Tuesday, June 25, 2019

Janisset Rebeca Rivero, límpido manantial de donde brota en versos (por Manuel Vázquez Portal)


Para Janisset Rebeca Rivero (Camaguey 1969) la poesía es un refugio con el que, de tarde en tarde, se arropa para encontrarle a la vida un poco de eternidad, o lo que es lo mismo, un poco de belleza. 

Ella es una poeta permanente, pero escribe bisiestamente. Sus dolores personales, sus angustias intimas, su luz interior -única luz posible cuando el universo entero vibra en el cuerpo, y a ella la surca- se le relegan frente al gran dolor, la obscena sombra, la honda pena que padece por su isla alambrada. 

Desde niña se echó su patria al hombro y, como Sísifo inquebrantable, aún sufre todo el peso de saberse hija de una tierra enferma, inhabitable. Si no ha podido salvar su reino, su serrallo por la vía del enfrentamiento constante contra quienes lo oprimen, al menos en la poesía, lo ha mantenido vivo e impoluto. Y es que la poesía jamás podrá ser esclavizada porque tiene un origen inefables y una libertad con que los malvados no pueden. 

Por ello quiero hablar de su poesía, un poco mía también, y de todos, porque la poesía, una vez atrapada por ese oído fino del poeta, se filtra y expande por cada hendija del sentimiento humano y se reparte sin cuotas ni permisos. 

De su activismo contra la dictadura más vieja, más feroz y más sórdida del occidente cristiano sobran testimonios y no redundaré. Pero de sus dos libros de poemas, que crítica y prensas apenas han percibido, intento apuntar algunos detalles. 

Lo primero que sobresale en la poesía de Janisset es un verso limpio y terso, burilado hasta mostrar solo médula. No hay aspaviento retórico ni rebuscamiento intelectualista. Fluyen con la sencillez -esa difícil sencillez a la que Azorín convocaba siempre- con que ella sonríe a la vida o se estremece ante la noche que de tan bella no deja dormir. 

Su verso no es hijo de razones vulgares sino de vibraciones astrales, de esa armonía con que danza el universo todo en los seres sensibles, de esa relación que se establece entre lo ontológico y lo intangible. 

Sus códigos metafóricos no ansían la hermeticidad de los cánones suntuosos, y, las más de la veces, resbaladizos por pretenciosos y remilgados, sino la floración palpable de una florcilla silvestre que estalla en luz y se queda en el ojo como prueba del triunfo de lo elemental, lo prístino. 

Janisset Rivero ha publicado los libros de poesía Ausente, editorial Aduana Vieja, octubre 2008 y Testigo de la noche, Editorial Ultramar, Miami, 2014, y en ambos el verso es ligero y cantarín. Abunda el octosílabo y otros versos de arte menor (aclaro, para los no avisados que se les llama versos de arte menor a aquello que cuentan con menos de ocho silaba, y es puramente un concepto preceptivita, nunca semántico, su significado puede ser tan elevado y trascendente como el mejor de los versos de arte mayor; es decir, de los de más de ocho sílabas) que ponen de manifiesto su oído musical y su dominio de la armonía rítmica.

Del libro Ausente, el escritor cubano, radicado en Francia, William Navarrete ha apuntado: "Leerla significó dar a su persona una nueva dimensión y colocarla inmediatamente entre esas voces femeninas de nuestra lengua que expresan sin artilugios un sentir profundo que sólo el verso puede ofrecer. En Ausente, la poesía, más que un recurso para deslumbrar a los lectores mediante sofisticadas intertextualidades u otras complejas pantomimas culteranas, es curso de aguas cristalinas... ". 

Y es que Jannisset Rebeca Rivero es eso: un límpido manantial de donde brota en versos delicados el agua de la vida. El furor de su militancia política, en la literatura se torna lo que debe ser: indagación serena del ser que somos y su complejísimo entramado de sentires y pensares y gracia para convertirlos en belleza. No enloda el verso con pancartas ni enardecimientos ideológicos.

Este hecho es lo que convoca a William Navarrete a asegurar, muy acertadamente, que "Quien espere entonces encontrar en estos versos consignas políticas, iras contenidas, panfletos incendiarios, lemas de combate, descubrirá que nada de ello encaja en las puntadas limpias con que Janisset Rivero ha dado vida a sus poemas". A lo que yo añadiría que ella no da vida a sus poemas sino que sus poemas nacen vivos, vibrantes, emotivos porque nacen de un universo interior muy imbricado al universo todo. Jannisset es de esos seres por los que el universo fluye como por canales propios para dar a los otros un poco de alivio, sosiego, entereza y hermosura. Prueba de ello son estos versos donde la nostalgia, la añoranza y la esperaza resuman: "Tierra mía,/ dulce capricho verde/ que flota en la distancia,/ sueño con el regreso". Delicadeza lírica que lleva en sí no solo el sentir y el pensar de Janisset sino el de millones de exiliados cubanos, de exiliados todos, en fin.

En Testigos de la noche nos tropezamos con una poeta más hecha, más madura y el verso cobra un aire de tonos salmódicos, más sentenciosos, más arraigados en la indagación interior, en la que las preguntas eternas reaparecen como si se tratara del primer poeta nacido al principio de todos los tiempos, esas preguntas esenciales que millones de poetas aún no han podido responder a pesar de lúcidos y hermosos vaticinios. Y es que el universo interior es solo humano, y el universo todo es aún insondable. Pero Janisset lo intenta y se engrandece en el esfuerzo, porque el verso bello es un poco la respuesta que necesitamos.

A partir de esta realidad poética que se respira en Testigos de la noche, es que el poeta Ángel Cuadra expone: "Es así que ahora se nos presenta Janisset Rivero a enfrentar esas preguntas, a estrenar esas respuestas, y a descubrir esos atajos de la vida de todos y de siempre". Lo que desde el punto de vista nietzshano sería "el eterno retorno" y la comprensión cabal de aquellos versos emblemáticos de poeta Walt Whitman en los cuales se canta a sí mismo porque sabe que con ello le está cantado al universo todo, a la existencia toda y a la indivisible relación entre ambos. Por eso cuando Janisset Rebeca Rivero le canta a la noche, a la tarde, al amanecer intuye que es un testigo excepcional de ese momento irrepetible que le brinda el universo y lo copia como le vibra en el interior y es así que nace el poema que ya compuso otro antes y que compondrá el venidero.

En Testigos de la noche, desde el mismo título Janisset nos hace saber que no busca nada, que sabe que todo está ahí, que ella es ese cosmos infinito y hermoso donde respira y canta, y que no necesita más, y es cuando sus versos se hacen grandes. Ya aprendió para este libro que no es la exuberante información -errada o tendenciosa las más de la veces-, ni la frondosa documentación cultural lo que produce el verso genuino sino la capacidad del poeta para percibir las vibraciones del universo y lograr estremecer al otro como se estremeció ella. 

Aquí, dos poemas de Janisset Rebeca Rivero para que testifiquen a favor de mis palabras sobre ella.



Regreso
(Del libro Ausente)

                
                           Para Amparo.

Es esta larga tarde que cae lentamente
la que evoca el futuro


Tierra mía
dulce capricho verde
que flota en la distancia,
sueño con el regreso.
Imagino lo extraño de la aurora
cuando tanta tristeza
se haya ido.
Y camino, en mis sueños,
tus lugares
desnudos y punzantes.
Y siento una ternura 
inexplicable, 
un deseo indecible
de sanar tus heridas lentamente.
Intuyo el abrazo infinito
de tus hijos, de mis viejos hermanos.
Y sus voces queridas
convertidas en gestos y miradas.
Tierra mía,
no sé por qué
te presiento tan cerca
tocándome los días de la espera
y besándome el alma.



Tristeza
(Del libro Testigos de la noche


La noche es larga y honda
como una queja,
y el hombre
está aferrado a su tristeza.

La vida tiene, a veces, 
la frescura de un beso
y otras
una pregunta
insondable y eterna.

Y la noche deshoja
sus velos apagados, 
como lanzas hirientes
recaen sobre su pecho.
El pecho de la pena,
del recuerdo,
del beso que se acaba.

El hombre se levanta
desnudo
con sus manos sedientas,
suplicantes.
La tristeza acomoda
su grito despiadado
y ensancha su desvelo.



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Ver en el blog 

¿Matrimonio asexual? (por Cecilia Alegría, La Dra. Amor)

Nota del blog: Espacio semanal de Cecilia Alegría, La Dra. Amor, dedicado al amor de pareja.




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Cecilia Alegría, La Dra. Amor (www.ladoctoraamor.com): Consejera de Parejas, Love and Life Coach, Conferencista Internacional, Periodista y Conductora de Radio y TV. Destaca en los Medios Latinos en Miami dando consejos sobre cómo triunfar en el terreno amoroso y ayudando a miles de parejas a resolver sus problemas. Forma parte del grupo fundador de profesores del programa Universidad de la Familia.
Ha publicado diez libros entre los que se encuentran: Comunicación Afectiva=Comunicación Afectiva (Espasa Calpe, España, 2000). 120 preguntas y respuestas para ser mejores personas (Editorial Norma, Colombia, 2004), No hay amor más grande (Editorial Aragón, USA, 2012), Amando un Día a la Vez (Ediciones Varona, U.S.A. 2015), Al rescate de tu comunicación de pareja (Ediciones Varona, USA 2017), Sexo Sagrado y Lazos del Alma (Indie Publishingnbsp, 2018), Alessia (Book Master Corp. 2019)

(Revista Social. Mayo 1924) Gabriela Mistral a Berta Singerman


Monday, June 24, 2019

De la enfermedad del Card. Jaime Ortega


por Joaquín Estrada-Montalván.
 Con información de fuentes cercanas a este blog.


El Card. Jaime Ortega, padece cáncer de hígado en estado terminal, del que se tuvo conocimiento  hace aproximadamente un año.

Su salud se agravó desde inicios de este mes de junio, según comunicaba un email interno de la Conferencia de Obispos fechado el día 4: "la salud del Cardenal se ha quebrantado sensiblemente en los últimos días. Continúa hospitalizado en el Hospital Hermanos Ameijeiras". 

Fue tratado sin éxito en Madrid. Luego estuvo internado en el Hospital Hermanos Ameijeiras de La Habana y finalmente se trasladó a su residencia.

En la noche del pasado jueves 20 de junio su salud se debilitó en extremo y se esperaba que no rebasara esa gravedad. Estuvo sedado e inconsciente durante aproximadamente 36 horas. El arzobispo de La Habana, Mons. Juan García, le acompañó esa madrugada rezando a su lado.

Logró salir de esa breve e intensa agonía, ha podido comulgar, alimentarse por él mismo y se le alivió el dolor físico. Hasta la mañana de hoy 24 de junio de 2019, se mantiene su mejoría. Pidamos al Señor por su Eminencia Card. Jaime Ortega.

Se ordenó sacerdote católico en el año 1964. Ha dedicado  su vida a Cuba.


Card. Jaime Ortega 

  • Nació el 18 de octubre de 1936, en Jaguey Grande, Matanzas. 
  • Fue ordenado sacerdote el 2 de agosto de 1964, en la Catedral de Matanzas.
  • Obispo de Pinar del Río: Nombrado el 7  de diciembre de 1978. Consagrado, el 14 de enero de 1979 diciembre de 1978.
  • Arzobispo de La Habana el 20 de noviembre de 1981.
  • Cardenal el 26 de noviembre de 1994.
  • El Papa Francisco le aceptó la renuncia en abril de 2016.

(por Joaquín Estrada-Montalván. 
Con información de fuentes cercanas a este blog)

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(Revista Social. Marzo 1921) Cuba - USA

El pueblo de Cuba no puede ver con indiferencia este cambio de gobernantes en la nación amiga, que interviene hoy en nuestros dolorosos asuntos internos. (Revista Social. Marzo 1921)

Saturday, June 22, 2019

Volando en Solitario. Pensamiento III (por Orlanda Torres)

Nota del blog: Sección semanal en el blog Gaspar, El Lugareño, gracias a la cortesía de la psicóloga Orlanda Torres, quien ha aceptado la invitación a compartir con los lectores sus consejos y reflexiones sobre los conflictos cotidianos.


La vida es un cambio constante, es un eterno desafío en que permanentemente se presentarán situaciones que nos impondrán nuevos retos.

Los desafíos nos obligarán a romper con viejos esquemas, nos impulsarán a buscar soluciones que nos permitirán cambiar los contextos que estamos sosteniendo.

Quienes deseen vivir sin problemas esquivan la realidad, porque cuando creemos que todo está en calma, siempre surge otro desafío que tenemos que encarar, en eso consiste la dinámica de vivir.



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Orlanda Torres: Psicóloga, Escritora, Educadora, Orientadora Motivacional.

Autora del libro "Volando en Solitario" año 2015, Guayaquil - Ecuador. (Disponible en Amazon Kindle)
-Estudió en Miami Dade College: Certificate of Florida “Child Development Associate Equivalency”. Maestra de Educación Preescolar e Infantil en la ciudad de Miami.
-Licenciada en Psicología graduada en el 02/2017 - Atlantic International University.

-Orientadora Motivacional y Conferencias pueden contactar a Orlanda Torres a través de la página que administra www.fb.com/vivencialhoy

Publicaciones en Revista Sapo - Santiago de Chile – 2016
-La Estancia en el Paraíso de los Sueños
-Relación de Pareja y su gran Desafío
-Es la Felicidad una Elección

Conferencia en Radio - Miami, Florida
-Positivo Extremo Radio: Entrevista 123Teconte “Regreso a Clases y La Adolescencia”
-¿Como aprender a ser feliz?- Edificio Trade Building-.Innobis Coworking, Guayaquil - Ecuador
-La Inteligencia Emocional en la Relacion de Pareja- WENS Consulting Group, Guayaquil - Ecuador
Publicaciones en Revista Sapo - Santiago de Chile – 2018
- Ser Mujer

Administra:
Facebook.com: Orlanda Torres
Instagram: orlanda.torres.3

(Noviembre 2009) Desafíos para la Iglesia Católica en Cuba, en el contexto internacional en los últimos 50 años (por Card. Jaime Ortega Alamino)


El título mismo de esta conferencia ubica a la Iglesia que está en Cuba como parte del mundo que globalmente la envuelve, es decir, en relación con todos los hombres y mujeres que pueblan la tierra. Respecto a la Iglesia que vive en Cuba nuestra mirada se dirige en esta ocasión, al mundo cristiano, a los pueblos de tradición cristiana y a los núcleos más o menos grandes de cristianos en los distintos países del orbe.

Dentro de este conjunto el mayor interés para nosotros en el tema que nos ocupa es la relación de la Iglesia en Cuba con Europa, especialmente con la Sede Apostólica, con España, de donde recibimos la fe cristiana y otros países de Europa Occidental y además con los países de América Latina que comparten con nosotros una herencia cultural común, con profundas raíces católicas. Después viene la relación con la Iglesia en América del Norte, pues la cercanía de nuestro país a Estados Unidos lo ha hecho mantener lazos especiales y a veces difíciles con esa nación que ha sido siempre de mucha importancia para nosotros, lugar de emigración para los cubanos en épocas turbulentas o en situaciones de crisis económicas u otras.

Sin embargo, nuestra primera mirada al mundo de los años 60 del pasado siglo y a nuestro mundo actual del siglo XXI, como católicos, nos lleva a ahondar en la naturaleza de la Iglesia Católica que lleva a la comunidad eclesial a crear lazos, no sólo formales o estructurales, entre las comunidades eclesiales católicas de Cuba y de otros países, sino también a estrechar esos lazos con honda raíz espiritual que tienen un fuerte y antiguo fundamento teológico. La Iglesia Católica tiene, en la misma expresión de su identidad, una relación obligada con el conjunto de comunidades católicas de todo el mundo, porque católico significa, tomando en sentido etimológico la palabra de origen griego: partes orientadas hacia el todo, pero también: todo orientado hacia las partes. De este modo podemos decir que una comunidad católica nunca está aislada, pues en su mismo ser lleva una orientación, una especie de inclinación vital hacia cada una de las comunidades eclesiales que existen en su entorno inmediato y en el mundo y hacia el conjunto de todas ellas. Por tanto, católico es algo más que universal.

Aunque San Agustín en su polémica con los donatistas acentuó mucho el aspecto de la universalidad de la Iglesia como el rasgo más saliente de todos los que la conforman como católica, este término expresa algo más que una extensión territorial de la Iglesia a todas las regiones de la tierra. Se trata de lo que en el Credo, después de afirmar nuestra fe en la Iglesia Católica, llamamos la comunión de los santos, es decir, de esa unión espiritual de todos los que en cualquier lugar forman parte de una misma Iglesia. Por lo tanto, el aislamiento de una Iglesia con respecto al conjunto de la Iglesia Católica extendida por el mundo es algo que la marca negativamente, que la afecta en su propio ser.

De la catolicidad de la Iglesia le viene su condición misionera para llevar a otros, en otras partes, el mensaje y la vida que ella siente como propios y que debe compartir con otros. De la catolicidad viene la aceptación por parte de una Iglesia de los misioneros que llegan de diversos lugares a sembrar la semilla de la Palabra evangélica o a cultivar la semilla plantada por otros para hacer florecer el árbol de la Fe y el amor a Dios. Desde el Nuevo Testamento y los Padres apostólicos vemos a los primeros evangelizadores fundando comunidades en regiones diversas a sus lugares de origen, al mismo tiempo que dirigían cartas incluso a comunidades no fundadas por ellos, sino conocidas, sintiéndose todos responsables de todos, todos unidos en una misma realidad a pesar de las distancias y de las condiciones diversas en que podía plantarse la semilla evangélica. Este fue el modo concreto de aplicar el mandato de Jesús: “Vayan al mundo entero y proclamen el evangelio” (Mc 16, 15).

Teniendo esto en cuenta, el primer desafío para la Iglesia Católica entre nosotros, cubanos, podía ser, y de hecho en algunos momentos lo fue, el aislamiento de la Iglesia con respecto al todo eclesial que halla su unidad en la guía del Sucesor de Pedro, del Papa en Roma. Una vez proclamada la condición socialista de la revolución en Cuba y su adhesión a la Unión Soviética, el temor de que ese aislamiento de la Iglesia pudiera producirse en el mismo grado y estilo de lo sucedido a la Iglesia Católica en los países de Europa Oriental, que por el Pacto de Yalta quedaron bajo la égida de Moscú, por demás en tiempos estalinistas, se apoderó de los católicos cubanos. La terrible persecución de la Iglesia de aquella época en los países del bloque socialista, privada de sus pastores, en muchos casos por muerte e imposibilidad de nuevos nombramientos de obispos y en otros por prisión de obispos y sacerdotes; la incomunicación de la comunidad eclesial con el centro vital del catolicismo mundial que es Roma y el Papa, al romperse las relaciones diplomáticas con la Sede Apostólica, eran situaciones históricas ya conocidas y temidas por pastores y fieles en Cuba. Se temía que pudiera quedar la Iglesia en Cuba como las Iglesias en cada país del Este europeo, forzadas a comportarse como “iglesias nacionales”, sin lazos con otras “Iglesias nacionales” de países vecinos que se hallaban en las mismas circunstancias y prácticamente sin comunicación con la Sede Apostólica y el Santo Padre, que garantiza siempre la unidad, la cohesión, ese marchar juntos de la Iglesia que es expresión precisamente de su catolicidad.

Podemos decir que éste fue un temor muy extendido entre nosotros. Para la Iglesia en Cuba fue más grande el temor a este riesgo que las dificultades de la realidad subsiguiente a aquellos primeros años de revolución en que la Iglesia quedó muy empobrecida en personal y despojada de medios de comunicación con el pueblo cristiano, por lo tanto silenciada y limitada al culto en sus templos. Las escuelas y casas asistenciales católicas habían desaparecido en gran número, nacionalizadas las primeras en su totalidad y las otras disminuidas por medidas oficiales o por la partida del personal religioso, justamente atemorizado ante una situación que preveían similar a la de los países de Europa del Este. Podemos decir que éste fue el primer gran desafió de la Iglesia Católica en Cuba de cara al mundo de aquel momento, un gran temor de quedar aislados, de perder lo que nos caracteriza como católicos, es decir, nuestra comunicación con la Santa Sede y con el Papa, de poder mantener las relaciones tradicionales con Iglesias como la de España y algunas de América Latina, de Canadá y Estados Unidos, pero sobre todo, de vernos alejados del Sucesor de Pedro, del Sumo Pontífice. Esto se sintió con mucha fuerza en los años 60-61-62.

Pronto nos dimos cuenta en Cuba, que si muchas de las medidas que se aplicaban a la Iglesia en nuestro país tenían el mismo sabor y color del estalinismo que pervivía aún en los países de Europa del Este y en la misma Unión Soviética, las situaciones no llegaban generalmente a ser de una envergadura tan trágica como las que aquejaban a los países satélites de Moscú.

No se rompieron las relaciones con la Santa Sede, Cuba mantuvo un embajador ante la Sede Apostólica en Roma, si bien la Santa Sede sólo mantuvo por muchos años un Encargado de Negocios en La Habana, pero la Nunciatura Apostólica llegó a ser en esos tiempos el único puente de comunicación entre la Iglesia en Cuba y el Gobierno Revolucionario y lo fue por varios años.

De todas formas, si bien no se rompió nuestra comunicación eclesial, ésta no fue fácil, ni mucho menos amplia. Durante casi dos décadas ningún sacerdote o personal religioso pudo salir de Cuba para participar en reuniones, en cursos u otro tipo de programas. Sólo los obispos pudieron acudir a las Sesiones del Concilio Vaticano II y después viajar en otras ocasiones a Roma o a algún otro sitio de América o Europa. No fue posible por más de dos décadas enviar seminaristas o sacerdotes a hacer estudios a Roma o a otras universidades católicas. Salvo algunas excepciones en los años 60, no pudieron entrar misioneros en Cuba de otras nacionalidades, ni regresar sacerdotes cubanos que se encontraban fuera del país y querían venir a desarrollar su labor en nuestro suelo.

Todo esto ocurrió así hasta la década del ochenta en que lentamente la situación eclesial comienza a cambiar.

Pero paso a paso la Iglesia sentía también que su catolicidad se había salvado y reforzado en cuanto a profundidad y sentido y al mismo tiempo había salvado a los católicos cubanos de un total aislamiento eclesial, dañino por cuanto una de las notas esenciales de la Iglesia, el ser católica, es decir, saberse parte de una Iglesia universal y al mismo tiempo saber que esa Iglesia la reconoce y siente como parte de ella, pudo ser salvaguardada y desarrollada progresivamente. Esto se hizo evidente durante la visita pastoral del Papa Juan Pablo II a nuestro país.

Cuando comparamos con los países de Europa del Este que compartían con nosotros en aquel tiempo la condición socialista prosoviética, y que estaban ubicados en el mismo continente de la Sede Apostólica y de las Iglesias de Europa Occidental y vemos lo que fue en general su desconocimiento del Concilio Vaticano II, su dificultad, a veces muy dolorosa, para tener pastores, obispos, su lejanía espiritual del resto del mundo católico, que sólo por la voz de la Iglesia de Roma conocía de sus sufrimientos, podemos dar gracias a Dios por el hecho de haber mantenido siempre la Iglesia en Cuba esa relación con la Sede Apostólica que posibilitó vivir la catolicidad y mantener la libertad e iniciativa de la Iglesia para nombrar a sus obispos sin ninguna coerción o veto gubernamental, siempre elegidos por el Papa, sin que hubiera nunca rupturas en esa comunión esencial entre el Sucesor de Pedro y los obispos, como vemos que ha podido pasar en la Iglesia de China.

Quedaba, sin embargo, otro aspecto en este mismo orden de relaciones de la Iglesia en Cuba con el mundo católico de aquella época. Se trataba de la comunicación entre Iglesias, es decir, de la Iglesia en Cuba con la Iglesia católica en distintos países de Europa, de Estados Unidos, de América Latina. Las primeras relaciones fueron con el Consejo Episcopal Latinoamericano, CELAM, y esto permitió que los obispos cubanos participaran en la Conferencia de Medellín. Pero las relaciones en general con otras Iglesias eran de muy bajo perfil, al ser nuestra situación muy distinta a la de la Iglesia en otros países, a causa del socialismo cubano y de la hora especialmente agitada que vivía el mundo en aquella década del 60.

Y he ahí el segundo gran desafío para la Iglesia en Cuba: el momento que vivía el mundo en el instante en que se produce la revolución cubana. La década del 60 representa un gran cambio en el decurso del siglo XX con respecto a períodos precedentes de ese mismo siglo. La revolución cubana interacciona con otras inquietudes y movimientos que estremecían al mundo. Es la época de la descolonización rápida en el continente africano y en otras partes del mundo, es la época del romanticismo revolucionario con matices marxistas que arrastra a muchos cristianos a participar en movimientos sociales, obreros y políticos en América Latina, que llegan a veces al uso de la violencia en guerrillas o en insurrecciones urbanas. El fenómeno terrible de la pobreza en América Latina tocaba las conciencias de los cristianos, de los más comprometidos con la fe. La solución del problema de la pobreza aparecía con unos ribetes de urgencia y de dificultad tan grandes que dejaban poco espacio para la consideración de otros aspectos del quehacer eclesial. También la América del Norte estaba convulsionada por los reclamos justos de los negros norteamericanos. En estos esfuerzos y luchas contra la discriminación se destacaron los cristianos no católicos, a la cabeza de los cuales estaba Martin Luther King. Europa bulle y en el año 68 París es un hervidero que más que causa es síntoma de una inquietud generalizada de la juventud de aquellos tiempos. En este clima de efervescencia mundial la revolución cubana aparecía como otro de los grandes remedios a grandes males que sufría el mundo y según la consideración prioritaria dada al bien social, a la solución de las necesidades elementales del hombre, a la lucha por una verdadera justicia capaz de redimir a los marginados y explotados, cualquier otra cosa, aun importante en el orden del pensamiento, de los sentimientos, de la libertad personal y social, de las tradiciones, de la fe religiosa, etc., podía aparecer como un detalle intrascendente que no contaba en el panorama mundial.

Esto explica cómo en aquellos tiempos un ilustre purpurado europeo, cuyo nombre no voy a citar, refiriéndose a la Iglesia en Cuba lo hizo en estos términos: “La Iglesia en Cuba tiene lo que se merece, porque no supo ponerse del lado de los pobres”. Y se trataba de Europa, no estábamos dentro del florecido campo del romanticismo revolucionario de América Latina, desde donde nos llegaban voces que podían ir desde la conmiseración hasta el desprecio, por no haber sabido la Iglesia en Cuba ponerse a la altura del momento histórico que vivíamos. En aquellos tiempos de grandes dificultades internas para la Iglesia en nuestro país en sus relaciones con el poder civil, si bien la comunidad eclesial no se vio aislada de la Iglesia universal por el papel fundamental de la Santa Sede y del Papa, se vio incomprendida, juzgada desde posiciones de izquierda como una Iglesia conservadora y reaccionaria. Por otra parte, la situación singular de Cuba, que parecía asemejarse a la de los países comunistas de Europa del Este (sin que de hecho fuera realmente igual), no podía ser captada por hombres de pensamiento o de acción que hablaban simplemente de Iglesia sometida, callada y aún culpable de su silencio, llamada en ocasiones a romperlo por una inmolación masiva; otros consideraban que lo esencial de aquel momento histórico estaba fuera del ámbito del espíritu humano en sus relaciones con Dios y con el prójimo a partir de la fe. No olvidemos que un secularismo de rápida implantación se iba abriendo paso en Europa Occidental y éste da una pobre consideración al fenómeno religioso.

En todos los campos a derecha e izquierda sólo interesa, pues, el papel social o político que la Iglesia pueda desempeñar, no su quehacer evangelizador, ni la libertad más o menos restringida que pudiera tener para desarrollar su misión. Así, la Iglesia recibía ataques desde varios flancos: movimientos de izquierda, aún católicos, la tildaban de conservadora y sectores integristas la acusaban de condescendencia con el régimen comunista. En el caso de los emigrados cubanos en los Estados Unidos, muchos reclamaban un activo papel opositor claramente político por parte de los obispos cubanos.

Esta situación dejó a la Iglesia Católica en Cuba sola ante un sistema ateizante que la relegaba a las sacristías y sola ante una opinión internacional que esperaba de ella en muchos casos dos posturas contrapuestas y ninguna de ellas plenamente evangélica, ya sea un acrítico entusiasmo revolucionario, o si no, acerbas críticas al régimen político que nos mantenía muy limitados en nuestra misión evangelizadora. En esa etapa histórica la Iglesia, en su acción pastoral, se mantenía luchando casi exclusivamente por la salvaguarda de la fe en grupos reducidos de católicos que trataban de preservar la supervivencia de la comunidad eclesial.

La perdurabilidad de aquellas inexactas aproximaciones al mundo eclesial cubano desde distintos ángulos en diversos países se ha debido a un desconocimiento de la evolución interna de la vida de la Iglesia en Cuba, en sus relaciones con el Estado, en sus posibilidades de acción pastoral. La vida de la Iglesia no es la misma hoy, ni lo fue en décadas pasadas, como en los difíciles años 60 y 70.

Si bien no navegamos en aguas totalmente tranquilas, no enfrentamos tampoco un mar embravecido que rompe contra la barca de la Iglesia. Más bien las inquietudes de los pastores en Cuba tienen mucho que ver hoy con las nuevas realidades sociales, políticas y económicas de un mundo global, donde se produce una crisis de valores que afecta especialmente a la juventud, un mundo intercomunicado donde se transmiten más bien defectos que propósitos virtuosos, en una era nueva que algunos llaman posmoderna y otros poscristiana, donde se abre paso un pensamiento débil sobre el hombre y su acción en la historia. El existencialismo primero y después el relativismo, entre otras corrientes de pensamiento, han ido llevando al hombre occidental hacia la vaciedad. Estos males son globales, afectan a la Iglesia y a la civilización cristiana. Cuba es parte del mundo occidental y, aunque tenga distintos modos de experimentar estos nuevos retos, son fundamentalmente los mismos que la Iglesia Católica enfrenta en distintas partes del mundo.

Es claro que con el transcurso del tiempo aquellas opiniones y actitudes duras o simplistas del ámbito internacional se fueron temperando, mientras que progresivamente mejoraba de modo sensible la situación interna de la Iglesia en Cuba en sus posibilidades de acción evangelizadora y de relación con el mundo eclesial fuera de la Isla. Sin embargo, aquel tipo de consideración polarizada, indiferente y casi siempre superficial, sobre la Iglesia en nuestro país, dejó sus huellas en el enfoque de la vida de la Iglesia en Cuba, junto con un tratamiento únicamente político de la acción de la Iglesia cubana. De este modo puede llegar a ignorarse el desempeño pastoral de la Iglesia, tanto su acción de servicio caritativo a la sociedad, como los aspectos educativos y de formación humana y cristiana de su quehacer eclesial y, sobre todo, su empeño evangelizador, que constituye el núcleo esencial de la misión que el Señor le ha confiado. La Iglesia en Cuba ha puesto en práctica un estilo pastoral nuevo, creando comunidades cristianas en barrios de pueblos y ciudades y en nuestros campos, con una acción catequética en dichos centros que incluye a niños, adolescentes y jóvenes, y con una participación amplia del laicado en todos esos sectores descritos, tanto en la acción social, como en el trabajo evangelizador o formativo.

La unilateralidad de un signo o de otro, por el reduccionismo secularista que lleva en sí, la consideración de la vida de la Iglesia en Cuba internacionalmente con un sello poco realista, no ha facilitado con frecuencia un verdadero sentido de solidaridad, aún entre los mismos cristianos católicos, hacia nuestra Iglesia.

Y así entramos en el tercer desafío para la Iglesia en Cuba. Nuestra Iglesia necesita la solidaridad de Iglesias hermanas en varios aspectos:

− Para desarrollar su irreemplazable misión evangelizadora: la Iglesia en Cuba necesita sacerdotes, religiosos y religiosas misioneros capaces de prestar sus servicios en nuestro país.

− Necesita ayuda de personal cualificado en las disciplinas teológicas, filosóficas y pastorales y en ciencias humanas, como la psicología, la sociología y otras, a fin de perfeccionar la formación de sacerdotes, diáconos, personas consagradas y laicos. Estas sesiones de estudio pueden tenerse en distintas etapas del año, según los sectores a quienes se dirijan.

− Es indispensable el apoyo a la obra social de la Iglesia que no cesa de crecer: Caritas Cuba administra en general esta ayuda que debe continuar diversificándose y adaptándose a los sucesivos tiempos, con sus diversos reclamos.

− Es también necesario el apoyo económico al quehacer pastoral de la Iglesia: planes pastorales, encuentros, reuniones, retiros, cursos formativos, catequesis, medios audiovisuales, publicaciones de la Iglesia, etc.

− Es fundamental y a veces prioritario el apoyo económico para la base material indispensable de la Iglesia: sus templos que hay que reconstruir, salas parroquiales de reunión, nuevas capillas en barrios y campos, Casas de retiro, etc.

Podemos decir que tres carencias fundamentales aquejan a la Iglesia en Cuba:

1º. Falta de personal especifico para su misión pastoral: sacerdotes y religiosos y de personal cualificado para la formación integral de sacerdotes, religiosos y laicos.

2º. Nos hace falta el apoyo económico al quehacer social de la Iglesia.

3º. Nos hace falta el apoyo económico para crear y mantener los espacios físicos necesarios para la acción de la Iglesia: templos, casas parroquiales, casas de religiosas, salones de reunión, etc.

La falta de personal para la misión es grande, pero en los últimos doce años ha aumentado el número de misioneros y misioneras, sacerdotes y religiosas venidas de más de veinte países diferentes que ejercen su misión evangelizadora en Cuba.

Esperamos que especialmente de Latinoamérica continúe mostrándose esa imprescindible solidaridad. La visita pastoral a Cuba del Papa Juan Pablo II fue determinante en ese abrir las puertas de Cuba a misioneros de todo el mundo y ese suscitar respuestas generosas de obispos y congregaciones religiosas a las solicitudes de la Iglesia en Cuba. Este flujo debe continuar y nuestra Iglesia agradece grandemente la generosidad de obispos, sacerdotes y religiosas que no cesan de mostrarnos una solidaridad creciente especialmente en Latinoamérica. Aún así el número de agentes pastorales es insuficiente para la misión que la Iglesia tiene ante sus ojos.

El personal cualificado: sacerdotes, religiosos y laicos que vienen por períodos cortos a impartir cursos, a reuniones de pastoral o retiros se hace cada día más habitual. Esto no debe cesar, pues no hay dificultades para la entrada de misioneros permanentes ni para este tipo de colaboración cualificada eventual.

Los fondos económicos para los programas de promoción social de la Iglesia u otros proyectos asistenciales llegan también a nosotros: hay que destacar la ayuda de Caritas de Alemania, de la Conferencia Episcopal Italiana, de Catholic Relief Service en Estados Unidos. Siempre han ido creciendo las posibilidades de Caritas Cubana para desempeñar su misión; esto es más notable en casos de desastres naturales, como los tres huracanes que nos afectaron el año pasado.

Los fondos económicos para programas formativos, medios de comunicación social, gastos de reuniones, encuentros, acción catequética de la Iglesia pueden obtenerse más fácilmente de distintos organismos eclesiales de ayuda.

Pero la ayuda imprescindible para tener una base material digna y adecuada para los centros de culto, salones parroquiales, casas curales, casas de religiosas, etc., no encuentra el eco necesario en los organismos de ayuda internacional.

Aquí merece, por lo tanto, una mención especial la Iglesia Católica en Alemania por medio de su Comisión episcopal ADVENIAT.

Fue la primera agencia de ayuda eclesial que se hizo presente en Cuba en la misma década del 60. Ya en el año 65 rodaban en Cuba los primeros treinta y cinco VW que tuvieron los sacerdotes cubanos y que fueron enviados por ADVENIAT.

Desde ese momento la ayuda de ADVENIAT no ha cesado y nuestras iglesias se han reconstruido, algunas de ellas se han levantado de las ruinas gracias a ADVENIAT. Esto ha sido fundamental para el pueblo católico y para cada pueblo y ciudad de Cuba, ver resurgir sus templos ha sido un signo claro de que la Iglesia vive. Más tarde ha prestado también su colaboración en este empeño de reparar iglesias, construir casas parroquiales y de religiosas Kirch in Nott, de Alemania, para la cual también va nuestra gratitud.

Poco después de ADVENIAT Misereor comenzó a prestar ayuda para algunos proyectos sociales, que incluyeron la construcción de algunos salones múltiples, pero después la colaboración de Misereor se redujo mucho y quisiéramos pudiera acrecentarse de nuevo.

La Iglesia en Cuba tiene una imborrable deuda de gratitud hacia la Iglesia Alemana que se mostró tan solidaria desde los momentos iniciales de carencias materiales para los católicos cubanos y para nuestro pueblo.

Más tarde (a partir de la década de los 80) la Iglesia en Estados Unidos, a través de la Comisión episcopal para América Latina ha prestado una ayuda sostenida y valiosa a nuestra Iglesia.

Desde la década del 90 la Conferencia Episcopal Italiana ha sido, junto a las antes mencionadas, la que ha propiciado y favorecido el crecimiento y afianzamiento de la Iglesia en Cuba en estos años. Sólo con esta solidaridad económica ha podido nuestra Iglesia desempeñar su misión.

El pasado cercano que hemos descrito a grandes rasgos hasta su evolución más reciente nos conduce hasta el presente en el cual la Iglesia en Cuba tiene mayores posibilidades en su acción pastoral, específicamente formativa, en su servicio social al pueblo cubano y en la participación de la Iglesia Católica cubana en eventos, reuniones y cursos de estudios que se realizan en el ámbito internacional.

No cesa de extenderse la actividad misionera de la Iglesia. La respuesta de nuestro pueblo es positiva y la acogida al mensaje evangélico, reclama un gran esfuerzo de los agentes de pastoral. Hay grupos de jóvenes que han venido y vienen de España, de Italia y de algún otro país para prestar apoyo a la misión evangelizadora de la Iglesia, sobre todo en tiempos de vacaciones.

También suelen venir predicadores de retiros, pastoralistas, profesores de universidades católicas y otros que aportan tiempo y conocimiento para la formación y orientación de sacerdotes, personas consagradas y laicos.

Esto mantiene a la Iglesia en Cuba más actualizada que lo que estuvo en el pasado y siempre abierta a nuevas posibilidades. También el número de sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos que siguen cursos en universidades en el extranjero, que participan en cursillos, congresos y reuniones no cesa de crecer.

La importación de libros y material didáctico para catequesis y otros cursos es, desde hace ya diez años, una posibilidad que abre las puertas del conocimiento filosófico, teológico, del pensamiento cristiano actual y también de buenos escritores, aún no católicos o no cristianos, a muchos hombres y mujeres, en gran número jóvenes que acuden a nuestras bibliotecas zonales o parroquiales las cuales han podido crearse y mantenerse en estos últimos años.

Todo este movimiento formativo y participativo que abre cada vez más a la Iglesia de Cuba al mundo se sostiene gracias a la colaboración económica de la Conferencia Episcopal Italiana, de las Editoriales católicas de España y de México y quiero mencionar de modo especial el Instituto de Misionología de Aachen, Alemania, que apoya estos encuentros y la creación de bibliotecas.

En todos estos aspectos, como en otros ya citados, la Iglesia en Cuba es hasta el momento económicamente dependiente y no prevemos que pueda ser de otro modo en un futuro a corto o a mediano plazo.

Gracias a esa solidaridad que antes invoqué como necesaria, de la cual ustedes, los aquí presentes como el profesor Fornet Betancourt, el Dr. Horst Sing, el profesor Bernhard Mayer, la diócesis de Eichstätt que nos acoge, la Universidad Católica de Eichstätt y todos los que hacen posibles estos encuentros que se celebran ya por más de una década, ha podido la Iglesia en Cuba y especialmente la nueva generación del laicado, aprovechar las oportunidades que ahora tienen de abrirse al mundo. No olvidemos que éste fue el deseo formulado por el Papa Juan Pablo II en su visita a Cuba: “Que Cuba se abra al mundo, que el mundo se abra a Cuba”. Esto es válido no sólo para las estructuras sociopolíticas y económicas en nuestro país, sino también para la Iglesia, y vuestra preocupación y ayuda concreta contribuyen a hacerlo posible.

Por esto gracias de nuevo a quienes propician encuentros como éste. Gracias a todos.


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Conferencia ofrecida en la Universidad Católica de Eichstätt, Alemania, en el IX Seminario Internacional del Programa de Diálogo con Cuba. 18 al 22 de noviembre de 2009.

Gran Gala de Primavera del Ballet Clásico de la Florida (por Baltasar Santiago Martín)



En la tarde del domingo 9 de junio de 2019 viajé hasta Boca Ratón, en compañía de la gran bailarina Sonia Calero –“la musa rumbera de la cultura cubana” – y de la multifacética y brillante artista plástica –pintora, escultora y poeta– Zaida del Río, para asistir al segundo programa de la Gran Gala de Primavera del Ballet Clásico de la Florida, con el segundo y tercer acto del ballet La Bayadera.

El estreno de La Bayadera se produjo en San Petersburgo, Rusia, en 1877, con coreografía de Marius Petipa, música del austríaco Ludwig Minkus, y diseños de Piotr Lambkin, Konstantín Ivanov, Orest Allegri y Adolf Kwapp.

Dicho ballet puede ser considerado como una secuela tardía del Romanticismo, caracterizado por la fascinación por las leyendas medievales y los temas exóticos, que en caso del ballet que nos ocupa, Sergei Kuschelok y el propio Marius Petipa se inspiraron en dos dramas del poeta hindú Kalidasa para escribir el libreto, impactados por la imagen de las bayaderas –las “devadasi” –, doncellas formadas desde la infancia como bailarinas profesionales, con el máximo rigor artístico, para representar las danzas religiosas y sagradas del Hinduísmo; percibidas además por la sociedad como generadoras de hermosos sentimientos de belleza, luminosidad y fragancia (la palabra “bayadera” tuvo su origen cuando los navegantes portugueses, entre los siglos XV y XVI, llegaron a la India, y las llamaron “bailadeiras”, de donde ha derivado a “bayaderas”).

Para poder comprender mejor los dos actos que se presentaron en la tarde del domingo 9 de junio, considero oportuno conocer una síntesis del argumento:

La bayadera Nikiya está enamorada del príncipe Solor y es correspondida por este, pero Solor acepta casarse con Gamzatti, la malvada hija del Rajá gobernante. A su vez, el Gran Brahmán (gran sacerdote de la religión brahmánica) también desea a Nikiya y odia a Solor. Gamzatti introduce una serpiente áspid venenosa en una cesta de flores que su criada le envía a Nikiya, quien cree que se la envía Solor. El áspid la muerde, y el Gran Brahmán le ofrece un antídoto, pero Nikiya, al ver juntos a Solor y a Gamzatti, lo rechaza y muere. Esto ocurre en el mundo real.

Desesperado por la muerte de la hermosa bayadera, y bajo la influencia del opio, Solor ve a Nikiya en el Reino de las Sombras (el mundo irreal), muerta y multiplicada su imagen por espectros de bayaderas. Junto a ella, Solor evoca su danza ante la Llama Sagrada. El guerrero continúa atrapado por la fascinante visión de Nikiya cuando hacen su aparición sus compañeros para prepararle para la boda.

Bajo la sombra del Gran Buda, un ídolo de bronce danza mientras el Gran Brahmán y los sacerdotes preparan la ceremonia nupcial. Los novios hacen su entrada rodeados de bayaderas, que ejecutan una danza ritual: símbolo de la Llama Sagrada que brilla ante el templo. El Rajá, Gamzatti y Solor bailan, pero el guerrero es continuamente asaltado por la visión de Nikiya.
Durante las danzas aparece misteriosamente un cesto con flores, idéntico al que provocó la muerte de la bayadera; Gamzatti, aterrada y atormentada por la culpabilidad, solicita a su padre que apresure la ceremonia.

El Gran Brahmán pronuncia los ritos sagrados, en medio de la indecisión de Solor. Los dioses, furiosos, desencadenan su venganza: el templo y todos los presentes son destruidos. Las almas de Nikiya y Solor se unen, finalmente, en un amor eterno.

Regresando ahora a la función objeto de esta reseña, quiero comenzar felicitando a Magaly Suárez y a Ibis Montoto por el gran reto asumido – y vencido– de montar dichos dos actos de La Bayadera, sobre todo la escena del Reino de las Sombras, que, dentro de la tradición de los ballets blancos, está considerada una gloria coreográfica mundial; en especial por la entrada de 24 bailarinas (en esta función fueron 18), cual espectros de bayaderas, bailando una serie de arabesques.

Aunque no estuvieran las 24 contempladas en la coreografía original, el que 18 bailarinas de cuerpo de ballet –muchas de ellas aún alumnas de Magaly–, lograran la perfección, el sincronismo y la elegancia que pude disfrutar en esa función, es algo digno de encomio y de alabanza, a la altura de cualquier compañía con más recursos y apoyo financiero.


Devyn Simon y Raisel Cruz, como la vengativa Gamzatti y el veleidoso Solor, ofrecieron un muy agradable segundo acto, donde destaco el lujoso vestuario y el adecuado maquillaje de ambos, acompañados por un muy acoplado cuerpo de baile, y el sobresaliente desempeño de Jorge Barani como el Idolo de Oro
(o de bronce, según algunas fuentes consultadas en Google); un bailarín que a partir de ahora seguiré, pues le auguro grandes triunfos en papeles más demandantes, como el Bufón de El lago de los cisnes o el Colin de La fille mal gardée.

En el tercer acto, reitero mi admiración por la inojetable secuencia de arabesques de las bayaderas clonadas por la opiácea imaginación de Solor, y me inclino reverencialmente ante Adiarys Almeida y Taras Domitro, como Nikiya y Solor, pues no imagino en este pas de deux pareja más virtuosa y “pirotécnica” que la que ellos constituyen en escena –y en la vida real.


Ambos combinaron su total bravura y su muy atrevida audacia técnica con la mayor elegancia posible, pues un alarde de más en un paso puede conspirar contra el estilo, pero ambos sobrepasaron con creces las expectativas de los que seguimos sus ascendentes carreras desde hace ya tiempo, tanto en el adagio, sus vertiginosas variaciones, como en la coda, sin poder dejar de mencionar cuando tienen que interactuar con ese gran velo o tela blanca.


Concluyo con mi agradecimiento a Magaly, Ibis, Adiarys, Taras y a todos los esforzados y dotados bailarines participantes, por tanta devoción por el arte del ballet, y sus admirables resultados artísticos y estéticos.


Baltasar Santiago Martín
Hialeah, 21 de junio de 2019
“Comienzo oficial del verano”




Friday, June 21, 2019

Fragmento de "El diario de Lola" (por Thelma Delgado)

Nota del blog: Selección de textos, que serán parte del libro (en preparación) El diario de Lola, de Thelma Delgado.

Para leer sus escritos en el blog, en este enlace.


Querida Mimí:

Hoy no escribiré mucho pues me debo acostar temprano. Mañana es mi viaje a México! Estoy contenta! Ya lo tengo todo listo; la maleta, el pasaporte, todo. Mi amiga irá por mí al aeropuerto. Ay! Que ganas tengo de estar ahí ya! Oh si, y muy importante, tengo ya lista mi cámara y mi cuaderno para escribir todas las recetas nuevas que pueda.

Anoche vino Quien Ya Tu Sabes a despedirse. Él no está muy de acuerdo con este viaje pero no me lo dijo abiertamente. Yo lo conozco y noté un poco de celos cuando me dijo –A ver si conoces a un mexicano y te quedas ahí. Si el supiera lo mucho que lo quiero no me estaría diciendo estas cosas. Si no fuera tan escurridizo estaríamos viajando juntos a México. También me dijo que una semana son muchos días. Para apaciguar sus temores, después de comer hice café y nos fuimos al sofá y sin que él pudiera hacer otra cosa me le tiré encima y le di mil besos. Él me decía riendo –Para, para que se va a botar el café. Pero no le hice caso. Ay Mimí, entre risas y café nos entregamos al amor como nunca. Después de, le dije que no debía temer nada. Que él conocía muy bien mis sentimientos y que aun en contra de mi voluntad mi corazón le pertenecía solo a él. –Yo lo sé. Tú amor y tus guisos me tiene embrujado. No te quiero perder jamás. Eres mía a pesar de ti misma. Y soy tuyo a pesar de mí mismo. Esta mañana se fue con mi promesa de que estaríamos en comunicación todos los días.

Ay!, estas cosas del amor son complicadas pero bellas. Dime, puede alguien resistirse después de haberlo experimentado?

Buenas noches Mimí.




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Ver
Página de Thelma Delgado en el website del Cultural Council of Palm Beach County

Wednesday, June 19, 2019

Pedro Mendoza Guerra: "He llegado tarde" ... Una anécdota del Camagüey (por Carlos A. Peón-Casas)


La historia es implacable con los deslices…igual que con esa frases olímpicas, como la que ilustra esta memoria que hoy nos ocupa, y que de pronto pasan a ser el paradigma que trasciende los tiempos del obrar de cualquiera con mejores galas, pero que muy al final es la que el vulgo va a recordar y a inmortalizar.

La que encabeza esta crónica la dijo, el que fungiera como primer Alcalde de la ciudad en los tiempos de aquella primera República: Pedro Mendoza Guerra, y de quien poco, o casi nada por ser más exactos recuerdan los camagüeyanos de hoy… pero que se hizo historia con aquella expresión.

El suceso acaeció en un acto público donde el dinámico alcalde inauguraba una nueva calle en la ciudad: la de Van Horne, entre Avellaneda y República, en la misma época que llegaba el ferrocarril a la ciudad, y en dicho tramo vial se alzara la muy celebrada estación Ferroviaria, que según se dice en algún sitio, imita la de un legendario pueblo, el de Omaja, en el vasto Medio Oeste norteamericano.

Los que relatan el suceso, dicen que el regidor llegó tarde a la cita, pero con paso ligero subió a la tribuna levantada al efecto donde la concurrencia ya empezaba a impacientarse, y dijo sin más ni más el afamado dicharacho: “He llegado tarde, señores y señoras. Pero no, no he llegado tarde, porque nunca es tarde para el progreso de un pueblo"(1).

De allí, más nadie le llamó por su nombre, se quedó para siempre con el apodo que le ganó su imprevista alocución: “He llegado tarde”.

Dice, igualmente nuestra fuente, que fue también famoso por otro hecho, esta vez más romántico: fue el único orador que se recuerde en estos predios que dio un beso a una doncella e medio de un fogoso discurso, y que tuvo la aclamación de todos.

El suceso acaeció durante un mitin, cuando haciendo alusión a la reciente gesta libertadora, dio la espalda a su público y estampó un ardiente beso en la frente de su prometida, continuando sólo entonces su inspirado discurso con otra frase de ocasión, esta vez más feliz: “No beso a la mujer, beso a Cuba …y lo aplaudieron delirante"(2).


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1. En Tierra Procer. Flora Basulto de Montoya. Compañía Editora El Camagüeyano. Camagüey. 1955.p.169
2. Ibid.

Tuesday, June 18, 2019

¿Existe el amor a primera vista? (por Cecilia Alegría, La Dra. Amor)

Nota del blog: Espacio semanal de Cecilia Alegría, La Dra. Amor, dedicado al amor de pareja.



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Cecilia Alegría, La Dra. Amor (www.ladoctoraamor.com): Consejera de Parejas, Love and Life Coach, Conferencista Internacional, Periodista y Conductora de Radio y TV. Destaca en los Medios Latinos en Miami dando consejos sobre cómo triunfar en el terreno amoroso y ayudando a miles de parejas a resolver sus problemas. Forma parte del grupo fundador de profesores del programa Universidad de la Familia.
Ha publicado diez libros entre los que se encuentran: Comunicación Afectiva=Comunicación Afectiva (Espasa Calpe, España, 2000). 120 preguntas y respuestas para ser mejores personas (Editorial Norma, Colombia, 2004), No hay amor más grande (Editorial Aragón, USA, 2012), Amando un Día a la Vez (Ediciones Varona, U.S.A. 2015), Al rescate de tu comunicación de pareja (Ediciones Varona, USA 2017), Sexo Sagrado y Lazos del Alma (Indie Publishingnbsp, 2018), Alessia (Book Master Corp. 2019)

Monday, June 17, 2019

Gran Gala del Ballet Clásico Cubano de Miami. 8 de junio de 2019 (por Baltasar Santiago Martín)


La Gran Gala comenzó con Yerma, un ballet con coreografía de Eriberto Jiménez –basado en la tragedia homónima de Federico García Lorca–, y música en vivo, nada menos que el famoso y muy conocido Concierto de Aranjuez, de Joaquín Rodrigo, interpretado en esta ocasión por los virtuosos guitarristas Alberto Puerto e Ivet Riscart.

Le correspondió a Adriana Méndez-Tosín habitar con adecuado verismo la piel de la atormentada Yerma, consumida por la frustración de no poder ser madre –y peor aun, de la falta de amor de Juan, su seco marido.


Ihosvany Rodríguez –pese a la lesión en su pie que le impidió ser después el Hilarión en Giselle–, resultó muy convincente como Juan, transmutado en ese hosco labriego andaluz “al que no le importa tener hijos y tampoco parece sentir el apremio de la carne de su esposa”, mientras que a Danil Tourrenze le tocó interpretar a Víctor, el joven, fresco y extrovertido amigo de Juan, pero su demasiada breve aparición no permitió darle a su personaje todo el peso que en la obra original posee, por lo que le sugiero al coreógrafo que enriquezca su parte, sobre todo en la interacción con Yerma, pues aceptar sus requerimientos hubiera podido ser el escape de Yerma de su infelicidad.

Myriam Fredrick, Jessie Marrero, Niuris Torres y Jennifer Villalón, como las cuatro lavanderas, cumplieron eficazmente su cometido como contrapartidas de la amargada Yerma, pero sentí la falta del personaje de Dolores, la vieja hechicera a la que acude la protagonista para tratar de lograr su maternidad.


En resumen, recomiendo al coreógrafo darle más peso al personaje de Víctor e incorporar el de Dolores, y repensar el fondo digital empleado, pues distrae al espectador de lo que acontece en escena, y por sobre todo, las flores rojas que lo coronan no tienen nada que ver con lo que discurre ante nuestros ojos, y mucho menos con su horrible desenlace: “No os acerquéis, porque he matado a mi hijo, ¡yo misma he matado a mi hijo!”, finaliza así esta lorquiana y terrible tragedia.

Me olvidaba: Los saludos finales, sobre todo los de Yerma, deben estar acordes con el personaje, que en su caso no debe sonreír, sino mostrarse hierática, conturbada, pues acaba de asesinar a su marido (recomiendo ver en Youtube la despedida de la inmensa soprano afroamericana Leontyne Price, en el Metropolitan de Nueva York, cuando, tras cantar el aria “Oh, Patria mía”, de la ópera Aida, continúa en personaje pese a la inmensa ovación que está recibiendo).

Después de Yerma, Emma Butterworth, Madison Braksma, Tessa Hogge e Isabella McCool, cuatro magníficas bailarinas del Ballet de St. Lucie, trajeron a escena un fragmento del ballet El caballito jorobado, con música de Cesare Pugni y coreografía de Arthur Saint-Leon, en el que mostraron su irreprochable técnica y su exquisita musicalidad, amén de un muy bien coordinado acople. Un solo detalle a reprochar: la proyección de fondo, que, a mi juicio, recuerda un descuidado boceto sin originalidad.


La función continuó con la agradable Lecuona Suite, coreografiada también por el propio Eriberto, en la que Adriana Méndez-Tosín, Jessie Marrero y Jennifer Villalón encarnaron, con desenfado, elegante sensualidad y cuidada técnica, a tres muchachas enamoradas de la vida, con toda la inocencia y la pasión de la primera juventud. Una sola objeción, no imputable a las intérpretes ni al coreógrafo: la pobre iluminación durante casi toda su representación.


Concluido el adecuado intermedio, llegó el plato fuerte de la noche: el segundo acto de Giselle.

En Giselle, el ballet romántico por excelencia, el drama transcurre en Europa Central, en el Medioevo. La protagonista es una joven campesina que corresponde al amor de Lois, a quien ella cree un aldeano, pero que en realidad es Albrecht, Duque de Silesia. Hilarión, el guardabosque, quien también la pretende sin ser correspondido, descubre la impostura del duque, y se la revela a Giselle ante Bathilde, la prometida de Albrecht, que se encuentra de visita en la aldea junto a su corte. Giselle, ante la traición de su amado, enloquece y muere.

En el segundo acto, Hilarión visita la tumba de Giselle en el bosque, donde pasada la medianoche las wilis (espectros de doncellas que murieron vírgenes) persiguen a todo hombre que se aventure en sus dominios, y las wilis lo atrapan y lo hacen bailar hasta morir. Giselle hace su iniciación ante Mirtha, su reina, y luego se aparece ante Albrecht, que al igual que Hilarión se ha aventurado en el bosque para visitar su tumba. Giselle intercede sin éxito ante una implacable Mirtha, pero logra alargar el extenuante baile de su amado hasta el amanecer, para salvarlo, tras lo cual regresa a su tumba ante la desesperación de un arrepentido Albrecht.

Antes de pasar a reseñar las interpretaciones de los personajes principales, hubiera preferido una proyección más convencional como fondo –más acorde con las “patas” empleadas para evocar el bosque– y luces más discretas, pues este segundo acto se desarrolla a partir de las doce de la noche, hasta que amanece, y la iluminación casi no varió, lo cual no es imputable a la dirección artística, lo sé, sino a las limitaciones técnicas del teatro.

Marizé Fumero, tanto técnica como interpretativamente, volvió a convencer con creces como Mirtha, la Reina de las Wilis –rol que ya había conquistado en similar función en 2016–, pues de nuevo logró combinar sus impresionantes grand jettés –de los mejores que he visto en los últimos tiempos–, sus exquisitos balances y sus pasmosas extensiones a 180 grados, con un dominio absoluto del personaje. Dura, altiva e implacable, su Mirtha fue lo mejor de la función, sin desdorar el preciso y admirable trabajo del cuerpo de baile, que califico también de sobresaliente.


Kevin Hernández –quien sustituyó en el último momento a Ihosvany Rodríguez debido a su lesión – resultó ser un muy suplicante Hilarión, además de arriesgarse con una coreografía más demandante que la de otras versiones, pese a la premura con que se tuvo que preparar.

Jennifer Villalón y Mayrel Martínez, a cargo de las dos wilis conocidas respectivamente como Zulma y Moyna, bordaron sus respectivas variaciones, a pesar de que, al igual que en el caso de Marizé, bailar con música grabada no facilita mantener un balance ni subir más la pierna en un arabesque, pese a lo cual, ninguna de las dos defraudó al público presente (quiero destacar aquí que era el debut de Jennnifer como Zulma, y que Mayrel, más avezada en su papel de Moyna, me volvió a deslumbrar con sus arriesgados renversés).

La “heroica” Gretel Batista –porque tuvo que sustituir a la anunciada, y también lesionada, Lorena Feijóo, con apenas cuatro días previos de ensayo– en esta su primera –y forzada Giselle–, al salir de la tumba giró rauda en planta, pero no pudo concluir en punta como es ya costumbre en la mayoría de las versiones de este ballet, mas, en el inicio del Grand Pas, giró lentamente en planta sin titubeos y logró un hermoso arabesque a casi 180 grados, para luego pasar a lo que fue, en mi opinión, su mejor momento técnico de toda la función: los entrechats de su variación, totalmente en música, pese a ser grabada. Digo “técnico”, porque interpretativamente Gretel fue una Giselle muy lírica de principio a fin, totalmente en estilo romántico.


Y ahora, haciendo un aparte general sobre la mencionada música: la orquestación escogida para esta puesta fue de nuevo diferente a la que utiliza el Ballet Nacional de Cuba, sobre todo en la escena de la llegada de Albrecht a la tumba de Giselle, por lo que sugiero conseguir dicha orquestación, mucho más hermosa que la utilizada.

Si bien elogié a Gretel por su debutante interpretación del personaje, en el caso de Arionel Vargas tengo que extenderme aún más, pues su Albretch sobrepasó totalmente mis expectativas.

En la función similar de 2016, a Arionel le correspondió suplir al bailarín previsto para el rol: mi querido amigo Carlos Guerra, debido también a una lesión que este sufrió, y en mi reseña escribí: “Arionel Vargas cumplió con gran elegancia como eficaz acompañante, pero su variación pecó de discreta, con menos bravura técnica que la que le he visto en ocasiones anteriores”, pero en esta función de 2019, Arionel ofreció uno de los Albretch más reales y veristas, dramáticamente hablando, que he podido disfrutar en mis 57 años de ver Giselle (1962-2019).

No solo acompañó solícitamente a Grettel durante todo el acto –con cuidadas y hermosas cargadas y elevaciones–, sino que en sus variaciones no escatimó bravura: con giros, saltos, volteretas en el aire, ¡caídas exhausto en el piso!, y un trabajo de pies exquisito.


Un único punto a criticar: en la entrada a la tumba, sobró esa cargada horizontal de Giselle por parte de Albrecht, aunque ahora sí se incluyó el efecto del “cruzamiento” de ambos sin tocarse, que tan bello efecto causa en el público, y para mejorar el efecto de la desaparición de Giselle, se podía haber pegado más la tumba al árbol adyacente (se vio claramente como Gretel se “escabullía” por el lateral), pero ello no empaña el gran triunfo que representa montar este ballet tan bello, tan romántico, en Miami, gracias al enorme esfuerzo de Eriberto Jiménez y de todos los talentosos bailarines y personal técnico involucrados en hacer realidad este sueño.


Baltasar Santiago Martín
Hialeah, 15 de junio de 2019

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Gaspar, El Lugareño Headline Animator

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