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Tuesday, May 9, 2023

(Catedral de Camagüey) Misa en homenaje a Mons. Adolfo Rodríguez


En la Catedral de Camagüey, se celebró una misa a las 5 p.m., de hoy 9 de mayo, en homenaje al Siervo de Dios Mons. Adolfo Rodríguez, al cumplirse 20 años de su paso a la Vida Eterna.


La liturgia tuvo lugar en el espacio de la Catedral, donde descansan los restos mortales de Mons. Adolfo.

La Eucaristía fue presidida por Mons. Wilfredo Pino, arzobispo de Camagüey. (JEM)



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Recuerdan a Mons. Adolfo en encuentro en su Casa Museo

 

En el 20 aniversario del fallecimiento del Siervo de Dios Mons. Adolfo Rodríguez, se celebró en la mañana de hoy 9 de mayo, un encuentro conversatorio sobre su vida. 

El evento tuvo lugar en la Casa Museo ubicada en la calle Cisneros #104. Estuvo presidido por Mons. Wilfredo Pino, arzobispo de Camagüey y el Diac. Miguel Angel Ortiz. (JEM)


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Sunday, January 22, 2023

El micrófono de Juan Pablo II en el Aula Magna de la Universidad de La Habana



En el momento que Juan Pablo II, el 23 de enero de 1998 en la Universidad de la Habana, se disponía a iniciar su discurso al "Mundo de la Cultura", se percató que su micrófono estaba "descabezado", y no apareció quien fuera capaz de resolver el accidente técnico.

La solución a la que echaron mano, fue la mano del jefe de la Guardia Suiza, que una vez metido debajo y dentro de la mesa presidencial, le sostuvo el micrófono a Su Santidad.

Cuando pudo por fin salir nuevamente a la magna superficie, debido al parecer a la presión sanguínea, emergió con la cara colorá. (JEM)


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Con un saco que me prestaron Joel Jover e Ileana Sánchez Hing, me arropé para asistir al encuentro con Juan Pablo II en la Universidad de La Habana, el 23 de enero de 1998.


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... por Camagüey asistimos a este encuentro:


- Roberto Méndez Martínez
- Luis Alvares 
- Ileana Sánchez Hing
- Mirtha Hidalgo Pedroarias
- Florentino Miguel Rivero Mojer
y yo. (JEM)

Tuesday, August 10, 2021

La Iglesia Católica celebra hoy 10 de agosto, el día del Diácono Permanente.


Mons. Adolfo, con los primeros diáconos permanentes de Camagüey. Vicente Pérez, Freddy Gan, Miguel Viera, Rosendo García, Mons. Adolfo Rodríguez, Ramón Castro, Oscar  Valdés, José Figueredo, Vicente Acuña. (Foto cortesía de Janet Figueredo)

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El 16 de julio 1988, Mons. Adolfo Rodríguez celebró sus Bodas de Plata como Obispo, en la parroquia de La Caridad y ordenó a Vicente Pérez como diácono permanente, el primero en Cuba. (JEM)

Friday, February 19, 2021

(Febrero 17, 1986) Discurso inaugural del ENEC, por Mons. Adolfo Rodríguez




Introducción

Cuando en 1979 Mons. Azcárate, con ocasión de una convivencia de sacerdotales en El Cobre, en que trataron precisamente el tema de la esperanza, propuso el proyecto de una reflexión nacional, que él mismo denominó entonces “de quijotada”, nadie pudo imaginarse en aquel momento que aquella “quijotada” iba a convertirse un día en realidad; y que aquella titubeante idea iba a ser la chispa primera de una gran hoguera espiritual que envolvería a toda nuestra iglesia cubana, y de la que hoy nosotros, aquí reunidos, somos como una prueba. Verdaderamente, lo que alguna vez ha sido pensado, es ya desde este momento una realidad.

Ya desde aquel momento fue una realidad este ENEC que se celebra hoy aquí, providencialmente dentro de este Año Internacional de la Paz; a los XX años del Concilio Vaticano II; en el 50 aniversario de la coronación canónica de la Virgen de la Caridad; en momentos en que una cruz que nos entregó el Papa y que es réplica de la primera cruz que en 1514 se plantó en tierra americana, recorre nuestra isla y hace alto aquí para presidir esta asamblea; y en el 133 aniversario de la muerte del P. Varela, el cubano de quien se dijo que mientras se piense en Cuba, se pensará en el primero que nos enseñó a pensar.

Aquí se encuentran hermanos de Pinar del Río y de La Habana, de Matanzas y de Cienfuegos-Santa Clara, de Camagüey, Holguín y Santiago, en un extraño encuentro que no reúne pinareños con holguineros, santiagueros con villaclareños, laicos con sacerdotes, sino católicos cubanos a secas, sin divisiones artificiales, que vienen trayendo algo de sus vidas para buscar juntos cómo puede la Iglesia construir en Cuba la comunión con Dios y con el pueblo cubano del que formamos parte.

Detrás de cada sacerdote presente están todos los sacerdotes de Cuba ausentes; detrás de cada religiosa presente están todas las religiosas de Cuba ausentes; detrás de cada laico, hombre o mujer, joven, adulto, obrero, campesino, profesional, estudiante… están todos los laicos cubanos católicos. A ellos los representamos; a ellos nos debemos; sin ellos nuestra presencia aquí no tiene sentido. Menos aún lo tendría al margen de ellos o contra ellos: contra sus anhelos, sus expectativas, sus opiniones, sus esperanzas que no podemos defraudar.

Largo y no fácil ha sido el camino de estos cinco años de reflexión eclesial para una Iglesia con muchos problemas, de solo 200 sacerdotes, con medios escasos, recursos pobres, elementos sencillos; pero que, a pesar de sus limitaciones, ha logrado realizar este acontecimiento histórico, una Iglesia que no puede decirle al Señor, y menos en este día: “Señor, tú a nosotros no nos has dado nada”, porque este encuentro nos prueba que nos ha dado el milagro mayor, el más misterioso y difícil, el llamado “milagro de las manos vacías”, que son las manos capaces de dar aun lo que no tienen. La primera sorprendida por este encuentro y por este documento de trabajo, ha sido la misma Iglesia.

Los dos ejes orgánicos del ENEC

El ENEC nació con dos ilusiones fundamentales en su corazón: la ilusión de ser imagen fiel de nuestro maestro, Jesucristo, de quien la Iglesia es inseparable porque de Él recibe su esencia y su existencia y con ellas su misión; de quien es sacramento universal de salvación porque ella ocupa el lugar de Él sin desplazarlo; y nace también con la ilusión de servir mejor a nuestro pueblo cubano: a su felicidad, a su unidad nacional, a su progreso, a su carácter y su historia, sus sacrificios y esperanzas, sus peligros y problemas. Este pueblo a quien, como cristianos, tenemos algo que aportar que entronca con las raíces mismas de nuestra nacionalidad cristiana, mestiza, isleña y cubana.

Estas dos actitudes de fidelidad a Cristo y a Cuba, quieren ser los ejes orgánicos de nuestro ENEC, y en esta inauguración los obispos de Cuba, en cuyo nombre hablo, y cuyos sentimientos expreso, quieren exhortar con sincero afecto a todos a actuar siempre en sintonía con esta institución que está en el origen mismo del ENEC.

El ENEC como celebración

Durante estos cinco años hemos oído repetir a sacerdotes, religiosas y laicos, y con mucha insistencia, que el ENEC no debe ser una reunión más sino una celebración de la Iglesia cubana. Estamos ya en esa celebración, en esa fiesta que es de todos los cubanos, porque la historia demuestra que cuando la Iglesia está contenta, los pueblos están contentos también.

Una celebración que proclama su fe en Cristo, en quien creemos más que en todo; incluso más que en este mismo ENEC. En Él, en sus palabras y hechos, queremos buscar juntos nuestras actitudes de Iglesia para hoy y para aquí. El ENEC no puede tener otra intención que la de seguir la misma ruta de Cristo, que es el mismo siempre, pero tiene mil modos diferentes de llamar a su Iglesia para que cumpla su misión en este mundo, conociendo todas las posibilidades, aún las más dolorosas, hasta que llegue a su plenitud.

Una celebración que proclama nuestra fe en el evangelio como la gran noticia para cualquier hombre por muy vulnerable que sea, porque este evangelio nos da la prueba del amor del Padre, tal como lo describe la parábola del padre misericordioso.

Una celebración que proclama lo que Pablo VI llamaba: “la fe en el hombre y en la fuerza innata del bien”, que es más fuerte que el mal, como el amor es más fuerte que el odio; como la vida es más fuerte que la muerte.

Una celebración que proclama, sin bajar de pena la cabeza, el respeto a nuestra identidad cristiana, como hizo el hombre del tesoro del evangelio que, para no perderlo, está dispuesto a perderlo todo.

Una celebración en fin, que proclama nuestra fe en la Iglesia, pero no en la Iglesia abstracta, teórica, ideal, planetaria, de meras palabras teológicas, sino en la Iglesia concreta, práctica, real, que se llama la Iglesia de Dios en Cuba, hermosa o arrugada, contenta o apenada; santa y a la vez pecadora, perfecta y a la vez perfectible; por tanto, una Iglesia continuamente juzgada por el Evangelio y llamada a la conversión y a la santidad de vida a cuyos méritos nosotros apelamos día a día cuando le decimos al Señor: “no mires nuestros pecados sino la fe de tu Iglesia”.

Las claves del ENEC

Una Iglesia que quiere ser misionera porque si no lo fuera sería como una secta que va derecho al fariseísmo y dejaría de ser la Iglesia. Que quiere ser signo de comunión porque si no lo fuera sería como un arca de Noé, con una parejita de cada especie, y dejaría de ser la Iglesia. Una Iglesia que quiere ser encarnada porque si no lo fuera, entonces sí sería “el opio del pueblo” y dejaría de ser la Iglesia.

Y si como lo han intuido todas las asambleas diocesanas, nuestra Iglesia en Cuba quiere ser misionera y signo de comunión, entonces tiene que ser necesariamente la Iglesia de la apretura, del diálogo, de la participación, de la mano extendida y de las puertas abiertas, del perdón, de la diaconía; la Iglesia que “lava los pies” como el maestro (Jn 13, 5), que camina dos millas con el que le pide caminar una; que da el manto también al que le pide la túnica y que pone “la mejilla izquierda al que le pega en la derecha” (Mt 5, 39), es decir, la Iglesia que sale en esta vida con algo siempre inesperado: la serenidad, la comprensión, el amor.

Cuando leemos el “Documento de Trabajo” nos parece que no se trata de buscar en este ENEC criterios ni principios nuevos; nos bastan los de siempre, que son los del evangelio y que son los mismos que vienen de las asambleas diocesanas. 

Se trata, más bien, de buscar cómo aplicarlos pastoralmente a la realidad concreta nuestra. Se trata de que toda la enorme experiencia de fraternidad, servicio, unidad, solidaridad, alegría, esperanza contra toda desesperanza… que llevamos 27 años viviendo intraeclesialmente, la abramos a todos los demás y la brindemos para que los hombres se sirvan de esta experiencia en la medida que su libertad personal lo reclame.

Cuando leemos las “líneas de fuerza” de nuestras asambleas diocesanas, comprobamos que nuestros católicos no han hecho otra cosa que cambiar acentos, enfatizar aspectos, renovar perspectivas, leer signos nuevos dentro de una fundamental continuidad con el pasado y con el evangelio para cumplir mejor nuestra misión en esta tierra cubana que es la tierra buena del evangelio donde basta tirar la semilla para verla crecer y florecer.

Nuestros cristianos optaron desde el primer momento por el diálogo, cuando el diálogo no era todavía más que una nostalgia. Optaron por la apertura cuando las puertas parecían estar cerradas y las cortinas bajadas; optaron por la evangelización cuando no íbamos en nuestra pastoral más allá del llamado “testimonio silencioso”; optaron por la encarnación cuando se decía que la religión no puede formar ciudadanos buenos porque su carácter sobrenatural los hace sospechosos en asuntos de carácter natural.

Por tanto, ningún acontecimiento anterior al ENEC tuvo que cambiar precipitadamente el giro de las opciones originales de los católicos cubanos, como ningún acontecimiento posterior al ENEC, sea adverso o favorable, debiera cambiar estas voluntad unánime e intuición evangélica de los católicos cubanos que dijeron: 

sí a la apertura, que se abra espacios nuevos al evangelio; sí al diálogo, que sea sincero y realista, hacia fuera y hacia adentro; sí a la encarnación que sea no como dogma abstracto; sí a la evangelización… como también dijeron sí al respeto irrestricto a la propia identidad cristiana. Si nada hubiera sucedido en el camino, aquel ENEC hubiera sucedido exactamente igual a este. Cualquier signo posterior o anterior no haría más que reformular lo ya formulado, reexplicitar lo ya explicitado.

Algunos presupuestos

Antes de empezar nuestra asamblea, los obispos consideramos conveniente recordar o clarificar tres puntos, que son propiamente nuestros, porque vienen del mismo sentir de las asambleas diocesanas:

1.- El ENEC no va detrás de un documento deslumbrante, aunque habrá un documento que pertenecerá al tesoro de la Iglesia cubana y en el que la Iglesia cubana quiere inscribir su acción pastoral. El ENEC tampoco va detrás de una fiesta, aunque es una celebración festiva de la Iglesia.

El ENEC nació como un espíritu nuevo en nuestra Iglesia y este espíritu es más importante que los papeles y que la fiesta. El ENEC cumplirá realmente su objetivo cuando este espíritu penetre en el corazón de la Iglesia, en su vida, instituciones y personas. El ENEC es el pulmón de la Iglesia cubana, su conciencia reflexiva, su respuesta bajo la inspiración docente del Espíritu Santo a las necesidades nuevas; y este espíritu es el que evitará la parálisis, la anarquía y la falsificación en nuestra acción pastoral, que es el objetivo priorizado de esta reflexión.

De más está decir que el ENEC tampoco debe pasar a la historia como un juicio, que pertenece solo a Dios. No es seguro que un hombre o una institución o un sistema puedan cambiar desde fuera el rumbo de otro mediante la fuerza o mediante la condena. Todavía pesan en la memoria el recuerdo costoso de épocas en que pretendimos combatir el error mediante la Inquisición, y tampoco dio resultado. Finalmente, mediante la apologética, y tampoco dio resultado. En nombre de la verdad o de la eficacia no se puede abdicar del amor y “el amor aventaja siempre al juicio” (Sant 2, 13).

2.- El ENEC significa solo una etapa intermedia, orientada hacia otras etapas intermedias, hasta la meta que nos trasciende y que trasciende a la Iglesia misma. No es un final sino un nuevo comienzo. Quiere ser profético, sugerente, programático: mirando a largo plazo. Por tanto, la intuición profunda del ENEC hay que realizarla en la paciencia de la Iglesia, que espera siempre, aun en la noche.

Dios no lo da todo en esta vida. Y el ENEC tampoco. Nada en esta vida es hasta hoy y desde hoy: la vida se teje de pasos y el ENEC también. No puede el ENEC tratarlo ni agotarlo ni resolverlo todo. Lo único que el ENEC puede es cumplir lo que enseñó el Señor: “Caminar hoy el camino de hoy y mañana el de mañana, sin pretender ver el camino entero”.

La pregunta está latente: ¿qué pasará históricamente en la Iglesia cubana después del ENEC? Tal vez mañana nos pueda parecer que no ha pasado nada; que el sol sigue saliendo por donde ha salido siempre; que todo sigue igual: como en la bendición del ministro; como en la consagración de la eucaristía, que parece que no ha pasado nada, pero sí ha pasado.

Se puede fallar en esta vida por ir despacio, pero también por ir de prisa. Este es el primer ENEC. ¿Por qué tiene que ser el último? Los católicos cubanos tienen fama de ser muy generosos, siempre será más fácil pedirle paciencia a los generosos que pedirle generosidad a los impacientes.

3.- Si alguien tuviera aquí alguna preocupación por el clima que reinará en esta asamblea, es porque ha olvidado muchas cosas. 

Ha olvidado el clima que reinó en las asambleas parroquiales, vicariales, zonales y diocesanas durante cinco años. 

Ha olvidado que somos cubanos, hijos de este pueblo educado en tradiciones muy liberales y muy tolerantes, capaz siempre de oír, de atender, de respetar.

Habrá olvidado la calidad humana y espiritual de nuestros sacerdotes, religiosas y laicos cubanos, de quienes la Iglesia se siente muy orgullosa, capaces de elaborar un documento de trabajo como éste, que es el más eclesial y a la vez el menos clerical de nuestra historia cubana.

Son muchos los motivos para asegurar de antemano que aquí nadie viene a oírse a sí mismo, a pescar para sí, a tocar trompetas precipitadas en esta hora que no es de clarinadas sino de coherencia, de realismo y de servicio.

Muchos son los ojos del mundo entero puestos hoy en la Iglesia cubana que parece convertida en este momento como en un eje universal. Y es que Cuba, su Iglesia, su estado, sus hombres, tenemos una oportunidad y responsabilidad compartida de ayudar a una evolución general del mundo.

Tenemos confianza en Dios, pero tenemos también confianza en ustedes. 

Durante estos 27 años la Iglesia cubana ha puesto en las manos de los laicos las cosas más queridas y más santas; las cosas a las que la Iglesia le da la máxima importancia; les puso en las manos la eucaristía para que la llevaran a los enfermos; la Sagrada Escritura para que la leyeran en la asamblea; las celebraciones de la Palabra para que las presidieran; la economía de las parroquias para que las administraran. Con la misma confianza, la Iglesia cubana les pone ahora en las manos su futuro, segura de la responsabilidad y seriedad, de la serenidad y coherencia, de la obediencia y objetividad de ustedes.

La buena voluntad de la Iglesia se prueba en admitir la diversidad de la unidad y la igualdad en la diversidad, bajo esta regla universal de oro de la Iglesia: “In certis unitas, in dubis libertas, in omnibus charitas”. (‘En las cosas ciertas: unidad; en las cosas dudosas: libertad; en todas las cosas: caridad’.)

La reflexión del corazón

Hermanos: necesitamos reflexionar en este ENEC con la cabeza pero sin ahogar las razones del corazón. Primero, porque el Señor nos enseñó a ver con el corazón lo esencial, lo profundo, y se queja cuando el hombre piensa solo con la cabeza: “no hay quien piense con el corazón”, dice Isaías; pero, además porque el lenguaje del corazón es más fácil de entender a todo hombre, en particular al cubano, que es cordial, afectivo, sentimental, poco vengativo, poco rencoroso, que no guarda mucho tiempo las cosas, como reflejaron las encuestas preparatorias del ENEC.

Nadie encontrará en el documento de trabajo el espíritu de revancha, el resentimiento y la recriminación, las ganas de insistir en las heridas o el vocabulario férreo del hijo mayor de la parábola. Tampoco encontrará la estrategia fría, ni el doblez de intenciones, ni el cálculo egoísta, ni los compromisos falsos, ni las formas prepotentes. Tampoco el angelismo cándido, el triunfalismo vacío, el acomodamiento insincero o el optimismo simplista del que se pone algodones en los oídos para encubrir nuestros propios errores y para desconocer los errores de los demás.

El documento de trabajo no quiere alentar más el miedo que paraliza, la desconfianza que lastra, la cobardía que disfraza o el complejo que inhibe. No cae en el error de reduccionismos en materia de fe, poniéndola al lado o frente o en competencia con otras ideologías como si la fe fuera una experiencia reductible a cualquier otra experiencia humana.

No aspira nuestro ENEC a una reconquista de poderes, a un rescate de posiciones, favores o privilegios para la Iglesia. La Iglesia no quiere otra cosa que el espacio necesario para cumplir su misión, para dar también su juicio ético, moral, no político, aún sobre problemas no estrictamente religiosos, pero sí humanos, lo cual no constituye un privilegio sino un derecho y un servicio: el derecho que tieneel hombre a recibir la Palabra de Dios y a iluminar toda su vida con la luz de esta Palabra. La Iglesia quiere anunciar, en franca amistad, su fe a todos los hombres, aún a aquellos que la consideren enemiga, porque ella no quiere sentirse enemiga de nadie. La Iglesia, en fin, espera que la fe deje de ser aquí un problema, una debilidad o un diversionismo ideológico; y que el futuro no se parezca al pasado.

Y para llegar a esto, la Iglesia no tiene otro modo y otro lenguaje que el modo y el lenguaje del corazón.

La esperanza de la Iglesia 

El espíritu nos va a conducir por sus caminos que no son nuestros caminos, a esa imitación cada vez más fiel de Jesucristo y a esa comunión cada vez más estrecha con nuestro pueblo cubano, con quien compartimos un mestizaje de fe, cultura y raza, y compartimos la dicha de haber nacido aquí.

Los cubanos, por nuestro carácter, somos capaces de construir cualquier cosa en común; y vamos a construir este camino del Espíritu felicitándonos por tantas cosas que salen bien en nuestra patria y preguntándonos qué podemos humildemente hacer para que las que salen mal, salgan bien.

Abierta a la imprevisibilidad del Espíritu, la Iglesia cubana quiere ser la Iglesia de la esperanza: que recuerda el pasado, vive el presente y espera el futuro.

Tenemos una esperanza y queremos dar palabras de esperanza a los que las pidan, a los que las necesiten, a los que han fijado sus miras solo en lo terreno como límite a sus aspiraciones humanas y sienten como que les falta algo. No tenemos ni la primera ni la última palabra de todo, pero creemos que existe una primera y una última palabra de todo y esperamos en Aquel que la tiene, el Señor. En Él miramos con serena confianza el futuro siempre incierto, porque sabemos que mañana, antes de que salga el sol, habrá salido sobre Cuba y sobre el mundo entero, la providencia de Dios.





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Thursday, September 24, 2020

Iglesia y Convento de La Merced de Camagüey. Apuntes cronológicos 1601-1997 (por Joaquín Estrada-Montalván)


Año 1905
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El 24 de septiembre la Iglesia Católica celebra la festividad de la Virgen de La Merced, conocida como la Virgen de los Cautivos (ver Mercedarios). Por este motivo y en homenaje a la Virgen, comparto nuevamente con los lectores del blog, el post relacionado con la historia de la Iglesia y Convento de La Merced en Camagüey.

Joaquín Estrada-Montalván

 

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Nota previa: Texto publicado en la Revista El Camagüeyano Libre, Miami, Año XXV, Número 2, Abril junio 2009. Varias de las fotos han sido escaneadas desde originales o postales.


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Around finales siglo XIX y principios del XX
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Around década del 40, del XX
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década del 50
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finales de los 70s
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en la década de los 80s
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Museo Religioso, debajo del Altar Mayor,
conocido  como las "Catacumbas de la Merced"
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Esta nota cronológica, que es parte de un trabajo más amplio, fue realizada con documentos de los fondos de los archivos de los arzobispados de Santiago de Cuba y de Camagüey y el Archivo Histórico Provincial de Camagüey. Además, utilicé una amplia bibliografía que incluyó, entro otros autores, a Joaquin Weiss, Juan Torres Lasquetti, Jacobo de la Pezuela, y Pedro Agustín Morell de Santa Cruz.

Camagüey es conocida, entre otros sobrenombres, por el de la Ciudad de las Iglesias, incluso fue esta una de las características que le valieron el reconocimiento de Patrimonio de la Humanidad.

Uno de los conjuntos arquitectónicos eclesiales mas importante del territorio, y de toda la Isla, es la Iglesia y Convento de la Merced.

A continuación brindo una síntesis cronológica (años 1601 - 1997) que incluye tanto la evolución del edificio, como la actividad pastoral que se ha realizado desde este conjunto arquitectonico conocido como La Merced de Camagüey.

Joaquín Estrada-Montalván

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· 1601: Se funda el Convento de los Mercedarios por los Frailes Gaspar de la Rocha y Luis Fernández en una ermita de madera y guano cedida por Juan Griego y dedicada a nuestra Sra. de Altagracia.

· 1650: Existe una Ermita de cal y canto que fue demolida para construir el actual edificio.

· 1748: Se concluye la construcción del nuevo templo, que consta de tres naves, de ladrillos y bóvedas y una torre. El convento es de claustros en cuadro, de dos niveles sostenidos en arco.

· 1762: Fray Manuel de la Virgen Agüero manda a construir al platero mexicano Juan Benitez Alfonso el Santo Sepulcro, el trono de la Virgen, el Altar mayor y varias lamparas para el templo, siendo todos objetos de plata pura. Manuel de la Virgen gastó en estas joyas 23 000 monedas de plata, que fueron fundidas en el patio del convento a la vista del publico, el que acudía a observar los trabajos y echaba monedas de plata y oro en el caldo que el artífice Benitez preparaba.

· 1800: La Audiencia de esta Villa declaró fiestas anuales de tabla las de La Merced y la Caridad, equiparándolas.

· 1820- 1824:
El Convento sirve de cuartel a la Milicia, siendo evacuada la comunidad religiosa que regresa a este lugar en 1828.

· 1825:
Se instala un reloj en la torre del campanario. Este había sido instalado provisionalmente en 1822 en la Iglesia de la Soledad. Es el primer reloj público en la ciudad.

· 1831- 1870:
La Diputación Patriótica de esta ciudad acuerda el establecimiento en el Convento de una Biblioteca Pública (la primera de Puerto Príncipe).

· 1841:
Por ley del Rey Carlos IV, fechada 15 de diciembre de 1841 se suprimen 11 de los 19 conventos religiosos de Cuba y todos sus bienes confiscados. Los ocho conventos restantes pasaron a ser administrados por la Real Hacienda. Confiscado el Convento de la Merced en La Habana, los frailes habaneros fueron acogidos en Camagüey, que quedó exento, pero la penuria económica determinada por el impuesto y otras causas produjeron la lenta extinción de las comunidades mercedarias.

· 1851: Entre las medidas adoptadas en Puerto Príncipe para preparar militarmente la Plaza, como consecuencia de los acontecimientos tanto a nivel nacional como local, se construyó un aspilladero en la azotea de la Iglesia habilitándole como fortaleza militar.

· 1852: El Convento fue ocupado temporalmente por el ejército hasta 1854.

· 1862: Se utilizo como prisión de “49 negros bozales” en rebeldía que habían sido apresados en Santa Cruz

· 1865: Se proyectó convertir el Convento en Mercado y abrir una calle entre el Convento y la Iglesia

· 1867: Se hacen reparaciones y se pintan cenefas de flores en los techos del presbiterio, de la nave central y el coro.

· 1868: Se instaló provisionalmente la Audiencia de Puerto Principie en el convento. Al estallar la contienda independentista el ejército vuelve a ocupar el edificio. Se hicieron obras que convirtieron la Iglesia y el Convento en una fortaleza, emplazando cañones en las azoteas y bocacalles.

· 1888: Llegan los Frailes Carmelitas, quienes sustituyen a los Mercedarios por disposición del Obispo Herrera. Tienen que compartir el inmueble con el ejército hasta el año 1893.

· 1895: Es nuevamente ocupado este edificio por el ejército. En 1902, con el advenimiento de la República, fue reconocido el Arzobispado de Cuba como legitimo propietario.

· 1901: En septiembre se sustituye el viejo reloj por uno moderno.

· 7 de noviembre de 1906:
Un incendio destruye el Altar Mayor, otros dos altares, pinturas murales y otros objetos de arte pertenecientes al templo. No hace daños de importancia al cuerpo del edificio.

· 1908: El pintor Juan Albaijés y el arquitecto Claudio Muns restauran el templo y las pinturas. Sustituyen por mosaicos las viejas baldosas del suelo, rebajan el nivel del ante-presbiterio y transforman las columnas octogonales a la forma cuadrangular actual.

· 1909: Dolores Betancourt Agramonte dona y trae de Barcelona, España el actual altar mayor, de estilo neogótico, que fue colocado en 1910, junto a los altares laterales del mismo estilo arquitectónico.

· 1911 – 1914:
Se terminaron los nuevos altares de la Virgen del Carmen, Nuestra Señora María Santísima, del Santo Niño Jesús de Praga y el del Sagrado Corazón de Jesús, obra de los ebanistas Timoteo y Pascual Isasi.

· 1913 - 1915:
Se hizo la rebaja del anteprebisterio y una suntuosa gradería en forma de semicírculo que da acceso al presbiterio. Se hizo la instalación eléctrica en las cornisas y arcos con lo que la Iglesia alcanzó un gran realce. Se realizaron grandes reformas en el convento, fueron sustituidas las viguetas de madera en mal estado por las actuales de hierro en el piso alto, que se recubrió de mosaicos y se construyeron la biblioteca y el comedor.

· 1914:
Es consagrado en La Merced, Mons. Valentín Zubizarreta, como primer Obispo de Camagüey.

· 1915:
Zubizarreta cede en alquiler a perpetuidad a los Frailes Carmelitas la Iglesia y el Convento. Este intento durante su estancia en Camagüey establecer Catedral y Obispado, pero nunca se materializó este proyecto.

· 1921: Se inaugura la imagen del Santo Milagroso Niño Jesús de Praga.

· 1920- 1930:
Se hicieron reparaciones importantes en el interior y exterior del Convento. Se le dio a la fachada su apariencia actual.

· 1961:
En abril es ocupado el Convento por la Milicia Nacional Revolucionaria. Los P.P. Carmelitas deben abandonar el Convento. En mayo es devuelto el inmueble. En agosto el Obispo designa al sacerdote escolapio. Ramón Clapers,como Rector del Convento y la Iglesia.

· 1964: Regresan los P.P. Carmelitas. El Convento continúa como residencia de varios sacerdotes diocesanos. Se instalan las oficinas del Apostolado Seglar, Catequesis, Liturgia, etc.

· 1968: Se marchan los P.P. Carmelitas de La Merced y el Convento y la Iglesia pasan a ser regidos por el Obispo de Camagüey.

· 1980: Se retiran los altares neogóticos laterales del templo. Es cerrado el templo por presentar serios daños estructurales.

· 1981:
Se inaugura un museo religioso en la Cripta Funeraria debajo del presbiterio.

· 1990: El Convento es instaurado por Mons. Adolfo Obispo de Camagüey, como Casa Diocesana. Nombra al sacerdote diocesano José Sarduy primer Rector.

· 1994: Se reabre parcialmente al culto el Templo de la Iglesia de la Merced.

· 1995: Se termina la reparación del presbiterio.

· 24 de diciembre de 1996:
Se reabre totalmente el Templo de la Iglesia de La Merced.

· 1997: En junio es consagrado Mons. Juan García como Obispo Auxiliar de Camagüey en esta iglesia de La Merced.

. 5 de mayo de 2013. Regresan los padres mercedarios.

· Actualmente la Casa Diocesana de La Merced es considerada como “el corazón” de la diócesis. En ella funcionan: la Biblioteca Diocesana; las Oficinas Diocesanas de Pastoral. Se celebran encuentros de las diversas pastorales, a nivel diocesano y nacional; Retiros, Convivencias; Conferencias; se presentan videos, etc. Es también la sede de las Publicaciones Diocesanas y la Casa de todos los sacerdotes de Camagüey.

Monday, February 10, 2020

Sacerdotes camagüeyanos, obispos cubanos (por Joaquín Estrada-Montalván)


Varios de los obispos en la Cuba de hoy, son sacerdotes camagüeyanos ordenados por Mons. Adolfo Rodríguez.

- Card. Juan García, arzobispo de La Habana.

- Mons. Wilfredo Pino, arzobispo de Camagüey

- Mons. Alvaro Beyra, obispo de Bayamo-Manzanillo

- Mons. Juan Díaz, obispo de Matanzas

- Mons. Mario Mestril, obispo emérito de Ciego de Avila.


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Mons. Domingo Oropesa, obispo de Cienfuegos. Es un sacerdote español, nombrado obispo mientras servía en la diócesis de Camagüey. Estuvo en la ciudad de las iglesias desde el año 1999, invitado por Mons. Adolfo Rodríguez, hasta 2007 cuando fue escogido por el Papa para pastorear la diócesis de Cienfuegos. Es el primer sacerdote extranjero nombrado obispo en Cuba en varias décadas.

Wednesday, November 27, 2019

El 27 de noviembre de 1999, fue inaugurado el Hogar de Ancianos P. Olallo en Camagüey (por Joaquín Estrada-Montalván)


El 27 de noviembre del año 1999, la Orden Hospitalaria de los Hermanos de San Juan de Dios logró fundar en la ciudad de Camagüey un Hogar para Ancianos, dedicado al beato cubano Fray José Olallo Valdés, conocido popularmente como el P. Olallo. 

La institución caritativa, inaugurada por el hoy Siervo de Dios Mons. Adolfo Rodríguez,  se encuentra ubicada precisamente en la calle que lleva el nombre del religioso hospitalario y a unos 200 metros de distancia del antiguo Hospital, en el que ejerció por más de medio siglo.

El Hogar presta servicio interno; de hospital de día, y consulta externa de fisioterapia. La labor se realiza en conjunto con el Ministerio de Salud Pública.

Los Hermanos de San Juan de Dios laboran actualmente en tres instituciones sanitarias en el país: dos en La Habana –el Hogar San Rafael, para ancianos, y el Sanatorio San Juan de Dios, para enfermos mentales– y en Camagüey, el Hogar P. Olallo.

En Camagüey, la iglesia católica presta este tipo servicio desde dos Hogares de Ancianos, el Padre Olallo y el Mons. Adolfo Rodríguez, inaugurado el 25 de mayo de este año 2019.


José Olallo Valdés. Algunos datos biográficos

José Olallo fue depositado al mes de nacido en la Casa Cuna de La Habana, por lo que no se conoce quienes fueron sus padres, o alguna otra información de su historia familiar. En su mano tenía una cinta, en la que se consignaba que había nacido el 12 de febrero (de 1820). Por esta razón su apellido es Valdés, que se les otorgaba a los niños que eran criados en esa institución y de los cuáles se desconocían sus apellidos familiares.

Olallo Valdés, tuvo una vocación religiosa temprana y al parecer influido por el ambiente de caridad en que se desarrolló su niñez y temprana juventud, se decidió por la Orden Hospitalaria de los Hermanos de San Juan de Dios. Terminado su noviciado y hecha la primera profesión de votos, en el mes de abril de 1835, fue remitido al Hospital de San Juan de Dios de Puerto Príncipe (hoy Camagüey), donde vivió el resto de sus días. En este lugar ejerció de enfermero, cirujano, y además se dedicó a la educación de los niños vecinos del barrio.

Entre las muchas anécdotas que se cuentan del P. Olallo, una de las más célebres es la que narra como el 12 de mayo de 1873, lavó el cadáver del Mayor Ignacio Agramonte que fuera tirado en el piso de las galerías del Hospital por los militares españoles y que además, se atrevió junto al sacerdote Manuel Martínez Saltage, a pronunciar el Oficio de los Difuntos.

Falleció en su celda del hospital el 7 de marzo de 1889, a causa de un aneurisma de la aorta abdominal. Su entierro en el Cementerio General fue una impresionante manifestación de duelo popular.

En el año 1901 el Ayuntamiento de la Ciudad dispuso en su homenaje, que a la Calle de los Pobres y a la Plaza de San Juan de Dios, se les cambiaran sus respectivos nombres por el de P. Olallo.

La Causa de su beatificación se inició, por el Proceso Diocesano, en 1990. Este primer paso, en su camino a los altares, culminó el 29 de noviembre de 2008, día que que fue proclamado Beato en la misma ciudad donde vivió su santa existencia terrenal.

Tuesday, September 3, 2019

(10 de junio de 2002) Mons. Adolfo anunció su retiro como arzobispo de Camagüey y el nombramiento de Mons. Juan García como su sucesor (por Joaquín Estrada-Montalván)


 
Cuando Juan Pablo II le hizo saber a Mons. Adolfo (via nunciatura) que aceptaba su renuncia y Mons. Juan era su sucesor, Mons. Adolfo pidió retrasar unos días (hasta el lunes 10 de junio) el hacerlo público. El motivo fue que en esos momentos se celebraba el 4 Encuentro Nacional de Historia "Iglesia Católica y Nacionalidad Cubana" (6 al 9 de junio de 2002, de los cuales fui fundador y presidí sus primeras 5 ediciones).

Mons. Adolfo me dijo que si hacía pública esa noticia durante el Evento de Historia, este quedaría opacado, "por eso pedí" (me dijo) "mantener en reserva la noticia hasta el lunes" (el evento se clausuró el domingo 9 de junio) y así no perdía su lugar el Encuentro (todo esto me lo hizo saber Mons. Adolfo, luego que la noticia fuera hecha pública).


Mons. Adolfo lo anunció ese lunes 10 de junio, en el Arzobispado en la mañana, primero a los sacerdotes del clero camagüeyano y algunos participantes del evento que estaban aun en Camagüey, que fueron invitados a participar en el encuentro semanal de los sacerdotes y su Obispo (costumbre que mantuvo Mons. Juan y ahora mantiene Mons. Willy).

Llamé enseguida ese día lunes a una de las secretarias de la COCC, para conversar sobre la noticia y aun no lo sabían en la COCC, se enteraron con la llamada telefónica. 

Mons. Adolfo, en la carta anunciando la aceptación por parte del Papa de su renuncia, y el nombramiento de Mons. Juan como su sucesor, expresó:
… yo no puedo ocultar que esta dimisión me estremece interiormente, pero tampoco puedo ocultar que lo deseaba, porque después de 39 años con esta responsabilidad en nuestra iglesia, seguir dirigiéndola es un riesgo para la misma Iglesia, cuando el peso de los años va inclinándolo todo en uno mismo, y por tanto inhabilitando la capacidad humana (...) Las escasas fuerzas que me quedan las coloco a disposición del nuevo Arzobispo en lo que él estime conveniente disponer de mi servicio a la Iglesia de Camagüey.(1)



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Tuesday, May 28, 2019

"Monseñor Adolfo, santo arzobispo de Camagüey: ¡mira complacido este Hogar de Ancianos que, a partir de hoy, llevará tu nombre!" (Palabras pronunciadas por Mons. Wilfredo Pino, arzobispo de Camagüey, en la inauguración del Hogar Mons. Adolfo, el 25 de mayo de 2019)

Foto/Fidelito Cabrera
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Palabras pronunciadas por Mons. Wilfredo Pino, arzobispo de Camagüey, en la inauguración del Hogar Mons. Adolfo, el 25 de mayo de 2019. 

A: Querido Monseñor Giorgio Lingua, Nuncio de Su Santidad en Cuba.

Queridos hermanos obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas, seminaristas y fieles todos.

Madre Zelia Andrighetti, Superiora General de las Hijas de San Camilo de Lelis.

Hermana Esther Cusma, Provincial en Perú de las Hermanas Camilianas.

Hermanos de distintas Confesiones religiosas.

Distinguidas autoridades políticas y de gobierno en nuestra provincia.

Doctor Reinaldo Pons, Director Provincial de Salud.

Historiador José Rodríguez Barreras.

Trabajadores del Hogar.

Obreros que construyeron esta Casa para los ancianos.

Personalidades invitadas a este acto.

Familias vecinas de este reparto.

Primeros abuelos y abuelas que inauguran su nueva residencia.

Considero que debo empezar agradeciendo al Papa Francisco la gentileza que ha tenido en enviarnos ese afectuoso mensaje que hemos escuchado y su apreciada bendición. Creo que, al inaugurar este Hogar de Ancianos, estamos cumpliendo una aspiración muy personal del Santo Padre, cuando expresó: “¡Deseo que las comunidades cristianas brinden al mundo un testimonio de respeto y veneración hacia los ancianos, conscientes de que ellos pueden transmitir de forma privilegiada el sentido de la fe y de la vida! Invito a todos a empeñarse en la construcción de una sociedad a medida del hombre, en la que haya espacio para la acogida de cada uno, sobre todo cuando es anciano, enfermo, pobre y frágil” (11 de marzo del 2015).

Gracias les damos al Papa Francisco y a su representante en Cuba Monseñor Giorgio Lingua, a quien debemos la presencia de las Hermanas Camilianas entre nosotros.

Hoy también está con nosotros Monseñor Domingo Oropesa, obispo de Cienfuegos. No sé cuántas cosas pasarán en estos momentos por su mente, porque él es “el padre de esta criatura”. Como escuchamos hace unos momentos, fue él quien gestionó las importantes primeras ayudas recibidas desde España, su país natal. Camagüey guardará memoria perpetua de su nombre.

También quiero asegurar el agradecimiento de la Iglesia camagüeyana a tantas personas e Instituciones, de dentro y de fuera del país, que, con sus donaciones económicas, según sus posibilidades, hicieron posible esta construcción. Dios les recompensará abundantemente.

Mucho hay que agradecer, además, a los obreros y al personal técnico que trabajó durante 13 años para regalarnos esta maravilla que hoy se inaugura. Me gustaría decir los nombres de Morel, Salazar, Jorge, Yadián… pero son casi 100. Sin embargo, pienso que todos estamos de acuerdo en que debemos agradecer públicamente el trabajo del incansable Juancito Boutros. Sabemos, Juancito, que no fueron pocos tus dolores de cabeza, y que, en muchas ocasiones, por encargo nuestro, tuviste que insistir una y otra vez. A ti, y a cada uno de los que hicieron posible este milagro, mi gratitud personal, la gratitud de la Iglesia y del pueblo de Camagüey.

Considero que Salud Pública y la Iglesia hemos dado un ejemplo de cómo se puede trabajar juntos para conseguir un bien común. Y eso es algo que debemos seguir manteniendo. Hemos ganado en confianza mutua y aprendimos un estilo de trabajo que ojalá se multiplique en otras esferas en que la Iglesia y el Estado cubanos podrían trabajar juntos. En fin de cuentas, todos estamos al servicio de un único pueblo cubano.

A la Madre Zelia, Superiora General, y a la Hermana Esther, Provincial en Perú, mucho tenemos que agradecer. Gracias a su vocación en favor de los ancianos de cualquier parte del mundo han regalado a nuestra Cuba a las Hermanas Giovanna, Lidia y Beatriz, a quienes hemos aprendido a querer en los nueve meses que llevan entre nosotros. Debemos reconocer que ellas ya parecen cubanas.

Permítanme ahora mencionar a alguien que, por su trabajo, ha sido una inspiración para mí en estos últimos meses. Se trata de Brooks, un cubano con apellido inglés, y que con su ayudante Ernesto y con su pareja de bueyes Trigueño y Pimienta, ha ido venciendo, día a día, el marabú que rodeaba este edificio, y como ustedes podrán apreciar después, alrededor del Hogar hay ya cientos de matas de fruta bomba maradol, plátano macho, guanábana, aguacate con parición en meses diferentes, guayaba roja suprema, boniato, yuca, maíz, calabaza y habichuela. Todo esto, unido a las matas de mango, de tamarindo y de coco ya existentes, será una buena ayuda para la alimentación de nuestros ancianos.

Por supuesto que no voy a olvidar a todos aquellos laicos, diáconos, religiosas y sacerdotes que vinieron en diferentes días de los últimos meses para ayudar a la limpieza de cada rincón del Hogar. ¡Gracias por el ejemplo que nos dieron de recordarnos que esta obra no es propiedad de un grupo sino de todos!

Termino recordando a Monseñor Adolfo, cuyo nombre lleva este nuevo Hogar de Ancianos. Hace casi 18 años, el 3 de octubre del 2001, Monseñor Adolfo, en carta dirigida a una autoridad del país sobre el tema de este Hogar que él quería construir, escribió: “…Aprovecho la ocasión para reiterarle que la Iglesia no busca competencia ni hacerle sombra a otras instituciones de esta naturaleza. Desde hace siglos (y en Cuba desde hace 500 años), la Iglesia, por un mandato de Jesucristo, ha levantado las primeras escuelas, hospitales, leprosorios, asilos, cuando no había con quien competir ni a quien eclipsar. La experiencia, también en Camagüey, antes y ahora, enseña que una escuela, un hospital, un asilo… no compite sino estimula, establece una emulación sana que beneficia a todos. Un Hogar de Ancianos no es un negocio productivo sino un servicio muy ingrato a favor de un sector humano muy difícil que es la ancianidad.”

¡Todos los que lo conocimos, nunca vamos a olvidar al santo Obispo que nos enseñaba, de palabra y con sus obras, a confiar siempre en el Señor, convicción que lo hizo ser sereno y positivo aun en las horas oscuras y difíciles de nuestra historia!

¡Cómo olvidar al hombre que le dedicaba a la persona que tenía delante todo su tiempo como si no tuviera otra cosa más que hacer… que la atendía como si fuera la única persona existente demás de él!

¡Cómo olvidar al obispo de los detalles, de las delicadezas, de las felicitaciones en los aniversarios y del cariño a todos por igual, creyentes o no, importantes o no! ¡Era el pastor que conocía a sus ovejas, y las ovejas lo conocían a él!

¡Camagüey nunca podrá olvidar a un obispo que llamó a abrir ventanas donde los hombres cerraban puertas, a un hombre que quería dialogar con todos, incluso con los que no querían dialogar!

¡Ningún camagüeyano podrá agradecer suficientemente a Dios el regalo de Monseñor Adolfo para esta Arquidiócesis, su sabiduría de corazón y de mente, su visión de las cosas, su luz larga ante los problemas de cada día, sus repetidas llamadas a no perder la virtud de la paciencia!

¡La Iglesia de Camagüey nunca olvidará la elegancia, la discreción y fortaleza espiritual con las que hacía frente a cualquier adversidad! Fue un experto en distinguir entre un acto y una actitud. Siempre pensó que, como afirmó en la Toma de Posesión de su sucesor, Monseñor Juan, aquí presente: “El diálogo será siempre el camino mejor, necesario, posible y único, en todos los niveles… Mucho más en Cuba que está llena de once millones de cubanos dialogantes de los que proverbialmente se dice: “Los cubanos, hablando, se entienden”.

¡Cómo podremos olvidar la confesión que hizo en la misa por sus 50 años de sacerdocio cuando dijo: “Si volviera a nacer, volvería a ser sacerdote, y si alguien me preguntara dónde, le contestaría que en Cuba, incluso con sus nubes; en esta Iglesia cubana que es todo menos aburrida, y con este pueblo cubano que cada vez veo más claro que es un pueblo religioso y que quiere seguir siendo religioso”!

Monseñor Adolfo, santo arzobispo de Camagüey: ¡mira complacido este Hogar de Ancianos que, a partir de hoy, llevará tu nombre! Amén.


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Ver en el blog
(Camagüey) Inaugurado Hogar Mons. Adolfo

Saturday, May 25, 2019

(Camagüey) Inaugurado Hogar Mons. Adolfo


por Carmen Luisa Hernández
Texto y fotos periódico Adelante


Nueve campanadas llamaron la atención de los presentes. El trabajo de 13 años de la Iglesia católica en el territorio de conjunto con las autoridades políticas y gubernamentales rendía frutos. Aun el impetuoso sol no amilanó las grandes sonrisas y las galas de cuerpo y de alma que se extendían en cada abrazo y en cada felicitación; porque el día de la inauguración del hogar Monseñor Adolfo Rodríguez es fiesta entre los fieles.

La instalación con una capacidad para atender a 95 ancianos de forma permanente, y a 20 más durante el día, tiene una superficie de 6 000 m² donde pueden disfrutar de áreas exteriores con parques y zonas para la rehabilitación física.

El centro, con tres pisos, tiene elevadores, consultas, de enfermería, farmacia, lavandería, peluquería y barbería, central estéril, local para la terapia ocupacional, la residencia de las religiosas, y 45 habitaciones para los abuelos, entre otros espacios comunes.

Desde que se colocara la primera piedra de la edificación, el 8 de mayo de 2006, varios han sido los principales autores de este empeño; entre ellos se reconoció a su inspirador, Monseñor Adolfo, primer Arzobispo de Camagüey; Mons. Domingo Oropesa, obispo de Cienfuegos, y Mons. Juan García Rodríguez, arzobispo de la Habana.

El hogar será atendido por la congregación de las Camilianas, presentes en 21 naciones de cuatro continentes. Con estas tres hermanas, que llevan nueve meses en la provincia, quedó establecida la entrada permanente de la orden a Cuba, “este hermoso país y en este acogedor pueblo de Camagüey”, al decir de la hermana Celia, Superior General de la Hermanas Camilianas.“Nuestra misión aquí es lograr que los ancianos se sientan en su hogar, que se presencie de amor y de misericordia. Fieles a la misión de San Camilo de Lelis de asistir a los enfermos como hace una madre con los enfermos”.

Giorgio Lingua, embajador del Vaticano en Cuba, trasmitió un mensaje de afecto y bendición del Papa a los presentes y responsables del “Mons. Adolfo” y señaló que las Camilianas realizarán en el lugar “no solo una obra social sino una obra de amor. Espacios como este deberían ser el pulmón del barrio, !porque hace tanto bien atender y visitar a los ancianos!”.

Momento especial fue la recordación del Arzobispo camagüeyano Wilfredo Pino a Mons. Adolfo “en santo obispo que nos hizo confiar en el Señor. El obispo de los detalles, del cariño a todos por igual, creyentes o no: era el Pastor que conocía a sus ovejas y sus ovejas lo conocían a él”.

También dedicó palabras de elogio y agradecimiento a quienes participaron de la realización de este proyecto, en especial a casi 100 obreros y personal técnico que laboró a diario así como a quienes en los últimos meses dieron los últimos detalles al hogar. A ellos ofreció “mi gratitud personal , de la Iglesia y del pueblo”.

Antes de concluir añadió, “Salud Pública y la Iglesia hemos dado un ejemplo de como se puede trabajar en el bien común porque todos estamos al servicio del pueblo cubano”.En ese espíritu abrió sus puertas oficialmente el Hogar Mons. Adolfo, justo el día del nacimiento de San Camilo de Lelis.

Una institución, que se suma al total de 40 unidades asistenciales en la provincia y a los 13 hogares, además del hogar Padre Olallo, bajo el lema de la congregación de las Camilianas hacer bien todas las obras, seguros de que no hay obra mayor que el respeto y el cuidado de nuestros ancianos.



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Ver en el blog

Hogar de Ancianos Monseñor Adolfo Rodríguez de Camagüey (por Eduardo F. Peláez Leyva)


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