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Sunday, May 12, 2024

Ser madre es maravilloso, ser bailarina también (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.


El ballet, la danza en general, ha abordado los más variados temas para sus argumentos, historias e inspiraciones. Desde la mitología greco romana, como en los primeros ballets de la época de Luis XIV, hasta las intrincadas consecuencias políticas de la Primera Guerra Mundial, como en la obra La Mesa Verde de Kurt Joss (1932), pasando por supuesto por obras literarias y teatrales tradicionales, como La bella durmiente, El Cascanueces, Don Quijote o Romeo y Julieta por mencionar algunos.

Sin embargo, raramente se aborda el tema de la maternidad. El nacimiento de la Princesa Aurora en el ballet La bella durmiente es una excepción digna de mención, simplemente por ser, precisamente eso, una excepción ya que no aporta nada desde el punto de vista argumental. Sí hay unas cuantas madres en los ballets que podemos recordar, pero generalmente desarrollan roles de demi-caracter, sin cómpromiso técnico, sino solo mímico e interpretativo, como el caso de la madre de Giselle del ballet homónimo, la del príncipe Sigfrido de El lago de los cisnes, la reina madre de Aurora (antes mencionada), la madre de Clara en El Cascanueces o, la más histriónica, madrastra de Cenicienta.

Sería dable preguntarse por qué la maternidad en sí misma no es un tema “danzable”. Podemos especular con la dificultad de representar escénicamente el momento del nacimiento, pero el rol de la madre en términos globales se presenta como más amigable en ese sentido y, sin embargo, queda siempre relegado. Quizás el motivo sea otro, más relacionado con las intérpretes que con la creación.


La maternidad entre las bailarinas es un tema complicado. Para quienes nuestro cuerpo es a la vez nuestra herramienta de trabajo, cualquier situación que genere un cambio produce incertidumbre y hasta temor, además de una interminable serie de interrogantes que nadie puede responder a ciencia cierta, simplemente porque cada experiencia es única e irrepetible, y esto aplica para una operación en la rodilla, pero también para el embarazo. “Cuánto tiempo voy a dejar de bailar?” es la primera pregunta, seguida de cerca por “cómo me va aquedar el cuerpo después?” y sin olvidar “voy a tener tiempo para tomar clases, ensayar y bailar con un bebé?”.

Las preguntas son justas. Es por eso que algunas bailarinas profesionales posponen la maternidad hasta luego que se retiran, aunque están también las que asumen el desafío y son madres más tempranamente, dividiéndose entre las dos tareas. Antes o después, lo importante es decidirlo responsablemente y con convicción. Ambos roles pueden convivir en armonía: ser madre es maravilloso, ser bailarina también.



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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". florenciagu@gmail.com

Friday, May 10, 2024

De Buenos Aires a Miami, el teatro crea puentes. (por Wilfredo A. Ramos)


Con motivo de la realización de la quinta edición del Solo Theater Fest, evento dedicado al difícil arte del trabajo del actor en solitario sobre el escenario, que organiza Artefactus Cultural Center, en su siempre acogedora sala de la barriada miamense de Kendall, se tuvo la oportunidad de disfrutar los pasados días 3, 4 y 5 del presente mes de mayo, de un espectáculo llegado desde Argentina, el cual de manera magistral envuelve la literatura narrativa con la dramática, mediante la puesta en escena de la obra “Yuna soy yo”, escrito e interpretado por la actriz Marcela Ferradás, con dirección de Horacio Peña, así como con diseños de escenografía y vestuario a cargo de Alejandro Mateo y Luciana Gutman respectivamente.

Este texto dramático parte de la novela “Las primas”, de la escritora originaria de la región argentina de La Plata, Aurora Venturini (1922-2015), quien a la edad de ochenta y cinco años -bajo el seudónimo de Beatriz Portinari- gana el Premio Nueva Novela del diario Página 12, para jóvenes promesas, galardón que instantáneamente va a catapultar a la escritora al reconocimiento nacional que le había sido negado hasta entonces, a pesar de ser una febril escritora que acumulaba ya por aquel tiempo una buena cantidad de títulos publicados gracias a sus propios esfuerzos.

Aurora Venturini
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Venturini fue una mujer que sin duda violentó ciertos cánones de la sociedad de su época, abandonando su casa familiar desde muy joven, trabajando para mantenerse mientras estudia en la Universidad Nacional de La Plata, de donde se gradúa como profesora de Filosofía y Ciencias de la Educación, lo que le permite entrar a trabajar como asesora del Instituto de Psicología y Reeducación del Menor, lugar en el que entrará en contacto directo con Eva Perón, esposa del presidente argentino de aquel momento, personajes controvertidos ambos dentro de la historia política y social del país austral, hecho que le propició, según ella misma hubo de declarar en algunas entrevistas, el que fuera perseguida y encarcelada al sucederse en 1955 los trágicos acontecimientos de la llamada ‘Revolución Libertadora’ , donde por medio de un golpe de estado se derrocó al presidente Juan Domingo Perón. Producto de dicha situación es que la obra de esta autora fue silenciada completamente en su país.

En Francia, país a donde llega tras irse al exilio, estudia psicología en la Universidad de París, ciudad donde entra en contacto con destacadas figuras de la intelectualidad del momento, tales como Albert Camus, Simone de Beauvoir, Jean Paul Sartre, Eugene Ionesco, Juliette Greco, entre otros.

Dentro de su abundante obra literaria, Venturini, escribió poesía -en 1948 recibió de manos de Jorge Luis Borges el Premio Iniciación por su poemario ‘El solitario’- ensayos, artículos de prensa, cuentos y novelas. De entre su abarcadora obra podemos citar ‘Versos al recuerdo’ de 1942, ‘El anticuario’ 1948, ‘Laúd’ 1960, ‘45 poemas paleoperonistas’ 1967 -libro de poemas en colaboración con su segundo esposo, el historiador Fermín Chávez- ‘Las Marías de los Toldos’ 1991, ‘Nosotros los Caserta’ 1992 -considerado por la propia autora su mejor libro- ‘Me moriré en París, con aguacero’ 1998, ‘El marido de mi madrastra’ 2012, ‘Eva, Alfa y Omega’ 2014, ‘Cuentos secretos’ 2015 y ‘Las amigas’ 2020 -continuación de ‘Las primas’ , textos ambos que salieron publicados después de su fallecimiento ocurrido el 24 de noviembre del 2015, llegando hasta cerca de cuarenta y seis obras publicadas y otras seis en espera de ver la luz en la actualidad.

Respecto a su obra, esta ha sido catalogada de espesa, abrumadora, compulsiva, deforme, lúdica. Su propia albacea y autora de su biografía titulada ‘Esa no soy yo’, Liliana Viola, se ha referido de la escritora como “un monstruo literario que se salta los géneros literarios”.

Puede decirse de la Venturini que tiene un lenguaje propio, algo antiguo -no anticuado- utilizando dentro de su escritura largos párrafos desprovistos de frecuentes signos de puntuación -decía que los mismos le cortaban las ideas- haciendo uso de dicho lenguaje desde un universo de lo bestial, lo deforme, lo grotesco, lo repulsivo. Es una escritora que se vale de todo lo que se le pone ante ella para mostrar su mundo, mediante una espesa mezcla de recursos literarios, llegando a ser considerada como una escritora maldita por lo irreverente de sus textos. Sus personajes son deformes, anormales -como gustaba de llamarlos- turbios. Se centra en el universo familiar una y otra vez, pero sólo de sus personajes femeninos, a los que castiga con su visión catártica, por lo que se puede hablar de un cierto tono feminista dentro de su literatura. De igual manera la escritora es capaz de entregarnos diversos puntos de vista sobre un mismo tema, provocando con ello un estado de desorientación sobre el que se enfrenta a su obra, lo que es aprovechado por ella para crear ambientes singulares, tenebrosos y catárticos. Son dichas características entre muchas otras más las que hacen de la obra de Aurora Venturini un caso singular dentro de las letras argentinas y del universo literario en general, otorgándole el puesto de excepción y excepcional que a través de la mayor parte de su vida se le negó.


A pesar de las complejas características antes citadas, que hacen de la literatura de Venturini una bestial, implacable, pero a la vez hermosa obra, la actriz Marcela Ferradás, deslumbrada ante tal descarnado discurso, asume la responsabilidad de llevar esas páginas al escenario, llevando a cabo ella misma su adaptación, lo que provocara el inicio de una cierta relación de amistad entre ambas.

Ferradás, actriz proveniente de una familia amante de las artes, con un abuelo que hacía teatro, vivió el influjo cultural en su formación, lo que la llevó a graduarse de profesora de castellano, literatura y latín, estudiando posteriormente Historia del Arte. Para los diez y seis años cursa sus primeros estudios de teatro, iniciando así una carrera teatral la cual incluye un gran número tanto de puestas teatrales como trabajos para la televisión, sin contar algún que otro producto cinematográfico.

El primer enfrentamiento de Ferradás con el texto de Aurora Venturini dió como resultado la obra “Las primas o la voz de Yuna”, en un formato teatral donde participaban varios actores quienes representarían los diferentes personajes, pero es para la celebración del centenario de la autora que se le solicita subir nuevamente la obra a las tablas, algo que aquel momento resultaba imposible, por lo que la actriz se lanza a realizar en solitario una muy breve exposición de dicho texto. Visto el resultado, es que ésta se propone trabajarlo seriamente en el formato del unipersonal, pero en un trabajo de más extensión -cerca de cincuenta minutos- tal y como llegó a nuestros escenarios.


Este espectáculo que como señalamos anteriormente contó con la escritura de la propia actriz, estuvo bajo la pupila de otro destacado actor del cine, la televisión y las tablas argentinas, Horacio Peña, quien asumió la dirección de un trabajo que ya la actriz había interiorizado desde su anterior producción.

La puesta de este unipersonal está concebida de manera sencilla, casi minimalista, donde los escasos elementos escenográficos utilizados no inciden en el desarrollo de la acción, sino sólo con la única función dirigida a ser el pretexto introductorio de la acción dramática.


El desempeño de la actriz que se inicia mediante rasgos obvios de timidez proyectados en su aparición en escena, prontamente va a transformarse en una tormenta de sentimientos y reacciones que irán descubriéndonos al verdadero personaje. La Ferradás poseedora de un excelente registro y dominio vocal, asume las condiciones de la ‘minusválida reeducada’ como mismo es catalogada por esa ‘Yuna Riglos’, narradora de una historia llena de situaciones violentas y rechazables, lo cual hace con un manejo adecuado de las intenciones individuales de cada uno de los personajes que ella va haciendo desfilar por la escena.


A través del recurso de la retrospectiva, la protagonista nos contará algunos de los momentos que marcaron su vida, los cuales van a estar siempre relacionados con otras mujeres de la familia abusadas, discapacitadas ellas también, utilizando un mínimo de recursos expresivos, pero certeros y ajustados, donde tanto las expresiones faciales, las palabras y los silencios se cargan de un polisémico significado.


Al retomar dicho texto, la actriz encuentra el punto perfecto en la adecuación del personaje a su presencia en solitario sobre las tablas, abordando temas gruesos como la discriminación, el aborto clandestino y el abuso sexual infantil mediante el estupor y la risa, lo que puede resultar por momentos incómodo, producto a la crudeza de las desgracias y la maldad de las acciones narradas. Todo este trabajo es manejado por la actriz con soberbia maestría, basada en el dominio de la palabra. Si sobre la autora suele decirse que crea un lenguaje propio, de la actriz podemos afirmar que incorpora dicho lenguaje como suyo personal. De ahí que la escritora le dijera al oído, la noche del estreno de la primera versión del texto: “Yuna sos vos”.

Para que la actriz haga revivir su personaje en el escenario no es necesario mucho espacio, porque la fuerza de su decir se sobrepone a las acciones. Su cuerpo fluye por la escena lo mismo cuando habla incontinentemente como cuando calla y clava su mirada en el espectador convirtiéndolo en cómplice. La actriz se apropia de la imagen, la voz y el pensamiento de la autora poniéndolo todo ello en función del personaje, creando de tal forma una unión indivisible entre ambas.

Imaginar a otra actriz sobre las tablas contando esta desgarradora y estrambótica historia sería difícil de poder aceptar, porque sin duda alguna y para satisfacción de la autora, Yuna Riglos, puede ser solo una y es ella... Marcela Ferradás.





Texto y fotos Lic. Wilfredo A. Ramos.
Miami, Mayo 9, 2024.

Sunday, May 5, 2024

Vagánova (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.


Agrippina Yákovlevna Vagánova nació entre fines de junio y principios de julio (dependiendo las fuentes) de 1879 en la ciudad de San Petersburgo. Toda su vida estuvo ligada al Ballet Imperial del Teatro Mariinski en dicha ciudad (luego conocido como Ballet Kirov). Ya en 1888, con 10 años de edad, fue aceptada en la Escuela del Ballet Imperial, una gran institución de danza académica fundada por la Emperatriz Ana y financiada por los zares.


Al comienzo encontró algunas dificultades, pero con esfuerzo y dedicación se graduó como alumna de la Prima Ballerina Eugeniia Sokolova, aunque también fue formada y entrenada por Ekaterina Vazem, Pável Gerdt y, Enrico Cecchetti y Christian Johansson, representantes de las escuelas italiana y danesa respectivamente. Luego de la finalización de sus estudios, Vagánova se unió al Ballet Imperial, logrando el grado de Prima Ballerina en 1916, un año antes de su retiro.

Era conocida en la época como “la reina de las variaciones” por su virtuosismo y gran nivel técnico. Sin embargo, el antiguo coreógrafo y maestro Marius Petipa nunca reconoció sus dotes y las únicas menciones de Vagánova que hay en su diario van acompañadas de calificativos como “horrible” o “espantoso”.


En 1917, a su partida de los escenarios, comenzó su fructífera tarea de enseñanza en la Escuela del Ballet Imperial. Las propias dificultades sufridas al comienzo de sus estudios la llevaron a comprender más a fondo y a desentrañar la técnica del ballet. Hasta 1917 tanto el Ballet como la Escuela eran subvencionados por el Zar ya que se trataba de un arte de elites; tras la revolución, el futuro del ballet en Rusia era esquivo. Pero Vagánova se aferró a su amor por el ballet y logró la supervivencia de este arte. Comenzó como maestra y, en 1934, fue nombrada directora la escuela que actualmente lleva su nombre: la Academia Vagánova de Ballet.


El método “Vagánova”, tal como se lo conoce hoy en día, surge de la óptima fusión de la delicadeza y elegancia de la escuela francesa, la fuerza y entrenamiento rígido de la escuela italiana, y la ligazón y encadenamiento de pasos de la escuela danesa. Estas tres escuelas europeas convergieron en la Rusia zarista, desde el inicio mismo de la danza académica en ese territorio y, de allí, el profundo conocimiento que Vagánova tenía de ellas. La riqueza de sus enseñanzas está sistematizada en la obra “Fundamentos de la Danza Clásica” (1934) que continua siendo un libro de consulta habitual para los maestros y estudiantes de ballet.


Grandes bailarines fueron sus alumnos, como Natalia Dudinskaya, Marina Semyonova, Galina Ulánova, Olga Lepeshinskaya y Maia Plisetskaya. Y muchos otros recibieron los beneficios de sus enseñanzas, luego de su muerte (el 5 de noviembre de 1951), graduándose de la Academia Vagánova, como Rudolf Nuréyev, Irina Kolpakova, Mikhail Baryshnikov, Natalia Makarova, Yuri Soloviev, Altynai Asylmuratova, Diana Vishneva y Svetlana Zakharova.




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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". florenciagu@gmail.com

Tuesday, April 30, 2024

Una vez desfilé

Esta foto tomada de Facebook, es para ilustrar la Avenida de la Caridad, no está relacionada con el Primero de Mayo.
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Eramos cuatro o cinco (estaba cuando aquello en el Pre), fuimos pa la Avenida de la Caridad, que era por donde se desfilaba en los mediaos de los 80s, recogimos del piso unas pencas de arecas y un cartel que decía "Viva el Primero de Mayo", nos metimos between dos bloques y desfilamos así independientes.

Intentaron sacarnos, pero saludando y sonriendo, atravesamos la Plaza de la Caridad, no supieron como presentarnos por los altavoces, nos fuimos riendo, y pa los termos de cerveza, luego el arroz con pollo, ...

Otro Primero de Mayo que me acerqué a la Avenida de la Caridad, fue para comprar las entradas pa un concierto de Alberto Cortéz en el (difunto) Teatro Alkázar. Recuerdo que mientras luchaba en el molote de la taquilla, a mi espalda, el "pueblo combatiente" desfilaba al son de las consignas En la noche, bañao y perfumao, con la novia de la mano, disfruté de ese magnifico concierto.

No tengo más experiencias de Primeros de Mayo. (JEM)

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Alberto Cortez. "Castillos en el Aire".
Esta es la canción que más recuerdo, de su concierto en Camagüey. La manera en que la interpretó en aquella ocasión, fue superior a la que se puede apreciar en este video.

Monday, April 29, 2024

Mensaje para el Día Mundial de la Danza 2024 (por Marianela Núñez. Argentina)


Un recuerdo no alcanza para hacer historia. Y la historia de un teatro, como la de cada uno, es también la historia de los demás, de cómo un arte como la danza migró y creció en diferentes latitudes.

Las paredes del Royal Ballet atesoran las fotografías que narran el viaje recorrido, la historia reclama sus protagonistas y la danza en Argentina resplandece con cada uno de esos nombres.

Con frecuencia, las instituciones se sumergen en un silencioso anonimato, sin rostros ni apellidos, evitando enfrentarse al eco del pasado.

Son las organizaciones impulsadas y respaldadas por el ITI-UNESCO, como lo es el Consejo Argentino de la Danza, las que frecuentemente hacen de muralla que detiene al olvido.

Estoy junto a ustedes en el compromiso de rescatar y revitalizar la historia de maestros, artistas y coreógrafos que han enriquecido el mundo de la danza, merecedores de ser escuchados por las generaciones venideras. Que sepamos todos que no somos espectadores, sino herederos de una tradición forjada con arte, dignidad y sacrificio, nutriendo nuestro camino con vocación y amor por la belleza. Si bien el futuro y el presente acaparan nuestra atención, sin el sólido cimiento del pasado, sin la fertilidad de nuestra tierra, el árbol de la danza no puede florecer. Las raíces son tradición y a la vez... nutrientes.

Sunday, April 28, 2024

Alwin Nikolais (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.

Los textos anteriores, se pueden leer en este enlace.


Alwin Nikolais nació el 25 de noviembre de 1910 en Connecticut, Estados Unidos, proveniente de una familia rusa de inmigrantes). Al alcanzar la mayoría de edad viajó hacia New York donde se contactó con el mundo del teatro y del cine: por un lado trabajaba de titiritero y, por otro, acompañaba al piano la proyección de películas mudas (la música había sido su primer quehacer artístico). Esto generó también un interés por la actuación y la puesta en escena.

En 1933 asiste a una función de Mary Wigman y queda maravillado por el poder interpretativo de la bailarina. Es allí que comienza su interés por la danza. Comineza a estudiar con Truda Kaschmann, discípula de Mary Wigman, y continuará su formación con otros grandes de la danza moderna, como Hanya Holm (de quién luego sería asistente), Martha Graham, Doris Humphrey y Charles Weidman.


Tras realizar varias giras por Estados Unidos con la Compañía de Holms y de enseñar en la Universidad de Colorado durante los veranos, en 1948 es nombrado director del Henry Street Playhouse. Aprovechando su cargo, crea una escuela de danza y la Playhouse Dance Company, que a partir de 1953 pasaría a llamarse el Nikolais Dance Theatre. Es en este momento donde todos sus saberes e ideas sobre la danza y el arte confluyen.

Nikolais cree firmemente en “la danza como arte del movimiento” y en el teatro como la herramienta propicia para explorar y exportar las emociones de los bailarines. Así el movimiento se tornaba más puro, quedando libre de las interpretaciones personales de los ejecutantes (que se canalizaban por otros medios). Además, utilizaba estéticamente en el escenario proyecciones, ruidos, golpes, gritos, envolvía a los bailarines con telas o plásticos, valoraba más el conjunto que la individualidad. La música la creaba él mismo y la iba modificando en cada presentación. “Village of Whispers” (estrenada en 1955) estuvo en escena hasta 1963 y la música era siempre distinta, hasta lograr “una solución satisfactoria según el lugar y su estructura física”, según las propias palabras del coreógrafo.


Todo esto generó el rechazo de los sectores más conservadores, pero al mismo tiempo exaltó la admiración de los más vanguardistas. La Nikolais Dance Theatre rápidamente ganó un lugar en el mundo de la danza y Nikolais fue considerado el creador de los espectáculos multimedia. Su primera obra fue “Eight Column Lines” (Krenek, 1939) a la que siguieron “Prism” (1956), “Structures” (1970), “Crucible” (1985) y “Aurora” (1992) entre muchas otras.

Se retiró de la vida pública hacia mediados de la década del 70, dejando a cargo de su escuela, teatro y compañía a Murray Louis. Habiendo sido reconocido con gran cantidad de premios en todo el mundo, Nikolais fallece el 8 de mayo de 1993 en la ciudad de Nueva York.



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Ver en el blog:
Mary Wigman (por Florencia Guglielmotti)


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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". florenciagu@gmail.com

Sunday, April 14, 2024

Pierina Legnani (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.



Pierina Legnani nació en Milán (Italia) el 1 de octubre de 1868. Comenzó su formación en danza a los 7 años en su ciudad natal con Catarina Beretta. Luego de estudiar durante un año, ingresó a la Escuela de Ballet de La Scala, donde continuó sus estudios durante los siguientes 10 años. En su último año de curso, actuó como suplente de la Prima Ballerina Maria Giuri, y luego ingresó a la Compañía. 


Tras su éxito en el ballet de La Sacala, en 1890, actuó como primera bailarina en la obra “Salandra” de Eugenio Casati, en el Teatro Alhambra de Londres. En 1892 fue nombrada primera bailarina en La Scala y, unos meses después, se mudó a San Petersburgo. El 17 de diciembre de 1893 debutó en el Ballet Imperial interpretando el rol principal de “Cenicienta” de Marius Petipa, Lev Ivanov y Enrico Cecchetti. Público y crítica quedaron deslumbrados por su virtuosismo técnico y su interpretación. Lo que más llamó la atención fueron los famosos 32 rond de jambe fouette que realizó sin moverse de su lugar, al final del ballet. Algunas fuentes aseguran que no fueron 32 los giros, sino que fue tal el asombro que generó en la platea que tuvo que repetir dos veces la secuencia de 16 fouettes y de allí el número mágico de 32 que hasta hoy en día se sostiene como demostración de habilidad técnica. Lo que sí queda claro es que superó a su compatriota, Emma Bessone, quien había realizado 14 fouettes en “The Haarlem Tulip”, de Ivanov, en 1887.


A poco de su debut con el Ballet Imperial, Petipa quedó encandilado con la danza de Pierina y la nombró Prima Ballerina Assoluta, máximo honor que una bailarina puede recibir y fue Legnani quien obtuvo el título por primera vez. Petipa creó para ella los roles principales de Odette y Odile en el “El lago de los cisnes” (1895), la Perla Blanca en “The Pearl” (1896), Ysaure de Renoualle en “Bluebeard” (1896), Teresa en “The Cavalry Halt” (1896), y el rol de Raymonda del ballet homónimo (1898). La última presentación que realizó junto al Ballet Imperial en el Teatro Mariinsky fue en enero de 1901 donde protagonizó “La Camargo”, de Petipa. 


En los años que siguieron hasta 1910 realizó funciones como bailarina invitada en diferentes ciudades europeas, ente ellas Londres, Madrid y París. Luego se retiró de los escenarios y se instaló en su casa de Lago de Como, en el norte de Italia. Integró también el consejo examinador de la Escuela de Ballet de La Scala, junto a Enrico Cecchetti y Virginia Zucchi. 


Pierina Legnani, bailarina de inusual dominio técnico y gran refinamiento, falleció a los 62 años de edad, el 15 de noviembre de 1930. Sus restos descansan en el cementerio de Pognara Lario, en el Lago de Como.





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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". florenciagu@gmail.com

Wednesday, April 10, 2024

Hombre que mira con pasión desbordada al Sudeste… (por Carlos A. Peón-Casas)


Me acuerdo ahora, en el aquí de esta coordenada del southwest miamense del filme Un hombre mirando al sudeste, de Eliseo Subiela.         

Lo vi con pasión también desbordada en su minuto en aquella sala oscura del Casablanca de la ciudad de antaño, que dicho y sea de paso ya no existe con la magia que tuvo y pudo mantener acaso para que nuestros hijos pudieran acabar disfrutándola alguna vez… como tampoco existe en triste e inexorable circunstancia, aquella ciudad que habitamos alguna vez: príncipeña y principesca, dejada atrás por décadas innominadas, con lágrimas y suspiros….

Aquel filme hoy me recorre la piel mientras desde mi humilde espacio miamense, oteo con ganas infinitas hacia el espacio geográfico de mi ciudad y mi gente… de allá espero en salvífica andanada a los que amo y añoro a mi lado.

Un año y un día después de mi llegada a estas playas esta rememoración se me hace imprescindible.

Lleva el latido insomne de mis primeras 366 jornadas, el ya tan clásico año y un día… el mismo que ha sido vivencia para los cubanos que ya por casi seis décadas, tienen en privilegiada condición, y como meta primaria en esta tierra no tan lejana en su carácter geográfico, pero inexorablemente no nuestra, aunque sea salvadora e indefectiblemente, de promisión y esperanzas.

Mirar hoy al sudeste me reconforta y me devuelve a la conexión imprescindible con aquel cordón de umbilical de salvífica prestancia.

La fe que profeso en un Dios providente en el que me enseñó a creer mi abuela Emilia, me acompaña y me conforta.

Desde esta orilla y en este minuto en que doy gracias y me lleno de nuevas esperanzas, pido a Dios, con humilde y benevolente afán, que salve a Cuba, con los bellos e inspirados versos de aquel bellísimo himno, que musicalizó Félix Rafols, vecino del Camagüey ancestral, quien le dio realce con su música y su vida, y clamó a la Madre del Cielo, a nuestra Cachita con ardoroso afán:
No abandones ¡oh! Madre, a tus hijos,
salva a Cuba de llantos y afán,
y tu nombre será nuestro escudo,
nuestro amparo, tus gracias serán.(1)



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1. Fragmento del Himno a la Virgen de la Caridad del Cobre. Texto P. Juan José Roberes. Música  Félix Rafols. Ver Himno a la Virgen de la Caridad del Cobre (autor P. Juan José Roberes. Año 1912)


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Fragmento de Un hombre mirando al Sudeste.
Dir. Eliseo Subiela. Argentina 1986

Sunday, April 7, 2024

Ballet “El Despertar de Flora” (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.

Los textos anteriores, se pueden leer en este enlace.


“El despertar de Flora” (“Пробуждение Флоры” en el original ruso) es un ballet en un acto, con coreografía de Marius Petipa, música de Riccardo Drigo y libreto de Petipa en colaboración con Lev Ivanov. La escenografía fue diseñada por Mikhail Bocharo y el vestuario por Evgenii Ponomarev Su estreno se produjo durante la boda de Ksenija Aleksandrovna Romanova, hija del emperador Alejandro III de Rusia, con Aleksandr Michałovič Romanov, en el Palacio Peterhof (en San Petersburgo), el 6 de agosto de 1894. Fue interpretada por las primeras figuras del ballet Mariinsky: Mathilde Kschessinskaya (Flora), Olga Leonova (Diana), Anna Johansson (Aurora), Claudia Kulichevskaya (Hebe), Alexander Gorsky (Aquilon), Pavel Gerdt (Apolo), Nikolai Legat (Zephyr), Sergei Legat (Mercurio) y Vera Trefilova (Cupido).


La obra rápidamente se transfirió al repertorio del Ballet Mariinsky, estrenándose allí el 14 de enero de 1895, tan solo 5 meses después, con idéntico elenco. Esta presentación se realizó en el marco de una función a beneficio de la bailarina María Anderson, quien debió retirarse luego de resultar herida en un incendio en el teatro.


Por un error en el programa original la coreografía se atribuyó a un trabajo conjunto entre Petipa e Ivanov. También el diario “La gaceta de San Petersburgo” cometió el mismo traspié, al publicar una nota luego de asistir al primer ensayo general. Esto llevó a Petipa a enviar una carta de queja al diario para que enmienden el equívoco.


Por su argumento, podemos calificar a esta obra como un ballet anacreóntico (aunque por el resto de sus características pertenezca al clasicismo). Aquí Petipa e Ivanov toman un mito griego, “Chloris y Zephyrus”, pero los nombres que utilizan son inexactos ya que pertenecen a la mitología romana. El mito dice que Chloris estaba caminando en un campo cuando Zephyrus, el Dios del Viento Oeste, la vio y se enamoró de ella. Luego la secuestró y se casó con a la ninfa. Como prueba de su amor, Zephyrus le otorgó a Chloris el poder de gobernar las flores, las plantas, los árboles y los huertos, gracias a lo cual se convirtió en Flora, Diosa de la primavera y las flores.


En este ballet, la historia se articula en 6 cuadros y una apoteosis. El primer cuadro trascurre de noche, Flora, Diosa de la Primavera, está profundamente dormida con sus ninfas, al tiempo que Diana, Diosa de la Luna, vela por su paz. Con el amanecer, se siente una frescura en el aire y Diana se esconde en las nubes. En el cuadro segundo, Aquilon, Dios Viento del Norte, se precipita tormentosamente, su soplo de viento frío despierta a Flora y la obliga a refugiarse en el follaje, implorando a Aurora, Diosa del Alba, que los ayude. En el cuadro siguiente, Aurora consuela a Flora y anuncia que Apolo, Dios del Día, pondrá fin a sus sufrimientos. En el cuadro cuarto, aparece Apolo, resplandeciente, y todo se anima. Apolo se enamora de la belleza de Flora y la besa. A su llamada, aparece Zephyr, Dios del Viento del Oeste, que vuela a los brazos de su amada Flora, seguido por Cupido, Dios del Amor, y sus pequeños amores. Cupido, amores y ninfas se regocijan con la felicidad de Zephyr. Aparece Mercurio, Mensajero de los Dioses, en el inicio del quinto cuadro. Anuncia la presencia de Hebe, Diosa de la Juventud, y de Ganimedes, copero de los Dioses, que ofrecen a Flora y a Zephyr una copa de néctar, proclamando que Júpiter les ha dado la eterna juventud. Una alegre procesión llega en el cuadro seis: junto al carro de Baco y Ariadna hay bacantes, sátiros, faunos, silvanos y muchos otros, todos muy entusiasmados. Finalmente, en la apoteosis, el Olimpo a pleno se revela y aparecen todos los Dioses que lo conforman: Júpiter, Juno, Neptuno, Vulcano, Minerva, Ceres, Marte, Plutón, Proserpina, Venus y tantos otros.



En 1914, la partitura de Drigo fue publicada como partitura orquestal y reducción para piano por el editor musical Zimmermann. Ese mismo año, “El despertar de Flora” fue representado por primera vez fuera de Rusia. Anna Pavlova montó una versión abreviada del ballet para su compañía itinerante. Richard Bonygne, director de orquesta australiano, grabó esta versión abreviada en 1974 para su LP “Homage to Pavlova”, con la interpretación de la London Symphony Orchestra. Durante muchos años ésta fue la única grabación disponible de la obra de Drigo.


En Rusia, la última función del ballet se realizó en 1919. Afortunadamente, la coreografía de Petipa no se perdió ya que fue registrada con el método Stepanov de notación de danza, a poco de su estreno en 1894 (este registro hoy forma parte de la colección Sergeyev, en guarda en la biblioteca de la Universidad de Harvard). A partir de esta notación, el coreógrafo e historiador Sergei Vikharev realizó una reconstrucción de la coreografía original para el Ballet Mariinsky. Esta producción incluyó una restauración de la escenografía y vestuarios originales, y de la partitura de Drigo, cuyo manuscrito original se encontraba guardado en los archivos de la Biblioteca Central de Música del Teatro Mariinsky. El estreno de esta versión fue en el 7° Festival Internacional de Ballet, el 12 de abril de 2007 en el propio Teatro Marinsky. En esta ocasión, los roles principales fueron interpretados por Evgenia Obraztsova (Flora), Svetland Ivanova (Diana), Xenia Ostreikovskaya (Aurora), Daria Sukhorukova (Hebe), Maxim Chaschegorov (Apolo), Vladimir Shklyarov (Zephyr), Alexei Timofeyev (Mercurio) y Valeria Martynyuk (Cupido). Esta producción fue merecedora, en 2008, de la Máscara Dorada como Mejor Obra de Ballet y como Mejor Coreografía (los premios “Máscara Dorada” – “золотая маска”- son los más importantes que entrega cada año la Unión de Teatro de Rusia).




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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO)

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". florenciagu@gmail.com

Sunday, March 31, 2024

Ballet "Aguas Primaverales" (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.

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“Aguas primaverales” es un pas de deux con coreografía de Assaf Messerer y música de Sergei Rachmaninoff, creado hacia 1950 y estrenado con los jóvenes bailarines Ludmilla Bogomolova y Stanislav Vlasov.

Assaf Messerer
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Los mismos intérpretes llegaron a Estados Unidos en las giras que el Ballet del Teatro Bolshoi realizó hacia finales de los años ’50, presentándose en el Metropolitan Opera House de New York. A partir de aquí se definió, de una vez y para siempre, de qué se hablaba cuando se hacía referencia a la danza académica del Bolshoi: técnica fuerte y exuberante, ejecutada por bailarines atléticos y de buena interpretación.


La música de Rachmaninoff es, en realidad, una versión orquestal del lied homónimo compuesto en 1902, para cuyo texto utilizó un poema de Feodor Tyutchyev, que versa sobre el entusiasmo que genera la llegada de la primavera:
Aunque la nieve todavía blanquea los campos
Ya está aquí la primavera en el murmullo de las aguas
Que corren y despiertan las orillas dormidas,
Que corren y bailan y cantan.
Cantan en voz alta y en voz baja:
¡Llega la primavera! ¡Llega la primavera!
Somos los jóvenes heraldos de la primavera,
Ella nos mandó a adelantarnos a su llegada
¡Llega la primavera! ¡Llega la primavera!
¡Y la danza brillante y rosácea
De los tranquilos días de mayo
Se arracima alegremente junto a ella!"
Ese mismo entusiasmo y esplendor al que refiere el poema, se traspola en la obra coreográfica de Messerer. Una coreografía que ha sido acogida en los repertorios de las grandes compañías de ballets, como el Ballet Bolshoi (por supuesto), el American Ballet Theatre y el Ballet Nacional de Cuba, entre tantos otros.



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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". florenciagu@gmail.com

Sunday, March 24, 2024

"Appalachian Spring" (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.

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“Appalachian Spring”​, con coreografía de Martha Graham, fue estrenada el 30 de octubre de 1944, en la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, en Washington DC. La escenografía estuvo a cargo de Isamu Noguchi y el vestuario de Edythe Gilfond. Por su parte, la música compuesta por Aaron Copland fue especialmente arreglada para orquesta de cámara de 13 integrantes a pedido de Graham. Por esta obra, Copland recibió el Premio Pulitzer de Música y el Premio de la Crítica Musical de Nueva York en 1945. En el estreno la obra estuvo protagonizada por Graham, May O’Donnel, Merce Cunningham y Erick Hawkins.


La obra, en un acto, muestra a una joven pareja tomando posesión de sus tierras y su nueva granja, planeando su vida futura, bajo la mirada de un predicador evangelista y una mujer pionera. Esta sencilla historia se organiza en ocho cuadros. Primero se introducen lentamente los personajes y, luego de un breve lapso más eufórico, el tercer cuadro presenta a los jóvenes prometidos, entre la ternura y la pasión. El siguiente cuadro muestra al padre evangelista junto a sus seguidoras. A continuación, la novia realiza una danza donde su sentimiento sobre la maternidad la lleva de la alegría al miedo. Se produce una transición hacia el séptimo cuadro, donde se muestran las actividades diarias de la pareja en la granja. Finalmente, los jóvenes ya se sienten cómodos y adaptados a su nueva vida y a su comunidad.


Una curiosidad sobre la música es que Copland no le había puesto nombre a la obra y la denominaba simplemente como “el ballet para Martha”. Fue la coreógrafa quien le sugirió el nombre, tomando una frase del poema “La danza” de Hart Crane, que dice:


O Appalachian Spring! I gained the ledge;
Steep, inaccessible smile that eastward bends
And northward reaches in that violet wedge
Of Adirondacks!

(Oh manantial​ de los Apalaches! Gané la cornisa;
Escarpa, inaccesible sonrisa que se dobla hacia el este
Y hacia el norte llega en esa cuña violeta
de los Adirondacks!)




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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO)

Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". florenciagu@gmail.com

Sunday, March 17, 2024

Ballet "Paquita" (por Florencia Guglielmotti)

Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.

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El ballet “Paquita” fue estrenado el 1 de abril de 1846 en la sala Le Peletier de la Ópera de París. La coreografía fue realizada por Joseph Mazilier, música creada por Édouard Delvedez, el libreto original era de Paul Foucher (con colaboración del coreógrafo). En la premiere la obra estuvo protagonizada por Carlota Grisi, en el rol de Paquita, y Lucien Petipa (hermano del coreógrafo Marius) como Lucien d'Hervilly obteniendo un gran éxito, al igual que había sucedido cuando estrenaron el ballet “Giselle”, cinco años antes.


En 1847, Marius Petipa se traslada a San Petersburgo para trabajar en el Ballet Imperial. El primer trabajo que realiza allí es una reposición de “Paquita”, estrenada el 26 de septiembre de ese mismo año, teniendo como protagonistas a Yelena Andreyanova y al propio Marius Petipa. En 1881, Petipa le encarga Ludwing Minkus (quién ya había trabajado con el coreógrafo en dos exitosos ballets: “Don Quijote” y “La bayadera”) que componga algunos fragmentos extra: el “Pas de trois” del primer acto (compuesto en colaboración con el propio Deldevez, Cesare Pugni y Adolphe Adam) y la “Mazurka des enfants” y el “Grand Pas Classique” del tercer cuadro. El estreno de esta nueva versión de Petipa fue el 27 de diciembre de 1881, con Ekaterina Vazem y Pavel Gerdt en los roles protagónicos. El estilo característico de Petipa está presente en estos fragmentos, siendo casi los únicos que se representan de la obra en la actualidad. Originalmente, el “Grand Pas Classique” estaba compuesto por una entada, un adagio, la variación de Paquita y una coda final. Hacia el inicio del siglo XX, el maestro italiano Enrico Cecchetti, que trabajaba en Rusia por aquel entonces, decide adicionar cinco variaciones femeninas para solista, las cuales fueron extraídas de varios ballets. El motivo para tal adición fue darle la oportunidad de bailar a diferentes intérpretes que, de otro modo, no se hubieran destacado.

Vale aclarar que, si bien por el año de su primer estreno, 1846, la obra pertenece historiográficamente al período romántico, junto a ballets como “Giselle” y “La silfide”, no comparte las características formales de dicho período. Su argumento, vestuario y composición coreográfica son más bien propios del período clásico ruso que comenzó hacia 1870.

En el año 2001, el coreógrafo Pierre Lacotte realizó una reconstrucción a partir de la notación de Petipa (con el método Stepanov-notation) realizada en 1904, cuando trabaja en el montaje de la obra junto Anna Pavlova como protagonista.


El ballet se organiza en dos actos y tres escenas. Se sitúa en España durante la invasión napoleónica, en la ciudad de Zaragoza. La protagonista es una joven gitana llamada Paquita.

El primer cuadro se desarrolla en los alrededores de Zaragoza. Allí una lápida de mármol se erige en memoria de Charles d’Hervilly, quien falleciera varios años antes en una masacre que sucedió en ese solar. El general francés conde Lucien d’Hervilly (hermano de Charles) le explica al gobernador español Don López de Mendoza y a su hermana Serafina (prometida de su hijo Lucien) el motivo de la misma.


Comienza la celebración y Don López de Mendoza pone de manifiesto el compromiso entre Serafina y Lucien, colocando sus manos juntas pero, en vez de alegría se vislumbra en Lucien resignación ya que dicha unión una necesidad estratégica y política. Llegan los gitanos a la fiesta, con Íñigo, su jefe, a la cabeza. Paquita llega retrasada, con unas flores que recogió en el camino. Iñigo, que está enamorado de Paquita, la reprende primero y luego le declara su amor pero ella lo rechaza. Iñigo, enojado, le quita el medallón que lleva colgado, en el cual se ve a su padre a quien nunca llegó a conocer.

Los gitanos y Paquita danzan para Lucien y sus invitados. Lucien, que había quedado maravillado con Paquita, al terminar la danza, le dice que es raro que una muchacha tan distinguida pertenezca a una familia gitana. Ella atina a mostrarle su medallón pero se da cuenta que no lo tiene. Igualmente, Lucien la invita a ir con él, pero ella lo rechaza.

Ante esta situación, Íñigo se pone celoso y el gobernador aprovecha para confabular con él y así matar a Lucien.


El segundo cuadro se desarrolla en la casa de Iñigo. Paquita, que permanece oculta ante la llegada del jefe gitano, escucha lo que planea hacer junto al gobernador, quien llegó disfrazado. Llega Lucién y Paquita intenta explicarle por medio de gestos los planes de Íñigo. El gitano le ofrece vino y Lucien, hábilmente, intercambia los vasos y es Íñigo el que toma el veneno. Antes de dormirse, intenta sacar su pañuelo para secase la frente y se le cae el medallón. Paquita lo recoge y huye junto a Lucien por la chimenea.

El segundo acto sucede en el palacio del general d’Hervilly. El salón donde se realiza la recepción está decorado por un gran retrato de Charles d’Hervilly. Junto a los invitados llegan también el gobernador y su hermana. Aparecen Lucien y Paquita que intentan explicar lo sucedido. El joven insiste en que Paquita le ha salvado la vida y señalan al Gobernador como ideólogo del plan, quien es arrestado.

Lucien manifiesta a sus padres su intención de casarse con Paquita, pero ella, sabiendo de la diferencia de clase que los separa, decide irse. En ese momento se percata que el rostro del cuadro que engalana la sala es el mismo que está en su medallón. Allí descubren que Paquita fue la única sobreviviente de la masacre y que es la hija de Charles, que había sido apropiada por los gitanos y criada como tal. Así, al reconocer su noble estirpe puede formalizar su amor y casarse con Lucien.



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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).

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Gaspar, El Lugareño Headline Animator

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