Marize Fumero y Jesús Sanfiel
Fotos/Simon Soong
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Nuestra ciudad constantemente ofrece eventos y espectáculos que no dejan que esos comentarios que algunos se encargan de repetir sobre la ausencia de opciones de disfrute cultural, sean realidad.
Constantemente el público interesado puede disfrutar de una variada oferta, que tal vez no compita con la de New York, Buenos Aires o Madrid, por solo citar importantes centros culturales, pero que cada día aumenta su variedad y cantidad, repitiéndose años tras años como son los numerosos festivales que ven la luz en esta ciudad.
Exposiciones de artes plásticas, presentación de libros en tertulias literarias, puestas en escena de obras teatrales, conciertos de todo tipo de música y presentaciones danzarias, son actividades artísticas que llenan el tiempo de una ciudad que cada día se empecina en dejar de ser un destino de bares y playas para convivir también con el arte y la cultura, tan necesaria en una metrópoli que crece mirando hacia el futuro.
Una de estas instituciones culturales que continúa trabajando arduamente, burlando obstáculos de todo tipo, es el Cuban Classical Ballet of Miami (CCBM), fundado por el desaparecido promotor cultural cubano Pedro Pablo Peña, al que tanto la ciudad de Miami le debe y que hoy en día se encuentra bajo la dirección de Eriberto Jimenez, encargado de continuar con el legado de aquel.
Precisamente el pasado 11 de Junio dicha compañía subió a la escena del Miami Dade County Auditorium con una suite del ballet “El Corsario”, una de las grandes obras del repertorio clásico internacional, con la que ofreció otra de sus ya acostumbradas funciones que le son entregadas a los amantes de esta manifestación de nuestra ciudad durante el transcurso del año.
Hagamos primero un poco de historia.
Este ballet, originalmente en cuatro actos y cinco escenas, hoy reducido a tres actos, cinco escenas y un epílogo, con libreto del francés Jules-Henry Vernoy de Saint-Georges y Joseph Mazilier quien se inspirara en el conocido poema de Lord Byron, “The Corsair” (El Corsario) y en la ópera de Verdi del mismo nombre, está elaborado sobre música de Adolphe Adam, Leo Delibes, Cesare Pugni y el Gran Duque Pyotr Georgievich de Oldenburg, siendo estrenado el 23 de Enero de 1856 en la escena del Teatro Imperial de la Ópera de París, contando con coreografía del propio Mazilier. Para el año 1858, dos importantes figuras de la danza de la época, Marius Petipa y Jules Perrot, realizaron una renovación del ballet para el Teatro Bolshoi, siendo esta versión de la que derivan la mayoría de las adaptaciones y producciones posteriores de dicha obra.
Para su estreno mundial en la capital francesa, los roles protagónicos de Medora y Conrad fueron asumidos por los primeros bailarines de origen italiano Carolina Rosati y Domineco Segarelli, mientras que en su estreno en la ciudad de San Petersburgo, en 1858, en el Imperial Bolshoi Kamenny Theatre, los roles principales estuvieron a cargo de la primera figura Ekaterina Friedburg y el propio Marius Petipa.
La acción del argumento de dicha obra se desarrolla entre el Mar Jónico y la costa Este de Grecia, tratando sobre corsarios traficantes de esclavos, en específico de jóvenes doncellas, las cuales serán vendidas por grandes sumas a importantes personajes que las compran para sus harenes. Dentro de este ambiente se desarrolla el romance entre dos parejas de enamorados que enfrentarán múltiples obstáculos hasta que logran escapar haciendo posibles sus respectivas relaciones amorosas.
Entre algunos datos de interés a saber sobre esta obra se encuentran la introducción, algún tiempo después de su estreno, del muy conocido Grand Pas del ‘Jardín Animado’ a cargo de Petipa, el cual fue el resultado de la transformación del Pas de Deux de la Flores creado por Mazelier en honor a la Exposición Universal de París de 1867. Es de destacar que el muy conocido "Pas de Deux" de "El Corsario", bailado de manera frecuente independiente del ballet completo y que forma parte permanente de concursos y galas, no proviene de la versión original de dicha puesta en escena, ni de la adaptación de Petipa, existiendo diversos dúos danzarios a través del tiempo que les fueron incorporados y dejados de bailar posteriormente. El primero de ellos, en 1887 con música de Ricardo Drigo, seguido de otro en 1903 de la autoría de Sergei Legat, pasando por el creado en 1915 por Samuil Andrianov, que fuera profesor de George Balanchine, quien lo introdujo en el Acto I, escena 2 y que fuera interpretado por el propio coreógrafo junto a Tamara Karsavina, incluyendo a un tercer intérprete, bailado en dicha oportunidad por Anatoli Obkhov.
La versión de este "Pas de Deux" que ha llegado hasta nuestros días es la que trabajó Agrippina Vaganova, manteniendo la música de Drigo para el adagio, la variación masculina y la coda, mientras que para la variación femenina, la música pertenece al Barón Boris Fitenhoff-Schell. Por último debemos mencionar que dicho Pas de Deux no fue conocido en Occidente hasta 1962 cuando el bailarín ruso Rudolf Nureyev desertó, pasando a formar parte del Royal Ballet de Londres, bailándolo junto a la gran Margot Fonteyn.
Regresemos a nuestros días.
Marize Fumero, Ihosvany Rodríguez
y Humberto Rivera Blanco
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Como ya habíamos mencionado al principio de nuestro artículo, la puesta en escena que el CCBM llevó a las tablas en esta oportunidad consistió en una suite del ballet "El Corsario", obra muy conocida del repertorio clásico internacional, aunque no incluida en todas la grandes compañía, la cual fue adaptada por el propio Eriberto Jimenez, donde tuvieron la oportunidad de presentarse integrantes del St. Lucie Ballet y de la International Dance Academy, junto a bailarines profesionales de Estados Unidos y Cuba,
El proceso de adaptación del ballet permitió contar perfectamente la historia que narra, así como seguir la trayectoria de la acción, mostrando en escena los momentos destacados y primordiales que posibilita la comprensión del argumento, elemento este primordial en la realización de toda suite, debido al carácter de simplificación que encierra dicho tipo de trabajo coreográfico. A esto podemos sumarle una acertada presentación de todos los personajes que intervienen en la historia, los cuales ayudan al avance de la acción dramática con claridad.
Un aspecto a destacar es que a pesar de las dificultades que siempre conlleva realizar una producción de esta envergadura, el trabajo con el vestuario de todos los integrantes cumplió acertadamente con lo requerido para esta obra, teniendo en cuenta las caracterizaciones de cada personaje, los variados cambios del mismo a realizar y la cantidad de bailarines sobre las tablas, incluso en una escena como la tan conocida, “Jardín Animado’ , el vestuario de las diez y ocho bailarinas del cuerpo de baile que la integró, resultó el adecuado para dicho momento, tal y como puede ser apreciado en cualquier gran producción de dicho ballet.
Con respecto al elenco, este estuvo encabezado casi en su totalidad por bailarines cubanos, excepto la norteamericana Katherine Barkman, quien ha formado parte como solista del Manila Ballet, en Filipinas y ya como principal en el Washington Ballet, integrando recientemente las filas del San Francisco Ballet.
Katherine Barkman y Jorge Oscar Sánchez
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El resto de la nómina de los roles protagónicos estaba integrada por Mariza Fumero, en el papel de Medora, que fuera solista dentro del Ballet Nacional de Cuba (BNC) y el English National Ballet, alcanzando la categoría de principal en el Milwaukee Ballet. Por parte de los hombres, quienes tienen un papel muy destacado dentro de este ballet, Humberto Rivera Blanco perteneció al BNC, habiendo bailado también con el Kansas City Ballet. Ihosvany Rodríguez, quien ha sido solista en el BNC y bailado con Arts Ballet Theatre of Florida, Dance Now! Ensemble, Miami Contemporary Dance Company, Brandon Ballet, Texas Ballet, San José Ballet.
Jorge Oscar Sanchez, otro de los bailarines que formó parte del BNC, ha integrado las filas del Columbia City Ballet y en la actualidad forma parte del Washington Ballet. Finalmente, Brian Gómez, integró las filas del BNC, más tarde pasando a formar parte del Ballet Municipal de Lima, Perú, siendo en la actualidad artista en residencia en Dimensions Dance Theatre of Miami.
Es importante señalar que la totalidad de estos bailarines cubanos son habitualmente artistas invitados del CCBM.
Un nombre que no podemos dejar de mencionar es el de Jesús Sanfiel, quien ostentó rango de solista dentro del BNC, con una amplia carrera como profesor de ballet en academias en New York, Francia, Miami, Brasil y compañías tales como el Miami Hispanic Ballet, Alberta Ballet, Cirque du Soleil en Las Vegas, también realizando trabajos coreográficos para instituciones como Radio City Music Hall, North West Ballet Company y E. Fisher Hall at Lincoln Center, New York.
Marize Fumero y Humberto Rivera Blanco
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En relación al desempeño de la Fumero en el rol de Medora y la Barkman en el de Gunara, tenemos que afirmar que cada una de estas artistas estuvieron a la altura de las exigencias de sus respectivos roles, ambas mostrando una fuerte técnica, adquiridas en escuelas diferentes, así como un buen trabajo de interiorización de sus personajes, mostrando cada una con su desempeño el por qué han llegado a obtener los lugares que han alcanzado dentro del muy exigente y competitivo mundo de la danza clásica a través de sus carreras, destacando la primera por sus hermosas líneas y amplias extensiones que la caracterizan.
Rivera Blanco, quien tuvo a su cargo interpretar el personaje de Conrad, lo asumió con destreza, buen uso de la técnica en función del baile y del trabajo dramático, realizando un buen trabajo de ‘partenaire’ -compañero- junto a la bailarina, algo muy importante en la labor del hombre en esta manifestación artística.
Rodríguez, un habitual en las producciones del CCBM, ofreció a través de su personaje de Ali, el vigor y la fortaleza que el mismo requiere, haciendo un muestra de buena técnica y trabajo al incorporar un rol que conoce perfectamente. Algo de lo que le debemos hacer un llamado de advertencia a este bailarín, es tener más cuidado con el uso del vestuario, pues en la escena donde los hombres entran disfrazado de monjes, para no ser descubiertos por los soldados del Pasha, él entró a escena totalmente descubierto, lo que resultó inaceptable. Un artista no puede descuidar ningún detalle en su trabajo. Por su parte Sánchez, quien posee una excelente figura y que es muy conocido por el público de esta ciudad, volvió a ofrecer un magnífico desempeño como Lankendem, su control y manejo de la técnica lo convierten en una figura destacada sobre el escenario, igualmente su trabajo de atención a la bailarina, dejan constancia de una de las características más notables de la aún joven Escuela Cubana de Ballet, la cual consiste en el excelente desempeño del hombre al asumir el baila con la mujer como pareja, estando al tanto de ella en todo momento, pero sin perder conciencia de su rol individual. Este bailarín muestra en cada entrega sobre las tablas el desarrollo que ha ido obteniendo en su carrera con el paso del tiempo.
Gómez, el último de los bailarines en incorporar roles principales asumió el personaje de Birbanto con destreza, aunque necesitado de más limpieza en sus ejecuciones, pero cumpliendo acertadamente con lo que su no muy exigente papel requería.
Respecto al trabajo con el personaje de carácter interpretado por Sanfiel, incorporando al Pasha, encontramos que su realización nos resultó fuera de contexto, desvirtuando el carácter del mismo. Su personaje en ningún momento puede estar construido para transitar por el estado de la comedia, al contrario, el suyo es el personaje que provoca el drama de la acción, por lo que su concepción bastante caricaturesca, cargada de gestos altisonantes y muecas exageradas con el rostro, invitaban más a la risa que a la interiorización de un drama.
Odalisques pas de trois St Lucie Ballet
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Respecto al cuerpo de baile conformado por alumnos de las antes mencionadas academias, en esta oportunidad mostraron un mejor desempeño que en otras producciones presentadas, logrando un balanceado trabajo de conjunto, manteniendo la uniformidad necesaria, la limpieza, correspondiendo con bastante efectividad a la sencilla concepción coreográfica, que no exigió muchos esfuerzos a los jóvenes intérpretes.
Una situación que se hizo nuevamente presente en esta producción, fueron los problemas de dirección de escena, que aunque no son de gravedad, si ensucian el espectáculo. Con esto me refiero a las transiciones entre una escena y otra para cambios escenográficos, las que se alargan demasiado, dejando el escenario vacío, sin que nada suceda por mucho tiempo, que aunque sean unos segundos, ante la vista del espectador parecen horas. Estas situaciones conocidas en el argot escénico como ‘baches’ ensucian el trabajo sobre las tablas, da la imagen de haber problemas técnicos no resueltos o de falta de profesionalismo, por lo que deben ser evitado a toda costa.
En otro orden de cosas, una situación que se repite a través de casi todas las presentaciones es el grave problema con las grabaciones musicales que se utilizan, las cuales al ser tomadas de fuentes diferentes, interpretadas por distintas orquestas o ser de variadas versiones de los ballet, son percibidas con diferentes niveles de volúmenes, con cortes o entradas bruscas de la música y otras irregularidades en las grabaciones, situaciones que ensucian la calidad del sonido en general y que en una función profesional, repetimos, no puede permitirse. Cuidar estos detalles es imprescindible para lograr un trabajo con resultados exitosos sobre las tablas, ya que el cuidado de cada uno de los aspectos es decisivo al final de la jornada.
No obstantes estos apuntes, dirigidas a contribuir al mejoramiento y logro de la perfección artística que todos anhelamos, en general podemos afirmar que la puesta de esta suite del ballet ‘El Corsario’ fue un acierto, ya que contó con un mejor y mayor nivel técnico-artístico que algunas otras puestas llevadas a escena por el Cuban Classical Ballet of Miami, algo que los asistentes a la función apreciaron, agradecieron y premiaron con fuertes aplausos, de lo cual nosotros, conocedores del sacrificio con que se enfrenta la realización de dichas presentaciones, también estamos orgullosos, por lo que felicitamos a su director, Eriberto Jiménez por el resultado, esperando que se les continúen abriendo puertas y tendiendo manos que les ofrezcan la ayuda necesaria para continuar con tan importante y hermoso trabajo, volcado a satisfacer las necesidades espirituales de toda una comunidad, que el arte tiene a bien entregar.
Lic. Wilfredo A. Ramos
Junio 28, 2022