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Wednesday, September 20, 2023

Jornadas de autores, artistas y personajes inolvidables... evento en constante evolución. (por Wilfredo A. Ramos)


Ya son siete los años en que El Ingenio Teatro viene realizando en la ciudad de Miami, un evento que ha ido creciendo en calidad, profundidad intelectual y artística, y que al mismo tiempo procura aglutinar a teatristas y públicos en general, con el pretexto de hablar sobre el arte teatral en particular, así como también sobre otros variados aspectos que conforman tanto la cultura cubana como la internacional, teniendo como premisa a autores, actores y aquellos individuos que socialmente conforman el parnaso del ideario y la cultura popular.

En Mayo del 2017, esa primera edición se adentró en la obra de uno de los más significativos autores dramáticos norteamericanos, Tennesse Williams (Thomas Lanier Williams, 1911-1983)., teniendo como punto de partida el montaje y presentación de “Un tranvía llamado deseo”, una de sus obras de mayor reconocimiento internacional, con la cual El ingenio Teatro se presentó en el festival de teatro que lleva el nombre de dicho autor, y que se efectúa en la ciudad de San Luis, Missouri, convocatoria que en este año precisamente, acaba de realizarse en estos pasados días.

En ediciones posteriores se dedicó este evento al dramaturgo cubano Carlos Felipe, llevando a escena su conocida obra “Yarini”, al autor español Federico García Lorca con su “Yerma”, viniendo después los teutones hermanos Grimm, famosos por su internacionalmente conocida obra basada en cuentos para niños, donde se trató sobre la reescritura teatral. También las figuras de la pintora mexicana Frida Khalo y la cantante cubana Celia Cruz, subieron a los escenarios para mostrar al público elementos varios de sus vidas y obras artísticas.


De esta manera arribamos a un nuevo encuentro con algunos personajes tanto de la cultura como de la vida cotidiana del cubano de a pie, como son la excéntrica musical Juana Bacallao, el músico, productor, actor y comediante Guillermo Álvarez Guedes, el Caballero de París, personaje errante de las calles habaneras y Matías Pérez, ciudadano portugués radicado en la Habana del siglo XIX, que pasó a formar parte del imaginario popular con su famoso viaje en globo del que nunca regresara.


Para hablar sobre los anteriores personajes se contó con un grupo de especialistas formado por Armando López, periodista, productor de espectáculos y conocedor del mundo de la farándula cubana; Adyel Quintero, académico e investigador de las artes escénicas, audiovisuales y de la comunicación; Lázaro Caballero, escritor, productor y director de programas de radio, televisión y documentales; Armando Nuviola, director de la editorial Unos y Otros, quien ha estado vinculado a la promoción de la música cubana y por último Habey Hechavarría, profesor universitario, investigador y teatrólogo.


Con una sala colmada de un público interesado, las charlas fueron acompañadas en casi todos los casos por proyecciones de imágenes sobre las figuras de las cuales se hablaba, lo que ofreció la oportunidad tanto de recordar a algunos, como a otros de conocer a dichas personalidades del ámbito popular y cultural cubano.


Para la segunda parte del evento se presentó la obra “El último vuelo de Matías Pérez”, una producción compartida entre la agrupación teatral anfitriona, El Ingenio Teatro y la portuguesa Teatro Cabecas, con texto de la dramaturga cubana Raquel Carrió, bajo la dirección de Lilliam Vega y producción general de Loipa Alonso Claramunt, la cual contó con las siempre acertadas actuaciones de Susana Pérez, Jorge Luis González, Ivanesa Cabrera, Jorge Luis Alvarez, Kirenia Vega y la participación especial de los niños Camila Gómez y Sebastián Vallenilla, pertenecientes estos últimos a los programas de educación artística, que dicha agrupación teatral ofrece como parte de su labor volcada hacia la comunidad a través del Centro Mater y por el cual han sido honrados con importantes reconocimientos.

Dicho centro educativo, ubicado en la zona de la Pequeña Habana, el que por 55 años ya, desde el 1968, ha acogido a infantes provenientes de familias de inmigrantes, de bajos recursos y de comunidades propensas a problemas sociales, ofrece a los mismos cuidados de recién nacidos, pre-escolares y cuidados después de clases, por lo que la inclusión de las disciplinas artísticas tales como la danza, la música, las artes plásticas y el teatro, han ayudado a sacar a estos menores de las peligrosas calles, contribuyendo al mismo tiempo a su formación, no tan sólo cultural, sino además como futuros ciudadanos de bien, útiles a la sociedad.


Para este nueva presentación, la obra sufrió el tener que ser adaptada a un espacio para nada agraciado para hacer teatro -un salón utilizado para clases de danza-, por lo que la misma no pudo desplegar toda la brillantez escénica de cuando fuera estrenada el pasado mes de Abril, durante la realización del Festival Internacional de Teatro Casandra, evento también organizado por El Ingenio Teatro; pero no obstante tal inconveniente, la misma mantuvo la magia de su concepto original y de igual manera, los actores, hicieron valer su experiencia, desenvolviendo su trabajo con la efectividad y elegancia que en su puesta original.

En esta oportunidad la obra se hizo acompañar por un trío de músicos compuesto por Ricardo Guerra, María Teresa García y Jorge Morejón, quienes fueron los encargados de interpretar las hermosas piezas compuestas por Héctor Agüero para la ocasión.

Una importante noticia que se hizo llegar a los presentes, fue sin duda la inminente partida de esta puesta teatral hacia escenarios portugueses, ayudando a que el teatro de Miami pueda ser conocido más allá de las fronteras nacionales. Al mismo tiempo se dió a conocer la creación de un equipo de trabajo que tendrá la responsabilidad de seleccionar a jóvenes con deseos de asumir la siempre difícil responsabilidad de la dirección teatral, para ayudarlos en dicho proceso para la próxima edición del Festival Casandra del venidero año 2024, el que estará integrado Por Flora Lauten, Adyel Quintero, Loipa A. Claramunt y Wilfredo A. Ramos.

Sin duda alguna la fructífera trayectoria de Lilliam Vega, formando parte primeramente del habanero Teatro Buendía y más tarde al frente de esta agrupación miamense, ha definido una particular forma de enfrentar el hecho teatral, donde el concepto plástico, junto con la dirección de actores se yergue como soporte fundamental, dejando una huella identificable en cada uno de los espectáculos bajo su mirada, al mismo tiempo que ha mostrado todo su empeño por consolidar eventos y actividades que redunden en beneficio tanto de la comunidad teatral local como de los habitantes de esta ya gran comunidad.

Una vez concluido este evento y echando una mirada retrospectiva sobre todo el trabajo que El Ingenio Teatro ha venido desarrollando en nuestro medio, y conociendo de sus futuros planes, no queda duda alguna que nos esperan gratas sorpresas para disfrutar y compartir con los miembros de este colectivo, así como con todo el público de esta ciudad.




Texto y fotos Lic. Wilfredo A. Ramos
Miami, Septiembre, 20, 2023.

Sunday, September 17, 2023

La cubanía se apoderó del escenario del Miami Dade County Auditorium. (por Wilfredo A. Ramos)




“La música es la más bella forma de lo bello”.
Jose Martí.




Es imposible de ocultar, que a través del tiempo la cultura musical cubana ha marcado pautas y derribado fronteras, viajando por el mundo, subiendo a todo tipo de escenarios y provocando la admiración de diversos públicos y grandes profesionales de la música de rango internacional, hecho este que le ha valido el reconocimiento, debido tanto a su calidad composicional como interpretativa.

Grandes maestros en uno y otro campo integran el parnaso musical cubano, que desde el lejano siglo XVII ya oía hablar por boca del cronista Bernal Diaz del Castillo, de grandes intérpretes como el trinitario Juan Ortiz, considerado un virtuoso en la interpretación de la vihuela y la viola, entre otros destacados músicos de origen español asentados en el país, pasando además por el XVIII con la presencia del gran compositor barroco Esteban Salas, cubano nacionalizado español

El siglo XIX fue un tiempo fructífero para el surgimiento de grandes músicos, que incluso estudiaron en conservatorios europeos, ganando concursos y obteniendo importantes reconocimientos en dicho continente. El listado es extenso, pero bien vale mencionar a algunos de ellos como son los compositores e intérpretes Samuel Saumell, Ignacio Cervantes (considerado el ‘Chopin Cubano’), Laureano Fuentes (quien escribiera la primera ópera cubana “La hija de Jefté”), Gaspar Villate, así como el violinista Claudio José Brindis de Salas (conocido como el ‘Paganini negro’), artista que dominaba la asombrosa cantidad de diez y seis instrumentos, y José White, compositor y violinista que también alcanzó gran renombre fuera de las fronteras de su país natal. Todos ellos formando parte de la generación musical de la primera mitad del siglo.

La segunda parte de la centuria tendrá como figuras destacadas a Hubert de Blanck, los hermanos José y Manuel Mauri, Eduardo Sánchez de Fuentes, Jorge Anckerman y Luis Casas Romero.

Los albores del XX, tiene a los maestros Gonzalo Roig, Ernesto Lecuona, Rodrigo Prats, Amadeo Roldán y Alejandro García Caturla, como figuras prominentes e indispensable de la música nacional y encontrándonos ya avanzando el siglo a otros artistas de la talla de Hilario González, Harold Gramatges, Julián Orbón, Gisela Hernández, Argeliers León, entre otros, formando parte del importante Grupo de Renovación Musical, el cual hizo grandes aportes en la transformación del ámbito de la composición musical cubana de ese entonces, mientras que posteriormente tenemos que mencionar a otros importantes músicos como Leo Brouwer, Carlos Fariñas y Juan Blanco, este último, el introductor en el país de la música electroacústica, todos alcanzando también un destacado reconocimiento internacional. Este podría ser un resumen a grandes rasgos.

Un espacio fundamental en el devenir musical cubano lo tiene sin duda alguna la zarzuela, género lírico surgido en tierras españolas y que encontrara terreno fértil en nuestras orillas.

Como era costumbre afirmar por aquellos siglos de antaño: “Para triunfar en las Américas hay que pasar por la Habana”, y por ello cualquier compañía dedicada no solo a la zarzuela (ópera, ballet, teatro) proveniente del continente europeo hacía su primera parada obligatoria en la Habana. Es en ese constante pisar esta caribeña tierra, que una agrupación de zarzuelas como la de Pepita Embil (madre del tenor Plácido Domingo) hace de esta ciudad una plaza permanente, visitándola año tras año, en ocasiones presentando hasta diez producciones diferentes en tan solo una visita. Ello condujo a que dicho género se popularizara ampliamente entre la población cubana, la que colmaba los coliseos donde estas obras eran presentadas, lo que primero ocurrió en la capital, pero prontamente se extendió hacia otras ciudades importantes del país.

La primera de estas obras que se haya escrito dentro de Cuba, no correspondió a un autor cubano, sino al catalán Joseph Fallótico, pieza en un acto titulada “El Alcalde de Mairena”, estrenada el 29 de Octubre de 1771, según datos registrados en el Papel Periódico, publicación de aquella época, aunque en realidad las notas no dejan claridad si dicha representación correspondió a una zarzuela como tal.

No será hasta el año 1853, que propiamente podemos considerar entra este género en el país, debido a la gran cantidad de anuncios promocionales de tales espectáculos aparecidos en esos momentos, siendo “El Duende”, con autoría de Luis Olona y Rafael Hernando, en el habanero Teatro Tacón, la primera de dichas presentaciones.

En realidad es considerada como la primera zarzuela escrita en Cuba, aunque de autor foráneo, la obra “Todos locos o ninguno”del catalán José Freixes, estrenada en el Teatro Tacón el 3 de Marzo del propio 1853, siendo a partir de este momento que verán la luz las tres primeras piezas del género escritas ya por autores cubanos: “Apuros de un bautismo” de Rafael de Otero, “Por los parneses de Romero” y “El delirio paternal” de José Robreño. Por otra parte encontramos también que Laureano Fuentes estrenará en Santiago de Cuba su zarzuela “Dos Máscaras”, en 1866.

Es en esta segunda parte del siglo que tenemos a Jorge Anckerman, autor de más de cien obras para la escena lírica, quien va a estrenar para 1894 “La Gran Rumba”, una parodia de la muy conocida zarzuela española “La Gran Vía”, de los maestros Federico Chueca y Joaquín Valverde, con libreto de Felipe Pérez y González, estrenada en el Teatro Felipe de Madrid en 1886.

Otros autores cubanos que produjeron obras de este género, van a ser José Mauri, quien escribiría alrededor de cuarenta, aunque su título más reconocido es sin duda alguna su ópera “La Esclava”, e Ignacio Cervantes, el que en 1889, en el Teatro Tacón, estrena “Exposición o el Submarino Peral”.

Llegado el siglo XX, es que la zarzuela cubana alcanza una gran connotación mediante las obras de otros importantes autores musicales, los que van a colocar finalmente dicho género en el imprescindible lugar que le pertenece dentro de la música cubana e internacional.

Eliseo Grenet (1893-1950), Gonzalo Roig (1890-1970), Ernesto Lecuona (1896-1963) y Rodrigo Prats (1909-1980), fueron los encargados de darle a la zarzuela el color local necesario, elaborando melodías que recogían ritmos populares elevándolos al rango de hermosas partituras líricas, las cuales han continuado su viaje en el tiempo, incluso como notables piezas de concierto.

Cada uno de estos autores es poseedor de un variado repertorio de zarzuelas, siendo los tres últimos quienes lograron un mayor éxito y resonancia con las mismas. “Amalia Batista” de Prats; “María la O”, “Rosa la China” y “Lola Cruz” de Lecuona, así como “Cecilia Valdés” de Gonzalo Roig, han sido sin duda alguna las obras que han definido con mayor ímpetu la realización de la zarzuelística cubana.

Precisamente esta última obra del maestro Roig, que tuvo su estreno el 26 de Marzo de 1932, en el Teatro Martí de la Habana, contando con libreto de Agustín Rodríguez y José Sánchez Arcilla e inspirada en la obra del novelista cubano Cirilo Villaverde, es la que se ha coronado como la reina de dicho género en la preferencia del público cubano, siendo sin la pieza más llevada a las tablas, habiendo contado con la participación de gran cantidad de destacadas figuras de la lírica nacional, quienes han hecho de su personaje protagónico inolvidables interpretaciones.

Esta obra, como la mayor parte de las zarzuelas cubanas va a contar con ciertas características, que sin alejarlas totalmente de su igual ibérica, definirá su realización, tales como el tema romántico, un ambiente situado en la época colonial, la muestra de la división en clases sociales, finales por lo general terminados en sangrientas tragedias, así el mantiener algunos de los personajes-tipo del teatro ‘bufo’ como son el gallego y el negrito; pero creando otros tales como el calesero, el negro esclavo, el galán, la damisela y sobre todo subiendo a escena el personaje que va a distinguir a este género en Cuba: la mulata, hija de español con negra esclava, sensual y a la vez cargada de un destino trágico que marcará la obra, convirrtiéndose en el personaje protagónico en muchas de estas obras.


Precisamente, debido a la importancia otorgada a la zarzuela “Cecilia Valdés”, convirtiéndola en carta de presentación no solo de la música, sino de la nacionalidad cubana, es que los escenarios de Miami -donde siempre ha estado presente- la ha retomado, trayéndola nuevamente a nuestras tablas, en una producción de Martí Productions, bajo la dirección general de Manny Albelo y musical de Marlene Urbay, habiendo sido presentada el pasado 27 de Agosto en el Miami Dade County Auditorium.

La representación aunque señalada como de concierto, en realidad se tomó la libertad, de manera muy acertada, en crear un guión teatral conductor del espectáculo, el que asumiría la responsabilidad de narrar las motivaciones para escribir dicha obra, explicar su argumento y la inspiración para la creación de cada número musical teniendo como soporte los personajes y la trama de la novela que le da origen. Para ello puso sobre el escenario a las figuras de Gonzalo Roig y Cirilo Villaverde, quienes a través de su diálogo serán los encargados de la parte dramática de la puesta.

Otro aspecto positivo a destacar de este trabajo fue la utilización de un cuerpo de baile para recrear los momentos danzarios de la zarzuela, lo que contribuyó a darle mayor lucimiento a la puesta.

Organizar un espectáculo de este tipo requiere siempre una cuota alta de esfuerzo, debido a la cantidad de participantes en el mismo y a la necesidad que motiva escoger el elenco apropiado. No en balde el género de teatro musical requiere un cuidadoso conocimiento de todo el espectro escénico.

La dirección musical, como ya mencionamos, corrió a cargo de la reconocida conductora de orquesta Marlene Urbay, quien se prodigó en un excelente trabajo al frente de la Orquesta de Cámara de la Florida (Florida Chamber Orchestra), mostrando una vez más no sólo su dominio en el complejo arte de la conducción orquestal, sino en su profundo y detallado conocimiento del tipo de espectáculo al que se enfrentaba, atenta no solo a las reacciones de músicos y cantantes, sino también al desempeño de los bailarines y el decir de los actores. Quedó claro su brillantez en el importante su rol de director de orquesta, lo que permitió a su vez una magnífica entrega por parte de todos los músicos.

En cuanto a la parte danzaria, esta tuvo la participación de la compañía de bailes afrocubanos Sikan, dirigida por la excelente profesora, bailarina y coreógrafa Marisol Blanco, quien al frente de sus bien entrenados bailarines ofrecieron una acertada muestra de su quehacer artístico, la cual incluyó danzas de origen yoruba y congo, además de una criolla contradanza de salón, lo que le permitió al espectáculo elevar aún más su nivel estético.


Sobre la reconocida soprano, con una importante carrera internacional, Eglise Gutiérrez, recayó una gran parte del éxito de esta producción, al asumir el mítico rol protagónico de la mulata Cecilia Valdés, personaje que a través del tiempo ha sido interpretado por brillantes figuras de la lírica cubana y el que fuera su primer gran rol a interpretar a su llegada a este país. Dicha cantante, de hermosa, poderosa y bien timbrada voz, con excelente dicción y muy buen manejo de la interpretación, ofreció un trabajo que será recordado a lo largo del tiempo, para el beneplácito de los amantes de este género.



El joven tenor puertorriqueño, quien ya había asumido el mismo papel en una puesta en escena de esta obra en su país natal, Peter Alexander Rivera, se entregó al personaje de Leonardo Gamboa con un buen acercamiento al personaje, mostrando un adecuado dominio vocal de la partitura a interpretar. De igual forma el barítono Armando Naranjo, con una sólida carrera comenzada en Cuba, continuada en esta ciudad -quien ha estado algo ausente de los escenarios- una vez más ofreció una poderosa interpretación en el personaje de José Dolores Pimienta, trabajo que ha incorporado en múltiples ocasiones dentro de su carrera y el cual domina vocalmente a la perfección, colocando su trabajo dentro del espectro de los grandes cantantes que han incorporado dicho rol.


En cuanto a la joven Laura de Mare, como Isabel Ilincheta, con su delicada voz de soprano de coloratura, clara y bellamente timbrada, fue la responsable de elevar el nivel interpretativo de la zarzuela a las dificultades operísticas, haciendo gala de sus portentosos registros vocales. Interesante resultó la incorporación al espectáculo de la canción del maestro Roig “Las flores son mis amores’’, con la que se permitió a esta cantante una mayor oportunidad de lucimiento de tan hermosa voz.


Tania Martí, quien a su labor de productora general del espectáculo, sumó la de su entrega artística, condujo el siempre esperado personaje de Dolores Santa Cruz a unos límites vocales de perfección total, con magnífica dicción, fuerza y alcance de voz excelentes.

Grethel Ortiz, multifacética figura de los escenarios, en su condición de cantante, bailarina y actriz, tuvo a su cargo la interpretación de uno de los costumbristas personajes heredados del bufo, quien cantando el siempre esperado tango congo “Etanilá”, hizo derroche de simpatía, carisma, magnífica actuación y desenvolvimiento vocal, ella sola fue suficiente para llenar el amplio escenario a sus pies, haciéndonos recordar los inolvidables sainetes del habanero Teatro Alhambra. Por último Eduardo Salles, en su breve intervención en “El lamento esclavo”, tuvo con su poderosa y bien resuelta voz, un breve, pero muy marcado momento.

Mención aparte merece el coro Voces de Miami (Voices of Miami), bajo la dirección de Greisel Domínguez, quien con un excelente trabajo de voces permitió obtener el ensamble idóneo que este tipo de espectáculo requiere.

Con respecto al elemento dramático, introducido mediante la participación de los actores que asumieron la interpretación de los personajes de Roig y Villaverde, aunque como ya señalamos resultó ser un acierto, no obstante su desempeño se resintió ante la falta de naturalidad en el habla de ambos intérpretes.

Otro aspecto que involucra a ambos actores, que tiene que ver con la dirección de la puesta en escena, se refiere al constante movimiento de los dos a través del proscenio del escenario de un lado al otro, interponiéndose visualmente en varias oportunidades a las salidas a escenas de algunos de los cantantes. De igual manera la presentación del hermoso cuarteto que interpretan los personajes de Isabel Ilincheta, Leonardo Gamboa, Meneses y Solfa, perdió bastante de su lucimiento al ser colocados hacia el fondo y parte superior de las plataformas que servían de asiento a la orquesta, quedando de esta manera los intérpretes algo ocultos por la propia agrupación musical, provocando que la interpretación perdiera mucho de su protagonismo.

Un tema que lamentablemente no podemos pasar por alto, es el referido al vestuario. Es cierto que cuando se realiza un espectáculo en modo de concierto, se obvia generalmente de la utilización de ropas que caractericen a los personajes interpretados, pero cuando se recurre a su utilización para ofrecer cierta ambientación y darle algún color a este tipo de trabajo, debe cuidarse muy bien de tal detalle. Si bien la salida del personaje de Cecilia contó con una hermosa y elaborada versión del típico vestido conocido como ‘bata cubana’, el vestuario utilizado por la cantante en sus posteriores presentaciones resultaba inadecuado -por ostentoso- teniendo en cuenta el rango social del personaje. Tampoco fue acertada la forma que se vistió a José Dolores Pimienta, al que se le pudo observar incómodo con el mismo, amén de que no denotaba tampoco su clase social. Un problema más en este rubro quedó en evidencia en la prenda escogida para el personaje de Ilincheta, el cual nada tenía que ver con la época, siendo por el contrario un vestido de gala perfectamente actual, rompiendo así la línea en la caracterización de los personajes, apreciándose además que el mismo resultaba demasiado largo, entorpeciendo su desplazamiento por el escenario. Innecesario resultó el uso de pelucas por parte de las bailarinas en la interpretación de la contradanza. ¿Acaso no representaban a mujeres de un bajo estamento social y de diferentes razas?

La proyección de imágenes sobre el ciclorama blanco del fondo, con vistas relacionadas a la Habana Colonial, permitió a crear una lograda atmósfera en tiempo y espacio, ofreciendo una perfecta ambientación, sin embargo el colocar una cuna en el centro del escenario para que la protagonista interpretara la canción de cuna “Hija del amor” -por cierto fuera de luz, por lo que fue necesario que tuvieran que volver a salir al escenario a corregir su colocación- resultó en una acción innecesaria, debido a que prácticamente la cante no tuvo casi relación con la misma -solo hacia el final del número- provocando por gusto el movimiento de un elemento de utilitaria, cuando con un supuesto niño en brazos, se hubiera podido resolver dicha escena, teniendo en cuenta que el espectáculo era solo un concierto.

Estos detalles señalados anteriormente son los que obligan a una atenta mirada por parte de quienes asumen la dirección de cualquier espectáculo, para lograr la mejor imagen en escena del mismo.


No obstante los anteriores señalamientos, al éxito de esta gran producción artística contribuyó un hecho no muy frecuente en los escenarios de nuestro entorno desde algún tiempo, y fue el que tanto la platea como el balcón del teatro estuviera totalmente lleno de un ansioso público, dando lugar a que muchas personas se quedaran sin la posibilidad de obtener entradas y reclamando el que hubiera la posibilidad de otra función, algo imposible de realizar debido a los compromisos de programación, que como sabemos los que verdaderamente nos movemos dentro del gremio, se convierte siempre en una situación embarazosa.

Tener la oportunidad de disfrutar sobre las tablas de nuestra ciudad nuevamente de la zarzuela cubana “Cecilia Vadés”, nos trae a la mente tiempos pasados donde la Sociedad Lírica Euterpe, la Sociedad Hispano-Americana de Arte y la Sociedad Pro-Arte Grateli fueron las encargadas, durante varias décadas, de subir a los escenarios de Miami destacadas obras del arte lírico cubano e internacional, ofreciendo la oportunidad a aquellos artistas para continuar entregando su arte a un público que los conocía y que los necesitaba también, para tratar de mantener esa relación con la patria perdida.


Sin duda alguna con este trabajo tanto Tania Martí, en importante posición de productora general y Manny Albelo en su rol de director artístico, han logrado poner sobre el escenario una vez más la cubanía de una tierra que clama por su libertad… y eso merece un gran aplauso.


Fotos tomadas de Facebook 
Lic. Wilfredo A. Ramos
Miami, Septiembre 2, 2023

Thursday, September 7, 2023

"Se van las Carbonell"... ¿comedia o tragedia teatral? (por Wilfredo A. Ramos)


Para aquellos que conocen la obra del dramaturgo cubano Raúl de Cárdenas, el sólo mencionar Carbonell, los remite de inmediato a la trilogía que bajo dicho apellido le son atribuidas a este autor, caracterizado por una obra en esencia costumbrista, que acude a la nostalgia, a las raíces, al romanticismo en el recuerdo.

De Cárdenas al igual que otros autores cubanos contemporáneos como Héctor Quintero, Nicolás Dorr, Abelardo Estorino, han sido pródigos en cultivar este tipo de teatro, que aunque con signos de diferenciación bien marcados producto del lugar desde donde han sido escritas las mismas, Estados Unidos el primero y Cuba, las de los tres últimos en la lista, han dejado obras con una dramaturgia perfectamente modelada dentro de un género costumbrista propio.

El teatro en Cuba, al igual que en todas partes del mundo tiene su origen en las festividades de carácter religioso, donde liturgias y costumbres populares se van a ir mezclando poco a poco hasta dar con la necesidad de contar historias que reflejen a los integrantes de esta comunidad.

Se considera a Francisco Covarrubias (1775-1850) como el ‘Padre del teatro cubano’, el que a pesar de comenzar su vida dentro del teatro como actor, pronto pasaría a convertirse en autor con obras donde tratará de reflejar la vida de la gente que lo rodea, siendo quien introduce el personaje del ‘negrito’ por primea vez dentro del texto teatral nacional, creando las bases para el surgimiento del género bufo. Fue autor de más de dos docenas de obras entre las que se encuentran “Tertulias de la Habana”, “El tío Bartolo y la tía Catana” y ”Los dos graciosos”.

Otro exponente del teatro costumbrista cubano lo es por derecho propio Gustavo Robreño (1873-1957), uno de los fundadores del famoso Teatro Alhambra, escenario del esplendor del teatro de variedades, del sainete, así como del muy conocido y estudiado teatro bufo. Entre las obras de dicho autor tenemos “La madre de los tomates”, “Ni toros ni gallos”, “El ciclón”, “Napoleón”, “La Emperatriz del Pilar”, “Tin Tan te comiste un pan” -su más famosa y versionada obra- así como también “El velorio de Pachecho” -escrita a dos manos junto a su hermano Francisco- entre muchas más.

Con el anterior antecedente, no es de extrañar que de Cárdenas se interese por escribir este tipo de teatro, que le va a permitir adentrarse con mirada amplia en el acontecer cotidiano del cubano, sus frustraciones y anhelos, describiendo ambientes cercanos al ciudadano corriente, del que todos formamos parte. Su teatro desborda cubanía por los cuatro costados, dejando de lado cualquier aspecto chovinista o de manipulación de la realidad. Su obra va a ser un reflejo casi fotográfico de la problemática social del pueblo cubano a partir del infausto Enero de 1959, con la implantación de un régimen controlador y represivo, el cual transformó de manera violenta a toda una sociedad y a un país

En la obra de este autor van a ir de la mano aquellos elementos que van a determinar el espíritu y vida del cubano -para bien y para mal- como es el sentido del choteo, del cual el escritor también cubano Jorge Mañach hizo todo un tratado de nacionalidad, el desamparo de verse obligado a habitar en tierras extrañas, el profundo sentido de desarraigo y nostalgia hacia el recuerdo de un pasado arrancado por la fuerza, así como también la crudeza del destino trágico con el que se ha marcado la sobrevivencia del pueblo cubano.

A propósito de este último concepto que aborda su teatro, de Cárdenas expresa en una entrevista que le realizara Jesús Hernández Cuellar para la revista digital Contacto, lo siguiente:
El teatro costumbrista cubano es el indispensable sostén de nuestras vidas frente al pesimismo que a veces nos abruma al estar tan lejos de nuestra patria.
Para este autor, dicho género teatral ha servido para mantener con vida los pormenores y azares de una vida nacional vista desde la distancia no solamente del tiempo, sino también del espacio, a la vez que coloca frente al espectador los males que han aquejado a esa sociedad. Su teatro es realista en cuanto a que no solo aborda los problemas comunes y diarios que influyen en el cubano, sino además por la manera de llevarlo a escena, lo que permite al público identificarse directamente con los temas tratados, aunque en la manera de hacerlo pueda estar presente también algo de arbitrariedad.

En la dramaturgia de Raúl de Cárdenas encontraremos por igual elementos de lo épico de Brecht como de lo absurdo de Ionesco, pero mezclado y mostrado por medio de un sentido lúdico y de libertad que sólo le es permitido a ese sentido del choteo, a ese mezclar con la jarana, con lo cómico, los males y las tragedias de la vida que están presentes.

Al respecto, José Triana, también dramaturgo cubano, dice de la obra de este autor: “...sus creaciones son de una libertad insólita, marcadas a veces por la arbitrariedad, por el vértigo y el ensueño de la utopía, desenfrenado, abierto, con torpezas de construcción, pero auténtico porque no tiene causa evidente o idea que mostrar, sino es el universo, su universo, que irradia la búsqueda de una verdad, de los hombres que somos en este planeta”.

La obra de Raúl de Cárdenas ha tenido el raro privilegio de ser la que más veces haya subido a las tablas en el exilio, ello debido a nuestro entender, a su marcado sentido de sinceridad, a que como bien agrega otro dramaturgo e investigador de la cubanoamericano, Matías Monte Huidobro...”ha sido uno de nuestros más honestos dramaturgos y la honestidad en escena y fuera de ella, es una condición esencial sin la cual una obra creadora no puede cumplir plenamente su cometido”.

Como reafirmación a lo expresado anteriormente respecto a la mayoritaria presencia de obras de este autor sobre los escenarios, encontramos nuevamente que uno de sus textos se encuentra en estos momentos presentándose para el público de nuestra ciudad, nos referimos a “Se van las Carbonell”, en una puesta de la compañía miamense Havanafama, bajo la dirección de Juan Roca.

Es necesario hacer aquí un aparte para aclarar algo que podría prestarse a posibles confusiones. Existe entre el público, los teatristas y los especialistas un aspecto no bien determinado sobre la trilogía de las obras que utilizan en su título el apellido ‘Carbonell’.

De Cárdenas escribió primeramente “Las Carbonell de la Calle Obispo” y más tarde “Se van las Carbonell”; pero existe una tercera obra, que en realidad vendría a ser la segunda por el momento en que fue concebida que lleva por título “Las Carbonell en la Villa Jabón Candado”, la cual fue escrita en realidad por el conocido actor, director y también autor cubano Marcos Casanova, a quien de Cárdenas le cedió el derecho a utilizar sus personajes y ambientes para la realización de un nuevo texto, aprovechando el éxito de la primera obra, la cual fuera estrenada en 1986 en el Teatro de Bellas Artes, en Miami, con dirección de Tony Wagner. Esa segunda obra escrita por Casanova tuvo su estreno en el mismo teatro un año después, igualmente bajo la dirección de Wagner, resultando en otro éxito de público.


Sobre la obra que nos provoca a este artículo, que como ya dijimos se encuentra en escena en estos momentos, también debemos acotar que la pieza original escrita por de Cárdenas se titula “Las Capotes se van en bote”, pero al ser estrenada ésta en nuestra ciudad en su momento, se le cambió el nombre por “Se van las Carbonell", tratando de mantener la acogida recibida de dichos personajes con anterioridad, cambiando además el tema del éxodo de cubanos a través de la bahía de Camarioca, en la región de Matanzas durante casi un par de meses del año 1965, del que trataba la obra, por otra de los grandes huidas desde aquella isla, la del puerto habanero del Mariel, en 1980.

Hay que aclarar que a pesar de ser Raúl de Cárdenas junto a Tony Betancourt (1921-2003) los responsables de traer hacia los Estados Unidos el teatro costumbrista o vernáculo cubano, también ha escrito obras de contenido marcadamente político y social, como “Recuerdos de familia”, su primera obra escrita en el exilio, donde se describe la vida del cubano entre las décadas del 40 al 60 del siglo pasado, “El pasatiempo nacional”, en la cual trata el tema de la homosexualidad pero dentro del ambiente deportivo, “Las sombras no se olvidan”, sobre los presos políticos, “Los hijos de Ochún”, acerca de la invasión a Playa Girón y “Un hombre al amanecer”, en la cual se apropia de la figura de José Martí, por la cual obtiene el Premio Letras de Oro otorgado por la Universidad de Miami.

Aclarado estos temas vayamos a analizar nuestra puesta en escena.

Juan Roca, director teatral quien comenzara su recorrido por los escenarios en la ciudad de Los Angeles, después de haber salido de Cuba precisamente durante el éxodo Mariel, hasta venir a asentarse en esta ciudad del Sur de la Florida, ha sido quien más obras de este autor ha llevado a las tablas, por lo que no es para nado extraño que nuevamente retome una de las mismas, debido a que siempre son bien recibidas por parte del público. En las puestas en escena de dicha obra, Roca se ha valido por igual en utilizar indistintamente a actrices o actores al momento de interpretar los personajes, con sólo una excepción.


Para esta ocasión el elenco de “Se van las Carbonell” se encuentra integrado por Jorge Ovies, Osmel Poveda, J.J. Paris y Rei Prado. El diseño de escenografía está a cargo de Ricardo Martínez y el de maquillaje en manos de Adela Prado. Roca es un director que se maneja con soltura dentro de las obras que se mueven en un ambiente costumbrista, al cual sabe sacarle partido, aunque por momentos pueda resultar extrema la manera en que trata de ambientar el espacio escénico, dando la sensación de estar presentes ante un ‘horror vacui’, el cual provoca un barroquismo visual en la concepción escenográfica de sus puestas, de la que no escapa la presente.

Esta es una obra, que el director conoce a la perfección debido a las múltiples puestas que de ella ha realizado, por lo que en cada una de las mismas, va a introducir ciertos elementos para traer nuevos aires a la obra. En general el concepto escenográfico realista se logra, aunque bien podrían obviarse algunos aspectos de la decoración que abigarran, como ya señalamos, el espacio escénico sin necesidad.


El concepto de comedia con que se promueve esta obra, tratado de mantener en todo momento en el montaje, no se logra lamentablemente en todo momento, producto a que algunos de los actores no lo logran crearlo, producto de un trabajo no acertado, lo cual sucede con el desempeño de Prado como Adelaida y Paris en el personaje de Felicia, quienes exageran acciones y gestos hasta la caricatura casi todo el tiempo, por lo que se trasladan hacia el género de la farsa o por otra parte presentan grandes problemas con el ritmo del habla, haciendo aburridos algunos de los parlamentos, sacándolos del supuesto tono de comedia e incluso de la misma farsa a la que ellos la habían llevado. En realidad las risas que provocan ambos actores con el desenvolvimiento de sus personajes son escasas.

La siempre oportuna y bien recibida presencia de Jorge Ovies, actor de larga trayectoria y que ha intervenido en todas las puestas de la saga de las hermanas Carbonell que se han representado en nuestra ciudad, resulta uno de los aspectos de mayor realce de la obra. Actor que en cuanto a esta mismo trabajo se refiere, ha incorporado siempre el papel de Leonor, la madre fallecida, aunque haya sido dentro de otras puestas donde el resto del elenco estuvo constituido por mujeres, su trabajo resulta impecable, en un estado de perfecto control del sentido de su texto, con el cual provoca la risa desde una austera posición del personaje. Podemos decir sin duda alguna que Ovies es ese tipo de actor que verdaderamente domina la técnica del comediante, el que para provocar risa al espectador no tiene que recurrir a la ayuda de técnicas de actuación sofisticadas e innecesarias.


Un problema apreciado en esta puesta consiste en que el ritmo propio de la comedia no va a entrar definitivamente en la obra hasta el momento en que hace su entrada a escena el personaje de Carmelina, muy bien interpretado por el actor Osmel Poveda, quien desde su aparición sobre el escenario va a dinamizar el ‘tempo’ de la acción dramática con la apropiada dinámica que la comedia requiere. Con una excelente caracterización, Poveda, es el personaje catártico dentro de la obra ya que será el que proveniente de Miami llega a llevarse a sus hermanas y sobrino, personaje este último sólo referido, pero que va a provocar el conflicto y la tensión dramática en el desarrollo de la trama, dándole un vuelco a la historia, provocando el caos, haciendo que se haga presente de manera dominante el drama.

En esta obra se da un aspecto que no siempre es encontrado en aquellas que se promocionan bajo el género de ‘comedia’, pues poco a poco este se va mezclando con los elementos que van provocando la aparición de la ‘tragedia’ sobre la escena. Es interesante como el autor por medio de frases que pueden producir risa al espectador, al unísono va mostrando la crudeza y dramatismo de la realidad que quiere plasmar. Un chiste aquí es capaz de hacernos reír, pero al mismo tiempo evocar desgarradores sentimientos. Tal vez esto último sea producto de aquella característica que siempre se le aplica al cubano de que es capaz de ‘reírse hasta de sus propias desgracias’, lo que no siempre resulta en una buena distinción de la personalidad nacional.

Hacia el final, la obra, al menos para un público cubano, hace que afloren algunas lágrimas, a pesar de haber sido convocados al teatro a disfrutar de un poco de humor, por lo que estamos en presencia de una rara ocasión donde una comedia nos termina haciendo llorar de tristeza.





Texto y fotos Lic. Wilfredo A. Ramos.
Miami, Septiembre 7, 2023
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