Thursday, August 17, 2023

Historia del templo católico de Cascorro. Una leyenda en el tiempo. (por Mariem Gómez Chacour y Marum Gómez Chacour)


¡GRACIAS! ¡MUCHAS GRACIAS!

Andar en el tiempo pasado de un pueblo pequeño, es andar esas vidas que lo levantaron del polvo de los caminos. Verbos que asedian desde senderos antiguos, insospechados… y saltan en medio de la niebla para llevarnos de vuelta… ¡al asombro de los encuentros!

¡Agradecer es un privilegio! Jamás es una soledad de empeños… convocan al agradecimiento un sinfín de experiencias humanas; pasadas y presentes, que a veces tienen rostros y apellidos, pero la más de las veces son gestos de entrega generosa y desconocida… ¡dádivas de manos llenas!

Por eso, en el santo destino de palaras y de buenas intenciones, a todos: ¡Nuestra oración agradecida!

PRELUDIO

Un poco más acá del fondo de los tiempos… cuando la Tierra se expandió hasta nuestras costas caribeñas y Boabdil, el último moro fue expulsado de Granada, la corona española se trasforma en un imperio, ascendencia de poder en el concurso de la vieja Europa… y entonces la Santa Sede le otorga lo que se conoce como el Patronato Regio.

El Patronato Regio o indiano para la Monarquía Hispánica, fue confirmado por el Papa Julio II en 1508. En el mismo, se conferían prerrogativas a los monarcas para crear diócesis, nombrar obispos, clérigos y otras dignidades eclesiales, lo mismo que establecer curatos, erigir parroquias o construir templos… entre otra larga lista, que limitaba al máximo la autoridad de los pontífices en las nuevas tierras.

Al mismo tiempo, la monarquía española se comprometía a establecer la nueva fe cristiana en los territorios conquistados, -lo que se conoce como la Evangelización- de difícil acceso para la Iglesia. Este punto, se concretó sucintamente por parte de los conquistadores en la enseñanza a la población prehispánica, también la libertad otorgada a los que acogieran la doctrina cristiana y se bautizaran.

Una consecuencia de aquel Patronato, fue el otorgamiento del palio episcopal, dado por la reina Isabel II al sacerdote Antonio María Claret, junto con la orden de tomar posesión de la arquidiócesis de Santiago de Cuba, donde llegó en el año 1850. También la llegada de muchos misioneros a Cuba.

Y una derivación directa en nuestra sabana fue el nombre del pueblo, tomado del apodo o mote del “…cacique para quien Manuel de Rojas, gobernador interino de la isla después de morir Velásquez, y según decreto establecido, pidió en una carta a los Reyes la libertad de un indio que se dice Cascorro y suele ser cacique del cacicazgo, luego de una visita de inspección …” (1)

ACOTACIONES

El conglomerado humano, persistió en renuevo generacional siempre a la derecha del río, sobre lo que fue la aldea aborigen, asentado en tierras de don Francisco Lino de la Torre, don Juan Colón y don Enrique Balboa. Las viviendas eran muy pobres y sus habitantes debieron ser los peones de las haciendas correspondientes.(2) También se levantaron unas pocas casas de mejor construcción, con paredes de barro y altos puntales con horconadura de jiquí o ácana y techadas con tejas. La ocupación fundamental giraba (siempre ha girado) en torno a la tierra y al ganado.

En el año 1838 una comisión de algunos vecinos y hacendados de Cascorro, se dirigen al capitán general de Cuba: Joaquín Espeleta Enrile, con el objetivo de solicitar la autorización de construir un templo y la permanencia de un sacerdote en el lugar.(3) La autorización fue denegada… hecho curioso, que muestra el abandono religioso de aquellos parajes anónimos por parte de los colonizadores, anotación constante de san Antonio María Claret en su autobiografía, donde se queja también de la conducta de algunos clérigos. A manera de constatación está la novela “Doña Guiomar” de Emilio Bacardí Roseau, publicada en 1917, aunque inconclusa narra los tiempos de la conquista de 1536 a 1548.

Para los católicos, el templo es el lugar físico de la liturgia o cultos. El vocablo Iglesia es el conjunto de bautizados, se refiere a las personas. La capilla “San José de Cascorro”, ha pertenecido siempre a la parroquia de Sibanicú, fundada en 1781, que como todo el territorio de la actual provincia de Camagüey perteneció eclesiásticamente al arquidiócesis de Santiago de Cuba desde 1850, hasta que en 1912 se creó la diócesis de Camagüey, hoy también y desde 1999 elevada por el Vaticano a rango de arquidiócesis.

Era legítima y comprensible la aspiración de los lugareños de tener un templo con un presbítero en el lugar y no tener que viajar hasta Sibanicú… Aún se conserva en esa Parroquia, el libro primero de bautizos de pardos y negros, donde están asentadas las partidas ya algo ilegibles, de muchos cascorreños, con la firma del presbítero don Esteban de Jesús Vega, correspondiente al “Año del Señor 1802”. También se conserva el segundo libro de blancos a partir de 1836… el primero desapareció, presumiblemente en un incendio del año 1868.

UN VISITANTE ILUSTRE

El día 21 de enero de 1852 el caserío ― al que en ese propio año se le otorgaría categoría de poblado(4) ― amaneció como de fiesta y sus habitantes vistieron sus mejores galas. La nube de polvo levantada por el trote de cincuenta caballos les indicó que llegaba un ilustre visitante: el arzobispo Antonio María Claret y Clará, quien regresaba a Santiago de Cuba luego de su segunda visita pastoral a la villa de Santa María del Puerto del Príncipe. Estaba previsto que el prelado descansara, luego de dos horas de viaje en coche, en una de las mejores casas del lugar. Se asegura que fue en la del matrimonio de doña Juana de Dios Manresa de la Torre y del francés don Bruno Michel Vilminé.(5)

No solo se encontraban en Cascorro las personas que por entonces registraron los censos: alrededor de trescientas, entre blancos, negros, mulatos libres y esclavos. De todos los alrededores llegaron hombres y mujeres atraídos por la figura de aquel que luego de su muerte, fue llevado a los altares. Aquella tarde el arzobispo Antonio María Claret predicó en la sala de la casa, e inició las confirmaciones que continuó a la mañana siguiente, hasta llegar al número de 300 ―según refieren sus biógrafos― y no es de extrañar, pues este sacramento de iniciación de la Iglesia Católica sólo puede ser administrado por obispos, raras veces por presbíteros. Monseñor Claret debió sensibilizarse con los cascorreños, y dejó en el lugar a uno de sus misioneros, nombrado Lorenzo Sanmarti, para que predicara durante diez días.
Al continuar el viaje, los habitantes del caserío, al parecer, habían deseado emular con sus vecinos de Sibanicú, y ciertamente los superaron: prepararon setenta briosos caballos que reunieron por las haciendas, y acompañaron al arzobispo hasta que entró en Guáimaro.(6)
PRESENCIAS

El año 1856 prueba que monseñor Claret no olvidó a Cascorro y envió desde Oriente, a dos de sus colaboradores; el padre Esteban Adoain y el padre Antonio María Galdácano, ambos de la Orden Menor de los Hermanos Capuchinos (OFM), con el empeño de que se edificaran templos por la zona.(7) Los misioneros eligieron dos lugares: uno en el poblado y otro a unos veinte kilómetros, en un lugar nombrado como “Las Piedras de Juan Sánchez.” En este último se conformó un singular campo santo que permanece hasta hoy en el camino vecinal de San Miguel de Nuevitas: el “Cementerio de las Piedras”. Los lugares escogidos fueron bendecidos y los vecinos plantaron en los mismos sendas cruces de jiquí “gigantescas” según las crónicas inéditas. La del poblado sobrevivió hasta 1912, la de Las Piedras, hasta la segunda mitad del siglo xx.(8)

Monseñor Claret no pasó por alto los detalles… la tendencia cultural de torres y campanarios de la Europa Gótica llegó al pueblo en forma de dos campanas de bronce, que envió desde su sede episcopal en oriente(9) con los frailea capuchinos. Pero el trabajo de transportar los pesados instrumentos en maltrecho carruaje, fue en vano. El lenguaje de aquellas campanas nunca tuvo el final feliz para el concebido por san Paolino de Nola, el santo de los campaneros, allá por el Medioevo: Convocar a los fieles.

DESTINOS PERDIDOS

Una de las campanas enviadas por Mons. Claret al pueblo, la destinada al templo de “Las Piedras”, se quedó en el poblado con diferentes propósitos. En la época colonial fue colocada en una guácima que sobresalía de un tambor del fuerte El Principal, a la orilla del Camino Real y se utilizaba para distintas señalizaciones: horas de trabajo, alerta de peligros, toque de queda, etc... al pasar los años, se colocó en el Vivac del pueblo. Según el número de los toques se cerraban los comercios o se daba la alerta de algún peligro y marcaba horas de clases. Dicen que ahí estuvo hasta la primera década del siglo xx. 10 Aunque no se precisa la fecha, fue descubierta en mal estado en el patio de una casa, donde se utilizaba para almacenar agua de lluvia. Fue entregada por los dueños de la vivienda, desconocedores de la historia, al establecimiento de recuperación de materias primas y canjeada por algún utensilio necesario para ellos. (11)

La otra, destinada al templo del poblado, siempre fue resguardada por los vecinos incluso luego de los incendios en las guerras de independencia. Sin embargo, aquella campana histórica, “desapareció” una noche, en la década de los años 60 del siglo XX, del portal de la vieja casa que servía de capilla. Es difícil, y más en aquellos tiempos, que un robo así fuera ignorado en un lugar transitado del pueblo a toda hora… y de hecho se conocen nombres pero… a pesar de las indagaciones, se perdió su rastro.(12)

INTENTOS

En el año 1867, costeado por los pobladores, se dio comienzo a levantar el primer templo en el lugar bendecido por los misioneros de Claret. Se supone que estuviera por donde hoy se encuentran los edificios de viviendas circundantes a las calles del centro del pueblo, que entonces era una parte deshabitada. En los primeros años del siglo pasado era aquel lugar, un terreno condicionado para jugar pelota. Allí también, acampaban circos, los “Caballitos de Waldo de la Fe” y alguna que otra vez los campamentos de gitanos… estos últimos dejaron secuela de historias y leyendas…

La proyección del templo fue sencilla, su tamaño equivalente a unos 18 metros, de madera y barro con el campanario y la cruz. Cuando comenzó la Guerra Grande, el 11 de mayo de 1869 el caserío fue quemado por las fuerzas del comandante Pedro Ignacio Castellanos. Los vecinos se dispersaron y, aunque ello no se precisa se supone que el templo también desapareció entre las llamas. Los vecinos se dispersaron… se marcharon a Puerto Príncipe, otros cerraron las talanqueras de sus haciendas… los más pobres volvieron a levantar las casuchas entre las cenizas.

A finales de diciembre de 1894 se inició la construcción de otro templo. El albañil fue José Monteagudo que, aunque no nació en el pueblo residía en el lugar, posteriormente fue sargento primero del Ejército Libertador hasta caer en combate por Cuba libre. Como en el caso del templo anterior, la madera empleada fue cedro, pero la construcción alcanzaba veinticinco “varas” (un aproximado de 18 metros) de largo. No se levantó exactamente en el mismo lugar que el primero, sino algo distante de la cruz de jiquí, pues entre los años 1870 y 1873 se les dio sepultura a muchos cadáveres por esos alrededores, debido a las epidemias de cólera y viruela que asolaron al vecindario. Tampoco llegó a ofrecerse misa en aquella construcción.(13)

Tampoco llegó a ofrecerse misa en ese lugar, porque en 1895 las autoridades coloniales decidieron adaptar la edificación a un nuevo empleo, quedó en la historiografía como Fortín La Iglesia. El 21 de septiembre de 1896, el general Gómez emprende lo que se conoce como: “El sitio de Cascorro”. Ataca por todos lados y un cañón, continuamente disparado daña las edificaciones sin destruirlas, incluyendo al citado fortín, desde donde un francotirador hostigaba con saña las huestes mambisas. Los proyectiles no explotaban, su efecto era rasante.

Al transcurrir más de quince días del asedio a Cascorro, el general español Jiménez Castellanos decide rescatar a los soldados que había abandonado a su suerte. Era una fuerte columna de tres mil hombres de las tres armas (otras fuentes dicen que 2500). No pudieron o quisieron mantener la plaza, se limitaron a recoger la guarnición y abandonar el lugar al incendio. La tradición refiere, que los soldados españoles pudieron marcharse sin ser visto por los mambises debido a la espesa niebla. El fortín La Iglesia sucumbió a las llamas. (14)

SIGLO XX ...


A principio del siglo xx se vuelve a construir otro templo, más o menos por el mismo lugar escogido por los misioneros del arzobispo Claret. Pero esta vez la mala calidad de las maderas empleadas dio al traste con el viejo anhelo: la edificación se desplomó sin terminar… también el sueño de muchos vecinos. La última tentativa de edificar el templo en el lugar bendecido en 1856, sucedió en el año 1912, y esta vez fue destruido por la descarga de un rayo.(15) A raíz de aquel suceso comenzó a circular el rumor de que: “en Cascorro no se puede construir un templo…sin que ocurra una desgracia”

Para el 19 de marzo de 1916, llegó al poblado en visita misionera, el primer obispo de la diócesis camagüeyana Mons. Valentín Zubizarreta y Unamuzaga. Personalmente cumplía la solicitud de doña Balbina Gómez de Blanco, que le había hecho saber la necesidad de un sacerdote en el pueblo para celebrar las fiestas patronales. En casa de la propia doña Balbina, situada en la esquina de las calles que hoy se nombran Ignacio Agramonte y Oscar Primelles, Monseñor Zubizarreta ofreció misa, catequizó, bautizó, realizó matrimonios… Toda una misión cuyo recuerdo perduró hasta nuestros días.(16)

Se sucedieron los años y la esquina se convirtió en un rústico local de fama internacional: la zapatería de Vita, que confeccionaba botas tejanas. Por esas esquinas estuvo el club de ajedrez de los años cuarenta del siglo XX.(17)

Por ahí estuvo también el Vivac que casi siempre vacío, a no ser por algún borracho trashumante o alguna mala broma de vecino. Hoy, cuatro adustos jiquíes permanecen clavados como testigos de otros entonces. En aquellos años, si algún sacerdote visitaba al pueblo en alguna misión esporádica, alquilaban alguna vivienda o se establecían en casas de familia de manera esporádica. No existía local propiedad de la Iglesia Católica, no consta en el arzobispado.

Fue en los últimos años de la década de 1930, que monseñor Enrique Pérez Serantes, segundo obispo de Camagüey, al comenzar la atención regular al poblado, compró un local con el terreno correspondiente ubicado en la calle que hoy se nombra Oscar Primelles. El inmueble, que había sido vivienda y luego una talabartería, se condicionó para capilla. Aunque allí se celebraban las misas y todo acto litúrgico, incluyendo catequesis, reuniones, etc. no resultaba un lugar idóneo; además, la construcción estaba deteriorada por los años.(18) Es por ello que en 1940 se solicita un solar para la construcción del templo. Correspondió al alcalde Juan Nepomuceno Gómez Fernández gestionar y otorgar el terreno del viejo cementerio para la edificación del templo católico.(19) Por aquel entonces, los sacerdotes franciscanos, unieron para atender, la extensa zona de las parroquias de Sibanicú y Guáimaro, que comprendía desde Sibanicú hasta el entonces central Francisco, aún hoy la administración diocesana llega a esa zona.

Como ya desde 1920 se estaban efectuando las sepulturas en el lugar que ocupa el cementerio actual, las damas de Acción Católica, para apremiar los trabajos pagaron el traslado de los restos mortales que aún se encontraban en el viejo cementerio de la Carretera Central. En él había restos desde la época colonial incluyendo los de soldados españoles.(20)

Ello suscitó que el propio alcalde junto a otras autoridades y personas prominentes tuvieran que interceder por aquellas damas católicas, que se atrevieron a realizar el traspaso de los restos sin la debida orden de exhumación.

Cuando es el caso de extranjeros también puede mediar la embajada del país en cuestión.

A principios de los años cincuenta, fueron famosos los bailes y verbenas para recolectar fondos para el nuevo templo con el desagrado de algunos adustos señores, quienes alegaron,” si ese es el pretexto, el fin no justifica los medios”. Se daban en un ranchón levantado con ese fin en un extremo del terreno del entonces campo de pelota, curiosamente por el mismo lugar donde estuvo plantada la cruz de jiquí para construir el templo.(21)

SE CUMPLE EL PRESAGIO...


Por fin… en enero de 1955 fray Luis de Albizu, párroco de Guáimaro y Sibanicú, invita al pueblo a monseñor Carlos Rius Anglés, tercer obispo diocesano, para que bendijera la primera piedra de la edificación,(22) en esta piedra como era costumbre hacerlo en las edificaciones públicas, al menos en Cascorro, se fundió un peso plata cubano… por ello se divulgó entre los lugareños algo que llegó a nuestros días y fue recordado al iniciarse los trabajos de reconstrucción del edificio actual, comentaban que se había enterrado oro o una especie de tesoro.(23)

En ausencia del párroco Albizu, quien viajara a su país España, la obra fue proyectada con grandes dimensiones. Como resultado de la imprudencia, la administración de los fondos no fue la mejor, lo que provocó que la construcción fuera cada vez más lenta, hasta que se paralizó en 1958,(24) primero por la guerra y luego por la implantación del sistema socialista similar al de la antigua Unión Soviética… el templo quedó otra vez varado en la historia de lo inalcanzable…

Mons. Mario Mestril, en la actualidad obispo emérito de Ciego de Ávila, entonces el sacerdote diocesano que atendía al pueblo, ofreció una misa, en la más rústica circunstancia de la edificación con el objetivo de rescatar el lugar para templo, pero hubo fieles que prudentemente aconsejaron continuar en la capilla debido a que, en ese tiempo mantener creencias religiosas era muy cuestionable y peligroso y varios creyentes habían sido advertidos por las autoridades vigentes de no ver bien su asistencia a la Iglesia y al efecto dejaron de asistir… sólo quedó un reducido número de fieles. Se había oficializado el ateísmo. (25)


El edificio de ladrillos desnudos se fue deteriorando con la intemperie… la dirección estatal estableció un mercado campesino, los vecinos lo utilizaban indistintamente para parqueo de carros viejos, resguardar cabalgaduras, etc. También falleció un anciano indigente que hizo allí su albergue.

La vieja capilla se derrumbó totalmente en el año 1978, y un domingo de junio de 1980 comenzaron a oficiarse las misas en la edificación de ladrillos desnudos y piso de tierra, sin ventanas... Fue el carismático sacerdote José García, conocido en la entonces diócesis como Padre Pepito, quien en su pequeño Volkswagen arrastró los viejos bancos desde los restos de la capilla hasta la edificación en construcción. Sobre los viejos restos de lo que fuera una guagua Willis, con sólo un corporal para el copón y una patena para las formas, ofreció la santa misa a los acordes de un guitarra… la joven, que la tocaba hizo callar a los curiosos con aquello de: “Se busca… su nombre Jesús de Nazaret… si le encuentra sigue sus pasos”(26) la joven de la guitarra llegó en unión de otros jóvenes de la Parroquia de la Caridad, de Camagüey.

No pasamos de diez los lugareños, que nos mantuvimos de pie durante la misa entre risas, sátiras, agresiones verbales y gritos de “Oye... ¿Hay carne?” …burlas de algunos que se mantuvieron en las ventanas desnudas de puertas.(27) Al finalizar el sacerdote nos bendijo a creyentes y no creyentes por igual. Desde entonces en ese local comenzaron a celebrarse todas las misas y actos litúrgicos, porque allí, en medio del polvo de su piso de tierra, del aire libre sin puertas ni ventanas, a veces en medio de la lluvia; estaba el Señor cada semana, como ha sido y será, según su promesa, hasta el fin de los tiempos…

LA HISTORIA RENOVADA

A principio de la década de 1980, un delegado del Estado le propuso a Mons. Adolfo construir un local en el solar de la calle Oscar Primelles a cambio de que se entregara el edificio del templo de la Carretera Central. Contrasta este hecho soberbio, autoritario, con la generosidad y la amable condescendencia de Mons. Adolfo –por eso se recuerda-, quien asistió al pueblo y explicó la situación a los fieles, inquiriendo el parecer de todos y cada uno de nosotros. Todos nos opusimos… hubo hasta quien lloró, pero fueron los argumentos convincentes: Ese templo estaba levantado sobre el viejo cementerio, tierra sagrada para los lugareños, además… el pueblo siempre crecería hacia el este y el lugar era asequible a todos desde cualquier punto…También los fieles expusimos que, imperioso delegado elegido por el pueblo no nacido en el pueblo, para dar por la espalda, solapadamente, sin exponerlo de forma previa, como parte del pueblo que éramos… Monseñor nos comprendió y el maltrecho edificio siguió en su lugar.

El día 26 de julio de 1988, comenzó una etapa nueva en la Iglesia de Cascorro, cuando a los pies de una imagen centenaria de la Virgen de la Caridad, que desde el Cobre recorrió varios pueblos y ciudades, se aglomeró prácticamente todo el pueblo, a pesar de que por la fecha hubo varias actividades simultaneas. Aquel día… hubo momentos verdaderamente emocionantes, personas que regresaron a la Iglesia tras largos años de ausencia con lágrimas en los ojos y personas que entraban por primera vez. Aquel día… luego de muchos años de tan solo bautizos esporádicos, se bautizaron 114 niños. El párroco de ese momento era el padre José Manuel García Sardiñas, quien en su estancia en la parroquia de Guáimaro estuvo acompañado por el padre Rodolfo Lamas.

El día de la Virgen asistieron otros sacerdotes de la diócesis y la religiosa salesiana Sor Celina Arango. Cuando a las cuatro de la tarde se dijo adiós a la Imagen peregrina de nuestra Patrona Nacional, con pañuelos blancos, se puede decir que terminaba en el pueblo la Iglesia del silencio.

Posteriormente al pasar la Cruz de la Evangelización, que con motivo de los V siglos de haber comenzado la misión de la Iglesia en estas tierras americanas, recorrió pueblos y ciudades de Cuba, también se llenó durante tres noches consecutivas el templo de ladrillos. Por ese entonces nuestra comunidad era atendida por los sacerdotes diocesanos padre Ernesto Pacheco López y padre Eugenio Castellanos Pesantes.

DE LA HISTORIA MÁS RECIENTE

El pueblo de Cascorro también sintió la emoción de la visita de su Santidad Juan Pablo II a Cuba y especialmente a la provincia camagüeyana, el inolvidable viernes 23 de enero de 1998. Tras una noche insomne, más de 150 personas llenamos cinco ómnibus de marca “Girón” que esperaron en el parque viejo y se incorporaron a la caravana de carros de la hermana provincia de las Tunas y a la caravana de Guáimaro.(28) Más de 300 Girones rompieron la madrugada de aquel viernes a una velocidad uniforme hasta el corazón de lo que otrora fuera tierra del cacique Camaguebax.

Fue emocionante la larga fila de luces serpenteando la carretera al amanecer, que esa vez sí unió distancias. Luego… muy emocionante la procesión de nuestros sacerdotes llevando humildemente en hombros, la imagen de Nuestra Patrona hasta el altar donde se ofrecería la misa.

Emocionante e irrepetible, aquella mañana de san Juan Pablo II… perderse en la multitud… aquella multitud con alegría espontánea, libre y liberadora… coreando a grandes voces con toda el alma: “El Papa se queda en Camagüey”. El sacerdote que atendía a Cascorro en ese tiempo era el filipino Filemón Libot, claretiano, muy cercano a las personas, quien debió marcharse a otras tierras por sus osadas homilías…

El 19 de marzo de aquel año de 1998, el pueblo colmó el viejo y deteriorado edificio de ladrillos, y le pidió a monseñor Adolfo Rodríguez Herrera que diera feliz término a la ansiada edificación. El cuarto obispo diocesano y primer arzobispo de Camagüey envió casi inmediatamente, a la ingeniera Enriqueta Vigil y luego al ingeniero Avalos, posteriormente fue el ingeniero Juan Butros, quien terminó de dirigir la proyección y trabajos,(29) que no fue sencilla, pues implicaba la demolición de la placa de la nave central. En enero de 2003 comenzaron los trabajos, y el día 9 de mayo se fundió la nueva placa del techo… como triste coincidencia, esa misma noche fallecía en Camagüey, monseñor Adolfo Rodríguez Herrera.


La noche del 11 de junio de 2004, sobre las siete de la noche, veintiséis años después de la Misa del padre Pepito, comenzó la celebración a templo lleno, con pantalla en los laterales para muchísimas personas en la calle que no pudieron entrar… Se inauguraba ¡al fin! el templo del pueblo de Cascorro, y con ello se daba fin a la vieja leyenda que contaban los mayores, quienes sentenciaban la imposibilidad de erigir la edificación. En esta celebración se mantuvo en el presbiterio un sillón vacío en recuerdo de Mons. Adolfo. El entonces arzobispo de Camagüey Juan de la Caridad García, quien presidía la Misa invitó a Mons. Mario Mestril, en esos momentos obispo de Ciego de Avila. El ingeniero Juan Butros acompañado de su esposa la doctora Sury Arias, en gesto oficial y simbólico, le entregó la llave a Mons. Juan en medio del aplauso y la alegría general.

La historia había comenzado casi dos siglos antes, en el año 1838, cuando los hacendados de Cascorro solicitaron a la Capitanía General de Cuba la autorización para construir un templo y la permanencia de un sacerdote en el poblado. Si no se erigió en el lugar bendecido por los primeros misioneros de san Antonio María Claret, allá en el año 1856, la inauguración, por feliz coincidencia, estuvo presidida por misioneros claretianos.

Hoy, contra toda leyenda, por la Gracia de Dios, el templo se levanta donde un humilde patriota cascorreño, tabaquero de profesión: Manuel Torres, fiel a la causa de Cuba, apresado por los coloniales, decidió no delatar los campamentos y hospitales cubanos y prefirió la muerte en la anónima mañana del 15 de abril de 1870, cuando elevó su estoico grito, recordado de generación en generación: ¡Viva Cuba libre!






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1. Zayas y Alfonso, Alfredo: Lexicografía Antillana: Imprenta Siglo XX de Avelio Miranda, La Habana 1914.

2. Agradecemos el dato del Archivo Provincial de Camagüey a la Licenciada Amparo Fernández historiadora del Arzobispado de Camagüey. (entregado en las oficinas del arzobispado el 16 de marzo de 2011)

3. Dato de archivo de alcaldía del Sr. Juan N. Gómez Fernández

4. En otras fuentes como Bustamante se menciona el año de 1858. Estas categorías se daban retrospectivamente según demografía.

5. “Un soplo de niebla en la llanura” Mariem Gómez Chacour

6. Copia textual de la biografía de Claret.

7. Autobiografía de Claret

8. Testimonio oral de vecinos

9. “Un soplo de niebla n la llanura” Mariem Gómez Chacour

10. Tradición oral de vecinos y familiares

11. Testimonio de dueños de la vivienda

12. Testimonio personal

13.  “Un soplo de niebla en la llanura” Mariem Gómez Chacour

14. Ibídem

15. Testimonio fotográfico

16. Testimonio oral de descendiente de doña Balbina de Blanco

17. Testimonio fotográfico

18. Libro de Actas de la Juventud de Acción Católica (JAC) del pueblo

19. Archivos de alcaldía de Juan N. Gómez Fernández

20. Archivo civil de Cascorro

21. Tradición oral

22. Testimonio fotográfico

23. Testimonio oral y fotográfico

24. Testimonio oral y fotográfico

25. Testimonio personal de los autores

26. Canción de José Luis Rodríguez, El Puma

27. Testimonio personal de los autores

28. En archivo personal se conservan los nombres de las personas en las seis listas que conformaron los seis ómnibus

29. Al no tener condiciones la construcción, éstas y todas las reuniones se efectuaron en la casa de mis padres, Juan N. Gómez Bueno y Rafka C. Chacour Abinegen. También la efectuada por el ingeniero Butros, los padres claretianos y las autoridades del PCC en la gestión del permiso de construcción. Lo expongo como testimonio.


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FUENTES

Agradecemos al padre Ernesto Pacheco López datos y fechas, además fue quien nos estimuló a realizar la exposición en el año 1996. Así mismo como la aprobación de quien fuera historiador de la ciudad de Camagüey Sed Nieves.

Archivos Parroquiales de Guáimaro y Sibanicú

Archivo Provincial de Camagüey

Archivo de Alcaldía del Sr. Juan N. Gómez Fernández

Bustamante, Luis J. Enciclopedia Popular Cubana, S.A. La Habana

Claret y Clara, Antonio María: Autobiografía, Editorial Claret. Barcelona España, 1996

De la Pezuela, Jacobo: Diccionario geográfico, estadístico, histórico de la Isla de Cuba. Tomo I. 1863. Imprenta del Estado de Mellado. Madrid 1863-1866

Fernández, Cristóbal: El Beato Padre Antonio María Claret, Historia Documentada de su vida y empresas Editorial CMF. Madrid.

Juárez Cano, Jorge: Apuntes de Camagüey, Imprenta El Popular. Camagüey, 1929

Gómez Chacour Marum y Mariem: "Presencia de la Iglesia en el pueblo de Cascorro. Dos tradiciones". Revista Enfoque No.56 Año XVI Camagüey 1998 Basado en crónicas inéditas de Víctor Somonte Bueno.

Marrero Artiles, Levi: Cuba economía y sociedad, Editorial Playor. Madrid, 1978.

Márquez, José de J.: Diccionario de la Isla de Cuba 1876. Imprenta Pérez Sierra y Co. La Habana 1926

Zayas y Alfonso, Alfredo: Lexicografía Antillana: Imprenta Siglo XX de Avelio Miranda, La Habana 1914.

Testimonio oral de vecinos y familiares.

Pichardo Viñals, Hortensia: La Fundación de las primeras villas en Cuba, Editorial Ciencias Sociales. La Habana, 1986

“Un soplo de niebla en la llanura” Mariem Gómez Chacour.





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Texto basado en el proyecto que se presentó hace 27 años en el Primer Encuentro Nacional de Historia “Iglesia Católica y Nacionalidad Cubana”. Publicado en la Revista “Enfoque” de la entonces diócesis de Camagüey octubre-diciembre 1996.

Wednesday, August 16, 2023

Noticias de Puerto Príncipe en "El Trabajo". Revista Obrera y de Intereses Generales. Enero 20 de 1895. (por Carlos A Peón-Casas)


La publicación que se presentaba con tan particular destino, tenía su redacción para aquellas fechas en la calle San Diego, hoy Martí, en el número 23. Allí se localizaba igualmente la Imprenta La Luz donde era impreso.


Se publicaba cuatro veces al mes, lo que nos hace pensarlo como un semanario de su tiempo. La suscripción para un mes para los lectores locales era de solo 20 centavos. Para los de cualquier otro punto de la Isla: 25. Es de suponer que para tales alcances contaba con un sistema apropiado de distribución.

El periódico tenía cuatro páginas de lectura y la peculiaridad añadida de que:
… regala a sus suscriptores un libro científico o literario el que repartirá por cuaderno semanales de ocho páginas adjuntas a cada número del periódico.
La novedad de aquellas entregas lo hacía particularmente atractivo, y lo ponía a la altura de cualquiera de las publicaciones de su época, no solo en la Isla sino en cualquier sitio del mundo plural de ese tiempo.

En este particular número se suscitaba una interesante polémica con otro diario de la ciudad de entonces El Fanal: en razón de la supuesta falta de brazos en el entonces ingenio El Lugareño.


El diario obrero aludía a las razones que alejaban a los braceros, aludiendo a los trabajos del ferrocarril urbano entonces en marcha, y los de las “composiciones de calles” donde recibían mejor sueldo. Un detalle curioso, era que el propio ingenio había importado la presencia de “50 gallegos para las faenas de la zafra”.

Entre otras razones para contrarrestar las afirmaciones del diario integrista, el articulista aludía a “el despotismo teocrático que que existe en esos centros… donde cada dueño es un sultán, y cada capataz un bajá de tres colas”.

En cuatro a la afirmación del “pingue sueldo” que le ofrecía a los braceros, contraponía como “sangriento sarcasmo los 17 o 18 pesos mensuales por un trabajo rudísimo de 13 o 14 horas diarias, mitad efectuado durante el día y mitad durante la noche.”

Rematando así los argumentos El Fanal de que “no hay voluntad para el trabajo y el inmoderado afán que existe en todas las clases de figurar de señoritos y de no querer doblar el espinazo…”

Aludo con igual interés a lo que constituían la voz de los anunciantes en la porción de página de anuncios varios. Su lectura sin dudas, nos hace llegar atisbos sugerentes de aquel minuto en la ciudad a las puertas de la que sería la asonada mambisa de aquel año 1895.

Un primer anuncio era de La Protectora, que se anunciaba como la Gran Fábrica de Cigarros de Manuel Benitez. La industria en cuestión se localizaba en la entonces calle de Santa Ana, hoy General Gómez, en el número 54 antiguo.



El cuerpo del anuncio rezaba lo siguiente:
Los cigarros elaborados en esta fábrica no contienen sustancia alguna contra la salud, como las que usan otras fábricas para darle fortaleza y aroma a la picadura, ni tampoco admite desperdicios de fábricas de tabacos.
El que pruebe una vez los productos de La Protectora queda convencido de lo que decimos. 
No olvidar que se encuentra establecida en Santa Ana 54.
En aquella misma calle, pero esta vez en el número 88, se localizaba y se anunciaba igualmente la Armería de Salvador Soberats. El propietario hacía saber que se hacía cargo de: “todo clace de trabajos y compra cobre amarillo de todas cantidades”

La tabaquería de Carlos Montejo Montejo avisaba por su parte su dirección social en la calle de San Ignacio esquina a la de la Príncipe. José Rodríguez, carpintero ebanista tenía su negocio en Santa Ana 94, y así lo hacía saber a sus potenciales clientes. Igualmente Angel Morales, barbero de profesión avisaba que trabajaba a domicilio y recibía ordenes coincidentemente en San Diego 23, lugar de la redacción del periódico y de la Imprenta que lo publicaba.

Dos muy particulares y anuncios de ventas se incluían en esta edición, y con ellos doy cierre a esta mirada de miércoles a nuestra memoria de ciudad principeña. El primero tiene especiales simpatías, que aún hoy pudieran lucirle a cualquiera de una practicidad sugerente:

Se vende un carretón con sus arreos y un Chivo que lo hace muy práctico.
El otro, aludía a un sabroso alimento: el Maní tan prolífico ayer y siempre, y hacía saber a los degustadores, que el producto era “de muy buen grano”.

Llama otra vez la atención que la dirección sea San Diego en el número 23, aunque aclaraba que se expendía en una accesoria en aquella misma ubicación.

"La Rosa Blanca", película sobre José Martí, fue estrenada el 16 de agosto de 1954, en La Habana, Santiago de Cuba y Camagüey (en el Principal). Publicidad tomada del Diario de la Marina.

 

Sunday, August 13, 2023

Workers Dance League (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.

Los textos anteriores, se pueden leer en este enlace.




Luego del período de prosperidad económica que vivió Estados Unidas al finalizar la Primera Guerra Mundial, denominado “los locos años 20”, siguió otro de colapso económico conocido como “la Gran Depresión”, que derivó del crack del 29. Con grandes niveles de desocupación y crisis económica, la población pierde la confianza que tenían por el sistema capitalista y crecen las adhesiones hacia el Partido Comunista, fundado en Chicago e instalado en el Union Square de New York desde 1927, atrayendo particularmente a artistas e intelectuales.


En ese marco, en 1931 se funda la Workers Cultural Federation, quienes bajo el lema “el arte es un arma” incitan a los trabajadores a una toma de conciencia de clase. El año siguiente se produce el asesinato a manos de la policía del joven minero Harry Simms, en Kentucky, y su cuerpo es trasladado a la sede del Partido Comunista en New York para un homenaje. Es en ese momento que un grupo de nóveles bailarinas militantes, todas miembro de la Mary Wigman School dirigida por Hanya Holm, formarán la New Dance Group con el objetivo de participar de los homenajes a Simms. Parafraseando el lema de la Workers Cultural Federation afirmaron que “la danza es un arma”. En un comienzo las integrantes eran Fanya Gentelman, Miriam Blecher, Edith Lambert, Edna Ocko, Rebecca Rosenberg, Pauline Schrifman y Grace Wylie, pero rápidamente se fueron sumando más participantes, entre ellos Jane Dudley, Anna Sokolow, William Bales y Joe Gifford.


Nuevamente, tomando como inspiración a la Workers Cultural Federation, Edna Ocko funda la Workers Dance League, junto a Edith Segal, Blecher y Sokolow. En 1932 la agrupación ya estaba integrada por una decena de grupos como la New Dance Group, la Duncan Dancers, la Harlem Dance, entre otros. La Workers Dance League se erigió como coordinadora, patrocinando funciones de danza y encabezando debates sobre la responsabilidad del artista como miembro de la sociedad. Su filosofía era abierta en todos los sentidos, por un lado en sus obras incluían, además de la danza moderna, danzas indias, amerindias y africanas, y del mismo modo aceptaban integrantes de todos los orígenes y religiones, algo inusual en una sociedad que se cerraba y se volvía cada vez más descriminadora.

Así, además de las representaciones, dictaban clases de danza a precios reducidos (10 centavos) como un modo de difundir la danza moderna y sus ideales por todo Estados Unidos. Luego de cada clase, se realizaba una hora de improvisación sobre algún tema social y finalmente había una hora de debate. Parte del objetivo se cumplió, hacia finales de 1930 había varias escuelas asociadas en diferentes ciudades.


En 1933 asume la presidencia de Estados Unidos F. Roosvelt y pone en marcha el New Deal con el objetivo de revertir la crisis social y económica. En 1935, como parte de su plan de reactivación lanza el Theatre Proyect para incentivar las artes escénicas. Muchos integrantes de la Workers Dance League, que ese mismo año cambió su nombre a New Dance League, se vuelcan hacia la realización de proyectos estatales, tentados por la promesa de permitirles la realización de proyectos libres y sin censura. En ese período se crean “Imperial gesture” (1935) de M. Graham, “Slaughter of the innocent” (1939) de A. Sokolow.

El advenimiento de la Segunda Guerra Mundial vira el nacionalismo hacia el patriotismo y la New Dance League acompaña el movimiento presentando obras como “American dances” (1941) de Perl Primus, bajo el seudónimo Lindy Hopper.


En 1944 ingresa oficialmente al sistema al presentar su nuevo estatuto bajo el nombre New Dance League Inc. A pesar de la institucionalización, seguirán conservando su compromiso político y social, apoyando la lucha por la igualdad de las minorías, manteniéndose en el centro de la escena dancística neoyorquina hasta inicios la década del ‘60.






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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". Email: florenciagu@gmail.com

Exilios en la escena cubana. (por Wilfredo A. Ramos)



“En el exilio todo intento de arraigo se considera traición: es el reconocimiento de la derrota”.

(Salman Rushdie, en Los versos satánicos, 1988).







Se ha convertido en un hecho habitual que a los escenarios de Miami suban puestas en escena de obra escritas por dramaturgos cubanos que en la actualidad viven dentro de la isla, hecho que no llamaría tanto la atención, teniendo en cuenta la muy notable ausencia de textos de autores de la misma nacionalidad, asentados no solo en esta ciudad, sino en el reto del país, que ven envejecer sus obras en una gaveta o en el mejor y más afortunado de los ocasos publicadas en un libro que casi nadie sabe que existe.

Este último hecho no es nada nuevo, ha estado sucediendo desde los primeros momentos de llegada a estas tierras de los diferentes dramaturgos exiliados provenientes de la isla, que han visto como sus obras no son escogidas o hasta en los peores casos denegadas por la mayor parte los directores escénicos. Esto ha llevado a algunos de los dramaturgos a tener que convertirse en directores de sus propias obras o en productores de las mismas, para de esta forma verlas cobrar vida sobre las tablas, lo que es el sueño de todo escritor de teatro.

Al hacer hincapié sobre este tema, no estamos negando de forma alguna la posibilidad que el teatro escrito dentro de Cuba tenga también su espacio en nuestros escenarios -tal cosa sería un despropósito- aunque ya sabemos que lo contrario si resulta una mera utopía. Cuando se habla de Teatro Cubano, en ello se encuentra inmerso todo el teatro escrito por autores cubanos que se encuentren en cualquier parte del mundo y se haya escrito no importa en qué lengua. Tan cubano es el teatro escrito en francés por José Triana, como el concebido en inglés por Nilo Cruz, así como el escrito por un autor cubano en una ciudad como Buenos Aires o en la mismísima Ciudad de México.

Por otra parte, lamentablemente nos encontramos también en nuestra ciudad con algún director que prefiere siempre dirigir obras escritas dentro de la isla a la de cualquiera de los dramaturgos cubanos asentados por estas tierras. En fin, cada quien está en su derecho de dirigir la obra que desee, lo sabemos, pero tal desprecio huele muy mal.


Precisamente en estos momentos, una obra ‘cubana’ ha tenido su estreno mundial sobre los escenarios de Miami: “Exilios”, de Yerandy Fleites Pérez, en una producción del Main Street Playhouse, colectivo que tiene su sede en un pequeño pero acogedor espacio en la barriada de Miami Lake.

La puesta contó con la dirección de Danny Nieves, nacido en Miami, pero perteneciente a una familia de raíces cubanas, graduado en Bellas Artes e Interpretación Teatral por la Universidad Internacional de la Florida (FIU). El elenco estuvo integrado por un conjunto de intérpretes multinacional formado por Tamara Meliá, (Cuba), Steven Salgado (Perú), Francisco Porras (México), Ismael Salcedo Alarcón (de raíces colombiana-españolas), Nicole García (Colombia) y Steven Guez (Colombia).

Main Street Playhouse se encuentra celebrando en estos momentos su 49 aniversario, desde aquel ya lejano año de 1974 donde el profesor de teatro del Instituto Hialeah-Miami Lakes Senior High School, Joe Boyd, creó un grupo de teatro aficionado llamándolo The Miami Lakes Players Guild. Desde entonces ha transcurrido el tiempo y aquella primera agrupación con actores aficionados se fue transformando, llegando en el 2017 a tomar la categoría de una compañía semi-profesional. Han volcado además un gran esfuerzo en el trabajo de formación de una posible futura generación de actores, directores y espectadores que sepan apreciar el valor del teatro. Durante todo este tiempo dicha institución ha dirigido su labor hacia la comunidad, teniendo a los niños entre sus prioridades, así como han puesto su empeño de igual forma, en ofrecer todo su apoyo al desarrollo del talento local.

Con el objetivo de ampliar su público y las posibilidades de desarrollo artístico, es que desde hace algunos años dicha institución se abrió a la posibilidad de presentar obras habladas en español, teniendo en cuenta el bilingüismo casi total de esta ciudad.


Es con ese objetivo que para esta ocasión escogieron la obra en cuestión, la cual tiene su antecedente en otra obra escrita por su propio autor y estrenada hace algún tiempo en la Habana, en la sala Teatro El Sótano, respondiendo al nombre de “Mi tío el exiliado” -la cual no tuvo buena acogida, siendo desestimada por su autor- título con el cual el dramaturgo pretendió establecer un paralelo con el argumento de la novela del también escritor cubano Ramón Meza, “Mi tío el empleado”, escrita en 1887, en la cual se narra la historia de una pareja de tío y sobrino que se vienen desde España hacia la isla de Cuba a “hacer las Américas”, como se decía en aquella época . Novela que aborda el tema de la inmigración, de aquellos tiempos, donde Cuba era un país receptor de inmigrantes de todas partes del mundo, y cómo lograron estos insertarse en la sociedad del país. De aquí que la obra de Yerandy se interese igualmente en mostrar el problema de la inmigración pero de manera inversa, es decir el de la huida que se ha producido por miles y miles de ciudadanos cubanos hacia cualquier otro rincón del mundo después de la instauración en el país de una dictadura de carácter comunista, que ya lleva más de seis décadas en el poder.

Como es de imaginar por tal temática, así como por algunos planteamientos que se manifiestan en la misma, dicha obra, tal y como se ha presentado en nuestros escenarios, sería a nuestro entender imposible de representar en los cubanos, por mucho que se hable de cierta apertura de temas a tratar dentro del teatro actual dentro en dicho país.

El texto se encuentra construido desde las coordenadas de una narración de corte naturalista, donde el típico costumbrismo de un tipo de teatro cubano está presente, sin pasar por alto el bastante manido humor criollo con el objetivo de ‘ablandar’ las ideas expresadas a través de la obra. La construcción de la misma nos puede traer a la mente obras de autores cubanos que en distintos momentos han incursionado en este tipo de teatro con mayor o menor éxito.


El texto de Fleites recurre al ya demasiado utilizado recurso de presentar al exiliado cubano como el total perdedor nostálgico que a pesar de sus mayores o menores éxitos logrados en su vida fuera de su país, tiene la necesidad de regresar a su ‘terruño natal’ para sentir su realización personal preservada. Esta visión seudo maternalista de la suprema importancia que debe tener para el individuo el lugar donde nació y en algunos casos transcurrió una parte de su vida, no necesariamente tiene por qué mostrarse en todo momento como el núcleo sentimental de mayor importancia en la vida del ser humano. Con ese discurso se pretende exaltar el valor del concepto patria a niveles de adoración casi mística, en el nombre del cual se vapulean muchos valores y principios de manera bastante demagoga y chovinista.

Si bien el ser humano se amarra a variados conceptos para sentir su pertenencia a algo, el tratar de hacer que la felicidad y la realización personal dependan de un pedazo de tierra en específico, a pesar de los múltiples sinsabores y ultrajes sufridos en ella, dicha idea no es del todo exacta. Cierto es que esa felicidad y realización personal no tiene por que estar atada a un lugar donde los recuerdos de los hechos vividos dicen lo contrario. Por ello resulta redundante ver en escena nuevamente al inmigrante cubano que a pesar de haber sido expulsado de su país, en este caso por el hecho tan solo de ser homosexual, regresa incluso con la intención de quedarse a morir junto a su familia como única manera de redención consigo mismo.

Estas ideas de que el exiliado cubano, no el inmigrante, que son cosas diferentes, debe mostrarse casi arrepentido por haber dejado su tierra, es a nuestro modo de ver, una manera de ponernos frente a un ser humano derrotado ante el concepto de la grandeza de la patria, que muy acorde han manejado aquellos que continúan desgobernando la isla, apropiándose del valor del mismo.


Con respecto a la puesta en escena dirigida por Nieves, ésta se mueve por derroteros de un teatro prácticamente naturalistas, donde no hay espacio para la imaginación. El grueso de los personajes se encuentran lamentablemente trabajados bajo caracteres estereotipados, muy lejos del proyectado naturalismo de la pieza. Falta una profunda investigación de aspectos de la realidad cubana contemporánea, lo que se refleja en vestuarios y situaciones inadecuadas que rayan en lo ridículo, llevando la obra por momentos hacia lo grotesco, provocando una risa fuera inoportuna, la cual resta dramatismo e importancia a determinados momentos que debieran ser claves en la acción dramática del mensaje que se trata de ofrecer.

El hecho que para esta puesta en escena se haya reducido el elenco a tan solo seis personajes se agradece, puesto que la salida a las tablas de otros aparecidos en el texto, seguro no habría aportado nada al conflicto de la obra.

En relación al desempeño actoral nos vemos obligados a dividir al elenco en dos partes. En una reuniremos a Melián, Salgado, Porras, García y Guez, mientras que del otro colocaremos a Salcedo. El por qué de esto, lo explicamos a continuación.

Producto de la forma tan dispareja en que se diseñó el trabajo con los actores, el resultado nos pone frente a dos tipos de productos totalmente opuestos, uno con personajes que rayan en lo ridículamente arquetípicos y otro, con un solo personaje que se mueve todo el tiempo en un realmente logrado modo natural en su proyección escénica.


No obstante este equivocado concepto a la hora de concebir los personajes, responsabilidad máxima del director sin duda alguna, hay que señalar el esfuerzo realizado por Meliá, Salgado y Porras para encarnar personajes fuera del rango de sus propias edades, algo siempre difícil de lograr con efectividad. En cuanto a los jóvenes García y Guez, ambos mostraron no estar preparados aún para subir a las tablas junto a un elenco profesional, faltándoles mucho camino por andar. En el caso de Salcedo, su labor al asumir tanto el personaje del hijo inconforme con la vida que lleva, como en el del que comenta las acciones de la obra, con el cual rompe la cuarta pared, al entrar a dialogar directamente con los espectadores, logra un encomiable desempeño, el cual se agradece grandemente.

Un aspecto que nos llamó poderosamente la atención de esta puesta, es el título que el autor le puso a su obra, casi idéntico al de otra pieza existente sobre la misma temática, escrita por Matías Monte Huidobro, “Exilio”, publicada en 1988 por la Editorial Persona, en Miami e incluida también en una inusual recopilación de teatro cubano escrito por autores tanto de la isla como del exilio, edición esta que saliera a la luz en el 2011 y que corrió a cargo de Ernesto Fundora, siendo realizada por la cubana Editorial Alarcos, bajo el nombre de Dramaturgia de la Revolución (Tomos I, II y III). Este coincidente hecho demuestra la falta de información por parte de los dramaturgos que residen dentro de la isla, respecto a las obras ya existentes de sus colegas cubanos localizados en otras partes del mundo, lo que prueba a las claras de donde parten los llamados ”bloqueos” que sufre dicho país.


Una vez más repetimos, sube a la escena de Miami una obra de autores cubanos de adentro de la isla en detrimento de las obras de los dramaturgos cubanos, que huyendo de la represión y la censura desde hace seis décadas se han establecido por estos parajes, donde ni siquiera el afamado Festival Internacional de Teatro Hispano le ha abierto un espacio a la dramaturgia local. No obstante nuestros escritores continuarán escribiendo teatro cubano desde el exilio, en espera que tanto aquí como allá suba a escena.





Lic. Wilfredo A. Ramos
Miami, Agosto 11, 2023.

Fotos cortesía de Main Street Playhouse

Saturday, August 12, 2023

Lily Batet, su guitarra y su obra (por Teresa Fernández Soneira)

Lily Batet y su inseparable guitarra c. 1980.
Prohibida la reproducción. © Todos
los derechos reservados.
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En la década del 1960, la tan cubana guitarra también se exila para continuar su larga tradición en Miami.

Fue Lily Batet, compositora, maestra, cantante, y excelente guitarrista la que, en su afán por preservar nuestras raíces, al llegar de Cuba abre un estudio de guitarra en el centro de nuestra ciudad, el Estudio Lily Margot por el que pasaríamos, en sus 22 años de existencia, cientos de jóvenes que, habiendo salido de la Patria aún muy pequeños, necesitábamos estar expuestos a las tradiciones cubanas y así salvar nuestra herencia. La música popular cubana es, sin duda alguna, una de estas tradiciones.

Pero ¿quién es Lily Batet? ¿Recuerdan el famoso bolero Alma de Roca? Pues con esta canción, inspirada cuando la autora solo contaba 18 años, le hubiera sido suficiente para asegurar un puesto destacado en la historia de nuestra música. Pero su contribución sería mucho más amplia; hagamos un poco de historia…

Estaba Mario García Menocal como presidente de la Republica y se oía cantar por las calles (porque a todo le ponemos música), la conga La Chambelona con sus matices políticos: ‘Tumba la caña, anda ligero, mira que ahí viene El Mayoral, sonando el cuero…’. Se acababa de inaugurar Pro-Arte Musical y para el estreno se había traído al pianista Arturo Rubinstein. Venían a Cuba grandes artistas como Rosa Ponselle, Amelita Galli Curci, Sarah Bernhardt, Enrico Caruso. En el plano nacional, el son seguía invadiéndolo todo y la radio brillaba en sus primeros programas musicales. En estos días de renacer musical para Cuba, nace en La Habana Lily Batet Morales. Su mamá, Lizzie Morales, era concertista de la Filarmónica de La Habana bajo nuestro Amadeo Roldán, y también de la Sinfónica bajo Gonzalo Roig. Lizzie había sido alumna de piano de Ernesto Lecuona y amiga del compositor Eduardo Sánchez de Fuentes. Con esta herencia musical venía Lily al mundo.

Decía una amiga que Lily había “entonado antes que hablar” pues ya de pequeña improvisaba melodías en el piano, y en un ukelele intentaba tocar algunos sones de moda. Su papá, viendo que su hija tenía tanto interés y facilidad para la música, le regaló por un día de Reyes su primer guitarra. Nos dice Lily que esa misma tarde había afinado la guitarra “por teléfono” con la ayuda de una amiga de su mamá, y estaba tocando Olvido de Miguel Matamoros.

Su educación musical la realizó en el Conservatorio Hubert de Blanck y en el Conservatorio Municipal de La Habana. Estudió piano, teoría, solfeo, así como seis años de guitarra y composición. Fue alumna de guitarra de Francisqueta Villalta y de Clarita Romero de Nicola, y en Pro-Arte Musical, y es allí en la década de los años 30, donde Lily conoce a Margot Blanco, más tarde su acompañante en el Dúo Lily-Margot, que recorrería medio continente americano dando a conocer la música cubana.

¿Y, cómo surgió el Dúo Lily-Margot”? le pregunto a Lily.

“Organizaba Pro-Arte un pequeño concierto para clausurar unas conferencias que eran dadas en esta institución, y la profesora, Clarita Romero, me dice: ‘ya tengo a la persona que te va a acompañar en tu número’. “¿Quién es, Clarita?”, le pregunta Lily. ‘Pues Margot Blanco’, contesta la maestra. Lily comenta que al principio no se entusiasmó mucho con la idea pues conocía poco a Margot y nunca se habían dirigido la palabra. Pero en vista de la insistencia de la maestra, se pusieron a ensayar un huapango mexicano y una cueca chilena y quedaron tan satisfechas con la acoplación de voces y guitarras, que decidieron ensayarlas para la fiesta. Este comienzo las mantendría unidas hasta la actualidad”. Dice Lily que ya en ese concierto de Pro-Arte comenzó su fama, pues tuvieron que repetir la cueca, Corazones Partidos ¡seis veces! Corría el año 1934.

Comienzan después a cantar en fiestas particulares; viajan a Halifax, Nueva Escocia (Canadá) para actuar en la clausura de un congreso que allí se celebraba, y llevan una bandera cubana que entregan al primer ministro de Nueva Escocia en nombre de Cuba. Cantan con el dúo mexicano Los Cuates Castilla en el French Casino de La Habana.

El dúo Lily-Margot en La Habana en 1939.
 Foto cortesía de LilyBatet de Contreras. 
Prohibida lareproducción ©. 
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En 1938, mientras debutaban en el hotel Kawama de Varadero, las oye el presidente de Pan American Airways quien era muy amigo del presidente norteamericano Franklin Delano Roosevelt. Este enseguida las invita para que canten en la Casa Blanca en una Fiesta de Primavera. Ellas aceptan gustosas y se embarcan para Washington. En la Casa Blanca son recibidas por el mismo presidente Roosevelt quien las obsequia con una placa en la Oficina Oval.

También en este viaje son invitadas a cantar en la Embajada Cubana de Washington con motivo de la fecha patria del 20 de mayo. “Los contratos llovían!” comenta Lily. “Era como una cadena; terminábamos de cantar en un lugar y se nos daba otro contrato, así uno atrás del otro”. En este mismo año vuelan a Nueva York donde cantan para la CBS y filman un corto musical que es exhibido en Estados Unidos y en Cuba. Actúan también en el Teatro Latino de Nueva York; en el night club La Conga, y con Desi Arnaz en el Central Park Casino. También graban discos juntas. Los éxitos continuaban. En enero de 1939 hacen una gira de nueve meses por México donde son presentadas como “La sal y la pimienta de Cuba”. Su repertorio es 100 por ciento cubano: Cachita, Cielo Tropical, Olvido, algunos sones y varias composiciones de Lily: Guitarra (premiada en el 1935). Así era mi vida y Olvido con letra de Ramiro Gómez Kemp y música de Lily.

En México, D.F., cantan por la cadena de radio XEQ, en el Teatro Alameda, en el night club El Patio, y graban para la RCA Víctor. También son contratadas para cantar en los carnavales de Veracruz, en Guadalajara y en Tampico donde ganan un concurso de dúos contra las Hermanas Águila de México. Uno de los momentos más emocionantes de su vida, relata Lily, fue al abandonar Tampico. “La multitud que nos había ido a despedir a la estación de trenes, era impresionante, y en el mismo andén tuvimos que sacar las guitarras y cantar Cachita después de ser ovacionadas por el gentío”.

Ya de regreso a Cuba cantan en la radio por la Cadena Crusellas, la CMQ y la RHC Cadena Azul, y actúan en el Casino Nacional y en el Summer Casino. En una de las actuaciones radiales se aglomeró un gran público causando un tremendo calor. Al salir ellas a escena con sus guitarras, las cuerdas, que en aquellos tiempos se hacían de tripa y no de nylon, se reventaron con el calor.

A mediados de 1940 deciden terminar la carrera profesional cuando tenían contratos para ir por toda América del Sur. Lo hacen porque tanto Lily como Margot se habían comprometido y poco después se casan con dos hermanos dedicándose a su familia y a sus hijos. Pero Lily no abandonaría su amor por la música tan fácilmente. Seguiría dando clases particulares en La Habana hasta su salida de Cuba en 1960.

Primer grupo de alumnos del estudio
 Lily-Margot en Miami, en 1962.
Colección del patrimonio de Lily Batet. Prohibida la reproducción.
Todos los derechos reservados.
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Al poco tiempo de llegar a Miami, el 6 de julio de 1962, abre un estudio de guitarra y comienza con solo nueve alumnos. Les presenta en un estudiado repertorio que ella misma ha confeccionado con los variados ritmos de la Isla lejana. Después enseñaría también en la Academia Loyola; en el colegio de Saint Patrick en Miami Beach; en la Escuela de Música de la Universidad de Miami, integrando su profesorado por 10 años. En el Koubek Memorial Center donde enseña por 15 años, y en la parroquia de Santa Rosa de Lima en Miami Shores.

Concierto de guitarras, 
estudio de guitarras Lily-Margot
En Barry University c. 1965. 
Prohibida la reproducción ©.
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Vista parcial del grupo del conjunto de
 guitarras del estudio Lily-Margot.
 Universidad de Miami, 
Fiesta de la Hispanidad c. 1967. 
Prohibida la reproducción ©.
Todos los derechos reservados.
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Programa de Navidad, 
grupo de guitarras del estudio Lily-Margot
 en el Canal 7 de TV, Miami en 1967. 
Todos los derechos reservados ©. 
Prohibida la reproducción.
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Como si todo esto no fuera suficiente, Lily organiza 17 festivales de guitarra en el Dade County Auditórium; 12 espectáculos de Navidad; innumerables presentaciones por televisión en los canales 2, 4, 6, 7, 10, 17 y 23, así como conciertos de guitarra a beneficio del Centro Hispano Católico, el Centro Mater, la Casa de la Libertad, la Sociedad del Cáncer, el colegio de Belén y la Fundación del Corazón. Presenta a sus alumnos en los Festivales de la Hispanidad, en la calle Ocho, y muchos otros.

“De 1975 en adelante venían a estudiar guitarra al estudio jovencitos que habían nacido ya aquí” relata Lily. “Querían que les enseñara canciones americanas, era la moda. Pero después de un tiempo se aburrían de los mismos ritmos y me pedían que les enseñara algunas canciones hispanas. ¡Olvídate, que se vuelve a las raíces! Una vez que le ensayaba canciones cubanas estaban encantados y ¡ya no querían más canciones americanas!,” acaba diciendo con una sonrisa.

La incansable Lily, que lleva ya más de 50 años con su inseparable guitarra y dedicada a la música, sigue activa en la actualidad(1) cantando varias veces por semana en las casas para ancianos de nuestra ciudad, donde toca la guitarra y enseña a cantar a tantos viejitos enfermos. Además, en estos momentos está enfrascada en la preparación de su Método de Guitarra, “pero con el sistema con que a mi me enseñaron”, aclara Lily. “Tendrá tres volúmenes y espero imprimirlo muy pronto”.

Esto segura que muchos de los que leen hoy este artículo han salido beneficiados, no solo de las clases sino también de la cubanía, el entusiasmo y la entrega de Lily Batet. A ella el exilio le debe mucho, pero sobre todo el que haya mantenido vivo en tantos jóvenes cubanos de Miami ese amor por la música de Cuba, que es parte de su herencia. Gracias, Lily, porque así también se hace Patria.




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1. Esta entrevista es de 1986. Lilly Batet falleció en la década de 1990 en Miami.


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Entrevista realizada por Teresa Fernández Soneira a Lily Batet y publicada originalmnete en El Miami Herald en 1986, en el suplemento especial dedicado al 10 de octubre.



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Teresa Fernández Soneira (La Habana 1947), es una historiadora y escritora cubana radicada en Miami desde 1961. Ha hecho importantes aportes a la historia de Cuba con escritos y libros de temática cubana, entre ellos, CUBA: Historia de la educación católica 1582-1961, Ediciones Universal, Miami, 1997, Con la Estrella y la Cruz: Historia de las Juventudes de Acción Católica Cubana, Ediciones Universal, Miami, 2002. En los últimos años ha estado enfrascada en su obra Mujeres de la Patria, contribución de la mujer a la independencia de Cuba, (Ediciones Universal, Miami 2014 y 2018). El volumen I dedicado a la mujer en las conspiraciones y la Guerra de los Diez Años, y el volumen 2, de reciente publicación, trata sobre la mujer en la Guerra de Independencia. En estos dos volúmenes la autora ha rescatado la historia de más de 1,300 mujeres cubanas y su quehacer durante nuestras luchas independentistas. En el verano del 2022 publicó La Bella Cubana, rostros de mujeres en la Cuba del siglo XIX (Alexandria Library Pub. House, Miami) que recoge 150 daguerrotipos del siglo XIX de mujeres cubanas de todas las edades y razas, acompañados de poemas de la época. Es un homenaje a la mujer cubana de todos los tiempos.
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Gaspar, El Lugareño Headline Animator

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