Thursday, September 26, 2019

La Esquina de Rancho Chico (por Eduardo F. Peláez)

Del Camagüey de los 50s, texto incluido en el libro Nostalgias de Tinajón (Miami, 2017) de Eduardo F. Peláez. 

 


La Esquina de Rancho Chico 
 

Nos reuníamos todas las noches en la esquina del restaurante Rancho Chico. No hace falta describir este centro cultural que se disfrazaba de alegre fonda para complacer a algunos entusiastas de la buena palomilla, el arroz congrí y los tostones.

Rancho Chico estaba situado en el corazón de Camagüey, en la esquina de la calle Martí y de la calle República, a un costado del colegio Salesiano, y permanecía abierto las veinticuatro horas del día para recoger a todo tipo de transeúnte, desde “el buen salvaje madrugador” hasta “el buen revolucionario noctámbulo”.

La esquina de este restaurante fue testigo de innumerables debates amenizados con regularidad por Domingo Pichardo, Cuchara, y por Justico Legido, el trinquete de la plaza de San Francisco, quienes fungían como orientadores de los desvelados parroquianos. Temas de Cine Club donde se analizaba la última película de Antonioni, el campeonato intramural de softball, los amores contrariados y el acontecer político, eran discutidos noche tras noche impregnados de nuestro apasionamiento y de fuertes lazos de amistad.

A Rancho Chico se iba a conversar principalmente, pero era difícil resistirse a una palomilla con congrí, tostones y café por 85 centavos y 15 centavos de propina. Recuerdo que El Negro, uno de los asiduos a ese lugar, llegó una noche algo pasado de tragos y al flaco descremado que despachaba le dijo con voz enredada: “Repite, 'palomilla pa’ to’ el mundo'”.

A veces nos daban las dos y las tres de la mañana discutiendo de pelota cuando llegaban los amigos hacendados a tomarse un café con leche porque se iban a un tranque de ganado. Los que no teníamos finca no podíamos evitar los ojos de admiración hacia los John Waynes camagüeyanos. Chimenea, un personaje pendenciero, garrotero de marca mayor y borracho consuetudinario aparecía en cualquier momento con el grito de “¿Quién le dijo yegua a mama?" y... a correr se ha dicho. Cuando Batista, los policías nos veían parados en esa esquina como parte del paisaje urbano y pasaban de largo porque interpretaban la reunión como señal inequívoca de normalidad.

Llegó la revolución y el tema de la política se convirtió en el único tópico de importancia. Noche tras noche nos reuníamos a discutir adónde iba la nación con la carrera desbocada de las leyes revolucionarias y el ataque a la libertad de expresión. Poco a poco apareció la frase: "Me llegó la waiver", y el grupo se fue reduciendo hasta que la implantación oficial del comunismo se encargó de dispersar a los amigos para siempre de aquella esquina.

Los colmillos del tiempo deben de haber dejado su horrible huella en aquel restaurante y dudo de que siga abierto las veinticuatro horas y mucho menos de que sirvan aquellas comidas deliciosas, pero si algún camagüeyano de nuestra generación, en una noche propicia, quizás cuando sople con fuerza el viento sur, fijase su atención a los matices del silencio, es posible que escuche los pasos de aquellos amigos acercándose a la esquina y alguna que otra risa confundida con el viento.

Desde esta ciudad de Miami, donde las luces de neón nos anuncian la ciudad mágica y el gran espectáculo de la soledad, donde los amigos ya no se reúnen en las esquinas porque el ritmo de la vida americana se lo impide, los pocos que quedamos de esas tertulias, ya todos abuelos, recordamos esa esquina como la gran plaza de nuestros corazones. 

Andrea Motis




Tuesday, September 24, 2019

Prácticas espirituales para matrimonios indestructibles (por Cecilia Alegría, La Dra. Amor)

Nota del blog: Espacio semanal de Cecilia Alegría, La Dra. Amor, dedicado al amor de pareja.




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Cecilia Alegría, La Dra. Amor (www.ladoctoraamor.com): Consejera de Parejas, Love and Life Coach, Conferencista Internacional, Periodista y Conductora de Radio y TV. Destaca en los Medios Latinos en Miami dando consejos sobre cómo triunfar en el terreno amoroso y ayudando a miles de parejas a resolver sus problemas. Forma parte del grupo fundador de profesores del programa Universidad de la Familia.
Ha publicado diez libros entre los que se encuentran: Comunicación Afectiva=Comunicación Afectiva (Espasa Calpe, España, 2000). 120 preguntas y respuestas para ser mejores personas (Editorial Norma, Colombia, 2004), No hay amor más grande (Editorial Aragón, USA, 2012), Amando un Día a la Vez (Ediciones Varona, U.S.A. 2015), Al rescate de tu comunicación de pareja (Ediciones Varona, USA 2017), Sexo Sagrado y Lazos del Alma (Indie Publishingnbsp, 2018), Alessia (Book Master Corp. 2019)

September in the rain (by Annie Lennox)


Monday, September 23, 2019

"Adiós Camagüey de Ayer" (por Carlos A. Peón-Casas)


Adiós Camagüey de Ayer(1)
Memorias citadinas en la voz de Medardo Lafuente (1883-1939), poeta singular.



por Carlos A. Peón-Casas



Medardo Lafuente Rubio no nació en esta porción citadina de entre ríos. Pero a pesar de su origen santanderino, en aquella España decimonónica, amó a esta su heredad camagueyanensis, con todas las fuerzas de su ser.


Aquí hechó raíces muy profundas, y dio lo mejor de sí, como ser humano de virtudes magníficas, y como hombre de luces. Fue esposo y padre amantísimo, educador dedicado, periodista y fundador de periódicos, hombre de civismo a toda prueba que enalteció a su tiempo con más de un acto de dignísimo coraje, y le fue dado, igualmente, como un regalo singular, el don de la poesía que cultivó con pasión y deleite singulares.

El título que nos precede corresponde a uno de los varios textos poéticos(2)  que Medardo Lafuente hubiera de regalar a su tierra de promisión. Se trata a no dudarlo de un bello recordatorio poético de aquel Camagüey al que hubo de confiar su vida, aquella ciudad mediterránea de mágicas ensoñaciones, de reminiscentes apegos, aquel Camagüey al que el poeta arribara en sus años de juventud pletórica, cargado de sueños y esperanzas, y al que no cejó de amar, en los siempre latentes entresijos de su alma… Así principia a testimoniarlo el poeta pronunciando con aquel verso tan recordado:
Adiós, Camagüey de ayer,
Tierra de dulce leyenda,
Tierra en que puse la ofrenda
De la flor de mi querer;
Tierra de gentes amigas
De costumbres patriarcales
De edificios señoriales
Y de églogas y cantigas.
Sin dudas, el Camagüey que el poeta guarda con vivo afecto en su corazón parece desdibujarse, fuerzas mayores, como de una tromba de modernidad implacable y mal entendida, pugnan por borrarlo de un plumazo de la memoria afectiva de tantos seres que como el inspirado bardo, clama consternado en sus versos por su inevitable disolución:
Adiós los grandes aleros,
Adiós ventana severa
De balaustre de madera
Que inspirara a los troveros.
Ventanas de ayer, ventanas
Testigos de los amores
Que en otros tiempos mejores
Tuvieron las hoy ancianas
Ciudad que en el alma llevo
Puerto Príncipe de antaño
Que hoy retrocedes hogaño
Ante un Camagüey más nuevo.
Los versos que siguen, tienen el ardor y la fuerza que solo un ser sensible, dechado de las virtudes más resonantes, las de la pertenencia más acendrada a aquella parcela que se ama a perpetuidad, que el poeta no quiere soslayar, y por las que quiere luchar, aunque con pesar, las ve pasar como imágenes que se desvanecen de camino al inmisericorde olvido. Así resuenan estos versos:
Sepulta pronto en olvido
Los típicos tinajones,
Los guardapolvos llorosos
Y el callejón retorcido,
Modernízate en buena hora,
Caigan las cosas pasadas,
¡Sobre sus ruinas sagradas
Hay un poeta que llora!
Que mientras corre el progreso
El céfiro a cada palma
Arranca un pedazo de alma
Que es para el ayer un beso.
La ciudad, piensa el trovador, ya no es la misma. Se deshace a cada golpe de la picota del progreso, pero igual se disuelve con cada fragmento de su ser que se desgaja, como en una patina intangible, todo aquella memoria ancestral de siglos, todo la proverbialidad de aquel espacio habitado con fruición por generaciones de camagüeyanos dolidos por tanta dañosa perdida.

El poeta, con lúcida melancolía no puede menos que lamentarlo, más aún gemir desconsolado por tanto desarraigo en otra andanada de sus versos inspirados cuando exclama:
Camagüey, se van tus rejas,
Se van tus costumbres santas,
Ya se fueron tus volantas
Camagüey, ¡como te alejas!
Y al igual que los vetustos muros de la casa señoriales, que desploma la indiferencia de aquella modernidad a ultranza, muchas otras cosas ya no son igualmente las mismas, empezando por el carácter y la prestancia de los antiguos principeños, y que el poeta no puedo menos que echar de menos:
Ya los tuyos son más fríos
Y en tus modernas mansiones
No caben los tinajones
Y emigran a los bohíos.
Sus versos conclusivos apuntan igual a ese sentimiento inevitable que sugiere el desapego más cruel, no hay para el poeta ya ningún resguardo para la memoria que solo se puede evocar, con nostálgico tono, pero que de la que al final hay una bellísima resonancia de lo que dura y es acaso consolador signo, ante tanto desbrozo inmerecido, esbozada con galanura, y acaso como consuelo muy singular: la belleza infaltable de mujeres del Camagüey.
Ya de las cosas aquellas
Que cuentan viejos ufanos
Solo en los tiempos que andamos
Quedan tus mujeres bellas.


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  1. Adiós, Camagüey de ayer. En Jornadas Líricas. Poesías. Medardo Lafuente. San Rafael, California, 2016. Preparada por Alma Flor Ada Lafuente) (Tomada de la primera edición que se publicó en Camagüey en 1940, impresa en la Imprenta Ramentol)
  2. Veanse igualmente sus poemas Camagüey y Al Camagüey



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"Adiós, Camagüey de ayer"


Adiós, Camagüey de ayer,
tierra de dulce leyenda,
tierra en que puse la ofrenda
de la flor de mi querer.
Tierra de gentes amigas,
de costumbres patriarcales,
de edificios señoriales
y de églogas y cantigas.

Adiós los grandes aleros,
adiós ventana severa
de balaustres de madera
que inspirara a los troveros.
Ventanas de ayer, ventanas
testigos de los amores
que en otros tiempos mejores
tuvieron las hoy ancianas.

Ciudad que en el alma llevo,
Puerto Príncipe de antaño,
que retrocede hogaño
ante un Camagüey mas nuevo.
Sepulta pronto en olvido
los típicos tinajones,
los guardapolvos llorones
y el callejón retorcido.

Modernízate en buena hora,
caigan las cosas pasadas.
¡Sobre tus ruinas sagradas
hay un poeta que llora!
Que mientras corre el progreso,
el céfiro a cada palma
arranca un pedazo de alma
que es para el ayer un beso.

Camagüey, se van tus rejas,
se van tus costumbres santas,
ya se fueron tus volantas,
Camagüey, ¡cómo te alejas!
Ya los tuyos son más fríos.
y en tus modernas mansiones
no caben los tinajones
y emigran a los bohíos.

Y de las cosas aquellas
que cuentan viejos ufanos,
solo en los tiempos que andamos
¡quedan tus mujeres bellas!


Medardo Lafuente

Saturday, September 21, 2019

Volando en Solitario. Pensamiento XVI (por Orlanda Torres)

Nota del blog: Sección semanal en el blog Gaspar, El Lugareño, gracias a la cortesía de la psicóloga Orlanda Torres, quien ha aceptado la invitación a compartir con los lectores sus consejos y reflexiones sobre los conflictos cotidianos.


Aprende a vivir siempre con menos para que nunca te sorprendan ni te abrumen las carencias.

Muchas veces “el no tener” nos convierte en seres fuertes y nos orilla a encontrar la solución para suplir la escasez de las cosas materiales.

Recuerda siempre que todos deseamos vivir rodeados de elementos que nos den confort, pero no es necesario vivir en el lujo para ser feliz.

Porque la vida tiene valor, pero no tiene precio.





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Orlanda Torres: Psicóloga, Escritora, Educadora, Orientadora Motivacional.

Autora del libro "Volando en Solitario" año 2015, Guayaquil - Ecuador. (Disponible en Amazon Kindle)
-Estudió en Miami Dade College: Certificate of Florida “Child Development Associate Equivalency”. Maestra de Educación Preescolar e Infantil en la ciudad de Miami.
-Licenciada en Psicología graduada en el 02/2017 - Atlantic International University.

-Orientadora Motivacional y Conferencias pueden contactar a Orlanda Torres a través de la página que administra www.fb.com/vivencialhoy

Publicaciones en Revista Sapo - Santiago de Chile – 2016
-La Estancia en el Paraíso de los Sueños
-Relación de Pareja y su gran Desafío
-Es la Felicidad una Elección

Conferencia en Radio - Miami, Florida
-Positivo Extremo Radio: Entrevista 123Teconte “Regreso a Clases y La Adolescencia”
-¿Como aprender a ser feliz?- Edificio Trade Building-.Innobis Coworking, Guayaquil - Ecuador
-La Inteligencia Emocional en la Relacion de Pareja- WENS Consulting Group, Guayaquil - Ecuador
Publicaciones en Revista Sapo - Santiago de Chile – 2018
- Ser Mujer

Florida National University
- Podcast - Un dia con Bereshit la silla VIP - Conferencia Sobre mi libro " Volando en Solitario"
-Panelista en los Foros literarios Books and Books
-Participacion en el Primer Encuentro de Escritores "Mision Gratitud" - Barnes & Noble

Administra:
Facebook.com: Orlanda Torres
Instagram: orlanda.torres.3

Coffee (by Tori Kelly)


Thursday, September 19, 2019

Facts on Hispanics of Cuban origin in the United States, 2017


An estimated 2.3 million Hispanics of Cuban origin lived in the United States in 2017, according to a Pew Research Center analysis of the U.S. Census Bureau’s American Community Survey. Cubans in this statistical profile are people who self-identified as Hispanics of Cuban origin; this includes immigrants from Cuba and those who trace their family ancestry to Cuba.

Cubans are the third-largest population (tied with Salvadorans) of Hispanic origin living in the United States, accounting for 4% of the U.S. Hispanic population in 2017. Since 2000, the Cuban-origin population has increased 84%, growing from 1.2 million to 2.3 million over the period. At the same time, the Cuban foreign-born population living in the U.S. grew by 50%, from 853,000 in 2000 to 1.3 million in 2017. By comparison, Mexicans, the nation’s largest Hispanic origin group, constituted 36.6 million, or 62%, of the Hispanic population in 2017. (By Luis Noe-Bustamante. Read full text at Pew Research Center's website)

Libertad, política y anarquía en la España del siglo XXI (por Jesús Huerta de Soto. Julio 2016)


Joe Bonamassa




Wednesday, September 18, 2019

Comercios y anuncios comerciales del Camagüey de 1949 (por Carlos A. Peón-Casas)


A siete décadas ya cumplidas de distancia, los anuncios aquí revisitados, son alusiones que a muy pocos podrán evocar alguna especial circunstancia emotiva de aquel Camagüey de ayer.

Pero igual, otro grupo etario, de segunda y tercera generación que habita este espacio circunstancial, al menos hasta este minuto, y junto a los que lo han permutado en el tiempo por otras coordenadas geográficas, tiene al menos, la satisfacción de poder reconocer aquellas raíces fundacionales, las mismas que han hecho posible, que el viejo árbol familiar, plantado con amor hace tanto tiempo se expanda con ramas de potencia infinita hacia cualquier futuro posible.

Y si recordar es ciertamente volver a vivir, desandemos la ciudad de antaño, en pos algunos de aquellos comercios citadinos, quizá no los más prósperos o conocidos, en el plan más vital posible, que estos setenta años nos marcan con referentes tan singulares.

Remontando la calle Estrada Palma, en la vivienda marcada con el número 444, se ubicaba la Joyería “Casa Kuryski”, especializado en prendas y relojes.

Era su propietario el Sr. Hirsh Kuryski. El slogan de su negocio, tal y como lo publicaba en el Directorio Social de aquel año, editado por Mario R. Silva y Llopis, aludía a la dignidad inclaudicable de un ciertamente pequeño, pero muy digno comerciante local: “Aquí No hay lujo, pero si buenos precios”

En la misma página del Directorio, bajo la letra K, se listaba también a otro propietario del mismo giro, el Sr. Juan Knoll Lachenmayer, con negocio en la calle República en el número 563, y vivienda particular en la calle Fernando de Zayas, en la barriada de La Vigía.

Y aunque el tiempo ha pasado y también, más de un águila sobre la mar, tuve a un compañero de la primaria en una escuelita en la calle Capdevila, a comienzos de los setenta en aquella misma barriada, con aquel mismo apellido, acaso ¿familia de aquel? qui lo sa

Aquel muchachito, también nombrado Juan, y a quien perdí de vista, desde aquel tiempo, quizá tenga la respuesta, doquier pueda vivir.

De vuelta al recorrido imaginario que hoy nos ocupa topamos muy pronto con otro espacio comercial de aquel minuto en el Camagüey de 1949. Se trataba La Especial, una de aquellas tan populares “quincallas” que abría sus puertas en la calle San José, en el número 264. Su slogan comercial rezaba “Artículos Finos para un Regalo Elegante”.

En el anuncio de marras, no se aludía al nombre de su propietario, y que podemos barruntar regentaba su pequeño comercio desde su misma vivienda, tal y como era costumbre en la época, que era común no solamente en los negocios mas modestos.

Posiblemente pudiera tratarse de uno de entre tantos comerciantes judíos que se afincaron en la ciudad, en los años de la Segunda Guerra Mundial, y que entre nosotros se conocieran como “polaquitos”, quizás en alusión a su país de origen.

Siguiendo nuestro paseo, y en la hora del mayor calor, sorprendía los paso del caminante por la otrora ciudad, a la altura de la calle Jorge Rodríguez ( )la Fábrica de Helados Sunky.

Sus propietarios, hasta aquí desconocidos para este cronista, anunciaban oportuna y profusamente su gélido y alimenticio producto, de crema de leche y también de frutas, aludiendo que:
Los ricos helados Sunki tienen la exclusividad de su rigurosa elaboración y sabor ideal. Por eso se convierten en ansiada delicia de cada consumidor todos los días(1)
En otro giro muy bien representado en la otrora ciudad, el de las Farmacias, nos topamos en nuestro recorrido con un particular anuncio de uno de tales sitios que todavía en la ciudad se le conoce con el antiguo nombre de antaño: la de Ibarbia, en alusión al de su propietario el Dr. Pedro Ibarbia Caballero, sita en la esquina de República e Ignacio Sánchez.

Para la época su dueño la identificaba con el apelativo de la “Farmacia del Pueblo”, y de ellos da fe la foto que publicaba para graficarlo y que le compartimos al curioso lector, tal y cual hubo de lucir en aquel minuto.

No muy lejos de allí, por la calle de San José con frente a la calle Industria, que nace o muere en esa misma intercepción, según se mire, se localizaba otro negocio de cierta notoriedad en la ciudad, el de Vallvey y Compañía, dedicados al rubro de la fabricación de jabones. Sus productos se expendían entre marcas distintas: “Cocodrilo, Tinajón y Foca”. El negocio pareció perdurar durante la década de os años cincuenta.

Y si de belleza femenina se trataba, no faltaban sitios. Tal era el caso del Salón de Belleza Beatriz, ubicado en la calle Estrada Palma, en el número 425. El anuncio que lo identificaba, y que copiamos para el amable lector, como oportuno cierre de esta rememorativa faena, daba fe de los no pocos atractivos de aquella casa:
La personalidad y encanto físico de la mujer de hoy, tan celosa de sus elegancias estriba principalmente en el mejor cuidado de su pelo. Beatriz le ofrece en su moderno salón todo el refinamiento necesario y la técnica de embellecimiento y realce e la ultima moda social deportiva(2).


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  1. Directorio Social de Camagüey. Editores Mario R. Silva LLopis y El Camagüeyano. Primera Edición. Época de 1949. p. 2.
  2. Ibíd. p. LXVI

César Banana Pueyrredón




Monday, September 16, 2019

Un poema de Félix Luis Viera

Nota: Cada lunes la poesía de Félix Luis Viera. Puedes leer todos sus textos, publicados en el blog, en este enlace. Traducción al italiano de Gordiano Lupi.    
              

Poema 43 de La patria es una naranja


43


En la madrugada llega la Policía a los alrededores del metro
Observatorio,
en zafarrancho de combate llega,
en zafarrancho de combate contra un blanco inmóvil, contra un blanco
de brazos cruzados: contra los puestos de comida digo
y los de leves mercancías –ropajes
de falsa artesanía, encendedores, paraguas, mantas, baterías, discos, gorras,
pantalones, bolígrafos, radios, chamarras, camisas, cigarros, tenis, chicles, todo
con la firma del plagio,
                                             en fin:
una pequeña mar de casi todas las urgencias necesarias a precio
de pobre versus pobre–, contra los puestos de comida digo
desde
donde
la grasa
vuelta a achicarse en las cazuelas,
a recrecer, a nadar en sí misma, a espumarse, toma el aire
y viaja en chorros invisibles que taponan los pulmones, donde
los vendedores vocean su menú a la par que la saliva salta y pone otro aderezo
a las cacerolas que van removiendo mientras gritan,
gritan a la vez que en cubetas que ya braman por pensionarse enjuagan y reenjuagan cubiertos y lozas en el agua presa.

Es el metro Observatorio y es madrugada
y han colocado enormes reflectores y las cámaras de TV graban ese momento histórico, sublime,
ese deber de la Justicia una vez más:
a mandarria, a taladro, a tirones, a pico, a pala, a patadas van cayendo uno a uno
los puestos
y gritan vehementes los agentes del orden y se dan entre sí órdenes
en la medida en que el objetivo cede, se rinde
la última varilla, la última lona, la última cuchara, la última tabla, cae
el último cable de electricidad robada del poste más cercano, huye
la última rata.
Ha sido un ataque por sorpresa: en sus casas
los dueños de los puestos duermen
sin saber que sus posiciones han sido asaltadas, demolidas, puestas
bajo el control del polvo. Nada
ha quedado:
el derredor del metro Observatorio se asemeja
a un emplazamiento triturado por la artillería.

De la estación de autobuses de enfrente, mañana,
como ayer,
como siempre,
arribarán sin cesar cientos y cientos de habitantes de allende
la Ciudad,
arribarán
tantos
en legiones de azul sucio, gris
cemento, gorras, sombreros raídos aun en los anversos, para lanzarse
–antes de entrar corriendo en el metro como quienes
huyen de un diluvio y van
dispuestos a fabricar otro– en busca
de los carritos de comida a paliar
el hambre del camino, y la que viene. Tantos
terrosas las caras, moqueados, arrastrados por sus padres
y por el aire frío
llorarán los niños al ver que no hallan el tamal, el taco de birria,
–que exhalan una suerte de tufo prehistórico–,
el trozo de carnita agria aupado con el huevecillo de la lombriz
solitaria; llorarán,
mañana llorarán:
sus padres
no les podrán comprar a precio de convento el juguete
prometido (llegado
de contrabando
desde más allá del sinfín). Trombas y más trombas de seres
tirándose durante todo el día desde la estación de autobuses
con cajas, costales, mochilas donde traen
desde sus lejanas latitudes
un poco de su alma y un poco más de churre. Pasmados:
ya no hay carritos donde conseguir un disco de música o un consomé por menos
de lo que vale un corte de uñas.

Todo
ha quedado despejado alrededor del metro Observatorio
(sólo polvo, sólo tierra arrasada como en el escenario de un combate perdido).
Varios camiones cargan los despojos, parten
seguidos por las cámaras de los noticieros de TV y las patrullas
policiacas que, eufóricas,
intermiten con suma alegría sus faroles.

Pero ya
lo sabemos: ellos
–los carritos, sus dueños, sus dueñas–, como aquellas golondrinas,
habrán de volver. Poco a poquito,
habrán de volver. Ellos,
con la aparente inocencia de un pez ciego, pactarán
la venia con la misma Policía, que, con inocencia par,
les abrirá la sonrisa y les mostrará su bolsa expectante.
Y sembrarán el primer carrito,
luego el otro
y el otro
y el otro.
Instalarán a los postes de luz los primeros cables públicamente clandestinos, luego
el otro
y el otro
y el otro.
Como al desgaire, plantarán
las primeras mercancías, luego media montañita, y finalmente
el orbe todo.

Si uno,
treinta días después de la invasión
se acerca al metro Observatorio, verifica
que el tiempo ha borrado treinta días:
las ollas hierven, los vendedores y vendedoras de las amibas venideras
gritan proponiendo su condumio, la saliva
vuela sobre los platos y cazuelas, el pantano
ocupa su sitio en las cubetas del enjuague y los reenjuagues,
el estruendo de los discos pirata proclama la victoria, las ratas
sonríen, varios
agentes del orden consumen sin que se aflijan sus bolsillos.
De la estación de autobuses de enfrente los tropeles no cesan, tragan, compran
el juguete para los niños y niñas raídos por el viaje, el huevecillo
de la lombriz solitaria se suelta de debajo de una uña
y alcanza una tortilla antes de hincarse en el intestino. La paz
ha regresado.



43


All’alba arriva la Polizia intorno alla metropolitana
Observatorio,
in assetto da combattimento arriva,
in assetto da combattimento contro un vuoto immobile, contro un vuoto
di braccia incrociate: contro le bancarelle di cibo dico
e di mercanzie da poco - oggetti
di falso artigianato, accendini, ombrelli, coperte, batterie, dischi, berretti,
pantaloni, penne biro, radio, giubbotti, camicie, sigari, scarpe a tennis, gomme americane, tutto falsificato,
                    infine:
una piccola quantità di oggetti per soddisfare quasi tutti i bisogni a prezzo
di povero contro povero -, contro le bancarelle di cibo dico
da
dove
il grasso
torna a nascondersi nei tegami,
a ricrescere, a nuotare in se stesso, a lievitare, prende l’aria
e viaggia in getti invisibili che otturano i polmoni, dove
i venditori urlano il loro menù mentre la saliva schizza e pone altro condimento
nelle pentole che mescolano mentre gridano,
gridano che bramano andare in pensione mentre nelle vaschette
sciacquano e risciacquano piatti e stoviglie nell’acqua raccolta.

È la metropolitana Observatorio ed è l’alba
e hanno collocato enormi riflettori, le macchine da presa della TV
registrano il momento storico, sublime,
Il dovere della Giustizia una volta di più:
mazzolate, trapanate, percosse, a colpi di pala e piccone, a pedate,
cadono una dopo l’altra
le bancarelle
e gridano con forza gli agenti dell’ordine e si danno ordini tra loro
nella misura in cui l’obiettivo cede, si arrende
l’ultima bacchetta, l’ultimo tappeto, l’ultimo cucchiaio, l’ultima tavola, cade
l’ultimo cavo di elettricità rubato dalla bancarella più vicina, fugge
l’ultimo topo.
È stato un attacco a sorpresa: nelle loro case
i padroni delle bancarelle dormono
senza sapere che le loro postazioni sono state assalite, demolite, poste
sotto il controllo della polvere. Niente
è rimasto:
il contorno della metropolitana Observatorio assomiglia
a un accampamento distrutto dall’artiglieria.

Dalla stazione di autobus di fronte, domani,
come ieri,
come sempre,
giungeranno senza fermarsi centinaia e centinaia di abitanti dall’altra parte
della Città,
giungeranno
tanti
in legioni di azzurro sporco, grigio
cemento, berretti, cappelli consumati da ambo i lati, per gettarsi
- prima di entrare correndo nella metropolitana come coloro
che fuggono da un diluvio e sono
disposti a prepararne un altro - in cerca
dei carretti di cibo per placare
la fame del cammino, e quella che verrà. Così
sporchi di terra i volti, mocciosi, trascinati dai loro genitori
e dall’aria fredda
piangeranno i bambini vedendo che non si trova il mais, la carne alla griglia,
- che esalano una sorta di tanfo preistorico -,
il pezzo di carne dura esaltato con l’uovo del verme
solitario; piangeranno,
domani piangeranno:
i loro genitori
non potranno comprare a prezzo modico il giocattolo
promesso (arrivato
di contrabbando
da ben oltre l’infinito). Turbe e ancora turbe di esseri
che si lanciano per tutto il giorno dalla stazione di autobus
con casse, sacchi, zaini dove portano
dalle loro lontane latitudini
un po’ della loro anima e una dose maggiore di sporcizia. Sbalorditi:
non ci sono più carretti dove trovare un disco di musica o un brodo di carne
per meno di quanto costa un taglio di unghie.

Tutto
è stato sgombrato intorno alla metropolitana Observatorio
(solo polvere, solo terra spianata come nello scenario di un combattimento perduto).
Diversi camion caricano il bottino, partono
seguiti dalle macchine da presa dei notiziari TV e dalle pattuglie
di polizia che, euforiche,
lampeggiano con somma allegria i loro fanali.

Ma già
lo sappiamo: loro
- i carretti, i loro padroni, le loro padrone -, come quelle rondini,
dovranno tornare. Poco a poco,
dovranno tornare. Loro,
con l’apparente innocenza di un pesce cieco, concorderanno
il perdono con la stessa Polizia, che, con pari innocenza,
si aprirà in un ampio sorriso e mostrerà la sua borsa in attesa.
E semineranno il primo carretto,
poi un altro
e un altro
e un altro.
Installeranno nei punti luce i primi cavi pubblicamente clandestini, dopo
un altro
e un altro
e un altro.
Con noncuranza, piazzeranno
le prime mercanzie, poi una quantità maggiore, e finalmente
tutto il resto.

Se uno,
trenta giorni dopo l’invasione
si avvicinerà alla metropolitana Observatorio, potrà vedere
che il tempo ha cancellato trenta giorni:
le pentole bollono, i venditori e le venditrici dei nuovi prodotti
gridano proponendo il loro cibo, la saliva
vola su piatti e casseruole, il pantano
occupa il suo posto nelle vaschette dello sciacquo e dei risciacqui,
lo strepito dei dischi pirata proclama la vittoria, i topi
sorridono, diversi
agenti dell’ordine consumano senza far piangere le loro tasche.
Dalla stazione di autobus di fronte le moltitudini non si placano, inghiottono, comprano il giocattolo per bambini e bambine stanchi del viaggio, l’uovo
del verme solitario si libera sotto un’unghia
e raggiunge una frittata prima di conficcarsi nell’intestino. La pace
è tornata.






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Félix Luis Viera, poeta, cuentista y novelista, nació en Santa Clara, Cuba, el 19 de agosto de 1945. Ha publicado siete poemarios; tres libros de cuento; cuatro novelas y una noveleta.
Entre los premios que recibiera en su país natal, se cuentan el David de Poesía, en 1976; el Premio Nacional de Novela, en 1987, por Con tu vestido blanco, que recibiera al año siguiente el Premio de la Crítica, galardón que ya le había sido otorgado a este autor, en 1983, por su libro de cuento En el nombre del hijo.
Su poemario La patria es una naranja, que aborda el tema del exilio a la par que incursiona en la realidad mexicana, ha tenido una buena acogida de crítica y público y recibió en Italia el Premio Latina in Versi en 2013.
Es ciudadano mexicano por naturalización. Reside en Miami.

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Gordiano Lupi, periodista, escritor y traductor, nació en Piombino, Italia, en 1960.

Fundador, en 1999, junto con Maurizio y Andrea Maggioni Panerini de la editorial La Gaceta Literaria, ha traducido del español a varios autores cubanos, como Alejandro Torreguitart Ruiz, Guillermo Cabrera Infante, Félix Luis Viera y Virgilio Piñera, entre otros. Cuenta en su haber con un amplio trabajo sobre figuras del cine, entre ellas Federico Fellini, Joe D´Amato y Enzo G. Castellari. Ha publicado más de una decena de libros que abarcan diversos géneros, como Nero tropicale, Cuba magica, Orrore, ertorismo e ponorgrafia secondo Joe d´Aamto y Fidel Castro – biografia non autorizzata.  Gordiano Lupi es un luchador por la democracia para Cuba y un promotor de las artes y la cultura de la Isla.

Roberto Carlos (en los 60s)




Sunday, September 15, 2019

La biografía de Fidel Castro, que no se filmó (por Fausto Canel)

Gerard y Anne Phillipe con Raúl Castro, 
Alfredo Guevara y Vilma Espín 
en La Habana, a principios de 1959. 
Fotos cortesía del autor
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En 1959, la 20th Century Fox amagó con filmar la vida de Fidel Castro. Se habló de Marlon Brando… Guillermo Cabrera Infante y Alfredo Guevara fueron la parte cubana en la 'negociación'.

La Corea era un barrio, o más bien una calle llamada Almendares, paralela a la calzada de Ayestarán. Su atractivo para el cinéfilo radicaba en que allí se encontraban reunidas las distribuidoras de cine en Cuba. Cada empresa representaba a una productora internacional —o a un grupo consolidado de productoras— y cada una tenía sus oficinas en una hilera de chalets idénticos a ambos lado de la calle. Bastaba con entrar en uno de aquellos chalets para que el visitante se enfrentase, fascinado, con enormes carteles publicitarios de las películas próximas a estreno: el Nirvana como promesa.

A La Corea fuimos Alfredo Guevara, Guillermo Cabrera Infante y Tomás Gutiérrez Alea —plana mayor del recién creado Instituto del Cine—, conmigo de asistente. En aquella mañana de junio de 1959 íbamos a ver Al Capone, película protagonizada por Rod Steiger bajo la dirección de Richard Wilson, con guión de Malvin Wald.

Por aquellos días, de un espacio pequeño alquilado en el quinto piso del edificio Atlantic, el Instituto del Cine se había extendido a cinco oficinas (un año más tarde, con la estatización de los bienes raíces, el ICAIC se apropiaría de todo el edificio). Siguiendo los vericuetos de la importación, producción y distribución de películas, el poder del ICAIC y de Alfredo Guevara, su presidente, acabaría extendiéndose más allá de los más alejados cines de provincia. Camionetas con pequeños proyectores llevarían por primera vez el cine a las montañas. Es decir, sólo el cine que el Gobierno Revolucionario quería que se viese.

Futuro incierto, pero cierto —aunque ninguno de los presentes en aquella exhibición en La Corea, ni siquiera Alfredo Guevara, teníamos entonces la menor idea de que el proceso se aceleraría, se "profundizaría", como se comenzó a decir entonces. En cuestión de meses se nacionalizaron las distribuidoras, se tomaron las salas, las copias de las películas se confiscaron y se intervinieron las pequeñas productoras y laboratorios, para convertir al ICAIC en productor, importador, distribuidor y exhibidor único de todo lo que tuviese que ver con el cine, incluyendo la película virgen. Un monopolio total, sin que tuviese, además, como también ocurría en el resto de las nuevas empresas "consolidadas", la más mínima experiencia en ello.

Pero en aquella hermosa mañana del verano del 59, todo eso estaba en el futuro. También las discrepancias entre Cabrera Infante y Guevara por la orientación estética del ICAIC, que llevaría al primero a renunciar a su cargo de consejero de la institución. O los conflictos entre Guevara y Gutiérrez Alea por razones parecidas, que les llevarían a un punto en que ni siquiera se hablaban. Por el momento, todo era cordialidad y amor. La revolución aún era verde como las palmas.

Y Al Capone resultó inesperadamente buena: un docudrama honesto y realista, y la actuación de Rod Steiger, memorable: una prueba más del talento que ya había demostrado en On the waterfront (1954), consiguiendo entonces una nominación al Oscar como actor secundario.

Al finalizar la proyección, la imagen del intenso y trabado Steiger se disolvió en las figuras de dos desconocidos. Uno era alto, rubianco y muy blanco, el otro de estatura media y complexión cetrina.

Se trataba de Richard Wilson y Malvin Wald, que aparecían sin anuncio previo en la desvaneciente oscuridad de la sala. Eran los autores de Al Capone, director y guionista respectivamente, que presentaban la cinta a la dirección del ICAIC con el objetivo de conseguir la autorización del gobierno revolucionario para rodar en Cuba una biografía de Fidel Castro.


Guillermo Cabrera Infante (izq), junto a Pepe Hernández, 
en la azotea de la redacción de 'Carteles'.
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Se hicieron las presentaciones y se habló con agrado de la película. Fue entonces que los estadounidenses, as en mano, adelantaron el nombre de Marlon Brando para interpretar a Castro, tal vez porque alguna vez fue Zapata. Alfredo Guevara aprovechó para mover ficha a falta de cartas: una sugerencia propia: ¿por qué no Gerard Phillipe, que acababa de visitar la Isla, para el papel de Raúl Castro?

Wilson y Wald se miraron y dijeron que sí, que por qué no, tal vez, cómo no. Pero se hizo obvio que un actor francés como coprotagonista no estaba en los planes de una superproducción de Hollywood. La revolución en el cine estadounidense de los años 70 estaba todavía por hacerse. Y de hecho, el entusiasmo de Guevara era en sí apresurado, ya que el grupo cubano aún debatía su opinión sobre el propio Wilson.

De Malvin Wald teníamos una excelente opinión. Wald había recibido una nominación al Oscar por su guión de La ciudad desnuda (Jules Dassin, 1948), película que en tono semi documental mostró el día a día de los detectives de una estación de policía mientras resolvían un asesinato. (Una situación dramática desde entonces explotada hasta la saciedad por docenas de series policiacas de TV.) Y Al Capone exudaba ese mismo realismo, y eso hacía admirables tanto la cinta como su guionista.

Pero de Richard Wilson… Era cierto que había dirigido Al Capone con aplomo, utilizando el blanco y negro para subrayar el tono documental que el guión reclamaba, y que también en su película anterior, Raw Wind in Eden, se había mostrado capaz de conseguir una convincente actuación dramática nada menos que de Esther Williams. Pero también era verdad que en The Big Boodle, filmada tres años antes en los casinos de juego de La Habana, el director había fracasado en conseguir la más mínima expresión de un Errol Flynn alcoholizado y cansado. La duda revoloteaba en la mente de los cubanos. ¿Era Wilson un director en el que se podía confiar un proyecto tan importante? Wald y Wilson hacían dúo, aunque no necesariamente de ases. Iba a ser muy difícil conseguir separarlos. ¿Qué hacer?

De regreso en el ICAIC, Alfredo Guevara le pidió a Cabrera Infante que confeccionase una lista de directores de Hollywood que propondríamos como candidatos a la dirección de la película. Una hora más tarde, la lista estaba lista, encabezada nada menos que por el listo de Orson Welles. Y aquello resultó una verdadera bofetada sin manos para el pobre Richard Wilson.

No nos percatamos —o tal vez ni siquiera sabíamos entonces— que Wilson había comenzado su carrera en Nueva York como ayudante del propio Welles, siguiendo al Mercury Theatre en su desplazamiento a Los Ángeles y participando en calidad de ayudante de dirección en los rodajes de Kane, Ambersons, La dama de Shanghai y Macbeth. Nuestra lista se convertía, sin quererlo, en un agravio a un director que si bien nunca fue excesivamente talentoso, siempre demostró seriedad y profesionalismo.

En nuestra ignorancia, la lista fue enviada al hotel de los visitantes y 24 horas más tarde el presidente de la 20th Century Fox, el legendario Jerry Wald en persona, invitaba a la dirección del ICAIC a un encuentro personal. Ciudad de México fue avanzado por la Fox como territorio neutral para la cita, y la invitación fue aceptada por Alfredo Guevara. Como consejero en la dirección del ICAIC, Cabrera Infante iría también a la reunión. Entonces nos enteramos que Jerry era hermano de Malvin y ese sí era un as en la manga del guionista.

Jerry Wald inspecciona la figura de su estrella Marilyn Monroe
 en su despacho de la Fox.
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Dos días más tarde, Cabrera Infante y Guevara se embarcaron en un avión de Cubana con destino a México. Un año después, esa viajera pareja hubiese sido imposible. Como tampoco hubiese sido posible reagrupar a Cabrera Infante, Néstor Almendros y Alfredo Guevara en uno de esos botes que desde la bahía de La Habana salían al encuentro de los barcos de pasajeros en que los amigos volvían al país, como ocurrió cuando Lisandro Otero regresó de París. Castro no había declarado aún su revolución comunista. Y los que más tarde serían enemigos jurados, cohabitaban todavía. No por casualidad Lunes de Revolución y el ICAIC habían sido creados prácticamente el mismo día.

Tres días más tarde, los cubanos estaban de regreso en La Habana. “Fue un fracaso” —me dijo Cabrera Infante. “Jerry Wald no apareció.” Íbamos a la revista Carteles, dónde tenía que entregar una crítica ya con retraso.

“¿Cómo que no apareció?”

Eran casi las seis de la tarde y la redacción de la revista estaba desierta. La crítica de cine era lo único que faltaba para cerrar la edición y sólo estaban un linotipista y un ayudante de redacción, esperando por Guillermo. Ganando horas extra.

Sin perder tiempo, Cabrera Infante se sentó a una máquina de escribir y comenzó a redactar la primera de las 12 cuartillas que conformaría la crónica. Cada vez que terminaba una página la corregía a mano antes de pasársela a Luis Báez, que era el ayudante de redacción. Báez se las iba llevando al linotipista, quien las levantaba en plomo. Guillermo ni siquiera revisó las pruebas de galera. No había tiempo. Escribiendo todavía la última cuartilla, me pidió: "Vete al carro, por favor, y alcánzame los libros que están sobre el asiento trasero. No los de Nabokov y Fuentes… ¡Los otros!"

Fui hasta el pequeño Nash Metropolitan blanco que Néstor Almendros apodaba la guillermita. En el asiento trasero encontré media docena de libros. Puse a un lado Pnin, de Vladimir Nabokov, y La región más transparente, de Carlos Fuentes, y cargué con los otros, observando de reojo el minúsculo asientito. Y no pude menos que recordar la noche del estreno de Con el deseo en los dedos, esa curiosa (por picúa) película cubana. En la guillermita aquella noche, que era un carro para cuatro personas a lo sumo, nos habíamos sentado siete: Guillermo al volante, Marta Calvo, su esposa de entonces, a su lado, yo, con Norma Martínez, modelo de modas, en mis rodillas, y Nidia Ríos, también modelo, en las rodillas de René Jordán y de Rafael Casalin, periodistas, que se apretaban en el asiento trasero. Lástima que no hubiese habido un Tiffany’s en la ciudad para ordenar desayuno.

Ya de regreso en la redacción, le entregué los libros a Guillermo. Eran ejemplares que había comprado en México: Lenin, Engels, Marx, Trotski…

"Son libros que desde hace años no se encuentran en Cuba", me explicó. "Los traje para cortarlos".  Efectivamente, los libros, encuadernados en rústica, tenían las páginas sin soltar. "Hay editoriales buenas, malas y argentinas", dijo Guillermo. "Estas son argentinas".

Pero enseguida notó que el Trotski tenía mejor factura. "Mira para eso… Marx, Engels, Lenin", me dijo. "Son los únicos que requieren que se les corten los bordes. Tal vez porque están publicados por los partidos comunistas, es decir, por la Unión Soviética… Los de Trotsky son publicados por los trotskistas con los bordes ya cortados... No sé, tendrán más dinero". O demasiado presente, pensé yo, el filo del pico alpino que Ramón Mercader le clavó en la cabeza a Trotsky. Hoz, martillo y piolet parecía proponer Stalin.

Guillermo llevó los libros hasta la guillotina y los colocó ante el verdugo de turno: el hombre se preparaba para cortar las revistas que ya se comenzaban a imprimir.

La guillotina bajó con un ruido sordo y las páginas de los libros se liberaron. Un tajo preciso que María Antonieta hubiese agradecido. Ya de regreso en la guillermita, Cabrera Infante me contó lo que había ocurrido en México.

La Fox los hospedó en uno de los mejores hoteles de la ciudad y les dio cita en un salón privado, con mesas cubiertas de comida y toda clase de bebidas. Había también señoritas de alterne, por si llegase el caso. Al rato aparecieron Malvin Wald y Richard Wilson con cara de enfado, comprensiblemente. Pero de Jerry Wald, que era calvo, ni el pelo.

Los estadounidenses se mantuvieron a un lado del salón y Guillermo y Alfredo al otro. Fumando espero. Al rato llegó un ayudante con la noticia de que Jerry Wald no acudiría a la cita. Otras tierras del mundo reclamaban sus modestos esfuerzos. Y si a los señores no les importaba, la conversación ocurriría por teléfono. A lo que Alfredo Guevara dijo: Bye (él, que no hablaba inglés). Y los cubanos salieron del salón, recogieron sus bártulos y se fueron al aeropuerto. Guillermo apenas tuvo tiempo de comprar los libros en una librería cercana al hotel.

Dos meses más tarde, Cabrera Infante renunciaría a su puesto en el ICAIC por diferencias irreconciliables con la política estética preconizadas por Alfredo Guevara. Diferencias que les llevaría, en el largo y caliente verano de 1961, a esa confrontación definitiva que fue el affaire PM.

Nunca supe si Fidel Castro fue informado sobre este proyecto de película. Tal vez Guevara se hizo alguna vez la ilusión de que Hollywood le dejaría controlar una superproducción. Pero no creo que Castro habría corrido el riesgo de dejar que los "yanquis" decidieran la imagen que de él se iba a distribuir por el mundo. Fidel Castro siempre tuvo muy claro el papel esencial que su imagen tenía en su capacidad de poder. Y esa imagen la controlaba él desde mucho antes de que, con el acuerdo (¡no faltaría más!) de Santiago Álvarez, lo hiciese personalmente en el Noticiero ICAIC. Ya nunca más se habló en el Instituto de hacer una biografía cinematográfica del Máximo Líder. Ni siquiera por cubanos. Tema vedado.

Mons. Thomas Wenski: "que Cuba sea patria de todos y para todos donde convivan la justicia y la libertad en un clima de serena fraternidad."

Palabras del arzobispo de Miami, Mons. Thomas Wenski, al final de la celebración de la Fiesta de la Virgen de la Caridad, Patrona de Cuba, el 8 de septiembre de 2019, en el Watsco Center de la Universidad de Miami. 

Foto/Ana Rodríguez-Soto.
Website de la Arquidiócesis de Miami
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La Habana cumple este año 500 años de su fundación. El Papa Francisco dio a los habaneros un bello regalo de cumpleaños al nombrar cardenal a su arzobispo, Juan de la Caridad García. Que la Virgen lo proteja a él, y a todos los obispos, sacerdotes, diáconos y fieles de toda la isla. Pues, como todos sabemos, no es nada fácil. Que estén todos bajo el manto amoroso de la Virgen de la Caridad.

También, este año se cumplen 40 años desde que el muy recordado y añorado Monseñor Agustín Román fue ordenado obispo. Agustín Román fue un hijo de Cuba – de esa patria que José Martí describió como “agonía y deber”. Y si es verdad que – según Luz y Caballero – el Padre Félix Varela enseñó al pueblo cubano como pensar, Monseñor Román, el Félix Valera de nuestra época, desde la Ermita de la Caridad nos enseñó a rezar, y rezar sin tregua por la libertad de Cuba.

Cuantas veces hemos cantado las estrofas del Himno Nacional cubano como una manifestación de cubanía y amor a la patria y también como la oración sentida de un pueblo oprimido: “A las armas valientes corred”. Y el combate de Monseñor Román por la libertad de Cuba fue ante todo un combate espiritual; no pueden caer las cadenas de las manos si no han caído primero las cadenas del corazón.

“¡A las armas, valientes, ¡corred!” Desde la Ermita, bajo el manto de la Virgen, Monseñor Román nos confió un arma muy poderosa, el rosario de la Virgen Maria.

“¡A Jesús por Maria, la caridad nos une!” A pesar de las amargas divisiones, los cubanos siguen siendo un solo pueblo. Y así, unidos en la caridad, hemos rezado por todos los cubanos dondequiera que se encuentren. Y que no dejemos de recordar los que están varados en México y otros lugares.

Dejémonos por un lado el miedo que nos paraliza, la soberbia que nos divide y el odio que nos destruye. Repitamos la misma jaculatoria que rezaban los mambises: ¡Virgen de la Caridad, cúbrenos con tu manto! Si, cúbrenos con tu manto para que Cuba sea patria de todos y para todos donde convivan la justicia y la libertad en un clima de serena fraternidad.

¡Virgen de la Caridad, cúbrenos con tu manto!

¡Virgen de la Caridad, ruega por nosotros!

¡Virgen de la Caridad, salva a Cuba!

(Texto y foto tomados del website de la Arquidiócesis de Miami)




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Ver en el blog 

Saturday, September 14, 2019

Volando en Solitario. Pensamiento XV (por Orlanda Torres)

Nota del blog: Sección semanal en el blog Gaspar, El Lugareño, gracias a la cortesía de la psicóloga Orlanda Torres, quien ha aceptado la invitación a compartir con los lectores sus consejos y reflexiones sobre los conflictos cotidianos.


Agradécele a la vida cada día, por la dicha de poder despertar cada mañana y vívelo agradecido para que ella y Dios te regale más días llenos de esperanzas.

Camina siempre seguro y con optimismo; porque las mejores oportunidades no se repiten. Nada que sucede en tu vida ocurre dos veces, por eso debes vivir el presente intensamente, no adelantes sucesos ni apresures el mañana.

Vive el hoy, él ahora, es todo lo que tienes de manera objetiva y la única forma de que te sientas completamente despejado y libre.

¡Vive, vive!





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Orlanda Torres: Psicóloga, Escritora, Educadora, Orientadora Motivacional.

Autora del libro "Volando en Solitario" año 2015, Guayaquil - Ecuador. (Disponible en Amazon Kindle)
-Estudió en Miami Dade College: Certificate of Florida “Child Development Associate Equivalency”. Maestra de Educación Preescolar e Infantil en la ciudad de Miami.
-Licenciada en Psicología graduada en el 02/2017 - Atlantic International University.

-Orientadora Motivacional y Conferencias pueden contactar a Orlanda Torres a través de la página que administra www.fb.com/vivencialhoy

Publicaciones en Revista Sapo - Santiago de Chile – 2016
-La Estancia en el Paraíso de los Sueños
-Relación de Pareja y su gran Desafío
-Es la Felicidad una Elección

Conferencia en Radio - Miami, Florida
-Positivo Extremo Radio: Entrevista 123Teconte “Regreso a Clases y La Adolescencia”
-¿Como aprender a ser feliz?- Edificio Trade Building-.Innobis Coworking, Guayaquil - Ecuador
-La Inteligencia Emocional en la Relacion de Pareja- WENS Consulting Group, Guayaquil - Ecuador
Publicaciones en Revista Sapo - Santiago de Chile – 2018
- Ser Mujer

Florida National University
- Podcast - Un dia con Bereshit la silla VIP - Conferencia Sobre mi libro " Volando en Solitario"
-Panelista en los Foros literarios Books and Books
-Participacion en el Primer Encuentro de Escritores "Mision Gratitud" - Barnes & Noble

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Gaspar, El Lugareño Headline Animator

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