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Friday, May 23, 2025

"Martina querida". Fragmento de la novela publicada por Ediciones Sequoia, Estados Unidos, 2025. (por Roberto Méndez Martínez)

Agradezco a Roberto Méndez Martínez que comparta, con los lectores de Gaspar, El Lugareño, este fragmento de su más reciente novela. 


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Puerto Príncipe, 8 de agosto de 1851.




Martina querida:

La casa se ha quedado en silencio a mediodía. Papá se ha levantado de la mesa para irse directamente a la Comandancia. Va todos los días a procurar que le permitan entrevistarse otra vez con Adolfo. Habitualmente lo dejan pasar y sentarse en un banco del vestíbulo. Los centinelas y los escribientes se han acostumbrado a verlo allí, lo saludan y le preguntan por la familia, pero ni el Mariscal ni los altos oficiales bajo su mando se preocupan por él. Pasan por su lado como si fuera invisible y si él intenta dirigirse a ellos apresuran el paso y le dicen que espere, que tal vez mañana, cuando concluya el Consejo de Guerra, pero este no concluye…

Yo he venido al patio, al rincón tras el pozo y me he sentado a escribir aquí escondida, sin temor a que el musgo manche mi bata de hilo o las hormigas trepen por mis piernas. No quiero pensar en Adolfito encerrado en el cuartel e interrogado por hombres que buscarán confundirlo con sus preguntas, para que sus respuestas parezcan bien culpables y condenarlo a muerte o encerrarlo por muchos años. Tampoco quiero que otros sepan cuánto me ha afectado la muerte de mi Antonio. Por eso, Martina querida, en vez de escribir de esas cosas, que son las más importantes para mi corazón, prefiero jugar al juego de conocernos. Es como si estuviera frente al espejo, pero la que veo allí no es totalmente yo, o yo no soy exactamente ella, porque cada una vive en su lado y no sabe todo sobre la otra. Por eso voy a contarte mi vida, o las pocas cosas que valen la pena en ella. Así pasa el tiempo y llegan noticias y no enloquezco.


Comienzo por lo más lejano. Mi padre, Simón de Pierra y Ruiz del Canto, natural de La Florida y de profesión militar vino al Príncipe con su regimiento hace un poco más de veinte años y acá conoció a Francisca de Agüero y Arteaga, mi futura madre. La cortejó por breve tiempo y aunque él careciera de bienes de fortuna y su pretendida tuviera una posición más desahogada, le fue concedida su mano y se casaron en el templo consagrado a Nuestra Señora de la Caridad, al cual estaban vinculados los Agüero desde tiempos remotos como benefactores, una fresca mañana de enero de 1829. Desde entonces se establecieron en esta calle del Cristo 9, donde nació su primer hijo, Adolfo, el 11 de octubre de 1829 y yo fui la segunda, pues vi la luz el 3 de febrero de 1833, al día siguiente de la fiesta patronal de La Candelaria, cosa que a casi nadie pareció significativa, salvo a la esclava Narda, mi criandera, que lo recordaba siempre que yo hacía una de mis trastadas. “Esta niña es candela. Como que nació con la señora del fuego sobre su cabeza”. Narda, la pobre, que me alimentó de su pecho porque mamá, siempre enferma, no podía hacerlo y después siguió conmigo, me hizo fuerte con platos que encargaba a la cocinera solo para mí, especialmente carne de res guisada por horas con quimbombó y plátanos maduros, que me daba por cucharaditas mientras me contaba cuentos de los tatas, los negros viejos, como aquél del joven ingenioso que pudo derrotar a la serpiente gigante, no con fuerza sino con astucia, o el otro del dios guerrero que tenía encerrado en su hacha el poder del rayo, pero cuando lo persiguió su rival, otro dios celoso, se escondió entre las mujeres, disfrazado como una más. Ella jugaba conmigo a las escondidas, me peinaba con paciencia infinita, procuraba disimular mis estropicios o intercedía para que el castigo por ellos fuera más leve. Ella sabía cuándo había luna llena, a qué hora cortar cada flor del patio para que durara más y conocía cientos de tisanas y remedios para los males del cuerpo y del alma. Cuando crecí me repetía: “Niña, no te dejes tocar por hombre, porque esa puede ser tu desgracia” y yo no la entendía.

Con las monjas – las Madres Ursulinas- estuve varios años. Entonces me parecían frías y harto severas, hoy creo que si no hubieran sido así no podrían haber educado a tanta muchacha caprichosa, desde las niñas de ciudad llenas de melindres y siempre listas para una alferecía si las contrariaban, hasta las pupilas traídas del campo, con sus ojos desconfiados y a las que casi había que enlazar como terneras para que se disciplinaran. No eran de almíbar las madrecitas pero habían aprendido a ser tenaces, a disimular sus afectos y aversiones y a mantener siempre los ojos secos. Nunca vi una monja llorona. Hay quienes aseguran que recibieron allí tirones de orejas y hasta bofetadas, pero eso nunca lo vi, aunque sí puedo dar fe de que no dejaban pasar ciertas rebeldías: ojos torcidos, muecas, réplicas a destiempo, podían ponerte en un rincón mirando a la pared, el tiempo de rezar cien Avemarías, o traer escritas mil líneas para el día siguiente, lo más extremo era cuando se te aproximaban, con aquel rostro inexpresivo y, sin que se les despeinara un cabello o se les arrugara la toca, te daban un pellizco en el antebrazo, pequeño, furtivo, pero inolvidable. Era peor que el picotazo de un gallo. Supongo que las entrenaban para eso y un pellizco de monja era lo suficientemente persuasivo como para no descuidar los deberes.

Con ellas aprendí esa caligrafía inglesa y la otra, la común redonda, que me salvaron la vida hace pocos días, un poco de aritmética – no saberse de corrido las tablas provocó hartos pellizcos-, algo de dibujo, costura y bordado, sin olvidar las lecciones de Lengua castellana, con sus lecturas ejemplares y las interminables preguntas y respuestas del Catecismo. Lo otro eran las buenas maneras: caminar derecha y con la cabeza alta, y sin embargo, responder a las preguntas de las madres con la mirada baja, sentarse con modestia, con el torso erguido, sin abrir las piernas y con las manos juntas en el regazo. Para todo había maneras establecidas, hasta para matar mosquitos, porque ellas aseguraban que una joven educada no podía eliminar los insectos a manotazos como un carretero, sino que debía esperarse que se posara alguno sobre nosotros y aplastarlo con solo un dedo. Mi padre se reía a carcajadas cuando se enteró de aquello, decía que era imposible capturar a esos bichos de tal forma, pero si uno ponía empeño lo lograba y hasta podía ganar competencias secretas en el aula por el número de bichos ultimados en silencio.


La gente nacía, tenía hijos, se enfermaba y moría, siempre guiada por el calendario de fiestas religiosas. El 6 de enero, Día de Reyes nos íbamos en romería al leprosorio de San Lázaro y el 2 de febrero había misa y procesión al amanecer para celebrar la festividad de la patrona de la Villa. Los vecinos podían asistir o no a estas, pero no olvidarían podar las plantas de su patio para que crecieran más frondosas y cortarse las puntas del cabello las mujeres, por razones semejantes. El 19 de marzo no solo era el santo de los numerosísimos Josés de la familia y la ciudad, sino que la tradición mandaba que se quemara la hierba de los campos, para que brotara otra nueva con las primeras lluvias de primavera. La Semana Santa se celebraba con toda solemnidad y desfilaban entre los templos de La Merced. La Mayor y La Soledad, las procesiones del Santo Sepulcro, la de la Soledad y la del Encuentro el día Pascua. En junio, entre los días de San Juan y San Pedro, cuando ya se había vendido el ganado, había carreras de jinetes, fiestas bajo las enramadas que se colocaban en cada barrio, disfraces y bromas no siempre felices. A fines de agosto comenzaba el novenario de la Virgen de la Caridad y con él, la célebre feria que desplazaba a muchísimas personas a la barriada cercana al templo donde había juegos de azar, rifas y bailes. El 2 de noviembre, Día de fieles difuntos, estaba dedicado a recordar a los muertos, para ello se limpiaban y engalanaban los panteones en el cementerio y las familias pasaban casi todo el día junto a los despojos de aquellos que los habían precedido en el camino a la eternidad. Cuando se marchaban dejaban farolillos encendidos que daban un aire misterioso y extraño al camposanto. El 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada Concepción la celebración principal era en La Soledad y después de la procesión de las muchachas solteras en la tarde, se celebraba en cada hogar la Nochebuena Chiquita, que era como un anticipo de la cena mayor del 24 de diciembre, antes de la Misa de Gallo y los villancicos con panderos y matracas… A todo esto habría que sumar otras devociones aquí muy arraigadas como las de San Francisco, Nuestra Señora de los Dolores, Nuestra Señora de la Merced, Santa Ana y San Ramón Nonato, patrono de los niños, las embarazadas y las personas calumniadas. A él habría que rezar mucho por estos días, cuando tanto oprobio cae sobre tío Joaquín y todos los que hemos querido el bien para esta tierra.


La vida acá ha sido y es bastante rústica y aunque hay gente próspera, no hay la costumbre de llamar la atención sobre sus riquezas. Las casas de los vecinos principales son amplias, pero la mayoría de sus fachadas son semejantes, pocas resaltan del conjunto y casi ninguna puede ser llamada con justicia palacio, como cuentan algunos jóvenes que han sido enviados a estudiar a La Habana que allá abundan, ni teatro que merezca el nombre de tal y solo en años recientes se han fundado algunas sociedades de recreo en las mismas casas que habitualmente tienen corta vida.

Tengo algunos recuerdos muy lejanos, el más antiguo ocurre en la villa de Trinidad, donde vivimos entre 1835 y 1837, porque el regimiento de papá había sido destacado allá. Nada recuerdo del paisaje, ni siquiera de la casa donde vivíamos, apenas tengo una imagen dolorosa, aunque mamá asegura que no puedo recordar eso porque era demasiado pequeña. Estoy en el zaguán con Narda y ella me dice que viene papá, yo logro zafarme de su mano y corro a abrazarlo, paso el umbral, pero la calle está empedrada con cantos desiguales y disparejos y antes de llegar a donde él estaba, tropecé, caí y me lastimé la rodilla. Mi nana voló a socorrerme, pero él me alzó del suelo y me entró en brazos en la casa, mientras procuraba consolarme. En realidad ninguno de los adultos recuerda tal cosa, quizá porque para ellos no tuvo demasiada importancia, pero yo puedo asegurar que puedo describirlo al detalle como si hubiera sucedido ayer.

El segundo recuerdo es posterior. Un 6 de enero nos fuimos, como era costumbre, a la romería de San Lázaro. Ese día nos levantábamos antes de amanecer e íbamos en coche por la calle Santa Ana, hasta pasar el puente sobre el río Tínima y allí estaba el leprosorio. Mi familia llegaba muy temprano, a diferencia de otras, porque mamá era insistía en entregar temprano la cesta con provisiones para los asilados, que dejábamos en el atrio de la capilla y entrábamos a escuchar la misa. Quizá esto ocurrió hacia 1840, porque yo estaría a punto de cumplir siete años. Como el templo estaba de bote en bote, mamá y papá nos acomodaron a Adolfo y a mí en un sitio y ellos en otro cercano. Nana no estaba en esta ocasión. Hacía calor, aunque fuera invierno, por la multitud abarrotada y la ceremonia resultaba larga y aburrida, de modo que, pasados unos minutos, me escurrí sin que Adolfo se diera cuenta, salí de la capilla y comencé a vagar. Yo había oído en casa que ese hospital había sido edificado por un fraile de San Francisco que era un santo, tanto que ni siquiera tocaba con sus manos el dinero de las limosnas y dormía por las noches sobre unas tablas y teniendo como almohada un simple ladrillo. Ese ejemplar varón había fallecido al año siguiente de mi nacimiento, pero se conservaba su celda, visitada con devoción por los peregrinos y yo quería ver con mis propios ojos aquel rústico lecho. En vez de preguntar, crucé el amplio patio y llegué a una galería que caminé casi hasta su extremo, busqué a alguien que me inspirara confianza para preguntarle, pero vine casi a tropezar con un hombre y una mujer vestidos con ropas muy rústicas, su piel me parece que era de un blanco rojizo pero moteada de manchas y dos detalles me impresionaron vivamente: el hombre, en vez de nariz, tenía apenas un par de agujeros, mientras que a la mujer le faltaba toda una oreja y casi la mitad de otra. Sentí pánico y ni siquiera atiné a regresar sobre mis pasos, sencillamente comencé a gritar. Entonces apareció junto a mí una vieja enlutada y con mantilla, de esas que siempre han poblado las sacristías del Príncipe. Tiempo después supe que era una de las solteronas Betancourt de la calle San Pablo, que era benefactora del asilo. Ella me tomó del brazo y me dijo con sequedad algo así como: “Niña, no puedes estar aquí. ¿Quiénes son tus padres y dónde están”. Respondí ambas cosas entre sollozos y ella me acompañó hasta el atrio. La misa había concluido y mis padres indagaban con sus conocidos si me habían visto pasar. Cuando mamá me divisó, atinó a frenar uno de esos ataques de nervios que le daban con frecuencia, dio las gracias a la anciana y tuvo que escuchar con paciencia las quejas de esta, porque aquel no era sitio para dejar a los niños sueltos y que romería no quería decir desorden… Adolfito se reía, a pesar de que lo habían regañado por no saber vigilarme y me pedía que fuera a mostrarle al hombre sin nariz. Mamá cambió su registro dramático por otro malhumorado. “Simón, a esta niña hay que ponerla en un cepo para que aprenda a comportarse”. Y papá, como era frecuente, me miraba y no decía nada, para tratar de abreviar aquella escena, que ya era pasto de los mirones.

Mi vida era por entonces la de cualquier muchacha: ir al colegio, hacer deberes en la casa y una que otra diablura como desatar una chiva lechera de su pesebre y encerrarla en el cuarto de mis padres, donde estos la hallaron a la hora de la siesta, cuando ya había dado cuenta de parte de una sobrecama de encajes que formaba parte de la dote matrimonial y del ruedo de un vestido de domingo. Esa vez ni la Narda pudo librarme de los azotes y del largo período de reclusión en mi cuarto.







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Roberto Méndez Martínez (Camagüey, 1958). Poeta, novelista y ensayista. Tiene publicado medio centenar de volúmenes, que incluyen libros de poesía, novelas, ensayos literarios e históricos, así como textos críticos sobre arte y literatura. Ha dado a la luz las novelas: Variaciones de Jeremías Sullivan (Letras Cubanas, 1999), Callejón del infierno (Letras Cubanas, 2010), Ritual del necio (Premio Alejo Carpentier 2011, Letras Cubanas, 2011), Música nocturna para un hereje (Premio Ítalo Calvino 2014, Ediciones Unión, 2015), El fuego de Ruán llueve sobre La Habana (Editorial Letras Cubanas, 2016), Y después de este destierro (Ediciones Universal, 2023) y Martina querida (Ediciones Sequoia, 2025). Actualmente reside en Extremadura, España.

Wednesday, May 21, 2025

"La Zambrana, Almacén de Víveres de Pérez y Cía." (por Carlos A. Peón-Casas)

Fotos actuales
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Tomo prestado este titular que recogiera la edición de Cuba Contemporánea(1) en su aparte dedicado a la Provincia de Camagüey en el año 1944.

La publicación hacía un pormenorizado recorrido por todo el entourage de un Camagüey que al decir de los editores era:
próspero, laborioso y entusiasta, mostrando sus más destacadas actividades en el comercio, en la industria, en la agricultura y en la ganadería que sirve de cimiento a su gran riqueza económica, y en la vida social, cultural y religiosa que forma la entraña cívica de esta gran provincia prócer (…)(2)
La alusión del título ubica de inmediato al camagüeyano más castizo en el que fuera uno de los almacenes de víveres de su tipo con más prosapia en la ciudad agramontina.


Felizmente localizado en la intersección de las céntricas calles de Martí y República, aquella razón social se fundaba en la ciudad bajo el nombre de Pérez y Compañía
integrada por los señores Cristóbal Pérez Díaz, Rufino Fernández, José Martínez López, Antonio Sánchez Cervero y Armando Basulto Martínez con un capital social de 45.000 con el objeto de dedicarse a al negocio de compra y venta de víveres en general y para lo que se acondicionó un moderno y amplio edificio, donde se instalaron las oficinas correspondientes y los depósitos para la gran cantidad de víveres importados directamente de los principales mercados de España, Estados Unidos, Brasil, Ecuador y la Argentina.(3)
El artículo que aludimos no dejaba duda alguna de la inmejorable salud que gozaba aquella “razón social” que hoy pudiéramos considerar dentro de las muy populares Mipymes, para entonces prósperos negocios locales:
Esta razón social realiza sus operaciones bancarias por medio de The Royal Bank of Canada, City National Bank y Banco Nova Scotia donde tienen sus referencias y cuentas corrientes, y tributando al Estado por concepto de impuestos y contribuciones fiscales, un promedio anual de 59, 645.20. Además adquirieron dos camiones para el reparto de las mercancías entre la numerosa clientela que lograron conquistarse en la propia localidad y lugares limítrofes, empleando en su negociación a más de 18 personas que libran allí la subsistencia de sus familias, gozando de muy buena remuneración…(4)
Los dueños eran españoles de origen, pero habían optado por la nacionalidad cubana, y al menos tres de ellos estaban casados para entonces en la ciudad: los Sres. Pérez Díaz, Fernández y Basulto.

Todos pertenecían a la Asociación de Comercio, Asociación de Almacenistas y Centro de Detallistas de Víveres de Camagüey.


Dejamos a la inmejorable memoria de muchos de nuestros atentos lectores los pormenores siempre reveladores de aquella prestigiosa casa, y que según remataba el cronista en su cierre:
la firma de Pérez y Cía. por su importancia y prestigio con quistados con una actuación decente y honrada siempre está a la cabeza de cuanto propende al engrandecimiento de la provincia camagüeyana y por ello figura de manera prominente en la importante y heroica provincia agramontina.(5)



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  1. Cuba Contemporánea. Provincia de Camagüey. Centro Editorial Panamericano, 1944.
  2. Ibíd.
  3. Ibíd.
  4. Ibíd.
  5. Ibíd.

Tuesday, May 20, 2025

Grand Prix Dance Open America 2025, fiesta de la danza en Miami. (por Wilfredo A. Ramos)




“Si hubiera podido decirlo, no tendría que haberlo bailado”. Anna Pavlova.




Nuevamente la ciudad de Miami acoge un evento que poco a poco ha ido creciendo en cantidad y calidad de participantes y con el cual dicha urbe continúa ofreciendo la posibilidad de ser sede de actividades de carácter cultural de mayor rigor y reconocimiento internacional. Este es el caso de la quinta edición del Grand Prix Dance Open America, el que bajo la dirección general y artística de Deborah Márquez, junto a una junta de directores integrada por Daryl Gray, Dennis Nahat, Anlin Li y los promotores regionales Eduardo Galguera y Gino Labate, han logrado la materialización de un concurso internacional de ballet, en momentos que otros de gran prestigio y antigüedad, como el de Varna, en Bulgaria -que fuera el primero de todos- han desaparecido ante problemas de financiamiento y desinterés de autoridades y patrocinadores.

Cada año para la realización de este evento, se llevan a cabo varios encuentros regionales los cuales tienen por sede a España, Portugal, Puerto Rico, Estados Unidos, añadiéndose recientemente Taiwán, donde después de una rigurosa selección son escogidos aquellos jóvenes estudiantes de ballet entre los 8 y 19 años de edad, así como profesionales entre 20 y 24, quienes tendrán la oportunidad de competir por alguno de los premios, en las diferentes categorías, que alberga dicho concurso. En esta ocasión participaron jóvenes bailarines provenientes de Italia, España, Puerto Rico, Portugal, Canadá, Colombia, Hungría, Taiwán, México, Bulgaria, Brasil, Suiza, Panamá, Inglaterra y Estados Unidos.

El jurado ha estado compuesto por destacadas figuras del ámbito internacional de la danza, estando integrado en esta oportunidad por Anlin Li, Trinidad Vives, Rainer Krenstter, Paul Seaquist, Lorena Feijóo, Dennis Hahat, Maximiliano Guerra, Daryl Gray, Telmo Noreira y Gino Labate. Desde la edición del 2022, la organización del evento ha decidido otorgar un reconocimiento a la trayectoria de toda una vida -Lifetime Achievement Award- a importantes personalidades del mundo de la danza, el cual ha recaído en Ben Stevenson, 2022; Cynthia Harvey y Robert Barnett, 2023; Laura Alonso y Vladimir Malakhov, 2024.


Para el presente año 2025, dicho reconocimiento le fue otorgado a Natalia Makarova, gran bailarina rusa, la cual cursara estudios en la mundialmente Academia Vaganova de Ballet, entrando a formar parte del prestigioso Ballet Kirov, de Leningrado -hoy San Petersburgo- para en 1970, durante una presentación de dicha compañía en Londres, solicitar asilo en dicha ciudad, pasando rápidamente a integrar las filas del American Ballet Theater, en los Estados Unidos. Su presencia fue exigida en muchas de las más prestigiosas agrupaciones danzarias a nivel internacional, tales como el Royal Ballet, London Festival Ballet, Ballet Nacional de Canadá, Ballet de la Opera de París, Stuttgart Ballet, Ballet Real Danés, Ballet del Siglo XX de Maurice Bejart o Ballet de Marsella de Roland Petit. Para 1989 regresa por primera vez a bailar con el Ballet Kirov, acontecimiento que fuera recogido en un material fílmico. Ha protagonizado obras de reconocidos coreógrafos tales como Tudor, Petipa, Balanchine, Petit, Mc Millan, Bejart, Cranko, Ailey, Robbins, entre otros.

En 1965 recibe su primer reconocimiento internacional al obtener la medalla de oro en el Concurso Internacional de Ballet de Varna, en Bulgaria. Por su también exitosa trayectoria por los escenarios de Broadway y Londres, fue reconocida con diversos premios por su trabajo en el musical “On Your Toes”, obteniendo un Tony Award for Best Actress en un musical, el Drama Desk Award Outstanding Actress, el Lauren Oliver Award for Best Actress y el Theater World Special Award. También ha sido galardonada con el Premio Anna Pavlova, en París.

La presencia de la Ballerina Assoluta Natalia Makarova, en esta edición del Grand Prix Dance Open America, ofreció además la oportunidad para que la artista dictara clases magistrales y correcciones a los muchos jóvenes estudiantes y bailarines presentes en el evento, aportando su experiencia para de esta manera enriquecer el nivel de un evento, que dentro del amplio diapasón de los mismos alrededor del mundo, va apropiándose por derecho propio del ámbito danzario.


Una vez transcurridas las agotadoras y extensas sesiones del concurso, la gala celebrada en sábado 10, en el escenario principal del Dennis C. Moss Center Cultural Arts Center, hermoso y confortable complejo teatral que se levanta al sur de la ciudad de Miami, ofreció una muestra de algunos de los más destacados trabajos presentados durante la competencia, entre los cuales se pudieron disfrutar tanto de participaciones en solos, parejas y grupos, en las categorías de ballet clásico como en contemporáneo, en las diferentes categorías de edades incluyendo también a profesionales.

Como aspectos a destacar dentro de dicha gala, debemos mencionar que la misma abrió con una participación de todos los presentes en la misma bajo una dinámica y coherente coreografía del artista Telmo Moreira, para acto seguido brindar la participación del joven Roberto Williams Nicolau, de la escuela del ballet de Houston, con la variación de Frankz del Acto III del ballet Coppelia, quiera fuera el merecedor del Grand Prix de la edición del 2024, mientras que el final del espectáculo estuvo a cargo de la pareja formada por Taylor Naturkas y Renan Cerdeira, ambos bailarines invitados del Miami City Ballet, quienes interpretaron el pas de deux del ballet Las llamas de París, regalando de esta forma un excelente cierre a la noche.

Una vez más la danza a nivel mundial estuvo de fiesta, mostrando a la ciudad de Miami como una excelente anfitriona para cualquier tipo de evento de carácter cultural que desee asentarse en ella, pero al mismo tiempo dejando un sabor amargo, como lamentablemente ya es costumbre en nuestro ámbito, producto al casi inexistente apoyo de los medios de difusión -prensa plana, radio, televisión, y creadores de internet- así como de instituciones y posibles patrocinadores locales, ante su acostumbrada falta de compromiso con la promoción de las actividades de verdaderos valores artístico-cultural.


Culminada esta nueva exitosa edición del Grand Prix Dance Open America 2025, sus organizadores se aprestan desde ya a descontar el tiempo regresivo hacia su próxima cita del próximo año, donde con seguridad de podrá disfrutar de un evento que continúe su labor en aras de promover la dedicación a esa hermosa y esforzada manifestación artística que se expresa en toda su vitalidad a través del movimiento.




Wilfredo A. Ramos.
Miami, mayo 17, 2025.

Friday, May 16, 2025

Sobre "Temporadas del corazón", de Paulina Fátima Aly: “Un corazón palpitante exquisito” también para el suyo. (por Baltasar Santiago Martín)


Esta es la tercera vez que reseño un poemario tomando versos de cada poema para construir así lo que los surrealistas denominaron “un cadáver exquisito”, con la diferencia de que, a partir del segundo –Poemas de febrero, de Audry Gutiérrez- Alea– decidí renombrarlo como “Un corazón palpitante exquisito”, en vez de esa alusión a la parca, que por muy exquisita que se quiera pintar, mejor le cantamos: “Aléjate, no vuelvas a buscarme”, parafraseando a la gran bolerista Gina León.


Paulina Fátima Aly no deja de sorprenderme con su talento y su creatividad. Cuando ya pienso que lo sé todo sobre ella, es decir, de su trabajo como periodista, documentalista, filántropa, alma y editora de Miami Latino Magazine, así como también alma y presidente de la Asociación de Cronistas de Espectáculos de Miami (ACEM), se me “aparece” con este poemario, que tituló Temporadas del corazón, el cual me ha obligado a dedicarle mi segundo “corazón palpitante exquisito”, título que les juro me vino sin relación consciente con Temporadas..., aunque el subconsciente parece que hizo su trabajo “freudiano” para ayudarme a glosar los poemas prolijos, viscerales, sin lugares comunes ni cursilería, de mi amiga del alma Paulina Fátima Aly (aunque me acusen de nepotismo literario, que ya lo soy teatral).

Ahí les va:


“Un corazón palpitante exquisito” para otro intemporal


I


Observo que el ángel llora impotente
desde el horizonte,
y el viento, como Vallejo,
se queda esperando
a que las sombras le cedan la palabra.
Y al mirarme, ya no sé si soy,
o me he disuelto
en la sombra del olvido,
sobre la barra de equilibrio,
donde el ensueño se sobrepone a lo real.
Ya la fantasía no regresará,
ha firmado su renuncia.

II

Y sin embargo,
seguimos dando vuelta
al mismo reloj,
que nunca detiene su marcha,
ni a costa de la vida,
donde encanecemos en la espera.
Y, sin embargo,
seguimos buscando
un eco de verdad
en las ruinas de un paisaje
que ya no comprende
el lenguaje de los días.

III

Y aun así, seguimos en el teatro,
actores sin guión,
buscando una luz que nunca llega,
con la certeza de que no hay regreso,
pero nunca dejamos de buscar
esa habitación olvidada,
allá donde la luz fue solo
un suceso transitorio
(el destello se vio desde azoteas cercanas).
Y, sin embargo,
seguimos caminando,
en medio de la oscuridad,
buscando la chispa
que nos devuelva la humanidad.

IV

Perdóname,
ya no me tienes,
ni el eco de tu nombre me queda.
Solo el silencio es mi nuevo dueño.
Te he dejado con tus cosas,
y yo, con el eco de tus huellas,
que ya no sé si son mías
o se las ha llevado el viento;
entre los escombros de lo que fui,
como un suspiro que no se atrevió a ser grito.
Y aunque me pierda,
aunque el viento me borre,
aquí estaré.

V

Llueve,
y
has venido con una sonrisa cercana,
en tu moto que agoniza en cada viaje
–de aquellas con sidecar que nos dejaron los rusos–,
goteando las ganas de mí.
Nada se ha resuelto, todo se ha aplazado,
y sigo aquí,
esperando que la lluvia
lave lo que ya no tiene cura.
Pero el viento trae esa fragancia,
ese beso que nunca quedó contenido entre tus labios,
arrancándome el perfume y la existencia.
Ya no puedo guardarte en el armario,
en busca del barco que alcanza la edad de la luz,
en el rincón de una librería olvidada.

VI

He dicho adiós,
altivamente,
a lo que ya no me pertenece;
no quiero saber de las cartas que escribes en silencio,
y ya no quiero, a esta altura, comprenderme.
Las cartas no escritas se amontonan como ruinas,
y cada palabra no dicha es otro golpe.
Ya anocheció y soy de cera,
engendro de museo,
como siempre estaré,
en ese espacio que no tiene nombre.

VII

Como el polvo que huye al primer viento,
una lágrima se hizo océano,
ahogándome en su propio reflejo,
como un eco atrapado entre las ruinas de un amor,
el eco de un grito que nunca se lanzó;
aunque corra hacia el borde de los recuerdos,
cada vez más lejos,
y caiga en el abismo.

VIII

Sin encontrar la pluma correcta,
una palabra bien dicha,
ni siquiera un soplo de rencor;
               sin poder contener la furia,
(todo lo llevamos por dentro),
no se te ocurra pedirme que te mire:
provienes de un rincón de mi interior,
hiciste escala en mi país de carne,
y ya todos los caminos no conducen a Roma.
Me disuelvo en ti
y, a veces,
ya no sé quién soy.



Hialeah, 14 de mayo de 2025.

Wednesday, May 14, 2025

La Avellaneda desde la mirada inquisitiva de un ensayista acucioso: Raimundo Lazo. (por Carlos A. Peón-Casas)



En mis manos discurre este interesantísimo tratado literario del ya citado y eximio profesor y crítico, Raimundo Lazo, orgullosamente hijo del Camagüey.

La obra intitulada: “Gertrudis Gómez de Avellaneda. La mujer y la poesía lírica.”, es de esas publicaciones que asaltan nuestra curiosidad en este estadio miamense, cuando manos amigas me van dotando con cariño, con lo que promete ser mi biblioteca futura en esta tierra de promisión.

Sin dudas se trata de un tratado singular donde el ensayista se ve a sí mismo: “… impulsado por propósito de crítica comprensiva y justa.”

Y como además de profesarle afán a la literatura, también desde su experiencia como hombre de leyes y abogado defensor de casos difíciles y hasta imposibles, nos deja saber que se constituye con todo apego a la verdad, en “abogado defensor de la polemizada poetisa de Cuba”

Su proximidad a Tula, a la poetisa y a la mujer, pasa según su propia referencia por un acto que deja establecido como de indudable y
… cierta valentía para luchar con observaciones, análisis y argumentos, contra arraigados prejuicios que han dominado en la crítica de la gran mujer y de la gran poetisa lírica: la especie de masculinización implícita en la difundida frase es mucho hombre esa mujer, y lo presuntamente contradictorio, superficial y apasionadamente discutido, de su españolísmo y su cubanía en el marco de lo hispanoamericano."
El libro va sin dudas bien dotado con un magnífico Guión Cronológico Biobibliografico, que procede al bien pensado estudio crítico de la obra nuestra poetisa camagüeyana y universal, donde los análisis líricos, estilísticos y léxicos, se complementan con abordajes de más calado hacia otras coordenadas más existenciales de nuestra Avellaneda en su ideario y sus más íntimas convicciones.

Los fragmentos y textos poéticos son la imprescindible apoyatura donde el ensayista nos explícita la hondura inabarcable de su poesía y que quiere hacernos resaltar y admirar con siempre deleitable asombro.

De entre tanto verso audaz y creativo que el ensayista resalta de nuestra nunca bien ponderada poetisa, entresaco en afán conclusivo, esta perla poética titulada Al Destino:
 
Escrito estaba, sí: se rompe en vano
Una vez y otra la fatal cadena,
Y mi vigor por recobrar me afano.
Escrito estaba: el cielo me condena
A tornar siempre al cautiverio rudo, 
     Y yo obediente acudo,
     Restaurando eslabones
Que cada vez más rígidos me oprimen;
Pues del yugo fatal no me redimen
De mi altivez postreras convulsiones. 

   ¡Heme aquí! ¡Tuya soy! ¡Dispón, destino,
De tu víctima dócil! Yo me entrego
Cual hoja seca al raudo torbellino
     Que la arrebata ciego.
  ¡Tuya soy! ¡Heme aquí! ¡Todo lo puedes! 
Tu capricho es mi ley: sacia tu saña...
Pero sabe, ¡oh cruel!, que no me engaña
La sonrisa falaz que hoy me concedes.

Monday, May 12, 2025

Fermín Valdés-Domínguez: "Me dijo Gómez que Martí tenía un tumor en la pierna derecha..."



"Me dijo Gómez que Martí tenía un tumor en la pierna derecha que le impedía hasta cargar el machete y el revólver. Pero a nadie se quejó y tenía que obligarlo a que dejara el trabajo para que se curara.

En aquellos primeros días no se separaba Martí de la hamaca escribiendo todo el día. Me dijo [Gómez] también que en Santo Domingo compró un machete largo que por la falta de costumbre se le metía entre las piernas y no lo dejaba andar:

—Pancho le compró este machete que yo uso y luego se lo quitó y hasta le tuve que enseñar, por su carbunclo, a llevar atado en la silla, el revólver, y no fue el que le cogieron los españoles el que trajo de Nueva York para venir con él. Era aquel un revólver grande y Pancho mi hijo se lo cambió por otro pequeño que compró con ese objeto".

(Fermín Valdés-Domínguez. "Diario de soldado". Tomo II. La Habana. 1973)

Sunday, May 11, 2025

Mother's Day

Postales Día de las Madres (Cuba 2009)
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I wanted it to be a day of sentiment, not profit

Anna Jarvis

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England was one of the first countries to set aside a day to recognize mothers. In the eighteenth century when many people worked as household servants for the rich, "Mothering Sunday" was reserved for them to return home to be with their mothers. Though this custom stopped when the Industrial Revolution altered the working and living patterns of the people, one Sunday for Mothers was established as a holiday in the twentieth century.

In the United States, Mother's Day did not become an official holiday until 1915. Its establishment was due largely to the perseverance and love of one daughter, Anna Jarvis. Anna's mother had provided strength and support as the family made their home in West Virginia and Philadelphia, Pennsylvania where her father served as a minister. As a girl, Anna had helped her mother take care of her garden, mostly filled with white carnations, her mother's favorite flower. When Mrs. Jarvis died on May 5, 1905, Anna was determined to honor her. She asked the minister at her church in West Virginia to give a sermon in her mother's memory. On the same Sunday in Philadelphia, their minister honored Mrs. Jarvis and all mothers with a special Mother's Day service. Anna Jarvis began writing to congressmen, asking them to set aside a day to honor mothers. In 1910, the governor of West Virginia proclaimed the second Sunday in May as Mother's Day and a year later every state celebrated it. (full text)

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¿En que pueblo de Cuba se celebró por primera vez el Día de las Madres? (la respuesta aqui)

Saturday, May 10, 2025

Gala de Primavera 2025 de Arts Ballet Theatre of Florida. (por Baltasar Santiago Martín)


Arts Ballet Theatre of Florida (ABTF), dirigido por el talentoso coreógrafo y maitre Vladimir Issaev, presentó su Gala de Primavera de 2025, el sábado 26 de abril de 2025, en el Aventura Arts & Cultural Center –que fue la función a la que asistí– y el domingo 27 de abril, en el Teatro Amaturo del Broward Center for the Performing Arts.

El programa comenzó con La Vivandiére (Markitanka en ruso), música de Cesare Pugni y coreografía de Arthur Saint-León & Fanny Cerrito, con Saaya Okada y Remina Tanaka como Kathi y Hans –la pareja central– y Rena Iwasaki, Mayuko Nono, Kirsty Walker y Urara Tsukamoto como cuerpo de baile.

Creado durante el esplendor del período romántico, este ballet de Saint-León —el autor de Coppélia— se estrenó en Londres, en 1844, centralizado por Fanny Cerrito y el propio Saint-León.

La obra se desarrolla en una pequeña aldea húngara donde se celebra el regreso del regimiento del Barón Grindberg, en la que Kathi es cantinera. El posadero Bibermann tiene un hijo llamado Hans, de profesión cartero, que está enamorado de la joven. Por ello le pide a su padre autorización para casarse. Sin embargo, dos señores de mejor posición, el burgomaestre de la ciudad y el propio Barón, también quieren a Kathi, aunque ambos están casados, por lo que convencen a Bibermann de que Kathi es un mal partido para su hijo por ser pobre.

Al enterarse ambas esposas, deciden que ambos deben hacer un voto de fidelidad y, tras complacerlas, los dos reciben un medallón y un anillo respectivamente. Entre tanto, Kathi acuerda con Bibermann que si consigue una dote podrá casarse con Hans.

A pesar de las promesas a sus esposas, ambos siguen cortejando a Kathi, quien, durante un galanteo, les saca el anillo y el medallón, exigiéndoles la dote que necesita a cambio de su devolución. Finalmente, el plan del burgomaestre y del Barón se vuelve en su contra, y Kathi se puede casar con Hans.

Como “una imagen vale más que mil palabras”, quiero que sean las siguientes fotos de esa noche las que “hablen” de la prestancia y el excelente desempeño, tanto de la pareja protagonista como de las cuatro “aldeanas” que la secundaron, fruto sin dudas de la cuidada y admirable preparación de todos ellos por parte del Maestro Vladimir.

Saaya Okada y Remina Tanaka como Kathi y Hans
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Saaya Okada (al frente, a la izquierda), 
Rena Iwasaki, Mayuko Nono, 
Kirsty Walker y Urara Tsukamoto,
 con Remina Tanaka (al fondo, a la derecha).
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Remina Tanaka (al centro) con Rena Iwasaki,
 Mayuko Nono, Kirsty Walker 
y Urara Tsukamoto.
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Después de La Vivandiére, salieron a escena Indira Mayrani y Yoichi Habaguchi para interpretar el pas de deux La traviata, con coreografía del Maestro Vladimir Issaev, para el que Issaev utilizó como música el bellísimo y premonitorio preludio de la ópera homónima de Giuseppe Verdi, como una muy libre y actual “recreación” suya de la pasión por Alfredo Germont que hizo que Violeta Valery dejara su desenfrenada vida como cortesana en ese “populoso desierto llamado París”, lo que aplica hoy igual para los nuevos Violeta y Alfredo, tanto de Nueva York, Miami como “del universo entero”.

Indira Mayrani y Yoichi Habaguchi 
en el intenso y “actual” pas de deux La traviata
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Tras esa “actualización” del drama operístico parisino –que puede ocurrir ahora desde Alaska hasta la Patagonia, sin olvidar las disputadas Groenlandia, Canadá, Panamá, Gaza y Ucrania–, Issaev nos trajo de vuelta “al pasado”, no al “Addio, del…” de Violeta, sino con La favorita, en versión para ballet también suya, de la ópera homónima de Gaetano Donizetti, que tituló Variaciones de Donizetti.

La favorita (título original en francés, La favorite) es una grand opéra en cuatro actos, compuesta para el público parisino al estilo de la Grand Opéra francesa (larga duración, ballet, etc.) por Gaetano Donizetti y libreto en francés de Alphonse Royer, Gustave Vaëz y Eugène Scribe, basado en la obra de teatro Le Comte de Comminges (1764), de François-Thomas-Marie de Baculard d'Arnaud. Fue estrenada el 2 de diciembre de 1840 en la Opéra de París.

La historia transcurre en España, en el año 1340, cuando Castilla y Portugal se unieron para luchar contra los musulmanes en la batalla del Salado. Uno de los personajes es Alfonso XI de Castilla, en un triángulo amoroso con su amante Leonor de Guzmán ("la favorita") y el amante de ella, Fernando. La historia se desarrolla con las invasiones moras a España y las luchas de poder entre la iglesia y el estado como “telón de fondo”.

Como verán mis lectores, “no hay nada nuevo bajo el sol”, tanto por el citado triangulo amoroso como por las luchas por el poder. Y ahí paramos, para no tener que hablar de política doméstica.

También creo que Vladimir logró aligerar tanta carga pesada del argumento original en su versión para ballet, la cual comentaré a continuación.

Para ello, Vladimir contó con la colaboración de The Opera Atelier para abrir el espectáculo, a cargo de la mezzosoprano Greisel Domínguez, quien interpretó el recitativo, el aria y la cabaletta de “Fia dunque vero - O mio Fernando”, acompañada al piano por el maestro Daniel Daroca.

La mezzosoprano Greisel Domínguez,
 acompañada al piano por el maestro
 Daniel Daroca.
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Y después de este breve “abreboca” operístico, ya entonces sí la danza se apropió del escenario, con los talentosos, musicales y bien entrenados bailarines Matthew Bryce, Yoichi Habaguchi, Rena Iwasaki, Mayu Kanazawa, Kuan Lun Li, Sara Marlin, Suzuka Matsumoto, Yuzuka Matsumoto, Ataru Matsuya, Indira Mayrani, Kazusa Murayoshi, José Luis Pechené, Matteo Rollini, Louise Rigby, Seiga Sato, Gai Suehiro, Zoàrd Szabò, Kanon Tanaka, Remina Tanaka, Urara Tsukamoto, Kirsty Walker y Clarence Wong, quienes se apoderaron de la hermosa música de Donizetti para que la pudiéramos “ver” en escena.

La juvenil y chispeante troupé de ABTF
 “mostrándonos” las notas de las 
Variaciones de Donizetti.
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Antes de continuar con el ballet que cerró la extraordinaria función que pude disfrutar esa noche, necesito hacerles una confidencia muy personal: ¡me encantan los ballets con argumento, y si este está bien contado, con la pantomima precisa y adecuada, ahí sí ya me dan “por la vena del gusto”!

Y eso fue exactamente lo que pasó con Arlequinada –de la Comedia del Arte–, música de Riccardo Drigo, coreografía de Vladimir Issaev –y de Marius Petipa el pas de deux–; diseño de vestuario de Jorge Gallardo y máscaras por Karneval, así como diseño escenográfico de Bobby Brinson y de luces por Vladimir Issaev & Bobby Brinson.

Este ballet cuenta la historia de esta pareja: Colombina, la hija de Cassandro, está enamorada de Arlequín, quien la corresponde; pero su padre quiere que se case con un viejo rico llamado Alessandro. Por lo mismo, tanto Cassandro como su sirviente Pierrot deciden mantener a los enamorados separados..

Por suerte para la pareja de enamorados, Pierrette, la esposa de Pierrot, simpatiza con ellos y los ayuda a arruinar el plan de su esposo y de su jefe Cassandro, quien ha encerrado a Colombina con llave, que logra sustraer y la libera.

La felicidad de la reunida pareja dura poco, pues Pierrot golpea a Arlequín y lo deja como muerto en el suelo, pero cuando todas las esperanzas parecían ya perdidas, aparece el Hada Buena con su Caballero, acompañada de una legión de arlequines, y lo revive con su magia.

Al final, el amor triunfa cuando el Hada Buena aleja a Cassandro y a Alessandro del lugar donde Cassandro pretende casar a Colombina con este ante un notario, quien en vez de ello, casa a Colombina con Arlequín, para júbilo y celebración de todo el pueblo.

Elenco

Arlequín: Ataru Matsuya

Columbina: Kanon Tanaka

Pierrot: Yoichi Habaguchi

Pierrette: Suzuka Matsumoto

El Hada Buena: Saaya Okada

Su Caballero: José Luis Pechené

Alessandro: Seiga Sato

Cassandro: Clarence Wong

Pas de six

Putri Gobel, Mayu Kanazawa, Sara Marlin,

Indira Mayrani, Urara Tsukamoto y Kirsty Walker

El pueblo

Toda la compañía y los orgullosos estudiantes de la Vladimir Issaev School of Classical Ballet.

Si bien observé un trabajo muy parejo en todos los bailarines, me impresionó sobremanera el de José Luis Pechené como el Caballero acompañante del Hada Buena, que me recordó a Carlos Acosta, por lo que le auguro una carrera sobresaliente para la que no debe descuidarse, pues está en las mejores manos en ABTF.

Saaya Okada como el Hada Buena 
y José Luis Pechené como su Caballero, 
con su escolta de arlequincitos detrás.
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Sobresaliente también fue el pas de six de Putri Gobel, Mayu Kanazawa, Sara Marlin, Indira Mayrani, Urara Tsukamoto y Kirsty Walker, y no puedo dejar de celebrar la actuación de todos los pequeños arlequines que irrumpieron en la escena para apoyar al Hada Buena, evidencia de que “la Escuela Issaiana” funciona –y funciona muy bien– a todos los niveles.

Kanon Tanaka como Columbina
 y Ataru Matsuya como Arlequín.
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Esta deslumbrante puesta de Arlequinada –“vestida para epatar” con un gusto exquisito por Jorge Gallardo y respaldada por los hermosos decorados de Bobby Brinson– es un excelente ejemplo de que saber contar bien el argumento es importantísimo, sobre todo cuando se pretende –como deber insoslayable– atraer a niños y adolescentes al mundo de la danza clásica, tanto como espectadores que como bailarines, lo cual es un gran triunfo e indiscutible logro, amén del elaborado trabajo coreográfico de Issaev para las más que probadas habilidades técnicas de sus bailarines, así como su entrenamiento, además, para la pantomima, básica en un ballet con argumento como este, con un exultante final con toda la troupé en el escenario como colofón de una función de altísimo nivel, digna de ser representada en cualquiera de los mejores coliseos del “universo entero”.

La troupé de ABTF en hermosas poses,
 ya para los saludos finales de Arlequinada.
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Toda la troupé de ABTF en los 
saludos finales de Arlequinada.
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Muchas felicidades, Maestro Vladimir Issaev, por esta exquisita fiesta del buen gusto, el profesionalismo y el rigor, así como por su visión de presentar ballets poco conocidos a nuestro público del sur de la Florida.


Baltasar Santiago Martín
Hialeah, 10 de mayo de 2025.
Día de las Madres.

Fotos: Patricia Laine (cortesía de Arts Ballet Theatre of Florida)


Thursday, May 8, 2025

El (hoy) Papa visitó Chambas, Ciego de Avila, en el año 2008

El (hoy) Papa visitó Chambas, Ciego de Avila, en el año 2008. En ese entonces era el Prior General de la Orden San Agustín.


En casa de Dalia y Celita cenando, en una visita a nuestra Parroquia y pueblo. ((Información y fotos tomadas del Facebook de Frank Fonts)

Wednesday, May 7, 2025

Una "Yerma" marchita sobre el escenario. (por Wilfredo A. Ramos)


“...y cuando paso por lo oscuro del cobertizo mis pasos me suenan a pasos de hombre.” (Yerma, acto II, cuadro II).



El pasado mes de abril, la compañía teatral Havanafama, bajo la dirección de Juan Roca, subió a las tablas de Artefactus Teatro la obra “Marchita”, una versión, bajo la firma de Erom Jimmy, de la conocida obra de Federico García Lorca, “Yerma”. Con esta propuesta suman cuatro los títulos del autor granadino -”El Público”, “La casa de Bernarda Alba” y “Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín”- que dicha agrupación incorpora a su repertorio.

Federico García Lorca (1898-1936), es sin duda alguna una de las figuras más destacadas de la literatura española del siglo XX, integrando un grupo muy variado e importante de escritores dentro de la llamada Generación del 27. Su obra incluye prosa, poesía y teatro, siendo esta última por la que ha sido más conocido y aclamado mundialmente. Desde su primera obra teatral “El maleficio de la mariposa”, escrita en 1920, hasta su última e inacabada pieza “Comedia sin título”, de 1936, su dramaturgia cargada de simbología, transcurre a través de un marcado ambiente poético, el cual no obstante se mueve entre sugerentes espacios míticos y un posible realismo trascendental, donde el autor indaga sobre puntuales problemas existenciales que con su atenta mirada extrae de su propio entorno.

Dentro de la obra dramática lorquiana, los estudiosos han centrado su mirada en tres de ellas – Bodas de sangre, La casa de Bernarda Alba y Yerma- para agruparlas en lo que han llamado ‘trilogía de la tierra’, ya que las mismas comparten el ambiente rural andaluz, sumergiéndose en temas tales como la represión, la pasión, la frustración y la muerte, teniendo a la mujer como protagonista indiscutible.


“Yerma”, denominada como ‘poema dramático’ por su autor, obra que nos convoca, fue estrenada el 29 de diciembre de 1934, en el escenario del Teatro Español de Madrid, corriendo a cargo de la agrupación teatral La Barraca creada por el propio Federio G. Lorca y teniendo como protagonista a Margarita Xirgu, la más célebre actriz de la época -con la cual ya había trabajado en “Mariana Pineda” y quien sería la encargada de dirigir y actuar en el estreno mundial, en la ciudad de Buenos Aires, de “La casa de Bernarda Alba”- acompañada de Enrique Diosdado, Ricardo Merino, Pilar Muñoz, Carmen Collado, Pedro López Lagar y Eloísa Vigo, estando todos bajo la dirección de Cipriano Rivas Cherif.

Precisamente sobre la última de estas tres obras, es que Erom Jimmy se inspira, para en el año 2007 llevar a cabo una versión de la misma que bajo el nombre de “Me dicen Yerma” -título bien pensado para dicho trabajo- realizara con estudiantes del aula de teatro del Departamento de Filosofía y Letras de la Universidad de Granada, de donde era profesor en esos momentos, trabajo que le llevara todo un año para profundizar en el conocimiento de la obra de Lorca,

Interesado siempre en introducir en las obras de los autores a llevar a escena, nuevos conceptos, ideas y discursos con los que aumentar la trascendencia de dichos textos dramáticos, este director se sumerge en la tragedia de la mujer ante su supuesta imposibilidad de engendrar hijos buscando otras posibles explicaciones, mediante las cuales llegar a nuevos conflictos, los que por su significado otorgarán a la obra un violento giro dramático. Es por ello que en esta inmersión dramatúrgica dentro del original texto lorquiano, Erom acuda a la introducción de un conflicto que revolucionará la esencia original del texto, plantando la teoría de una posible falta de interés carnal por parte de la pareja motor de la historia, debido a una supuesta homosexualidad de ambos.


Así, en esta versión se plantea cierta atracción homoerótica entre la pareja formada por Juan-Víctor, esposo de Yerma el primero, amigo y posible verdadero amor de la mujer el segundo, por un lado, mientras que por el otro se nos ofrece un posible descubrimiento de su condición lésbica por parte de Yerma ante los requerimiento de su amiga María. Como podremos observar, con este nuevo conflicto se dinamitará el original sentido de la tragedia concebida por García Lorca, llevando la obra hacia nuevos derroteros, que al mismo tiempo crean una obvia contradicción, desde nuestro modo de ver, que al parecer no fuera advertida al llevar a cabo la revisión del argumento, consistente ella en lo poco lógico que resulta el que una mujer que no siente atracción por los hombres sufra ante la no concepción de hijos, en una relación que se encuentra marcada por las apariencias sociales y que carece de contacto y deseo físico por parte de ambos miembros de la supuesta pareja.

Contradicciones como la señalada es posible encontrarlas cuando nos permitimos trabajar sobre la obra establecida de un dramaturgo, cambiando, introduciendo o superponiendo tramas, acciones y conflictos que no aparecen en la idea del texto original, lo que nos puede llevar a caer en errores conceptuales en el discurso recién incluido. Los peligros en realizar estas ‘versiones’, puede hacer naufragar más o menos el propósito de su realización, quedando siempre pendiente en el aire la pregunta con respecto a la validez artística de las mismas.

No obstante, la aceptación o no de este tipo de trabajo dramático que podamos hacer, debemos reconocer que su hacedor contó con la valentía de llevarlo a cabo, teniendo en cuenta que con el mismo, estaría enfrentándose a la opinión de un público para el cual Federico G. Lorca no es sólo su más importante figura literaria y dramática, sino que también es considerado una de sus más desgarradoras víctimas de la Guerra Civil Española, por lo que dicha audacia estuvo signada por el coraje creador de este teatrista. No obstante su trabajo escénico -el cual como dijimos al principio fuera realizado con actores no profesionales sino estudiantes universitarios- recibió una calurosa acogida tanto por parte del público, catedráticos, críticos y especialistas.

Para este trabajo revisado de “Yerma”, Erom Jimmy acude además a otros textos del autor granadino tales como el “Romancero Gitano” y “Bodas de Sangre” -su más poético texto dramático- sino también “Así que pasen cinco años”, una de sus menos conocidas obras teatrales que muy raramente es llevada a escena, extrayendo de todos ellos elementos que enriquecieran no sólo el discurso narrativo de la audaz nueva propuesta escénica, sino reforzando el ambiente granadino tan importante en la obra de Lorca, mediante las diversas y hermosas imágenes poéticas que abundan dentro de la obra de dicho autor.

Con respecto al interés por parte de Juan Roca en subir a escena esta versión teatral de “Yerma”, el mismo surge a partir de la lectura dramatizada llevada a cabo por un grupo de actores, dirigida por el propio Erom Jimmy, que fuera realizada hace algún tiempo atrás durante una de las ediciones del Festival Latinoamericano del Monólogo, evento teatral del que el propio Roca es director.

Este a su vez efectúa nuevos ajustes en el texto, por lo que podríamos decir que estamos en presencia de ‘una versión de otra versión’ de la original obra lorquiana. Ello se aprecia por ejemplo -el más notable de los cambios introducidos- en el momento de la muerte de Juan, donde Erom pone ésta en manos de Víctor, debido al despecho provocado ante la negativa de aquel otro a escapar juntos para así poder vivir su relación amorosa, mientras que Roca regresa su muerte a Yerma -como en el original- haciendo que la mujer estrangule con sus propias manos a su marido, en una absurda e inconsistente pelea cuerpo a cuerpo, borrando con ello la utilización que Erom hace de este trágico evento como evocación de la pelea a muerte en duelo de puñales, entre el Novio y Leonardo en la obra “Bodas de sangre”, logrando que interactúen ambos textos dramáticos.

De igual manera, otro aspecto que desconcierta en este montaje, es la ausencia casi total de alusión a la cultura española y a la simbología presente en la obra lorquiana y que la propia versión de donde parte marca con vitalidad en todo momento, aspecto que se ve reforzado por la utilización de una banda musical insípida, sin carácter, que no aporta en lo absoluto a la creación de una atmósfera adecuada. La incorporación de un incoherente número danzario a cargo de los actores -con que abre la obra- el cual no define su origen ni por la música utilizada ni por el movimiento de sus pasos, aunque la dirección del espectáculo se esfuerce en definirla como perteneciente al folclor afrocubano, crea un extrañamiento difícil de asimilar. Una incomprensible concepción del vestuario, en algunos casos inapropiado -sayas para los personajes masculinos- fuera de talla en el caso de la protagonista y con materiales ostensiblemente burdos, unido a un inexplicable concepto de maquillaje, donde los personajes parecen pertenecer a tribus aborígenes amazónicas o de selvas africanas, unido a ciertas caracterizaciones, como en el caso de Juan, quien evocaba más a un pirata de filmes de Disney que a un trabajador de los campos granadinos, hacen que el ambiente lorquiano brille por su ausencia del escenario. Si todo lo anterior además queda enmarcado dentro de un pobre y chapucero concepto escenográfico, carente de belleza y originalidad, desbordado de continuas e innecesarias y excesivas humaredas, el resultado visual de la puesta deja mucho que desear.


Con respecto al desempeño de los intérpretes, en general no muestra un concreto y serio trabajo de dirección con los mismos, la sobreactuación entre unos, la no actuación en otros, así como la diferencia de conceptos al pretender asumir un estilo de interpretación por parte de cada uno de los integrantes del elenco, deja al descubierto evidentes fallas en dicho rubro. Dando una mirada sobre el desempeño individual de cada uno de los actores, nos vemos precisados a señalar, en el caso de Diana Restrepo y Adelaida Rivero -en sus variados personajes- que ambas dejaron en evidencia su absoluto desconocimiento de lo que significa actuar, sus presencias en el escenario son la muestra que a ese templo sagrado no todos están en capacidad de subir. El caso con Verónica Cancio De Grandy, en el rol de María, deja ver igualmente, que cuando no se posee la necesaria preparación teatral, es imposible salir a escena a improvisar sin tener en cuenta al menos la concepción y estilo que el director trazó en su puesta. Por otra parte, sus ocasionales pronunciaciones “castizas” nada tenían que ver con su propia forma de hablar a través de casi todos sus parlamentos.


En el caso de Rafael Farello, como Víctor y Rei Prado en Juan, ambos derrocharon imágenes fraudulentas con respecto a sus respectivos personajes. El primero además, frío, inexpresivo y declamado, mientras que el segundo alzando la voz -gritando- en todo momento, para con ese falaz mecanismo procurar una imagen de hombre fuerte, dejando fuera de la concepción del personaje otros rasgos que dieran credibilidad y humanismo al mismo. Por último, la Yerma en manos de Dairín Valdes, dejó a las claras fuertes grietas en la construcción de su trabajo. Excesos expresivos, engarrotamiento corporal constante, no saber qué hacer con las manos, mal manejo en los niveles de intensidad de las emociones y sentimientos, sumado a una desafortunada imagen física producto de un inapropiado vestuario, dejó su desempeño muy por debajo de lo que a esta actriz se le ha visto hacer en otras oportunidades.

Lo observado en esta propuesta versionada de “Yerma”, deja una amarga sensación de tristeza con respecto al teatro de Federico G. Lorca, en nuestra ciudad, el cual no ha podido lograr hasta el momento el brillo y respeto que el mismo merece. Lamentablemente la obra dramática de este autor, la cual ha sido tan traída y llevada por escenarios de todo el mundo, soportando variadas e insospechadas adaptaciones, versiones, intervenciones dramáticas, ha vuelto a no encontrar su ajuste en nuestras tablas, sin duda alguna Yerma se ha marchitado en nuestra ciudad.



Wilfredo A. Ramos.
Miami, mayo 4, 2025.

Fotos: Alfredo de Armas/Arturo Arocha.

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