Wednesday, November 30, 2022

Néstor Almendros. El Hombre y su Cámara. (por Fausto Canel)


En aquellos primeros meses de 1959 llegaron muchos. De México, Alfredo Guevara y Ricardo Vigón, después de trabajar ambos con Luis Buñuel. De París Eduardo Manet y de Suecia Ramón F. Suárez. De Nueva York llegaron Pablo Armando Fernández, Humberto Arenal, Amaro Gómez, y también Heberto Padilla y Edmundo Desnoes, escritores varados en un idioma ajeno. Y todos llegaban por que el Comandante ya había llegado antes. Ya saben, el que mandó a parar. Entonces no sabíamos hasta qué punto se empeñaría en mandar a parar sin control alguno.

Uno de ellos era alto y delgado y ya con entradas prominentes. Vestía uno de esos seersuckers clásicos de Brooks Brothers, con corbata de lana negra. Había leído alguna colaboración suya en la sección "Cine" de la revista Carteles y sabía que venía de Nueva York invitado por su amigo Tomás Gutiérrez Alea a trabajar en el recién creado Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos, ICAIC.

Conocía también su nombre, Néstor Almendros, y que había traído con él su cámara, una Bolex de cuerda que el ICAIC se apresuró a alquilarle ante la carencia de equipos que teníamos. Lo que no sabía era que Néstor provocaría una conmoción en el cine cubano. De nuevo.

Ya antes, en los años 40, lo habían acusado de agente de la CIA. Su padre, Herminio Almendros, alto funcionario del Ministerio de Educación de la República Española, llevaba varios años exilado en Cuba, cuando Néstor, con 18 años, llegó de Barcelona, borracho con las teorías del director Sergei Eisenstein, pionero del cine soviético.


Armado con su cámara, Almendros se puso a sacar primeros planos de sus compañeros en la sociedad cultural Nuestro Tiempo, la cual acababa de pasar, subrepticiamente, al control del Partido Comunista (PSP). Algunos dirigentes de la entidad, estalinistas paranoicos, creyeron que Néstor les hacía retratos para la agencia estadounidense de inteligencia, cuando en realidad eran ingenuos y primeros amagos de cine eisensteniano. Y lo expulsaron.

Y esa fue su definición inicial: extranjero, y para colmo catalán, que parecía querer revolucionar a los nativos con sus exóticas ideas europeas. ¿Será trotskista?

A principios de los años 50, la energía creativa de Néstor se hizo sentir en el cine experimental de la época, demostrándole a los cubanos que la única manera de hacer cine era haciéndolo: es decir, hacerse de una cámara, aprender a utilizarla —y filmar. Almendros fue promotor y fotógrafo de varias pequeñas películas de la época. Esa breve pero intensa efervescencia experimental tendrá su final cuando algunos de sus protagonistas, entre ellos Néstor, se marchan a Europa a estudiar cine a mediados de esa década.

De Roma, donde hizo estudios en el Centro Sperimentale di Cinematografia, Néstor irá a Nueva York, esta vez a estudiar dirección de fotografía en el New York Community College —y llega a Manhattan justo en el apogeo del cine experimental estadounidense. Allí realizará su primer corto de este período, The Mount of Luna, en la tradición del cortometraje abstracto a lo Maya Deren.

Pero es también el momento en que los jóvenes cineastas newyorkinos descubren una aliada esencial en la Tri X, una película en blanco y negro ultra rápida que la Kodak acababa de lanzar. Además, las cámaras se habían vuelto más pequeñas y se sofisticaban con lentes de alta sensibilidad.

Esa autonomía de los pesados equipos de iluminación permitía filmar con una considerable flexibilidad de movimiento y conseguir un espectro más amplio de expresión: libertad y movilidad desconocidas hasta entonces. Y en esa nueva independencia Néstor intuye que ha encontrado su definitivo estilo visual.

La noche de fin de año de 1958, con su pequeña Bolex de cuerda y utilizando solamente la luz natural de los comercios y del alumbrado de Times Square, Néstor filmará 58-59, un poema a Nueva York y a la noche. Tres meses más tarde llegará a La Habana, respondiendo a la invitación de su amigo Tomás Gutiérrez Alea.

Con 58-59 Néstor provocó una segunda conmoción entre los cineastas cubanos. A todos nos sorprendió la calidad del corto, la sensibilidad del autor; pero sobre todo la libertad con que el cineasta había contado, gracias a la película rápida.

Esa independencia fue precisamente lo que preocupó a la dirección del ICAIC, ya que detrás del andamiaje generador de una industria de cine en Cuba se escondía un objetivo mayor: la agitación y propaganda necesarias al régimen recién instituido. Que se desarrollase un cine alternativo y personal era lo que la dirección del organismo quería evitar a toda costa.

Pero todavía eran tiempos de inclusión —y el ICAIC cumplió con la invitación que a Néstor le había hecho Alea. Como fotógrafo primero y más tarde como fotógrafo/director, Almendros realizó documentales llamados didácticos, objetivo para nada alejado de las inquietudes pedagógicas heredadas de su padre.

De esa época es El tomate, un documental que hicimos juntos a finales de octubre de 1959 en una recién creada cooperativa agrícola de Camagüey.

En ese rodaje, al mando de su inseparable Bolex de cuerda alquilada por el ICAIC, Néstor se familiarizó con las llamadas pantallas de sol —planchas cuadradas de madera ligera cubiertas de papel de aluminio— que en Cuba se utilizaron para sustituir las caras lámparas de arco que nunca abundaban, que nunca podían abundar por su alto precio en las filmaciones locales.

Pero Néstor no lo vivió como limitación, sino como liberación de un material pesado, excesivo e innecesario: una vez decidido el plano nos pedía al chofer de la camioneta y a mí —éramos todo el equipo— que nos colocásemos cada uno con una de aquellas pantallas a conseguir que el sol diese a las plantas el relieve necesario. El resultado fotográfico fue espectacular.

El rodaje transcurría sin problemas cuando un día, al llegar por la mañana, nos encontramos con la cooperativa totalmente desierta: todos se habían ido a “buscar a Camilo”.

El comandante Camilo Cienfuegos, jefe del Ejército Revolucionario, había desaparecido en su avioneta, misteriosamente, después de arrestar al comandante Huber Matos en la capitanía de la provincia.

Poco importaba que la avioneta hubiese desaparecido sobre el mar Caribe, al sur de la isla, según informaban las noticias en la radio y que la cooperativa estuviese tierra adentro, más bien al norte. Nada de eso tenía la más mínima importancia: todos teníamos que “buscar a Camilo”. Esa era la consigna. Aquel día, aquella semana, el país entero se paralizó y los cubanos no hicimos más que “buscar a Camilo”.

Durante los dos primeros años de la revolución, y a pesar de la frialdad y desconfianza de la dirección del Instituto del Cine para con 58-59, el corto —es decir, su método de realización independiente— se convirtió en punto de referencia para algunos documentalistas del ICAIC.

Pero el ejemplo más notorio fue P.M., excelente cortometraje realizado por Orlando Jiménez Leal y Sabá Cabrera para Lunes en Televisión, un programa dirigido por Guillermo Cabrera Infante dónde se producían filmes fuera del control del Instituto y con un punto de vista ajeno a la agit-prop.

La negativa del ICAIC a permitir que el corto se exhibiese en los cines fue un desafío directo de Alfredo Guevara a Cabrera Infante, y más allá de Lunes de Revolución… en Televisión, al propio Carlos Franqui, director del periódico Revolución, figura fundamental del ala anti-leninista del Movimiento 26 de Julio.

La prohibición creó una enorme conmoción entre los intelectuales cubanos e hizo que Néstor dejase definitivamente el ICAIC para irse a trabajar como camarógrafo y director del Departamento Fílmico del canal 2 CMBF-TV. Y por su cuenta, con los recortes de negativo que le sobraban de los noticieros, realizó Gente en la playa, uno de los cortos más libres y hermosos que jamás se hayan hecho en Cuba.

Eran tiempos definitivos. Almendros tomó partido a favor de los autores de P.M. en su columna de la revista Bohemia, de la cual era crítico de cine, y muy pronto se vio atacado por la revista Verde Olivo, órgano oficial del Ejército Rebelde, tras lo cual lo expulsaron de Bohemia: presagio del período —más negro que gris— que la cultura cubana va a vivir en los años 70.

Todo terminará en la Biblioteca Nacional con Fidel Castro zafándose su cinturón marcial para depositar la cartuchera de su pistola sobre la mesa presidencial de aquella reunión con los intelectuales, antes de acercarse al micrófono a dictar, ya dictador, cátedra: Dentro de la Revolución “todo”, contra la Revolución “nada”. Pero, ¿quién iba a decidir qué estaba dentro y qué no? Nadie lo preguntó. Todos mirábamos de reojo la pistola sobre la mesa.

Después del cierre del magazine literario Lunes de Revolución, del programa Lunes… en Televisión, y del propio periódico Revolución, Almendros escogió el exilio una vez más —lo cual esta vez no le fue fácil, pues su padre, a quien respetaba, era ya el alto funcionario del Ministerio de Educación de Castro que concebía y organizaba las escuelas Camilo Cienfuegos en la Sierra Maestra.

En Barcelona, su ciudad natal, Almendros recuperó su pasaporte español y se hizo amigo de los jóvenes que conformaban la entonces llamada “escuela de cine de Barcelona”. Estos le propusieron una película como fotógrafo, que Néstor aceptó, pero que tuvo que abandonar cuando la protagonista, la diva Sara Montiel, se negó a trabajar con un fotógrafo desconocido. Una vez más, Almendros hizo su maleta y se marchó.

A finales de diciembre de 1962, de regreso del Festival Internacional de Tours, pasé por París y conseguí localizar a Néstor. Tuvo la amabilidad de invitarme a cenar en un comedor universitario dónde pagaba con cupones que adquiría más baratos por docena: única calidad de restaurante que se podía ofrecer con el poco dinero que ganaba dando clases particulares de español.

Cuando terminamos de comer, le dije: “¿Por qué no vamos a ver El proceso, de Orson Welles?”

“No puedo”, me respondió. “Los cines de estreno son muy caros”.

Como todavía me quedaban unos francos de las dietas que me habían dado para el festival, lo invité. A tientas nos orientábamos en la oscuridad del cine cuando dimos con dos asientos libres —justo al lado de Oskar Werner, el actor alemán de Jules et Jim, gran éxito ese año de François Truffaut.

“Déjame sentarme a su lado”, me rogó Néstor: siempre el cinéfilo fascinado por las “estrellas”.

Meses más tarde, ya en La Habana, me enteré que había enviado Gente en la playa al Festival de Estrasburgo, donde el corto fue visto y elogiado por Edgar Morin, director del Museo del Hombre. Morín le presentó a Eric Rohmer y éste lo invitó a presenciar el rodaje de su cuento en una película de varios segmentos, Paris vu par.

Durante la filmación el director de fotografía se peleó con Rohmer y se marchó, dejando el rodaje a la deriva. Desesperado, el productor Barbet Schroeder preguntó a los técnicos a su alrededor quién sabia operar una cámara. Néstor dijo que él. Barbet miró al director y Rohmer, que ya había visto 58-59 y Gente en la playa, asintió.

Almendros dejó de dar clases de español a sus alumnos particulares y se entregó por entero a la película de Rohmer —aunque sólo le habían dado un contrato por 48 horas, pues Schroeder no había querido comprometerse con él sin ver primero las tomas reveladas.

Como Néstor no tenía permiso de trabajo no pudo firmar el cuento, pero su fotografía gustó tanto a Barbet que éste le llamó de nuevo para que hiciese la del próximo segmento, dirigido por Jean-Luc Godard. Néstor le dio las gracias y le dijo que le entusiasmaba la idea de trabajar con Godard, pero que no podía abandonar de nuevo sus clases, de las cuales vivía, y aprovechó para decirle a Schroeder que nunca le había pagado sus honorarios en aquel primer trabajo con Rohmer.

Abochornado, Schroeder le pagó, tras lo cual Néstor hizo el Godard y más tarde More, el primer largometraje del propio Schroeder. La película fue rodada en color en Ibiza, dónde Néstor utilizó las pantallas de sol conocidas en Cuba —para sorpresa de los técnicos franceses y placer del productor/director, ya que le hacía ganar tiempo y ahorrar dinero.

Luego fotografió La Collectioneuse, el segundo largo de Eric Rohmer, también en color, y más tarde, en blanco y negro, lo que es tal vez la mejor película de Rohmer —o por lo menos, la más emblemática: Ma Nuit chez Maude.

Fue en Maude que François Truffaut descubrió la fotografía de Néstor —lúcida, traslúcida sin luces— y decidió que era la ideal para L'enfant sauvage, que ya preparaba. Y las películas de Truffaut sí que se veían en Hollywood. El resto, como se dice, es historia.

Néstor Almendros trabajó durante años con los mejores directores franceses y estadounidenses. Ganó un César con El último metro, de Truffaut, y un Oscar con Days of Heaven, de Terrence Malik, además de otras nominaciones. La crítica le consideró un director de fotografía excepcional: un fotógrafo que, además, sabía dirigir sus propios documentales.

En Paris, a principios de los 70, escribió y dirigió El Bastón, un mediometraje de ficción que Almendros nunca mostró a nadie (más allá de una primera y única exhibición por estricta invitación en la Cinémathèque Française, en la que me incluyó). Estaba basado en una historia que Néstor, recién llegado a Cuba en 1959, le había contado a Guillermo Cabrera Infante mientras subíamos en el ascensor del edificio Retiro Médico, donde vivía el escritor.

Aquella historia de racismo y prejuicio la había vivido con Otto Jeckell (otro mítico cubano-newyorkino de la época) antes de salir Néstor para La Habana. Guillermo la convirtió en Historia de un bastón, uno de sus mejores cuentos, que luego formará parte de de uno de sus libros de relatos. Sintiéndose el originador (con Jeckell) de la historia primera, Almendros la reclamó para su corto —pero con toda la inmensa capacidad que tenía para la fotografía y el documental, nunca consiguió contar bien una historia en ficción, ni dirigir actores.

Más allá de su talento para la dirección de fotografía, tres elementos ayudaron al éxito de Néstor Almendros: la sofisticación cultural que absorbió en su adolescencia en Barcelona; los estudios de Filosofía y Letras en la Universidad de La Habana, que sorprenderán a los cineastas franceses acostumbrados a trabajar con fotógrafos que no eran más que técnicos; y la invención de la película Tri XXX, que le permitirá independizarse de los equipos pesados.

Pero el éxito no le hizo olvidar a sus amigos de Cuba. A menudo nos invitaba al rodaje de sus películas, a los estrenos de las mismas, y en una ocasión me pidió que viniese a su casa a ver por televisión una entrevista con Roberto Rossellini. El director italiano había ejercido una influencia esencial en la Nueva Ola francesa y la entrevista se exhibía esa noche.

En su apartamento de la rue Rousselet ya estaban Jacques Doniol-Valcroze y Jean Douchet, co-fundador el primero y ambos críticos de la revista Cahiers du Cinéma, y también Eric Rohmer, con quien Néstor acababa de terminar La rodilla de Clara.

Cuando llegó la hora, todos nos acomodamos frente al televisor —excepto Rohmer, que giró su asiento 180 grados y se sentó dándole la espalda a la pequeña pantalla.

Sorprendido, le pregunté a Néstor en voz baja: “¿Qué le pasa?”

Almendros dejó escapar una discreta risita irónica: “Es que no quiere que la televisión le dañe su sentido de la imagen.”

Años más tarde, en 1977, justo el año de la muerte de Rossellini, Néstor trabajaría con el gran maestro italiano en Beaubourg, un documental sobre el Centro de Arte y Cultura Georges Pompidou, a pocas cuadras de su último apartamento parisino.

Recuerdo la alegría en su voz cuando una mañana de 1989 me llamó desde el laboratorio De Luxe, dónde terminaba la corrección de luces del episodio de Martin Scorsese para New York Stories.

“Los recuperamos, Fausto, los recuperamos”, me decía lleno de entusiasmo desde la oficina del director del laboratorio.

Yo no entendía nada. “¿De qué hablas, qué recuperamos?”

Néstor trabajaba esa mañana en el laboratorio en Manhattan cuando el director se le había acercado y le había dicho: “Almendros, sabe usted que en las bóvedas tenemos dos cortos cubanos”.

“No”, le respondió Néstor. “¿Cuáles?”

El hombre consultó sus apuntes: “Ritmos de Cuba es uno, y el otro Carnaval.”

Era realmente increíble. Ritmos de Cuba la había dirigido el propio Néstor, en 1960, en Cuba, para el ICAIC. Y Carnaval lo había dirigido yo, con Joe Massot, aquel mismo año. No sabíamos que los negativos estuviesen todavía allí.

“Sí”, me contaría Néstor que le explicó el director del laboratorio. “Los revelamos y enviamos los rushes a La Habana y luego tiramos unas pocas copias… Pero el ICAIC nunca nos pagó y cuando se rompieron relaciones con la isla y se instauró el embargo comercial, los negativos ya editados se quedaron en nuestras bóvedas… Desde entonces están ahí…”

“¿Y es posible que obtengamos una copia?”.

“Miré, como directores tienen derecho a una copia en vídeo para su uso personal, pero me tienen que firman un acuerdo por el cual se comprometen, so pena de procesamiento judicial, a no comercializar los cortos… Esas películas son propiedad del ICAIC y a ese organismo se las devolveremos cuando nos hayan pagado lo que nos deben.”

Al día siguiente, en el laboratorio, vimos Ritmos de Cuba y Carnaval por primera vez desde su estreno en el cine La Rampa, en La Habana, en el verano de 1960. Veintinueve años más tarde.

Cuando Néstor sintió que ya tenía el nombre y el prestigio profesional necesario en París y en Hollywood, mundos todavía obnubilados por la propaganda castrista, produjo y dirigió (con Jiménez Leal) Conducta impropia, el más poderoso alegato jamás hecho en cine contra el régimen de La Habana, y más tarde Nadie escuchaba (con Jorge Ulla), un documental de testimonios sobre los abusos de los derechos humanos en Cuba.

Un día de mediados de diciembre de 1990 sonó el teléfono en mi casa de California. Era Néstor, que me llamada desde el rodaje de Billy Bathgate en Nueva York, su nueva película con Robert Benton. No sabíamos, ni él ni yo, que sería su última película.

“¿Cómo estás?” me preguntó.

“Bien, ¿y tú?”

“Agotado”, respondió. “Muy, pero muy cansado… Ya sabes cómo son los rodajes americanos… Te pagan de maravilla pero te sacan el jugo… Ahora vienen la Navidad y Año Nuevo y los productores prefieren pagar overtime a paralizar la filmación y luego tener que traer otra vez a todo el personal al mismo lugar a terminar el rodaje… Lo cual significa que estamos filmando 14 ó 16 horas diarias… No veo la hora en que termine y me vaya a descansar… Pero te llamo para que no dejes de ver Havana”.

“¿La película de Pollack?”

“Sí, no dejes de verla… Quiere ser Casablanca y no lo es, pero es interesante… La reproducción de la época y todo… No te la pierdas”.

A mí me extrañó que me llamase desde el otro lado del país, estando tan cansado, solo para recomendarme una película. Ahora pienso, ¿no se estaría despidiendo?

Para mediados del nuevo año 1991 el arquitecto cubano Marcos Díaz me informó desde Nueva York que Néstor había caído enfermo y que los médicos le habían diagnosticado el sida. A partir de ese momento me fue imposible localizarle, ya que se había refugiado en la casa de campo de un amigo en las afueras de la ciudad y de la cual nadie tenía el número de teléfono.

A principios de noviembre se estrenó Billy Bathgate, pero Néstor no acudió al estreno. Cinco meses más tarde, ya en 1992, sonó de nuevo mi teléfono. Era Jorge Ulla, dándome la noticia del fallecimiento de Néstor.


En la plenitud de su vida, de su fama y su carrera, Néstor Almendros había muerto en Nueva York el 4 de marzo de 1992, a la edad de 61 años.

Mensaje para preparar la Navidad (Obispos Católicos de Cuba)


“El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz”
Isaías 9,2



Queridos hijos y hermanos:

El Adviento es un tiempo de gracia en el que la Iglesia nos invita a preparar juntos el pesebre de nuestro corazón, de nuestras familias y comunidades para que acojamos a Jesús con un renovado amor. Es un tiempo de gracia, lo cual significa que Dios se manifiesta de un modo más cercano y, con su presencia, nos invita a crecer, a renovarnos, a purificar el corazón para ser más humanos y fraternos.

La Navidad es siempre un acontecimiento nuevo porque nuestra situación personal, eclesial y social va cambiando y, por tanto, desde esa nueva perspectiva acogemos al Niño Jesús, que viene a compartir nuestra vida, a caminar con nosotros y enseñarnos a vivir como hermanos.

En esta ocasión se cumplirán 25 años de que las autoridades de Cuba decretaron la Navidad como un día feriado, lo cual permite que las personas puedan compartir esta fiesta en familia y participar en las celebraciones en sus respectivas comunidades.

Posteriormente, en el mes de Enero se cumplen 25 años de la visita de San Juan Pablo II a nuestra patria, un acontecimiento que marcó la historia y fue una bendición para nuestro pueblo. Por ese motivo, en el reciente encuentro que mantuvimos varios obispos con el Papa Francisco, presentamos el proyecto de hacer memoria agradecida de esta inolvidable visita y, a su vez, compartimos el interés de que el Cardenal Beniamino Stella, quien fuera Nuncio en Cuba en ese momento, pudiera presidir las celebraciones que, a partir del 24 de Enero, programamos tener en todas las Diócesis y, de esa forma, hacer presente las enseñanzas transmitidas por el Papa Santo en las cuatro celebraciones eucarísticas y en los otros encuentros que presidió.

En la Nochebuena vamos a escuchar al profeta Isaías que nos dice: “El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz…” (Is. 9,2). Deseamos que esa luz brille en nosotros para reconocer nuestras tinieblas y dejar que, en medio de ellas, irrumpa esa gran luz. Que allí donde haya miedo, desconfianza, rutina, mentira y odio, Cristo ponga coraje, esperanza, entusiasmo, verdad y perdón.

La Iglesia crece en la medida que todos y cada uno somos capaces de asumir la misión que Jesús nos confió, con verdadero entusiasmo y compromiso, para ello necesitamos que el Adviento sea un tiempo en que tengamos una honda experiencia de encuentro con Dios, a través de la oración, de la meditación de la Palabra de Dios que es un manantial inagotable de vida nueva del cual beber. Caminando juntos, sinodalmente, avanzaremos guiados por el Espíritu Santo, y a la escucha de nuestros hermanos y hermanas.

Queremos saludar a las familias, que sufren la emigración y necesitan de un modo especial que esa luz que encendió Jesús al nacer pobre y humilde en Belén, brille cálida, mostrándoles su presencia cercana, solidaria, que consuela y reconforta, que nos da la certeza que en Jesús se unen todos los caminos y se acortan todas las distancias.

Procuremos estar más atentos, aprender a mirar y escuchar, para reconocer las señales que Dios nos pone cada día, a través de las cuales nos va guiando, alentando o advirtiendo ante los peligros, pero sobre todo para descubrir cómo Dios se va manifestando en la realidad, tejiendo nuestra historia con asombrosa cercanía y respeto, ayudándonos a poner lo mejor de nosotros al servicio de todos.

La Navidad saca lo mejor de cada persona, despierta el amor a la vida, a la familia, crea un ambiente de paz que invita al encuentro con Dios, con los hermanos, nos hace tomar conciencia de que nunca estamos solos, que Él es el Emmanuel, el Dios con nosotros, que viene a quedarse y enseñarnos a mirar la vida con su mirada para reconocer su presencia en el prójimo y en los acontecimientos de la vida cotidiana, especialmente en el dolor y la soledad de tantas personas mayores, enfermas o que padecen graves dificultades y carencias.

Cuánta falta nos hace despertar la alegría y esperanza, en medio de tantas oscuridades y desalientos. La presencia de Jesús en medio de nosotros es la fuente de una alegría que nada ni nadie nos puede quitar, en Él hemos puesto nuestra esperanza y sabemos que no seremos defraudados.

Celebrar la Navidad significa estar abiertos a acoger la luz de la vida nueva que Jesús viene a traernos, es estar dispuestos a nacer de nuevo para ser luz, por eso es una fiesta que, a la vez que nos llena de alegría, con la presencia del recién nacido, también nos compromete con la vida de nuestros hermanos, con la historia de la Iglesia y de nuestro país.

En la Navidad Dios se hace solidario con la humanidad, Dios se hace hombre para que el hombre llegue a Dios, para ello se mete en nuestros corazones para entrar en la historia humana y transformarla desde adentro. Jesús es el Buen Samaritano, que sale a nuestro encuentro, que se detiene ante nuestra realidad con compasión, que se acerca para sanar nuestras heridas, darnos consuelo y esperanza, que nunca nos abandona y nos invita a salir para hacer lo mismo con nuestros hermanos más necesitados, con aquellos que sufren hambre, soledad, falta de libertad y esperan de nosotros un gesto de clemencia o misericordia. ¡Cuánta alegría traería para sus familias y pueblo en general saber que, en esta Navidad, un buen número de quienes guardan prisión se les otorga la libertad y retornan a sus hogares para reinsertarse en la vida habitual e iniciar así el nuevo año!

Vivir la Navidad no es sólo acoger la luz que enciende Jesús con su presencia, sino también aceptar la invitación que Él nos hace de ser luz para nuestros hermanos, que necesitan signos de esperanza que los fortalezca para seguir haciendo el camino de la vida.

Jesús nos enseña que nadie puede luchar en la vida aisladamente, se necesita una comunidad que nos sostenga y en la que nos ayudemos unos a otros a mirar hacia adelante. Los sueños se construyen juntos. Que en esta Navidad volvamos a soñar construir una patria de hermanos, donde cada uno pueda vivir con dignidad, donde nos escuchemos y dialoguemos para discernir el futuro, donde luchemos por el bien de todos en especial de quienes han quedado marginados por distintos motivos.

Les deseamos, que en esta Navidad, reciban la bendición de Dios y que la misma sea portadora de justicia, paz, alegría y esperanza para ustedes, sus familias y seres queridos, también para todos los hijos de nuestro pueblo dispersos por el mundo.

Que la Virgen Madre, a quien veneramos con el título de Virgen de la Caridad, sea quien interceda por nosotros para que sepamos acoger a su hijo, Jesús, con el mismo amor que lo hizo ella junto a San José.



La Habana, 30 de Noviembre de 2022
LOS OBISPOS CATÓLICOS DE CUBA

La orquesta de los Hermanos González y Alonso. Una institución musical del Camagüey. (por Carlos A. Peón-Casas)


Para tener referentes de aquella agrupación musical, nos hemos reetrotraído hasta el año 1945.

Y es justamente en una publicación de aquel minuto: El Camagüey. Mundo Elegante, a cargo de un conocido periodista de prensa plana y radial, a la par que cronista social camagueyano de aquel minuto: Mario Rafael Silva Llopis, donde hallamos estas referencias que atraen nuestro interés, y seguro el de nuestros amables lectores.

La agrupación musical primero con el. apelativo de" Hermanos Gonzalez" y luego con el añadido de los Alonso, era ya conocida en la ciudad de aquellos años de conflicto bélico mundial, animando las mejores fiestas de la ciudad de los tinajones.

Era su director en aquel minuto el Sr.Víctor M. González Varona, y a decir de ya citado cronista
batuta excelente, tiene en su conjunto aplaudidos profesores, entre ellos a Bernardo Alonso, Carmelo y Rafael Alvarez, Vitaliano Millet, Antonio Balaguer, Francisco González, Alfredo Gelabert, Julio Mola, Elio Hurtado y Luis Etchazarra.
Su condición de hijos del Camagüey los distinguía y ayudaba a su popularidad. El cronista apuntaba de las peculiaridades de su repertorio que calificaba de moderno y que "hacía época" entre los avisados bailadores de sus ritmos.

A no dudarlo, esta estampa musical de hoy, nos retrotrae, con amable nostalgia, al ambiente sonoro de aquella época, cuando nuestros abuelos, ponían calidez a sus celebraciones, y bailaban los ritmos de entonces con los que esta orquesta amenizaba aquellos ya lejanos jolgorios.

La foto que compartimos como necesaria apoyatura visual, la tomamos de la ya citada publicación, que conserva en su impecable edición aquellos rostros de tan celebrados profesores.

Tuesday, November 29, 2022

Abel Marrero, del Club Rotario de Camagüey, que ha sido, electo Gobernador del 25 Distrito Rotario (Cuba), en la reciente Convención. El señor Marrero - como se recordará - estuvo detenido hace poco tiempo en la Cárcel de La Habana por sus ''actividades comunistas". (Carteles. Abril 1928)

 

Cuatro temas íntimos sobre los que toda pareja debería conversar (por Cecilia Alegría, La Dra. Amor)

Nota  del blog: Espacio semanal de  Cecilia Alegría, La Dra. Amor,  dedicado al amor de pareja.


Nadie duda de que uno de los requisitos para lograr la estabilidad y duración de una relación de pareja es la práctica de la comunicación afectiva, abierta y transparente (como lo sugiero en mi libro Comunicación efectiva = Comunicación Afectiva). Pero lo que pocos saben es que hay ciertos temas que no debieran eludirse porque, de no abordarse, se perjudicará los niveles de intimidad de la pareja.

Un reciente estudio publicado por la revista de Ciencia Psicológica demuestra que las parejas son más felices cuando dedican su tiempo a discutir temas significativos en vez de quedarse en los superficiales.

Comparto con ustedes temas sobre los cuales se debería conversar en pareja regularmente, sobre todo aquellos que se están preparando para el matrimonio:

1. Miedos e inseguridades

¡Si! Y cuando se llega a este sorprendente nivel de intercambio de mensajes nos encontramos ante el pináculo de la comunicación de pareja: La comunicación íntima.

Se trata de compartir con tu ser amado aquello que te preocupa, tus fobias, tus limitaciones, los aspectos de tu vida en los que tienes que avanzar, tus fantasmas.

Es cierto que siendo vulnerables nos arriesgamos a ser heridos, pero también podemos alcanzar un nivel de confianza que no tiene precio.

2. La niñez de ambos

Pregúntale a tu pareja que recuerda de su infancia. ¿Era sociable? ¿Qué tipo de juegos le gustaban? ¿Cómo fue su rendimiento escolar? ¿Cómo fue su relación con sus padres y hermanos?

Entender lo que paso en aquel entonces contribuye a comprender mejor por qué esa persona es como es ahora.

3. Sus fracasos amorosos

Claro que es un tema difícil de abordar porque hablar de los Exes puede resultar incómodo para ambos. Sin embargo, resulta saludable hacerlo cuando ambos consideran que no deben guardarse secretos. Si uno de los dos prefiere no hablar al respecto, habrá que respetar ese hecho. Este es un tema que no debe ser forzado. Lo importante es aprender a no comparar a la actual pareja con las anteriores y a no traer a la nueva relación las heridas de las antiguas.

4. El futuro

Si la pareja tiene poco tiempo de conocerse, menos de 6 meses por ejemplo, hablar de matrimonio puede resultar prematuro, por lo menos para uno de los dos…pero por lo menos hay que saber si a la otra persona le interesa casarse en un corto, mediano o largo plazo o no le interesa dicha posibilidad…eso nos puede ayudar a no perder tiempo.

También es importante conocer sus aspiraciones, metas y sueños.

Una pregunta típica, que es usada con frecuencia en las entrevistas de empleo, es: ¿Cómo te ves en 5 años? ¿Haciendo qué? ¿Viviendo dónde?

Alguien que no sabe lo que quiere ni a donde va, suele ser una mala opción para un compromiso de largo plazo.





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Para consejería individual o de pareja visita la sección consultas de www.ladoctoraamor.com


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Cecilia Alegría, La Dra. Amor (www.ladoctoraamor.com): Consejera de Parejas, Love and Life Coach, Conferencista Internacional, Periodista y Conductora de Radio y TV. Destaca en los Medios Latinos en Miami dando consejos sobre cómo triunfar en el terreno amoroso y ayudando a miles de parejas a resolver sus problemas. Forma parte del grupo fundador de profesores del programa Universidad de la Familia.
Ha publicado nueve libros entre los que se encuentran:Comunicación Afectiva=Comunicación Afectiva (Espasa Calpe, España, 2000). 120 preguntas y respuestas para ser mejores personas (Editorial Norma, Colombia, 2004), No hay amor más grande (Editorial Aragón, USA, 2012), Amando un Día a la Vez (Ediciones Varona, U.S.A. 2015), Al rescate de tu comunicación de pareja (Ediciones Varona, USA 2017), Sexo Sagrado y Lazos del Alma (Indie Publishingnbsp, 2018), Alessia (Book Master Corp. 2019) El Poder del Amor Ágape: como restaurar tu matrimonio después de una infidelidad (2021). Amanecer con Dios (2021).

Monday, November 28, 2022

El Ballet de Camagüey en la Memoria Viva. (por Roberto Méndez Martínez)

Imagen cortesía de Liliam Gómez
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por Roberto Méndez Martínez 
para el blog Gaspar, El Lugareño




Me resulta difícil aceptarlo: han transcurrido más de cincuenta años desde aquella noche del 1 de diciembre de 1967, cuando el Ballet de Camagüey ofreció su función inaugural en el por entonces añoso y descuidado Teatro Principal de aquella ciudad. Lo que había sido un sueño de su fundadora, Vicentina de la Torre Recio, se convertía así en algo palpable y resistente a cualquier adversidad.

El territorio que veía nacer la compañía, la ciudad de Camagüey, capital de la provincia del mismo nombre, en la isla de Cuba, tenía ya una larga tradición cultural. A inicios del siglo XVII, cuando era todavía una colonia española, allí se escribió el poema épico Espejo de paciencia que sirve de pórtico a la literatura cubana. En el siglo XIX vieron la luz en tierras camagüeyanas figuras cimeras de la cultura como la escritora Gertrudis Gómez de Avellaneda y el científico Carlos J. Finlay. En la centuria siguiente, la ciudad cabecera tenía un importante núcleo de creadores vinculados a la creación artística de vanguardia, entre los que ganaron relieve internacional el poeta Nicolás Guillén y el pintor Fidelio Ponce.

Gilda Zaldívar Freyre
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Como en el resto del país, el ballet no tenía una larga tradición en Camagüey. La precursora del género en la ciudad sería Gilda Zaldívar Freyre, quien abrió la primera academia para la enseñanza del género, hacia 1936, aunque sin un propósito profesional. Allí matricularía en 1948, Vicentina de la Torre, quien completó, pocos años después, su formación en la Academia Alicia Alonso de La Habana, donde recibió los principios más rigurosos de este arte y pudo constatar su desarrollo en la primera compañía de ballet de la nación: el Ballet Alicia Alonso al que estuvo vinculada por unos años.

Vicentina de la Torre
Foto cortesía de Beatriz Martínez
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Cuando, en 1956, la dirección de la compañía decidió disolverla, por conflictos con el recién creado Instituto Nacional de Cultura, Vicentina regresó a su ciudad natal y abrió su propia academia. Ella no se conformaba con impartir clases a alumnas de alto poder económico, sino que quería hacer auténtico arte, por lo que comenzó a ofrecer becas a alumnos de escasos recursos que tenía condiciones físicas e interés en cultivarse. Después de 1959, la academia de la esforzada profesora dio lugar a la Escuela Provincial de Ballet y, tras cortos años de trabajo, ella consideró que las condiciones estaban maduras para fundar con sus alumnos una compañía.

Programa
La fille mal gardée
Octubre 1968.
Cortesía de Liliam Gómez
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Este primer Ballet de Camagüey estaba conformado, pues, por un conjunto de alumnos de Vicentina, que ella había formado con un notable rigor metodológico y a los que trasmitía su pasión por el género, especialmente por los grandes clásicos del mismo, como lo demuestran las obras incluidas en el primer programa: Las sílfides, Pas de trois de El lago de los cisnes y La fille mal gardée. El mérito fundamental de esta profesora fue el demostrar que era posible crear una compañía de ballet estable en el interior de la Isla, cuando muchos mostraban su escepticismo al respecto y nutrirla de manera sistemática de los alumnos que provenían de la Escuela, a la vez que iba educando a un público en la apreciación del género.

Desde los momentos iniciales de la trouppe la maestra recibió la colaboración y apoyo del Ballet Nacional de Cuba y la dirección de este, decidió, para facilitar el desarrollo de la novel compañía enviar a Joaquín Banegas, quien tenía experiencia como bailarín y profesor, para encabezar la agrupación, mientras Vicentina quedaba a cargo de la Escuela para garantizar la formación de nuevos artistas.

Cantata de Iván Tenorio, 1971
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En la nueva etapa, que dura alrededor de un lustro, las filas de la compañía crecen en número y en preparación y el repertorio se amplía. No sólo se hacen montajes –integrales o parciales- de obras tradicionales como: Coppelia, Giselle, El lago de los cisnes, sino que se abren las puertas de la compañía a coreógrafos experimentados o noveles para que la empleen como laboratorio de experimentación para sus búsquedas. Estos trabajos dejaron algunas obras permanentes en su repertorio, por ejemplo el ballet Saerpil de Gustavo Herrera y Cantata de Iván Tenorio sobre la célebre Carmina Burana del alemán Carl Orff.

La agrupación no se limitó a ofrecer funciones en el teatro Principal que les servía de sede, sino que decidió ir en busca de un público popular y para ello danzó en escenarios improvisados en plazas públicas, fábricas, escuelas y en recónditos sitios del campo. De este modo iniciaron una relación difícil y entrañable con el pueblo de Camagüey, que, venciendo muchos prejuicios, ha llegado a reconocer a su Ballet como uno de los símbolos más visibles de la cultura en la provincia.

Foto/Bohemia 1976
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A partir de 1975, se hizo cargo de la dirección del conjunto el maestro Fernando Alonso, uno de los pioneros del género en Cuba, quien aportaba su ya larga experiencia en compañías de Estados Unidos y en las diferentes etapas por las que había pasado el Ballet Nacional de Cuba.

Vania Sanz y Jorge Vega.
Pequeña Serenata, de Lázaro Mártinez.

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Giselle. Año 1990
Foto/Luis Carracedo
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Yicet Capalleja en Giselle. Década del 90
Foto/Facebook "Amigos del Ballet de Camagüey"
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Fernando encontró en Camagüey a un conjunto de jóvenes, con muchos deseos de trabajar, pero dotados de escasa experiencia, pues muchos de los fundadores ya no estaban en sus filas. Trabajó con ahínco en dotar a los intérpretes de buena técnica y profesionalismo escénico, condujo la política de repertorio en este sentido y si en los primeros años privilegió las obras tradicionales, facilitó también el desarrollo de nuevos coreógrafos como los hermanos Pedro y Osvaldo Beiro, Lázaro Martínez, Francisco Lang y José Antonio Chávez y le otorgó a la institución un perfil propio. Pronto la agrupación principeña o algunos de sus intérpretes fueron aplaudidos no sólo en los teatros cubanos sino en puntos tan distantes entre sí como los países socialistas de Europa del Este, Colombia, México, Brasil, Grecia, Chipre, Bélgica, Francia, Italia y China.

Debut de Celia Rosales  en el rol de Swanilda,
 en Coppelia. Año 1988.
 Foto/ Luis Carracedo.
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Bárbara García en Giselle. Año 1989. 
Foto/Luis Carracedo.
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Aida Villoch en Giselle. Inicio  de los 90s.
Foto/Luis Carracedo
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Jorge Lefebre y Aida Villoch.
Foto/Facebook "Amigos del Ballet de Camagüey"
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Algunos momentos fundamentales en la historia de la compañía fueron los grandes montajes integrales de Coppelia y Giselle; la invitación a Elena Vinográdova, del Ballet Kirov de Leningrado para montar el Grand pas de Paquita en 1981; el estreno mundial de obras de gran formato como el Otelo de Francisco Lang en 1987 y la larga y fructífera presencia de Jorge Lefebre, coreógrafo cubano que había trabajado con Maurice Béjart en el Ballet del Siglo XX y luego regía su propia compañía, el Royal Ballet de Wallonie en Charleroi, Bélgica. Para los camagüeyanos este autor montó piezas memorables como Romeo y Julieta, Beethoven: Séptima Sinfonía, Tango-episodios, Images y Degas.


Roberto Méndez, Aurora Bosch, 
Vicenttina de la Torre,  Aurelio Horta.
Año 1984. Foto cortesía de Roberto Méndez
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Osvaldo Beiro y Zoraida Rodríguez
 en el Grand pas de Paquita.  
Montaje por Elena Vinográdova. Año 1981.
Foto cortesía de Lázaro Martínez/
Facebook "Amigos del Ballet de Camagüey.
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Celia Rosales en Odette.
Lago de los Cisnes. Año  1989. 
Foto/Luis Carracedo.
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A esto habría que sumar la colaboración que profesores y bailarines han prestado en compañías y academias de otras naciones: México, Venezuela, Colombia, Guyana, Brasil, Italia, Portugal, donde han dejado una impronta inolvidable.

Regina Balaguer
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En la actualidad, la agrupación está dirigida por Regina Balaguer Sánchez, graduada del Instituto Superior de Arte y formada profesionalmente en la troupe por el magisterio de Fernando.

Cantata. Re-estreno. Año 2022
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Quizá la peculiaridad fundamental del Ballet de Camagüey, a pesar de contar con más de medio siglo de existencia, es continuar siendo una compañía formada por artistas muy jóvenes y eso, aunque obliga a un trabajo sistemático y delicado con sus integrantes, para trasmitirles una tradición y un modo de trabajar de alto nivel académico, a la vez aporta frescura y desenfado a su quehacer.

Hace varios años, coincidimos en un teatro habanero tres camagüeyanos que residíamos acá desde hacía un tiempo. Habíamos sido invitados a una función del ensemble danzario. Cuando bajaron las luces y, con el telón todavía cerrado, comenzó a escucharse la obertura de La fille mal gardée, los tres, a la vez, nos miramos y exclamamos: “¡Estamos en Camagüey!” Una obra que había permanecido en su repertorio desde su primera función nos devolvía a nuestras vivencias de tantos años en aquella ciudad. No era sencillamente nostalgia, sino la comprobación de una identidad. Nuestras vidas no hubieran sido las mismas si no hubiera existido el Ballet de Camagüey.

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"La Delegación Provincial de Cultura con estas funciones que presenta hoy, a través del trabajo y el esfuerzo realizado en estos largos años por la Escuela de Ballet de Camagüey, muestra a la consideración de ustedes el fruto cosechado tanto por la dirección como por el alumnado de esta organización artística, al dejar constituido a partir de este momento lo que se denominará Ballet de Camagüey..." (Programa/Cortesía de Liliam Gómez)

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Sede del Ballet de Camagüey
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Teatro Principal. Camagüey

Dos poemas para G. (por Félix Luis Viera)

Nota: Cada lunes la poesía de Félix Luis Viera. Puedes leer todos sus textos, publicados en el blog, en este enlace. Traducción al italiano de Gordiano Lupi.




LA DEL ESTRIBO

A veces siento que más que tu amador
soy tu pasado
Vine contigo

Tú estabas en la nieve en una tarde de sol y yo solté mis trineos
hacia donde Tú
y tú eras la flama que todo el mundo quisiera ver alumbrar sobre la nieve

Pero en realidad fue entre las montañas
en una ciudad que es mejor que pase a la historia sin nombre

Tú estabas entre las lámparas, los vasos, la gente, las cucharas
Tú eras de pronto una lámpara que iluminaba desde el valle cercano

Más que tu amador
soy tu pasado
Vine de ti
soy tu hijo más pequeño,
más leve

Ama al poeta
él te encontró entre los jardines y los rompecabezas
Él ha venido caminando desde la derrota para encontrarte
Eres la última reminiscencia de su tierra perdida
eres el olor a leña que aún llega desde los fogones de su infancia
No olvides al poeta

No lo olvides
Él para ti anidó colibríes al borde de la Muerte
contra la Muerte
Él te ha amado con el fervor de esas golondrinas que migran hacia el lado opuesto de la
Muerte
Te ha amado como a esas palmeras incendiadas en las noches de amor
en aquellas playas donde nadie quisiera morir

El poeta se irá antes que tú
pero primero arderán todos tus bosques
y aun los más humildes de tus pétalos sabrán del fuego
Ámalo, ni entonces lo abandones:
cuando hayan desaparecido sus versos, su cuartilla más gloriosa,
los puentes que cruzó
No lo olvides ni entonces:
él fue tu pasado
él vino contigo
él te amó con el reflejo del cuchillo en la rosa
y fue por ti que en el instante inesperado se sumó al amanecer.


Il mio sostegno


A volte sento che non sono il tuo amante
ma il tuo passato.
Sono venuto con te.

Tu stavi nella neve in una sera di sole e io sciolsi le mie slitte
verso dove eri Tu
e tu eri la fiamma che tutti volevano veder luccicare sulla neve.

Ma in realtà fu tra le montagne
in una città che è meglio passi alla storia senza nome.

Tu eri tra le lampade, i vasi, la gente, i cucchiai.
Tu eri all’improvviso una lampada che illuminava dalla valle vicina.

Più che il tuo amante
sono il tuo passato.
Provengo da te
sono il tuo figlio più piccolo,
più lieve.

Ama il poeta
lui ti incontrò tra i giardini e i rompicapo.
Lui è venuto a piedi dalla sconfitta per incontrarti.
Sei l’ultima reminiscenza della sua terra perduta
sei l’odore di legna che ancora proviene dai focolari della sua infanzia.
Non dimenticare il poeta.

Non lo dimenticare.
Lui per te nidificò colibrì al margine della Morte
contro la Morte.
Lui ti ha amato con il fervore di quelle rondini che migrano verso il lato opposto della
Morte.
Ti ha amato come quelle palme incendiate nelle notti d’amore
su quelle spiagge dove nessuno vorrebbe morire.

Il poeta se ne andrà prima di te
ma prima bruceranno tutti i tuoi boschi
e anche i più umili tra i tuoi petali profumeranno di fuoco.
Amalo, non abbandonarlo mai:
quando saranno scomparsi i suoi versi, la sua cartella più gloriosa,
i ponti che attraversò.
Non dimenticarlo mai:
lui fu il tuo passato
lui venne con te
lui ti amò con il riflesso del coltello nella rosa
e fu per te che nell’istante più inatteso si unì all’alba.

Settembre 2002






AMAR TU SONRISA

Quizá después de todo los verdaderos mares se hallen en las cúspides.
Junto al río el niño sueña con los años en que será ya hombre
mientras el padre canta un aleluya recién descubierto.
Un venado traspasa la luz y más allá hay unas raras cortinas de luz pero
de un color que hasta ahora no se le conocía a la luz.
Pero aquel mismo río se ha ido hacia el mar y regresa a las arenas de la orilla, es decir
es un río que ha nacido del mar, según se sabe.
Agua dulce.
No es el agua dulce quien te calma, es el cántaro.
No es el color quien te salva, es el pincel.
No es la flecha quien mata, es el arco.

México, D.F, septiembre de 2002




Raccontare il tuo sorriso


Forse dopo tutto i veri mari si trovano nelle vette.
Vicino al fiume il bimbo sogna gli anni in cui sarà già un uomo
mentre il padre canta un alleluia appena scoperto.
Un cervo trafigge la luce e più oltre ci sono alcuni riflessi di luce ma
di un colore che finora non si conosceva alla luce. Ma quello stesso fiume è andato verso il mare e ritorna alla sabbia della riva, cioè
è un fiume che è nato dal mare, a quel che sappiamo.
Acqua dolce.
Non è l’acqua dolce che ti calma, è la brocca.
Non è il colore che ti salva, è il pennello.
Non è la freccia che uccide, è l’arco.


Messico, D.F, settembre 2002



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Félix Luis Viera (El Condado, Santa Clara, Cuba, 19 de agosto de 1945), poeta, cuentista y novelista, es autor de una copiosa obra en los tres géneros.

En su país natal le fue otorgado el Premio David de Poesía, en 1976, por Una melodía sin ton ni son bajo la lluvia; el Premio de Novela de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en 1987, por Con tu vestido blanco, que recibiera al año siguiente el Premio de la Crítica, distinción que, en 1983, le fuera concedida a su libro de cuentos En el nombre del hijo.

En 2019 le fue otorgado el Premio Nacional de Literatura Independiente “Gastón Baquero”, auspiciado por varias instituciones culturales cubanas en el exilio.

Su libro de cuentos Las llamas en el cielo retoma la narrativa fantástica en su país; sus novelas Con tu vestido blanco y El corazón del rey abordan la marginalidad; la primera en la época prerrevolucionaria, la segunda en los inicios de la instauración del comunismo en Cuba.

Su novela Un ciervo herido —con varias ediciones— tiene como tema central la vida en un campamento de las UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción), campos de trabajo forzado que existieron en Cuba, de 1965 a 1968, adonde fueron enviados religiosos de diversas filiaciones, lumpen, homosexuales y otros.

En 2010 publicó el poemario La patria es una naranja, escrito durante su exilio en México —donde vivió durante 20 años, de 1995 a 2015— y que, como otros de sus libros, ha sido objeto de varias reediciones y de una crítica favorable.

Una antología de su poesía apareció en 2019 con el título Sin ton ni son.

Es ciudadano mexicano por naturalización. En la actualidad reside en Miami.

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Gordiano Lupi, periodista, escritor y traductor, nació en Piombino, Italia, en 1960. Fundador, en 1999, junto con Maurizio y Andrea Maggioni Panerini de la editorial La Gaceta Literaria, ha traducido del español a varios autores cubanos, como Alejandro Torreguitart Ruiz, Guillermo Cabrera Infante, Félix Luis Viera y Virgilio Piñera, entre otros. Cuenta en su haber con un amplio trabajo sobre figuras del cine, entre ellas Federico Fellini, Joe D´Amato y Enzo G. Castellari. Ha publicado más de una decena de libros que abarcan diversos géneros, como Nero tropicale, Cuba magica, Orrore, ertorismo e ponorgrafia secondo Joe d´Aamto y Fidel Castro – biografia non autorizzata.

Gordiano Lupi es un luchador por la democracia para Cuba y un promotor de las artes y la cultura de la Isla.

Sunday, November 27, 2022

Merce Cunningham (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.

Los textos anteriores, se pueden leer en este enlace.


Merce Cunningham nació el 16 de abril de 1919 en Washington, Estados Unidos. En su ciudad natal estudió tap, folk y danzas de salón, luego ingresó a la Cornish School of Fine Arte (Seattle) y estudió también en el Mills College (California) y en la Bennington Summer School of Dance (Vermont), donde en 1942 participó de una muestra coreográfica con un trabajo propio sobre música de John Cage. En 1939 se unió a la compañía de Martha Graham, donde permaneció por seis años desempeñándose como bailarín principal, participando en las representaciones de “El penitente” (1940) y “Appalachian spring” (1944), entre otras. Paralelamente tomaba clases de danza clásica en la escuela del American Ballet.


En 1944, Cunningham y Cage se volvieron a encontrar para realizar una obra colaborativa en el Humphrey Weidman Studio Theater de New York. En 1945, tras dejar la compañía de Graham, Cage se convirtió en colaborador musical casi permanente en las obras de Cunningham, además de ser su compañero de vida. A partir de aquí, Cunningham devino en coreógrafo independiente, con un estilo propio, que luego se transformó en técnica, donde combinaba elementos del ballet (como la verticalidad, el trabajo de pies y la elevación de piernas) con otros aportados por la danza moderna (como la movilidad del torso y el trabajo con la gravedad). En este sentido, se ubicaba en un lugar diferenciado al del ballet y al de la dance moderna. Para Cunningham debía haber una despersonalización del proceso creativo ya que la base de la danza es el movimiento en sí mismo, es decir, el cuerpo humano moviéndose en el tiempo y en el espacio, un espacio que estaba concebido en términos no dramáticos, sin jerarquías. Es por ello que utilizaba el azar como forma de creación, es decir que una secuencia de movimiento no sigue a la otra por cuestiones argumentales, dramáticas o por razones psicológicas que sólo atañen al creador. Es conocido el uso del “I Ching” y el lanzamiento de monedas por parte de Cunningham como forma de determinar qué movimiento seguía a cuál otro, qué bailarín se movía o hacia dónde se desplazaba.


Además, presentaba una forma novedosa de relacionar el movimiento con la música. A diferencia de lo que sucedía, en términos generales, hasta ese momento, donde la música y el movimiento se acompañaban casi al unísono, Cunningham se independizó totalmente de ella. En “Root of An Unfocus” (1944), por ejemplo, con música de Cage, la obra musical estaba dividida en bloques y la única correspondencia que había entre ella y la danza eran los momentos de inicio y de finalización de cada uno de esos bloques.

Hacia 1953 crea su propia compañía y a la independencia de la música y la coreografía, le suma la independencia de la escenografía y el vestuario, ambos a cargo de Robert Rauschenberg. La primera obra creada en estas condiciones fue “Suite by Chance”, donde lo único determinado de antemano era el orden de las partes musicales. La coreografía estaba basada en una obra para piano de 1934, compuesta por Christian Wolff, pero la música electrónica estaba de moda por esos años y Cunningham aceptó que la música original, creada como un solo de piano, fuera intervenida por ese tipo de sonidos. La obra se estrenó el 23 de marzo de 1953 en el Festival de arte contemporáneo de Illinois, con Carolyn Brown, Jo Anne Melsher, Natania Neumann, Marianne Preger-Simon, Joan Skinner y el propio Cunningham como intérpretes, todos miembros de su compañía.

Por su parte, la idea del espacio jerarquizado, de la perspectiva central con un punto de visión preferencial para el espectador, queda desterrado. Las obras podían verse desde diferentes perspectivas, incluso si lo deseaba el espectador podía moverse durante el espectáculo buscando el ángulo de su preferencia. Esto fue posible gracias a la utilización de espacios no convencionales para la danza, como jardines, parques, galerías de arte, campos de deportes o la incursión en el uso de escenarios circulares.


El trabajo de Merce Cunningham siempre estuvo ligado a las vanguardias, no solo por su relación con Cage, sino porque también participó del Black Mountain College (centro experimental de artes multidisciplinar, que funcionó hasta mediado de los años ‘50) y del grupo Fluxus3 (perteneciente al neodadaísmo). Además, hacia inicios de 1990 se interesó en las nuevas tecnologías y comenzó a trabajar en computadora con el software “DanceForms”, el cual era utilizado para armar las coreografías, permitiéndole mostrar a sus bailarines los movimientos que debían hacer y hacia dónde tenían que desplazarse (hay que tener en cuenta que en ese momento Merce ya tenía más de 70 años y su movilidad se había visto reducida por la edad). “Biped” fue su primera obra digital, comenzó con la captura y digitalización de movimientos en 1997 y se estrenó en 1999, en la Universidad de California, contando con la música de Gavin Bryars; la obra incluía la proyección en el escenario de las figuras danzantes previamente capturadas y editadas, creando una interacción entre dichas proyecciones y los bailarines.


Algunas de sus obras destacadas, dentro de su prolífera carrera, son “The season” (1947), “Septet” (1953), “Suite for five” (1956), “Summerspace” (1958), “Story” (1963), “How to pass, kick, fall and run”(1965), “Second Hand” (1970), “Une jour ou deux” (1973, para la Ópera de parís), “Pictures” (1984), “Beach birds” (1991), “Ocean” (1994), “Interscape” (2000) y “eyeSpace” (2006), entre tantas otras.

El 26 de julio de 2009, con 90 años, Merce Cunningham falleció en su casa de New York. Su influencia en el mundo de la danza ha sido (y sigue siendo) gigantesca, solo comparable con la de Martha Graham. Fue un creador apasionado e incansable, que trabajó en su última obra, “Nearly Ninety”, hasta pocas semanas antes de partir. Su innovador talento permanece vivo en sus obras, representadas por las compañías de danza más importantes del mundo.



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Ver en el blog
"Appalachian Spring" (por Florencia Guglielmotti)

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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO)

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". florenciagu@gmail.com

Irene Cara (Marzo 18, 1959 - Noviembre 26, 2022)

 



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Gaspar, El Lugareño Headline Animator

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