Friday, March 26, 2010

Crónicas de un recorrido por el laberinto lezamiano

Fotos Blog Gaspar, El Lugareño (by Vanessa Alonso)
Heriberto Hernández en la presentación del libro
Lezama Lima, introducción al laberinto,
de
Roberto Méndez Martínez.
Miami, Padilla's Cigar, 3/25/2010
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Crónicas de un recorrido por el laberinto lezamiano

(Introducción al libro Lezama Lima, introducción al laberinto,
de
Roberto Méndez Martínez)

por Heriberto Hernández
Miami / 09/01/2009


El poeta que aspiraba ya a la perfección, en el recorrido imaginario que habría de hacer poniendo palabras como adoquines en la Vía de las Panateneas, vio las dificultades que entrañaba la ascensión a "la roca sagrada" y decidió recorrer el laberinto ─que se anunciaba como el camino expreso al origen─ antes de escribir el discurso de aceptación de los laureles. Frente a la puerta de la catedral, decidió no penetrar aventurado, sin antes hacer la ofrenda ante el Cemí de madera aún olorosa y el polvoriento estante renacentista, doblegado por las encuadernaciones de una biblioteca de sueños: tiempo, el tiempo que parecía destinado a otras degustaciones más placenteras. Su recorrido por las innúmeras galerías, largos y sinuosos corredores abovedados tallados en la piedra, le han permitido hacerse una idea de la utopía, de la vocación totalizadora de este fabulador que quiso fundar una república sobre las descripciones siempre cambiantes y engañosas de la república.

En la cámara de las sonoridades sucesivas, hubo de entregarse al degustar de la palabra fundida en oro. Oro viejo que hiciera el viaje de regreso en los grabados y las capitulares de los libros, pero que guardaba aún el salitre que atesorara en las bodegas de los galeones. Cómo decantar con precisión el metal noble del destello engañoso de otros metales, en un crisol que ha puesto en el mismo filo, el linaje filosófico de la norma áurea y la novedad transgresora de nuevos lustres, emanados de los hollines de la modernidad. Como segregar, para apreciar su real valor, los acantos clásicos de las guirnaldas renacentistas, los muérdagos de las sagas nórdicas del heráldico lis o el nenúfar romántico. En la retreta lezamiana confluyen el corno francés y la sonoridad en clave nocturna del aire habanero. El poeta, devenido explorador, después de hacer el paseo contemplativo por la aventura que narran los frisos, a la vista del común, ha decidido hacer también el recorrido siguiendo las cartas de navegación, los mapas y claves que fueran habilitadas por el demiurgo (más en el sentido hegeliano que en el concepto platónico) para entrar en la noche insular.

Recuerda en estas páginas de madurez, de algún modo, el asombro juvenil, el desamparo que aflora en la búsqueda solitaria, entre los excesos liricos coloniales y los reductos en que resistía la cultura republicana, de algún pendón emblemático para clavar en la página en blanco. Así, llegar a la sala hipóstila, descifrar los ideogramas y penetrar en la cámara en que están representadas las constelaciones, en que las palabras nombran el tiempo y el espacio, es el símil más exacto de la vida que antecede a la promesa de una era imaginaria, un reino de la imagen en que el hombre es sólo la imagen de si. Un tiempo en que el hombre se consagra a las palabras que ha pronunciado y sólo es libre, como posibilidad, en las que ha de pronunciar.

Estos son los apuntes, las crónicas de un viaje. Un largo viaje que rebaza "los últimos tres lustros" en que el poeta ha decidido dejar testimonio. La decisión de entrar, de trasponer la puerta barroca y penetrar en la era de las confluencias, en que Lezama reina, es como un rito de iniciación en que renovarás los votos cada segundo. Este es un libro fundamental, que habrá de orientarte cuando sientas que el mundo se reduce a una opción en la dispersión de cien caminos. No es una norma, es una colección de hallazgos a los cuales se ha llegado por degustación, por sed. La esencia sustantiva de la fe en la poesía logra, no legitimar su cualidad de sustancia etérea, sino aceptarle como una posibilidad inminente. Así es que "entre la tibieza miserable del agua y la fidelidad miserable del espejo", hay una piedra, "tallada al bulto" por los escapelinos, en la que Lezama logra ver las figuraciones que habitan la otra dimensión. El poeta Roberto Méndez, vistos los cimientos, nos conduce por la torre en la ascensión que nos permitirá ver un nuevo ordenamiento de las constelaciones; que cambiará cada instante como los dados de Mallarme, ya concretos, rescatados de su simbolismo original, y anunciará "un mundo de rotunda y vigente significación".

1 comment:

Los relatos de Maurice Sparks said...

http://losrelatosdemauricesparks.blogspot.com/2010/03/mensajes.html

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