos atisbos literarios sin que faltaran las coordenadas del primer encontronazo con la realidad:
Ernest Heminway mostró, en la escuela de Oak Park mucha afición por las letras y ocupó un puesto importante en la redacción del periódico escolar. Sus camaradas admiraban su talento, pero le trataban sin afecto; con ello le confirmaban en la idea de que es preciso, en la vida, ser duro y que solamente los coriáceo sobreviven.
Otras coordenadas de sus primeras rebeldías marcarían al decir de Maurois al hombre en primaria instancia, y luego al escritor:
No queriendo ni a su familia ni a la escuela se escapó dos veces, llevó durante unos meses una existencia errante y adquirió en los bajos fondos el conocimiento de la violencia y del mal. Trabajó como campesino, hizo de lavaplatos en los restaurantes viajó sobre los topes de los trenes de mercancías: y en resumen conoció esta vida picaresca que más que la bohemia frencesa de los cafés de Flore o los Deux Magots, parece favorable al joven escritor norteamericano.
Luego vino inevitablemnte su experiencia en la Primera Guerra Mudial, que buscada o no como un complemento lo más parecido a una experienia de emociones al límite, o confirmando en sí mismo al aventurero Huckleberriano de Twain que sin dudas lo habitaba, sería su forja ante el destino como acaso lo fuera el personaje tan admirado de Henry Fleeming, de aquella mítica novela The Red Badge of Courage, y de un autor a quien mostrara respeto: Stephen Crane, claro anticipo del peronaje homónimo para su Adiós a las Armas.

Maurois nos cita pormenores suficientes para entender estas coordenadas para futuras elucubraciones de la ficción hemingwayana:
Estaba delante de las trincheras, en Fossalta de Piave cuando un minenwerfer le alcanzó... Fue entonces cuando morí, dijo él... Esta herida le ha marcado de manera profunda en lo físico, con cicatrices imborrables a lo largo de la piernas, pero también durante algún tiempo, con cicatrices en el espíritu (...) No quería dormirme pues desde hacía algún tiempo tenía la convicción de que, si cerraba los ojos en la oscuridad y me abandonaba, mi alma desertaría de mi cuerpo. Me encontraba en ese estado desde aquella noche, que sorperendido por la explosión, sentí que mi alma se fue y luego volvió. Yo procuraba no pensar jamás en ello, desde esa época había tratado de abandonarme todas las noches, antes de que me quedase dormido, y tenía que hacer un gran esfuerzo para retenerla...
El lector avisado descubre de inmediato en el imaginario narrativo del autor al menos dos relatos conectados ineluctablemente con lo antes dicho, el primero: Now I Lay Me (1927), muy clara proximidad a la vivencia del propio autor ya esbozada; y A Way You´ll Never Be, este último, tercero en la saga de la historia de su alter ego Nick Adams en la Italia de 1918, y una especie de pesadilla recurrente,  según nos cita Baker. Sugerida esta última, desde la ficción en las cálidas noches habaneras de 1932, es un título, a su vez, con otras alusiones, esta vez a la voluptuosa Jane Mason, quien debutara en tal época con preocupantes signos depresivos, y con quien se le involucrara en una impetuosa relación sentimental en la tórrida Cuba de aquel año(4).

El oficio del narrador se consolidaría en los años de París, desde la primaria experiencia periodística del avezado corresponsal, que en algún minuto quemaría las naves, en pos del sueño final de la escritura total como oficio. Maurois desgrana de ese período, atisbos nuevamente reveladores al temprano oficio del nobel narrador:
Hemingway escribía cuentos. Estos eran duros como clavos... Uno de ellos Fifty Grand, contaba la aventura de un boxeador que, sintiendo llegar su decadencia, apuesta contra sí mismo y gana. Era un relato dialogado, con aristas cotantes. Nada se explicaba; todo era sugerido. Su lectura nos hace recordar al mejor Kipling. Pero Hemingway no habla jamás de Kipling. Quizás no le leía entonces... Los lectores competentes reconocieron a un maestro...
Maurois le sigue al rastro a ese temprano Hemingway que en dos años se consolida como narradoor nato. Sus alusiones son inevitables para dos obras de ese minuto: “Tres cuentos y diez poemas” y “En nuestro tiempo”, 1923 y 1924 respectivamente. Dice Maurois de este último:
Tecnicamnete es excelente. Pintado con esta frialdad detallada, el horror se destaca más vigorosamente sobre un fondo liso. Merimee sabía ya esto. El título... no podía ser más que irónico. Evocación del “peace in our time, oh Lord...” del Common Prayer. “Paz en nuestro tiempo, oh Señor...” en nuestro tiempo en que se fusila a los moribundos; en que las multitudes exigen de los toreros que se jueguen la vida; en el que los heridos gimen y se desangran delante de las trincheras; en que en las prisiones, se pasa fríamente la cuerda al cuello de los condenados. Esto era a la vez, una muda protesta contra la violencia, una voluptuosidad masoquista al describirla, y una liberación... El niño y el hombre habían visto demasiadas tragedias...
Para 1926 llega la primera novela. Maurois deja las coordenadas de aquella mítica realizacion que fue The Sun Also Rises:
El héroe Jake Barnes, mutilado por una herida de guerra, pasea por los bares y los mediocres hoteles de Francia y España, un amor para siempre irrealizable. La mujer que ama, lady Brett, pasa a ser la amante de un boxeador y después de un torero. Brett y Jake sufren, pero sin frases.... El efecto trágico está obtenido por una larga película de noches de hotel, de borracheras tristes... Nada sirve para nada. El sol sale también, y también inútilmente.
Literariamente hablando Hemingway es un todo terreno que se mueve con facilidad asombrosa entre uno y otro género literario. Maurois detalla ya sus nociones más sugerentes de como logra sus efectos entre la novela y el relato corto donde igualmente Hemingway pontifica a su aire:
Una novela de Hemingway era, con respecto a una novela clásica, lo que una arquitectura funcional a una arquitectura barroca... Una breve historia corta como Los Asesinos es en realidad una obra maestra. Se reconoce una obra maestra, decía Valery, en esto: “no pude cambiarse nada en ella” El ataque es brusco, sin largas preparaciones al estilo dde Balzac. Corresponde al lector imaginarse la decoración, y los personajes. Al principio no se sabe de qué cosa hablan. Repiten diez veces las mismas palabras. Poco a poco, la situación emerge de este caos. Y es hermoso.
Hasta Adiós a las Armas, hay un impass que Maurois replantea desde su perspectiva crítica con acieerto ineludible:
Siete en años en barbecho transcurrieron durante los cuales no había escrito un buen libro... y de esta esterilidad se había compuesto una actitud: fingir no conceder ninguna importanciaa lo que ya no era capaz de producir... En 1936 estalla la guerra civil en España. En Estados Unidos, muchos intelectuales se alistan para ir a ayudar a los republicanos. Hemingway es uno de ellos. Menos por convicción que por ir a oler nuevamente el olor de la sangre y tratar de creer en alguna cosa. De esta eventura sacará una novela: “Por quién doblan las campanas” cuyo héroe, Roberto Jordan, encarna como antes Nick Adams al mismo Hemingway, Héroe sin política y cuyo sacrificio es gratuito.
El impass literario se hará otra vez evidente durante los años de la Segunda Guerra Mundial. Hemingway. Serán los años de “nuestro hombre en la Habana”, donde pone su cuartel general y que solo habrá abandonar hasta la década subsiguiente, en las temporadas de viajes ineludibles, a sus cuarteles de invierno en la tierra firme sean de su norteamerica natal, o de Europa, o Africa.

Maurois recolecta de este período interesantes pinceladas:
En 1942 ofrece su yate Pilar a la marina norteamericana, y se ofrece para realizar una misión de hombre suicida. Navegará solo para atraer a los submarinos enemigos y luego cuando uno de estos se le acerque, volará junto con él. Se comprende que esta idea romántica le seduzca, pero la marina rechaza su oferta y Hemingway solo consigue ser enviado como corresponsal de guerra a Inglaterra. Después del desembarco de junio de 1944, le pone en contacto con los F.F.I franceses y forma un cuerpo franco del cual es general  o capitán, no se sabe exactamente. Es “papa” y sus hombres comprenden vagamente que debe ser un personaje importante. Tiene cuartel general en Rambouillet. Armado hasta los dientes, gemelos en banderola, vermouth sobre un muslo y ginebra sobre el otro, se revela buen técnico de la guerra de la cual tiene larga experiencia. Los “maquis” le respetan; el ejército le tolera: entra en París que el utilizado por la división Leclerc y va inmediatamente a liberar el Ritz, lo que no es un símbolo oscuro. Plaza Vendome, a la puerta del edificio, pone un centinela y un cartel: “Papa took good hotel. Plenty stuff in cellar...”
Luego de otra experiencia reporteril por tierras francesas, belgas y alemanas, Hemingway regerasaba a Cuba para contraer nupcias con su cuarta esposa Mary. Ese período cubano que duraría hata su salida definitiva en 1960, es rastreado igualmente por el ojo avisor y crítico de Maurois.

Leemos con atención esos pormenores:
... Hemingway se había casado por cuarta vez, con Mary Welsh, periodista. Con ella vive hoy en su casa, cerca de La Habana, en la Finca Vigía que ha escogido porque ama a Cuba, y se encuentra un poco más tranquilo en ese país que en ningún otro... Hemingway, mosntruo sagrado con barba blanca, curtido y arrugado, se levanta a las cinco y media, de la mañana, y trabaja. Escribe con lápiz sus descripciones y a máquina sus dálogos. Por la tarde, si el tiempo lo permite pesca con su marino. Sigue pensando que un escritor debe guardar el contacto con la Naturaleza mediante alguna forma de acción. Si se retira de la vida, su estilo se atrofia.
En el año 1952, y afincado en su casa cubana, Hemingway demostraba con creces que su estilo creativo además de inigualable mantenía su vitalidad, a pesar que para muchos críticos su precedente novela Allá lejos y entre los árboles, había rumorado su declive escritural.

Maurois dejaba constancia en su ensayo ya mencionado:
En 1952 probó que su doctrina (el contacto necesario con la vida) es verdadera, escribiendo El Viejo y el Mar, breve relato acogido con entusiasmo unánime... El libro es hermoso, a la vez, por la excelencia del estilo, por la exactitud de la le técnica marítima y deportiva, y por su expresión de calurosa humanidad. Un sentimiento vivo y verdadero, anima esa historia del viejo que ha conseguido pescar a fuerza de valor y tenacidad, el pez más grande de su vida, y se ve despojado por los escualos, que devoran su presa y no le dejan más que un esqueleto. Yo me siento inclinado a pensar que hay en este cuento un símbolo, quizás inconsciente. El pez gigante, es la hermosa novela que Hemingway había querido traer y que los críticos han destrozado. Este sentimiento personal y esta ardiente herida dan al cuento El Viejo y el Mar una resonancia amarga y emocionante.
En su largo ejercicio crítico sobre Hemingway que el lector cubano tenía con increible celeridad a su vista en aquel año 1955, el critico francés Andre Maurois ahondaba sobre el ya mítico lugar del escritor norteamericano avecinado en Cuba entre los escritores de modernidad indiscutida en aquel minuto; pero a la vez descorría un velo siempre interesante a la hora de fomentar los precedentes de cualquier hombre de letras, en cuanto a formación e influencias:
Tiene aspecto de un moderno -ha dicho de él Gertrude Stein- y despide un olor fuerte a museo. La frase escrita en momento de discordia, quería ser punzante; pero constituye un bue elogio, involuntario. Un gran autor, por muy moderno que sea, se relaciona siempre con alguna tradición (...) Cuales son los maestros de Hemingway. El dice: Leyendo la Biblia fue como aprendi a escribir... No unicamente así, pero la Biblia enseña al narrador el arte del relato desnudo, la fuerza de la repetición, la poesía. Confiesa que debe mucho a Flaubert, y se comprende facilmente cuál es esta influencia: el escrúpulo, la rebusca de la palabra justa, la necesidad de una cadencia. La suya es tan diferente de la de Flaubert como el jazz puede serlo de las sonatas de Mozart, pero toda música es música. Elogia a Sthendal, lo cual no nos sorprende. Sin embargo, sus verdaderos patronos son americanos: Ambrose Bierce, Stephen Crane, y sobre todo Mark Twain...
Respecto a su mundo filósofico y existencial, Maurois, apunta a una cierta convergencia con Kipling, “bien por coincidencia, bien por filiación”. Y desgrana sus razones:
El mundo revelado a los dos hombres, desde su infancia, no es el mundo de la escuelita parroquial. La fuerza y la astucia reinan en él. Contra esto el héroe no puede hacer nada. El universo es como es. Unicamente el hombre, en el interior de este mundo sin leyes morales, puede darse un código y obedecerlo. Código de honor y valentía que en una vida dolorosamente tensa, hace de un hombre un hombre y le diferencia de los que sólo saben obedecer a sus instintos... y viven sin reglas inviolables.
La figura de la mujer, y el detalle sensualista no escapan a la instrospección del crítico al remontar los alcances de tales coordenadas en la dimensión de la obra y los personajes hemingwayanos:
la mujer para Hemingway como para Kipling es a la vez obstáculo y tentación. Respecto al hombre fuerte, al hombre del código, pero no resiste a la tentación de dominar al hombre débil... La sensualidad parece la esencia misma de los héroes de Hemingway. Amor físico, bien; pero es precsiso no pagarlo demasiado caro. La mujer del combatiente moderno es aquella que se da generosamente, entre dos combates, y sabe que el olvido vendrá...
De la muerte, y de la moral asociada al Hemingway de vitalidad indiscutida, Maurois nos deja reflexiones interesantes derivadas de la de sus alter egos creativos:
Toda la moral está fundada sobre la conducta a demostrar en presencia de la muerte. En este estado constante de alarma, hay dos soluciones, Una, es olvidar. Los personajes de Hemingway como suss prototipos, beben y aman para aturdirse. La otra solución, la más noble, es un estoicismo que acepte como normal este aplazamiento de la ejecución de lod condenados a muerte. El hombre camina sobre las ruinas, siempre dispuesto para la explosión final, tratando de olvidar sus pesadillas... El amor, como la caza o la guerra, o la bebida, actos de violencia o de exceso, nos ocultan la presencia de la nada, durante un momento, un corto momento.
Muy a pesar de advertencia tan nihilista, Maurois sabe que desde la permanencia de la angustia, que considera légitima en Hemingway “despues de dos interludios infernales y ante el peligro de sufrimientos mayores”

Pero Maurois apela a la dimensión de otro optimismo que descubre entre los entresijos de la dimensión creativa del Maestro:
Este mundo se salva por la forma. Tiene para escapar “a a la falta de sentido de un mundo sin valores”, una evasión más bella que la embriaguez o el espasmo, la cual es la creación, Aquí Hemingway se une con Proust. Este buscaba envolver las cosas más simples en los anillos de un hermoso estilo. Hemingway recurre menos a la imagen. Su estilo es objetivo y desnudo. Describe los peores horrores con una sobriedad clásica. Este comedimiento en la descripción de lo monstruoso, es exactamente, su estilo...
Last but not least, Maurois sabe que en Hemingway hay esperanzas a pesar de que no parezcan tangiblemente posibles, sino que sean, a lo sumo el atisbo insignificante, que emerge como el iceberg en la profudidad desconocida:
Un mundo no carece completamente de valores cuando reconoce los de la estética. El escritor, como el cazador, y como el soldado, respeta su código, y llega con su encantamiento, no a encontrar el Tiempo, lo que sería para Hemingway encontrar el horror, sino a matarle. Es posible que la palabra del universo sea nada, pero el código y el oficio, en esta nada, dibuja vagamente la sombra de algo.




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1. "Ernest Hemingway". Por Andre Maurois. En Carteles. La Habana Cuba. Año 36. No. 18. 1 de Mayo de 1955. p.72

2. Pen name del escritor francés nacido como Emile Salomon Wilhem Herzog (1885-1967) en Fantasticfiction.com

3. Citado en Carlos Baker, Hemingway and his critics. An International Anthology. American Century Series, Hill and Wang, NY, 1961.

4. Carlos Baker, Hemingway A Life Story, Charles Scribners and Sons, NY, 1969, p.228



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Monday, May 20, 2024

Félix Luis Viera publica su más reciente novela "Un mariachi viejo"

 
Neo Club Ediciones. Miami 2024.
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Vuelvo a compartir este fragmento de la novela, como aperitivo. Adquirir en Amazon.

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Érika

Por primera vez vistió telas vaporosas, que parecían ascender en el aire, burlarse del calor. Dejó de usar pantaletas y no obvió además el sostén porque entonces las tetas irían saltando e insinuándose de paso en paso y sentiría vergüenza. —O no, no sentiría vergüenza per se, sino que se avergonzaría al constatar la vergüenza del prójimo frente al lance. Los hombres, y también tantas mujeres, no admitían que las tetas de una anduviesen sueltas, libres aunque debajo de la tela. Puesto que las tetas —recordó a Plácido el Bueno— podrían resultar, a la vez, el más invulnerable baluarte o el sendero más franco, y también el As de Espadas. Así era: como dejó dicho de su puño y letra este gran sabio “Entre los emblemas que más podrían impresionar a un ser humano —varón o hembra— se hallaban las banderas nacionales, los himnos, las pistolas y los senos de mujer”.

La tarde siguiente al día de su llegada, el Jefe la acompañó a comprar la ropa apropiada. En la Zona Luz del centro histórico; recorrieron las cinco calles que la componen. Si bien el ocaso no estaría muy lejos, el calor persistía y ella sintió que se le acababa el oxígeno por momentos: la piel se le incendiaba; un vapor extraño le agarraba, más que la vista, la mirada; parecía arderle el esófago; la sed la invadía constantemente —se detendría en uno y otro bebedero público—. El Jefe se había invitado él solito para acompañarla cuando ella preguntaba a bulto, al grupo con que la habían conectado en la mañana, dónde podría hallar la vestimenta necesaria. Pensó declinar el ofrecimiento y pedirle a un taxista que la dejara en el lugar preciso. Pero de cualquier manera le resultaría trabajoso desenvolverse en una zona desconocida, sin idea de cuáles serían las tiendas convenientes para sus propósitos. Llevaba un pulóver azul cielo de tela más bien gruesa y mangas cortas que en ocasiones usaba para dormir y le llamó la atención cómo algunos dependientes y dependientas dejaban la vista fija por instantes en sus manos y antebrazos cuando los tenían al alcance de la mirada, debería ser por su blancor, o su tipo de blancor, pensó, y, como antes ciertos transeúntes, ahora estos dependientes y dependientas se detenían, más que a mirar, observar sus ojos por unos momentos, como si el nivel de la impresión les anulara la prudencia. Vio allí en el centro de la ciudad, por primera vez en su vida, en haces, cuánto abundaban las mujeres de culo alzado. [Su mail: “… como las cubanas, roble, pero dime si de a deveras el mío no será tan alzado, pero también tiene lo suyo en ese aspecto, y de pilón, es de líneas perfectas o casi. ¿O a poco no?”].

Contrapunto musical (Celia Cruz)

 

Mons. Antoine Camilleri nuevo nuncio en Cuba


Vatican News. Cuba tiene un nuevo nuncio apostólico. El Papa Francisco ha nombrado como su representante en Cuba a monseñor Antoine Camilleri, arzobispo titular de Skálholt, actualmente nuncio en Etiopía, Yibuti y delegado apostólico en Somalia.

Monseñor Antoine Camilleri nació en Sliema, Malta, el 20 de agosto de 1965, sacerdote desde 1991 y licenciado en Jurisprudencia y Derecho Canónico, Camilleri ingresó en el servicio diplomático de la Santa Sede el 9 de enero de 1999. En los últimos años ha trabajado en las Representaciones Pontificias en Papúa Nueva Guinea, Uganda, Cuba y en la Sección para las Relaciones con los Estados de la Secretaría de Estado, donde Benedicto XVI lo había nombrado subsecretario el 22 de febrero de 2013.

El 3 de septiembre de 2019, el Papa Francisco lo nombró arzobispo titular de Skálholt y nuncio apostólico. El 4 de octubre de 2019 recibió la ordenación episcopal. El 31 de octubre siguiente fue nombrado nuncio apostólico en Etiopía y Yibuti, representante especial ante la Unión Africana y delegado apostólico en Somalia. Monseñor Camilleri habla siete idiomas: italiano, inglés, español, francés, portugués, rumano y ruso. (Tomado de Vatican News)

Noche de ballet en el Jackie Gleason Theater. (por Wilfredo A. Ramos)



“Bailar es poesía con brazos y piernas”
Charles Baudelaire (poeta, ensayista y crítico de arte francés).





Como ya va siendo habitual, el Cuban Classical Ballet of Miami (CCBM), bajo la dirección de Eriberto Jiménez, ofreció una más de sus presentaciones con el propósito de entregar al público amante de esta manifestación artística, obras que de otra manera nunca subirían a los escenarios de esta ciudad, impidiendo su conocimiento y disfrute. Dicha función tuvo como escenario al The Filmore Miami Beach at the Jackie Gleason Theater, el imponente teatro de estilo Art Deco de la playa.

Raymonda
Natalie Álvarez, Ariel Morilla.
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Para esta oportunidad el programa seleccionado estuvo formado, en su primera parte, por el pas de deux del acto III del ballet ‘Raymonda’ (1898), con coreografía de Marius Petipa, música de Aleksandr Glazunov y libreto Petipa e Ivan Vsevlozhky; el pas de deux del ballet 'Le Papillon' (1860), coreografiado por Marie Taglioni, con música Jacques Offenbach y libreto de Jules-Heenri Vernoy de Saint Georges, y como tercer número el pas de troi del acto I del ballet 'El lago de los cisnes', coreografía de Marius Petipa y Lev Ivanov –aunque la original correspondió a Julius Reisinger- mientras que la música pertenece a Piotr Ilich Chaikovski.


El segundo acto de la noche brindó la oportunidad de apreciar lo que se conoce como ‘Bodas de Aurora’, que no es más que el acto III del ballet ‘La Bella Durmiente’ (1888), el cual tiene coreografía de Marius Petipa, música de Chaikovski y el libreto a cargo de Ivan Vsevolozky.

Esta presentación del CCBM contó además con la expectativa de ver bailar por vez primera en este país a algunos de los jóvenes bailarines que desertaron del Ballet Nacional de Cuba después de su presentación en la ciudad de San juan, en Puerto Rico en el pasado mes de marzo, hecho este que ha sido cada vez más frecuente, desde la histórica deserción de diez miembros de dicha compañía acaecida en París, en el año 1966. Lo anterior sin duda alguna atrajo una gran cantidad de público. que colmó el teatro.


Con respecto a la primera parte del programa, hay que destacar sin duda alguna la interpretación que del pas de deux de 'Raymonda' realizaran Natalie Alvarez -norteamericana de ancestros cubanos, y Ariel Morilla, uno de los bailarines recién llegados. Ambos poseedores de una muy buena figura, ante todo ofrecieron una hermosa pareja, que junto a un acertado trabajo se ganaron uno de los más merecidos aplausos de la noche. Esta coreografía requiere por parte de la bailarina de un riguroso trabajo de ajuste entre los tiempos musicales y la ejecución de sus movimientos, lo que la convierte en un reto interpretativo.

A lo anterior no se puede dejar de añadir que dicho ballet, por las fuertes raíces folclóricas que posee, pudiera ser considerado como una ‘danza de carácter de salón’, aspecto que tiene que ser muy bien concebido por ambos intérpretes, lo cual es necesario trabajar aún más por parte de ambos bailarines. A propósito de la entrega técnica, Alvarez es una bailarina que amén de poseer buenas dotes naturales, es poseedora de una impresionante preparación gracias a las excelentes maestras que intervinieron en su formación: las cubanas Lourdes Albarello y Aida Villoch.

En cuanto Morilla, se desenvolvió como un buen partner, dejando una grata impresión en cuanto a su técnica y desenvolvimiento en escena, elementos ambos que forman parte de la buena base que posee para continuar con su preparación en aras de su futura carrera artística.

Le Papillon
Cynthia Hamm, Kelvin Rabines
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Cynthia Hamm y Kelvin Rabines fueron los encargados de asumir la interpretación del pas de deux del ballet ‘Le Papillon’, trabajo que aunque no es de extraordinarias exigencias técnicas, si lo es en cuanto a las interpretativas, por ser una obra concebida dentro del llamado periodo ‘romántico’ del ballet, en donde el manejo del estilo es de suma importante y cada gesto o movimiento se encuentra en función de reflejarlo. Ambos bailarines asumieron su trabajo con elegancia y fragilidad, aunque no estaría de más un estudio más detallado de aquellos elementos casi sutiles que caracterizan este muy exigente estilo.

Pas de trois Act. III Lago de los cisnes,
 Eleni Gialas, Yalenis Rivero, 
Yandy Alvarez.
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La tercera propuesta de esta primera parte del programa corrió a cargo del conocido pas de troi del ballet ‘El lago de los cisnes’, llevado a escena por Eleni Gialas, Yelenia Riveron y Yandy Alvarez, los dos últimos integrantes del grupo de bailarines cubanos recién llegados. Este trabajo dejó de manifiesto falta de preparación -o de ensayos, que es lo mismo-, así como un pobre desempeño técnico sobre todo en el caso de los dos bailarines debutantes en este país. En realidad fue una decepcionante propuesta con la que no debió de haberse expuesto a sus intépretes sobre un escenario.

El supuesto plato fuerte de la noche sería la presentación de las muy promocionadas ‘Bodas de Aurora’, espectáculo que goza de mucha popularidad entre el público -sobre todo infantil- el cual se acostumbra a presentarlo de manera individual fuera de la producción completa del ballet al que pertenece.

Como ya es habitual para este tipo de trabajo, Jiménez, director del CCBN, siempre requiere de la participación de alumnas aventajadas de algunas academias de ballet para conformar el cuerpo de baile, las cuales en esta oportunidad mostraron notable falta de cohesión y de ensayos.

Este espectáculo incluye algunos pas de deux basados en cuentos infantiles -El Gato con Botas, Caperucita Roja y El Pájaro Azul- erróneamente atribuidos todos a la autoría de Charles Perrault (1628-1703), quien es el creador solamente de los dos primeros, siendo la escritora francesa Madame d’Aulnoy (1651–1705), la autora del último de ellos.


Los intérpretes del primero -El Gato con Botas- fueron Natalie Uribe y Oscar Nathanael Medina, quienes cumplieron con las sencillas exigencias que el mismo requiere, aunque denotaron un no terminado trabajo de manos, parte indispensable en sus respectivas caracterizaciones.

Caperucita Roja
Kyra Werbin, Kelvin Rabines.
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Por su parte Kyra Werbin y Kelvin Rabines -quienes por cierto fueron omitidos sus nombres en el ‘Quien es Quien’ del programa de mano- asumieron los conocidos personajes de la caperucita y el lobo con desenvoltura, destacándose los portentosos saltos del bailarín, lo que brindó algo de lucimiento a un trabajo al que poco se le puede extraer.

El siempre esperado pas de deux de El Pájaro Azul, que tuvo por intérpretes a Eleni Gialas y Yandy Alvarez, resultó una gran decepción. Pobre trabajo con el estilo de caracterización por parte el bailarín, junto a una desacertada muestra técnica por parte del mismo, así como dificultades para adaptarse a los tiempos musicales de ambos, dejó un amargo sabor.


La sorpresa de la noche fue la aparición del bailarín Carlos Caballero Hopuy, integrante del afamado Les Ballets Trockadero de Monte Carlo, interpretando el personaje de la maligna Hada Carabosse, al cual le insufló no sólo la energía que caracteriza a dicho personaje, sino que hizo de él una magnífica demostración de lo que puede lograr un bailarín bien entrenado en el baile en ‘puntas’. Su destreza y excelencia técnica quedó en evidencia para el disfrute de un público que los reverenció con sus aplausos.

En su segunda salida a escena, en esta oportunidad en el rol del Hada de las Lilas, Natalie Alvarez dejó a la vista que es una bailarina que se encuentra preparada para asumir retos mucho mayores. Su trabajo fue de una limpieza total, con el acostumbrado control sobre giros y balances, que muestra en cada una de sus actuaciones, incorporando su personaje con el estilo requerido. Nos gustaría poder tener noticias en un futuro próximo de su presencia en otros escenarios, el tiempo para los bailarines es demasiado breve y debe saber aprovecharse al máximo.

Bodas de Aurora
María Luisa Márquez, Ihosvany Rodríguez.
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Bodas de Aurora
María Luisa Márquez, 
Ihosvany Rodríguez, Natalie Álvarez,
 Carlos Hopuy.
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El momento esperado por todos los asistentes llegó con la aparición en escena de María Luisa Márquez -ex bailarina principal del BNC, en su debut en este país, después de desertar en Puerto Rico- asumiendo el papel protagónico de la princesa Aurora, artista que desde su salida a escena demostró el por qué de su meteórica carrera, la cual desde sus años como estudiante la llevara a obtener múltiples medallas de oro en diversos concursos y haber tenido el privilegio de ingresar a la agrupación danzaria cubana con el rango de ‘solista’, algo sin antecedentes en la historia de la misma. Su interpretación de este personaje, el cual fuera también su debut en el mismo, lo asumió con su acostumbrado virtuosismo técnico y una excelente muestra de nivel artístico, logrando junto a su pareja, Ihosvany Rodríguez, bailarín conocido de esta ciudad, un muy buen desempeño el cual recibió el fervoroso aplauso del conocedor público que asistió a esta velada.

Como último aspecto a comentar, he dejado uno, el cual merece toda nuestra atención por lo preocupante del mismo y que tiene que ver con el trabajo técnico que requiere la realización de todo espectáculo.

No es un secreto para nadie que se desenvuelva dentro del mundo de las artes escénicas en este país, lo que cuesta poder acceder a rentar un espacio donde presentar un espectáculo ya sea danzario o dramático y Miami no es la excepción. También es del conocimiento de todos que debido al cierre temporal del Miami Dade County Auditorium, esta ciudad se verá desprovista por un tiempo -ojalá no se alargue demasiado- de uno de sus escenarios más requeridos, lo que hace que un lugar con una mejor posibilidad en cuanto a condiciones técnicas, desaparezca de momento, quedando casi como única opción el Fillmore Miami Beach at Jackie Gleason, ya que pensar en el Adrienne Arsht Center es delirar.

El que el Cuban Classical Ballet of Miami tenga que subir a las tablas del teatro de la playa, también tiene otra razón, ésta debido a compromisos entre la institución artística y dicha ciudad, lo que por partida doble obliga a la agrupación danzaria a tener que presentarse en dicho escenario. El problema con esto último es que esta instalación no posee los requerimientos técnicos necesarios y por lo visto humanos, para asimilar tal tipo de espectáculos, el cual no viene respaldado por una cantidad de dinero apropiada que le permita poder resolver las carencias que el teatro presenta.

Para citar solo dos de las dificultades con las que tiene que enfrentarse el CCBM al momento de organizar su trabajo en este espacio, están la ausencia de un ‘ciclorama blanco’ -telón de ese color que se coloca cubriendo el fondo del escenario- indispensable para determinadas presentaciones de ballet; siendo la segunda, la enorme falta de equipos de luces, lo que provoca que los intérpretes bailen entre manchas de luces y de oscuridad, no pudiéndose realizar un adecuado diseño de iluminación.

En otro orden de cosas encontramos el inconcebible trabajo del personal técnico, que en la función de la cual estamos hablando, dejaron las luces de sala y las de trabajo en el escenario –para colmo dirigidas de frente al público- encendidas una vez abierto el telón de boca y comenzada la representación, pero si esto no fuera suficiente las luces de la sala se encendían y apagaban constantemente a lo largo de toda la representación y para colmo, durante una ejecución del cuerpo de baile se encendió igualmente un proyector -equipo potente de luz concentrada que es utilizado para iluminar a un artista en la escena- el cual en vez de ser apagado inmediatamente, fue desviado, dejando iluminado la embocadura del escenario por algunos minutos.

A estos inaceptables problemas técnicos, la función se vió afectada además por un mal manejo de la tramoya, ya que una vez comenzada la Bodas de Aurora, en la segunda parte de la noche, mientras se desarrollaba la acción bajaban unos telones de la escenografía, que habían olvidado colocar en su posición pertinente.

En este teatro, desde que fue vendido a una productora de espectáculos, se está acostumbrado a trabajar con las producciones que ya vienen armadas, que traen sus propios equipos técnicos -luces, sonidos, escenografía- por lo que han descuidado el acondicionamiento propio e indispensable de dicha instalación -y de cualquier otra de sus características- en detrimento de otros eventos que opten por subir a dicho escenario teniendo diferentes requerimientos y maneras de producirse, pero sobre todo, un tipo de respaldo económico más modesto.

Otro problema que se hizo demasiado obvio y que esta vez tiene que ver directamente con la dirección del espectáculo es el referente a las bandas sonoras utilizadas, las cuales no están calibradas para tener el mismo volumen entre sí, amén de terminar todas de manera brusca, mostrando de forma muy notoria el corte sonoro de las mismas. No sabemos si este último aspecto incidió en que casi la mayoría de las interpretaciones de los bailarines terminaran fuera de música, situación que se pudo apreciar en reiteradas oportunidades.

Como conocedores de los pormenores que conlleva dar vida a un espectáculo, consideramos que se debe velar con mucha más precisión todos los detalles a la hora de plantearse la realización del mismo e igualmente ser extremadamente exigentes con respecto al trabajo del personal técnico. Sin duda sabemos de las penurias materiales por las que pasan todos los artistas en la realización de sus proyectos, pero debemos recordar que se trabaja para un público que paga y va a disfrutar de un espectáculo profesional, al que debemos entregarle un trabajo con la mayor calidad posible. De las dificultades cotidianas ya se sabe, pero esas no le interesan al espectador.

Lamentablemente tanto esfuerzo no podemos decir que tuviera un feliz resultado del todo, pero no obstante siempre queda reconocer un esfuerzo que trata de hacer avanzar hacia delante la frecuentemente maltratada cultura.

Por nuestra parte quedamos en espera de la XXIX edición del Festival Internacional de Ballet de Miami, que como ya es habitual nos colocará por algunas semanas en el centro de interes de la danza a nivel mundial.


Bodas de Aurora
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Lic. Wilfredo A. Ramos
Miami, mayo 14, 2024
 
Fotos/Simón Soong.

Sunday, May 19, 2024

Charles Weidman (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.

Los textos anteriores, se pueden leer en este enlace.


Charles Weidman nació en Nebraska, el 22 de julio de 1901. En un principio se había enamorado de la arquitectura, fundamentalmente la griega y la egipcia, pero tras ver a bailar Ruth St. Denis, cambió su rumbo y decidió ser bailarín. Con ese propósito, a los 19 años se traslada a Los Ángeles para formarse en la Denishawn School, donde estudió durante ocho años, además de formar parte de la compañía que St. Denis y Shawn dirigían.

En la Denishawn conoce a Doris Humphrey. En 1927 deciden independizarse y formar una nueva escuela y compañía, la Humphrey-Weidman Company, para alejarse del exotismo que proponían St. Denis y Shawn y buscar un nuevo estilo, algo propio y diferente. Durante este periodo Weidman creó obras cuyos temas se relacionaban con problemas sociales, siempre manteniendo una mirada satírica, como por ejemplo “School for Husbands” (1933) y “And daddy was a fireman too” (1943); también realizó obras en colaboración con Humphrey, como “New dance” (1935), y coreografió para Broadway.


En 1945, la sociedad con Humphrey se disuelve y Weidman funda una escuela primero y, en 1948, crea su propia compañía. Para este nuevo grupo crea gran cantidad de obras, destacándose “A house divided” (1945), “Fables for our time” (1947) e “Is sex necessary” (1959).


Con respecto a su técnica, creó un vocabulario basado en la gravedad. Exploró cómo al ceder ante la gravedad el cuerpo cae, mientras que al oponerse a esta fuerza natural también se podía crear movimiento y, también atendió a los movimientos que precedían y proseguían a la caída. De allí surgieron la suspensión (resistencia a la gravedad) y la sucesión (desarrollo del movimiento mientras un impulso fluye de una articulación a otra). De este modo, su vocabulario incluía trabajo de suelo, saltos y caídas. Aunque su técnica no fue lo más personal que aportó sino sus dotes histriónicas: las coreografías de Weidman eran muy expresivas y, a menudo, bastante emocionales, recorrían el amplio abanico de la comedia a la tragedia, pero siempre en sus obras el componente expresivo era fundamental.


Fundó, junto al escultor Mikhail Santaro, el Expression of Two Arts Theater, en New York, en 1960, donde realizó exhibiciones y enseñó hasta sus últimos días. Entre sus alumnos se destacan José Limón, Louis Falco y Bob Fosse, entre otros, con carreras más que prominentes. Charles Weidman fundó las bases de la danza moderna norteamericana e influyó también en otros estilos, como el jazz. Lamentablemente, de su extensa obra no quedó casi nada registrado. Falleció a los 73 años, en la ciudad de New York, el 15 de julio de 1975.





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Ver en el blog:

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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO)

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". florenciagu@gmail.com

Pentecostés


(ACI).- Hoy se celebra la Solemnidad de Pentecostés, que conmemora la Venida del Espíritu Santo sobre María y los Apóstoles, cincuenta días después de la Resurrección de Jesucristo.

El capítulo dos del libro de los Hechos de los Apóstoles describe que “de repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo”.

San Juan Pablo II al reflexionar sobre este acontecimiento en su encíclica "Dominum et Vivificantem" señaló que “el Concilio Vaticano II habla del nacimiento de la Iglesia el día de Pentecostés. Tal acontecimiento constituye la manifestación definitiva de lo que se había realizado en el mismo Cenáculo el domingo de Pascua”.

“Cristo resucitado vino y ‘trajo’ a los apóstoles el Espíritu Santo. Se lo dio diciendo: ‘Recibid el Espíritu Santo’. Lo que había sucedido entonces en el interior del Cenáculo, ‘estando las puertas cerradas’, más tarde, el día de Pentecostés es manifestado también al exterior, ante los hombres”.

Posteriormente, el Papa de la familia cita el documento conciliar “Lumen Gentium”, en el que se resalta que “el Espíritu habita en la Iglesia y en el corazón de los fieles como en un templo (cf. 1 Co 3,16; 6,19), y en ellos ora y da testimonio de su adopción como hijos (cf. Ga 4,6; Rm 8,15-16 y 26). Guía la Iglesia a toda la verdad (cf. Jn 16, 13), la unifica en comunión y ministerio, la provee y gobierna con diversos dones jerárquicos y carismáticos y la embellece con sus frutos (cf. Ef 4,11-12; 1 Co 12,4; Ga5,22)”.

Más información sobre Pentecostés en ACI Prensa

Saturday, May 18, 2024

Las bodas de Aurora: una gran y lograda producción del Ballet Clásico Cubano de Miami. (por Baltasar Santiago Martín)


El sábado 11 de mayo de 2024 acudí al Teatro Jackie Gleason, de la ciudad de Miami Beach, para ver Las bodas de Aurora, que es como se acostumbra a presentar el tercer y último acto de La bella durmiente del bosque cuando se ofrece solo; ballet que, basado en un cuento de Charles Perrault, con música del genial Piotr Ilich Chaikovski y coreografiado por Marius Petipa, tuvo su premiere el 15 de enero de 1890, en el Teatro Mariinski de la ciudad rusa de San Petersburgo.

Y digo “para ver Las bodas de Aurora”, porque ese fue el plato fuerte de la función, aunque, como tambien sucede en los restaurantes, hubo tres entrées (entrantes, aperitivos o antipastos) diferentes: el pas de trois del primer acto del ballet El lago de los cisnes, el pas de deux de Le Papillon (La mariposa) y el pas de deux de Raimonda.

En el pas de trois del primer acto del ballet El lago de los cisnes, música de Piotr Ilich Chaikovski y coreografía de Eriberto Jiménez sobre la original de Marius Petipa, Eleni Gialas y Yelenia Riverón fueron las seguras ejecutantes de este efervescente paso a tres, muy bien acompañadas por Yandy Álvarez, quien, tanto como su partenaire como en sus solos, las secundó también con la misma elegancia y virtuosismo que ellas mostraron en sus demandantes variaciones.

Yelenia Riverón, Yandy Álvarez y Eleni Gialas, en el pas de trois del primer acto de El lago de los cisnes. Foto: Simón Soong.
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A continuación, Cynthia Hamm y Kelvin Rabines trajeron a escena el pas de deux de Le Papillon, música de Jacques Offenbach y coreografía de Eriberto Jiménez sobre la original de Marie Taglioni, para revivir el triunfo del amor entre el príncipe Djalma y la joven Farfalla por sobre la maldad de la despechada Hada Hamza; con una entrega plena de lirismo, amén de virtuosa técnica.

Cynthia Hamm y Kelvin Rabines, en el pas de deux de Le Papillon. Fotos: Simón Soong.
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Y para concluir con los agradables entrantes del banquete que vendría a continuación, Natalie Álvarez y Ariel Morilla fueron los encargados de ofrecer el pas de deux del ballet Raymonda, música de Alexander Glazunov y coreografía de Marius Petipa, en una clase magistral de técnica, estilo e interpretación, sobre todo de Natalie, a quien le celebro además sus fouettés con pirouettes intercalados clavada en el lugar –cada día mejor–, eficaz y elegantemente partneada por Ariel, quien también brilló en sus variaciones.

Natalie Álvarez y Ariel Morilla, en el pas de deux del ballet Raymonda. Fotos: Simón Soong.
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Tras un adecuado intermedio, continúo mi elogiosa reseña diciendo que, mucho más que limitarse solo a presentar Las bodas de Aurora, el Ballet Clásico Cubano de Miami, dirigido con admirable esfuerzo y profesionalismo por el Maestro Eriberto Jiménez –de quien también es la coreografía sobre la de Petipa– subió la parada para ofrecer lo que a mi juicio fue una verdadera y ambiciosa suite de La bella durmiente del bosque, con una suerte de prólogo resumido del primer y del segundo acto, en el que la malvada hada Carabosse, disfrazada de mendiga, le obsequia a Aurora, durante la celebración de sus quince años, un ramo de flores con una aguja adentro para que se pinche (en vez de la del huso de una rueca de hilar como en el cuento original), pero el Hada de las Lilas, protectora de la princesa, logra conjurar la mortal maldición proferida por la despechada Carabosse durante el bautizo de Aurora, y la convierte en un largo sueño de cien años, junto a toda su corte, hasta que un apuesto príncipe, llamado Desiré, logra atravesar el tupido bosque que oculta al palacio y la despierta con un beso de amor.

Escena del ”prólogo”, con el rey y la reina al lado de Aurora ya dormida. Foto: Simón Soong.
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Escena del ”prólogo”, con Aurora dormida y el telón del bosque tupido que ya oculta al palacio detrás. Foto: Simón Soong.
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Y ya en el tercer acto, objeto central de esta gran y lograda producción del BCCM (CCBM en inglés), tiene lugar la gran boda de la princesa Aurora y del príncipe Desirée, a la que acude, por supuesto, el Hada de las Lilas, junto a las demás hadas y varios personajes de los cuentos infantiles, como la Caperucita Roja y el Lobo Feroz; el Pájaro Azul y la princesa Florina, y El Gato con Botas y la Gata Blanca.

Una vez desgranados ya los detalles sobre el argumento y sus personajes más notorios, corresponde ahora ir a comentar el desempeño de los bailarines a cargo de los mismos. María Luisa Márquez e Ihosvany Rodríguez se vistieron con los trajes de Aurora y Desiré –a propósito, el vestuario, tanto el de ellos como el de las hadas buenas y la malvada Carabosse, así como el de los reyes, las damas de la corte, el chambelán y demás participantes de esta magnífica producción, contribuyó a realzar aún más la puesta por lo vistoso y elegante, atribuido en el programa de mano a Rosa Aloma, Yuyo y Olga Yero; pero por supuesto que no bastaría la hermosa ropa ni la adecuada escenografía –con ese trono de película de Disney– si María Luisa e Ihosvany no hubieran bailado tan bien como lo hicieron; María Luisa, tanto desde el “prólogo” que ya tanto destaqué, como en el pas de deux final, cumbre de este ballet, en el que Ihosvany la acompañó con igual bravura y tres agarradas impecables, “a lo Nureyev & Fonteyn”, los intérpretes paradigmáticos de este pas de deux; sin descuidar sus variaciones y su precisa e impactante coda.

María Luisa Márquez e Ihosvany Rodríguez, como Aurora y Desiré en sus bodas. Fotos: Simón Soong.
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Natalie Álvarez, como el Hada de las Lilas –la principal, porque “ella es la suma todos los dones”–, si en Raimonda estuvo para premio de concurso internacional de ballet, aquí sí ya se llevó el Grand Prix, pues Natalie es, por sobre cualquier otro merecido atributo, una bailarina cautivadora, sumamente artista, como “las de antes”, con un equilibrio entre técnica, estilo e interpretación admirable, mientras que, a su vez, Deja Darbonne, Cynthia Hamm, Adriana Méndez-Tosín y Valeria del Valle como las demás hadas, tuvieron todas un desempeño correcto como su mágico séquito.

Natalie Álvarez (al centro) como el Hada de las Lilas, con Deja Darbonne, Cynthia Hamm, Adriana Méndez-Tosín y Valeria del Valle como las otras hadas. Foto: Simón Soong.
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Carlos Caballero Hopuy, como la pérfida Carabosse, también merece su respectiva corona de laurel, pues le imprimió a su siniestro personaje toda la fuerza que el mismo demanda, tanto técnica con interpretativamente.

Carlos Caballero Hopuy, como la pérfida hada Carabosse. Foto: Simón Soong.
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El desfile de personajes de conocidos cuentos infantiles resultó muy grato, con Oscar Nathanael Medina como el Gato con Botas & Natalia Uribe como la Gata Blanca; Kyra Werbin como la Caperucita Roja & Kelvin Rabines como el Lobo Feroz; y Yandy Álvarez como el Pájaro Azul & Eleni Gialas como la princesa Florina, todos ellos muy bien en sus caracterizaciones y la técica, sobre todo Kelvin como el Lobo Feroz y Yandy & Eleni en su “azulada” interpretación.

Oscar Nathanael Medina como el Gato con Botas & Natalia Uribe como la Gata Blanca. Foto: Simón Soong.
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Kyra Werbin como la Caperucita Roja & Kelvin Rabines como el Lobo Feroz. Foto: Simón Soong.
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Yandy Álvarez como el Pájaro Azul. Foto: Simón Soong.
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Eleni Gialas como la princesa Florina. Foto: Simon Soong.
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Como para mí no hay personaje sin importancia en una obra, no puedo dejar de mencionar y celebrar a Jesús Sanfiel como el Chambelán que anuncia y recibe a los invitados a la boda, así como a Phillipe Obregón y a Yelenia Riverón como los versallescos reyes de Francia; a Denise Biscaro, Ana Bugarim, Emily Chea, Thais de Moraes, Annette Sánchez, Greg Marte y Angel Refuse como su corte; y a Fernanda Alvarado, Deja Darbonne, Ismelly Echavarría, Cynthia Hamm, Ekaterina Lubek, Adriana Méndez-Tosín, Maylú Pena, Sabrina Pena, Yelenia Riverón, Natalia Rocamonde, Valeria del Valle, Kyra Werbin y Alexandra Werble en el precioso “Vals de la bella durmiente”.

Fernanda Alvarado, Deja Darbonne, Ismelly Echavarría, Cynthia Hamm, Ekaterina Lubek, Adriana Méndez-Tosín, Maylú Pena, Sabrina Pena, Yelenia Riverón, Natalia Rocamonde, Valeria del Valle, Kyra Werbin y Alexandra Werble en el precioso “Vals de la bella durmiente”. Foto: Simón Soong.
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Final con todo el elenco. Foto: Cortesía de Michael Góngora.
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En fin, una gran función que agradecer a su director y a todos los participantes, sobre todo por demostrar que en Miami sí se hace ballet de calidad y que vivimos en una ciudad donde se respira arte y cultura en libertad.




Hialeah, 17 de mayo de 2024
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Gaspar, El Lugareño Headline Animator

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