Friday, March 6, 2020

"A manera de obertura". Texto introductorio del libro "Una noche en el ballet. Guía para espectadores de buena voluntad" (de Roberto Méndez)


Se escucha el último acorde y la función concluye. Los bailarines avanzan hasta el proscenio para agradecer los aplausos – nutridos o escasos- del público. Gradualmente la sala se vacía. Algunos de los espectadores no retornan satisfechos a sus casas. Fueron al teatro por un compromiso familiar u oficial, o por simple curiosidad, pero no disfrutaron de la presentación. El ballet les pareció demasiado complicado. Ni siquiera podrían describir lo que sucedió en escena. Alguno insistirá en la experiencia para buscar más luz, la mayoría preferirá ocupar su tiempo en otras cosas.

¿Podrá afirmarse todavía que el ballet es un arte para las élites si el género se ha extendido en los últimos cien años desde New York a Hong Kong, desde La Habana a Johannesburgo? Quizá lo que sucede es que las personas necesitan un mínimo de preparación para convertirse en auténticos espectadores. Para ellas se escribe este libro.

Nuestro texto no se dirige a los especialistas en el género sino, precisamente, a los que buscan una clave para poder apreciarlo. Por esa razón no pretende ser una historia de la danza, ni una enciclopedia, ni un diccionario de repertorio, es, sencillamente, una guía para el que sienta alguna curiosidad por ese mundo, o necesite prepararse para una cercana visita al teatro. Con este fin se le reune un conjunto de informaciones que de otro modo estaría obligado a buscar en bibliotecas especializadas o dispersas en el mar de Internet.

Ofrecemos al lector: una historia brevísima del ballet y sus rasgos principales en cada período artístico, acompañada por una cronología mínima; los componentes de una obra danzaria; algunos consejos para apreciar una función; la información básica sobre obras fundamentales del repertorio internacional y un glosario elemental que le ayude a comprender los programas de mano o las informaciones que puede hallar en la prensa.

Todo esto no puede sustituir las mejores lecciones: las de la escena. Solo la asistencia frecuente a presentaciones danzarias permitirá una apreciación cabal de este arte y la formación de un gusto personal. Si después de revisar este libro alguien busca la oportunidad para retornar al teatro y hasta decide indagar en textos especializados, entonces nuestra labor habrá alcanzado su razón de ser.
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El libro se estará presentando 
el próximo mes de abril en la
Feria del Libro de Buenos Aires


Thursday, March 5, 2020

Sueños al pairo (Documental sobre el trovador Mike Porcel, de los realizadores José Luis Aparicio y Fernando Fraguela)

Calles y callejones de Camagüey: Calle del Carmen, Capitán Marín Varona (por Marcos A. Tamames-Henderson)

 
 
 

Nace en San Diego y en el ensanche que forma la plaza del Carmen, da fin a San Ignacio (D); corta la calle San Ramón, recibe a Honda o San Pedro Alcántara y su plazoleta (D); pasa Santiago u Horca y Santa Inés o del Medio para terminar en Santa Ana. El origen de su nombre es preciso buscarlo hacia 1730 cuando se otorgó licencia al matrimonio formado por don Jacinto Manuel Hidalgo y doña Eusebia Ciriaca de Varona para erigir un templo a los padres carmelitas en el lote de manzana con frente a una calle que parte de la de San Diego. ¿Cuán devotos eran estos patricios de la virgen del Carmen? ¿Cuán afín a la ermitaña doctrina de su fundador en la que prima la austeridad, la soledad y la abstinencia a comer carne? ¿Se trataba de venerar a la patrona del mar, la protectora de la entrada de la riqueza a la mediterránea villa?

Su cambio de nombre por Capitán Marín Varona estuvo a cargo de los concejales Juan Acosta Álvarez, Abelardo Chapellí Marín y Eusebio Cantero Cantero, quienes plantean su proyecto en la sesión del 30 de mayo de 1919. La idea es rendir homenaje al capitán Marín Varona y no precisamente por su trayectoria militar, sino al hacer artístico; de ahí que los autores de su rebautizo, decidan hacer la propuesta en asociación al creador Pablo Pildaín. El 30 de mayo de 1919 argumentaban en sesión del Ayuntamiento:
POR CUANTO: Entender los que suscriben, que los nombres de los artistas camagüeyanos, J. Marín Varona, en la música, y Pablo Pildaín, en el arte teatral, que en vida fueron reconocidos como genios en sus respectivos géneros, resultando a la vez una gloria para el Camagüey, que en todos los órdenes de la vida ha demostrado que sus hijos son verdaderas mentalidades, como lo patentiza la recordación de “Varona y Pildaín”, … proponen cambiarle el nombre a la calle Carmen, por Marín Varona y ponerle el nombre de Pablo Pildaín a la Plaza del Teatro Principal.
La aprobación fue unánime. Se confirmó al día siguiente y el 9 de junio recibía el aval del alcalde municipal y a partir de entonces los camagüeyanos rindieron homenaje a José Marín y Varona (Puerto Príncipe, 1859-La Habana, 1912), el organizador y director de la Banda del Estado Mayor del Ejército, el músico y compositor al que Juárez Cano considerara “un gran artista, mago de la batuta y excelso director de orquesta y banda”; mientras Arturo Don Varona, además de destacar entre sus composiciones la colección de danzas Tropicales que le valieron un Premio en la Exposición Universal de París en 1900, cita la zarzuela El brujo —grabada y difundida por la RCA Víctor—; el gran vals del concierto Esperanza, premiada en la Exposición de Búfalo, así como danzas, habaneras, polkas, tangos, guajiras, canciones y composiciones escolares de corte patriótico. La investigadora Verónica Fernández Díaz subraya su obra pedagógica y la conformación de tratados teóricos y crítica musical que publicara en Cuba Musical.

Se trata, sin dudas, de un eje que se distingue por su rectitud y forma parte del CH. De sus cuadras, solo una se integra al área PCH, la que limitan San Diego y San Ramón.

Década de 1950
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Foto actual

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Marcos Antonio Tamames-Henderson (Jamaica, Guantánamo, 1961). Lic. Historia del Arte (1997), MSc. en Historia del Arte y en Conservación y Rehabilitación de Centros Históricos (2007). Miembro de la Uneac, Unaic, Unhic. La Editorial Ácana ha publicado sus libros De la Plaza de Armas al Parque Agramonte. Iconografía, símbolos y significados (2001, 2da ed. 2003); Tras las huellas del patrimonio (2004); La ciudad como texto cultural. Camagüey 1514-1837 (2005); Una ciudad en el laberinto de la ilustración (2009) y La cofradía de los signos urbanos (2012). Premio Especial Roberto Balmaceda (Uneac, 2002), Juan Marinello (2006), Juan Torres Lasqueti (2005, 2010, 2011 y 2012), Ensayo Histórico Enfoque (2007), Crítica Histórica José Luciano Franco (2005), Publicaciones, teoría y crítica en el V Salón de Arquitectura (2005) y Jorge Enrique Mendoza (2004), entre otros.

La elegancia femenina (según José Martí)

Es como la elegancia, mi María, que está en el buen gusto, y no en el costo. La elegancia del vestido,-la grande y verdadera,-está en la altivez y fortaleza del alma. Un alma honrada, inteligente y libre, da al cuerpo más elegancia, y más poderío a la mujer, que las modas más ricas de las tiendas. Mucha tienda, poca alma. Quien tiene mucho adentro, necesita poco afuera. Quien lleva mucho afuera, tiene poco adentro, y quiere disimular lo poco. Quien siente su belleza, la belleza interior, no busca afuera belleza prestada: se sabe hermosa, y la belleza hecha echa luz. Procurará mostrarse alegre, y agradable a los ojos, porque es deber humano causar placer en vez de pena, y quien conoce la belleza la respeta y cuida en los demás y en sí. Pero no pondrá en un jarrón de China un jazmín: pondrá el jazmín, solo y ligero, en un cristal de agua clara. Esa es la elegancia verdadera: que el vaso no sea más que la flor. (José Martí a María Mantilla. Fragmento de la Carta # 8)

(Revista Social. Febrero 1919) Juana Borrero


Wednesday, March 4, 2020

La Colonia Española de Camagüey (por Carlos A. Peón-Casas)


El Sanatorio “La Purísima” de la Colonia Española de Camagüey y su muy celebrado staff médico, ca. 1960.



La historia de aquella benemérita institución de salud, con tanta y merecida fama, en la etapa republicana de nuestra ciudad camagüeyana, tiene larga data, que la lleva al año de 1899.

En aquel minuto, rendidas las armas españolas, y ocupado el país por las tropas norteamericanas, ganadoras de aquel controversial conflicto bélico, un visionario grupo de españoles y cubanos en la entonces ciudad de Puerto Príncipe, aunaron esfuerzos para fundar aquella citada Sociedad o Patronato.

Pensada como una institución de salud, inspirada en el estilo ya en boga del mutualismo, y a la vez como una especie de sociedad de recreo, la Colonia, como fue popularmente conocida, poseía una extensa Quinta de Salud, y un edificio social en lo mas céntrico de la ciudad de entonces.

La Quinta de Salud, adquirida en el año 1908, ocupaba un área de 19.263 metros cuadrados, y estaba enclavada en la parte más alta de la barriada de la Caridad. Limitaban su perímetro las calles: Dolores Betancourt, por el norte, Palmira, por el sur, y las de Domingo Puente y Arrieta por el este y el oeste, respectivamente.

Las primarias facilidades para aquella emergente clínica mutualista, se vieron prontamente mejoradas y aumentadas. Para el año de 1960, contaba:
con mas de 14 edificios equipados con los múltiples adelantos que hoy exige la medicina moderna, para poder brindarle a sus 22.000 Asociados una esmerada atención como garantía plena de seguro contra las enfermedades. Prestan allí servicios mas de 200 empleados y un cuerpo de distinguidos y reconocidos facultativos(1)
Para igual fecha, entraba en funciones un nueva Unidad Quirúrgica, dotada con las más óptimas condiciones para su tan delicada función

Su staff médico era ciertamente inmejorable. En la ciudad, no son pocos los que todavía rememoran la calidad de aquellos galenos, todos camagüeyanos natos, graduados en su mayoría en la Escuela de Medicina de la Universidad de La Habana, y no pocos de ellos con estudios y especializaciones en renombradas universidades norteamericanas y europeas.
La lista, primariamente muy parcial y ciertamente incompleta de aquellos prominentes especialistas, la tomamos del ya citado Directorio Social, editado en la ciudad en 1960.

Por ende los nombres de los galenos aludidos corresponden a la hornada de aquellos que principiaron su carrera medica en las décadas de los años treinta y cuarenta. Una oportuna actualización de los nombres de otros galenos de generaciones anteriores, seria altamente deseable de poder completar en el futuro.

Principiamos por el Dr. Braulio J. Cuesta Marrero(2), quien para aquel minuto fungía como Director y Cirujano General, y cuya trayectoria en la institución databa del año 1946. Su formación profesional discurrió entre la Universidad de La Habana, y luego en los hospitales neoyorquinos Saint Vincent y Saint Joseph, como Médico Interno y Residente de Cirugía, respectivamente.

Entre 1949 y 1950 fungió igualmente como Director-Cirujano del Hospital Manuel Ramón Silva donde hubo de imprimir su impronta con numerosas mejoras a los servicios quirúrgico y hospitalario en aquel. Igualmente promovió la creación en la ciudad de una Escuela de Enfermeras.

La lista de los galenos camagüeyanos que practicaban su saber en aquella celebrada institución de salud, la conformaban nombres igualmente prestigiosos del Colegio Médico en Camagüey.

Entre aquellos y en igualdad con sus pares, se incluía el Dr. Javier Pichardo Rubio, especialista en Vías Digestivas y Nutrición , quien por entonces tenia su residencia, y su consulta privada en el numero 4 de la Calle Padre Valencia.

Sumaba igualmente su talento y saber, el Dr. Francisco Domínguez López, Dermatólogo, y quien fungía además como Director del Dispensario “PLECS”. Su gabinete se localizaba en la calle Avellaneda, marcado con el número 269 altos, y con residencia fijada en la misma calle en la vivienda con el numero 288.

Parte de aquel prominente staff, era el Dr. Miguel Socarras Guzmán. Practicaba con mucho éxito la Cirugía. Ejercía su práctica privada en la calle General Gómez, número 6, y su residencia privada era conocida como Villa Nela, en la Carretera Central Este.

Otro cirujano y también neumólogo de prestigio, de aquel grupo, lo era el Dr. Manuel Sori Marín, Su consulta privada ocupaba espacio en el numero 155 de la Calle República. Residía para entonces, en la Avenida Finlay. Urólogo era el Dr. Raúl Fors Docal. Sus servicios particulares los ofrecía en la misma dirección del ya citado Dr. Sori Marín.

Se añadían a la hasta aquí muy parcial lista, los prestigiosos doctores: José Hernández Hechavarria, Otorrino, con consulta en Avellaneda 278, y Julio Saavedra Losa, Médico General, quien atendía a sus pacientes en el número 3 de la ya citada calle General Gómez .

Last but not least, en esta incompleta relación, sumaba sus saberes médicos, el Dr. Fernando Martínez Izquierdo, Médico Ginecólogo y Partero del ya citado Sanatorio, y quien fungía además por tal fecha, como Jefe de Maternidad del Hospital Manuel Ramón Silva. El Dr. Martínez Izquierdo ostentaba igualmente la membresía del Rotary Club. Su consulta se localizaba en la calle Avellaneda 64-A, donde igualmente estaba su residencia.

Este primer recuento y homenaje sincero a aquella clínica mutualista, y a sus esforzados doctores, queda en deuda con aquellos que no hemos podido incluir en esta primera mirada, igualmente con el personal paramédico y los empleados, que igualmente hacían viables sus funciones hospitalarias. Nuestro consuelo mayor es precisamente, el haber promovido esa memoria que como otras de nuestro glorioso pasado, conviene no olvidar para bien.

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  1. Directorio Social de Camagüey. Mario R. Silva LLopis. Editor. Edición de 1960. p. 97
  2. Emigrado en su minuto a EE. UU, como igualmente muchos de sus colegas camagüeyanos, el Dr. Cuesta, trabajó incansablemente en su profesión hasta su fallecimiento, en aquel su país de promisión. 


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Ver en el blog

Fragmento de la primera novela que estaba escribiendo Elena Tamargo


Nota de la autora: Fragmento de la primera novela que está escribiendo Elena Tamargo, leídos por primera vez, esta noche, [Octubre 26, 2009] en Agartha Galería. 

La escritora agradece al amigo Joaquín Estrada-Montalván esta primicia en su blog Gaspar, El Lugareño.


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Texto publicado originalmente en este blog el 26 de octubre de 2009. Lo reproduzco hoy, recordando su nacimiento el 4 de marzo de 1954. Elena Tamargo falleció en Miami, el 20 de noviembre de 2011. (JEM)
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Cada vez que me siento en un sillón dejo una mancha de sangre. Se que he perdido tantas cosas que no podría contarlas, sólo el que ha muerto es nuestro de verdad, sólo lo que he perdido es mío, no hay otro paraíso. También es nuestra suerte saber convalecer.

Mis mayores me hablaron de la sangre, del apellido y los abuelos, pero nunca de ésta que pierdo y pierdo en los trenes, las camillas y los cines.

Nunca encontré tristeza en la carne. El cielo que iría a buscar lejos lo tengo sobre la cabeza. Se me queman los labios por decirlo.

Mi figura es un mar que asoma desde el pequeño muro encalado de una iglesia de pueblo y sólo lo ve la otra muchacha a quien el viento le levanta el vestido, y yo lucho con el consuelo que dan unas palabras griegas. He ahí la pequeñísima esterilla en la que puede bordarse el ideograma de mi vida. Por lo demás, no es la claridad sino el peligro de la claridad que conforme avanzamos hacia el norte y conforme nos acercamos a nuestra época aumenta sin cesar, ese secreto que en nuestra tradición contuvo la mano del poeta para que nunca insultara. Una vez consumada la ruptura con todo mito divino el poeta ha sido llamado a actuar el papel principal.

Tengo miedo. Camino por una costa y nadie siente a nadie. Vuelvo a mi manuscrito y mientras llega el rocío que nada ocurra, que nada se mueva, por si acaso de pronto sale el sol y me deslumbra. No quería llegar sin temblar hasta ahí donde la carne acumula la sangre y hunde en el corazón un apresurado reloj. Cuando el amor y el rencor están ausentes todo se vuelve claro. Sigo caminando aunque no haya lugar a donde llegar.

Qué les ocurrió a los hombres que les dio por combinar las palabras de tal modo que no dijeran lo que decimos cotidianamente. En las canciones con que me criaron jamás me vino algo semejante a la cabeza. Pero ahí, en la edición facsimilar alemana que tenía en las manos, había otra cosa que no entendía porque, claro, no entendía el griego clásico, y eso seguramente explicaría el modo especial de la escritura. Intento expresar con palabras actuales la sensación que tenía en aquella época y que volví a encontrar en una sola cosa; en los conjuros que con sobrecogimiento y admiración sin reserva le veía hacer al mismo hombre al que quise besar en los labios.

Al mundo se entra admirándolo, me decía a mí misma. Imaginé mi obra destruida y encontrada por fragmentos. Veinticinco años de mis dones me dejan perdida de mi muerte. Pero mirando al hombre de los conjuros en los labios había aprendido esa misma mañana, que si uno tiene la belleza delante y no la ve comienza a empobrecer, entonces el tiempo sin acaecimientos me empezó a resultar más franco; así sin arabescos, me parecía el misterioso refugio que andaba buscándole a mi miedo.

Porque la palabra vacío me asustaba todavía, no era capaz de darle fe a esa sugestión de vastedad que tenía el vacío, donde antes había arrojado la voluntad.

“La vieja verdad --decía Goethe—aférrate a ella”; y yo la buscaba en los sueños, porque en el día no la hallaba. Sabía que habían existido y existirían siempre hombres excelentes a quienes dirigirles una buena palabra, decirla y dejarla escrita sobre el papel. Esa era la comunión con los santos que entonces profesaba.

Era importante la escritura; con los labios no es suficiente la palabra, siempre hay alguien que oye algo completamente distinto a lo que dices, aunque tal vez eso también sirva. Ambas cosas las pensaba antes. Después supe que las grandes verdades que uno busca se escriben en el cielo, con letras de oro, que es como se escribe en el cielo. Ese misterio lo había aprendido y era mi tesoro.

Elige un norte para tu afán, me había dicho una vez el hombre en manto blanco. A los muertos les decía amigos ocultos a sus amigos por las nuevas colinas, y los llamaba por su nombre y los levantaba de abajo de aquellos sellos ya borrados donde yacían tendidos. Todo eso se me confundía con Goethe y con Fichte y con Schleiermacher. Pero buscaba seres que se parecieran a mí en ese sentido. La profesión más deseada, mi única ambición era anticiparme, era encontrar el ideal de la comunidad con las personas animadas de los mismos sentimientos. Buscaba espíritus en los que la oscuridad era vencida por la luz y la claridad serena se había impuesto sobre la confusión. La divinidad que ansiaba alcanzar es la que actúa en lo vivo no en lo muerto, en lo que transforma y deviene, no en lo que ya ha sido y ahora es una piedra.

Porque al mundo lo encontraba viejo, y marcada por mi tiempo como estaba, la tradición y lo antiguo no los consideraba clásico por viejo sino por su vigor. La fe tenía que ser una revelación eterna.

Ahora, febrero sepulta mi paisaje, pero todo respira nuevamente, el mantel volverá a ser blanco. La constancia es más fuerte que el destino. Me dio seguridad aquel tablero, y un signo resumió lo que seguía: la tierra se pudrió pero no se murió, dijo con voz nerviosa el adivino.

En una sala de hospital empezó la historia. Puede ser cáncer, y yo dije, es cáncer, porque las palabras eternas, duras, únicas, cuando se pronuncian ya van siendo, también lo había aprendido con Goethe, quien al contemplar unas caracolas en una playa de Sicilia exclamó: “so wahr, so seiend”, “tan verdadero, tan siendo”. Así son las palabras como cáncer, si la dices ya es. El médico mexicano, en ese pueblo del volcán a donde había ido a vivir con el poeta, para escribir libros por encargo, me dió la noticia. Me viró boca abajo en una camilla, “baje las manos y levante los gluteos”, y al poeta, le dijo, “usted me tendrá que ayudar”, y mirando aquellas nalgas, que en alguno de sus poemas, ya clásicos, él había calificado, como cola de pez, y unas manos que eran alas y unas piernas y un cuello como cisne lento en el estanque y la cintura de mujer pero más fina y pronunciada y unos dientes de conchas y los labios abriéndose en un rictus amargo, como el que prueba sal, los ojos, grandes de pez y pájaro, se abrían como el mundo en su día inicial, pero ya aquellos versos no podían seguir resonando, porque aquello que pasó en la camilla, no era una lluvia lenta, cayendo dulcemente desde el cielo del alma, como una melodía, aquello era el acto de dolor más grande que habríamos de experimentar los dos juntos, un corte con tijera del tumor, y “abra el frasco”, que el poeta aguantaba temblando entre sus manos. “Lleven al laboratorio esa muestra para una biopsia”. El pomo con el pedazo mío estuvo algunos meses por ahí guardado y un día lo boté, de todos modos la palabra ya estaba pronunciada.

Las palabras son mis amuletos, creía en el pensamiento, en la cabeza, en los ritos que las religiones le hacían a la cabeza. El bautizo, agua en la cabeza sobre la pira, y ya está la criatura bendecida. Y los yorubas, sangre caliente de animal en la cabeza, sin pira, sobre el santo, que es una piedra, no es cualquier piedra, sino la que se convirtió ya en santo, y el animal sin cabeza ahí presente, sufriendo, pataleando sin cabeza un buen rato, eso se llama rogarse la cabeza.

Yo entonces explicaba el asunto africano como mímesis, y decía que la única y verdadera rogación de la cabeza era la que le hacía la madre al hijo al nacer, porque cuando iba a salir le dejaba caer unas goticas de sangre de su sexo, ahí, en la cabecita, y por eso los niños nacen con la cabecita embarrada, es decir, rogada; lo demás es una repetición muy cruel, porque hay que ver el dolor que siente un animal sin cabeza, para aquellos que creen que el dolor es solamente racional.

Entonces me volqué a buscar sanaciones, diversas, todas, de donde vinieran, pero si eran con palabras mejor, si eran con la cabeza mejor, y en ese pueblo del volcán junto al poeta, empecé a recordar las palabras más viejas de mi vida: rosario, lechón, fermin, cabañas, pide perdón, se dice gracias, gaseosa, dios, plátano macho, vaca, historia, novio, nube, piedad, buñuelo, prohibido, tristeza, hija mía, negro y blanco, francisco, abedul, ceniza, libélula, camino real, purita izquierdo, la primera maestra, escoba, espada, menta, leyenda, cuchillo, lengua, carne, golondrina, desierto, desnudez, abanico, columpio, piano, tamargo, leche, leche, leche, y algunas se quedaban goteando; busqué palabras en la tierra, en la mesa, en la escuela, en la cama, en la noche, en el mar, en el potrero, en el amor, en la poesía, y estas últimas eran las más viejas. Sabía que podía sanarme con palabras, y por eso no estaba triste con el pomito que guardaba la sentencia. Era valiente, porque todavía era feliz.

(Revista Social. Noviembre 1919) Rosa Krüger y del Busto


Tuesday, March 3, 2020

Adela Azcuy: la mujer de muchas estrellas (por María del Carmen Muzio)



por María del Carmen Muzio
(para el blog Gaspar, El Lugareño)



A la capitana mambí Adela Azcuy, al licenciarse el Ejército Libertador en diciembre de 1898, se le negó el pago porque «no ha podido por razón de su sexo prestar servicios en el ejército». Entonces ella, vestida como un mambí en plena guerra, visita al Generalísimo en su residencia de la Quinta de los Molinos. Gómez al verla pregunta:

–¿Quién es esa mujer con tantas estrellas?

El general Antonio Varona le explica quién es y le habla de sus hazañas; entonces el General Gómez legaliza su grado.


Esta anécdota con visos de novela aparece narrada por el historiador artemiseño Armando Guerra Castañeda en su discurso de ingreso «Adela Azcuy, la capitana» a la Academia de la Historia el 7 de febrero de 1950.

Gracias a esta Academia y a sus innumerables trabajos durante las primeras décadas del siglo XX debemos que no se haya perdido buena parte de la memoria histórica de aquellos patriotas.

También es preciso agradecer al entusiasta equipo de la Biblioteca del Centro Cultural Padre Félix Varela al permitirme consultar su amplia colección de folletos de la Academia de la Historia, mayoritariamente donada por el olvidado profesor de los Institutos de Segunda Enseñanza de la Habana y el Vedado además de la Universidad de Villanueva, José Manuel Pérez Cabrera (1901-1969) cuyo exlibris consta en muchos de estos.

El historiador de la capitana Adela Azcuy transcribe su fe de bautismo hallada en la «Iglesia Parroquial de la Purísima Concepción de San Cayetano y Viñales» donde consta en el Libro 2 de Blancos, folio 176, número 580 el bautizo de una niña nacida el 13 de mayo de 1861 a quien se le puso por nombre «Gabriela de la Caridad». Se infiere, que ella fue quien se puso el nombre por el que hoy es conocida y recordada.

Documentada conferencia, incluso salpicada de fábulas narradas por familiares, en cartas al académico por familiares de la biografiada, se describe como «de elevada estatura, delgada, pero envuelta en carnes, erecta como una palmera, de ojos grandes, pardos y expresivos, nariz más bien larga, boca regular, labios delgados, tez blanca y cabellera dorada, abundante, y tan larga, que le llegaba al suelo».

Indómita desde su juventud, gustaba de recorrer los campos a caballo, vestida de amazona y con su escopeta de caza. Sus padres, preocupados, la envían a estudiar en un colegio a La Habana con vista a convertirla en una futura dama de su época. Allí adquiere una buena educación y el gusto por la lectura; leyó a Cervantes y sentía predilección por la mitología; gustaba de admirar el grabado de Alberto Durero «El ángel de la melancolía». También se aficionó a escribir algunos poemas; entre ellos se cuenta el soneto «Maceo en el viejo campamento»: «Y hoy en la niebla que en las tumbras [sic] brota, /sobre el mismo lugar de la pelea/ ¡aún me parece que se agita y flota!».

A pesar de sus muchos pretendientes se casa, muy enamorada, con el joven camagüeyano y licenciado en Farmacia, Jorge Monzón Cosculluela; identificados los dos con las ideas libertarias. Sin embargo, debido a la viruela, queda viuda en 1886.

Más tarde, en 1891 contrae matrimonio en la Catedral de La Habana con un empleado de la farmacia de su esposo, el español Cástor del Moral. Al llegar la Revolución a Vuelta Abajo se separan y cada uno escoge un camino distinto. Moral pasa a servir a España; y ella, a su patria.

Sus conocimientos farmacéuticos y su destreza con la escopeta le sirvieron de mucho para sus incontables hazañas durante la guerra. Combatió a las órdenes del entonces brigadier Antonio Varona; y curó enfermos muy graves en la sangrienta batalla de Ceja del Negro.

En marzo del ’96 es subteniente de Sanidad Militar y el 12 de junio del mismo año el general Pedro Díaz le confiere el grado de «capitán del Ejército Libertador». Durante el asalto a «La Madama» donde muere el general Vidal Ducasse, ella pierde su maletín y su caballo, por lo que durante dos días quedó aislada y sin alimentos hasta que pudo encontrase nuevamente con las tropas cubanas.

Imposible transcribir las historias en su totalidad; pero en breve síntesis cuento cómo el coronel Banegas, molesto por su incorporación y su resolución de combatir, la envió a defender una cuchilla adonde se dirigían los españoles; y confiesa que lo hizo ¡con la intención de que la mataran!; pero resistió con tanta valentía que, admirado, se lanzó a ayudarla.

En 1897 la familia del capitán Portales es sorprendida por los guerrilleros, asesinados casi todos menos la madre enferma con una niña de brazos, cuando llegan las tropas cubanas, entre ellas Adela; y la madre le pide se ocupe del bebé cuando muera. Así lo hizo; ella siguió con la niña de campamento en campamento que, hasta los soldados, en los momentos en que Adela cumplía sus labores de enfermera, se turnaban para acunarla sobre sus pechos e infundirle calor.

Ya en la paz vivió con Rafaela, su huérfana de guerra. Un día se apareció en su casa Cástor del Moral, anciano y enfermo, quien le informa hará testamento a su favor. Con buenas formas, le rechazó, no quería ni un solo centavo que oliera a España.


En 1902 se trasladó a San Cristóbal; en 1911 fue Secretaria de la Junta de Educación de Viñales; y en 1913, enferma, fallece en La Habana.

Y finalizo con una nota curiosa: aún terminada la guerra, se le veía sola en su caballo, ir al cementerio a visitar la tumba de su esposo Jorge porque –según decía– iba a conversar con el amado.




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María del Carmen Muzio Zarranz (La Habana, 1947). Tiene publicadas las novelas El camafeo negro (1989), Sonata para un espía (1990), La Cuarta Versión (2000) y Dios no te va a entender (2015), así como los ensayos Andrés Quimbisa (2001), María Luisa Milanés: el suicidio de una época (2005) y el libro de cuentos para niños Los perros van al cielo (2004). Ha merecido varios galardones y reconocimientos entre los que destacan su mención en el Concurso Internacional Relato Policial, Semana Negra, Gijón, España (2002) y la del centro “Juan Marinello” por su ensayo sociocultural sobre la figura de Andrés Petit. 

Analogías (un poema de Bonifacio Byrne - Marzo 3, 1861—Julio 5,1936)


Existe un misterioso sacramento
entre la mano, el bálsamo y la herida,
entre el lúgubre adiós de la partida
y las secretas ráfagas del viento.

Hay un lazo entre el sol y el firmamento;
e igual excelsitud, indefinida,
entre el ave, en el aire suspendida,
y el acto de nacer el pensamiento.

Hay un nexo entre el ósculo y el trino,
entre la copa, el labio y la fragancia
que se desprende de un licor divino.

Y hay una milagrosa consonancia
entre el árbol y el surco del camino
y el mensaje de amor y la distancia.

Monday, March 2, 2020

Como nació la rosa (por Alberto Cortez)



Me lo parece a mí
al verla tan airosa.
Tuvo que ser así
como nació la rosa.

Un convenio entre amantes.
Un asunto secreto.
Dos almas semejantes
aceptaron el reto
de inventar la belleza
con el viejo libreto
de las grandes proezas:
el amor al completo.

Comenzaron un día
compartiéndose el polen,
y de aquella alegría
nacieron los colores
y todos los aromas;
los bálsamos mejores:
un aire de palomas
y el de todas las flores.

Enamoradamente,
a golpe de ternura,
enamoradamente
tallaron la estructura
y enamoradamente
ardiente y jubilosa,
enamoradamente,
así nació la rosa.
La vida va pasando
repartiendo etiquetas,
y aunque pase rodando
de pirueta en pirueta.
A modo de equipaje
retoñada y hermosa,
en la mitad del viaje
sigue viva la rosa.

Me lo parece a mí
al verla tan airosa.
Tuvo que ser así
como nació la rosa.

Saturday, February 29, 2020

(Miami. Febrero 29, 2020) Caravana contra la dictadura cubana


Frases motivacionales (por Orlanda Torres)

Nota del blog: Sección semanal en el blog Gaspar, El Lugareño, gracias a la cortesía de la psicóloga Orlanda Torres, quien ha aceptado la invitación a compartir con los lectores sus consejos y reflexiones sobre los conflictos cotidianos.



  • Realiza todos los días algo especial que te permita darle rienda suelta a tu poder creativo y no te dejes abrumar por las circunstancias adversas de la vida.

  • Debemos aprender a trabajar nuestro interior, para poder enfrentar los desafíos y los retos que nos permitirán crecer.

  • Cerremos heridas abiertas, lacerantes e imborrables, esto permitirá que nuestro centro espiritual se fortalezca para nuestra evolución.

  • Trata de recomponer diariamente tu trayecto de vida para que puedas recorrerlo apacible, pero lleno de energía y sabiduría, eso será suficiente para que te empoderes de tu verdadero camino.

  • No olvides darles significado a las cosas simples de la cotidianidad, porque ese detalle te ayudará a transitar en armonía.

  • Siempre vive consolidando la paz en tu interior y con los demás. Cree en el poder supremo, porque él nos ayuda y nos sostiene siempre.

  • Recuerda que ningún ser humano puede transitar sereno si carece de espiritualidad, trata siempre de escoger un camino esperanzador, aquel que te conduzca a encontrar ese reposo que todos anhelamos para vivir felices.





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Orlanda Torres: Psicóloga, Escritora, Educadora, Orientadora Motivacional.

Autora del libro "Volando en Solitario" año 2015, Guayaquil - Ecuador. (Disponible en Amazon Kindle)
-Estudió en Miami Dade College: Certificate of Florida “Child Development Associate Equivalency”. Maestra de Educación Preescolar e Infantil en la ciudad de Miami.
-Licenciada en Psicología graduada en el 02/2017 - Atlantic International University.
-Orientadora Motivacional y Conferencias pueden contactar a Orlanda Torres a través de la página que administra www.fb.com/vivencialhoy
Publicaciones en Revista Sapo - Santiago de Chile – 2016
-La Estancia en el Paraíso de los Sueños
-Relación de Pareja y su gran Desafío
-Es la Felicidad una Elección

Conferencia en Radio - Miami, Florida
-Positivo Extremo Radio: Entrevista 123 Teconte “Regreso a Clases y La Adolescencia”
-¿Como aprender a ser feliz?- Edificio Trade Building-.Innobis Coworking, Guayaquil - Ecuador
-La Inteligencia Emocional en la Relacion de Pareja- WENS Consulting Group, Guayaquil - Ecuador
Publicaciones en Revista Sapo - Santiago de Chile – 2018
- Ser Mujer
Florida National University
- Podcast - Un dia con Bereshit la silla VIP - Conferencia Sobre mi libro " Volando en Solitario"
-Panelista en los Foros literarios Books and Books
-Participacion en el Primer Encuentro de Escritores "Mision Gratitud" - Barnes & Noble
Administra:
Facebook.com: Orlanda Torres
Instagram: orlanda.torres.3

Friday, February 28, 2020

Entrega (un poema de Thelma Delgado)


Si a tu ventana se asoma un colibrí
Y cariñosamente te besara
Sonríe y piensa en todo lo que pasara
Si algún día te atreves y me das el sí

Pintaría mi sonrisa de carmesí
Y feliz de tu brazo caminara
De mañana tarde o de madrugada
Mi alma entera te daría, con frenesí

Cada noche miro al cielo y rezo
Por ti, por mi y por nuestro futuro
Y una vida juntos, tan solo eso

Si tú me das el si, te lo aseguro
No hará falta ni hablar, con solo un beso
Te entregaré mi vida, mi amor puro




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Ver
Página de Thelma Delgado en el website del Cultural Council of Palm Beach County

Thursday, February 27, 2020

Calles y callejones de Camagüey: Calle de la Caridad, Avenida de la Libertad (por Marcos A. Tamames-Henderson)

Nota del blog: Cada jueves se publica en el blog, gracias a la cortesía de Marcos Antonio Tamames-Henderson, una selección de su libro Calles y callejones de Camagüey. Entre la leyenda y la historia.


 

La calle de La Caridad, como se nombra en los planos del siglo XIX, nace tras cruzar el río Hatibonico y en su trayectoria separa la Carretera Central en Este y Oeste; da inicio al callejón de Chumbo (I) y al de La Candelaria (D); corta los callejones de Alonso Frutos, de Sifontes, de Arrieta, de Pancha Agramonte, del Coronel Gutiérrez, del Coronel Bringas y Sociedad Patriótica, prolongándose a María del Rosario y culminar en la inserción de Padre Felipe en la Carretera Central Este. 

La calle de la Caridad es uno de los primeros signos de Modernidad del Camagüey legendario, aunque en verdad su connotación sociocultural desborda la novedad de una morfología de manzanas ortogonales y un paisaje arquitectónico en el que predominan los portales. Comenzó a formarse cuando el matrimonio de don Carlos Bringas y de la Torre y doña Juana de Varona y Barrera ofreció un santuario a la virgen mambisa si les concedía un heredero. El edificio religioso abrió sus puertas el 8 de septiembre de 1734, fecha desde la cual se definió un eje estructurador del naciente “pueblecito” de La Caridad.

En su definición, un momento significativo lo ocupa el proyecto de la Sociedad Patriótica de Puerto Príncipe de habilitar en el eje un Paseo o Alameda en 1843, lo que conlleva a que se reconozca como alameda de la Caridad. El acto de rebautizo se vincula con la entrada de las tropas insurrectas a Puerto Príncipe por este eje el 30 de noviembre de 1898, acuerdo que se aprueba el 23 de enero de 1899 junto a calles principales como de la Mayor, de la Candelaria, del Príncipe, de la Merced y las plazas de Armas y de Paula. 

A partir de 1899 la antigua alameda de la Caridad rememorará en su nombre un acontecimiento histórico cultural que Abelardo Chapellí Marín describe con entusiasmo en su artículo “La gloriosa vuelta de los libertadores”. Asomarse a algunos de sus fragmentos ayuda a comprender el sentido ético que acompaña a sus protagonistas no solo con la causa por la que han estado dispuestos a ofrendar su vida, sino también por la lealtad que reina entre ellos:
A las seis de la mañana dio comienzo la formación en la antigua carretera de Cuba. Una escuadra de infantería venía a la vanguardia, siguiéndoles los batallones de infantería de Gómez, de Jacinto, de Oscar Primelles con sus respectivos jefes y oficiales, luego el Cuartel General del Tercer Cuerpo con su General Lope Recio Loynaz, con su Estado Mayor y Ayundantes etc., después los regimientos de caballería de Agramonte, de Eduardo, de Camagüey, de Caonao, todos igualmente con sus jefes con sus coroneles, Braulio Peña, Aurelio Batista, Benjamín Sánchez Agramonte, Rafael Labrada, Joaquín Barreto, Balolo Fernández, Fernando Fernández, Gonzalo Moreno, y los generales Carlos Agüero, Fernando Espinosa, Maximiliano Ramos etc. // Aun recordamos con cuanta alegría oímos las campanas de la iglesia de La Caridad, que repicaban intensamente, a medida que se aproximaban las fuerzas cubanas. Nuestra banda de música Libertad mandada por el inolvidable Capitán Víctor Pacheco entonaba el magnífico paso doble El Triunfo, original de dicho capitán. // Todo el elemento civil de la Revolución con sus capitanes, prefectos, gobernadores, subprefectos y jefes de postas y de predios, en fin, todos cuanto de una manera u otra habían contribuido al triunfo de la Independencia de la Patria, venía en aquella formidable parada militar, que hacía su entrada en Camagüey al grito de Viva Cuba Libre.
Obsérvese que todos los oficiales referidos, dado el compromiso para con su tiempo y su generación, harán que unos y otros pasen a formar parte de la toponimia urbana durante la primera mitad del entrante siglo. En los nombres de las calles y plazas dejaron los signos de la historia de las guerras de independencia de Cuba; para su lectura e interpretación se contaba con los centros de enseñanza y las sociedades de instrucción y recreo. 

Sin embargo, no por ello la calle dejó de estar amenazada con un nuevo cambio toponímico. En 1941 corrió el rumor para colocarle a la Avenida de la Libertad el nombre General Menocal, para perpetuar al recién fallecido Mario García Menocal Deop (Jagüey Grande, 1866-La Habana, 7 de septiembre de 1941); pero la Asociación de Veteranos de la Independencia gozaba de fuerza aún para defender su legado y el 22 de septiembre de 1941 envió carta al Ayuntamiento en la que hacía constar: “se nos hace difícil a los Directivos de esta Delegación y la mayoría de los veteranos, creer que se piense en semejante desatino, pues aparte de todas las glorias conquistadas por nuestros héroes, es lo cierto que la Avenida de la Libertad se santificó con la entrada triunfante de nuestro Ejército Libertador […] esperamos que si llegara a ese Consistorio de dignos Concejales la aludida proposición sea rechazada en respeto a lo que otra Cámara aprobó en señal de agradecimiento a nuestros libertadores”. 

La memoria colectiva, desde el plano cultural, haría lo suyo. La Avenida de la Caridad, como se le reconoce familiarmente, forma parte del CH. 


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Marcos Antonio Tamames-Henderson (Jamaica, Guantánamo, 1961). Lic. Historia del Arte (1997), MSc. en Historia del Arte y en Conservación y Rehabilitación de Centros Históricos (2007). Miembro de la Uneac, Unaic, Unhic. La Editorial Ácana ha publicado sus libros De la Plaza de Armas al Parque Agramonte. Iconografía, símbolos y significados (2001, 2da ed. 2003); Tras las huellas del patrimonio (2004); La ciudad como texto cultural. Camagüey 1514-1837 (2005); Una ciudad en el laberinto de la ilustración (2009) y La cofradía de los signos urbanos (2012). Premio Especial Roberto Balmaceda (Uneac, 2002), Juan Marinello (2006), Juan Torres Lasqueti (2005, 2010, 2011 y 2012), Ensayo Histórico Enfoque (2007), Crítica Histórica José Luciano Franco (2005), Publicaciones, teoría y crítica en el V Salón de Arquitectura (2005) y Jorge Enrique Mendoza (2004), entre otros.

Wednesday, February 26, 2020

Tula, mi maestra de prescolar (por Joaquín Estrada-Montalván)


Con nostalgia bonita recuerdo pre-escolar, en la Escuela 8 Carlos Manuel de Céspedes, casi al lado del Edificio Lugareño, en la misma cuadra de los Bomberos. No olvido mis zapatos con algodón en la punta (para que duraran todo el curso). El sabor de la goma de pegar. Rasgar, cortar, pegar, dibujar. Escribir algunas cosas, como mi nombre completo y "Felicidades Mamá", ya sabía la hora (pero la reaprendí). Contar hasta el 10 (creo). Algunos animales, plantas, temas de educación, caballerosidad, de la Bandera, el Himno, la Palma Real, el Tocororo, la Flor de la Mariposa, de Martí un hombre bueno...


Janisset, María Lourdes, Inésita,  Raisa, Miriam, el chino Joaquín (mi tocayo), ...

Disfrutaba despertar y prepararme para ir para la escuela.

Recuerdo así mi primera experiencia aular, gracias a María Gertrudis Padrón Castellanos, Tula, la maestra.

De Tula recuerdo su autoridad, sin necesidad de exigirla. Su invariable sonrisa. Su elegancia exacta (en el vestir y en el hablar), ahora diría (a los 5 años no tenía idea de este concepto), su exquisita feminidad.

Tula me enseñó como ya dije a escribir, contar, de la Patria, de varias cosas, pero quizás lo que más me transmitió con su personalidad, fue admirar y respetar a la Mujer.

Cuando leo las descripciones que hacen los poetas y escritores de la mujer camagüeyana, pienso así era Tula, mi maestra de preescolar.






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Una vez, una tarde, muchos años después, sin esperarlo, la encontré y estuvimos conversando un buen rato. 

Falleció en Camagüey en el año 2008.


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Foto de la Graduación de Pre Escolar. Cortesía de Janisset Rebeca Rivero (sobrina-nieta de Tula)

Del bar de mi abuelo en la antigua Plaza de la Caridad. Una estampa de diciembre de 1959 (por Carlos A. Peón-Casas)


Se llamaba San Antonio, y fue su última propiedad en Camaguey. Antes lo había sido del Hotel Europa, junto a Riestra, amigo y socio, durante la década de los cuarenta y principios de los cincuenta, y que entonces compartía edificio con el afamado Plaza, justo frente a la terminal de trenes de la ciudad agramontina. Hoy día, parte la cafeteria del segundo citado.

El San Antonio era un sitio verdaderamente cosmopolita, ubicado a la mano derecha de la entrada principal de la antigua Plaza, justo por la Carretera Central, donde hoy ubicamos el Mercado de la Caridad, y que hasta pocos años atrás, albergara una conocida industria procesadora de pescados.

El abuelo fungía allí no solo como propietario, sino como atento bar tender, ayudado por mi padre, y también cocinero de altísimos quilates, preparando platos tan enjundiosos, y dignos entonces de un restaurant gourmet con un menú bien especiado

Dígase por ejemplo: un arroz con jicotea, o las sabrosisimas ancas de rana empanadas, inencontrables en otro sitio, y plato mayor de la casa, y hasta un platillo bien especial y raro: un majá de Santa María en un fricasé esplendido, aderezado “con todos los hierros”, y que solo cocinó una vez, para satisfacer a unos comensales muy particulares, que le trajeron el raro especimen desde el aserradero Agramonte,, luego de ser trucidado dentro de un monumental palo del monte.

Pero la estampa que hoy recreo fue un hecho delictivo que aireo la prensa local, y que tuvo por scenario el bar de abuelo. El susodicho reporte lo encontré por esos azares de la vida, en un añoso periódico Adelante, con fecha 24 de Diciembre de 1959, justo en la página de sucesos de signo policial, tan popular en cualquier diario de la época.

El titular no podía ser más original: Usando Lazo Hurtó Botella de Licor de un Bar, y el desarrollo de la noticia, no podía lucir más rocambolesco, y hasta con un aire de festinada tragicomedia epocal.

Así decía la nota:
Al menor René González Jiménez de 15 años de edad, vecino de Lugareño 3, fue detenido y acusado de robar una botella de licor en el bar San Antonio, en el Mercado de Abasto de La Caridad y propiedad de Nicolás Peón.
González había colocado un lazo en un palo de escoba y de ese modo sustrajo la botella, que fue ocupada en una cafeteria donde la dejó a guardar.(1)

El tan elaborado robo, del que el abuelo no hizo jamás ninguna mención, ni queda recuerdo alguno en la familia, tuvo que haber acaecido cuando el bar estaba cerrado, si se entiende que quedaba protegido en tal minuto por un enrejado exterior, a través del cual aquel muchachón, intentó alegrar con muy malas mañas, su fiesta navideña, con aquella botella, a saber si de Bacardí, o Ron Castillo, o hasta del muy gustado brandy Tres Medallas, cualquiera de aquellos espíritus que el abuelo expendía a los no pocos parroquianos de su establecimiento a un precio por entonces irrisorio.



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  1. Adelante. Camagüey, jueves 24 de diciembre de 1959- Año de la Liberación. p.8, columna 4, final

Wish You Were Here (by David Gilmour)


Tuesday, February 25, 2020

P. Alberto Reyes: "... somos un país con una dictadura que dura 61 años... Es un pueblo cansado, es un pueblo sin esperanza"


El sacerdote cubano señaló que en Cuba “a nivel general, somos un país con una dictadura que dura 61 años, por tanto la gente está cansada y los cristianos somos parte del pueblo. Es un pueblo cansado, es un pueblo sin esperanza, es un pueblo con mucha indefensión”.

“Las dos palabras con las que vive el cubano son sobrevivir o irse”, dijo, y señaló que el cansancio y desesperanza de la población cubana son heredados a las comunidades de fieles. “Hay mucha gente para la cual la Iglesia es lo único que les da una esperanza, les da un sentido. Hay mucha gente haciendo un proceso muy bonito interno en la Iglesia de sentido”, afirmó.

En Cuba, insistió, “nada hace prever que va a haber un cambio inmediato. Es un país estancado. Y la sensación es de estancamiento”.

Ciertamente, destacó, “Dios nos puede sorprender. Pero en este momento en Cuba, a un nivel humano, no hay un horizonte”.

Para el P. Reyes Pías, el pueblo cubano sí ve en la Iglesia una institución con la que puede contar. “Por ejemplo, a las iglesias va mucha gente a este tipo de cosas, ‘yo necesito hablar con un sacerdote’, ‘yo necesito platicar un problema’, ‘yo necesito que me escuchen’. Entonces esta sensación de que ‘con la Iglesia puedo contar’. Eso es algo que el pueblo cubano lo siente muy cerca”. (Leer texto completo en ACI Prensa)
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Gaspar, El Lugareño Headline Animator

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