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Tuesday, August 27, 2019

Crónica: "Por el placer de volver a verla" (por Waldo González López)

Fotos/Fabian de Paz.
 Cortesía Teatro Ocho

Sin duda, la más reciente propuesta del talentoso equipo artístico de Teatro Ocho: Por el placer de volver a verla, constituye otro éxito porque conquista el aplauso con los espectadores más exigentes de pie, porque toca a fondo un tema decisivo, humano, demasiado humano [v.g. Nietzche], avalado por cualidades no tan comunes en la escena de Miami.

Una mínima economía de medios [apenas dos o tres utensilios en escena] y solo dos intérpretes: Jessica Álvarez Diéguez: la Madre, y Alejandro Vales: el Hijo [que da vida al autor, Michel Tremblay], bastan para disfrutar Por el placer de volver a verla, que brilla gracias al texto y los excelentes desempeños de esta dupla de experimentados actores, en especial Jessica, el centro de la pieza.


Mas, ambos nos ofrecen certeras variantes del humor: blanco [con varios elementos: factor sorpresa, gracia, talento y calidad de los intérpretes], negro [sátira, sarcasmo y la muerte, preocupación esencial de los humanos], y otras variables como la ironía [término proveniente del griego que significa ‘disimulo’ o ‘ignorancia fingida’, e implica el arte de burlarse de alguien y criticar, sugiere algo expresando lo contrario de lo que se quiere decir. Como en la vida, los personajes de esta excelente pieza teatral emplean ciertos tonos de voz y gestos que enfatizan la intención de lo que dicen; asimismo, el absurdo [non sense, inglés] del que se valen los actores para ‘explotar’ las situaciones humorísticas ‘ilógicas’, asumiendo con aparente indiferencia las de estas criaturas sobre acontecimientos sin sentido (absurdos), por lo que un personaje las define de surrealistas; asimismo, el autor se vale de elementos del teatro de la crueldad, para acentuar el humor.

El texto entraña un hermoso homenaje a la madre de Michel Tremblay, la que, por su carácter fabulador y su inteligencia natural, habla sobre la literatura para niños en sus inicios, escrita por condesas, con sus temas de horror, incluso crueldad, con patitos feos, brujas, hermanas que envidian la belleza de otras…

Ella, como los lectores comunes, cree a pie juntillas, todo lo que les cautiva en las novelas y las sugiere a su hijo. Mas, justamente gracias a su amor por la lectura, tanto tendría que ver en la educación y el acercamiento a las letras en él y, en especial, en su dedicación a la dramaturgia.


Por ello, el amor del hijo, tal demuestra en esta incambiable pieza, canto de adoración a la madre, ejemplificado en su mamá, educadora natural que ama el teatro y el sacrificado pero hermoso oficio de actor [y actriz], y su capacidad camaleónica de transformarse en cada nueva criatura escénica, de la que son capaces estos magos de las tablas.

Por lo demás, la pieza posee una carga multigenérica que, gracias a la valiosa traducción de Pablo Rey y la versión al español de Manuel González Gil, la ‘argentinizan’, otorgándole un especial humor a los fans de la dramaturgia y la escena de la patria del ya clásico Jorge Luis Borges [entre ellos, quien escribe], por lo que les [nos] llega más por la capacidad irónica propia de la idiosincrasia rioplatense.

Sin duda, la oportuna ‘argentinización’ del texto produce el distanciamiento de lo cursi o lo kitsch, ese ‘estilo’ sin estilo, que, bien lo puntualiza mi colega española Elena Moreno: «estimula efectos sentimentales […] porque tiende continuamente a sugerir la idea de que, gozando de dichos efectos, el lector [o el espectador de cine y teatro] está perfeccionando una experiencia estética privilegiada».

En el rubro de actuaciones, destaco la exactitud de la caracterización otorgada a la Madre por Jessica, quien aquí también evidencia su notable calidad como actriz, en su excelente [no hay otro adjetivo] desempeño que, si se otorgaran Premios, a no dudarlo, merecería uno.

La secunda su invariable y mejor partner en la escena y la vida: Alejandro, quien corrobora su rara, extraña raza de Actor en mayúscula en el difícil papel del Hijo, muy bien adoptado y adaptado sin caricatura, solo con la sólida interiorizacion del personaje, cuya labor le emociona, tal sucede con los genuinos intérpretes, tal corroboró el crítico.

Ambos se valen de los monólogos incluidos por el autor en la pieza, y este procedimiento les permite tanto a Jessica, como a Alejandro, mas a ella, un especial destaque, en el que descuellan con sus fibras auténticamente interpretativas. Recuerdo tres de los parlamentos de La Madre en sus monodramas, reveladores de su sustancial condición de fabuladora: “Las cosas no son tan suficientemente interesantes para contarlas como son”, “La palabra cura todo” y “En el teatro todo es possible”.

La dirección de la propia Jessica es otro ejemplo a seguir por lo prolijo del estudio de la sicología de la Madre y su consecuente consecución, en la que no falta ni sobra nada: tal es la calidad de su autodirección.

¿Qué más decir en este comentario elogioso, ya que no puede ser de otra manera? Solo finalizo estimulando a esta dupla ejemplar, invariables amantes del teatro: Alejandro Vales y Jessica Álvarez Diéguez, para que, continúen como ahora, luchando por la mejor escena en Miami que en Teatro Ocho ponen el nombre de su país, al altísimo nivel de la prestigiosa tradición escénica rioplatense. Sin duda, cuando la repongan el mes próximo iré a verla de nuevo solo Por el placer de volver a verla.

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Waldo González López (Las Tunas, Cuba, 1946) Poeta, ensayista crítico teatral y literario, periodista cultural. Graduado en la Escuela Nacional de Teatro (ENAT) y Licenciado en Literatura Hispanoamericana (Universidad de La Habana). Autor de 20 poemarios, 6 libros de ensayo y crítica literaria, varias antologías de poesía y teatro. Desde su arribo a Miami (2011), ha sido ponente y jurado en eventos teatrales y literarios internacionales. Merecedor de 3er. Premio de Poesía en el X Concurso “Lincoln-Martí” 2012. Colaborador de las webs: teatroenmiami.com (Miami) y Encuentro de la Cultura Cubana (España), Boletín de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (New York), y los blogs OtroLunes (Alemania), Palabra Abierta (California), Gaspar. El Lugareño, y el diario digital El Correo de Cuba (ambos en Miami)

Saturday, August 10, 2019

Crónica: 3 Viudas [de Hialeah] en un Crucero (por Waldo González López)

Fotos/Cortesía Sala Catarsis
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«Muchos han definido al hombre como un animal que ríe».
Le Rire [La risa, 1899]
Henri Bergson (1859–1941)


Un año y medio lleva ya en cartelera 3 viudas en un crucero, la exitosa comedia del dramaturgo cubano Pedro Román. Una de las razones de su lucimiento es, sin duda, que la pieza retoma la zona del teatro cubano más gustada y de mayor trayectoria entre los géneros escénicos en la Isla [también presente en países latinoamericanos con larga tradición escénica, como Argentina y México]: el teatro vernáculo, cuya vertiente isleña, surgida en las postrimerías del siglo xix, adoptara personajes canónicos, arquetípicos, de la vida nacional: el ‘negrito’, el ‘gallego’ y la ‘mulata’.

La indudable popularidad de este ‘género’ teatral, continuada en el siglo xx y el xxi, contribuiría al reforzamiento de la identidad nacional por sus valores, entre ellos, la comicidad y la crítica con las que los autores satirizaban la cruel y torpe política de la metrópoli española hacia la Isla, en el último reducto de la corona hispana en ‘nuestra América’, según la denominara José Martí.

Tal popularidad arribaría a Miami en los ‘60s, cuando entre los cubanos que huían del castrismo, figuraban dramaturgos que escribían y montaban aquellas y otras piezas nuevas con las que rememoraban [nostalgia mediante] la vida dejada atrás. El mejor ejemplo es el actor, libretista humorístico Leopoldo Fernández (Tres Patines, Pototo…), cuyos programas siguen radiándose por emisoras y sus películas continúan exhibiéndose en televisoras de varios países latinoamericanos. Además, su hija Vivian Pérez [artista plástica y profesora universitaria] le dedica una sala permanente con sus objetos personales y fotos en Art Emporium Gallery, centro cultural que sobresale entre las instituciones miamenses por su intensa programación cultural.

No pocos residentes y visitantes de otros países ignoran que fueron justamente aquellos primeros cubanos quienes edificaron y enriquecieron, desde los ya lejanos ’60 del siglo pasado, nuestra hermosa ciudad.


Con libreto y dirección del avezado Pedro Román [quien es además prestigioso compositor, cantante y productor escénico], el incambiable elenco, integrado por tres formidables intérpretes cubanas, concita el máximo disfrute del público que cada fin de semana llena la acogedora Sala Catarsis, ‘hermana menor’ del teatro Trail, tal suelo denominarla cuando me refiero a Catarsis, donde los espectadores, de tanto reír y disfrutar, el arte les permite hacer catarsis: purifican sus sentimientos, disgustos, molestias y otros problemas de acuerdo con la definición que dieran a este término los griegos.


Las valiosas actrices Marta Velasco, Rosa Paseiro y Daisy Fontao corroboran su calidad de intérpretes integrales, pues, corroboran su fibra de genuinas comediantes durante las dos partes y la hora y algo más de duración de Tres viudas en un crucero. Y entre los méritos de estas excelentes intérpretes, sobresale ante todo su vis cómica, haciéndonos reír y disfrutar [y me incluyo] hasta la saciedad, logrando dignificar la comedia, como pocas veces en nuestra ciudad, tal aseveró a mi lado una señora [por supuesto, cubana] y luego se lo dijo a las satisfechas intérpretes por la labor realizada en la escena.

Mas, antes del inicio, Pedro Román aparece entre el público y canta «Toda una vida», clásico bolero del recordado compositor cubano Osvaldo Farrés y charla con el público, informándole que escribió la pieza mientras cantaba en un crucero, cuando conoció a las tres mujeres de Haileah y, con la debida ficción que hay en toda creación, al llegar a Miami, escribiría la obra. Tras pensar con acierto en las actrices y hablar con ellas, juntos fraguaron la travesía escénica y, luego de los ensayos, la estrenarían con éxito, desde las primeras funciones.


Las tres encarnan comprobables criaturas de nuestra comunidad, conformando la alocada comedia costumbrista que provoca en los espectadores el pleno disfrute, pues nunca dejan de reír. Sí, las cincuentonas [¿o sesentonas?] son en realidad tres ‘personajes’ que Usted puede encontrar en cualquier clínica de Miami, por sus peculiaridades las diferencian, por su peculiar idiosincrasia, del resto de las latinoamericanas: sus chismes, su crítica a sus ‘queridas’ vecinas, su ‘cariñosa’ efusividad, como sus ‘dulces’ expresiones de ‘afecto’ a esas amigas y vecinas con las que conviven en Haileah y viajan con ellas a las clínicas.


Mas, les presento a estas representativas y, por ello, comunes habitantes de nuestra comunidad: «La Gallega» [interpretada por Daisy Fontao] es la cubana que vivió durante un tiempo en Madrid y, a su regreso, es más española que El Quijote, pero sin abandonar su idiosincrasia cubana, con todo lo que ello implica: frivolidad [se hace ‘la fina’: dice que ‘ama’ la ópera], criticismo [chismea todo el día con sus vecinas y amigas, o ‘cotillea’, tal dicen los españoles, ‘olvidando’ a su marido… transformista.


Edelmira [‘Edel’, como gusta llamarse; interpretada por Rosa Paseiro] es handy woman del condominio en que viven las tres entre chismes, dime que te diré y otros ‘entretenimientos’ cotidianos de las personas de la ¿tercera? edad. Tiene fama de ‘machorra’: su marido la abandonó por un bailarín ruso y su hijo ‘Vivi’ es transformista: ama vestirse como Lady Gaga.


Katiuska [a cargo de Marta Velasco] es el tercer ‘personaje’: la folclórica viuda de Nemesio, con sus agudezas y ocurrencias, evidencia las mismas características de sus vecinas. Mas, en un instante de la pieza, categórica, sentencia: «El chisme es el único entretenimiento que no paga taxes».


Sin duda, Pedro Román logra reflejar en estas tres vecinas de Haileah, con sus tipicos caracteres, la categoría estudiada por el brillante intelectual cubano Jorge Mañach, quien, en su clásico ensayo Indagación del choteo, definiría las peculiaridades de la idiosincrasia de los nacidos en la Isla. Por otra parte, tampoco creo ocioso recordar que un amigo dramaturgo rioplatense me dijo años atrás que los cubanos somos «Los argentinos del Caribe», por nuestro parecido con ellos en no pocos rasgos caracterológicos, en especial que nos burlamos de nosotros mismos, pero no nos gusta que otros lo hagan.

En fin, ciberlectores, si quieren disfrutar una de las mejores comedias estrenadas en Miami durante los últimos años, les recomiendo no perderse 3 viudas en un crucero. Me agradecerán la sugerencia.


ADDENDA

No creo gratuito recordar que Jorge Mañach y Robato (Sagua la Grande, 1898-San Juan de Puerto Rico, 1961) fue un brillante escritor, periodista, ensayista y filósofo, autor de la mejor biografía de José Martí y de numerosos ensayos filosóficos, entre ellos Indagación del choteo. Graduado de Filosofía y Letras por la Universidad de Harvard (1920 (donde trabajó) amplió sus estudios en parisina Universidad de Droit (1922) y regresó a La Habana en 1924, terminando allí los doctorados en Derecho Civil y Filosofía y Letras. Colaboró con la revolución de 1933 y en la resistencia contra Batista. Vivió en Cuba en 1959; mas inconforme con los postulados de la farsesca ¿revolucionaria? del dictador Fidel Castro, en 1960 se fue a vivir a Puerto Rico, donde fallecería al año siguiente.

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Waldo González López (Las Tunas, Cuba, 1946) Poeta, ensayista crítico teatral y literario, periodista cultural. Graduado en la Escuela Nacional de Teatro (ENAT) y Licenciado en Literatura Hispanoamericana (Universidad de La Habana). Autor de 20 poemarios, 6 libros de ensayo y crítica literaria, varias antologías de poesía y teatro. Desde su arribo a Miami (2011), ha sido ponente y jurado en eventos teatrales y literarios internacionales. Merecedor de 3er. Premio de Poesía en el X Concurso “Lincoln-Martí” 2012. Colaborador de las webs: teatroenmiami.com (Miami) y Encuentro de la Cultura Cubana (España), Boletín de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (New York), y los blogs OtroLunes (Alemania), Palabra Abierta (California), Gaspar. El Lugareño, y el diario digital El Correo de Cuba (ambos en Miami)

Thursday, June 27, 2019

(Miami) Baltasar Santiago Martín invitado en la Tertulia Literaria de Waldo Gónzalez


En la Tertulia del escritor Waldo González López, de este mes el invitado es  Baltasar Santiago Martín. Durante el evento se presentará el nuevo número de la revista Caritate, y responderá a las preguntas del anfitrión a propósito de su poemario Amaos los unos a los otros, cuya primera edición cumple diez años.


Domingo, 30 de junio a las 3 00 p.m.

Art Emporium
710 SW 13 AVE
Miami Fl 33135

Tuesday, February 5, 2019

Crónica: El gran Michel (por Waldo González López)


Las agencias internacionales de prensa comunicaban el pasado sábado 26 de enero una noticia que conmocionó a miles de personas en todo el mundo: el fallecimiento a los 86 años del mayor músico francés del siglo XX en París, ciudad donde había nacido el 24 de febrero de 1932 y a la que cantó y dedicó no poco de su exitosa creación.

Cierto: el gran Michel Legrand —brillante alumno de la canónica profesora de piano Nadia Boulanger, con la que estudiaría desde los diez años hasta la madurez— musicó dos centenares de filmes, pero también descolló como director orquestal, pianista, cantante, arreglista y pianista de música clásica y jazz, al que fue llevado por Dizzy Gillespie.

Triunfaría en 1954 con I love Paris, clásico de Cole Porter [que le permitiría penetrar el complejo mercado del disco en EUA], incluido con músicos norteamericanos. Por cierto, me place decir que tuve y disfruté ese Larga Duración en Cuba, por lo que supe de Legrand, mucho antes del estreno en La Habana de dos de sus clásicos filmes: los emblemáticos Les parapluies de Cherbourge [Los paraguas de Cherburgo, 1963] y Les demoiselles de Rochefort [Las chicas de Rochefort, 1965].


Su portentosa creación brillaría particularmente en el cine, donde descollara en más de 200 cintas, entre ellas tres que le valdrían sendos Premios Oscar: El Caso de Thomas Crown [por su hermoso tema: Los molinos de tu corazón], L’eté de 1942 [Verano de 1942] y Yentl [sobre el tema judío con Barbra Streisand], sin por ello olvidar que compondría la música de Fraude, de Orson Welles, Los tres mosqueteros, de Richard Lester y Atlantic City, de Louis Malle, entre muchas otras de grandes realizadores.

Descollaría igualmente como intérprete de música clásica y y como ‘padrino’ del emblemático octeto vocal The Swingle Singers, donde fuera la voz prima su talentosa hermana Christiane Legrand, fallecida en el 2011, tandem del que fuimos y somos fans varios colegamigos de este cronista, como veremos.

CON SALVAJE NOSTALGIA


Sí, tras la inesperada y triste noticia, un soplo de hermosos recuerdos me remontó a los ’60s en aquel inolvidable tiempo en la Escuela Nacional de Arte [ENA], que ahora evoco con salvaje nostalgia —título de mi poemario Mención del Premio Plural [México, 1990]—, pues la significación de lo vivido, regresó en imágenes de aquellos años donde, algunos condiscípulos de teatro [¿recuerdan Bruno y Rodolfo?] y muchos de música, nos reuníamos en «La Arboleda» del antiguo Country Club de La Habana [donde a inicios de los ‘60s, se instalaría la ENA] a disfrutar las ‘descargas’ al piano de Alberto Alen, quien acompañado por las voces de Beatriz Márquez, Zoila y Ele [luego decisiva integrante del valioso grupo vocal Síntesis], todas valiosas alumnas de dirección coral, con las que éramos adictos y adeptos de las propuestas legrandianas ofrecidas por estos destacados intérpretes, tras visionar y disfrutar los dos filmes con la inolvidable música del gran Michel.

Y no era para menos, ya que el estreno de Los paraguas de Cherburgo y las anheladas sesiones «legrandianas» de Alen y las muchachas, nos habían transferido ‘el síndrome Legrand’, renovado años después cuando el clásico y vanguardista creador fuera invitado al Festival de la Canción de Varadero, donde sería relegado absurdamente a un ¿segundo o tercer plano? por la presencia del venezolano Oscar de León, tal me contó un amigo del ICAIC, tan indignado como yo por el trato irrespetuoso de los organizadores del evento, ignorantes del rango del muy superior creador francés, en su primera visita a la Isla.

LA MÚSICA TODA: TODA LA MÚSICA


Creador asimismo de piezas de música clásica, sería el arreglista de tres míticos intérpretes galos: Maurice Chevalier, Édith Piaf y otro de nuestros mitos en la ENA: el inolvidable cantante Jacques Brel, por lo que el gran Michel devendría el pionero en sin prejuicio legitimar ambos ‘géneros’, orientación luego seguida por muchos cantantes líricos y directores de orquesta en Europa y EUA, en particular Ray Connif.

Se ha dicho que, entre los 10 y 21 años, estudió en el Conservatorio de Música de París; después siete con la mítica Nadia Boulanger. Mas, su impar talento lo llevó a escribir las letras de sus canciones e incluso a interpretarlas. Tras el éxito de su primer álbum Amo a París, laboró con varios grandes del jazz, como Miles Davis y John Coltrane en su siguiente álbum Legrand jazz. Cuando comenzó a crear la música para filmes, obtuvo un gran éxito, ya que no sólo componía canciones pegadizas sino que componía material orquestal con un fuerte sentido lírico.

Mucha de su música estaba destinada a películas francesas (como las de Jean-Luc Godard), aunque también se implicó en la producción de películas estadounidenses, como The Thomas Crown Affair (con su conocido tema The Windmills of Your Mind, [Los molinos de tu corazón], Verano del 42 y Yentl. Compuso la música de las series infantiles de televisión Érase una vez…el espacio (1981) y Érase una vez… la vida (1986).

En las décadas de 1980 y 1990 acompañó con su banda a estrellas como Björk, Ray Charles, Diana Ross y otros, como los cantantes de ópera Jessye Norman, Kiri Te Kanawa y Natalie Dessay. Recibiría 27 nominaciones al codiciado Premio Granmmy, y lo ganó en cinco oportunidades.

MÁS DEL IMPAR LEGRAND


Entre sus 200 filmes musicados, figuran:

Les demoiselles de Rochefort, 
The crowning touch
The summer knows
Brian's song (TV, 1970).
Vivre sa vie (1962)
Une femme est une femme
Lola (1960)
Les parapluies de Cherbourg, nominación al Óscar a la mejor música y la mejor canción: una melancólica canción de amor parisiense.

The Thomas Crown affair (1968); su tema Los molinos de viento de tu mente nominado al Óscar a la mejor canción.

The happy ending (Final feliz) (1969), película romántica con líricos temas lentos y la canción "What are you doing the rest of your life? (¿Qué haces el resto de tu vida?)" con letra del dúo de poetas Alan y Marilyn Bergman.

Yentl (1983) con Barbra Streisand (Óscar a la mejor música de película, material de canciones, director de música y mejor canción).

Cinco días en junio (1989), dirigida y producida por el propio Legrand.

Masque de Lune (Chase The Moon), dirigida y producida por el propio Legrand (1991).

Entre sus numerosos discos, destacan:

I Love Paris
Holiday in Rome
Vienna Holiday
Castles in Spain
Bonjour Paris
Legrand in Rio
I Love Movies
Legrand Jazz
Scarlet Ribbons
Legrand Piano
The Columbia Album of Cole Porter
Music from the Films
The New I Love Paris
The Michel Legrand Big Band Plays Richard Rogers
Michel Legrand Sings
Michel Legrand at Shelly Manne's Hole
Cinema Legrand
Themes and Variations
Twenty Songs of the Century.




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Waldo González López (Las Tunas, Cuba, 1946) Poeta, ensayista crítico teatral y literario, periodista cultural. Graduado en la Escuela Nacional de Teatro (ENAT) y Licenciado en Literatura Hispanoamericana (Universidad de La Habana). Autor de 20 poemarios, 6 libros de ensayo y crítica literaria, varias antologías de poesía y teatro. Desde su arribo a Miami (2011), ha sido ponente y jurado en eventos teatrales y literarios internacionales. Merecedor de 3er. Premio de Poesía en el X Concurso “Lincoln-Martí” 2012. Colaborador de las webs: teatroenmiami.com (Miami) y Encuentro de la Cultura Cubana (España), Boletín de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (New York), y los blogs OtroLunes (Alemania), Palabra Abierta (California), Gaspar. El Lugareño, y el diario digital El Correo de Cuba (ambos en Miami)

Wednesday, October 24, 2018

(Miami) Félix Luis Viera invitado a la tertulia del Pen Club


Félix Luis Viera es el invitado a la tertulia del Pen Club, este sábado 27 de octubre, a las 3 00 p.m. en Art Emporium Gallery (710 SW, 13 Av., esq. a 7 calle, Miami, 33135).

La tertulia es conducida por Waldo González López.

Tuesday, October 23, 2018

Crónica: Vida, pasión y muerte de Violeta Parra (por Waldo González López)



«Yo creo que todo artista debe aspirar a tener como meta fundir su trabajo en el contacto directo con el público».
Violeta Parra



En una ficha mínima de la notable creadora, se lee: «Violeta del Carmen Parra (Sandoval, oct.4, 1917-Santiago, feb. 5, 1967). Cantora, pintora, escultora, bordadora y ceramista chilena, es considerada por muchos la folclorista más importante de Chile».

Mas, tan pocas palabras no pueden, ni remotamente, definir a la admirada artista, cuya obra plástica y decimística conocí en La Habana, a inicios de los ’70 del siglo pasado. Veamos o, mejor, leamos:

DEL FOLCLOR


En La Habana de 1971 tuve la suerte de ser testigo de un acontecimiento cultural por partida doble, gracias a la primera exposición en la Isla de arpilleras [sacos tejidos], elaborados por esta creadora ancestral y contemporánea, como la publicación, también por primera vez en la Isla, de sus Décimas.

Así, aquel entonces estudiante universitario de Licenciatura en Literatura Latinoamericana y joven periodista, descubría la sensibilidad, el talento y la gracia de la notable folclorista austral, aunque ella se ha había suicidado en 1967 por su amor belga que la había abandonado.

Con la amplia muestra, pude disfrutar su fabulosa imaginería en ambas vertientes. Aquello era insólito: tanta belleza primigenia llegaba deslumbrándonos. En este sentido, sobre la genuina creación folclórica en la plástica y literaria, escribiría en el diario chileno El Mercurio, el colega Ignacio Valente:
El folclor al que se adscribe Violeta Parra es otro, más subterráneo y profundo, más ligado a las verdaderas raíces del pueblo, más auténtico y, por supuesto, más arraigado a ese fenómeno cultural maravilloso que es la poesía popular, simple, ingeniosa, mágica, heredera de tradiciones antiquísimas que se remontan, según algunos, nada menos que a la poesía de los trovadores provenzales de hace tantos siglos.
Asimismo, del propio 1971, evoco aquella tarde en el Teatro «Amadeo Roldán» el primer recital de sus hijos en la Isla: Isabel y Ángel Parra, quienes desde años atras seguían los pasos de la madre.

Yo conocía, por compartir amistades comunes, desde fines de los ‘60s, al trovador y guitarrista Alberto Faya, quien presentaría esa tarde a los artistas chilenos, a quienes les obsequié mi extenso poema en cuartetas «La flor del bien», dedicado a «La Viola», tal la renombrara con cariño su hermano, el poeta Nicanor, a quien se le otorgaría pocos años atrás el importante Premio «Pablo Neruda».

DE LA ORALIDAD


El sonido del violín, tocado por su padre [quien era aficionado al instrumento] durante los primeros meses de nacida Violeta, debió influir en la musicalidad de la futura cantora. De hecho, no poco se corrobora su prodigioso talento en sus canciones. Entre ellas, por solo ejemplificar con dos: «Volver a los diecisiete», una de las más célebres, rememora su adolescencia, y «Gracias a la vida», cantada por diversos intérpretes hispanoamericanos, corrobora su capacidad poética y musical.

Al respecto, confesaría la propia Viola:
Creo que las canciones más lindas, las más maduras [perdónenme que les diga canciones más lindas habiéndolas hecho yo, pero qué quieren ustedes, soy huasa y digo las cosas sencillamente, como las siento], las canciones más enteras que he compuesto son: «Gracias a la vida», «Volver a los diecisiete» y «Run run se fue p’al norte».
Ambas las grabaría la artista en varios de sus discos, y en las tres piezas, pero sobre todo en las dos primeras, se percibe el inconfundible sonido del hondón y la savia latinoamericana en entrañable fusión con la mejor poesía en nuestra lengua: de Quevedo a Neruda, pasando por Fray Luis, Machado, Lorca, Vallejo y otros latinoamericanos [los subrayados son míos]:
Volver a los diecisiete
después de vivir un siglo
es como descifrar signos
sin ser sabio competente,
volver a ser de repente
tan fragil como un segundo,
volver a sentir profundo
como un nino frente a Dios,

eso es lo que siento yo
en este instante fecundo.
Al valerse de la oralidad [a cuyo cercano pariente cubano: el repentismo, alguna vez denominé «arte mágico del viento»], las de Violeta son décimas que dicen más, por su adopción de cenitales elementos, entre otros, la vox populi, la honda conceptualización y el finísimo lirismo, en tanto asumen a tal punto la entrañable esencia popular, en tanto sus versos dominan las puras expresiones de sus amados huasos, campesinos, gente de pueblo, tal se definiera la popular cantora.

De tal suerte, ya en las primeras piezas de su autobiografía lírica [que tal es el corpus de sus décimas], «La Viola» utiliza los chilenismos y modismos empleados por las capas más pobres, a las que asimismo destinara Neruda no pocas páginas de su ciclópeo «Canto General» [del que excluyo el poema dedicado al sangriento tirano Fidel Castro]. De ahí que, en su espinela inicial, Violeta ya corrobora lo que digo:
Pa’ cantar de improviso
se require buen talento,
memoria y entendimiento,
fuerza de gallo castizo.
Cual vendaval de granizos
han de florear los vocablos,
se ha de asombrar hast’el Diablo
con muchas razones bellas,
como en las conversaciones
entre San Pedro y San Pablo.
Y he aquí la primera virtud de sus estrofas: la humildad con que asume el verso sencillo y hondo esta «violeta terrestre», tal la renombrara en su poema a ella dedicado el propio Neruda. Por ello, resulta tan fidedigna su expresión, que no se quiere «fina» ni «culta», sino verdadera, genuina.

Acorde con ello, si bien no tuvo en cuenta la consonancia ni la concordancia de número —entre otros requerimientos de nuestra lengua, como de la rica estrofa—, las suyas poseen una ineludible autenticidad a toda prueba.

Leamos «Muda, triste y pensativa», en la que confiesa el influjo que ejercieran en su quehacer poético el ejemplo y los consejos de su hermano, al que presagiaría su futuro en la primera del conjunto: «De tal palo, tal astilla»: «…si ahora no tiene un templo / lo tendrá tarde o temprano».
Muda, triste y pensativa
ayer me dejó mi hermano
cuando me hablo de un fulano
famoso en poesía.
Fue grande sorpresa mía
cuando me dijo: Violeta,
ya que conocís la treta
de la vers’á popular,
princípiame a relatar
tus penurias «a lo puerta».
En «Pero pensándolo bien», también revela tal influencia, según se comprueba en los siguientes versos:
Pero pensándolo bien
y haciendo juicio a mi hermano,
tomé la pluma en la mano
y fui llenando el papel.
Luego vine a comprender
que la escritura da calma
a los tormentos del alma,
y en la mía que hay sobrantes,
hoy cantaré lo bastante
pa’ dar el grito de alarma.
Así, evidencia su genuina vocación de folclorista que, por sentir —que «es la mejor forma de comprender», para decirlo con el Premio Nacional de Literatura, poeta y cuentista cubano Félix Pita Rodríguez— e integrar el folclor de su pueblo [del que ella proviene], no se aparta del lenguaje popular.

En consecuencia, como tanto disfrutaba su amor al canto, no pudo dejar de expresar en «Yo denuncio a los radiales»:
Cantar es lindo deleite
mucho mejor con guitarra,
quien le hace el quite a la farra
se va como por aceite…
Violeta andaba y desandaba los montes y campos de su mundo austral, acompañándose de sus instrumentos folclóricos, con los que les hablaba y cantaba a «los pobres de la tierra» en su propia lengua sencilla y convincente, como las más hondas verdades; y ellos escuchaban y disfrutaban sus cantos y décimas, al tiempo que iba recogiendo la pureza de ese auténtico lenguaje, «impuro» para los señorones poetas, apoltronados en sus mansiones, los desdeñaran, pues no se interesaban en la rica expresión de esos queridos «labriegos», tal los llamara en sus versos, otro vasto poeta: el español universal Miguel Hernández, cuyos poemas, como los del actual Antonio Machado, musicara, magistralmente, el cantautor catalán Joan Manuel Serrat.

SUS DÉCIMAS


La summa de sus espinelas resulta una suerte de «autobiografía en versos chilenos», toda vez que en ellas «surge el lenguaje popular con la inteligencia docta, donde plasma sus impresiones y experiencias, triunfos y fracasos», tal subrayara Juan Andrés Piña en su artículo: «Violeta Parra, la flor y el fruto» —publicado en la revista chilena Hoy (1977)—; la sensible artista, asimismo, supera una íntima ansiedad y la desesperación de su angustiante existencia, para crear una síntesis original y viva.


Su hermano, Nicanor, al que amaba como al padre —que tal fue para ella, por sus consejos y afecto—, le escribiría en el excelente poema que le dedicara, pleno de ternura: «Defensa de Violeta Parra», muy bien la definiría al decirle: «… hablas la lengua de la tierra / Viola chilensis», aunque ya antes la había nombrado «Viola piadosa». Y poco después la nombra «Violeta de los Andes», para ya pedirle:
Cántame una canción inolvidable
Una canción que no termine nunca
Una canción no más
una canción
Es lo que pido.
El poema de Nicanor es una de las tres introducciones en verso con que se abren sus Décimas, en cuya redición cubana, incluiría un breve prólogo del folclorista e investigador Alberto Faya, quien escribe:
Violeta Parra es uno de los grandes mitos de las artes y pensamiento latinoamericano, entre otras razones, porque, en su ser más profundo compartió y comprendió el saber y la suerte de su pueblo: ese ancho camino que ella misma adornara con un arte que brotaba como las sencillas flores de los caminos.
Otros poemas se incluyen en esa edición, como la excelente «Elegía para cantar», de Neruda, y en ese texto, el gran autor de un poema que marcaría una intensa y extensa época en Hispanoamérica: «Veinte poemas de amor y una canción desesperada», la define tanto como su hermano, cuando escribe: «De cantar a lo humano y lo divino, / voluntariosa, hiciste tu silencio / sin otra enfermedad que la tristeza», para enseguida añadir:
En vino alegre, en pícara alegría,
en barro popular, en canto llano,
Santa Violeta, tú te convertiste,
en guitarra con hojas que relucen
al brillo de la luna,
en ciruela salvaje
transformada,
en pueblo verdadero,
en paloma del campo, en alcancía.
Por su parte, solo tres años antes de la muerte de Viola, en el París de 1964, escribía otro gran poeta de la tierra austral: Pablo de Rocka de esta suerte:
Saludo a Violeta, como a una cantora americana de todo lo chileno, chilenísimo y popular, entrañablemente popular, sudado y ensangrentado, y su gran enigma, y como una heroica mujer chilena.
Al margen de sus propios versos antes presentados, como los de otros poetas que atestiguan su valía, he aquí otra décima que evidencia no solo los rasgos apuntados en torno al rigor autobiográfico, sino además la fuerza con la que asumia la estrofa: con un conceptualismo, que nos recuerda a los clásicos, en especial, Francisco de Quevedo. Leamos la primera del conjunto «Mas van pasando los años»:
Mas van pasando los años,
las cosas son muy distintas:
lo que fue vino, hoy es tinta;
lo que fue piel, hoy es paño;
lo que fue cierto, hoy engaño;
todo es penuria y quebranto,
de las leyes de hoy me espanto;
lo paso muy confundida
y es grande torpeza mida
buscar alivio en mi canto.
En la cuarta décima de este haz, concluye con un verso digno de Fray Luis y otros clásicos. Dice Violeta: «…y el dolor que es el vivir».

La poeta se pregunta los misterios de la vida y se responde de esta suerte en la siguiente redondilla de su grupo «Acario, huaso chileno»:
Hay cosas en este mundo
tan faltas de explicación,
que causan meditación
o pensamientos profundos.
Ante los trabajos y los días que, tal Hesiodo, debió sufrir por la incomprensión de muchos, como de la insensibilidad de tantos, escribiria en la primera de sus «Décimas sueltas», para asombrarnos una vez más por el conceptualismo y el carácter de su verso «humano, demasiado humano», tal diría el filósofo:
No lloro yo por llorar
si no por hallar sosiego,
mi llorar es como un ruego
que nadie quiere escuchar,
del ver y considerer
la triste calamidá
que vive l’humanidá
en toda su longitú;
l’escasés de la virtu
es lo que me hace llorar.
Amante de la sencillez, con ese lenguaje primigenio de los pueblos niños, tan auténtico como la vida misma, en la última pieza de «Yo denuncio a los radiales», confiesa en un arrebato de confesionalismo y auto de fe:
Si escribo esta podesía
no es solo por darme gusto,
más bien por meterle un susto
al mal con alevosía;
quiero marcar la partí’a,
por eso prendo centella,
que me ayuden las estrellas
con su inmensa claridad
pa’ publicar la verdad
que and’ala sombra en la tierra
Como parte de ese saber vivir que revela haber aprendido y aprehendido a lo largo de su compleja vida llena de pobreza y penuria, ires y venires, incomprensiones y desamores, ya en la cuarta de las cinco piezas que integran su quevediano poema final [«Volví del profundo sueño», con la que concluye sus Décimas], escribe con el ímpetu que sí tuvo para luchar contra tantos, pero que le faltó para combatir la desidia, el desamor y el olvido, a pesar de esos dos últimos versos, que entrañan una fortaleza superior en esta amante de la existencia, finalmente negados por su infausto suicidio [¿Acaso es necesario recordar su hímnico, humanísimo y alentador poema coral «Gracias a la vida»?]:
De tres o cuatro empellones
y en menos de una semana
impávida, salva y sana
crucé noventa estaciones
la luz de mis ilusiones
me trajo sin saber cómo
volando cual un palomo
no quise andar en desvíos
mujer que tiene sentido
traquea con pies de plomo.

DE SU HOMENAJE A GABRIELA

Antes de concluir, quiero mencionar el homenaje que le brindara Violeta a la gran poetisa chilena y primer Premio Nobel Literario de Latinoamérica: Gabriela Mistral. Ese texto, integrado por cuatro décimas, constituye otra muestra de respeto de la universal cantora austral a la maestra, mujer y enorme hacedora de versos que, por su espartana sencillez, de algún modo se emparienta con la Viola. Leamos la primera del conjunto, en la que evidencia su admiración por la inolvidable autora de poemarios como «Desolación» y «Ternura»:

HOY DÍA SE LLORA EN CHILE 
A Gabriela Mistral 
«verso por despedida» «mochito»

Hoy día se llora en Chile
por una causa penosa
Dios ha llamado a la Diosa
a su mansion tan sublime,
de Sur a Norte se gime
se encienden todas las velas
para alumbrarle a Gabriela
la sombra que hoy es su mundo
con sentimiento profundo
yo le rezo en mi vihuela.
Aquí se corrobora otra vez el influjo popular, los tópicos musicales y literarios de su gente que tanto conocía Violeta por escucharlos desde la infancia.

Bien nos reafirma en su ya mencionado prólogo Alberto Falla sus humildes orígenes y su afán por el folclor: «Ella no entró en ese acervo siguiendo el común rastreo del erudito, sino que floreció desde aquel saber compartiendo el amor por personas que se le parecian tanto».

Cierto: de tal cultura terrenal y alada [que es la de su pueblo], se nutriría la sensible y áurea cantora, cuyas maduras parras le aportarian —con el vino y las uvas que tanto amara el otro Nobel chileno, Pablo Neruda—, su auténtico verso, bebido junto a sus queridos «huasos», en las genuinas fiestas populares, al son de la cueca, tocado por guitarras, charangos y bombos.







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Waldo González López (Las Tunas, Cuba, 1946) Poeta, ensayista crítico teatral y literario, periodista cultural. Graduado en la Escuela Nacional de Teatro (ENAT) y Licenciado en Literatura Hispanoamericana (Universidad de La Habana). Autor de 20 poemarios, 6 libros de ensayo y crítica literaria, varias antologías de poesía y teatro. Desde su arribo a Miami (2011), ha sido ponente y jurado en eventos teatrales y literarios internacionales. Merecedor de 3er. Premio de Poesía en el X Concurso “Lincoln-Martí” 2012. Colaborador de las webs: teatroenmiami.com (Miami) y Encuentro de la Cultura Cubana (España), Boletín de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (New York), y los blogs OtroLunes (Alemania), Palabra Abierta (California), Gaspar. El Lugareño, y el diario digital El Correo de Cuba (ambos en Miami).

Tuesday, September 25, 2018

Crónica: Lissette Gelats: Primera Expo en "Havana Classic Cigars" (por Waldo González López)


Desde que en Miami, Lissette pintara en Miami su primer óleo: “Bajo el cielo…la tierra sobre el cielo...”, donde se conjugan los verdes y azules, degradándose, y ante nuestros ojos aparece una hermosa marina.
 
De tal suerte, la Ingeniera Agrónoma (en la especialidad del cuidado ambiental de las plantas) desborda una finísima sensibilidad hacia la naturaleza de alcance poético.


Pronto descubre los beneficios y el veloz secado del acrílico, y crea varias piezas, definidas por su fuerte impacto visual que nos proponen distintas imágenes, todas hermosas por su capacidad de sugerencia.

Como otro de sus hobbies es fotografiar árboles, en ellas descubre simuladas figuras de animales y humanos, que devienen sufieientes motivos para iniciarse en el dibujo artístico con tinta. Mas, he aqui que conoce entonces el “Zentangle”, método que, con rayas, círculos y arabescos, va enredando y tomando formas arbóreas.


Valga el ejemplo de “Géminis”, donde aparte de servir de afiche de la muestra, muestra entre diversas imágenes y figuras la partitura de la clásica “Guantanamera”, icónica canción del patrimonio musical cubano, de rango internacional.

El sueño de Lissette es editar un libro con sus dibujos, y contribuir con los pacientes de Alzheimar a ejercitar la memoria, con el fin de que descubran las pequeñas figuras que integran sus dibujos.

Por otro lado, asimismo amante de la bisutería, luego de tomar un breve curso, labora con destreza esta gustada manifestación artística.

La Expo


En la conocida fábrica de tabacos y, a un tiempo, la original Galería de La Pequeña Habana [Cohoba], ambas del especialista Lázaro Quintana: Havana Classic Gigars, el pasado sábado 22 quedó inaugurada la primera muestra de la artista plástica Lissette Gelats (Guantánamo, Cuba, feb. 6,1957).


Esa tarde, a las 5, el maestro de la caricatura Aristide pronunció las palabras de apertura y cortó la cinta para dar paso al Salón Cohoba, donde se exponen las atractivas piezas de la dibujante y pintora.

Mas, no solo sorprendió a los habituales del Salón Cohoba —donde la narradora Rebeca Ulloa con Aristide y otros colegas, realizan todos los sábados desde meses atrás, en Facebook Live, el programa «Café Cohoba… Havana Classic»—, sino igualmente a los numerosos visitantes que colmaron el salón central del establecimiento.


En la muestra, resaltan por su barroquismo, dibujos como “Transparencia”, “Plenitud”, “Fusión”, “Hermanas” y “Génesis”.

Aparte, de sus estos valiosos dibujos, realizados con la técnica “Zentangle” y plumilla, también se exponen piezas en colores fríos (verde y azul) y cálidos (rojo y amarillo) que, igualmente realizadas en técnica mixta, sorprendieron a todos por su excelente factura, el atinado empleo del color, como la no menos lograda utilización del relieve, tal se muestra en “Acuática”. Otros tácitos ejemplos constituyen “Energía”, “Herencia”, “La gota”, “Flor” y “Aeroselva”.

Por último —y no por ello, menos relevante—, subrayo la participación de la pianista Lisandra Rodríguez, quien interpretó y cantó diversas piezas del cancionero tradicional cubano y otras del internacional.

En fin, sugiero a los amantes de las artes plásticas visitar y disfrutar la expo “Géminis”, entre 10 am y 5 pm, en Havana Classic Cigars (1419 Sw, 8 St., Miami, 33135).




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Waldo González López (Las Tunas, Cuba, 1946) Poeta, ensayista crítico teatral y literario, periodista cultural. Graduado en la Escuela Nacional de Teatro (ENAT) y Licenciado en Literatura Hispanoamericana (Universidad de La Habana). Autor de 20 poemarios, 6 libros de ensayo y crítica literaria, varias antologías de poesía y teatro. Desde su arribo a Miami (2011), ha sido ponente y jurado en eventos teatrales y literarios internacionales. Merecedor de 3er. Premio de Poesía en el X Concurso “Lincoln-Martí” 2012. Colaborador de las webs: teatroenmiami.com (Miami) y Encuentro de la Cultura Cubana (España), Boletín de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (New York), y los blogs OtroLunes (Alemania), Palabra Abierta (California), Gaspar. El Lugareño, y el diario digital El Correo de Cuba (ambos en Miami).
 

Tuesday, August 14, 2018

Crónica: Ulises y su Itaca fotográfica (por Waldo González López)


D’abord, ante todo, me confieso fan del expresionismo (1905-1910), primero de los movimientos [ismos] que, durante los inicios del siglo pasado, abarcaría las artes (en particular, el cine), la música y las letras, cautivando en consecuencia la creación de los primeros años del siglo XX, cuando los artistas y escritores ignoraban que pocos años después acontecería la primera conflagración que daría al traste con el orden europeo y, más allá, internacional hasta la fecha.


Como el dadaísmo y el surrealismo, el expresionismo fue una corriente comprometida con la sociedad de aquel momento, distinta a la de la centuria decimonónica, y no menos en lo estético. En consecuencia, los exponentes del nuevo arte se enfrentarían a la realidad con la que estaban en desacuerdo, tal acontecería poco después con los siguientes movimientos vanguardistas apuntados, los expresionistas se opondrían al empleo de formas y espacios tradicionales, luchando por buscar un distinto y distante acercamiento con la realidad que se diferenciaba de la del siglo anterior.

Bien, pero el ciberlector se preguntará: ¿A qué viene este apunte sobre la conocida corriente cenital que tuvo grandes adeptos como Wassily Kandinsky y Paul Klee? Pues la causa, de algún modo, la sugiero en el título de mi crónica.

El  Clímax de Ulises Regueiro


El fotógrafo cubano Ulises Regueiro inauguraría, ¡por fin!, el pasado viernes su primera expo cuyo título, como sus fotos, ya denotan su cariz expresionista: Clímax, lo que de algún modo él explicara, según lo reseña en la nota de la muestra, mi colegamigo Luis de la Paz:
Mi ojo intenta retratar a la gente por dentro, me interesa que la cámara capte el sentimiento de una expresión, algo que me gusta llamar la semilla de la esencia, porque lo que siempre vemos es la cáscara, yo busco la semilla. Mis fotos son un viaje profundo al interior del objetivo.
Note el ciberlector las dos palabras que subrayo en negrita: expresión y esencia: tales conceptos/atributos/manifestaciones definen su arte fotográfico, tal comprobé cuando, atónito, visioné, pocos años atrás, al conocerlo y descubrir asombrado sus esenciales y expresivas imágenes nietzscheanas, cuyos predilectos objetivos «humanos, demasiado humanos» (casi invariablemente: actrices y actores de teatro, aunque en ocasiones son como él poetas y escritores) los enfrenta con los deslumbrados veedores que asisten al mágico acto de visionaje, obligándolos a penetrar el misterio de tales rostros y el porqué de sus goces o sufrimientos.


Y he aquí otros rasgos definitorios de sus fotos en blanco y negro, y nunca en «color que es una distracción», tal aseveró la noche del viernes. De ahí que Ulises siempre capte, en primer plano, los rostros, sus rasgos y peculiaridades, como instándonos a mirar aun más hondo, en fin, y desentrañar esos semblantes: el por qué ríen o sufren, disfrutan sus goces o gritan su padecer; exigiéndonos que nos digan, por fin, qué angeles los iluminan o qué demonios los acosan, en este apócrifo/freudiano viaje introspectivo a su alter ego, a su yo más íntimo y secreto.

Los Bergmanianos rostros de Ulises


Pienso que, por su definitoria impronta, Ingmar Bergman —uno de los clásicos realizadores de cine, entre mis preferidos del excelente cuarteto integrado por los italianos Federico Fellini y Luchino Visconti, el español Luis Buñuel y, por supuesto, el asimismo brillante director escénico Ingmar Bergman— debe influir, alguna manera, en el imaginario uliseano, tal constato en sus veintitantos rostros que, desde el pasado viernes, se exponen (y asombran al espectador, por su expresionismo) en la Galería y, a un tiempo sala teatral Artefactus, ubicada en 12302 SW, 133rd CT. Miami, Fl. 33186.


Entre las casi imágenes de actrices caribeñas, figuran en su mayoría las cubanas, en puestas donde corroboran su calidad. De tal suerte, se distinguen, entre otras, la notable intérprete y profesora de actuación Teresa María Rojas: «Señoras» (2013), como las destacadas Susana Pérez: «Tengamos el sexo en paz» (2014), Daisy Fontao y Roxana Montenegro: «El príncipe y el mar» (2014), Belkis Proenza «Las cenizas de Yasmina» y «Mañana es una palabra» (ambas de 2117), Ana Lidia Méndez: «Francisca y Clotilde» (2102), María Arencibia Anderson: «Conversación en tiempo de bolero» (2014), Mabel Leyva: «Perras o diosas» (2012) y Jessica Mesa: «Carne» (2016), así como la relevante actriz mexicana Lourdes (Lulú) Ávila: «Teresa Panza» (2014).

Confesiones


Para definir/perfilar aun más la expresión de los rostros, y otorgarle al máximo la alegría o la gravedad buscadas, el también actor y poeta reveló —durante la entrevista realizada por el dramaturgo y narrador Jorge Carrigan en la inauguración de la muestra— que suele eliminar los elementos accesorios de su objetivo: la escenografía que rodea al intérprete en la escena, con el fin de reflejar mejor la sique de los actores que están «en situación», pues son ellos quienes entregan con mayor hondura y realismo las sicologías de sus personajes, incluso mejor que otras personas con diversos oficios al ser fotografiadas, pues los genuinos intérpretes, como sabemos, incorporan con verismo y calidad los caracteres de sus criaturas.

Ademas, Ulises escoge el momento idóneo: la catarsis actoral, cuando la intensidad de los intérpretes mueve y conmueve a los espectadores y al propio artista, a quien su praxis dual de actor y fotógrafo le permite profundizar más que otros colegas del lente que no poseen esta doble cualidad, adquirida durante años.


Amistosamente obligado por Carrigan, debió dejar su habitual modestia y responder las preguntas de los asistentes, todos amigos y admiradores, y revelar aspectos de su experiencia actoral iniciada en la adolescencia: a los 13 años se «estrenó» con imitaciones de artistas y, poco después, ya integraba el primer grupo de guiñol de su natal Pinar del Río, para más tarde pasar al colectivo La Edad de Oro y, ya en 1965, formar parte del Grupo Dramático provincial, en cuyos salones de ensayo habitara: tal era su pasion por la actuación.

Durante su estancia en este grupo, tiene de colega a la actriz Miriam Bermúdez, quien asistió a la muestra, evidenciando su cariño al colega con un abrazo, durante la entrevista de Carrigan y el conversatorio/intercambio entre artista y público, constatacion del afecto y reconocimiento hacia este hombre, «en el buen sentido de la palabra, bueno», para decirlo con un clásico verso del sencillo y grande Antonio Machado.

Y justo sobre sus artes preferidas: la interpretación y la fotografia, confesaría a su entrevistador: «Cuando veo por el ojo de la cámara a los actores destacándose y convenciendo por su calidad, los admiro, me compenetro con ellos y me emocionan hasta las lágrimas».

Otra pregunta impactaría al fraternal auditorio que, atento, esperaba su breve respuesta sotto voce, tal excusándose por estar en el escenario de la acogedora Artefactus ante tantos amigos, colegas y admiradores: al preguntarle Carrigan quiénes habían sido sus guías en la fotografía, la respuesta llegaría sin dilación: Mario (Mayito) García Joya e Iván Cañas, a la que añadiría: «con las fotografía, alcanzo la misma pasión que con la actuación».


Ya casi al final, exhortado por varios colegas poetas a que publicara sus valiosos versos, reapareció el alter ego aguafiestas del ultrasencillo Ulises, quien enfatizó no creer tan valiosos los suyos para imprimirlos, a pesar de antes haber reafirmado su vocación poética: «Siempre he necesitado expresarme con la poesía».

Sin duda, fue un distintivo regalo de sus amigos —organizado y entregado por el dramaturgo, director y escritor Eddy Díaz Souza— el de Artefactus a este Ulises siempre en pos de su particular Ítaca en hermosas imágenes.

La muestra se mantiene abierta hasta el 30 de septiembre, en 12302 SW, 133rd CT. Miami, Fl. 33186.





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Waldo González López (Las Tunas, Cuba, 1946) Poeta, ensayista crítico teatral y literario, periodista cultural. Graduado en la Escuela Nacional de Teatro (ENAT) y Licenciado en Literatura Hispanoamericana (Universidad de La Habana). Autor de 20 poemarios, 6 libros de ensayo y crítica literaria, varias antologías de poesía y teatro. Desde su arribo a Miami (2011), ha sido ponente y jurado en eventos teatrales y literarios internacionales. Merecedor de 3er. Premio de Poesía en el X Concurso “Lincoln-Martí” 2012. Colaborador de las webs: teatroenmiami.com (Miami) y Encuentro de la Cultura Cubana (España), Boletín de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (New York), y los blogs OtroLunes (Alemania), Palabra Abierta (California), Gaspar. El Lugareño, y el diario digital El Correo de Cuba (ambos en Miami).
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