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Friday, April 26, 2024

(Ermita de la Caridad. Miami) Busto en honor del fraile franciscano Antonio Camiñas

 


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Ver en Martí Noticias

Obra de Sanchis Sinisterra en las tablas de Miami. (por Wilfredo A. Ramos)


“The form is content, the content is form”
Samuel Beckett.


“Creo que el teatro tiene que provocar desazón, irritación, incluso cuestionamiento”.
José Sanchis Sinisterra.





El ambiente cultural de la ciudad de Miami cada día que transcurre va enriqueciéndose con la presentación en sus escenarios de un mayor número de obras de teatro realizadas por el cada vez mayor número de actores y directores hispano-parlantes que llegan a esta urbe. Puestas en escenas de diversos géneros dramáticos son posibles de disfrutar a través de las diversas salas y espacios acondicionados para tal menester, situación esta que aunque no alcanza a satisfacer del todo, indudablemente llena de alegría de igual forma a los miembros del ambiente teatral y aquel público interesado en el disfrute del mismo, que cada día, poco a poco, va en aumento.

Como muestra de lo señalado anteriormente, ha resultado un importante acontecimiento, la presentación en Miami, con carácter de estreno en los Estados Unidos, de la obra del prestigioso dramaturgo español José Sanchis Sinisterra, “El lector por horas”, en una puesta en escena a cargo de Marilyn Romero, que contó con las actuaciones de Ariel Texidó, Anel Perdomo y Andy Barbosa, en una producción de MarGi Happenings, a cargo de Gigi González.

Sanchis Sinisterra es un dramaturgo, pedagogo y director teatral valenciano, nacido en 1940, el cual es considerado como uno de los autores de mayor reconocimiento del teatro de su país, al cual se le tiene como gran renovador de la escena, al proponer la existencia de una naturaleza dual, literaria y escénica, en el texto dramático. Dentro de su abundante obra existe una ruptura entre las fronteras de la teatralidad, donde lo intertextual, la ficcionalidad, la metateatralidad, el cuestionamiento de la historia y de los personajes, entre otro factores van a ser la base sobre la que se construye su teatro.

Un aspecto que toma mucha importancia y que va a marcar su obra, es la transformación de los mecanismos de percepción del individuo sobre hecho teatral, llevando al espectador -o al lector- a que se vea obligado a introducirse en la trama para ir componiéndola, pasando a formar parte de la propia escritura del texto.

Su obra va a cruzar las fronteras entre los géneros dramático y narrativo, por lo que siempre que nos enfrentemos a una de sus obras tendremos al mismo tiempo de tener la sensación, de estar en presencia de la narración de una novela, lo cual hace que la misma pueda ser marcada como demasiado literaria.

Autor de múltiples libros sobre teoría teatral, ha sido además un gran investigador de la obra literaria de autores tan disímiles como Cortázar, Melville, Kafka, así como la de otros dramaturgos tales como Samuel Beckett y Harold Pinter, autores todos que han dejado huellas dentro de sus propias obras.

Su intenso y constante interés por el desarrollo del teatro lo llevó a fundar en 1989 la Sala Beckett, la cual aún se mantiene abierta, así como en el 2010, en la madrileña zona de Lavapiés, ‘La Corsetería’, donde desarrollaba un proyecto de investigación teatral, bajo el nombre de Nuevo Teatro Fronterizo, el que tuvo que ser cerrado por problemas de alquileres, tema que mucho agreden a los espacios dedicados al teatro en cualquier parte del mundo.

Con respecto a la obra de Sances Sinistera que nos provocan estas líneas, la misma fue escrita en 1996, teniendo su estreno en 1999 en el Teatro Nacional de Cataluña, bajo la dirección de José luis García Sánchez y con un elenco integrado por Juan Diego, Clara Sanchis -hija del autor- y Jordi Dauder, viajando tres meses más tarde dicha producción al madrileño Teatro María Guerrero.

Debemos señalar que desde su estreno, esta obra no había vuelto a ponerse en escenarios españoles, hasta el pasado 2023 donde en una producción de la valenciana Sala Beckett en conjunto con el Teatro de La Abadía de Madrid, se presentó bajo la dirección de Carles Alfaro con las actuaciones de Pere Ponce, Pep Cruz y Mar Ulldemolins. Fuera de tierras ibéricas, dicho texto ha llegado a las tablas en México (2001), Argentina (2003), Uruguay (2005) y Reino Unido (2005), entre alguna otra, por lo que se puede apreciar que a pesar de ser considerada una de las más importantes piezas de dicho autor, su difícil y sorprendente concepción dramatúrgica, no la convierten en un material muy buscado por los directores teatrales, hecho que para nada resta valor e importancia a la misma.

Fue precisamente en esta reciente puesta madrileña de Teatro de la Abadía, que Marilyn Romero tuvo su primer enfrentamiento con dicha obra, lo que la llevó, según sus propias palabras, a buscar el texto, encontrando el mismo en una de las muchas librerías existentes en esa ciudad -hasta se puede encontrar alguna solo dedicada a libros sobre y de teatro- entregándose a una rápida lectura del mismo, lo que al final la condujo a tomar la decisión de montar dicha obra para el público de Miami, hecho que se hizo realidad los pasados días 18, 19 y 20 del presente mes de abril.

Dicha puesta tuvo como escenario el Black Box del Teatro Manuel Artimes, espacio en el que se han venido presentándose las recientes producciones de MarGi Happenings, lugar que debiera ser aprovechado igualmente por otros directores de la ciudad, para presentar sus obras, ya que permite la cercanía apropiada actor-espectador.

La directora, en su propuesta, respetó las diez y siete escenas en que se encuentra dividida la obra, aunque atrevidamente eliminó el intermedio que divide los dos actos de la misma, asumiéndola de manera continua en sus dos horas de duración.

Esta obra, carente de algún tipo de acción que haga marchar la historia hacia adelante, se sostiene casi de forma única sobre el trabajo de los actores. El interés por conocer el desarrollo y final de la trama, obliga a quien la ve, a tratar de armar el rompecabezas que forman cada una de las escenas, las cuales no tendrán relación una con la otra, convirtiéndose en núcleos dramáticos compuestos por una introducción, un nudo y su desenlace propio, que en el caso de este último queda siempre pendiente.

De lo anterior se desprende que el desempeño de los actores escogidos por Romero para enfrentar este trabajo haya sido la columna vertebral de la puesta.


Actor con una larga trayectoria sobre nuestras tablas, Ariel Texidó, quien ha trabajado bajo la tutela de diversos directores, asume el personaje de Celso, con la astucia de una madurez que le ha ofrecido su constante bregar por los escenarios, incorporando el mismo con un perfecto control de las emociones. De igual forma su proyección vocal, como ya es costumbre, resulta clara y llena de matices fácilmente perceptibles. Su trabajo sin duda es austero, fuerte, agarrando la esencia de su personaje inequívocamente.


Anel Perdomo, constituyó el descubrimiento de la jornada. La joven actriz en su primera aparición ante el público de este país, asumió el difícil rol de la también joven Lorena, con una bien lograda seguridad. Asumir roles que presenten algún tipo de impedimento físico, como resulta ser la ceguera en este caso, es un reto importante a vencer para dar credibilidad al mismo. La actriz logra meterse en la piel de su personaje con serenidad, bordando cada proyección de sus complejos sentimientos. Con la misma mesura desborda tanto su ira como su nostalgia, imprimiendo a su desenvolvimiento escénico el aura de candidez engañosa exacta requerida en su papel. Algo que encontramos que no favorece en su totalidad el trabajo de la actriz, es una determinada modulación en la voz que la aleja de la naturalidad que requiere el texto, proyectando cierta nota de falsedad a su decir.


El tercer actor que formó parte de este elenco fue Andy Barbosa, quien también es conocido en nuestras tablas, debido a sus innumerables y muy buenos trabajos. En esta oportunidad a dicho actor le ha correspondido incorporar el personaje de Ismael, encargado de motivar el desarrollo de los acontecimientos, sobre el que se va a construir el núcleo de la trama. El trabajo de dicho actor, que ha ido creciendo con cada una de sus apariciones, dejando por el camino acertados desempeños, en esta nueva entrega alcanza un muy destacado momento, no frecuente en nuestras tablas. Haciendo derroche de coordinación en el manejo de las diversas y complejas emociones que su papel requiere, encara la psicología del mismo con sobriedad sobre sus acciones, permitiéndole desenvolverse dentro de cada una de ellas con precisión, soltura y sobre todo verdad, logrando una brillante trabajo, en el que cada momento, hasta el de sus silencios, se encuentra trabajado orgánicamente.

Hay que dejar claro, que este texto convoca a un juego inter-actoral, donde cada uno va a depender del resto, pero al mismo tiempo se influyen unos sobre otros, provocando acciones varias que no siempre van a ser lo que se cree y que en esta ocasión, en este difícil juego, los tres actores van a ir incorporándose sin esfuerzo alguno, dejándose llevar por el escurridizo camino que propone el autor.


Aunque el dramaturgo nos pone en presencia de tres personajes, objetivamente pudiéramos a estos agregarle uno más, el cual bajo nuestra mirada va a influir, no sólo en el devenir de la historia, sino de igual manera en la conducta e interacción misma entre aquellos tres primeros. Ese cuarto personaje va a estar representado por los libros, quienes mediante su presencia sobre el escenario y la lectura de los mismos, que a través de toda la obra se realiza, serán los encargados de ir moviendo los acontecimientos, así como de provocar las acciones y reacciones entre los verdaderos personajes de carne y hueso.

Un aspecto dentro de la obra con el que no quedamos completamente complacidos, es en el que tiene que ver con la escenografía, ésta en manos de Pedro Balmaseda y Jorge Noa, artistas ya habituales y con experiencias en esta lides.

La puesta en escena concebida por la directora se mueve dentro de un estatus naturalista, lo que queda demostrado en el vestuario, muebles y objetos utilizados en la misma, por lo que la utilización de otros elementos que en nada se acercan a dicho concepto, rompen con un estilo específico de ambientación, creando una disonancia en el concepto escenográfico.

La utilización de manera simbólica -para señalar la gran cantidad de libros en la estancia donde se desarrolla toda la acción de la obra- de tal enorme número de hojas arrancadas a libros, forrando aquellos elementos agregados a la escenografía, así como a una pared que aparece de fondo -demasiado grande para un espacio escénico a tan corta distancia del público- crea una atmósfera cargante y barroca, introduciendo una tesis simbólica a la decoración que no permite una lectura clara sobre el concepto estilístico de la puesta en escena. Incluso la utilización de proyecciones en determinados instantes no aporta tampoco en lo absoluto al lenguaje de la misma.

Obviando los anteriores detalles, esta representación teatral logra su objetivo, al poner sobre las tablas fundamentalmente un trabajo actoral importante, elemento sobre el que se edifica dicho texto dramático, abriendo al público de esta ciudad la posibilidad de confrontar la dramaturgia de uno de los autores españoles contemporáneos mejor valorados -tal vez demasiado- creador de un estilo muy particular de visionar el teatro.

Aunque sin duda alguna, el teatro de José Sanchiz Sinisterra, es uno con determinadas características que lo aleja en cierta medida del gran público, no por ello deja de resultar necesario que sus obras suban a las tablas –recordemos que el texto dramático sin el escenario no se llega a convertir en teatro- y pueda ser apreciado por aquel que en realidad valora esta gratificante manifestación artística, no sólo para su disfrute, sino asimismo como forma de abrir el pensamiento a estéticas, ideas y maneras de hacer muy diferentes de hacer teatro.




Lic. Wilfredo A. Ramos.
Miami, abril 25, 2024.

Fotos/Julio de la Nuez. 

Sunday, April 21, 2024

Ballet "Rhapsody" (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.

Los textos anteriores, se pueden leer en este enlace.


Este ballet en un acto y sin trama argumental, fue creado por Sir Frederick Ashton con motivo del cumpleaños número 80 de la Reina Madre de Inglaterra. La gala se llevó a cabo el 4 de agosto de 1980, en el Royal Opera House de Londres. La obra fue coreografiada sobre la partitura de “Rhapsody on a theme of Paganini” (Opus 43) de 1934 compuesta por Serguei Rachmaninoff, el diseño de vestuario fue de William Chappell y la escenografía fue ideada por el propio Ashton, inspirado en la arquitectura del Siglo XVIII, específicamente en sus arcos. En la ocasión, la pareja principal estuvo interpretada por Mikhail Baryshnikov y Lesley Collier (bailarina principal del Royal Ballet en ese momento), acompañados por seis bailarinas y seis bailarines, los más jóvenes del cuerpo de baile del Royal Ballet, a saber Angela Cox, Gillian Kingsley, Karen Paisey, Genesia Rosato, Gail Taphouse, Bryony Brind, Ashley Page, Michael Batchelor, Stephen Beagley, Antony Dowson, Ross MacGibbon y Andrew Ward.

Escenografía original
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Ashton hacía varios años que quería realizar una obra para Barishnikov y no se había dado la oportunidad. Barishnikov, por su parte, tenía planeada una participación con el Royal Ballet en los meses de julio y agosto, aunque no quería realizar los mismos ballet del repertorio clásico que siempre interpretaba. Así que el pedido de la Princesa Margarita para que Ashton tuviera una participación en los festejos del natalicio de la Reina Madre (de quien él era amigo), parecía el pretexto perfecto para que coreógrafo y bailarín pudieran cumplir con su deseo.


En el desarrollo de la obra se alternan cuadros de cuerpo de baile en los que participan, o no, alguno de los dos solistas y un pas de deux. La coreografía, a lo largo de todo el ballet, está pensada específicamente para las virtudes técnicas e interpretativas de los bailarines. De aquí cierto malestar de Barishnikov que quería incursionar más en el estilo inglés y, sin embargo, con la coreografía que Ashton creó para él, permaneció más cercano a su estilo de la escuela rusa (aunque que ya hacía largos años que estaba radicado en Estados Unidos), a pesar de lo cual no solicitó ningún cambio coreográfico para que se adaptase más a su voluntad.


“Rhapsody” continúa en el repertorio del Royal Ballet hasta nuestros días. En una reposición realizada en 1995 se introdujeron nuevos diseños de vestuario y escenografía, a cargo de Patrick Caulfield. En 2005, los mismos fueron rediseñados por Jessica Curtis y, finalmente, en 2016, tanto el vestuario como la escenografía volvieron a sus diseños originales. Cabe mencionar que hubos dos versiones coreográficas previas sobre esta misma música, la primera fue realizada por Michel Fokine para los Ballets Russes del Colonel de Basil (estrenada también en Londres en 1939) y la de Leonid Lavrovsky para el Ballet Bolshoi (presentada en Moscú en 1960).






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Ver en el blog




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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". Email: florenciagu@gmail.com

Saturday, April 20, 2024

Notición (no chisme): ¡Bernarda Alba ha puesto casa en Miami, con sus cinco hijas y toda su parentela! (por Baltasar Santiago Martín)

Afiche de la obra. 
Fotos/Alfredo de Armas.
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Pues parece que sí, que la cosa en la Madre Patria no está muy buena que digamos –como me comenta en nuestras frecuentes llamadas por Whatsapp mi dilecta amiga Alina Sánchez (que por allá vive “la tía”, joder, y por más señas, en Salamanca)–, porque Bernarda Alba se ha mudado para Miami con sus cinco hijas, su senil madre; la Poncia, la criada, Pepe El Romano, algunas vecinas y hasta la mendiga del barrio; nada, que ese vuelo de Iberia debe haber estado “de rechupete”, un verdadero “mogollón”, y, “por si las moscas”, ninguno en el asiento al lado de la puerta de emergencia, por si el vuelo fue en un Boeing 737 MAX 9, ya que se hubiera podido descompletar el elenco, ¡válgame Dios!

El sábado 29 de marzo de 2024 pude ver a la “tripulación” completa ya instalada en el escenario del Miami Dade County Auditorium, convertido en la casa miamense de Bernarda gracias al piloto y casero Miguel Sahid y a sus copilotos Andrés Mejías y Ana Laura Rodríguez Travieso, con alguna que otra robusta y adusta aeromoza de Iberia –enganchada con los bernardianos pasajeros durante su ibérico vuelo– sentada en la platea.


Dejando mi relajo cubano del hipotético vuelo a un lado, es muy de agradecer que la Sociedad Actoral Hispanoamericana, tan diestramente piloteada por el actor y director Miguel Sahid, felizmente apoyado por el Centro Cultural Español, haya apostado por una de las tragedias más conocidas –y reconocidas– del genial poeta y dramaturgo español Federico García Lorca, para presentarla ante el público de Miami, al que se suele cortejar con temas mucho más relajientos, donde si hay bodas no corre la sangre, Adelita se va con otro –o con otra– para un motel de Okeechobee en Hialeah, y Pepe es cubano y no romano.

La casa de Bernarda Alba es una obra teatral en tres actos, escrita por Lorca en 1936, que muestra la historia de Bernarda Alba, quien, al enviudar por segunda vez a los 60 años, decide vivir los siguientes ocho años en el más riguroso luto y enclaustramiento, tanto para ella como para sus cinco hijas solteras: Angustias, Magdalena, Amelia, Martirio y Adela; metáfora todo ello de esa España profunda, de principios y mediados del siglo XX, que se caracterizó por ser una sociedad muy conservadora y a la vez violenta –prueba de ello, la cruenta Guerra Civil de 1936 a 1939, en la que fue fusilado el propio Federico–, de gran fanatismo religioso y miedo a mostrar la intimidad, con la mujer sometida al hombre sin derecho al voto ni a actuar por su cuenta.

Para completar la trama, con Bernarda y sus hijas vive su madre, María Josefa, ya senil; Poncia, quien ha servido durante treinta años a la matriarca, y otra criada cuyo nombre se omite en la obra.

Roxana Montenegro como Martirio, 
Yani Martín como Magdalena 
y Alba Raquel como Bernarda.
 Foto/Oscar P. García de Paula (Oscarito)
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Yendo ahora ya a la puesta específica de Bernarda en Miami –más allá del gran acierto que ha sido sin lugar a dudas–, recomiendo emplazar micrófonos para que los parlamentos de las actrices que no se pudieron escuchar bien la segunda noche –que fue a la que asistí, porque mi sobrina Yani Martín prefiere que no vaya el día del estreno, y yo la complazco– no se pierdan, o que ellas proyecten mucho más su voz, como le aconsejé de modo “terapéutico” terminada la función a Roxana Montenegro, Betsy Rodríguez y Vivian Morales –Martirio, la visitante Prudencia y la criada respectivamente–, para que su excelente desempeño actoral se pueda apreciar mejor como ellas se merecen.

1- Roxana Montenegro como Martirio.
 Foto/ Oscar P. García de Paula (Oscarito)

2- Alba Raquel como Bernarda 
y Rosa Vasconcelos como Poncia. 
Foto/Oscar P. García de Paula (Oscarito)
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1- Vivian Morales como la criada. 
Foto/Oscar P. García de Paula (Oscarito)

2- Roxana Montenegro como Martirio 
y Vivian Morales como la criada. 
Foto/Oscar P. García de Paula (Oscarito)
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Quiero aclarar, antes de seguir, que Rosa Vasconcelos, como Poncia, Noris Joffre como la senil María Josefa y Yani Martín, como la atolondrada Magdalena, sí se escucharon perfectamente, amén de brindar las tres unas actuaciones también espléndidas. ¡Esa Poncia, joder, que me la llevo yo para mi mansión como ama de llaves si me saco la lotto!

1- Yani Martín como Magdalena. 
Foto/Oscar P. García de Paula (Oscarito)

2- Rosa Vasconcelos como Poncia. 
Foto/Oscar P. García de Paula (Oscarito)
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Yani Martín como Magdalena, 
Alba Raquel como Bernarda y Noris Joffre como María Josefa. 
Foto/Oscar P. García de Paula (Oscarito)
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Dejando de lado los subsanables aspectos auditivos, la puesta de Sahid es una muestra muy inteligente de que se puede “recrear” a Lorca con códigos menos rígidos y melodramáticos, sin dejar de enfatizar el intenso drama de cada una de las cinco hijas de Bernarda, pero sin tanta carga opresiva para el espectador de hoy, sobre todo en el caso de Angustias con la más joven y fresca Adela como rival; el de esta, por su amor escondido con Pepe, y el de la pobre Martirio, coja y amargada, pero con su corazoncito, también enamorada de Pepe El Romano.

Como ya elogié la Martirio de Roxana, me queda decir que Gabriela González “cumplió” como Angustias, al igual que la acriz que encarnó a Amelia (en el programa aparecen dos, y no se aclara el día), pero Gabriela debió hacerse sentir más en la obra, por ser Angustias a mi juicio la mayor víctima de esta tragedia en que todas también lo son –aunque no llegue a suicidarse como Adela.

Ariadna González-Medina como Adela.
 Foto/Oscar P. García de Paula (Oscarito)
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Y hablando de Adela, opino que, paradójicamente, Ariadna González-Medina, por ser tan joven y sin tantas tablas, no debió ser la escogida para ese papel, que demanda una actriz con más fuerza, además de que también le faltó proyección en sus parlamentos.

Sobre la inclusión de la música en vivo y del bailarín de flamenco Pedro Medrano como un alter ego del disputado Pepe El Romano, me pareció bien, pero su taconeo sí fue excesivo y gratuito, como una distracción de la trama.

Alba Raquel como Bernarda. 
Foto/Oscar P. García de Paula (Oscarito)
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Finalizo con mi elogio a esa primera actriz que es Alba Raquel, que se apoderó de la Bernarda como el papel lo demanda, al punto de que no me la llevo para mi mansión si me saco la lotto, porque me pone a lavar los platos y a cortar el césped, aunque yo sea el dueño, por lo mandona y autoritaria, ¡joder!


Baltasar Santiago Martín
Hialeah “La grande”
Jueves 18 de abril de 2024

Wednesday, April 17, 2024

"Burdel El Ojo Azul", un regalo visual y un close-up de El Ingenio Teatro al mundo de “las mujeres públicas”. (por Baltasar Santiago Martín)

Diseño/Susana Miguel
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Hablar sobre la prostitución es siempre un tema muy delicado, incluso con tu propia familia –y hasta con el círculo más íntimo de tu pareja y amigos más cercanos–, porque las opiniones siempre van a estar sesgadas por prejuicios y “lugares comunes”, así como por el temor a decir algo que no sea bien recibido por alguien o por varios de tus interlocutores, que pueden llegar incluso a ripostarte y a descalificarte por tus opiniones nada “convencionales”.

Yo, por ejemplo, defiendo que la prostitución debe ser legalizada aquí en los Estados Unidos, como lo es en México, España, Holanda y el resto de la Comunidad Europea, y que poder contratar los servicios de una prostituta o de un prostituto –¡porque no son solo ellas las que venden sus servicios sexuales, que conste, sino también nosotros los hombres!– debe ser un derecho legal, por no decir “humano”, de igual modo que ejercer la prostitución, pero sin proxeneta, obligación, secuestro ni amenazas por medio.

Y, para que no se me quede nada sin teclear en mi laptop, me parecen mucho más sinceras y sinceros quienes la ejercen a cara descubierta, sea en un burdel o en las redes, que quienes se casan por interés y se venden por “un buen partido”, como se decía antiguamente.

Si el tema en privado es escabroso, qué decir cuando se lleva al teatro, y nada menos que en medio de un prestigioso festival como Casandra, dedicado precisamente a la mujer, con una obra que se desarrolla en un burdel, ese templo pagano con mujeres nada vírgenes dedicadas al culto del placer sexual y del desahogo por dinero, pero que no dejan de ser seres que sienten y padecen, que aman y que sufren, como las más puras –si es que las hay (recuerden que, como reza el dogma católico –que, gracias a Dios, yo no comparto ni sigo– se peca también de pensamiento).

Doble mérito tiene entonces esta puesta de El burdel El Ojo Azul, de El Ingenio Teatro, que dirigida por Lilliam Vega, la también actriz y cabeza de esa esforzada troupé, se ha atrevido a mostrar una ventana a esa tan denostada parcela de la vida real, que es un burdel imaginario en proceso de un doloroso cierre.

Armada de un poderoso texto de la maestra Raquel Carrió –Premio Nacional de Teatro 2024, muy merecido, en esa Cuba nuestra donde la prostitución sui generis y rampante de hombres y mujeres es una triste forma de sobrevivir para muchos de ellos, por los míseros sueldos y la también “rampante” escasez de todo (en La Habana, la Rampa y el Malecón enfrente han devenido en un burdel gigante al aire libre)–, Lilliam ha logrado recrear (crear, para ser más exactos) la atmósfera opresiva y sin esperanza de ese burdel a punto de desaparecer, donde tres prostitutas interactúan entre sí y con dos de sus más prominentes clientes, para revivir cada una su drama personal y el drama colectivo que significó la muerte de la joven Angelina.

Por supuesto que no hubiera sido suficiente solo la magistral dirección de Lilliam, la coreografía de Rubén Romeu ni la música original de Jorge Morejón y Héctor Agüero –con esa Ivanesa Cabrera como Verónica Laferté “que cada vez canta mejor que nunca” – para el éxito de la puesta, sin las cinco actrices y los dos actores que se apoderaron de sus personajes para “vivirlos” con absoluta intensidad.

Ivanesa Cabrera como Verónica Laferté.
Foto/Manuel Valladares. 
MVS Photography 13.
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Kirenia Vega, Susana Pérez 
y Rachel Cruz.
Foto/Amelia Sierra
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Kirenia Vega, Susana Pérez,
 Ivanesa Cabrera y Rachel Cruz.
Foto/Amelia Sierra
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La multifacética Susana Pérez, como la, además, matrona del burdel; y Rachel Cruz y Kirenia Vega, como las más jóvenes prostitutas bajo sus órdenes, lucieron su provocativo y atractivo vestuario como si fuera una segunda piel con que cubrir su desnudez en venta, para reivindicar con total lucidez y credibilidad ese oximorón que es la frágil dureza de su profesión –“la más antigua del mundo” –, mientras que Jorge Luis González “fue”, sin dudas, el arquetípico macho que comparten –y las comparte a todas–, al que la matrona llega a amar como ilusión y consuelo; y el juvenil José Raúl Acosta encarnó a ese cliente que, más que de sexo, va en busca del afecto y la compañía que no encuentra por fuera, y que parece que halló hasta cierto punto en Angelina, a cargo de la actriz Dianel Conde, en fugaz aparición y posterior e intrigante desaparición a manos de…

Dianel Conde como Angelina.
Foto/Manuel Valladares. 
MVS Photography 13.
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No debo concluir esta reseña de la función del domingo 17 de marzo de 2024 a la que asistí, sin volver a alabar la música original de Jorge Morejón y Héctor Agüero –interpretada en vivo por ellos mismos junto a María Teresa García–, la coreografía de Rubén Romeu y la producción general de Loipa Alonso, así como la escenografía y el vestuario de… El Ingenio Teatro (ella nunca se da crédito).


Baltasar Santiago Martín
Hialeah, 15 de abril de 2024

Fotos/Amelia Sierra y Manuel Valladares. Cortesía de El Ingenio Teatro.

Wednesday, April 10, 2024

En la primaria aprendí a dejar propina.



"No tengo cambio", díjome el barbero cuando le di el peso. Costaba 80 centavos el pelado.

Todo los días, al regreso de la escuela, pasaba por mi peseta. Un día llegué feliz con el tardío vuelto. Al contarle a mi mamá, me hizo regresar de inmediato, pedir disculpas y devolver la moneda. (JEM)

Hombre que mira con pasión desbordada al Sudeste… (por Carlos A. Peón-Casas)


Me acuerdo ahora, en el aquí de esta coordenada del southwest miamense del filme Un hombre mirando al sudeste, de Eliseo Subiela.         

Lo vi con pasión también desbordada en su minuto en aquella sala oscura del Casablanca de la ciudad de antaño, que dicho y sea de paso ya no existe con la magia que tuvo y pudo mantener acaso para que nuestros hijos pudieran acabar disfrutándola alguna vez… como tampoco existe en triste e inexorable circunstancia, aquella ciudad que habitamos alguna vez: príncipeña y principesca, dejada atrás por décadas innominadas, con lágrimas y suspiros….

Aquel filme hoy me recorre la piel mientras desde mi humilde espacio miamense, oteo con ganas infinitas hacia el espacio geográfico de mi ciudad y mi gente… de allá espero en salvífica andanada a los que amo y añoro a mi lado.

Un año y un día después de mi llegada a estas playas esta rememoración se me hace imprescindible.

Lleva el latido insomne de mis primeras 366 jornadas, el ya tan clásico año y un día… el mismo que ha sido vivencia para los cubanos que ya por casi seis décadas, tienen en privilegiada condición, y como meta primaria en esta tierra no tan lejana en su carácter geográfico, pero inexorablemente no nuestra, aunque sea salvadora e indefectiblemente, de promisión y esperanzas.

Mirar hoy al sudeste me reconforta y me devuelve a la conexión imprescindible con aquel cordón de umbilical de salvífica prestancia.

La fe que profeso en un Dios providente en el que me enseñó a creer mi abuela Emilia, me acompaña y me conforta.

Desde esta orilla y en este minuto en que doy gracias y me lleno de nuevas esperanzas, pido a Dios, con humilde y benevolente afán, que salve a Cuba, con los bellos e inspirados versos de aquel bellísimo himno, que musicalizó Félix Rafols, vecino del Camagüey ancestral, quien le dio realce con su música y su vida, y clamó a la Madre del Cielo, a nuestra Cachita con ardoroso afán:
No abandones ¡oh! Madre, a tus hijos,
salva a Cuba de llantos y afán,
y tu nombre será nuestro escudo,
nuestro amparo, tus gracias serán.(1)



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1. Fragmento del Himno a la Virgen de la Caridad del Cobre. Texto P. Juan José Roberes. Música  Félix Rafols. Ver Himno a la Virgen de la Caridad del Cobre (autor P. Juan José Roberes. Año 1912)


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Fragmento de Un hombre mirando al Sudeste.
Dir. Eliseo Subiela. Argentina 1986

Tuesday, April 9, 2024

“Siempre mañana (simulacro ingenuo)"... teatro incómodo. (por Wilfredo A. Ramos)


Existe en nuestra ciudad de Miami, desde hace poco más de quince años, un espacio dedicado a promover la cultura y el arte en su totalidad, donde la música, el teatro, la danza, la literatura, las artes plásticas, pero sobre donde el teatro encuentran un lugar donde presentarse con todo el apoyo necesario, abriendo sus puertas a una gran variedad de artistas no solo locales, todo ello coordinado con sumo cuidado bajo el amparo de Artefactus Cultural Project, institución no lucrativa que tiene como objetivo promover la diversidad cultural de la comunidad hispanoparlante en nuestro ámbito social, la cual tiene como director a Eddy Díaz Souza y productor general Carlos Arteaga.

Como espacio de presentaciones teatrales, son muchas las excelentes puestas en escena que han desfilado por el mismo, obras llegadas lo mismo desde otras partes del país como de otros continentes, han dejado sus huellas en sus tablas, para disfrute de los amantes del teatro en esta ciudad. Hablar de teatro en Artefactus es sin duda alguna sinónimo de calidad artística.


Partiendo de la anterior premisa, es que nos atrevemos a afirmar que la reciente subida a las tablas en este escenario, de la obra “Siempre mañana”, la cual contó con la autoría y dirección del propio Souza, teniendo de intérpretes a Simone Balmaseda, Anthony Lo Russo y Eric Becerra, resultó una muestra más del buen teatro que se acostumbra a ver en dicha sala.

Esta obra, la cual fuera escrita durante el 2020, tuvo su estreno en junio del pasado año bajo el título de “Mirame y no me toques”, dentro del marco del Queer Showcase, que organiza el propia Artefactus, con los mismos actores integrando su elenco.


En este nuevo texto dramático, su autor regresa a temas que forman parte de sus preocupaciones existenciales, pero que de la misma manera tendrían que serlo de todos los seres humanos que habitamos actualmente en este tan complicado mundo. La atmósfera que se respira en la obra va a resultar pesada, de encierro, desbordando el sentido claustrofóbico desde el escenario e invadiendo al público en la platea.

Dicha pieza apuesta por el desarrollo de emociones que despertarán sobre el espectador recientes recuerdos de aquella aterradora situación vivida por todos hace apenas poco más de un par de años, cuando las autoridades políticas mundiales nos encerraron en nuestras casas, coartando de manera dictatorial nuestros más elementales derechos ciudadanos -hasta el de hablar- so pena de ser castigados severamente, bajo el siempre dudoso pretexto de una determinada protección a nuestra salud; perfecto actuar que nos trajo a las mentes las distopías mostradas magistralmente por el escritor Eric Blair, más conocido por el seudónimo de George Orwell, en su premonitora obra “1984”, desde un algo lejano año de 1949.


Para sumergirnos en este ambiente, la acción se desenvolverá dentro de la intimidad de la vida de una pareja formada por Ray o Raimundo y Willy, escritor de cierta edad el primero, joven más interesado en disfrutar de la vida el segundo, quienes a través de la obra mantienen un cierto extraño diálogo sobre determinados momentos de sus vidas cotidianas, que pueden poner en alerta al espectador avispado de que algo no ha anda del todo bien con lo que tiene ante sus ojos.


A este dúo varonil se le agrega la presencia de una enfermera que es la encargada de venir diariamente a dicho departamento para velar que el personaje del escritor se tome un medicamento. Ese personaje femenino, el cual va a tomar gran valor simbólico dentro del desarrollo dramático, representará el poder gubernamental omnipresente que se introduce en las casas, que dirige las acciones y determina las decisiones de las personas, imponiéndose y coaccionando el libre albedrío del ser humano.

El argumento se encuentra lleno de alegorías, símbolos y lúgubres advertencias del rumbo que se encuentra tomando la sociedad actual, sometida a la fuerte presión del globalismo mundial y de todo aquello que de esta manipulación socio-económica-politica se deriva.

Con este texto, Souza entra de lleno -manejando hábilmente su acostumbrada visión artística- en el plano de la denuncia social, por lo que estamos en presencia de un espectáculo cuyo interés principal va a estar, sin ningún tipo de duda, en la fuerte carga de actualidad social que el mismo presenta.

El autor presenta su discurso mediante la utilización de diálogos los cuales comparten elementos de lo estrafalario, hilarante o absurdo, pero que van a estar inmersos en un profundo contexto de humanidad...


Una obra teatral de este tipo ciertamente podría ser recibida como un teatro incómodo para un tipo de posibles espectadores casuales, que solo ven el escenario como un lugar para el entretenimiento y diversión, lamentablemente para ellos, este no es el caso, por lo cual resulta muy plausible el empeño de Díaz Souza en no cejar, luchando por ofrecer espectáculos que nos obligue a poner en acción nuestro cerebro, reaccionando y tomando parte de lo que vemos sobre el escenario, sin dejar por cierto de disfrutarlos estéticamente.


Si hay algo que nos vemos precisados a señalar sobre la puesta y tiene que ver con la concepción utilizada para la construcción de los personajes de la pareja sentimental conformada por ambos hombres, la cual es planteada desde la misma manera arquetípica con la que regularmente es reflejado el hombre homosexual, como si tal fuera la única manera de expresión de estas personas, aspecto este que se repite en otras obras llevadas a escena por dicho director-autor.


En cuanto al trabajo de los tres actores que integran el elenco, hay que destacar el magnífico desempeño de Simone Balmaseda en el rol de la enfermera, debido a que el mismo va a marcar al mismo tiempo el elemento de absurdo como el de denuncia social en la obra, obligando a la actriz a construir un personaje fuerte, pero con matices marcados de comedia, difícil de definir en su totalidad. Balmaseda, de la que conocemos sus andaduras sobre los escenarios desde sus inicios, ha ido convirtiéndose en una actriz madura, adaptándose por igual a los distintos géneros dramáticos con los cuales se enfrenta, sabiendo adecuar el tono a la comedia, al drama, al teatro para niños.


Respecto a Anthony Lo Russo y Eric Becerra, ambos actores encuentran un buen acoplamiento a sus respectivos personajes, manteniendo en todo momento la necesaria interrelación entre ambos, así como la proyección de los mismos.

Algo que nos resultó innecesario y hasta incómodo fue la cantidad de veces que estos dos actores se ven precisados a cambiar de vestuario, lo que sin duda alguna complica sus trabajos sin motivo alguno, así como nos pareció inapropiado el tipo de ropa con que estos dos actores usan, la cual, con tanto brillo y transparencias era más propia de pasarela de discoteca, no teniendo que ver en lo absoluto con la proyección de esta obra.

Un elemento dramatúrgico decisivo utilizado por el autor lo encontraremos en el final de la obra, que solamente la vista de aquel espectador atento llegará a discernir, el cual va a marcar definitivamente el mensaje desalentador de esta puesta. 

“Siempre mañana”, se erige dentro de la dramaturgia de Díaz Souza, como un texto a tener en cuenta al momento de reflexionar sobre la sociedad de este Siglo XXI, que tan frágil y peligroso se está tornando para los que habitamos este mundo ‘no tan ancho y ajeno’ en que vivimos. Teatro incómodo, teatro para que pensemos todos.

Anthony Lo Russo
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Eric Becerra
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Simone Balmaseda
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Texto y fotos Lic. Wilfredo A. Ramos
Miami, abril 8, 2024.
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