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Monday, March 25, 2024

Ego (un poema de Félix Luis Viera)

Nota: Cada lunes la poesía de Félix Luis Viera. Puedes leer todos sus textos, publicados en el blog, en este enlace. Traducción al italiano de Gordiano Lupi.


Ego

                       Iraida


Había un río ancho y una isla de arena.
En la isla árboles inmensos.
En la orilla estábamos tú y yo.
Y jugábamos a imaginar que tú estabas
      erecta
en el centro de esos árboles que
estaban en el centro de la isla
y
de pronto todo se inclinaba ante
tu figura,
todo aullaba, trataba de desgajarse
     desterrarse,
     desguazarse
en pos de tu figura
porque resulta que estabas
en el centro de los árboles
que estaban en el centro de la isla
que estaba en el centro del río inmenso.
Jugábamos a imaginar ese momento
en que todo trataba de irse hacia tu
     cuerpo
que era como el centro del mundo y de
       las cosas.

Hoy, esa es tu única imagen verdadera.


Agosto 1981




Ego

                   Iraida


C’era un fiume ampio e un’isola di sabbia.
Nell’isola alberi immensi.
Sulla riva c’eravamo io e te.
E giocavamo a immaginare che tu stavi
       eretta
al centro di quegli alberi che
stavano al centro dell’isola
e
subito ogni cosa si chinava davanti
alla tua figura,
ogni cosa urlava, cercava di schiantarsi
      allontanarsi,
      distruggersi
dietro alla tua figura
perché sembra che eri
nel centro degli alberi
che stanno nel centro dell’isola
che stava nel centro del fiume immenso.
Giocavamo a immaginare quel momento
in cui ogni cosa cercava di andare verso il tuo
       corpo
che era come il centro del mondo e
        delle cose.

Oggi, quella è la tua unica immagine veritiera.


Agosto 1981


 

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Félix Luis Viera (El Condado, Santa Clara, Cuba, 19 de agosto de 1945), poeta, cuentista y novelista, es autor de una copiosa obra en los tres géneros.

En su país natal le fue otorgado el Premio David de Poesía, en 1976, por Una melodía sin ton ni son bajo la lluvia; el Premio de Novela de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en 1987, por Con tu vestido blanco, que recibiera al año siguiente el Premio de la Crítica, distinción que, en 1983, le fuera concedida a su libro de cuentos En el nombre del hijo.

En 2019 le fue otorgado el Premio Nacional de Literatura Independiente “Gastón Baquero”, auspiciado por varias instituciones culturales cubanas en el exilio.

Su libro de cuentos Las llamas en el cielo retoma la narrativa fantástica en su país; sus novelas Con tu vestido blanco y El corazón del rey abordan la marginalidad; la primera en la época prerrevolucionaria, la segunda en los inicios de la instauración del comunismo en Cuba.

Su novela Un ciervo herido —con varias ediciones— tiene como tema central la vida en un campamento de las UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción), campos de trabajo forzado que existieron en Cuba, de 1965 a 1968, adonde fueron enviados religiosos de diversas filiaciones, lumpen, homosexuales y otros.

En 2010 publicó el poemario La patria es una naranja, escrito durante su exilio en México —donde vivió durante 20 años, de 1995 a 2015— y que, como otros de sus libros, ha sido objeto de varias reediciones y de una crítica favorable.

Una antología de su poesía apareció en 2019 con el título Sin ton ni son.

Es ciudadano mexicano por naturalización. En la actualidad reside en Miami.

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Gordiano Lupi, periodista, escritor y traductor, nació en Piombino, Italia, en 1960. Fundador, en 1999, junto con Maurizio y Andrea Maggioni Panerini de la editorial La Gaceta Literaria, ha traducido del español a varios autores cubanos, como Alejandro Torreguitart Ruiz, Guillermo Cabrera Infante, Félix Luis Viera y Virgilio Piñera, entre otros. Cuenta en su haber con un amplio trabajo sobre figuras del cine, entre ellas Federico Fellini, Joe D´Amato y Enzo G. Castellari. Ha publicado más de una decena de libros que abarcan diversos géneros, como Nero tropicale, Cuba magica, Orrore, ertorismo e ponorgrafia secondo Joe d´Aamto y Fidel Castro – biografia non autorizzata.

Gordiano Lupi es un luchador por la democracia para Cuba y un promotor de las artes y la cultura de la Isla.

Thursday, March 21, 2024

Emilia Bernal, para su primer libro. (por Manuel Márquez Sterling, 1915)


La señora Emilia Bernal da al público, en este volumen, los primeros frutos de su ingenio y los primeros cantos de su lira; y reclama, por derecho propio, lugar preferente, y muy alto, entre los cultivadores de las bellas letras en nuestro país, prolongando así, como una gloriosa estela y un hermosísimo privilegio cubano, la lista de insignes damas que en esta romántica y próvida tierra han conquistado, por sus versos admirables, eternos laureles. La poesía femenina permítaseme llamarla de tal modo ha sido, en nuestra literatura, desde largo tiempo, brillante galardón y singular exponente de la psicología nativa, de las tendencias íntimas y originales de nuestra sociedad y, sobre todo, del vigor y consistencia moral de la familia cubana. Del patriarcado que lánguidamente se desenvuelve en Camagüey nace la más ilustre de las poetisas castellanas, y es, acaso, por eso mismo, la que menos huella de sus triunfos ha dejado en el suelo donde meciera su cuna; salió de aquel rincón apartado y melancólico para llenar, con su nombre, una época luminosa, y si no fué, en su vida, ni en su magnífica obra, representación de ideales cubanos, es un hecho que los destellos de su victoria universal -hoy riquísimo tesoro- enorgullecen y honran a Cuba. Sin quererlo he rozado un punto ha poco debatido y, a mi ver, no bien resuelto, ya que, según entiendo, conformáronse a un solo dictamen las distintas opiniones y encontrados pareceres respecto al patriotismo de aquella inmortal mujer que inscribió su nombre, la Avellaneda, en sitio del cual jamás ha de borrarse, ni por las tormentas y los desastres de la historia, ni por las veleidades propias del gusto literario y las escuelas poéticas. El sentimiento patriótico, en la autora de Munio Alfonso, rápidamente quedó diluído en el ambiente inmenso de sus éxitos, y no se escapa a la pluma de los biógrafos el mencionar, en mérito de la poetisa, la hostilidad y censura de sus comprovincianos contra la flor del genio que en los años juveniles de la Avellaneda pugnaba por abrirse al sol de su carrera literaria. En España encontró lo que no le ofrecía la colonia; pero de la colonia llevó a España lo que, entonces, no había en España. Y, por explicable proceso, quedó muy poco del espíritu cubano, y del amor a Cuba, en su apasionado y ambicioso corazón de artista. Por otra parte, el patriotismo de antaño no era, ni con mucho, el de ogaño, ni existía, comenzado el siglo XIX, una línea divisoria, clara y recta, entre españoles y cubanos, ni fué el medio en que se educó la Avellaneda el de la colonia oprimida, sino el de la autoridad opresora. La interesante autobiografía que conservó don Ignacio de Cepeda y Alcalde, y que don Lorenzo Cruz de Fuentes, prestando un servicio eminente a las letras, publicó en 1907, esclarece el particular en una ingenua página en que consigna la Avellaneda este recuerdo: "Algunos años hacía que mi padre proyectaba volverse a España y establecerse en Sevilla; y en los últimos meses de su vida esta idea fué en él más fija y dominante. Quejóse de no dejar sus huesos en la tierra nativa, y pronosticando a Cuba una suerte igual a la de otra isla vecina, presa de los negros, rogó a mamá se viniese a España con sus hijos. Ningún sacrificio de intereses, decía, es demasiado: nunca se comprará cara la ventaja de establecerse en España”. A tales ideas modeló su espíritu la Avellaneda; y reproduciéndolas, en amorosa correspondencia, no les opuso reparo alguno. Apenas conservaba un solo recuerdo grato del Camagüey, de su infancia, de su juventud, cuando estuvo a pique de realizar, a disgusto, un desventajoso matrimonio; su familia materna, es decir, su rama camagüeyana, la trató injustamente, y fuera del cariño de su abuelo, que murió siendo ella casi niña, los demás parientes la hicieron víctima de la codicia doméstica, mermando sus bienes de fortuna, heredados legítimamente; y en los episodios que a su mente se grabaron figuran el novio de mediana inteligencia, vano y pueril, y la compañera pérfida que le robara, con hipócrita sonrisa y artificial ternura, sus cariños. La Avellaneda comienza a experimentar verdaderas satisfacciones en España; allá, sus alegrías y también sus dolores; allá su esplendor literario; allá su gloria. Viuda, y atormentada por el amor que Cepeda le inspira, alude a Cuba en una carta confidencial, esto es, hablando sin testigos: "Te diré que a pesar de mis treinta y un años y de mi aspecto de sepulcro de ilusiones, un joven de veinticinco, que dizque es muy rico, se empeña en hacerme contraer segundas nupcias. Es habanero, lo cual es para mí un gran defecto; es más joven que yo, lo cual aun es un defecto mayor; es de un talento mediano, de esos que se encuentran sin dificultad; de una figura que no es mala, pero que me causa mala impresión, porque tiene un aspecto marchito" y más adelante añade: "La echa de joven pensador, inglesado, melancólico, excéntrico; pero a mí sólo me parece un pedante de cierto género propio del país en que nació." 

El patriotismo ha sido, por lo contrario, para las demás poetisas cubanas, fuente de melodías exquisitas. Distínguese, entre otras, doña Aurelia Castillo de González, por la fuerza y la entonación de sus ritmos guerreros, por el generoso impulso del pensamiento y, además, por el esmero de la forma. Camagüeyana, a semejanza de la Avellaneda, la señora Castillo se le parece también en la amplitud de sus facultades y en la intensidad de su cultura. Limitada al escenario de Cuba, la señora Castillo escribe en verso y en prosa por la necesidad y por el entusiasmo de su alma refinada, y diríase que perfuma la atmósfera del benéfico y abundante aroma que dan peculiar encanto a sus obras, no exentas de varonil entereza, como las de su eximia conterránea. La generación inmediata a la Avellaneda es ya más cubana, más peculiarmente cubana, y tiene más motivos y más pesares para serlo. Nuestro patriarcado camagüeyano principia a sentir el aguijón revolucionario; los señores de la caña de azúcar caminan ya rumbo al heroísmo, y amos de millares de esclavos ansían trocar la opulencia por la libertad, los goces del oro por los padecimientos del ciudadano que crea la democracia con la ofrenda conmovedora de su sangre. Joaquín de Agüero y sus leales arrojan el guante a los dominadores, y la pelea inicia la catástrofe; se levanta el patíbulo en medio de la consternación general, y vístese de luto la sociedad camagüeyana. Cuatro vistosas palmas fueron sembradas por los patriotas en misteriosa conmemoración de aquel acontecimiento; y las damas camagüeyanas, en señal de duelo, cortaron sus lindas cabelleras. Ya está perfectamente determinado y caracterizado el sentimiento cubano y su pugna al gobierno de España. El patriotismo local participa de la más alta virtud; y la devoción de los mártires consolida las prédicas del Lugareño, don Gaspar de Betancourt y Cisneros, prócer de influencia poderosa en la dirección política y filosófica de los bravos camagüeyanos. 

Este nuevo estado de conciencia no alcanzó a la Avellaneda; y la tranquila villa de aristocratas agricultores, que ella abandonó en 1836, es el centro de una tragedia que decidirá, sobre el mármol de abnegados precursores, los destinos de una patria engendrada entre lágrimas al grito de los caudillos. Sin probabilidades de éxito, Joaquín de Agüero había obrado como un artista sublime de la acción patriótica; y en el ensueño de arriesgada empresa, erigiendo sus castillos de fantasía que el aire, en soplo huracanado, destruyera, fué más bien un poeta que no un político, sellada la frente con la visión de lo futuro sobre su cadáver mutilado. Porque era el baluarte de una familia de poetas, y mejor que el fusil de los conjurados, manejaban ellos, los Agüero, la lira de reformadores que clavan, en dulces arpegios, sus ideales, un día locos, una eternidad apóstoles, jamás expuestos al olvido. En el combate de San Carlos cayó, precisamente, y expiró en el húmedo follaje, improvisado sudario, Antonio María de Agüero, pariente cercano del héroe, tierno poeta, de quien se conservan felices estrofas; y le sobrevivió, en la brega de sus convicciones liberales, perseverante y noble en el creador empeño, otro familiar, don Francisco de Agüero y Estrada, de variadísima capacidad, y poeta de más vuelo, que hizo conocer, y le dió fama, en Cuba, a su seudónimo, El Solitario, usado en España también por don Serafín de Estévanez, benévolamente lisonjeado por Cánovas en profundo estudio de su tiempo. Unas veces perseguidos, expatriados otras, y siempre en difíciles trances, los Agüero, en tribulaciones continuas, padecen las angustias de la espoleada colonia, y la vena poética es maravilloso manantial que alivia el sufrimiento sin tregua y el anhelo sin esperanza. Diríase que el horizonte se ha cerrado a los ojos de la piedad, que ya la existencia no ha de ser sino un gemido, que las virtudes, un día practicadas, otro han de merecer castigo, desapareciendo, al cabo, entre los brazos hercúleos de la borrasca. Así se forma el alma sensitiva de Brígida de Agüero, hija de El Solitario, y encuentra resignación del fatal destino en la fe cristiana, 
porque eres tú, dulcísima creencia,
 vivido faro de esplendor interno,"
y así llega a escribir, otra de las herederas del prócer, versos de honda emoción y sugestivos matices, hiriendo siempre con fortuna la cuerda más potente de su numen: el patriotismo. Concepción de Agüero es, acaso, la lira más completa de aquella generación de artistas. La recuerdo, en mi adolescencia, en compañía de su esposo, artista como ella, ambos en franca lucha con la vida, camino de abrojos. Y aunque no concediera importancia a sus versos, como su ilustre marido, Emilio Bernal, no presumiese de excelso pintor, su modestísima morada era como un centro de arte, oasis en el desierto; pobres, enfermos, arrebatando al infortunio el sustento de sus pequeños hijos, la belleza era culto entre ellos, y sobrábanles el entusiasmo y la decisión para cualquier empeño de arte; y como olvidados, en lo inútil de aquel esfuerzo, dejó la esposa, al viento, unos cuantos rasgos de su musa, unas cuantas imágenes de su talento, unos cuantos latidos de su alma apasionada y melancólica. Fué larga senda, en el progreso artístico de la provincia, la de este matrimonio intelectual, unido en sagrada alianza contra la adversidad; y aun así no comprendíal Concepción de Agüero y Emilio Bernal, otra orientación, para el triunfo, que la del arte, educadores de su pueblo, predicadores de la buena doctrina, en el naufragio lento a que los condenaba el ambiente inadecuado. Muerta ella, como su hermana Brígida, devorada por la tisis, Bernal continuó sólo en la tremenda liza, y hoy ensaya la fundación de una revista literaria, que perecerá mañana, y debate, por los más nobles ideales, en el amanecer de nuestra independencia, y cae pronto a la fosa, como un héroe que jamás rindió su pabellón. Ilustre, también, su apellido, él encarnaba el mérito de una familia de preclaros varones, que honran la tierra camagüeyana. Cito a don Calixto Bernal, su cercano pariente, y me refiero a la más alta intelectualidad cubana, del mismo estilo y carácter de José Antonio Saco, paladín de libertades en el campo del pensamiento, escritor serio, intencionado, profundo, y con el lastre de una cultura difícilmente sobrepujada por nuestros más conspicuos representativos, en la ciencia y en las letras, sociólogo de ancho horizonte, jurista de insondable sabiduría, y autor, además, de un libro delicioso, Impresiones y Recuerdos, en el que recogió apuntes de viaje por Europa. 

Emilia Bernal y Agüero, con el arrastre de esas espléndidas tradiciones, viene a ser, en el mundo de las letras, el símbolo de tanta grandeza desperdiciada por el curso de la existencia colonial, y no espera tímidamente el aplauso, porque surge a la conciencia cubana ya victoriosa, ejerciendo un derecho de su propia naturaleza. De su sangre, toda ilustre, la vocación inquebrantable; de su espíritu, por maternal herencia, la melancolía suave y dulce de los ritmos; y la infinita tristeza, la mirada penetrante e indagadora que en sus ojos claros, redondos y llenos, copiaron de su padre las hadas milagrosas dispensadoras de fortuna. Su primer volumen de versos no pertenece a la clase de los que a menudo se publican, exploraciones, generalmente frustradas, de una ambición mediocre: es un libro que nunca perderá su brillo, que contiene toda la ternura, toda la romántica emoción, toda la dulce flexibilidad de la verdadera poesía, con sus estremecimientos, con sus dolores, con sus sollozos, con sus alegrías, con sus esperanzas, con sus recuerdos; himno primaveral a la gloria que asoma entre las nubes y ha de ser, al fin, esclava...


Manuel Márquez Sterling.
Habana, 28 de agosto de 1915.




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Nido es el alma que tengo 

¡Nido es el alma que tengo 
de ilusiones peregrinas, 
emigradoras constantes, 
pasajeras golondrinas!



Oh, yo te haré una barca de mis sueños


¡Oh, yo te haré una barca de mis sueños,
ligera como un haz de mimbrecillos. 
Te hará mi amor una canción de cuna 
al golpe leve que le den las olas, 
cuando a los besos del terral, la noche
traiga a mecer la barca hacia la orilla.



No tengo besos... no tengo flores

Flores del alma quiero mandarte 
para que en nombre mío te besen; 
mas... no las mando, que están heladas 
y con sus besos dañarte pueden. 

Cosas del alma quiero decirte 
para que siempre de mí te acuerdes; 
mas... no las digo, que son muy tristes 
y las tristezas callarse deben. 

¡No ha de arrancarte mi verso pobre 
ni una sonrisa, ni un gesto alegre! 
¡No tengo besos... no tengo flores... 
no tengo nada para ofrecerte!


Guardo una sola carta

Guardo una sola carta, en una caja sola, 
que leo todas las noches de mi vida infeliz. 
Ella es en su lenguaje, como una blanca estola 
o lo mismo que un blanco, talar sobrepelliz, 
que sabe cariñosa abrigar mi alma yerta, 
eternamente sola y eternamente gris, 
como si fuera el cuerpo de una novicia muerta 
arropado entre encajes y entre flores de lis. 
Y es esa carta sola, la que en las soledades 
de mis horas de insomnio me habla de castidades, 
la que todas las noches oye mi triste voz 
cuando la leen mis ojos adormecidos, cuando 
terminan su lectura mis labios, silabeando 
un muy dulce, muy lento: "Hasta mañana...! ¡Adiós...!”

Wednesday, March 20, 2024

Un "Compendio de la Historia de la Literatura Inglesa" según J. J. Russerand, traducida del francés al castellano por un camagüeyano. (reseña por Carlos A. Peón-Casas)


Confieso mi asombro ante la novedad de esta traducción publicada en la primera mitad del siglo XX, obra de un reconocido coterráneo, políglota y filólogo: Aurelio Boza Masvidal. Proveniente de una familia de principal estirpe puerto príncipense, hermano mayor del reconocido obispo Mons.  Eduardo Boza Masvidal (1915-2003).

Aurelio era por entonces catedrático de la Universidad habanera donde se había recibido años atrás como Doctor en Filosofía y Letras. La traducción del referido libro del conocido autor francés, la había acometido en sus años de estudiante, como un atinado ejercicio práctico de la hermosa lengua francesa, y de paso para la mejor comprensión de la materia en cuestión que cursaba por entonces.


La novedad de tal trabajo le mereció incluso el elogio del propio autor a quien el traductor había contactado previamente con el ánimo de buscar su aprobación para tal empeño.

Fue finalmente publicada en La Habana a mediados del siglo XX, por la editorial La Propagandista.


El ejemplar que tenemos a la vista está dedicado por el propio traductor a sus amigos Yolanda Lleonart y Andrés de Piedra Bueno, y es parte del fondo bibliográfico de la biblioteca de la Kent State University.

La obra traducida está igualmente acompañada por la carta del autor agradeciendo el gesto del traductor cubano y autorizando con gusto la susodicha versión.

De ella dejamos de cierre al lector cumplida referencia:
Señor,

Me conmovieron mucho los sentimientos en su interesante carta…

Sólo puedo sentirme halagado… Una petición similar también me la enviaron desde Cuba, hace tiempo pero el proyecto no tuvo seguimiento y obviamente fue abandonado.

Por tanto, me considero perfectamente libre de autorizarlo a traducir al español mi libro. Los notables escritos de su pluma que me ha comunicado son para mí la seguridad de que este trabajo estará bien hecho; mi estilo, como habrá notado, es muy simple y directo y seguro que se encargará de reproducirlo….

Si llegado el momento tuvieran la amabilidad de enviarme algunas pruebas se lo agradecería mucho. No sé si tiene la segunda edición de mi libro. Contiene algunas correcciones, pocas en número, pero que sería bueno tener en cuenta y quisiera enviar una copia.

Tenga mis mejores deseos para el éxito de una empresa en la que considero que estamos asociados; le pido que reciba, estimado señor, la expresión de mis más distinguidos sentimientos. (El autor agradece la amable colaboración del Sr. Lazlo Ivan Castro en la traducción desde el francés de esta misiva.)




 

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BOZA MASVIDAL, Aurelio (Camagüey, 28. 11.1900-La Habana, 28.6.1959). Se doctoró en Farmacia y en Filosofía y Letras en la Universidad de la Habana. Cursó estudios en la Reale Universita Italiana per Stranieri, de Perugia. Como miembro de la delegación de esa Universidad asistió al Congreso de Universidades. Trabajó como asistente de Fonética y más tarde como profesor de Literatura Italiana y de Teoría de la Literatura en la Escuela de Filosofía y Letras de la Universidad de la Habana. En 1926 fundó y dirigió el Seminario de Historia de la Literatura Italiana. Colaboró en la Revista de la Facultad de Letras y Ciencias, Revista Bimestre Cubana, Revista de Educación y Universidad de la Habana. Era socio de número de la Sociedad Económica de Amigos del País y miembro del Ateneo de La Habana. Presidió la Sociedad Italo-Cubana de Cultura. Fue socio de mérito de la Societá Internazionali dei Studi Francescana, socio perpetuo de la Sociedad Nazional «Dante Alighieri» y miembro de la Unión Intelectualle Franco Italienne a la Sorbonne. Además de su labor en la cátedra desarrolló gran actividad como conferenciante.  (Diccionario de la literatura cubana. Instituto de Literatura y Lingüística de la Academia de Ciencias de Cuba. Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 1999)


 

Tuesday, March 19, 2024

¡La primavera es ya! (un poema de Emilia Bernal, 1915)


¡La primavera es ya!

Ven! Que ya las abejas zumbadoras,
como rayos del sol cuajados, vuelan
sobre las copas de las campanillas
llenas de miel dorada y olorosa.
¡La primavera es ya! Toca en las almas
sus cascabeles el amor. Te espero!


Emilia Bernal, 1915

Monday, March 18, 2024

Elegía del mendigo (un poema de Félix Luis Viera)

Nota: Cada lunes la poesía de Félix Luis Viera. Puedes leer todos sus textos, publicados en el blog, en este enlace. Traducción al italiano de Gordiano Lupi.



Elegía del mendigo



                                        Para Balbina Rey



Con ella,
él tenía la luz en todas las ventanas de su calle

En la piel de ella anidaban los atardeceres, la paz
en la densidad de sus senos

El aire cimbraba cuando ella pasaba


Con ella,
él tenía la certidumbre de que la vida existía
y que la muerte
jamás lo tomaría por sorpresa

Los ojos de ella titilaban en las mañanas de frío,
la tersura de su vientre arrullaba aquellas madrugadas

Con ella,
él tenía el pecado
y la absolución de sí mismo

Amanecida,
su voz derramaba el pétalo

Su talle parecía marcar los cuatro puntos cardinales

En sus labios, dulce era el relámpago, el sabor
de la piña
rebosaba el derredor

Con ella, él
tenía
cara y cruz,
la espada y la sangre,
la flecha y el arco,
la bala y la diana,
el anverso y el reverso,
el mapa del laberinto
y ese susurrar del centro de la tierra

Pero ya no tiene nada
Nada


Miami, 17 de febrero de 2024



Elegia del mendicante


                               Per Balbina Rey


Con lei,
lui aveva la luce in tutte le finestre della sua strada

Nella sua pelle si annidavano i tramonti, la pace
nella densità dei suoi seni

L’aria tremava quando lei passava

Con lei,
lui aveva la certezza che la vita esisteva
e che la morte
mai l’avrebbe colto di sorpresa

I suoi occhi scintillavano nelle fredde mattine,
la morbidezza del suo ventre cullava le prime luci dell’alba

Con lei,
lui aveva il peccato
e l’assoluzione di se stesso

Alla luce dell’alba,
la sua voce faceva uscire i petali

Il suo bacino sembrava indicare i quattro punti cardinali

Nelle sue labbra, dolce era il lampo, il sapore
dell’ananas
si spandeva attorno

Con lei, lui
aveva
testa e croce,
la spada e il sangue,
la freccia e l’arco,
il proiettile e il bersaglio,
il dritto e il rovescio,
la mappa del labirinto
e quel mormorio del centro della terra

Ma adesso non ha più niente
Niente


Miami, 17 febbraio 2024




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Félix Luis Viera (El Condado, Santa Clara, Cuba, 19 de agosto de 1945), poeta, cuentista y novelista, es autor de una copiosa obra en los tres géneros.

En su país natal le fue otorgado el Premio David de Poesía, en 1976, por Una melodía sin ton ni son bajo la lluvia; el Premio de Novela de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en 1987, por Con tu vestido blanco, que recibiera al año siguiente el Premio de la Crítica, distinción que, en 1983, le fuera concedida a su libro de cuentos En el nombre del hijo.

En 2019 le fue otorgado el Premio Nacional de Literatura Independiente “Gastón Baquero”, auspiciado por varias instituciones culturales cubanas en el exilio.

Su libro de cuentos Las llamas en el cielo retoma la narrativa fantástica en su país; sus novelas Con tu vestido blanco y El corazón del rey abordan la marginalidad; la primera en la época prerrevolucionaria, la segunda en los inicios de la instauración del comunismo en Cuba.

Su novela Un ciervo herido —con varias ediciones— tiene como tema central la vida en un campamento de las UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción), campos de trabajo forzado que existieron en Cuba, de 1965 a 1968, adonde fueron enviados religiosos de diversas filiaciones, lumpen, homosexuales y otros.

En 2010 publicó el poemario La patria es una naranja, escrito durante su exilio en México —donde vivió durante 20 años, de 1995 a 2015— y que, como otros de sus libros, ha sido objeto de varias reediciones y de una crítica favorable.

Una antología de su poesía apareció en 2019 con el título Sin ton ni son.

Es ciudadano mexicano por naturalización. En la actualidad reside en Miami.

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Gordiano Lupi, periodista, escritor y traductor, nació en Piombino, Italia, en 1960. Fundador, en 1999, junto con Maurizio y Andrea Maggioni Panerini de la editorial La Gaceta Literaria, ha traducido del español a varios autores cubanos, como Alejandro Torreguitart Ruiz, Guillermo Cabrera Infante, Félix Luis Viera y Virgilio Piñera, entre otros. Cuenta en su haber con un amplio trabajo sobre figuras del cine, entre ellas Federico Fellini, Joe D´Amato y Enzo G. Castellari. Ha publicado más de una decena de libros que abarcan diversos géneros, como Nero tropicale, Cuba magica, Orrore, ertorismo e ponorgrafia secondo Joe d´Aamto y Fidel Castro – biografia non autorizzata.

Gordiano Lupi es un luchador por la democracia para Cuba y un promotor de las artes y la cultura de la Isla.

Sunday, March 17, 2024

Camagüey colonial (por Emilia Bernal)


La casa solariega

El siglo XIX y el XX han mezclado en Camagüey lo encantadoramente típico a lo moderno, confortable y oportuno; mas no por eso de mayor validez que sus peculiares tesoros pueblerinos. Todo lo nuevo resulta, en la armonía envejecida del conjunto, postizo, falso, de pega. Así, pues, uniéndose al prestigio de lo clásico, lo cursi de lo nuevo, la ciudad ha perdido la unidad estética. 

La casa típica camagüeyana es característica de todas las poblaciones antiguas de Cuba, fundadas por Diego Velázquez de Cuéllar, el primer colonizador español que urbanizó nuestra isla, allá por el año de 1512. Tal Bayamo, Sancti Spíritu, Trinidad... 

Si algo revela con luz meridiana el genio, el carácter, la psicología toda de una raza, es, sin duda, el albergue que se fabrica para habitar. Tal como las cualidades físicas de un individuo, por lo general, dan la medida exacta, o cuando menos aproximada, de su modo de ser interno, así, la casa del hombre, que es como si dijéramos la otra vivienda de su espíritu; pero más amplia, más adjetiva que el propio cuerpo, revela cuáles son los gustos suyos, sus costumbres, y a cuáles necesidades de todo género debe corresponder la construcción. 

No habiendo codicia de la tierra, y contando los colonizadores españoles con toda la isla de Cuba para holgar en sus viviendas, la primer condición de la casa cubana de esa época es la amplitud. Cada edificio cuenta con una gran parcela de terreno para su emplazamiento. Por eso lo espacioso de sus habitaciones: gran sala, múltiples aposentos, ancho comedor, espléndido patio, al que se suma, casi siempre, otro de área aún más extensa, llamado traspatio. 


Las cualidades de esta vivienda dicen de la confianza en el goce de la vida, la serenidad del espíritu equilibrado en el sosiego y disfrutador en el reposo, de lo plenamente poseído: altas de puntal; aunque sin pretensiones orgullosas de escalar el cielo, los edificios parecen a primera vista de poca elevación, menguada su altura por sus dimensiones extensivas. La armónica sobriedad del conjunto da la sensación de la sencillez hidalga de sus moradores. 

La techumbre de tejas de barro, propias del uso de los primeros colonizadores, que copiaban en la urbanización criolla la de la España Meridional y Levantina, cuyo dominio acababan de completar los Reyes Católicos en esta época con la toma de Granada. Allí los árabes habían puesto su nota genial arquitectónica, en la que se contaba como elemento único, para el techado, la mencionada teja. Su uso exclusivo entre nosotros da a la urbanización criolla un sello morisco. 

Las paredes hechas con ladrillos, o de calicanto, son de una consistencia de baluarte romano. Macizas, inexpugnables. Y en sus pulidas superficies, de una blancura deslumbrante, por la lechada cuidadosa que las viste. Contrastando con esa blancura, en el interior, el suelo, de color de almagre encendido, hecho de hormigón o con ladrillos en forma de paralelogramos. 


Y en lo exterior, anchas, hospitalarias puertas del cedro o la caoba que dan los bosques, puertas que jamás encontraba cerradas el pasajero, en cuyos umbrales el huésped siempre halló un amigo... Altas ventanas de palo, construídas con balaustros gruesos, cubiertas todo el día con espeso coletón de rusia y descubiertas desde la tarde para que lucieran sus bellezas las muchachas hogarinas; el guardapolvo, todo entelarañado, protegiendo la parte superior de la puerta del chapotear del aguacero, decorado por los colgantes curujeyes, y del cual pendía el gancho rústico, suspendiendo el farol de lámpara de aceite que iluminaba leve la cercanía; después, los quicios, todos disparejos, por donde, de casa en casa, había de ir subiendo y bajando el transeúnte si deseaba caminar frontero a los edificios... 

El Patio


Pero el mejor trofeo del pintoresco recinto era el patio, murallado de altos tapiales cubiertos de frondosas enredaderas de madreselva amarilla y olorosa; quiscalias bermellón que trascienden a fragancia de fruta; blancas estefanotas; azules campanillas; menudas hipomeas y rosado coralillo. 

Del patio en el centro, el pozo, de brocal de piedra carcomido y alto, donde a la hora de la siesta da su clarinada al viento el gallo enamorado; donde cacarea entusiasmada la gallina anunciando a la dueña de la casa que la acaba de obsequiar con un huevo; dentro, la piedra erizada de picos en las paredes laterales del pozo, y en sus huecos la fértil yerba colgante, la verdolaga de terciopelo verde intenso, el llantén medicinal... Y en el fondo, el agua clara y fresca, a veces borboteante, surgiendo de abajo o de los flancos, a veces tersa, inmóvil, a cuya superficie se asoma a mirarse la muchacha coqueta, antes de turbar su quietud lanzando el balde, que después sube lleno, acompasando el mover de los brazos a la música de la garrucha. 

En otro lugar del patio el aljibe, con su solado de ladrillos escarlata y su brocal hermético, donde el agua, recogida del techo por las canales, se hace añeja, y abastece durante el largo estío y el corto invierno. 

Y alrededor del aljibe el milagro de las flores en rústicos canteros hechos con fondos de canecas invertidos. Canteros siempre llenos de rosas, de azucenas, de claveles y de jazmines. ¡Maravilla en los amaneceres cuando las flores despiertan salpicadas de rocío! 

Y semiocultos entre las enredaderas que trepan los tapiales, los tinajones, vasijas ventrudas llenas de agua llovediza. Sus paredes internas llenas de musgo y desbordando el copioso culantrillo. En sus contornos, al frescor del agua que filtran sus poros, el hacinamiento de las espontáneas matas de mariposas, que embalsaman el ambiente cálido en las noches de junio, cuando el cielo negro se tachona de estrellas o la luz de la luna palidece el infinito. 

En el traspatio cada familia guarda su alborotado gallinero; acaso en estrecho corral alimenta, con palmiche, un cerdo para sacrificar en el festín de Nochebuena, o suelta, entre las aves, da de pastar a una chiva, con cuya leche cría al recién nacido de la casa; o en el establo aposenta al caballo que hace los viajes cotidianos a la finca... Todo, animales y gente , viviendo dentro de la más cordial armonía. 

¡Antaño! ¡Antaño!


¿Adónde se ha ido todo esto? La casa noble y señorial se ha convertido en la moderna mansión de superpuestos pisos donde se vive como en sepulcros, en habitaciones exiguas, llenas de largas y estrechas ventanas, y de puertas que apenas dejan pasar. Los patios arrebatados a la urbe por necesidad de la tierra, para las fábricas nuevas. Los árboles arrasados por disposición sanitaria para extinguir los mosquitos. Y por eso mismo suprimidos el pozo, el aljibe, el tinajón, la tinaja y el tinajero. 

La tinaja que filtrando el agua gota a gota en su gran piedra caliza, durante el silencio de la noche familiar era música afinada, a la que se podían acompasar todos los sueños gratos que cantan en el alma cuando se duerme tranquilo...

¿Qué se ha hecho la luz de esas pálidas lámparas que iluminaban suavemente los salones y alcobas... aquellas lucecitas de vela de cera virgen que el cuidado de la guardabrisa de cristal mantenía en llama erecta, a cuyo amor cantaba la madre adormeciendo al niño, la abuela decía a la parvada de los nietezuelos los legendarios cuentos y la ternura de los enamorados encontraba velo con que cubrirse...? 

Sin embargo, aún queda en tu forma lo indeleble de tu pasado, ciudad querida. Nadie podrá enderezar tus calles y tus callejones que se retueren. Tus calles por donde corrió la vida de tus héroes, tus calles que suenan a gloria... 


¿Quién podrá silenciar la voz de tus campanas que salmodian la elegía del pasado, y quién podrá desteñir tu cielo de azul único que oye el lamento en la hora del crepúsculo, cuando todo parece que en la memoria resucita...?


Escrito en Nueva York en el otoño de 1919.

Saturday, March 16, 2024

El alma de mi pueblo, el Camagüey. (por Emilia Bernal)


Diez y ocho leguas por el Norte, y otras tantas por el Sur, está el Camagüey lejos del mar, y ese pueblo metido en el corazón de la tierra, un solo corazón tenía. Sus latidos, recios, serenos, no se daban mas que para la grandeza y el honor. 

La patria fué su más puro y ferviente ideal, y de allí son los primeros mártires que le ofrecieron sus vidas. En los inicios del siglo XVIII, por amor a la libertad, Andrés Sánchez y Francisco Agüero, camagüeyanos de cepa, fueron ahorcados por los españoles en las proximidades de este pueblo. 

De Camagüey fué el mártir Joaquín de Agüero, que por manumitir a sus esclavos y declararse en rebeldía armada después, los españoles fusilaron en el año de 1851, junto con sus tres compañeros de revuelta. 

Y Agramonte, el paladín de leyenda, el más poético de nuestra epopeya del sesenta y ocho, aquel que cayó muerto en Jimaguayú, combatiendo por la independencia, cuyo cadáver apresó el enemigo y extendiéndolo sobre un lecho de leña y paja quemó, aventando al cielo sus cenizas, camagüeyano era. 

Del hogar amoroso y honorable salieron aquellos tipos que sintetizan el genio cubano. La familia que fué allí ejemplar de perfección, era paradisíaca. El patriarca, su mujer y una docena de hijos, alrededor de las amplias mesas, en la hora de las comidas, ofrecían un cuadro eglógico. La tierra les daba todo lo necesario para el sustento, y el hogar era modesto y abundosamente abastecido. Pueblo agricultor y pecuario, en sus fértiles campos y potreros anchurosos encontró siempre los elementos de la subsistencia. Cumplían honrados con las leyes de la naturaleza. El más grande orgullo de un hombre y una mujer era tener muchos hijos. 

De aquel viril apostolado había de nacer la generación briosa, fecunda en todo. El talento ha brillado frecuentemente en los hombres de aquella estirpe. De allí han salido los cubanos. más preclaros. Desde el año XIV del pasado siglo el genio consolidó en el espíritu de una mujer en aquella tierra. Se llamaba Gertrudis Gómez de Avellaneda. Era poetisa, novelista y dramaturga insigne. De alma ardiente y visionaria, un genio trágico la iluminaba, y así escribió obras inmortales: Saul, Baltasar y Munio Alfonso, consideradas como obras maestras en la literatura del Romanticismo.

Tal es, a grandes rasgos, descrita, la fuerza psicológica del pueblo a cuya filiación pertenezco y en cuyo seno se desarrolló mi primera existencia. 



Escrito en Nueva York en el otoño de 1919.

Monday, March 11, 2024

Para Elisa (un poema de Félix Luis Viera)

Nota: Cada lunes la poesía de Félix Luis Viera. Puedes leer todos sus textos, publicados en el blog, en este enlace. Traducción al italiano de Gordiano Lupi.  



Para Elisa


Cuando mis ojos necesiten cristales de + 225 o
tal vez más, tus ojos aún y por mucho tiempo
seguirán perforando a otros con esa luz que yo
  vi en ellos la primera vez que te vi.
Cuando mis carnes comiencen a caer
—ineluctablemente hacia abajo— y mis músculos
ya no respondan en uno de esos momentos en que
  hace falta un salto ágil para esquivar cualquier
  obstáculo,
tus carnes y tus músculos estarán aptos
—flamantemente aptos— para crear la sensación
de invencibilidad que yo sentí en tu carne y la
de resorte finísimo en tus músculos la primera
vez que los tuve.
Cuando mis huesos comiencen a sonar digamos
herrumbrosamente en una de esas paradas
intempestivas necesarias o en uno de esos
esfuerzos imprescindibles de la vida, tus huesos
todavía tendrán ese viso de elástico dulcemente
azogado que les otorgué la primera vez que
   estuvieron bajo de mí.
Cuando mi pelo sea mi pelo sólo en las fotografías
lejanas, tu pelo aún y por mucho tiempo tendrá
esa rispidez hermosa de espiga naciente de maíz
que le metaforicé la primera tarde que lo vi.
Cuando mi espalda por fin termine de encorvarse
y mis piernas —estas piernas de peatón
inclaudicable—comiencen a fallar en las largas
tiradas, tu espalda todavía y por mucho tiempo
   será esa especie de relámpago fijo y tus piernas
todavía y por mucho tiempo ese dúo de compases
por el que se rige el mundo o al menos por el que
  debería regirse.
Cuando estas arrugas que vienen avanzando sobre
  todo en la periferia del ojo derecho sean
grietas que no soportarían la foto, la TV, el
   espejo en primer plano,
tu cara aún y por mucho tiempo será esa que
   comparé con el agua ardientemente congelada
la primera tarde que te vi.
Cuando mis dientes —estos dientes que he
  defendido por más de 30 años salvando el
insalvable miedo a la silla del dentista—
comiencen a abandonarme,
tus dientes —ah, tus dientes, propios para una
exposición del género— serán aún y por mucho
tiempo los dientes de una tierna tigresa.

Y así hasta que
cuando quizás mis poemas no me importen,
cuando mis poemas sean por fin anatemizados
mortalmente, cuando ya esté abatido y cansado
y la poesía me interese lo que hoy me importa
un juego de fútbol, tú aún y por mucho tiempo
verás en mis poemas lo que yo ya he dejado
   en la distancia,
tú verás en ellos quizás el único valor
de mí, en mí,
el único valor para amar a ese señor que ya se
te hace como una piedra de agua marina, como
un collar de cuatro vueltas, como un sostén, un
brasier imposibles de llevar a esas alturas.
Y entonces… entonces... ¿Comprendes?

 Agosto de 1984



Per Elisa


Quando ai miei occhi serviranno lenti da + 225 o
   forse più, i tuoi occhi ancora per molto tempo
continueranno a fissarne altri con la stessa luce che
   notai in loro la prima volta che ti vidi.
Quando le mie carmi cominceranno a cadere
- ineluttabilmente verso il basso - e i miei muscoli
più non risponderanno in uno di quei momenti in cui
    servirà un salto agile per schivare un certo
    ostacolo,
le tue carni e i tuoi muscoli saranno idonei
- splendidamente idonei - a creare quella sensazione
d’invincibilità che io sentii nella tua carne e quella
di elasticità purissima nei tuoi muscoli la prima
volta che li toccai.
Quando le mie ossa cominceranno a scricchiolare
in modo rugginoso durante una di quelle soste
intempestive ma necessarie o in uno dei tanti
sforzi imprescindibili della vita, le tue ossa
sembreranno ancora un elastico dolcemente
argentato come notai la prima volta che
    si trovarono sotto di me.
Quando i miei capelli saranno tali soltanto in fotografie
lontane, i tuoi capelli ancora per molto tempo avranno
la ruvidità stupenda di spiga nascente di mais
espressa in metafora la prima sera che li vidi.
Quando le mie spalle finiranno per incurvarsi
e le mie gambe - queste gambe da camminatore
inarrestabile - cominceranno a cedere nei lunghi
tragitti, le tue spalle ancora per molto tempo
    saranno una sorta di punto fermo e le tue gambe
ancora per molto tempo due direttrici
capaci di reggere il mondo o che almeno grazie a loro
   dovrebbe reggersi.
Quando queste rughe che stanno avanzando
   soprattutto nella periferia dell’occhio destro saranno
crepe incapaci di sopportare le foto, la TV, lo
   specchio in primo piano,
il tuo volto ancora per molto tempo sarà lo stesso che
   paragonai con l’acqua ardentemente congelata
la prima sera che ti vidi.
Quando i miei denti - questi denti che ho
   difeso per oltre 30 anni evitando
l’inevitabile paura della sedia del dentista -
cominceranno ad abbandonarmi,
i tuoi denti - ah, i tuoi denti, adatti per una
esposizione del genere - saranno ancora per molto
tempo i denti d’una giovane tigre.

E così forse
quando le mie poesie più non m’interesseranno,
quando le mie poesie saranno infine condannate
mortalmente, quando ormai sarò abbattuto e stanco
e la poesia m’interesserà quanto oggi m’interessa
una partita di calcio, tu ancora per molto tempo
    vedrai nelle mie poesie quel che ho lasciato
nel correre del tempo,
tu vedrai forse in loro il mio
unico pregio,
il solo motivo per amare un signore che ormai
è diventato come una pietra d’acquamarina, come
un collare a quattro volte, come un reggiseno, un
braciere impossibile da portare fino a questo punto.

E allora… allora… Comprendi?


Agosto 1984





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Félix Luis Viera (El Condado, Santa Clara, Cuba, 19 de agosto de 1945), poeta, cuentista y novelista, es autor de una copiosa obra en los tres géneros.

En su país natal le fue otorgado el Premio David de Poesía, en 1976, por Una melodía sin ton ni son bajo la lluvia; el Premio de Novela de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en 1987, por Con tu vestido blanco, que recibiera al año siguiente el Premio de la Crítica, distinción que, en 1983, le fuera concedida a su libro de cuentos En el nombre del hijo.

En 2019 le fue otorgado el Premio Nacional de Literatura Independiente “Gastón Baquero”, auspiciado por varias instituciones culturales cubanas en el exilio.

Su libro de cuentos Las llamas en el cielo retoma la narrativa fantástica en su país; sus novelas Con tu vestido blanco y El corazón del rey abordan la marginalidad; la primera en la época prerrevolucionaria, la segunda en los inicios de la instauración del comunismo en Cuba.

Su novela Un ciervo herido —con varias ediciones— tiene como tema central la vida en un campamento de las UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción), campos de trabajo forzado que existieron en Cuba, de 1965 a 1968, adonde fueron enviados religiosos de diversas filiaciones, lumpen, homosexuales y otros.

En 2010 publicó el poemario La patria es una naranja, escrito durante su exilio en México —donde vivió durante 20 años, de 1995 a 2015— y que, como otros de sus libros, ha sido objeto de varias reediciones y de una crítica favorable.

Una antología de su poesía apareció en 2019 con el título Sin ton ni son.

Es ciudadano mexicano por naturalización. En la actualidad reside en Miami.

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Gordiano Lupi, periodista, escritor y traductor, nació en Piombino, Italia, en 1960. Fundador, en 1999, junto con Maurizio y Andrea Maggioni Panerini de la editorial La Gaceta Literaria, ha traducido del español a varios autores cubanos, como Alejandro Torreguitart Ruiz, Guillermo Cabrera Infante, Félix Luis Viera y Virgilio Piñera, entre otros. Cuenta en su haber con un amplio trabajo sobre figuras del cine, entre ellas Federico Fellini, Joe D´Amato y Enzo G. Castellari. Ha publicado más de una decena de libros que abarcan diversos géneros, como Nero tropicale, Cuba magica, Orrore, ertorismo e ponorgrafia secondo Joe d´Aamto y Fidel Castro – biografia non autorizzata.

Gordiano Lupi es un luchador por la democracia para Cuba y un promotor de las artes y la cultura de la Isla.

Wednesday, March 6, 2024

“A mi amado... lechero”. Un poema satírico de la Cuba de 1899 (por Carlos A. Peón-Casas)


Quien lea este poemita, firmado bajo seudónimo por un airado cubano de aquella lejana fecha, que se hacía llamar Fray Tabarra, publicado en El Fígaro, diario habanero de mucha prestancia en aquel minuto, no dudaría de inmediato en hacer unas muy imprescindibles analogías con el mismo asunto en este hic et nunc cubensis, pues en cualquier tiempo y lugar se cuecen habas…

Lo que resulta del contenido de este jocoso comunicado en versos, es acaso la misma queja matutina, o muchas veces vespertina y hasta de muy altas horas de la noche, de los actuales consumidores del alimento que nos dan las vacas, cuando tienen finalmente la dicha de recibirla, o al menos como se debe entender en buen cubano: la leche pura, y no diluida procazmente, donde aplica aquello que dijera Chesterton, también con mucho humor inglés, del vino de su tiempo: “no me importa donde corra el gua, mientras no vaya a mi vino”.

Principia nuestro Fray Tabarra, presentando su condición de persona maltrecha por alguna afección, al lechero de marras, el de su época, que todavía hacía sus labores muy de madrugada y de puerta en puerta, y dice así al empezar sus versos:
Mi más amado señor
Y lechero distinguido:
Hágame usted el favor
De atenderme en lo que por
Diez mil veces le he pedido.
Se que es usted testarudo
Como todos los lecheros,
Pero a su piedad acudo,
Y, por esta vez, no dudo
Que entre los dos no haya peros.
Estoy enfermo y bien cabe
Que resulte el caso grave
Si no me ando con cuidado,
Y en cuestión tal, ya usted sabe
Lo que yo estaré empeñado
¿Morirme? No lo deseo
Vivir es lo que yo creo
Que hoy por hoy más necesito;
Pero a usted, por lo que veo,
Todo eso le importa un pito…
Después de esbozarle su situación, el jocoso poeta va al punto neurálgico de su queja: la calidad del nutritivo alimento, que tanto precisa:
Porque la leche que me despacha
Amigo no es leche pura, sino lechada:
Preparación que hace usted
De agua y leche almidonada…
La diatriba del molesto “marchante” continúa con otros muy objetivos argumentos:
Del pesa-leche respondo,
Que al meterlo, con presteza
Se va derecho hacia el fondo
Del vaso, y no vas mas hondo
Porque en el fondo tropieza
Si la trato por el yodo
Mi amado lechero, crea
Que de veras me incomodo,
Porque el líquido azulea,
Pero todo, todo, todo.
Si me quejo tan campante
Me da usted excusa formal,
Diciéndome en un instante,
Que no tiene usted un marchante
Que no se la tome igual.
Y se lo creo, vaya sí
Se lo creo; pero es que así
No convence usted jamás
¿Por qué? Porque a los demás
Los revienta como a mí.
La queja que es del anónimo poeta y sufrido consumidor de aquella mala “lechada”, es la misma de los demás, que no la ejercen, pero que sufren por igual la iniquidad de tan malévolo comerciante, a la hora de consumir tan necesario alimento que les expende lo suficientemente “bautizado”, como bien se dice y se sufría y se sufre, entre cubanos, cualquiera sea el producto que se expenda en la categoría de “a granel”, tan oportuna modalidad para tales menesteres.
¿Qué le vende usté al fiscal?
¿Qué le vende a un coronel?
¿Que le vende a Don Pascual?
¿Qué vende a Don Abel
Y a la corte celestial?
Su mirada sobre tan negativo e incluso insalubre proceder, revela las circunstancias de aquel minuto histórico, que sigue explicitando hasta el final de su airada diatriba contra aquel lechero de marras, en aquella Cuba, recién salida de los marasmos de la guerra final contra España, donde la anécdota que desgrana el poema, se vuelve oportuna crónica social.
Y eso es inmoral, malvado
Con arte tan mal pensado,
Pone la vida en un tris:
Lo que es en otro país
Ya estuviera usted colgado.
Porque abuso tal, yo entiendo
Que se castiga al segundo
De saberse, y no le arriendo
La ganancia a usted, vendiendo
Su leche en el otro mundo
¿Qué es lo que usted se figura?
¿Qué plan diabólico fragua
Usted con tanta frescura?
Su consejo final al lechero transgresor es oportuno y sapiente, ojalá y fuera igualmente escuchado por quienes todavía, en nuestra actualidad, hacen de tales prácticas, non sanctas, un medio de vida:
Póngale usted precio al agua,
Y venda la leche pura.
Desde hoy, ya sabe usté
De toda mezcla descarte
La leche y la tomaré:
Tráigame usted el agua aparte,
Que también la compraré.
Y como puesto en razón
La verdad no se me esconde,
Para mi satisfacción
Mándeme el real de almidón
Que también me corresponde.





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Texto aparecido en el El Fígaro. Periódico Literario y Artístico. Habana, 9 de Abril de 1899. Año XV. Núm. 14. p.97

Tuesday, March 5, 2024

Realidad (un poema de Esteban Borrero Echeverría)


No hay fértil prado que de trecho en trecho
no esconda del zarzal la espina aguda,
ni hay venturoso pecho
que no torture alguna vez la duda.

No hay cúspide vecina al Sol radioso
que no envuelva la sombra algún momento,
ni anhelo generoso
que no hiera glacial el desaliento.

Siempre hay una pasión que nos anima
y un imposible que su afán refrena;
no hay hombre que no gima
ni pueblo que no arrastre su cadena.

1882

Monday, March 4, 2024

En el invierno (un poema de Félix Luis Viera)

Nota: Cada lunes la poesía de Félix Luis Viera. Puedes leer todos sus textos, publicados en el blog, en este enlace. Traducción al italiano de Gordiano Lupi.



Del poemario Poemas de amor y de olvido  (Editorial Capiro, Cuba, 1994)




En el invierno

                         A Alberto Batista; hoy, in memóriam 


A esta hora un amor de papelitos
   escondidos, de
leve temblor en las pestañas, de susurros
en los parques, en los cines
particularmente clandestinos.
A esta hora un amor de “ya creía
que me habías olvidado, estuviste
dos horas sin llamarme”, un amor, a esta
hora, de “sólo de saber que este lápiz
lo tocaron tus manos, ya lo amo”. A esta hora
un amor tan cercano a los barquitos de papel,
a las muñecas, a los globos
y pelotas de colores.
Un amor así, increíblemente así, precisamente
  así,
a esta hora, muchacho, en el invierno
    de 1983, cuando ya
se acerca el otro, el otro
   Invierno.


Enero 1984



Nell’inverno

                    A Alberto Batista; oggi, in memoria 


In questo momento un amore di bigliettini
   nascosti, di
lieve tremore nelle ciglia, di sussurri
nei parchi, nei cinema
specialmente clandestini.
In questo momento un amore di “ormai credevo
che mi avessi dimenticato, sei stata
due ore senza chiamarmi”, un amore, in questo
momento, di “mi basta sapere che questa matita
la toccarono le tue mani per amarla”. In questo momento
un amore così vicino alle barchette di carta,
alle bambole, ai globi
e ai palloni colorati.
Un amore così, incredibilmente così, proprio
  così,
in questo momento, ragazzo, nell’inverno
   del 1983, quando ormai
si avvicina l’altro, l’altro
   Inverno.

Gennaio 1984


 

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Félix Luis Viera (El Condado, Santa Clara, Cuba, 19 de agosto de 1945), poeta, cuentista y novelista, es autor de una copiosa obra en los tres géneros.

En su país natal le fue otorgado el Premio David de Poesía, en 1976, por Una melodía sin ton ni son bajo la lluvia; el Premio de Novela de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en 1987, por Con tu vestido blanco, que recibiera al año siguiente el Premio de la Crítica, distinción que, en 1983, le fuera concedida a su libro de cuentos En el nombre del hijo.

En 2019 le fue otorgado el Premio Nacional de Literatura Independiente “Gastón Baquero”, auspiciado por varias instituciones culturales cubanas en el exilio.

Su libro de cuentos Las llamas en el cielo retoma la narrativa fantástica en su país; sus novelas Con tu vestido blanco y El corazón del rey abordan la marginalidad; la primera en la época prerrevolucionaria, la segunda en los inicios de la instauración del comunismo en Cuba.

Su novela Un ciervo herido —con varias ediciones— tiene como tema central la vida en un campamento de las UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción), campos de trabajo forzado que existieron en Cuba, de 1965 a 1968, adonde fueron enviados religiosos de diversas filiaciones, lumpen, homosexuales y otros.

En 2010 publicó el poemario La patria es una naranja, escrito durante su exilio en México —donde vivió durante 20 años, de 1995 a 2015— y que, como otros de sus libros, ha sido objeto de varias reediciones y de una crítica favorable.

Una antología de su poesía apareció en 2019 con el título Sin ton ni son.

Es ciudadano mexicano por naturalización. En la actualidad reside en Miami.

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Gordiano Lupi, periodista, escritor y traductor, nació en Piombino, Italia, en 1960. Fundador, en 1999, junto con Maurizio y Andrea Maggioni Panerini de la editorial La Gaceta Literaria, ha traducido del español a varios autores cubanos, como Alejandro Torreguitart Ruiz, Guillermo Cabrera Infante, Félix Luis Viera y Virgilio Piñera, entre otros. Cuenta en su haber con un amplio trabajo sobre figuras del cine, entre ellas Federico Fellini, Joe D´Amato y Enzo G. Castellari. Ha publicado más de una decena de libros que abarcan diversos géneros, como Nero tropicale, Cuba magica, Orrore, ertorismo e ponorgrafia secondo Joe d´Aamto y Fidel Castro – biografia non autorizzata.

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