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Wednesday, April 17, 2024

"Burdel El Ojo Azul", un regalo visual y un close-up de El Ingenio Teatro al mundo de “las mujeres públicas”. (por Baltasar Santiago Martín)

Diseño/Susana Miguel
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Hablar sobre la prostitución es siempre un tema muy delicado, incluso con tu propia familia –y hasta con el círculo más íntimo de tu pareja y amigos más cercanos–, porque las opiniones siempre van a estar sesgadas por prejuicios y “lugares comunes”, así como por el temor a decir algo que no sea bien recibido por alguien o por varios de tus interlocutores, que pueden llegar incluso a ripostarte y a descalificarte por tus opiniones nada “convencionales”.

Yo, por ejemplo, defiendo que la prostitución debe ser legalizada aquí en los Estados Unidos, como lo es en México, España, Holanda y el resto de la Comunidad Europea, y que poder contratar los servicios de una prostituta o de un prostituto –¡porque no son solo ellas las que venden sus servicios sexuales, que conste, sino también nosotros los hombres!– debe ser un derecho legal, por no decir “humano”, de igual modo que ejercer la prostitución, pero sin proxeneta, obligación, secuestro ni amenazas por medio.

Y, para que no se me quede nada sin teclear en mi laptop, me parecen mucho más sinceras y sinceros quienes la ejercen a cara descubierta, sea en un burdel o en las redes, que quienes se casan por interés y se venden por “un buen partido”, como se decía antiguamente.

Si el tema en privado es escabroso, qué decir cuando se lleva al teatro, y nada menos que en medio de un prestigioso festival como Casandra, dedicado precisamente a la mujer, con una obra que se desarrolla en un burdel, ese templo pagano con mujeres nada vírgenes dedicadas al culto del placer sexual y del desahogo por dinero, pero que no dejan de ser seres que sienten y padecen, que aman y que sufren, como las más puras –si es que las hay (recuerden que, como reza el dogma católico –que, gracias a Dios, yo no comparto ni sigo– se peca también de pensamiento).

Doble mérito tiene entonces esta puesta de El burdel El Ojo Azul, de El Ingenio Teatro, que dirigida por Lilliam Vega, la también actriz y cabeza de esa esforzada troupé, se ha atrevido a mostrar una ventana a esa tan denostada parcela de la vida real, que es un burdel imaginario en proceso de un doloroso cierre.

Armada de un poderoso texto de la maestra Raquel Carrió –Premio Nacional de Teatro 2024, muy merecido, en esa Cuba nuestra donde la prostitución sui generis y rampante de hombres y mujeres es una triste forma de sobrevivir para muchos de ellos, por los míseros sueldos y la también “rampante” escasez de todo (en La Habana, la Rampa y el Malecón enfrente han devenido en un burdel gigante al aire libre)–, Lilliam ha logrado recrear (crear, para ser más exactos) la atmósfera opresiva y sin esperanza de ese burdel a punto de desaparecer, donde tres prostitutas interactúan entre sí y con dos de sus más prominentes clientes, para revivir cada una su drama personal y el drama colectivo que significó la muerte de la joven Angelina.

Por supuesto que no hubiera sido suficiente solo la magistral dirección de Lilliam, la coreografía de Rubén Romeu ni la música original de Jorge Morejón y Héctor Agüero –con esa Ivanesa Cabrera como Verónica Laferté “que cada vez canta mejor que nunca” – para el éxito de la puesta, sin las cinco actrices y los dos actores que se apoderaron de sus personajes para “vivirlos” con absoluta intensidad.

Ivanesa Cabrera como Verónica Laferté.
Foto/Manuel Valladares. 
MVS Photography 13.
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Kirenia Vega, Susana Pérez 
y Rachel Cruz.
Foto/Amelia Sierra
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Kirenia Vega, Susana Pérez,
 Ivanesa Cabrera y Rachel Cruz.
Foto/Amelia Sierra
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La multifacética Susana Pérez, como la, además, matrona del burdel; y Rachel Cruz y Kirenia Vega, como las más jóvenes prostitutas bajo sus órdenes, lucieron su provocativo y atractivo vestuario como si fuera una segunda piel con que cubrir su desnudez en venta, para reivindicar con total lucidez y credibilidad ese oximorón que es la frágil dureza de su profesión –“la más antigua del mundo” –, mientras que Jorge Luis González “fue”, sin dudas, el arquetípico macho que comparten –y las comparte a todas–, al que la matrona llega a amar como ilusión y consuelo; y el juvenil José Raúl Acosta encarnó a ese cliente que, más que de sexo, va en busca del afecto y la compañía que no encuentra por fuera, y que parece que halló hasta cierto punto en Angelina, a cargo de la actriz Dianel Conde, en fugaz aparición y posterior e intrigante desaparición a manos de…

Dianel Conde como Angelina.
Foto/Manuel Valladares. 
MVS Photography 13.
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No debo concluir esta reseña de la función del domingo 17 de marzo de 2024 a la que asistí, sin volver a alabar la música original de Jorge Morejón y Héctor Agüero –interpretada en vivo por ellos mismos junto a María Teresa García–, la coreografía de Rubén Romeu y la producción general de Loipa Alonso, así como la escenografía y el vestuario de… El Ingenio Teatro (ella nunca se da crédito).


Baltasar Santiago Martín
Hialeah, 15 de abril de 2024

Fotos/Amelia Sierra y Manuel Valladares. Cortesía de El Ingenio Teatro.

Thursday, February 29, 2024

(Miami) Invitan a homenaje a Juana Bacallao


Invitación para el Homenaje In Memoriam a la show woman Neris Amelia Martínez Salazar –la inolvidable Juana Bacallao.


El Centro Cultural Hispano para las Artes de Miami, dirigido por el maestro Eriberto Jiménez; la Fundación APOGEO y su revista CARITATE, de conjunto con la Asociación de Cronistas de Espectáculos de Miami (ACEM) y Miami Latino Magazine, presidida por Paulina Fátima Aly, tienen el gusto de invitarle al Homenaje In Memoriam a la show woman Neris Amelia Martínez Salazar –la inolvidable Juana Bacallao–, recién fallecida en La Habana, con un panel integrado por Armando López, Armando Nubiola, Baltasar Santiago Martín y Lázaro Caballero Aranzola, autor del libro Juana la Cubana, evento abierto a todos los que quieran participar y contar sus vivencias con ella.


Miércoles 6 de marzo de 2024, a las 8:00 p.m.

Centro Cultural Hispano para las Artes de Miami
111 SW 5th Ave. Miami, FL. 33130.




Números telefónicos para mayor información:

786 390 5855 (APOGEO)

561 310 5925 (HCCAM)

Parqueo gratis disponible

Tuesday, February 20, 2024

Mozart “remozado” por la Maestra Marlene Urbay con la Florida Chamber Orchestra. (por Baltasar Santiago Martín)


El domingo 11 de febrero de 2024 no fue la primera vez que he asistido a una de las excelentes y prestigiosas presentaciones de la Florida Chamber Orchestra en el Miami Dade County Auditorium, pero sí la primera vez que le dedico una reseña, lo que no quiere decir que las anteriores no hayan sido del más alto nivel artístico, al igual que esta, sino que mi fuerte es el ballet y la ópera, a los que llevo ya más de 30 años apoyando, tanto en Cuba como en México y, desde 2000, en los Estados Unidos, pero considero muy justo y necesario que se reconozcan también por escrito los extraodinarios méritos de los conciertos de música clásica, que desde 1995 hasta la fecha ha ofrecido su esforzada, elegante y exquisita directora, al frente de estos músicos de primera línea, en una ciudad percibida injustamente en el mundo solo como “reguetonera” y de poca cultura.

Para comenzar, el título Mozart Extravaganza, escogido para el concierto, tanto para su promoción como para el programa de mano correspondiente, fue reinvidicado totalmente por el programa escogido, ya que extravaganza tiene en inglés un significado diferente al de “extravagancia”, su false cognate word en español: “una elaborada y espectacular producción con diferentes formatos”, en este caso: orquesta sola, arias de ópera, piano solo, quinteto y concierto para piano y orquesta, para dar una muestra de los diferentes géneros que abordó Mozart.

Y efectivamente, Mozart Extravaganza no tuvo nada de “extravagante”, sino todo lo contrario, por el buen gusto y la muy cuidada dirección y ejecución de las piezas seleccionadas por parte de la Maestra Marlene (“Maestra”, porque lo es, y en grado superlativo) y “su” Orquesta de Cámara de la Florida / Florida Chamber Orchestra, con la participación de la renombrada soprano Eglise Gutiérrez y los reconocidos pianistas Leo de María y Leonel Morales.

El concierto comenzó con la gustada Overtura de la ópera La flauta mágica, estrenada el 30 de septiembre de 1791 en Viena, que fue interpretada por la orquesta con gran empaste y afinación, así como con toda la brillantez y la energía que la misma demanda.

A continuación –como sucedería a todo lo largo del concierto–, la Maestra Marlene intercaló interesantes datos sobre la vida y la obra de Mozart, tanto en inglés como en español.

Mozart c. 1780, detalle del retrato 
de Johann Nepomuk della Croce.
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Wolfgang Amadeus Mozart (27 de enero de 1756—5 de diciembre de 1791) mostró un talento musical prodigioso desde su niñez, tanto para el piano como para el violín, pero sobre todo como compositor, con más de 600 obras en su haber, muchas de ellas reconocidas como paradigmas de la música sinfónica, concertante, de cámara, operística y coral. Se encuentra entre los compositores clásicos más populares e influyentes del universo musical occidental.

Durante sus últimos años en Viena, compuso muchas de sus sinfonías, conciertos y óperas más conocidos, y porciones del Réquiem, que en gran parte dejó inconcluso en el momento de su temprana muerte, en 1791.
Después de este escueto resumen mío editado de Internet (Wikipedia) sobre la vida y obra de Mozart (Marlene dio muchos detalles más, incluso sobre la vida amorosa del compositor, muy interesantes), retomo el hilo de mi reseña para celebrar la intervención de la diva Eglise Gutiérrez, quien cantó de modo exquisito dos arias: Ach, ich ful’s, también de La flauta mágica –por cierto, la última gran obra terminada del genial compositor– y Dove sono I bei momenti de Las bodas de Fígaro, ópera también estrenada en Viena el 1ro de mayo de 1786.

La soprano Eglise Gutiérrez
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A continuación, el joven pianista español Leo de María –ganador del Primer lugar del Concurso Internacional de Piano UNISA, celebrado recientemente en Sudáfrica– tocó el Concierto para piano No. 12 en A mayor KV 414 de modo tan brillante, que regresó al piano para ofrecer como encore una interpretación no mozartiana en agradecimiento a los cálidos aplausos recibidos, que inició con Para Elisa, de Beethoven y derivó hacia una demostración libre de sus habilidades pianísticas.

El pianista Leo de María
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Tras un adecuado intermedio, el programa continuó con la Sonata in A minor KV 330 –Allegro moderato, Alegro cantabile y Allegretto–, interpretada con todas sus luces por el reconocido pianista cubano, residente en Madrid, Leonel Morales, quien fue premiado también por el público asistente con agradecidos aplausos, para dar paso luego al gustado y “popular” primer movimiento de la Serenade No. 13 Eine Kleine Nachtmusik, ya no por la orquesta completa –por haber sido escrita por Mozart para un cuarteto de cuerdas–, sino por un quinteto conformado por Orlando Forte, Svieta Forte, José A. Guibert, Germán Marcano y Hernán Matute, todos miembros de la orquesta.

El pianista Leonel Morales
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El concierto cerró con el Concierto para piano N.20 in D minor KV 466 –Allegro, Romance y Allegro–, tocado magistralmente por Leonel Morales, quien, ante la ovación del público, regresó al piano, para ofrecer como encore Adiós a Cuba y otras piezas de Ignacio Cervantes.

El pianista Leo de María, 
la soprano Eglise Gutiérrez, 
la Maestra Marlene Urbay
 y el pianista Leonel Morales.
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Como bien dijera la Maestra Malene Urbay al inicio, a pesar de que esa misma tarde se estaba celebrando el Super Bowl, este hermoso homenaje a Mozart contó con la presencia de numeroso público, muestra elocuente de que tanto ella como la Orquesta de Cámara de Miami bajo su sabia y experta batuta se han ganado la atención y el apoyo de los miamenses amantes de la música clásica y de concierto.




Baltasar Santiago Martín 
Director de la Fundación APOGEO para el arte público y Presidente de la Asociación de Cronistas de Espectáculos de Miami (ACEM)
Hialeah, 18 de febrero de 2024.

Fotos: Cortesía de amigos de la Florida Chamber Orchestra.

Saturday, February 17, 2024

"Giselle" honrada de nuevo en Miami (por Baltasar Santiago Martín)


El viernes 9 y el sábado 10 de febrero de 2024, el Ballet Clásico Cubano de Miami, dirigido por el maestro Eriberto Jiménez, en colaboración con Youth Ballet Company de Panamá y el Sanctuary of the Arts Coreographic Ensemble, ofreció en el escenario del Miami Dade County Auditorium su puesta completa del ballet Giselle, cuyo segundo acto se había ya presentado solo en ese mismo teatro el sábado 18 de junio de 2016, sin obviar por supuesto las dos inolvidables funciones del ballet completo en 2007, estelarizadas, respectivamente, por las primeras bailarinas cubanas Alihaydée Carreño y Lorena Feijóo.

En Giselle, el ballet romántico por excelencia, el drama transcurre en Europa Central, en el Medioevo. La protagonista es una joven campesina que corresponde al amor de Lois, a quien ella cree un aldeano, pero que en realidad es Albrecht, Duque de Silesia. Hilarión, el guardabosque, quien también la pretende sin ser correspondido, descubre la impostura del duque, y se la revela a Giselle ante Bathilde, la prometida de Albrecht, que se encuentra de visita en la aldea junto a su corte. Giselle, ante la traición de su amado, enloquece y muere.

En el segundo acto, Hilarión visita la tumba de Giselle en el bosque, donde pasada la medianoche las wilis (espectros de doncellas que murieron vírgenes) persiguen a todo hombre que se aventure en sus dominios, y las wilis lo atrapan y lo hacen bailar hasta morir. Giselle hace su iniciación ante Mirtha, su reina, y luego se aparece ante Albrecht, que al igual que Hilarión se ha aventurado en el bosque para visitar su tumba. Giselle intercede sin éxito ante una implacable Mirtha, pero logra alargar el extenuante baile de su amado hasta el amanecer, en que las wilis desaparecen, y consigue así salvarlo, tras lo cual regresa a su tumba ante la desesperación de un arrepentido Albrecht.

Aunque asistí a las dos funciones, en esta reseña me limitaré a comentar solo la del sábado 10 de febrero, que a mi juicio fue la más lograda, sobre todo por la protagonista.

En el primer acto de esta puesta, Eriberto ha incorporado, de la versión del Royal Ballet, una temprana aparición de Bertha cuando recibe las piezas cazadas por Hilarión, lo cual brindó a la primera bailarina forever Alihaydée Carreño una muy bien aprovechada oportunidad para mostrar sus dotes de actriz, tal y como lo hizo durante todo el primer acto –sobre todo en su sobrecogedora y orgánica reacción ante Albretch cuando Giselle muere–; y a Israel Kaique da Silva, para “humanizar” a su guardabosques, injustamente percibido como “el malo” de la obra, cuando en realidad lo es Albretch.

Alihaydée Carreño como Bertha
 en el primer acto. 
 Foto: Guillermo Menéndez.
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Otro aspecto muy positivo del primer acto fue el bello vestuario del cuerpo de baile como los campesinos amigos y amigas de Giselle, que se lucieron en todos sus bailables, con gran sincronización, musicalidad y fluidez, en contraste con la pueril escenografía, tanto de las dos casitas como el telón de fondo que no evocaba ningún castillo.

Yendo por orden, toca destacar el brillante debut de Jorge Oscar Sánchez en el rol de Albretch, así como la formidable actuación de Gretel Batista como Giselle, tanto por su dominio técnico como por su cuidada interpretación del personaje, que de la inocencia y el candor de joven enamorada transitó convincentemente a la desesperación ante la traición de Albrecht, locura incluida, la cual fue “sentida” por sus “amigos de la aldea”, atentos a cada gesto suyo de dolor, ya no solo como bailarines que actúan, aunque Gretel no debió abrazarse a Hilarión en el transcurso de su desvarío al interponerse este en su camino, al punto de que fue él quien la tuvo que dirigír hacia Bertha.

Gretel Batista como Giselle 
en el primer acto. 
Foto: Guillermo Menéndez.
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Gretel Batista como Giselle en la escena
 de la locura del final del primer acto. 
Foto: Guillermo Menéndez.
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A su vez, al inicio del primer acto, Jorge Oscar no debió tomar del piso la misma margarita que ha deshojado Giselle, sino buscar una nueva de la jardinera de la casa, para recontar los pétalos a su favor, ni alzar a Giselle al final de su locura antes de que caiga muerta al piso.

La muerte de Giselle. 
Al frente: Alihaydée Carreño como Bertha;
 Gretel Batista como Giselle; 
Jorge Oscar Sánchez como Albrecht
 e Israel Kaique da Silva como Hilarión. 
Foto: Eduardo Ruiz.
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Quiero destacar que la secuencia dramática de la versión del Royal Ballet, en la que los campesinos bailan para Giselle, su madre y otros aldeanos, y no para la corte como es lo lógico, no fue seguida por Eriberto, que acertadamente sustituyó el pas de peasant, tradicional en casi todas las versiones (excepto la cubana, con diez amigos de Giselle: seis mujeres y cuatro hombres), por un pas de trois ofrecido a la corte, interpretado de modo admirable por Natalie Álvarez, Eleni Gialas y Wilhelm Josué Gómez, que lejos de interrumpir la secuencia dramática, enriquecieron la representación con su virtuosismo y bravura.

Y hablando de la corte, tanto las damas como los caballeros nobles –todos con suntuosos trajes acreditados junto con la escenografía a Youth Ballet Company de Panamá, al Miami Dade College North Campus (Alejandro Galindo) y a Luis Celeiro, Giogio Michel Milián y Olga Yero– actuaron sus aristocráticos personajes con gran elegancia y dignidad, especialmente Diana Figueroa como Bathilde.

(En este punto, se debió separar el crédito del vestuario del de la escenografía, por el desnivel ya señalado entre ambos).

Diana Figueroa como Bathilde 
y Gretel Batista como Giselle en el primer acto.
 Foto: Guillermo Menéndez.
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Antes de pasar a comentar el segundo acto, quiero hacer una observación muy personal sobre la orquestación escogida para la partitura, ya que se utilizó una diferente a la que utiliza el Ballet Nacional de Cuba para su paradigmática y mundialmente celebrada versión de Giselle por Alicia Alonso, sobre la original de Jules Perrot y Jean Coralli al igual que la de Eriberto.

No creo que la orquestación tenga derechos de autor e invito a los que me lean a comparar esta empleada por Eriberto con la usada por el BNC, sobre todo para la llegada de Albretch a la tumba de Giselle en el bosque, donde la diferencia es ostensible y a favor de la segunda.

Segundo acto

Antes de pasar a glosar las interpretaciones de los personajes principales, quiero elogiar el efecto de la niebla y la escenografía empleada para el bosque, tanto el hermoso telón de fondo como los “árboles” situados como “patas” del escenario.

Tumba de Giselle y telón de fondo
 para el bosque del segundo acto. 
 Foto: Karime Arabia.
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Mayrel Martínez, como Mirtha, la dura, altiva e implacable Reina de las Wilis, logró un dominio absoluto del personaje, tanto técnica como interpretativamente, con impresionantes grand jetés y elegantes balances, arropada por el admirable trabajo de las wilis del cuerpo de baile, sin el cual la función no hubiera sido lo memorable que fue, al igual que las dos wilis que la secundaron, a cargo de Eleni Gialas como Moina y Natalie Álvarez como Zulma, quienes ya habían brillado en el pas de trois del primer acto y en este segundo acto subieron todavía más la parada, con arabesques y jetés de consagradas, y Natalie con unos renversés a lo Aurora Bosch, la Mirtha paradigmática.



Natalie Álvarez como Zulma. 
Foto: Simon Soong.
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Las willis del segundo acto. 
Foto: Eduardo Ruiz.
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Israel Kaique da Silva resultó ser un convincente y suplicante Hilarión, además de un excelente ejecutante de su coreografía, mucho más demandante que en otras versiones, incluso la del BNC.

Gretel Batista, en la segunda Giselle de su ascendente carrera, al salir de la tumba giró rauda en planta sin perder elegancia, pero no concluyó en punta como hubiera sido más impactante.

En el inicio del Grand Pas, giró lentamente en planta sin titubeos y concluyó con el arabesque correspondiente, pero no a 180 grados, mientras que los entrechats de su variación fueron inobjetables, así como su diagonal de piqués con pirouettes y el esperado balance antes de salir de escena.

Jorge Oscar Sánchez volvió a sobresalir como Albretch, tanto como eficaz partenaire de Gretel como en sus variaciones, aunque en esta versión se sustituyeron los entrechats six que justifican el agotamiento de Albretch, por una diagonal de pasos menos demandantes ante Mirtha.

Antes de la entrada a la tumba, sobró esa cargada horizontal balanceante de Giselle por parte de Albrecht, en vez del efecto del “cruzamiento” de ambos sin tocarse que se justifica por la inmaterialidad de Giselle.

Para mejorar el efecto de su desaparición, se podía haber pegado más la tumba al árbol adyacente (se vio claramente como Gretel se “escabullía” por el lateral), pero nada de ello empaña el gran triunfo que representa montar este ballet tan romántico y bello en Miami, gracias al enorme esfuerzo de Eriberto Jiménez, así como de todos los talentosos bailarines y personal técnico involucrados en hacer realidad este sueño.


Baltasar Santiago Martín
Hialeah, 14 de febrero de 2024

Monday, January 1, 2024

"Maestro," un film incompleto (por Baltasar Santiago Martín)


He visto Maestro, y el guion se ha quedado por debajo de mis expectativas, no así la actuación de Bradley Cooper, que considero digna de un Oscar 2024 (no he visto aún Napoleón ni Oppenheimer). Falta, a mi juicio, el haber destacado la obra de Bernstein por sobre su vida privada.

El hombre que compuso la música para seis musicales de Broadway y dirigió la orquesta del Teatro Alla Scala de Milán, nada menos que para la antológica Medea, de Cherubini, por Maria Callas, en 1953 –sin haber dirigido nunca antes una ópera (fue la propia Maria la que lo propuso para ello)–, además de para La Sonnambula, de Bellini, en 1955, también con Callas, merecía un film que no rompiera el equilibrio que sí logró en su vida entre "Vivir y crear", como reza El Kybalión de Hermes Trimegisto. Bernstein vivió y creó, y esto último con creces.

Leonard Bernstein, como director de orquesta
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El film insiste demasiado en su bisexualidad, en su intensa vida erótica con hombres (que no "amorosa") y en su complicada relación de amor con Felicia Montealegre, por lo que no hace justicia a su legado como febril creador y su pasión por llevar la musica clásica a los jovenes, lo que se menciona solo de pasada.

He aprendido más sobre su obra como director de orquesta y compositor gracias a Google que viendo Maestro, lo que es la principal debilidad del film.

Menos mal que el Bradley director y guionista no incluyó una escena del Bradley actor teniendo sexo con un hombre y mostrando las nalgas, como es la tendencia actual en las series de Netflix, sobre todo las de la Madre Patria, en las que hemos visto hasta las de Juan Carlos cuando era monarca y amante de Bárbara Rey.

A mí me hubiera gustado más enterarme de su amistad con Maria Callas, a raíz de esa Medea de 1953, gracias al film que por Google, y esa escena de la disco bailando con su joven discípulo "orquestal" de modo explícitamente erótico me pareció de un mal gusto exquisito, máxime cuando en el film acaba de morir su Felicia víctima del cáncer.

No objeto el Oscar para Cooper como actor ni para Carey Mulligan como la actriz que se "apoderó" de Felicia Montealegre, pero sí para el guionista y director, sobre todo guionista.

El sexo es como la sal en la comida, que le da sabor pero que en exceso la echa a perder, y Bradley, en su Maestro, hace énfasis en "la sal" y no en lo variado del menú que indudablemente ofreció –y nos sigue ofreciendo– el inmenso Bernstein en su "restaurante" musical.

Hialeah, 29 de diciembre de 2023


Bradley Cooper como 
Leonard Bernstein joven
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Bradley Cooper como 
Leonard Bernstein mayor
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Carey Mulligan como 
Felicia Montealegre
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Maria Callas, en Medea
con Leonard Bernstein, Milán (1953)
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Maria Callas con Leonard Bernstein 
años después (¿en París, 1975?).

Saturday, December 30, 2023

El gato con botas, una ‘ingeniosa’ comedia musical “estilo Broadway” en… ¡Hialeah! (por Baltasar Santiago Martín)


El sábado 22 de agosto de 2023 asistí al Teatro Goodlet, de la ciudad de Hialeah, para disfrutar de la puesta en escena de la obra El gato con botas, una muy bien lograda adaptación y versión musicalizada del cuento homónimo, incluido por Charles Perrault en su libro Cuentos de antaño, publicado en 1697 a partir de un cuento popular europeo, y recogido a su vez por Giovanni Francesco Straparola –no vaya a ser que este nos “atrape” y nos acuse de no respetar sus derechos de autor medievales desde “el más allá”, porque, además de autor de esta reseña, tengo vínculos afectivos con El Ingenio Teatro y, por supuesto, con Lilliam Vega, su directora, quien también adaptó –junto a Raquel Carrió– y dirigió la obra –a dúo con su madre, Flora Lauten–; Ivanesa Cabrera como coach de actuación para los niños, y Loipa Alonso como productora.

Lilliam ha vencido el reto de actualizar y renovar –en este caso, “desempolvar”– un texto de 326 años de antigüedad para convertirlo en una deliciosa y dinámica comedia musical, en total complicidad con su equipo creativo, sus actores y actrices “de plantilla” y los estudiantes del Innovative Musical Theater Summer Camp 2023, sin desdorar –como se decía también antaño– los diseños de ese artistazo que es Armando Tejuca –sobre todo de las caras picassianas de los muñecones.

Los muñecones picassianos 
de Armando Tejuca
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Como ya he dicho en otras ocasiones, escoger a los actores –porque no puede ser tampoco “cualquier” actor– es primordial en cualquier obra de teatro pero, si la misma está dirigida a un público mayoritariamente infantil, entonces la selección se vuelve mucho más delicada, porque no todo actor es capaz de asumir un personaje protagónico –en este caso, un gato parlanchín y simpático– de la forma más “felina” posible, para no ser grotesco ni ridículo, y Luis Naleiro logró una caracterización tan creíble, como el gato marrullero y habilidoso que centraliza la puesta, que hizo que el tiempo volara y volviéramos a sentirnos niños grandes otra vez, gracias a su ductilidad, su vis cómica y, por supuesto, a la precisa y eficaz dirección del binomio Vega- Lauten, hija y madre “por la gracia de Dios –y de Pastor Vega.

Luis Naleiro como El Gato
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Al igual que en toda compañía de ballet, no basta que las primeras figuras sean de primera si el cuerpo de baile que las acompaña y secunda es desastroso, y este Gato de Naleiro estuvo arropado por un elenco de actores de primera, sin ningún altibajo, tanto el Hijo del Molinero, el Ogro, el Rey y la Princesa, como el Pulpo y la Gata, a cargo, respectivamente, de Hosny García, José Raúl Acosta, Mauricio Rentería, Kirenia Vega, Fanny Tachín y Ángela Moreno.

Hosny García como 
El Hijo del Molinero
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Estudiantes del Innovative 
Musical Theater Summer Camp 2023
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Luis Naleiro como El Gato 
y estudiantes del Innovative 
Musical Theater Summer Camp 2023
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Mauricio Rentería como El Rey, 
Hosny García como El Hijo del Molinero
 y Kirenia Vega como La Princesa
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Hosny García como El Hijo del Molinero
 y Kirenia Vega como La Princesa
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Una de las peores cosas que se pueden decir de una representación teatral es que sea aburrida y que los espectadores se pregunten “cuándo se va a terminar esto” – máxime cuando tienes a niños sentados en el auditorio–, pero, créanme, este Gato con botas de El Ingenio Teatro estuvo totalmente libre de ese pecado, y soy yo el que, en vez de ellos, lo “confiesa” gozosamente, “a quien pueda interesar”, deseando que, al recibo de esta elogiosa reseña, se encuentren todos bien, en unión de sus familiares y amigos, como se decía antaño, pero no tan lejano como en 1697.




Fotos: Baltasar Santiago Martín y El Ingenio Teatro

Baltasar Santiago Martín
Fundación APOGEO para el arte público
Asociación de Cronistas de Espectáculos de Miami (ACEM)

Wednesday, November 8, 2023

"Cavalleria Rusticana" y "Suor Angelica", por la Miami Lyric Opera. (por Baltasar Santiago Martín)


El domingo 5 de noviembre de 2023 asistí al Dennis Moss Cultural Arts Center, de la ciudad de South Miami, para ver una puesta doble de la Miami Lyric Opera, dirigida con encomiable talento y tesón por el Maestro Raffaele Cardone: Cavalleria Rusticana, de Pietro Mascagni, y Suor Angelica, de Giacomo Puccni, fresca aún en mi memoria la exitosa puesta de Lucia de Lammemour, el pasado mes de julio, con un elenco de lujo en ese mismo escenario, la cual reseñé muy elogiosamente.

Yo acostumbro a dar detalles históricos de las óperas a las que asisto cuando las reseño, pero en este caso voy a prescindir de ello, debido a la premura –casi urgencia– que me compulsa a escribir esta reseña, que mejor dicho, considero un necesario contraste de la que el señor Lawrence Budmen escribió y publicó en la página digital South Florida Classical Review, el 6 de noviembre de 2023, sobre las mencionadas puestas.

Voy a comenzar por Cavalleria Rusticana/ Caballerosidad rústica, con un elogio para los telones pintados de la escenografía, el adecuado vestuario de los protagonistas y el coro, así como para la acertada iluminación, a cargo respectivamente de Stivanello/ Sormani de Nueva York; Carmen Musteliers y Mercy Romeu; y Kristina Villaverde.

Ahora paso a comentar los aspectos menos afortunados de la puesta, como el pobre desempeño del coro, dirigido por Pablo Hernández, en el Himno de Pascua conocido como Regina Coeli, uno de los coros de ópera más bellos que existen, que no tuvo el impacto ni la fuerza que el mismo requiere, al punto de que no recibió grandes aplausos del público al finalizar, y también considero que el director Leo Waltz le pudo haber sacado más brillo a la exigua orquesta, porque en Suor Angelica Beverly Coulter la hizo sonar mejor.

Si bien la soprano Natalie Ávila actuó de modo muy convincente su Santuzza, su cuerda no es la más adecuada para este rol, pensado y escrito por Mascagni para una mezzosoprano o soprano dramática –y además, como ya es costumbre designar para este papel tan dramático–, que en el mencionado coro lo hubiera reforzado con una voz menos lírica, que, sin embargo, fue la adecuada para la Mimi de La Boheme, la Tosca de la ópera homónima y la Micaela de Carmen, roles donde brilló sin la menor objeción, tanto en lo vocal como en lo actoral.

La soprano Natalie Ávila como Santuzza
 en Cavalleria Rusticana.
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Antes de pasar a comentar el desempeño del tenor Alessio Borraggine, quiero dejar bien claro que Natalie estuvo muy decorosa como Santuzza, no así Alessio como Turiddu, cuya voz es cualquier cosa menos “robusta”, el adjetivo que le adjudicó el señor Budmen en su reseña, y para colmo, sus agudos fueron bastante desiguales, mientras que a su actuación le faltó el carácter que sí le imprimió Nelson Martínez a su Alfio, que en su aria Il cavallo scalpita (El caballo patea) ratificó una vez más su categoría como barítono de clase mundial.

El tenor Alessio Borraggine como Turiddu
 en Cavalleria Rusticana.
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Raquel Rubí “cumplió” como la casquivana e infiel Lola, aunque no vi a la Angela Didier de El Conde de Luxemburgo con Grateli, rol en que sí estuvo brillante y deliciosa, mientras que como Lola “palideció” y sé que pudo haberse lucido más.

Con la Mamma Lucia de Lauren Frick sí que no tengo punto de comparación como con Raquel, pero le aconsejo que estudie ese rol en lo que a interpretación se refiere, ya que en lo vocal se limitó también a “cumplir”, por lo menos en la cuerda adecuada a su papel, pero Mamma Lucia no es una mesera bonachona ni condescendiente; sino una madre sufrida que intuye la tragedia que se avecina, porque conoce bien a su hijo Turiddu y sabe o se imagina en lo que anda.

Antes de pasar a reseñar Suor Angelica, para hacerle la merecida justicia a la soprano Marinel Cruz en el rol titular, como mi indignada respuesta a la inexplicable y negativa opinión del señor Lawrence Budmen, publicada en la página digital South Florida Classical Review el 6 de noviembre, como ya había mencionado al inicio de esta reseña doble, quiero reafimar mi admiración y mi agradecimiento al Maestro Raffaele Cardone, por su amor a la ópera y su incansable trabajo para que este género se mantenga vivo en Miami, y hacer constar que mis señalamientos son desde el amor y siempre con el deseo de mejorar sus entregas. Quien ha leído mis anteriores reseñas, comprobará que la de Cavalleria ha sido hasta ahora la primera y la única en que he señalado aspectos negativos, y con mucho respeto y cuidado. La crítica, como tan bien escribió nuestro José Martí, debe “señalar con noble intento el lunar negro, y desvanecer con mano piadosa la sombra que oscurece la obra bella”.

Afortunadamente, en Suor Angelica solo puedo alabar la puesta, de nuevo desde el telón pintado de la escenografía, el vestuario y las luces, todo ello con los mismos créditos de Cavalleria, y sobre todo, la atmósfera tan real de convento lograda, en que todas las artistas participantes parecían monjas de verdad.

La soprano Marinel Cruz, a cargo del rol titular, amén de actuar su personaje con todo el drama, el sufrimiento y la angustia por su obligada renunciación a su familia y a su hijo, como “castigo” a su “pecado”, logró la interpretación más sublime y perfecta de la doble función, con el aria cumbre de esta ópera: Senza mamma (Sin madre), que cantó de manera exquisita, arropada por una orquesta a la que su directora Beverly Coulter sí le pudo sacar en esta ocasión la belleza que esta aria demanda.

La soprano Marinel Cruz
 como Suor Angelica
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Marinel nos deslumbró con sus agudos limpios, sin el menor trémolo lento y con sus pianissimos impecables, sostenidos hasta desvanecerse casi en el infinito, y la escena de su firma a la renuncia a la herencia familiar, a favor de la hermana que se casa, tras enterarse de boca de su tía (rol a cargo de una “tenebrosa” mezzo Katiuska Rodríguez) –que la visita después de siete años sin hacerlo– de la muerte de su hijo debido a la fiebre, tuvo una intensidad totalmente verista, cinematogáfica, como demanda esta propia ópera de Puccini y el tríptico a la que pertenece, junto con Gianni Schicchi e Il tabarro.

La ópera concluye con el suicidio de Suor Angelica por envenenamiento, y la visión de la Virgen que con el niño la recibe en el cielo, algo que ya se aparta del verismo de la obra, pero que bien vale como consuelo por su muerte.



Baltasar Santiago Martín
Fundación APOGEO para el arte público.

Hialeah, 7 de noviembre de 2023

Fotos: Howard Hahn (cortesía de la MLO)


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Cavalleria Rusticana and Suor Angelica, by the Miami Lyric Opera

By Baltasar Santiago Martín


On Sunday, November 5, 2023, I attended the Dennis Moss Cultural Arts Center, in the city of South Miami, to see a double performance of the Miami Lyric Opera, directed with commendable talent and determination by Maestro Raffaele Cardone: Cavalleria Rusticana, by Pietro Mascagni, and Suor Angelica, by Giacomo Puccni, with the successful production of Lucia de Lammemour, on last July –with a luxury cast on that same stage, which I reviewed very glowingly– still fresh in my memory.

I usually give historical details of the operas I attend when I review them, but in this case, I am going to do without it, due to the haste almost urgency – that compels me to write this review, which, better said, I consider a necessary contrast to that which Mr. Lawrence Budmen wrote and published on the South Florida Classical Review website, on November 6, 2023, about the aforementioned settings.

I am going to begin with Cavalleria Rusticana/Rustic Chivalry, with praise for the painted curtains of the scenery, the appropriate costumes of the protagonists and the chorus, as well as the successful lighting, by Stivanello/Sormani of New York; Carmen Musteliers & Mercy Romeu; and Kristina Villaverde, respectively.

Now I will comment on the less fortunate aspects of the performance, such as the poor performance of the choir, directed by Pablo Hernández, in the Easter Hymn known as Regina Coeli, one of the most beautiful opera choirs that exist, which did not have the impact nor the strength that it requires, to the point that it did not receive great applause from the audience at the end, and I also consider that the conductor Leo Waltz could have made the meager orchestra more shiny, because in Suor Angelica, Beverly Coulter made it sound better.

Although the soprano Natalie Ávila performed her Santuzza very convincingly, her vocal register is not the most suitable for this role, conceived and written by Mascagni for a mezzo-soprano or dramatic soprano – and also, as is used to designate for this very dramatic role –, that in the aforementioned choir she would have reinforced it with a less lyrical voice, which, however, was appropriate for Mimi in La Boheme, Tosca in the opera of the same name and Micaela in Carmen, roles where she shone without the slightest objection, both vocally and acting.

The soprano Natalie Ávila as Santuzza
 in Cavalleria Rusticana
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Before commenting on the performance of tenor Alessio Borraggine, I want to make it clear that Natalie was very decorous as Santuzza, but not Alessio as Turiddu, whose voice is anything but “robust”, the adjective that Mr. Budmen gave him in his review, and to make matters worse, his high notes were quite uneven, while his performance lacked the character that Nelson Martínez did give to his Alfio, who in his aria Il cavallo scalpita (The horse kicks) once again ratified his category as a world class baritone.

The tenor Alessio Borraggine as Turiddu 
in Cavalleria Rusticana
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Raquel Rubí “accomplished” as the clumsy and unfaithful Lola, although I did not see Angela Didier from The Count of Luxembourg with Grateli, a role in which she was brilliant and delicious, while as Lola she “pale” and I know that she could have shined more .

With Lauren Frick's Mamma Lucia I do not have a point of comparison as with Raquel, but I advise her to study that role in terms of interpretation, since vocally she also limited herself to "fulfilling", at least in the right vocal register for her role, but Mamma Lucia is not a good-natured or condescending waitress; but a long-suffering mother who senses the tragedy that is coming, because she knows her son Turiddu well and knows or imagines what is up to.

Before going on to review Suor Angelica, to do the deserved justice to the soprano Marinel Cruz in the title role, as my indignant response to the inexplicable and negative opinion of Mr. Lawrence Budmen, published on the South Florida Classical Review website on December 6 November, as I had already mentioned at the beginning of this double review, I want to reaffirm my admiration and my gratitude to Maestro Raffaele Cardone, for his love to opera and his tireless work to keep this genre alive in Miami, and to state that my comments are made from love and always with the desire to improve his deliveries. Those who have read my previous reviews will see that Cavalleria's has so far been the first and only one in which I have pointed out negative aspects, and with great respect and care. Criticism, as our José Martí wrote so well, must “point out with noble intent the black mole, and banish with a pious hand the shadow that darkens the beautiful work.”

Fortunately, in Suor Angelica I can only praise the staging, again from the painted curtain of the scenery, the costumes and the lights, all with the same credits as Cavalleria, and above all, the very real convent atmosphere achieved, in which all the participating artists looked like real nuns.

The soprano Marinel Cruz, in charge of the title role, in addition to acting her character with all the drama, suffering and anguish due to her forced renunciation to her family and her son, as a “punishment” for her “sin”, achieved the performance most sublime and perfect of the double function, with the crowning aria of this opera: Senza mamma (Motherless), which she sang exquisitely, supported by an orchestra whose director Beverly Coulter was able to bring out the beauty on this occasion that this aria demands.

The soprano Marinel Cruz 
as Suor Angelica
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Marinel dazzled us with her clean treble, without the slightest slow tremolo and with her impeccable pianissimos, sustained until fading almost into infinity.

The scene of her renunciation signing to the family inheritance, in favor to the sister who is getting married, after knowing from her aunt (a role played by a “dark” mezzo Katiuska Rodríguez) –who visits her after seven years without doing so – about her son's death due to fever, was totally veristic, with such cinematographic intensity, as demanded by this own opera by Puccini and the triptych to which it belongs, along with Gianni Schicchi and Il Tabarro.

The opera concludes with the suicide of Suor Angelica due to poisoning, and the vision of the Virgin with the child in heaven, who receives her, was something that departs from the verismo (truthfulness) of the work, but well worth as consolation for her death.




Baltasar Santiago Martín
APOGEO Foundation for Art Public

Hialeah, November 7, 2023

Photos: Howard Hahn (courtesy of MLO)


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