Esta es la tercera vez que reseño un poemario tomando versos de cada poema para construir así lo que los surrealistas denominaron “un cadáver exquisito”, con la diferencia de que, a partir del segundo –Poemas de febrero, de Audry Gutiérrez- Alea– decidí renombrarlo como “Un corazón palpitante exquisito”, en vez de esa alusión a la parca, que por muy exquisita que se quiera pintar, mejor le cantamos: “Aléjate, no vuelvas a buscarme”, parafraseando a la gran bolerista Gina León.
Paulina Fátima Aly no deja de sorprenderme con su talento y su creatividad. Cuando ya pienso que lo sé todo sobre ella, es decir, de su trabajo como periodista, documentalista, filántropa, alma y editora de Miami Latino Magazine, así como también alma y presidente de la Asociación de Cronistas de Espectáculos de Miami (ACEM), se me “aparece” con este poemario, que tituló Temporadas del corazón, el cual me ha obligado a dedicarle mi segundo “corazón palpitante exquisito”, título que les juro me vino sin relación consciente con Temporadas..., aunque el subconsciente parece que hizo su trabajo “freudiano” para ayudarme a glosar los poemas prolijos, viscerales, sin lugares comunes ni cursilería, de mi amiga del alma Paulina Fátima Aly (aunque me acusen de nepotismo literario, que ya lo soy teatral).
Ahí les va:
“Un corazón palpitante exquisito” para otro intemporal
I
Observo que el ángel llora impotente
desde el horizonte,
y el viento, como Vallejo,
se queda esperando
a que las sombras le cedan la palabra.
Y al mirarme, ya no sé si soy,
o me he disuelto
en la sombra del olvido,
sobre la barra de equilibrio,
donde el ensueño se sobrepone a lo real.
Ya la fantasía no regresará,
ha firmado su renuncia.
II
Y sin embargo,
seguimos dando vuelta
al mismo reloj,
que nunca detiene su marcha,
ni a costa de la vida,
donde encanecemos en la espera.
Y, sin embargo,
seguimos buscando
un eco de verdad
en las ruinas de un paisaje
que ya no comprende
el lenguaje de los días.
III
Y aun así, seguimos en el teatro,
actores sin guión,
buscando una luz que nunca llega,
con la certeza de que no hay regreso,
pero nunca dejamos de buscar
esa habitación olvidada,
allá donde la luz fue solo
un suceso transitorio
(el destello se vio desde azoteas cercanas).
Y, sin embargo,
seguimos caminando,
en medio de la oscuridad,
buscando la chispa
que nos devuelva la humanidad.
IV
Perdóname,
ya no me tienes,
ni el eco de tu nombre me queda.
Solo el silencio es mi nuevo dueño.
Te he dejado con tus cosas,
y yo, con el eco de tus huellas,
que ya no sé si son mías
o se las ha llevado el viento;
entre los escombros de lo que fui,
como un suspiro que no se atrevió a ser grito.
Y aunque me pierda,
aunque el viento me borre,
aquí estaré.
V
Llueve,
y
has venido con una sonrisa cercana,
en tu moto que agoniza en cada viaje
–de aquellas con sidecar que nos dejaron los rusos–,
goteando las ganas de mí.
Nada se ha resuelto, todo se ha aplazado,
y sigo aquí,
esperando que la lluvia
lave lo que ya no tiene cura.
Pero el viento trae esa fragancia,
ese beso que nunca quedó contenido entre tus labios,
arrancándome el perfume y la existencia.
Ya no puedo guardarte en el armario,
en busca del barco que alcanza la edad de la luz,
en el rincón de una librería olvidada.
VI
He dicho adiós,
altivamente,
a lo que ya no me pertenece;
no quiero saber de las cartas que escribes en silencio,
y ya no quiero, a esta altura, comprenderme.
Las cartas no escritas se amontonan como ruinas,
y cada palabra no dicha es otro golpe.
Ya anocheció y soy de cera,
engendro de museo,
como siempre estaré,
en ese espacio que no tiene nombre.
VII
Como el polvo que huye al primer viento,
una lágrima se hizo océano,
ahogándome en su propio reflejo,
como un eco atrapado entre las ruinas de un amor,
el eco de un grito que nunca se lanzó;
aunque corra hacia el borde de los recuerdos,
cada vez más lejos,
y caiga en el abismo.
VIII
Sin encontrar la pluma correcta,
una palabra bien dicha,
ni siquiera un soplo de rencor;
sin poder contener la furia,
(todo lo llevamos por dentro),
no se te ocurra pedirme que te mire:
provienes de un rincón de mi interior,
hiciste escala en mi país de carne,
y ya todos los caminos no conducen a Roma.
Me disuelvo en ti
y, a veces,
ya no sé quién soy.
Hialeah, 14 de mayo de 2025.