Thursday, June 11, 2020

Calles y callejones de Camagüey: Callejón de las Damas, Capitán Sabino Montes (por Marcos A. Tamames-Henderson)

Nota del blog: Cada jueves se publica en el blog, gracias a la cortesía de Marcos Antonio Tamames-Henderson, una selección de su libro Calles y callejones de Camagüey. Entre la leyenda y la historia.    

Foto/Blog Ala y Raíz
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Se origina en Jesús, María y José, y en su recorrido corta Santa Ana o del Calvario y Santa Inés o del Medio; intercepta Pasaje de Sedano (I), corta de Santiago u Horca y limita a los callejones B (I) y B (D); supera a San Ramón y a Calle 2da. del reparto Santa Rosa; obstruye a Calle 1ra. (D), troza San Diego y cierra San Lorenzo (I) para luego cruzar la Carretera Central Oeste. En su prolongación da límite al callejón Benítez (D), pasa Cinco Metros y Cuba Libre; cierra el callejón Teniente Riberón (I), el Pasaje C (D) y el callejón de Robirosa (I) para fundirse luego con la calle del Cielo y desaparecer en la carretera de Vertientes. 

Su primigenio nombre está asociado a la femineidad, ya sea por la hermosura o por distinguirles particulares modales, educación o zalamería de las que allí vivían o, tal vez, por ser este el género predominante entre sus habitantes, como apunta Lasqueti. Resulta curioso que precisamente la primera calle de La Española, Santo Domingo, fuera reconocida popularmente como “Calle Las Damas” y que sobre ello los historiadores argumenten al hecho de que al principio de la colonia las damas se paseaban por ella. Construida durante el gobierno de Nicolás de Ovando, el eje conectaba la Torre del Homenaje y el Alcázar, de ahí su nombramiento oficial como calle de la Fortaleza o a partir de 1659, por orden del Ayuntamiento, calle Colón; pero a todo ello ha sobrevivido el de calle de las Damas, un discurso que cualifica el conjunto que fuera declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad. 

El rebautizo estuvo a cargo de Emiliano Agüero Varona, teniente del EL con residencia en Joaquín Agüero no. 23 en el reparto La Vigía, quien en representación de una comisión de veteranos de la independencia de Cuba dirige al Ayuntamiento una carta fechada el 20 de febrero de 1929 en la que suplica “le concedan cambiarle el nombre al callejón que hasta hoy se nombra Las Damas y que hoy es una calle bastante habitada, ponerle el nombre de un patriota cubano que luchó en las dos guerras, que falleció el 21 de marzo de 1928 a la edad de 73 años: Sabino Montes Barreto”, bajo el título Capitán Sabino Montes. 

El 7 de mayo el Dr. Domingo de Para, en funciones de alcalde municipal, firmó un documento en el que comunicaba a los concejales que “el Callejón Las Damas hasta la fecha carece de nombre nuevo”, el cual fue leído en la sesión del día 24, sin embargo, no fue hasta meses después, el 16 de agosto, que definitivamente se toma el acuerdo del cambio de nombre, publicándose para conocimiento de la población en el Boletín Oficial de la Provincia de Camagüey correspondiente al martes 10 de septiembre de 1929.

De sus cuadras solo corresponden al Centro Histórico las comprendidas entre Jesús, María y José, y San Ramón. 


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Marcos Antonio Tamames-Henderson (Jamaica, Guantánamo, 1961). Lic. Historia del Arte (1997), MSc. en Historia del Arte y en Conservación y Rehabilitación de Centros Históricos (2007). Miembro de la Uneac, Unaic, Unhic. La Editorial Ácana ha publicado sus libros De la Plaza de Armas al Parque Agramonte. Iconografía, símbolos y significados (2001, 2da ed. 2003); Tras las huellas del patrimonio (2004); La ciudad como texto cultural. Camagüey 1514-1837 (2005); Una ciudad en el laberinto de la ilustración (2009) y La cofradía de los signos urbanos (2012). Premio Especial Roberto Balmaceda (Uneac, 2002), Juan Marinello (2006), Juan Torres Lasqueti (2005, 2010, 2011 y 2012), Ensayo Histórico Enfoque (2007), Crítica Histórica José Luciano Franco (2005), Publicaciones, teoría y crítica en el V Salón de Arquitectura (2005) y Jorge Enrique Mendoza (2004), entre otros.

Sombra (un poema de Janisset Rivero)


Tender la mano
hacia la sombra donde habitas;
tender la mano abierta y vacía
como un amanecer,
y extenderla,
hasta romper el grito de la noche,
la distancia aparente
entre dos soledades cardinales.
Tender la mano hacia tus pasos
y tocar el camino, levemente,
como rozando el agua de un estanque…
y extenderla
hasta encontrar tu mano solitaria
al final de la sombra.







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Janisset Rivero (Camagüey, 1969) ha publicado los libros de poesía Ausente, editorial Aduana Vieja, octubre 2008 y Testigo de la noche, Editorial Ultramar, Miami, 2014.

Santa Cruz del Sur (un texto de Eduardo F. Peláez)

Nota del blog: Texto incluido en el libro Un Buen Escrito, Cuentos y Pesadillas (Alexandria, Miami 2020).

Agradezco a su autor, el fraterno Eduardo F. Peláez, por hacerme llegar su más reciente obra y comparta uno de sus cuentos con los lectores de este espacio virtual.


¡Mira que éramos incautos! Yo te digo a ti que estamos vivos de milagro. Nosotros éramos unos jóvenes idealistas, pero no necesariamente gente de acción, ni teníamos madera de mártires. Nada, que uno se va envolviendo sin darse cuenta con la cuestión patriótica, los compañeros, y cuando vienes a ver, estás metido hasta los huesos. Claro, que había que luchar contra el comunismo, pero ninguno de nosotros era militar, ni sabíamos andar con armas. Éramos unos vitongones, que vivíamos en la tierra del la-la-la y que no estábamos preparados ni pa’ tirarle un gollejo a un chino. Fíjate tú que un día me mandan de buenas a primeras a que me vaya a hacer contactos a Santa Cruz del Sur con otro que era nada más y nada menos que el responsable militar del movimiento. Un hombre que estaba más que cujeao en toda esta desgracia. El tipo era ex capitán rebelde y se la arrancaba a cualquiera. Era un guajirón con aspecto de más guajirón, y yo: el hijo de papá con mi camisita de El Encanto. ¿Sabes cómo fuimos a Santa Cruz?: ¡Con un botero! ¡Le zumba el merequetén! Imagínate tú una máquina con un chofer, una mujer con un niño y el ex capitán rebelde sentados delante, y yo atrás con un guajiro y su gallo, su mujer y una parienta. Solamente con preguntarme, “¿Qué vas a hacer en Santa Cruz?”, me hubieran cogido preso, porque no hubiera sabido responder. Para colmo de los colmos, tenía todos los bolsillos cargados de propaganda subversiva del periodiquito que tirábamos en Camagüey y que yo tenía que entregarle a mi contacto allá.

Recuerdo que iba muy confiado hasta que, llegando a un puente, me doy cuenta de que unos milicianos estaban parando a todas las máquinas, abriéndoles el baúl, chequeando y registrando a los pasajeros. ¡El fin del mundo! Me bajo de la máquina todo nervioso y descubro que uno de los milicianos que cargaba un tremendo fusil Fal al hombro era Frank, el que se ocupaba de las taquillas en el club, y a quien yo conocía. Sin pensarlo dos veces, le pego un grito: "¡Frank!". Me le tiro con un abrazo y "Frank, ¡qué alegría verte!, ¿qué estás haciendo?, cuéntame de tu vida”. Y Frank, contentísimo de verme, que ¿cómo estás mi hermano?, que ¿cómo está la pandilla del Tennis?... Mientras tanto, pillo p’atrás y estaban registrando a los pasajeros de la máquina. Hasta al gallo lo estaban chequeando. Yo no paraba de hablar y de pasarle el brazo a Frank por la espalda para dar tiempo a que acabaran. Era cierto que lo conocía del club desde hacía muchos años pero no era pa’ tanto cariño. Cuando veo que ya está todo el mundo montado, me despido de Frank con un último abrazo y me meto en la máquina. ¿Tú puedes creer que nadie me dijo ni pescao frito? Ni pitoche, mi hermano. El chofer arrancó, nos alejamos del puente y empecé a rezar un Ave María tras otra. ¡Treinta años me hubieran clavado en las costillas por el chiste! ¡Treinta años, si Frank no hubiera estado en el puente!

Llegamos a Santa Cruz del Sur y sólo me acuerdo de que nos fuimos a una botica que era el punto de contacto y todo lo solucionamos en un segundo. Solté la propaganda a la velocidad del rayo a un individuo que se presentó después de una llamada que le hizo el boticario con la contraseña convenida que era cualquier oración que contuviera la frase “globos azules”. ¡Qué cosa más absurda! Pero así andábamos. Me fui con el individuo, y el ex capitán se fue con otro hombre que llegó al poco rato. Quedamos en encontrarnos otra vez en la botica y no lo volví a ver hasta que llegó la hora de la partida. Cogimos a otro botero y “pa’ Camagüey, que se va Panchita…”.

Esa fue la primera y la última vez que fui a Santa Cruz del Sur. No me acuerdo de nada, ni de las calles, ni de las casas, ni de los parques. No vi el mar y si lo vi no lo recuerdo. Solamente guardo en la memoria al gallo, al puente, a Frank, al ex capitán y a la botica. Me imagino que el puente debe seguir allí, el gallo tiene que haber pasado a un buen caldo o un buen arroz, Frank debe de estar añorando la época en que trabajaba en el club, la botica debe de haber cerrado por falta de medicamentos, y el ex capitán… esa parte sí es triste: Desafortunadamente lo prendieron unos meses después y lo fusilaron.


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Wednesday, June 10, 2020

El día que conocí a Rosita Fornés (por Joaquín Estrada-Montalván)


Una mañana de sábado hace varios años llega ... de imprevisto a mi casa, que se necesitaba de mis "buenos oficios" para salvar un concierto de Rosita en el Principal.

En esos momentos habían en Camagüey dos equipos de proyección beam (o algo así el nombre), uno en el Partido Provincial o Cultura Provincial (que en Cuba es lo mismo) y otro en la Iglesia Católica.

Los de producción del concierto habían "amarrado" (o eso creían) el equipo del Partido, el cuál a última hora lo "afectaron" para proyectar en "otro escenario".

El hecho es que alguien del equipo de Rosita conocía del proyector y pantalla eclesial, y fue a la Merced a gestionarlo.

El proyector estaba bajo la "jurisdicción" de la Pastoral de Cultura y Medios de Comunicación (incluía la pastoral de cultura, las publicaciones, OCIC, luego SIGNIS y los medios de comunicación), con el P. Alvaro Beyra (hoy obispo de Bayamo) como sacerdote al frente y yo como laico responsable y a la vez el P. Willy (hoy arzobispo de Camagüey) tenía decisión sobre el equipo, porque estaba en custodia de la Casa Diocesana de la Merced, de la que era el Réctor. 

El P. Alvaro lo llaman: "que Joaquín decida", el P. Willy: "que Joaquín decida" (decidir era que ellos decidían que sí y que me hiciera cargo o no, según prefiriera), pero quien realmente se ocupaba del equipo ese y de todo lo relacionado con el area de la Pastoral de Medios de Comunicacion (que después se "independizó" de Cultura en la estructura Pastoral) era Rolando Emilio Chávez, que además era quien sabía hacer funcionar los aparatos.

Hablo con Chávez, quien generosamente estuvo de acuerdo en hacerle el favor a Rosita y a quienes ya tenían su plan de asistir a los conciertos sábado y domingo. Fue quien realmente hizo posible, que no se malograra, esa escala camagüeyana de la gran Fornés.


Luego de todo resuelto, fui para el Principal, entré por detrás directo al escenario, en el momento exacto que Rosita, angustiada y disgustada,  cancelaba el concierto. Llegué y les dije "tranquilos todos, el proyector y la pantalla estarán disponibles, por favor agradezcanle a Dios en privado y no a la diócesis en publico,  que no es posible ayudar siempre en esto".

Asi se salvó de milagro o de chiripa ese evento y tuve la oportunidad de conocer a Rosita Fornés. 

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En recuerdo de la Fornés, en el día de su paso a la Casa del Señor.


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Ver en el blog

Rosita Fornés, la primera "marciana" en La Habana y en la Tierra.



El 28 de diciembre de 1954 amaneció un enorme "platillo volador", en los terrenos donde construían la Ciudad Deportiva.

Enseguida la policía rodeó el lugar y emplazó las armas, se desconocía quien llegó y con que intención. Los bomberos también en el lugar, listos ante cualquier emergencia.

Se calculan unas 15 000 personas aglomeradas, la prensa transmitiendo.

Entre tanta tensión, se abre una puerta y aparecen Rosita Fornés, Armando Bianchi, Herminia de la Fuente, Rogelio Hernández y Marta Véliz, al ritmo del cha cha cha "Los marcianos llegaron ya", con armas de juguetes y vestidos como del "más allá", con la intención de presentar un espectáculo, que fue impedido por la no de buen humor policía, que los llevó para la estación, donde estuvieron detenidos varias horas.

La idea de Rogelio Hernández, la ejecución a cargo de Joaquín M. Condall, y fue concebido como broma del "Día de los Inocentes", publicidad para el programa televisivo "Mi esposo favorito" del Canal 4 y el patrocinador la Cervecería Tropical. (por Joaquín Estrada-Montalván)

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Camagüeyanismos (por Carlos A. Peón-Casas)


Camagüeyanismos.
Según el Diccionario Provincial casi razonado De Vozes y Frases Cubanas
 por el Auditor Hon° Don Esteban Pichardo(1) .


por Carlos A. Peón-Casas




No pretendemos esta vez explayarnos en un tratado de rancias raíces filológicas, alusiva al habla del cubano, que sí es el motivo de esta obra de singularísima prosapia, ejemplar de valores siempre añadidos, si se trata de entender el mejor y más conservado sentido de nuestras raíces lingüísticas, muchas veces penosamente desconocido cuando no relegado y ninguneado en otras peores.

Nos complace mirar hoy algunas de esas voces autóctonas de nuestro terruño, pero matizadas de esos acentos proverbiales. Muchas de ellas conectadas con nuestra particular idiosincrasia surgida con el decursar del tiempo en estas planicies irredimibles del antiguo Camagüey, que otra vez por esos azares concurrentes del destino, fue la patria de adopción del mismo Esteban Pichardo y Tapia desde el año 1801, nacido el 26 de diciembre de 1799, en la vecina ciudad dominicana de Santiago de los Caballeros(2).

El Diccionario recoge oportunamente el terminó camagüeyano, el mismo que el propio autor podría endilgarse por su condición de hijo adoptivo, y que reza: “La persona o cosa natural o perteneciente a la antigua provincia india del Camagüey, donde hoy está situada la ciudad de Puerto Príncipe”(3).

Y añade a renglón seguido un dicho proverbial para definir la latitud de nuestros ancestros más primitivos: “Camagüeyano come… todo con la mano”, y que a línea seguida tiene bien a definir como “Sarcasmo vulgar contra la costumbre del bajo pueblo, que comía sin cubiertos”(4).

Que, aunque suene ahora mismo a dislate en algunos oídos, nada más oportuno para definir los primeros atisbos fundacionales de aquellos primitivos y rudos conductores de ganado, de camino a las matazones de entonces, para luego de sacrificado y vendido aquel precioso cargamento, hacer la fiesta del San Juan, con carreras alocadas de caballos por la calle homónima, y fogatas y calderos repletos del sabrosísimo ajiaco principeño, degustado a como diera lugar.

Y aunque es voz indígena, Pichardo no deja de reconocer que el ajiaco nuestro el de Tierradentro, “se escusa en mesas de alguna etiqueta… acompañado de casabe(5)   y nunca del pan (…) El diminutivo Ajiaquito es mui usado”(6), voz ciertamente afincada en nuestro imaginario, y para nada extraña en cotidianeidad de la ciudad principeña, cuando se trata de un convite tan especial.

En otro punto, la misma cocina principeña y sus suculencias, vuelve a hacerse presente bajo la entrada de la palabra arroz, que simpáticamente el autor clasifica como “Arroz de la Tierra y el de Afuera; el primero cultivado en el país, no es tan blanco”(7), y el detalle de nuestras ancestrales abuelas se nos aclara cuando se define el Arroz Amarillo, que “si se le agregan pedazos de carne de puerco y sobrecarga de manteca, le dicen en Puerto Príncipe Arroz con carne de macho

Otros términos resultan curiosos para el que no fuere un conocedor o aficionado, como en el caso de la entrada de la palabra patio, que Pichardo asume se trataría conectada con la cría de gallos, y que define como:
el lugar de la cría y cuidado de los Finos para conservar su raza pura. En Puerto Príncipe y otras poblaciones afamadas suelen tomar el apellido de sus dueños para distinguirlos, v.g.: del Patio de Sánchez, del Patio de Cisneros, etc(8).
Otro termino más en la línea celebrativa y fiestera es Rumbantela, que Pichardo dice en La Habana es sinónimo de serenata nocturna que ocurre por las calles u otros parajes, pero que en Puerto Príncipe equivale a “Correrla”, y que se ilustra muy bien con un pasaje de Una Feria de la Caridad, de J.R. Betancourt: “y a su sombra hemos pasado dulces horas de recreo y rumbantela(9)”

Un nombre propio del antiguo Príncipe, rescatado por Pichardo nos resulta muy singular. Se trata del nombre femenino Chola, o más bien es el apodo con que solían ser conocidas las que llevaban el de Soledad, que en diminutivo podía ser Cholita o para algunos Solita.

Sorprende igual este bien informado diccionario, sobre particulares prácticas u oficios del antiguo terruño principeño, y damos de pronto con una entrada sugerente: Mojar-velas, y que nos remite a las muy primitivas cererías que fabricaban y proveían a los principeños, el inevitable y socorrido medio de iluminación a la comarca de antaño: las velas.

Dice el bien entendido Pichardo que por tal término se entendía en Puerto Príncipe:

“bañar con sebo caliente derretido el pábilo para formar las velas. Al efecto, colocados tantos pábilos cuantos caben sin tocarse en un arco grande de hierro pendiente de un cordel, la mujer que moja velas derrama con la mano derecha el sebo caliente en cada pábilo, y con la izquierda va dando vueltas al aro de modo que al retornar el primero, &c. ya el sebo frío endurecido admite otro baño, y así sucesivamente hasta quedar todas las velas del grueso requerido(10)"

El autor nos sigue aclarando que el mismo proceso era utilizado en la fabricación de un producto de mucha menor calidad y apunta que:
También se Mojan Velas de Cera Virgen o Prieta para el uso de gentes mui pobres o del campo(11).
Otro significado añadido al mismo término nos hace saber que era así también conocida una animada diversión de los más jóvenes en la comarca:
Los Muchachos metafóricamente dicen Mojar velas cuando se están bañando en el río, que forman el arco en círculo agarrados de las manos, y así zambullen a la vez y salen repitiendo a compás seguida y prontamente la inmersión y emersión hasta que la respiración va faltando(12)
Y para el cierre, otra curiosa expresión, que seguro muchos reconocerán como propia de esta región, donde, a no dudarlo, fue donde el bien enterado Pichardo la escuchó primero en los tiempos que habitó el principeño lar.

Se trata de la frase muy familiar: ¡Ángela María!, con la que se suele “manifestar que se aprueba completamente lo dicho y lo hecho(13)”, como una exclamación equivalente a nuestro ¡Anjá!





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  1. Dado a la luz en Matanzas en 1836. Originalmente titulado Diccionario Provincial de Voces cubanas. Su segunda edición del año 1849, fue ya muy celebrada por la Real Academia Española de su tiempo. En PICHARDO NOVISIMO Diccionario Provincial casi razonado De Vozes y Frases Cubanas por el Auditor Hon° Don Esteban Pichardo. Novísima Edición corregida y ampliamente anotada POR El Dr. Esteban Rodríguez Herrera. Editorial Selecta. La Habana, 1953.
  2. Su padre, D. Lucas Pichardo, junto a su esposa y sus doce hijos, Esteban era el Benjamín, consiguió un modesto empleo en la entonces Real Audiencia Pretorial de Puerto Príncipe, mudada desde la vecina isla en 1800, por razones bien conocidas. Su estancia en Puerto Príncipe, con apenas año y medio, tuvo dos lapsos, hasta los tempranos doce años, y luego de recibirse de abogado en la misma Audiencia principeña por muy poco tiempo. Para 1834 volvería al terruño de adopción y daría a conocer una colección de Autos de la Audiencia local.
  3. PICHARDO NOVISIMO Diccionario Provincial. Op. cit. p.141
  4. Ibíd.
  5. Del Casabe local tiene a bien precisar que “En Tierradentro es el lugar clásico de su fabricación y consumo: en la parte occidental el afamado es el de Guanabacoa mui inferior al de Puerto Príncipe” Ibíd. p.171
  6. Ibíd. p.23
  7. Ibíd. p.51
  8. Ibíd. p.531
  9. Ibíd. p.595
  10. Ibíd. p.483
  11. Ibíd.
  12. Ibíd.
  13. Ibíd. p. 39

Amalia Simoni Argilagos, patria y música (por Roberto Méndez Mártinez)


Amalia Simoni Argilagos, cantante lírica y ferviente batalladora por la independencia de Cuba del dominio español, hija de José Ramón Simoni Ricardo y Manuela Argilagos Ginferrer, nació en Puerto Principe(1)  el 10 de junio de 1842.

Su abuelo Luciano Simoni Franceschi era natural de Lucca, en la Toscana, y emigró a Cuba a inicios del siglo XIX, muy probablemente debido a la ocupación napoleónica de su tierra natal(2). Se estableció en Puerto Príncipe, donde, desde el siglo XVII, había una fuerte emigración italiana(3), que había formado una influyente colonia.

Muy pronto se hizo de un apreciable capital a partir de una tenería para procesar cueros junto al río Tínima, a la que se sumaron propiedades inmobiliarias y fincas rústicas(4). Su hijo José Ramón estudió Medicina en Barcelona y París, donde se impregnó de las ideas liberales de la masonería y del espiritismo kardeciano, de los que fue activo propagador.

Manuela Argilagos Ginferrer
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Amalia recibió una esmerada educación de carácter laico y moderno, en su propio hogar. Su madre, descendiente de catalanes, la inició en los estudios de música, que posiblemente continuó con otros maestros de la localidad. Poseía una voz de soprano de coloratura, dulce y bien timbrada, muy elogiada por sus contemporáneos. Fue miembro de la Sociedad Filarmónica de Puerto Príncipe, de la que su padre fue uno de los fundadores en 1858. Allí cantó arias y canciones en diversas veladas y participó en el homenaje que se rindió a la poetisa Gertrudis Gómez de Avellaneda el 3 de junio de 1860, donde, junto a otros aficionados, actuó en el tercer acto de la ópera Hernani de Verdi, en el que ella tuvo a su cargo el difícil rol de Elvira. También cantó en el Liceo de La Habana y en las veladas que se efectuaban en la residencia del rico aficionado Don Miguel de Céspedes. El poeta José Fornaris, muy popular por entonces, le dedicó un soneto en elogio de su voz.

Dr. José Ramón Simoni
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En mayo de 1861 el Dr. José Ramón Simoni decidió emprender un viaje con su familia por gran parte de Europa y Norteamérica, con el fin de completar la educación de sus hijos, que se extendió hasta abril de 1865. Se asentaron un tiempo en París, donde Amalia perfeccionó su francés en un colegio de señoritas, a la vez que recibía lecciones de canto de la profesora Fanny Persiani -antigua diva de la Ópera- que luego continuó en Roma con el maestro Bonni y en Florencia con Manetti. Años después, ella escribiría a su amiga, la escritora Domitila García de Coronado: “Mis modestísimos conocimientos en música los adquirí principalmente en Roma, Florencia y París, donde recibí lecciones de buenos maestros, que, demasiado indulgentes, calificaron mi voz de extensa, flexible y armoniosa.” A pesar de esto, no llegó a convertirse en una profesional del canto, por las suspicacias que en aquel tiempo despertaba la vida artística entre las familias burguesas adineradas.


Apenas regresan a la Isla, se hospedan en el palacio de la familia Álvarez Calderón -en la calle Oficios esquina a Santa Clara- y allí conoce la joven a un coterráneo suyo, el recién licenciado en Derecho Ignacio Agramonte Loynaz. Se produce un verdadero “amor a primera vista” que cuenta en el primer momento con la oposición del Dr. Simoni, porque el jurista, aunque procede de una ilustre familia principeña, apenas cuenta con medios de fortuna. Mas, la elocuencia de Agramonte acaba por convencer a su futuro suegro, quien permite el noviazgo.

Como Ignacio trabaja en La Habana y los Simoni regresan a Puerto Príncipe, los novios pueden verse sólo en fechas señaladas y esto motiva un intercambio epistolar, del que lamentablemente sólo se conservan las cartas de él, que están entre las misivas amorosas más notables del romanticismo cubano.

Casa de la Familia Simoni,
construida en 1848 en su Quinta Tínima
en la que vivió
Amalia Simoni, durante su infancia y juventud.
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Ignacio y Amalia contraen matrimonio el 1 de agosto de 1868 en la Parroquia de Nuestra Señora de la Soledad en Puerto Príncipe, pero su vida matrimonial resulta muy breve. El 10 de octubre de 1868 se alza en armas contra el dominio español el patriota Carlos Manuel de Céspedes; los conspiradores principeños lo secundan al mes siguiente. El 11 de noviembre sale Agramonte rumbo al campo insurrecto, donde llega a alcanzar el grado de Mayor General de las fuerzas cubanas. El 1 de diciembre, Amalia, junto a sus padres y su hermana Matilde(5), van también rumbo al territorio liberado por los cubanos. Llevan una vida itinerante por los campos, llena de zozobras y privaciones. En estas condiciones nació el primer hijo de la pareja: Ignacio Ernesto y comenzó la gestación de su segundo vástago: Herminia.

El 26 de mayo de 1870, mientras celebran en un rústico rancho el cumpleaños del primer hijo, la familia es sorprendida por una partida española. Ignacio Agramonte tiene que internarse en el monte para evitar una muerte cierta y el resto de la familia es conducida por la tropa a Puerto Príncipe como prisioneros. Poco después logran salir del país, rumbo a New York, donde permanecen corto tiempo.

A fines de 1871, el Dr. Simoni con su esposa, hijas y nietos, deciden establecerse en Mérida, Yucatán. Amalia imparte clases de canto, primero en su hogar y luego en el recién fundado Conservatorio Yucateco de Música. Se presenta junto a sus alumnos en conciertos donde interpreta arias de la ópera Safo de Pacini y de Norma de Bellini, entre otras piezas líricas, por lo que recibió grandes elogios en la prensa local. Allí en la ciudad yucateca supo ella de la caída en combate de Ignacio Agramonte(6). Enfermó de consideración y el resto de su vida permaneció inconsolable. Nunca volvería a casarse y su existencia tuvo como motor principal el mantener vivo el recuerdo de su esposo.

A fines de septiembre de 1874 la familia retornó a Nueva York, donde Amalia cantó en funciones religiosas y en veladas patrióticas en el De Garmo Hall y otros salones, además de impartir lecciones de canto en su hogar. Su canto fue elogiado por la prensa norteamericana, por ejemplo el New York Commercial Advertiser, y también por periódicos cubanos de la emigración como La Independencia. A pesar de la crítica situación económica de la familia, Amalia hacía frecuentes donaciones a la Junta Revolucionaria para preparar expediciones en ayuda de los insurrectos cubanos.

Piano que perteneció a Amalia Simoni
Se conserva en el museo de la 
Casa Natal de Ignacio Agramonte
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Por carecer de grabaciones no es posible conocer directamente la voz de esta artista, pero si repasamos su repertorio que incluye obras muy exigentes, desde la cavatina “Ernani, Ernani involami” de Verdi hasta la gran aria “Casta diva” de Bellini, pasando por otras piezas de lucimiento como “Ombre leggere” de Dinorah de Meyerbeer y el “Aria de las campanas” de Lakmé de Delibes, hay que aceptar que se trataba de alguien fuera de lo común, que podía ser admirada no sólo en su propio terruño, ni en el medio más o menos provinciano de Yucatán, sino aún en una ciudad como Nueva York.


Después del fin de la Guerra de los Diez años regresa por breves períodos a Puerto Príncipe, pues debe pasar largas temporadas en Estados Unidos, donde estudian sus hijos. Todavía hacia 1889 canta en algunas veladas en residencias familiares de su ciudad natal. Su última presentación pública fue en el Liceo -sucesor de la Filarmónica- en Puerto Príncipe, en 1894.

Su actividad patriótica no decayó, el Día de Fieles Difuntos de 1893, acompañada por sus hijos colocó una ofrenda floral en un lugar visible del Cementerio General de la ciudad con una cinta que decía: “A Ignacio Agramonte Loynaz y todos los mártires que no tuvieron sepultura. Amalia, Ignacio, Herminia y Cuba”. Vigilada de cerca por las autoridades, tuvo que salir del país apenas reiniciadas las hostilidades entre cubanos y ocupantes españoles. Se estableció con sus hijos de nuevo en Estados Unidos, donde la unieron lazos de amistad con José Martí y ayudó con su menguado peculio personal no sólo a la causa independentista sino a diversas mujeres que lo habían perdido todo por sumarse a la labor conspirativa.

24 de febrero de 1812
Acto de develación del
monumento a Ignacio Agramonte
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Regresó con sus descendientes a Cuba en 1899, una vez concluida la guerra. El 20 de mayo de 1902, día de proclamación de la República, fue invitada a izar la bandera cubana en el Ayuntamiento de Puerto Príncipe y en esa misma jornada asistió a la colocación de la primera piedra del monumento a Ignacio Agramonte(7), que sólo podría develarse, con su presencia, el 24 de febrero de 1912. Colaboró en diversos empeños de carácter benéfico y fue muy crítica con los defectos de la política oficial de aquellos años. Junto a Salvador Cisneros Betancourt y otros patriotas participó en una Sociedad “para salvar la República”.


Falleció en La Habana, en la residencia de su hija Herminia, en la madrugada del 23 de enero de 1918, tendida en un diván, mientras, a petición suya, su hija interpretaba al piano obras de Weber y Chopin. El gobierno declaró Duelo Nacional y su entierro contó con la asistencia de las más relevantes figuras de la política, el ejército, intelectuales y el pueblo en general. Fue sepultada en el Cementerio de Colón, junto a su hermana Matilde. El 1 de diciembre de 1991 sus restos fueron trasladados, siguiendo su expresa voluntad testamentaria, al Cementerio General de Camagüey, donde reposa en el panteón familiar de los Simoni. Diversas instituciones docentes, culturales y un hospital de su ciudad natal llevan su nombre. La residencia señorial “Quinta Tínima”, edificada por el Doctor Simoni, donde ella residiera en distintas épocas de su vida, es hoy un museo dedicado a su memoria.



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Fuentes principales

Amalia Simoni, una vida oculta (biografía) de Roberto Méndez y Ana María Pérez Pino (Editorial Ciencias Sociales).

Fondos documentales de: Archivos Parroquiales de Camagüey, Museo Provincial de Camagüey, Museo Quinta Simoni, Museo Casa Natal de Agramonte.

Archivos personales de Gustavo Sed Nieves, Ana María Pérez y Roberto Méndez.

Hemeroteca de la Biblioteca Nacional “José Martí”.




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Notas


1. Ciudad cabecera de una opulenta región ganadera, fundada en 1514 a orillas del mar. Después de dos traslaciones entre los siglos XVI y XVII, quedó finalmente ubicada en una extensa llanura lejos del mar, entre el departamento Central y el Oriental de la isla de Cuba. Desde el año 1903, a un año apenas de la inauguración de la República, tanto la provincia como la ciudad capital llevan el nombre de Camagüey.

2. La investigadora camagüeyana Amparo Fernández Galera ha localizado a ciertas figuras ilustres de esta familia toscana. El médico Simón Simoni, nacido en Lucca en el primer tercio del siglo XVI, refugiado en Ginebra después de abrazar la reforma protestante, llegó a ser catedrático de Medicina en Leipzig y autor de diversas obras científicas. El periodista y dramaturgo Renato Simoni también fue muy conocido en Italia en la tercera década del siglo XX.

3. Cuando se revisan los archivos eclesiásticos y escribanías del siglo XVII se localizan ya hasta 9 familias procedentes de los reinos de Italia, venidos de Roma, Génova y hasta hay un Dorado y un Coffin, llegados de Venecia. Este flujo, en nada comparable al de la inmigración de españoles, pero constante y perceptible, se fortalece en el siglo XIX. En los registros parroquiales son comunes apellidos como Manrara, Bellini, Polini, Rossi, que se entrelazan con los de las añejas familias locales. No hay noticias de que formaran una asociación oficial, de carácter comercial o cultural, sino que procuraron integrarse y acriollarse en contacto con el patriciado principeño. El italiano era una de lenguas modernas que la gente culta de la localidad acostumbraba a estudiar junto al francés, y muy probablemente influyeron en la pasión de la gente acomodada por la ópera. La prima donna de una de las tantas compañías de este género que visitaron el territorio en el siglo XIX, Mariana Pancaldi, falleció allí, víctima de una epidemia, y fue sepultada en el Cementerio General, en una bóveda perteneciente al pensador y polígrafo Gaspar Betancourt Cisneros.

4. Hasta hoy no ha sido posible localizar la fecha de nacimiento de Luciano. Según la tradición, amasó con cierta rapidez una importante fortuna. En el Archivo del Museo Provincial “Ignacio Agramonte” se conserva un legajo del Fondo Ayuntamiento de Puerto Príncipe que contiene una reclamación suya fechada en enero de 1818, para que el Cabildo le reconozca la posesión de unos terrenos egidales que ocupa, en las afueras de la ciudad, en la zona conocida como Tallamantel Corojo. El asunto fue solucionado el 20 de septiembre de 1820 cuando la corporación aprueba que, después de la medición de los terrenos y el pago de un impuesto, pueda disfrutar plenamente de esa parcela. Es evidente que, aproximadamente a una década de establecerse en el territorio, gozaba ya de bienes de cierta consideración. Entre sus propiedades se encontraba una finca rústica en la zona de Imías, Sibanicú, conocida como “El Aguacate” que su hijo José Ramón amplió y rebautizó con el nombre de “Santa Matilde”, conocida todavía hoy como “La Matilde de Simoni”.

Dos veces iba a casarse Simoni, la primera el 18 de diciembre de 1815 con Merced Ricardo Guerra quien le daría seis hijos: José Ramón, María Antonia, Ángela, María Merced, Luciano y Juana Nepomucena, y tiempo después de enviudar, contraería nuevas nupcias con María Guerra Pardo, de quien tuvo cinco vástagos: Luis, Francisco, Ana, Horacio y Ángela. Falleció en Puerto Príncipe 11 de marzo de 1845. Al parecer se dedicó únicamente a sus negocios privados, no aparece vinculado a sociedades culturales o a iniciativas cívicas. Es probable que fuera hombre agudo para los negocios pero de corta instrucción, aunque puso todo su empeño en la formación intelectual de su primogénito José Ramón.

5. Matilde Simoni se había casado con Eduardo Agramonte Piña, médico de amplia cultura, primo de Ignacio Agramonte Loynaz. Tuvieron un único vástago: Arístides Agramonte Simoni (1868-1931). Estudió medicina en Estados Unidos, llegó a ser un eminente especialista en Patología y Bacteriología. Fue miembro, junto al Dr. Walter Reed , de la Comisión para la Investigación de la Fiebre Amarilla, que aplicó las investigaciones anteriores del camagüeyano Dr. Carlos J. Finlay. Arístides fue catedrático de la Universidad de la Habana entre 1900 y 1930 y tuvo una efímera actividad política como ministro en el llamado “Gabinete de la Honradez” del presidente cubano Alfredo Zayas Alfonso. Algunos afirman que fue candidato al Premio Nóbel de Medicina.

6. El Mayor Ignacio Agramonte Loynaz murió en el combate de Jimaguayú, en tierras camagüeyanas, el 11 de mayo de 1873. Su cadáver cayó en manos de la soldadesca española quienes lo condujeron hasta la ciudad de Puerto Príncipe, donde fue arrojado a la Plaza de San Juan de Dios. Gracias al fraile -hoy proclamado Beato- Olallo Valdés y al Presbítero Manuel Martínez Saltage, se le trasladó al Hospital que daba nombre a la plaza y allí se le lavó el rostro y se le hicieron las preces de difuntos. Las autoridades militares dispusieron su traslado al Cementerio General e hicieron correr el rumor de que su cadáver había sido incinerado y esparcidas las cenizas al viento. Esa fue la versión que llegaría a oídos de su viuda. Modernamente se ha comprobado que tal cremación fue imposible, lo más probable es que el cuerpo fuera chamuscado para volverlo irreconocible y luego enterrado en un sitio no localizado de la necrópolis.

7. El conjunto fue encargado al escultor italiano Salvatore Buemi, oriundo de Novara de Sicilia. Este residió un tiempo en Cuba y dejó emplazada en la Isla una escultura de José Martí, erigida en Matanzas, en 1909, además de ser autor de uno de los proyectos para la estatua de Antonio Maceo en La Habana -en el concurso celebrado en ese mismo año- así mismo nos legó una curiosa alegoría en bronce: El Ángel rebelde o El Eterno rebelde, colocada en el patio interior del Capitolio Nacional. El proyecto del monumento a Ignacio Agramonte estuvo listo el 8 de mayo de 1910. El artista trabajó con una buena cantidad de material fotográfico para fijar la efigie del Mayor, y empleó también los testimonios de algunos de sus compañeros de lucha, como su ayudante Enrique Loret de Mola, para diseñar su atuendo. La obra fue fundida en Italia y tuvo diversos contratiempos, primero por deficiencias en la fundición y luego para su embarque hacia la Isla, dada la agitada situación política de aquel país por aquellas fechas.

Sobre Salvatore Buemi ver también: Sandra González, 2007, "Zanelli, los hermanos Remuzzi, Buemi y Luisi en el Capitolio de La Habana", en: Emigrazione e presenza italiana in Cuba, Vol.VI, ed. Circ. Cult, B.G. Duns Scoto di Roccarainola, pp.129-150.


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Agradezco a  Roberto Méndez Mártinez, que comparta este texto con los lectores del blog.



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Ver en el blog 

Las cubanas (un poema de José Fornaris)


Manuel Adrián López entrevista a Rosita Fornés

Nota del blog:  Esta conversación pertenece a una serie de algo más de cincuenta entrevistas, que Manuel Adrián López realizó para el blog, inspirado en The Proust Questionnaire.


Foto/ Colección personal de Manuel Adrián López
Artistas y personalidades cubanas de todas las épocas
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por Manuel Adrián López
(para el blog Gaspar, El Lugareño)




Desde que inicié este ciclo de entrevistas, a una de las primeras personas que quise enviarle las preguntas fue a Rosita Fornés. Desde siempre, he admirado su extensa e intensa trayectoria profesional.

Al enterarme que desde el año pasado estaba residiendo por estas orillas, me di a la tarea de contactarla y pedirle que participara en mi proyecto. El Dr. Colina fue quien cordialmente me sirvió de puente para llegar a Rosita.

Luego de un tiempo de iniciadas las gestiones, y sorpresivamente, un buen día al abir mis emails encuentro esperándome las respuestas a este cuestionario y una amable nota diciéndome que apenas se sintiera mejor con gusto me daría una entrevista.

Rosita en realidad no necesita introducción, todos sabemos que ha hecho todos estos años de carrera fructífera que incluye radio, cine, teatro, y televisión. Para mi es un honor que me haya tomado en cuenta con estas simples preguntas que cada viernes les traigo para mi disfrute y espero el de ustedes también. Sin más, los dejo con una leyenda viva...


¿Qué considera usted como lo más profundo de la miseria?

Lo más profundo de la miseria es el desamparo total, la falta de un techo para vivir, de algo que comer, de una mano amiga, la falta de fe.

¿Cuál es su idea de la felicidad?

La salud de todos los que quiero, la paz interior y la satisfacción y el agradecimiento de todo lo vivido.

¿Quiénes son sus personajes favoritos de la historia?

Para decir uno solamente, diría Juan Pablo II, quien supo llevar al mundo el verdadero mensaje de Dios, quien es para mí lo primero en la vida.

¿La cualidad que más admira en un hombre?

De un hombre admiro, su caballerosidad, la honestidad y la generosidad.

¿La cualidad que más admira en una mujer?

De una mujer lo que más admiro, es su femeneidad y el valor para formar una familia. Mi modelo de mujer ha sido siempre mi madre.

¿Su característica más marcada?

La diplomacia para lograr siempre la armonía a mi alrededor, el amor a mi carrera que ya pasa los 70 años de vida artística... y se dice fácil, mi deseo de verme siempre lo mejor posible, para alegrar a los que bien me quieren.

¿Qué es lo que más valora en sus amigos?

De mis amigos valoro la fidelidad incondicional, el amor que me han dado a través de los años, la capacidad que hay en cada uno de ellos para tratar de siempre hacerme sentir acompañada y feliz .

¿Cómo le gustaría morir?

Nunca pienso en eso, es más ni la menciono.

¿Cuál es su estado de ánimo actual?

De un profundo agradecimiento a Dios que me ha permitido vivir hasta estos días con mi mente clara, con salud, con muchas personas que me quieren de verdad, con una vida llena de realizaciones en todos los aspectos de los que no me puedo quejar.

¿Cuál es su lema?

Lema ?..... Bendiciones para todos.


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Ver Manny Interviews ...

Monday, June 8, 2020

Foto del cadáver de José Martí (Bohemia. Mayo 24, 1914)

Foto del cadáver de José Martí, según publicó Bohemia. Mayo 24, 1914.


Cuando fue exhumado y depositado en un ataud, para ser trasladado desde Remanganagua a Santiago de Cuba.

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Ver
Pascual Rey Calatrava, artesano material en la historia legendaria (por Joaquín Estrada-Montalván)

"Gastos hechos ... en la construcción de un ataud, para el cabecilla D. José Martí"

Población de la Isla de Cuba en 1860


Sunday, June 7, 2020

"El Cacique de Camagüey" (un poema de José Fornaris)

"El Cacique de Camagüey", de José Fornaris, es de lo primero que este escribió (en 1850) y publicó (1855), estando aun en su natal Bayamo. Lo aclara a pie de página y lo explica en la Introducción de su recopilación a la que tituló Poesías (La Habana, 1889).


"Voy detrás de mí" (por Joaquín Estrada-Montalván)


En un tiempo (pre Período Especial, cuando estaba "buena la cosa" en los 80s) en la pizzería de El Gallo (oficialmente La Piazza), vendían (en la parte de abajo, en la barra) una piza o un espagueti o una piza y un espagueti (no recuerdo bien cuál era la cuota).

La cola se hacía, detrás de cada asiento (una enorme barra semicircular con sus banquetas adosadas al piso). El que comía, estaba escoltado por los que esperaban su turno, quienes a su vez, "marcaban" al mismo tiempo detrás de varias banquetas, por lo que tenía el 3 en la fila, allá donde el de la camisa Yumurí a cuadros, el 2 donde la señora de los rolos, el 5 allí donde el muchacho, ...

Quizás lo más creativo, era que se podía marcar detrás de uno mismo, por lo que podía llegar alguien y al ver que no había aguardador, decíase "tuve suerte" y el comensal se viraba y le avisaba: "compañero ("como se dice en español" cubano post 59) voy 3 veces detrás de mí".

Me detengo en el recuerdo de las colas, no menciono por eso el salero que no echaba sal o el platico con sal que recorría la barra recibiendo los dedos embarrados de grasa, de los "barreros", ni de los espaguetis al burro o las pizas de lujo de jamón... (JEM)


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Según recuerdo los precios oscilaban entre 1. 20 y 1. 60 pesos cubanos. 

Saturday, June 6, 2020

"El aguardiente ... fuego líquido"


El aguardiente, ese producto alcohólico del zumo de la caña llamado por Magendie, con mucha propiedad fuego líquido, y del que desgraciadamente tanto abusa la tropa, debe considerarse como una de las causas principales del desarrollo de la tisis y otras enfermedades. Su venta en las cantinas debia prohibirse y sustituirse por la del vino Catalán, si posible fuera, aunque tuvieran que hacer las Cajas de los Cuerpos algun pequeño sacrificio para indemnizar en lo posible al cantinero, á fin de que lo pudiera vender á menos del precio corriente mas al alcance de las cortas facultades con que cuenta generalmente el soldado. En el vino la parte alcohólica se halla diluida en una cantidad mas ó ménos considerable de agua, y combinado con sustancias que neutralizan en parte sus principios escitantes; mientras que en el aguardiente de caña el alcohol está puro con toda su accion incitante, cáustica y desorganizadora; y puesto que para atenuar un tanto los efectos enervantes y atónicos del clima tropical, es conveniente el uso de algún tónico, que sea el vino y de ningun modo el aguardiente: este es el modo de evitar que la tisis, ese azote de la juventud, diezme con ménos frecuencia las filas del Egército. El Onanismo, y la presion que egercen las fornituras sobre el pecho y la espalda, impidiendo el libre egercicio de la cavidad torácica, no dejan de tener tambien su parte en el desarrollo de la mencionada enfermedad.

(Se ha respetado el texto como fue escrito)

Reflexión (por Orlanda Torres)

Nota del blog: Sección semanal en el blog Gaspar, El Lugareño, gracias a la cortesía de la psicóloga Orlanda Torres, quien ha aceptado la invitación a compartir con los lectores sus consejos y reflexiones sobre los conflictos cotidianos.


Cuando sentimos seguridad en lo conocido, aunque nos lastime, nos volvemos prisionero de un acondicionamiento que está lacerando nuestro ser día a día, hasta que nos convierte en seres verdaderamente dependientes.
No evolucionamos, no crecemos y nos sumergimos al punto de que puede deteriorar nuestro ser.

Cuando le damos paso a lo desconocido estamos creando un mundo nuevo, donde podemos descubrir nuestras verdaderas potencialidades.

Si tenemos temor de vivir algo nuevo, nos convertimos en víctimas de nuestros propios temores y limitaciones, arrastrando un pasado que no nos dejará avanzar.

Si nos desligamos del apego nos convertimos en seres más libres, porque lo desconocido, aunque trae incertidumbre lleva también un poco de felicidad y magia hacia un horizonte nuevo lleno de posibilidades y eso nos motiva a vivir.

Para conseguir nuestros objetivos, no es necesario continuar el mismo camino, podemos cambiarlo en cualquier momento, lo importante es que nos lleve a la meta a pesar de que tengamos que transitar un trayecto extraño para nosotros.

Recordemos que mientras más nos apegamos a las cosas más infelicidad nos puede producir.

Es necesario despojarse de todo aquello que nos ate. Todos merecemos alcanzar la libertad y en la libertad se encuentra la verdadera esencia de la vida.




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Nuevo libro de Orlanda Torres
En Amazon



---------------------------------------Orlanda Torres: Psicóloga, Escritora, Educadora, Orientadora Motivacional.
Autora de los libros: "Volando en Solitario" año 2015, Guayaquil - Ecuador. (Disponible en Amazon Kindle). "Los símbolos del Amanecer" (Editorial Voces de Hoy, 2020)
-Estudió en Miami Dade College: Certificate of Florida “Child Development Associate Equivalency”. Maestra de Educación Preescolar e Infantil en la ciudad de Miami.
-Licenciada en Psicología graduada en el 02/2017 - Atlantic International University.
-Orientadora Motivacional y Conferencias pueden contactar a Orlanda Torres a través de la página que administra www.fb.com/vivencialhoy
Publicaciones en Revista Sapo - Santiago de Chile – 2016
-La Estancia en el Paraíso de los Sueños
-Relación de Pareja y su gran Desafío
-Es la Felicidad una Elección
Conferencia en Radio - Miami, Florida
-Positivo Extremo Radio: Entrevista 123Teconte “Regreso a Clases y La Adolescencia”
-¿Como aprender a ser feliz?- Edificio Trade Building-.Innobis Coworking, Guayaquil - Ecuador
-La Inteligencia Emocional en la Relacion de Pareja- WENS Consulting Group, Guayaquil - Ecuador
Publicaciones en Revista Sapo - Santiago de Chile – 2018
- Ser Mujer
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