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Sunday, March 24, 2024

"Appalachian Spring" (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.

Los textos anteriores, se pueden leer en este enlace.


“Appalachian Spring”​, con coreografía de Martha Graham, fue estrenada el 30 de octubre de 1944, en la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, en Washington DC. La escenografía estuvo a cargo de Isamu Noguchi y el vestuario de Edythe Gilfond. Por su parte, la música compuesta por Aaron Copland fue especialmente arreglada para orquesta de cámara de 13 integrantes a pedido de Graham. Por esta obra, Copland recibió el Premio Pulitzer de Música y el Premio de la Crítica Musical de Nueva York en 1945. En el estreno la obra estuvo protagonizada por Graham, May O’Donnel, Merce Cunningham y Erick Hawkins.


La obra, en un acto, muestra a una joven pareja tomando posesión de sus tierras y su nueva granja, planeando su vida futura, bajo la mirada de un predicador evangelista y una mujer pionera. Esta sencilla historia se organiza en ocho cuadros. Primero se introducen lentamente los personajes y, luego de un breve lapso más eufórico, el tercer cuadro presenta a los jóvenes prometidos, entre la ternura y la pasión. El siguiente cuadro muestra al padre evangelista junto a sus seguidoras. A continuación, la novia realiza una danza donde su sentimiento sobre la maternidad la lleva de la alegría al miedo. Se produce una transición hacia el séptimo cuadro, donde se muestran las actividades diarias de la pareja en la granja. Finalmente, los jóvenes ya se sienten cómodos y adaptados a su nueva vida y a su comunidad.


Una curiosidad sobre la música es que Copland no le había puesto nombre a la obra y la denominaba simplemente como “el ballet para Martha”. Fue la coreógrafa quien le sugirió el nombre, tomando una frase del poema “La danza” de Hart Crane, que dice:


O Appalachian Spring! I gained the ledge;
Steep, inaccessible smile that eastward bends
And northward reaches in that violet wedge
Of Adirondacks!

(Oh manantial​ de los Apalaches! Gané la cornisa;
Escarpa, inaccesible sonrisa que se dobla hacia el este
Y hacia el norte llega en esa cuña violeta
de los Adirondacks!)




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Ver en el blog

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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO)

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". florenciagu@gmail.com

Sunday, March 17, 2024

Ballet "Paquita" (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.

Los textos anteriores, se pueden leer en este enlace.


El ballet “Paquita” fue estrenado el 1 de abril de 1846 en la sala Le Peletier de la Ópera de París. La coreografía fue realizada por Joseph Mazilier, música creada por Édouard Delvedez, el libreto original era de Paul Foucher (con colaboración del coreógrafo). En la premiere la obra estuvo protagonizada por Carlota Grisi, en el rol de Paquita, y Lucien Petipa (hermano del coreógrafo Marius) como Lucien d'Hervilly obteniendo un gran éxito, al igual que había sucedido cuando estrenaron el ballet “Giselle”, cinco años antes.


En 1847, Marius Petipa se traslada a San Petersburgo para trabajar en el Ballet Imperial. El primer trabajo que realiza allí es una reposición de “Paquita”, estrenada el 26 de septiembre de ese mismo año, teniendo como protagonistas a Yelena Andreyanova y al propio Marius Petipa. En 1881, Petipa le encarga Ludwing Minkus (quién ya había trabajado con el coreógrafo en dos exitosos ballets: “Don Quijote” y “La bayadera”) que componga algunos fragmentos extra: el “Pas de trois” del primer acto (compuesto en colaboración con el propio Deldevez, Cesare Pugni y Adolphe Adam) y la “Mazurka des enfants” y el “Grand Pas Classique” del tercer cuadro. El estreno de esta nueva versión de Petipa fue el 27 de diciembre de 1881, con Ekaterina Vazem y Pavel Gerdt en los roles protagónicos. El estilo característico de Petipa está presente en estos fragmentos, siendo casi los únicos que se representan de la obra en la actualidad. Originalmente, el “Grand Pas Classique” estaba compuesto por una entada, un adagio, la variación de Paquita y una coda final. Hacia el inicio del siglo XX, el maestro italiano Enrico Cecchetti, que trabajaba en Rusia por aquel entonces, decide adicionar cinco variaciones femeninas para solista, las cuales fueron extraídas de varios ballets. El motivo para tal adición fue darle la oportunidad de bailar a diferentes intérpretes que, de otro modo, no se hubieran destacado.

Vale aclarar que, si bien por el año de su primer estreno, 1846, la obra pertenece historiográficamente al período romántico, junto a ballets como “Giselle” y “La silfide”, no comparte las características formales de dicho período. Su argumento, vestuario y composición coreográfica son más bien propios del período clásico ruso que comenzó hacia 1870.

En el año 2001, el coreógrafo Pierre Lacotte realizó una reconstrucción a partir de la notación de Petipa (con el método Stepanov-notation) realizada en 1904, cuando trabaja en el montaje de la obra junto Anna Pavlova como protagonista.


El ballet se organiza en dos actos y tres escenas. Se sitúa en España durante la invasión napoleónica, en la ciudad de Zaragoza. La protagonista es una joven gitana llamada Paquita.

El primer cuadro se desarrolla en los alrededores de Zaragoza. Allí una lápida de mármol se erige en memoria de Charles d’Hervilly, quien falleciera varios años antes en una masacre que sucedió en ese solar. El general francés conde Lucien d’Hervilly (hermano de Charles) le explica al gobernador español Don López de Mendoza y a su hermana Serafina (prometida de su hijo Lucien) el motivo de la misma.


Comienza la celebración y Don López de Mendoza pone de manifiesto el compromiso entre Serafina y Lucien, colocando sus manos juntas pero, en vez de alegría se vislumbra en Lucien resignación ya que dicha unión una necesidad estratégica y política. Llegan los gitanos a la fiesta, con Íñigo, su jefe, a la cabeza. Paquita llega retrasada, con unas flores que recogió en el camino. Iñigo, que está enamorado de Paquita, la reprende primero y luego le declara su amor pero ella lo rechaza. Iñigo, enojado, le quita el medallón que lleva colgado, en el cual se ve a su padre a quien nunca llegó a conocer.

Los gitanos y Paquita danzan para Lucien y sus invitados. Lucien, que había quedado maravillado con Paquita, al terminar la danza, le dice que es raro que una muchacha tan distinguida pertenezca a una familia gitana. Ella atina a mostrarle su medallón pero se da cuenta que no lo tiene. Igualmente, Lucien la invita a ir con él, pero ella lo rechaza.

Ante esta situación, Íñigo se pone celoso y el gobernador aprovecha para confabular con él y así matar a Lucien.


El segundo cuadro se desarrolla en la casa de Iñigo. Paquita, que permanece oculta ante la llegada del jefe gitano, escucha lo que planea hacer junto al gobernador, quien llegó disfrazado. Llega Lucién y Paquita intenta explicarle por medio de gestos los planes de Íñigo. El gitano le ofrece vino y Lucien, hábilmente, intercambia los vasos y es Íñigo el que toma el veneno. Antes de dormirse, intenta sacar su pañuelo para secase la frente y se le cae el medallón. Paquita lo recoge y huye junto a Lucien por la chimenea.

El segundo acto sucede en el palacio del general d’Hervilly. El salón donde se realiza la recepción está decorado por un gran retrato de Charles d’Hervilly. Junto a los invitados llegan también el gobernador y su hermana. Aparecen Lucien y Paquita que intentan explicar lo sucedido. El joven insiste en que Paquita le ha salvado la vida y señalan al Gobernador como ideólogo del plan, quien es arrestado.

Lucien manifiesta a sus padres su intención de casarse con Paquita, pero ella, sabiendo de la diferencia de clase que los separa, decide irse. En ese momento se percata que el rostro del cuadro que engalana la sala es el mismo que está en su medallón. Allí descubren que Paquita fue la única sobreviviente de la masacre y que es la hija de Charles, que había sido apropiada por los gitanos y criada como tal. Así, al reconocer su noble estirpe puede formalizar su amor y casarse con Lucien.



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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". Email: florenciagu@gmail.com

Sunday, March 10, 2024

Ballet “El lago de los cisnes” (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.

Los textos anteriores, se pueden leer en este enlace.


La primera versión del ballet “El lago de los cisnes” fue estrenada en el Teatro Bolshoi de Moscú el 4 de marzo de 1877. La música estaba compuesta por P. I. Tchaikovsky (fue su primer ballet, catalogada como op. 20) y la coreografía estuvo a cargo de Julius Reisinger. El argumento fue realizado por V. P. Begitchev y Vasily Gelster, y la interpretación del rol principal estuvo a cargo de Pelagia Karpakova. Sin embargo, esta versión no fue aceptada ni por el público ni por la crítica de la época, siendo éste uno de los motivos por los cuales no se conservó registro. Joseph Hansen revisó esta versión en 1880 y en 1882 con relativo poco éxito, realizando tan solo 40 representaciones en el Teatro Bolshoi.

Años más tarde, retomaron la idea en el Teatro Marinsky de San Petersburgo. Primeramente, Lev Ivanov realizó la coreografía de segundo acto para el Homenaje a Tchaikovsky, fallecido pocos meses antes, realizado el 1 de marzo de 1894, con las interpretaciones de Pierina Legnani y Pavel Gerdt. La versión completa de “El lago de los cisnes” se estrenó el 27 de enero de 1895, con coreografía de Marius Petipa (actos 1 y 3) y Lev Ivanov (actos 2 y 4), con la música original de P. I. Tchaikovsky, pero alterando el orden de las piezas para hacerlo más dúctil a las necesidades de los coreógrafos. El diseño de escenografía y vestuario estuvo a cargo de M. I. Bocharov y H. Levogt. Los roles principales nuevamente estuvieron a cargo de Legnani (Odile/Odette) y Gerdt (Sigifrido). El argumento fue tomado del cuento alemán “Der geraubte Schleier” (El velo robado) de Johann Karl August Musäus. Esta versión fue un éxito y es la que se mantiene en el repertorio hasta hoy.


Desde el punto de vista estructural, la obra está organizada en cuatro actos. Algunas versiones presentan un prólogo, acompañado por la Obertura de la obra musical, donde se muestra la primera transformación de la princesa Odette en un cisne.


En el primer acto se ve al príncipe Sigfrido, en su cumpleaños número 21. Jóvenes de su corte y extranjeros están celebrando en el jardín del palacio. Llega la Reina junto a sus damas de honor y le recuerda a Sigfrido que al día siguiente celebrará su cumpleaños con un baile en la corte y que deberá escoger a su futura esposa de entre las más hermosas princesas invitadas. El príncipe se muestra poco predispuesto a realizar tal elección y el Bufón intenta recuperar el espíritu festivo y anima al príncipe a salir de caza.


El siguiente acto transcurre en el bosque, el príncipe y sus amigos están preparados para la caza y caminan hacia un lago repleto de cisnes. En ese momento, aparece en un claro del bosque una bella joven que parece ser cisne y mujer al mismo tiempo. El príncipe se acerca, el cisne teme, él le ruega que no se vaya y le indica que la protegerá. Ella le explica que es la Reina de los Cisnes, Odette, y le cuenta que ese lago se formó con las lágrimas de su madre, cuando Von Rotbart, un malvado hechicero, la convirtió en la Reina Cisne. Ella y su corte seguirán siendo cisnes en el día (entre la media noche y el amanecer, asumen su forma humana) hasta que un hombre valiente y leal les jure amor y se case con ellas.

El príncipe la invita al baile de palacio, cuando deberá escoger a su futura esposa y le promete que se casará con ella. En ese momento, el mago aparece a la orilla del lago indicándole a Odette que regrese junto a él. Una vez que Odette y Sigfrido se han separado, todos los cisnes se acercan.


Nuevamente en palacio, el tercer acto muestra la fiesta formal del cumpleaños del príncipe, donde embajadores y bellas princesas de tierras lejanas han llegado a rendirle tributo. Sigfrido sólo piensa en Odette y baila de forma automática e indiferente con las hermosas princesas. Inesperadamente llega un caballero con su hija, que es idéntica a Odette. Es el hechicero Von Rotbart, que se ha transformado a sí mismo y a su hija Odile para engañar al Príncipe y que éste rompa su promesa de que sólo amaría a Odette.

Odile ha logrado engatusar a Sigfrido que piensa que es Odette. Mientras bailan, Odette aparece a la distancia haciéndole señas a Sigfrido, intentando advertirle del engaño. Luego, Sigfrido se aproxima a Von Rotbart y pide la mano de Odile, éste da su consentimiento. El salón de baile se oscurece. Rotbart y Odile se acercan al príncipe en actitud de triunfo final. Sigfrido no puede soportar sus risas crueles, al tiempo que ve en la distancia la tierna figura de Odette temblando entre sollozos.

De regreso al lago, en cuarto acto, Odette llora al tiempo que las doncellas cisne intentan consolarla, explicándole que el príncipe desconocía el plan de Von Rotbart. Sigfrido llega corriendo al claro, frente al lago, buscando a Odette entre todos los cisnes. La toma entre sus brazos, le pide perdón y le jura su amor infinito. Odette lo perdona pero sabe que ya no recuperará su forma humana. Aparece Von Rotbart y ve a los jóvenes juntos, Sigfrido lo desafía y el brujo es vencido por la fuerza del amor del príncipe hacia Odette. La muerte de Von Rotbart libera a Odette de su hechizo y vive feliz junto al príncipe.

En algunas versiones, al llegar Von Rotbart desata una tormenta y, por medio de un hechizo, hace que Sigfrido se sumerja en el lago. Odette, al presenciar la muerte de su amado, va tras él para unirse en amor eterno, en el más allá. En otras versiones, tras la tormenta desatada por Von Rotbart, lucha contra Sigfrido y el príncipe muere. Cuando pasa la tormenta, Odette llora junto a su amado sabiendo que nunca más recobrará la forma humana.


“El lago de los cisnes” es uno de los ballets de repertorio más bailado por todas las compañías alrededor del globo. Cuenta con muchas versiones posteriores a la de 1895, entre ellas se destacan la de Balanchine (1951), la de Crancko y la de Ashton (ambas de 1963), la de Nureyev (1964), la de Grigorovich (1969) y, más cerca de nuestros días, las versiones de Mats Ek (1987) y la de Matthew Bourne (1995), que muestra un interesante giro al representar a los cisnes con bailarines (como cisnes masculinos) y poner el foco en la búsqueda de Sigfrido por encontrar su verdadera identidad. Más allá de esta diversidad, la obra de Petipa e Ivanov es la que sentó las bases argumentales, musicales y de estilo de todas las versiones posteriores.




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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO)

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". florenciagu@gmail.com

Sunday, March 3, 2024

Anna Sokolow (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.

Los textos anteriores, se pueden leer en este enlace.




Anna Sokolow nació el 9 de febrero de 1910, en Hartford (Connecticut, Estados Unidos). Era hija de inmigrantes rusos, Samuel y Sara Sokolowski. En 1912 toda la familia se traslada a un barrio humilde de New York. Su padre casi no estuvo presente durante su infancia, pero sí su madre, una empleada de comercio sindicalizada que llevaba a Anna a las marchas que se realizaban durante las huelgas, pero que también la acercó al mundo de la música y del teatro (esta dualidad entre arte y lucha social se mantuvo durante toda su carrera). Se inició en la danza tomando los cursos de danza libre de Elsa Pohl, en Emanuel Sisterhood of Personal Service. En 1928 consigue una beca completa para unirse a las clases del Junior Festival Players, en la inauguración del Playhouse School de la calle 46 Oeste. Allí tuvo la oportunidad de tomar clases con Martha Graham, Louis Horst, Michio Ito y Benjamin Zemach, un reconocido exponente de la danza hebraica.


Al año siguiente Sokolow ingresa a la compañía de danza de Graham (donde permanecerá hasta 1938) y, simultáneamente, ayudaba a Horst en sus clases de coreografía. Además, en 1935 formó su propia compañía, la Unit Dance, que realizaba funciones para los sindicatos de trabajadores, que había conocido previamente gracias a su madre.


Durante la crisis del 29, junto a Sophie Maslow, Helen Tamiris (con quienes compartía sus orígenes judíos y humildes) y otras bailarinas, Anna participó en las actividades colectivas del New Dance Group y de la Workers Dance League, lo que muestra que desde sus inicios como coreógrafa e intérprete hay un interés social, como puede verse en obras como “Anti-War Trilogy (Anti-War Cycle)” (1933), primera colaboración con el músico Alex North, que posee tres partes: “Depression, Starvation”, “Diplomacy—War” y “Protest (Defiance)”, y en “Slaughter of the innocents” (1934). Con el inicio de la Segunda Guerra Mundial, Sokolow volcó en sus creaciones temas como el Holocausto y las tradiciones judías, tal el caso de “Songs of a Semite” (1943) y “Kaddish” (1945).


En 1939, Anna Sokolow intervino en el desarrollo de la danza en México, trabajando como maestra y coreógrafa. Su trabajo con la Secretaría de Educación Pública de México desemboca en la creación de la Academia Nacional Mexicana de la Danza y forma la primera compañía de danza moderna de ese país, La Paloma Azul, que inicia sus actividades en 1940. Durante sus estadías en la ciudad de México, creó para ellos “Lyric Suite” (1954) y “Dreams” (1961), entre otras obras.


En 1954 se retira de los escenarios debido a una lesión en la espalda, pero continua su labor coreográfica, principalmente enfocada en su Compañía de Estados Unidos, creando obras como “Rooms” (1955) y “Steps of silence” (1968). Así mismo realizó coreografías para óperas, como “La traviata” y “Carmen” (ambas en 1956, en el Metropolitan Opera House) y para musicales, tanto de Broadway como del Off-Broadway, participando con sus trabajos en “Candide” (1956) y en “Red Roses For Me” (1956), que le valiera una nominación a los premios Tony como Mejor Coreografía. También da clases en el Actors Studio (desde 1947 hasta mediados de la década del ’50), en la Juilliard School (entre 1958 y 1993) y en varios estudios de danza.


A partir de la década de 1960 colabora con la Batsheva Dance Company y con la Inbal Dance Theatre. Para ellas creó “Opus Jazz 1958”, “In memoriam N° 52436” (1973) y “The Bible in Dance” (1979), entre otras. En 1962 conformó en Israel una compañía propia, la Lyric Theatre, integrada por bailarines y actores, donde fusionaba danza, teatro y música, en obras como “Opus ‘62” (1962). También realizó trabajos coreográficos para otras compañías, como la Nederlands Dans Theater (“The seven deadly Sins, 1967), el Ballet Rambert (“Deserts”, 1967), el Joffrey Ballet Company (“Opus ’65”, 1965) y la Jose Limon Dance Company (“Poems”, 1988).

En 1971 lanza su nueva compañía, la Players' Project (que será relanzada en la década del ’80), con sede en la ciudad de Nueva York. Entre sus trabajos para este conjunto se destacan “Homage to Poe” (1986, revisada en 1993) “September Sonnet” y “Four Songs” (ambas de 1995) y “Frida” (1997).

Su larga trayectoria le valió varios honores y premios, como por ejemplo en 1978 la Ohio State University le otorga un Doctorado Honorario en Humadides; en 1988 recibie la Orden del Águila Azteca, el más alto honor que México entrega a un ciudadano extranjero, y un Doctorado Honorario en Artes del Boston Conservatory; y en 1991 le otorgaron el Premio Samuel H. Scripps por su contribución a la danza moderna estadounidense.


Anna Sokolow falleció en Manhattan (New York, Estados Unidos) el 29 de marzo de 2000, a los 90 años. Su legado permanece vigente a través del Sokolow Theatre/Dance Ensemble, dirigido por su discípulo y co-director de la Players' Project, Jim May, que tiene como misión reconstruir y representar las obras de Sokolow. Por su parte, la Sokolow Dance Foundation, bajo la dirección de Lorry May (también co-directora de la Players' Project), ofrece programas educativos y otorga los permisos de representación sobre las obras de Anna Sokolow.







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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO)

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". florenciagu@gmail.com

Sunday, February 25, 2024

Ballet "The ice maiden" (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.

Los textos anteriores, se pueden leer en este enlace.


“The ice maiden” (en el original ruso “Ledyanaya deva”) es un ballet en tres actos con coreografía de Fyodor Lopukhov. La música es de Edvard Grieg (principalmente tomada de la obra “Peer Gynt”) con arreglos de Boris Asafiev y diseños de escenografía y vestuario de Aleksandr Golovin. Fue estrenado el 27 de abril de 1927 en el Teatro Mariinsky de Leningrado, con Olga Mungalova (Ice Maiden) y Pyotr Gusev (Asak) en los roles principales.


La obra narra la historia de una doncella de hielo que, disfrazada como una mujer, atrae a los hombres con su belleza para conducirlos hacia la muerte. Lamentablemente este ballet ha salido del repertorio, conservándose solo el registro de un pas de deux (interpretado por Alla Osipenko y Jhon Markovsi), pero no se cuenta con mayores precisiones. El estilo coreográfico plasmado por Lopujov en esta obra, según lo que se puede observar, combina la técnica de la danza académica con variadas y audaces acrobacias.


Sobre esta misma temática hay una versión anterior, estrenada también en el Teatro Mariinsky pero en 1922, titulada “Solveig” con coreografía de Pavel Nicolayevich Petrov que, aunque utilizaba la misma música y diseños, resultó menos exitosa. Posteriormente, Gusev realizó su propia versión sobre el original de Lopukhov, para el Teatro Novosibirsk de Ópera y Ballet, en 1964, y Lew Christensen hizo lo propio para el San Francisco Ballet en la década de 1970.



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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO)

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Sunday, February 18, 2024

Ballet "Romeo y Julieta" (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.

Los textos anteriores, se pueden leer en este enlace.


Esta tragedia clásica de William Shakespeare fue llevada a los escenarios de la danza por primera vez en 1785 por Eusebio Luzzi y seguidamente por Vicenzo Galeotti, en 1811, para el Royal Danish Ballet. Sin embargo nada ha quedado de estas versiones iniciales. En 1936 Sergei Prokofiev finaliza su partitura y, a pesar de las dificultades que la música presentaba para bailarines y creadores, en 1938 se estrena el ballet con coreografía de Ivo Váňa Psota en Brno, Chekoslovaquia, con Psota en el rol de Romeo y Zola Semberova como Julieta.


Fue el 11 de enero de 1940 cuando el ballet Kirov de Leningrado estrena la versión que resultaría ser la más famosa, la que llegó hasta nuestros días, con coreografía de Leonid Lavrovski y la interpretación de Galina Ulanova (Julieta) y de Konstantin Sergeyev (Romeo). EL ballet se organiza en tres actos y el argumento sigue fielmente lo propuesto en la obra original de Shakespeare.

El primer acto inicia en la plaza del mercado de Verona, donde Romeo (hijo de los Montesco) es rechazado por Rosalinda. Allí también está Teobaldo (sobrino de los Capuleto), quien al identificar a Romeo, lo incita a pelear. Al ver la situación, el príncipe de Verona los detiene y los obliga a darse la mano.


Ya en la casa de los Capuleto, mientras Julieta y su nodriza, Gertrudis, participan de los preparativos del baile de máscaras, llega el padre con Paris, un conde que ha solicitado la mano de Julieta. Fuera del palacio, comienzan a llegar los invitados. Romeo, Mercuccio y Benvolio, aprovechando el anonimato que les brindan las máscaras, se escabullen en la fiesta. Mientras Julieta acapara todas las miradas, incluida la de Romeo, Teobaldo lo ha reconocido y lo conmina a retirarse. Sin embargo, el padre de Julieta no, y lo invita a quedarse.

La fiesta termina y los invitados se retiran. En los jardines Teobaldo nuevamente intenta pelear con Romeo pero Don Capuleto lo detiene. Julieta se asoma al balcón de su dormitorio y allí, Romeo le declara su amor.


El segundo acto inicia nuevamente en la plaza del mercado. Romeo está allí junto a sus amigos mientras Gertrudis lo busca para entregarle una carta de Julieta, donde lo cita en la capilla.Romeo acude y, una vez allí, Fray Lorenzo casa en secreto a los amantes, con la vana esperanza de que este acto finalice con la rivalidad entre ambas familias.

Al atardecer, en la plaza, Teobaldo pelea con Mercuccio. Romeo intenta evitarlo, pero Teobaldo mata a Mercuccio y Romeo, desesperado, mata a Teobaldo y huye.


El tercer y último acto encuentra a los amantes juntos. Romeo ha sido desterrado de Verona y debe partir. Los Capuleto han decidido que Julieta se case lo antes posible con Paris. Sin embargo Julieta no se resigan y, a la noche, va a la capilla a solicitarle ayuda a Fray Lorenzo. Éste crea un plan: le entrega una poción a Julieta que simulará su muerte y, luego de la ceremonia fúnebre, despertará donde será rescatada por Romeo.


Con ese plan en mente, Julieta simula aceptar la boda con Paris, pero al quedarse sola se toma la poción. Su familia la encuentra a la mañana siguiente, aparentemente sin vida. Romeo, que no ha recibido el mensaje de Fray Lorenzo, regresa a Verona creyendo que su amada ha muerto. Al llegar al mausoleo familiar, en la tumba de Julieta se encuentra con Paris, a quién mata. Ante la imposibilidad de soportar la muerte de Julieta, Romeo se quita la vida. Luego Julieta despierta de su sueño y encuentra a Romeo yaciente, toma su daga y se suicida.


Esta versión de Lavrovski de “Romeo y Julieta” fue estrenada en Moscú, por el Ballet Bolshoi en 1946, y fue la que sirvió de fundamento para las versiones posteriores de Jonh Cranko en 1958 para la Escala de Milán y para el Ballet Stuttgart en 1962, de Kenneth MacMillan para el Royal Ballet en 1965, de Angelin Preljocaj en 1991 para la Ópera de Lyon y de Alexei Ratmansky para el Ballet Nacional de Canadá en 2011, entre otros. Sir Frederick Ashton creó su propia versión para el Ballet Real de Dinamarca en 1955, antes que la versión soviética fuera conocida en Europa occidental, por lo tanto su coreografía y concepción escénica se diferencian de las versiones antes mencionadas. En el rol de Romeo se destacaron las interpretaciones de Rudolph Nureyev, Angel Corella y Manuel Legris. En el papel de Julieta cabe mencionar a Carla Fracci, Marcia Haydée, Margot Fonteyn y Alesandra Ferri.






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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO)

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Saturday, February 17, 2024

"Giselle" honrada de nuevo en Miami (por Baltasar Santiago Martín)


El viernes 9 y el sábado 10 de febrero de 2024, el Ballet Clásico Cubano de Miami, dirigido por el maestro Eriberto Jiménez, en colaboración con Youth Ballet Company de Panamá y el Sanctuary of the Arts Coreographic Ensemble, ofreció en el escenario del Miami Dade County Auditorium su puesta completa del ballet Giselle, cuyo segundo acto se había ya presentado solo en ese mismo teatro el sábado 18 de junio de 2016, sin obviar por supuesto las dos inolvidables funciones del ballet completo en 2007, estelarizadas, respectivamente, por las primeras bailarinas cubanas Alihaydée Carreño y Lorena Feijóo.

En Giselle, el ballet romántico por excelencia, el drama transcurre en Europa Central, en el Medioevo. La protagonista es una joven campesina que corresponde al amor de Lois, a quien ella cree un aldeano, pero que en realidad es Albrecht, Duque de Silesia. Hilarión, el guardabosque, quien también la pretende sin ser correspondido, descubre la impostura del duque, y se la revela a Giselle ante Bathilde, la prometida de Albrecht, que se encuentra de visita en la aldea junto a su corte. Giselle, ante la traición de su amado, enloquece y muere.

En el segundo acto, Hilarión visita la tumba de Giselle en el bosque, donde pasada la medianoche las wilis (espectros de doncellas que murieron vírgenes) persiguen a todo hombre que se aventure en sus dominios, y las wilis lo atrapan y lo hacen bailar hasta morir. Giselle hace su iniciación ante Mirtha, su reina, y luego se aparece ante Albrecht, que al igual que Hilarión se ha aventurado en el bosque para visitar su tumba. Giselle intercede sin éxito ante una implacable Mirtha, pero logra alargar el extenuante baile de su amado hasta el amanecer, en que las wilis desaparecen, y consigue así salvarlo, tras lo cual regresa a su tumba ante la desesperación de un arrepentido Albrecht.

Aunque asistí a las dos funciones, en esta reseña me limitaré a comentar solo la del sábado 10 de febrero, que a mi juicio fue la más lograda, sobre todo por la protagonista.

En el primer acto de esta puesta, Eriberto ha incorporado, de la versión del Royal Ballet, una temprana aparición de Bertha cuando recibe las piezas cazadas por Hilarión, lo cual brindó a la primera bailarina forever Alihaydée Carreño una muy bien aprovechada oportunidad para mostrar sus dotes de actriz, tal y como lo hizo durante todo el primer acto –sobre todo en su sobrecogedora y orgánica reacción ante Albretch cuando Giselle muere–; y a Israel Kaique da Silva, para “humanizar” a su guardabosques, injustamente percibido como “el malo” de la obra, cuando en realidad lo es Albretch.

Alihaydée Carreño como Bertha
 en el primer acto. 
 Foto: Guillermo Menéndez.
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Otro aspecto muy positivo del primer acto fue el bello vestuario del cuerpo de baile como los campesinos amigos y amigas de Giselle, que se lucieron en todos sus bailables, con gran sincronización, musicalidad y fluidez, en contraste con la pueril escenografía, tanto de las dos casitas como el telón de fondo que no evocaba ningún castillo.

Yendo por orden, toca destacar el brillante debut de Jorge Oscar Sánchez en el rol de Albretch, así como la formidable actuación de Gretel Batista como Giselle, tanto por su dominio técnico como por su cuidada interpretación del personaje, que de la inocencia y el candor de joven enamorada transitó convincentemente a la desesperación ante la traición de Albrecht, locura incluida, la cual fue “sentida” por sus “amigos de la aldea”, atentos a cada gesto suyo de dolor, ya no solo como bailarines que actúan, aunque Gretel no debió abrazarse a Hilarión en el transcurso de su desvarío al interponerse este en su camino, al punto de que fue él quien la tuvo que dirigír hacia Bertha.

Gretel Batista como Giselle 
en el primer acto. 
Foto: Guillermo Menéndez.
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Gretel Batista como Giselle en la escena
 de la locura del final del primer acto. 
Foto: Guillermo Menéndez.
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A su vez, al inicio del primer acto, Jorge Oscar no debió tomar del piso la misma margarita que ha deshojado Giselle, sino buscar una nueva de la jardinera de la casa, para recontar los pétalos a su favor, ni alzar a Giselle al final de su locura antes de que caiga muerta al piso.

La muerte de Giselle. 
Al frente: Alihaydée Carreño como Bertha;
 Gretel Batista como Giselle; 
Jorge Oscar Sánchez como Albrecht
 e Israel Kaique da Silva como Hilarión. 
Foto: Eduardo Ruiz.
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Quiero destacar que la secuencia dramática de la versión del Royal Ballet, en la que los campesinos bailan para Giselle, su madre y otros aldeanos, y no para la corte como es lo lógico, no fue seguida por Eriberto, que acertadamente sustituyó el pas de peasant, tradicional en casi todas las versiones (excepto la cubana, con diez amigos de Giselle: seis mujeres y cuatro hombres), por un pas de trois ofrecido a la corte, interpretado de modo admirable por Natalie Álvarez, Eleni Gialas y Wilhelm Josué Gómez, que lejos de interrumpir la secuencia dramática, enriquecieron la representación con su virtuosismo y bravura.

Y hablando de la corte, tanto las damas como los caballeros nobles –todos con suntuosos trajes acreditados junto con la escenografía a Youth Ballet Company de Panamá, al Miami Dade College North Campus (Alejandro Galindo) y a Luis Celeiro, Giogio Michel Milián y Olga Yero– actuaron sus aristocráticos personajes con gran elegancia y dignidad, especialmente Diana Figueroa como Bathilde.

(En este punto, se debió separar el crédito del vestuario del de la escenografía, por el desnivel ya señalado entre ambos).

Diana Figueroa como Bathilde 
y Gretel Batista como Giselle en el primer acto.
 Foto: Guillermo Menéndez.
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Antes de pasar a comentar el segundo acto, quiero hacer una observación muy personal sobre la orquestación escogida para la partitura, ya que se utilizó una diferente a la que utiliza el Ballet Nacional de Cuba para su paradigmática y mundialmente celebrada versión de Giselle por Alicia Alonso, sobre la original de Jules Perrot y Jean Coralli al igual que la de Eriberto.

No creo que la orquestación tenga derechos de autor e invito a los que me lean a comparar esta empleada por Eriberto con la usada por el BNC, sobre todo para la llegada de Albretch a la tumba de Giselle en el bosque, donde la diferencia es ostensible y a favor de la segunda.

Segundo acto

Antes de pasar a glosar las interpretaciones de los personajes principales, quiero elogiar el efecto de la niebla y la escenografía empleada para el bosque, tanto el hermoso telón de fondo como los “árboles” situados como “patas” del escenario.

Tumba de Giselle y telón de fondo
 para el bosque del segundo acto. 
 Foto: Karime Arabia.
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Mayrel Martínez, como Mirtha, la dura, altiva e implacable Reina de las Wilis, logró un dominio absoluto del personaje, tanto técnica como interpretativamente, con impresionantes grand jetés y elegantes balances, arropada por el admirable trabajo de las wilis del cuerpo de baile, sin el cual la función no hubiera sido lo memorable que fue, al igual que las dos wilis que la secundaron, a cargo de Eleni Gialas como Moina y Natalie Álvarez como Zulma, quienes ya habían brillado en el pas de trois del primer acto y en este segundo acto subieron todavía más la parada, con arabesques y jetés de consagradas, y Natalie con unos renversés a lo Aurora Bosch, la Mirtha paradigmática.



Natalie Álvarez como Zulma. 
Foto: Simon Soong.
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Las willis del segundo acto. 
Foto: Eduardo Ruiz.
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Israel Kaique da Silva resultó ser un convincente y suplicante Hilarión, además de un excelente ejecutante de su coreografía, mucho más demandante que en otras versiones, incluso la del BNC.

Gretel Batista, en la segunda Giselle de su ascendente carrera, al salir de la tumba giró rauda en planta sin perder elegancia, pero no concluyó en punta como hubiera sido más impactante.

En el inicio del Grand Pas, giró lentamente en planta sin titubeos y concluyó con el arabesque correspondiente, pero no a 180 grados, mientras que los entrechats de su variación fueron inobjetables, así como su diagonal de piqués con pirouettes y el esperado balance antes de salir de escena.

Jorge Oscar Sánchez volvió a sobresalir como Albretch, tanto como eficaz partenaire de Gretel como en sus variaciones, aunque en esta versión se sustituyeron los entrechats six que justifican el agotamiento de Albretch, por una diagonal de pasos menos demandantes ante Mirtha.

Antes de la entrada a la tumba, sobró esa cargada horizontal balanceante de Giselle por parte de Albrecht, en vez del efecto del “cruzamiento” de ambos sin tocarse que se justifica por la inmaterialidad de Giselle.

Para mejorar el efecto de su desaparición, se podía haber pegado más la tumba al árbol adyacente (se vio claramente como Gretel se “escabullía” por el lateral), pero nada de ello empaña el gran triunfo que representa montar este ballet tan romántico y bello en Miami, gracias al enorme esfuerzo de Eriberto Jiménez, así como de todos los talentosos bailarines y personal técnico involucrados en hacer realidad este sueño.


Baltasar Santiago Martín
Hialeah, 14 de febrero de 2024

Sunday, February 11, 2024

“La mesa verde” (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.

Los textos anteriores, se pueden leer en este enlace.


El coreógrafo alemán Kurt Jooss estrenó “The Green Table” el 3 de julio de 1932, en el marco del "Concurso International de Coreografía en homenaje a Jean Borlin", organizado por Rolf de Maré y los Archivos Internacionales de la Danza en el Théâtre des Champs-Élysées, Paris, donde obtuvo el primer premio. La música fue compuesta por Fritz Cohen, el diseño escenográfico y de vestuario fue realizado por Hein Heckroth, el diseño de iluminación estuvo a cargo de Hermann Mankard y el libreto fue creado por el propio Jooss. Esta primera representación estuvo a cargo de la Folkwang Tanzbuhne, compañía dirigida por Jooss, y los roles principales estuvieron interpretados por Karl Bergeest (El Beneficiario), Ernst Uthoff (El Abanderado), Elsa Kahl (Mujer), Lisa Czobel (La Joven) y Kurt Jooss (La Muerte).


Esta obra tiene una duración de 30 minutos y posee un subtítulo bastante gráfico: “Una danza de la muerte en ocho escenas”. Hay que tener en cuenta que “La mesa verde” fue creada en el período de entreguerras, en pleno surgimiento del nazismo, y Jooss muestra la forma en que el hombre libera sus impulsos destructivos, a través de una guerra inútil, y las consecuencias que trae aparejada. Cada escena es una variación del mismo tema: la Muerte es una pareja de baile que alcanza a todos, haciéndolos bailar al ritmo de sus propias vidas. Enmarcando las danzas de la Muerte, al inicio y al final de la obra, están los diplomáticos resolviendo los problemas del mundo alrededor de una mesa verde, siempre con los mismos gestos, las mismas preguntas y las mismas respuestas. Si bien Jooss no toma partido, parece sugerir que es poco lo que se puede esperar si no se modifican los actores y las estrategias.


La primera escena muestra a los diplomáticos vistiendo de negro y portando máscaras grotescas, intentando dirimir algún conflicto y, como es de esperar, termina cuando todos sacan sus armas y disparan, en clara declaración de guerra. Las siguientes escenas, siempre con la Muerte acechando, abordan la guerra desde diferentes ángulos: primero “Las despedidas”, con la separación de los seres queridos que implica ir a la guerra; luego, la representación de la guerra en “La batalla” y “El partisano”; la siguiente escena es “Los refugiados”, que muestra la soledad y la miseria que desencadena la guerra; el vacío emocional y el entretenimiento forzado, necesario para evadir el sentimiento de destrucción, en “El burdel”; el séptimo cuadro, “Las secuelas”, presenta a los sobrevivientes, psicológicamente golpeados y heridos. Finalmente, en el último cuadro, vemos nuevamente a los caballeros de negro alrededor de la mesa verde, continuando con sus negociaciones, indiferentes a la tragedia que causa la guerra.


“La mesa verde” fue la primera obra en ser registrada íntegramente con el sistema de notación creado por Laban, kinetography o labanotation. Así mismo, es considerada la obra más representativa de Jooss, incluida en el repertorio de múltiples compañías, habiendo sido el propio coreógrafo el encargado de los montajes. A partir de 1979, año en que falleció Kurt Jooss, esta responsabilidad pasó a su hija, Anna Markard.





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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO)


Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". florenciagu@gmail.com

Sunday, February 4, 2024

Ballet "As Time Goes By" (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.


La obra “As Time Goes By” de Twyla Tharp fue estrenada el 24 de octubre de 1973 en el New York City Center. La coreógrafa utilizó los dos últimos movimiento de la Sinfonía N° 45 de Joseph Haydn, “Farewell”. El diseño de vestuario estuvo a cargo de Chester Weinberg y el de iluminación de Jennifer Tipton. La orquesta estuvo dirigida por Seymour Lipkin y el elenco estuvo conformado por miembros del Joffrey Ballet, siendo Beatriz Rodriguez y Larry Grenier los bailarines principales y el cuerpo de baile conformado por Eileen Brady, Ann Marie DeAngelo, Jan Hanniford, Nancy Ichino, Krystyna Jurkowski, Pamela Nearhoof, Christine Uchida, Adix Carman, Richard Colton, Donn Edwards, Robert Estner, Tom Fowler, Jeffrey Hughes, Burton Taylor y William Whitener.


Este ballet fue el primero que Tharp creó para una compañía que no era la propia, el Joffrey Ballet, basándose fuertemente en la técnica del ballet, lo que incluye el uso de las zapatillas de punta por parte de las bailarinas. Ese mismo año Twyla había estrenado con su compañía “Deuce Coupe”, con música de los Beach Boys, y la obra para televisión “The Bix Pieces On Camera 3”.


La estructura de la obra sigue, en alguna medida, la de la música. Comienza con un solo femenino en silencio, a medida que aparecen los instrumentos de la orquesta ingresan los bailarines hasta que los diecisiete bailarines que participan están en escena. La conformación va variando: inicia el solo que se transforma en sexteto y luego queda un trío, ingresan todos y lentamente, siguiendo el devenir de los instrumentos, los bailarines comienzan retirarse de la escena, concluyendo con un solo masculino acompañado por un dúo de violines.





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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". florenciagu@gmail.com

Sunday, January 28, 2024

Ballet "La Bayadera" (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.

Los textos anteriores, se pueden leer en este enlace.


​​El ballet “La Bayadera” se estrenó​ el 4 de febrero de ​1877​, ​en​ ​el​ Teatro​ ​Mariinski​ ​de​ ​San​ Petersburgo. La coreografía fue creada por Marius Petipa, la música por Ludwig Minkus y el diseño escenográfico y de vestuario por Piotr Lambkin, Konstantin Ivanov, Orest Allegri y Adolf Kwapp. El libreto, inspirado en dos dramas del poeta hindú Kalidasa, fue creado por Sergei Kuschelok y el propio Marius Petipa. En el día del estreno los protagonistas fueron Lev Ivanov (como Solor), Ekaterina Vazem (en el papel de Nikia) y Maria Gorshenkova (en el rol de Gamzatti).

Las bayaderas, denominadas “devadasi” en la India, eran doncellas formadas desde la infancia, con una rigurosa disciplina, como bailarinas profesionales. Ellas realizaban danzas religiosas y sagradas ya que eran percibidas como seres que generaban la idea de luz, perfume y belleza. El término “bayadera” deriva de “bailadeiras”, forma en que los navegantes portugueses (en los siglos XV y XVI) llamaban a estas bailarinas. El orientalismo idealizado, lo exótico y lo sobrenatural, temas que fascinaron a los autores románticos, aparecen en este ballet que, desde el punto de vista historiográfico, pertenece al período clásico de la danza académica.

Este ballet se desarrolla en tres actos y cinco escenas. En el comienzo del primer acto, en las inmediaciones del templo, vemos a los guerreros junto a Solor regresar de una cacería. Solor le solicita al fakir Magdaveya que le avise a Nikia que se encontrarán frente a la Llama Sagrada. Llegan los sacerdotes y el Gran Brahmán para preparar la Llama Sagrada para las inminentes celebraciones.


Las bayaderas hacen su aparición, entre ellas Nikia, quien será elevada al rango de Gran Bayadera. El Gran Brahmán, fascinado por su belleza, le declara su amor; pero ella lo rechaza puesto que él es un hombre de Dios. Las ceremonias comienzan y Magdaveya comunica a Nikia los deseos de Solor. El Gran Brahmán, sin ser visto, advierte la conversación y comienza a sospechar.

Al finalizar la ceremonia, todos regresan al templo. En la soledad, Nikia y Solor se encuentran y se juran amor eterno ante la Llama Sagrada. Sin embargo, el Gran Brahmán observa la escena desde el interior del templo. Cuando ellos se separan, el Gran Brahmán, furioso, invoca a los dioses para que Solor sea destruido.

Ya en el palacio del Rajah, se le rinde homenaje a Solor, por su gran valor. En recompensa, el Rajah le ofrece la mano de su hija, Gamzatti, en matrimonio. Solor queda deslumbrado ante su belleza y, a pesar de estar unido a Nikia por un juramento, el joven no puede resistirse a sus encantos ni rechazar el ofrecimiento del Rajah. La fiesta comienza, llega el Gran Brahmán y le revela al Rajah los lazos que existen entre Solor y la bayadera.

El Brahmán supone que el Rajah eliminará a Solor. Sin embargo, para su sorpresa, el propósito del gobernante es dar muerte a Nikia. Gamzatti, escondida, escucha toda la conversación y decide encontrarse con Nikiya para tratar de persuadirla y que se aleje de Solor. Tras el infructuoso intento, Nikia huye y Gamzatti, al igual que su padre, decreta la muerte de la bayadera.

La siguiente escena se desarrolla en los jardines del palacio. Se anuncia un gran festín para celebrar el compromiso entre Gamzatti y Solor. El Gran Brahmán impulsa a Nikia a bailar en la ceremonia, ella rehúsa. La sirvienta de Gamzatti, Aya, le entrega una cesta con flores diciéndole que es un presente de Solor. Pero entre las flores se oculta una mortal serpiente, colocada allí por Gamzatti y el Rajah. El áspid muerde a Nikia, el Gran Brahmán le ofrece un antídoto pero, al ver a Gamzatti y a Solor juntos, lo rechaza y muere.


En el segundo acto, encontramos a Solor en su tienda, desesperado por la muerte de la hermosa bayadera. Bajo la influencia del opio ve a Nikia en el Reino de las Sombras, con su imagen multiplicada en espectros de bayaderas. Junto a ella, Solor evoca su danza ante la Llama Sagrada. Solor continúa aun atrapado por la fascinante visión de Nikia, cuando aparecen en escena sus compañeros que lo requieren para los preparativos de la boda.


En el tercer y último acto se lleva a cabo la boda, en el templo. Bajo la sombra del Gran Buda, un ídolo de bronce danza mientras el Gran Brahmán y los sacerdotes preparan la ceremonia nupcial. Los novios hacen su entrada rodeados de bayaderas, que ejecutan una danza ritual, símbolo de la Llama Sagrada que brilla fuera del templo. El Rajah, Gamzatti y Solor bailan, pero éste es continuamente asaltado por la visión de Nikia. Aparece misteriosamente un cesto con flores, idéntico al que provocó la muerte de la bayadera, Gamzatti, aterrada y atormentada por la culpabilidad, solicita a su padre que apresure el culto.

El Gran Brahmán avanza con la ceremonia en medio de la indecisión de Solor. Los dioses, furiosos ante la situación, desencadenan su venganza y el templo se desploma sobre los presentes. Finalmente, las almas de Nikia y Solor se unen en amor eterno.



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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". Email: florenciagu@gmail.com
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Gaspar, El Lugareño Headline Animator

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