Wednesday, November 10, 2021

"La Zambrana, Almacén de Víveres de Pérez y Cía." (por Carlos A. Peón-Casas)

Fotos actuales
--------------

Tomo de prestado este titular que recogiera la edición de Cuba Contemporánea(1) en su aparte dedicado a la Provincia de Camagüey en el año 1944.

La publicación hacía un pormenorizado recorrido por todo el entourage de un Camagüey que al decir de los editores era:
próspero, laborioso y entusiasta, mostrando sus más destacadas actividades en el comercio, en la industria, en la agricultura y en la ganadería que sirve de cimiento a su gran riqueza económica, y en la vida social, cultural y religiosa que forma la entraña cívica de esta gran provincia prócer (…)(2)
La alusión del título ubica de inmediato al camagüeyano más castizo en el que fuera uno de los almacenes de víveres de su tipo con más prosapia en la ciudad agramontina.


Felizmente localizado en la intersección de las céntricas calles de Martí y República, aquella razón social se fundaba en la ciudad bajo el nombre de Pérez y Compañía
integrada por los señores Cristóbal Pérez Díaz, Rufino Fernández, José Martínez López, Antonio Sánchez Cervero y Armando Basulto Martínez con un capital social de 45.000 con el objeto de dedicarse a al negocio de compra y venta de víveres en general y para lo que se acondicionó un moderno y amplio edificio, donde se instalaron las oficinas correspondientes y los depósitos para la gran cantidad de víveres importados directamente de los principales mercados de España, Estados Unidos, Brasil, Ecuador y la Argentina.(3)
El artículo que aludimos no dejaba duda alguna de la inmejorable salud que gozaba aquella “razón social” que hoy pudiéramos considerar dentro de las muy populares Mipymes, para entonces prósperos negocios locales:
Esta razón social realiza sus operaciones bancarias por medio de The Royal Bank of Canada, City National Bank y Banco Nova Scotia donde tienen sus referencias y cuentas corrientes, y tributando al Estado por concepto de impuestos y contribuciones fiscales, un promedio anual de 59, 645.20. Además adquirieron dos camiones para el reparto de las mercancías entre la numerosa clientela que lograron conquistarse en la propia localidad y lugares limítrofes, empleando en su negociación a más de 18 personas que libran allí la subsistencia de sus familias, gozando de muy buena remuneración…(4)
Los dueños eran españoles de origen, pero habían optado por la nacionalidad cubana, y al menos tres de ellos estaban casados para entonces en la ciudad: los Sres. Pérez Díaz, Fernández y Basulto.

Todos pertenecían a la Asociación de Comercio, Asociación de Almacenistas y Centro de Detallistas de Víveres de Camagüey.


Dejamos a la inmejorable memoria de muchos de nuestros atentos lectores los pormenores siempre reveladores de aquella prestigiosa casa, y que según remataba el cronista en su cierre:
la firma de Pérez y Cía. por su importancia y prestigio con quistados con una actuación decente y honrada siempre está a la cabeza de cuanto propende al engrandecimiento de la provincia camagüeyana y por ello figura de manera prominente en la importante y heroica provincia agramontina.(5)



---------------------
  1. Cuba Contemporánea. Provincia de Camagüey. Centro Editorial Panamericano, 1944.
  2. Ibíd.
  3. Ibíd.
  4. Ibíd.
  5. Ibíd.

A María Teresa de la Torriente (un poema de Bonifacio Byrne)



Eres más linda tú, más hechicera
cuando abrazas la intrépida bandera
                  de tu tierra natal;
el machete colgado a tu cintura,
aumenta tu magnífica hermosura
maravillosamente tropical.

Si te pudiesen ver nuestros guerreros,
con más tesón, si cabe, sus aceros,
                   esgrimieran tal vez;
pues tu belleza, que al pasar arrolla,
lo tiene todo para ser criolla;
¡arrogancia, nobleza y altivez!

Junto a tu diestra, mórbida y pequeña
más hermosa aparece nuestra enseña,
               blanca, azul y punzó.
Mientras tú la sostengas en la mano,
será tu admirador todo cubano,
pero tu esclavo nadie más que yo!

Al mirar tus undívagos cabellos,
y que hay en tus pupilas más destellos
           que del Sol en la luz;
ante tu imagen célica y radiosa
- ¡perdóneme la patria! - más hermosa
 que mi bandera me pareces tú...



Tampa, 8 de agosto de 1898

(Miami) José M. Fernández Pequeño presenta su más reciente novela "Tantas razones para odiar a Emilia"

 

Tuesday, November 9, 2021

La música en la revista "Lis", dirigida por Nicolás Guillén. (Texto de Verónica E. Fernández Díaz)

Teatro Avellaneda
------------

Desde el siglo XIX Camagüey contó con gran cantidad de publicaciones periódicas al ser la tercera villa de la Isla en poseer imprenta. En las páginas de periódicos como: Boletín de Ciencias, Arte y Literatura (1846), Aguinaldo camagüeyano (1848 y 1864), La Orquesta (1864), El Colibrí (1864) dedicado a difundir el arte en sentido general; El Oriente (1867) consagrado al desarrollo de las ciencias y las artes y El Patriota (1878) periódico manuscrito dirigido a promocionar la actividad de los teatros; es posible encontrar comentarios y anuncios referidos a la música. En particular, destacan publicaciones que, como El Fanal, La crónica del Liceo de Puerto Príncipe y El Popular respondían a los intereses de Sociedades de Instrucción y Recreo como el Casino Español —luego Colonia Española—, la Filarmónica y la Popular de Santa Cecilia.

A finales de la centuria aparecieron diferentes Sociedades pertenecientes a las clases de color. Entre ellas: Ilustración (1879), La Nueva Aurora (1880) y Antonio Maceo (1899). De igual manera, surgen periódicos en los que se reflejan las actividades culturales de las mismas como: La nueva aurora (1882) relacionada a la Sociedad de igual nombre, El Progreso (1884) órgano de la Sociedad de la misma denominación, El artesano (1886) y Las dos Repúblicas (1898), entre otras que tuvieron una vida efímera. Sin embargo, no es hasta 1923 que aparece una revista dirigida a promover las actividades de las Sociedades de color camagüeyanas de la época con un espectro nacional: la revista Lis dirigida por Nicolás Guillén Batista.

La música en Lis aparece generalmente en la sección titulada “Notas sociales”, pequeñas crónicas en las que se encuentran referencias a orquestas, géneros, instrumentistas y cantantes camagüeyanos o invitados de otras provincias del país. En su mayoría, músicos de color pertenecientes o no a las Sociedades de este tipo existentes en el territorio, pero si muy vinculados a las actividades musicales desarrolladas en las mismas.

Alberto B. Noriega de Varona
-------------

Entre las agrupaciones musicales del patio recurren con asiduidad en diferentes números de Lis la orquesta Camagüey Jazz Band de Alberto B. Noriega de Varona y Joseíto Gómez. Alberto Noriega de Varona fue considerado por el Álbum Cuba musical de 1929, uno de los más importantes músicos cubanos. Estudió clarinete con Luis Casas Romero y aprendió también saxofón y flauta; fungió como director segundo de la Banda Municipal de Camagüey y destacó como compositor de valses, paso doble y danzones. Entre sus valses más conocidos destaca el titulado La reina de las flores que, presumiblemente fue compuesto para festejar el Baile de las Flores de la Sociedad “Antonio Maceo”, baile de sala en que según la revista Lis actuaba de manera invariable la orquesta de Alberto Noriega.

Por su parte, Joseíto Gómez destacó como intérprete de diversos instrumentos —clarinete, guitarra, contrabajo y trompeta— integró la banda del Segundo Distrito Militar y compuso varias danzas y danzones. La agrupación que dirigieron ambos: Camagüey Jazz Band fue una de las primeras agrupaciones de su tipo existentes en el territorio. Surgida en 1913 se mantiene hasta aproximadamente 1925 integrada en su totalidad por músicos de color que ejecutaban instrumentos como drums, contrabajo, violín, piano, saxofones y trompeta. Formato que, si bien no cataloga como orquesta, si contiene los timbres instrumentales que caracterizan las agrupaciones jazz band norteamericanas.

Gloria City. Sierra de Cubitas.
--------------

Poco antes de culminar el siglo XIX, la presencia de norteamericanos en la región de Camagüey fue aumentando paulatinamente. El desarrollo de la industria azucarera y otros renglones económicos como el cítrico trajo consigo diferentes asentamientos que trasladaron no solo estilos constructivos, modo de producción, cultivos y costumbres, sino también sus instrumentos musicales y tipos de música. Por ejemplo, en la comunidad conocida como Palma City del municipio Esmeralda y Gloria City de Sierra de Cubitas. En esta última se conoce la existencia de una orquesta de 12 músicos —5 mujeres y 7 hombres— con violines, violas, clarinetes y algunos instrumentos de percusión para amenizar sus fiestas, solistas acompañados por banjos o guitarras y otros conjuntos instrumentales que utilizaban como medios sonoros, clarinete, timbal y violín.[1]

Para la segunda década del siglo XX, el auge de la radio, compañías disqueras y sociedades al estilo norteamericano favoreció el boom de la música de aquel país debido a la especial relación cultural que se produce entre la Isla y Norteamérica más allá de la injerencia económica y política de esta última en la mayor de las Antillas. Tras un lógico proceso de transculturación, la influencia de esos músicos y sus agrupaciones instrumentales se traduce en la aparición de otros géneros y formatos que hoy forman parte de nuestra cultura musical: el jazz y la jazz band. Ambos definidos por la presencia de elementos afros, la capacidad de asimilación de estéticas y culturas musicales ajenas a su origen y de generar otras formas musicales; la proliferación de disímiles estilos como el fenómeno de la big band, swing, bop y cool, entre otros que presentan entre sí enormes diferencias musicales e interpretativas con base en la improvisación.

Camagüey Jazz Band
-------------

Camagüey Jazz Band fue una de las primeras agrupaciones de su tipo en la región. Por las referencias a ella en la revista Lis se conoce que interpretó tanto música cubana como norteamericana, sobre todo danzones y fox trot.[2] Ambos, géneros bailables y de preferencia entre la población de color cuya influencia ya se había consolidado en diversos géneros musicales cubanos. Esto posibilitó la fuerte raigambre de este tipo de música y su formato instrumental en la población caribeña. Sobre todo, porque la jazz band norteamericana “[…] contribuyó (además) a un cambio profundo de la sonoridad de nuestras orquestas de música popular”.[3] Fortalecido el formato ya en la década del 20, se expandió por diferentes provincias incorporando ritmos e instrumentos netamente cubanos —fundamentalmente de percusión— y géneros como el danzón, de manera que su presencia como género musical habitual del formato contribuyó en su consolidación como baile nacional.

La composición racial de las primeras agrupaciones jazz band cubanas es un elemento que distingue este tipo de agrupación en la región camagüeyana con respecto a otras del país. Mientras en su primera etapa, las jazz band habaneras, por ejemplo, estaban integradas por músicos blancos, de buena posición social y en muchos casos egresados de carreras universitarias; la Camagüey jazz band de 1913 se componía, en su totalidad, de individuos de la raza negra pertenecientes a una pequeña burguesía de color y letrada.

Esto no hace sino confirmar las peculiaridades de la región y sus relaciones con los descendientes de africanos desde la centuria anterior. Además de servir de fundamento a la proliferación de Sociedades de Instrucción y Recreo de este tipo en el territorio y a los propios estatutos de la revista Lis, que en las “Palabras preliminares” de su primer número a cargo de Nicolás Guillén, deja esclarecidos sus objetivos y proyecciones al señalar que: “Con la revista se aspira a realizar una doble labor: dotar a Camagüey otra vez de un órgano que sea vocero amoroso de sus virtudes más altas y contribuir a la difusión de la cultura y el progreso”.[4]

Cultura que en su sentido más amplio —y en concordancia con el pensamiento que caracterizó la obra toda de Guillén— estaría encaminada a la reivindicación del hombre de color a través de la instrucción. No por azar la revista toma el nombre de Lis, palabra francesa que evoca la flor en la que se inspiraran no pocos modernistas, y cultura que no solo atañe a la cubana, sino a la americana en su sentido integral.

Las relaciones culturales entre Norteamérica y Cuba, por otra parte, se venían consolidando desde la centuria anterior. Es importante tener en cuenta que la esclavitud y las luchas por la abolición de la misma en ambos territorios es un factor común que no debe pasarse por alto. De igual manera, la huella de las culturas africanas en las músicas nacionales de ambos países es un elemento que las identifica y distingue del resto de los países de América Latina, a excepción de Brasil, cuya cultura musical, al igual que la cubana y norteamericana se significa y reconoce más por el componente afro en su música que por el indígena.

La presencia de Camagüey Jazz Band en las páginas de Lis y en las Sociedades de Instrucción y Recreo de color en Camagüey no es, tampoco, un hecho aislado. Al lado de ellas se presentaron otras agrupaciones de este tipo como la orquesta de Vitico González, luego conocida como de los Hermanos González, la orquesta de Angelito Mola, la de Nicolín Cánovas y otras invitadas de la vecina Ciego de Ávila y Caibarién.

La orquesta de Vitico González estaba integrada por los hermanos Víctor —director y saxofonista—, Chelito —piano— y Rafael —trompeta— entre otros músicos que completaron su plantilla de manera ocasional. Por ello, en la composición racial de esta agrupación se aprecia la presencia tanto de músicos negros como blancos y por ende su presentación en otros escenarios como el Club Ferroviario, la Colonia Española y las sociedades de blancos: El Liceo y Tenis Club. En su repertorio era común encontrar música cubana variada, sobre todo boleros populares como Chupando caña de Ernesto Duarte y Basta ya.

La orquesta de Angelito Mola realizó diversas actividades dentro de las sociedades de color del territorio. Las más destacadas por la revista Lis son verbenas, bailes, asaltos y veladas de concierto de la Sociedad “El Progreso”, ocasiones para las cuales ejecutaba, sobre todo, danzones y fox trot. La revista, además, devela el nombre de los integrantes de esta agrupación musical, algunos de los cuales destacan por su permanencia como músicos reconocidos en lustros posteriores. De ellos, vale la pena detenerse en Emiliano Castillo y Ángel Mola.

Banda Municipal de Camagüey. Foto año 1929
-----------------

El primero se destacó como instrumentista de la Banda Militar y Municipal donde tocaba el bombardino, fue considerado por sus colegas y amigos como el mejor ejecutante de este instrumento en la época por el sonido claro y limpio que lograba. Ángel Mola, por su parte, fue miembro de la Banda Municipal y director de la orquesta tipo jazz band “Los muchachos del swing”, que tomó su nombre de una de las vertientes del jazz norteamericano de preferencia entre sus integrantes y que luego incorporó mujeres en su seno. Entre ellas, Fela Hallowell —pianista y arreglista de música norteamericana— y la trompetista Suncia.


Por las páginas sociales de Lis se infiere que las Sociedades de color camagüeyanas se relacionaban indistintamente con estas agrupaciones. A la vez, se inclinaba por tipos de actividades musicales determinadas. Por ejemplo, la “Antonio Maceo” parece haber estado asociada a la Camagüey Jazz band y la Orquesta de Angelito Mola para la realización de bailables. En particular el llamado “Baile de las Flores” para el cual Alberto Noriega de Varona escribió su vals La reina de las Flores dedicado a la señorita Blanca Biosca, seleccionada reina del baile de esa Sociedad en 1923.

Otras actividades musicales habituales en la “Maceo” fueron las veladas que, al estilo de las tertulias decimonónica, conjugaban poesía, conferencias, música y proyecciones cinematográficas como novedad del siglo XX. En estas veladas Lis refiere la ejecución de obras para piano —aunque no menciona su título, ni el compositor— a cargo de señoritas de la Sociedad. También se interpretaba guitarra a cargo de Ángel Lazo y el banjo[5] —instrumento característico de la música tradicional norteamericana y de procedencia africana cuya ejecución se hizo común en las Sociedades de color de la época— por José Meléndez. Por otra parte, destacan las actividades líricas que tuvieron el concurso de Víctor Pacheco Zaldívar, hijo del director de orquestas y arreglista de partituras de óperas y zarzuelas para formatos orquestales pequeños Víctor Pacheco Arias y de quien su hijo aprende el amor por el arte lírico, ya de tradición en la sociedad del Camagüey. Pacheco Zaldívar se desempeñaba como director de la sección lírica de esta Sociedad. El coro por él formado en la “Maceo” interpretó, entre otras obras del repertorio lírico, el “Coro de las Segadoras” en el que intervinieron señoritas de la institución.

La Sociedad “El Progreso” por su parte, aparece asociada en Lis con la orquesta de los Hermanos González y Nicolín Cánovas en la realización de bailables. Mientras que la de Angelito Mola se destacó en la ejecución de obras de concierto —sinfonías, según se deja constancia en Lis— que de modo particular, menciona las incursiones de Angelito Mola como ejecutante del violín en dúos ocasionales con la pianista María Tornet y el guitarrista Enrique Hernández.[6] Fuera de los salones de la Sociedad, se realizaron verbenas, especie de ferias en que se vendía comida, refrescos, bebidas y se realizaban bailables al aire libre. Ocasiones en las que la orquesta de Angelito Mola era la agrupación seleccionada.

Lis hace notar, además, que en los salones de “El progreso” era habitual la ejecución de obras al piano y la interpretación de canciones y trovas cubanas en las que salen a relucir nombres como el de “Cuco” Agüero y Virgilio Guerrero. Es necesario entonces, detenerse en la figura de José de la Cruz Agüero Frías “Cuco”, destacado pedagogo del violín y compositor de obras de carácter patriótico como el Himno para coro mixto titulado Al Mayor Agramonte,[7] ya que precisamente la revista Lis dedica diferentes números a temas y figuras relacionadas con la independencia. Entre ellas, José Martí, Antonio Maceo y Salvador Cisneros Betancourt (Marqués de Santa Lucía). Por otra parte, la mayor cantidad de las fiestas de las Sociedades de color que da a conocer en sus páginas, están dedicadas a fechas importantes como “El grito de Baire” (24 de febrero) y la instauración de la República (20 de mayo).

De “Victoria” se conoce por Lis que contó con la orquesta del violinista Nicolín Cánovas y del maestro Manuel Borrero en sus actividades bailables, en particular, el denominado “Baile de las hojas”. Veladas en las cuales primó el canto, la ejecución de piano, guitarra y como elemento diferenciador, la realización de altares de Cruz de mayo, festividad de tradición andaluza en la que junto a la ceremonia religiosa se entonaban salves y música popular como cierre a la celebración. Posiblemente los altares de Cruz de mayo auspiciados por la Sociedad “Victoria” fuera una de las últimas desarrolladas en la ciudad, pues el historiador Jorge Juárez Cano asegura que este tipo de festejo desapareció a principios del siglo XX.[8]

En las referencias de Lis a las actividades de la Sociedad “Antonio Maceo” y “Victoria” destaca la realización de comparsas. Estas comparsas se entienden en su acepción de representación de un tema determinado como era costumbre en las actividades realizadas con motivo de las festividades del San Juan principeño de la centuria anterior. En las mismas tenían un peso fundamental las que representaban alegorías musicales, muestra del interés de las sociedades de color por este arte. Entre ellas, las realizadas sobre valses populares como el titulado “Las tres de la mañana”, comparsa en la que se cantó y bailó en honor de la Reina del San Juan de la Sociedad “Maceo”.[9] Además, estas comparsas constituyen otro elemento de tradición conservado por las asociaciones negras de la región, aspecto que se encuentra remarcado en los propósitos manifiestos de la revista Lis al enfatizar en: “[…] la defensa de la hermosa tradición cultural camagüeyana y beneficio de sus elementos más humildes”.[10] Es decir, el rescate y continuidad cultural de la región.

El baile es el tipo de actividad relacionada con la música que resulta común y de mayor popularidad entre las principales sociedades de color del Camagüey. Quizás por ello, Edmundo del Valls escribe una crónica impresionista en la que refiere a este tipo de actividad como espacio propicio para encontrar pareja, lucir trajes de moda y mostrar dotes de bailarín. De ahí que su autor coloque como subtítulo de la crónica “De cómo fui derrotado espiritualmente, por ser una cosa detestable, un mal bailador”.[11]

Debe recordarse que en la centuria anterior, Gaspar Betancourt Cisneros había tomado algunas páginas del periódico La Gaceta de Puerto Príncipe, en su sección de “Escenas Cotidianas” para referir al baile tanto de la aristocracia como de la gente que habitaba los llamados barrios “de orilla”. También, Antonio Bachiller y Morales en “Recuerdo de mi viaje a Puerto Príncipe” hace notar que: “La afición a bailar es extraordinaria en Puerto Príncipe”.[12] De manera que la crónica del señor Valls se fundamenta no solo en la defensa de una tradición cultural camagüeyana, sino en su pervivencia en las generaciones del presente. A ello se suma que la mención de la crónica de Lis refiere en particular al danzón, género que desde la centuria anterior se venía perfilando tanto en su estructura musical como en su coreografía y era habitual, casi obligado, en las actividades de todas las Sociedades de blancos y negros del siglo XX.

Lis, por otra parte, incluye la programación de sociedades y clubes de asociaciones de color de algunos municipios del Camagüey y de los teatros de la ciudad. Entre los primeros destacan las noticias sobre los bailes del Club “Esperanza” de Florida amenizados por la orquesta danzonera de Sixto Pintó, director y profesor de la academia municipal de música de esa localidad[13] y del Club “Unión jaronesa” del poblado de Jaronú en Esmeralda, que realizó bailes amenizados por una orquesta integrada por siete profesores de Caibarién.[14]

En cuanto a la programación de los teatros de la ciudad se destaca la presencia de músicos extranjeros como el lírico español Miguel Fletas, la violinista Rauskaya ejecutando danzas clásicas y la representación de compañías de óperas en el Teatro Avellaneda.[15] Asimismo, la presencia del guitarrista español Antonio Hernández, autor de la conocida obra La semana santa de Sevilla[16] en el Teatro Iris y los trovadores habaneros María Teresa Vera y Rafael Zequeira interpretando canciones y boleros de su autoría[17] en el teatro Camagüey.

La referencia a la actuación del dúo Vera-Zequeira no fue bien acogida por la crítica de la revista Lis, que calificó su interpretación como desfavorable quizás porque, como ha señalado la musicóloga María Teresa Linares: “[…] cantaba igual que hablaba, (sin) […] prestar atención a la dicción de las palabras. (y) […] Nunca fue preciosista en la pronunciación ni en la expresión de la voz”.[18] No obstante, y como la revista Lis se propuso llevar la alta cultura a la raza de color, este rasgo —hasta cierto punto similar al estilo improvisatorio del jazz norteamericano— era visto como un defecto ante las impecables cualidades vocales, virtuosistas e interpretativas de la alta cultura musical a las que aspiraban los asociados a estas instituciones. A pesar de ello, ya María Teresa Vera había grabado algunas obras del trovador camagüeyano Patricio Ballagas como Timidez, El trovador, El lunar y Nena y esto le aseguraba un puesto importante en los escenarios del territorio.

El rescate y continuación de la cultura camagüeyana como objetivo de la revista se evidencia, además, por la presencia de José Varona Hernández como colaborador de Lis. En el último número de 1923, bajo el título Hagamos nuestro porvenir, el señor Varona Hernández insta a la raza de color a la superación constante, a olvidar viejos resquemores y prejuicios, a dejar atrás vanas imitaciones y ser, en cambio, más virtuosos y honestos. Años antes, el propio Varona Hernández había dejado constancia —quizás por conocer la inexistencia de documentación al respecto— de la actividad en los cabildos africanos del antiguo Puerto Príncipe. La cual constituye hoy día, la única evidencia detallada de la función de los mismos, sus rituales, música, cantos e instrumentos musicales empleados.

Estos dos trabajos de José Varona Hernández, aunque fueron escritos en fechas y con propósitos diferentes, están relacionados entre sí. Si bien el objeto del artículo sobre los cabildos africanos daba a conocer la cultura de este grupo social —en el sentido amplio del término y de la cual no se había hablado suficiente como sí sucedió en otros territorios de la Isla—; no es menos cierto que como institución, los cabildos tuvieron como fin salvaguardar dicho acervo al fungir como organizaciones de asistencia mutua; formar una sociedad de pura diversión y socorro.

Al producirse la abolición de la esclavitud en 1886 y de los cabildos como su asociación legal, los descendientes libres de africanos y mestizos cubanos continuaron reuniéndose y celebrando sus fiestas tradicionales. Pero este negro libre tenía ahora una mejor posición económica y un nuevo reconocimiento social —no solo en Cuba sino también en las dos Américas—, de manera que las Sociedades de Color en la región, bajo el apelativo de Instrucción y Recreo serían la continuación del antiguo cabildo, mantendrían esa tradición cultural, incentivarían la erudición e incorporarían otros elementos culturales/musicales presentes en la Isla.


De ahí que Varona Hernández en su artículo de Lis titulado “Hagamos nuestro porvenir”, advirtiendo esa continuidad, ese legado cultural y alertando sobre la necesidad de defensa del reconocimiento social alcanzado, expresara:
Piense nuestra entidad que, no con un título de Mandatario, Procurador, Comadrona, Modista &, queda resuelto el problema, ¡no! Es, elevándonos por sobre disensiones y bastardías de disociadores pareceres de antaño, es, dejando como bagaje inútil la arcaica carga de desiguales cunas; […] es estudiando hondamente nuestros problemas y viendo de mejorar […] nuestras facultades intelectivas. […]

Hacia ese fin, deben de tender todas nuestras iniciativas, ese debe ser todo nuestro solo anhelo […] puesto que, de ese entrelazamiento de los intereses de todos, brota la fuente más pura de la energía nacional.

Pensemos siempre, que a la Patria y a la entidad social nuestra, no se le sirve con lirismos inútiles; la mejor manera de honrarla es, honrándonos en aumento de decoro […] depurándola de males, a medida que nos depuramos nosotros mismos.[19]
De esta manera y aún siendo una revista local, Lis —por el contenido de los trabajos que publicó— se convirtió en órgano defensor de los derechos y anhelos de la raza de color, en revista cultural/didáctica que contribuiría en la formación de valores de este sector poblacional y fuerza impulsora del interés por el conocimiento. En particular, hacia los temas y las figuras de la Patria. Mientras que por su estructura puede compararse con otras revistas culturales de la época en la que colaboraron hombres —blancos o negros— que representan la estética modernista de aquellos tiempos: José Enrique Rodó, Rubén Darío, Amado Nervo y Julián del Casal; de la literatura clásica: Alejandro Dumas, Honorato de Balzac, Guy de Maupassant, Rabindranath Tagore o Víctor Hugo y mujeres que defendía su lugar en la sociedad desde diferentes profesiones y campos como Aurelia del Castillo y Josefa Guillén.

Nicolás Guillén
------------

En lugar especial puso Lis a la intelectualidad camagüeyana, alzando las voces negras y mulatas de su director Nicolás Guillén, Félix Nápoles, Edmundo del Valls y Tomás Vélez cuyos artículos de corte social y trabajos literarios en diversos géneros marcaron la orientación de la revista como “[…] reflejo del espíritu de los cubanos de la época”.[20]






-------------------------
[1] Cfr. Martha Esquenazi Pérez: Del areíto y otros sones. Ed. Adagio, Centro Nacional de Escuelas de Arte, 2007. p. 176.

[2] Fox trot es un baile popular estadounidense que nace en 1912 con las primeras orquestas de Jazz. Su nombre significa, literalmente, "trote del zorro" y este nombre alude a las primitivas danzas negras que imitaban pasos de animales y en las que se inspiraron los primeros bailarines de Fox trot. Es un baile de ritmo cortado y alegre.

[3] Juan Carlos Malagón: “La big band en Cuba. Entre rumbas y lentejuelas” en, Clave Nos. 1-3, Año 6, 2004, p. 3.

[4] Nicolás Guillén Batista: “Palabra preliminares” en, Lis No. 1, Año 1, 10 de enero de 1923.

[5] Banjo: instrumento musical de cinco cuerdas constituido por un aro o anillo de madera circular de unos 35 cm de diámetro, cubierto por un "parche" de plástico o piel a modo de tapa de guitarra. El parche y el anillo de madera se ensamblan con tornillos metálicos (y el resonador de madera que se añade posteriormente también). La mezcla de materiales que conforman el banjo consigue uno de los instrumentos musicales con un sonido más característico e inconfundible que existen.

[6] “Sociales de El Progreso” en, Lis No. 12, Año 1, 30 de abril de 1923.

[7] Cfr. Verónica Fernández Díaz: “Un diamante en la música” en, Cuadernos de historia principeña 9.Ed. Ácana, Camagüey, 2010. Pp. 74 y 81.

[8] FONDO Jorge Juárez Cano, carpeta 122. Archivo Histórico Provincial de Camagüey.

[9] “Sociales de Maceo” en, Lis No. 18, año 1, 30 de junio de 1923.

[10] José Armando Pla: “Cinco párrafos” en, Lis No. 2, año 1, 20 de enero de 1923.

[11] Edmundo del Vals: “La influencia taumatúrgica del baile en Sociedad. De cómo fui derrotado espiritualmente, por ser una cosa detestable, un mal bailador” en, Lis No. 3, año 1, 30 de enero de 1923.

[12] Antonio Bachiller y Morales: “Recuerdos de mi viaje a Puerto príncipe” en Prosas Cubanas. T.1. Consejo Nacional de Cultura, La Habana, 1962, p. 211.

[13] Lis No. 8, año 1, 20 de marzo de 1923 y No.11, año1, 20 de abril de 1923.

[14] Lis No. 16, año 1, 10 de junio de 1923.

[15] Lis No. 8, año 1, 20 de marzo de 1923.

[16] Lis No. 12, año 1, 30 de abril de 1923.

[17] Lis No. 13 año 1, 10 de mayo de 1923.

[18] Jorge Calderón: María Teresa Vera. Ed. Letras Cubanas, La Habana, 1986, p.30.

[19] José Varona Hernández. “Hagamos nuestro porvenir” en, Lis No.18, año 1, 30 de junio de 1923.

[20] Ernestina Hernández Bardanca y Alicia Moreno: “Dirección y proyección de la revista” en, Estudio crítico bibliográfico de la revista Lis. Biblioteca Provincial Julio A. Mella, Camagüey, 1993 (s.e.).







---------------------------------
Verónica E. Fernández Díaz. Nació en Camagüey, el 28 de enero de 1972. Doctora en Ciencias sobre Arte, Profesora Titular e investigadora Auxiliar de la Universidad de las Artes y el Centro de Estudios Nicolás Guillén. Premio Anual de Investigación Cultural 2007 con “Diccionario de la música camagüeyana. Siglo XIX” y 2015 con “Música e identidad cultural. Puerto Príncipe 1800-1868. Premio CUBADISCO 2014 en Producción de Investigación Musical con el CD Páginas de vida. Música camagüeyana del siglo XIX. 3er Premio de Musicología Argeliers León de la Uneac 2017 con el estudio de la obra de José Marín Varona.

Tiene publicado el libro Diccionario de Música camagüeyana. Siglo XIX, y varios artículos en Cuadernos de Historia Principeña de la Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey, el Anuario de la Universidad de las Artes y la revista Antenas de su ciudad natal. También tiene trabajos publicados en la revista Videncia de Ciego de Ávila, Sic de Santiago de Cuba y Clave de Ciudad de La Habana, así como artículos en varios libros. Otros trabajos suyos se han publicados en Lisboa, Portugal; Baeza, España y Santiago de los Caballeros, República Dominicana.

Los 10 enemigos del amor. Enemigo # 4: Tu pretensión de querer cambiar a tu pareja. (por Cecilia Alegría, La Dra. Amor)

Nota del blog: Espacio semanal de Cecilia Alegría, La Dra. Amor, dedicado al amor de pareja.



¡No te afanes en cambiar a tu pareja!

¡Invierte tu tiempo, energía y esfuerzo en cambiar tú!

Uno de los más grandes enemigos del amor es la fatua pretensión de querer cambiar al ser amado, por las buenas o por las malas, y generalmente en contra de su voluntad.

Es decir, no aceptan al esposo tal y como es, lo que constituye, en sí mismo, una falta de respeto.

Lo peor es que muchas mujeres se casan con ese cambio en mira. Tal vez tú hayas creído que ésa es tu misión, que lo conociste de una manera pero que, cuando seas la esposa, ese hombre va a ser transformado a imagen y semejanza del caballero ideal que quisieras a tu lado. Es hora de que reconozcas que jamás encontrarás a alguien que se adapte de manera perfecta a lo que tú quieres.

Si todo lo que hace te parece mal y lo único que te importa es cambiarlo, quizás el problema no sea suyo, sino tuyo.

De hecho, intentar modificar a alguien es algo que te desgastará. Si es manipulable lo tienes muy fácil, aunque te cansarás de la situación al ver al amor de tu vida como alguien sin personalidad.

En el caso de que tu pareja no se deje cambiar, surgirán conflictos que te agotarán porque, en realidad, no tienen sentido. Eso que ahora le recriminas, ya lo hacía antes, pero no lo veías.

Es cierto que a veces, es imprescindible que nos abran los ojos o que nos den un pequeño llamado de atención para poder mejorar como personas, no para transformarnos en lo que otros quieren que seamos. Aquí reside la diferencia.

La opción de decidir si se produce el cambio o no es de tu hombre, no tuya.

No puedes obligar a nadie a cambiar.

Concéntrate en cambiar tú misma.

Con que uno de los dos cambie, cambiará la dinámica de la relación.



IG @ladoctoraamor






--------------------------------------------------------
Cecilia Alegría, La Dra. Amor (www.ladoctoraamor.com): Consejera de Parejas, Love and Life Coach, Conferencista Internacional, Periodista y Conductora de Radio y TV. Destaca en los Latinos en Miami dando consejos sobre cómo triunfar en el terreno amoroso y ayudando a miles de parejas a resolver sus problemas. Forma parte del grupo fundador de profesores del programa Universidad de la Familia.

Ha publicado doce libros entre los que se encuentran: Comunicación Afectiva=Comunicación Afectiva (Espasa Calpe, España, 2000). 120 preguntas y respuestas para ser mejores personas (Editorial Norma, Colombia, 2004), No hay amor más grande (Editorial Aragón, USA, 2012), Amando un Día a la Vez (Ediciones Varona, U.S.A. 2015), Al rescate de tu comunicación de pareja (Ediciones Varona, USA 2017), Sexo Sagrado y Lazos del Alma (Indie Publishingnbsp, 2018), Alessia (Book Master Corp. 2019), El Poder del Amor Ágape: como restaurar tu matrimonio después de una infidelidad (2021).

De cuplés y cupletistas de la mano de Eugenia Sancho. (por Wilfredo A. Ramos)



El público de la ciudad de Miami tiene una deuda muy grande con el amor y el tesón con que Martí Productions le entrega constantemente espectáculos que tratan de mantener viva la cultura, la de ayer, la de hoy, la de siempre, llevando a escena obras y géneros musicales que abarcan un gran espectro del ámbito universal y todo ello se debe, sin duda alguna, al amor y a la tozudez -por qué no?- de Tania Martí, su Productora Ejecutiva, quien poniendo todo su empeño en el arte, saca de donde no hay, enfrentándose a molinos de vientos (no ficticios sino reales), para no dejar que el verdadero arte muera a manos de la superficialidad y vulgaridad de una parte, cada vez mayoritaria, de la falsa cultura del entretenimiento que se have pasar por cultura de masas.


A falta de Pro Arte Grateli, la compañía que durante tantos años llenó nuestros escenarios miamenses con zarzuelas, operetas, boleros, recitales de grandes figuras, cantes y bailes españoles, variedades, entre otros géneros, Martí Productions ha mantenido el reto, tratando de ofrecernos constantemente una nueva propuesta artística, llenando un terrible vacío y atrayendo hacia los teatros a una parte del público, ansioso por recordar y seguir disfrutando de ese arte que no podemos dejar en el olvido, porque forma parte de la historia de la cultura universal.

Teniendo en cuenta los anteriores postulados es que hemos podido disfrutar nuevamente, durante dos fines de semanas, los pasados días 9, 10, 16 y 17 de Octubre, del espectáculo “Fumando espero... el penúltimo cuplé”, trabajo concebido, dirigido y actuado por esa española que por derecho propio se ha convertido en parte de nosotros, me refiero a Eugenia Sancho.


Dicho espectáculo ya había tenido su estreno absoluto meses atrás en los siempre acogedores salones del Miami Hispanic Cultural Arts Center, en el cual contó en aquella ocasión además, con la actuaciones de Letty Carmona y Noris Joffre, quienes sorprendieron al público con sus interpretaciones de este añejo, pero muy amado género musical. Para ambas oportunidades la Sancho contó con el acompañamiento al piano de Evita Garrucho, intérprete excelente, atenta siempre al quehacer de las actrices sobre la escena y a las características de cada una de ellas en el rol de actrices que enfrentan el importante reto del canto como otro desempeño actoral.


Si bien con anterioridad ya me había expresado sobre este interesante trabajo en otro artículo, no pude escapar a la necesidad de regresar sobre el mismo por estar concebido en esta nueva oportunidad para el lucimiento en solitario de Eugenia Sancho, algo que me resultó mucho más interesante debido a que todo el peso del espectáculo caería sobre una sola actriz a manera de unipersonal, teniendo ella sola la responsabilidad como española, de defender un género al cual conoce perfectamente y que ama con delirio.


Tal como lo supuse, el resultado sobre las tablas del Café-Teatro Catarsis (me niego a llamarlo Sala Catarsis), fue el derroche de ese gracejo que sabe imprimirle la Sancho a sus presentaciones, acentuado en esta ocasión con la impronta de quien conoce por propio derecho de pertenencia un género musical que arrasó con los públicos de todos los escenarios donde se presentó desde sus orígenes, de Madrid a New York, de París a la Habana, cantado por las grandes intérpretes del momento, las cuales se convirtieron en divas absolutas, admiradas y adoradas por todos.


A través de un recorrido cantado y hablado sobre el surgimiento, el desarrollo y el éxito del cuplé, la actriz y cantante va dándonos a conocer los pormenores de su evolución, envolviendo al público, en su casi totalidad personas de la “edad adulta”, en la nostalgia de tan recordado género musical, haciendo que el mismo se decida a acompañarla con las letras de algunos de los temas, los más populares, como ‘Fumando espero’, ‘La Violetera’ o ‘Los Amores de Ana’, los dos primeros muy popularizados por los años 50 en la voz de Sara Montiel y el tercero más recientemente por Ana Belén.

Eugenia es una actriz que domina a la perfección la interacción con el público, sabiendo llevarlo por el camino que ella desea y teniendo la suficiente inteligencia para salvar posibles situaciones molestas que pudieran presentarse cuando se le permite participación al mismo dentro del trabajo del actor, y esto pudimos presenciarlo en la noche de nuestra asistencia ante la impertinente y forzada intromisión de un espectador, al cual la Sancho supo controlar.

Del desenvolvimiento escénico de esta actriz tenemos que decir que la misma domina el escenario con una excelente proyección de voz y un total dominio del espacio y del género en el cual se desenvuelve como pez en el agua, por lo que nos gustaría poder seguir disfrutándola en otros trabajos de este corte que tan del gusto de los públicos resultan siempre ser.


Dos señalamientos nos vemos obligados a hacerle a dicho espectáculo. El primero es con referencia a la cortina musical que realiza la pianista en dos momentos de dicho trabajo para dar tiempo a dos totales cambios de vestuarios imposibles de realizar ante el público, como si se hicieron el resto de los mismos, que obligó a la actriz a salir del escenario para realizarlos, debido a que los números interpretados en ambos momentos debieron ser piezas del repertorio que no dejaran caer el ritmo de la escena con piezas tan poco dinámicas.


El segundo aspecto a tener en cuenta es el de la concepción del entorno escenográfico, éste a cargo de Alejandro Galindo, el cual resultó abigarrado, anticuado en su diseño, poco práctico y que limitaba el movimiento de la actriz en el tan pequeño escenario del Café-Teatro Catarsis. Un trabajo actoral de este tipo necesita que quien está sobre las tablas tenga espacio suficiente para moverse y desarrollar su labor, sin elementos innecesarios que lo limiten, permitiendo que su imagen en las tablas sea lo principal, no viéndose desdibujada por el exceso de decoración superflua y de mal gusto. Un ambiente más sencillo, con solo lo necesario, permitirían a la actriz destacarse y brillar aun más en su muy encomiable trabajo, así como proyectarse un resultado estético idóneo.


Solo nos queda pedir a Eugenia Sancho que continue con esta línea de trabajo, tan necesitada, como anteriormente expresé, en nuestros escenarios, que nada de fácil tiene porque requiere de muchos pocos en el trabajo actoral, pero que tan bien recibido resulta por ese público que desea llenar los espacios teatrales con espectáculos que alimenten elal espíritu y a la vez ofrezcan arte y cultura.


Y para finalizar exhortamos a nuestra estimada Marisol Correa que tenga en cuenta nuestra solicitud de rebautizar este agradable lugar como “Café-Teatro Catarsis”... el público se lo agradecerá.





Texto y fotos Wilfredo A. Ramos
Noviembre 8, 2021

Monday, November 8, 2021

Jorge González Allué a sus 19 años de edad.

"Desde sus primeros años, tras múltiples interrupciones por causas ajenas a su voluntad, pudo realizar una parte de sus ambiciones, la posesión del título de Profesor de piano, solfeo y teoría de la música.

Sus estudios los realizó en Camagüey, de donde es natural, bajo la dirección de la Profesora señora María Josefa González y luego con la inteligente Profesora señorita

María E. Larin, con quien terminó por el plan del maestro Hubert de Blanck.

Obtuvo las honrosas calificaciones de sobresaliente en todos los cursos.

Tiene incorporados sus numerosos alumnos al Instituto de música, que dirige el maesctro Félix Rafols.

En múltiples actos públicos ha interpretado a diversos clásicos, lo que le ha valido calurosas felicitaciones; y también ha dedicado una parte de sus actividades a escribir varias obras musicales, cuya publicación no se hará esperar."



-------------
Texto tomado de Cuba Musical, 1929


-----------------
Jorge González Allué (Febrero 10, 1910 - Noviembre 4, 2001)

M. J. Cabana, Camagüey (Publicidad del año 1929)



"Esta casa, la más antigua de esta ciudad, ofrece a su clientela artículos de primera clase únicamente.

La mejor surtida en:

Pianos; Auto-Pianos; Ortofónicas; Instrumentos para Orquesta y para Banda; Aparatos de Radio; Discos; Rollos para auto-piano; Música en general.


M. J. Cabana
Cable y Telégrafo: "Cabana"

Cisneros 23, Teléfono 2247
República 92, Teléfono 2595
Camagüey."




------------

Publicidad del año 1929.

Las patriotas de Teresa (por María del Carmen Muzio)


Debido a los avatares por todos conocidos del virus de la covid, demoró en llegar a mí el segundo tomo de la monumental obra de Teresa Fernández Soneira, Mujeres de la Patria. Desde el primer tomo dedicado a las participantes en la Guerra de los Diez Años, ya sea acompañando a sus esposos o como enfermeras, se advierte la enjundiosa investigación de la autora.

No obstante, el segundo tomo, continúa sin desmayar y aún lo aumenta la línea investigativa seguida por la escritora. Se sabe que la historia, y sus libros, los escriben fundamentalmente hombres y, con más razón, se hacía necesario e imprescindible rescatar para la verdad histórica, aquellas figuras ocultas tras la sombra de chalecos y bombines.

Se ejemplifica muy bien con las palabras del diario del coronel Cosme de la Torriente ante la valentía de la capitana Luz Noriega: “Tiene mucho valor esa señora, pero no sé si es por lo mucho que me choca verla en la fuerza, el caso es que no me agrada(1)." Y aunque no deja de referirse a su juventud, belleza, y su valor, ese “no me agrada” es la expresión del patriarcado dominante en el siglo XIX. Muestras como la anterior nos bastan para demostrarnos la importancia de la investigación de Fernández Soneira.

Otro mérito del libro es el capítulo II “La mujer negra en la sociedad y en la guerra” que inicia con una foto de una esclava negra, ama de leche con un bebé blanco en sus brazos; aspecto destacable del tomo son sus innumerables imágenes que apoyan los temas tratados: desde imágenes de la manigua, retratos familiares o individuales.

Se muestra una tabla con los nombres de mujeres negras que contribuyeron a la Guerra mediante dinero o sus propiedades. Y un acápite importante es el dedicado a la familia del conocido patriota Juan Gualberto Gómez a través de su madre Serafina Ferrer, hija de una negra carabalí; y de su esposa, Manuela Benítez, nacida en Cádiz, quien lo conociera cuando él se hallaba prisionero en Ceuta.

Un detalle importante es que la portada del libro ostenta la foto de Rosa “La Bayamesa”, insigne mujer que participara en las dos guerras, valiosa por su trabajo como enfermera y por sus conocimientos de las plantas medicinales.

Y así, muchas más a las que su condición social las relegaba a las peores labores y al olvido; pero que la autora Teresa Fernández Soneira ha buceado en archivos, bibliotecas y fuentes inimaginables para desempolvar a estas mujeres negras, mayoritariamente menospreciadas.

El tercer capítulo se dedica al nefasto episodio de la Reconcentración engendro creado por el ambicioso Valeriano Weyler apodado “El Carnicero”. Una muestra de los horrores que sufrió el pueblo cubano, en especial las provincias occidentales, es transcrito a través de las cartas de la patriota Magdalena Peñarredonda a don Tomás Estrada Palma; y apunta la autora: “Luego de meses de sufrir la infame Reconcentración, sin comida, ni agua, ni baños; sin cuidados de salud, edificios donde cobijarse y ropa, los reconcentrados murieron de hambre, deshidratados y la viruela en proporciones alarmantes(2)."  Además, este capítulo lo acompaña un espeluznante testimonio gráfico.

Hasta al Santo Padre se escribió pidiendo clemencia y terminar con el genocidio, como lo hizo la cubana Elena Mayolini de Valdés. También se muestra una tabla con la cantidad de defunciones causadas por la Reconcentración en las distintas provincias.

Concluye este capítulo con los nombres de las patriotas que se dedicaron, al terminar la guerra, a socorrer a los huérfanos, entre ellas, María Cabrales de Maceo, Aurelia Castillo de González y las hermanas Rosalía y Marta Abreu.

El capítulo IV, “La labor humanitaria de mambisas, religiosas y enfermeras” resalta la figura de aquellas mujeres, ya fueran de congregaciones religiosas femeninas, mambisas o que dedicaron su empeño a los hospitales de sangre.

De estas valerosas mujeres aparecen reflejadas, entre otras, la capitana Adela Azcuy, Rosa Castellanos “La Bayamesa” quien ya había colaborado en la Guerra de los Diez Años; Isabel Rubio, Regla Socarrás, y Mercedes Sirvén Perez-Puelles, farmacéutica, y la única mujer que alcanzaría el grado de comandante.

Exhaustivo el estudio sobre las religiosas y sus congregaciones que se dedicaron a socorrer a enfermos y heridos mediante la transcripción de importantes documentos. Se destacan las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl; las Siervas de María de los Desamparados, ministras de los enfermos; y el Instituto de Religiosas del Apostolado del Sagrado Corazón de Jesús. En todas ellas se mencionan nombres imprescindibles de religiosas consagradas a sus votos.

En el capítulo final “Que la Patria os contempla orgullosa” nos dice la historiadora: “Reseño en este capítulo por orden alfabético, a las cubanas meritorias producto de mis investigaciones de esta etapa pre-independentista de nuestra historia. Las numerosas mujeres que marcharon al exilio, constan en el volumen III de esta obra(3)”. De esta forma desfilan una serie de mujeres poco conocidas u olvidadas como es el caso de América Arias, cuyo nombre aun lleva un hospital de maternidad. Se dedica un espacio a la familia Bolaños-Fundora entre otras, y llama la atención la figura de Elena Borrero, opacada por su hermana Juana; las mujeres de la familia de Martí, en fin, sería interminable destacar las grandes figuras redimidas por Fernández Soneira.

Resulta arduo reseñar una investigación tan meticulosa y profunda, de la que es difícil sustraerse. Sus últimas páginas, como importante complemento, transcriben un emotivo texto del “hermano del alma” de Martí, el médico Fermín Valdés Domínguez, “La Noche Buena”; y con la promesa de su autora de continuar en el tercer volumen con las patriotas en el exilio. Al estudio lo acompaña una Cronología de la Guerra del ’95, la Bibliografía y un Índice Onomástico.

Libro de imprescindible consulta para quien desee acercarse a un tema tan poco estudiado como es la participación de las cubanas durante la Guerra de Independencia, es lamentable que ejemplares de este no puedan encontrarse en las bibliotecas cubanas por separaciones que nada tienen que ver con las excelentes investigaciones de nuestra historia patria.





------------------
  1. Teresa Fernández Soneira, Mujeres de la Patria, Volumen 2, Ediciones Universal, Miami, 2018, p. 199.
  2. Teresa Fernández Soneira, Mujeres de la Patria, Volumen 2, Ediciones Universal, Miami, 2018, p. 148.
  3. Teresa Fernández Soneira, Mujeres de la Patria, Volumen 2, Ediciones Universal, Miami, 2018, p. 262.



---------------
Ver en el blog




--------------------------
María del Carmen Muzio Zarranz (La Habana, 1947). Tiene publicadas las novelas El camafeo negro (1989), Sonata para un espía (1990), La Cuarta Versión (2000) y Dios no te va a entender (2015), así como los ensayos Andrés Quimbisa (2001), María Luisa Milanés: el suicidio de una época (2005) y el libro de cuentos para niñosLos perros van al cielo (2004). Ha merecido varios galardones y reconocimientos entre los que destacan su mención en el Concurso Internacional Relato Policial, Semana Negra, Gijón, España (2002) y la del centro “Juan Marinello” por su ensayo sociocultural sobre la figura de Andrés Petit.

Bailes en el Camagüey de noviembre de 1923


"La agrupación de jovencitos "El Social Dancing Club", celebró su baile de inauguración el sábado 3 de Noviembre en la terraza del Hotel Camagüey.

Al intermedio fué rifado un valioso bolso de oro que tocó a la señorita Minina González Hurtado.

El Club "Van Horne", dio también su primer baile, en el local social de dicho organismo, la noche del 10.

El prestigioso Centro de la Colonia Española organizó también una fiesta bailable para la noche del 17.

Y, por último, en el poético roof garden del Hotel Camagüey, el veterano de los Clubs, el Club de los 30, celebró el día 24 un lucido baile, como fiesta reglamentaria del mes de Noviembre.

Todos estuvieron muy concurridos y reinó en ellos la mayor animación. "
Click here to visit www.CubaCollectibles.com - The place to shop for Cuban memorabilia! Cuba: Art, Books, Collectibles, Comedy, Currency, Memorabilia, Municipalities, Music, Postcards, Publications, School Items, Stamps, Videos and More!

Gaspar, El Lugareño Headline Animator

Click here to visit www.CubaCollectibles.com - The place to shop for Cuban memorabilia! Cuba: Art, Books, Collectibles, Comedy, Currency, Memorabilia, Municipalities, Music, Postcards, Publications, School Items, Stamps, Videos and More!