Monday, November 21, 2022

Un poema de Félix Luis Viera

Nota: Cada lunes la poesía de Félix Luis Viera. Puedes leer todos sus textos, publicados en el blog, en este enlace. Traducción al italiano de Gordiano Lupi.                


Poema 53 de La patria es una naranja


53

Cerezas negras. (Guillermo Castillo a punto de la Eternidad.) Yo vivía en el sur de la ciudad de México y Érika Velarde, dos o tres veces por semana, al clarear, caminaba quince o veinte minutos entre corredores arbolados para llegar hasta mí. Amanecido, mirando entre las cortinas, la esperaba con esa impaciencia de quien espera en medio de la vida un tren cargado de guirnaldas. Cuando Érika Velarde llamaba a mi puerta, se sentía el olor de su sexo atravesando la madera. Si el amanecer era soleado, la piel de Érika Velarde mostraba el mismo leve tinte del sol. El sexo de Érika Velarde era frondoso, nocturnal, mas, cuanto yo lo entreabría con mis dedos, era su interior como el interior de las granadas de mi tierra. El cuerpo todo de Érika Velarde era una esponja untada en alcohol. Yo era la flama. Su aliento, después del sobresalto subrepticio, de los quince o veinte minutos que subrepticiamente debió recorrer, se asemejaba al desierto cuando está cerca del mar; olía a peregrinaje, a bala rota. Cuando yo la penetraba sentía más de medio mundo entre las piernas, mientras los gemidos de Érika Velarde indicaban que los cristales llegaban en tropel. Los zumos de sus entrañas tomaban el punto justo de cocción en mi sexo y viajaban hasta mis ojos. En el clímax, ella se desgajaba tal si una confluencia de rayos la estuviera desmembrando. A veces ella era tan Ella que yo no sabía si existía. Los senos de Érika Velarde, tórtolas que iban a levantar vuelo; sus pezones, tortolitas que se sumaban al vuelo (miento: sus pezones eran cerezas negras). Cuando yo poseía a Érika Velarde, estaba seguro de que las cuatro esquinas del planeta se observaban entre sí. Ella se fue del sur de la ciudad de México unos días antes de que yo lo hiciera. La boca de Érika Velarde alcanzaba para que en ella libaran todos los colibríes de la ciudad de México. También, su boca, se había forjado con la medida exacta de mi pene. Hoy pido a Dios y a todos los dioses y a cada dios particular de quien sea, que la ampare. Que la macicez de sus carnes siga regando esta tierra.


53

Ciliege nere. (Guillermo Castillo sul punto dell’Eternità.) Io vivevo nel sud della Città del Messico e Érika Velarde, due o tre volte a settimana, all’alba, percorreva quindici o venti minuti tra viali alberati per venire da me. Dopo il sorgere del sole, guardando tra le tende, la attendevo con l’impazienza di chi attende nel mezzo della vita un treno carico di ghirlande. Quando Érika Velarde bussava alla mia porta, si sentiva l’odore del suo sesso attraversare il legno. Se l’alba era soleggiata, la pelle di Érika Velarde mostrava la stessa lieve sfumatura del sole. Il sesso di Érika Velarde era frondoso, oscuro, ancor più quando lo socchiudevo con le mie dita, il suo interno era come l’interno delle granate della mia terra. Tutto il corpo di Érika Velarde era una spugna inzuppata nell’alcol. Io ero la fiamma. Il suo respiro, dopo il sussulto nascosto, di quindici o venti minuti, che in maniera occulta dovette percorrere, ricordava il deserto quando è vicino al mare. Odorava di pellegrinaggio in modo intenso. Quando io la penetravo sentivo più di mezzo mondo tra le gambe, mentre i gemiti di Érika Velarde indicavano che i cristalli andavano in mille pezzi. Gli umori delle sue parti intime raggiungevano il punto giusto di calore nel mio sesso e viaggiavano verso i miei occhi. In piena eccitazione, lei si distruggeva come se una confluenza di raggi la stesse smembrando. A volte era così Donna che io non sapevo se esistesse davvero. I seni di Érika Velarde, tortore che prendevano il volo; i suoi capezzoli, tortorelle che si univano al volo (mento: i suoi capezzoli erano ciliege nere). Quando possedevo Érika Velarde, ero sicuro che i quattro angoli del pianeta si osservassero tra loro. Lei se ne andò dal sud della Città del Messico alcuni giorni prima che anche io lo facessi. La bocca di Érika Velarde era sufficiente perché in essa si abbeverassero tutti i colibrì di Città del Messico. Pure, la sua bocca, si era forgiata con la misura esatta del mio pene. Oggi chiedo a Dio, a tutte le divinità e a ogni dio di qualunque persona, che la protegga. Che la compattezza delle sue carni continui a irrigare questa terra.





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Félix Luis Viera (El Condado, Santa Clara, Cuba, 19 de agosto de 1945), poeta, cuentista y novelista, es autor de una copiosa obra en los tres géneros.

En su país natal le fue otorgado el Premio David de Poesía, en 1976, por Una melodía sin ton ni son bajo la lluvia; el Premio de Novela de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en 1987, por Con tu vestido blanco, que recibiera al año siguiente el Premio de la Crítica, distinción que, en 1983, le fuera concedida a su libro de cuentos En el nombre del hijo.

En 2019 le fue otorgado el Premio Nacional de Literatura Independiente “Gastón Baquero”, auspiciado por varias instituciones culturales cubanas en el exilio.

Su libro de cuentos Las llamas en el cielo retoma la narrativa fantástica en su país; sus novelas Con tu vestido blanco y El corazón del rey abordan la marginalidad; la primera en la época prerrevolucionaria, la segunda en los inicios de la instauración del comunismo en Cuba.

Su novela Un ciervo herido —con varias ediciones— tiene como tema central la vida en un campamento de las UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción), campos de trabajo forzado que existieron en Cuba, de 1965 a 1968, adonde fueron enviados religiosos de diversas filiaciones, lumpen, homosexuales y otros.

En 2010 publicó el poemario La patria es una naranja, escrito durante su exilio en México —donde vivió durante 20 años, de 1995 a 2015— y que, como otros de sus libros, ha sido objeto de varias reediciones y de una crítica favorable.

Una antología de su poesía apareció en 2019 con el título Sin ton ni son.

Es ciudadano mexicano por naturalización. En la actualidad reside en Miami.

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Gordiano Lupi, periodista, escritor y traductor, nació en Piombino, Italia, en 1960. Fundador, en 1999, junto con Maurizio y Andrea Maggioni Panerini de la editorial La Gaceta Literaria, ha traducido del español a varios autores cubanos, como Alejandro Torreguitart Ruiz, Guillermo Cabrera Infante, Félix Luis Viera y Virgilio Piñera, entre otros. Cuenta en su haber con un amplio trabajo sobre figuras del cine, entre ellas Federico Fellini, Joe D´Amato y Enzo G. Castellari. Ha publicado más de una decena de libros que abarcan diversos géneros, como Nero tropicale, Cuba magica, Orrore, ertorismo e ponorgrafia secondo Joe d´Aamto y Fidel Castro – biografia non autorizzata.

Gordiano Lupi es un luchador por la democracia para Cuba y un promotor de las artes y la cultura de la Isla.

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