Arzobispo Claret en el mural
de la Ermita de la Caridad de Miami,
obra del pintor Teok Carrasco.
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Después de varias semanas de haber dejado su España natal, el 16 de febrero de 1851, desembarcaba Antonio María Claret en la ciudad de Santiago de Cuba para tomar posesión no solo del arzobispado de Cuba, sino del Primado de las Antillas y del Patriarcado de las Indias Occidentales. En cuanto llegó fue a visitar el santuario de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, cuya imagen hizo labrar en su cayado pastoral diciendo a sus fieles: “Esta es vuestra Patrona. Ella regirá mi diócesis”, y en su escudo arzobispal plasmó el lema: “La caridad de Cristo me arrastra”.
El Arzobispo Claret con algunos sacerdotes
en Santiago de Cuba, 1853.
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Encontró que aquel amplio territorio contaba solo con 40 parroquias, que la población estaba esparcida a grandes distancias, y que había menos de 125 sacerdotes para atenderla. Por otro lado, los templos se hallaban en estado lamentable por lo que mandó a reparar y construir iglesias y fundó 53 nuevas parroquias en los seis años que permaneció en la isla.
El Seminario tampoco marchaba bien pues en los últimos 30 años no había dado ningún sacerdote a la diócesis. Por ello Claret empezó por impartir ejercicios espirituales y añadió al currículo clases de oratoria, historia sagrada, moral, cánones, liturgia y canto llano, y dos años después había ya 110 seminaristas, celebrándose una ordenación de 12 nuevos sacerdotes, un diácono y tres subdiáconos.
Grabado antiguo de la Villa del Cobre
y el Santuario Nacional de la Virgen de la Caridad del Cobre,
siglo XIX
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Hizo visita pastoral de la diócesis tres veces recorriendo más de 70,000 kms. cuadrados, a caballo o a pie, atravesando la espesa manigua, viajando al borde de empinados despeñaderos y bajo un clima tropical al que no estaba acostumbrado. Daba misiones en iglesias, plazas, cafetales y dondequiera que lograba reunir un grupo de fieles. El padre Adoaín, colaborador de Claret decía: “¡Cuántos hijos que no reconocían a sus padres los reconocen ahora! Este fervor, este entusiasmo ¿a qué se debe? A la misión. Gracias eternas al santo prelado Claret, que solo en el cielo hallará la divina recompensa”.
El mismo Claret escribía al obispo de Vich, en Barcelona: “Hemos de sufrir mucho y trabajar muchísimo, pero los frutos son centuplicados. Cada población da un vuelco completo. Todos se confiesan, comulgan y confirman…”. Y todo esto sucedía en medio de terribles epidemias de cólera y terremotos. A raíz de un devastador terremoto en Santiago, predicaba Claret: “Dios ha hecho con algunos lo mismo que la madre que tiene un hijo dormilón, que le menea el catre para que se despierte y se levante, y si esto no sirve, le castiga el cuerpo; lo mismo hace Dios con aquellos hijos pecadores aletargados: ahora les ha movido el catre, la cama, la casa y si aun así no se despiertan, pasará a castigarles el cuerpo con la peste o el cólera”.
Planeó casas para ancianos y pobres; consiguió dos cédulas reales que facilitaban abrir dos colegios de escolapios en Oriente y uno de enseñanza superior en La Habana bajo la dirección de los padres jesuitas. Fundó en 1852 el instituto Apostólico de Religiosas de la Inmaculada para la enseñanza, hoy conocidas como Misioneras Claretianas; luchó en contra de la esclavitud y visitó con frecuencia las prisiones, sobre todo a aquellos que cumplían sentencia por luchar por la libertad de Cuba, logrando una amnistía para los conjurados en una rebelión.
Al cumplir sus años de ministerio en la isla, regresó a España en 1857 ya que la reina Isabel lo había nombrado su confesor real. Además, recibió condecoraciones y distinciones honorificas; fue director de obras tan gigantescas como la restauración del Monasterio de El Escorial en España; escribió libros y manuales de espiritualidad y ocupó un escaño en el Concilio Vaticano I.
Autógrafo de San Antonio María Claret,
Arzobispo de Cuba
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Pero por su modestia, humildad y entrega, el pueblo, sus amigos, el clero, siempre le llamaron Padre Claret, el misionero, aquel infatigable sembrador de fe que, entre otras cosas, luchó por el mejoramiento espiritual y la dignidad nacional del pueblo cubano.
[Antonio María Claret y Clará (Sallent de Llobregat, 23 de diciembre de 1807-Abadía de Fontfroide, Francia, 24 de octubre de 1870)]
Procesión en Sevilla en honor
a San Antonio María Claret
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**Artículo publicado originalmentr en el periódico La Voz Católica de Miami, el 27 de julio, 1990.
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Teresa Fernández Soneira (La Habana 1947), es una historiadora y escritora cubana radicada en Miami desde 1961. Ha hecho importantes aportes a la historia de Cuba con escritos y libros de temática cubana, entre ellos, CUBA: Historia de la educación católica 1582-1961, Ediciones Universal, Miami, 1997, Con la Estrella y la Cruz: Historia de las Juventudes de Acción Católica Cubana, Ediciones Universal, Miami, 2002. En los últimos años ha estado enfrascada en su obra Mujeres de la Patria, contribución de la mujer a la independencia de Cuba, (Ediciones Universal, Miami 2014 y 2018). El volumen I dedicado a la mujer en las conspiraciones y la Guerra de los Diez Años, y el volumen 2, de reciente publicación, trata sobre la mujer en la Guerra de Independencia. En estos dos volúmenes la autora ha rescatado la historia de más de 1,300 mujeres cubanas y su quehacer durante nuestras luchas independentistas. En el verano del 2022 publicó La Bella Cubana, rostros de mujeres en la Cuba del siglo XIX (Alexandria Library Pub. House, Miami) que recoge 150 daguerrotipos del siglo XIX de mujeres cubanas de todas las edades y razas, acompañados de poemas de la época. Es un homenaje a la mujer cubana de todos los tiempos.