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Sunday, December 8, 2024

Love is knowing we can be ... (John Lennon)

Imagen/Lennon by Joel Jover
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Love
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Woman
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Stand by me

Monday, November 11, 2024

Veterans Day


Veterans Day originated as “Armistice Day” on Nov. 11, 1919, the first anniversary of the end of World War I. Congress passed a resolution in 1926 for an annual observance, and Nov. 11 became a national holiday beginning in 1938. Unlike Memorial Day, Veterans Day pays tribute to all American veterans—living or dead—but especially gives thanks to living veterans who served their country honorably during war or peacetime. (Read full text)

Thursday, October 3, 2024

Marta Valdés (1934-2024)

 

Hay todavía una canción
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Sin ir más lejos
Haydée Milanés y Marta Valdés
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No hagas caso

Tuesday, October 1, 2024

Cuando Martí bailó el merengue. Los viajes de José Martí a República Dominicana (por Teresa Fernández Soneira)

José Martí y Máximo Gómez, en M9ntecristi.
Foto tomada de la
Revista de Cayo Hueso; Noviembre 14, 1897.
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No, no es una falta de respeto hacia nuestro Apóstol de la libertad. Tampoco es una broma. Es un comentario basado en una anécdota que leí no hace mucho en un periódico dominicano y que me hizo pensar en la humanidad de Martí. Porque todos encumbramos a Martí y lo elevamos casi a la esfera de la santidad, pero no pensamos que José Martí fue un hombre de carne y hueso, amante de las artes, las letras, la historia, la filosofia, los viajes y la música. Recordemos como se deleitaba asistiendo a conciertos y a óperas, y luego hacía reseñas y comentarios. También se enamoró de bailarinas, y alababa las dotes vocales de muchas cantantes de la época que el admiraba. Por lo tanto esta anécdota del merengue que les voy a relatar no es tan inverosimil. Veamos que pudo haber ocurrido cuando José Marti visitó a Máximo Gómez en Montecristi y cuándo fue que bailó un perico ripiao(1), o por lo menos así lo cuentan los dominicanos.

José Martí y sus viajes por República Dominicana

Casa de la familia Gómez-Toro
 en Montecristi como se encontraba en 1940.
 Foto de Internet.
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Debemos comenzar haciendo un recorrido por los lugares que Martí visitó en República Dominicana. Estuvo en ese país tres veces: en 1892, 1893 y el último fue en 1895. En septiembre de 1892, fue a Montecristi a encontrarse con Máximo Gómez para pedirle que se uniera a la organización de la Guerra de Independencia. En aquella ocasión estuvo dos días y tres noches en la casa de la finca La Reforma, en Laguna Salada, lugar del que Martí escribiría tiempo después.

En ese primer viaje visitó también Santo Domingo. Gómez lo acompañó de Montecristi hasta Santiago de los Caballeros, y el Maestro siguió hasta la capital. Llegó el 19 de septiembre de 1892 y se hospedó en un hotel de la calle Las Mercedes, ubicado en plena ciudad colonial, bastante cercano a la Catedral. También estuvo en la casa conocida como Casa de San Pedro, en el número 155 de la mencionada calle. Visitó la sede de la Sociedad Amigos del País y también la Catedral Primada de América para ver la tumba de Cristóbal Colón.

El 21 de septiembre partió de la capital en el velero Lépido rumbo a Barahona para allí pasar la noche, y partir al siguiente día por la Sierra de Bahoruco, bordeando el lago Enriquillo rumbo a la frontera con Haití, donde lo esperaban en Port-au-Prince sus contactos para seguir con los preparativos de la guerra.

Segunda y tercera visitas del Maestro

En la segunda visita que hizo Martí a República Dominicana en 1893, estuvo exclusivamente en Montecristi, donde se dedicó a planificar y organizar asuntos de Cuba con el Generalísimo Gómez para de ahí regresar de inmediato a Nueva York. Uno de los frutos de ese periplo fue asistir a la creación del club revolucionario femenino Hijas de Hatuey, integrado por mujeres cubanas y dominicanas que dieron un gran apoyo a la causa independentista de Cuba(2). Fue en este viaje cuando se cuenta que Martí bailó un “perico ripiao”.

La noche del Merengue

El 3 de junio de 1893 el prócer cubano se dejó llevar por las notas del ‘Juangomero’, que, según algunos historiadores, nació en 1855 o 1854, cuando el merengue se convertía en la música tradicional y típica de la República Dominicana. Cuenta el historiador y cronista Pedro Carreras Aguilera una anécdota muy antigua en la que nos dice que esa noche el pueblo se enteró de que Martí había llegado. La orquesta arrancó a tocar la tambora con indiscutible ritmo, pegándole duro a aquel merengue por lo que el compás contagioso invitaba a moverse. Los hijos del acordeonista, Baudillo Grullón le contaron al investigador Rafael Chaljub Mejía lo siguiente:
“Llegó [quiere decir Martí] y esa misma noche se improvisó una fiesta en el hotel Estrella, de la ciudad de Guayubín, con un sabroso perico ripiao”, dice Chaljub Mejía. “La fiesta fue amenizada por el conjunto de los hermanos Novo que tocó el histórico merengue, y ahí mismo el prócer cubano se ‘fajó’ a bailar’”(3). Y continúa la crónica: “Cuando el noble cubano lo oyó, pidió que lo repitieran varias veces y, bajo el influjo del acordeón, acomodó su intelecto al pueblo para, en brazos de una joven de apellido Grullón, bailar el sugerente ritmo”(4).
Cuentan que la pareja de baile de Martí era una de tres hermanas que, por su belleza, causaban sensación en el lugar. Martí también debió escuchar esa noche el merengue de Juan Bautista Alfonseca en una versión de merengue Juangomero (llamado también “pambiche”) como lo identifica el musicólogo Julio César Paulino(5).

Aquí tiene el lector el Juangomero, lleno de cadencia y armonía, interpretado por un conjunto dominicano: 

Después del baile en aquella noche de merengue, dice el historiador Carreras Aguilera que las hermanas Vidal Torres, representando a las muchachas del pueblo, le entregaron a Martí una bandera cubana que ellas mismas habían bordado.

En la casa del cubano Manuel Boitel en Santiago de los Caballeros, le sirven a Martí ‘merengue criollo’, pero no se refiere al baile, sino al dulce o suspiro de ese nombre. Y también, “[…] escuchó en la ciudad de Santo Domingo una danza puertorriqueña, una canción cubana a ritmo de vals, y un merengue dominicano ‘de genuina cepa criolla’ […] con ritmo lánguido y suave cuya letra decía Juana Aquilina va llorando, porque la llevan merengueando”(6).

En sus viajes Martí disfrutó del carnaval dominicano; de la bebida y la comida del país; la arquitectura, el juego de gallos, y el idiolecto cibaeño de los que escribió en sus notas de viaje. En el carnaval, sobre todo, Martí narra:
“me recibe la charanga, con un vals del país, fácil y como velado; a piano y flauta con güiro y pandereta. Los “mamarrachos”(7) entran, y su música con ellos: las máscaras…sale la tarasca, tragándose muchachos con los gigantones”(8).
No sabemos si en realidad Martí llegó a disfrutar de aquel sabroso merengue, pero no lo dudo en absoluto. ¿A quién no se le van los pies cuando oye un merengue bien tocado? Pues a Martí, como buen cubano que era, le habrá ocurrido eso mismo. No lo pudo resistir y allí entre amigos, y dejándose llevar por la linda montecristeña, que ya antes Martí había comentado que el “talle natural y flexible de la dominicana da ritmo y poder a la fealdad más infeliz”(9), disfrutó del sonido del Juangomero, y tal vez, por breve tiempo, le pareció que había subido a la gloria.

La historia narra que ese merengue Juangomero, quizás el primero de la historia dominicana, estaba dedicado a una dama de un pueblito de La Vega llamado Juan Gómez. No se sabe quién lo escribió, pero es un auténtico clásico. Los cantantes, acompañados por los instrumentos, entonan:

Las muchachas de Juan Gómez
son bonita' y bailan bien,
pero tienen un defecto:
que se ríen de tó' el que ven.

Me gusta bailar con Lola,
porque Lola baila bueno,
ella se deja llevar
como caña pal' ingenio.

Me gusta bailar con Lola,
porque Lola baila fino,
ella se deja llevar
como caña pal' molino.

En la tarde del 5 de junio de 1893, José Martí se despedía de República Dominicana, y partía vía marítima hacia los Estados Unidos acompañado por el dominicano Emiliano Aybar.

Último viaje de José Martí a República Dominicana

La última vez que Jose Martí pisó tierras dominicanas fue en 1895, viaje en el cual permaneció más tiempo. Narra Max Henríquez Ureña(10) que Martí llegó de noche y que “se abrieron a la vez la puerta y los brazos del viejo General: en el alma sentía sus ojos, escudriñadores y tiernos, el recién llegado; y el viejo volvió a abrazar en largo silencio al caminante…” Y sigue el relato:
Los bohíos se encendieron: entró a la casa la carga ligera; pronto cubrió la mesa el plátano y el lomo, y un café de hospedaje, y un fondo de ron bueno de Beltrán; dos niñas que vinieron a la luz llevaban y traían; fue un grato reposo de almas la conversación primera, con esa rara claridad que al hombre pone el gusto de obrar bien, y unos cuantos contornos en el aire, de patria y libertad, que, en el caserón de puntal alto, a la sombra de la pálida vela, parecían como tajos de luz(11).
Este viaje de Martí ocurre después del fracaso de la expedición de Fernandina en la Florida, cuando el vapor con armas que se dirigía a Cuba fue incautado por las autoridades estadounidenses antes de salir del muelle. Se perdió todo lo que supuestamente iba para Cuba para ayudar con la guerra y que tanto había costado en dinero y tiempo, así como el gran esfuerzo para poder lograrlo. Martí, decepcionado y deprimido, tuvo que pasar a la clandestinidad.


Cuando Martí llega a Montecristi, explica a Gómez lo ocurrido en Fernandina y ambos acuerdan tomar medidas urgentes porque ya la orden de alzamiento en la isla estaba dada. Fueron momentos en los cuales los dos grandes patriotas comenzaron a hacer los preparativos para cumplir la misión de independizar a Cuba, trasladándose a la isla con urgencia. También fue un histórico momento cuando Martí y Gómez concibieron y redactaron el memorable programa de lucha que hizo posible el fin del colonialismo: El Manifiesto de Montecristi(12).

En estos años de visitas a la tierra de Quisqueya, Martí dejó el recuerdo, el afecto y los lazos de amistad que, desde entonces unieron a Cuba con esa nación hermana. Como dijo Henríquez Ureña, “Martí fue acogido en Santo Domingo como si fuera un dominicano más. Dejó allí profunda huella en todos los corazones”(13). Los dominicanos han honrado a José Martí con innumerables monumentos erigidos por toda la geografía del país, y varias calles llevan su nombre. También hoy se mantiene la Casa-Museo de la familia Gómez-Toro en Montecristi que atesora fotos, cuadros y otros objetos, y que posee un gran significado en la historia de los dos países pues esa humilde casita de tabla y zinc conserva el recuerdo perenne de aquel memorable 25 de marzo de 1895, cuando en ella se firmó el documento de Montecristi.

Pero, sobre todo, los montecristeños recuerdan aquella noche en que Martí bailó un Juangomero en la bella, querida y acogedora tierra dominicana.


El Trío Reynoso fue un grupo de merengue típico dominicano. Acordeonista y vocalista Pedro Reynoso; güirero y vocalista. Domingo Reynoso; percusionista Francisco Pancholo Esquea en la tambora, y el marimbero Milcíades Hernández.
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1. Se denomina perico ripiao a un conjunto integrado por tres o cuatro músicos, cuya especialidad consiste en ejecutar ritmos folclóricos dominicanos, especialmente el merengue, mangulina o carabiné.

2. Para más datos sobre este club femenino, los remito al libro Mujeres de la Patria, contribución de la mujer a la independencia de Cuba, volumen 3, de próxima aparición.

3. Rafael Chaljub Mejía, adompretur.com/2020/09/03/el-dia-que-jose-marti-bailo-merengue-en-montecristi.

4. Pedro Carreras Aguilera, De Ñico Lora a Tatico Henríquez, Una centuria tocando acordeón, República Dominicana, Editora Nacional, 2011.

5. Ibidem.

6. Federico Henríquez Carvajal lo relata en 1932 de su recuerdo de la visita de Marti en 1892. En José Guerrero, ibid.

7. Mamarracho: extravagante, ridículo, grotesco, estrafalario.

8. José G. Guerrero, “José Martí: aportes antropológicos de un viaje a Santo Domingo en el siglo XIX”, Ciencia y Sociedad, vol. XXIX, núm. 4, oct-dic. 2004.

9. Ibidem, p. 641.

10. Maximiliano Adolfo Henríquez Ureña (1886-1968) fue un escritor, poeta, profesor y diplomático dominicano.

11. Max Henríquez Ureña, “Martí en Santo Domingo”, Cuba Contemporánea, t. II, p. 177-203, La Habana, julio 1913.

12. El Manifiesto de Montecristi es un documento del Partido Revolucionario Cubano en el que se exponen las ideas en las que se basó José Martí para organizar la guerra de independencia cubana de 1895. Fue firmado por José Martí y Máximo Gómez el 25 de marzo de 1895 en Montecristi, República Dominicana. El documento es una declaración formal de guerra contra España y recoge el pensamiento de José Martí.

14. Ureña, Ibidem, p. 33


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BIBLIOGRAFÍA

Carreras Aguilera, Pedro, De Ñico Lora a Tatico Henríquez, Una centuria tocando acordeón, República Dominicana, Editora Nacional, 2011.

Chaljub Mejía, Rafael, adompretur.com/2020/09/03/el-dia-que-jose-marti-bailo-merengue-en-montecristi.

Guerrero, José G., “José Martí: Aportes antropológicos de un viaje a Santo Domingo en el siglo XIX”, Ciencia y Sociedad, vol. XXIX, núm. 4, oct-dic. 2004.

Henríquez Ureña, Max, “Martí en Santo Domingo”, Cuba Contemporánea 1913, publicado en la Academia Dominicana de la Historia, https://catalogo.academiadominicanahistoria.org.do/opac-tmpl/files/ppcodice/Clio-1953-021-095-029-041.pdf

La Casa-museo de Máximo Gómez de Montecristi, en Conéctate.com.do

Martínez, Vianco, “El día que Martí bailó merengue en Montecristi”, acento.com.do

Minaya, Lincoln, “El día que Martí bailó merengue”, https://www.tenarenses.com/inicio/

 

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Teresa Fernández Soneira (La Habana 1947), es una historiadora y escritora cubana radicada en Miami desde 1961. Ha hecho importantes aportes a la historia de Cuba con escritos y libros de temática cubana, entre ellos, CUBA: Historia de la educación católica 1582-1961, Ediciones Universal, Miami, 1997, Con la Estrella y la Cruz: Historia de las Juventudes de Acción Católica Cubana, Ediciones Universal, Miami, 2002. En los últimos años ha estado enfrascada en su obra Mujeres de la Patria, contribución de la mujer a la independencia de Cuba, (Ediciones Universal, Miami 2014 y 2018). El volumen I dedicado a la mujer en las conspiraciones y la Guerra de los Diez Años, y el volumen 2, de reciente publicación, trata sobre la mujer en la Guerra de Independencia. En estos dos volúmenes la autora ha rescatado la historia de más de 1,300 mujeres cubanas y su quehacer durante nuestras luchas independentistas. En el verano del 2022 publicó La Bella Cubana, rostros de mujeres en la Cuba del siglo XIX (Alexandria Library Pub. House, Miami) que recoge 150 daguerrotipos del siglo XIX de mujeres cubanas de todas las edades y razas, acompañados de poemas de la época. Es un homenaje a la mujer cubana de todos los tiempos. Relatos y Evocaciones. Antología 1986-2023.

Wednesday, August 21, 2024

Marti Productions hace bailar a Miami. (por Wilfredo A. Ramos)



El pasado sábado 17 de agosto el Big Five Club de Miami, institución creada en 1967, casi desde el mismo comienzo de la llegada a este país de los exiliados cubanos y que ha sido un importante centro de reunión para dichas familias, ofreció un espectáculo musical el cual se convirtió en un tributo al recuerdo de esa tierra que se ha tenido que dejar atrás. Producido por Martí Productions este espacio presentó el espectáculo musical “Del Mambo al Cha Cha Chá”, que contó con la participación de la Julio Montalvo Big Band, la agrupación PartyZone305 Dance Company y la conducción de la actriz Eugenia Sancho, todos bajo la dirección artística de Manny Albelo y la producción general de Tania Martí.

El que fuera escogida dicha orquesta para la realización de este evento viene avalado al gran trabajo y prestigio de la misma y de su director Julio Montalvo, quien además de ser uno de los más destacados trombonistas cubanos, igualmente es compositor, arreglista y cantante, interesado en la mezcla de los ritmos afrocubanos al jazz y siendo uno de los cultivadores del mundialmente conocido New Latin Jazz. Montalvo ha participado en diversos festivales de jazz a nivel internacional, compartiendo escenarios con músicos de la talla de Mike Mossman, Mark Nightingale, Claudio Rodti, Dominique D’Piazza, Edmundo Carneiro, entre otros. A partir del 2013 crea su propia orquesta al estilo de las legendarias agrupaciones musicales de las décadas de los años 40 y 50, integrada por una veintena de músicos, contando entre ellos a una mujer en la nada simple ejecución del trombón. El repertorio de dicha orquesta está compuesta por alrededor de ciento treinta números en repertorio, entre los que se encuentran tanto ritmos latinos, como otros pertenecientes a la música pop y rock norteamericana.

Por su parte la agrupación danzaria PartyZone305 Dance Company, con veinte años sobre los escenarios, fundada por Maritza Espín, quien produce y dirige sus espectáculos, deleitó al público por medio de sus interpretaciones coreográficas. Estos artistas se han presentado en diversos espectáculos, tanto a nivel local como a través de todos los Estados Unidos, llevando sus trabajos incluso a nivel internacional. Aunque dicha compañía está compuesta por diez bailarines, para es esta ocasión se presentaron solamente dos parejas formadas por la propia Espín, Eduardo de Jesús Prieto, Linet González y Joan Morell, quienes expusieron ante el público asistente una vez más, el por qué de la popularidad internacional de que siempre han disfrutado los ritmos y bailes cubanos.

Eugenia Sancho por su parte, conocida actriz española asentada en esta ciudad y con una carrera igualmente reconocida en el teatro dramático, en el de variedades como en el de la música, ejerció doblemente como maestra de ceremonias y cantante, lo que junto a las interpretaciones de Montalvo, y de los excelentes intérpretes de la orquesta, Coco Freeman y Alberto Alberto, deleitaron al los presentes no solamente con conocidas piezas de mambo y chachachá, sino de siempre recordados boleros, números musicales todos que fueron muy bien recibidos por el público.

Este espectáculo dedicado a mantener vivos esos ritmos de la música cubana que le dieran la vuelta al mundo y mediante los cuales se hicieran famosos gran cantidad de artistas de la isla, contó con sendos concursos de baile, donde entusiastas parejas se lanzaron hacia la pista a competir por los respectivos premios, terminando la noche -como no podía ser de otra manera cuando de cubanos se trata- con una exuberante conga habanera que hizo levantarse de sus asientos hasta al más remolón de los presentes. La noche tuvo su complemento en una deliciosa cena, tragos y una ‘barra libre’ de Café La Llave, compañía patrocinadora de dicho evento. Todos estos elementos hicieron de la noche un reencuentro no sólo entre amigos, sino también y a nuestro entender lo primordial, con las añoranzas de un país perdido, que sólo vive ya en nuestros recuerdos.

Se hace inevitable felicitar una vez más a Tania Martí, por su constante tenacidad y amor con que enfrenta cada proyecto artístico a realizar, no importa sea de carácter lírico, popular o teatral, pero llevándolo a los escenarios con el propósito de mantener con vida la cultura cubana, haciendo que aunque lejos de sus raíces perdure en su trayectoria hacia el futuro.



Lic. Wilfredo A. Ramos
Miami, agosto 20, 2024

Tuesday, August 20, 2024

Pero…, ¿dónde está la Ma’ Teodora? (por Teresa Fernández Soneira)



“El son es lo más sublime para el alma divertir. Debería de morir quien por bueno no lo estime…”
Ignacio Piñeiro



Cuando comencé a recibir clases de guitarra en Miami a finales de la década de 1960 con la afamada profesora y cantante Lily Batet, esta nos habló en una clase sobre el Son de la Ma’ Teodora y su ritmo cadencioso. Por entonces, aparentemente, no estaba yo interesada en saber el origen de este son santiaguero que algunos afirman fue el primero en nuestra historia musical.

Pero cuando recientemente estuve oyendo a la gran cantante Celia Cruz interpretarlo, me entró la curiosidad y me di a la tarea de averiguar más sobre el origen de esta antigua pieza de nuestro repertorio popular.

¿Será leyenda o realidad?

Un grupo de historiadores enjundiosos; compositores y musicólogos de fama como fueron Fernando Ortiz, Lydia Cabrera, Aurelio de la Vega o Carlos Borbolla, han reflejado los orígenes y la evolución de la música cubana de forma sobresaliente. Sin embargo, hay facetas de nuestra música que aún muestran discrepancias e inexactitudes. Se dice que alrededor del 1562 se creó en Santiago de Cuba el primer grupo instrumental de la Isla. Una de sus integrantes fue Teodora Ginés quien tocaba la bandola(1) e interpretaba una pieza conocida como El son de la Ma’ Teodora. También se afirma que ese fue el primer son del que se tiene noticia en Cuba, y que más tarde fue publicado por varios especialistas, como veremos aquí. El aspecto más importante de esta pieza es el sincretismo que se vio desde temprano, y como afirma la historiadora Luciana Kube(2), ya por entonces “están hirviendo en el caldo de la cultura cubana estos ingredientes de altísima calidad destinados a fundirse”. Se refería Kube de las herencias aborigen, española y africana.

El escritor e investigador Alejo Carpentier(3) nos dice en su libro La Música en Cuba(4) que este son está influenciado por el romance de Extremadura, en España, y que el carácter antifonal o responsorial entre el solista y el coro que encontramos en el Son de la Ma’ Teodora, viene de los cantos colectivos de África.(5) Carpentier también apunta en el prefacio de su obra mencionada, que: “A fines del siglo XVI existían conjuntos típicos en Santiago, cuyos sones se cantaron en Cuba durante más de doscientos años”.

He aquí la letra del Son de la Ma’ Teodora:

¿Dónde está la Ma’ Teodora?
Rajando la leña está. 
Con su palo y su bandola 
Rajando la leña está. 

¿Dónde está que no la veo?
Rajando la leña está.
Con su palo y su bandola
Rajando la leña está.
Rajando la leña está.

En el siglo XVII, la música en Cuba se comienza a interpretar por las calles, sale de los templos, se inician los toques de tambores, sonajas, y cantos africanos en las procesiones. En los.astilleros surge un nuevo instrumento, las claves, que al comienzo eran dos tacos de madera de los utilizados en la fabricación de buques y embarcaciones. Los esclavos encuentran en los elementos cotidianos de su entorno los materiales que necesitan para construir sus propios instrumentos de percusión que utilizaban en África. Emplean vasijas, rejas del arado, palos de madera y cajones en los que venía envasado el bacalao en los barcos, así como los huesos de la mandíbula de algunos animales, y con esto confeccionan los instrumentos para acompañar la música de sus cantos.

La historia “novelada” de las hermanas Ginés

Pero, volvamos a nuestro son. ¿Quién fue Teodora Ginés, la del son? En realidad, eran dos hermanas negras, libertas, Teodora y Micaela Ginés, ambas procedentes de Santiago de los Caballeros en la provincia de Santiago, en República Dominicana, y que más tarde pasaron a residir en Cuba. Cuentan que el talento musical de Teodora y Micaela las llevó a formar parte de una orquesta, y una antigua crónica lo cuenta: 
hay en esta villa cuatro músicos que asisten a los actos a que se les llaman mediante previo convenio. Son estos músicos: Pedro Almanza, natural de Málaga, violín; Jácome Viceira, de Lisboa, clarinete; Pascual de Ochoa, de Sevilla, violón; Micaela Ginés, negra horra, de Santiago de los Caballeros, viguelista; los cuales llevan generalmente sus acompañados para rascar el calabazo y tañer las castañuelas(6) .
Esta crónica del músico Hernando de la Parra y que publica José Joaquín García en su obra Protocolo de Antigüedades, Literatura, Agricultura(7), fue reproducida, con múltiples adornos y arreglos, durante toda la mitad del siglo XIX y buena parte del XX por diversos estudiosos. José María de la Torre la cita en 1857; Antonio Bachiller y Morales la repite en 1860; en 1891 Serafín Ramírez la añade a su libro La Habana artística, y Laureano Fuentes Matons en Las artes en Santiago de Cuba(8) de 1893, la vuelve a mencionar. Luego ya en el siglo XX, Emilio Bacardí Moreau en sus Crónicas de Santiago de Cuba(9), incorpora además el dato de que las Ginés formaban parte de la orquesta que también tocaba en las iglesias:
La orquesta existente en esta fecha en Santiago se componía de dos tocadores de piano, un joven sevillano, tocador de violín, y dos negras libres dominicanas tocadoras de bandola, llamadas Teodora y Micaela Gines; esta era la orquesta que también tocaba en las iglesias. (10)
Pero hay más discrepancias en los datos. En el Protocolo de Antigüedades, aparece citada Micaela Ginés, pero en La Habana, ya que se dice que las hermanas se separaron, quedando Teodora en Santiago y que Micaela se mudó a La Habana:
Los bailes y diversiones en La Habana son graciosos y extravagantes, conservan todavía en los primeros la rudeza y poca cultura de los indígenas, y en las segundas la escasez y ningunos recursos de una población que comienza a levantarse. Hay en esta villa cuatro músicos que asisten a los actos a que se les llaman mediante un previo convenio. Son estos músicos, Pedro Almanza, natural de Málaga, violín; Jácome Viceira, de Lisboa, clarinete; Pascual de Ochoa, de Sevilla, violón; Micaela Ginés, negra horra de Santiago de los Caballeros, viguelista…(11)
El texto de Las Artes en Santiago de Cuba (1893) de Fuentes Matons, se refiere a los músicos en La Habana:
En 1580 apenas había en Santiago de Cuba dos o tres músicos tocadores de pífanos(12); un joven natural de Sevilla nombrado Pascual de Ochoa, tocador de violón, que había venido de Puerto Príncipe con unos frailes dominicos, y dos negras libres, naturales de Santo Domingo, nombradas Teodora y Micaela Gines, tocadoras de bandola.
Y luego más tarde apunta:
Teodora Ginés, debió concluir sus días a una edad avanzadísima, casi a mediados del siglo XVII; y se comprende que encorvada por la senectud, caminaba apoyándose de un palo sin abandonar su vihuela”. Y sigue Fuentes Matons: “¿podrá decirse que la negra natural de Santiago de los Caballeros ha sido la primera celebridad musical de la Isla de Cuba?
En su ensayo Teodora Ginés, ¿mito o realidad histórica?,(13) Alberto Muguercia argumenta que ni Pascual de Ochoa ni Micaela Ginez existieron en realidad, y que el documento al que se refiere Fuentes Matons “no ha sido visto nunca por nadie, obrando tan solo el testimonio de Fuentes, quien afirma que este perteneció a su padre”. También podemos añadir que Muguercia y Orozco, fijan el origen del son en el Oriente de la isla, hacia 1880, y en el área de la Sierra Maestra.

Carpentier hace esta anotación:
por lo pronto, quedaba un hecho establecido que habría de tener una considerable influencia sobre la formación de la música cubana ya que en el siglo XVI (como lo observaremos con caracteres decisivos en todo el XIX) la profesión de músico excluía, tácitamente, por la escasez de ejecutantes capacitados, la posibilidad de una discriminación racial. Como habría de observarlo José Antonio Saco en 1831, con palabras que ya hubieran sido actuales en 1580: “la música goza de la prerrogativa de mezclar negros y blancos… pues en las orquestas…vemos confusamente mezclados a los blancos, pardos y morenos(14).
Otros historiadores como el Dr. Manuel Pérez Beato y Serafín Ramírez insistieron que tanto el violón (del XVII-XVIII), el clarinete (1690-1700), y el violín (1700-1720), no existían en el siglo XVI, y que solo se tocaba la vihuela.(15) También expusieron que cuatro instrumentos no podían ser considerados ‘una orquesta’ como afirma Bacardí. Y para completar todas estas opiniones, aunque Alberto Muguercia manifestó que la existencia de las hermanas Ginés era un mito, para Carpentier, Henríquez Ureña y Emilio Rodríguez, estas mujeres fueron seres de carne y hueso. ¡Que enredo!

Algunas aclaraciones

Afortunadamente tenemos la opinión de la musicóloga cubana, María Teresa Linares, que viene a nuestro rescate y a aclarar algunas dudas. Cuando en el 2007 asistía al II Congreso Música, Identidad y Cultura celebrado en República Dominicana, Linares concedió una entrevista al periódico Diario Libre(16) de la capital. En esa oportunidad hizo una explicación sensata de todo lo mencionado anteriormente, y trató de aclarar las múltiples versiones. Decía ella entonces:
No se sabe si Micaela y Teodora Ginés existieron o no; pero lo que sí se sabe es que esos documentos (que menciona Fuentes Matons) son apócrifos. Pero bien puede haber habido aquí (se refiere a la República Dominicana) una Micaela y una Teodora Ginés, y eso es aquí en donde tienen que buscarlo y encontrarlo en los archivos y la tradición. ‘Papelito jabla lengua’ como dicen los congos”, termina diciendo Linares.
Sin esos documentos nada se puede aclarar, pero de encontrarse, se podría probar que estas hermanas dominicanas realmente existieron, aunque con ese dato solamente no sabremos quien compuso el Son de la Ma’ Teodora.

“Hay muchas leyendas tejidas” vuelve a agregar María Teresa Linares.(17) “Ha existido una relación muy grande entre todas las islas [del Caribe] a fines del siglo XIX y principios del XX, con trabajadores inmigrantes. Y en las zonas orientales hay jamaicanos, haitianos, puertorriqueños, dominicanos; y esos, o nos dieron el son, o bebieron son del nuestro, pero todos somos un gran núcleo de soneros en el Caribe. Me baso pues en las evidencias que tengo de mis propias investigaciones. Hay muchas leyendas tejidas", vuelve a decir.

El son es lo más sublime para el alma divertir

Sería una pena que esta historia del Son de la Ma’ Teodora fuera tan solo una leyenda o un mito, como exponen María Teresa Linares y otros estudiosos. Lo que si no se puede negar ni discutir es que la cadencia de este son, y la de los sones que vinieron después, nos invitan a “echar un pie” y bien echado… un meneíto. Antes se bailaba enlazado a la pareja, bailando juntos los dos, y el hombre era el que guiaba a la mujer y la llevaba al paso que él quería. Eso tenía su sabrosura, su disfrute. Pero hoy se ha perdido esa tradición, y se baila muchas veces separado, cada cual haciendo lo que más le guste.

Ojalá algún día aparezcan las hermanas Ginés en algún archivo de Cuba o de República Dominicana y se pueda comprobar que sí existieron, y que fue cierto que estuvieron en Santiago de Cuba, y que también se encuentre el dato de quien compuso el Son de la Ma’ Teodora, una pieza sin mucha calidad musical, pero que sería precursora de nuestro sincopado y melodioso son cubano. Quizás entonces la Ma’ Teodora integre de forma oficial nuestra historia, y los bailadores del futuro lo valoren y lo bailen, como se hacía antiguamente, asidos el uno al otro, disfrutándolo con deleite, con gozo, con placer, pero sobre todo con mucha sandunga porque, como dice la letra de otro famoso son, el ‘son es lo más sublime para el alma divertir’.


Nota:

Agradezco a la fotógrafa cubana, Margarita Fresco radicada en Barcelona, España, su colaboración en este artículo con algunas magníficas fotografías de su autoría.



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1. Con el nombre de bandola se conoce a distintos instrumentos de cuerda usados antiguamente en España, donde fue de gran importancia durante el siglo XVII en el desarrollo del flamenco. En la actualidad la bandola se toca en Venezuela, Colombia y Chile con una gran variedad de formas que las identifican por su construcción e interpretación musical.

2. Luciana Kube, “Afrocubanismo en la poesía de Nicolás Guillén y la música popular cubana”, Revista Conexosconexos.org/2021, 2 julio 2021.

3. Alejo Carpentier y Valmont (Lausana, 26 de diciembre de 1904-París, 24 de abril de 1980) fue un escritor cubano y francés que influyó notablemente en la literatura latinoamericana.

4. Alejo Carpentier, La Música en Cuba, Fondo de Cultura Económica, Colección Tierra Firme, México 1946.

5. Ibidem, p. 57

6. Alberto Muguercia y Muguercia, “Teodora Gines, ¿mito o realidad histórica?”, Revista de la Biblioteca Nacional José Martí, La Habana, septiembre-diciembre 1971, no. 3, año 62, p. 53.

7. José Joaquín García, Protocolo de Antigüedades, Literatura, Agricultura, Industria, Comercio, etc., Imprenta de M. Soler, La Habana, octubre 1845, t. I, no. 4, entrega 4.

8. Laureano Fuentes Matons, Las artes en Santiago de Cuba, Apuntes Históricos, Est. Tip. J.E. Ravelo, 1893.

9. Emilio Bacardí Moreau, Crónicas de Santiago de Cuba, Tipografía Arroyo Hermanos, Santiago de Cuba, 1ra ed. Barcelona, Tipografía de Carbonell y Esteva, 1908, t. I, p. 104-105.

10. Ibidem, Santiago de Cuba, Tipografía Arroyo, 1925, t. I, p. 121.

11. José Joaquín García, Protocolo de Antigüedades, Literatura, Agricultura, Industria, Comercio, etc., Habana, Imprenta de M. Soler, 1845, t. I, octubre, 1845, no. 4, entrega 4.

12. El pífano o pínfano es un instrumento musical de viento consistente en una flauta pequeña de tono muy agudo​ que se toca atravesada.

13. Muguercia, Ibid., p 53.

14. Carpentier, Ibidem.

15. La vihuela es un instrumento de cuerdas del siglo XV procedente de España, con forma de guitarra, pero afinado como un laúd. Se utilizó en los siglos 15 y 16 en España y era el equivalente al laúd de Italia y tiene un Amplio repertorio. Tenía cinco o seis pares de cuerdas.

16. María Teresa Linares, entrevista, “¿Qué, donde está la Ma’ Teodora?”, Diario Libre, abril 13, 2007.

17. María Teresa Linares, musicóloga cubana (La Habana 1920-La Habana, 2021) realizó trabajos de campo para recoger información, cantos y toques de antecedente hispano y africano en Cuba.​ Formó parte de la Sociedad Coral de La Habana. ​ En su faceta de musicóloga, destacó por su libro La música y el pueblo, 1974.


Bibliografía

Bacardí Moreau, Emilio, Crónicas de Santiago de Cuba, Tipografía Arroyo Hermanos, Santiago de Cuba, 1925.

Carpentier, Alejo, La Música en Cuba, Fondo de Cultura Económica, Colección Tierra Firme, México 1946.

Fuentes Matons, Laureano, Las artes en Santiago de Cuba, Apuntes Históricos, Est. Tip. J.E. Ravelo, 1893.

García, José Joaquín, Protocolo de Antigüedades, Literatura, Agricultura, Industria, Comercio, etc.,Habana, Imprenta de M. Soler, 1845, t. I, octubre, 1845, no. 4, entrega 4.

Kube, Luciana. “Afrocubanismo en la poesía de Nicolás Guillén y la música popular cubana”, Revista Conexos, conexos.org/2021, 2 julio 2021.

Linares, María Teresa, “¿Que donde está la Ma Teodora?”, Diario Libre, abril 13, 2007.

Muguercia y Muguercia, Alberto, “Teodora Gines, ¿mito o realidad histórica?”, Revista de la Biblioteca Nacional José Martí, La Habana, septiembre-diciembre 1971, no. 3, año 62, p. 53.

Ramírez, Serafín, La Habana artística, Imp. de E.M. de la Capitanía General, La Habana, 1891.


Interpretaciones

El Son de la Ma’ Teodora

Celia Cruz

La Real Orquesta Cuba

Coro Diminuto

Baila Para Gozar - Latin American Music for Children

Los musiqueros 

Septeto Nacional de Ignacio Piñeiro - Suavecito



 
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Teresa Fernández Soneira (La Habana 1947), es una historiadora y escritora cubana radicada en Miami desde 1961. Ha hecho importantes aportes a la historia de Cuba con escritos y libros de temática cubana, entre ellos, CUBA: Historia de la educación católica 1582-1961, Ediciones Universal, Miami, 1997, Con la Estrella y la Cruz: Historia de las Juventudes de Acción Católica Cubana, Ediciones Universal, Miami, 2002. En los últimos años ha estado enfrascada en su obra Mujeres de la Patria, contribución de la mujer a la independencia de Cuba, (Ediciones Universal, Miami 2014 y 2018). El volumen I dedicado a la mujer en las conspiraciones y la Guerra de los Diez Años, y el volumen 2, de reciente publicación, trata sobre la mujer en la Guerra de Independencia. En estos dos volúmenes la autora ha rescatado la historia de más de 1,300 mujeres cubanas y su quehacer durante nuestras luchas independentistas. En el verano del 2022 publicó La Bella Cubana, rostros de mujeres en la Cuba del siglo XIX (Alexandria Library Pub. House, Miami) que recoge 150 daguerrotipos del siglo XIX de mujeres cubanas de todas las edades y razas, acompañados de poemas de la época. Es un homenaje a la mujer cubana de todos los tiempos. Relatos y Evocaciones. Antología 1986-2023.

Tuesday, April 30, 2024

Una vez desfilé

Esta foto tomada de Facebook, es para ilustrar la Avenida de la Caridad, no está relacionada con el Primero de Mayo.
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Eramos cuatro o cinco (estaba cuando aquello en el Pre), fuimos pa la Avenida de la Caridad, que era por donde se desfilaba en los mediaos de los 80s, recogimos del piso unas pencas de arecas y un cartel que decía "Viva el Primero de Mayo", nos metimos between dos bloques y desfilamos así independientes.

Intentaron sacarnos, pero saludando y sonriendo, atravesamos la Plaza de la Caridad, no supieron como presentarnos por los altavoces, nos fuimos riendo, y pa los termos de cerveza, luego el arroz con pollo, ...

Otro Primero de Mayo que me acerqué a la Avenida de la Caridad, fue para comprar las entradas pa un concierto de Alberto Cortéz en el (difunto) Teatro Alkázar. Recuerdo que mientras luchaba en el molote de la taquilla, a mi espalda, el "pueblo combatiente" desfilaba al son de las consignas En la noche, bañao y perfumao, con la novia de la mano, disfruté de ese magnifico concierto.

No tengo más experiencias de Primeros de Mayo. (JEM)

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Alberto Cortez. "Castillos en el Aire".
Esta es la canción que más recuerdo, de su concierto en Camagüey. La manera en que la interpretó en aquella ocasión, fue superior a la que se puede apreciar en este video.
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Gaspar, El Lugareño Headline Animator

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