Saturday, March 14, 2020

(Revista Social. Mayo 1920) Graziella Garbalosa



Máximo Gómez narra su primer encuentro con José Martí, durante la organización de la guerra del 95, y el evento que decidió la incorporación del "Apóstol" al campo insurrecto


Hablaba yo [Fermin Valdés Domínguez] con Gómez del último abrazo que le di a mi Martí allá en el Cayo: en aquel abrazo tan largo y tan cariñoso en el que mis  lágrimas se unieron a sus lágrimas.

Emocionado y elocuente tomó la palabra el digno jefe de nuestra Revolución:

En los primeros empeños revolucionarios no estuvo Martí con nosotros, o mejor dicho con Maceo, y quedamos separados, yo viviendo en Santo Domingo de mi trabajo y él trabajando en Nueva York, y así pasó el tiempo hasta que surgió en Tampa y el Cayo el Partido Revolucionario, gracias a sus titánicos esfuerzos. No se atrevió él a dirigirse a mí y recibí una carta suscrita por los amigos del Cayo en la que me preguntaban mi opinión sobre la noble propaganda de Martí. Les contesté que estaba en mi puesto como revolucionario y que mi espada estaba —como siempre— al servicio de la lucha por la independencia de Cuba: me anunciaron la visita de Martí y yo me apuré en manifestar que sería muy bien recibido: mi familia estaba en Santiago de los Caballeros y yo en una finca a 19 leguas de la población en donde estaba solo con mis trabajadores. Encargué a mi familia que tan pronto como llegara Martí me mandarán un propio anunciándose su llegada, —porque no había telégrafo ni otra manera más rápida de comunicación—. Martí llegó y mi familia lo recibió con todo el afecto que él despertaba en todas las almas.

Cuando supo que yo no estaba allí y que iban a despachar un propio en busca mía, se opuso a ello, pidió caballo y un guía para ir a mi finca y emprendió el largo viaje sin detenerse a descansar. Cuando Martí hacía esto acababa de pasar una enfermedad grave y  aún estaba enfermo y débil; pero su voluntad era de acero. Ya era de noche y como todos los días había despedido a mis trabajadores y ya estaba acostado y siguiendo mi costumbre, había dejado baja, pero encendida mi lámpara de petróleo. No dormía todavía y sentí pasos de caballos que se fueron acercando hasta que llegaron al patio de mi casa: me sorprendí, pensé en alguna novedad en mi casa y me levanté para dar más luz a mi lámpara; pocos momentos después sentí que me tocaban en la ventana de mi cuarto y que alguien me saludaba desde afuera, corrí a abrir la puerta y recibí en mis brazos a mi amigo queridísimo. No sé de cuantas cosas hablamos, pero sé que nos entendimos al momento, y aquella noche quedó firmado el  pacto que selló para siempre —con sello de gloria— al caer como  héroe y como hombre en Dos Ríos. Le hice cenar en mi compañía: mandé a prepararle un bocado en la casa de una buena amiga mía de la vecindad y después nos acostamos en mi mismo cuarto; el ocupó la cama de mi esposa que estaba arreglada como ella la había dejado a ir a la ciudad y yo acerqué la mía a aquella, para poder continuar nuestra charla desde las camas: nos sorprendió el día sin haber podido dormir. Al día siguiente le propuse que se quedara unos días conmigo para que descansara de sus trabajos y repusiera su salud ya muy quebrantada, me dijo que no podía porque tenía necesidad de estar pronto en Nueva York. Debía él ir a la capital y un día después salió para allá con cartas mías y ya Ud. sabe como fue recibido y la duradera y buena impresión que hizo entre cubanos y dominicanos.

Desde entonces siempre hemos estado unidos y juntos hemos trabajado por preparar la revolución redentora.

(Fragmento de una carta de Fermín Valdés Dominguez a su amada, Asunción Castillo. Fechada en Mayarí,  Joturito, 24 Julio 1896.)

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En la noche en que Gómez me habló de Martí en los términos que ya he escrito, volvió a contarme como se había decidido Martí a venir a la guerra. Aunque ya en una de mis libretas te he recordado sus palabras en la noche inolvidable para mí en la que hicimos una marcha larguísima después de la batalla de Mal Tiempo, quiero apuntar sus palabras ahora, pues a más de ser el cuadro que ahora me hizo más acabado, y completo, temo que se haya perdido la libreta en que dejé mis apuntes de aquellos días: fué una de las que te he mandado.

Así me habló Gómez:

—Quiero contarle lo que pasó para que se decidiera Martí a venir conmigo. —Un día Paquito Borrero me dijo: General, pienso que debemos oponernos a que Martí vaya a la guerra; aquí en el extranjero es donde es útil, y Collazo, él y yo nos unimos para decidir a Martí a que se quedara, y —al cabo— después de mucho discutir lo conseguimos: ya tenía arreglada la maleta y esperaba la llegada de la embarcación que lo había de llevar a los Estados Unidos.

Esperando llegó, antes que el día de su partida, vapor de Nueva York y en él, correspondencia y periódicos para todos. Cada uno cogió un paquete y se fué a leer sus cartas y periódicos: junto al corredor de mi casa que era el lugar en donde nos encontrábamos en aquellos momentos, estaba el cuarto de mi Señora: me había llamado ella para hablar de algún asunto de familia y yo me había sentado en su cama conversando así con ella. Hablaba yo con mi esposa, cuando vimos a Martí que desde fuera me llamaba: entre Martí, le dije, y allí al lado de mi mujer que tanto lo quería y que sabía cuanto trabajo nos había costado convencerlo de que  no debía venir a Cuba, lo oyó cuando me hablaba mostrándome el número de Patria en que se publicaba un telegrama de Figueredo, de Tampa, en el que se afirmaba que él y yo estábamos ya en Cuba.- Después de esto, me dijo, mi deber me obliga a acompañarlo a Ud. En vano traté de convencerlo de que no debía ocuparse de esas cosas, y que, a pesar de ellas, no debía menearse de su puesto en Nueva York. -No puedo yo volver allí con prestigio alguno después del fracaso de Fernandina y de lo que ahora publica este periódico: iré con Ud. -Ni las frases cariñosas de mi esposa, ni las excitaciones de Paquito Borrero y de Collazo, pudieron hacerlo variar de juicio, y yo dejé de insistir porque conociendo su valor y su entereza y patriotismo, juzgué inútil todos mis ruegos y pobres mis más razonados argumentos en contra de su opinión. Y vino para acabar gloriosamente su campaña.

(Fragmento de una carta de Fermín Valdés Dominguez a su amada, Asunción Castillo. Fechada en Joturo Arriba, Julio 25.

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Textos tomados de 
Fermín Valdés Domínguez: Diario de soldado. Tomo 2. La Habana 1973.

Lilliam Moro, poeta total (por Wilfredo A. Ramos Vázquez)

Nota mía: Llega desde el Facebook de Manuel Adrián López, la triste noticia de que Lilliam Moro ha fallecido hoy 14 de marzo de 2020. Habita desde ahora en la Eternidad. Llegue mis condolencias a su familia y amigos.

Comparto nuevamente la reseña que publicó Wilfredo A. Ramos Vazquez, en el blog, sobre el reciente homenaje que le rindiera Luis de la Paz, en su espacio "Viernes de Tertulia".




La noche de este pasado viernes 21 de Febrero, acogió nuevamente, una edición de los ya muy reconocidos Viernes de Tertulia que organiza y conduce el periodista y escritor Luis de la Paz, con sede en los salones del Miami Hispanic Cultural Arts Center, en esta ocasión dedicada a esa excelente escritora cubana por derecho propio que es Lilliam Moro.

Para esta oportunidad, de la Paz concibió tal encuentro desde la perspectiva de un reencuentro con la vastísima obra poética de la Moro, a través de la lectura que ella misma debiera hacer de algunos de sus poemas recogidos en su amplio catálogo editorial, pero que por esos crueles rejuegos del destino, la autora no pudo realizar, debido a su delicado estado de salud, quedándonos huérfanos de su propia voz el sonar de sus versos. No obstante, su ausencia física, la noche dejó escuchar sus poemas en las voces de varios de los poetas, no crean que pocos, que se dieron cita en esta noche no solo con la colega sino también con la amiga y que gracias a la tecnología permitió que desde el calor de su hogar pudiera disfrutar de tan fuerte abrazo.


Es así que fueron recordados momentos de convivencia y anécdotas junto a Lilliam Moro, como leídos textos suyos en las voces de Reynaldo Garcia Ramos, Carlos Alberto Montaner, José Abreu Felipe, Sergio de los Reyes, Franky de Varona, Karime Bourzac, Yudil Rodríguez y Joaquín Gálvez. Mientras que Héctor Manuel Gutiérrez leyó una entrevista por el realizada a la poeta para un programa radial hace algun tiempo atras.

Recordemos que Lilliam Moro integró aquel “maldito” grupo de escritores que se reunieron alrededor de Ediciones El Puente, que fuera fundada por Jose Mario Rodríguez, en la Cuba de los primeros años del cataclismo revolucionario y que producto del mismo, al igual que todo el colectivo de escritores que allí se nuclearon, se vieron perseguidos, reprimidos y encarcelados, no teniendo mejor opción que salir hacia exilio, primero para Miami y New York, mientras que más tarde dirigió su rumbo hacia Madrid y Puerto Rico, para regresar de nuevo al lugar en donde más cerca se puede estar de Cuba: Miami.


A través de todo este ir y venir, su vida ha estado volcada hacia el escribir como su más importante y determinante tabla de salvación frente a las trampas y traspiés de la vida, pero al mismo tiempo como forma de hacer llegar a los demás toda la capacidad de amar, de sentir, de sufrir, de entender el mundo que la rodea. Su amplia bibliografía habla por ella, desde su primer libro de poemas ganador de un concurso literario inter-universidades en su isla natal, “El Extranjero", en 1965, pasando por su numerosa obra publicada en Madrid durante sus veinte años de residencia: “La Casa de la Guerra”, 1972; “Poemas del 42”, 1989; “Cuaderno de la Habana”, 2005 y su novela “En la boca del lobo”, 2004. Más tarde ya en esta ciudad, sale a la luz su “Obra poética casi completa” (1963-2013) y “El Silencio y la Furia” y “Tabla de Salvación”, ambos en el 2018, así como la novela de próxima aparición, “Las reencarnaciones de Mama Ines”.


Sin duda alguna la obra de Lilliam Moro ha estado marcada por el rumbo al que la ha llevado su destino, su enfrentamiento a la vida y también a la muerte, su muerte, de la cual es una testigo, después de haber pasado un mes en coma y haber sufrido más de una veintena de paros cardíacos. Quien mejor que ella para saber lo que es vivir entre dos realidades, para dejarlo plasmado a través de su verso sencillo, directo, fuerte, elegante, desnudo de vanos adornos y de metáforas vacías. Es por ello que la obra de esta poeta trasciende el aquí y el ahora, para hacerse intemporal, infinita, personal y a la vez de todos, porque sus versos son los de nosotros también, aunque no los hayamos sabido escribir.

Pido disculpas a la autora, a sus amigos, a los poetas, por querer dejar mi voz en este homenaje, en esta alabanza, en este golgorio dedicado a la gran poeta, con la transcripción de este poema que tan bien nos describe a todos:


Los corazones desbocados, del libro “Tabla de Salvación”.

Hemos andado por la vida/ comiéndonos el mundo/ haciendo fuego de los días/ y fogatas con el calendario/ Nada teníamos, nada podíamos perder/ Solo contaba el hoy/ Demasiado aspaviento/ El futuro llegó sin avisar/ y aquellas llamaradas/ hoy son patéticos rescoldos volviéndose cenizas/ Las pocas certidumbres/ se convirtieron en grandes ignorancias/ Solo nos han quedado/ montones de papeles, cartas amarillentas/ algún remordimiento/ y muchas fotos en una caja de cartón.


Friday, March 13, 2020

¿Un sacerdote mambí? (por María del Carmen Muzio)


Aunque nunca disparó un arma, monseñor Guillermo González Arocha terminó la Guerra del ’95 con el grado de capitán del Ejército Libertador. La figura poco conocida de este sacerdote –como la de tantos otros que contribuyeron en las guerras independentistas– es bastante ignorada.

Nacido en Regla el 25 de junio de 1868, hijo de un sevillano y una criolla, fue bautizado como Guillermo Abad Eloy en la parroquia de su pueblo. Familia humilde, el padre oficiaba como barbero; y en 1877 radican en Guanajay donde se declara «pobre de solemnidad» para atender a las necesidades de su esposa e hijos menores.

El joven Guillermo estudia en instituciones públicas; y en ese mismo año su padre solicita una beca para él porque «de nueve años cumplidos tiene grandes deseos y decidida vocación al estado Eclesiástico» la cual se concede «en justificación de natales filiación legítima, buena vida y costumbres». Por sus notas de sobresaliente en 1879 se le concede beca de tiempo completo.

Sin embargo, durante sus estudios en el Seminario fue llevado al Consejo de Disciplina por leer y mostrarse de acuerdo con el texto de Fermín Valdés Domínguez 27 de Noviembre. Y en 1889 fungía como capellán en el Santo Cristo del Buen Viaje y vivía con su madre en la calle Amargura 54. En 1891 es diácono en el Santo Ángel Custodio y el 25 de febrero de ese mismo año es ordenado presbítero el inquieto reglano «en témporas de Cuaresma», a los 22 años por una dispensa especial del papa León XIII.

En 1895 es párroco de la iglesia de San Marcos Evangelista en Artemisa; y en cuanto comienzan los aires de la Invasión, la entrada triunfal de las tropas de Maceo por toda la provincia de Vuelta Abajo, el padre Arocha no duda en cooperar. Por algo, con mucha razón, monseñor Ramón Suárez Polcari en su imprescindible Historia de la Iglesia en Cuba lo titula de «sacerdote insurrecto».

Por sus ideales independentistas perteneció a una complicada red clandestina que operaba en la misma Artemisa con su anuencia, pues tanto medicinas como armamentos, periódicos y correspondencia se escondían en la parroquia, se trasladaban al cementerio donde el albañil del mismo los guardaba hasta que de noche bien cerrada llegaba algún mensajero mambí. Algunos de sus seudónimos en la correspondencia secreta fueron Virgilio y Favio Rey.

Uno de sus feligreses lo denunció al padre Manuel Méndez, este a su vez al general Juan Arolas Esplugas, jefe de la zona y, especialmente de la Trocha Mariel-Majana cuya denuncia la cursa ante el entonces capitán general de la Isla y asesino Valeriano Weyler. Detenido el párroco, procesado y enjuiciado por sus actividades conspirativas es condenado a fusilamiento. Entonces ocurre el misterio, o esas innegables gracias de Dios. Enterado el español arzobispo Santander, este intercede y es conmutada la pena por la expulsión del país. El insurrecto sacerdote rechaza categóricamente su destierro; pero acepta el ofrecimiento de quedar en el obispado encargado de trabajos burocráticos en una especie de prisión domiciliaria.

De nuevo lo inexplicable: en septiembre de 1896 ya el padre Arocha estaba de nuevo en su parroquia en su misma labor conspirativa y además ayudando a los Reconcentrados. Es posible que la cercanía del clarín mambí le hicieran olvidarse tanto a Weyler como al obispo Santander, del curita rebelde.

Se cuenta que, entre sus más preciados bienes, el padre Arocha atesoraba una porción de tierra anegada con la sangre del Titán, posible regalo de alguno de los fieles soldados del Ejército Libertador.

En 1901 fue representante a la Asamblea Constituyente y ya era párroco de la histórica iglesia del Santo Ángel Custodio. Se le otorgó el título de monseñor y fue rector del Seminario San Carlos y San Ambrosio donde falleció el 1 de abril de 1939.

Qué lástima que vida sacerdotal tan atrayente no sea llevada al cine, a la televisión ni a la literatura cuando hemos visto con molestia cómo en un filme sobre nuestra guerra independentista aparezca un sacerdote cubano a favor de los peninsulares, hecho muy raro, pues la lista de los sacerdotes patriotas es bastante extensa.

Por suerte, en el parque que rodea la parroquia de San Marcos Evangelista en Artemisa existe un busto que recuerda a este reglano, insurrecto y sacerdote. Quizás algún parroquiano, transeúnte, o de los tantos que se sientan en sus bancos a conectarse por wifi, un buen día se decida, y le deje una flor.



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María del Carmen Muzio Zarranz (La Habana, 1947). Tiene publicadas las novelas El camafeo negro (1989), Sonata para un espía (1990), La Cuarta Versión (2000) y Dios no te va a entender (2015), así como los ensayos Andrés Quimbisa (2001), María Luisa Milanés: el suicidio de una época (2005) y el libro de cuentos para niños Los perros van al cielo (2004). Ha merecido varios galardones y reconocimientos entre los que destacan su mención en el Concurso Internacional Relato Policial, Semana Negra, Gijón, España (2002) y la del centro “Juan Marinello” por su ensayo sociocultural sobre la figura de Andrés Petit. 

Te espero (un poema de Thelma Delgado)


Te Espero

¿Me preguntas qué cuánto te quiero?
Cuenta las estrellas en una noche despejada
Los granos de arena que hay en el mar
Sabrás cuanto te he llegado a amar
Cuando midas la fuerza con la que el viento empuja al velero.

¿Me preguntas qué cuánto te quiero?
Cuenta los suspiros que de mi pecho escapan
Las miles de veces que he gritado tu nombre
Con fuerza de trueno que al silencio rompe
Ven y te lo diré bajito, ven, ven que por ti espero.



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Ver
Página de Thelma Delgado en el website del Cultural Council of Palm Beach County

Thursday, March 12, 2020

(Coronavirus) Comunicado de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba


Ante la declaración ofrecida en el día de ayer por el Director General de la Organización Mundial de la Salud, reconociendo el carácter de pandemia global de la enfermedad del coronavirus (COVID-19) y atendiendo, a su vez, a la Nota Informativa del Ministerio de Salud Pública, también publicada por el Noticiero Nacional de la Televisión, los Obispos de Cuba consideramos oportuno dirigir a nuestros fieles y a todo el pueblo el presente comunicado:

1. Invitamos, con una mirada de fe, a conservar la calma y a mantener vivo el sentido de la solidaridad humana ante la posible evolución de la enfermedad en nuestro país.

2. Recomendamos la prudencia y la disciplina requeridas en la observación de las recomendaciones orientadas por el Ministerio de Salud Pública.

3. Pedimos acoger la exhortación del Papa Francisco a obrar con responsabilidad y sensatez, y acudir, además, a la oración frecuente implorando la misericordia de Dios para las personas fallecidas, contagiadas y sus familiares en diversas partes del mundo y, juntamente, orar por los médicos y personal que atienden a las personas afectadas.

A los sacerdotes y agentes pastorales les pedimos tener en cuenta las medidas que indican la prudencia en el desarrollo de las celebraciones litúrgicas.

Encomendemos asiduamente a la Virgen de la Caridad del Cobre, Madre y Patrona de nuestro pueblo, que tenga piedad de todos los cubanos, especialmente de las personas más vulnerables y necesitadas de compasión y ayuda.


La Habana, 12 de marzo de 2020*
Conferencia de Obispos Católicos de Cuba.

Calles y callejones de Camagüey: Callejón de Castellanos (por Marcos A. Tamames-Henderson)


Nota del blog: Cada jueves se publica en el blog, gracias a la cortesía de Marcos Antonio Tamames-Henderson, una selección de su libro Calles y callejones de Camagüey. Entre la leyenda y la historia. 


Se origina en la calle de la Reina y en su trayectoria corta San Juan y muere en San Fernando. Su discreción es tal que en la relación de calles que ofrece Lasqueti no aparece referenciada. El origen del nombre de este callejón está relacionado con la ilustre casta de los Castellanos. El hecho de que en 1883 se divulgara en la intercepción con la calle de la Reina, en el no. 71, la morada del escribano Federico Castellanos, abogado de renombre que tenía su notaría en Santa Ana no. 83, hace suponer que a sus ancestros se debe el nombre del callejón. 

En 1766 don Esteban Castellanos ocupaba uno de los oficios públicos de la villa, tal como lo desempeñara el licenciado don Rafael Castellanos Mojarrieta en 1805; en la calle Reina tenía su propiedad el excelentísimo doctor José de la Cruz Castellanos en los alrededores de 1846 y 1850. Fueron licenciados con este apellido el Sr. Gregorio Castellanos y el brigadier Manuel Castellanos Aguilar, quien además ocupó el cargo de regidor entre 1846-1850. Sin dudas, debía gozar el letrado Federico de un reconocimiento que se extendía a la calle lateral de su morada. 

En relación a su cambio de nombre, el informe del DSAMC correspondiente al 21 de diciembre de 1927 lo señala entre los que no ha sufrido modificación alguna, situación que lo inscribía dentro del potencial de calles a renombrar. Quizás por su discreción en el paisaje urbano no fue tomado en cuenta a lo largo de su historia. De modo que Castellanos, como referente urbano, rememora una de las ilustres familias del Puerto Príncipe colonial. En su integridad forma parte del CH y su primera cuadra, entre Reina y San Juan, pertenece al área PCH. 


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Marcos Antonio Tamames-Henderson (Jamaica, Guantánamo, 1961). Lic. Historia del Arte (1997), MSc. en Historia del Arte y en Conservación y Rehabilitación de Centros Históricos (2007). Miembro de la Uneac, Unaic, Unhic. La Editorial Ácana ha publicado sus libros De la Plaza de Armas al Parque Agramonte. Iconografía, símbolos y significados (2001, 2da ed. 2003); Tras las huellas del patrimonio (2004); La ciudad como texto cultural. Camagüey 1514-1837 (2005); Una ciudad en el laberinto de la ilustración (2009) y La cofradía de los signos urbanos (2012). Premio Especial Roberto Balmaceda (Uneac, 2002), Juan Marinello (2006), Juan Torres Lasqueti (2005, 2010, 2011 y 2012), Ensayo Histórico Enfoque (2007), Crítica Histórica José Luciano Franco (2005), Publicaciones, teoría y crítica en el V Salón de Arquitectura (2005) y Jorge Enrique Mendoza (2004), entre otros.

Cuaresma

Ermita de la Caridad. Miami
Cuaresma. Marzo 2020

Wednesday, March 11, 2020

Centro de la Colonia Española de Camagüey. Estatutos y Reglamentos, 1940 (por Carlos A. Peón-Casas)


Tengo la suerte de tener a mano este folleto, que vio la luz en la imprenta La Moderna, entonces activa en la calle Maceo número 12. Recoge, con todos los pelos y señales, el articulado completo que regía las funciones de aquella Sociedad que se titulaba con el susodicho apelativo que nos sirve de título.

En octubre de aquel año, su Junta Directiva en la persona de su Secretario General el Sr. Daniel Rivas Regueira, dejaba constancia oficial ante el Gobierno Provincial de Camagüey de la necesaria reforma del Reglamento al uso, con el visto bueno del Presidente General del momento, el Sr. Dionisio Portilla.


En una anterior aproximación al tema, discurrimos ya sobre algunos pormenores de la Quinta de Salud “La Purísima Concepción” y sus dependencias, regentadas por la Sociedad, y perteneciente a la Sección de Beneficencia.

Hoy preferimos acercarnos a algunos pormenores de otras Secciones, con presencia en su sede social ubicada en la calle Salvador Cisneros en el número 258, que acogía no sólo al archifamosa Sección de Recreo, célebre por sus actividades festivas y bailes de ocasión, al que ya puntualmente te referiremos, sino igualmente a Academias diurnas y nocturnas, y a una muy bien poblada Biblioteca, pertenecientes todas a la Sección de Instrucción.


Preferimos empezar pues por tan interesante arista, de la que menos se ha discurrido. En el capítulo de los Reglamentos que le concierne se estatuía que su objeto primordial sería:
Fomentar entre los asociados el amor al estudio, contribuir a la ilustración general; promover las manifestaciones de las Bellas Artes; redactar y proponer el plan de enseñanza que ha de observarse en el Centro, así como reglamentar, suspender o ampliar el número de clases con la aprobación de la Directiva…(1)
Las Academias ya antes citadas se dividían en Diurnas, de preferencia para las hijas de los socios, las Nocturnas para los socios en general. La enseñanza de las asignaturas se sucedía a lo largo de un año lectivo de Septiembre a Junio, con vacaciones desde el cuatro de Diciembre y hasta el dos de Enero.

Los exámenes correspondientes a las asignaturas impartidas tendrían igualmente todo el rigor, se efectuaban anualmente en la primera quincena de Julio. Se celebraban ante Tribunal, y los alumnos examinados recibían su correspondiente calificación de notas que se hacía obrar en la correspondiente Acta. Igualmente se repartían premios a los más aventajados.

La existencia de la Biblioteca y el Gabinete de Lectura correspondiente, nos merece igualmente una mirada puntual.

Se establecía en el articulado del citado reglamente, bajo el número 36 que:
(…) En dicho departamento encontrarán los socios las principales obras de los grandes autores y una completa colección de periódicos, ilustraciones o revistas Cubanas, Españolas y Extranjeras, en las cuales hallarán ancho campo para dedicarse al estudio o para conocer el movimiento general de las política, las artes y las ciencias(2).
Para regir dicho espacio se nombraría a un Bibliotecario, quien tendría autoridad para someter a aprobación del Presidente de dicha Sección, las mejoras y cambios que juzgara de interés. Entre sus funciones igualmente estaban la de aprovisionar convenientemente el Gabinete de Lectura con todas las publicaciones ya mencionadas, nacionales o foráneas.

Igualmente era de su responsabilidad el aumento del fondo bibliográfico, proponiendo la adquisición de nuevos volúmenes que tuvieran la dignidad suficiente para figurar en el catálogo.

Aunque no se explicita en los artículos subsiguientes, el préstamo de los materiales parecía tener sólo un carácter interno, pues se dejaba claro que se velaría con celo porque se sacaran libros o periódicos del Gabinete, incluso para leerlos en otras salones del Centro.

Velaría igualmente el Bibliotecario por el buen orden interior, fomentando el necesario silencio y prohibiendo “conversaciones o actos que molesten la atención de los concurrentes (…) igualmente fumar y permanecer en el con la cabeza cubierta.”(3)

Para favorecer su trabajo, el Bibliotecario nombrado tendría el auxilio de Vocal de Turno de dicha Sección, así como del Conserje, a este último le concernían: cuidar las condiciones de orden y limpieza, guardar las llaves de los estantes para facilitar los libros en ausencia del bibliotecario, facilitar a los usuarios los índices y catálogos, vigilar si se recibían puntualmente los diarios y revistas, y renovar a tiempo sus subscripciones, entre otras funciones.

De la Sección de Recreo y Adorno, a la que ya habíamos mentado, compartimos al lector algunos de sus específicos pormenores.


Tal como se le aludía en el Reglamento, velaría por:
(…) proporcionar a los socios toda clase de entretenimientos y juegos lícitos, cuantas diversiones son propios entre personas cultas y contribuir a que se practiquen los preceptos de sociabilidad(4).
Entre sus deberes igualmente estaban los concernientes a la organización de los programas de fiestas, y la consecuente presentación de los gastos requeridos. A su cargo igualmente estaba el redactar las listas de las familias que deberían ser invitadas a los bailes y fiestas del Instituto, así como conformar el correspondiente programa musical que la orquesta de ocasión ejecutaría, y repartirlo a la concurrencia. Los invitados especiales serían igualmente recibidos a la puerta del Centro y se les atendería durante los actos.
Durante tales convites era su responsabilidad velar porque las bebidas y comestibles que se sirvieran fueran de la mejor calidad.

Pero no solo se convocarían actividades festivas. La Sección organizaría con puntualidad en los Salones del Centro: Bailes de Sala y de disfraz, Funciones dramáticas, Conciertos, Conferencias, Veladas literarias, Recepciones y Juegos de Sport.

Sobre los primeros citados había un especial mandamiento para los participantes enmascarados, y era la obligatoriedad de mostrar su rostro a la entrada a la Comisión de reconocimiento, e igualmente en cualquier momento durante el curso de la fiesta siempre que la Comisión lo creyera oportuno.

Otra normativa bien peculiar, y que nos puede lucir hasta simpática, era la que rezaba que:
Los concurrentes a las fiestas del Centro no podrán bailar más que piezas del programa, no ejecutando otro baile que no corresponda con la música(5)
El horario del Centro era muy amplio. Desde las siete de la mañana y hasta las doce de la noche, salvo en casos imprevistos, que la Directiva tendrá a su cargo resolver oportunamente.

La existencia de una bien provista Cantina, era otro de los servicios ofrecidos, donde se expenderían todo tipos de bebidas, refrescos y tabacos, la institución no era responsable de la explotación y manejo de tal servicio, pero la Sección si era responsable por velar que artículos a servir fueran siempre selectos, y que los precios no excedieran a los que se cobraban en otros sitios elegantes de la ciudad, y cuya tarifa debería estar a la vista en lugar visible.

En caso de que los socios solicitaran algún artículo que no estuviera en existencia, el cantinero comisionaría de inmediato a un sirviente para procurarlo, se asegurarían sus servicios con especial atención en los días festivos.

Las deudas de los socios con dicho Departamento tendrían que ser gestionadas por sus responsables, sin la intervención del Centro.

Para velar por su mejor desempeño, la Sección sí podría recomendar a la Directiva la subasta al derecho de explotación de la cantina, o en su defecto cederla gratis a quién ofreciera seguridades de su atención.

Otra importante Sección era la de Propaganda. A ella correspondía la importante misión de todo lo relativo a la inscripción de los socios, y la atención escrupulosa de sus demandas o quejas fundadas.

Entre sus facultades se incluían el análisis pormenorizado de las altas y bajas, con atención a las causas que originaran las segundas, si eran de carácter voluntario, para evitarlas siempre que fuera posible.

A su arbitrio quedaba el aceptar o no a los candidatos o aspirantes al ingreso, así como velar que los cobradores estuvieran al día en su labor de recaudar las cuotas sociales, y que fuera efectivo antes del día 10 de cada mes.

Como dato complementario, encontramos en el Directorio Social de Camagüey, correspondiente al año 1949, detalles del gobierno del Centro de la Colonia Española, en el período 49-50.

La Directiva de entonces la conformaban el Presidente General: Francisco Pañeda Gómez y su Vice: Tristán Rodríguez Martínez. Y los responsables de cada Sección, a saber: en la de Beneficencia: Eugenio Álvarez Moreda, su Presidente, y Antonio Álvarez Hernández, como Secretario.

La de Instrucción estaba regida por Celso Couseló Ricaló, y Claudio López Morell en la secretaría. Para la de Recreo y Adorno fue electo Presidente Pedro Torres Sánchez y Cristóbal Díaz Bulnes como Secretario. Las funciones de la correspondiente a la Propaganda estaban en manos de Alfredo Hernández Avellano y Eduardo Álvarez Rodríguez, Presidente y Secretario, respectivamente.

Para 1960, cuando se cumplían 61 años de permanente presencia en la ciudad, el Directorio Social de Camagüey, de aquel año, el último en ser editado, recogía una pagina completa alusiva a su labor. Queda el recuerdo de esa página y de una foto de la Quinta de Salud. Se incluían allí mismo los teléfonos correspondientes, el de la Sociedad: 2289 el del Sanatorio: 2589 y el de la Secretaría: 2081. Un poco después, dejarían de sonar…

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El inmueble fue construido originalmente como residencia familiar en el siglo XVIII, ha sido a través de la historia: sede de la comandancia del Ejercito Español en el siglo XIX,  luego hotel. Desde los inicios del siglo XX y hasta que fue clausurada en 1960 estuvo el Centro Social de la Colonia Española. Luego albergó a la Sociedad de Amistad Cubano- Española, en 1973 pasó a a ser sede de lo que se conocía como Casa de la Amistad (perteneciente al ICAP). En 1993 fue reignaugurado como Centro de Cultura Iberoamericano y actualmente radica en este lugar,  el Centro de la Cultura Comunitaria de Camagüey. 

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  1. Centro de la Colonia Española de Camagüey. Estatutos. Imprenta La Moderna. Maceo Número 12. Camagüey. ca. 1944.p.63
  2. Ibíd. p.70
  3. Ibíd.
  4. Ibíd. p. 76
  5. Ibíd. p. 80

(Cuba. Enero 31, 1897) Un poema de amor desde el campo insurrecto


A mi Hortensia

Encierra tanta grandeza
La tierra en que hemos nacido,
Que hasta el papel más pulido
Nos lo da Naturaleza.

Es sacado de una palma
Que crece a orillas de un río,
Y en él imprimo, ángel mío,
Desahogos de mi alma.

En él imprimo cantares
Que elevo en el patrio suelo,
Cantos que suben al Cielo
Escalando los palmares.

Pues ellos son cual gemido
Del amor que sufre ausente,
Pues el amante está enfrente
Del tirano corrompido.

Así lo quiere la suerte
Y así lo impone el deber
Para poder obtener
Una patria independiente.

Recibo en, tanto, ángel mío,
Desahogos de mi alma
Que escribo en papel de palma
A las orillas de un río.



Luis de la Cruz Muñoz.
Campamento en "Peña Blanca"
(Sancti Spíritus) 31 Enero 1897.




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Texto tomado de
Fermín Valdés Domínguez: Diario de soldado. Tomo 3. La Habana 1974.

(Revista Social. Mayo 1926) Camagüey monumental. Un dibujo de Massaguer.


Tuesday, March 10, 2020

(Miami-Invitación) "Art Herstory" Opening Reception


Art Herstory Opening Reception
Friday,  March 13 2020 at 7:00 p.m.

FIU Glenn Hubert Library
3000 NE 151 ST
North Miami , FL 33181

Retiro en El Paular (por Teresa Fernández Soneira)

Retiro en El Paular(1)


Monasterio de El Paular
 con la Sierra de Guadarrama en el fondo.
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por Teresa Fernández Soneira


De mi época de estudiante en Madrid recuerdo particularmente un retiro que hice durante la Cuaresma en un convento del poblado de El Paular(2). Enclavado junto al espléndido panorama de la Sierra de Guadarrama, era aquel un lugar ideal para el recogimiento y el diálogo con el Señor. Del convento, que entonces era de monjas de clausura, poco recuerdo a no ser la hermosa y acogedora capilla y el jardincillo de las madres a donde íbamos a rezar o a meditar después de las pláticas y misas. Aunque por ser invierno los árboles estaban secos y desnudos, mantenía aquel jardín un encanto peculiar donde se respiraba la paz, y el aire venía colmado de los aromas de la Sierra.

Predicaba aquel retiro un sacerdote que nos hablaba de la voz de Dios. Decía que era necesario callar y ponerse a la escucha, y que todo nuestro ser debía estar en estado de escucha, no solo el oído. Para oír al Señor había que callar las voces que resuenan dentro de uno, como son las voces del orgullo, de la avaricia, la hipocresía, el egoísmo y la vanidad, y también las del exterior que nos excitan: la televisión, la radio, el teléfono, el tráfico, la gente. “También la purificación auténtica se logra en el silencio," decía aquel predicador, “y muchas veces las palabras nos impiden ver. Se requieren muchas palabras para expresar algo, pero basta el silencio para expresar el Todo. El que de veras quiere profundizar, se confía del silencio y después que ha oído la Palabra, no encuentra ya más palabras". Hermosa y profunda meditación que es un reto en este mundo agitado en que vivimos, en el que todo es distracción. Me pregunto si no se debería incluir el ruido en la lista de pecados, que como dice Martin Descalzo(3), “quizá sea un pecado que tiene castigo en sí mismo: porque va convirtiendo este mundo en un infierno provisional”. Por eso debemos hacer un alto de vez en cuando, sobre todo en la Cuaresma, para reflexionar, para encontrarnos con nosotros mismos y con Dios, y así mejorar nuestras vidas.

Mi mente vaga de nuevo hacia El Paular, y me veo inmersa en el silencio de aquel jardín; silencio invisible pero potente; silencio espiritual donde las cosas pueden cómodamente estar en ellas mismas y a sus anchas. Puedo aún ver los cipreses alzados hacia el cielo que también parecen estar a la escucha, siempre atentos. Ya es tarde y las viejas paredes del convento muestran un rosa oscuro. La tenue luz del atardecer no le resta detalles a las cosas sino por el contrario, todo respira su propia belleza y armonía. Los últimos rayos de luz acarician la torre del campanario y todo se ha sumido en lo tules del atardecer. Ha terminado nuestro recreo por el jardín v nos llaman a la cena. El frío viento de la Sierra ha comenzado a soplar pero todo permanece envuelto en el silencio y la paz.

El Cristo de Velázquez
Museo del Prado. Madrid




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  1. Publicado en La Voz Católica, periódico de la Arquidiócesis de Miami, el 18 de marzo, 1994.
  2. Santa María de El Paular fue un monasterio de cartujos localizado al noroeste de Madrid, en el poblado de Rascafría, Valle de Lozoya, junto a la Sierra de Guadarrama.
  3. José Luis Martín Descalzo, (Toledo, 1930- Madrid, 1991) sacerdote, periodista y escritor español.




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Teresa Fernández Soneira (La Habana 1947), es una historiadora y escritora cubana radicada en Miami desde 1961. Ha hecho importantes aportes a la historia de Cuba con escritos y libros de temática cubana, entre ellos, CUBA: Historia de la educación católica 1582-1961, Ediciones Universal, Miami, 1997, Con la Estrella y la Cruz: Historia de las Juventudes de Acción Católica Cubana, Ediciones Universal, Miami, 2002. En los últimos años ha estado enfrascada en su obra Mujeres de la Patria, contribución de la mujer a la independencia de Cuba, (Ediciones Universal, Miami 2014 y 2018). El volumen I dedicado a la mujer en las conspiraciones y la Guerra de los Diez Años, y el volumen 2, de reciente publicación, trata sobre la mujer en la Guerra de Independencia. En estos dos volúmenes la autora ha rescatado la historia de más de 1,300 mujeres cubanas y su quehacer durante nuestras luchas independentistas.

Creación (un poema de Dulce María Loynaz)


Y primero era el agua:
                                  un agua ronca,
sin respirar de peces, sin orillas
que la apretaran...
Era el agua primero,
sobre un mundo naciendo de la mano
de Dios...
                 Era el agua.
                                      Todavía
la tierra no asomaba entre las olas,
todavía la tierra
sólo era un fango blando y tembloroso...
No había flor de lunas ni racimos
de islas... En el vientre
del agua joven se gestaban continentes...

      ¡Amanecer del mundo, despertar
del mundo!
      ¡Qué apagar de fuegos últimos!
¡Qué mar en llamas bajo el cielo negro!

      Era primero el agua.

Roberto A. Betancourt introdujo el tranvía eléctrico en Camagüey


El tranvía eléctrico circuló en Camagüey desde el 1 de mayo de 1908, hasta el 23 de febrero de 1952.


Anteriormente, Enrique Loynaz del Castillo había introducido en la ciudad el tranvía tirado por caballos, que comenzó a funcionar en 1894 y prestó sus servicios hasta el año 1900.

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Fragmento del Decreto 392, del 22 de septiembre de 1906, de la Gaceta Oficial de la República de Cuba, mediante el cuál se le concedió a Roberto A. Betancourt, la instalación del  tranvía eléctrico en la Ciudad de Camagüey. 

Firmado por Tomás Estrada Palma, Presidente de la República y por Rafael Montalvo, Secretario de Obras Públicas.

De conformidad con lo propuesto por el Secretario de Obras Públicas y en uso de las atribuciones que me están conferidas, apruebo el proyecto del señor Roberto A. Betancourt para la construcción de un tranvía eléctrico en la Ciudad de Camagüey, otorgándole la concesión necesaria para la ejecución de las obras y su explotación, bajo las siguientes condiciones: 
1º.--El concesionario establecerá y explotará en la Ciudad de Camagüey, á su costo y riesgo y sin subvención alguna, un tranvía eléctrico para pasajeros con sujeción al proyecto presentado por el interesado que lleva la fecha de 5 de Agosto de 1905, en cuanto dicho proyecto no resulte modificado por estas condiciones. 
2º.—Plazo de comienzo y ejecución de las instalaciones.—La ejecución de las obras comenzará dentro de seis meses, y terminará dentro de 18 meses, ambos plazos contados desde la fecha en que se otorgue la concesión. 
3".—Ingeniero Jefe.—El Ingeniero Jefe que repetidamente se menciona en estas condiciones es el de Obras Públicas del Distrito de Camagüey. 
4º.—Línea.—La línea de tranvías se establecerá según se indica en el plano correspondiente del proyecto, en las siguientes calles: la línea comenzará frente al andén de pasajeros de la estación del ferrocarril de Puerto Príncipe á Nuevitas; seguirá por la calle de Avellaneda hasta la calle de Soledad; por esta calle atravesando la plaza del mismo nombre, continuará hasta la plaza de Charles A. Dana; desde allí se dirigirá por la calle de Independencia hasta alcanzar el puente de la Caridad; desde este puente continuará por la Alameda de la Libertad hasta la plaza del mismo nombre donde termina.  
En la plazuela de confluencia de las calles de Soledad, Independencia y Cisneros se construirá un apartadero para el cruzamiento de los carros de subida y de bajada.

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Decreto 392, 22 de septiembre de 1906.




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Para más información sobre este tema, recomiendo Los Tranvías de Camagüey (y en toda Cuba), por Allen Morrison


Sunday, March 8, 2020

Isadora, la revolucionaria de la danza (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.


Isadora Duncan nació en la ciudad de San Francisco, Estados Unidos, el 27 de mayo de 1877. Su padre, Joseph, abandonó a la familia cuando Isadora era aún muy pequeña, siendo luego acusado de fraude bancario y encarcelado. Esto generó una difícil situación económica y, al parecer, influyó en el alejamiento de la familia de la fe católica que hasta entonces habían profesado (Isadora era una «atea convencida», según sus propias declaraciones).

Abandonó la escuela a los diez años y comenzó a impartir clases de danza a niños de su barrio, junto con su hermana Isabel; mientras, su madre Dora daba lecciones de piano para mantener a la familia y se encargaba, además, de la educación de sus hijos. Predominaban en las lecciones musicales Mozart, Schubert y Schumann, que tuvieron una indiscutible influencia en el posterior desarrollo artístico de Isadora.

Según sus biógrafos, Isadora era una niña solitaria y retraída que solía jugar en la playa observabando el mar. La influencia del mar y sus juegos infantiles se recogen en su Autobiografía, publicada en 1927. Cuando Isadora llegó a la adolescencia, la familia se mudó a Chicago, donde Duncan estudió danza clásica. Allí perdieron todas sus posesiones en un incendio y se trasladaron a Nueva York, donde Duncan ingresa en la compañía de teatro del dramaturgo Augustin Daly. En el momento en que la mitad de Europa intentaba emigrar para alejarse de la penuria económica y encontrar un futuro mejor, Isadora convence a su madre y a su hermana de emigrar a Europa. Se asientan primero en Londres y posteriormente en París.

Durante su etapa londinense, Isadora siempre inquieta y autodidacta, pasa largas horas en el Museo de Arte Británico. Le fascinan las obras de la Grecia clásica, especialmente los vasos decorados con figuras danzantes. De ellas adoptará algunos elementos característicos de su danza, tales como inclinar la cabeza hacia atrás, como las bacantes, y el uso de las túnicas. Es en esta época cuando comienza a consolidarse su estilo único de danza. Se trata de una danza muy alejada de los patrones clásicos conocidos hasta entonces, incorporando movimientos que tenían más que ver con una visión filosófica de la vida, ligada quizás al expresionismo, a una búsqueda de la esencia del arte que solo puede proceder del interior.

Era plenamente consciente de que su estilo implicaba una ruptura radical con la danza clásica y por eso se veía a sí misma como una revolucionaria. Al mismo tiempo que su estilo se iba consolidando, Isadora estudiaba en profundidad la danza y la literatura antiguas a través de los museos, particularmente el Louvre de París, la National Gallery de Londres y el Museo Rodin.

Los temas de las danzas de Isadora eran clásicos, frecuentemente relacionados con la muerte o el dolor, en oposición a los asuntos que trataba la danza clásica conocida hasta entonces, que giraban en torno a héroes, pricesas y espíritus. Su puesta en escena era también revolucionaria y en cierto sentido minimalista: apenas algunos tejidos de color azul celeste en lugar de los aparatosos decorados conocidos hasta entonces y una túnica vaporosa que dejaba adivinar el cuerpo y entrever las piernas desnudas y los pies descalzos, frente a los tutús, zapatillas de punta y medias rosadas de rigor en el ballet. Isadora bailaba sin maquillaje y con el cabello suelto, mientras que lo habitual en aquella época era maquillarse a conciencia y recogerse el pelo con un rodete.


Es comprensible que el estilo de Isadora resultase chocante al público del momento, acostumbrado a los estándares de la danza clásica. Isadora tuvo que aguantar abucheos e interrupciones de diversa índole en sus sesiones de danza durante algún tiempo, siendo notable en este sentido la polémica que se desató durante una gira por Sudamérica en 1916. En el libro “El Siglo del Viento”, Eduardo Galeano cuenta cómo fueron los días de la artista en Buenos Aires:
Descalza, desnuda, apenas envuelta en la bandera argentina, Isadora Duncan baila el Himno Nacional. Una noche comete esa osadía en un café de estudiantes de Buenos Aires, y a la mañana siguiente todo el mundo lo sabe: el empresario rompe el contrato, las buenas familias devuelven sus entradas al Teatro Colon y la prensa exige la expulsión inmediata de esta pecadora norteamericana que ha venido a la Argentina a mancillar los símbolos patrios. Isadora no entiende nada. Ningún francés protestó cuando ella bailó La Marsellesa con un chal rojo, azul y blanco por todo vestido. Si se puede bailar una emoción, si se puede bailar una idea, ¿por qué no se puede bailar un himno? La libertad ofende. Mujer de ojos brillantes, Isadora es enemiga declarada de la escuela tradicional, el matrimonio, la danza clásica y de todo lo que enjaule al viento.

Tuvo una vida personal tan poco convencional como la expresión de su arte, y vivió siempre al margen de las costumbres tradicionales. Se casó con el poeta ruso Serguéi Esenin, 17 años más joven que ella. Isadora eligió ser madre soltera y tuvo dos hijos. Nunca quiso revelar el nombre de los padres, pero se sabe que fueron el diseñador teatral Gordon Craig y París Singer, hijo del magnate de las máquinas de coser. La vida privada de Isadora nunca estuvo exenta de escándalos ni de tragedias. La más espantosa fue ciertamente la muerte de sus dos hijos, Deirdre y Patrick, que se ahogaron en un accidente en 1913, cuando el auto en el que viajaban junto a su nodriza, se cayó al agua del río Sena.

La carrera de Isadora había empezado a declinar. Fueron tiempos de serios problemas financieros y de diversos escándalos sentimentales, acompañados por algunos episodios de embriaguez pública. Isadora vivió sus últimos años entre París y la costa del Mediterráneo, dejando deudas en hoteles y pasando cortos períodos en departamentos alquilados. Algunos de sus amigos trataron de convencerla para que escribiese su autobiografía, con la esperanza de aliviar un poco su situación económica, la cual fue finalmente publicada en 1927.

Las trágicas circunstancias que rodean la muerte de Isadora Duncan han contribuido a la consolidación del mito y están envueltas en cierto misterio que la historia no ha conseguido despejar. Isadora Duncan murió en un accidente de automóvil en Niza, la noche del 14 de septiembre de 1927, a la edad de 49 años, cuando la larga chalina que llevaba alrededor de su cuello se enredó en la llanta del automóvil descapotable en que viajaba.




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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).
Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". florenciagu@gmail.com

Mujer


En el Génesis se narra como Dios fue creando desde más simple a más elaborado: cielo, agua y tierra, plantas, animales, hombre y como culmen de su obra de Amor: la mujer. (JEM)

Saturday, March 7, 2020

(Camagüey) Guillermo Ginestá, Baby William, ex boxeador profesional ha fallecido


por Joaquín Estrada-Montalván


Guillermo Ginestá, conocido como Baby William ha fallecido en la ciudad que lo acogió como su hijo. 

Ginestá quien nació en Santiago de Cuba en 1930, pero se asentó en la ciudad de Camagüey, fue uno de los más reconocidos boxeadores profesionales cubanos.

Recuerdo en su casona de la calle Bembeta, las paredes decoradas con recortes de prensa que recogían para las posteridad sus triunfos en el cuadrilátero.

Llegue a Coqui, su hijo y a toda su familia mis condolencias.

Descanse en paz campeón.




(Revista Social. Junio 1919) Martina Pierra de Poo


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Gaspar, El Lugareño Headline Animator

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