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Thursday, February 1, 2024

Un león en las calles de la Habana (por Mariem C. Gómez Chacour)


Han transcurrido ya muchos soles y muchas lunas desde que, aquella mañana por una calle habanera, caminó un león suelto como si estuviera en un paraje africano. En los setentas del siglo pasado no era la misma Habana de ahora, quizá con menos hoteles modernos, pero más tranquila y acogedora que la de hoy día... más cubana. De una u otra forma nos sentíamos protagonistas del tiempo.

En aquella Habana, donde se encuentra la sala Polivalente, frente a la terminal de ómnibus interprovinciales de la Avenida Boyeros, era un terreno abierto, sin edificaciones, donde se encontraba la Feria de la Juventud, así se le denominaba. A veces existían ventas donde se ofertaban productos de manufactura nacional en los quioscos, en otros puestos había venta de alimentos, etc. A veces levantaban una carpa del Circo Nacional y en más de una ocasión se exhibieron animales, entre ellos una jaula con su león.

A la Facultad de Psicología asistía un muchacho muy simpático y escribo su nombre: Roy, por si lee esta especie de crónica sepa que lo recuerdo con cariño como al resto de compañeros. Siempre nos hacía reír con sus anécdotas. El día del león, salió Roy de su casa para la Facultad y al ir por la calle “Diecinueve de mayo”, muy temprano en la mañana, se encontró con el león de la Feria que caminaba apaciblemente por unos portales. Contó que pasó del asombro momentáneo a un susto mortal... que instintivamente dio la vuelta y despacio se escondió en la primera entrada que encontró, una escalera de edificio.

Sintió un taconeo y vio a una muchacha caminando hacia esa dirección, muy elegante, con portafolio, sombrilla, tacones, y hasta él llegó su perfume... se contoneaba muy dueña de sí. A pesar del miedo sintió apremio por avisarle... movió los brazos y... ¡oiga no siga que hay un león! ¡oiga no siga que hay un león! Contó que la muchacha lo recriminó fuertemente... “¡es muy temprano para esa broma burda!... ¡Acomplejado!... ¡Qué maneraaa...! ¡AAAYYY! ¡AUXILIO! La vio soltar portafolio, tacones y sombrillas y correr aterrada dando gritos ... hasta que se perdió en la esquina. A los pocos minutos recogieron al león.

Se especuló mucho sobre el león de la Feria suelto y se llegó a la conclusión de que alguien dejó sin o queriendo la jaula abierta y el león salió. No hizo daño e inmediatamente lo rescataron y lo devolvieron a su jaula.

Roy no vio más a la muchacha... nunca supo si recogió sus pertenencias aquella mañana habanera con destellos africanos.

Thursday, January 25, 2024

Un fantasma en Cascorro (por Mariem C. Gómez Chacour y Marum Gómez Chacour)


Recorro de nuevo las calles de mi pueblo. Al margen de la inclemencia de los tiempos hay una evocación de alegría íntima, personal, como luz de adolescencia... Calles perdidas en la llanura de siempre donde tal vez por menosprecio, por perniciosas ambiciones y otros males, no hay eco de modernidad, lujo ni opulencia. Esos vienen a ratos con verbos y adjetivos pasajeros que no riman en la sabana.

¡Cómo andan los buenos recuerdos por esas calles!

Atesoro memorias de abrigo y cariño que ahora evoco como homenaje a tantas personas cercanas en el tiempo. Rostros, sonrisas y palabras de cariño... ¡mi pueblo! Cuantas veces siento las vivencias de aquellas tardes... Un silencio diferente acompañado de voces antiguas y, más allá de los potreros en penumbra, el cielo de nubes incendiadas a la despedida del sol... el primer lucero de la tarde, el lejano ladrido de un perro... interrogantes... soledades de caminos... Aquellas casitas en el monte de la infancia con los trillos del ir y siempre volver a las pequeñas luces de velas y quinqués, el regocijo irrepetible con aromas de paz. ¡La libre alegría de la humilde casa de los abuelos!

Degustar los menús de la abuela acompaña mis recuerdos más exquisitos: invariable sopa de fideos con sustancia de res o pollo, calabaza y papas acompañada del aborigen casabe por las tardes. Por los medio días ... en ocasiones la ropa vieja, tostones y arroz blanco. Otras... arroz con pollo lleno de pasas y aceitunas además de plátanos maduros fritos ... ¡las empanadillas! ¡El arroz con leche!¡Las galletas de sal grandes, les decían “de marineros”! ¡La harina de maíz con leche y sal!... Así la hizo abuela aquel día para complacerme. No la pude saborear por culpa de un visitante parlanchín con el cuento de un fantasma que salió en época lejana atemorizando a los pobladores. Fue la primera vez que escuché de aquel personaje... cuando estrenaba la vida.

Siempre razono sobre el miedo y los disgustos por cosas no amables de la existencia y creo que es el diablo para ahuyentar la paz. “Dicen que era una cosa de dos metros encapuchada de negro y con un sable con el que amenazaba...” Se sucedieron preguntas y respuestas que guardé en el subconsciente y esa noche no me dejaban dormir. Abuela, ¡esté con Dios!, tuvo que dar masaje en mis pies para combatir el ahogo mientras hacía el cuento de nunca acabar: y pasa pato... y pasa pato... y paasss...

Al otro día la conversación, escondida por los rincones oscuros de la mente, volvió a surgir. “¡No salgan de noche que anda la cosa esa asustando!” contaba mi abuela que decían en su casa. Ese fantasma del principio de los tiempos fue el desayuno y el almuerzo de aquel día. Comentaban que la rural lo anduvo cazando para darle su merecido por asustar a la gente de bien... que el sable era de la guardia rural... que si era un hombre debía ser bien alto... ¡que era un espía!... fue en la época de la segunda guerra mundial ¿Qué haría un espía alemán asustando a un pueblo de la sabana? Una vecina con malicia: “a mí no me lo crean que hace muchos años de eso, pero escuché en la tienda de los chinos que era fulano que andaba con fulana y.… mi abuela le cortó el chisme con un ¡ya! rotundo. Tantas y tantas fueron las conjeturas y los pasas patos de abuela que, con el tiempo, la escuela de monjas y otros afanes y temores, el fantasma de negro quedó en aquellos trillos de olvido.

Al paso de los años, en otras vacaciones que visité el pueblo, quise averiguar sobre la historia de Cascorro... La verdad de la verdad fue que conocí a un muchacho colombiano que andaba en esos trajines de revoluciones y cambios sociales... Un día me pidió la dirección porque se marchaba de La Habana y no sabía cuándo volvería. Siempre aquel momento perturba mi tranquilidad... me espetó de mal talante que era una mala palabra y no entendió razones. Le repetí una y mil veces ¡que yo no le había dado nombre al pueblo ni lo podía quitar! Jamás volví a saber de él y me alegro por ello... pero desde aquel tiempo consulto diccionarios.

Fue por aquel entonces que mi padre me aconsejó ir al Departamento de Orden Público donde Víctor Somonte hacía guardias, que sólo él podía orientar sobre la historia del pueblo, agregó. Y cierto que lo hizo. De Víctor guardo el mejor de los recuerdos porque además imprimió ese cariño y esa admiración por el lugar donde nacimos, por su trato tan atento y cordial, su afable humanidad. Jamás le molestaron las preguntas, por el contrario, le gustaba el tema. Y así volvió el fantasma de negro. “Le decían la araña”, comenzó... “yo lo seguí aquella noche” ... “en el momento no supe quién era, luego sí”. “El corrió a tu tío Chichi”, comentó risueño.

Entonces, con una paciencia infinita explicó la diferencia física del poblado al paso de los años. “Cascorro no era un pueblo tan grande, contando la Carretera Central, cinco cuadras paralelas de norte a sur comenzaban en la casa de la guardia rural donde está hoy el mercadito y terminaban en el bar de Socarrás. Y otras siete transversales, cortas, de este a oeste... excepto la Carretera eran todas de tierra. No sé si recuerdas que por donde están los edificios era un terreno para jugar pelota bordeado de un muro de cemento con escalones en cada esquina ... lo hizo el alcalde Pedroso allá por los años veinte del siglo pasado, alrededor del terreno sembraron almendros... recuerda también que donde está el hogar de ancianos era la quinta de los Portillas y frente estaba la casa del Dr. Mario Díaz con otra, que precisamente era de los Pedroso ... las únicas existentes por ahí, ni estaba el barrio de San Manuel como hoy día... todo era monte”. “Por uno de los almendros del parque de pelota apareció el fantasma por primera vez... las chismosas del pueblo decían que era noche de luna”.

Contó que en las tardes y noches se jugaban cartas en el local de la sociedad “La Alianza” donde era, más que conserje; historiador, guardián y alma ... Allí los vecinos tomaban sus traguitos y finalizada la jornada, ya casi a la hora que Baudelaire dice que pasa el ángel de la media noche, él recogía los ingresos monetarios para guardarlos fuera del lugar como era su costumbre. Lo propio hizo en aquella ocasión y salió a la calle, su casa no estaba lejos.

En aquella época el alumbrado era muy pobre, consistía en horcones de jiquí con una especie de platos de estaño donde se enroscaba una bombilla de 40 watts... y no en todas las esquinas. Me parece estar viendo al viejo Pascual, aquel moreno menudo de bigote canoso que pasaba cada tarde y mañana con el palo que encendía o apagaba las bombillas. Arrastraba los pies y tenía una sonrisa para cada persona.

La noche en cuestión Víctor, al salir de La Sociedad vio al fantasma y lo siguió de lejos. En vez de doblar a su casa se escondió en la esquina de los Portilla. Y cuando observó el rumbo del encapuchado lo persiguió a cierta distancia. A mi pregunta de si tuvo miedo se encogió de hombros e hizo un gesto como de esbozo de risa y continuó... “Cuando llegamos cerca del río se perdió por unos matorrales y me detuve esperando... luego de un momento sentí el paraguayo en el hombro y al dar la vuelta lo vi ... sólo su capucha porque estaba muy oscuro... intenté hablarle, no respondió y comenzó a dar señales con el paraguayo, la gente habla de sable... era un paraguayo. El caso es que no habló, sino que hacía señales para que caminara en dirección a mi casa y en la esquina se perdió de nuevo... recuerdo que usaba guantes negros también... era el hombre más alto del pueblo...” Y Víctor fue el vecino que más cerca lo encaró.

Víctor Somonte se refirió a que los vecinos eran familias conocidas por ser los de siempre, por las ocupaciones de cada quien, como los carpinteros, los albañiles, el herrero, etc. Y los emigrantes que se establecieron con sus familias. Que a pesar de ciertas rencillas sobre todo comerciales existía el respeto, garantía de la convivencia apacible. Que los que sobresalían por defectos como ladrones o borrachos y prostitutas, a las cortas o largas debían marcharse del pueblo... De él y mis abuelos cubanos aprendí que “el qué dirán” si era (y es) resguardo para la decencia social.

Al fantasma lo reconoció por la estatura y se lo confirmó el hecho de que el personaje desapareció, cuando aquel vecino sospechoso se fue del pueblo... que era mucha la coincidencia. Y Somonte agregó “no robó ni hizo mal, sólo amenazaba de sorpresa a los que salían de noche y los corría hasta su casa y sólo a hombres, no supe de mujeres... hay personas que ocultan inseguridades u otros complejos con una máscara para satisfacer su ego” “Nunca se supo o descubrió la identidad, aunque se mencionaron unos cuantos y también los supuestos porqués, aún hoy existe la incógnita ... a ti si te diré el nombre porque te vas a estudiar y a lo mejor ni regresas, pero promete que no lo repetirás para que continúe el misterio por todo el tiempo de nuestro Cascorro”.

¡Discúlpenme! Aunque tengo aquel apellido en las puntas de los dedos, no puedo romper la promesa que guardo a una de las personas más buenas que he conocido... y pienso que no importa n mucho la identidad del encapuchado... Sólo eso, que en mi pueblo también hubo un fantasma en las noches de invierno... y un buen día se perdió en la niebla de la sabana.

Thursday, January 18, 2024

Del circo en Cascorro (por Mariem C. Gómez Chacour y Marum Gómez Chacour)



Un pueblo pequeño es la diversidad individual en un conglomerado humano conviviendo desde logros y fracasos, desde el silencio y la algarabía, desde la frustración y la esperanza... desde la individualidad distintiva hasta una característica común compartida, pero alguna vez también...  es la alegría de la infancia desde una carpa de circo.


A mi pueblo llegaban circos hasta de fama internacional, pero los más frecuentes eran pobres carpas. Así conocí, cuando estrenaba la vida, el “Santos y Artigas” con el vuelo de sus trapecios y el payaso Pulidor que paseó una monita dando la mano a los niños y niñas de aquella noche. Al “Nelson” con sus números de magia que culminaban con su baúl mágico y también al peor de todos, al “Duflar”.


“¡Llegó el circo y trae un león! Fue nuestro grito de pobladores infantiles acostumbrados a compartir patios, juegos, risas y riñas... también confabulados en mentiras escolares y veintes travesuras y experiencias. El desfile tradicional, por las calles del pueblo como publicidad, fue un verdadero desastre. El Duflar sólo lo hizo con un tambor mayor y una corneta mal tocada, payasos mal vestidos... toda su propaganda se centraba en el feroz león, lo anunciaban con un altavoz...” ¡El domador con el león Sansón!”


Años sesenta del siglo pasado, las mujeres mayores acostumbraban a vestir sayas anchas con las sayuelas pudorosas debajo de éstas por el aire y las telas transparentes. También se usaban los zapatos de tacones finos, aunque no tan altos. El pueblo estaba resguardado por un teniente de la policía que compartía al unísono las novedades y atracciones. No era del pueblo, llegó con el triunfo revolucionario hacía uno o dos años y, como otros, se quedó. 


Por aquella época la vida continuaba como siempre, apacible en sus costumbres cotidianas. El cine “Tania”, en la Carretera Central frente a la logia, era la mayor atracción. Estrenaba películas nuevas de moda transportadas por un ómnibus de pasajeros desde Camagüey, cada uno o dos días según gustara. Recuerdo la ocasión en que uno de los mejores mecánicos provinciales, Marcelino pagó para que repitieran las tandas al día siguiente. Era una película de tangos de Gardel y él decía que era argentino. Buena persona y tenía un apodo que no repetiré aquí. El local del cine estaba dotado en la planta baja a la entrada con una barra y banquetas, también mesas donde se servía generalmente merienda. En la planta alta estaba lo que se denominaba “La Terraza” para compartir “traguitos” y merendar. El mejor no por ser el único, ciertamente era un local agradable con edificio moderno y bien atendido, sin igual en los otros pueblos así que era orgullo local.


Las funciones de los circos comenzaban a las ocho o nueve de la noche, no preciso, pienso que a las ocho por los niños. Los circos se llenaban porque eran espectáculos únicos y esporádicos y la vida nómada de los circenses incentivaba la imaginación a grandes y a chicos. Pasaba igual con los gitanos que llegaban alguna vez a mi pueblo y se quedaban temporadas a veces cortas y otras largas en el Parque de Pelota. Cuando eran los circos la población menuda transitábamos a todas horas por el Parque para ver animales o para curiosear. Cuando eran los gitanos los evitábamos por cierto temor... no olvido a un señor mayor de barba canosa y larga con un pañuelo en la cabeza y anchos bigotes, tenía mirada negra y penetrante.


Llegó la noche del Duflar y su león y recuerdo que no me dejaron ir por un fuerte ataque de asma, ni con perreta y todo... fue tarde de médico. Alrededor de las nueve me despertó el comentario asustado de los mayores de mi casa y una gritería infernal en la calle con llantos... “¡Que sí, que fueron tiros...!” “¡Que hay heridos y corrieron para casa del médico...!” “¡Que no salgan...!” Y el susto mayor fue cuando se percataron que mi hermana de crianza, la mayor, sí había asistido a la función del circo con un grupo de amigas... ¡Cada noche ella paseaba por el parque con aquellas muchachas de su edad!


Muy pronto nos enteramos de lo sucedido por ella... llegó asustada, temblando sin casi poder hablar, mi madre le dio un vaso de agua y tras el consabido regaño explicó aún asustada “¡si fue que el león le fajó al domador, se le tiró encima...! “El teniente empezó a disparar y mató al león, pero hirió o mató al domador también... no sé...” Al otro día era el comentario en el pueblo, en las bodegas, en las lecherías, en los bares que realmente no eran bares sino restaurantes en la Carretera Central, en la curva de entrada, que fungían de terminal de ómnibus, pero le denominaban así. El león estaba muerto de hambre porque no consiguieron mucha comida en el matadero... y se abalanzó hacia el domador cuando éste comenzó a fustigarlo para que le obedeciera. El domador muy mal herido fue llevado a la consulta del Dr. Márquez.


En realidad, en esa consulta había laboratorio, equipo de RX, cuarto de curación muy bien equipado como una mini - clínica cuyas enfermeras eran ciertamente profesionales y siempre en el pueblo se comentaba: “Si Márquez lo atiende y llega a Camagüey ya no se muere...” El Dr. Márquez era médico cirujano. Salvó a un joven vecino “Palito Ayúa”, muy mal herido en accidente de carretera. Y el domador no murió para su fortuna ... lo que dudo que volviera a entrar a una jaula en su vida. Como no era del pueblo nunca escuché el apellido, pero qué bien... ¡el domador! 


El cuento no termina aquí... mi pueblo era y es... se precia de ser un pueblo limpio entre los más limpios. Como cada mañana pasaban barriendo calle por calle sobre todo la Carretera Central donde se encontraba el cine y era la única asfaltada por aquel entonces. Los mal denominados “basureros”, se desquitaron aquella vez riéndose a sus anchas de las vecinas, recogiendo sayuelas y zapatos a lo largo y ancho de la Carretera. Salieron “despavoridas” del circo como si trajeran al león detrás... comentaban.  Acomodaron los zapatos en fila en el cine para que las dueñas vinieran a recoger sus prendas... Y tampoco el cuento termina aquí...


Como cada mañana y repito la frase porque eso es típico de un pueblo pequeño y de los barrios provincianos, como cada mañana aquel vecino toma café en el bar, como cada mañana reparten el periódico, como caaaa.... Como cada mañana aquel vecino que guardaré su nombre, como hachero que era, salía en su carrito tirado por un caballo (guarandinga le denominan) a cortar leña por los alrededores, leña que vendía por encargo, para su sustento. 


Aquella mañana al volver por el camino del Ciego, al tratar de rebasar el “basurero” el caballo se negó... y que no.… por mucho que lo fustigó nada... al bajarse para arrearlo vio al león “¡¡¡parado en sus cuatro patas!!!” Corrió el hombre y del susto no se percató y se subió a un palo de ayúa... árbol espinoso de la sabana ... y allí estuvo hasta que recibió auxilio.


Los muchachos del pueblo recogieron al león del basurero y lo plantaron en cuatro estacas que clavaron a orillas del camino... Sucesos de los pueblos pequeños que no deben perderse con la niebla de las mañanas.





Friday, December 15, 2023

Concierto de Silencios. En Memoria de Dulce María Loynaz. (por Mariem Gómez Chacour)



Por mis años de juventud quedé cerca de la persona de Dulce María Loynaz, tan solo un instante de una tarde de invierno en su casona del Vedado. Fui de la mano de un amigo que la admiraba mucho. No pude sostener entonces, ni una breve conversación. Mis pocos años enfrentaron su gran caudal de sensibilidad humana y … enmudecieron. Mi estúpida curiosidad, mi trivial entusiasmo cayeron en precipicios de suficiencias. Tenía…
la placidez de quien se afinca, de quien no permite que la
turbulencia que de todas formas habita en sus ojos, afecte
el remanso clásico de su sistema, que viene demasiado de
los tiempos como para turbarse. Toda inclemencia es
circunstancia.(1)
Simple, intangible, está guardada junto a esos recuerdos que saltan a destiempo, se hacen presente en las continuas espirales de los años. ¿Por qué lo expreso? ¿Orgullo, vanidad quizá…? No ¿Qué gano con ello…? Mi juventud sintió algo de piedad al percibir la soledad o… el hálito del silencio que la rodeaba. Ella debió sentir lo mismo por nosotros, aunque por diferentes causas y… ¡agradeció la visita!

Fue luego, de vuelta a la realidad que se torna imprecisa y hasta desagradable al dejar personas especiales por las esquinas de la vida, que mi amigo la exaltó: “¡Mujer de grandes palabras y profundos silencios!”

Era la década de los años setentas del siglo XX. Aunque la rueda del tiempo, con sus altas y bajas cumplió el cometido de la vida y Dulce María quedó en su calle solitaria, aquella tarde caí en la cuenta de mis manos vacías.

Junto al diálogo perdido con Dulce María hay tantas palabras que he dicho inútilmente, y hay tantas que jamás pronuncié, escondidas en jirones de insuficiencias… Ya jamás serán dichas. ¡Cómo duele el eco de los silencios! Entonces atisbo otros horizontes con un sinfín de cosas perdidas…

Retorno a su acera dañada por los frondosos árboles hasta el umbral de su jardín, con el más profundo de los respetos a saldar una deuda con el yo no tangible que se pierde en la noche de los imposibles. Con el pretexto de encontrar en las cumbres de sus palabras, de sus silencios: la esperanza.
- ¡Están cayendo estrellas!...
- Qué pensamiento extraño…
- Como del cielo claro
se desprenden estrellas!...
pon tus manos abiertas
para que en ellas caigan…
- ¿Qué estás diciendo, hermano?
Son estrellas fugaces,
ni caen ni se recogen.
-No importa. Pon las manos…(2)
La Calle

Calle ajena al tráfico de palabras buenas. Calle trasnochada de ritmos prehistóricos donde jamás se asoman las estrellas. Una vez, sobre todos los verbos preteridos entró la luz por la sombra de los viejos pinares… luego, se levantó el silencio…

Pero, ¿qué es el silencio más que el gesto de reposo, de ausencia? ¿Es evasión, insuficiencia, búsqueda, otorgamiento, es traición, es miedo? ¿Es una oración, un reclamo? ¿Respuesta de estupor, de dolor? ¿Es indiferencia, omisión? ¿Es compendio de valores supremos? ¿Es virtud de almas grandes?
Y la Palabra… ¿Qué es la palabra?
En el principio la Palabra existía
En ella estaba la vida
Y la vida era la luz.(3)
¿Valoramos alguna vez, la tremenda realidad de una palabra cuando no es vulgar cantata de la lengua? ¿Asumimos la palabra como el principio maravilloso de comunicación humana? Comunicación humana de plena transmisión y discernimiento de ideas y sentimientos.
No nos dejes caer
nunca en la tentación de desear
la palabra vacía - ¡el cascabel
de las palabras…!(4)
El silencio la resalta con hálito de leyenda. Ella le otorgó la misma valía que a la palabra en un mundo que lo subestima, que no lo guarda. ¿Existirá el vacío absoluto? ¿El silencio será la nada, el vació? Más allá de lo absurdo... Una Presencia omnímoda llena las almas de Amor. Sí, nunca existe el silencio total.

Dulce María es un orgullo. Poseyó el don de la agudeza delicada para expresar lo antípoda de una realidad desbordada en armonía. La armonía es sustrato en sus palabras. ¿De dónde viene la palabra bella, bendita y eterna y hacia dónde va?

(…) todo lo que era silencio, está ya dicho.(5)

El Salón de la Vieja Casona
Desde ésta, mi arca, a tientas
suelto una palabra al mundo:
la palabra va volando…
y no vuelve.(6)
Una vez, se hizo el silencio en el salón de la vieja casona. Parece vacío, con siete pasos de soledad por los rincones, al margen de la calle. Se ha cerrado la puerta. En el salón, las palabras comienzan la danza de sus recuerdos… Versos en tempo de sonatas… Con sencillez de formas, Dulce María, moldeó palabras y silencios desde las cumbres o los abismos humanos, haciendo palpitar sus contrapuntos.
( …) Adagio

… Anoche soñé con el hijo que ha de nacerme … dice Isabel
con voz que parece venirle todavía del sueño…
Las manos no interrumpen su vuelo; sólo la voz sigue soñando.
-Lo veía un hombre, un hombre fuerte y barbado, y a él acudían
como nubes de moscas, los hombres de la tierra… Y tú, María…,
¿no sueñas con tu hijo?

María se sonríe y no contesta; sigue anudando los hilos de colores.
La voz de Isabel, un instante enmudecida, yérguese como surtidor en
el aire.
-Quisiera que mi hijo fuera un gran general: anoche le brotaban rayos
de fuegos por la boca, y ejércitos se reunían a su paso, capaces de
salvar al pueblo de Israel… ¡Si algún día fuera mi hijo el Elegido!...
Pero no es más que un sueño…
Las agujas se mueven ahora desmayadamente…La voz persiste aún,
más dulce, más íntima.
-Dime, María: ¿qué quieres tú que sea tu hijo?
Y María levanta al fin su rostro sumido en la labor.
Parece que ha palidecido un poco…
Parece que la voz le tiembla en la sonrisa.
-Quisiera que mi hijo fuera carpintero, como su padre
Y luego, suspirando: -Pero no es más que un sueño.

Otra vez el silencio, como humo
de sándalo, ha llenado la estancia…(7)
Su magistral obra no está en los programas de la Enseñanza Media Cubana y en una encuesta, personal y subrepticia a profesionales de ciertos sectores comprobé que no es usual en ellos la lectura de su novela Jardín. Entonces... ¿Para qué valorar las múltiples posibilidades de composición literaria o enjuiciar a la primera mujer latinoamericana en obtener un Cervantes? Ella es un privilegio, un orgullo con reconocimiento universal.
… Dulzura de elevarse
y ser como la estrella inaccesible y
alta,
alumbrando en silencio…
¡En
¡Silencio, Dios Mío!(8)
Es cierto, no descendió a la calle ni esgrimió razones de tumultos -y es más fácil seguir un ritmo de tambor que apresar la esencia del alma en dos versos- pero nadie como ella le cantó con entrañable ternura a Cuba.
(...) Escarchada de sal y de luceros, te duermes, Isla niña,
en la noche del Trópico. Te reclinas blandamente en la hamaca
de las olas.
(…) Isla mía, Isla fragante, flor de islas: tenme siempre, náceme siempre,
deshoja una por una todas mis fugas.
Y guárdame la última, bajo un poco de arena soleada… ¡A la orilla
del golfo
donde todos los años hacen su misterioso nido los ciclones!(9)
El Milagro

Por las sombras de la calle primitiva andan la embriaguez y la algazara en tormentoso despliegue. La tolvanera se dirige directamente al abismo… Se enseñorea la abulia.

La colección de abanicos está en lo alto. Han cerrado de golpe su lenguaje misterioso de ademanes delicados. Cortesanos en gestos veleidosos para encubrir sonrisas insinuantes... necesidad de brisas femeninas... de nácares, maderas, cintas, encajes, colores…. ¡Pero ahora los abanicos callan... se detienen en un sobresalto de asombro! En la cumbre la palabra fue desnudada por el silencio y… ¡brotó un milagro!
… Las palabras temblaban, se desgranaban en el aire,
caían en el silencio ancestral de la casa con un cantarino
ruido de cristales... tal si hubiera brotado allí mismo
un surtidor de milagro.(10)
La vida es un dialogo con el tiempo. Dialogo... convicciones... conductas... posturas… Columnas barrocas que enmarcan edades... viejas ceibas americanas. Leyendas que se van tejiendo en silencio... silencio de palabras donde canta la esperanza.
Creo en el cielo azul (…)
Creo en la tierra humilde (…)
Creo en el silencio (…)(11) 
El silencio también desnuda al alma rompiendo cábalas y mitos, sortilegio con sobresaltos de lo no imaginado. Es pergamino de abstracciones puro, limpio de prejuicios. Es la respuesta idónea para toda interrogación... alto como las cumbres, profundo como los océanos o temible como los abismos. ¡Los silencios... y las conciencias!
Si pudieras escogerlas libremente entre las más brillantes o las más
oscuras; si te fuera dado entresacarlas con mano trémula, como hace
ante las piedras preciosas el orfebre (…) Si pudieras pescarlas como
estrellas caídas en un pozo,
o afilarlas como espadas, o torcerlas como seda…
Si pudieras disponer de todas las que existen como trigo de tus mieses
(…) no tendrías todavía la palabra que pueda ya llenarme este silencio(12)
¡Qué misterios tan profundos el amor y Dios y Dios y el amor! No es costumbre de la calle el hábito de vida más allá de la muerte. Realmente… ¿se encuentra la fe en los silencios? Mi madre calla ahora, el amor calla. Dios calla también… Aceptar entre palabras y silencios… ¡Eso es creer!

¡Descubrir amor en esos profundos silencios! Esa también es la alegría de la esperanza.

¡Cuánto sacrificio silente! ¡Cuánto amor en silencio! ¡Cuánto desprendimiento en silencio! ¡Y qué paz y regocijo cuando en el ofrecimiento tenemos de partícipes sólo las madrugadas!
No se rima la dicha; se asegura
Desnuda de palabras, se reposa…(13)
Osadía imperdonable es tratar de explicar silencios. Como la música; van directamente a mover sentimientos…

La palabra, cuando no es costumbre de la lengua, es agua que da vida y riega cariños... redentora de soledades y tristeza... el silencio es la emoción pura que la justifica. Cuando brotan del corazón producen estremecimientos.

(…) el silencio era distinto entonces:
era un silencio con sabor humano.(14)

El salón permanece vacío. El salón silencioso abriga como el eco de la voz y las manos trémulas de mi madre. La Fe y el Amor, están hechos de confianza y de dudas… de aceptación entre palabras y silencios… El salón permanece vacío…
La vida pasa abajo vestida de palabras
La pena perseguida se esconde y calla…(15)
Y la pena calla y a veces sonríe con esa sonrisa sincera y breve de recuerdos buenos. La sonrisa silenciosa de alegrías interiores…
(…) Flotaba
en el silencio el eco de una risa,
de un murmullo que el aire no acababa
de llevar…(16)
Afuera la calle sigue en su vorágine loca. En la soledad y en el silencio se esparce el amor…

Yo no digo el nombre, pero lo dice la alondra
en su primer saludo al alba y el ruiseñor al despedirse de la noche
No lo digo; pero, si lo dijera, temblor de ruiseñores
habría en mi pecho, sabor de luceros en mi boca y
rosas nuevas en el mundo…(17)
Han pasado muchos años... ahora asumo que jamás hubiera podido articular palabras aquella tarde en la casona del Vedado, cuando mi amigo me llevó. No había encontrado aún mis silencios… Lo verdaderamente triste es que, después de tanto tiempo no encuentro aún, las palabras… Pero sé, que a pesar de todas las ausencias y de todos los silencios siempre existe la esperanza. Dulce María, encontró esos caminos ciertos de fe y esperanza, porque sus interrogantes llevan implícito la tremenda virtud de la humildad.
Rompí a mis pies los caminos
Y me quedé sola frente
a la noche.
Yo conozco el camino del rosal y otros muchos caminos
de la tierra, aunque nunca los anduve ni son tampoco
mis caminos
¿Cuál ha sido, Señor, el camino de la palabra que me diste?(18) 
Como magia de vuelo... el canto azul del Almendares... como luminaria del cielo o un poco de arena soleada, quedó para siempre en instantes de asombro, de admiración y cariño.
(…) Me perderé un buen día (…)
y todos vean mi sonrisa.
Y mi sonrisa sea fuerte,
Y flor, y ala, y venda… ¡Y sonrisa!(19)







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  1. Rufo Caballero “Hongo Fino” Pág. 14
  2. DML Diálogo
  3. Biblia de Jerusalén Jn 1; 1,4
  4. "Oración de la rosa", Poesía Completa pag.26
  5. Poemas sin nombre “Poema CIX” Pág.134
  6. Agua Perdida “Noe” Pág.100
  7. Poemas sin nombre “Poema CXXIV” Pág.142
  8. “Desprendimiento” Pág.60
  9. "Poema CXXIV” Pág.142
  10. “Profesión de fe” Pág.20
  11. Jardín CAP.III “El diablo dentro del cuerpo” Pág.74
  12. Poemas sin nombre “Poema CXIII” Pág.135
  13. Poemas sin nombres “Poema LIV” Pág.119
  14. Versos “Soneto” Pág.30
  15. Versos “La pena” Pág.25
  16. “La sonrisa” Pág.26
  17. “La primera carta” Pág.103
  18. “La primera carta” Pág.103
  19. Poemas sin nombre “Poema LXVI” Pág.123.

Friday, December 8, 2023

Aristas del Alma Cubana (por Mariem Gómez Chacour)


Alcanzas la integridad en la casa de tus anhelos y tu arraigo.(1)



Orilla

La risa es voz y gesto y modo... desde la savia dulce-amarga de nuestro árbol. Bendita comunión de esencias que, desde la diversidad tejió la raíz del alma cubana con gracia noble y bienquerida. Alegría e ilusión de pueblo. En las viejas historias se encuentra la verdadera huella... ¡para deshacer toda máscara!

Nuestro primer tiempo contado fue un grito triunfante sobre luces y sombras de Edad Media... pero, la mayor hazaña por los mares del mundo fondeó en nuestra orilla ambiciones y violencias. Y ahora... desde aquel grito nos llegan trueques de espejos y cascabeles... y, como en aquel entonces, bosquejo de bocas abiertas ante lo insólito.

Pido perdón. ¡Es también mi orilla!

Atributo

¡Viva la alegría cubana de suave gracia criolla, la original, la espontánea, la que fue... gestada en nuestras raíces profundas! Sazón de lo que don Fernando definiera como gran ajiaco. La que surgió en el bregar de la vida y de la muerte con destellos de esperanza y rúbrica de dolor. La que nunca se canjeaba ni empeñaba y quedó triunfante del desamor y la violencia. Libre y liberadora remontó controversias en rimas y versos. La que hizo brotar del alma cubana el son: el son que enamoró al mundo con claves, maracas y guitarras, en la vibración de ese dejo de tristeza en su cadencia, que también somos... como somos la melancolía del cornetín chino cuando evoca, entre ritmo de diástoles y sístoles la perenne sonrisa del trópico por las calles de estos y todos los tiempos.

¡Que viva la gracia cubana, su ágil picardía y su ingenua hilaridad! En el prodigio de lo real la defino con expresión de Carpentier que, aunque perdida en lo barroco de otro contexto no parece ajena al tema, antes bien, se ciñe a la verdad de una idea no atrapada en palabras. Afinidad de asombro frente a lo insólito ... “todo lo insólito es maravilloso”(2).

Fuente de Galimatías

En un principio nos delinearon olas inacabadas de conglomerados humanos:
… andaluces, gallegos, isleños, vascos, catalanes, portugueses, florentinos, genoveses… judíos, berberiscos, levantinos… mixtura milenaria de pueblos y pigmentos, desde los normandos rubios a los subsaharianos negros… todos con las ambiciones tensas o disparadas hacia la riqueza, el poderío...(3)
… negros con multitud de procedencias, razas, lenguajes, culturas, clases, sexos y edades, confundidos en los barcos y barracones de la trata y socialmente igualados en un mismo régimen de esclavitud… Más desgarrados que todos, fueron aglomerados como bestias en jaulas, siempre en rabia impotente, siempre en ansias de fuga de emancipación…(4)
¡Horror de la Trata! Siempre como dolor inmenso de libertad perdida... nostalgia de tierras lejanas en repiques sagrados de algazaras míticas... puro matiz de bondad cubana. ¡Aquella... la primera trata de esclavitud!

Otros también llegaron con su oblicua mirada y su leve sonrisa de Mona Lisa... y acamparon por nuestras esquinas otras milenarias lejanías.

Desde aquellos estrenos una terca porfía se enredó en chispear de voces altísonas... lo propio de palabras contendidas en todo lo inimaginable... aún sin rudimentos y saberes... parloteo polvoriento que lleva y trae el viento. ¡Ese improvisar perpetuo por las calles de la vida en el juego infinito de fugas inéditas!

Pido perdón... alguna vez también me duele ir en eterno horizonte sin orilla.

En aquellos arribos iniciales, de fusión tan singular, en la inevitable yuxtaposición de disímiles arquetipos y convivencia insólita, no experimentada antes e irrepetible por siempre, surgió uno de los rasgos en la impronta de nuestro ser: ¡el desorden!
Nuestro mal supremo es lo que en Cuba llamamos relajo: es decir, la relajación de las disciplinas, la carencia de los respetos, la burla de las jerarquías ciertas, el fraude de las leyes, la exaltación de las chabacanerías, la petulancia de las insuficiencias, la falta de sanciones (…) el desvío de todo sacrificio (…) El relajo no es un vicio nuevo en Cuba. Nos llegó de la colonia...(5)
Con el desorden de los reacomodos, equivocaciones y desaciertos también cruzó el Atlántico en un velero asustado, la disoluta compañía del desorden: ¡el choteo!
Y es que somos: (…) un poco ligeros, impresionables, jocundos y melancólicos a la vez (…), fundamentos de nuestra gracia nativa. Lo que hay que evitar es que esa gracia degenere en choteo.(6)
Paralelas

La palabra es pensamiento. La pureza de intención es la savia que las envuelve. Expresamos con grafías parlantes quiénes y cómo somos y cuáles son nuestros valores. Continúa siendo válida la expresión de Jesús en el Evangelio: “El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca lo bueno, y el malo, del malo saca lo malo. Porque de lo que rebosa el corazón habla su boca”(7). Las palabras conmueven sentimientos y conciencias... son el cauce y el orden real de lo humano. Calor de cercanía y cariño pueden también manipular, inducir, dañar y ser arma mortal. Tienen una ilógica sutil versatilidad... En Castellano, si omitimos un acento en una vocal puede revertirse totalmente el significado de la palabra: sábana es un objeto que cubre, abriga... sabana es llanura, pradera, extensión...

¡Son infortunio las palabras hechas rutinas!

¡Tened cuidado! Grito de Alonso Quijano... ¡el caballero manchego!

“Gracia” ... se escucha bonito como nombre propio. En leyes es indulto. En religión es el don sobrenatural de albergar a Dios en el corazón. Es regalo de gratitud. Puede que sea habilidad conductual.

Según la RAE la gracia irrumpe siempre en el lado bueno de las cosas: dádivas…, donaire…, atractivo…, afabilidad…, garbo…, perdón o indulto…, nombre de cada uno…, divinidades mitológicas…, expresión de gratitud… La gracia es innata no se violenta.(8)

En el tiempo que corre, o mejor, en el tiempo en que corremos, cuando la risa desafina es choteo. La acepción usual del vocablo “choteo” en el diccionario de la Lengua Hispánica es burla. La burla, cuando no está legitimada con la intención de edificar, cuando no contiene esa gracia natural de alegría criolla es falsa. Además, nuestra calle se acostumbró a convivir con el uso y abuso del choteo. Se transformó en conducta. Mañach, en su clásico ensayo sobre el choteo, cimiento de estas reflexiones, alerta:
Cuando el choteo resulta notoriamente pernicioso es cuando se convierte en absoluto y habitual; cuando no es una reacción esporádica, sino un hábito, una actitud ante la vida. Ese choteo por antonomasia resulta una perversión del gracejo criollo.(9)
La burla perenne, como hábito en nuestra calle no resuelve insuficiencias. Quebranta valores exclusivos. Es refugio de frustraciones e impotencia, paliativo equívoco de sinsabores cotidianos, argumento viciado que desdibuja la semblanza de nuestro gentilicio y emerge signado por todas las cobardías y evasiones con esquirlas de cinismo.

El choteo también se proyecta como expresión vulgar y sonroja cuando toma visos de indecencia. El choteo así manifestado lastra la imagen del ente que lo proyecta. Se debe tener vigente siempre que, las burlas hieren y no es lo mismo afirmar “¡qué gracioso!” que menospreciar: “¡qué chota!”
(...)La aptitud para respetar es, en definitiva, una aptitud para evaluar y, por tanto, no depende sino del grado de cultura que posea un individuo (…) de aquella cultura que no consiste tanto en un amplio bagaje de conocimientos como en una fecunda disciplina de espíritu, en un hondo anhelo de compenetración con todo cuanto, en la naturaleza y en la historia, es esencial al mundo.(10)
Mañach justifica al choteo(11) cuando es: “función crítica saludable”, una evaluación a las “jerarquías no ciertas”. También lo adjetiva como “arma de emergencia”. Estas situaciones están implícitas en los actos espontáneos o intencionados, con ciertos grados de comicidad, afines al arte de hacer reír, denominados humorismo y que en ocasiones se vincula a la gracia criolla, no la sustituye... porque es otra su índole.

Recuerdo, la gracia de Chaplin… aún, hace llorar… y también en mi mente una alerta de Martí:
¡Ustedes muertos sagrados… no os alcéis en la noche silenciosa, con vuestro cortejo de huesos deshonrados, a huir con ellos de un pueblo de mendigos!(12)
Lo que aleja la gracia del choteo es una línea franca, absoluta, espacio entre lo blanco y lo negro. Pero existe una difusión en esa frontera no tangible donde ambos colores se disuelven en gris. ¡Cuidado! Es en esa zona imprecisa, que franqueamos con tanta asiduidad, donde se encuentra el abismo pues fácilmente revierte lo sublime en ridículo, lo bueno en malo, el bien a mal.
La falta de penetración honda, de sentido de profundidad y lejanía, le priva muchas veces al cubano de apreciar al primer golpe de vista (que es generalmente el único que cultiva) la tendencia o las implicaciones de un hecho cualquiera.(13)
Esa “penetración honda con sentido de lejanía” es el discernimiento decidido, sincero, al “primer golpe de vista”, de saber elegir el “Bien” o lo que está “Bien”, desde una escala de valores que no la acreditan títulos académicos. Que no derivan de impremeditaciones o desordenes. Valores que proceden de un autocontrol basado en fuerte y constante formación de virtudes, que llega del alma de nuestros padres desde que nos acunan. Que toma forma de la palabra educadora de un magisterio que no es afín a las improvisaciones. Y debe afianzarse en el entorno, que por fuerza debe ser reflejo y espejo con autoridad de censor estable para toda generación. La elección del comportamiento humano también deriva de un consciente orgullo de raíces. De ellas brotamos y ellas nos sustentan, sentimiento muy lejano al chovinismo.

Cuando los atributos se violentan o relajan, se hace presente un boceto muy inculpador: la silueta borrosa del aborigen agónico, del africano atormentado por ritmos esclavos sin compases, los chinos como autómatas despojados de sus lacónicas sonrisas, del español noble que no esgrimió el látigo encadenado a juicio… Todos, caminando cabizbajos, descalzos y desnudos, frente a otra reunión de Cabildo, admirando con la boca abierta todo lo que no es nuestro y cruzando los océanos para seguir cambiando el oro de la gracia por espejos y cascabeles. Pido perdón, pero, alguna vez…, definitivamente… ¿superaremos el desorden de aquella villa primigenia?

Estampas de nuestras esquinas

De muy lejano, pero de muy lejano en el tiempo data nuestro primer choteo esotérico y es humor negro muy triste... quizá la venganza de nuestras playas... y sí tuvo que ver con la conquista... ¿Burda premonición? ¡El hábito de fumar!

Aunque el tabaco es originario del Altiplano Andino fue en nuestra tierra que los europeos lo encontraron. “Rodrigo de Jerez, junto con Luis de Torres, componentes de la primera expedición de Colón, supusieron el primer contacto de los españoles con el tabaco, cuando realizaban un reconocimiento de la isla de Cuba”(14)

Hace mucho tiempo... por las primeras cinco décadas del siglo XX, también caminaron nuestras calles otro tanto de emigrantes: españoles, árabes, chinos y de todas partes del mundo. Llegaron atraídos por una prosperidad de oro blanco y dulce... entonces levantaron sus vidas y caudales, no con los apellidos de la nefasta colonización, sino con ejemplos de trabajo y abnegación. Porque con dolor y nostalgia de su tierra nos ayudaron a enriquecer raíces, en la esperanza de un solo horizonte, que ellos vieron promisorio. Por ello no fue raro ver en el teatro bufo simbolizadas las figuras del español y del chino junto al mulato Liborio.

Por aquel entonces... cuando llegaron al puerto habanero los primeros automóviles, el gentío curioso aguardaba. Liborio, a pesar de los zapatos rotos de andar su calle cubrió sus venturas y desventuras con guayabera de hilo y sombrero de jipijapa... “raído, pero bien vestido” Liborio no esperó. Respetuoso, pero osado y valiente, para darse el simple gusto de ser el primero… con esa razón simple y eterna, sin antagonismo posible de ¡porque me da la gana!, metió la cabeza dentro del mecanismo... y descubrió el letrero instructivo en el acelerador, por supuesto en inglés: Foot in go. No era versado, pero tampoco analfabeto...

A ese cubano que levantó el tabaco desafiante, no le hizo falta la traducción... ¡traía la carga saturándole las venas! Desde sus abuelos aborígenes, africanos, y “gallegos” testarudos, más los chinos sabios de sonrisa leve de Mona Lisa… serio, como ataúd de muerto esquivó las disquisiciones. Triunfante y sin apelaciones para todos los tiempos por venir, exclamó enfático: “¡Fotingo, compay, fotingo!”

Ya por algo más acá de aquel entonces... un amigo, con cierto orgullo porque estudió allende los mares, me contaba salpicándome de saliva y palabras que nada tenían que ver con la guitarra, la odisea de sus días para bañarse en inviernos de “tavarich”. Y aquel otro, -en jeans y rumiando chicles -no existentes en el mercado nacional- para ilustrarme refería, que en una euforia de orgullo subió al último piso del Empire State, solo para ver qué sentía un guajiro haciendo aguas en la cima de Nueva York...

Y en las oscuridades erróneas de la vida lo confieso... tuve envidia, pero el pecado capital no era ni es mío... Desde entonces, la suficiencia de querer ser “extranjero” desborda las orillas de la vida. Desorden... entre otros desórdenes que no son loables para siete páginas.

Pasó otro tiempo hasta llegar... a los años inacabados de abstracciones inconclusas... desorden. Nos dividió el mare nostrum de lágrimas y despedidas... desorden. Cada mañana el pronóstico de nuevas mentiras... que rondaron en el orden... desde los precios hasta la confesión de credos... desorden. El alfabeto y el diccionario se desarticularon con feos vocablos –entiéndase malas palabras- emitidas desde ese ajeno carnaval de discurso inclusivo: niñas y niños, hombre y mujeres, padres y madres... alumnos y maestros... jóvenes y viejos como tatuajes del alma en ira compulsiva por absurdos desafíos... desorden. El respeto, sustantivo tan abstracto, se fue en franca huida como otros... afabilidad, delicadeza, pudor, castidad, civilidad, paciencia... se canjearon al son de sonajeras de incongruente y generalizada miseria en todo orden... desorden. Y en el confinamiento de las noches la luna aún es testigo de todo lo prohibido... burla. Nunca ha sido más cómplice del miedo, el silencio compulsivo... convertido en desidia.

Ahora es... una huida en corriente vertiginosa... aguas turbias de selvas y desiertos peligrosos... huir... no importan las olas... huir... huir... ¡Cuidado con esa señal de ruta errónea!




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  1. Del libro de La Sabiduría Celta de John O´ Connor Formato digital.
  2. Alejo Carpentier “Lo Barroco y lo Real Maravilloso”. Encontrado en Curso de redacción de Evangelina Ortega. Editorial Félix Varela La Habana 2003 Pág. 357.
  3. Fernando Ortiz “Por la integración de blancos y negros” Cf. Compilación de Ensayos Cubanos de Salvador Bueno.
  4. Ibídem
  5. Fernando Ortiz: “Por la integración de blancos y negros.” Cf. Compilación de ensayos cubanos, de Salvador Bueno.
  6. Jorge Mañach: "Indagación al choteo". Cf. Compilación de ensayos cubanos de Salvador Bueno.
  7. Evangelio de san Lucas 6, 45 Biblia de Jerusalén, Edición digital.
  8. Real Academia de la Lengua, 23 edición (digital)
  9. Jorge Mañach “Indagación al choteo” Cf. Compilación de ensayos cubanos, de Salvador Bueno.
  10. Jorge Mañach “Indagación al choteo” Cf. Compilación de ensayos cubanos, de Salvador Bueno.
  11. Jorge Mañach en "Indagación del choteo¨ refiere que: (El choteo) “ha servido de amortiguador para los choques de la adversidad de muelle para resistir las presiones…de escape para todo género de impaciencias…el choteo surge en toda situación en que el espíritu criollo se ve amargado por una autoridad falsa… Y cuando esa forma (de autoridad) no corresponde a su sustancia… el arma de emergencia para esos casos suele ser la trompetilla. De todo el repertorio hasta ahora conocido de emisiones o ademanes despectivos, es el más humillante…”
  12. José Martí: “Lectura en la reunión de emigrados cubanos en el Stech Hall de Nueva York”. Cf. Documentos para la Historia de Cuba, de Hortensia Pichardo.
  13. Ibídem.
  14. Wiquipedia “Origen del tabaco”. 4 de diciembre 2023.



BIBLIOGRAFÍA

-John O´ Connor Libro de la Sabiduría Celta Formato Digital

-Biblia de Jerusalén

-Los siguientes ensayos pertenecen a: Compilación de ensayos cubanos, de Salvador Bueno.

-Jorge Mañach: “Indagación al choteo” Cf. Compilación de ensayos cubanos, de Salvador Bueno

-José Martí: “Lectura en la reunión de emigrados cubanos en el Stech Hall de Nueva York.”

- Fernando Ortiz: Contrapunteo del Tabaco y del Azúcar

-Fernando Ortiz: Por la integración de blancos y negros

-Cintio Vitier: “Raíces cristianas” Cf en Compilación de ensayos presentados a san Juan Pablo II al visitar a Cuba en 1998

-Hortensia Pichardo Documentos para la Historia de Cuba.

Monday, September 11, 2023

Cascorro. Las lluvias de San José (por Mariem C. Gómez Chacour y Marum Gómez Chacour)



OFRECIMIENTO

Somos un infinito de eternidad en la memoria de Dios Padre aún antes de ese instante tan íntimo de nacer. Nacer es una dependencia estremecedora sin elección ni despedidas de único designio: saber reverenciarlo con el ser y quehacer de la vida. Ese quehacer es lo que llena vacíos cuando los ríos se han convertido en arroyos y los arroyos están secos frente a un extraño mar sin fronteras.

Todas las palabras siguientes son recuerdos de personas que ya pasaron. Fueron dichas y guardadas en un entorno único de experiencia y credibilidad en la edad mejor de la vida. Desde ellas remonté dudas de otra edad dardos al estilo de Nietzsche de: “Lo que me preocupa no es que me hayas mentido, sino que, de ahora en adelante, no podré creer más en ti”. Nunca dieron en mi centro porque no quiero hacer juicios... ¡no debo! El pasado no se juzga desde la maldad, se juzga a la maldad para evitarla. ¡Creo en la bondad recibida desde el cariño de un hogar y de mi pueblo!¡En mis manos sólo llevo gratitud!

Sirvan estas líneas de homenaje a los que levantaron el pueblo y a todos los que llevan nuestro gentilicio... sean quienes sean y estén donde estén, como humilde muestra de fraternidad y cariño.

PRELUDIO

Hace años no llueve abundantemente sobre esta tierra. Es acumulación de sol, aire, polvo, preocupación, desespero… ¡hasta de arenas del desierto!

Cada mañana se otea el cielo, se cuestiona al aire... si es del sur viene con agua. Cuando el viento llega del norte se lleva lejos las nubes y las altas presiones hacen brillar al cielo con azul intenso, otra señal de sequía prolongada. Sólo se ve hasta lontananza la aridez de los potreros, ese color pardo presagio de hambruna. Se añora, se ruega, por ese gris difuso en el paisaje que sofoque carencias y preocupaciones. Comprensibles las fiestas de primavera instauradas en diversas civilizaciones desde la antigüedad.

Las hojas secas de abril abrigan pasos secos en la soledad del monte. A ratos sinsontes, azulejos y torcazas, las aves salvadas de ciclones y cazadores inclementes, trinan o lloran de sed en alguna rama de los naranjos secos tostados por el sol. Este año no florecieron y el aroma de los azahares se perdió en la niebla... tal vez mayo no traerá cocuyos...

Los incendios no cesan... ¡amenazan y atormentan! La loma del Jacinto hace días es una visión alucinante en medio del humo y las llamas. El fuego termina sus bosquecillos de madera preciosa, los últimos, los que se salvaron del hacha inmisericorde y permanecían como refugio de una fauna casi extinguida de jutías y venados.

De nada sirven las “cabañuelas”. Nombre de vaticinios atmosféricos empíricos arribado con las costumbres españolas. El origen del término se remonta a un rito del pueblo judío en la festividad de los Tabernáculos. Colgaban cien cabañuelas en memoria del tiempo nómada por el desierto del Sinaí. Costumbre unida a otras ceremonias para inferir predicciones meteorológicas y se unieron conceptos y nombres.

Las Cabañuelas basan su pronóstico a partir de los doce primeros días del mes de enero del año en curso. De existir alguna precipitación de nubes en alguno de estos días, como suele suceder por los frentes fríos, el número del día en cuestión es el mes que será de lluvia... según la abundancia del agua caída así serán los aguaceros. Muy común la queja en la sabana: “No pintaron las cabañuelas”.

Contaban los más viejos del pueblo que cuando las fuertes sequías se prolongaban por la zona se ¨sacaba¨ una procesión a san José y… ¡siempre llovía!

PÁGINA INCONCLUSA

A pesar de carencias y ausencias de campanarios y sacerdotes resalta en la memoria la devoción de los cascorreños a su patrono san José. No se sabe quién propagó esa religiosa preferencia hacia el hombre silencioso, humilde, de la Biblia, ni quien instauró su patronato. ¿Sería el presbítero don Esteban de Jesús Vega? Como párroco en el pueblo vecino firmaba toda acta de bautizo… allá por el año 1802.

¿Se debió al Padre Lorenzo Sanmartí cuando fue misionero en 1852? Compartió con los lugareños por diez días evangelizando aquí y allá… sólo una chispa basta para provocar un incendio o una oración castellana para iniciar lluvia de sentimientos. ¿O tal vez se debió a los dos misioneros Capuchinos de 1856? ¿Serían ellos... el padre Esteban Adoain y el padre Antonio María Galdácano, quienes instauraron la devoción al también patrono de la Iglesia Universal, de la Buena Muerte, de los carpinteros, de los trabajadores...? Bien que fuera una inspiración del propio Claret al predicar en aquella sala de casa cascorreña un 21 de enero. Otra respuesta que yace perdida en la niebla de la sabana.

PÁGINA DEL CRONISTA

Era el año 1878. La guerra perdió en su propio desgaste los toques de corneta convocando al combate y sólo era fiera herida en el bosque de injusticias. La libertad quedó como sombra errante por la llanura irredenta. El poblado continuó la vida, se levantó de sus cenizas.

Un buen día, por el Camino Real de Cuba regresó Benjamín de la Torre con su acordeón... siempre se regresa. Con ritmo de valses y arpegios de canciones amenizó la celebración del 19 de marzo de aquel año en la casa de don Manuel Paneca. Con el paso del tiempo al reacomodare el asentamiento humano y su entorno quedó confuso el lugar donde estuvo la casa de Paneca. Se recuerda su patrimonio por la gran concurrencia al baile del día de San José. El cronista acotó: “Se encendieron antorchas, velas y quinqués, hasta la esquina de la calle donde se celebró y… ¡sobró la alegría!”.

Queda la incertidumbre de si fue la primera vez... desde aquella memorable fecha se estableció la costumbre de reunirse en casas de familia para conmemorar festivamente los diecinueve de marzo.

Cinco años después, la tristeza y desolación de la guerra eran solamente recuerdos de mayores... con renuevo de ilusiones los jóvenes decidieron celebrar las fiestas patronales en un lugar común a todos. Fue en el año 1883, cuando don Rafael Pedroso y don Felipe Ruíz Risco construyeron un entarimado de horcones y lo cubrieron con pencas de palmas de guano. Aquella construcción rustica, quedó registrada en el recuento con el nombre de La Enramada. Desde ella, un conjunto de guitarras y laúd con alguna percusión amenizó bailes los días 19, 20 y 21 de marzo, iniciando lo que con el tiempo se conoció como “el triduo de san José”. Pero el triduo se extendió a días de festejos y celebraciones, porque cuando llegaba al poblado algún sacerdote, el triduo religioso de preparación antecedía al 19 de marzo.

Para diciembre de aquel año se sustituyó La Enramada por un local más formal redondo de tablones y se le dio el nombre de La Glorieta. En ella amenizó el baile fe fin de año la orquesta de Antonio Vargas, llegada por los caminos vecinales desde Nuevitas a lomos de caballos.

Otro 19 de marzo, pero de 1916 llegó al poblado en visita misionera el primer obispo de la diócesis camagüeyana monseñor Valentín Zubizarreta y Unamuzaga. Personalmente cumplía la solicitud de doña Balbina Gómez de Blanco, quien le comunicó la necesidad de un sacerdote en el pueblo para celebrar las fiestas patronales. En la esquina de la casa de doña Balbina, se ofreció misa, se catequizó, se bautizó, se realizaron matrimonios.

RECUERDOS DE LOS ABUELOS

Por aquella época las comadres, luego del quehacer hogareño se sentaban en los portales a conversar… ¡y se sabía escuchar! Conversar era un arte de entonación de palabras y poses entre peinetas, pencas y abanicos. Los pequeños jardines con disímiles tiestos, desde un búcaro de porcelana roto hasta un orinal de estaño en desuso, llenos de variedades de plantas alegraban la vista y el olfato.

El saludo era obligado al igual que las recetas de cocinas, porfías cotidianas de las abuelas. Las casas humildes de puertas abiertas, con taburetes en el patio y balances en los portales para sentir el fresco y tomar café criollo. Siempre fue brindado con la mayor amabilidad en aquellas tacitas de porcelanas orgullos de las amas de casa. Mientras, las horas eran marcadas por el silbato del aserradero de los Morales, costumbre de servicio gratuito que se agradecía porque se sabía utilizar el tiempo y compartirlo. Ya no hay quien injerte “Príncipes Negros” como Maceo o Serafín... ni hay quien siembre los claveles blancos y rojos de la española Sabina o conserve la colección de orquídeas como Danielín y Julia.

Una alegría era de todos al igual que las lágrimas y ¡hasta los chismes se propagaban con cierto aire más bien de lástima y preocupación con la concebida coletilla de “a mí no me lo crean pero dice fulana...!” Porque “el qué dirán”, “la opinión pública” si tenían su efecto bueno como resguardo a una moral preestablecida en convivencias de reciprocidad. Por las puertas y ventanas abiertas pasaban a gusto el respeto, la consideración, el cariño, el sentido de gratuidad y servicio más allá de la afectación.

Existía el interés y el entusiasmo por la vida en las calles de mi pequeño pueblo campesino…. hasta con aquellas costumbres insanas como, que a cualquier hora del día o la noche un lote de ganado cruzaba por las calles haciendo correr a cuanto ser anduviera por ellas, hasta que se pavimentaron y fue prohibido. Así y todo, varias veces alguien corría delante de una res escapada de corrales cercanos, aunque estuviéramos allende los mares de las festividades de san Fermín.

Lógico, en una convivencia humana también existieron los diablillos. Personas acomplejadas de envidia y vicios perniciosos... eran señalado con el dedo y excluido de todo círculo en aquella sociedad humilde. De hecho, existió un prostíbulo y ocurrieron hasta crímenes, también familias enemistadas, pero no fue lo común, las malas acciones y feas palabras corrían junto a la desaprobación general en los corrillos vecinales. Algunas personas hasta debieron marcharse definitivamente del pueblo.

GENERAL DEVOCIÓN

La devoción al Santo Patrón se convirtió en toda una tradición local. Se estableció la comida típica de ese día: el arroz con pollo con aceitunas y pasas acompañado de plátanos maduros fritos. Eso me contaron unas abuelas, otro día de san José… cuando ya no es posible el elegir… El lechón asado con los turrones no se desalojó de las Noches Buenas los veinticuatro de diciembre, y del último día del año, cuando tiraban cubos de agua hacia la calle para alejar lo malo, en espera del año nuevo.

Cualquier mesa por humilde que fuera era compartida. Los familiares venían de lejos para las esperadas ocasiones. Vecinos y amigos confraternizaban alegres por las casas y calles y arribaban muchas personas de otros lugares. Se rescataban a los vecinos solitarios para sentarlo a la mesa familiar. Las peleas de gallos cobraron fama nacional en las fiestas del Patrono. Cada año el pueblo albergaba galleros de toda Cuba en aquellos días de marzo... eso contaban con orgullo los viejos, aunque jamás sepamos qué tenían que ver los gallos con san José. La canchanchara de miel de abejas con aguardiente de caña, se brindaba cordialmente por los mambises veteranos junto con la consabida sonrisa de acogida.

Por aquellos años surgió también la costumbre de agasajar a los vecinos de nombre José o Josefa. En el pueblo era un privilegio responder a ese nombre. Para ellos el día 19 de marzo comenzaba con serenatas. Un grupo se dedicaba a cantar por las ventanas de los Pepes y las Pepas desde las noches los dieciocho y así esperaban al Sol. Y era la jocosa risa de hacer levantar al festejado estuviera como estuviera… También se procuraban obsequios, que costeaban entre todos con mucho cariño y alegría, fuera quien fuera la persona.

No fue lo social sustituyendo o distorsionando la fe cristiana, más bien surgió un entusiasmo de religiosidad popular revertida en festejos y éstos se hicieron tradición, cultura de la sabana. Así emergió el alma humilde y libre de la llanura. A veces parece que vaga perdida en la niebla.

EN LA CAPILLA

Por la década de los años treinta del siglo XX, monseñor Enrique Pérez Serantes, segundo obispo de la diócesis, compró una casa de vivienda adaptada a talabartería y se condicionó con el quehacer de varias familias, para que sirviera de templo. Fue entonces, que los 19 de marzo eran celebrado con mucha disposición y regocijo desde el marco religioso. Casi siempre asistía un sacerdote o el propio obispo, y se ofrecía la misa a la que asistían muchos lugareños.

En aquella fecha se efectuaban muchos bautizos, porque arribaban padrinos designados de antemano por padres y abuelos, recordemos que por aquellos tiempos las familias eran patriarcales. Algunos niños, después de la catequesis previa impartida por las religiosas salesianas del colegio de Guáimaro en sus visitas semanales, o por alguna persona dispuesta a ello, hacían su primera comunión. También había iniciaciones en la Juventud Católica con actos muy emotivos. Estos cultos generaban desayunos, meriendas, almuerzos… También se efectuaron matrimonios por devoción a la Sagrada Familia o a san José.

La pequeña imagen de san José, que compraron dos vecinas vendiendo una caja de talco marca Mavis allá por los años treinta del siglo pasado, ha resistido al tiempo y al olvido y persiste en un lateral del templo recordando a los lugareños el valor de las virtudes, de las intenciones humildes, silenciosas, que son las que armonizan.

En la semi-oscuridad de la pobreza existía algo mágico: una luz de acogida y cariño. De ello emanaba la serena confianza en la consecución de la vida aunque no existieran adelantos ni comodidades. Muchos llegaban a las fiestas desde lejanas fincas por los polvos o las charcas de caminos vecinales. Era un surtidor mágico el contagio de alegría más allá de bebidas alcohólicas, comidas o bailes, todo muy espontáneo porque nada era impuesto.

El crepúsculo rojo de los atardeceres en el horizonte era la sobremesa campesina. Una gran mesa de encuentro donde se sucedían verbos edificantes. Sortilegio de las perdidas noches pueblerinas, sinónimo de serena confianza en las estrellas.

LAS PESQUERÍAS DE CUARESMA

Cuando el sol quemaba mucho los más viejos decían: “sol de cuaresma”. En el calendario litúrgico de la Iglesia, Cuaresma se denomina a los cuarenta días que anteceden a la Semana Santa o Semana Mayor. El día de san José, el 19 de marzo generalmente es en Cuaresma.

La Semana Santa o Semana Mayor es movible en el calendario litúrgico, no ocurre en las mismas fechas cada año. Está regida por el calendario lunar y el inicio de la primavera. El Domingo de Resurrección debe celebrarse al siguiente domingo después de la primera luna llena del equinoccio boreal en el hemisferio occidental. Respecto al movimiento de rotación de la tierra alrededor del sol, así se corren las fechas. Según ese movimiento, la festividad de san José puede estar comprendida dentro de la Semana Santa, aunque no es usual, puede ocurrir, toda una tragedia en Cascorro.

Nunca escuché de una experiencia tal... asumo todo sería con mucho respeto porque una de las anécdotas, expresada en forma de crítica a mi generación fue la vez que falleció un vecino y se suspendió el baile de san José. Y las familias cristianas guardaban la Semana Santa y las abuelas también tenían arraigadas creencias populares que seguían fielmente, aunque no fueran al templo. No barrían la casa los viernes porque decían atraía lo malo y la casa se llenaba de hormigas, algunas muy piadosas, el Viernes Santo rezaba los 33 credos y ese día la abstinencia de carne era obligada, generalmente el mantel se llenaba de peces.

La Semana Santa era de vacaciones en todos los ámbitos de la vida nacional, sobre todo recesaban las actividades escolares. Y así se le denominaba: “Vacaciones de Semana Santa”. En los medios de comunicaciones, radio y televisión, se suspendían los programas de música popular. Se sustituían por música religiosa como la gregoriana o por música de la denominada clásica. Eran frecuentes las películas de temas religiosos y los Viernes Santos, el sermón de las siete palabras.

Ya fuera por el calor o por vacaciones con supresiones de programas, etc. surgieron las pesquerías de Cuaresma y Semana Santa y san José se convirtieron en costumbre. Por supuesto, que estas pesquerías tenían aires festivos… ron, cervezas, comilonas, etc. Se reunían un gran número de personas con los atuendos pertinentes y caminaban o iban en esos carros remedos de calesas y volantas, que en mi tierra se le nombra “guarandingas”. Recorrían caminos vecinales y potreros hasta los ríos o arroyos de la zona. Como los gitanos encendían fogatas, colgaban hamacas y allí mismo preparaban almuerzo, comida y hasta el desayuno del día o los días siguientes. Con las anécdotas se puede llenar un libro.

Aún, puedo recordar el sabor tan agradable de las “biajacas”, fritas a la orilla del agua, gustadas con pan en plena sabana sabían a gloria, lo mismo que las “truchas”. Ningún pescado de agua dulce, de los llegados de tierras lejanas, tienen el mismo sabor que aquellos de mi niñez. Pido excusas, es la diversidad de los puntos de vistas, lo reflejado es mi modo, mi recuerdo… y la comunicación humana es exquisita. Como labor del pensamiento y la memoria son capacidades maravillosas del cerebro ¡todo un universo! También se expande desde el alma, eternidad en Dios.

PROCESIONES

Esa costumbre de caminar en grupo con el objetivo de acompañar, que se diferencia del paso marcial de los desfiles, surge en civilizaciones antiguas como Egipto y China. Posteriormente, en los sepelios de la antigua Roma los nobles acompañaban a pie a los difuntos de alto rango social llevando mascarillas faciales. Estas mascarillas representaban el rostro de cada uno de los antepasados del noble que iban a sepultar. Aunque en un principio las procesiones fueron exclusivas de las clases altas Romana, con el tiempo se propagaron en la denominada cultura occidental hasta adquirir un carácter popular.

En Ibero-América, a parte del acompañamiento en sepelios, las procesiones son manifestaciones populares de fe. Se tributan el día de Corpus Cristi y las diferentes advocaciones marianas. También se realizan en tiempos fuertes de la Iglesia como en Semana Santa o en la celebración de algún santo patrón.

Según el libro de actas de la Juventud Católica de mi pueblo, en la década de los años cuarenta del siglo pasado comenzaron las procesiones de san José. Las muchachas llevaban la pequeña imagen por las calles, entonces sin pavimentar, con el rezo del Rosario en voz alta y cubierta la cabeza con mantillas…las mantillas eran costumbre. Muchas personas seguían la procesión por las calles y otros la esperaban en los portales. Si llegaba la noche las velas iluminaban el recorrido. Muchas veces fueron por los caminos vecinales hasta barrios como La Deseada y El Ramón, distantes algunos kilómetros del núcleo poblacional. Contaban los mayores que siempre llovía…

Y una vez llovió tanto que no pudieron regresar por la crecida del río. Hubo alarma general y fueron muchos los vecinos que esperaron a la orilla de las aguas crecidas el retorno de las jóvenes. Aquellas debieron refugiarse toda la noche en el portal de una tienda rural esperando que las aguas bajaran su corriente. Recibieron ayuda de los vecinos del entorno.

Ya no hay procesiones por las calles de mi pueblo a pesar de las sequías, de tanta sed… La última se perdió en una esquina de indiferencia. Y ya también se han marchado aquellos que aconsejaban cuando no llovía: “Saquen una procesión a san José”. ¿Servirá de algo detenerse a la vera del camino y mirar los senderos de la vida?

SOLILOQUIO

Camino el lecho vacío de un Arroyo. vulnerabilidad de profundidad otrora temida. Cada recodo es el ciclo de aguas ausentes. Me invaden rostros y voces que poblaron otros sueños y se fueron a otras dimensiones de paz... comienzo a mirar hacia arriba porque algo me ahoga y ansío la luz. Observo donde el cauce dobla a la izquierda, los arroyos siempre doblan... siento la emoción extraña del límite de algo… ¡Detrás de la palma trunca entro a ese misterio de ilusión renovada!¡Ansiosa alegría! Aquí es donde el arroyo se resiste a morir… ¡Hay agua!

Entonces llegan con la “Pala de buey”, la arrastran los brutos guiados por la mano del hombre. Ellos saben que en el fondo hay agua, que todo no está perdido. Y limpian pasando el viejo invento apartan lo malo y... ¡el arroyo crece en agua limpia! ¡Misericordia de agua en un desierto!

La enredadera de florecillas silvestres, desde lo alto se burla de mí tristeza, con la sonrisa maliciosa del que conoce verdades. Comienzan las lágrimas buenas porque anuncian, que a pesar de las altas presiones y de todos los vientos del sur o del norte, siempre caerán gotas de esperanza sobre mi tierra, porque ¡Existe en la memoria de Dios!





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La primera versión de este texto fue publicada en “Enfoque”, Revista de la Arquidiócesis de Camagüey No. 112 agosto-diciembre 2018.
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