Wednesday, December 27, 2017

Laura Alonso, dueña de su propio camino (entrevista por Baltasar Santiago Martín)

Nota: Agradezco a Baltasar Santiago Martín que comparta con los lectores del blog, su entrevista a Laura Alonso (realizada en la ciudad de Tampa en el año 2012). Texto incluido en el próximo número de la revista Caritate.

La presentación del número de diciembre 2017 de la revista Caritate, dedicado a la prima ballerina assoluta Alicia Alonso y al 69 aniversario de la fundación del Ballet Nacional de Cuba, tendrá lugar este viernes 29 de diciembre de 2017 a las 8 p.m., en Art and Wine Miami  (3496 N.W. 7th St. Miami, 33125)


Tener como padres a dos grandes leyendas del ballet mundial como Alicia y Fernando Alonso fue de seguro un gran orgullo para la pequeña Laura Alonso Martínez, pero también un enorme reto y un constante acicate.

Esta corajuda mujer, aunque no llegó a ser primera bailarina del Ballet Nacional de Cuba, sino una de sus solistas principales durante 25 años, se labró su propio camino en otra crucial e importantísima faceta del mundo de la danza, y hoy por hoy es una de las más cotizadas y renombradas maîtres de ballet en el mundo.

Directora desde 1988 del Centro de Promoción de la Danza de Cuba –conocido internacionalmente como “Centro Prodanza” – donde se entrenan y forman jóvenes bailarines de todo el mundo con el método de la Escuela Cubana, Laura es la organizadora y promotora principal de los Cuballet, cursos de carácter internacional que se realizan en diferentes etapas del año, tanto en Cuba como en el extranjero, y ha impartido clases además en numerosos países a pedido de importantes compañías de danza, así como también formado parte del jurado en destacados concursos internacionales de ballet.

En 1995 creó su propia compañía, el Ballet Laura Alonso, y en el 2001 fue elegida como vicepresidente por Cuba de la Confederación Latinoamericana de la Danza.

Detrás de su leyenda personal, avalada por tantos logros profesionales, y más allá de los rumores y comentarios sobre su vida privada que forman parte ya del imaginario colectivo del pueblo cubano, está la niña, la adolescente, la joven, la mujer, que nació en la ciudad de Nueva York el 14 de marzo de 1938, y a la que con todo respeto y admiración por su carrera espero poder “dibujar” con mis preguntas y sus respuestas:


Cuando usted tuvo ya uso de razón, ¿a la niña Laurita Alonso le resultó difícil entender que su madre la hubiera enviado para Cuba para poder dedicarse a su ascendente carrera como bailarina en Nueva York?

No, no me resultó difícil entenderlo en lo absoluto. La gente tiene un modo de ver las cosas que a mí a veces me da risa. Para mí eso era normal, como para toda niña cuyos padres fueran bailarines. Me dan ganas de preguntar: “¿y tu mamá no es bailarina?”; eso era lo normal para mí, pues mi tía Cuca, mi abuela Laura –que era presidente de ProArte–, mi abuela Ernestina –quien hacía toda la ropa para las funciones–, mi tío Alberto –que también era bailarín–; toda mi familia estaba inmersa en el mundo del ballet.

¿Con qué abuela se crio, con Laura o con Ernestina?

Me criaron las dos. Ernestina –a quien yo le decía “Kika” –vivía en el apartamento de arriba, y Laura en el de abajo, que era con quien yo vivía. Cuando Laura me regañaba por algo, iba corriendo para donde Kika, y viceversa…; las dos me malcriaron increíblemente.

¿Qué recuerdos guarda de esos primeros años de su vida, con sus padres viviendo en Nueva York y usted en La Habana?

Cuando yo tenía cuatro años se me reventó el apéndice y por poco me muero, y mis padres, que estaban en Nueva York, no se enteraron hasta que yo salí de la gravedad, cinco o seis días después…
Yo los iba a visitar todos los años, y entonces me pasaba tres meses en los Estados Unidos, y nos escribíamos y hablábamos por teléfono con frecuencia.

El inglés fue mi primer idioma; yo tuve que aprender a hablar en español, y hablaba en inglés con mis padres porque ellos querían que yo no lo perdiera.

En su caso, ¿la vocación por el ballet fue natural, o inducida por la profesión de sus padres y la presión de la familia, los amigos y el medio, que esperaban que usted también se dedicara al ballet?

Sí, fue una vocación muy fuerte. Toda la familia estaba opuesta a que yo fuera bailarina. Tomar clases de ballet era una cosa, pero actuar ya en el teatro era otra…

Estando mi mamá de viaje, papá necesitó una bailarina para una de las funciones, y me metió en el cuerpo de baile. Cuando mamá regresó, le dijo: “Ya lo probó. El aplauso es más fuerte que la droga; ahora no va a haber quién se lo quite”.

Cuando usted tenía 16 años, Alicia se la llevó para Nueva York debido a la situación política que se estaba viviendo en Cuba en esos momentos; ¿qué representó para la adolescente Laura Alonso vivir un tiempo en la ciudad donde había nacido?

¡Ay!, ¡me divertí muchísimo!; recuerdo que salíamos de la escuela –estudié ballet en varias, una de ellas la del American Ballet Theatre– e íbamos a una cafetería que estaba en la esquina a tomar café, donde un fotógrafo amigo del dueño que estaba allí de visita me pidió que posara, y la foto fue premiada por la revista Photography Annual, donde publicaban las mejores fotos del año. Yo tenía el pelo muy largo y llevaba puesto un leotardo negro…; ¡es una linda foto!

En 1959, cuando triunfa la Revolución, usted tiene ya 21 años, y me imagino que querría seguir el ejemplo de su madre, que a los 22 debutó en Giselle con tanto éxito; ¿cuándo la joven Laura Alonso se da cuenta de que no va a llegar a ser una “primera bailarina” como Alicia ni como “las Cuatro Joyas”, y cómo lo tomó?

Nadie puede bailar como Alicia Alonso, ni nadie puede bailar como otra persona; uno solo puede bailar como mejor puede hacerlo. Cada vez que me daban un rol principal, papá hacía una audición para que vieran que no había favoritismo. Yo bailaba porque me gustaba, no para quitarle el puesto a nadie. Me tuve que cambiar el nombre para que me ascendieran a solista: “De ahora en adelante me llamo Laura Rayneri, como mi abuela paterna”, le dije a mi papá, porque él quería evitar que pensaran, al ver en el programa a tantos Alonso –Alicia, Alberto, Fernando y Laura– que la compañía era como un clan familiar.

Me quitaron muchas cosas como bailarina, pero como ser humano jamás…, y entonces, después de estar bailando durante 25 años, decidí dedicarme a la enseñanza del ballet.

En el imaginario colectivo del cubano nacido entre 1920 y 1970 se encuentra el famoso disparo que usted le hizo a Mario Balmaseda, de quien se dice que era su pareja en ese momento, ¿fue real o una exageración de la gente?

Era mi esposo; fue real. Él me estaba enseñando a limpiar el arma y se escapó el tiro y lo hirió, pero sin mayores consecuencias…

En 1975 sus padres se divorcian, después de 38 años de matrimonio, ¿cómo reaccionó la Laura Alonso hija ante esta hecatombe familiar y profesional?, ¿y cuál es hoy su visión sobre ese divorcio?

Mira, me pareció terrible, pero en estos casos yo siempre me pongo de parte de la mujer, y más aún en este caso, en que era mi mamá. Pienso que se podía haber manejado de otra manera, porque había intereses por fuera que ayudaron a que esto sucediera…

¿Mi visión?

Que siento mucho que haya pasado, pero que ambos son felices con sus nuevas parejas. Cada ser humano tiene derecho a la felicidad, y por tanto tengo que estar contenta con eso, porque sé que ambos son amados y cuidados con total devoción por la persona que tienen hoy a su lado.

Ya retirada de la escena, usted primero se convirtió en la entrenadora y maître personal de Alicia Alonso, rol que desempeñó durante siete años; ¿la relación madre-hija –de la que se rumora que no ha sido la mejor en algunas épocas– se resintió o se fortaleció debido a esta relación profesional, de por sí tan estresante?; ¿por qué cesó?

A la gente se le olvida que es mi mamá –y todo el mundo discute en algún momento con su madre–; ¿qué tiene de raro que yo haya discutido alguna vez con ella?

Tenemos opiniones diferentes sobre algunas cosas, pero en general casi siempre coincidimos. Ella dice que soy muy “cabezona” (testaruda), y yo le contesto que “de alguien lo heredé”.

Mamá es una diva, y las divas son muy celosas en cuanto a su carrera. Llegó un momento en que diferimos en cuanto a su decisión de seguir bailando, y dejé de ser su entrenadora y maître personal, pero nunca su hija.

Después de divorciarse de Fernando, Alicia se casa con Pedro Simón, una unión que ha durado hasta el presente, ¿cómo son las relaciones entre usted y el esposo de su madre?

Muy buenas.

En 1988 usted funda el Centro Prodanza, y algunos lo vieron como un acto suyo de independencia, ¿contó usted con el apoyo de Alicia para ello?

Sí, cómo no. Mamá siempre me ha apoyado en todas mis cosas.

Veinticuatro años después, ¿cuál considera usted que ha sido el mayor aporte de Prodanza al ballet cubano?

La ayuda para mantener la “Escuela Cubana de Ballet”, junto con la Escuela Nacional de Arte (ENA) y el Ballet Nacional de Cuba (BNC), y a través de “La Joven Guardia”, ayudar a formar primeros bailarines y buenos maestros.

¿Se siente satisfecha Laura Alonso, la maître, del camino que tomó su vida profesional, o todavía añora haber sido una gran bailarina como su madre?

Yo estoy muy satisfecha con mi vida, y puedo decir que siempre he hecho lo mejor que puedo, tanto como bailarina que como maestra, y que en todo lo que hago trato de ser lo más honesta y justa posible.

Tampa, 15 de julio del 2012


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Fotos: Laura Alonso publicada en el Blog La Reina de la Noche, de Isis Wirth. Sábado 28 de julio del 2012; y en la revista Newsweek en español. Semana del 13 al 20 de agosto del 2012.

Laura Alonso y Baltasar Santiago Martín (foto cortesía de Abelardo Reguera)

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