Wednesday, May 3, 2017

La verdadera historia de Robinson Crusoe (por Georges Ferdinandy)

Relato incluido en el libro El niño perdido (Editorial Silueta, Miami 2017). Se puede adquirir en Amazon en este enlace.



Es un hecho que, a petición del editor, y cediendo a mi débil carácter, introducía desde el principio innumerables cambios menores en mi historia bien conocida. ¡Qué más da! Los que tienen ambiciones saben que detrás de los logros se esconde siempre toda una gama de compromisos. Para que llegue a la luz lo esencial, en general se falsifican los detalles.

Sin embargo, cuando, hace poco, volví a leer las aventuras de mi juventud, me di cuenta de que se trataba aquí de algo más que de arreglos menores. Para lograr la gloria tan deseada, traicioné no sólo los detalles, sino también lo esencial.

He ahí por qué reanudo ahora mi interrumpida correspondencia con el editor de la historia de mi vida, echando al mar, botella tras botella, las correcciones a continuación. En la desembocadura del Orinoco, llueve desesperadamente. El vapor salado chorrea en los cristales de mis anteojos oxidados.

Acurrucado en la cabina de mi barco abandonado, temblando de fiebre, trato de salvar mi reputación.

***
Comienza mi historia afirmando que, para desesperación de mis pobres padres, quise ser marino desde mi más temprana edad. El peligro me atraía como si fuera un imán.

Es una forma de empezar inteligente, pero falsa. La verdad es que me fui por el mundo debido a la insistencia tenaz de mi madre. Fue a pesar de mi temperamento y de mis designios como me desposé con la aventura. El siete de diciembre de 1956, el día de mi partida, se consumó el viaje fatal de mi existencia. Más tarde, guiado por una desazón inexplicable, cambié esta fecha, como la mayoría de las fechas que aparecen en mi obra.

Es verdad, sin embargo, que la suerte se puso de mi lado. Poco más tarde, hubiera podido volver, ¡para qué negarlo! Pero ya me había envalentonado: después de atravesar el Rin, quise ver París.

En la Galia, fui seducido al instante por una joven. La primera a la que me unió el destino. A petición de mi editor, guardé silencio acerca de este episodio. Con toda razón: para mi historia, no tuvo consecuencias.

Ocho años más tarde, continué mi camino. Navegaba hacia el Nuevo Mundo en compañía de negreros cuando una tormenta, ilustrada con tanta insistencia en las ediciones sucesivas de mi viaje, me obligó a recalar en una isla desierta.

Nótese que no quería vender a los esclavos. Muy al contrario, pensaba en su liberación. Una locura de juventud que sería perniciosa esconder.

El naufragio desbarató mis proyectos.

***
Cuando la tempestad se calmó, vi a nuestro barco encallado a una milla marina de la costa. En una primera fase de mi nueva existencia, acercándome nadando, poco a poco recuperé el material necesario para sobrevivir.

Transportaba a tierra la carne seca y el ron, luego Céline, Cendrars, y Camus, encontrados en la biblioteca del capitán. Más tarde, mi editor eliminó estos detalles dándolos por inútiles.

Los reemplacé por pólvora, armas y utensilios.

En una palabra: puse bajo seguro mis reservas, lo que en una isla desierta puede hacer que la vida sea, incluso, aceptable.

Con la llegada de la estación de las lluvias, el barco desapareció en la neblina. Así que me olvidé de él. Ya no me sentaba en la costa para observar el horizonte. Tenía otras cosas que hacer.

En esta segunda fase de mi existencia de náufrago, descubrí el interior de la isla. Construí una casa, la cerqué. Fabriqué mesa y sillas rudimentarias. Terminados mis trabajos, me senté y empecé a redactar el diario que hoy conocen todos los niños en edad escolar.

Y los años pasaban. Poco a poco, me cansé de esa lucha cuyo único resultado tangible eran mis apuntes. ¿Escritos para qué? ¿Escritos para quién?

***
En mi biografía ni se menciona que fui torturado por diversas enfermedades: en primer lugar, la malaria y las fiebres tropicales de toda índole. Más de una vez creí que iba a perecer como un gusano. Luego, recobraba fuerzas. Al final de la estación de las lluvias, eliminaba de mis notas los pasajes intolerables escritos bajo el efecto de las drogas.

Tengo que confesar que, entre tanto, me entregué a la bebida. Mezclaba con leche de coco el ron de las reservas del capitán. Cada noche, entre la puesta del sol y la salida de la luna me emborrachaba. Otros pueden decir lo que quieren de este vicio, pero yo le debo mi vida.

Un día, en lo más profundo del desamparo, me puse a leer una Biblia encontrada en la cabina del capitán, y que ese pobre viejo probablemente nunca tocó. No saqué mucho provecho. No entré en una iglesia desde el día en que mis compañeros, los monaguillos, robaron las limosnas y estrangularon al párroco con el cable del teléfono.

Pues sí. No era el alegre leñador que presentan mis notas.

El tiempo pasó; cada día me aventuraba menos en el interior de la isla. Ni me tomaba ya la molestia de sentarme a la orilla del mar cuando caía la noche. Y esto, a pesar de que, durante la estación seca, se percibía una sombra en el horizonte. Una lengua de tierra sin duda, o quizás mi buque que, de vez en cuando, emergía de las ondas.

Tenía un papagayo, le enseñaba a hablar. Fue una de mis pocas alegrías ver a ese pequeño animal afectuoso posarse sobre mi hombro, y, ––¡Robinson! ¡Robinson! –llamarme por mi nombre que no oía desde hacía tanto tiempo.

***
Hacía ya veintitrés años que moraba en la isla, cuando un acontecimiento inesperado tiró por tierra mi vida al fin y al cabo tan serena. Una mañana, encontré huellas de pies humanos en la arena de la playa. Mi descubrimiento fue seguido por otros. Hasta el día en que le salvé la vida a Viernes, mi futuro compañero.

Así comenzó la mentira que degradó en un cuento para niños mi lamentable historia. Porque los caníbales no devoraban los tendones correosos de sus enemigos en sus banquetes repugnantes. Organizaban sus incursiones en compañía galante, como suelen hacerlas los hombres en el mundo entero. El hecho de que sacrificaran a sus víctimas al final de sus orgías era parte de su espontánea naturaleza. ¿Es sorprendente que yo observara excitado sus curiosas festividades?

Para mi libro, tuve que cambiar estos pasajes indecentes. Las graciosas indígenas se convirtieron así en guerreros sombríos, y Lunes –éste fue el nombre que le puse a mi dulce presa– en Viernes, el buen salvaje bien conocido de los niños.

Un lector sagaz hubiera adivinado que este ser suave y sumiso pertenecía al sexo opuesto. Tenía un pelo largo y liso, su piel era de seda, sus ojos, grandes y brillantes. Pero mis lectores no eran más que niños inocentes.

Cuando la apresé, y ella se arrodilló en la arena para abrazar mis rodillas, yo temblaba como las palmas agitadas por los vientos alisios.

Trato de atenerme a los hechos: a fin de cuentas, mi historia es una crónica. Lunes aprendió a vestirse, a hablar mi idioma. En la medida de lo posible, hice abstracción de su sexo. Ni en sueños hubiera pensado que, falsificando la verdadera naturaleza de nuestra relación, castraba la historia de mi vida.

***
Cualquiera podría imaginar que, después de veintitrés años de abstinencia forzada, la vida de un joven macho se convertiría en una orgía ininterrumpida. Sin embargo, las cosas no fueron tan sencillas. Me acostumbraba a la vida conyugal paso a paso, por decirlo así, y, cuando al fin mis coitos abundantes llegaron a ser cotidianos, en lugar de felicidad, fue una profunda tristeza la que se apoderó de mi espíritu. Empecé a echar de menos los ensueños apacibles de mi vida solitaria.

¡Cuántas veces me imaginé lo que hubiera sido mi existencia si Lunes hubiera sido Viernes, un varón! Pero mi esclava era una mujer, una auténtica mujer, que no tardó en tomar las riendas en mi paraíso terrenal.

Ya no temblaba a cada disparo de mi escopeta. Quería que cazáramos indígenas, que ella prepararía luego a la brocheta. Tuve que rendirme a la evidencia: aunque me lo había jurado, nunca perdió las ganas de devorar carne humana, como lo había hecho en su país.

Si me hubiera limitado a describir sus transformaciones, no hubiera tenido que inventar nuevos personajes para hacer avanzar el relato. Como el padre de Viernes, ese anciano ridículo. Pero mi editor tenía un miedo cerval de los movimientos feministas. Según él, nuestro libro no debía convertirse en una historia que motivara sus críticas.

Así sucedió, y ahora ya es tarde para lamentarme. Como consuelo, me digo que todos conocen bien las peripecias de Adán y Eva.

***
Fueron tiempos difíciles. Al principio, varón cándido, intenté –a veces severo, a veces complaciente– hacer volver el curso de nuestra vida a su cauce original.

Pero mi isla ya no me pertenecía, y, con el paso de los años, mi pequeña Lunes, tan graciosa y dulce, se convirtió en una furia espantosa.

Jamás olvidaré el día en que, bajo pretexto de reorganizar la casa, rajó y quemó mi viejo escritorio, testigo de tantos esfuerzos y de tantas ilusiones. Con una escopeta bajo el brazo, buscaba mi diario que, por una intuición muy acertada, consideraba como su peor enemigo.

Una tarde, después de una larga ausencia, me senté otra vez en la playa. El viento soplaba, y, cuando la bruma se disipó, vi en el horizonte a mi barco, en su lugar de siempre, a una milla marina de la costa, encallado en las rocas.

El día siguiente, atravesé nadando la bahía, cargando sobre la cabeza mis apuntes. Así fue como se inició la tercera fase de mi vida de exiliado. Poco a poco, me puse a transportar a bordo mis efectos miserables: mis libros y mis utensilios.

Lunes no se dio cuenta de esas maniobras, y yo me envalentonaba, y pasaba más y más tiempo en la cabina del capitán, redactando mi diario interrumpido por tantos años.

He aquí como una mentira engendra otra. Ese tercer período de mi vida ni se menciona en la novela.

Entretanto –¡cuán inocente se puede ser!– aún soñaba que nuestra pesadilla había de terminarse algún día, y que Lunes volvería a ser la dulce esclava del principio. Le escribí cartas. Para ella, que no sabía leer. Componía poesías de amor. En mis regresos a la isla, se las recitaba. Ella me escuchaba distraída. Impasible, hacía girar, pedaleando, la piedra de afilar y amolaba nuestros cuchillos.

Un día arrojé al fuego todas aquellas tentativas ridículas. Así fue como terminó mi carrera de enamorado. Lunes descendió, una vez más, de la afiladora, y colocó sobre la mesa los cuchillos pulidos y desenfundados.

Ese día no gritó. Me examinó atentamente tocando mi pecho con suavidad. No había duda: tenías deseos de carne humana. No hay mejor manera de manifestarlo: sentí que mi último día se acercaba.

Al alba siguiente, hice un petate con el resto de mis pertenencias, y, antes de que se levantara el sol, cuando mi mujer estaba durmiendo todavía, roncando ruidosamente, de puntillas, como un ladrón, abandoné la isla.

Instalado a bordo, vi todavía por un tiempo la silueta robusta de Lunes que iba y venía gesticulando en la playa, profiriendo injurias en dirección al barco. Pero luego la estación de las lluvias volvió, cubriendo con un velo espeso el lugar de mi exilio, esa isla que por poco hubiera podido amar.

De ahí en adelante, todo es del editor. La guerra contra los caníbales, la sublevación de los marinos ingleses, todas esas cosas no son sino productos de su imaginación. De una imaginación pobre: después de cuarenta años de exilio, ningún ser sensato se dejaría involucrar en aventuras de esa índole.

Lamentablemente, es también obra de la fantasía la vuelta feliz a la patria, descrita al final del volumen, que es con la que sueño todavía en mis momentos de debilidad.

Guste o no, esta es la verdadera historia de mi vida. 



-------------------------------------------------------------
ver en el blog 

Tuesday, May 2, 2017

Orlando Salgado y Marta García, un pas de deux de la vida real (por Baltasar Santiago Martín)


Orlando Salgado Bermúdez nació en San Antonio de los Baños, Cuba, en 1952, pero su familia se mudó para el reparto Mantilla de la capital cubana cuando él tenía 7 años, y unos meses después de haber cumplido los 9 ingresó en la Escuela Nacional de Arte (ENA), como él mismo cuenta en la entrevista que le hice desde Miami vía email.

El nombre de Orlando Salgado está indisolublemente ligado al de Marta García, su esposa durante 39 años; un ejemplar pas de deux de la vida real, que tanto en la escena –en su carácter de primeros bailarines del Ballet Nacional de Cuba (B.N.C.) en su época de oro– que como pareja sentimental escribieron una hermosa e inspiradora historia de amor, profesionalismo, rigor e integridad como artistas y como seres humanos.

Tuve la suerte de conocer y tratar a su hermano Francisco Salgado (E.P.D.) –quien también fuera una destacada figura del B.N.C. –, y gracias a él llegó a mis manos el libro de Marta, titulado Danzar mi vida, publicado en Madrid, España, por la Editorial Cumbres, dirigida por mi querida amiga Mayda Bustamante, a quien solicité que me ayudara a entrevistar a Marta y a Orlando, pero, a pesar de su respuesta afirmativa, lo fui dejando erróneamente “para más adelante”, y ahora, en vez de ser una entrevista con los dos, como todos hubiéramos querido, tuve que hacerla con Orlando en solitario, porque ya Marta, desgraciadamente, está en otra dimensión.

Orlando, ¿qué querías ser de pequeño antes de decidirte a estudiar ballet?

En realidad, no tenía una idea fija ni determinada. Me gustaba mucho la carpintería, ya que mi padre era un buen carpintero y estaba más ligado a ese oficio. Recuerdo el olor a madera muy agradablemente.

Nosotros, tres hermanos, no sabíamos qué era el ballet; éramos una familia de muy pocos recursos económicos y sin tradición alguna en el arte, y menos en el ballet. Nacidos en San Antonio de los Baños, hacía poco tiempo que nos habíamos trasladado a vivir al reparto Mantilla en la ciudad de La Habana. Al irse a inaugurar la Escuela Nacional de Arte de Cubanacan en el año 1962, se hace la convocatoria en los periódicos para las audiciones a las distintas manifestaciones artísticas que se estudiarían allí. Mi madre ve una posibilidad de que estudiáramos y de un alivio económico para ella. Por supuesto que mi madre inscribió a mi hermana Nancy (un año mayor que yo) para ballet, y a mi hermano Francisco (más conocido por Panchy, un año menor que yo) y a mí en música, específicamente violín.

El caso es que ese día en que mi madre con nosotros tres fue a la sede del Ballet Nacional de Cuba (BNC) para que le hicieran las pruebas físicas a mi hermana (se presentaban muchas niñas y ningún varón), a mi hermano y a mí nos cambió el destino totalmente. Mi hermana no fue aceptada, y mientras la esperábamos sentados en el portal de la casa colonial del BNC, Laura Alonso nos descubrió, preguntándonos qué hacíamos allí, a lo que le respondimos el motivo de nuestra presencia, entonces Laura le pidió a mi madre que si no le importaba que nos hicieran la prueba física y de ritmo para estudiar ballet, y mi madre le respondió que no había ningún inconveniente (creo que pensando que sería una cosa sin ninguna seguridad ni posibilidad). Laura nos coge inmediatamente por los brazos y nos lleva al salón de ballet y allí, Rodolfo Rodríguez (en ese momento primer bailarín y partenaire de Alicia Alonso) y ella nos hacieron la prueba requerida, ¡y el resultado fue que la pasamos satisfactoriamente! Laura le comunicó a mi madre que habíamos aprobado y que si ella quería, la semana siguiente ya podíamos estar becados en la Escuela Nacional de Arte (ENA) como estudiantes de ballet, pero mi madre por supuesto le hizo saber que la decisión final la tendría mi padre cuando le consultara. Pues para sorpresa de todos, la respuesta de él fue de que daba su consentimiento.

Y como dije antes, ese día nos cambió el destino y el futuro, para bien, a mi hermano Panchy y a mí.

¿Te acuerdas del momento en que descubriste tu don para la danza?

Pues debido a esa situación sui generis de cómo llegamos al mundo del ballet (que en ese primer grupo fue casi igual en su totalidad) el descubrimiento fue paulatino; fuimos acercándonos cada día más a ese arte a medida que lo estudiábamos e íbamos conociéndolo, también por las visitas que organizaba la escuela a las funciones del BNC. Y que a partir de los tres años de estudio participábamos en diferentes pequeños papeles junto al BNC en sus funciones y eso nos fue absorbiendo sin darnos cuenta en ese mundo mágico y sublime que es el ballet y el teatro.

¿Cuál fue el mejor consejo que te dieron tus padres?

De que, aunque existían esos estúpidos prejuicios acerca de que el ballet afeminaba a los hombres, ellos sabían qué éramos y como pensábamos nosotros, y eso nos dio, aparte de un gran apoyo, una seguridad y una tranquilidad absoluta.

¿Qué miedos has tenido que vencer para poder sobresalir en tu carrera y en tu vida?

Hablo por mi experiencia personal, pero también por las vivencias que he tenido durante muchos años con innumerables compañeros de profesión. El ballet es un arte muy difícil para llegar a dominar su técnica, necesita muchos años de un enorme trabajo y aprendizaje, además de una gran disciplina, pudiéramos decir que se realiza de una forma física completamente diferente a como es el cuerpo humano, por lo tanto, siempre estamos en constante trabajo de superación y dominio de ese instrumento que es el cuerpo del bailarín. Cuidar ese cuerpo-instrumento, pero a la vez exigirle más y más, es uno de los miedos a los que se enfrenta el bailarín cada día, pues debe cuidarlo inteligentemente, sin maltratarlo; evitar graves lesiones para seguir siendo mejor, pero a la vez, para que le dure lo más posible.

Otra cuestión es la superación constante, y a medida que vas ganando en nivel profesional, en categoría, debes ir tratando de que no se detenga ese nivel, ya que a partir de ese gran nivel te evaluarán también muy diferente y de forma más exigente.

Es difícil llegar, pero mantenerse arriba es aún más difícil.

No tenemos esa ventaja como el pintor o el escritor por ejemplo que van haciendo su obra y al terminarla, ya queda permanente en el lienzo, cartulina o papel. Nuestro arte es efímero y estás luchando constantemente con el físico, y lo que trabajaste en muchas horas de ensayo y muchos días muy duramente para una o varias funciones, al poco tiempo debes volver a realizarlo para seguir dominándolo y obtener buenos resultados.

En la vida personal, querer ser buena persona siempre y la búsqueda e intención constante de encontrar la felicidad. En mi caso la pude encontrar con la gran dicha y privilegio que he tenido de estar 39 años de una relación bellísima y amorosa con Marta García, a la que además de amarla mucho, la admiré y disfruté como esa gran artista y persona que fue.

“Entre el dolor y el gozo” es una sentencia que le escuché decir a un bailarín; ¿ese ha sido tu caso?

Por supuesto, ya te hablé de lo duro y doloroso que puede ser esta carrera, pero también ese gozo enorme que te da el recibir del publico sus aplausos y sus recuerdos imborrables de cuando te veían y admiraban, llevándolos guardados en sus corazones; eso es lo máximo para un artista.

¿Cuáles han sido tus personajes favoritos en tu carrera como bailarín?

Indiscutiblemente que tengo que empezar por el Don José del ballet Carmen, del coreógrafo Alberto Alonso. Después de haber interpretado mucho su cuerpo de baile acabado de entrar al BNC y después de interpretar el personaje de Escamillo (el torero) que también disfrutaba hacerlo, llega a mí el personaje de Don José, rol que me dio muchas alegrías y satisfacciones a nivel artístico y personal. Lo interpreté junto a Alicia Alonso por muchos años, tanto la obra completa como el pas de deux en muchos grandes e importantes teatros del mundo, así como en lugares de menor fama, plazas públicas, etc., además de interpretarlo y participar en su montaje con otras compañías de nivel internacional, obteniendo excelentes comentarios de importantes críticos y periódicos del mundo. También tengo que incluir al Albrecht, del ballet Giselle, entre los grandes clásicos y los tradicionales.

Por supuesto ese ballet de cuatro bailarines llamado Canto vital, de Azary Plisetski, que jugó un importantísimo espacio en mi carrera, como también en la confirmación de la existencia de un alto nivel en los bailarines hombres del BNC, que indiscutiblemente ha sido como una semilla para el gran desarrollo de la danza masculina en Cuba.

¿Cuándo y con qué bailarina fue tu debut como Albrecht?

Tengo la fecha un poco borrosa, pero creo recordar que fue en el año 1972; lo que sí recuerdo con seguridad es que fue con la primera bailarina Loipa Araújo.

  
¿Por qué es tan difícil de bailar ese personaje?

En los ballets tradicionales, la mayoría de las veces, la parte de más importancia, más destaque y peso lo lleva la bailarina, pero en el caso de Albrecht en el ballet Giselle, este personaje reúne una serie de retos muy difíciles, pero muy bellos, tanto como intérprete que como actor, ya que es un príncipe que se disfraza de campesino y debe tratar de ser lo que realmente no es, para así engañar a su nuevo capricho, la joven y bella Giselle, y sin darse cuenta se enamora de ella; entonces deja de ser un capricho al punto tal de que al ser descubierto por el guardabosque Hilarión y desenmascarado delante de su corte y su prometida, se les enfrenta por encima de cualquier consecuencia.

En el segundo acto va convencido y enamorado a pedirle perdón a Giselle a su tumba, a pesar de saber que las wilis toman venganza y hacen bailar a los hombres hasta morir. En el trabajo como partenaire es complicado, difícil, de mucha fuerza y resistencia, y muy demandante por supuesto de la parte técnica de ballet académico que requiere seguridad y destreza. Así que para mi criterio demanda ser buen actor, buen partenaire, ser fuerte y dominar la técnica clásica.

Me imagino que ser el Albrecht de Alicia Alonso después de la salida de Jorge Esquivel del Ballet Nacional de Cuba (BNC) fue un gran reto para tu carrera debido a la debilidad visual de Alicia; ¿cómo lograste ser su partenaire con tanta aparente facilidad?

Yo ya había bailado mucho con Alicia en el momento de la salida de Jorge Esquivel del BNC, incluso había bailado el segundo acto de Giselle estando él en la compañía. así que tenía parte del trabajo adelantado. Sabes que la primera vez que bailé como partenaire con ella yo tenía 19 años, y la última tenía 40 y algo. Así que conviví con ella ese proceso de su debilidad visual por mucho tiempo y ya sabía cómo poder bailar y cumplir con la misión o función de partenaire. Fue una gran enseñanza que me sirvió también para ser mejor con las demás compañeras de baile que tuve.

Has bailado con muchas primeras bailarinas de distintas generaciones y escuelas, ¿qué le aportó esa gran variedad de compañeras en escena a un primer bailarín como tú?

Cada bailarina es individual y muy diferente, aunque haga el mismo papel del mismo ballet que otra, y en una época en el BNC éramos pocos los primeros bailarines y bailábamos mucho con todas las primeras bailarinas, lo que ciertamente fue una escuela importantísima para el dominio de la técnica del pas de deux, pero además venían bailarinas a los Festivales Internacionales de Ballet sin compañero y solicitaban un partenaire del BNC. Ese intercambio de diferentes escuelas y disímiles versiones coreográficas nos aportó mucho también. Ya se hablaba de la calidad y fuerza del partenaire de la escuela cubana de ballet.

¿Crees que existe una cierta correspondencia entre la forma de bailar y la personalidad del bailarín?

Por supuesto, el bailarín refleja su personalidad en la escena cuando interpreta. Aunque haga personajes de cortes muy distintos, siempre su médula, su interior, lo llevará a ser único y diferente. Puede ser a veces más notorio, en otras menos, pero interpretas como eres; tu calidad humana, tu cultura y tu sensibilidad también afloran, independientemente de la técnica y de la parte interpretativa.

¿Te resultó muy difícil tomar la decisión de dejar de bailar?

Pues sinceramente no, tampoco a Marta, fui un bailarín que ha tenido una carrera activa muy larga, cosa no muy común entre los bailarines hombres. Bailábamos mucho y viajábamos mucho también. Creo que fue un proceso mental y físico, lógico y de total convencimiento. Llega un momento en que empiezas a sentir que es más duro físicamente y que las fuerzas no son ya las mismas, aunque en el BNC podíamos adecuar el repertorio a nuestra edad y profesionalismo; cosa muy importante para determinados roles que requieren una personalidad, experiencia y peso escénico. No hay ninguna frustración, sino mucha satisfacción por lo vivido y bailado.

¿Cuándo, cómo y por qué decidiste trabajar y vivir fuera de Cuba?

Fue a partir del contrato en la Argentina a Marta como directora y mío como maestro y ensayador del Ballet Estable del Teatro Colón de Buenos Aires, del año 2001 al 2004.

Las aspiraciones e inquietudes artísticas y profesionales se fueron incrementando y variando, como ya dije anteriormente; habíamos estado muchos años con el BNC y al dejar de bailar nos íbamos a dedicar totalmente a enseñar, a coreografiar y dirigir, es decir, a transmitir todo lo que habíamos aprendido.

Teníamos prestigio, gran reconocimiento, y los 4 años de trabajo allí en el Teatro Colón fueron de éxitos y de grandes experiencias. Fueron surgiendo otras posibilidades, otras propuestas de trabajo, y además estaba el tema familiar, pues mi hijo vivía en Madrid desde hacía años. Estaba casado con una española, llegaron los dos nietos españoles, y queríamos disfrutarlo y estar juntos. Predominó el espíritu familiar, y además la experiencia de lo novedoso y diferente en el trabajo.

¿Te sigues sintiendo vinculado al Ballet Nacional de Cuba?

Por supuesto que el BNC tiene la mayor importancia dentro de nuestra carrera artística. Crecimos artísticamente allí, nos educamos allí; fueron muchos años (en mi caso tres de refuerzo o aprendizaje como alumno, más 33 años como profesional, que suman 36), eso no se puede borrar ni obviar, sería muy ingrato por parte de uno. Allí también trabajamos con grandes artistas nacionales –varios de ellos fueron antes nuestros profesores– y además con artistas invitados de fama internacional. Tuvimos el privilegio de tener a Alicia, a Fernando y Alberto Alonso, tres grandes artistas y maestros con una enorme experiencia internacional que nos la supieron transmitir. Allí también empezamos nuestras carreras como maestros y ensayadores, de lo que precisamente vivimos ahora. Son muchas las razones por las cuales lo considero parte mía, aunque ya no como antes por supuesto, pero en el corazón sí.

¿Eres optimista con respecto al futuro del ballet clásico?

Pienso que el mundo va evolucionando en todo, algunas cosas para mejor y otras no tanto. En el ballet y en el arte pasa igual; lo que ha perdurado, es porque es bueno y al ser humano le gusta y desea conservarlo. Por eso existen los museos con obras artísticas antiguas de todas las épocas, realmente bellas y de gran valor artístico, pero el ballet no puede estar en un museo colgado de un lienzo; es arte vivo, su museo es el teatro y el escenario; conservarlos y tenerlos en el repertorio activo es obligación y necesidad del hombre. Lo que pasa es que esas obras requieren de una serie de condiciones y recursos que cada vez se hacen más difíciles, ya que todo va por la parte económica. Lo más actual, lo más contemporáneo, lo novedoso, lleva menos personal. Mientras menos gasto, mejor, más tecnología, y eso lo que se lleva ahora y que por supuesto dé más beneficios económicos. Pero el ballet clásico no morirá, seguirá siendo la mejor base para dominar la danza y seguirá viviendo.

 

¿Cuál es el mayor regalo que te ha dado la vida?

Mira, hay cosas en la vida que no se escogen, te tocan, te pertenecen, porque es así y así está establecido. Estoy muy orgulloso de la familia que me tocó, muy honesta, sincera y todos buena gente. Eso me enorgullece mucho. Los quiero.

Hay otras personas que tú escoges durante tu vida; si te equivocas, eso no perdura, pero si aciertas, es un gran privilegio y algo muy difícil de conseguir. El mejor regalo de mi vida ha sido sin dudas Marta García. Ha sido un gran privilegio, una enorme dicha haber sido bendecido con su amor y compañía.

¿Qué sigue para ti?, ¿tienes un proyecto emocionante entre manos o alguna otra meta a corto o largo plazo?

Actualmente, para ser sincero, estoy pasando por una etapa muy difícil de mi vida. La pérdida física de mi querido hermano Panchy, y al mes y medio siguiente la perdida física de mi amada esposa y compañera de vida, Marta García, me tiene en un estado de shock, que trato de superar con el trabajo, pero todo ha cambiado demasiado para mí. Sé que vendrán cambios –no puede seguir igual–, pero en este momento seguiré trabajando y la vida me irá diciendo qué debo hacer. Tengo mucho que dar y enseñar, y espero tener salud, fuerzas y oportunidades para darlo. Eso es lo que quiero.

Ballet:

De los grandes ballets tradicionales siempre he preferido Giselle. Su bella y triste historia de amor me conmueve, y además por las posibilidades que le brinda al personaje de Albrecht, tanto en lo interpretativo, en lo técnico, como en el trabajo de partenaire. Agregándole a esto que es muy duro, de fuerza y resistencia.

Ópera:

Por su historia y bella música, La Traviata, de Giuseppe Verdi, basada en La dama de las camelias, de Alejandro Dumas (hijo).

Libro:

Cien años de soledad de Gabriel García Márquez y Danzar mi vida de Marta García. ¡Qué gran coincidencia con los apellidos!

Obra de arte:

Son tantas las grandes y hermosas obras de arte que ha creado el ser humano a través de los siglos que me gustan, que es difícil escoger una, pero te diré tres, la escultura La Victoria de Samotracia, los cuadros de Joaquín Sorolla y el Guernica de Pablo Picasso.

Película:

El Padrino (I parte) y también, La lista de Schindler.

Hobby:

Tuve por muchos años el hobby de coleccionar platos auténticos de artesanía popular, que compraba en los países que visitaba y otros que los amigos y compañeros me regalaban sabiendo de esa afición que tenía. Ahora no tengo ninguna, aunque me atrae mucho ese tipo de artesanía popular típica y folklórica de otros países.

Bebida:

Dependiendo de la ocasión y del clima pudiera variar, pero definitivamente soy de vino tinto.

Mascota:

Por la experiencia que he tenido soy de perros, y después de gatos.

Frase o lema:

“La perfección, en cualquier faceta de la vida, es meta inalcanzable, pero la búsqueda incesante de ella, es adorno y privilegio de pocos”.
Marta García

“Es más importante saber por qué se baila y después cómo se baila”.
Antonio Gades


Nota: Agradezco a Baltasar Santiago Martín que comparta, en primicia con los lectores del blog, esta entrevista que le fue concedida por Orlando Salgado para ser publicada en la revista Caritate Abril-Mayo 2017. 







Gladys Cáceres. Actriz cubana que triunfó en Venezuela (por Juan Cueto-Roig)


Extrema derecha: Gladys Cáceres y Mario Martínez Casado
Actuación en Caracas de la Cía. de Mario Martínez Casado. 1953
Los otros actores no han podido ser identificados
-----------------------------------------------------
Gladys Cáceres en el programa televisivo El general murió al amanecer,
 de Unión Radio TV, Canal 4. La Habana. Circa 1953
Con Reynaldo Miravalles y José Torres
---------------------------------------
 G. C. en La mala Ley. Radio Caracas TV.
 Con Luis Calderón y Gilberto Pinto
--------------------------------------------
 Gladys Cáceres, como cigarrera del programa televisivo El cabaret Regalías,
 de CMQ Televisión, Canal 6. La Habana. Circa 1953.
Según Gladys, aparecen también Normita Suárez y Rolando Ochoa
---------------------------------------------------------

(Datos tomados de la entrevista con la actriz y de un artículo de Luciano Castillo, del 8 de enero de 2013, publicado en la sección En primer plano, del blog Cubaliteraria.)


Gladys Cáceres nació el 30 de abril de 1924 en Santiago de Cuba. Participó en el Teatro Universitario durante sus estudios de Pedagogía en La Habana. En 1950 hizo su debut cinematográfico en SOA (Sin otro apellido), de Producciones Cruz-Bauzá Ltda., primera película filmada en la capital oriental. Gladys interpretó el papel de Flora Torres −una joven seducida por Anselmo, quien era forzado a casarse con la adinerada Elsa−. La película se estrenó el 4 de octubre de 1951, en el teatro Oriente, de Santiago de Cuba; y en La Habana, el 27 de ese mismo mes, en los cines Maxim, Encanto, Capitolio, América y Estrada Palma.

1946
-------------
A principios de la década del cincuenta, Gladys se presentó en varias ciudades de Cuba con el exitoso vodevil de Mario Martínez Casado, compañía de la que también formaron parte Armando Bianchi, Rosita Fornés y, en la sección musical del espectáculo, la soprano Blanca Varela. «Bella mujer y muy buena actriz», así la recuerda Blanca.

Al final de la gira, Gladys se quedó en Venezuela, donde trabajó en la recién inaugurada televisión de ese país. Fue una de las más destacadas y constantes actrices de telenovelas de Radio Caracas Televisión. Por su labor artística recibió todos los elogios, reconocimientos y premios que se otorgan en Venezuela; entre ellos, la medalla de oro Al mérito en el trabajo, entregada personalmente a la actriz por el presidente Carlos Andrés Pérez, en 1997.

En Miami, ciudad donde reside desde 1999, ha actuado en el Paseo de las Artes, del Doral. Actualmente, se está preparando para interpretar de nuevo ¿Qué pasó con Bette Davis?, del reconocido autor venezolano Ibrahim Guerra.

 G. C. en El farsante. Radio Caracas TV. Con Manolo Coego
-------------------------------------------
 G. C. en La balandra Isabel llegó esta tarde. Radio Caracas TV
-------------------------------------------------
G. C. en La soga. Televisa. Con Gilberto Pinto
-----------------------------------------------

ENTREVISTA

Muchas personas, especialmente los artistas, son renuentes a mencionar su edad. En su caso, usted la ha declarado en varias ocasiones. Por lo tanto, me atrevo preguntarle la fecha y el lugar de su nacimiento.

Nací el 30 de Abril del 1924 en La Maya, un pequeño pueblo muy cerca de Santiago de Cuba.

¿Su secreto para mantenerse tan activa, saludable y entusiasta? ¿Practica un estricto régimen de alimentación?

No practico ningún régimen especial, pero nunca fumé, no como carne roja, voy diariamente al gimnasio y no tomo bebidas alcohólicas, ni siquiera en festividades.

¿Hubo antecedentes familiares que la influyeron en sus inquietudes artísticas?

No hubo ningún antecedente familiar que influyera en mis inquietudes artísticas.

¿Cómo fueron sus comienzos? ¿Tomó cursos de arte dramático?

1938
--------

Nunca tomé cursos de arte dramático. Mientras estudiaba Pedagogía en La Habana hice algo de teatro en la Universidad, intentos en la radio y en la televisión: de extra en el programa Cabaret Regalías. Lo más profesional fueron las funciones con la compañía de teatro de Mario Martínez Casado, con la que salí de Cuba, y una película: SOA («Sin otro apellido») que fue la primera película cubana hecha fuera de la Habana, en Santiago de Cuba; producida y dirigida por Sergio Miró y Rodolfo Hernández Giro; protagonizada por César del Campo en el papel de José Gerardo Torres, yo en el papel de Flora Torres, Gloria de Welbes en el papel de Gabriela Garal; además, Manuel de Esteves, Raúl Díaz, Sergio del Valle, Nilda Domínguez y Nidia Vivanco. Se estrenó en el teatro Oriente el 4 de Octubre de 1951; y en la Habana el 27 de Octubre.

¿Qué nos puede contar de las giras nacionales e internacionales con la Compañía Teatral de Mario Martínez Casado?

Hicimos funciones en varias ciudades de Cuba, recuerdo sobre todo la de Santiago de Cuba, estaba mi familia entre el público. Después, fuimos directamente a Venezuela; no visitamos ningún otro país.

¿Cuál fue su última actuación en Cuba?

Mi última actuación en Cuba fue con la compañía de M. Martínez Casado en Santiago.

¿Cómo reanudó su carrera en el extranjero?

En Marzo de 1953 salí de Cuba hacia Venezuela, contratada por la compañía de M. M. Casado. Llegué cuando estaba comenzando la televisión en ese país. Terminada la temporada de teatro, no quise regresar a Cuba, me quedé y empecé a trabajar en Televisa, como se llamaba la empresa que en esos momentos daba sus primeros pasos.

Decidí radicarme definitivamente en Caracas cuando contraje matrimonio con Vicenzo Pasariello, un italiano que no hablaba español; y yo no hablaba italiano: ¡cosas del amor! Él murió el 18 de enero de 1980. Tuvimos tres hijos: Nicolás, Duilio y Vicente.

¿Tuvo alguna vez miedo escénico?

Siempre tengo miedo escénico, en los primeros instantes de cada función y mucho peor el día del estreno; verdadero pánico que por suerte pasa, apenas digo el primer parlamento; después, la concentración en el personaje es muy intensa y no permite sentir nada que no sea el personaje que estoy interpretando.

¿Qué obra o interpretación recuerda con especial orgullo de sus incursiones en el teatro?

Difícil escoger, pero podría mencionar, «El Diario de una Camarera», monólogo de Octave Mirbeau, director Romeo Costea; y «A $2.50 la Cuba libre», autor y director Ibrahim Guerra.

¿Recuerda algún personaje desagradable o difícil de interpretar, y cómo logró superar esa animadversión o dificultad?

En la exitosa serie «Gómez II», escrita por José Ignacio Cabrujas, yo interpretaba a Regina, la hermana del general Juan Vicente Gómez. Fue en un momento muy difícil de mi vida: la muerte de mi esposo, ocurrida unos meses antes.

Como pedido personal de Cabrujas, yo debía hablar con un acento especial (acento gocho), como hablaba el general Gómez, manera de hablar de algunas regiones de Venezuela, lo cual logré a través de un casete que me consiguió uno de mis hijos donde las tías de un amigo mantenían una conversación con dicho acento.

También, como un pedido especial de Cabrujas, yo debía realizar unos movimientos con la boca como hacen quienes tienen dentadura postiza. Como ayuda del destino, de la vida, de Dios, mientras recibía un tratamiento por suero de medicina homeopática para aliviar los problemas intestinales que en esos momentos padecía, llegó, para hacerme compañía, alguien que hacía los movimientos bucales requeridos por Cabrujas, los cuales memoricé y usé para el personaje de Regina.

Gané dos premios, por ese trabajo "La Estrella de Venezuela" y "El Guaicaipuro de Oro".

Sobre esta obra, calificada como “obra maestra de nuestra televisión”, transmitida por Radio Caracas Televisión en 1981, copiamos de una reseña publicada en la prensa de la época: «Gladys Cáceres Gran Señora del Teatro se apodera de la pantalla chica para agigantarla con su escuálida y triste presencia… Voz, entonación, gestos, figura, toda en sí envuelta en un halo negativo encuentra en esta primerísima actriz otra de las actuaciones soberbias que nos está ofreciendo este Gómez II, dirigido por César Bolívar.»

¿Qué papel que no hizo le hubiera gustado interpretar?

Me hubiera hecho muy dichosa interpretar a Juana de Arco.

Cuéntenos algún hecho inesperado o contratiempo durante su carrera.

En «Lástima que sea una prostituta», de John Ford, había una escena en la que se producía un apagón. El actor José Simón Escalona y yo debíamos ir a la parte de atrás del escenario, pero yo no sé por qué caminé hacia la parte delantera y caí a los pies de una persona sentada en primera fila, que me miró asombrada. Yo, con una gran vergüenza, mentí diciéndole: "es que es así"; me levanté lo más rápido que pude y regresé al escenario. Me lesioné un tobillo, aprendí a caminar de manera que no se notara que tenía puesta una bota de yeso. Y terminé la temporada con gran esfuerzo, pero satisfecha.

¿Actores y actrices con los que ha actuado y su recuerdo de ellos?

Son muchísimos los actores y actrices con los que he trabajado, de todos tengo un lindo recuerdo, algunos ya no están como Mayra Alejandra, Carlos Márquez, Eva Moreno, Manolo Coego y unos cuantos más que nos han dicho adiós.

¿Trabajó alguna vez en la radio?

En la década del 80 hice Mamá Dolores, en una adaptación venezolana de «El derecho de nacer» para Radio Continente.

¿Alguno de sus hijos o nietos ha mostrado inclinación por el arte dramático?

Sólo uno de mis hijos, Vicente, ha mostrado cierta inclinación, aunque no muy fuerte. Hizo algunos papeles en TV y modelaje.

¿En qué países ha actuado además de Cuba y Venezuela? y, ¿qué recuerdos tiene de esas actuaciones?

En el año 1983 actué en París. Allí hice «Orinoco», de Emilio Carballido, producido por La Alianza Francesa. En New York hice «A $2.50 la Cuba Libre», de Ibrahim Guerra. La emoción de hacer teatro en NY es realmente indescriptible.

También, el 26 de septiembre de 1995, actué en el Colegio Universitario de Carey en Puerto Rico, durante el Festival Latinoamericano de Monólogos, con la obra «Soliloquio en negro tenaz», de José Gabriel Núñez.

¿Cuándo se mudó a Miami?

En 1999.

¿Planes futuros?

Mi único plan para el futuro es trabajar en un escenario hasta que Dios diga ¡Basta!


PRODUCCIONES TELEVISIVAS EN QUE HA ACTUADO GLADYS CÁCERES


Sus primeras actuaciones televisivas en Venezuela a partir de 1954
  • La casa del pantano (Televisa)
  • El que recibe las bofetadas (Televisa)
  • Todo un hombre (Televisa) Teatro del hogar
  • La soga (Televisa) Teatro del hogar
  • La mala ley (Televisa) Teatro del hogar
  • La balandra Isabel llegó esta tarde (RCTV)
Telenovelas: RCTV, Marte Televisión, Telemundo, Venevisión, Televisa, MegaTV.
 
 

  • 1972, Sacrificio de mujer (RCTV) - María Eugenia
  • 1973, Raquel (RCTV) - Daysy
  • 1983, Leonela (RCTV) - Estela Mirabal
  • 1983, Bienvenida Esperanza (RCTV) - Teodora Mendizabal
  • 1984, Azucena (RCTV) - Trinita
  • 1986, La dama de rosa (RCTV) - Mercedes Olvido Rangel
  • 1989, María María (Marte Televisión) - Casanova
  • 1991, La traidora (Marte Televisión) - Lorena
  • 1992, La loba herida (Marte Televisión) - Erika
  • 1993, Sirena (Marte Televisión)
  • 2003, Amor descarado (Telemundo) - Corina
  • 2004, Ángel rebelde (Venevisión) - Doña Consuelo Quiñones "Chela"
  • 2005, El amor no tiene precio (Televisa) - Hermosura
  • 2008, Gabriel, amor inmortal (MegaTv)

Pentatonix




Monday, May 1, 2017

Crónicas del lejano oriente (por el P. Alberto Reyes Pias)

 
 
Fotos/P. Alberto Reyes Pias
-----------------------------------------


Tiempos de Pascua

Ha llegado la Pascua, el tiempo que empieza cuando termina la Semana Santa y la vida traza línea y hace examen, y evalúa si la larga Cuaresma fue vivida a conciencia, y si, como resultante, la Semana Santa fue un recuerdo o un encuentro, una mirada a la historia sagrada o una experiencia del alma, que, de algún modo, en alguna arista, en mayor o menor medida, nos ha dejado diferentes y ha reconducido la brújula que nos guía hacia el encuentro con el Eterno.

Porque es aquí donde se decide, día a día, el sentido de nuestros pasos: en el examen de la vida; ese examen continuo, cotidiano, aparentemente anodino, pero que hace que cada persona se defina sin dar posibilidades al engaño: cada encuentro con alguien es un examen, cada mirada, cada gesto, cada respuesta; cada elección, cada decisión, cada opción diaria, es un examen. Y es en el examen de la vida donde la gente nos encuentra, tal como somos, y donde nosotros mismos, si sabemos mirar y estamos atentos, no encontramos.

La pobreza y los pobres 

En Maisí, la vida evalúa a través de los pobres.

Reconozco que mi visión sobre la pobreza y los pobres ha cambiado, sobre todo ante la experiencia de personas que han vivido y viven en situaciones de miseria, por momentos extrema y, peor aún, insuperable. He entendido que el problema de los pobres no es sólo carecer de lo necesario. La miseria es más que no tener que comer o con qué vestirse. La miseria engendra, para empezar, una falta terrible de horizontes, bloqueados por la urgencia de lo necesario, por la falta del pan nuestro de cada día.

El pobre, por no tener, no tiene ideas que lo ayuden a encontrar un camino definitivo de salida, no tiene relaciones que lo ayuden a alcanzar un escalón de arranque. A veces, ni siquiera sabe cómo pedir o qué pedir, no sabe determinar prioridades, y se pierde en la búsqueda de lo inmediato, porque, entre otras cosas, lo inmediato le urge.

La pobreza es algo más complicado de lo que yo pensaba. No es una simple situación carencial, sino que puede llegar a ser un sistema de vida, un mecanismo diabólico entre cuyos éxitos malsanos está el convencer a las personas de que, a la larga, su vida nunca será diferente, ni para ellos, ni para sus hijos. Y eso explica en parte esa ansia desmedida de ser ayudados, de intentar recibir todo lo posible, porque se han impregnado del síndrome de la escasez, y porque en realidad tampoco saben cuándo volverá a pasar sobre ellos el vuelo de un ángel providente.

La pobreza aborta los sueños. ¿Cómo puede desear el cielo el pájaro que no sabe que la inmensidad existe?, ¿cómo puede volar un pájaro que ha aprendido a ver el cielo como un imposible?, ¿cómo caminar hacia lo que el alma no ha acariciado, porque no se atreve a hacerlo? 

Sí, la pobreza es mucho más que carecer de medios materiales, es la ceguera del alma, es la limitación de la mente, es la ausencia de pasión por los amaneceres. 

Crónica de una tortura anunciada 

Y en medio de este mundo sencillo y pobre intentamos poner un poco de luz: la que viene del Dios que da vida a lo más profundo del alma; la que ilumina la mente y hace pensar; y la que se muestra ofreciendo la posibilidad de una vida más digna, porque cuando la vida se vuelve digna, se puebla de sueños, y los sueños permiten volar.

¡Ya hemos empezado a construir! ¡¡¡POR FIN!!! ¡Los primeros módulos habitacionales ya están en marcha!

No ha sido sencillo, no podía serlo, porque el comunismo sigue teniendo una máxima fija: “¿Por qué hacer fácil lo que puede ser difícil?”

La historia ha tenido muchos capítulos: validar los planos de los módulos, tramitar los permisos de construcción, perseguir encarnizadamente a la (única) persona en todo Maisí (28 276 habitantes y 2525 Km cuadrados) que puede facturar la arena y la piedra; conseguir el transporte para la arena y la piedra, sobre todo para las zonas intrincadas donde los caminos transcurren sobre rocas informes; gestionar los bloques, que en su mayoría han tenido que ser traídos desde el mismo Guantánamo; irse al monte a cortar la madera que sirva para hacer las tablas necesarias para fundir la zapata y las columnas y, luego, el techo de concreto; “resolver” el cemento y el acero; y encontrar albañiles que se ajusten a lo que queremos hacer.

Ha sido como una carrera de obstáculos, en medio de una continua vida pastoral que implica la atención semanal a 17 comunidades, a las que hay que garantizar en este momento su celebración o Misa y sus encuentros de catecumenado (en toda la parroquia hay más de 250 catecúmenos), la formación de un seminarista y etcéteras varios: repartir colchones en todos los pueblos, lidiando con la esperada miseria humana de “¿por qué a él sí y a mí no?”; seguir repartiendo ropa, artículos de aseo y, en algunas zonas, comida; elegir a quienes se les da sábanas y toallas, que son escasas; y atender con el mejor carácter posible personas de todo tipo y lugar que te dicen frases como: “yo necesito de todo”, o “deme lo que Dios le ponga en su corazón”; o a personas que vienen mostrando como hijos a los que son y a los que no son; o a los que ya se ha ayudado y vuelven con la esperanza de no ser reconocidos y te vuelven a hacer la historia que ya conoces; o a aquellos que les das un par de sábanas y luego los mandas a donde tenemos la ropa y cuando llegan le preguntan a la señora que los atiende: “¿y usted no tendrá alguna sabanita que me regale?”

Pero sea como fuere, y más allá de todo esto, el proyecto de los módulos ya está en marcha. Ya tenemos dos muy avanzados, mientras otros van arrancando, en la medida en que los materiales aparecen.

Además, hemos implementado una variante a los proyectos, que consiste en ayudar a familias que ya han construido sus casas de bloques, a ponerles un techo de concreto, para lo cual hemos tenido que construir dados y columnas a lo largo de toda la casa, porque aunque esas casas son de mampostería, no están preparadas para soportar el peso de una placa de concreto, porque ya eso se escapaba definitivamente de sus mejores sueños, era como el “aquí nunca voy a poder llegar”, y si ese era el punto de partida, no tenía sentido gastar materiales en unos cimientos y en unas columnas firmes, que ahora se han tenido que hacer porque de lo contrario se derrumbaría todo bajo el peso del concreto. En esta situación tenemos, en este momento, a cinco familias.

Por supuesto, ya se ha hecho vox populi que “la Iglesia está haciéndole habitaciones de concreto a la gente”, y ahora toca ir atendiendo a la procesión de gente que viene a “apuntarse”, y que luego de mostrarnos sus casas no comprenden por qué no se les incluye en el criterio de “mayor necesidad”.

Semana Santa

Ha sido mi primera experiencia de Semana Santa como párroco de 17 hermosos pueblos. Gracias a Dios, que es providente en extremo, vino un equipo formidable a ayudarme: desde Camagüey, La Habana, Guantánamo…, laicos, religiosas, incluso familia. Gracias a ellos, pude ubicar a uno o dos misioneros en cada pueblo para que se celebraran todos los oficios, mientras yo intentaba girar de un lado a otro a lo largo de los días.

Aun así, no pude girar todo lo que yo hubiese querido. En todos estos años que llevo de cura, era muy frecuente, casi tradicional, que justo antes de Semana Santa se me rompiera el carro. Durante mucho tiempo, eso fue para mí motivo de angustia, hasta que me di cuenta de que, rotura más o rotura menos, al final todo fluía, de un modo o de otro, y que era como si Dios me estuviera diciendo: “Está bien que prepares las cosas, pero no está en tu logística perfeccionista el éxito de la Semana Santa”.
Este año, unos días antes de la Semana Santa, el carro empezó con un ruido extraño y el chofer se me empezó a angustiar, pero yo, con toda la calma del mundo, le dije: “Mira, tú tranquilo, algo le pasará al carro pero todo saldrá bien”.

Y ahí fue cuando yo creo que Dios se convenció que yo, al fin, había aprendido la lección, pero en lugar de felicitarme por el aprendizaje parece que se dijo: “Muy bien, lección superada, ahora pasamos al siguiente capítulo”, y así, de la nada, por generación espontánea, me salió un hermoso forúnculo en la rodilla que me dejó cojo y poniéndome antibióticos en vena dos veces al día. Algo así como: “Ahora te toca aprender que aunque tú no estés en óptimas condiciones, las cosas también van a salir bien”.

Y así ha sido, entré cojeando el Domingo de Ramos, hice el lavatorio de los pies el Jueves Santo apoyando una sola rodilla, y terminé de ponerme los antibióticos el Sábado Santo, pero todo fluyó, y las comunidades están contentas, y hemos vivido la Pascua.

¡¡¡Felices Pascuas!!!

Desde este Maisí profundo, en mi nombre y en el de estas comunidades: ¡Felices Pascuas!, feliz “paso” de Dios por la vida de cada uno.

Caminamos, hacia el Dios de La Vida, mientras asumimos esta vida, que se va tejiendo día a día, pidiéndole a cada día el pan y el agua, la luz y las flores, amaneceres y horizontes.

 
 
 
 
 
 
 
Fotos/P. Alberto Reyes Pias
-----------------------------------------
----------------------------------------------------
ver en el blog  

El Ballet de Camagüey está celebrando su 50 birthday

El Ballet de Camagüey fue fundado el 1 de diciembre de 1967, por Vicentina de la Torre. Durante todo este año estará celebrando su aniversario 50.

--------------------------------------------------


(Miami) Dreams, Sarcasm, Cynicism


Click here to visit www.CubaCollectibles.com - The place to shop for Cuban memorabilia! Cuba: Art, Books, Collectibles, Comedy, Currency, Memorabilia, Municipalities, Music, Postcards, Publications, School Items, Stamps, Videos and More!

Gaspar, El Lugareño Headline Animator

Click here to visit www.CubaCollectibles.com - The place to shop for Cuban memorabilia! Cuba: Art, Books, Collectibles, Comedy, Currency, Memorabilia, Municipalities, Music, Postcards, Publications, School Items, Stamps, Videos and More!