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Thursday, May 4, 2023

Claret: Arzobispo Misionero. (por Teresa Fernández Soneira)

Arzobispo Claret en el mural
 de la Ermita de la Caridad de Miami, 
obra del pintor Teok Carrasco.
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Después de varias semanas de haber dejado su España natal, el 16 de febrero de 1851, desembarcaba Antonio María Claret en la ciudad de Santiago de Cuba para tomar posesión no solo del arzobispado de Cuba, sino del Primado de las Antillas y del Patriarcado de las Indias Occidentales. En cuanto llegó fue a visitar el santuario de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, cuya imagen hizo labrar en su cayado pastoral diciendo a sus fieles: “Esta es vuestra Patrona. Ella regirá mi diócesis”, y en su escudo arzobispal plasmó el lema: “La caridad de Cristo me arrastra”.

El Arzobispo Claret con algunos sacerdotes
en Santiago de Cuba, 1853.
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Encontró que aquel amplio territorio contaba solo con 40 parroquias, que la población estaba esparcida a grandes distancias, y que había menos de 125 sacerdotes para atenderla. Por otro lado, los templos se hallaban en estado lamentable por lo que mandó a reparar y construir iglesias y fundó 53 nuevas parroquias en los seis años que permaneció en la isla.

El Seminario tampoco marchaba bien pues en los últimos 30 años no había dado ningún sacerdote a la diócesis. Por ello Claret empezó por impartir ejercicios espirituales y añadió al currículo clases de oratoria, historia sagrada, moral, cánones, liturgia y canto llano, y dos años después había ya 110 seminaristas, celebrándose una ordenación de 12 nuevos sacerdotes, un diácono y tres subdiáconos.

Grabado antiguo de la Villa del Cobre
 y el Santuario Nacional de la Virgen de la Caridad del Cobre,
 siglo XIX
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Hizo visita pastoral de la diócesis tres veces recorriendo más de 70,000 kms. cuadrados, a caballo o a pie, atravesando la espesa manigua, viajando al borde de empinados despeñaderos y bajo un clima tropical al que no estaba acostumbrado. Daba misiones en iglesias, plazas, cafetales y dondequiera que lograba reunir un grupo de fieles. El padre Adoaín, colaborador de Claret decía: “¡Cuántos hijos que no reconocían a sus padres los reconocen ahora! Este fervor, este entusiasmo ¿a qué se debe? A la misión. Gracias eternas al santo prelado Claret, que solo en el cielo hallará la divina recompensa”.

El mismo Claret escribía al obispo de Vich, en Barcelona: “Hemos de sufrir mucho y trabajar muchísimo, pero los frutos son centuplicados. Cada población da un vuelco completo. Todos se confiesan, comulgan y confirman…”. Y todo esto sucedía en medio de terribles epidemias de cólera y terremotos. A raíz de un devastador terremoto en Santiago, predicaba Claret: “Dios ha hecho con algunos lo mismo que la madre que tiene un hijo dormilón, que le menea el catre para que se despierte y se levante, y si esto no sirve, le castiga el cuerpo; lo mismo hace Dios con aquellos hijos pecadores aletargados: ahora les ha movido el catre, la cama, la casa y si aun así no se despiertan, pasará a castigarles el cuerpo con la peste o el cólera”.

Planeó casas para ancianos y pobres; consiguió dos cédulas reales que facilitaban abrir dos colegios de escolapios en Oriente y uno de enseñanza superior en La Habana bajo la dirección de los padres jesuitas. Fundó en 1852 el instituto Apostólico de Religiosas de la Inmaculada para la enseñanza, hoy conocidas como Misioneras Claretianas; luchó en contra de la esclavitud y visitó con frecuencia las prisiones, sobre todo a aquellos que cumplían sentencia por luchar por la libertad de Cuba, logrando una amnistía para los conjurados en una rebelión.

Al cumplir sus años de ministerio en la isla, regresó a España en 1857 ya que la reina Isabel lo había nombrado su confesor real. Además, recibió condecoraciones y distinciones honorificas; fue director de obras tan gigantescas como la restauración del Monasterio de El Escorial en España; escribió libros y manuales de espiritualidad y ocupó un escaño en el Concilio Vaticano I.

Autógrafo de San Antonio María Claret,
Arzobispo de Cuba
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Pero por su modestia, humildad y entrega, el pueblo, sus amigos, el clero, siempre le llamaron Padre Claret, el misionero, aquel infatigable sembrador de fe que, entre otras cosas, luchó por el mejoramiento espiritual y la dignidad nacional del pueblo cubano.

[Antonio María Claret y Clará (Sallent de Llobregat, 23 de diciembre de 1807-Abadía de Fontfroide, Francia, 24 de octubre de 1870)]

Procesión en Sevilla en honor
 a San Antonio María Claret
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**Artículo publicado originalmentr en el periódico La Voz Católica de Miami, el 27 de julio, 1990.




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Teresa Fernández Soneira (La Habana 1947), es una historiadora y escritora cubana radicada en Miami desde 1961. Ha hecho importantes aportes a la historia de Cuba con escritos y libros de temática cubana, entre ellos, CUBA: Historia de la educación católica 1582-1961, Ediciones Universal, Miami, 1997, Con la Estrella y la Cruz: Historia de las Juventudes de Acción Católica Cubana, Ediciones Universal, Miami, 2002. En los últimos años ha estado enfrascada en su obra Mujeres de la Patria, contribución de la mujer a la independencia de Cuba, (Ediciones Universal, Miami 2014 y 2018). El volumen I dedicado a la mujer en las conspiraciones y la Guerra de los Diez Años, y el volumen 2, de reciente publicación, trata sobre la mujer en la Guerra de Independencia. En estos dos volúmenes la autora ha rescatado la historia de más de 1,300 mujeres cubanas y su quehacer durante nuestras luchas independentistas. En el verano del 2022 publicó La Bella Cubana, rostros de mujeres en la Cuba del siglo XIX (Alexandria Library Pub. House, Miami) que recoge 150 daguerrotipos del siglo XIX de mujeres cubanas de todas las edades y razas, acompañados de poemas de la época. Es un homenaje a la mujer cubana de todos los tiempos.

Sunday, February 5, 2023

En un nuevo aniversario de la fundación de la Federación de las Juventudes de Acción Católica Cubana (por Teresa Fernández Soneira)


Aquel hombre bueno, de semblante dulce y bonachón, que había llegado de Francia en el 1905 con algunos conocimientos del idioma español, pero con muchos deseos de trabajar con la juventud cubana y dedicar su vida a la enseñanza en Cuba, el querido y recordado Venerable Hermano Victorino De La Salle (1885-1966), se comprometió a fundar la Federación de las Juventudes de Acción Católica Cubana hace ya 95 años. Fue la luz y el susurro del Espíritu Santo lo que motivó al hermano a establecer una organización juvenil católica que con los años se convertiría en la más grande institución de la Iglesia cubana que en 1960 contaba con más de 25,000 miembros. Por sus filas pasaron miles de jóvenes que luego llegaron a ser profesionales, o formaron familias cristianas, mientras que otros sintieron el llamado a la vocación religiosa para convertirse en sacerdotes y religiosas y ser puntales de la sociedad cubana.


Afiche de la IV Asamblea y VII Concentración Nacional, Cienfuegos, 18-19 noviembre, 1950.
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Este año celebramos con alegría el 95 aniversario de su fundación. Fue el 11 de febrero de 1928 cuando un grupo de jóvenes dirigidos por Victorino establecieron en el colegio de La Salle del Vedado la Acción Católica Cubana que tendría cuatro ramas: Juventud Estudiantil, Juventud Obrera, Juventud Universitaria y Juventud Católica. ¡Felicidades a todos los Federados y a todos los que de alguna manera están ligados a esta gran obra! Debemos seguir orando para que el Venerable Hno. Victorino sea pronto elevado a los altares, y para que su vida y su ejemplo sigan guiando a los cubanos.

Monumento en homenaje al
Venerable Hno. Victorino de la Salle.
Ermita de la Caridad.
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¡Juventud porvenir de la Patria! ¡Juventud porvenir de la fe!
El futuro descansa en tus brazos, tus espaldas serán su sostén.
Con la estrella y la cruz como emblema, ha de ser nuestra marcha triunfal.
¡Viva Cuba creyente y dichosa! ¡Viva Cristo Monarca Ideal!

(Himno de la Acción Católica - Letra: Dr. Julio Morales Gómez, Música: Hno. Victorino)


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Natalicio de José Martí. Ofrenda de libros de la autoría del Maestro por los miembros de la Juventud Estudiantil Católica en el Parque Central de la Habana, 1960.
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Oración

Señor Dios, que has prometido ensalzar a los humildes y que brillarán como estrellas en perpetuas eternidades los que enseñaren a muchos la justicia, dígnate glorificar a tu siervo Venerable Hermano Victorino De La Salle, trabajador incansable en la parcela de la niñez y de la juventud, haciendo que su nombre resplandezca entre tus santos.

Multiplíquense tus gracias, Señor, en favor de los fieles que te las piden, haciendo presente las virtudes que él practicó en la Tierra, y concédenos que algún día veamos a tu Santa Iglesia honrar su memoria y ofrecernos en él un nuevo modelo que imitar, y un nuevo protector que nos asista desde el cielo, en los trabajos y aflicciones de esta vida, ayudándonos a conseguir la bienaventuranza eterna.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

A quienes obtengan favores o gracias por intersección del Venerable Hermano Victorino De La Salle, rogamos que lo comuniquen en un breve mensaje dirigido a: Victorino@saintly.com.


Grupo de Acción Católica San Buenaventura de universitarias. La Habana, c. 1948-1950.





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Teresa Fernández Soneira (La Habana 1947), es una historiadora y escritora cubana radicada en Miami desde 1961. Ha hecho importantes aportes a la historia de Cuba con escritos y libros de temática cubana, entre ellos, CUBA: Historia de la educación católica 1582-1961, Ediciones Universal, Miami, 1997, Con la Estrella y la Cruz: Historia de las Juventudes de Acción Católica Cubana, Ediciones Universal, Miami, 2002. En los últimos años ha estado enfrascada en su obra Mujeres de la Patria, contribución de la mujer a la independencia de Cuba, (Ediciones Universal, Miami 2014 y 2018). El volumen I dedicado a la mujer en las conspiraciones y la Guerra de los Diez Años, y el volumen 2, de reciente publicación, trata sobre la mujer en la Guerra de Independencia. En estos dos volúmenes la autora ha rescatado la historia de más de 1,300 mujeres cubanas y su quehacer durante nuestras luchas independentistas. En el verano del 2022 publicó La Bella Cubana, rostros de mujeres en la Cuba del siglo XIX (Alexandria Library Pub. House, Miami) que recoge 150 daguerrotipos del siglo XIX de mujeres cubanas de todas las edades y razas, acompañados de poemas de la época. Es un homenaje a la mujer cubana de todos los tiempos.

Wednesday, November 23, 2022

El primer "Día de Acción de Gracias" en Cuba (por Teresa Fernández Soneira)

Nota previa de Teresa Fernández Soneira: Revolviendo papeles sobre escritos de hace muchos años, encontré esta reseña que publiqué en noviembre de 1986, en el Miami Herald en español, mediante el Sr. Roberto Fabricio, quien era su editor en ese tiempo. Me pareció un material interesante y valioso, ahora lo comparto con los lectores de Gaspar, El Lugareño.


La imagen que es historia.
El primer "Día de Dar Gracias en Cuba". 
26 de noviembre de 1898, La Habana, Cuba.


Reportaje por W.A. Varty, corresponsal de Harper's Weekly Magazine, Nueva York:

La capital de la Reina de las Antillas acaba de celebrar su primer "Día de Dar Gracias", y ciudadanos cubanos y americanos reconociendo lo significativo del evento, lo han celebrado con entusiasmo. 
El espíritu de agradecimiento se manifestó en cenas celebradas por la colonia Americana. El centro de estas celebraciones fue e1 gran Hotel Pasaje. Al gran banquete, celebrado esa noche, asistieron 130 norteamericanos, entre ellos el Brigadier General, Humphreys, quien ocupó el lugar de honor mientras que el Honorable Lucien Jerome, Cónsul General de Inglaterra ocupó el asiento contiguo.

Se brindó por el presidente McKinley y por la Reina Victoria, pero no se hizo ningún comentario sobre la reciente Guerra Hispano-Americana. El primer "Día de Acción de Gracias" en La Habana señaló una nueva etapa, y se espera que el próximo año sea reconocido unánimemente y se sacrifiquen pavos a la usanza de los Estados Unidos.




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Teresa Fernández Soneira (La Habana 1947), es una historiadora y escritora cubana radicada en Miami desde 1961. Ha hecho importantes aportes a la historia de Cuba con escritos y libros de temática cubana, entre ellos, CUBA: Historia de la educación católica 1582-1961, Ediciones Universal, Miami, 1997, Con la Estrella y la Cruz: Historia de las Juventudes de Acción Católica Cubana, Ediciones Universal, Miami, 2002. En los últimos años ha estado enfrascada en su obra Mujeres de la Patria, contribución de la mujer a la independencia de Cuba, (Ediciones Universal, Miami 2014 y 2018). El volumen I dedicado a la mujer en las conspiraciones y la Guerra de los Diez Años, y el volumen 2, de reciente publicación, trata sobre la mujer en la Guerra de Independencia. En estos dos volúmenes la autora ha rescatado la historia de más de 1,300 mujeres cubanas y su quehacer durante nuestras luchas independentistas. En el verano del 2022 publicó La Bella Cubana, rostros de mujeres en la Cuba del siglo XIX (Alexandria Library Pub. House, Miami) que recoge 150 daguerrotipos del siglo XIX de mujeres cubanas de todas las edades y razas, acompañados de poemas de la época. Es un homenaje a la mujer cubana de todos los tiempos.

Friday, October 21, 2022

En el 130 Aniversario de la Fundación del Partido Revolucionario Cubano (por Teresa Fernández Soneira)

Foto tomada durante la primera visita de Martí a Cayo Hueso, en diciembre de 1891, y en la que aparece con los miembros del Comité Organizador: presidente Ángel Peláez del Pozo, secretario Gualterio García, tesorero Frank E. Bolio y vocales Aurelio C. Rodríguez, José G. Pompez y Genaro Hernández. Foto de Internet.
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La primera visita que hizo José Martí a Cayo Hueso, el 26 de diciembre de 1891, tuvo una gran trascendencia en la historia de Cuba ya que fue en esa oportunidad cuando Martí organizó y dio a conocer el Partido Revolucionario Cubano. Aunque llegaba enfermo, “envuelto en un abrigo y al descubierto la cabeza’. […] rechazó el carruaje que le tenían preparado para conducirlo al hotel Duval, y acompañó a pie a los que lo habían ido a recibir al muelle. El pueblo pidió que Martí hablara, y el los complació dirigiéndoles unas palabras, pero enfermo de la garganta y con fiebre, solo pronunció una “breve y fulgurante oración” según relata Gerardo Castellanos. Ya estando hospedado en el hotel, recibió visitas de sus compatriotas. Les estrechaba en brazos, les daba apretones de manos; ofrecía frases de afecto y de fervor patriótico…, y “a muchos pequeñuelos los besó en la frente”.

En el banquete de la noche, de 33 cubiertos, hubo brindis y recitaciones. El público invadía la calle, y Martí se vio obligado a pronunciar esa noche tres discursos. A la mañana siguiente no pudo levantarse del lecho, víctima de una aguda laringotraqueobronquitis, ordenándole el doctor Eligio Palma reposo absoluto. A pesar de que sabían que no lo volverían a ver hasta el primero de enero, el pueblo iba en masa, a todas horas, a interesarse por su salud.

Teatro del Club San Carlos en 1886. 
Foto Florida Memory ©
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El día 3 de enero de 1892, en el Club San Carlos, José Martí dio a conocer a José Francisco Lamadrid, José Dolores Poyo Estenoz y al coronel Fernando Figueredo Socarrás, su idea de fundar el Partido Revolucionario Cubano (PRC). Pocos días más tarde, el 6 de enero de 1892, quedó constituido el PRC y aprobadas sus Bases, y a partir del 4 de enero de 1892 se inició un proceso de estudio y aprobación de las Bases y Estatutos Secretos por parte de la emigración de Cayo Hueso, Tampa y Nueva York. Cada agrupación existente en la emigración, o cada grupo de cubanos que quisiese formar un Club, analizó el documento, sugirió lo que estimó conveniente, y una vez, aprobados, se comunicó la aceptación al órgano supremo en Nueva York.

Una vez finalizado el proceso, se llevaron a cabo las elecciones de los cargos de delegado, tesorero, secretario y presidentes de los cuerpos de consejo en Estados Unidos (Cayo Hueso, Tampa, Nueva York, Filadelfia, Martí City en Ocala), Jamaica y Veracruz, resultandos elegidos:

Delegado: José Martí
Tesorero: Benjamín Guerra
Secretario: Gonzalo de Quesada

Objetivos:

En el preámbulo del acta se expresaba que: "El Partido Revolucionario Cubano (PRC) no se proponía perpetuar en la República Cubana, que aspiraba a fundar, el espíritu autoritario y la composición burocrática de la Colonia, sino fundar un pueblo nuevo, capaz de vencer por el orden del trabajo real y el equilibrio de las fuerzas sociales los peligros de la libertad repentina en una sociedad compuesta para la esclavitud".

Y se acordaba, entre otros lineamientos:

Se utilizará la bandera de Cuba creada por el venezolano Narciso López en 1849 y adoptada por la Asamblea de Guáimaro en 1869.

Que la bandera de Puerto Rico fuera la creada por Antonio Vélez Alvarado el 11 de junio de 1892 y aceptada por José Martí. La misma fue adoptada por la Sección de Puerto Rico del Partido Revolucionario Cubano en el 1895.

El acta además indicaba, entre otras cosas, que el Partido se fundaba:

Para lograr con el esfuerzo reunido de todos los hombres de buena voluntad la independencia absoluta de Cuba y fomentar y auxiliar la de Puerto Rico.

Que no tenía como fin precipitar la guerra, ni lanzar al país a un movimiento mal dispuesto, sino ordenar la guerra generosa y breve que asegurara en la paz y el trabajo la felicidad de todos los habitantes de Cuba.

Que no tenía por objeto llevar a Cuba a un grupo victorioso, sino preparar la guerra para el decoro y bien de los cubanos.

Que, con la finalidad de organizar y llevar la guerra a Cuba, allegaría los fondos necesarios para ello.

Que el Partido Revolucionario Cubano aspiraba a establecer relaciones con los pueblos amigos que le permitieran acelerar la guerra.

Los "estatutos secretos" establecieron una organización muy sencilla, ya que podían fundarse todos los clubes que se estimaran convenientes, con independencia los unos de los otros, siendo su labor principal la recaudación de fondos, para lo que existía una contribución voluntaria de un tanto por ciento de los sueldos o jornales de los miembros. Los presidentes de los clubes de cada localidad constituían un Cuerpo de Consejo y las elecciones se celebraban anualmente, cubriéndose los cargos de los clubes y designándose igualmente el delegado, el secretario y el tesorero, que eran la máxima representación del Partido. El delegado tenía plenos poderes, aunque Martí periódicamente realizaría visitas a los clubes e informaría de la parte de labor que podía darse a conocer.

Martí nombró a Juan Gualberto Gómez como Delegado Nacional en Cuba del Partido Revolucionario Cubano, quien a su vez se le subordinaban subdelegados provinciales:

Subdelegado: José Azcuy de Pinar del Río.
Delegado: Juan Gualberto Gómez de la Habana.
Subdelegado: Emilio Domínguez de Matanzas.
Subdelegado: Francisco Martínez Pupo de Santa Clara.
Subdelegado: Antonio Pequera de Cienfuegos.
Subdelegado: Salvador Cisneros Betancourt de Camagüey.
Subdelegado: Rafael Portuondo Tamayo de Oriente.

El principal medio de difusión del PRC fue su órgano oficial, el periódico Patria, creado por Martí en marzo de 1892​ con el fin de exponer sus ideas sobre Cuba y la guerra, así como dar a conocer las actividades del exilio cubano.

Pero Martí chocó con el obstáculo de atraer y unir a los veteranos, pues muchos firmantes del pacto del Zanjón proyectaban su derrotismo sobre la emigración, otros recelaban de las actividades de Martí y de los emigrados que no habían combatido con las armas en las manos en los campos de Cuba Libre. Martí logró atraer a jefes veteranos de gran prestigio como los Mayores Generales Máximo Gómez, Antonio Maceo, Carlos Roloff y Julio Sanguily. Organizar un ejército era para Martí un objetivo primordial, pero necesitaba que un jefe veterano del 68 que ocupara el cargo de General en Jefe. Propuso a Máximo Gómez. Este aceptó, y fue aprobado por votación de los veteranos del 68. Gómez se encargó de la organización militar con los recursos del PRC. Más adelante, Antonio Maceo aceptó ser el Lugarteniente General. Así, los veteranos se organizaron militarmente según los grados adquiridos en las anteriores contiendas, y conformaron el futuro ejército libertador.

Martí confió en que, con la unión y el trabajo, el PRC lograría su objetivo, y el 17 de febrero de 1892 en Hardman Hall en Nueva York lo comunicó con optimismo: “dicen que hemos juntado a tiempo nuestras fuerzas, que en Tampa aletea el águila, y en Cayo Hueso brilla el sol, y en New York da luz la nieve, y que la Historia no nos ha de declarar culpables!”

Y así fue como, luego de este paso trascendental en aquel frío invierno de 1891, de siete largos años de trabajos, y tres de cruenta guerra, en agosto de 1898 la Guerra de Independencia terminaba con la paz y la libertad para el pueblo de Cuba. Pero había que seguir esperando: aún faltaba la independencia que no llegaría hasta 1902.

Club San Carlos, Key West. 
Foto Internet.
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Teresa Fernández Soneira (La Habana 1947), es una historiadora y escritora cubana radicada en Miami desde 1961. Ha hecho importantes aportes a la historia de Cuba con escritos y libros de temática cubana, entre ellos, CUBA: Historia de la educación católica 1582-1961, Ediciones Universal, Miami, 1997, Con la Estrella y la Cruz: Historia de las Juventudes de Acción Católica Cubana, Ediciones Universal, Miami, 2002. En los últimos años ha estado enfrascada en su obra Mujeres de la Patria, contribución de la mujer a la independencia de Cuba, (Ediciones Universal, Miami 2014 y 2018). El volumen I dedicado a la mujer en las conspiraciones y la Guerra de los Diez Años, y el volumen 2, de reciente publicación, trata sobre la mujer en la Guerra de Independencia. En estos dos volúmenes la autora ha rescatado la historia de más de 1,300 mujeres cubanas y su quehacer durante nuestras luchas independentistas. En el verano del 2022 publicó La Bella Cubana, rostros de mujeres en la Cuba del siglo XIX (Alexandria Library Pub. House, Miami) que recoge 150 daguerrotipos del siglo XIX de mujeres cubanas de todas las edades y razas, acompañados de poemas de la época. Es un homenaje a la mujer cubana de todos los tiempos.

Saturday, August 6, 2022

El retrato como reflejo e identidad. Presentación del libro “La bella cubana” de Teresa Fernandez Soneira (por Janisset Rivero)


Teresa Fernández Soneira
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Janisset Rivero
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Al utilizar la imagen como punto de partida para la indagación antropológica, Teresa Fernández Soneira recurre a un género reflexivo en su misión como investigadora de la mujer cubana del siglo XIX.

Somos una nación en busca de su pasado, en busca de su memoria. La fractura totalitaria ha impedido que el curso natural de nuestro devenir histórico entregara la multiplicidad de imágenes y diálogos que se suscitan para entender de dónde venimos y para poder imaginar nuestro futuro, como ocurre en cualquier sociedad libre. Ese proceso reflexivo ya había iniciado en la primera mitad del siglo XX en Cuba, donde la mujer cubana tuvo protagonismo y liderazgo relevante.

En el libro “La bella cubana”, a través de rostros de mujeres cubanas que vivieron en el siglo XIX y principios del XX, se presenta el retrato de una sociedad, y el nacimiento de una identidad.

Y es precisamente la mujer la que nos invita al encuentro. La mujer como simiente, fortaleza, y fuente de fecundidad nos invita a iniciar el diálogo.

Esta obra, propone toda una narrativa a partir de la imagen, las palabras que utiliza son preliminares para presentar la historia de la fotografía a nivel mundial y sus inicios y desarrollo en Cuba. Luego, utiliza poemas y textos escritos durante el mismo período histórico de las fotografías que presenta.

La mayoría de estas fotos son parte de la colección de la autora, cuyo amor por la fotografía le viene de sus abuelos. De hecho su abuela ejerció la fotografía y le enseñó a amarla.

A un nivel denotativo, observar las fotos aporta conocimiento sobre las maneras de vestir y de presentarse socialmente de las mujeres cubanas del siglo XIX, las clases socioeconómicas, las diversas razas y el mestizaje del que somos hijos los cubanos. En las fotos se observan mujeres con definidos rasgos europeos, otras de rasgos africanos, y otras que presentan la mezcla racial en su más hermosa definición. Sus edades son diversas, desde adolescentes hasta ancianas.

No pude evitar encontrarme reflejada en muchas de ellas. Reconocer los rasgos familiares que nos unen. Fue fácil imaginarlas caminando las calles del exilio o en Cuba hoy, salvando las diferencias circunstanciales.

A un nivel connotativo, observar sus rostros, sus miradas, sus posturas, me atrevo a decir que es una invitación para imaginar los sueños, tristezas y realidades de estas mujeres y su época. Es también un acercamiento a la familia cubana. Al decir de Dulce María Loynaz, hay una “sabrosa melancolía” al encontrarnos con los retratos viejos.

En los textos aislados aparecidos en el reverso de las fotos, incluso en los versos que acompañan las imágenes, hay una savia nueva. Este es el siglo en el que el cocimiento de nuestra identidad cuajó, la saturación política y económica del control de España sobre la isla de Cuba llegó a su clímax, y la necesidad de tener voz propia se consolidó en un clamor.

En las fotos de estas mujeres hay una mezcla muy bien lograda de belleza, madurez, juventud, determinación, dureza, picardía, dolor, sacrificio.

Los poetas cantaron a su belleza, y también al heroismo de la mujer cubana. Y Teresa Fernandez Soneira al juntar los retratos con los poemas, presenta una combinación potable y provocadora.

Dentro de la muestra poética y de prosa que presenta el libro, no solamente resaltan poetas cubanos de la importancia de Julián del Casal, Juan Clemente Zenea, José María Heredia, José Martí, Plácido, Bonifacio Byrne, también las voces femeninas de Juana Borrero, Aurelia Castillo de González, María Luisa Milanés, Úrsula Céspedes de Escanaverino, Sara Cordoneda García, la Condesa de Merlin, y Gertrudis Gómez de Avellaneda, entre otras.

Entre los retratos hay una sección dedicada a las mujeres que lucharon en las guerras de independencia en Cuba, como también de las madres, esposas e hijas de los patricios cubanos.

El presidente de la República Alfredo Zayas, recordará a la patriota Rosario Bolaños Fundora, cuya foto está en la muestra y quien entre 1895 y 1898 “cosió ropa para el Ejército Libertador, cuidó heridos, cocinó para los soldados y trabajó como emisaria” (Alfredo Zayas, “El sufragio politico de la mujer en Cuba”, conferencia el 30 de marzo de 1930).

Martí habla de Carolina Rodríguez Suárez “La Patriota”, y su texto se incluye debajo de la foto de la anciana que “sabe dónde están todos los cubanos que sufren, sale a trabajar para ellos”.

Conmueve la foto de Gabriela de la Caridad (Adela) Azcuy Labrador, quien fuera Capitana de Sanidad del Ejército Libertador, y quien además fue poeta. No solo se incluye su foto en uniforme de Guerra sino su poema a Antonio Maceo.

Asimismo, la joven Luz Noriega de Hernández, también Capitana de Sanidad del Ejército Libertador aparece en la muestra de retratos, y un fragmento de las memorias de la Guerra escrito por Enrique Loynaz del Castillo. El esposo de Luz fue médico en el Ejército Libertador, y murió bajo fuego español. “Se veía la figura joven y bella de Luz Noriega a caballo con su vestido limpio de holanda cruda, sombrero de yarey al estilo mambí y machete al cinto”.

Resalta en algunos textos y rostros la fortaleza espiritual de aquellas mujeres que tuvieron que apoyar a sus esposos durante las gestas libertarias, en muchos casos sobreviviendo junto a ellos en la manigua. Como es el caso de Ana de Quesada y Loynaz, segunda esposa de Carlos Manuel de Céspedes, de Bernarda Toro Pelegrín, esposa de Máximo Gómez, o de María Cabrales, esposa de Antonio Maceo. Sus rostros, sus miradas traslucen un brillo, una firmeza, un dolor.

Considero de un valor documental e histórico enorme, este libro “La bella cubana”, que es un ejercicio de antropología visual encomiable. La imagen tiene mucho poder para la psiquis humana. Se dice que una imagen vale más que mil palabras, y es muy cierto.

Cada uno de esos rostros, muchos de los cuales son anónimos, de nombres e historias desconocidos, nos trasladan a una época y evocan una realidad haciéndonos viajar a nuestra raíz.

La imagen así, se convierte en el lugar de encuentro, de diálogo vivo y evocación, regalándonos un espacio único de conocimiento y luz.


Ermita de la Caridad
Miami. Agosto 6, 2022.
Fotos/María Inés Bertone
y Janisset Rivero
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Wednesday, July 27, 2022

(Miami) Teresa Fernández Soneira presenta su más reciente libro, "La Bella Cubana"

 



Sábado, agosto 6 a las 10. 00 a.m.

Ermita de la Caridad
Salón Félix Varela 

3609 South Miami Avenue
Miami, Florida 33133


El panel de la presentación estará a cargo de la autora Teresa Fernández Soneira; Janisset Rivero, poeta y escritora; Modesto (Kiko) Arocha, publicista; Sara Martínez Castro, poeta, y Julio Estorino, periodista y poeta.


Monday, January 10, 2022

¡Hace falta el milagro! Hermano Victorino De La Salle (por Teresa Fernández Soneira)

 Monumento en homenaje al 
Venerable Hno. Victorino de la Salle.
  Ermita de la Caridad. Miami
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Conocí al Hno. Victorino De La Salle en Cuba cuando era una niña y por la gran amistad que lo unía a mis padres quienes se habían conocido y casado en las filas de la Acción Católica Cubana. Luego volví a ver al Hermano ya en el exilio, en Miami en los primeros años de la década de 1960. Ha pasado mucho tiempo desde entonces y mis padres ya no están para hacerme los cuentos de su juventud en Cuba. Sin embargo, yo sigo recordando al Hermano Victorino quien ha sido para mí una figura que emular.

Nymphas Victorin Arnaud Pagés había nacido el 7 de marzo de 1885 en el poblado de Onzillon, en el alto Loira, en Francia. Luego de realizar sus estudios con los Hermanos de las Escuelas Cristianas, el 27 de octubre de 1901 entró en el Noviciado con el nuevo nombre de Nymphas Victorino. Después de graduarse obtuvo su licencia para enseñar, pero las leyes de supresión de las congregaciones religiosas en Francia impidieron a Victorino, como a otros hermanos, continuar con su labor como educador. Un grupo de hermanos, entre los que viajaba Victorino, fue a Canadá en 1904. No pensando quedarse en ese país, Victorino tomó clases de lengua española pues desde joven había leído en los periódicos franceses sobre la lucha de los cubanos por la independencia de Cuba, y siempre le había atraído la idea de trabajar en aquella isla. Así fue como el 23 de agosto de 1905, junto a un grupo de 15 hermanos, Victorino se viajó a Cuba llegando a La Habana el 10 de septiembre de ese mismo año. Desde su llegada en 1905 hasta 1961 en que los religiosos y religiosas dejaron Cuba por la confiscación de los colegios católicos y privados, el Hno. Victorino se dedicó a trabajar con y para la juventud cubana.

En su afán por construir una Cuba creyente, además de ejercer el magisterio en las escuelas lasallistas, Victorino realizó un fecundo apostolado. Una de sus principales obras fue la fundación de la Federación de las Juventudes de Acción Católica Cubana, establecida en La Habana el 11 de febrero de 1928. Con el tiempo irían surgiendo las otras ramas: la JEC (Juventud Estudiantil), la JOC (Juventud Obrera), y la JUC (Juventud Universitaria). La labor se fue extendiendo por toda la isla en donde se establecieron 1,080 grupos en colegios y parroquias; en universidades y centros laborales, y hasta en los más humildes bateyes, llegando a tener la institución 32,000 miembros en 1956. Las notas del himno de la Federación se escuchaban ya por toda Cuba: “Juventud porvenir de la Patria; Juventud porvenir de la fe… Con la Estrella y la Cruz como emblema… ¡Viva Cuba, creyente y dichosa!”

Además de la Federación de Acción Católica Cubana, el Hno. Victorino concibió la idea de establecer el Hogar Católico Universitario en La Habana para facilitar a los universitarios del interior de la Isla un lugar donde hospedarse mientras estudiaban en la capital. Luego creó los Equipos de Matrimonios Cristianos compuesto por matrimonios jóvenes que se habían casado dentro de las filas de la Acción Católica, y cuyo fin era perpetuar el ideal federado en las familias católicas cubanas legándolo así a sus hijos.

Es indiscutible que el Hermano Victorino fue un adelantado a su tiempo ya que todas estas ideas eran sumamente innovadoras para la época que se vivía, mucho antes de la renovación del Concilio Vaticano II. Pero con la llegada de la revolución comunista a Cuba y la confiscación y nacionalización de colegios y universidades católicas de todo el país en 1961, los sacerdotes, religiosos y religiosas, tuvieron que exiliarse o fueron expulsados. El Hno. Victorino lo hizo primero a Miami, luego a Nueva York, Montreal, Santo Domingo, estableciéndose finalmente en Bayamón, Puerto Rico en 1962 donde viviría los últimos años de su vida. El 16 de abril de 1966, luego de haber estado añorando poder regresar a Cuba, fallece de insuficiencia respiratoria. Fue sepultado en el panteón de los Hermanos De La Salle del Cementerio de Porta Coeli en Bayamón.

En 1985 y con motivo del centenario de su nacimiento, muchos antiguos miembros de la Acción Católica, así como antiguos alumnos de los colegios De La Salle de Cuba, solicitaron la apertura de un proceso de beatificación para el hermano Victorino. Ellos decían que siempre lo habían considerado un santo; un hombre de Dios, lleno de piedad, humildad, y entrega. “Aquel hombre de gesto suave, de habla cálida y de presencia tímida, que revolucionó a la juventud llenándola de ideales cristianos,” merecía que fuera elevado a los altares. Su dedicación a Cristo, a la juventud y a la Iglesia cubana eran su mejor testimonio por lo que había que intentar aquel proceso, decían ellos, para que su figura sirviera de modelo a los cubanos y a la Iglesia Universal.

Así se inició la causa y fue enviada la petición a la Congregación para las Causas de los Santos en Roma, el 15 de marzo de 1999. La investigación continuó ante las autoridades competentes de la Iglesia con los pasos requeridos para los permisos necesarios. Los documentos recibieron el decreto de validez jurídica el 6 de mayo de 2005 y el 21 de noviembre del 2015 fue aceptada la causa. El Hermano ya era Siervo de Dios. Con gran alegría el Hno. Rodolfo Meoli DLS, Postulador de las Causas de los Santos de la familia lasallista, comunicó la noticia.

Siguieron los trámites, y luego de varios años de estudio y de reuniones, el 6 de abril de 2019 y para regocijo de todos los federados y antiguos alumnos De La Salle, el Santo Padre firmó en el Vaticano el Decreto de Virtudes Heroicas del Siervo de Dios, Hermano Victorino de la Salle aprobado por unanimidad por la Congregación para la Causa de los Santos, documento que le otorgaba la condición de Venerable. Ahora el Venerable Hno. Victorino de La Salle se encuentra a las puertas de la beatificación. Luego de más de 40 años desde que comenzó todo el proceso, solo falta un milagro para que lo declaren santo.

Damos gracias a Dios por todo lo que se ha logrado hasta ahora, pero es necesario ese milagro. Por eso rogamos a todos los federados, a los católicos cubanos, y a todos los fieles que rueguen a Dios para que se logre la beatificación. A quienes obtengan favores o gracias por intersección del Venerable Hermano Victorino De La Salle, rogamos que lo comuniquen en un breve mensaje dirigido a: Victorino@saintly.com.


Oración

Señor Dios, que has prometido ensalzar a los humildes y que brillaran como estrellas en perpetuas eternidades los que enseñaren a muchos la justicia, dígnate glorificar al Venerable Hno. Victorino de La Salle, trabajador incansable en la parcela de la niñez y de la juventud, haciendo que su nombre resplandezca entre tus santos.

Multiplíquense tus gracias, Señor, en favor de los fieles que te las piden, haciendo presente las virtudes que él practicó en la Tierra, y concédenos que algún día veamos a tu Santa Iglesia honrar su memoria y ofrecernos en él un nuevo modelo que imitar, y un nuevo protector que nos asista desde el cielo, en los trabajos y aflicciones de esta vida, ayudándonos a conseguir la bienaventuranza eterna. (Se rezan un Padre Nuestro, Ave María y Gloria).




Teresa Fernández Soneira
Delegada de Relaciones Públicas/Comité Internacional Antiguos Miembros Acción Católica Cubana.


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Teresa Fernández Soneira (La Habana 1947), es una historiadora y escritora cubana radicada en Miami desde 1961. Ha hecho importantes aportes a la historia de Cuba con escritos y libros de temática cubana, entre ellos, CUBA: Historia de la educación católica 1582-1961, Ediciones Universal, Miami, 1997, Con la Estrella y la Cruz: Historia de las Juventudes de Acción Católica Cubana, Ediciones Universal, Miami, 2002. En los últimos años ha estado enfrascada en su obra Mujeres de la Patria, contribución de la mujer a la independencia de Cuba, (Ediciones Universal, Miami 2014 y 2018). El volumen I dedicado a la mujer en las conspiraciones y la Guerra de los Diez Años, y el volumen 2, de reciente publicación, trata sobre la mujer en la Guerra de Independencia. En estos dos volúmenes la autora ha rescatado la historia de más de 1,300 mujeres cubanas y su quehacer durante nuestras luchas independentistas.

Monday, November 15, 2021

Historias Habaneras: Doña María de Cepero y Nieto (por Teresa Fernández Soneira)


En la revista Cuba y América de diciembre de 1900 y bajo el título de “Historias Habaneras”, escribía un curioso artículo Alfredo de Zayas(1)  quien luego sería Presidente de la República de Cuba. El escrito relata el fallecimiento en 1557 de doña María de Céspedes y Nieto, habanera de la alta sociedad de aquellas décadas de la fundación de las primeras villas en la isla de Cuba. Por los interesantes y novedosos datos del artículo, voy a reproducir aquí partes de este episodio que posiblemente sea desconocido para la mayoría de los cubanos, sobre todo para los habaneros.

Alfredo Zayas relata: “En una mañana del año de 1557, la humilde iglesia parroquial de La Habana se veía invadida por insólito concurso de fieles, ataviados con sus más ricas y vistosas galas. Los cirios de blanca y dúctil cera de Castilla esparcían su dudosa claridad, desvanecida en el torrente de luz que por ventanas, claraboyas y hendijas arrojaba el espléndido sol de los trópicos; el incienso humeaba, y la no bien concertada e incompleta orquesta, desde el coro alto llenaba de sonoras notas los ámbitos del templo”. La Parroquial Mayor, situada frente a la Plaza de Armas, era por entonces un edificio de poca importancia y de escasa arquitectura. Contaba con una sola nave y una puerta abierta a occidente y otra lateral que daba a la calle Obispo. Poseía varias capillas y habitaciones para sacerdotes y acólitos y un cementerio. Al fondo, detrás del altar mayor, estaba la sacristía dominada por una torre de poca elevación, con un reloj londinense que marcaba el transcurso de las horas. Doña Cepero residía al cruzar la calle de la Parroquial Mayor, en la esquina de Obispo y Oficios.

Pero ese día al que nos vamos a referir, la concurrencia en la iglesia era extraordinaria, atraída por una solemne actividad religiosa que costeaba la piadosa y acaudalada María de Cepero. Y sigue Alfredo Zayas su narración:
los cofrades del Santísimo Sacramento, los del Nombre de Jesús, los de la Sangre de Cristo, de San Crispín y Crispiniano y de Santa Bárbara asistían en crecido número, y con sus insignias y pendones bordados con hilos de oro, realzaban el esplendor de la fiesta. El Gobernador don Francisco Dávila ocupaba el lugar señalado a su alta gerarquia (sic), acompañado de los capitulares y otros personajes de distinción, y oficiaba el venerable presbítero don Francisco de Casas, habanero graduado en Salamanca, empobrecido por socorrer a los pobres, y cuya humildad le dictó el deseo que dejó expresado de que su cadáver no se enterrase en el pavimento de la iglesia, donde era costumbre inhumar los de los eclesiásticos, sino en el cementerio común, en medio de su amada grey.
Todo el templo oraba oyéndose los susurros y oblaciones que brotaban de los labios de los asistentes. En el centro del templo, de espalda a la puerta principal e inclinada la frente, oraba también doña María. Y dice Zayas:
llegó el momento en que un piquete de arcabuceros, en correcta formación en la Plaza, había de descargar sus armas en honor de la Divinidad; pero aun devolvían los ecos vecinos al unísono fragor, aun no habíase disipado al viento las nubecillas de humo, y confuso clamoroso que revelaba dolor, espanto y lástima, llenaba el sagrado recinto, mientras los congregados con indescriptible consternación se arremolinaban alrededor de la piadosa patrocinadora de la fiesta, de la desventurada señora Cepero que víctima de una bala extraviada, mortalmente herida, yacía exánime y ensangrentada en el suelo, y una rapidísima agonía exhalaba el último suspiro.
Al siguiente día se celebraron las exequias a las que asistió un numeroso público. En el mismo lugar donde trágicamente doña Cepero había encontrado inesperadamente la muerte, se cavó la sepultura y se le dio un adiós final a la que con religiosidad y amor había auspiciado la ceremonia el día anterior. Para conmemorar el triste día y suceso se colocó una lápida de piedra en el templo sobre la que tallaron una cruz, un querubín y otras alegorías, e inscribieron: “Hic finen fecit tormento belico inopinate percusa Domina María a Cepero. Pater Noster. Ave María. Anno 1,557”, que en castellano significa: “Aquí finó la señora María de Cepero, herida inesperadamente por una máquina de guerra. Padre Nuestro. Ave María. Año de 1557”. Con el paso del tiempo los datos de este incidente se fueron difuminando y comenzaron a inventarse historias y relatos errados sobre cómo había ocurrido la muerte de María de Cepero. Hasta se llegó a decir que había muerto de una bala de cañón escapada de un barco ¡que estaba anclado en el puerto!

Aparte de ser de la alta sociedad habanera, ¿quién era María de Cepero? Desde el siglo XIX se ha venido indagando e investigando sobre la identidad de esta mujer. El historiador José María de la Torre en su libro “Lo que fuimos y lo que somos o La Habana antigua y moderna”(2)  escribe sobre ella, y luego el Dr. Manuel Pérez Beato(3)  la identifica como hija de Bartolomé Cepero, vecino de la ciudad, aunque luego reconoce el error y aclara que en realidad este era un tío(4). Lo que se cree es lo que más tarde publica el mismo Pérez Beato y el genealogista Francisco de Santa Cruz y Mallén(5)  asegurando que María era hija del Capitán Francisco Cepero(6), uno de los pacificadores de la isla de Cuba, quien había sido Alcalde ordinario de La Habana, casado con doña Isabel Nieto. La joven María se había casado con el Teniente Juan de Rojas Inestrosa y habían tenido una hija, Magdalena de Rojas y Cepero. Juan de Rojas pertenecía a una familia que había participado en la conquista y colonización de Cuba, y su padre Manuel de Rojas, suegro de María, había sido hombre de confianza del adelantado Diego Velázquez de Cuéllar(7). Aunque no se ha encontrado documento alguno que registre su bautizo o matrimonio pues los libros de registros de la Parroquial Mayor comienzan luego de su fallecimiento, todas las investigaciones confirman que esta era una dama de sangre noble, perteneciente a una de las más distinguidas familias fundadoras.

Cuando en 1777 se demolió la iglesia para construir en ese espacio el Palacio de Gobierno, que es donde hoy se encuentra el Museo de la Ciudad, la lápida pasó a manos de Rafael y José Cepero parientes lejanos de María, quienes sugirieron colocar la lápida en el muro de la casa solariega de la calle Obispo. En 1914 la lápida fue llevada al Palacio de los Capitanes Generales acompañada de una tarja en bronce que dice:
Este monumento, el más antiguo que se conserva en Cuba, fue erigido en memoria de Doña María de Cepero y Nieto, dama principal de la Villa de La Habana, en el mismo lugar donde, según la tradición, cayó mortalmente herida, en 1557, de un casual disparo de arcabuz, mientras rezaba en la Parroquial Mayor, situada en la parte del terreno que ocupa este Palacio Municipal.
Fue este el primer hecho trágico ocurrido en San Cristóbal de La Habana que quedó eternizado en una lápida. Pero la muerte de doña María de Cepero y Nieto aún permanece en la nebulosa de la historia; aquella historia de corsarios y piratas, de conquistadores y guarniciones, de flotas de navíos en el puerto de La Habana, de frailes y encomenderos. Pero a pesar de conjeturas y misterios, este es el primer monumento, el único monumento que ha llegado a nosotros de los comienzos de la conquista que está dedicado, nada menos, que a una mujer.


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  1. Alfredo Zayas y Alfonso (1861 - 1934) jurista cubano, orador, poeta y político; fiscal, juez, alcalde de La Habana, senador en 1905, Presidente del Senado en 1906, vicepresidente de 1908 a 1913 y cuarto Presidente de la República de Cuba desde el 20 de mayo de 1921 al 20 de mayo de 1925.
  2. José María de la Torre y Vidal Morales y Morales: Lo que fuimos y lo que somos, Librería Cervantes, La Habana, 1913.
  3. Manuel Pérez Beato, español que reside desde muy joven en La Habana, destacándose como médico, cirujano, profesor, historiador y bibliotecario.
  4. Carlos Venegas Fornias: María Cepero y Nieto, www.geni.com/people/María-Cepero-y-Nieto/6000000001147683857
  5. Francisco Xavier de Santa Cruz y Mallen fue un intelectual, miembro de la Real Academia de la Historia en España y de la Sociedad Económica de Amigos del País de La Habana. Embajador en Cuba de la Orden de Malta y miembro de la Academia Cubana de la Historia.
  6. Francisco Xavier de Santa Cruz y Mallén, conde de San Juan de Jaruco: Historia de las Familias Cubanas, Editorial Hércules, La Habana, 1940, Tomo I, p. 315.
  7. Diego Velázquez de Cuéllar (Cuéllar 1465-Santiago de Cuba 1524) primer gobernante de Cuba desde 1511 hasta 1524. Fundó las siete primeras ciudades de la isla.





Bibliografía

  1. Barclay, Juliet: Havana portrait of a city, Cassell, Nueva York, 1993, pp.85.
  2. de Santa Cruz y Mallén, Francisco Xavier: Historia de las Familias Cubanas, Editorial Hércules, La Habana, 1940.
  3. de la Torre, José María y Vidal Morales y Morales: Lo que fuimos y lo que somos, Librería Cervantes, La Habana, 1913.
  4. Garve, Lucas: “María de Cepero”, CubaNet News, www.Cubanet.com
  5. Carlos Venegas Fornias: María Cepero y Nieto, www.geni.com/people/María-Cepero-y-Nieto/6000000001147683857
  6. Zayas, Alfredo: “Historias Habaneras”, Cuba y América, La Habana, diciembre 1900, pp. 162-63.



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Teresa Fernández Soneira (La Habana 1947), es una historiadora y escritora cubana radicada en Miami desde 1961. Ha hecho importantes aportes a la historia de Cuba con escritos y libros de temática cubana, entre ellos, CUBA: Historia de la educación católica 1582-1961, Ediciones Universal, Miami, 1997, Con la Estrella y la Cruz: Historia de las Juventudes de Acción Católica Cubana, Ediciones Universal, Miami, 2002. En los últimos años ha estado enfrascada en su obra Mujeres de la Patria, contribución de la mujer a la independencia de Cuba, (Ediciones Universal, Miami 2014 y 2018). El volumen I dedicado a la mujer en las conspiraciones y la Guerra de los Diez Años, y el volumen 2, de reciente publicación, trata sobre la mujer en la Guerra de Independencia. En estos dos volúmenes la autora ha rescatado la historia de más de 1,300 mujeres cubanas y su quehacer durante nuestras luchas independentistas.

Monday, November 8, 2021

Las patriotas de Teresa (por María del Carmen Muzio)


Debido a los avatares por todos conocidos del virus de la covid, demoró en llegar a mí el segundo tomo de la monumental obra de Teresa Fernández Soneira, Mujeres de la Patria. Desde el primer tomo dedicado a las participantes en la Guerra de los Diez Años, ya sea acompañando a sus esposos o como enfermeras, se advierte la enjundiosa investigación de la autora.

No obstante, el segundo tomo, continúa sin desmayar y aún lo aumenta la línea investigativa seguida por la escritora. Se sabe que la historia, y sus libros, los escriben fundamentalmente hombres y, con más razón, se hacía necesario e imprescindible rescatar para la verdad histórica, aquellas figuras ocultas tras la sombra de chalecos y bombines.

Se ejemplifica muy bien con las palabras del diario del coronel Cosme de la Torriente ante la valentía de la capitana Luz Noriega: “Tiene mucho valor esa señora, pero no sé si es por lo mucho que me choca verla en la fuerza, el caso es que no me agrada(1)." Y aunque no deja de referirse a su juventud, belleza, y su valor, ese “no me agrada” es la expresión del patriarcado dominante en el siglo XIX. Muestras como la anterior nos bastan para demostrarnos la importancia de la investigación de Fernández Soneira.

Otro mérito del libro es el capítulo II “La mujer negra en la sociedad y en la guerra” que inicia con una foto de una esclava negra, ama de leche con un bebé blanco en sus brazos; aspecto destacable del tomo son sus innumerables imágenes que apoyan los temas tratados: desde imágenes de la manigua, retratos familiares o individuales.

Se muestra una tabla con los nombres de mujeres negras que contribuyeron a la Guerra mediante dinero o sus propiedades. Y un acápite importante es el dedicado a la familia del conocido patriota Juan Gualberto Gómez a través de su madre Serafina Ferrer, hija de una negra carabalí; y de su esposa, Manuela Benítez, nacida en Cádiz, quien lo conociera cuando él se hallaba prisionero en Ceuta.

Un detalle importante es que la portada del libro ostenta la foto de Rosa “La Bayamesa”, insigne mujer que participara en las dos guerras, valiosa por su trabajo como enfermera y por sus conocimientos de las plantas medicinales.

Y así, muchas más a las que su condición social las relegaba a las peores labores y al olvido; pero que la autora Teresa Fernández Soneira ha buceado en archivos, bibliotecas y fuentes inimaginables para desempolvar a estas mujeres negras, mayoritariamente menospreciadas.

El tercer capítulo se dedica al nefasto episodio de la Reconcentración engendro creado por el ambicioso Valeriano Weyler apodado “El Carnicero”. Una muestra de los horrores que sufrió el pueblo cubano, en especial las provincias occidentales, es transcrito a través de las cartas de la patriota Magdalena Peñarredonda a don Tomás Estrada Palma; y apunta la autora: “Luego de meses de sufrir la infame Reconcentración, sin comida, ni agua, ni baños; sin cuidados de salud, edificios donde cobijarse y ropa, los reconcentrados murieron de hambre, deshidratados y la viruela en proporciones alarmantes(2)."  Además, este capítulo lo acompaña un espeluznante testimonio gráfico.

Hasta al Santo Padre se escribió pidiendo clemencia y terminar con el genocidio, como lo hizo la cubana Elena Mayolini de Valdés. También se muestra una tabla con la cantidad de defunciones causadas por la Reconcentración en las distintas provincias.

Concluye este capítulo con los nombres de las patriotas que se dedicaron, al terminar la guerra, a socorrer a los huérfanos, entre ellas, María Cabrales de Maceo, Aurelia Castillo de González y las hermanas Rosalía y Marta Abreu.

El capítulo IV, “La labor humanitaria de mambisas, religiosas y enfermeras” resalta la figura de aquellas mujeres, ya fueran de congregaciones religiosas femeninas, mambisas o que dedicaron su empeño a los hospitales de sangre.

De estas valerosas mujeres aparecen reflejadas, entre otras, la capitana Adela Azcuy, Rosa Castellanos “La Bayamesa” quien ya había colaborado en la Guerra de los Diez Años; Isabel Rubio, Regla Socarrás, y Mercedes Sirvén Perez-Puelles, farmacéutica, y la única mujer que alcanzaría el grado de comandante.

Exhaustivo el estudio sobre las religiosas y sus congregaciones que se dedicaron a socorrer a enfermos y heridos mediante la transcripción de importantes documentos. Se destacan las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl; las Siervas de María de los Desamparados, ministras de los enfermos; y el Instituto de Religiosas del Apostolado del Sagrado Corazón de Jesús. En todas ellas se mencionan nombres imprescindibles de religiosas consagradas a sus votos.

En el capítulo final “Que la Patria os contempla orgullosa” nos dice la historiadora: “Reseño en este capítulo por orden alfabético, a las cubanas meritorias producto de mis investigaciones de esta etapa pre-independentista de nuestra historia. Las numerosas mujeres que marcharon al exilio, constan en el volumen III de esta obra(3)”. De esta forma desfilan una serie de mujeres poco conocidas u olvidadas como es el caso de América Arias, cuyo nombre aun lleva un hospital de maternidad. Se dedica un espacio a la familia Bolaños-Fundora entre otras, y llama la atención la figura de Elena Borrero, opacada por su hermana Juana; las mujeres de la familia de Martí, en fin, sería interminable destacar las grandes figuras redimidas por Fernández Soneira.

Resulta arduo reseñar una investigación tan meticulosa y profunda, de la que es difícil sustraerse. Sus últimas páginas, como importante complemento, transcriben un emotivo texto del “hermano del alma” de Martí, el médico Fermín Valdés Domínguez, “La Noche Buena”; y con la promesa de su autora de continuar en el tercer volumen con las patriotas en el exilio. Al estudio lo acompaña una Cronología de la Guerra del ’95, la Bibliografía y un Índice Onomástico.

Libro de imprescindible consulta para quien desee acercarse a un tema tan poco estudiado como es la participación de las cubanas durante la Guerra de Independencia, es lamentable que ejemplares de este no puedan encontrarse en las bibliotecas cubanas por separaciones que nada tienen que ver con las excelentes investigaciones de nuestra historia patria.





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  1. Teresa Fernández Soneira, Mujeres de la Patria, Volumen 2, Ediciones Universal, Miami, 2018, p. 199.
  2. Teresa Fernández Soneira, Mujeres de la Patria, Volumen 2, Ediciones Universal, Miami, 2018, p. 148.
  3. Teresa Fernández Soneira, Mujeres de la Patria, Volumen 2, Ediciones Universal, Miami, 2018, p. 262.



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María del Carmen Muzio Zarranz (La Habana, 1947). Tiene publicadas las novelas El camafeo negro (1989), Sonata para un espía (1990), La Cuarta Versión (2000) y Dios no te va a entender (2015), así como los ensayos Andrés Quimbisa (2001), María Luisa Milanés: el suicidio de una época (2005) y el libro de cuentos para niñosLos perros van al cielo (2004). Ha merecido varios galardones y reconocimientos entre los que destacan su mención en el Concurso Internacional Relato Policial, Semana Negra, Gijón, España (2002) y la del centro “Juan Marinello” por su ensayo sociocultural sobre la figura de Andrés Petit.

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Gaspar, El Lugareño Headline Animator

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