Wednesday, January 23, 2019

“La teoría del iceberg” y el “dato escondido” inevitables cercanías narratológicas entre Ernest Hemingway y Mario Vargas Llosa. (por Carlos A. Peón-Casas)


Mario Vargas Llosa y Ernest Hemingway parecen localizados en esas antípodas creativas, primordialmente por esos supuestos que entienden y presuponen que el origen geográfico o idiomático siempre van a marcar la diferencia entre creadores de signos aparentemente contrarios.

Pero en realidad, creo se trata de un mito que merece la pena ser desmontado, sobre todo porque ambos a pesar de existir en tiempos circunstanciales y generacionales distintos, si es que vale esta distinción, (que tampoco me parece oportuna), constituyen en si mismos, valiosos ejemplos de creatividad literaria, entendida a partir de particulares presupuestos creativos, en los que descubrimos mas elementos comunes que divergentes.

Aludiremos pues, a esas dos técnicas narrativas en las que indudablemente se conectan en dos tiempos creativos distintos, estos dos Maestros de la ficción, galardonados no por gusto con el máximo reconocimiento de las letras universales: el Premio Nobel de Literatura.

En el caso de Hemingway, maestro indiscutido en los géneros de la cuentistica y la novela, sin desdeñar otras coordenadas creativas, prevalece, desde la génesis de sus primeros relatos, su citada teoría del iceberg, en la que el autor omite voluntariamente para el lector, detalles que subyacen inequívocamente en la trama, en atención a que sirvan como accesorios confluyentes para la solución del conflicto narrado.

Tal técnica narrativa, tiene su génesis en una historia que puede parecer simple pero que encierra una profundidad psicológica indescriptible, se trata del relato Out of Season (Fuera de Temporada), una narración de 1923, recreada en el ambiente italiano de un paraje cercano al norte de Venecia: Cortina d' Ampezzo. Hemingway, narrador y a la vez personaje, como casi siempre en su ficción, ensaya pues su teoría de que:
(…) se podría omitir cualquier cosa siempre que fueras consciente de ello, y que tal omisión podría fortalecer la trama y hacer que el lector experimentara algo mas de lo que leyó(1)
En este particular relato donde una joven pareja de recién casados experimenta una sesión fallida de pesca furtiva de la trucha, guiados y animados por un pobre diablo apedillado Peduzzi, perdido por el abuso del vino quien acaba ahorcándose. El tema del suicidio no se mienta, y debe ser el cierre de la historia, pero queda para el lector como elemento sugerido. Aunque el personaje de Peduzzi luce mas como un infeliz borrachín, preterido por todos, que como un potencial suicida, según lo acota Baker, Hemingway deja abierta esa posibilidad para el final, que ciertamente puede sentirse inconcluso para algún lector, pero que definitivamente se reafirma por la “confluencia metafórica de las atmosferas emotivas"(2).

En algún momento posterior de la larga carrera literaria hemingwayana, un crítico de su obra: Philip Young, llegaría a afirmar que este breve e iniciático relato, era una inevitable alusión literaria de Hemingway a su también contemporáneo Scott Fitzgerald. Igual trataría de esbozar el criterio que el también celebrado relato The Killers(3) (Los Asesinos), igualmente portador de las esencialidades de su técnica narrativa ya esbozada, era una deuda a otro relevante escritor: Stephen Crane. Hemingway negó de plano tal posibilidad. Para refutarlo afirmo ácidamente según lo recoge Baker que:
Los críticos académicos, “estaban tratando de acomodar mis creaciones a la cama de Procrustes de sus ismos y dialécticas” y lo que es peor comportándose mas como columnistas chismosos que como académicos(4)

Mario Vargas Llosa, por su parte, utiliza una técnica narrativa que se emparenta con la de Hemingway: la ya citada como dato escondido, y a la que recurre durante la escritura de su conocida novela ¿Quien mato a Palomino Molero?. Según sus propias observaciones al respecto, las conexiones posibles con la del iceberg hemingwayano son más que evidentes:
Palomino Molero le debe mucho a esa idea. En mi juventud yo leí a Hemingway con mucho entusiasmo, sobre todo los cuentos. Si hay un libro mío en que la influencia remota de Hemingway esta presente, seguramente es Palomino Molero. No por lo que se dice sino por lo que se calla: hay muchos elementos silenciados en esta historia(5)
Como el lector puede comprobar, el acallamiento de los datos mas importantes de la trama, constituyen el elemento subrayado de esta técnica, incluyendo incluso la pregunta que da título a la novela, y que como elemento fundamental, concatena el resto de las acciones hasta su desenvolvimiento.

Vargas Llosa, sigue abundando al respecto de Hemingway y su conocida técnica del iceberg de la que se siente deudor, en su ultimo libro ya citado, donde discurre sobre los elementos mas fundamentales en su obra, y a la vez los disecciona para el lector con habilidad de maestro:
Hemingway contaba que el descubrió el secreto de su arte, un día mientras escribía una historia que terminaba con el suicidio del protagonista. No sabía como contarla, así que la reescribía y la reescribía, hasta que de pronto se le ocurrió ocultar el hecho central de la historia, no narrar el suicidio del protagonista. Descubrió que ese silencio puede ser locuaz, puede convertirse en un silencio que le va a hablar muy fuerte al lector porque lo deja al borde de un precipicio, preguntándose que paso realmente(6).
Aludiendo con mas detalles a la génesis de la técnica narrativa de Papa, de la que Vargas Llosa es inevitablemente deudor, el autor de Conversaciones en la Catedral, sigue refiriéndose a ella en su muy particular estilo acercándose a esa ya citada pieza maestra de Hemingway, The Killers, a la que ya hemos oportunamente hecho anterior mención:
Los cuentos y las novelas de Hemingway juegan mucho con esos silencios y por eso ocultan tantas cosas. The Killers, por ejemplo, cuenta la historia de dos pistoleros que llegan a una ciudad norteamericana y preguntan por un señor al que no conocen pero a quien tienen que matar porque son asesinos a sueldo. Un amigo se entera y corre a avisarle, diciéndole: Huye, vienen a matarte. Pero el hombre no se mueve y parece resignado a que lo maten. Es un ejemplo de cómo lo más importante esta silenciado: la razón por la cual ese hombre no huye y acepta morir asesinado. (…) El narra simplemente el esqueleto de una historia que el lector debe completar, participando muy activamente en la realización del cuento(7).
No resulta entonces casual que tanto para Vargas Llosa, como para Hemingway, la historia narrada explícitamente y la que subyace de manera implícita, tienen idénticas coordenadas, y sus proporciones, son equivalentes, como en el iceberg a una mínima porción, en el caso de lo que se sabe y aprehende de lo narrado, y en el segundo caso, lo que se calla, su magnitud centuplica muchas veces a la primera, y es el centro neurálgico de la historia desde donde el lector tiene todas las herramientas para la resolución de la historia que propone el narrador, según sus prioritarias coordenadas.

Resulta pues revelador como en minutos distintos del decursar narratológico, ambos pesos pesados de la literatura y de la ficción, tengan una mirada común ante el proceso creativo, que son capaces de re-colocar en un lugar cimero. No es puro azar, sino definitivamente, por esos entresijos a veces inenarrables del genio literario y el bien saber hacer que los distingue y magnífica.



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  1. Ernest Hemingway. A Life Story. Carlos Baker. Charles Scribners and Sons. NY. 1969. p. 109
  2. Ibid
  3. Escrito en Madrid en 1926, comprado por la Scribners Magazine por 200 dólares, la primera short story madura de Hemingway en ser aceptada por una publicación norteamericana. Incluida a posteriori en su edición de relatos Men Without Women. Los derechos por la venta del relato a Hollywood le reportaron a Papa la increíble suma de 37.500 dólares en 1945. Ibid. pp 169, 175, 453.
  4. Ibid. p. 509
  5. Conversación en Princenton con Ruben Gallo. Mario Vargas Llosa. Alfaguara. Santiago de Chile. 2017 p.160
  6. Ibid. p. 159.
  7. Ibid.

Tuesday, January 22, 2019

Viengsay Valdés subdirectora artística del Ballet Nacional de Cuba


La Habana, 22 ene (PL) La primera bailarina del Ballet Nacional de Cuba (BNC) Viengsay Valdés asumió hoy el puesto de subdirectora artística de la compañía dirigida por la legendaria Alicia Alonso, de 98 años de edad. (Leer texto completo en Prensa Latina)


Alessia. Mi hijo es una mujer transgénero (por Cecilia Alegría, La Dra. Amor)

Nota del blog: Espacio semanal de Cecilia Alegría, La Dra. Amor, dedicado al amor de pareja.


La presentación del libro Alessia, tendrá lugar el próximo jueves 7 de febrero,  a las 8 pm en la librería  Books & Books (265 Aragón Ave.,  Coral Gables).
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Alessia es una historia real basada en la búsqueda de conciliación entre las diferencias de criterio de una madre y su hijo. Ambos desnudan de manera reveladora y sentida sus perspectivas ideológicas: en lo social, en lo religioso y en temas como la identidad de género y sus roles, la orientación sexual y las dinámicas de las parejas.

Pero la madre no es una mujer común y corriente. Es Cecilia Alegría, La Doctora Amor, una prestigiosa figura pública de gran reconocimiento internacional y una larga y exitosa trayectoria. Autora de otros nueve libros de autoayuda, nos presenta esta autobiografía basada en la recolección de emails, entre ella y su hijo Alex, que revelan los desacuerdos entre una madre practicante, apegada a los designios de su fe cristiana, y su hijo Alex –ahora hija Alessia, quien se confiesa atea y reside en Santiago de Chile–, sobre un tema muy delicado como es el proceso de develar el conflicto sobre su identidad de género, que mantuvo encubierto durante 35 años.

Alessia Injoque arriesgó su alto cargo en Cencosud, poderoso consorcio empresarial multinacional, cuando expuso su decisión en una reunión de ejecutivos con jefes y colegas y se convirtió -al ser ratificada en su puesto- en la primera persona transgénero en Chile en realizar la transición -públicamente- en su centro laboral. De allí en adelante ha sido portada de la prestigiosa revista Qué Pasa y concedido decenas de entrevistas a medios radiales y televisivos en ese país sudamericano, incluida la CNN en Español.

Cecilia ve cuestionados sus cimientos forjados desde la infancia por su colegio de monjas, por su madre y por su padre de crianza, pastor evangélico, que han sido hasta entonces la base fundamental de sus valores, principios y norte de vida en su desempeño como ministra evangélica y como consejera bíblica matrimonial. Esta revelación la perturba y la incita a cuestionar sus paradigmas. Se inicia así un interesante intercambio de cartas, donde cada cual argumenta con sólidos planteamientos sus puntos de vista; lo que resulta es un material muy educativo, constructivo y enriquecedor. Cecilia anhela mantener el vínculo afectivo con su hijo y va en búsqueda de una respuesta apegada a su fe. Sin embargo, más allá de quedarse en el simple orden de las ideas, replantea su postura, dentro de su propia creencia, dándole una nueva óptica.

Como bien señala la autora del prólogo, la psicóloga Thais Navarrete: “Este libro puede resultar de gran ayuda a todas aquellas familias y personas, cuyos hijos están viviendo este proceso y tienen diferencias conceptuales y religiosas con relación a la orientación sexual, la identidad de género y las relaciones de pareja”.




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Cecilia Alegría, La Dra. Amor (www.ladoctoraamor.com): Consejera de Parejas, Love and Life Coach, Conferencista Internacional, Periodista y Conductora de Radio y TV. Destaca en los Medios Latinos en Miami dando consejos sobre cómo triunfar en el terreno amoroso y ayudando a miles de parejas a resolver sus problemas. Forma parte del grupo fundador de profesores del programa Universidad de la Familia.
Ha publicado diez libros entre los que se encuentran:Comunicación Afectiva=Comunicación Afectiva (Espasa Calpe, España, 2000). 120 preguntas y respuestas para ser mejores personas (Editorial Norma, Colombia, 2004), No hay amor más grande (Editorial Aragón, USA, 2012), Amando un Día a la Vez(Ediciones Varona, U.S.A. 2015), Al rescate de tu comunicación de pareja (Ediciones Varona, USA 2017), Sexo Sagrado y Lazos del Alma (Indie Publishingnbsp, 2018), Alessia (   

Carl Fisher. The Man Who Built Miami Beach


Miami Beach was incorporated as a city 103 years ago by a group of visionary pioneers, but it was one of them - a colorful industrialist with a knack for publicity named Carl Fisher - who was most responsible for transforming a swampy jungle into the glamorous tourist resort of today. The film chronicles this metamorphosis through the story of its forgotten protagonist. (WLRN)

Saturday, January 19, 2019

Reflexión (por Orlanda Torres)

Nota del blog: Sección semanal en el blog Gaspar, El Lugareño, gracias a la cortesía de la psicóloga Orlanda Torres, quien ha aceptado la invitación a compartir con los lectores sus consejos y reflexiones sobre los conflictos cotidianos.


Muchas personas se sienten abrumadas ante el fracaso y en realidad el fracaso puede conducirnos a encontrar una puerta con nuevas oportunidades.

El fracaso nos obliga a levantarnos las veces que sean necesarias y continuar nuestro recorrido.

Lo más importante es que nunca te sientas un ser derrotado.

El sentirse derrotado no nos abrirá puertas, nos sumerge en un pozo donde solo encontraremos obstáculos y nunca oportunidades de crecimiento.

Recordemos que las nociones del éxito y el fracaso también dependerá mucho del criterio de la persona.

Actualmente las redes sociales producen un gran impacto en relación con el éxito, pero muchas de ellas pueden provocar verdaderas frustraciones en la persona.

El éxito y el fracaso pueden aparecer en cualquier momento de la vida del ser humano, lo importante es tener muy en claro que el éxito es el resultado positivo de los objetivos trazados en la vida y que el fracaso nos enseña a asumir nuestras derrotas y es un camino que nos ayuda a avanzar para encontrar puertas abiertas.

No te sientas derrumbado, el fracaso no existe en realidad, son desaciertos que te ayudan a ser un gran emprendedor.





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Orlanda Torres: Psicóloga, Escritora, Educadora, Orientadora Motivacional.
Autora del libro "Volando en Solitario" año 2015, Guayaquil - Ecuador. (Disponible en Amazon Kindle)
-Estudió en Miami Dade College: Certificate of Florida “Child Development Associate Equivalency”. Maestra de Educación Preescolar e Infantil en la ciudad de Miami.
-Licenciada en Psicología graduada en el 02/2017 - Atlantic International University.
-Orientadora Motivacional y Conferencias pueden contactar a Orlanda Torres a través de la página que administra www.fb.com/vivencialhoy
Publicaciones en Revista Sapo - Santiago de Chile – 2016
-La Estancia en el Paraíso de los Sueños
-Relación de Pareja y su gran Desafío
-Es la Felicidad una Elección
Conferencia en Radio - Miami, Florida
-Positivo Extremo Radio: Entrevista 123Teconte “Regreso a Clases y La Adolescencia”
-¿Como aprender a ser feliz?- Edificio Trade Building-.Innobis Coworking, Guayaquil - Ecuador
-La Inteligencia Emocional en la Relacion de Pareja- WENS Consulting Group, Guayaquil - Ecuador
Publicaciones en Revista Sapo - Santiago de Chile – 2018
Ser Mujer

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Segundo (por Víctor Mozo)


Ya andaba contento por el tercer surco que hacía en aquella mañana. Hasta el momento nada de mala yerba ni de bejuco atravesado. ¡Me había tocado trabajar en un campo casi limpio! Al sargento Nodarse no lo había visto ni oído desde el pase de lista mañanero por lo que me dije que, dentro de lo malo, aquello era un alivio. Duró poco, como alegría en casa de pobre. Al quinto surco de una norma de diez se me presentó una maleza delante como muro infranqueable. Miré aquello diciéndome que de allí no saldría hasta el anochecer y poco a poco empecé a tirar mis guatacazos luego de escupir un buche de agua que supuestamente debía refrescarme. Por mucho que protegía mi cantimplora, el agua se mantenía tibia.

¡28! ¡28! Oí que me llamaban, pero no era la voz del sargento Nodarse. Cuando me viré tenía detrás a Segundo, uno de los llamados políticos. Esperando ya la andanada de insultos e improperios, Segundo se limitó a decirme, préstame la guataca, 28. Miró el palo de la guataca como aquel que conocía verdaderamente el apero de marras, miró la cuña que servía para encavarla, pasó los dedos por donde se suponía que algo afilado debía haber, me miró a la vez que sonreía y me dijo: Coño 28, con esto te vas a podrir aquí. Esto no sirve pa ná, diciendo esto último a la vez que trataba de desherbar algo. Coja un diez que voy a tratar de arreglar esto, añadió mientras lo veía alejarse buscando la guardarraya.

El “diez” que cogí me pareció largo agachado en un plantón tratando de protegerme del sol. Al rato apareció Segundo con otra guataca. Cuando tendí la mano pare cogerla, me dijo. Fíjese bien como yo hago, 28. Y exhibiendo aquella guataca como una maravilla, añadió. Mire, 28, la encavé como se debe, la amolé y ya verá que ahora sí corta. Con razón no avanzaba, aparte de que era torpe en ese tipo de faena, no sabía ni qué era amolar ni que era encavar una guataca. No había terminado de explicarme la buena técnica para desherbar que ya Segundo había limpiado una buena parte de lo que a mí me habría tomado horas. Con su cantaito oriental y con aire de triunfo me entregó la guataca. De ahí palante no etá tan malo. Haga lo que pueda que no etoy muy lejo. Segundo era un hombre de campo; Segundo no decía malas palabras ni tampoco blasfemaba. Así era de sencillo, así era de caballero.

Contrariamente al otro comisario político, que prácticamente no hacía nada, a Segundo se le había encomendado la tarea de adoctrinarnos mediante ciertos cursos de historia mezclada con dosis de comunismo primitivo. Los cursos se daban de noche en la barraca que servía de comedor bajo la tenue luz que proporcionaban las chismosas diseminadas encima de las mesas.

Dio la casualidad que la primera noche de adoctrinamiento me hallara sentado en el extremo de una de las mesas y que Segundo escogiera ese sitio para colocar su manual de historia y una libreta, justo a mi lado. Luego de hacer una penosa introducción, Segundo abrió el libro y se puso a leer. Leía con tanta dificultad que pensé que era tartamudo. No lo era, Segundo sabía apenas leer y escribir. No había terminado de leer el primer párrafo que espontáneamente le dije: Me gusta leer en voz alta, ¿quiere que lea? Un poco asombrado me contestó: Bueno, si usted quiere. Así, durante varias noches, con Segundo a mi lado, leía aquellas páginas que nada tenían que ver con la verdadera historia de Cuba y que a fin de cuenta a nadie interesaba.

De esa manera, porque siempre vi en Segundo un hombre bueno, le servía de bastón en aquellos menesteres que ni él mismo comprendía. Segundo formaba parte de muchos de aquellos campesinos que habían sido alfabetizados pero que a duras penas podían leer o escribir un par de líneas. Segundo había combatido en la Sierra Maestra y era el guajiro más sencillo que había visto en mi vida. En mí había visto una persona que lo trataba con respeto y desde aquella noche, siempre que podía me ayudaba a desherbar o a mantener mi guataca bien afilada. Cuando había bejucos pasaba delante y me facilitaba grandemente la tarea. El sargento Vicente Nodarse veía con malos ojos que me ayudara, pero ante Segundo, un negro imponente en sí por su fortaleza física que además había combatido en la Sierra Maestra, tenía prácticamente que postrarse. Con la llegada de Segundo, Vicente Nodarse dejaría de molestarme.

Luego vinieron ciertos cambios y con estos los traslados de un campamento a otro. Dejé de ver a Segundo hasta un día ya estando en Camagüey en el batallón 30. Dicho batallón de la UMAP era también lugar de paso para militares que pasaban a retiro. Así, un buen día, al regreso del trabajo de Kilo 7, alguien me llamó por mi antiguo número. De lejos veía a varios militares, hasta que al fin estuve enfrente de aquel que me solicitaba. Ayudado por un palo que le servía de bastón, Segundo, el bueno de Segundo, me había reconocido y venía a mi encuentro. Aún lo recuerdo sonriente, como recuerdo su abrazo y aquel “Coño 28, creí que no te iba a ver más”. Al parecer tenía cierto problema en la columna y se le dificultaba caminar. No obstante, su sonrisa escondía cualquier dolor físico. Esto nunca debió ser así, 28, me dijo algo triste. Me dio pena verlo disminuido físicamente. Me habló de su familia, de sus hijos y de una pequeña estancia que tenía para cultivar. Estaba cansado de rodar de un lado para otro.

Al día siguiente me acerqué al lugar donde lo había visto para conversar de nuevo con él pero ya no quedaba nadie. Desde ese día nunca he olvidado su cara y cada vez que recuerdo su nombre, pienso en José Martí, aquel que decía en sus versos, “con los hombres de la tierra quiero yo mi suerte echar…” Segundo era uno de ellos.



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Ver textos anteriores de Víctor Mozo, en el blog 

Las guaguas de La Habana antes del 59 (por Baltasar Santiago Martín)

Nota: Agradezco a Baltasar Santiago Martín, que comparta con los lectores, este fragmento de su libro en preparación, La historia de Cuba contada por sus guaguas. El mismo está incluido en el número de enero de 2019, de la revista Caritate.

La presentación será el jueves 31 de enero de 2019, a las 8 00 p.m., en el Centro Cultural Hispano para las Artes de Miami (111 SW 5th Ave. Miami, FL. 33135)



En fecha tan temprana como el 6 de marzo de 1959, fueron intervenidas –“nacionalizadas”, dijo Fidel, eufemísticamente– las dos compañías privadas de transporte por ómnibus existentes en La Habana: la Cooperativa de Ómnibus Aliados (COA) y los Autobuses Modernos (AMSA, conocidos popularmente como “las enfermeras”, por su color blanco con una lista azul oscuro por debajo de la línea de ventanillas), y en 1961, todas las rutas con su parque automotor pasaron a formar parte de la empresa estatal Ómnibus Urbanos de La Habana.

Fragmento alusivo del discurso pronunciado por (…) Fidel Castro Ruz, Primer ministro del gobierno revolucionario, en el resumen de la asamblea extraordinaria de los empleados de la Compañía Cubana de Teléfonos, para respaldar las nuevas tarifas telefónicas y la intervención, efectuada en el Teatro de la CTC, el 6 de marzo de 1959:
Las compañías de transporte urbano —¡cosas que no las entiende nadie!—, primero, los tranvías los convirtieron en autobuses, los autobuses los convirtieron en Metropolitana, la Metropolitana se la dieron, o se la regalaron — no se sabe lo que hicieron— a la Compañía de Ómnibus Aliados, los Ómnibus Aliados quitaban autobuses y ponían ómnibus de otras clases. Y ya ustedes ven cómo anda todo eso: una serie de ómnibus con unos letreros que dicen que están muy viejos, que no sirven, que los cambien. ¡Y una de problemas...! Y, sobre todo, unos 1 200 obreros desplazados; hace siete años que están desplazados. ¿Y dónde van a encontrar trabajo?, si aquí cada día eran más los que crecían y tenían necesidad de trabajo y menos el trabajo que había. 
Y el problema de los autobuses sin resolverse, que lo vamos a resolver también; que vamos a resolver el problema de esos 1 200 desempleados, como estamos resolviendo otros problemas (…), para darles trabajo a cientos de obreros! (APLAUSOS.)
A los obreros de los autobuses los lanzaron a la calle, ¡y ahí te va!, no les importó más nada; a los obreros alcoholeros, pues también los lanzaron a la calle. ¡Cuestiones de negocios entre ciertos intereses productores de combustibles y el gobierno!

¿Con qué derecho Fidel Castro expropió para el estado – y sin indemnización– casi todos los negocios, fábricas y empresas del país, tanto de propiedad cubana como de inversionistas extranjeros, entre 1959 y 1961, y luego ya todos, en 1968, cuando la llamada “ofensiva revolucionaria”?

Sí, uno se lo pregunta, 60 años después del disparate, ahora que la también eufemísticamente llamada “actualización del modelo económico socialista”, con el cacareado cuentapropismo, no es más que el regreso a la pequeña propiedad privada que Fidel abolió totalmente en 1968, y la aceptación de inversión extranjera –sobre todo norteamericana– es un regreso a antes de 1961, pero con el país destruido, en bancarrota y desangrado por el éxodo de sus hijos más preparados: los “bien nacidos”, que con sus constantes remesas le han salvado –y le siguen salvando– la vida a sus familiares en Cuba.

El socialismo ha hecho retroceder el transporte
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Es precisamente el transporte por ómnibus de la capital cubana uno de los mejores ejemplos de cómo la intervención por el naciente estado fidelista/socialista en Cuba echó a perder un sistema que funcionaba como relojito, con autobuses norteamericanos (COA) e ingleses (los “Modernos”) cada 5 o 10 minutos como máximo, que cubrían todos los barrios de la Gran Habana Metropolitana, y la conectaban con sus pueblos adyacentes; con sus principales rutas urbanas con servicio de “confronta” a partir de las 12 de la noche, cada una hora, hasta las 5 de la mañana, en que comenzaban a circular normalmente.

Y como una imagen vale más que mil palabras, que las fotos de esa época de eficiencia y puntualidad hablen por sí solas:

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Los, según Fidel, “viejos” ómnibus General Motors de la COA, ya “nacionalizados” (tenían transmisión automática y suspensión de aire. Funcionaron hasta 1974 en la ruta 62, Habana- Guanabo, entre otras)
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Una “enfermera” doblando, con una guagua de la COA detenida en la esquina, al costado del Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana.

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Una de las viejas Leylands “enfermeras”, en la ruta 6, Habana-Regla, después de “nacionalizadas” (resultaron mejores, más fuertes, más resistentes, que las “nuevas” Skoda (pepinos), las primeras Ikarus, las PAZ-672 y las Zil-158 que Fidel trajo del Campo Socialista desde 1961)
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Zil 158
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Como colofón a este artículo, las primeras IKARUS húngaras salieron tan malas, que las tuvieron que quitar de la ruta 27, con terminal frente al Zoológico, y reponer las “viejas” Leyland de los Autobuses Modernos en esa ruta. Lo mismo sucedió con las Skoda de la Terminal Mantilla, rutas 4 y 68, que tampoco aguantaron el “meche’ capitalino, y las cambiaron por las “vetustas” General Motors de la antigua COA –incluso las de la ruta Cárdenas –Varadero, que sustituyeron con los “pepinos” checos– hasta que Fidel tuvo que adquirir las Leyland Olimpic II en Inglaterra, en 1965, estrenadas en la ruta 37 de La Habana.

Cierro con un poema mío alusivo al tema:

Años setenta

Tenía quince años
–y toda una vida por delante–
cuando nos cayó
una lluvia fresca de Alfa Romeos,
guaguas Hino,
camiones Leyland de color verde y crema,
después de aquellos MAZ 200 rusos,
de puertas de madera –un retroceso–;
mal augurio rodante
de haber apostado todo,
a las cartas erradas,
por culpa de un farsante,
desmentido, entre otras cosas,
por haber tenido que comprar –a su pesar–
“tecnología capitalista automotor”.


Idilio (por Willie Colón)



Friday, January 18, 2019

Sonríe (un poema de Thelma Delgado)

Nota: Cada viernes un poema de Thelma Delgado. Puedes leer sus textos en el blog, en este enlace.


Sonríe


Cuando mires las estrellas en las frías noches de invierno
Y te recuestes en el viejo sofá,
Cuando veas un ruiseñor posarse en el árbol de naranjo
Y en primavera veas una mariposa revolotear
Recuérdame bonito.
Si acaso escuchas a Buena Vista Social Club
O una canción de Buika escuchares por ahí,
y la nostalgia llegue a tu puerta sin avisar
Recuérdame bonito.
Si algún día alguien te dice: -Ayer la ví, está feliz
O por si acaso te preguntan por mi,
Y un suspiro se escape de tu pecho sin poderlo controlar,
Recuérdame bonito.
Cuando el silencio de tu cuarto se rompa por las pisadas de mi recuerdo
y se meta en tu cama sin hablar, sin pedir permiso
te haga el amor sin freno ni pudor hasta perder el juicio
y luego se vaya así, como quien nada hizo…
Sonríe, sonríe y recuérdame bonito



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Ver
Página de Thelma Delgado en el website del Cultural Council of Palm Beach County

Las confesiones del P. Carlos (por María del Carmen Muzio)


El pasado 3 de enero se cumplió un aniversario más de la marcha a la Casa del Padre del entrañable Mons. Carlos Manuel. En ese mismo año la Feria del Libro había presentado Monseñor Carlos Manuel se confiesa de los autores Luis Báez y Pedro de la Hoz, publicado por la Casa Editora Abril. Por desgracia, no a todos ha gustado el libro, pero por encima de criterios, allí tenemos de cuerpo entero al sacerdote bien criollo y culto.

Para los que tuvimos la dicha de conocer al entrevistado nos hace rememorar las sabrosas pláticas o conferencias magistrales que siempre se disfrutaban oyéndolo hablar, para los que no tuvieron esa suerte, es una manera de acercarse a él.



El libro cuenta con el prólogo de Aurelio Alonso, quien fuera su amigo en el orden personal y consta de once grandes temas sobre los que se basaron los entrevistadores. El primero, “Rumbo a Roma” nos ofrece en boca del padre Carlos, como gustaba que lo llamaran, parte de su infancia, sus padres y sobre el surgimiento de su vocación sacerdotal. Resulta muy simpática la siguiente anécdota:
Estando en la universidad, tenía una amiga con la que salía con frecuencia. A mi madre le encantaba pensar que esa joven llegaría a ser su nuera. Un día me pidió que no jugara más con ella y formalizara mi compromiso. Le dije que no se preocupara, que esa noche lo iba a cuadrar. Me fui con un grupo de amigos para Tropicana. Regresé a casa alrededor de las seis de la mañana. Al verme, mamá me preguntó si ya había hablado con la muchacha. Le respondí que no y le anuncié: «Voy a ser sacerdote»(1).
En otros momentos del intenso diálogo que sostuvieron los periodistas con monseñor Carlos Manuel, este puede mostrarse molesto por un instante, como sucede en el titulado “Dos pasiones” en que les dice “¿Qué quiere decir esa pregunta a estas alturas de nuestra conversación”? y narra la historia de a qué obedeció que el cardenal Arteaga estuviera presente en la inauguración del Cristo de La Habana junto a Batista.

Uno de los grandes méritos del texto es mostrarnos a Carlos Manuel en toda la dimensión de su humanidad, como humilde sacerdote servidor de Cristo, que nunca tiene una palabra negativa para nadie (sólo en algunos momentos relativos a la historia de Cuba denosta algo al Marqués de Santa Lucía y a Calixto García) ya que les explica: “Mi filosofía personal es que cada día sea mejor en todos los sentidos que el día anterior, pero eso no siempre se logra”(2).

Encuestado sobre la nueva estructura mundial, sus palabras resultan premonitorias
(…) yo no lo veré desde esta vida, en cuyo ocaso sereno y luminoso me encuentro, sino desde la otra orilla de nuestra existencia: desde la eternidad, en la que, espero, todo sea luz(3).
El capítulo “Siempre he estado aquí” interesa por la explicación sobre la significación e importancia de la ENEC, idea surgida de Monseñor Fernando Azcárate, jesuita y obispo auxiliar de La Habana, y en “Cuba tiene mucha altura” recuerda muchos de los que contaron con su amistad: Eliseo Diego, Lezama, Carlos Rafael Rodríguez, y muy especialmente el padre Ángel Gaztelu al que visitó en Miami:
Después de la muerte de la hermana fui a verlo y le dije: « Mira, Gaztelu, me ha dicho Jaime, quien te aprecia mucho, que tú sigues siendo sacerdote de la diócesis de La Habana, y que sus puertas están abiertas siempre para ir al lugar que quieras. Si deseas ir al Espíritu Santo, traslada al sacerdote que está allí». A eso respondió: «Mira, Carlos, no. Ya estoy viejo, tengo mis achaques. Si voy no será para ayudar, sino para crearles preocupaciones. Iré de visita pero no para quedarme. Díselo a Jaime. Se lo agradezco mucho». Insistí: « Nosotros pensamos que la mayor ayuda que le puedes dar a Cuba y a su Iglesia es que estés con nosotros. Hay muchas personas que te aprecian. Cuando algunos preguntan por ti, ni dicen tu nombre; solo dicen: « ¿qué sabes del padre?».
Vino dos veces a La Habana por pocos días después de esa conversación, antes de morir(4)

Para no extender más esta reseña, termino con la última pregunta que fue cómo quería que lo recordaran, a lo que él contestó:
Como un sacerdote trabajador que ha tratado de ser fiel, que ha querido mucho al pueblo cubano, a todo el pueblo. Cubano por encima de todo. Leal a la Iglesia y a mi patria(5).


Muchas otras disfrutables anécdotas se leen, además de las que no contó y pudieran añadirse al libro, pero es muy de agradecer una obra tan encomiable; en especial, las fotografías que nos lo muestran desde niño hasta su plena madurez. Rápidamente agotado el libro, hubo de ser reimpreso. Desde su parroquia última, la de San Agustín, donde aún se consideran sus feligreses, escribió sus últimos poemas. Ediciones Vivarium (fundada por él en su etapa de Canciller) tuvo el tino de publicar algunos del que selecciono este para transcribir:
…y cuando me haya ido
quedará de mí
sólo un retacito de recuerdo,
muy pequeño y, por breve tiempo,
en el sagrario de algunos amigos:
los más cercanos,
más bien escasos.
Volverán, entonces, a escucharse
las campanas de bronce de mi templo
y en el patiecito de adentro,
diminuto y recoleto,
jugarán los lagartos
dando caza a los insectos;
croarán las ranas
y, quizás, hasta el rosal añejo
realice de nuevo el milagro olvidado
de la espiral blanca
de su flor extraña.
Nunca quiso hacerme ese regalo
pues siempre me resultó una planta
ajena y… tan distante!
Nadie me dio las alas
que necesitaba para acercarme.



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  1. Luis Báez, Pedro de la Hoz, Monseñor Carlos Manuel se confiesa, Casa Editora Abril, La Habana, 2015, pp. 19-20.
  2. Ibídem., p.124.
  3. Ibídem., p. 131.
  4. Ibídem., p. 182.
  5. Ibídem., p. 207.




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María del Carmen Muzio Zarranz (La Habana, 1947). Tiene publicadas las novelas El camafeo negro (1989), Sonata para un espía (1990), La Cuarta Versión (2000) y Dios no te va a entender (2015), así como los ensayos Andrés Quimbisa (2001), María Luisa Milanés: el suicidio de una época (2005) y el libro de cuentos para niños Los perros van al cielo (2004). Ha merecido varios galardones y reconocimientos entre los que destacan su mención en el Concurso Internacional Relato Policial, Semana Negra, Gijón, España (2002) y la del centro “Juan Marinello” por su ensayo sociocultural sobre la figura de Andrés Petit.

Thursday, January 17, 2019

Tony Pinelli (entrevista por Mayra A. Martínez)

Nota: Agradezco a Baltasar Santiago Martín, que comparta este texto con los lectores. El mismo está incluido en el número de enero de 2019, de la revista Caritate.

La presentación será el jueves 31 de enero de 2019, a las 8 00 p.m., en el Centro Cultural Hispano para las Artes de Miami (111 SW 5th Ave. Miami, FL. 33135)

Tony Pinelli
 (foto cortesía del entrevistado)
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Con Tony Pinelli, 
y su pluma afinada

por Mayra A. Martínez


Compositor e intérprete, fundador del Movimiento de la Nueva Trova, y con una larga y rica trayectoria como productor y director artístico de programas de radio o televisión, además de directivo y promotor en diversas empresas culturales en Cuba durante varias décadas, Antonio Eduardo Piniella Cabrera, más conocido como Tony Pinelli, proviene de una familia vinculada al arte, cuya figura más destacada fue su padre, Germán Pinelli, locutor cimero de los medios nacionales, estirpe que continúa en la labor de Los 3 de La Habana, agrupación integrada por sus hijos, a quienes apoyó como arreglista de sus montajes durante un tiempo. Cabe recordar que una de sus canciones más populares fue Tú eres la música que tengo que cantar, ganadora del Gran Premio en el Concurso Adolfo Guzmán de 1982.

A partir de 2015 Tony se estableció en Miami, y pronto comenzó por invitación a participar en el popular programa El Happy Hour, de AmericaTV, en tanto actualmente escribe una columna en el Diario Las Américas y participa desde el 2016 en Pasa la tarde, con Mario Andrés Moreno, en Radio Caracol, trasmitido por 1260 am, que se repite ampliado los sábados a las 3:00 p.m. con el título Tú eres la música.

Con mucho por decir, y sustentado en sus vivencias en los medios culturales de la isla –y de modo más reciente, en el contexto cubano de la Florida–, Tony, incisivo como pocos, me ofreció una extensa entrevista para mi libro en preparación sobre musicógrafos conocedores de la creación sonora afrocubana. De esta, hacemos una síntesis para CARITATE:

Para puntualizar sobre tus inicios, ¿estudiaste música de manera formal? Y una duda, ¿adecuaste tu apellido por alguna razón, de Piniella a Pinelli?

Mi familia paterna procede de Asturias, de los Piniella de la zona de Cangas de Onís, una larga familia con cierta cantidad de emigrantes a varios países, entre ellos mi abuelo y mi padre, Germán Piniella, el menor de cinco hermanos y único nacido en Cuba, y el cual empezó su carrera desde niño como cantante. Y su madre, mi abuela Soledad Vázquez, fue quien le sugirió “italianizar” el apellido por su repertorio de óperas italianas, y ya fue para siempre Germán Pinelli.

Tony con su padre, el gran e inolvidable Germán Pinelli (foto cortesía del entrevistado)
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Sin embargo, el ambiente musical no fue de nacimiento. Mis padres se separaron cuando yo era demasiado pequeño, pero mi madre siempre nos inculcó amor a la cultura en general; nunca faltó un libro entre los regalos por cualquier ocasión. Teníamos TV y tocadiscos desde muy temprano, amén de la radio indispensable en casa de cualquier cubano, y mi hermana Isabel y yo estuvimos presentes en cada espectáculo importante, desde el concierto de Josephine Baker en el América, hasta las Cabalgatas españolas en el Payret, o Pedro Infante en el entonces Radiocentro.

Posteriormente, conocí y disfruté a muchos grandes de la música cubana en los programas de radio y TV de mi padre y mi tía Sol Pinelli, y ya de joven comencé a cantar en La Víbora, mi barrio.

Tony Pinelli de joven 
(foto cortesía del entrevistado)
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¿Cómo llegas a estudiar música con Luis Carbonell? Dices que fue por la formación del Cuarteto “Los Cañas”, pero ¿qué sucedió al respecto? Porque él era muy exigente, un gran repertorista...

Yo, como la mayoría de sus alumnos, considero una bendición haber conocido a Luis Mariano, a quien respeté y quise como a un padre. Soy de La Víbora, de donde han salido músicos de gran categoría, y en mi barrio, en los 60, época de cuartetos vocales, hicimos uno con Carlos Mas como director, Jesús “Tatica” del Valle, Adolfo Costales y un servidor. “Los Bohemios” primero y, posteriormente, le pusimos “Los Álamos”; ahí fue donde me decidí a ser profesional en la música, pero el cuarteto, a pesar de que todos lograron excelentes carreras, no lo tenían decidido en aquel momento, y como a dos cuadras de nuestro barrio había otro cuarteto llamado “Los Olivos”, que sí tenían interés en profesionalizarse, comencé a cantar con ellos. René Mateos –que fue una gran influencia para mí por su musicalidad–, Iván Cañas, Paquito González y un baterista, Roberto Benítez.

Ensayamos mucho y participamos en un concurso de radio, cantando No tengo edad, quedando en segundo lugar. Nos vio Julio Lot, un excelente director de programas de radio, y nos reunimos en su casa en una fiesta pequeña. Allí nos recomendó y presentó a Luis Carbonell, con quien sí la cosa fue en serio. Incluso nos montó –sin que ninguno de nosotros supiera leer música– un amplio repertorio de fugas, preludios, sonatas, etc., a voces, convirtiéndonos en los primeros en hacer esa función como toda una línea de trabajo de música clásica, dentro del amplio repertorio de más de 300 números. Luego, cambiamos el nombre de “Los Olivos” a “Los Cañas”, sugerido por Luis en honor a un profesor que había tenido en Santiago de Cuba, tío de Iván Cañas.

Al fin de cuentas, ¿qué querías ser, músico o periodista?

Las dos cosas, pero tuve que dejar la carrera, porque el cabaret y la universidad no ligan mucho, aunque siempre escribí y fui acumulando cosas que me llamaban poderosamente la atención, porque si algo me admira es el talento, y cuando veía u oía algo digno de ser destacado, por lo relevante o por ser anécdota de un grande, se me grababa en la mente y creía en ese entonces, como sigo creyendo, que es importante la labor de destacar esas cuestiones.

Hace muchos años que escribo, produzco y dirijo, pero la música, los arreglos vocales y la hermosa vida de artista fueron mi prioridad. Para mí sigue siendo el oficio más bello del mundo que, por suerte, gracias a mis hijos, “Los 3 de La Habana”, he podido seguir vinculado de algún modo, primero siendo su arreglista y después, aplaudiéndolos.

Háblame de la relación de estudio con Aida Diestro, y luego con Juan Elósegui. ¿Qué te aportaron?

La Gorda era una fiesta. Me iba para su casa y me pasaba temporadas viviendo allí, donde muchas veces vi ensayar al cuarteto, y fue ella la que me adentró en el mundo de los arreglos vocales. Era una pianista maravillosa. Padecía de un aneurisma que le causaba grandes dolores, y a veces me despertaba en la madrugada y me decía: “Pinelito, tengo miedo a dormirme”. Entonces, me pedía que la acompañara a tomar la nitroglicerina, y yo me levantaba del cuarto de los “becados”, como nos llamaba a Pablo Milanés y a mí, y me ponía a hacerle cuentos y a entretenerla. Al rato, se levantaba e íbamos al estudio o cuarto de ensayos, con las ventanas cerradas, y pisando el pedal apagador del piano, se ponía a tocar y cantar conmigo, lo que considero un gran privilegio en mi vida. Para mí fue como una hermana mayor y maestra, a quien admiré como artista y como persona.

Cuando el cuarteto decidió volar solo, después de una etapa con el Maestro Luis Carbonell, fuimos seleccionados para un curso especial de la Dirección de Música, en el Teatro “Amadeo Roldán” (antiguo “Auditórium”), donde participamos un nutrido grupo de artistas profesionales, entre ellos tres cuartetos: “Los Modernistas”, “Los Del Rey” y “Los Cañas”.

Juanito Elósegui era profesor de solfeo, el mejor que he conocido, además de hombre y amigo. Nos invitó a su casa y nos hizo excelentes arreglos. Era viola en la Sinfónica, pero campechano y lleno de dicharachos. Se viraba en plena clase y nos decía: “Tengo una monja encarcelada para ustedes. Y ante el gesto de incomprensión de todos, aclaraba: Una Sor – presa”. Además, era un excelente cocinero y sus amigos búlgaros de la Orquesta Sinfónica siempre le llevaban ingredientes y latas que preparaba de forma deliciosa. Fue amigo, además de maestro, y a pesar de la confianza jamás se perdió el respeto entre profesor y alumno.

¿Cómo lograbas alternar “Los Cañas”, los programas de radio y TV, la dirección de festivales, las giras? ¿Cuáles puedes destacar, y qué aprendizaje obtuviste en esa etapa?

No tengo la menor idea –quizás padezca de hiperactividad–, pero lo cierto es que aún no puedo estar tranquilo. Quizás el afán de ser útil y la inconsciencia de que el sistema no se puede mejorar. Las buenas intenciones en Cuba te traen malas consecuencias.

Nunca he dejado de divertirme y disfrutar la vida por una disciplina de estudios. Me divierto aprendiendo o trabajando, pero en algo que no me guste me cuesta mucho trabajo concentrar la atención.

¿Crees que podrá rescatarse en alguna medida el que la población cubana, dentro de la isla, y los crecidos en el exterior, conozcan a plenitud la riqueza y diversidad de la música cubana, sus compositores e intérpretes?

Mayra querida, esa pregunta merece un razonamiento de más de 40 cuartillas; déjame ver cómo te puedo resumir. En primer lugar, el intento de borrar datos y presencia histórica para llevarlo todo al punto de vista gubernamental ha hecho mucho daño. No se puede hablar de música cubana sin mencionar a Lecuona, René Touzet, Celia Cruz, y tantos y tantos que emigraron o se manifestaron en contra de un gobierno que se adueñó del nombre y de la historia, al punto de darle la razón a aquel obispo mambí de Santiago de Cuba, Monseñor Pedro Meurice, en 1998, cuando expresó en sus Palabras de Saludo a Juan Pablo II, en la misa celebrada en Santiago de Cuba: "... Le presento, además, a un número creciente de cubanos que han confundido la patria con un partido, la nación con el proceso histórico que hemos vivido las últimas décadas y la cultura con una ideología”.

Para tener claro hacia dónde vamos, siempre resulta bueno saber de dónde venimos; nunca será bueno amputar de la historia a un artista por su filiación política o grado de obediencia. Es cierto que la historia la hacen los vencedores, y en el caso nuestro, las prohibiciones, el triunfalismo y el secretismo, más una manipulación de los hechos realizada de forma eficiente, han asegurado el poder por más de medio siglo, pero cada día se ve más y más el interés en el pasado, sobre todo ante el derrumbe del presente.

No se puede negar la fascinación por nuestra música, que cuando Cuba era un país abierto, influenció a tantos creadores en distintas zonas del mundo, y Buena Vista Social Club fue un ejemplo de ello, aunque en Cuba nunca se difundió el éxito de su mejor momento internacional. Y creo que debemos agradecer a nuestros musicalizadores el riesgo a sanciones y despidos, rebajas de salarios y otras medidas totalmente idiotas y extremistas a que se han expuesto por difundir a grandes figuras de la música nuestra que se fueron de Cuba.

El oficialismo ha ocasionado que muchas veces la información resulte incompleta, y la prensa no ayuda. En primer lugar, porque el trabajo del investigador o historiador musical no se reconoce como debiera hacerse; todos viven modestamente, a menos de que ocupen un cargo oficial del cual se aprovechen. Los musicólogos formados luego de los 70 no reciben la información adecuada para ejercer su oficio, y desconocen, diploma en mano, de muchos aspectos y hechos esenciales a resolver después de graduados y, en no pocos casos, los deficientemente formados pasan, antes de madurar suficiente, a dirigir o asesorar, aunque el afán de saber les va completando su información. No obstante, se hacen muchas cosas buenas con una terrible escasez de recursos y ausencia de estímulos, además de que la historia se va abriendo paso por sí misma.

Y por otra parte, ¿qué tal la presencia cultural cubana en Miami, capital de nuestra diáspora?

Bueno, aquí, donde el maravilloso staff de actores, músicos, realizadores, etc., que viven podría estar al servicio de la cultura, no se ven; muy pocos pueden trabajar en su disciplina artística, y tienen que dedicarse a otros oficios con tal de subsistir, pero hay que tener presente que Miami no es un país, es una ciudad turística que significa para un país como Estados Unidos lo que podría significar Varadero para Cuba, donde los cubanos han subsistido, e incluso aportado mucho, pero mucho, a esta ciudad, que –repito– pertenece a otra cultura, no a la nuestra.

Desarrollo aparte, los cubanos solo trabajan en su mayoría en canales provinciales, o del estado de La Florida. Muy pocos trabajan en canales nacionales, y el tiempo en este tipo de situaciones se vuelve un enemigo. La colonia cubana en el sur de La Florida logró mantener su cubanía, e incluso sus sabores, y aquí encuentras platillos que antes de las paladares se perdieron, y que la iniciativa privada en Cuba ha ido rescatando poco a poco. La gastronomía nacional es parte de nuestra cultura en el sentido más amplio de la palabra.

Las últimas generaciones de cubanos que han arribado a las costas de Miami y otros sitios del mundo ya vienen con la ausencia de información a que nos referíamos, y los nacidos aquí han estudiado en inglés y aprendido la cultura del país donde viven, que no es el país de origen de sus padres. O sea, hay varias generaciones de desinformados, pero entre esos desinformados, están los gerentes de las emisoras de radio relacionadas con Cuba, cuyos hijos –al igual que muchos de ellos– hablan español de forma fonética, porque es el idioma de sus padres, y lo oyen en su casa; no han estudiado sus reglas gramaticales, como sí lo han hecho con el inglés, por lo que resulta lógico que prefieran las emisoras norteamericanas, como demuestran las estadísticas de escuchas.

Sin dudas, la radio sigue siendo de suma importancia, pero Miami es una ciudad cosmopolita, con más de seis millones de habitantes en su periferia, con abundancia de países entre ellos, al punto de que es la ciudad de los Estados Unidos con más habitantes extranjeros, y cada dueño de emisora tira –por lo general– para su segmento de mercado, o sea, el que más conoce, aunque deben trabajar para los cubanos que somos la mayoría, pero no la prioridad.

Quiero recalcar que los jóvenes a los que hacía referencia –es decir, las futuras generaciones– prefieren las emisoras en su idioma, el inglés, no el de sus padres. Si alguien no lo cree, o duda del razonamiento, pregúntele a un hijo o nieto de chinos que se radicaron en Cuba qué música prefiere.

Habría que hacer conciencia y tener capacidad de inversión para invertir en Internet, cosa que ya hacen muchos especialistas, pero sin capital y publicidad detrás como es indispensable en un país donde todo es dinero, se hace demasiado difícil. Radio Martí podría haber sido una gran ayuda, pero pésimamente administrado, perdió su oportunidad.

Lo cierto es que la cultura cubana se va esfumando, a pesar de que hay público de sobra para entusiasmar su consumo, mientras, en Cuba, en el tránsito hacia un capitalismo de estado como último recurso para no soltar el poder, la desesperanza y malas condiciones, sin una inyección de fe, coopera con el afán de disipación mediante las expresiones artísticas, nada de reflexión. ¡Así, a gozar se ha dicho, aunque se muera la poesía!


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Tú eres la música que tengo que cantar. 

Autor Tony Pinelli


Sé que hace tiempo te buscaba el nombre
Y así despacio sin hacerme daño
Fuiste una luz iluminando a un hombre
Que anduvo a oscuras todos estos años
Qué buscarás en mí que ya no tengas
Y no me hablen de paz ni de cordura
Porque mi paz y toda mi experiencia
Me laceran de muerte tu figura

Por eso yo, quiero llenarte de color tu intimidad
Pintar de risa tu impresión de soledad
Irte cantando por el mar y la ciudad
Tú te pareces tanto a la felicidad
Que en ese ritmo tan difícil de lograr
En los matices que no hay que retocar
En la belleza del arte más natural
Tú eres la música que tengo que cantar.

Lo que yo siento quisiera decirlo
Un día de julio en medio de la plaza
Oír tu nombre por los altavoces
Sentirlo rebotar de casa en casa
Y aquí me tienes tarareando un sueño
Cazando estrellas por la madrugada
Pupila alerta, guardando un silencio
Para irme a refugiarme en tu mirada

(Miami) Fiesta de la Guantanameritud

Fiesta de la Guantanameritud. El sábado 19 de enero a las 3 pm., en Art Emporium, localizado en el 710 SW 13 Avenida, Miami 33135. 

Serán presentados los Archivos Guantanameros de Augusto Lemus, por un panel integrado por Rebeca Ulloa, Julio Benítez y Luis de la Paz, con la conducción de Ángel Velázquez.

Se le otorgará el título Hijo Emérito de la Guantanameritud al destacado intelectual y artista Santiago “Chago” Rodríguez. 

Se liberará la convocatoria del Concurso de la Guantanameritud (Un Premio Único de $ 500.00 dólares; y un Premio Especial, consistente en una Obra de Arte del destacado creador Johermis Quiala). 

Al final velada artística y recreativa.

Wednesday, January 16, 2019

Hemingway:”Mi casa de Cuba”. Una página olvidada de la revista Bohemia (por Carlos A. Peón-Casas)



Verdaderamente revisitar viejas publicaciones nos trae gratas sorpresas. Este ha sido el caso al tener la suerte, que ya pocos tienen en Cuba, de poder hojear con la fruición que da saborear un fruto casi prohibido, una vieja edición de la benemérita revista Bohemia, el número 15, que viera la luz el 10 de abril de 1960.

Justo al abrir el número de marras, apareció como por ensalmo el ya referido reportaje que firmaba Emma Pérez, a la que supongo en mi ignorancia supina, periodista o corresponsal del bien reconocido staff de la revista en aquel minuto. 

El amplísimo trabajo, que por momentos bordea el ensayo literario, enhebrando para el lector muchas de las facetas biográfico-creativas del hombre y el escritor, va muy bien calzado con fotos de Papa, y de Finca Vigía, sin identificar a su autor o autora, que quizás pudieran ser la propia reportera, o alguno de los fotógrafos de turno de la publicación, qui lo sa?

En uno de los comentarios al pie de uno de los fotogramas, esta vez una serie muy bien lograda de close ups del autor de Fiesta, acota la cronista un dato muy singular sobre la perspectiva creativa de un Hemingway que aquel año estaba por cumplir sus sesenta y un cumpleaños:
¿Cual es el secreto de Hemingway?-El ha prometido dejar de escribir a los sesenta y cinco años. ¿Cómo puede estar cierto de ello? Hasta que no desvele su último secreto, tendrá que escribir como un forzado, cumpliendo su destino de creador, que es el más implacable de todos…(2)
La promesa, lastimosamente, tendría cumplimiento mucho antes de lo que muchos hubieran imaginado, el ciclo creativo del Maestro, se cerraría trágicamente con su muerte, sólo diecinueve días antes de su cumpleaños 62, en su casa de Ketchum, Idaho, el 2 de julio de 1961.
Otras de las instantáneas a las que aludimos y que reproducimos para el lector curioso, tienen que ver con Finca Vigía, y es la que retrata el singular portón que daba entrada a la propiedad con un muy sui generis cartel: “Prohibidas las visitas sin previa cita”. La admonición, que nos queda claro no estaba precisamente destinada a los amigos habituales de Papa, parecía empero en aquel minuto un valladar para cualquier advenedizo que viniera a distraer la infatigable faena creativa del creador. 

Otra, es bien peculiar, se trata de un Hemingway que posa frente a uno de sus más significativos trofeos de caza que adornan las paredes de aquella mítica Finca Vigía. Se trata de un Hemingway que insinúa una sonrisa ante la cámara, que nos descubre quizás ese hálito de sensibilidad humana que a veces se diluye en la dureza de sus propios alter-egos creativos, la autora acompaña el bien logrado retrato con un texto al pie:
He aquí a un escritor tan interesante- y tan ejemplar- como sus creaciones. ¿Cuál de sus personajes, enfrentados inminentemente con la muerte, conoce mejor el peligro que él. Este Ulises de nuestro siglo, cuya Isla de Ítaca es la Isla de Cuba, ha integrado todo acontecimiento importante del mundo desde hace cuarenta años. No ha habido un evento sacudidor de toda la tierra que el no haya presenciado como testigo, y, lo que es más, como protagonista(3)
Para el minuto en que este reportaje veía la luz, Hemingway se debatía furiosamente en la escritura de lo que sería su último trabajo creativo publicado en vida: The Dangerous Summer, título que aludía a “una serie de mano a mano corridas”(4), entre dos toreros de gran fama Antonio Ordoñez y Dominguín, suceso del que Hemingway fue testigo en su penúltima visita a España en 1959. Para Julio de aquel año 1960, Hemingway salía de Cuba para no volver.


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  1. Emma Pérez. Revista Bohemia. No. 15. Abril 10 de 1960.
  2. Ibíd. p. 34
  3. Ibíd. p.36
  4. Ernest Hemingway. A Life Story. Carlos Baker. New York, 1969. P 544. (Se respeta la original construcción sintáctica de la frase de Baker)
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Gaspar, El Lugareño Headline Animator

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