Monday, March 30, 2020

Los emigrados de Tampa y Cayo Hueso (un poema de Aurelia Castillo de González)


Nota: Comparto con los lectores del blog este poema de Aurelia Castillo de González, incluido en el libro Trozos Guerreros y Apoteosis, escrito en el año 1902, y publicado en 1903, por Imprenta Mercantil, La Habana.

Como dedicatoria de su poemario, la autora expresa: 

"Ofrenda a mi Patria
y homenaje de amor y respeto al primer
presidente de la República
Tomás Estrada Palma".

Añado luego de los versos, la Introducción y de las Notas que aparecen al final del volumen, el fragmento que se refiere a este poema.

He respetado los textos como aparecen escritos en la publicación original. (JEM)



Pensativos ó alegres, flacos los más, 
Doblando ante las mesas pobres pulmones, 
                   Sus antiguas canciones 
                   En coro y á compás. 
Cantan los tabaqueros, los emigrados, 
Que siempre con el alma pensando en Cuba, 
Se consuelan con cantos de desterrados.
(Cantan) «Destino amargo y sereno
A tierra extraña nos lanza;
Ved el cielo que sombrío;
No hay un rayo de esperanza!» 
Satisfechos ó huraños, llevan su cruz, 
Y siguen siempre atentos á su trabajo. 
                La hoja de Vuelta Abajo 
                Amasada con luz, 
Les habla de otro clima y otros paisajes, 
Donde el seno materno les dió su leche 
Y corrieron en potros casi salvajes.

Los unos despalillan con rapidez,
Y llenan un tablero y otro tablero.
               Los otros con esmero
               Extienden á su vez
Las ya escogidas capas, en que amontonan
La embriagadora tripa bien empalmada,
Que con ágiles dedos presto aprisionan.

Aun falta la perilla, que ha de probar
Que el artista es del suelo que dió la hoja.
                A nadie se le antoja
                Con él rivalizar.
Con las callosas yemas de fuerte mano
Va afinando la punta como una aguja.
El primor se realiza, y está el habano.

Se enjugan de las frentes grueso sudor.
Desencogen los miembros; ya el hambre abruma,
              Y se llevan la fuma
              Y marchan con ardor
Cantando más alegres por el camino
Los cantos de la tierra que acá aprendieron
Y que se les antojan algo divino:
(Cantan) «Cuba, al fin te verás libre y pura
Como el aire de luz que respiras,
Cual las ondas hirvientes que miras
De tus playas la arena besar».... 
Se sientan á sus mesas para comer....
Lo que comerse puede cuando uno es pobre.
              La bolsa escasa en cobre
              ¡Y eso, y eso hay que ver!
Cada semana se abre por dar la cuota
Que en Cayo Hueso y Tampa, los dos baluartes,
Ganada ¡con la vida! dan los patriotas.

Y si acaso algún día se encuentra allí
Aquel ídolo de ellos y que hoy lo es nuestro,
             Su Apóstol, su Maestro,
             Y su orador, Martí,
Los honores más altos parecen pocos.
Aquellos pobres hombres..... ¡Qué han de ser pobres!
¡Aquellos grandes hombres se vuelven locos!
«A las armas corred, Bayameses,
Que la patria os contempla orgullosa!...»



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Introducción

Extraño parecerá que estos versos, escritos en mayo de 1902, salgan á luz un año después; y más extraño aún que los haya escrito y publique quien, al golpe de tremenda desgracia, había permanecido durante siete años olvidada por completo de antiguas aficiones literarias.

La espectación de la ya muy próxima República hizo en mí efecto maravilloso. Rompió los hielos de mi indiferencia, y una alegría insólita se desbordó en estos poco menos que inconscientes cantos. Y, siempre llevada de aquel exaltado entusiasmo, determiné publicarlos. 

Diversas circunstancias hiciéronme, aplazar primeramente, suspender por último aquel proyecto. Ahora han desaparecido aquellas dificultades; pero en su lugar surgen otras, internas, por decirlo así. La ardiente exaltación ha cedido poco á poco al habitual desaliento, y asediánme temores bien justificados. No obstante, aun conserva alguna fuerza aquel poderoso impulso inicial, y me dejo llevar á ofrecer á mi patria en el primer aniversario de su consagración como Estado, y valga lo que valga, lo que en mi alma brotó para ella. Mayo, 1903.

Nota de la autora:

Los cantos patrióticos que en la composición Los Emigrados de Tampa y Cayo Hueso, he puesto en boca de los tabaqueros, son tan populares en Cuba, que únicamente la idea de que este librillo pueda salir de la isla; me determina á indicar su procedencia. El primero es principio de la estrofa con que comienza El Banquete del Destierro, de José Agustín Quintero, que en su terrible belleza llega al más alto grado de lo trágico. En esos versos he querido simbolizar la desesperación que naturalmente debió ensombrecer á los emigrados durante los primeros años de su voluntaria expatriación. El segundo es de José María Heredia en la composición Himno del Desterrado, y lo incluyo mediado ya el cuadro, para indicar las nacientes esperanzas. El tercero, que no simulo ya ser cantado por los tabaqueros, sino más bien por anónimas voces, es el principio de nuestro Himno Nacional y está allí para sugerir el comienzo de la última guerra de independencia. Acaso infiera agravio con estas ex plicaciones á la perspicacia de los lectores y por ello pido excusas, asegurando que en último caso la más agraviada es la autora, pues demuestra poca confianza en la transparencia de sus simbolismos.

La fuma es dicho común entre tabaqueros, y significa los tabacos que, á razón de uno por cada cincuenta que haga, tiene derecho á llevarse el operario, más uno en la boca.


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Ver Aurelia Castillo de González en el blog 

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