Wednesday, August 3, 2011

Mons. Meurice un misionero de la reconciliación

De la homilía de Mons. Dionisio García Ibáñez en la misa de exequias de Mons. Pedro C. Meurice Estíu, S.B.M.I. Catedral de Santiago de Cuba, 31 de julio de 2011. 

Podemos decir todo de él, con todas las opiniones que están marcadas por nuestra manera de pensar, pero sí tenemos que decir de él que era un hombre de Dios, que aspiraba a la santidad, sintiéndose débil y pecador, pero aspiraba a la santidad. Era un hombre de oración, era un hombre de fe firme, era un hombre que amaba a la Iglesia, era un hombre que quería a este pueblo y era un hombre que procuraba en todo momento buscar alguna puerta, algún atisbo, alguna luz, que permitiera que los cubanos nos sintiéramos más unidos; que hubiera un reencuentro, que hubiera una reconciliación entre lo que estaba dividido, y hay veces que solo pensamos en la parte política, pero él buscaba la reconciliación en el hogar, la reconciliación entre los amigos y entre los hermanos. Aquí hay muchas personas que han vivido esa experiencia reconciliadora de Pedro. Cada vez que Pedro hablaba en bien de nuestro pueblo, sabía que lo hacía en nombre de Dios en quién él pensaba; pensaba que estaba haciendo el bien, y lo hacía.

Hace poco prediqué en la Eucaristía en Miami, rodeado de su familia y de sus amigos, ese dolor de un pueblo separado para Mons. Meurice era muy fuerte. Lo vivía en la familia y lo vivía como cubano. Murió allá, él quería morir aquí, Dios quiso que muriera allá; su familia y los cubanos le dieron una despedida muy eclesial.

El que buscó siempre la reconciliación ha muerto allá, para que le despidieran allá, y le hemos recibido aquí para despedirle aquí, porque en definitiva somos un solo pueblo, y no debemos permitir que nada nos separe: que los que estamos aquí nos sintamos hermanos unos de otros, y los que están allá, por tantas circunstancias históricas, políticas, ideológicas, sigan conservando sus raíces y su amor a esta Patria. Que todos los cubanos nos sintamos contentos, alegres de vivir en este país, donde cada uno sea considerado como lo que es, un hijo de Dios; que vale lo mismo el anciano que el niño que todavía no ha nacido, que a toda persona tiene que respetársele su dignidad, su vida, sus derechos; que cada persona es capaz de aportar algo bueno para el bien de la patria. Los cristianos tenemos la responsabilidad grande de que esto se dé. Debemos estar abiertos a todos los hombres de buena voluntad para juntos, sin separar a nadie, acogiendo a todos, nosotros podamos construir una Cuba mejor, que todos sabemos que podemos hacerla mejor.

Eso hermanos es lo que el Señor quiere, eso hermanos es lo que Meurice quería también. Él tenía mucha esperanza en que se fueran dando pasos para que los cubanos nos sintamos todos más hermanos. Esa es una tarea que él nos deja. Él hizo las cosas hasta donde pudo, y llegó ahí, nos toca a nosotros con nuestra buena voluntad desterrar los odios, los rencores, las prepotencias y buscar entre todos el bien. Fijémoslo bien, el bien para Mons. Meurice es el bien que viene de nuestra fe en Dios, en ese Cristo Jesús que nos revela a Dios Padre, y que nos hace hermanos unos de otros. (leer texto completo en el website de la COCC)

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Foto: Mons. Dionisio García y el arzobispo de Camaguey, Mons. Juan García
(Julio 31, 2011)(Blog Gaspar, El Lugareño, Recibida desde Santiago de Cuba)

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