Friday, July 25, 2025

La dramaturgia de Sam Shepard llega a los escenarios de Miami. (por Wilfredo A. Ramos)


La programación teatral de Miami, a pesar de las dificultades -las presentes y las habituales- persiste en llevar a las tablas propuestas que satisfagan las expectativas del público amante de dicha manifestación artística y por ello se enfoca en ofrecer diversidad a la hora de escoger textos, géneros y estilos de trabajo, lo que pone en entredicho la manida aseveración que gustan de repetir algunos agoreros, de que en Miami no hay teatro. Como hemos ya señalado en múltiples oportunidades, no podemos esperar -aunque ese fuera nuestro deseo- que esta ciudad pueda disfrutar de una vasta programación teatral al estilo de la de los importantes circuitos teatrales mundiales, pero si, teatro y más del esperado, se hace en esta ciudad, con esfuerzo y perseverancia, de todo tipo y niveles de calidad por supuesto, como en todas partes.


Y a propósito de lo anterior, es que hablaremos de la presentación, los pasados 20, 21 y 22 del pasado mes de junio -si, solamente tres días, pero ya se anunciaron otras funciones los dias 5, 6,7, 12, 13 y 14 del próximo mes de septiembre- de la obra “Fiebre de ti”, dirigida por el cubano Yeandro Tamayo, en el escenario del Inkub8 Studio, de la popular barriada de Wynwoods, espacio que ha servido ocasionalmente a otras representaciones teatrales. Esta puesta, resultante de una adaptación, realizada por el propio director, de la obra del conocido dramaturgo norteamericano Sam Shepard, “Fool for Love”, contó con las actuaciones de Amalia Gaute, Luis Manuel Bangan y Omar Rolando, estando la producción a cargo de Soul Entertainmet.

Sam Shepard (1943-2017), fue guionista, actor, dramaturgo y director teatral, pasó sus primeros años de vida dentro de un ambiente rural, lo que lo llevaría a pensar en convertirse en veterinario, comenzando para ello a estudiar agricultura, carrera que prontamente abandona para unirse a un grupo de teatro ambulante, el Bishop’s Company Repertory Players, permaneciendo con ellos durante dos años solamente, pasando entonces a residir a la ciudad de New York donde continua con su insipiente carrera teatral, haciendo su pronto debut como autor teatral en 1964, cuando lleva a los escenarios, al mismo tiempo, sus dos primera piezas: “Cowboys” y “The Rock Garden” en el Genesis Theatre, recibiendo satisfactorias críticas por ambos trabajos. A partir de entonces sus obras entran al circuito de Off-Off-Broadway. Pasa más tarde a residir un corto tiempo en Reino Unido, donde sus obras suben a las tablas con total éxito. Con treinta años cumplidos, Shepard ya había escrito alrededor de treinta obras, lo que muestra su intenso y constante trabajo creativo. De regreso a los Estados Unidos, se asienta como autor residente del Magic Theatre en la ciudad de San Francisco, donde permanece por diez extraños, etapa donde escribe tres de las obras que lo llevaran a la cimentación de su nombre, tales como: Curse of the Starving Class (1976), Buried Child (1979), obra por la que obtiene un Premio Pulitzer y True West (1980).

A pesar de haber estado escribiendo guiones de cine desde la década de los sesenta para directores de cine de reconocido prestigio internacional, como el de la aclamada cinta Paris, Texas, del director Wim Wenderses, filme que obtuviera la Palma de Oro en el Festival de Cine de Cannes, no es hasta a partir de 1978 que inicia su carrera como actor en dicho medio, participando en filmes como Renaldo y Clara, Days of Heaven, Fool for Love (basado en su propia obra), Steel Magnolias, Hamlet, The Pledge, Right Stuff (por la cual alcanzara una nominación como actor de reparto a los Premios Oscar de la Academia de Cine), Brothers, Mud, extendiéndose su participación a más de cuarenta títulos.

A lo largo de su trayectoria artística estuvo nominado y obtuvo numerosos premios, tales como el Oscar, BAFTA, Drama Desk Awards, Emmy, Golden Globes, Oliver, Pulitzer, Tony, Lone Star Film & TV Awards, entre muchos más, destacándose los diez Obie Awards obtenidos en sus diez nominaciones al mismo. Después de su fallecimiento vieron la luz su novela The One Inside y un texto de crónicas acerca de sus propias vivencias a partir de las consecuencias sufridas debido a su padecimiento de la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), titulado Spy of the First Person. Fragmentos de ambos libros fueron leídos por algunos de sus más cercanos amigos durante un acto de recordación celebrado en la ciudad de New York, en el año 2017.

Con respecto a la obra de Shepard, “Fool for Love” (Tontos por amor), en que se basa la puesta que nos trae a estas líneas, fue ésta una de sus cuatro obras con las que alcanzó a ser nominado a los prestigiosos Pulitzer Awards y que se encuentra incluida dentro de su quinteto de textos dramáticos que tienen como centro a la familia, junto a The Curse of the Hungry Class, 1977; The Buried Chield, 1979; True West, 1980 y Mental Lie, 1985.

La obra que se mueve dentro de un ciclo decadente y claustrofóbico, tiene como escenario un destartalado motel de carretera en el desierto de Mojave, árida región del Suroeste de los Estados Unidos, a donde el personaje de Eddie llega para intentar convencer a Mary -su amor de toda la vida- de irse a vivir juntos en una granja en el estado de Wyoming, la cual se niega para no repetir los hechos que rodean su escabrosa relación. Es a partir de aquí, que se suceden escenas que van desde la violencia hasta el desgarramiento personal en la actitud de ambos. A estos dos personajes en escena el autor agrega un tercero, el de El Viejo, que desde un segundo plano, sentado en un sillón lo observa todo y habla en precisas ocasiones con los otros dos, aunque en realidad no sea más que la imagen del padre fallecido de ambos. Un cuarto personaje entra pasada la mitad de la obra, Martin, el cual llega con el propósito de llevar a la mujer al cine, el cual no es trabajado con la misma profundidad que los anteriores, pero que se deja ver como un hombre poco seguro. Con la entrada a escena de este cuarto personaje, el autor nos sugerirá el supuesto interés de Mary por comenzar una nueva vida.

Este ambiente, en el cual la crisis de identidad, el desbordamiento de las emociones, conduce a sus personajes a conductas autodestructivas, provoca que los mismos queden atrapados en la disyuntiva tumultuosa que les pone por delante sus respectivas vidas, de la cual no encontrarán salida alguna. A través de este texto Shepard nos lanza al rostro la crudeza y complejidad de las relaciones humanas, en su más retorcida existencia, remitiéndonos al conocido teatro norteamericano del siglo XX, de autores tales como Eugene O’Neill, Tennesse Williams y Arthur Miller.

LLegando al objetivo que nos ha traído hasta aquí, el cual es la adaptación que de esta última obra de Sam Shepard, de la cual hemos venido hablando, ha sido realizada por Yeandro Tamayo bajo el título de Fiebre de ti, tenemos que admitir que nos sorprendió el que en esta producción se eliminara de escena el personaje de El Viejo, porque al hacerlo se deja fuera de la representación a aquel sobre el cual recae el peso de los acontecimientos, siendo el individuo provocador del conflicto causante de los traumas que arrastran sus dos hijos, envueltos estos en una relación brutalmente incestuosa, situación que los hace llevar vidas sumidas en miedos, culpas y rechazos. Que el autor de la pieza colocara a dicho personaje sobre el escenario y que estando aún muerto pueda así comunicarse y hacer comentarios dando su versión sobre la realidad de los hechos, es un acierto dramatúrgico perfectamente pensado y logrado, con el que se contribuye al enrarecido ambiente tóxico de la obra. La ausencia en escena de este determinante personaje en la presente adaptación, dejándolo tan sólo uno referido, provoca cierto grado de disminución en la intensidad dramática, des-acentuando la complejidad psicológica de que hace gala el dramaturgo en su texto.


Un acierto de la puesta, es la relación que se establece espectador-escenario, al encontrarnos en una especie de teatro-arena, pero donde el primero se encuentra situado a ambos lados del segundo, permitiendo de esta manera al público sentirse incluido dentro del ambiente físico que se desarrolla ante su mirada. Esta disposición escénica provoca una sugestiva mirada “voyerista”, ofreciendo un guiño de complicidad con la acción, obligando por tanto a los actores a desenvolverse en un espacio en el cual están sintiendo dicha mirada desde cualquier angulo en que se encuentren con igual intensidad y haciendo que el espacio a su alrededor sea más opresor.

En referencia al desempeño actoral y la concepción de sus personajes, los tres actores -Amalia Gaute (Mary), Omar Rolando (Martin) y Luis Manuel Alvarez (Eddie)- dan muestra de una buena preparación, mostrando el logrado trabajo con que se apoderan de los mismos. Cada uno de ellos transmite las complejas características psicológicas con que el autor los ha dibujado en este texto dramático. Tal vez, pudo haberse tenido en cuenta cierto equilibrio en el control de las energías por parte del trabajo de los intérpretes, que evitara el que se acudiera a los gritos tan reiteradamente. No siempre la violencia es necesaria dejarla salir de tal forma, algo que debió ser revisado por parte de la dirección de la puesta. Si nos vemos en la obligación de destacar la magnífica labor que logra Alvarez en su incorporación del personaje de Eddie, palpable en cada uno de sus movimientos, sus gestos faciales, sus silencios expresivos y hasta la fuerte intensidad de su mirada que por momentos deja asomar el enrojecimiento de un contenido y crispado llanto, con que el actor acapara la atención del escenario por completo.


Desde nuestro punto de vista, existen tres aspectos que consideramos necesario señalar, los cuales aunque se relacionan también con el desenvolvimiento de los actores, recaen inobjetablemente sobre la dirección del espectáculo. El primero de ellos es la excesiva utilización de palabras soeces para apoyar algunos momentos de violencia que muestran determinadas partes del dialogo entre ambos protagonistas de la obra -Eddie y Mary- los cuales no aparecen en el texto original. Solo cuando la mujer se refiere a cierto olor del órgano sexual femenino que ella cree sentir en las manos del hombre, podría resultar algo vulgar la palabra. La utilización de un tan soez léxico con intensión de reforzar la crudeza y agresividad del ambiente y la acciones que en el se suceden resultan en realidad innecesarias, más aún cuando éstas son propias del lenguaje cubano.

El segundo elemento a tener en cuenta, se encuentra estrechamente relacionado con el anterior. En una entrevista realizada al director y autor de esta adaptación teatral, encontrada en Internet, el mismo afirma a propósito de su trabajo, que con el mismo pretende ofrecer “una mirada más contemporánea” así como también “aportar una visión renovada que cautivara a la audiencia moderna”, aspectos que supondrían una detenida intervención sobre el texto, la acción o la concepción dramatúrgica de la pieza, algo que no encontramos presente en lo visto sobre las tablas. Si con contemporaneidad y renovada mirada se refiere a la ‘cubanización del lenguaje y la gesticulación’, consideramos que tales acciones no añaden valor alguno a la pieza, por el contrario, le restan. El uso de tales expresiones vulgares resulta innecesario y no aportan nada novedoso al desarrollo de los acontecimientos en la obra ni al de los personajes, olvidando por demás que nos encontramos en la ciudad de Miami -no precisamente en Cuba- donde el público procede de diferentes partes del mundo y rechaza tales niveles de grosería, que lamentablemente se asoman con demasiada cotidianidad en muchas de los textos dramáticos de aquel país en la actualidad.

El tercer factor a considerar en esta propuesta, es que el director-adaptador, elimina de la misma toda referencia al lugar original donde se desarrollan los hechos, despojándola de pertenencia a un espacio físico real y por ende de la posibilidad de nombrar lugares u objetos que hagan referencias al lugar donde se lleva a cabo la acción planteada en la obra. Con esto, se despoja a los personajes de valiosas características con que el autor los construye, necesarias para la comprensión del comportamiento de los mismos. Ello hace que desaparezca de la vista del espectador elementos necesarios del ambiente que rodean sus historias, situando la misma en un contexto indeterminado, carente de un emplazamiento geográfico que sirva de marco a la anécdota y la justifique.


Una última consideración, a manera de reflexión general, tiene que ver con el hecho que habitualmente los directores de escena cada vez que toman en sus manos un texto dramático, con el fin de llevarlo a escena, realicen adaptaciones o versiones, alterando en mayor o menor medida la obra original del autor teatral. En estas ‘intrusiones’ al texto, se eliminan o introducen personajes, se cambia el género de la pieza, se altera el argumento, las acciones, en fin se toma el trabajo de ese escritor, su obra de arte y se va contra la misma sin piedad. En la muchas de las ocasiones estos cambios no aportan en realidad nada nuevo a la obra en cuestión, pero si mutilan indiscriminademente el trabajo de creador, al que cada vez con mayor impunidad se le respeta menos. Precisamente, esta obra de Sam Shepar, es de esas obras que no requiere de reelaboración alguna en su texto, debido a que su autor concibió uno de gran solidez dramatica.

No obstante los señalamientos anteriores, es de agradecer que un texto de unos de los destacados dramaturgos de la rica rica escritura teatral norteamericana haya sido traído a nuestras tablas hispanoparlantes, donde no abundan puestas de dichos autores, lo que provoca un gran desconocimiento sobre el teatro del país en donde vivimos. De igual forma tenemos que saludar el empeño de Soul Enterteiment, que bajo la dirección de Rachel Pastor, ha posibilitado la producción de este espectáculo, lo cual nos permite tener la seguridad de contar con nuevas propuestas en una ciudad que se propone siempre mantener a toda costa al teatro hispanohablante con vida.



Wilfredo A. Ramos.
Miami, julio 4, 2025.

Fotos cortesía de la Producción de la Obra.

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