Sunday, August 13, 2023

Exilios en la escena cubana. (por Wilfredo A. Ramos)



“En el exilio todo intento de arraigo se considera traición: es el reconocimiento de la derrota”.

(Salman Rushdie, en Los versos satánicos, 1988).







Se ha convertido en un hecho habitual que a los escenarios de Miami suban puestas en escena de obra escritas por dramaturgos cubanos que en la actualidad viven dentro de la isla, hecho que no llamaría tanto la atención, teniendo en cuenta la muy notable ausencia de textos de autores de la misma nacionalidad, asentados no solo en esta ciudad, sino en el reto del país, que ven envejecer sus obras en una gaveta o en el mejor y más afortunado de los ocasos publicadas en un libro que casi nadie sabe que existe.

Este último hecho no es nada nuevo, ha estado sucediendo desde los primeros momentos de llegada a estas tierras de los diferentes dramaturgos exiliados provenientes de la isla, que han visto como sus obras no son escogidas o hasta en los peores casos denegadas por la mayor parte los directores escénicos. Esto ha llevado a algunos de los dramaturgos a tener que convertirse en directores de sus propias obras o en productores de las mismas, para de esta forma verlas cobrar vida sobre las tablas, lo que es el sueño de todo escritor de teatro.

Al hacer hincapié sobre este tema, no estamos negando de forma alguna la posibilidad que el teatro escrito dentro de Cuba tenga también su espacio en nuestros escenarios -tal cosa sería un despropósito- aunque ya sabemos que lo contrario si resulta una mera utopía. Cuando se habla de Teatro Cubano, en ello se encuentra inmerso todo el teatro escrito por autores cubanos que se encuentren en cualquier parte del mundo y se haya escrito no importa en qué lengua. Tan cubano es el teatro escrito en francés por José Triana, como el concebido en inglés por Nilo Cruz, así como el escrito por un autor cubano en una ciudad como Buenos Aires o en la mismísima Ciudad de México.

Por otra parte, lamentablemente nos encontramos también en nuestra ciudad con algún director que prefiere siempre dirigir obras escritas dentro de la isla a la de cualquiera de los dramaturgos cubanos asentados por estas tierras. En fin, cada quien está en su derecho de dirigir la obra que desee, lo sabemos, pero tal desprecio huele muy mal.


Precisamente en estos momentos, una obra ‘cubana’ ha tenido su estreno mundial sobre los escenarios de Miami: “Exilios”, de Yerandy Fleites Pérez, en una producción del Main Street Playhouse, colectivo que tiene su sede en un pequeño pero acogedor espacio en la barriada de Miami Lake.

La puesta contó con la dirección de Danny Nieves, nacido en Miami, pero perteneciente a una familia de raíces cubanas, graduado en Bellas Artes e Interpretación Teatral por la Universidad Internacional de la Florida (FIU). El elenco estuvo integrado por un conjunto de intérpretes multinacional formado por Tamara Meliá, (Cuba), Steven Salgado (Perú), Francisco Porras (México), Ismael Salcedo Alarcón (de raíces colombiana-españolas), Nicole García (Colombia) y Steven Guez (Colombia).

Main Street Playhouse se encuentra celebrando en estos momentos su 49 aniversario, desde aquel ya lejano año de 1974 donde el profesor de teatro del Instituto Hialeah-Miami Lakes Senior High School, Joe Boyd, creó un grupo de teatro aficionado llamándolo The Miami Lakes Players Guild. Desde entonces ha transcurrido el tiempo y aquella primera agrupación con actores aficionados se fue transformando, llegando en el 2017 a tomar la categoría de una compañía semi-profesional. Han volcado además un gran esfuerzo en el trabajo de formación de una posible futura generación de actores, directores y espectadores que sepan apreciar el valor del teatro. Durante todo este tiempo dicha institución ha dirigido su labor hacia la comunidad, teniendo a los niños entre sus prioridades, así como han puesto su empeño de igual forma, en ofrecer todo su apoyo al desarrollo del talento local.

Con el objetivo de ampliar su público y las posibilidades de desarrollo artístico, es que desde hace algunos años dicha institución se abrió a la posibilidad de presentar obras habladas en español, teniendo en cuenta el bilingüismo casi total de esta ciudad.


Es con ese objetivo que para esta ocasión escogieron la obra en cuestión, la cual tiene su antecedente en otra obra escrita por su propio autor y estrenada hace algún tiempo en la Habana, en la sala Teatro El Sótano, respondiendo al nombre de “Mi tío el exiliado” -la cual no tuvo buena acogida, siendo desestimada por su autor- título con el cual el dramaturgo pretendió establecer un paralelo con el argumento de la novela del también escritor cubano Ramón Meza, “Mi tío el empleado”, escrita en 1887, en la cual se narra la historia de una pareja de tío y sobrino que se vienen desde España hacia la isla de Cuba a “hacer las Américas”, como se decía en aquella época . Novela que aborda el tema de la inmigración, de aquellos tiempos, donde Cuba era un país receptor de inmigrantes de todas partes del mundo, y cómo lograron estos insertarse en la sociedad del país. De aquí que la obra de Yerandy se interese igualmente en mostrar el problema de la inmigración pero de manera inversa, es decir el de la huida que se ha producido por miles y miles de ciudadanos cubanos hacia cualquier otro rincón del mundo después de la instauración en el país de una dictadura de carácter comunista, que ya lleva más de seis décadas en el poder.

Como es de imaginar por tal temática, así como por algunos planteamientos que se manifiestan en la misma, dicha obra, tal y como se ha presentado en nuestros escenarios, sería a nuestro entender imposible de representar en los cubanos, por mucho que se hable de cierta apertura de temas a tratar dentro del teatro actual dentro en dicho país.

El texto se encuentra construido desde las coordenadas de una narración de corte naturalista, donde el típico costumbrismo de un tipo de teatro cubano está presente, sin pasar por alto el bastante manido humor criollo con el objetivo de ‘ablandar’ las ideas expresadas a través de la obra. La construcción de la misma nos puede traer a la mente obras de autores cubanos que en distintos momentos han incursionado en este tipo de teatro con mayor o menor éxito.


El texto de Fleites recurre al ya demasiado utilizado recurso de presentar al exiliado cubano como el total perdedor nostálgico que a pesar de sus mayores o menores éxitos logrados en su vida fuera de su país, tiene la necesidad de regresar a su ‘terruño natal’ para sentir su realización personal preservada. Esta visión seudo maternalista de la suprema importancia que debe tener para el individuo el lugar donde nació y en algunos casos transcurrió una parte de su vida, no necesariamente tiene por qué mostrarse en todo momento como el núcleo sentimental de mayor importancia en la vida del ser humano. Con ese discurso se pretende exaltar el valor del concepto patria a niveles de adoración casi mística, en el nombre del cual se vapulean muchos valores y principios de manera bastante demagoga y chovinista.

Si bien el ser humano se amarra a variados conceptos para sentir su pertenencia a algo, el tratar de hacer que la felicidad y la realización personal dependan de un pedazo de tierra en específico, a pesar de los múltiples sinsabores y ultrajes sufridos en ella, dicha idea no es del todo exacta. Cierto es que esa felicidad y realización personal no tiene por que estar atada a un lugar donde los recuerdos de los hechos vividos dicen lo contrario. Por ello resulta redundante ver en escena nuevamente al inmigrante cubano que a pesar de haber sido expulsado de su país, en este caso por el hecho tan solo de ser homosexual, regresa incluso con la intención de quedarse a morir junto a su familia como única manera de redención consigo mismo.

Estas ideas de que el exiliado cubano, no el inmigrante, que son cosas diferentes, debe mostrarse casi arrepentido por haber dejado su tierra, es a nuestro modo de ver, una manera de ponernos frente a un ser humano derrotado ante el concepto de la grandeza de la patria, que muy acorde han manejado aquellos que continúan desgobernando la isla, apropiándose del valor del mismo.


Con respecto a la puesta en escena dirigida por Nieves, ésta se mueve por derroteros de un teatro prácticamente naturalistas, donde no hay espacio para la imaginación. El grueso de los personajes se encuentran lamentablemente trabajados bajo caracteres estereotipados, muy lejos del proyectado naturalismo de la pieza. Falta una profunda investigación de aspectos de la realidad cubana contemporánea, lo que se refleja en vestuarios y situaciones inadecuadas que rayan en lo ridículo, llevando la obra por momentos hacia lo grotesco, provocando una risa fuera inoportuna, la cual resta dramatismo e importancia a determinados momentos que debieran ser claves en la acción dramática del mensaje que se trata de ofrecer.

El hecho que para esta puesta en escena se haya reducido el elenco a tan solo seis personajes se agradece, puesto que la salida a las tablas de otros aparecidos en el texto, seguro no habría aportado nada al conflicto de la obra.

En relación al desempeño actoral nos vemos obligados a dividir al elenco en dos partes. En una reuniremos a Melián, Salgado, Porras, García y Guez, mientras que del otro colocaremos a Salcedo. El por qué de esto, lo explicamos a continuación.

Producto de la forma tan dispareja en que se diseñó el trabajo con los actores, el resultado nos pone frente a dos tipos de productos totalmente opuestos, uno con personajes que rayan en lo ridículamente arquetípicos y otro, con un solo personaje que se mueve todo el tiempo en un realmente logrado modo natural en su proyección escénica.


No obstante este equivocado concepto a la hora de concebir los personajes, responsabilidad máxima del director sin duda alguna, hay que señalar el esfuerzo realizado por Meliá, Salgado y Porras para encarnar personajes fuera del rango de sus propias edades, algo siempre difícil de lograr con efectividad. En cuanto a los jóvenes García y Guez, ambos mostraron no estar preparados aún para subir a las tablas junto a un elenco profesional, faltándoles mucho camino por andar. En el caso de Salcedo, su labor al asumir tanto el personaje del hijo inconforme con la vida que lleva, como en el del que comenta las acciones de la obra, con el cual rompe la cuarta pared, al entrar a dialogar directamente con los espectadores, logra un encomiable desempeño, el cual se agradece grandemente.

Un aspecto que nos llamó poderosamente la atención de esta puesta, es el título que el autor le puso a su obra, casi idéntico al de otra pieza existente sobre la misma temática, escrita por Matías Monte Huidobro, “Exilio”, publicada en 1988 por la Editorial Persona, en Miami e incluida también en una inusual recopilación de teatro cubano escrito por autores tanto de la isla como del exilio, edición esta que saliera a la luz en el 2011 y que corrió a cargo de Ernesto Fundora, siendo realizada por la cubana Editorial Alarcos, bajo el nombre de Dramaturgia de la Revolución (Tomos I, II y III). Este coincidente hecho demuestra la falta de información por parte de los dramaturgos que residen dentro de la isla, respecto a las obras ya existentes de sus colegas cubanos localizados en otras partes del mundo, lo que prueba a las claras de donde parten los llamados ”bloqueos” que sufre dicho país.


Una vez más repetimos, sube a la escena de Miami una obra de autores cubanos de adentro de la isla en detrimento de las obras de los dramaturgos cubanos, que huyendo de la represión y la censura desde hace seis décadas se han establecido por estos parajes, donde ni siquiera el afamado Festival Internacional de Teatro Hispano le ha abierto un espacio a la dramaturgia local. No obstante nuestros escritores continuarán escribiendo teatro cubano desde el exilio, en espera que tanto aquí como allá suba a escena.





Lic. Wilfredo A. Ramos
Miami, Agosto 11, 2023.

Fotos cortesía de Main Street Playhouse

Saturday, August 12, 2023

Lily Batet, su guitarra y su obra (por Teresa Fernández Soneira)

Lily Batet y su inseparable guitarra c. 1980.
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En la década del 1960, la tan cubana guitarra también se exila para continuar su larga tradición en Miami.

Fue Lily Batet, compositora, maestra, cantante, y excelente guitarrista la que, en su afán por preservar nuestras raíces, al llegar de Cuba abre un estudio de guitarra en el centro de nuestra ciudad, el Estudio Lily Margot por el que pasaríamos, en sus 22 años de existencia, cientos de jóvenes que, habiendo salido de la Patria aún muy pequeños, necesitábamos estar expuestos a las tradiciones cubanas y así salvar nuestra herencia. La música popular cubana es, sin duda alguna, una de estas tradiciones.

Pero ¿quién es Lily Batet? ¿Recuerdan el famoso bolero Alma de Roca? Pues con esta canción, inspirada cuando la autora solo contaba 18 años, le hubiera sido suficiente para asegurar un puesto destacado en la historia de nuestra música. Pero su contribución sería mucho más amplia; hagamos un poco de historia…

Estaba Mario García Menocal como presidente de la Republica y se oía cantar por las calles (porque a todo le ponemos música), la conga La Chambelona con sus matices políticos: ‘Tumba la caña, anda ligero, mira que ahí viene El Mayoral, sonando el cuero…’. Se acababa de inaugurar Pro-Arte Musical y para el estreno se había traído al pianista Arturo Rubinstein. Venían a Cuba grandes artistas como Rosa Ponselle, Amelita Galli Curci, Sarah Bernhardt, Enrico Caruso. En el plano nacional, el son seguía invadiéndolo todo y la radio brillaba en sus primeros programas musicales. En estos días de renacer musical para Cuba, nace en La Habana Lily Batet Morales. Su mamá, Lizzie Morales, era concertista de la Filarmónica de La Habana bajo nuestro Amadeo Roldán, y también de la Sinfónica bajo Gonzalo Roig. Lizzie había sido alumna de piano de Ernesto Lecuona y amiga del compositor Eduardo Sánchez de Fuentes. Con esta herencia musical venía Lily al mundo.

Decía una amiga que Lily había “entonado antes que hablar” pues ya de pequeña improvisaba melodías en el piano, y en un ukelele intentaba tocar algunos sones de moda. Su papá, viendo que su hija tenía tanto interés y facilidad para la música, le regaló por un día de Reyes su primer guitarra. Nos dice Lily que esa misma tarde había afinado la guitarra “por teléfono” con la ayuda de una amiga de su mamá, y estaba tocando Olvido de Miguel Matamoros.

Su educación musical la realizó en el Conservatorio Hubert de Blanck y en el Conservatorio Municipal de La Habana. Estudió piano, teoría, solfeo, así como seis años de guitarra y composición. Fue alumna de guitarra de Francisqueta Villalta y de Clarita Romero de Nicola, y en Pro-Arte Musical, y es allí en la década de los años 30, donde Lily conoce a Margot Blanco, más tarde su acompañante en el Dúo Lily-Margot, que recorrería medio continente americano dando a conocer la música cubana.

¿Y, cómo surgió el Dúo Lily-Margot”? le pregunto a Lily.

“Organizaba Pro-Arte un pequeño concierto para clausurar unas conferencias que eran dadas en esta institución, y la profesora, Clarita Romero, me dice: ‘ya tengo a la persona que te va a acompañar en tu número’. “¿Quién es, Clarita?”, le pregunta Lily. ‘Pues Margot Blanco’, contesta la maestra. Lily comenta que al principio no se entusiasmó mucho con la idea pues conocía poco a Margot y nunca se habían dirigido la palabra. Pero en vista de la insistencia de la maestra, se pusieron a ensayar un huapango mexicano y una cueca chilena y quedaron tan satisfechas con la acoplación de voces y guitarras, que decidieron ensayarlas para la fiesta. Este comienzo las mantendría unidas hasta la actualidad”. Dice Lily que ya en ese concierto de Pro-Arte comenzó su fama, pues tuvieron que repetir la cueca, Corazones Partidos ¡seis veces! Corría el año 1934.

Comienzan después a cantar en fiestas particulares; viajan a Halifax, Nueva Escocia (Canadá) para actuar en la clausura de un congreso que allí se celebraba, y llevan una bandera cubana que entregan al primer ministro de Nueva Escocia en nombre de Cuba. Cantan con el dúo mexicano Los Cuates Castilla en el French Casino de La Habana.

El dúo Lily-Margot en La Habana en 1939.
 Foto cortesía de LilyBatet de Contreras. 
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En 1938, mientras debutaban en el hotel Kawama de Varadero, las oye el presidente de Pan American Airways quien era muy amigo del presidente norteamericano Franklin Delano Roosevelt. Este enseguida las invita para que canten en la Casa Blanca en una Fiesta de Primavera. Ellas aceptan gustosas y se embarcan para Washington. En la Casa Blanca son recibidas por el mismo presidente Roosevelt quien las obsequia con una placa en la Oficina Oval.

También en este viaje son invitadas a cantar en la Embajada Cubana de Washington con motivo de la fecha patria del 20 de mayo. “Los contratos llovían!” comenta Lily. “Era como una cadena; terminábamos de cantar en un lugar y se nos daba otro contrato, así uno atrás del otro”. En este mismo año vuelan a Nueva York donde cantan para la CBS y filman un corto musical que es exhibido en Estados Unidos y en Cuba. Actúan también en el Teatro Latino de Nueva York; en el night club La Conga, y con Desi Arnaz en el Central Park Casino. También graban discos juntas. Los éxitos continuaban. En enero de 1939 hacen una gira de nueve meses por México donde son presentadas como “La sal y la pimienta de Cuba”. Su repertorio es 100 por ciento cubano: Cachita, Cielo Tropical, Olvido, algunos sones y varias composiciones de Lily: Guitarra (premiada en el 1935). Así era mi vida y Olvido con letra de Ramiro Gómez Kemp y música de Lily.

En México, D.F., cantan por la cadena de radio XEQ, en el Teatro Alameda, en el night club El Patio, y graban para la RCA Víctor. También son contratadas para cantar en los carnavales de Veracruz, en Guadalajara y en Tampico donde ganan un concurso de dúos contra las Hermanas Águila de México. Uno de los momentos más emocionantes de su vida, relata Lily, fue al abandonar Tampico. “La multitud que nos había ido a despedir a la estación de trenes, era impresionante, y en el mismo andén tuvimos que sacar las guitarras y cantar Cachita después de ser ovacionadas por el gentío”.

Ya de regreso a Cuba cantan en la radio por la Cadena Crusellas, la CMQ y la RHC Cadena Azul, y actúan en el Casino Nacional y en el Summer Casino. En una de las actuaciones radiales se aglomeró un gran público causando un tremendo calor. Al salir ellas a escena con sus guitarras, las cuerdas, que en aquellos tiempos se hacían de tripa y no de nylon, se reventaron con el calor.

A mediados de 1940 deciden terminar la carrera profesional cuando tenían contratos para ir por toda América del Sur. Lo hacen porque tanto Lily como Margot se habían comprometido y poco después se casan con dos hermanos dedicándose a su familia y a sus hijos. Pero Lily no abandonaría su amor por la música tan fácilmente. Seguiría dando clases particulares en La Habana hasta su salida de Cuba en 1960.

Primer grupo de alumnos del estudio
 Lily-Margot en Miami, en 1962.
Colección del patrimonio de Lily Batet. Prohibida la reproducción.
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Al poco tiempo de llegar a Miami, el 6 de julio de 1962, abre un estudio de guitarra y comienza con solo nueve alumnos. Les presenta en un estudiado repertorio que ella misma ha confeccionado con los variados ritmos de la Isla lejana. Después enseñaría también en la Academia Loyola; en el colegio de Saint Patrick en Miami Beach; en la Escuela de Música de la Universidad de Miami, integrando su profesorado por 10 años. En el Koubek Memorial Center donde enseña por 15 años, y en la parroquia de Santa Rosa de Lima en Miami Shores.

Concierto de guitarras, 
estudio de guitarras Lily-Margot
En Barry University c. 1965. 
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Vista parcial del grupo del conjunto de
 guitarras del estudio Lily-Margot.
 Universidad de Miami, 
Fiesta de la Hispanidad c. 1967. 
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Programa de Navidad, 
grupo de guitarras del estudio Lily-Margot
 en el Canal 7 de TV, Miami en 1967. 
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Como si todo esto no fuera suficiente, Lily organiza 17 festivales de guitarra en el Dade County Auditórium; 12 espectáculos de Navidad; innumerables presentaciones por televisión en los canales 2, 4, 6, 7, 10, 17 y 23, así como conciertos de guitarra a beneficio del Centro Hispano Católico, el Centro Mater, la Casa de la Libertad, la Sociedad del Cáncer, el colegio de Belén y la Fundación del Corazón. Presenta a sus alumnos en los Festivales de la Hispanidad, en la calle Ocho, y muchos otros.

“De 1975 en adelante venían a estudiar guitarra al estudio jovencitos que habían nacido ya aquí” relata Lily. “Querían que les enseñara canciones americanas, era la moda. Pero después de un tiempo se aburrían de los mismos ritmos y me pedían que les enseñara algunas canciones hispanas. ¡Olvídate, que se vuelve a las raíces! Una vez que le ensayaba canciones cubanas estaban encantados y ¡ya no querían más canciones americanas!,” acaba diciendo con una sonrisa.

La incansable Lily, que lleva ya más de 50 años con su inseparable guitarra y dedicada a la música, sigue activa en la actualidad(1) cantando varias veces por semana en las casas para ancianos de nuestra ciudad, donde toca la guitarra y enseña a cantar a tantos viejitos enfermos. Además, en estos momentos está enfrascada en la preparación de su Método de Guitarra, “pero con el sistema con que a mi me enseñaron”, aclara Lily. “Tendrá tres volúmenes y espero imprimirlo muy pronto”.

Esto segura que muchos de los que leen hoy este artículo han salido beneficiados, no solo de las clases sino también de la cubanía, el entusiasmo y la entrega de Lily Batet. A ella el exilio le debe mucho, pero sobre todo el que haya mantenido vivo en tantos jóvenes cubanos de Miami ese amor por la música de Cuba, que es parte de su herencia. Gracias, Lily, porque así también se hace Patria.




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1. Esta entrevista es de 1986. Lilly Batet falleció en la década de 1990 en Miami.


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Entrevista realizada por Teresa Fernández Soneira a Lily Batet y publicada originalmnete en El Miami Herald en 1986, en el suplemento especial dedicado al 10 de octubre.



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Teresa Fernández Soneira (La Habana 1947), es una historiadora y escritora cubana radicada en Miami desde 1961. Ha hecho importantes aportes a la historia de Cuba con escritos y libros de temática cubana, entre ellos, CUBA: Historia de la educación católica 1582-1961, Ediciones Universal, Miami, 1997, Con la Estrella y la Cruz: Historia de las Juventudes de Acción Católica Cubana, Ediciones Universal, Miami, 2002. En los últimos años ha estado enfrascada en su obra Mujeres de la Patria, contribución de la mujer a la independencia de Cuba, (Ediciones Universal, Miami 2014 y 2018). El volumen I dedicado a la mujer en las conspiraciones y la Guerra de los Diez Años, y el volumen 2, de reciente publicación, trata sobre la mujer en la Guerra de Independencia. En estos dos volúmenes la autora ha rescatado la historia de más de 1,300 mujeres cubanas y su quehacer durante nuestras luchas independentistas. En el verano del 2022 publicó La Bella Cubana, rostros de mujeres en la Cuba del siglo XIX (Alexandria Library Pub. House, Miami) que recoge 150 daguerrotipos del siglo XIX de mujeres cubanas de todas las edades y razas, acompañados de poemas de la época. Es un homenaje a la mujer cubana de todos los tiempos.

Wednesday, August 9, 2023

"El profesor Langsner, famoso detective austríaco, guiando un automóvil por las calles más concurridas de La Habana, con los ojos vendados. El experimento del profesor Langsner resultó un éxito completo." (Foto/Carteles, marzo 1929) .

 

"Camagüey. La señorita Noelia Farra y su Corte de Honor en los festejos celebrados por la Sociedad 'Concordia', del Reparto Garrido." (Foto Gómez.Carteles, julio 1931).

 

Hemingway de paso por Biscayne Boulevard y de camino a los Everglades… atisbos a la ciudad de Miami en una novela incompleta. (por Carlos A. Peón-Casas)

Biscayne Boulevard, 1941
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Entre los años de 1946 y 1951 Hemingway trabajó en un temprano atisbo a lo que sería su inconfundible novela póstuma Island in the Stream, con sus inevitables alusiones a los parajes floridanos, a Bimini, y a Cuba, todo en uno.

El texto segregado de lo que sería de la historia final publicada en 1970, conforma unos cuatro capítulos bajo el sugestivo título de The Strange Country.

Colonade Building, at the intersection of
 Coral Way and Ponce de Leon Boulevard,
 March 1, 1927. Manley S. Brower,
 photographer. Image Courtesy of
 HistoryMiami, X-0331-1
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La historia que se nos narra arranca en Miami. Los personajes contemplan la ciudad de antaño, en un minuto anterior a la escritura y la ficción hemingwayana como es obvio, con alusiones a la década de los años treinta.


Roger y Helena, su joven amante se alojan en un hotel que domina Biscayne Boulevard desde un piso 13, un guiño que nos parece ya de entrada sugerente, dada la conocida fobia por ese número de impares circunstancias en la cultura norteamericana, y que se evita incluir en edificios públicos, etc.
Estaban en el piso 13 de un hotel en Biscayne Boulevard y el bellboy recién había bajado por los diarios y otras compras. Ocupaban dos habitaciones que miraban a la bahía, el parque y el tráfico del Boulevard…
La descripción del ambiente de la ficción es siempre el mismo en la perspectiva de la ciudad más contemporánea:
Miami estaba caliente y húmedo, y el viento que soplaba de los Everglades arrastraba los mosquitos aún en la mañana.
Biscayne Boulevard, 1930
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El setting narrativo nos sigue enfatizando el espacio de la ciudad de entonces, Biscayne Boulevard conocida desde los tempranos años veinte cuando se le promovió como vía de comunicación y un sugerente espacio comercial.
Almorzaron en un restaurante de mariscos regentado por Griegos. Era un oasis con aire acondicionado para paliar el pesado calor de la ciudad y la comida provenía con toda certeza del océano, pero con un dejo de aceite reusado en la mantequilla fresca. Pero tenían una botella de un vino blanco seco, bien frío y resinoso al paladar, y de postre había un pastel de cerezas.
La pareja prepara un viaje por carretera que los llevará hasta New Orleans. Como en cualquier road movie que se precie del paisaje que es otro personaje inevitable, el narrador centrará su ficción en los predios que desde entonces hacían el largo camino entre los pantanales de los Everglades, en un recorrido hacia el noroeste desde la ciudad miamense de partida. Ese paisaje conforma un muy atractivo landscaping que el lector interesado descubrirá con fruición en este relato de sugerentes coordenadas.

El viaje principia al atardecer, la pareja se ha hecho de un Buick convertible con no muchas millas. Es el atardecer pero el calor es pesado y persistente aún.
Manejaban hacia el oeste ahora por la amplia Coral Gables a través de los suburbios de Miami, llanos y golpeados por el calor, pasando tiendas y gasolineras y mercados, transitados por autos con personas de camino a casa que pasaban raudos. Ahora dejaron Coral Gables a su izquierda con sus edificios que parecen traídos del Basso Veneto, levantados desde la pradera floridana y hacia el camino caluroso sobre lo que antes fuera parte de los Everglades…

Opening of Tamiami Trail on April 26, 1928.
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Es sin dudas un viaje a la memoria. El texto tendrá una y otra alusión a pasadas experiencias del personaje de Roger, y será parte de una memoria afectiva y circunstancial, el paisaje será la persistencia necesaria.


El lector lo disfrutará sin dudas desde la plácida narración que recorre este texto hemingwayano, tan cargado de guiños inevitables a su biografía personal, y del que dejamos de cierre a nuestra alusión, algún botón de muestra:
Mirando adelante al camino que había recorrido tantas veces en su vida, mirándolo serpentear, sabiendo era el mismo camino con zanjas a ambos lados, y el bosque y los pantanos, sabiendo que sólo el auto era el único diferente, que solo quien estaba con él era diferente, Roger sintió ese antiguo vacío viniendo desde dentro y sabía que debía detenerlo(...) Miro hacia adelante donde el camino giraba a la derecha y corría hacia el noroeste… Eso estaba bien. Era realmente mucho mejor…
Everglades, 1930
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Monday, August 7, 2023

Un José Martí vivo sobre el escenario (por Wilfredo A. Ramos)



“... En plato de oro rico tu desnudo
¡Plato de pobre!
Pero guarda !oh alma!
¡Que usan los hombres hoy oro empañado!
Ni de eso cures, que fabrican de oro
Sus joyas el bribón y el barbilindo:
¡Las armas no. Las armas son de hierro!...”

("Hierro", poema incluido en Versos Libres, José Martí).








Proponerse llevar a escena a un personaje de la vida real, más aún cuando este ha sido un reconocido líder de una gesta política-militar, determinante para la historia de una nación, el cual ha trascendido a la más alta posición del imaginario ideológico y nacionalista de un pueblo, es sin duda un reto del que no siempre se suele salir bien parado. Esto se debe a que una figura de tal grandeza histórica se ha ido convirtiendo a través del tiempo en un mito, dejando posiblemente de lado su verdadera talla de ser mortal, de hombre común, lo que complica el que pueda ser visto mediante una mirada regular, desprejuiciada de patrones arquetípicos y de carácter heroico.

No siempre figuras de tal envergadura han tomado vida sobre las tablas, aunque sí hayan sido protagonistas en innumerables textos narrativos, por lo que asumir tal propósito artístico conlleva un escabroso proceso de preparación, investigación, acercamiento y riesgo a la figura que pretende ser traída a la vida frente al espectador.

Una de estas personalidades de la historia, en especial de la cubana, que en ocasiones ha provocado a dramaturgos revivirla sobre el escenario ha sido la de José Martí, considerado como el Apóstol de la independencia cubana y el Héroe Nacional, hecho que no obstante ha sido tomado con cautela, debido al grado de idealización y canonización que esta figura ha tomado a través del tiempo, producto de discursos oficiales, los que se han apoderado del hombre en función de la propaganda política, discursos que lo han jalonado de una parte hacia la otra del espectro ideológico, convirtiéndolo casi en una figura sobrehumana, alejada de la cotidianidad del pueblo, a la que se debe venerar como a un santo iluminado. Dichas lecturas de la vida de Martí, han llegado a crear cierto rechazo y en alguna medida, al verdadero valor y significado de la vida de un hombre, de un cubano más, que puso su vida y obra en función de la noble causa de la libertad de su pueblo.

Atraídos por esa lectura martiana más humana y terrenal -que algunos han tratado de evitar por conveniencias políticas- varios dramaturgos cubanos han tratado a través del tiempo en penetrar la vida del hombre más allá del gran líder, del gran pensador, del extraordinario intelectual, rebuscando en los episodios más íntimos de su cotidiana vida para mostrárnoslo como el hombre común que también era.

Un ejemplo lo podemos encontrar en el drama “Un objeto de deseo”, del investigador y dramaturgo exiliado, Matías Monte Huidobro, obra cargada de polémica y sentido crítico hacia nuestra identidad nacional, cuestionando así algunos mitos y valores que en ocasiones rodean de demagogia y fantasía la vida de Martí. Este texto tuvo su estreno en el año 2006, contando con la dirección de Mario Salas-Lanz y las actuaciones de Natacha Amador, Yamilé Amador y Jorge Hernández, provocando reacciones encontradas entre una parte del público y estudiosos de la obra martiana.

De igual manera para 1988 Raul de Cárdenas obtiene el premio Letras de Oro, otorgado por la Universidad de Miami, con el texto dramático “Un hombre al amanecer”, monólogo donde el autor sitúa a Martí en medio de su obra poética y la relación de la misma con su difícil andar por la vida. Dicho trabajo tuvo su estreno en 1989 bajo la dirección de Griselda Nogueras, siendo interpretado por Marcos Casanova, contando además con la participación de los cantantes Marta Ramírez y Carlos Gómez,quienes interactuaban a manera de coro griego. Este espectáculo tuvo como escenario el patio de la residencia del Dr. Gastón de Cárdenas -hermano del autor, quien no pudo estar en Miami para poder verlo- ubicada en el 7765 SW 57 Terrace, en nuestra ciudad.

Otros autores cubanos que no han dudado en utilizar a Martí como personaje real dentro de un texto dramático han sido también Iván Acosta y Omar Torres, quienes escribieron a dos manos “Abdala-José Martí”, estrenado en 1972, en el escenario al aire libre del Lincoln Center Summer Theater de New York, ante más de tres mil espectadores; Mario Martin con “José Martí: aquí presente” y Atilio Caballero, quien dentro de Cuba desde el 2019 aproximadamente ha venido presentando su obra “Espantado de todo”. Incluso el periodista, ensayista, biógrafo y dramaturgo catalán Rafael Marquina (1887-1960) asentado en la Habana desde 1932, escribe “Estampas Martianas”, quien también fuera el encargado de realizar el índice por materias de las Obras Completas de José Martí en 1946.


En esta oportunidad, es Carlos Celdrán, reconocido director cubano residente en España, devenido además dramaturgo, quien se ha volcado a indagar sobre la condición humana de José Martí, para de esa manera posicionarlo como personaje de carne y hueso nuevamente sobre las tablas mediante su obra “Hierro”, estrenada en la Habana en Noviembre del 2019 y que ahora ha tenido la oportunidad de presentarla aquí, en nuestra ciudad, en el escenario del On-Stage Black Box del Miami Dade County Auditorium, en una producción de Arca Images, entre los días 27 de Julio y 6 de Agosto.

El que en estos tiempos convulsos del devenir nacional cubano se retome la presencia de Martí para la escena podría despertar curiosidad o incredulidad en como podría ser tratada a estas alturas la figura del hombre del cual mucho se ha hablado, lo mismo como extraordinario intelectual, así como también el aguerrido pensador político que sin duda alguna fue.

Pero dejemos que sea el propio autor quien nos diga que significó para él entrar en este trabajo: “...el acto de imaginarlo fue muy desgarrador. Para mí fue muy conmovedor porque fue quitarme todos los preconceptos. Por eso imaginarlo como ficción es muy violento. Para nosotros es muy catalizador” (Entrevista realizada a Carlos Celdrán en Rialta).


El texto no va a utilizar en momento alguno palabras, ni fragmentos de poemas u otras obras de Martí, la palabra utilizada estará concebida por el propio dramaturgo en función de las acciones que si son narradas en la obra y que formaron parte de su vida, en un período de tiempo concebido entre 1885 y 1892, transcurrido entre las ciudades de Tampa y New York, aunque sin un orden cronológico, pues el concepto ‘tiempo’ es alterado constantemente en la obra, avanzando o retrocediendo según el interés dramatúrgico del autor.

Los momentos de su vida escogidos serán puntuales, a través de los cuales se puede retratar con mayor precisión al ser humano, presionado por los avatares cotidianos a los que como intelectual, esposo, padre y luchador se verá avocado. De ahí que la construcción del personaje de José Martí tanto como del resto de los mismos que van a interactuar con él dentro de esta obra, se encuentra necesariamente dirigida hacia una concepción naturalista de los mismos, conjuntamente con una proyección nada altisonante de las ideas expresadas, mediante un verbo fluido y certero, que humaniza el valor de cada personaje en sus diálogos e interacciones.

Como sucede habitualmente con cada una de las puestas en escena de Celdrán, el ambiente se desenvuelve entre la sobriedad y un cierto minimalismo característico en la concepción del trabajo de este artista, donde el elemento escenográfico y de utilería requerida se hará presente en su mínima expresión, estando ambos en función precisa y objetiva de la acción dramática.


Como ya señalamos con anterioridad, el dramaturgo va a mover los elementos tiempo-espacio de manera no lineal, jugando con ambos conceptos a manera de retrospectiva cinematográfica, lo que se agradece, debido a que saca la puesta de lo que pudiera ser apreciado como cierta monotonía estructural en el desarrollo dramático, obligando al espectador a volver sobre acontecimientos ya vistos para no dejarlos en el olvido e integrarlos como parte necesaria de hechos posteriores, ayudando a entender los mismos con mayor claridad.

En busca de actores para encarnar a estos personajes, en esta nueva puesta, el autor recurrió a conformar un elenco con algunos actores con los que ya había trabajado en Cuba y que actualmente residen en nuestra ciudad, junto con otros con los que trabajaba por vez primera, así como haciendo venir desde la isla al actor que ya había asumido la responsabilidad de tomar la piel de José Martí en su estreno habanero, el cual había recibido excelentes críticas sobre su trabajo de incorporación de dicho personaje.


El desempeño actoral en general estuvo a la altura de lo esperado en una producción marcada por el sello direccional de Celdrán, donde lo superfluo de la acción se elimina, concentrando el quehacer en la importancia de lo que se dice y en la importancia de la verdad en cada gesto. Sin duda la palabra es la protagonista absoluta en esta puesta y para ello cada intérprete se esforzó en otorgarle a la misma, la oportuna atención a cada frase, a cada diálogo, en busca de entregarnos su propia verdad.

Caleb Casas, quien fuera el actor llegado desde la isla para interpretar a Martí, asume al hombre sin caracterizaciones esquemáticas ni estereotipadas, su incorporación nace de su entendimiento propio sobre la figura a trabajar, obviando diferencias fisiológicas en función de características temperamentales provocadas por la acción dramática. Seguridad en el habla, en la proyección de los sentimientos, parquedad en el accionar y el movimiento, dan forma a la estructura de este Martí sobre el escenario, el cual se nos hace creíble y mortal. Sin duda un muy notable trabajo de caracterización de un personaje histórico real, que siempre tiende a provocar reacciones encontradas al tratar de mostrarlo como un cercano ser humano.

Rachel Pastor, quien asume el rol de Carmen Miyares, esposa de Manuel Mantilla, papel que ya había tenido la posibilidad de realizar en el estreno mundial de esta obra en la Habana, entrega un personaje bien templado, con una profunda apropiación del mismo, mostrando su profundas características maternales, así como de respeto y admiración hacia el pensador, el intelectual y el político. Un elemento muy bien trabajado, con sumo cuidado y discreción, podemos apreciarlo en como resulta tratada por el autor la posible relación afectiva-amorosa, de la que tanto se ha hablado, entre Carmen y Martí, la que es mostrada de manera donde la admiración oculta como un velo otros posibles sentimientos. De soberbio puede considerarse el trabajo presentado por dicha actriz.

Un actor, que a pesar de sus aún pocas presentaciones sobre las tablas de nuestra ciudad ha sabido ganarse el respeto por sus convincentes entregas, ha sido Daniel Romero, quien en esta oportunidad vuelve a incorporar el personaje del Hombre, que también había trabajado en la puesta habanera, como integrante de la compañía Argos Teatro que dirigía Carlos Celdrán, y con el cual vuelve a ofrecer una excelente demostración de su trabajo y sus capacidades de desdoblamiento actoral.

Con dicho personaje se trae a escena el fatídico intento de envenenamiento sufrido por Martí en Diciembre de 1892, durante una de sus paradas en la ciudad de Ybor City, Tampa, donde le fue mezclado algún producto tóxico en la bebida que acostumbraba a degustar -un vino de Mariani, fabricado en Francia a base de tinto de Bordeaux y hojas de coca, preferido también por figuras como el Papa León XIII, el escritor francés Emile Zola y el Presidente norteamericano Ulysses S. Grant- pero que por suerte, al notar el mal sabor del mismo, escupió rápidamente, siendo tratado de inmediato por un médico que se encontraba presente, hecho este que le añadiría una dolencia más a su ya débil y enfermizo organismo.

Gilberto Reyes, en la piel de Manuel Mantilla, Carlos Acosta Milián, como el Doctor y Ariel Texido en el personaje del Patriota, incorporan sus respectivos personajes desde una bien manejada contención anímica y entendimiento de cada uno de su roles dentro de la historia, mostrando los tres un trabajo coherente, con muy buen dominio de la palabra y en adecuada interacción con la figura martiana.

Joel Lara, joven actor que ha dejado su huella en nuestros escenarios con excelentes trabajos y que gustaría poder verlo con mayor asiduidad sobre nuestras tablas, va a asumir al hijo del matrimonio Mantilla, Manuelito, aprovechando la fuerza juvenil que el propio personaje ofrece, no escatimando en aprovechar la energía que el mismo ofrece dentro de la acción, mostrando inteligencia en trabajar las variadas y perceptibles transiciones que el comportamiento de su personaje le ofrece. Nuevamente Lara deleita con su interpretación.

Por último, no por ser menos importante, todo lo contrario, ya que este personaje ocupa en la obra un lugar muy importante, debido a que sobre el mismo recae en gran medida el peso de una parte considerable de la trama en esta obra, por ser el mismo responsable de las contradicciones que atraviesa y van a marcar la vida del protagonista, Claudia Valdés, como Carmen Zayas-Bazán, logra encarnar con bastante verdad escénica el rol de la esposa, de la madre, que clama por la atención y la toma de responsabilidad del hombre con el que ha unido su vida y con el que ha traído al mundo un hijo fruto de su unión. Con respecto a su desempeño si podríamos agregar que por momentos pareciera que pierde el personaje o la fuerza del mismo, restando credibilidad a algunos de sus parlamentos. Con el anterior señalamiento, muy puntual, no intentamos decir que ello signifique que se haya desdibujado su trabajo en su totalidad pero sí es un detalle a tener en cuenta.


El nivel del trabajo por parte de todos los actores como ya hemos apuntado, resulta extremadamente satisfactorio, lo que se agradece con creces, al no encontrarnos con desniveles interpretativos, disfrutando de una magnífica dicción por parte de todo el elenco, algo que en los tiempos que corren se agradece en demasía, De igual forma el trabajo físico llevado a cabo por cada uno de los actores queda perfectamente adecuado a la asimilación de la personalidad de sus respectivos personajes.

Si tuviéramos que escoger qué escenas de esta larga puesta de dos horas de duración nos atraparon con mayor fuerza, diríamos sin titubear que en especial las tres donde se produce el encuentro entre José Martí con su presunto envenenador, en las cuales ambos actores -Caleb y Romero- ofrecen un contundente y muy convincente trabajo de introspección de sus respectivos personajes, asumiéndolos de manera no solo terrenal sino espiritual, regalando los mejores momentos, de mayor carga emocional y de profunda entrega artística. Es a nuestra forma de ver donde el Martí hombre crece, donde de manera casi imperceptible el autor desea ofrecernos algo de ese grado de magnificencia que como brillante aureola envuelve la figura del ser humano que tanto representa para el conjunto de la nacionalidad cubana.

Con respecto a la puesta en escena, la misma se desenvuelve dentro de los cánones estéticos que definen la linea de trabajo de este director, el cual ama los grandes espacios vacíos con escasa o ninguna escenografía, utilizando los elementos de utilería imprescindible, dando a sus puestas un aspecto de sordidez, casi minimalista, que en ocasiones pudiera resultar para algunos excesivo, aunque no por ello reste intensidad al hecho artístico en sí mismo. La sobriedad en su máxima expresión es la prioridad en la dramaturgia escénica de este artista. Su trabajo estará volcado fundamentalmente a hacer hincapié en el desempeño del actor, en como este asume desde su yo propio al ‘otro’, es decir a ese otro ser que es su personaje y ello se ve logrado perfectamente una vez más en este nuevo proyecto.

Revivir la figura de nuestro considerado Apóstol de las luchas por la independencia de Cuba, en estos momentos y traerla a escena, toma un carácter de compromiso ante la ausencia de verdaderas figuras que pudieran impulsar la actual lucha por una nueva independencia, situación que igual que en aquel entonces se torna prioridad para la sobrevivencia de la nación cubana y que aunque no haya sido tal vez la intención del dramaturgo-director, sirve de contemporánea lectura.

A modo de conclusión podemos añadir que con esta visión de José Martí, llevada a las tablas por Carlos Celdrán, nos encontramos una vez más frente a frente con el ser humano, el que a pesar de las traiciones, las incomprensiones, puso su fe, amor y empeño en no permitir el debilitamiento de los ideales, aunque por momentos mirara a su alrededor y se sintiera perdido y solo, tal como lo reflejara en una de las frecuentes cartas dirigidas a su mexicano amigo Manuel Mercado, donde le dice: “...Vivo con el corazón clavado de puñales desde hace muchos años. Hay veces que me parece que no puedo levantarme de la pena”.

Pensamientos estos que nos han consternado también a muchos cubanos.




Lic. Wilfredo A. Ramos
Miami, Agosto 5, 2023

Fotos/Julio de la Nuez

José Tejedor (Agosto 7, 1922 - Noviembre 4, 1991)

 

Mi sueño prohibido
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Amor en tragos
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Vagabundo

Sunday, August 6, 2023

Piden donaciones para el Hogar de Ancianos Monseñor Adolfo Rodríguez, de Camagüey


HAMAR es un hogar para ancianos sin recursos en Camaguey, Cuba. El Hogar necesita, de inmediato, reemplazar los tres elevadores los cuales no están trabajando. El edificio tiene tres plantas y las Hermanas Camilianas están desesperadas y rogando por su ayuda. Por favor, pinche el enlace, haga su donación y comparta con familiares y amigos. Cualquier cantidad será grandemente apreciada. Muchas gracias y que Dios los bendiga. https://gofund.me/dce95819


Camagüeyanos Católicos, Inc.


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El Hogar de Ancianos Monseñor Adolfo Rodríguez Herrera está situado en las afueras de la ciudad de Camagüey, fue inaugurado el 25 de mayo de 2019, con el nombre de Monseñor Adolfo Rodríguez Herrera, primer Arzobispo de Camagüey, quien siempre tuvo el sueño de construir un hogar para ancianos en esa ciudad como tributo a la Virgen de la Caridad, debido a la carencia de instituciones de este tipo en la zona. Los esfuerzos para construir el hogar comenzaron en los años 90, gracias al Señor que inspiró a muchos a contribuir a la obra. Desde una generosa contribución inicial venida de España, la labor física de feligreses de Camagüey, y las colectas de la diáspora camagüeyana en EEUU y las donaciones de varias fundaciones católicas, (estas ambas promovidas por Camagüeyanos Católicos, Inc.) se logró completar su construcción y habilitarlo.

El Hogar consiste en un edificio de tres plantas, con elevador y planta eléctrica de emergencia, comedor, cocina, enfermería, laboratorio, farmacia, sala de fisioterapia, sala de odontología y podología, biblioteca y una capilla con capacidad para 150 feligreses. Tiene 95 habitaciones para los ancianos, más el claustro de las Hermanas de San Camilo que están a cargo del cuidado y atención de los internos. También cuenta con un área de recreo junto a un pequeño lago y una hortaliza donde los ancianos, con la ayuda de un obrero y dos bueyes, cultivan algunos frutos menores y vegetales para su autoconsumo. Otros 20 ancianos visitan el hogar a diario para obtener alimentación y servicios. La gran dificultad en este momento está en conseguir alimentos y medicinas para mantener la integridad y salud de los ancianos.

De la siesta camagüeyana


Otra de las pecualiaridades de Puerto Príncipe por aquella época, era la siesta. Tenía lugar de dos a cuatro de la tarde en el invierno, y de tres a cinco en el verano. Era una especie de paréntesis abierto en medio de la vida activa y laboriosa de la ciudad: un interregno o suspensión completa de los quehaceres: una parte de él se dedicaba a la mesa, otra parte al descanso. Durante ese par de horas, todos los negocios se interrumpían; la vida huía de las calles, para concentrarse en el hogar, a él se replegaba lo mismo el rico hacendado que el humilde menestral; todo movimiento cesaba en la vida púbica, apenas se veía gente cruzar por ella, los carruajes dejaban de rodar, los establecimientos entornaban sus puertas; Puerto Príncipe semejaba en esos momentos un pueblo, cuyos moradores hubiese emigrado acosados por el hambre o la peste. La tregua, empero, tenía fin, y la animación tornaba a reinar: todo enseguida volvía al estado en se hallaba antes que aquella tuviera principio.


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Tomado de "Camagüey antes de la guerra", de José María Abraido y Sarmiento, publicado en el Diario de la Marina, junio 1882. 

"Half Life" (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti



La obra “Half Life” fue estrenada por el Royal Swedish Ballet (Estocolmo) en 2016. La coreografía fue realizada por Sharon Eyal en colaboración con Gai Behar, la música es de Ori Lichtick y el vestuario de Rebecca Hytting.


Sharon Eyal inició su formación en danza académica y luego continuó con danza contemporánea, integrando la Batsheva Dance Company entre 1990 y 2008. Es por eso que en su obra se puede apreciar una yuxtaposición de movimientos y gestos afines al ballet, y otros propios de la danza gaga (lenguaje corporal y pedagogía desarrollados por Ohad Naharin, director y maestro de la Batsheva Dance Company entre 1990 y 2008).


La obra inicia con dos bailarines, un hombre y una mujer, en un escenario vacío y oscuro. Ella marcha rítmicamente sin generar desplazamientos, al tiempo que él realiza amplios movimientos pélvicos. Avanza hacia ellos, lentamente, un grupo cerrado de bailarines. Todos se mueven sincrónicamente al ritmo de la música techno propuesta por Ori Lichtick. La marcha constante, la aglomeración y los movimientos repetidos van generando una sinergia en aumento, una energía que se va acumulando a lo largo de la obra y que sólo se libera en las disruptivas apariciones individuales.


En el grupo, donde casi o se diferencian hombres y mujeres, todos realizan movimientos al unísono, una masa vital, sin embargo las personalidades singulares afloran. Y es que la intención de Eyal es que el movimiento vaya de adentro hacia afuera (y que no sea solo una forma), por eso es que aunque los movimientos sean los mismos, son diferentes.


En “Half life” el público va acumulando energía en su interior, como un volcán que erupciona solo cuando baja el telón, generando en un gran aplauso. La obra, además de en el Royal Swedish Ballet, se presentó con éxito de público y crítica en el Staatsballett de Berlín, en 2018.






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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". florenciagu@gmail.com
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Gaspar, El Lugareño Headline Animator

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