Tuesday, March 3, 2020

Adela Azcuy: la mujer de muchas estrellas (por María del Carmen Muzio)



por María del Carmen Muzio
(para el blog Gaspar, El Lugareño)



A la capitana mambí Adela Azcuy, al licenciarse el Ejército Libertador en diciembre de 1898, se le negó el pago porque «no ha podido por razón de su sexo prestar servicios en el ejército». Entonces ella, vestida como un mambí en plena guerra, visita al Generalísimo en su residencia de la Quinta de los Molinos. Gómez al verla pregunta:

–¿Quién es esa mujer con tantas estrellas?

El general Antonio Varona le explica quién es y le habla de sus hazañas; entonces el General Gómez legaliza su grado.


Esta anécdota con visos de novela aparece narrada por el historiador artemiseño Armando Guerra Castañeda en su discurso de ingreso «Adela Azcuy, la capitana» a la Academia de la Historia el 7 de febrero de 1950.

Gracias a esta Academia y a sus innumerables trabajos durante las primeras décadas del siglo XX debemos que no se haya perdido buena parte de la memoria histórica de aquellos patriotas.

También es preciso agradecer al entusiasta equipo de la Biblioteca del Centro Cultural Padre Félix Varela al permitirme consultar su amplia colección de folletos de la Academia de la Historia, mayoritariamente donada por el olvidado profesor de los Institutos de Segunda Enseñanza de la Habana y el Vedado además de la Universidad de Villanueva, José Manuel Pérez Cabrera (1901-1969) cuyo exlibris consta en muchos de estos.

El historiador de la capitana Adela Azcuy transcribe su fe de bautismo hallada en la «Iglesia Parroquial de la Purísima Concepción de San Cayetano y Viñales» donde consta en el Libro 2 de Blancos, folio 176, número 580 el bautizo de una niña nacida el 13 de mayo de 1861 a quien se le puso por nombre «Gabriela de la Caridad». Se infiere, que ella fue quien se puso el nombre por el que hoy es conocida y recordada.

Documentada conferencia, incluso salpicada de fábulas narradas por familiares, en cartas al académico por familiares de la biografiada, se describe como «de elevada estatura, delgada, pero envuelta en carnes, erecta como una palmera, de ojos grandes, pardos y expresivos, nariz más bien larga, boca regular, labios delgados, tez blanca y cabellera dorada, abundante, y tan larga, que le llegaba al suelo».

Indómita desde su juventud, gustaba de recorrer los campos a caballo, vestida de amazona y con su escopeta de caza. Sus padres, preocupados, la envían a estudiar en un colegio a La Habana con vista a convertirla en una futura dama de su época. Allí adquiere una buena educación y el gusto por la lectura; leyó a Cervantes y sentía predilección por la mitología; gustaba de admirar el grabado de Alberto Durero «El ángel de la melancolía». También se aficionó a escribir algunos poemas; entre ellos se cuenta el soneto «Maceo en el viejo campamento»: «Y hoy en la niebla que en las tumbras [sic] brota, /sobre el mismo lugar de la pelea/ ¡aún me parece que se agita y flota!».

A pesar de sus muchos pretendientes se casa, muy enamorada, con el joven camagüeyano y licenciado en Farmacia, Jorge Monzón Cosculluela; identificados los dos con las ideas libertarias. Sin embargo, debido a la viruela, queda viuda en 1886.

Más tarde, en 1891 contrae matrimonio en la Catedral de La Habana con un empleado de la farmacia de su esposo, el español Cástor del Moral. Al llegar la Revolución a Vuelta Abajo se separan y cada uno escoge un camino distinto. Moral pasa a servir a España; y ella, a su patria.

Sus conocimientos farmacéuticos y su destreza con la escopeta le sirvieron de mucho para sus incontables hazañas durante la guerra. Combatió a las órdenes del entonces brigadier Antonio Varona; y curó enfermos muy graves en la sangrienta batalla de Ceja del Negro.

En marzo del ’96 es subteniente de Sanidad Militar y el 12 de junio del mismo año el general Pedro Díaz le confiere el grado de «capitán del Ejército Libertador». Durante el asalto a «La Madama» donde muere el general Vidal Ducasse, ella pierde su maletín y su caballo, por lo que durante dos días quedó aislada y sin alimentos hasta que pudo encontrase nuevamente con las tropas cubanas.

Imposible transcribir las historias en su totalidad; pero en breve síntesis cuento cómo el coronel Banegas, molesto por su incorporación y su resolución de combatir, la envió a defender una cuchilla adonde se dirigían los españoles; y confiesa que lo hizo ¡con la intención de que la mataran!; pero resistió con tanta valentía que, admirado, se lanzó a ayudarla.

En 1897 la familia del capitán Portales es sorprendida por los guerrilleros, asesinados casi todos menos la madre enferma con una niña de brazos, cuando llegan las tropas cubanas, entre ellas Adela; y la madre le pide se ocupe del bebé cuando muera. Así lo hizo; ella siguió con la niña de campamento en campamento que, hasta los soldados, en los momentos en que Adela cumplía sus labores de enfermera, se turnaban para acunarla sobre sus pechos e infundirle calor.

Ya en la paz vivió con Rafaela, su huérfana de guerra. Un día se apareció en su casa Cástor del Moral, anciano y enfermo, quien le informa hará testamento a su favor. Con buenas formas, le rechazó, no quería ni un solo centavo que oliera a España.


En 1902 se trasladó a San Cristóbal; en 1911 fue Secretaria de la Junta de Educación de Viñales; y en 1913, enferma, fallece en La Habana.

Y finalizo con una nota curiosa: aún terminada la guerra, se le veía sola en su caballo, ir al cementerio a visitar la tumba de su esposo Jorge porque –según decía– iba a conversar con el amado.




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María del Carmen Muzio Zarranz (La Habana, 1947). Tiene publicadas las novelas El camafeo negro (1989), Sonata para un espía (1990), La Cuarta Versión (2000) y Dios no te va a entender (2015), así como los ensayos Andrés Quimbisa (2001), María Luisa Milanés: el suicidio de una época (2005) y el libro de cuentos para niños Los perros van al cielo (2004). Ha merecido varios galardones y reconocimientos entre los que destacan su mención en el Concurso Internacional Relato Policial, Semana Negra, Gijón, España (2002) y la del centro “Juan Marinello” por su ensayo sociocultural sobre la figura de Andrés Petit. 

Analogías (un poema de Bonifacio Byrne - Marzo 3, 1861—Julio 5,1936)


Existe un misterioso sacramento
entre la mano, el bálsamo y la herida,
entre el lúgubre adiós de la partida
y las secretas ráfagas del viento.

Hay un lazo entre el sol y el firmamento;
e igual excelsitud, indefinida,
entre el ave, en el aire suspendida,
y el acto de nacer el pensamiento.

Hay un nexo entre el ósculo y el trino,
entre la copa, el labio y la fragancia
que se desprende de un licor divino.

Y hay una milagrosa consonancia
entre el árbol y el surco del camino
y el mensaje de amor y la distancia.

Monday, March 2, 2020

Como nació la rosa (por Alberto Cortez)



Me lo parece a mí
al verla tan airosa.
Tuvo que ser así
como nació la rosa.

Un convenio entre amantes.
Un asunto secreto.
Dos almas semejantes
aceptaron el reto
de inventar la belleza
con el viejo libreto
de las grandes proezas:
el amor al completo.

Comenzaron un día
compartiéndose el polen,
y de aquella alegría
nacieron los colores
y todos los aromas;
los bálsamos mejores:
un aire de palomas
y el de todas las flores.

Enamoradamente,
a golpe de ternura,
enamoradamente
tallaron la estructura
y enamoradamente
ardiente y jubilosa,
enamoradamente,
así nació la rosa.
La vida va pasando
repartiendo etiquetas,
y aunque pase rodando
de pirueta en pirueta.
A modo de equipaje
retoñada y hermosa,
en la mitad del viaje
sigue viva la rosa.

Me lo parece a mí
al verla tan airosa.
Tuvo que ser así
como nació la rosa.

Saturday, February 29, 2020

(Miami. Febrero 29, 2020) Caravana contra la dictadura cubana


Frases motivacionales (por Orlanda Torres)

Nota del blog: Sección semanal en el blog Gaspar, El Lugareño, gracias a la cortesía de la psicóloga Orlanda Torres, quien ha aceptado la invitación a compartir con los lectores sus consejos y reflexiones sobre los conflictos cotidianos.



  • Realiza todos los días algo especial que te permita darle rienda suelta a tu poder creativo y no te dejes abrumar por las circunstancias adversas de la vida.

  • Debemos aprender a trabajar nuestro interior, para poder enfrentar los desafíos y los retos que nos permitirán crecer.

  • Cerremos heridas abiertas, lacerantes e imborrables, esto permitirá que nuestro centro espiritual se fortalezca para nuestra evolución.

  • Trata de recomponer diariamente tu trayecto de vida para que puedas recorrerlo apacible, pero lleno de energía y sabiduría, eso será suficiente para que te empoderes de tu verdadero camino.

  • No olvides darles significado a las cosas simples de la cotidianidad, porque ese detalle te ayudará a transitar en armonía.

  • Siempre vive consolidando la paz en tu interior y con los demás. Cree en el poder supremo, porque él nos ayuda y nos sostiene siempre.

  • Recuerda que ningún ser humano puede transitar sereno si carece de espiritualidad, trata siempre de escoger un camino esperanzador, aquel que te conduzca a encontrar ese reposo que todos anhelamos para vivir felices.





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Orlanda Torres: Psicóloga, Escritora, Educadora, Orientadora Motivacional.

Autora del libro "Volando en Solitario" año 2015, Guayaquil - Ecuador. (Disponible en Amazon Kindle)
-Estudió en Miami Dade College: Certificate of Florida “Child Development Associate Equivalency”. Maestra de Educación Preescolar e Infantil en la ciudad de Miami.
-Licenciada en Psicología graduada en el 02/2017 - Atlantic International University.
-Orientadora Motivacional y Conferencias pueden contactar a Orlanda Torres a través de la página que administra www.fb.com/vivencialhoy
Publicaciones en Revista Sapo - Santiago de Chile – 2016
-La Estancia en el Paraíso de los Sueños
-Relación de Pareja y su gran Desafío
-Es la Felicidad una Elección

Conferencia en Radio - Miami, Florida
-Positivo Extremo Radio: Entrevista 123 Teconte “Regreso a Clases y La Adolescencia”
-¿Como aprender a ser feliz?- Edificio Trade Building-.Innobis Coworking, Guayaquil - Ecuador
-La Inteligencia Emocional en la Relacion de Pareja- WENS Consulting Group, Guayaquil - Ecuador
Publicaciones en Revista Sapo - Santiago de Chile – 2018
- Ser Mujer
Florida National University
- Podcast - Un dia con Bereshit la silla VIP - Conferencia Sobre mi libro " Volando en Solitario"
-Panelista en los Foros literarios Books and Books
-Participacion en el Primer Encuentro de Escritores "Mision Gratitud" - Barnes & Noble
Administra:
Facebook.com: Orlanda Torres
Instagram: orlanda.torres.3

Friday, February 28, 2020

Entrega (un poema de Thelma Delgado)


Si a tu ventana se asoma un colibrí
Y cariñosamente te besara
Sonríe y piensa en todo lo que pasara
Si algún día te atreves y me das el sí

Pintaría mi sonrisa de carmesí
Y feliz de tu brazo caminara
De mañana tarde o de madrugada
Mi alma entera te daría, con frenesí

Cada noche miro al cielo y rezo
Por ti, por mi y por nuestro futuro
Y una vida juntos, tan solo eso

Si tú me das el si, te lo aseguro
No hará falta ni hablar, con solo un beso
Te entregaré mi vida, mi amor puro




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Ver
Página de Thelma Delgado en el website del Cultural Council of Palm Beach County

Thursday, February 27, 2020

Calles y callejones de Camagüey: Calle de la Caridad, Avenida de la Libertad (por Marcos A. Tamames-Henderson)

Nota del blog: Cada jueves se publica en el blog, gracias a la cortesía de Marcos Antonio Tamames-Henderson, una selección de su libro Calles y callejones de Camagüey. Entre la leyenda y la historia.


 

La calle de La Caridad, como se nombra en los planos del siglo XIX, nace tras cruzar el río Hatibonico y en su trayectoria separa la Carretera Central en Este y Oeste; da inicio al callejón de Chumbo (I) y al de La Candelaria (D); corta los callejones de Alonso Frutos, de Sifontes, de Arrieta, de Pancha Agramonte, del Coronel Gutiérrez, del Coronel Bringas y Sociedad Patriótica, prolongándose a María del Rosario y culminar en la inserción de Padre Felipe en la Carretera Central Este. 

La calle de la Caridad es uno de los primeros signos de Modernidad del Camagüey legendario, aunque en verdad su connotación sociocultural desborda la novedad de una morfología de manzanas ortogonales y un paisaje arquitectónico en el que predominan los portales. Comenzó a formarse cuando el matrimonio de don Carlos Bringas y de la Torre y doña Juana de Varona y Barrera ofreció un santuario a la virgen mambisa si les concedía un heredero. El edificio religioso abrió sus puertas el 8 de septiembre de 1734, fecha desde la cual se definió un eje estructurador del naciente “pueblecito” de La Caridad.

En su definición, un momento significativo lo ocupa el proyecto de la Sociedad Patriótica de Puerto Príncipe de habilitar en el eje un Paseo o Alameda en 1843, lo que conlleva a que se reconozca como alameda de la Caridad. El acto de rebautizo se vincula con la entrada de las tropas insurrectas a Puerto Príncipe por este eje el 30 de noviembre de 1898, acuerdo que se aprueba el 23 de enero de 1899 junto a calles principales como de la Mayor, de la Candelaria, del Príncipe, de la Merced y las plazas de Armas y de Paula. 

A partir de 1899 la antigua alameda de la Caridad rememorará en su nombre un acontecimiento histórico cultural que Abelardo Chapellí Marín describe con entusiasmo en su artículo “La gloriosa vuelta de los libertadores”. Asomarse a algunos de sus fragmentos ayuda a comprender el sentido ético que acompaña a sus protagonistas no solo con la causa por la que han estado dispuestos a ofrendar su vida, sino también por la lealtad que reina entre ellos:
A las seis de la mañana dio comienzo la formación en la antigua carretera de Cuba. Una escuadra de infantería venía a la vanguardia, siguiéndoles los batallones de infantería de Gómez, de Jacinto, de Oscar Primelles con sus respectivos jefes y oficiales, luego el Cuartel General del Tercer Cuerpo con su General Lope Recio Loynaz, con su Estado Mayor y Ayundantes etc., después los regimientos de caballería de Agramonte, de Eduardo, de Camagüey, de Caonao, todos igualmente con sus jefes con sus coroneles, Braulio Peña, Aurelio Batista, Benjamín Sánchez Agramonte, Rafael Labrada, Joaquín Barreto, Balolo Fernández, Fernando Fernández, Gonzalo Moreno, y los generales Carlos Agüero, Fernando Espinosa, Maximiliano Ramos etc. // Aun recordamos con cuanta alegría oímos las campanas de la iglesia de La Caridad, que repicaban intensamente, a medida que se aproximaban las fuerzas cubanas. Nuestra banda de música Libertad mandada por el inolvidable Capitán Víctor Pacheco entonaba el magnífico paso doble El Triunfo, original de dicho capitán. // Todo el elemento civil de la Revolución con sus capitanes, prefectos, gobernadores, subprefectos y jefes de postas y de predios, en fin, todos cuanto de una manera u otra habían contribuido al triunfo de la Independencia de la Patria, venía en aquella formidable parada militar, que hacía su entrada en Camagüey al grito de Viva Cuba Libre.
Obsérvese que todos los oficiales referidos, dado el compromiso para con su tiempo y su generación, harán que unos y otros pasen a formar parte de la toponimia urbana durante la primera mitad del entrante siglo. En los nombres de las calles y plazas dejaron los signos de la historia de las guerras de independencia de Cuba; para su lectura e interpretación se contaba con los centros de enseñanza y las sociedades de instrucción y recreo. 

Sin embargo, no por ello la calle dejó de estar amenazada con un nuevo cambio toponímico. En 1941 corrió el rumor para colocarle a la Avenida de la Libertad el nombre General Menocal, para perpetuar al recién fallecido Mario García Menocal Deop (Jagüey Grande, 1866-La Habana, 7 de septiembre de 1941); pero la Asociación de Veteranos de la Independencia gozaba de fuerza aún para defender su legado y el 22 de septiembre de 1941 envió carta al Ayuntamiento en la que hacía constar: “se nos hace difícil a los Directivos de esta Delegación y la mayoría de los veteranos, creer que se piense en semejante desatino, pues aparte de todas las glorias conquistadas por nuestros héroes, es lo cierto que la Avenida de la Libertad se santificó con la entrada triunfante de nuestro Ejército Libertador […] esperamos que si llegara a ese Consistorio de dignos Concejales la aludida proposición sea rechazada en respeto a lo que otra Cámara aprobó en señal de agradecimiento a nuestros libertadores”. 

La memoria colectiva, desde el plano cultural, haría lo suyo. La Avenida de la Caridad, como se le reconoce familiarmente, forma parte del CH. 


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Marcos Antonio Tamames-Henderson (Jamaica, Guantánamo, 1961). Lic. Historia del Arte (1997), MSc. en Historia del Arte y en Conservación y Rehabilitación de Centros Históricos (2007). Miembro de la Uneac, Unaic, Unhic. La Editorial Ácana ha publicado sus libros De la Plaza de Armas al Parque Agramonte. Iconografía, símbolos y significados (2001, 2da ed. 2003); Tras las huellas del patrimonio (2004); La ciudad como texto cultural. Camagüey 1514-1837 (2005); Una ciudad en el laberinto de la ilustración (2009) y La cofradía de los signos urbanos (2012). Premio Especial Roberto Balmaceda (Uneac, 2002), Juan Marinello (2006), Juan Torres Lasqueti (2005, 2010, 2011 y 2012), Ensayo Histórico Enfoque (2007), Crítica Histórica José Luciano Franco (2005), Publicaciones, teoría y crítica en el V Salón de Arquitectura (2005) y Jorge Enrique Mendoza (2004), entre otros.

Wednesday, February 26, 2020

Tula, mi maestra de prescolar (por Joaquín Estrada-Montalván)


Con nostalgia bonita recuerdo pre-escolar, en la Escuela 8 Carlos Manuel de Céspedes, casi al lado del Edificio Lugareño, en la misma cuadra de los Bomberos. No olvido mis zapatos con algodón en la punta (para que duraran todo el curso). El sabor de la goma de pegar. Rasgar, cortar, pegar, dibujar. Escribir algunas cosas, como mi nombre completo y "Felicidades Mamá", ya sabía la hora (pero la reaprendí). Contar hasta el 10 (creo). Algunos animales, plantas, temas de educación, caballerosidad, de la Bandera, el Himno, la Palma Real, el Tocororo, la Flor de la Mariposa, de Martí un hombre bueno...


Janisset, María Lourdes, Inésita,  Raisa, Miriam, el chino Joaquín (mi tocayo), ...

Disfrutaba despertar y prepararme para ir para la escuela.

Recuerdo así mi primera experiencia aular, gracias a María Gertrudis Padrón Castellanos, Tula, la maestra.

De Tula recuerdo su autoridad, sin necesidad de exigirla. Su invariable sonrisa. Su elegancia exacta (en el vestir y en el hablar), ahora diría (a los 5 años no tenía idea de este concepto), su exquisita feminidad.

Tula me enseñó como ya dije a escribir, contar, de la Patria, de varias cosas, pero quizás lo que más me transmitió con su personalidad, fue admirar y respetar a la Mujer.

Cuando leo las descripciones que hacen los poetas y escritores de la mujer camagüeyana, pienso así era Tula, mi maestra de preescolar.






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Una vez, una tarde, muchos años después, sin esperarlo, la encontré y estuvimos conversando un buen rato. 

Falleció en Camagüey en el año 2008.


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Foto de la Graduación de Pre Escolar. Cortesía de Janisset Rebeca Rivero (sobrina-nieta de Tula)

Wish You Were Here (by David Gilmour)


Tuesday, February 25, 2020

P. Alberto Reyes: "... somos un país con una dictadura que dura 61 años... Es un pueblo cansado, es un pueblo sin esperanza"


El sacerdote cubano señaló que en Cuba “a nivel general, somos un país con una dictadura que dura 61 años, por tanto la gente está cansada y los cristianos somos parte del pueblo. Es un pueblo cansado, es un pueblo sin esperanza, es un pueblo con mucha indefensión”.

“Las dos palabras con las que vive el cubano son sobrevivir o irse”, dijo, y señaló que el cansancio y desesperanza de la población cubana son heredados a las comunidades de fieles. “Hay mucha gente para la cual la Iglesia es lo único que les da una esperanza, les da un sentido. Hay mucha gente haciendo un proceso muy bonito interno en la Iglesia de sentido”, afirmó.

En Cuba, insistió, “nada hace prever que va a haber un cambio inmediato. Es un país estancado. Y la sensación es de estancamiento”.

Ciertamente, destacó, “Dios nos puede sorprender. Pero en este momento en Cuba, a un nivel humano, no hay un horizonte”.

Para el P. Reyes Pías, el pueblo cubano sí ve en la Iglesia una institución con la que puede contar. “Por ejemplo, a las iglesias va mucha gente a este tipo de cosas, ‘yo necesito hablar con un sacerdote’, ‘yo necesito platicar un problema’, ‘yo necesito que me escuchen’. Entonces esta sensación de que ‘con la Iglesia puedo contar’. Eso es algo que el pueblo cubano lo siente muy cerca”. (Leer texto completo en ACI Prensa)

El Padre Félix Varela: Constitución y Ciudadanía (por Roberto Méndez Martínez)

Nota: Agradezco a Roberto Méndez Martínez, que comparta con los lectores del blog el texto de su conferencia: El Padre Félix Varela: Constitución y Ciudadanía, que ofreció el pasado 23 de noviembre de 2018, en la Biblioteca del  Centro Cultural Padre Félix Varela, de la Arquidiócesis de La Habana. 



Plaza Padre Félix Varela
Catedral de San Agustín, Fl
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La palabra Constitución ha sido una de las más repetidas por los cubanos en los últimos meses. La reforma constitucional que en este momento se está elaborando ha motivado comentarios de personas de muy diversas posiciones políticas, dentro y fuera de la Isla. Si afirmáramos que no es la primera vez que en la historia cubana una Carta Magna se convierte en un suceso de primera importancia, seguramente muchos se retrotraerían a abril de 1869 cuando se forjó la Constitución de Guáimaro(1), o a los movidos debates durante la elaboración de la primera Ley de leyes republicana en 1901 y, todavía más, a las novedades que trajo a la vida pública insular la de 1940, aunque su plena aplicación fuera una asignatura pendiente en nuestra vida pública. Sin embargo, el constitucionalismo en Cuba es muy anterior a la Asamblea de Guáimaro , por eso, entre varios ejemplos posibles, nos detendremos en la Constitución española de 1812 y en una figura insigne, el Padre Félix Varela, quien primero la estudió, comentó y enseñó durante el Trienio Liberal y luego, como diputado a Cortes, participó en los debates para su reajuste y aplicación en el territorio español. Esas experiencias marcarían decisivamente el resto de su existencia y no hay riesgo en afirmar que del Varela liberal y constitucionalista nacería el independentista más radical.

La Constitución de 1812 había surgido en un momento crítico para España, el de la invasión napoleónica. Fernando VII estuvo preso en Francia hasta la derrota francesa y en la Península gobernó en su nombre un Consejo de Regencia. Con la anuencia de este, en Cádiz, las Cortes promulgaron el 19 de marzo de tal año, en la festividad de San José, una constitución, que por eso tomaría el nombre popular de “La Pepa”.

El documento constaba de diez títulos y 384 artículos y era de una orientación política liberal moderada. En ella se declaraba que la soberanía residía esencialmente en la Nación y se encargaba de separar los poderes legislativo, ejecutivo y judicial, a la manera de Montesquieu. El poder de legislar residía en las Cortes con la aprobación del Rey, el ejecutivo en el monarca con sus ministros y el judicial en los tribunales civiles establecidos. Se estableció un sistema unicameral, por temor a que si existían una cámara alta y una baja como en Inglaterra, el Rey y la nobleza impusieran una asamblea de notables que con sus posiciones conservadoras coartara las facultades de la otra. En modo alguno era una constitución jacobina, de hecho, ni siquiera era laica, pues no separaba Iglesia de Estado, más aún mantuvo a España como un estado confesional, con la religión católica como oficial y tampoco pretendió abolir el régimen monárquico, sino que estableció una “monarquía moderada hereditaria”.

Si bien los constituyentes tuvieron como modelo las cartas magnas de Francia en 1791 y la de Estados Unidos, asumieron también gran número de elementos de la tradición jurídica española. No establecieron un listado de derechos del hombre, pero a lo largo de su texto aparecen algunos como el derecho a la libertad y el derecho a la propiedad.

Su vigencia fue muy breve, cuando Fernando VII logró retornar tras la derrota de los invasores franceses, en la primavera de 1814, se negó a jurar la Constitución y la hizo derogar, con el apoyo de la nobleza, buena parte del clero y hasta de las masas populares, que veían en los constitucionalistas a una élite intelectual peligrosa e impía y reclamaban a voces el restablecimiento de la Inquisición.

“La Pepa” volvería a la luz tras seis años de despiadado absolutismo, gracias al movimiento desencadenado por el general Rafael Riego, quien el 1 de enero de 1820 se sublevó en Cabezas de San Juan, Sevilla, apoyado por el Regimiento de Asturias, negados a embarcar a América para combatir los alzamientos independentistas. En los días que siguieron se sumaron a la rebelión otros cuerpos militares, unidos bajo el reclamo de restablecer la Constitución. Fernando VII temió terminar como su pariente Luis XVI y, con más miedo que convencimiento, juró el 9 de marzo fidelidad a la Carta Magna ante las Cortes establecidas en Madrid y se estableció el gabinete de ministros que con él gobernaría. Este nuevo orden se sostendría apenas hasta fines de 1823 y se conocería como Trienio Liberal.

La noticia de estos sucesos solo se conoció en La Habana el 15 de abril de 1820 y funcionó como una reacción química en cadena. Al día siguiente se sublevó el Batallón de los Catalanes, sus miembros irrumpieron con violencia en el palacio del gobernador Cajigal, lo amenazaron con un puñal y lo obligaron a declararse fiel a la Constitución en la Plaza de Armas. El asunto se legalizó el 17 cuando el anciano jefe juró en la Catedral, ante un crucifijo y con la presencia del obispo Juan José Díaz de Espada, ser fiel al documento que parecía poner fin al absolutismo monárquico. Se dice que durante la ceremonia ambos temblaban.

Tales temores parecían más que justificados. En el terreno militar se produjeron confrontaciones, dentro y fuera de La Habana, entre los leales a Fernando y los seguidores de Riego. Si cabe, esto todavía fue más insidioso en el plano civil, los grandes hacendados criollos, entre ellos su vocero ideológico Francisco de Arango y Parreño, eran partidarios del absolutismo, pues tenían fuertes acuerdos con el Trono, beneficiosos para su economía, sin embargo, muchos comerciantes peninsulares, aliados con sus colegas de España, buscaban romper el monopolio de los sacarócratas y beneficiarse personalmente con ciertos privilegios de la nueva situación, eran llamados “el partido de los uñas sucias” y tomaron como cabeza de ellos a un sacerdote español, escandaloso y grosero, Tomás Gutiérrez de Piñeres, quien dirigió verdaderas algaradas callejeras y riñas tumultuarias, y fue abierto enemigo de Arango y de Varela.

De acuerdo con el artículo 368 de la Carta, era preciso establecer Cátedras de Constitución “en todas las universidades y establecimientos literarios, donde se enseñen las ciencias eclesiásticas y políticas”(2) y así lo dispuso un Real Decreto del 24 de abril de 1820. El 11 de septiembre siguiente la Sociedad Patriótica tomó cartas en el asunto, el Intendente de Hacienda Alejandro Ramírez, temeroso de que la iniciativa fuese arrebatada por la Universidad, sabedor de que los dominicos que la regían eran contrarios al régimen constitucional, encargó del asunto al obispo Espada, a quien se pidió que redactara el reglamento de la Cátedra y la estableciera en el Seminario. La Sociedad correría con los gastos.

El 18 de octubre ya se había aprobado el Reglamento en una junta de la Sociedad y se convocó a oposiciones para nombrar el catedrático. Es el momento en el que el Obispo indica al joven sacerdote Varela que aspire a tal cargo. Con su autoridad venció las reticencias de este, que no se sentía preparado en asuntos jurídicos y lo obligó a presentarse a los ejercicios, junto a otros candidatos quienes, en la víspera de ellos, se retrajeron para que el Maestro accediera sin dificultades al puesto. Tomo posesión de él el 7 de enero y las clases se iniciaron el 18 de ese mes, en el Aula Magna del Seminario que era por entonces una pieza larga y estrecha con ventanas al puerto, ubicada donde está hoy la entrada principal del edificio. Se pudo admitir una matrícula de 193 personas, de los que, por cierto, apenas 41 habían sido antes alumnos de Varela en Filosofía. Como asegura José Ignacio Rodríguez en su biografía del Maestro:
Además de los alumnos, era tan grande el concurso de pueblo que concurría a estas lecciones de política, como se las solía denominar, que aunque el local escogido para darlas era el aula magna del Colegio, los asientos todos de las bancas estaban ocupados, y “un público numeroso se agrupaba á la puerta y á las ventanas, manteniéndose allí de pie por una hora, para tener el gusto de escucharle."(3)
Asombra cómo el novel catedrático pudo preparar en tan corto tiempo tal curso. Es evidente que no solo se estudió el texto constitucional, sino que revisó el Diario de Sesiones de las Cortes entre 1812 y 1814 para conocer los criterios particulares de los legisladores y los debates generados en diversos aspectos fundamentales. Además, su experiencia como profesor de Filosofía le había permitido acumular amplias lecturas que iban desde el Leviatán de Hobbes a los Tratados sobre el gobierno civil de Locke, el Espíritu de las leyes de Montesquieu, clásicos ya en materia de política, pero también queda claro que estaba asombrosamente actualizado, como para citar a su contemporáneo Benjamin Constant, autor de obras que por entonces eran novedades en el mundo como los Principios de política aplicables a todos los gobiernos representativos, publicados en 1815, y el Curso de política constitucional que había visto la luz entre 1818 y 1820, lo cual era absolutamente asombroso para alguien que no había salido de una colonia española.

En el discurso o prima lectio con el que inauguró el curso destacó las razones para la existencia de la Cátedra:
Yo llamaría a esta cátedra, la cátedra de la libertad, de los derechos del hombre, de las garantías nacionales, de la regeneración de la ilustre España, la fuente de las virtudes cívicas, la base del gran edificio de nuestra felicidad, la que por primera vez ha conciliado entre nosotros las leyes con la Filosofía, que es decir, las ha hecho leyes; la que contiene al fanático y déspota, estableciendo y conservando la Religión Santa y el sabio Gobierno; la que se opone a los atentados de las naciones extranjeras, presentando al pueblo español no como una tribu de salvajes con visos de civilización, sino como es en sí, generoso, magnánimo, justo e ilustrado.(4)
Nótese, en primer término, que no hace alusión al nacimiento de la cátedra por Real Orden, ni siquiera a la coyuntural circunstancia de Cuba, sino a algo más general, el hecho de la existencia de una Constitución como fuente de virtudes cívicas, que ha opuesto al despotismo un gobierno que no atenta contra la religión ni imita el ejemplo de la Francia revolucionaria durante el Terror instaurado por la Convención jacobina, regicida y anticristiana. Obsérvese que el político Varela sigue siendo el profesor de Filosofía que se preocupa por formar valores en sus alumnos. Las lecciones que va a impartir, más que de comentario literal de la Carta son en realidad clases de cívica, las primeras que se ofrezcan de forma sistemática en Cuba colonial y no responden a un espíritu partidista: Varela no se ha unido a los constitucionalistas escandalosos de Piñeres, ni al bando absolutista de los hacendados. Es un liberal moderado, un reformista avanzado, alguien que conjuga religión y civilidad para evitar las violencias de los extremistas de uno y otro bando.

Conocemos de primera mano el programa del curso porque él lo detalla en otro pasaje de su peroración:
Expondremos con exactitud lo que se entiende por Constitución política, y su diferencia del Código civil y de la Política general, sus fundamentos, lo que propiamente le pertenece, y lo que es extraño a su naturaleza, el origen y constitutivo de la soberanía, sus diversas formas en el pacto social, la división y el equilibrio de los poderes, la naturaleza del gobierno representativo, y los diversos sistemas de elecciones, la iniciativa y sanción de las leyes, la diferencia entre el veto absoluto y temporal, y los efectos de ambos, la verdadera naturaleza de la libertad nacional e individual, y cuáles son los límites de cada una de ellas, la distinción entre derechos y garantías, así como entre derechos políticos y civiles, la armonía entre la fuerza física protectora de la ley, y la fuerza moral.(5)
Seguidamente advirtió a su alumnado de la inexistencia de un libro de texto, algo explicable si se tiene cuente el brevísimo tiempo que tuvo para preparar su curso. Pero hasta de esa carencia hace una virtud, en vez de impartir una materia convencional que los discípulos aprendan mecánicamente para examinar, va a sustituir la memoria por el debate: “en lo sucesivo no será la memoria, que es la más débil de las operaciones del alma, sino los sentidos con repetidas impresiones, el órgano de nuestra inteligencia.”(6) Lo que se proponía el educador no era que los matriculados pudieran repetir un prontuario de categorías políticas y principios jurídicos, sino que mediante el intercambio modelaran su conciencia como ciudadanos.


Si bien Varela no pudo escribir de forma detallada las lecciones de su curso como había hecho con las de Filosofía, dio a la luz en ese mismo año 1821 un folleto titulado Observaciones sobre la constitución política de la monarquía española(7), compuesto por una breve Introducción y diez observaciones que nos ilustran sobre los contenidos e ideas que trasmitía a sus alumnos. La novedad de estas opiniones en el foro cubano, su audacia y alcance, merecen que nos detengamos en algunas de ellas.

En la Observación primera se dedica al tema de la Soberanía. Apoya el artículo 3 de la Constitución que deposita ésta en la Nación y, a propósito, desde el primer párrafo cuestiona la autoridad de los reyes, que obtienen su poder por la fuerza o por “renuncia voluntaria de los individuos de una parte de su libertad”(9), es decir, se refiere al “contrato social”, tal y como lo habían defendido los contractualistas europeos, pero asocia esto no con un supuesto estado de salvajismo inicial, a la manera de Rousseau, sino con el Génesis, la autoridad de los patriarcas y el surgimiento de las tribus.

Define con mucha claridad que:
Nada más razonable y justo; pues si el pueblo es quien ha de renunciar una parte de su libertad voluntariamente, y no por violencias tiránicas, contrarias a toda justicia y razón, a él toca exclusivamente el derecho de establecer sus leyes fundamentales, que incluyen estos derechos renunciados, esta parte de libertad que pierde cada individuo en favor de la sociedad, y en él reside esencialmente la soberanía, que no es otra cosa sino el primer poder y el origen de los demás.(9)
Varela refuta la doctrina del derecho divino de los reyes apoyado en la Sagrada Escritura, incluso en el pasaje más citado a favor de éste que es Carta a los Romanos (13,1-2)(10). Sigue un camino semejante al del teólogo y jurista español Francisco Suárez (1548-1617) en su Tratado de las leyes (1612) que se atiene al principio contractualista y considera que el carácter del Estado es humano y no divino. Difiere radicalmente del obispo francés Jacques Bossuet (1652-1704) quien en su “Discurso sobre la Historia Universal” (1681) interpreta de manera tendenciosa La ciudad de Dios de San Agustín para afirmar que la historia está dirigida por la Providencia quien coloca a los reyes en sus tronos desde los que deben hacerse aconsejar por los obispos. De modo que Varela, sin decirlo, rechaza el primer título de las monarquías absolutas: “Por la gracia de Dios”.

Quizá sin tenerlo muy claro se ha unido al ala más liberal de los constituyentes de 1812: el canónigo Diego Muñoz Torrero, Agustín Argüelles, el Conde de Toreno, Antonio Alcalá Galiano y el poeta Manuel José Quintana, cuando afirma:
Demos, pues, al César lo que es del César, que se reduce a una potestad temporal conferida por los pueblos, y que ningún individuo debe desobedecer. Demos a Dios lo que es de Dios, observando su santa ley y los deberes esenciales de justicia en cualquiera forma de sociedad; pero jamás se diga que un Dios justo y piadoso ha querido privar a los hombres de los derechos, que él mismo les dio por naturaleza, y que erigiendo un tirano, los ha hecho esclavos. El lenguaje de la adulación será muy distinto; pero éste es el de la verdadera religión.(11)
En la “Observación segunda” se ocupa de la Libertad y la Igualdad. Valora positivamente los límites que pone la Constitución a la autoridad real (Título IV, Capítulo I, Artículo 172) y se apoya en sus lecturas de Constant y Montesquieu para definir la libertad:
El célebre Benjamín Constant nos presenta una definición exacta de ella, diciendo que consiste en practicar lo que la sociedad no tiene derecho de impedir. Montesquieu la había definido: el derecho de hacer lo que las leyes permiten; pero como observa el citado Constant, en esta definición se expresa lo que no puede hacer el ciudadano, pero no lo que no pueden mandar las leyes; y si éstas, por el influjo de los gobernantes, llegan a multiplicarse y atacar los derechos de los ciudadanos, queda destruida la libertad nacional e individual de un modo el más sensible; pues se obliga al pueblo, como soberano, a que ejerza su tiranía sobre el mismo.(12)
De esto mismo deriva la diferencia entre el ejercicio de la soberanía por el Gobierno y su posesión con exclusividad:
El gobierno ejerce funciones de soberanía; no las posee, ni puede decirse dueño de ellas. El hombre libre que vive en una sociedad justa, no obedece sino a la ley; mandarle invocando otro nombre, es valerse de uno de los muchos prestigios de la tiranía, que sólo producen su efecto en almas débiles. El hombre no manda a otro hombre; la ley los manda a todos.(13)
Así mismo, el pedagogo va al núcleo mismo de la Igualdad al definirla como “el derecho [de cada uno] de que se aprecien sus perfecciones y méritos del mismo modo que otros iguales que se hallen en cualquier individuo”(14). Todo esto nos prepara para las líneas finales del epígrafe, que con su sintética brillantez son de elocuencia tal que deberían estar grabadas en todos aquellos sitios donde se legisla:
Una sociedad en que los derechos individuales son respetados, es una sociedad de hombres libres, y ésta, ¿de quién podrá ser esclava, teniendo en sí una fuerza moral irresistible, por la unidad de opinión, y una fuerza física, no menos formidable, por el denuedo con que cada uno de sus miembros le presta a la defensa de la patria? ¿Podrá temerse que sufran las cadenas de la tiranía? La independencia y libertad nacional son hijas de la libertad individual, y consisten en que una nación no se reconozca súbdita de otra alguna, que pueda darse a sí misma sus leyes, sin dar influencia a un poder extranjero, y que en todos sus actos sólo consulte a su voluntad, arreglándola únicamente a los principios de justicia, para no infringir derechos ajenos.(15)
En la tercera de las Observaciones define una constitución política como “un conjunto de normas sabias que presenten de un modo constante los deberes sociales, recordando siempre el pacto solemne que ha hecho la sociedad con su gobierno”(16)  y a la vista de otras que conoce, destaca lo adecuado de la Constitución que les ocupa para las características de España pues “presenta la verdadera forma o carácter público de la nación española y que detalla, breve y claramente, las libertades nacionales imprescriptibles, los deberes del rey para con el pueblo y los de este para aquél.”(17)  Para él, esta puede alejar los dos grandes peligros sociales, la tiranía y la anarquía.

No es posible seguir al detalle cada una de las sustanciosas consideraciones que contiene el folleto, habría que organizar para ello otro curso de Constitución. El maestro es partidario de la división de los poderes: legislativo, ejecutivo y judicial y de la función intermediaria del Rey entre ellos; por estas mismas razones apoya la monarquía constitucional aunque no sigue al Conde de Toreno en la noción de limitar al máximo las atribuciones del monarca porque le parece que pueden convertirse las Cortes en un “congreso exaltado”(18)  quizá pensando en los extremos poderes que llegó a atribuirse la Convención francesa entre 1792 y 1795, lo que incluyó la abolición de la monarquía y el proceso seguido al rey. Así mismo difiere de algunos radicales en que acepta la posibilidad del veto real a las leyes. No olvidemos que el pensador escribe desde Cuba, no conoce aún la condición moral de Fernando VII, ni podía adivinar cómo concluiría el Trienio liberal, con graves consecuencias para él mismo.

También está de acuerdo con las buenas razones para fijar un parlamento unicameral y las principales condiciones y facultades de los diputados, así como su inviolabilidad, salvo cuando atente contra la Constitución, lo que incluye el tema religioso:
Cuando la Constitución dice que la religión católica es la única verdadera, no la declara tal, sino que la supone ya declarada y admitida en todo el reino, y que es la voluntad nacional que se conserve perpetuamente, pues la declaración de puntos dogmáticos no pertenece sino a la Iglesia. Luego, cuando un diputado estableciere una discusión semejante, habría traspasado los límites que prefija la misma naturaleza de las Cortes, y está ya clara la perversidad de su intención.(19)
Esta parece una advertencia a las actitudes que pueden tener en las Cortes los liberales más exaltados, generalmente aquellos que militan en la masonería y son partidarios de medidas radicales como las tomadas en Francia revolucionaria.

Hay un detalle muy interesante en la Observación séptima. Los constituyentes procuraron vitalizar el funcionamiento de los tribunales españoles, proverbial por su lentitud. Para ello, algunos llegaron a afirmar que dos sentencias sobre un caso ya debían constituir ejecutoria, entre ellos, el sacerdote, poeta y legislador Juan Nicasio Gallego, quien elaboró unas tablas de probabilidades para intentar demostrar en las Cortes que a lo largo de cuatro instancias no hay mayores posibilidades de verdad que en dos. Lo interesante es que Varela no lo refuta desde el campo del Derecho sino desde la Lógica y las Matemáticas, a partir de la “teoría de las probabilidades” de Pierre Simon Laplace (1749-1827) que él había estudiado con sus alumnos en la sexta de sus Lecciones de Filosofía (1818-1820). Debemos aclarar que Laplace publicó en 1812 su Teoría analítica de las probabilidades y en 1814 el Ensayo filosófico sobre la probabilidad. Varela conocía ya la fórmula llamada “regla de sucesión de Laplace” para determinar las probabilidades de ocurrencia de un evento, lo que Gallego evidentemente ignoraba. También es curioso que lo citara porque el científico no incluía a Dios dentro de su Sistema del Mundo, ni siquiera como hipótesis, y hacía pública ostentación de su agnosticismo. Pero, en cualquier caso, es admirable lo actualizado de la erudición del presbítero cubano.

Apenas tres meses pudo el eminente maestro mantener su cátedra, porque el obispo Espada lo invitó y prácticamente lo obligó a que presentara su candidatura como Diputado a Cortes. Fue electo para ello el 13 de marzo y partió para la Península el 28 de abril. Nunca retornaría a Cuba. En las lecciones de Constitución lo sustituyó Nicolás Escovedo y Rivero (1795-1840), antiguo estudiante del Seminario y profesor de la Universidad, intelectual brillante a pesar de su grave debilidad visual, quien se mantuvo en la Cátedra hasta que el restablecimiento del absolutismo, a fines de 1823, obligó a clausurarla.

A pesar de su corta existencia, la Cátedra de Constitución constituyó una auténtica fuente de educación cívica para aquellos privilegiados que pudieron acudir a ella. Los que llegaron a sus bancos como súbditos, salieron de allí con la formación de ciudadanos. Tales enseñanzas calaron en algunos intelectuales como Luz y Caballero, Saco, Domingo del Monte y motivaron publicaciones como El Americano Libre (1822-23) y su continuador El Revisor político literario (1823). El largo decenio absolutista que seguiría satisfizo los intereses de los hacendados que pactaron con el monarca traidor muy a gusto, pero no extinguió la existencia de un ala reformista liberal y, por otro lado, un sentimiento separatista que se manifestaría en diversas conspiraciones o en el pensamiento de emigrados como el poeta José María Heredia. El esfuerzo no había sido inútil.

Varela se mantuvo muy activo durante su estancia española, aunque las elecciones para diputados de Cuba en 1821 fueron anuladas y, nuevamente electo en 1822, por ausencia de las credenciales no fue admitido en las Cortes junto con sus compañeros Tomás Gener y Leonardo Santos Suárez hasta el 2 de octubre, de modo que fueron legisladores por apenas un año. En ese período presentó al Director de Estudios, el poeta Manuel José Quintana, una memoria redactada a pedido del Obispo Espada, para que se convirtiera en universidad el Seminario de San Carlos.

En el parlamento, tuvo especial cuidado en no aliarse con los clérigos fanáticos, ni con los militaristas, ni con los liberales extremistas. Con energía y prudencia intervino cuando lo consideró necesario en las sesiones. Defendió los derechos del clero diocesano para que no fuera instrumentalizado por el Gobierno ni en su selección para cargos ni en la asignación o privación de recursos; abogó por los desterrados de la Península y por la rehabilitación de los presidiarios a través del trabajo; reclamó que los inmuebles y bienes de los conventos clausurados en Cuba se destinaran a la educación; estuvo alerta para evitar las excesivas facultades que algunos querían conceder al ejército.

Quizá lo más triste para él fue contemplar cómo, aún entre los legisladores más liberales, los asuntos de Cuba debían dejarse como estaban, o eran de ínfima importancia. El proyecto de autonomía en el que trabajó en comisión con otros diputados cubanos, un filipino y varios españoles, fue mandado a imprimir por la Cortes, pero nunca encontró espacio para su discusión; su propuesta para el reconocimiento de la independencia de aquellas naciones de América que ya de facto eran libres, tropezó con los prejuicios de la mayoría y aún el liberal Argüelles lo refutó con argumentos torpes como la falta de preparación de los americanos para la libertad. Nunca pudo presentar su proyecto de abolición de la esclavitud. Para colmo tuvo que asistir a largas sesiones en las que debió decepcionarse de nombres que la habían parecido venerables en la distancia y por aquel panorama caótico donde estaban representados todos los defectos humanos: la hipocresía, la venalidad, la violencia, el egoísmo e incluso las indignidades de varios miembros del clero. A pesar de ciertas elegantes piezas oratorias, aquel parlamento era un campo de batalla, dividido en bandos, mientras el Rey conspiraba con las potencias de la Santa Alianza y especialmente con su pariente Luis XVIII.

La estancia del Padre Varela en la Península no fue muy productiva desde el punto de vista pragmático, pero podemos manifestar que, entre 1821 y 1823, el educador fue educado con la observación de las circunstancias políticas de la Metrópoli y la apreciación de la conducta humana en ella. El que llegó a Cádiz el 7 de junio de 1821 no fue el mismo que huyó de esa ciudad alrededor del 3 de octubre de 1823 a Marruecos y Gibraltar, y de allí a Estados Unidos. Había arribado como un reformista liberal, aspirante a conseguir la autonomía de Cuba y partía, decepcionado absolutamente de la monarquía española y hasta de un amplio sector de los liberales, que no querían saber de libertades para las colonias. El terreno estaba abonado para el independentismo. A su llegada a Estados Unidos, proscrito, embargados sus bienes y condenado a muerte, como el resto de los diputados – unos 90- que habían votado el 11 de julio anterior por la inhabilitación del Monarca(20), podía suscribir la afirmación herediana: “Que no en vano entre Cuba y España/ Tiende inmenso sus olas el mar”

De La Habana había salido con honores y aplausos, al menos de la élite selecta que lo apoyaba. De Cádiz salió a escondidas, tras contemplar la desbandada de los diputados, el avance de las tropas de los Cien Mil Hijos de San Luis comandados por el Duque de Angulema(21) y al monarca traidor vitoreado por las turbas que reclamaban la monarquía absoluta y hasta el inmediato restablecimiento de la Inquisición.

El fin del año 1823 debió ser para Varela, ya en tierra fría y extranjera, algo así como la noche de Cristo en el huerto de Getsemaní. Estaba lejos de su obispo que parecía haberlo abandonado, pues, obligado por las circunstancias, celebró un Te Deum en la catedral habanera por el restablecimiento del absolutismo y escribió una carta pastoral alabando la invasión francesa a la Península. Sus discípulos se habían desbandado y los oligarcas criollos estaban de plácemes con Arango y Parreño. Al parecer todo estaba consumado.


Mas, en 1824, Varela se ha rehecho. Comienza a editar El Habanero, primero en Filadelfia y luego en New York, ya no es un legislador, es un político que ataca las máscaras de la doble moral; la hipocresía de los que prefieren las cajas de azúcar y los sacos de café a la libertad; se opone con energía a los proyectos de anexión de Cuba a nación alguna. Y cuando comprende que en la Isla no hay condiciones para la separación inmediata de España, escribe sus Cartas a Elpidio entre 1835 y 1838, para educar a la juventud en la virtud y en el amor a la patria. El hombre de leyes se ha probado en el dolor, ha conocido el mal de cerca y ahora parece resucitar, de nuevo como educador y en la labor pastoral de su sacerdocio. Ya no es diputado, sino padre y como tal instruye a los hijos para ser libres y piadosos. En los casi treinta años que residió en los Estados Unidos demostró que era a la vez patriota y santo.

En el verano de 1892, José Martí peregrinó a San Agustín de la Florida y después publicaría una corta crónica en Patria el 6 de agosto donde hay una caracterización sabia y fuerte del presbítero:
Allí están, en la capilla a medio caerse, los restos de aquel patriota entero, que cuando vio incompatible el gobierno de España con el carácter y las necesidades criollas, dijo sin miedo lo que vio y vino a morir cerca de Cuba, tan cerca de Cuba como pudo, sin alocarse o apresurarse, ni confundir el justo respeto a un pueblo de instituciones libres con la necesidad injustificable de agregarse al pueblo extraño y distinto que no posee sino lo mismo que con nuestro esfuerzo y nuestra calidad probada podemos llegar a poseer: los restos del Padre Varela.(22)
Unas líneas más adelante, después de fundar allí, en San Agustín, el club revolucionario “Padre Varela”, dice: “aquí estamos de guardia, velando los huesos del santo cubano, y no le hemos de deshonrar el nombre”(23).

Hoy esos huesos venerables reposan en el Aula Magna de la Universidad, ante ellos oró el 23 de enero de 1998 San Juan Pablo II. Nos toca a nosotros velar con sus obras ante los ojos y el corazón, para que esta Constitución que hoy se elabora, lleve la impronta del “santo cubano”, para el bien de los cristianos y de todo el pueblo de Cuba.(24)


Juan Pablo II, Encuentro con el Mundo de la Cultura
Aula Magna de la Universidad de La Habana
23 de enero de 1998
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  1. Podrían citarse el proyecto de constitución autonómica de José Agustín Caballero (1811) y el de constitución separatista de Joaquín Infante en ese mismo año. Cf. Beatriz Bernal Gómez: “Propuestas y proyectos constitucionales en la Cuba del siglo XIX”. En memoria de Francisco Tomás y Valiente", ed. Universidad de Salamanca, Salamanca, 2004, pp. 861-872.
  2. Constitución de Cádiz de 1812, Título IX, Capítulo único, artículo 368.
  3. José Ignacio Rodríguez: Vida del presbítero don Félix Varela. Nueva York, Imprenta de “O Novo Mundo”, 1878, pp.165-166.
  4. FV: Discurso pronunciado por el presbítero Don Félix Varela, en la apertura de la clase de Constitución de que es catedrático”. Félix Varela y Morales: Obras. La Habana, Biblioteca de Clásicos Cubanos, Editorial Cultura Popular y Ediciones Imagen Contemporánea, 2001, Tomo 2, p.4. Todas las citas de Varela se hacen por esta edición salvo que se indique lo contrario.
  5. Ibid, pp.5-6.
  6. Ibid, p.6.
  7. FV: Observaciones sobre la constitución política de la monarquía española. La Habana, Imprenta de D.Pedro Nolasco Palmer e hijo, 1821.
  8. FV: Observaciones. Obras, Tomo 2, p.11.
  9. Ibid, p.12.
  10. “Sométanse todos a las autoridades constituidas, pues no hay autoridad que no provenga de Dios, y las que existen, por Dios han sido constituidas. De modo que, quien se opone a la autoridad, se rebela contra el orden divino, y los rebeldes se atraerán sobre sí mismos la condenación” (Rm 13, 1-2)
  11. FV: Observaciones. Obras, Tomo 2, pp.15-16.
  12. Ibid, p.16.
  13. Ibid, p.17.
  14. Ibidem.
  15. Ibid, p.18.
  16. Ibid, p.19.
  17. Ibidem.
  18. Ibid, p.25.
  19. Ibid, p.42.
  20. El 11 de julio de 1823, a propuesta de Alcalá Galiano, los diputados a Cortes votaron por la inhabilitación de Fernando VII, alegando su “demencia temporal”, al negarse este a trasladarse con el Legislativo de Sevilla a Cádiz. Se temía que, como ocurrió, se refugiara con las tropas invasoras francesas y desde allí enfrentara al parlamento y restableciera el absolutismo. Tanto el Monarca como el jefe de los invasores vieron en tal inhabilitación una actitud semejante a la de la Convención gala cuando despojó en noviembre de 1792 a Luis XVI de su inmunidad, lo que precedió a su proceso y condena a muerte. Tales referencias explican el ensañamiento de Fernando con los que apoyaron su supuesta locura.
  21. Luis Antonio de Borbón era hijo de Carlos de Borbón, Conde de Artois y sobrino de Luis XVI quien le obsequió al nacer el título de Duque de Angulema. Casó con María Teresa, la hija del monarca guillotinado, tras haber sido liberada esta de la prisión del Temple y enviada al exilio. Todo esto explica la enemistad absoluta del noble con cualquier vestigio de liberalismo. Representaba el rencor de la reacción contra los revolucionarios. Tras la muerte de su padre que reinó como Carlos X se suponía que accedería al trono de Francia con el nombre de Luis XIX, pero las circunstancias políticas de Francia lo impidieron.
  22. José Martí: “Ante la tumba del padre Varela”. Obras completas, La Habana, Centro de Estudios Martianos, Colección digital, 2007, tomo 2, p. 96.
  23. Ibid, p. 97.
  24. En la elaboración de este texto debí emplear una gran variedad de materiales, pero quiero destacar especialmente mi deuda con dos textos, la biografía Pasión por Cuba y por la Iglesia de Monseñor Carlos Manuel de Céspedes y el estudio Por la vida y el honor. El presbítero Félix Varela en las Cortes de España. 1822-1823 del Padre Manuel Maza Miquel SJ.

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Ver textos anteriores de Roberto Méndez Martínez, en el blog 

Celosa por los recuerdos de una ex (por Cecilia Alegría, La Dra. Amor)

Nota del blog: Espacio semanal de Cecilia Alegría, La Dra. Amor, dedicado al amor de pareja.


Querida Dra. Amor: 
Mi novio y yo tenemos seis meses juntos. Él me dice que tiene muchos problemas, que está confundido, que no sabe lo que siente por mí. Tiene 21 años y yo 20. Siempre me negué a enamorarme porque me da mucho miedo sufrir, pero me enamoré de él… a veces siento que me usó para olvidarse de otra persona, lo que pasa es que cuando lo conocí él estaba supuestamente enamorado de otra, y ahora yo me muero de los celos cuando lo llamo y no me contesta. Pienso que está con ella. No sé si darle tiempo o terminar esta relación. Yo lo amo y hasta hace unos días yo sentía que él también. ¡Necesito su consejo por favor! 
Viviana

Querida Viviana,

Eres muy joven todavía...y por lo visto, insegura para el amor... Si como supones él te eligió para olvidar a su ex... es hora de que se lo preguntes suave pero directamente. ... y si su respuesta no te convence... vas a tener que separarte de él porque es evidente que no le tienes confianza.... y es más, es probable que para él hayas sido ese “clavo que saca otro clavo”… tú misma dices que él afirma no saber qué siente por ti porque está “confundido” y ya llevan 6 meses de relación, tiempo suficiente como para saber si tú eres la chica con la que quiere construir una relación de pareja o no.

Tu visión del amor como un proceso doloroso no es válida… El verdadero amor no tiene por qué hacernos sufrir... por el contrario, nos hace felices y mejores personas cuando es retribuido... lo que pasa es que hay mujeres como tú que, con esos pensamientos negativos sobre el amor atraen justamente a los hombres equivocados a sus vidas... Tú estabas temerosa de enamorarte porque creías que ibas a sufrir y eso es justamente lo que estás consiguiendo ahora. Pensamientos negativos atraen realidades negativas. Tú cavas tu propia tumba.

Por otro lado, ya es hora de que comiences a analizar porqué eres celosa… Si no cambias ese aspecto de tu personalidad, no vas a poder ser feliz en el amor, con ningún hombre... Comienza a superarte como ser humano para estar mejor preparada cuando el amor verdadero toque a tu puerta… Tienes que mejorar como mujer, afectiva y espiritualmente… Y decirte cada día que serás feliz en el amor. Pero para ello, tienes que ser feliz como persona, individualmente, primero. ¡A prepararse se ha dicho!






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Cecilia Alegría, La Dra. Amor (www.ladoctoraamor.com): Consejera de Parejas, Love and Life Coach, Conferencista Internacional, Periodista y Conductora de Radio y TV. Destaca en los Medios Latinos en Miami dando consejos sobre cómo triunfar en el terreno amoroso y ayudando a miles de parejas a resolver sus problemas. Forma parte del grupo fundador de profesores del programa Universidad de la Familia.
Ha publicado nueve libros entre los que se encuentran: Comunicación Afectiva=Comunicación Afectiva (Espasa Calpe, España, 2000). 120 preguntas y respuestas para ser mejores personas (Editorial Norma, Colombia, 2004), No hay amor más grande (Editorial Aragón, USA, 2012), Amando un Día a la Vez(Ediciones Varona, U.S.A. 2015), Al rescate de tu comunicación de pareja (Ediciones Varona, USA 2017), Sexo Sagrado y Lazos del Alma (Indie Publishingnbsp, 2018), Alessia (Book Master Corp. 2019) Cuando el amor te llame, síguelo. 70 revelaciones sobre el amor y el desamor (2020)

Bryan Adams


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