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Saturday, May 18, 2024

Las bodas de Aurora: una gran y lograda producción del Ballet Clásico Cubano de Miami. (por Baltasar Santiago Martín)


El sábado 11 de mayo de 2024 acudí al Teatro Jackie Gleason, de la ciudad de Miami Beach, para ver Las bodas de Aurora, que es como se acostumbra a presentar el tercer y último acto de La bella durmiente del bosque cuando se ofrece solo; ballet que, basado en un cuento de Charles Perrault, con música del genial Piotr Ilich Chaikovski y coreografiado por Marius Petipa, tuvo su premiere el 15 de enero de 1890, en el Teatro Mariinski de la ciudad rusa de San Petersburgo.

Y digo “para ver Las bodas de Aurora”, porque ese fue el plato fuerte de la función, aunque, como tambien sucede en los restaurantes, hubo tres entrées (entrantes, aperitivos o antipastos) diferentes: el pas de trois del primer acto del ballet El lago de los cisnes, el pas de deux de Le Papillon (La mariposa) y el pas de deux de Raimonda.

En el pas de trois del primer acto del ballet El lago de los cisnes, música de Piotr Ilich Chaikovski y coreografía de Eriberto Jiménez sobre la original de Marius Petipa, Eleni Gialas y Yelenia Riverón fueron las seguras ejecutantes de este efervescente paso a tres, muy bien acompañadas por Yandy Álvarez, quien, tanto como su partenaire como en sus solos, las secundó también con la misma elegancia y virtuosismo que ellas mostraron en sus demandantes variaciones.

Yelenia Riverón, Yandy Álvarez y Eleni Gialas, en el pas de trois del primer acto de El lago de los cisnes. Foto: Simón Soong.
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A continuación, Cynthia Hamm y Kelvin Rabines trajeron a escena el pas de deux de Le Papillon, música de Jacques Offenbach y coreografía de Eriberto Jiménez sobre la original de Marie Taglioni, para revivir el triunfo del amor entre el príncipe Djalma y la joven Farfalla por sobre la maldad de la despechada Hada Hamza; con una entrega plena de lirismo, amén de virtuosa técnica.

Cynthia Hamm y Kelvin Rabines, en el pas de deux de Le Papillon. Fotos: Simón Soong.
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Y para concluir con los agradables entrantes del banquete que vendría a continuación, Natalie Álvarez y Ariel Morilla fueron los encargados de ofrecer el pas de deux del ballet Raymonda, música de Alexander Glazunov y coreografía de Marius Petipa, en una clase magistral de técnica, estilo e interpretación, sobre todo de Natalie, a quien le celebro además sus fouettés con pirouettes intercalados clavada en el lugar –cada día mejor–, eficaz y elegantemente partneada por Ariel, quien también brilló en sus variaciones.

Natalie Álvarez y Ariel Morilla, en el pas de deux del ballet Raymonda. Fotos: Simón Soong.
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Tras un adecuado intermedio, continúo mi elogiosa reseña diciendo que, mucho más que limitarse solo a presentar Las bodas de Aurora, el Ballet Clásico Cubano de Miami, dirigido con admirable esfuerzo y profesionalismo por el Maestro Eriberto Jiménez –de quien también es la coreografía sobre la de Petipa– subió la parada para ofrecer lo que a mi juicio fue una verdadera y ambiciosa suite de La bella durmiente del bosque, con una suerte de prólogo resumido del primer y del segundo acto, en el que la malvada hada Carabosse, disfrazada de mendiga, le obsequia a Aurora, durante la celebración de sus quince años, un ramo de flores con una aguja adentro para que se pinche (en vez de la del huso de una rueca de hilar como en el cuento original), pero el Hada de las Lilas, protectora de la princesa, logra conjurar la mortal maldición proferida por la despechada Carabosse durante el bautizo de Aurora, y la convierte en un largo sueño de cien años, junto a toda su corte, hasta que un apuesto príncipe, llamado Desiré, logra atravesar el tupido bosque que oculta al palacio y la despierta con un beso de amor.

Escena del ”prólogo”, con el rey y la reina al lado de Aurora ya dormida. Foto: Simón Soong.
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Escena del ”prólogo”, con Aurora dormida y el telón del bosque tupido que ya oculta al palacio detrás. Foto: Simón Soong.
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Y ya en el tercer acto, objeto central de esta gran y lograda producción del BCCM (CCBM en inglés), tiene lugar la gran boda de la princesa Aurora y del príncipe Desirée, a la que acude, por supuesto, el Hada de las Lilas, junto a las demás hadas y varios personajes de los cuentos infantiles, como la Caperucita Roja y el Lobo Feroz; el Pájaro Azul y la princesa Florina, y El Gato con Botas y la Gata Blanca.

Una vez desgranados ya los detalles sobre el argumento y sus personajes más notorios, corresponde ahora ir a comentar el desempeño de los bailarines a cargo de los mismos. María Luisa Márquez e Ihosvany Rodríguez se vistieron con los trajes de Aurora y Desiré –a propósito, el vestuario, tanto el de ellos como el de las hadas buenas y la malvada Carabosse, así como el de los reyes, las damas de la corte, el chambelán y demás participantes de esta magnífica producción, contribuyó a realzar aún más la puesta por lo vistoso y elegante, atribuido en el programa de mano a Rosa Aloma, Yuyo y Olga Yero; pero por supuesto que no bastaría la hermosa ropa ni la adecuada escenografía –con ese trono de película de Disney– si María Luisa e Ihosvany no hubieran bailado tan bien como lo hicieron; María Luisa, tanto desde el “prólogo” que ya tanto destaqué, como en el pas de deux final, cumbre de este ballet, en el que Ihosvany la acompañó con igual bravura y tres agarradas impecables, “a lo Nureyev & Fonteyn”, los intérpretes paradigmáticos de este pas de deux; sin descuidar sus variaciones y su precisa e impactante coda.

María Luisa Márquez e Ihosvany Rodríguez, como Aurora y Desiré en sus bodas. Fotos: Simón Soong.
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Natalie Álvarez, como el Hada de las Lilas –la principal, porque “ella es la suma todos los dones”–, si en Raimonda estuvo para premio de concurso internacional de ballet, aquí sí ya se llevó el Grand Prix, pues Natalie es, por sobre cualquier otro merecido atributo, una bailarina cautivadora, sumamente artista, como “las de antes”, con un equilibrio entre técnica, estilo e interpretación admirable, mientras que, a su vez, Deja Darbonne, Cynthia Hamm, Adriana Méndez-Tosín y Valeria del Valle como las demás hadas, tuvieron todas un desempeño correcto como su mágico séquito.

Natalie Álvarez (al centro) como el Hada de las Lilas, con Deja Darbonne, Cynthia Hamm, Adriana Méndez-Tosín y Valeria del Valle como las otras hadas. Foto: Simón Soong.
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Carlos Caballero Hopuy, como la pérfida Carabosse, también merece su respectiva corona de laurel, pues le imprimió a su siniestro personaje toda la fuerza que el mismo demanda, tanto técnica con interpretativamente.

Carlos Caballero Hopuy, como la pérfida hada Carabosse. Foto: Simón Soong.
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El desfile de personajes de conocidos cuentos infantiles resultó muy grato, con Oscar Nathanael Medina como el Gato con Botas & Natalia Uribe como la Gata Blanca; Kyra Werbin como la Caperucita Roja & Kelvin Rabines como el Lobo Feroz; y Yandy Álvarez como el Pájaro Azul & Eleni Gialas como la princesa Florina, todos ellos muy bien en sus caracterizaciones y la técica, sobre todo Kelvin como el Lobo Feroz y Yandy & Eleni en su “azulada” interpretación.

Oscar Nathanael Medina como el Gato con Botas & Natalia Uribe como la Gata Blanca. Foto: Simón Soong.
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Kyra Werbin como la Caperucita Roja & Kelvin Rabines como el Lobo Feroz. Foto: Simón Soong.
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Yandy Álvarez como el Pájaro Azul. Foto: Simón Soong.
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Eleni Gialas como la princesa Florina. Foto: Simon Soong.
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Como para mí no hay personaje sin importancia en una obra, no puedo dejar de mencionar y celebrar a Jesús Sanfiel como el Chambelán que anuncia y recibe a los invitados a la boda, así como a Phillipe Obregón y a Yelenia Riverón como los versallescos reyes de Francia; a Denise Biscaro, Ana Bugarim, Emily Chea, Thais de Moraes, Annette Sánchez, Greg Marte y Angel Refuse como su corte; y a Fernanda Alvarado, Deja Darbonne, Ismelly Echavarría, Cynthia Hamm, Ekaterina Lubek, Adriana Méndez-Tosín, Maylú Pena, Sabrina Pena, Yelenia Riverón, Natalia Rocamonde, Valeria del Valle, Kyra Werbin y Alexandra Werble en el precioso “Vals de la bella durmiente”.

Fernanda Alvarado, Deja Darbonne, Ismelly Echavarría, Cynthia Hamm, Ekaterina Lubek, Adriana Méndez-Tosín, Maylú Pena, Sabrina Pena, Yelenia Riverón, Natalia Rocamonde, Valeria del Valle, Kyra Werbin y Alexandra Werble en el precioso “Vals de la bella durmiente”. Foto: Simón Soong.
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Final con todo el elenco. Foto: Cortesía de Michael Góngora.
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En fin, una gran función que agradecer a su director y a todos los participantes, sobre todo por demostrar que en Miami sí se hace ballet de calidad y que vivimos en una ciudad donde se respira arte y cultura en libertad.




Hialeah, 17 de mayo de 2024

Sunday, May 12, 2024

Ser madre es maravilloso, ser bailarina también (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.


El ballet, la danza en general, ha abordado los más variados temas para sus argumentos, historias e inspiraciones. Desde la mitología greco romana, como en los primeros ballets de la época de Luis XIV, hasta las intrincadas consecuencias políticas de la Primera Guerra Mundial, como en la obra La Mesa Verde de Kurt Joss (1932), pasando por supuesto por obras literarias y teatrales tradicionales, como La bella durmiente, El Cascanueces, Don Quijote o Romeo y Julieta por mencionar algunos.

Sin embargo, raramente se aborda el tema de la maternidad. El nacimiento de la Princesa Aurora en el ballet La bella durmiente es una excepción digna de mención, simplemente por ser, precisamente eso, una excepción ya que no aporta nada desde el punto de vista argumental. Sí hay unas cuantas madres en los ballets que podemos recordar, pero generalmente desarrollan roles de demi-caracter, sin cómpromiso técnico, sino solo mímico e interpretativo, como el caso de la madre de Giselle del ballet homónimo, la del príncipe Sigfrido de El lago de los cisnes, la reina madre de Aurora (antes mencionada), la madre de Clara en El Cascanueces o, la más histriónica, madrastra de Cenicienta.

Sería dable preguntarse por qué la maternidad en sí misma no es un tema “danzable”. Podemos especular con la dificultad de representar escénicamente el momento del nacimiento, pero el rol de la madre en términos globales se presenta como más amigable en ese sentido y, sin embargo, queda siempre relegado. Quizás el motivo sea otro, más relacionado con las intérpretes que con la creación.


La maternidad entre las bailarinas es un tema complicado. Para quienes nuestro cuerpo es a la vez nuestra herramienta de trabajo, cualquier situación que genere un cambio produce incertidumbre y hasta temor, además de una interminable serie de interrogantes que nadie puede responder a ciencia cierta, simplemente porque cada experiencia es única e irrepetible, y esto aplica para una operación en la rodilla, pero también para el embarazo. “Cuánto tiempo voy a dejar de bailar?” es la primera pregunta, seguida de cerca por “cómo me va aquedar el cuerpo después?” y sin olvidar “voy a tener tiempo para tomar clases, ensayar y bailar con un bebé?”.

Las preguntas son justas. Es por eso que algunas bailarinas profesionales posponen la maternidad hasta luego que se retiran, aunque están también las que asumen el desafío y son madres más tempranamente, dividiéndose entre las dos tareas. Antes o después, lo importante es decidirlo responsablemente y con convicción. Ambos roles pueden convivir en armonía: ser madre es maravilloso, ser bailarina también.



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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". florenciagu@gmail.com

Monday, May 6, 2024

Dance Open America, abriendo una exitosa puerta en Miami al ballet internacional. (por Wilfredo A. Ramos)



“Para mi, ponerme en movimiento, es empezar a meditar”
Maurice Bejart (bailarín y coreógrafo francés).



Entre los pasados días 25 al 28 de abril, se realizó la cuarta edición del Dance Open America (DOA), evento que sin duda alguna se ha ido convirtiendo en una importante plataforma para el encuentro y promoción de los jóvenes prospectos pertenecientes al mundo del ballet, siendo esta la tercera ocasión en que Miami acoge la organización del mismo, evento el cual ha llegado para quedarse, haciendo de esta ciudad su hogar.

Dentro del amplio espectro de los concursos danzarios existentes a nivel mundial, el Dance Open America, presenta una característica singular, la cual le aporta personalidad propia. Esta consiste en que la organización de dicho concurso requiere la participación en una serie de semifinales regionales que tienen como escenario España, Puerto Rico y Taiwán -país este último donde se celebró la primera edición del evento- lugares donde no solo se audicionan jóvenes estudiantes y profesionales de dichos países, sino que los mismos suelen ser espacios de concentración de posibles participantes de otras naciones cercanas, asimismo el evento cuenta con la colaboración de Adagio Encuentro de Danza, en Portugal.

Esta singular competencia cuenta con el apoyo de un gran número de academias de ballet a nivel internacional, alcanzando casi el millón de dolares en becas otorgadas por las mismas, en más de treinta países, desde su creación. 

Momentos del concurso
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El concurso permite a los interesados participar a través de dos categorías -amateur y pre profesional- así como en cuatro niveles -infantil, iniciado, junior y senior- los cuales abarcan desde los siete hasta los veintiún años de edad. Asimismo los participantes pueden presentar obras en diferentes estilos -clásico, neoclásico, contemporáneo y moderno- tanto en solos, dúos y grupos.

De igual manera dicho evento aglutina una importante cantidad de profesionales de la danza, que desde sus actuales posiciones como profesores en prestigiosas escuelas de ballet, muchas de las mismas vinculadas con importantes compañías danzarias, participan como jurados y ofreciendo excelentes clases magistrales. Entre dichas prestigiosas figuras pudiéramos citar a luminarias de la danza como Caridad Martínez, Maximiliano Guerra, Dennis Nahat, Cervilio Amador, Lorna Feijóo, Julio Bocca, Garret Smith, Gino Labate, María Torija, José Manuel Carreño, Rafael Rivero, Lourdes López, Lydice Nuñez, Ann Marie DeAngelo, Alyssandra Wu, Kumiko Noshiro, Viviana Durante, Osiel Guneo, Rosario Suárez, Robert Barnett, Víctor Gilí, Anik Bissonnette, Daniel Sarabia, Daryl Gray, Kathryn Warakomsky, Etienne Bechard, entre muchos otros.


El DOA se ha propuesto además otorgar reconocimientos a figuras destacadas de la danza internacional, otorgándoles premios a la excelencia de sus carreras y al haber dedicado sus vidas a este mundo, siendo merecedores de estos, Ben Stevenson en el 2022, quien fuera figura del Royal Ballet, English Ballet y director artístico de los ballets de Washington D.C, Chicago, Houston y Texas respectivamente; así como Cynthia Harvey -bailarina principal del ABT y Royal Ballet- y Robert Barnett -miembro del New City Ballet y el Ballet de Atlanta, convirtiéndose posteriormente en su director- ambos en el 2023. En la presente edición del evento, dicho reconocimiento les fue entregado a Vladimir Malakov y Laura Alonso.


Con respecto a los homenajeados en esta oportunidad, Vladimir Malakhov, ex bailarín ucraniano formado en la Academia Estatal de Coreografía de Moscú y la Escuela del Ballet Bolshoi, al graduarse integra las filas del Ballet Clásico de Moscú. En 1992, como bailarín principal, se incorpora al Ballet de la Ópera de Viena, pasando en 1994 al Ballet Nacional de Canadá. Para 1995 hace su debut como primera figura en el American Ballet Theatre, manteniendo frecuentes apariciones en el Stuttgart Ballet. Del 2004 al 2014 dirige el Ballet Estatal de Berlín (Staatsballet Berlin), del cual fue su fundador. Ha sido supervisor artístico del Ballet de Tokío (Tokyo Ballet) y desde el 2022 se desempeña como profesor de la Academia de Ballet de Beijing, en China.

Durante su carrera ha sido distinguido en los festivales internacionales de ballet de Varna (1986, Grand Prix), Moscú (1989, Medalla de oro y Premio Sergio Lifar), USA (medalla de bronce, senior level). Igualmente ha recibido el Premio Positano de Danza, Italia 1996, el Benois de la Danza en 1998, el premio Vaclav Nijinsky en el 2002, Mónaco. Durante los años 1992-1994 fue considerado el ‘mejor bailarín del mundo’ por la edición japonesa de la publicación Dance Magazine.


La otra figura del mundo de la danza ahora homenajeada, fue Laura Alonso, ex bailarina norteamericana-cubana -hija de las grandes figuras de la danza mundial Alicia y Fernando Alonso- quien realizara su formación danzaria en la habanera Escuela de Ballet de la Sociedad Pro-Arte Musical y la Academia de Ballet Alicia Alonso, estudios que complementa en la Escuela del American Ballet Theater (ABT), Ballets Rusos de Monte-Carlo y Metropolitan Opera House.

Ya como profesional integra el Ballet Alicia Alonso -fundado en 1948- más tarde convertido en Ballet Nacional de Cuba (BNC, 1959). Durante un corto periodo de tiempo, entre 1957-59, formará parte del Ballet Griego de los Angeles. Como miembro del BNC obtiene rápidamente la categoría de solista principal, lo que le permitiría interpretar destacados roles de repertorio y viajar a gran cantidad de países en todos los continentes.


Después de veinte años de carrera como bailarina, abandona el escenario convirtiéndose en la entrenadora personal de su madre, dedicando tiempo también a desarrollar un intenso trabajo de preparación de jóvenes bailarines dentro del BNC -lo que los llevaría a convertirse en el futuro, en destacadas figuras a nivel internacional- conocida esta labor como “La Joven Guardia”. Para 1988 crea el Centro de Promoción de la Danza de Cuba (Prodanza), donde forma a los estudiantes de ballet en la técnica de la Escuela Cubana de ballet, creada por Fernando, Alberto y Alicia Alonso. Establece los cursos internacionales de ballet ‘CUBALLET’, los cuales han sido realizados no solo dentro del país, sino de igual manera en Suecia, México y Brasil. En la actualidad continúa al frente de su academia de enseñanza, mantiene su labor de entrenamiento a profesionales y es la directora del Ballet Laura Alonso, con el cual se ha presentado en escenarios de Martinica, China, México y España.

Así mismo, fue la artífice del Concurso Internacional de Ballet de la Habana, en sus dos únicas ediciones.

Su labor como maestra la ha llevado a ofrecer sus conocimientos en importantes agrupaciones danzarias internacionales como el Ballet Real de Dinamarca, Ballet de Australia, Los Grandes Ballets de Canadá, Ballet de Pittsburgh, Real Ballet de Winnipeg, Ballet de Alberta, Ballet de Toronto, Ballet de Calgary, Ballet de Filipinas, Ballet de la Opera de Finlandia y Ballet de Tokio. Ha integrado jurados en prestigiosos concursos como el del Festival Internacional de Ballet de Jackson en 1990, donde recibiera el premio de mejor entrenadora, y también ha sido miembro del jurado del Concurso Internacional de la Danza de París en el año de 1998.

Muchos de sus discípulos se han convertido en destacadas figuras del ballet a nivel mundial, como lo han sido los cubanos José Manuel Carreño, Xiomara Reyes, las hermanas Lorena y Lorna Feijoó, Joan Boada, Lienz Chang, Ana Lobé y la argentina Marcela Goicochea, entre otros.

Por sus indudables méritos pedagogos ha integrado los consejos de diversas organizaciones internacionales del universo danzario, siendo merecedora del Premio Nacional de Danza en Cuba en el año 2021.

Katharine Ochoa y Rafael Quenedit,
 bailarines del Cincinnati Ballet 
invitados a bailar en la Gala
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La entrega de dichos reconocimientos a ambas personalidades fue el cierre perfecto de una gala que sirvió como culminación a esta nueva edición del Dance Open America, noche en que subieran a escena algunos de los jóvenes bailarines que fueran premiados por sus demostraciones artísticas y donde se presentaron en calidad de invitados los bailarines Katherine Ochoa y Rafael Quenedit, integrantes del ballet de Cincinnati. Vladimir Malahov por encontrarse cumpliendo un compromiso de trabajo en China, no pudo estar presente, pero mediante un video expresó su agradecimiento por tan inesperado reconocimiento, deseándole de igual forma al concurso un futuro exitoso. Laura Alonso, por su parte, recibió un cálido recibimiento en escena, reforzado el mismo por los aplausos de una gran cantidad de sus ex alumnos de otros tiempos -hoy también profesores de ballet- así como por varios de sus compañeros del Ballet Nacional de Cuba, colegas admiradores y amigos, que se desplazaron hacia este teatro algo apartado del centro de la ciudad, para ofrecerles también el justo reconocimiento hacia una ya muy larga carrera pedagógica, que se esfuerza por mantener vivo y proyectar hacia el futuro a esa aún ‘joven técnica de ballet cubana’ que tanto asombro y reconocimiento ha obtenido desde su aparición, en todos los escenarios donde se ha dejado ver.

Apenas bajado el telón de esta cuarta edición del Dance Open America, los organizadores del mismo, con Deborah Márquez, su fundadora y directora marcando el paso, se han enfrascado de manera inmediata en la preparación y realización del próximo evento para el 2025, el que bajo el nombre de Grand Prix Dance Open America, volverá a hacer de Miami, la ciudad internacional de la danza.

Laura Alonso recibe en Miami el
Lifetime Achievement Award 2024
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Clase magistral por Laura Alonso
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Lic. Wilfredo A. Ramos.
Miami, mayo 5, 2024.

Fotos cortesía Dance Open America

Sunday, May 5, 2024

Vagánova (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.


Agrippina Yákovlevna Vagánova nació entre fines de junio y principios de julio (dependiendo las fuentes) de 1879 en la ciudad de San Petersburgo. Toda su vida estuvo ligada al Ballet Imperial del Teatro Mariinski en dicha ciudad (luego conocido como Ballet Kirov). Ya en 1888, con 10 años de edad, fue aceptada en la Escuela del Ballet Imperial, una gran institución de danza académica fundada por la Emperatriz Ana y financiada por los zares.


Al comienzo encontró algunas dificultades, pero con esfuerzo y dedicación se graduó como alumna de la Prima Ballerina Eugeniia Sokolova, aunque también fue formada y entrenada por Ekaterina Vazem, Pável Gerdt y, Enrico Cecchetti y Christian Johansson, representantes de las escuelas italiana y danesa respectivamente. Luego de la finalización de sus estudios, Vagánova se unió al Ballet Imperial, logrando el grado de Prima Ballerina en 1916, un año antes de su retiro.

Era conocida en la época como “la reina de las variaciones” por su virtuosismo y gran nivel técnico. Sin embargo, el antiguo coreógrafo y maestro Marius Petipa nunca reconoció sus dotes y las únicas menciones de Vagánova que hay en su diario van acompañadas de calificativos como “horrible” o “espantoso”.


En 1917, a su partida de los escenarios, comenzó su fructífera tarea de enseñanza en la Escuela del Ballet Imperial. Las propias dificultades sufridas al comienzo de sus estudios la llevaron a comprender más a fondo y a desentrañar la técnica del ballet. Hasta 1917 tanto el Ballet como la Escuela eran subvencionados por el Zar ya que se trataba de un arte de elites; tras la revolución, el futuro del ballet en Rusia era esquivo. Pero Vagánova se aferró a su amor por el ballet y logró la supervivencia de este arte. Comenzó como maestra y, en 1934, fue nombrada directora la escuela que actualmente lleva su nombre: la Academia Vagánova de Ballet.


El método “Vagánova”, tal como se lo conoce hoy en día, surge de la óptima fusión de la delicadeza y elegancia de la escuela francesa, la fuerza y entrenamiento rígido de la escuela italiana, y la ligazón y encadenamiento de pasos de la escuela danesa. Estas tres escuelas europeas convergieron en la Rusia zarista, desde el inicio mismo de la danza académica en ese territorio y, de allí, el profundo conocimiento que Vagánova tenía de ellas. La riqueza de sus enseñanzas está sistematizada en la obra “Fundamentos de la Danza Clásica” (1934) que continua siendo un libro de consulta habitual para los maestros y estudiantes de ballet.


Grandes bailarines fueron sus alumnos, como Natalia Dudinskaya, Marina Semyonova, Galina Ulánova, Olga Lepeshinskaya y Maia Plisetskaya. Y muchos otros recibieron los beneficios de sus enseñanzas, luego de su muerte (el 5 de noviembre de 1951), graduándose de la Academia Vagánova, como Rudolf Nuréyev, Irina Kolpakova, Mikhail Baryshnikov, Natalia Makarova, Yuri Soloviev, Altynai Asylmuratova, Diana Vishneva y Svetlana Zakharova.




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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". florenciagu@gmail.com

Monday, April 29, 2024

Mensaje para el Día Mundial de la Danza 2024 (por Marianela Núñez. Argentina)


Un recuerdo no alcanza para hacer historia. Y la historia de un teatro, como la de cada uno, es también la historia de los demás, de cómo un arte como la danza migró y creció en diferentes latitudes.

Las paredes del Royal Ballet atesoran las fotografías que narran el viaje recorrido, la historia reclama sus protagonistas y la danza en Argentina resplandece con cada uno de esos nombres.

Con frecuencia, las instituciones se sumergen en un silencioso anonimato, sin rostros ni apellidos, evitando enfrentarse al eco del pasado.

Son las organizaciones impulsadas y respaldadas por el ITI-UNESCO, como lo es el Consejo Argentino de la Danza, las que frecuentemente hacen de muralla que detiene al olvido.

Estoy junto a ustedes en el compromiso de rescatar y revitalizar la historia de maestros, artistas y coreógrafos que han enriquecido el mundo de la danza, merecedores de ser escuchados por las generaciones venideras. Que sepamos todos que no somos espectadores, sino herederos de una tradición forjada con arte, dignidad y sacrificio, nutriendo nuestro camino con vocación y amor por la belleza. Si bien el futuro y el presente acaparan nuestra atención, sin el sólido cimiento del pasado, sin la fertilidad de nuestra tierra, el árbol de la danza no puede florecer. Las raíces son tradición y a la vez... nutrientes.

Sunday, April 28, 2024

Alwin Nikolais (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.

Los textos anteriores, se pueden leer en este enlace.


Alwin Nikolais nació el 25 de noviembre de 1910 en Connecticut, Estados Unidos, proveniente de una familia rusa de inmigrantes). Al alcanzar la mayoría de edad viajó hacia New York donde se contactó con el mundo del teatro y del cine: por un lado trabajaba de titiritero y, por otro, acompañaba al piano la proyección de películas mudas (la música había sido su primer quehacer artístico). Esto generó también un interés por la actuación y la puesta en escena.

En 1933 asiste a una función de Mary Wigman y queda maravillado por el poder interpretativo de la bailarina. Es allí que comienza su interés por la danza. Comineza a estudiar con Truda Kaschmann, discípula de Mary Wigman, y continuará su formación con otros grandes de la danza moderna, como Hanya Holm (de quién luego sería asistente), Martha Graham, Doris Humphrey y Charles Weidman.


Tras realizar varias giras por Estados Unidos con la Compañía de Holms y de enseñar en la Universidad de Colorado durante los veranos, en 1948 es nombrado director del Henry Street Playhouse. Aprovechando su cargo, crea una escuela de danza y la Playhouse Dance Company, que a partir de 1953 pasaría a llamarse el Nikolais Dance Theatre. Es en este momento donde todos sus saberes e ideas sobre la danza y el arte confluyen.

Nikolais cree firmemente en “la danza como arte del movimiento” y en el teatro como la herramienta propicia para explorar y exportar las emociones de los bailarines. Así el movimiento se tornaba más puro, quedando libre de las interpretaciones personales de los ejecutantes (que se canalizaban por otros medios). Además, utilizaba estéticamente en el escenario proyecciones, ruidos, golpes, gritos, envolvía a los bailarines con telas o plásticos, valoraba más el conjunto que la individualidad. La música la creaba él mismo y la iba modificando en cada presentación. “Village of Whispers” (estrenada en 1955) estuvo en escena hasta 1963 y la música era siempre distinta, hasta lograr “una solución satisfactoria según el lugar y su estructura física”, según las propias palabras del coreógrafo.


Todo esto generó el rechazo de los sectores más conservadores, pero al mismo tiempo exaltó la admiración de los más vanguardistas. La Nikolais Dance Theatre rápidamente ganó un lugar en el mundo de la danza y Nikolais fue considerado el creador de los espectáculos multimedia. Su primera obra fue “Eight Column Lines” (Krenek, 1939) a la que siguieron “Prism” (1956), “Structures” (1970), “Crucible” (1985) y “Aurora” (1992) entre muchas otras.

Se retiró de la vida pública hacia mediados de la década del 70, dejando a cargo de su escuela, teatro y compañía a Murray Louis. Habiendo sido reconocido con gran cantidad de premios en todo el mundo, Nikolais fallece el 8 de mayo de 1993 en la ciudad de Nueva York.



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Ver en el blog:
Mary Wigman (por Florencia Guglielmotti)


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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

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