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Friday, June 14, 2024

Gala de Primavera de Arts Ballet Theatre of Florida. (por Baltasar Santiago Martín)


Arts Ballet Theatre of Florida (ABTF), dirigido por el talentoso coreógrafo y maitre Vladimir Issaev, presentó su Gala de Primavera de 2024 en el Aventura Arts & Cultural Center, los días 13 y 14 de abril de 2024.

Fue precisamente la función del sábado 13 de abril a la que tuve el gusto de asistir, la cual comenzó con el ballet El espectro de la rosa, con coreografía de Michel Fokín y como música, Invitación a la danza, de Carl Maria von Weber, orquestada por Hector Berliotz a partir de la versión original para piano del autor, con Kirsty Walker como la Dama y Remina Tanaka como el Espectro, quienes ofrecieron una interpretación muy agradable y técnicamente impecable de sus personajes, arropados por el hermoso vestuario hecho a partir de los diseños de Léon Bakst para los legendarios Ballets Rusos (según ABTF, el traje que usó Remina se pudo mandar a hacer en los talleres del Teatro Mariinski, de San Petersburgo, Rusia, como réplica del original, gracias a los contactos con su vestuarista en el momento del remontaje del ballet, realizado para ABTF por George Zoritch durante su estancia en Miami, bailarín que interpretó ese rol en su época con el Ballet Russe de Monte Carlo, dirigido por René Blum, y luego con el Ballet Russe dirigido por el Colonel Vasily de Basil).

Kirsty Walker como la Dama 
y Remina Tanaka como el Espectro.
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A continuación, la esforzada compañía trajo a escena nada menos que Petrouchka, coreografía del propio Maestro Vladimir Issaev y música de Igor Stravinski, con una producción de lujo que no escatimó ni en decorados ni en vestuario, a cargo de Igor & Elena Bondarenko y Jorge Gallardo repectivamente, en la que participó prácticamente toda la bien entrenada troupé, con los roles centrales de Petrouchka, la Bailarina, el Moro, el Titiritero y uno de los jóvenes gitanos, a cargo de los dotados –y muy teatrales y musicales– Clarence Wong, Saaya Okada, José Luis Pechené, Remina Tanaka y Christopher Noel respectivamente, respaldados por un cuerpo de baile de lujo donde también se destacaron los estudiantes de la escuela.


Clarence Wong como Petrouchka, Saaya Okada como la Bailarina y José Luis Pechené como el Moro.
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José Luis Pechené como el Moro, Saaya Okada como la Bailarina y Clarence Wong como Petrouchka.
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Clarence Wong como Petrouchka.
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Después de un adecuado intermedio, toda la compañía regresó a escena con el ballet Una celebración de Klimt, coreografiado también por Issaev y música de F. Handel, como un hermoso y digno homenaje al extraordinario pintor austríaco Gustavo Klimt (1862-1918), que Vladimir desarrolló con una elegante y muy bien coordinada secuencia de cuatro parejas, pas de huit, solo, pas de trois, adagio, pas de six, de quatre y de nuevo adagio, con toda la troupé al final de nuevo en escena, en una verdadera fiesta de buen gusto, rigor y profesionalismo, realzada indudablemente por el precioso vestuario, también idea del propio Vladimir, mientras que las capas fueron diseñadas y pintadas a mano por la artista plástica Elena Bond, todo ello inspirado en la obra imperecedera de Klimt.

Adagios del ballet 
Una celebración de Klimt.
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El pas de huit del ballet 
Una celebración de Klimt.
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Cuatro bailarinas del ballet Una celebración de Klimt, con las capas diseñadas y pintadas a mano por la artista plástica Elena Bond, inspiradas en la obra imperecedera de Klimt.
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Muchas felicidades, Maestro Vladimir Issaev, por esta formidable Gala de Primavera de 2024, y que continúen los éxitos de su relevante compañía Arts Ballet Theatre of Florida.



Baltasar Santiago Martín
Fundación APOGEO para el arte público Asociación de Cronistas de Espectáculos de Miami (ACEM).
Hialeah, 10 de junio de 2024.

Fotos: Patricia Laine (cortesía de Arts Ballet Theatre of Florida)

Wednesday, June 12, 2024

"El Trapecista" de Yesler de la Cruz, un monólogo sin caídas del trapecio. (por Baltasar Santiago Martín)


El viernes 26 de abril asistí a The Empty Space –Centro Cultural MIFA– para ver el monólogo –o unipersonal, como a veces se le llama– El Trapecista, un texto de Carlos Rivas, dirigido por William Cuao y protagonizado por el actor Yesler de la Cruz.

En un escenario ambientado e iluminado de modo surrealista por Marco Caridad –autor también del vestuario– y con el manejo de luces a cargo de Álvaro Durán Stella, Yesler se desdobló de modo admirable en tres personajes completamente diferentes entre sí: el hijo sobreprotegido, la madre sobreprotectora y el padre cirquero, infravalorado y recriminado por esta; en fin, una familia francamente disfuncional.

Yesler, como el hijo sobreprotegido por la madre –e inseguro por esa misma razón–, logró transmitir con su visceral interpretación toda la angustia y el drama existencial de su traumatizado personaje, que se debate entre una madre que lo quiere y un padre que se ausenta –más bien huye– de un matrimonio fallido e infeliz por partida doble, pero que no obstante, él admira y quisiera encontrar en el circo en el que el padre trabaja.

Sin que chocara el cambio, Yesler se despojó de la piel del hijo para “vestirse” con la de la madre, en una oportuna transición que hizo posible que se entendieran mejor sus cuasi neuróticas actitudes, a la manera del film Rashomón, de Akira Kurosawa, en que cada involucrado da su versión de lo ocurrido, y es el espectador el que debe dar su juicio de valor.

Yesler “madre” supo recrear, con sus frustaciones y amarguras, las circunstancias que afectaron la vida de su hijo, haciendo válido ese dicho de que “tanto quiere el diablo –la diabla en este caso– al hijo, hasta que le saca los ojos”, claro que en plan metáfora, porque al hijo solo le “oscurece” la vida con su sobreprotección, pero no lo ciega.

Yesler “padre”, por su lado, logró convertirse en un ser vulnerable, débil, víctima también de aquella –pero sin el atenuante del amor materno–, que, como ya dijimos anteriormente, huye de casa pero no deja de querer a su hijo.

Yesler de la Cruz
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En fin, un difícil y muy encomiable trabajo actoral de Yesler, que lo posicionan como uno de los grandes talentos que debemos seguir y apoyar en el panorama teatral miamense, y al que le deseo y auguro muchos mayores triunfos, tanto en el teatro como en el cine.



Baltasar Santiago Martín
APOGEO, ACEM, CARITATE
Hialeah, 12 de junio de 2024


Fotos cortesía del actor, tomadas de su Instagram.

Monday, June 3, 2024

Invitación para el Homenaje In Memoriam a Vicky Roig, Pedro Román, Ramona de Sáa y Nelson Dorr

Vicky Roig
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Ramona de Sáa
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Pedro Román
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Nelson Dorr
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El Centro Cultural Hispano para las Artes de Miami, dirigido por el maestro Eriberto Jiménez; la Fundación APOGEO y su revista CARITATE, de conjunto con la Asociación de Cronistas de Espectáculos de Miami (ACEM), tienen el gusto de invitarle al Homenaje In Memoriam a Vicky Roig, Pedro Román, Ramona de Sáa y Nelson Dorr, con un panel integrado por Paulina Fátima Aly, Santiago Oms, Dairon J. Bermúdez Acevedo y Ana Lydia Méndez, a cargo, en el mismo orden mencionado anteriormente, del correspondiente panegírico; evento que, moderado por Baltasar Santiago Martín, estará abierto a todos los que quieran intervenir.

Dirección: 111 SW 5th Ave. Miami, FL. 33130.

Fecha: Miércoles 12 de junio de 2024


Hora: 8:00 p.m.

Para mayor información:
786 390 5855 (APOGEO)
561 310 5925 (HCCAM)

Nota: Parqueo gratis disponible en la propia sede y en sus alrededores.

Wednesday, May 29, 2024

"La cucarachita Martina y el ratoncito Pérez", una feliz versión teatral de un popular cuento infantil. (por Baltasar Santiago Martín)


El domingo 19 de mayo asistí al Teatro Tower de La Pequeña Habana de Miami, para ver la obra La cucarachita Martina y el ratoncito Pérez, una adaptación de Ulises García de la comedia original escrita por el dramaturgo cubano Abelardo Estorino (Premio Nacional de Literatura, Cuba, 1992 y Premio Nacional de Teatro, Cuba, 2002), quien a su vez se basó en el popular cuento infantil para llevarlo a las tablas.

En esta feliz versión, dirigida por la experimentada actriz y directora matancera Sara Miyares, la cucarachita Martina y el ratoncito Pérez son dos vecinos que se conocen desde hace un tiempo, pero el tímido ratoncito no se atreve a confesarle a Martina que está enamorado de ella, y por ello se le presenta disfrazado, cada vez como un supuesto y diferente pretendiente, para pedirle matrimonio, pero todos son rechazados por la cucarachita, hasta que se arma de valor y la enamora con éxito él mismo.

Yani Martín como la cucarachita Martina y Steven Salgado como el ratoncito Pérez. Al fondo: Grettel Barreiro, como la vecina “nada chismosa” de la pareja. Foto: Oscar P. García de Paula “Oscarito”
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Luego de la boda, un día la cucarachita Martina va de compras a buscar un ingrediente (paprika) que le falta para terminar de cocinar una sopa, y el ratoncito, que quedó a cargo de la misma, se cae dentro de la olla, pero Martina llega a tiempo para salvarlo de morir ahogado –y cocinado–, y fueron “felices, muy felices”, como los dos proclaman al final de la obra.

Y al igual que sus personajes, tanto Yani Martín, como la cucarachita Martina, que Steven Salgado, como el ratoncito Pérez, pueden sentirse muy felices con la acogida del público infantil miamense –padres y demás familiares incluidos–, que llenó la sala durante las cuatro funciones ofrecidas, amén de su simpático, chispeante y desenvuelto desempeño actoral, que mantuvo el interés de “los bajitos” durante toda la obra.

Steven Salgado como el ratoncito Pérez, y Yani Martín como la cucarachita Martina. Al fondo: Grettel Barreiro, como la vecina “nada chismosa” de la pareja. Foto: Oscar P. García de Paula “Oscarito”
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Considero además un gran acierto de la puesta haber incluido varias piezas de nuestro genial compositor Ernesto Lecuona, cantadas por Yani con perfecta afinación y “gracia sin par”, tanto en los graves como en los agudos; excelente forma de dar a conocer la maravillosa obra de Lecuona a las nuevas generaciones, sin obviar, por supuesto la interpretación al piano de dichas piezas por Grettel Barreiro, quien además fue la vecina “nada chismosa” de la pareja.


Steven Salgado, como el ratoncito Pérez, y Yani Martín, como la cucarachita Martina. Foto: Cortesía de Para Bajitos.
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Para finalizar –y no por ello menos importante–, quiero agradecer el diseño escenográfico de Pedro Balmaseda y Jorge Noa (Nobarte); el vestuario y las máscaras de Zenén Calero, así como el diseño gráfico de Román Fernández, para que todos juntos hicieran posible que la magia del buen teatro se apoderara del escenario del Teatro Tower y complaciera a su nutrida audiencia de niños de todas las edades, objetivo principal para lo que fue creada su Fundación “Para Bajitos”, fundada en 2018, cuya misión es promover eventos para niños en Miami y sus alrededores, con obras de teatro bilingües, eventos familiares, clases de actuación, libros para niños, narración de cuentos, artes y manualidades.



Baltasar Santiago Martín
Fundación APOGEO para el arte público.
Asociación de Cronistas de Espectáculos de Miami (ACEM).
Hialeah, 28 de mayo de 2024.

Fotos: Cortesía de Para Bajitos y de Oscar P. García de Paula “Oscarito”

Friday, May 24, 2024

"La vida es un gran bolero": ¿una comedia, un musical o ambos inclusive? (por Baltasar Santiago Martín)


El sábado 27 de abril asistí a la sala de teatro del Koubek Center, perteneciente al Miami Dade College, para ver la obra La vida es un gran bolero, anunciada como una comedia de la autoría de Marcos Casanova, quien también fue el encargado de la dirección general, con Manuel Arbelo, Tania Guzmán y Dunia Pacheco como asistentes, tanto de dirección como de producción, esta bajo el sello Martí Productions, Inc.

Para empezar, pienso que ya la mención del bolero en el título presagiaba que la obra sería mucho más que una comedia, y en efecto, lo que vi en escena fue un refrescante musical sobre los hombros, el pecho, las caderas, las voces –y todo lo demás– de esas dos deliciosas actrices “todoterreno” que son Noris Joffre y Yani Martín, porque lo mismo se meten en la piel de un tremebundo personaje lorquiano, que en la de dos cabareteras latinas “buscavidas”, como es el caso que hoy me lleva al teclado de mi ordenador –para sonar castizo, que de allá venimos los latinos, joder; mestizaje por medio, que conste.

Las actrices Yani Martín y Noris Joffre protagonizan La vida es un gran bolero. Ayaniris Photogaphy | Cortesía Martí Productions.
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El señor Casanova debe estar sumamente agradecido a estas dos talentosas mujeres, porque gracias a ellas, una simple comedia con situaciones poco o nada justificadas, fue “elevada” a la categoría superior de “musical”, lo que en definitiva la salvó e hizo que fuera disfrutable por el público y por este servidor.

Paso a argumentar ahora el porqué califico las situaciones del texto como poco o nada justificadas:

Para empezar, no se explica el que Tula, de pronto, en el segundo acto, deje de estar inválida; así como su tranquila “aceptación” de Toni, a pesar de que esta sea una ladrona que la visita dos veces para robarle sus joyas, enviada por el truhán de Celestino; y que terminen tan íntimas, con Toni hasta socia del cabaret de Tula al final.

Se me ocurre que la explicación pudiera ser que Toni fuera la hija dada en adopción por Tula cuando joven, y que ella, al descubrirlo, por aquello de que “las madres todo lo perdonan”, así lo haga y le sirva a su vez de redención, pero nada esto se induce en la obra, así que mantengo lo dicho.

Insisto, tanto Noris como Yani parece que se conectaron con sus vidas pasadas como cabareteras, porque, con total desenvoltura, gracia y afinación, nos trasladaron a ese mundo nostálgico –y mágico también, ¿por qué no? –en que Olga Guillot, Blanca Rosa Gil, Gina León, Lucho Gatica, Benny Moré, Celia Cruz, Elena Burke, Omara Portuondo, Moraima Secada y La Lupe, entre tantos otros, fueron, son y serán sus reinas y reyes indiscutibles forever, porque, como dije al final de mi poema Mis tesoros: “cada cubano tiene, en su alma libre, una victrola con boleros antiguos para alimentar su corazón”.

Concluyo celebrando la actuación de un destacado bolerista al final de cada noche –en mi caso, el gran Roberto Torres–, con varios de los asistentes a la función sentados a las mesas del “cabaret” de Tula –muy bien recreado por esos magos de la escenografía que son Pedro Balmaseda y Jorge Noa–, que en vez de coger candela como en el antológico cuarto de su homónima, se llenó de sabor bolerístico como feraz redención de este género inmortal.



Hialeah, 23 de mayo de 2024

Saturday, May 18, 2024

Las bodas de Aurora: una gran y lograda producción del Ballet Clásico Cubano de Miami. (por Baltasar Santiago Martín)


El sábado 11 de mayo de 2024 acudí al Teatro Jackie Gleason, de la ciudad de Miami Beach, para ver Las bodas de Aurora, que es como se acostumbra a presentar el tercer y último acto de La bella durmiente del bosque cuando se ofrece solo; ballet que, basado en un cuento de Charles Perrault, con música del genial Piotr Ilich Chaikovski y coreografiado por Marius Petipa, tuvo su premiere el 15 de enero de 1890, en el Teatro Mariinski de la ciudad rusa de San Petersburgo.

Y digo “para ver Las bodas de Aurora”, porque ese fue el plato fuerte de la función, aunque, como tambien sucede en los restaurantes, hubo tres entrées (entrantes, aperitivos o antipastos) diferentes: el pas de trois del primer acto del ballet El lago de los cisnes, el pas de deux de Le Papillon (La mariposa) y el pas de deux de Raimonda.

En el pas de trois del primer acto del ballet El lago de los cisnes, música de Piotr Ilich Chaikovski y coreografía de Eriberto Jiménez sobre la original de Marius Petipa, Eleni Gialas y Yelenia Riverón fueron las seguras ejecutantes de este efervescente paso a tres, muy bien acompañadas por Yandy Álvarez, quien, tanto como su partenaire como en sus solos, las secundó también con la misma elegancia y virtuosismo que ellas mostraron en sus demandantes variaciones.

Yelenia Riverón, Yandy Álvarez y Eleni Gialas, en el pas de trois del primer acto de El lago de los cisnes. Foto: Simón Soong.
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A continuación, Cynthia Hamm y Kelvin Rabines trajeron a escena el pas de deux de Le Papillon, música de Jacques Offenbach y coreografía de Eriberto Jiménez sobre la original de Marie Taglioni, para revivir el triunfo del amor entre el príncipe Djalma y la joven Farfalla por sobre la maldad de la despechada Hada Hamza; con una entrega plena de lirismo, amén de virtuosa técnica.

Cynthia Hamm y Kelvin Rabines, en el pas de deux de Le Papillon. Fotos: Simón Soong.
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Y para concluir con los agradables entrantes del banquete que vendría a continuación, Natalie Álvarez y Ariel Morilla fueron los encargados de ofrecer el pas de deux del ballet Raymonda, música de Alexander Glazunov y coreografía de Marius Petipa, en una clase magistral de técnica, estilo e interpretación, sobre todo de Natalie, a quien le celebro además sus fouettés con pirouettes intercalados clavada en el lugar –cada día mejor–, eficaz y elegantemente partneada por Ariel, quien también brilló en sus variaciones.

Natalie Álvarez y Ariel Morilla, en el pas de deux del ballet Raymonda. Fotos: Simón Soong.
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Tras un adecuado intermedio, continúo mi elogiosa reseña diciendo que, mucho más que limitarse solo a presentar Las bodas de Aurora, el Ballet Clásico Cubano de Miami, dirigido con admirable esfuerzo y profesionalismo por el Maestro Eriberto Jiménez –de quien también es la coreografía sobre la de Petipa– subió la parada para ofrecer lo que a mi juicio fue una verdadera y ambiciosa suite de La bella durmiente del bosque, con una suerte de prólogo resumido del primer y del segundo acto, en el que la malvada hada Carabosse, disfrazada de mendiga, le obsequia a Aurora, durante la celebración de sus quince años, un ramo de flores con una aguja adentro para que se pinche (en vez de la del huso de una rueca de hilar como en el cuento original), pero el Hada de las Lilas, protectora de la princesa, logra conjurar la mortal maldición proferida por la despechada Carabosse durante el bautizo de Aurora, y la convierte en un largo sueño de cien años, junto a toda su corte, hasta que un apuesto príncipe, llamado Desiré, logra atravesar el tupido bosque que oculta al palacio y la despierta con un beso de amor.

Escena del ”prólogo”, con el rey y la reina al lado de Aurora ya dormida. Foto: Simón Soong.
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Escena del ”prólogo”, con Aurora dormida y el telón del bosque tupido que ya oculta al palacio detrás. Foto: Simón Soong.
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Y ya en el tercer acto, objeto central de esta gran y lograda producción del BCCM (CCBM en inglés), tiene lugar la gran boda de la princesa Aurora y del príncipe Desirée, a la que acude, por supuesto, el Hada de las Lilas, junto a las demás hadas y varios personajes de los cuentos infantiles, como la Caperucita Roja y el Lobo Feroz; el Pájaro Azul y la princesa Florina, y El Gato con Botas y la Gata Blanca.

Una vez desgranados ya los detalles sobre el argumento y sus personajes más notorios, corresponde ahora ir a comentar el desempeño de los bailarines a cargo de los mismos. María Luisa Márquez e Ihosvany Rodríguez se vistieron con los trajes de Aurora y Desiré –a propósito, el vestuario, tanto el de ellos como el de las hadas buenas y la malvada Carabosse, así como el de los reyes, las damas de la corte, el chambelán y demás participantes de esta magnífica producción, contribuyó a realzar aún más la puesta por lo vistoso y elegante, atribuido en el programa de mano a Rosa Aloma, Yuyo y Olga Yero; pero por supuesto que no bastaría la hermosa ropa ni la adecuada escenografía –con ese trono de película de Disney– si María Luisa e Ihosvany no hubieran bailado tan bien como lo hicieron; María Luisa, tanto desde el “prólogo” que ya tanto destaqué, como en el pas de deux final, cumbre de este ballet, en el que Ihosvany la acompañó con igual bravura y tres agarradas impecables, “a lo Nureyev & Fonteyn”, los intérpretes paradigmáticos de este pas de deux; sin descuidar sus variaciones y su precisa e impactante coda.

María Luisa Márquez e Ihosvany Rodríguez, como Aurora y Desiré en sus bodas. Fotos: Simón Soong.
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Natalie Álvarez, como el Hada de las Lilas –la principal, porque “ella es la suma todos los dones”–, si en Raimonda estuvo para premio de concurso internacional de ballet, aquí sí ya se llevó el Grand Prix, pues Natalie es, por sobre cualquier otro merecido atributo, una bailarina cautivadora, sumamente artista, como “las de antes”, con un equilibrio entre técnica, estilo e interpretación admirable, mientras que, a su vez, Deja Darbonne, Cynthia Hamm, Adriana Méndez-Tosín y Valeria del Valle como las demás hadas, tuvieron todas un desempeño correcto como su mágico séquito.

Natalie Álvarez (al centro) como el Hada de las Lilas, con Deja Darbonne, Cynthia Hamm, Adriana Méndez-Tosín y Valeria del Valle como las otras hadas. Foto: Simón Soong.
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Carlos Caballero Hopuy, como la pérfida Carabosse, también merece su respectiva corona de laurel, pues le imprimió a su siniestro personaje toda la fuerza que el mismo demanda, tanto técnica con interpretativamente.

Carlos Caballero Hopuy, como la pérfida hada Carabosse. Foto: Simón Soong.
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El desfile de personajes de conocidos cuentos infantiles resultó muy grato, con Oscar Nathanael Medina como el Gato con Botas & Natalia Uribe como la Gata Blanca; Kyra Werbin como la Caperucita Roja & Kelvin Rabines como el Lobo Feroz; y Yandy Álvarez como el Pájaro Azul & Eleni Gialas como la princesa Florina, todos ellos muy bien en sus caracterizaciones y la técica, sobre todo Kelvin como el Lobo Feroz y Yandy & Eleni en su “azulada” interpretación.

Oscar Nathanael Medina como el Gato con Botas & Natalia Uribe como la Gata Blanca. Foto: Simón Soong.
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Kyra Werbin como la Caperucita Roja & Kelvin Rabines como el Lobo Feroz. Foto: Simón Soong.
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Yandy Álvarez como el Pájaro Azul. Foto: Simón Soong.
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Eleni Gialas como la princesa Florina. Foto: Simon Soong.
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Como para mí no hay personaje sin importancia en una obra, no puedo dejar de mencionar y celebrar a Jesús Sanfiel como el Chambelán que anuncia y recibe a los invitados a la boda, así como a Phillipe Obregón y a Yelenia Riverón como los versallescos reyes de Francia; a Denise Biscaro, Ana Bugarim, Emily Chea, Thais de Moraes, Annette Sánchez, Greg Marte y Angel Refuse como su corte; y a Fernanda Alvarado, Deja Darbonne, Ismelly Echavarría, Cynthia Hamm, Ekaterina Lubek, Adriana Méndez-Tosín, Maylú Pena, Sabrina Pena, Yelenia Riverón, Natalia Rocamonde, Valeria del Valle, Kyra Werbin y Alexandra Werble en el precioso “Vals de la bella durmiente”.

Fernanda Alvarado, Deja Darbonne, Ismelly Echavarría, Cynthia Hamm, Ekaterina Lubek, Adriana Méndez-Tosín, Maylú Pena, Sabrina Pena, Yelenia Riverón, Natalia Rocamonde, Valeria del Valle, Kyra Werbin y Alexandra Werble en el precioso “Vals de la bella durmiente”. Foto: Simón Soong.
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Final con todo el elenco. Foto: Cortesía de Michael Góngora.
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En fin, una gran función que agradecer a su director y a todos los participantes, sobre todo por demostrar que en Miami sí se hace ballet de calidad y que vivimos en una ciudad donde se respira arte y cultura en libertad.




Hialeah, 17 de mayo de 2024

Saturday, May 11, 2024

"Júrame", un encuentro en las antípodas del amor. (por Baltasar Santiago Martín)


El sábado 20 de abril tuvo el gusto de asistir al Centro Cultural Hispano para las Artes de Miami –al frente del cual se encuentra el Maestro Eriberto Jiménez– para ver la obra de teatro Júrame, del dramaturgo y director venezolano Eduardo Pardo, con los primeros actores Sonya Smith y Eduardo Ibarrola como los encargados de darle vida a una pareja que se amó, se separó y decidió volverse a encontrar, pero ya desde “las antípodas del amor”, como reza en el título escogido para esta reseña.

Inicialmente el título de la obra fue Sombras en blanco, pero luego de su estreno en Ecuador y a raíz de la puesta en escena con la actriz cubana Susana Pérez, pasó a denominarse Júrame, en referencia a la conocida canción de María Grever que es clave en la relación de los protagonistas.

El amor, ese sentimiento que, como expresé en mi Poema dramático al amor, “es una ‘variable’, un misterio, que no admite ser reglamentado, sino que solo puede ser ‘sentido’ y ‘estudiado’ cuando se padece –y mejor todavía, cuando duele–; y ‘explicado’ mediante dramas, novelas, canciones y poemas, que son como una partitura musical para esa gran orquesta que constituyen y bastan solo dos personas”; lo cual es, precisamente, el primer gran mérito de Júrame: el haber podido exponer, con solo una pareja, los altibajos y los avatares de una relación amorosa, mediante sus diálogos puntuales, punzantes y certeros, que gracias a la entrega y a la excelencia de estos dos primeros actores, dejaron de ser textos memorizados de un libreto para llenar de vida, de amor y desamor el escenario.

Escena de Júrame
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Conozco el excelente y reconocido trabajo actoral de Sonya desde que fui Jurado del Primer Festival de Teatro de Pequeño Formato de Art Spoken, celebrado en Miami del 1ro al 19 de diciembre de 2011, en que dirigida por Yoshvani Medina –también al frente de dicho festival–, Sonya protagonizó La hijas, un texto de Ulises Cala, en que la actriz venezolana encarnó a las hijas de Bernarda Alba y “transitó” de cada una a la otra de un modo impresionante, merecedora por ello del Premio a la Mejor Actriz, en un monólogo, de ese festival; amén de su inolvidable trabajo en varias telenovelas de Telemundo, en las que he estado a su lado en algunas de ellas como extra, por lo que me consta su elegancia y su clase, sin poses ni engreimientos de diva.

Con todos esos antecedentes, no fue ninguna sorpresa para mí que Sonya asumiera de modo totalmente contemporáneo y desenvarado su rol en Júrame, “arropada” por Eduardo Ibarrola, un actor mexicano de reconocida trayectoria, a quien no había tenido oportunidad de ver en escena.

Voy a confesar que su personaje me provocó un fuerte rechazo, al punto de que me dije que cómo una mujer tan bella y sensata como la que se metió en la piel de Sonya –y como es ella en realidad – se pudo enamorar de semejante tipo, pero cuando se lo comenté a mi amigo Ismael Requejo, me dijo que Ibarrola, en la vida real, no tiene nada que ver con el personaje, lo que evidencia su calidad como actor “camaleónico”, que ya es mucho decir.

Escena de Júrame
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Acoto que muchas veces en la vida nos encontramos con parejas así -disparejas–, por lo que la obra es solo uno de los tantos espejos que demuestran que, como ya dije en mi poema al inicio, el amor “es una ‘variable’, un misterio, que no admite ser reglamentado, sino que solo puede ser ‘sentido’ y ‘estudiado’ cuando se padece –y mejor todavía, cuando duele”, y que para tratar de entenderlo, se puede observar a “esa gran orquesta que constituyen y bastan solo dos personas”, en este caso, dos grandes actores.


Hialeah, 11 de mayo de 2024

Fotos: Ismael Requejo

Friday, May 3, 2024

"La bohème" de la Florida Grand Opera: la perfección sí es posible. (por Baltasar Santiago Martín)


Aunque según un dicho muy socorrido hasta por mí: “Lo perfecto es enemigo de lo posible” –sobre todo cuando se trabaja con lo que se tiene, y lo mejor que se puede con ello, pero se sabe que siempre se puede superar–, en esta ocasión tengo que desdecirme, porque el domingo 7 de abril de 2024 pude ver una puesta de la ópera La bohème, de Giacomo Puccini, por la Florida Grand Opera, grandiosamente perfecta, lo que es ya mucho decir.

Generalmente, en una reseña de un espectáculo, sea de ballet, ópera o teatro, el crítico debe argumentar muy bien sus opiniones adversas –si las hay–, pero en el caso que hoy me ocupa, yo debo hacer lo contrario, que es defender mi calificativo de “grandiosamente perfecta” para esta La bohème de la Florida Grand Opera, cuyas puestas he reseñado desde el año 2000, pero confieso que es la primera vez que le adjudico a una de ellas ese calificativo, lo que no quiere decir que otras no lo hayan sido, como la Tosca de Deborah Voigt, La Traviata y la Thais de Eglise Gutiérrez y el Nabucco de Nelson Martínez, entre otras.

Por ser un miamense agradecido y muy orgulloso de nuestra Florida Grand Opera, por reivindicar nuestra denostada y vilipendiada ciudad desde el punto de vista cultural –y sobre todo, en el universo de la alta cultura: ópera, ballet y música clásica en general– es que, por primera vez en estos 24 años de reseñas operísticas a la FGO, estreno el ditirámbico adjetivo de “grandiosamente perfecta” con esta su más reciente entrega, porque precisamente llevo 24 temporadas escuchando que “en Miami no hay cultura y que es en Nueva York, París, Londres, Viena y Praga donde se puede ver ópera del más alto nivel”, y parece que ahora sí esto ya “me colmó la copa”, pues en Miami, señoras y señores, la FGO lleva ya, desde 1994, presentando espectáculos operísticos que no tienen nada que envidiarle a los europeos, que los he visto, que conste, en video y varios en vivo.

La bohème (en español, La bohemia) es una ópera en cuatro actos​ con música de Giacomo Puccini y libreto en italiano de Giuseppe Giacosa y Luigi Illica, basado en la novela por entregas Escenas de la vida bohemia, de Henri Murger,​ publicada a lo largo de cinco años (1845-1849) en el periódico El Corsario, que los libretistas extractaron a solo determinadas viñetas de la vida de varios jóvenes bohemios en el Barrio Latino de París, en la década de 1840, teniendo como centro la relación entre el poeta Rodolfo y la modista Mimí.

1- Vestuario de Mimí para el Acto I del estreno mundial
2- Diseño de vestuario para el Acto II de la rappezzatrice (la remendadora) para el estreno mundial. Fuente: Wikipedia
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Para ir de lo general a lo particular, el primer gran acierto de esta puesta es la escenografía y el vestuario –a cargo de David P. Gordon y Howard Tsvi Kaplan respectivamente–, que junto con el trabajo de luces de Barry Steele, lograron “traer el París de 1838 a Miami”.

Como para mí la ópera es antes que algo –no digo “que nada” ni “que todo”– música –en este caso la maravillosa partitura del genial Giacomo Puccini–, tengo que decir que el maestro Joseph Mechavich condujo con mano experta la orquesta, desde la primera a la última nota, para sacarle toda su riqueza cromática, con un nivel de excelencia a la altura de las mejores casas de ópera del mundo, y el coro, bajo la dirección de Daniel Bates, aportó también lo suyo, para realzar aún más la representación con su participación en el Café Momus del segundo acto.

Entrando ya en lo particular, todos los actores cantantes “vivieron” sus personajes con absoluto “verismo” –cual lo demanda esta ópera–, amén de ser vocalmente suntuosos, sin desigualdades entre sí, lo que evidencia la exquisita selección del elenco por la dirección de la FGO.

La soprano Rebecca Krynski, como Mimí, dejó de ser ella para convertirse en la joven e ilusionada modista protagonista de la ópera, por su encomiable entrega al personaje, sin desmerecer en lo absoluto en lo vocal, con un “Sì, mi chiamano Mimi” / “Sí, me llaman Mimí” de estudio de grabación, “arropada” por el tenor Davide Giusti como el poeta Rodolfo, quien brilló también tanto en lo actoral como en lo vocal, desde su “Che gelida manina” / “Qué manita más fría” hasta el precioso dúo “O soave fanciulla” / “¡Oh, dulce muchacha!” con Rebecca.

A su vez, el resto del elenco estuvo en todo momento a la altura de sus protagonistas, pues tanto el barítono Craig Verm, como el pintor Marcello; el bajo Keith Klein como el filósofo Colline y el barítono Joseph Canuto León como el músico Schaunard, se lucieron en sus imprescindibles roles de fieles amigos de Mimí y Rodolfo, con gran simpatía y comicidad en los momentos felices en la buhardilla de los cuatro bohemios.

El primer acto en la buhardilla de los cuatro bohemios amigos: Keith Klein como el filósofo Colline; Craig Verm, como el pintor Marcello; Joseph Canuto León como el músico Schaunard; y Davide Giusti como el poeta Rodolfo.
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Y regresando al ya mencionado Café Momus del Barrio Latino de París del segundo acto, la soprano ligera de coloratura Taylor – Alexis DuPont agregó un diamante más a la diadema de excelencia de esta puesta, como la casquivana y coqueta Musetta, pues “bordó” el emblemático vals de Musetta: “Quando m'en vò” / “Cuando voy”) como si estuviera también en un estudio de grabación sin necesidad de repetición –por lo perfecto– y con gran gracia por demás, por lo que hubiera dejado a Giacomo muy satisfecho en todos los sentidos, amén del colorido cuadro conformado por los vendedores callejeros que vociferan sus productos (coro: “Aranci, datteri! Caldi i marroni!” / "¡Naranjas, dátiles! ¡Castañas calientes!"); los niños de las calles que claman por ver las mercancías de Parpignol, el juguetero; y los soldados que irrumpen con sus llamativos uniformes; así como por su convincente desempeño para deshacerse astutamente de su rico –y envejecido– amante y admirador: el ministro del gobierno Alcindoro, rol que el bajo Neil Nelson se calzó como el ajustado zapato que Musetta usó como pretexto para reconciliarse con su amado Marcello (Neil hizo también del casero Benoit en el primer acto).

El segundo acto en el Café Momus
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El segundo acto en el Café Momus: Joseph Canuto León como Schaunard; Sara Kennedy como Musetta; Craig Verm, como Marcello; Davide Giusti como Rodolfo y Rebecca Krynski como Mimí.
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En el emotivo tercer acto, que se desarrolla en la aduana de Enfer, Mimí pasa la barrera junto a los vendedores ambulantes que entran a la ciudad y canta el aria: “¡O buon Marcello, aiuto!” / “¡Oh, buen Marcello, ayuda!", en la que le cuenta a este lo difícil que se ha vuelto la vida con Rodolfo, que ha abandonado la casa la noche anterior.

El tercer acto en la aduana de Enfer: Rebecca Krynski como Mimí y Craig Verm como Marcello.
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Rodolfo, que acaba de despertar en la taberna donde ambos viven, entra a escena en busca de Marcello y le confiesa en el aria “¡Mimí e tanto malata!” / “¡Mimí está tan enferma!”, que decidió fingir no amarla más para que se olvide de él y encuentre a otro hombre que le haga la vida más cómoda y la cuide mejor por su enfermedad mortal (tuberculosis, sin cura en ese entonces); Mimí, desde su escondite, lo escucha todo y su tos la descubre, entonces canta de forma sublime a su amor perdido el aria “Donde lieta usci” / "Donde feliz salí"), pero deciden permanecer juntos hasta que llegue la estación de las flores, la primavera.

El acto finaliza con el bellísimo cuarteto de Mimí, Rodolfo, Musetta y Marcello: “¡Addio dolce svegliare alla mattina!” / "¡Adiós, dulces despertares por la mañana!"), tras haber confrontado sus respectivos amores, de reconciliación los primeros y de continua pelea los segundos.

En el cuarto acto y final, nuevamente en la buhardilla –donde hasta llegué a “sentír” desde mi butaca el intenso frío del invierno parisino que ya “la nieve” del tercero había evidenciado–, Marcello y Rodolfo se lamentan de la pérdida de sus respectivas amadas (dúo: “¡O Mimì!, ¡Tu più non torni!” / "¡Oh Mimí, no regresarás!") y tras ello, los cuatro amigos bohemios parodian un delicioso banquete, cantando y bailando “¡Gavota!”; entonces Musetta entra con Mimí, a quien ha encontrado vagando por las calles, muy debilitada por su enfermedad, y todos la ayudan a sentarse en una silla y luego a acostarse.

Musetta y Marcello salen de la habitación para vender las joyas de ella y así comprar algunas medicinas, lo que me lleva a hacer una disgresión que no tiene que ver en sí con esta puesta: Musetta, que no duda en explotar a viejos ricos por su dinero –lo que es también otra forma de prostitución (ver mi reseña a Burdel El Ojo Azul de El Ingenio Teatro) –, tampoco vacila en deshacerse de sus joyas para socorrer a Mimí. lo que demuestra una vez más que el fenómeno del sexo por dinero no es solo en negro o blanco, sino que, como todo, tiene sus matices muy humanos: ellas –y ellos, por supuesto– también sienten, sufren y aman como los que más.

De regreso a La bohème de la FGO, reitero un concepto que siempre he defendido en mis reseñas cuando de dramas como este se trata: “Si llega a conmover hasta las lágrimas, el director y el elenco merecen el máximo elogio”, y no me da ninguna vergüenza confesar que, a partir de la llegada de Mimí tan enferma, he tenido que contener los sollozos.

Davide Giusti como Rodolfo
 y Rebecca Krynski como Mimí.
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Colline sale para empeñar su abrigo ( “Vecchia zimarra, senti” / "Viejo abrigo, escucha"). Solos, Rodolfo y Mimí recuerdan sus tiempos felices (dúo de Mimí y Rodolfo: “¿Sono andati?” / "¿Se han ido?") y Rodolfo le entrega el sombrerito rosado que él le compró y que ha conservado como un recuerdo de su amor. Regresan todos, con el manguito para calentar las manos de Mimí que ella quería y alguna medicina. Le dicen a Rodolfo que han llamado al médico. Mientras Musetta reza, Mimí muere. Schaunard descubre a Mimí sin vida. Rodolfo cae en cuenta y grita: ¡Mimí...! ¡Mimí...! angustiado, y llora sin poder contenerse.

Como dije al principio de esta reseña: ¡la perfección sí es posible!



Baltasar Santiago Martín
Fundación y Editorial APOGEO
Revista CARITATE
Asociación de Cronistas de Espectáculos de Miami (ACEM)

Hialeah, 2 de mayo de 2024

Fotos: Cortesía de la FGO
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