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Saturday, February 3, 2024

"... la iglesia de la foto" (por Joaquín Estrada-Montalván)

Calle 8 y 22 ave. Miami.
Iglesia que ya no existe
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Un día (una década, hace) ibamos, enfelizaste: "es la iglesia de la foto". Me besaste.

Fugaz pero imperecedero, nuestro tiempo.

Cada vez que veía esa pequeña torre (hoy desaparecida) que a Dios y a ti me recordaban, sonreía. Regresaba tu beso.

Hoy esa iglesita linda, al igual que tú, viven en mis recuerdos.

 
En el proceso de demolición, 
en su lugar, construyeron un edificio
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Friday, February 2, 2024

Fragmento de "Un mariachi viejo. Una historia de amor". (Novela inédita de Félix Luis Viera)


“En varias ocasiones he andado por esta cuadra y siempre la he visto desolada, sea día o noche. Ahora también. Silencio total. Retumba el eco de nuestros pasos. Sobre todo, el taconear de ella”.


Pero, en fin, los padres no comprobarán donde vivimos: jamás nos visitarían. Ellos me odiaron a partir de la segunda y última vez que estuve en su casa. Él, en la sala, comiéndose un partido de fútbol televisor mediante; ella una telenovela en el cuarto. Diserté acerca de lo dañino que resultaba para la sociedad a corto, mediano y largo plazo la adicción a la televisión tanto para mirar deportes como telenovelas o series de suspense o todo; cualquier cosa. O no cualquier cosa, rectifiqué: habría programas provechosos; solo que a estos no les prestaba atención la mayoría. La desgracia para la sociedad a corto, mediano y largo plazo tenía su surtidor en esas personas que se extasiaban durante horas frente al televisor mirando lo de tercera o cuarta o aun menos importancia.

La madre, al llamado de Cinthya, había venido hasta la sala y estaba prometiéndome un café cuando comencé el alegato, sin mirar al padre, en el sofá, ni a la madre, en el vano de la puerta ni a Cinthya junto a ella. Mi vista hacia el piso.

El padre se puso en pie con la mejor postura de desafío que podría conseguir —sacaba el pecho mientras empinaba la cabeza, esa expresión de “qué te pasa”, “qué traes” . Puse la vista en otra parte. Miré a la madre. Tenía la boca muy abierta, con la mirada en la hija.

Callados, recorremos la cuadra y pico desde el frente de Lotería Nacional hasta el cruce con la calle del fondo.

En varias ocasiones he andado por esta cuadra y siempre la he visto desolada, sea día o noche. Ahora también. Silencio total. Retumba el eco de nuestros pasos. Sobre todo, el taconear de ella.

Se siente aún más frío que hace un rato. Lo comento con ella a punto de cruzar la calle. Ella no dice nada.

Ya en la acera opuesta me pide que nos detengamos; lo hago, se sitúa de frente a mí y sin decir palabra, sube a todo dar la cremallera y el cuello de mi chamarra.

Pasamos la puerta y cruzamos la explanada —con ínfulas de estacionamiento, mas ni siquiera tiene marcadas las casillas; solo unas franjas blancas confusas en el pavimento—; hay varios automóviles que guardan un orden caótico.

Ya junto a la puerta, le pido detenernos. Hago que quedemos cara a cara. El negror de sus ojos fulgura con un halo de luz que entra en diagonal. (Esto suele ocurrir en las novelas; pero también en la vida real). Se frota las manos entre sí y me dedica una sonrisa neutral; como aquella de cuando nos conocimos o estábamos a punto de conocernos, allá en las oficinas del Seguro Social. La atraigo y deja su cabeza contra mi pecho, durante quizá treinta o cuarenta segundos, cuando la aparto suavemente y la sitúo de nuevo frente a mí. “Sí, hace más frío ahora”, murmura, y se me encima y, rápido, me besa en la mejilla. He percibido su voz quizá más húmeda que otras veces. “¿Mejor lo dejamos para otro día?”, le pregunto tomándola, leve, por los hombros. Me mira fijamente, luego hacia el cielo de la noche, después hacia el pavimento oscuro de la noche. “No, vamos ahora. Adelante”, y de nuevo aquella sonrisa neutra.

El vestíbulo es estrecho y corto. Varias butacas. Solo dos ocupadas. Una mujer morena, delgada, ocupa una; la otra, junto a ella, un hombre blanco, grueso; se advierte que han arrimado los asientos.

Tomando a la derecha, un breve pasillo; a la izquierda, a solo par de pasos, la ventanilla; el cristal, oscuro, no me deja ver al cobrador de la mitad del abdomen hacia arriba; pero sé que él puede verme totalmente; sus manos son pequeñas y parecen muy blancas. Son cien pesos por un rato.




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Félix Luis Viera (El Condado, Santa Clara, Cuba, 19 de agosto de 1945), poeta, cuentista y novelista, es autor de una copiosa obra en los tres géneros.

En su país natal le fue otorgado el Premio David de Poesía, en 1976, por Una melodía sin ton ni son bajo la lluvia; el Premio de Novela de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en 1987, por Con tu vestido blanco, que recibiera al año siguiente el Premio de la Crítica, distinción que, en 1983, le fuera concedida a su libro de cuentos En el nombre del hijo.

En 2019 le fue otorgado el Premio Nacional de Literatura Independiente “Gastón Baquero”, auspiciado por varias instituciones culturales cubanas en el exilio.

Su libro de cuentos Las llamas en el cielo retoma la narrativa fantástica en su país; sus novelas Con tu vestido blanco y El corazón del rey abordan la marginalidad; la primera en la época prerrevolucionaria, la segunda en los inicios de la instauración del comunismo en Cuba.

Su novela Un ciervo herido —con varias ediciones— tiene como tema central la vida en un campamento de las UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción), campos de trabajo forzado que existieron en Cuba, de 1965 a 1968, adonde fueron enviados religiosos de diversas filiaciones, lumpen, homosexuales y otros.

En 2010 publicó el poemario La patria es una naranja, escrito durante su exilio en México —donde vivió durante 20 años, de 1995 a 2015— y que, como otros de sus libros, ha sido objeto de varias reediciones y de una crítica favorable.

Una antología de su poesía apareció en 2019 con el título Sin ton ni son.

Es ciudadano mexicano por naturalización. En la actualidad reside en Miami.

Wednesday, January 31, 2024

Fragmento de "Un mariachi viejo. Una historia de amor" (Novela inédita de Félix Luis Viera)


“Dios y yo lo sabemos: Crucé cerca de la Gloria”.


El vestido granate de tela tenuemente gruesa. El abrigo café claro a medio muslo. Tacones que parecen erguirla todavía más. Medias igual granate, enmalladas. Los tonos de sus afeites desde este mismo color al lila suave en los pómulos. La bufanda estrecha, fina, café algo más intenso que el abrigo.

Me abraza y la aspiro lenta, intensamente. Me besa rápido en los labios; el sabor del rouge. Un perfume tenue, como de durazno, que no le conocía.

Aun en la penumbra, el azul de sus ojos reverbera.

El par de farolas a la entrada del hotel me la entregaron de cuerpo entero en la media luz: al bajar del taxi; con un paso; con dos; con tres; con cuatro quizás; hasta mí.

Dios y yo lo sabemos: Crucé cerca de la Gloria.

[“No, álamo, olvídalo: ni la primera ni la siguiente ni la última vez. Algo tan grandioso en mi vida, como lo es esto —me apunta con el índice y luego lo vuelve hacia ella— no se debe ir vertiendo en un cuarto de azotea. ¡¿Sí me explico?!”].

Erguida en toda su esbeltez —parecería redundancia— en la habitación 321 del Hotel Revolución. La cabellera corta, negra, sutilmente rizada esa noche. Erguidas igual las tetas algo más allá de la talla mediana. Los pezones sobresalientes, castaño claro; como exigiendo la libación. Estuchada en ese blancor intenso, pero enérgico. Se volvió hacia su derecha, hacia mí, y desplegó la sonrisa candorosa, la expresión de mansedumbre que acaso pareciera imposible en quien debería atesorar rencor en abundancia por el cobro que le habían destinado los conservadores durante esa etapa en que equivocara sus instintos; en quien, angustia mediante, ahora se asomaba a eso que ellos llamarían el “camino original”; con tantas cicatrices de las batallas que debió librar frente a familiares, vecinos, colegas, policías, políticos por la sola razón de no haber ejercido la razón primigenia; echada a un lado por individuos, individuas que tantas veces nos han llevado a renegar de la raza humana. A riesgo de resultar cursi, califico aquella sonrisa de angelical; y proclamo que, mientras sonreía, abrió en extremo sus ojos y, aun en medio de la semipenumbra, desbordó de azul la habitación. Sé que es cursi, pero así fue.

 







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Félix Luis Viera (El Condado, Santa Clara, Cuba, 19 de agosto de 1945), poeta, cuentista y novelista, es autor de una copiosa obra en los tres géneros.

En su país natal le fue otorgado el Premio David de Poesía, en 1976, por Una melodía sin ton ni son bajo la lluvia; el Premio de Novela de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en 1987, por Con tu vestido blanco, que recibiera al año siguiente el Premio de la Crítica, distinción que, en 1983, le fuera concedida a su libro de cuentos En el nombre del hijo.

En 2019 le fue otorgado el Premio Nacional de Literatura Independiente “Gastón Baquero”, auspiciado por varias instituciones culturales cubanas en el exilio.

Su libro de cuentos Las llamas en el cielo retoma la narrativa fantástica en su país; sus novelas Con tu vestido blanco y El corazón del rey abordan la marginalidad; la primera en la época prerrevolucionaria, la segunda en los inicios de la instauración del comunismo en Cuba.

Su novela Un ciervo herido —con varias ediciones— tiene como tema central la vida en un campamento de las UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción), campos de trabajo forzado que existieron en Cuba, de 1965 a 1968, adonde fueron enviados religiosos de diversas filiaciones, lumpen, homosexuales y otros.

En 2010 publicó el poemario La patria es una naranja, escrito durante su exilio en México —donde vivió durante 20 años, de 1995 a 2015— y que, como otros de sus libros, ha sido objeto de varias reediciones y de una crítica favorable.

Una antología de su poesía apareció en 2019 con el título Sin ton ni son.

Es ciudadano mexicano por naturalización. En la actualidad reside en Miami.

Monday, January 29, 2024

Última canción del caminante (por Félix Luis Viera)

Nota: Cada lunes la poesía de Félix Luis Viera. Puedes leer todos sus textos, publicados en el blog, en este enlace. Traducción al italiano de Gordiano Lupi.


Del poemario Y me han dolido los cuchillos




Última canción del caminante


Haría falta llegar hasta ti
y me siguieras.
He visto los pececillos de luz ardiendo en tu
vientre
cuando la noche apenas alcanza para el fragor
   de mi mano.
Dulce es tu boca, dulce
como un solo compás que llena por completo
   el pentagrama.
En el camino perdí el sombrero,
se me cuarteó la piel, también me creció la
   ponzoña y también
la perdí; qué recia brega.
En tus ojos vi que quedaba una curva en el
   camino,
haría falta llegar hasta ti
y consumirla.
Alguna vez tuve suerte y se me fue en una
   baraja marcada,
me quedé sin suerte y sin metal y con una
   pizquita de alma
y una amargura tan parecida al resquemor, que
   augura espanto.
Tu cuerpo es hermoso y perfecto porque tiene
   el justo alcance de mi lengua,
tu cuerpo es como la bujía solitaria en una
   pared solitaria
de cierto pueblito solitario,
tu cuerpo es también solitariamente una bujía
y se parece al agua que corre por las tejas.
Cuando pregunto por mí todo desaparece, no
   hay mí
ni nadie que responda,
he perdido la Rosa de los Vientos, el sentido de
   la quilla,
las aves de la costa.
Haría falta que las aves volaran y piaran
   anunciando un costa que es la tuya.
Desde un balcón te miro pasar desnuda en una
   carroza de girasoles
en la que vas sola y mis manos son el único
   aplauso
y el mundo está solo y sigue solo.
Hay un silencio como de pájaro que está
   naciendo
cuando abrevo en tu piel,
cuando en ella me lavo los ojos y las rajaduras
   del cansancio
y sé que debajo hay una campana que es mía
   y que no es,
que se va y se empequeñece tocando a rebato
   en una breve
nube que está naciendo allá en lo alto
   y que se va.
El jugo de tu entraña tiene un sabor agridulce,
   un sabor
a despedida que llega, a bienvenida que parte.
He de lamerte y te lamo como a un sueño cierto
   del que me alejo,
me alejan.
Tus senos son la alcancía donde ya no hay nada
   que depositar,
o quizás algo: la moneda que se diluye entre los
   dedos,
tus senos son la sincronía que el pincel no puede
   componer
y también la dinamita que sólo mi boca rectifica.
El vaivén de tu figura es la hoja que el viento
   mueve después
de hacerse humano y sabio y lascivo
y por eso las perforaciones que me quedan
   luego del Encuentro.
Cuando te penetro sé que hay un cometa que
   se va,
y un cometa que nace y que yo nunca veré.
La levadura que me depositas es de un pan que
   se cocerá a destiempo.
Mas ya sin suerte, sin sombrero,
sin metal, sin costa ni quilla ni Rosa de los Vientos
haría falta llegar hasta ti
y me siguieras,
haría falta hacer del ahora todo el tiempo,
el minuto eterno que ni el tiempo podría detener.


Mayo 1990





Ultima canzone del viandante



Avrei bisogno di arrivare da te
e che tu mi seguissi.
Ho visto i pesciolini bruciare di luce nel tuo
ventre
quando la notte basta appena per il fragore
   della mia mano.
Dolce è la tua bocca, dolce
come un solo ritmo che riempie totalmente
   il pentagramma.
Lungo il cammino persi il cappello,
mi si screpolò la pelle, produssi persino del
   veleno ma poi
lo persi; che dura fatica.
Nei tuoi occhi vidi che restava una curva nel
   cammino,
avrei bisogno di arrivare da te
e consumarla.
Qualche volta ebbi fortuna e la persi in un
   mazzo di carte segnato,
restai senza fortuna, senza denaro, con un
   pizzico d’anima
e un’amarezza così vicina all’angoscia, da
   provocare spavento.
Il tuo corpo è bello e perfetto perché
è proprio alla portata della mia lingua,
il tuo corpo è come la candela solitaria in una
   parete solitaria
di un certo paesino solitario,
il tuo corpo è anche solitariamente una candela
e ricorda l’acqua che scorre sulle tegole.
Quando chiedo di me tutto scompare, non
   ci sono io
né altri che risponda,
ho perso la Rosa dei Venti, il senso
   della chiglia,
gli uccelli della costa.
Avrei bisogno che gli uccelli volassero e cantassero
   per annunciare una costa che è la tua.
Da un balcone ti guardo passare nuda in una
   carrozza di girasoli
nella quale vai da sola e le mie mani sono l’unico
   applauso
e il mondo sta solo e prosegue solo.
C’è un silenzio come se un uccello stesse
   per nascere
quando mi abbevero nella tua pelle,
quando in lei mi lavo gli occhi e le screpolature
   della fatica
e so che sotto c’è una campana che è mia
    e che non è,
che fugge via e rimpiccolisce dando l’allarme
   in una piccola
nube che sta nascendo là in alto
   e che fugge via.
Il succo delle tue viscere ha un sapore agrodolce,
   un sapore
di congedo che arriva, di benvenuto che parte.
Devo baciarti e ti bacio come un sogno certo
   dal quale mi allontano,
mi allontanano.
I tuoi seni sono il salvadanaio dove non c’è più niente
   da depositare,
o forse qualcosa: la moneta che si scioglie tra le
   dita,
i tuoi seni sono la sincronia che il pennello non può
   comporre
e anche la dinamite che soltanto la mia bocca disinnesca.
L’andatura della tua figura è la foglia che il vento
   muove dopo
essersi fatto umano, saggio e lascivo
ed è questo il motivo delle perforazioni che mi restano
   dopo l’Incontro.
Quando ti penetro so che una cometa
   fugge via,
e una cometa nasce ma io non la vedrò mai.
Il lievito che mi affidi è di un pane che
   si cuocerà fuori del tempo.
Ma ormai senza fortuna, senza cappello,
senza denaro, senza costa né chiglia né Rosa dei Venti
avrei bisogno di arrivare da te
e che tu mi seguissi,
avrei bisogno di trasformare questo istante in tutto il tempo,
il minuto eterno che neppure il tempo potrebbe trattenere.


Maggio 1990

 



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Félix Luis Viera (El Condado, Santa Clara, Cuba, 19 de agosto de 1945), poeta, cuentista y novelista, es autor de una copiosa obra en los tres géneros.

En su país natal le fue otorgado el Premio David de Poesía, en 1976, por Una melodía sin ton ni son bajo la lluvia; el Premio de Novela de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en 1987, por Con tu vestido blanco, que recibiera al año siguiente el Premio de la Crítica, distinción que, en 1983, le fuera concedida a su libro de cuentos En el nombre del hijo.

En 2019 le fue otorgado el Premio Nacional de Literatura Independiente “Gastón Baquero”, auspiciado por varias instituciones culturales cubanas en el exilio.

Su libro de cuentos Las llamas en el cielo retoma la narrativa fantástica en su país; sus novelas Con tu vestido blanco y El corazón del rey abordan la marginalidad; la primera en la época prerrevolucionaria, la segunda en los inicios de la instauración del comunismo en Cuba.

Su novela Un ciervo herido —con varias ediciones— tiene como tema central la vida en un campamento de las UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción), campos de trabajo forzado que existieron en Cuba, de 1965 a 1968, adonde fueron enviados religiosos de diversas filiaciones, lumpen, homosexuales y otros.

En 2010 publicó el poemario La patria es una naranja, escrito durante su exilio en México —donde vivió durante 20 años, de 1995 a 2015— y que, como otros de sus libros, ha sido objeto de varias reediciones y de una crítica favorable.

Una antología de su poesía apareció en 2019 con el título Sin ton ni son.

Es ciudadano mexicano por naturalización. En la actualidad reside en Miami.

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Gordiano Lupi, periodista, escritor y traductor, nació en Piombino, Italia, en 1960. Fundador, en 1999, junto con Maurizio y Andrea Maggioni Panerini de la editorial La Gaceta Literaria, ha traducido del español a varios autores cubanos, como Alejandro Torreguitart Ruiz, Guillermo Cabrera Infante, Félix Luis Viera y Virgilio Piñera, entre otros. Cuenta en su haber con un amplio trabajo sobre figuras del cine, entre ellas Federico Fellini, Joe D´Amato y Enzo G. Castellari. Ha publicado más de una decena de libros que abarcan diversos géneros, como Nero tropicale, Cuba magica, Orrore, ertorismo e ponorgrafia secondo Joe d´Aamto y Fidel Castro – biografia non autorizzata.

Gordiano Lupi es un luchador por la democracia para Cuba y un promotor de las artes y la cultura de la Isla.

Friday, January 26, 2024

"Cinthya". Fragmento de "Un mariachi viejo. Una historia de amor". (Novela inédita de Félix Luis Viera)



Cinthya


La paramédica le reiteró a Cinthya las bondades del hospital correspondiente —como si Cinthya no debiera saberlo— y a seguidas tranquila, doctora, todo saldrá chido —la capucha le circunvalaba suavemente la cara: armoniosa, recta la nariz, labios carnosos, ojos devastadoramente negros, la mirada como de asombro; morena, pequeña, liviana: sentí que ahora, cuando retomara la calle, la violencia de la lluvia la apachurraría.

La bruma de la lluvia más el anochecer que ya se bajaba, apenas dejaban ver el titilar de la torreta de la ambulancia y de dos o tres carros patrullas que parecían escoltarla —en medio de la calle, detenidos.

Los relámpagos, como concatenados, se soltaban por series de tres o cuatro. Igual los truenos.

El microbusero —bajito, moreno, de movimientos rápidos, la voz atiplada, gorra de beisbolista con la visera hacia atrás— me propuso llevarme hasta una base de taxis cercana y con amparo. “Si no es así, te vas empapar como nunca en tu vida, carnalito”.

La lluvia y la noche traerían ese frío intenso que cuando me atacaba con la guardia baja —ligero de ropas de torso— me troceaba mediante alfileres de carámbano, me hacía retemblar la voz, el cuerpo todo.

Como Cinthya, yo andaba solo con un suéter.

La fila para tomar el taxi sería como de doce personas cuando me sumé.

Varias lámparas empotradas en uno y otro sitio iluminaban en exceso el portal —de una estructura propia de un establecimiento, aunque estaría en desuso: las paredes de cristal cubiertas desde adentro con papel de estraza.

En el puesto delante de mí, una pareja de jóvenes —hombre y mujer— se amelcochaban uno en el otro constantemente. Sin pena porque yo los escuchara se habían intercambiado “te amo” como en diez ocasiones mientras avanzábamos dos o tres puestos en la fila. Sentí tristeza. Cómo decirles que la fórmula no falla: idealización, convivencia, tedio.

El aguacero había cesado. Persistía una llovizna suavecita y la noche cerraba.

Aunque me propuse hablar lo menos posible, no lo logré: el taxista resultó en suma conversador.

De cualquier modo procuré expresarme con uno de los acentos de la ciudad.

Pero en algún momento dije “dale” y él exclamó con tono de celebración “¡ah, manito, pero si eres cubano!”. Le repliqué, seguramente con expresión de ira: “No me celebres, que los cubanos tal vez con la excepción de un diez por ciento somos una sarta de zorros, mamones, oportunistas, ególatras que como tales lo más sensacional que hemos realizado ha sido plegarnos a un régimen o abandonar nuestra tierra”.




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Félix Luis Viera (El Condado, Santa Clara, Cuba, 19 de agosto de 1945), poeta, cuentista y novelista, es autor de una copiosa obra en los tres géneros.

En su país natal le fue otorgado el Premio David de Poesía, en 1976, por Una melodía sin ton ni son bajo la lluvia; el Premio de Novela de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en 1987, por Con tu vestido blanco, que recibiera al año siguiente el Premio de la Crítica, distinción que, en 1983, le fuera concedida a su libro de cuentos En el nombre del hijo.

En 2019 le fue otorgado el Premio Nacional de Literatura Independiente “Gastón Baquero”, auspiciado por varias instituciones culturales cubanas en el exilio.

Su libro de cuentos Las llamas en el cielo retoma la narrativa fantástica en su país; sus novelas Con tu vestido blanco y El corazón del rey abordan la marginalidad; la primera en la época prerrevolucionaria, la segunda en los inicios de la instauración del comunismo en Cuba.

Su novela Un ciervo herido —con varias ediciones— tiene como tema central la vida en un campamento de las UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción), campos de trabajo forzado que existieron en Cuba, de 1965 a 1968, adonde fueron enviados religiosos de diversas filiaciones, lumpen, homosexuales y otros.

En 2010 publicó el poemario La patria es una naranja, escrito durante su exilio en México —donde vivió durante 20 años, de 1995 a 2015— y que, como otros de sus libros, ha sido objeto de varias reediciones y de una crítica favorable.

Una antología de su poesía apareció en 2019 con el título Sin ton ni son.

Es ciudadano mexicano por naturalización. En la actualidad reside en Miami.

Wednesday, January 24, 2024

"Cinthya". Fragmento de "Un mariachi viejo. Una historia de amor". (Novela inédita de Félix Luis Viera)



Cinthya


Cuando subíamos las escaleras hacia la calle, me llegó el olor a lluvia en camino. El cielo parecía humo denso y muy negro.

[Pensé reclamarle cómo habría sido posible que anduviésemos sin paraguas si ya estábamos en la época de lluvia; pero no era buen momento para el regaño].

Podríamos esperar el próximo para no viajar de pie. Pero no había resguardo de la lluvia en la base y de cualquier manera el pesero nos dejaría prácticamente a la puerta del ex, sugirió ella.

Unos seis o siete minutos de viaje y reventó el aguacero. Truenos seguidos.

Crucé miradas con una mujer quizás cincuentona que ocupaba el asiento lateral frente a nosotros, apenas mis piernas contra sus rodillas. Lentes de cristales redondos, grandes, gruesos. El cabello tintado de castaño oscuro. La vestimenta solo dejaba verle la cara: igual castaño oscuro. De esas personas que tienen los huesos muy pegados a la piel, por eso fina. Nunca había visto tal cantidad de rouge en unos labios. Rouge punzó.

Cinthya me dijo algo que no logré entender porque coincidió con un trueno. Me pidió que me inclinara y murmuró entre sollozos junto a mi oreja: “Dios mío, sangre”.

La sangre marcaba acaso dos pulgadas por debajo del borde de su falda.

La sangre tomó el piso y la señora de labios abarrotados de rouge la miró y metió un grito de espanto, como si fuese ella quien sangrara. Ni el chofer ni aun los viajeros más cercanos al grito lo habrían escuchado: además del ruido de la lluvia, en ese momento él, el chofer, levantaba a todo volumen —como es habitual en estos transportes— la cumbia con que estaba conectado: “Los caminos de la vida /no son como yo pensaba /como los imaginaba / no son como yo creía. / Los caminos de la vida / son muy difícil de andarlos, /difícil de caminarlos / y no encuentro la salida”.

Fui adonde el chofer y mímica mediante le pedí por favor que bajara el audio. Apenas terminó de accionar el botón me dijo, mientras parecía regodearse con el chicle que mascaba: “¿Que traes, güey?”.

Me acerqué más. Le conté. Gritó “¡híjole!, ¡¿cómo le hacemos?!”. Y maniobró para estacionarse junto a la acera.

De reojo, había visto que Cinthya dialogaba con la señora del rouge. La señora se movió hasta la puerta delantera y pidió bajarse y el chofer pulsó el mando.

Cinthya ocupaba el asiento que dejara la zambullida en rouge; el torso arqueado, las rodillas levantadas, la frente contra el respaldo de adelante. Sin cambiar la postura, con un gesto de mano me pidió que me acercara. Puse mi oído muy cerca de su boca. Con pronunciación intermitente por favor que no demorara en llamar a los paramédicos, “toma mi bolsa y el celular por si no tienes crédito”. Me respondió que no sentía dolor.

El chofer, levantando su celular, me gritó que había llamado a los paramédicos.





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Félix Luis Viera (El Condado, Santa Clara, Cuba, 19 de agosto de 1945), poeta, cuentista y novelista, es autor de una copiosa obra en los tres géneros.

En su país natal le fue otorgado el Premio David de Poesía, en 1976, por Una melodía sin ton ni son bajo la lluvia; el Premio de Novela de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en 1987, por Con tu vestido blanco, que recibiera al año siguiente el Premio de la Crítica, distinción que, en 1983, le fuera concedida a su libro de cuentos En el nombre del hijo.

En 2019 le fue otorgado el Premio Nacional de Literatura Independiente “Gastón Baquero”, auspiciado por varias instituciones culturales cubanas en el exilio.

Su libro de cuentos Las llamas en el cielo retoma la narrativa fantástica en su país; sus novelas Con tu vestido blanco y El corazón del rey abordan la marginalidad; la primera en la época prerrevolucionaria, la segunda en los inicios de la instauración del comunismo en Cuba.

Su novela Un ciervo herido —con varias ediciones— tiene como tema central la vida en un campamento de las UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción), campos de trabajo forzado que existieron en Cuba, de 1965 a 1968, adonde fueron enviados religiosos de diversas filiaciones, lumpen, homosexuales y otros.

En 2010 publicó el poemario La patria es una naranja, escrito durante su exilio en México —donde vivió durante 20 años, de 1995 a 2015— y que, como otros de sus libros, ha sido objeto de varias reediciones y de una crítica favorable.

Una antología de su poesía apareció en 2019 con el título Sin ton ni son.

Es ciudadano mexicano por naturalización. En la actualidad reside en Miami.

Tuesday, January 23, 2024

Apología de la amistad (un poema de Rodrigo de la Luz)



Si al menos fueras como Rodolfo
valdría la pena argumentar contigo.
Si se advirtiera en ti un compañerismo
de esos que solo existen en el paraíso,
si fueras un buen rival, libra por libra,
si interactuaras con madurez
y acatamiento.
Pero no vales la pena camarada:
No habló por lo que dicen,
sino por lo que veo;
ya que has sabido manejar de maravilla
esa pelusa, que se exhibía
en el ojo de tu prójimo,
mientras la viga se ocultaba en tu mirada.
Si fueras como él, cómo Rodolfo.
Entonces no tendrías
ese mohín mezquino,
ese ademán arlequinesco.
Rodolfo tiene la mirada limpia;
sus movimientos son oportunos
y veraces,
es un discreto padre de familia
que toma precaución
y no calumnia a nadie.
Si fueras como él, yo te tratara
como lo traté
cuando aún me prometía ser mi amigo.
Lo que pasó entre él y yo
fue mi torpeza,
la torcedura de su entendimiento,
la cizaña de cierta persona
que aborrezco.
¡Pero a pesar de todo
lo recuerdo con afecto!
A ti no puedo ni siquiera tolerarte.
Eres propenso a la pusilanimidad,
al desprecio, al desaire,
a la falta de empatía.
De ti nace la envidia y brota la aversión.
En tu silla de alumno pulula la arrogancia.
Eres tan pequeño, tan escueto y mísero,
que no motivas ni a decir tu nombre;
aunque algunos te conocen
y saben bien quien eres.
En cambio todos mencionan a Rodolfo,
y lo hacen con orgullo, como yo.
¡Viva Rodolfo!
Que aunque ya no nos vemos
aún lo admiro.
Si fueras como él,
tal vez te hubiera escrito este poema...

Monday, January 22, 2024

Historia (un poema de Félix Luis Viera)

Nota: Cada lunes la poesía de Félix Luis Viera. Puedes leer todos sus textos, publicados en el blog, en este enlace. Traducción al italiano de Gordiano Lupi.



Del poemario Prefiero los que cantan (Ediciones Unión, 1988, Cuba)




Historia

Estuvieron un hombre y una mujer que apenas
pudieron estar.
Si acaso alguna vez —lo que se dice a plenitud—
lograron acoplar en ese nido
que a medianoche fabricaban casi
      desesperadamente.

Ni siquiera las paradas de autobuses ni el horario de sus
      problemas
convergían.

Qué tiempo les faltó para decir que sí, que estaba
      bien, dentro de media hora.

La mujer rugía entre pinceles
escarbando la magia que habita en el lado
más oculto, más sencillo de las cosas.

El hombre sangrando a gota lenta
huyendo tras las palabras que se abonan
donde no hay ojos ni tacto que puedan agarrarlas
si no es después de haberles minado todos los
      caminos.

El tiempo continuó abriéndose entre ellos como
     una herida
que trataban en vano de cerrar, al menos detener.
Una de esas veces —la última— que lograron
         unirse
hallaron un rosal.
El rosal vivía entre las piedras.
Entre las piedras el tallo se clavaba, se perdía
buscando su sangre nadie calcula en qué tierra,
a qué distancia.
Y tenía rosas que parecían disparos a punto de
        salir.

La mujer de los problemas y el hombre de los
        problemas entonces se miraron
y cada cual tomó su rumbo, convencidos
de que el amor no se detiene en pequeñeces.

Junio 1979



Storia

Furono un uomo e una donna come appena
riuscirono a essere.
Per caso qualche volta - come si dice al culmine -
riuscirono ad accoppiarsi in quel nido
che a mezzanotte fabbricavano quasi
        disperatamente.

Neppure le fermate degli autobus né l’orario dei loro
        problemi
convergevano.

Quanto tempo mancò per dire sì, che andava
          bene, entro mezz’ora.

La donna ruggiva tra i pennelli
indagando la magia che risiede nel lato
più occulto, più semplice delle cose.

L’uomo sanguinava a gocce lente
fuggendo tra le parole che si accreditano
dove non ci sono occhi né tatto che possano afferrarle
se non dopo aver minato tutti i
       percorsi.

Il tempo continuò ad aprirsi tra loro come
          una ferita
che cercavano invano di chiudere, almeno di fermare.
Una di quelle volte – l’ultima – che riuscirono
         a unirsi
scprirono un roseto.
Il roseto viveva trra le pietre.
Tra le pietre il fusto si ergeva, si perdeva
cercando il suo sangue nessuno calcola in quale terra,
a quale distanza.
E aveva rose che sembravano spari sul punto di
         uscire.

La donna dei problemi e l’uomo dei
          problemi allora si guardarono
e ognuno prese la sua rotta, convinti
che l’amore non indugia sulle piccolezze.

Giugno 1979




 
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Félix Luis Viera (El Condado, Santa Clara, Cuba, 19 de agosto de 1945), poeta, cuentista y novelista, es autor de una copiosa obra en los tres géneros.

En su país natal le fue otorgado el Premio David de Poesía, en 1976, por Una melodía sin ton ni son bajo la lluvia; el Premio de Novela de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en 1987, por Con tu vestido blanco, que recibiera al año siguiente el Premio de la Crítica, distinción que, en 1983, le fuera concedida a su libro de cuentos En el nombre del hijo.

En 2019 le fue otorgado el Premio Nacional de Literatura Independiente “Gastón Baquero”, auspiciado por varias instituciones culturales cubanas en el exilio.

Su libro de cuentos Las llamas en el cielo retoma la narrativa fantástica en su país; sus novelas Con tu vestido blanco y El corazón del rey abordan la marginalidad; la primera en la época prerrevolucionaria, la segunda en los inicios de la instauración del comunismo en Cuba.

Su novela Un ciervo herido —con varias ediciones— tiene como tema central la vida en un campamento de las UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción), campos de trabajo forzado que existieron en Cuba, de 1965 a 1968, adonde fueron enviados religiosos de diversas filiaciones, lumpen, homosexuales y otros.

En 2010 publicó el poemario La patria es una naranja, escrito durante su exilio en México —donde vivió durante 20 años, de 1995 a 2015— y que, como otros de sus libros, ha sido objeto de varias reediciones y de una crítica favorable.

Una antología de su poesía apareció en 2019 con el título Sin ton ni son.

Es ciudadano mexicano por naturalización. En la actualidad reside en Miami.

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Gordiano Lupi, periodista, escritor y traductor, nació en Piombino, Italia, en 1960. Fundador, en 1999, junto con Maurizio y Andrea Maggioni Panerini de la editorial La Gaceta Literaria, ha traducido del español a varios autores cubanos, como Alejandro Torreguitart Ruiz, Guillermo Cabrera Infante, Félix Luis Viera y Virgilio Piñera, entre otros. Cuenta en su haber con un amplio trabajo sobre figuras del cine, entre ellas Federico Fellini, Joe D´Amato y Enzo G. Castellari. Ha publicado más de una decena de libros que abarcan diversos géneros, como Nero tropicale, Cuba magica, Orrore, ertorismo e ponorgrafia secondo Joe d´Aamto y Fidel Castro – biografia non autorizzata.

Gordiano Lupi es un luchador por la democracia para Cuba y un promotor de las artes y la cultura de la Isla.

Friday, January 19, 2024

"Cinthya". Fragmento de "Un mariachi viejo. Una historia de amor". (Novela inédita de Félix Luis Viera)


Cinthya


El negro ocupaba la otra mesita —como yo, en solitario— y desde la primera ojeada supe que era cubano. Por la manera en que miraba a las personas que transitaban por el breve tramo visible de la otra mitad de la acera. Por la forma en que tosió, suspiró, movió la cabeza. Había pedido un café exprés, el más fuerte que se podría hallar en el sitio.

Desde hacía mucho yo no me encontraba con un negro. Lo extrañaba. Hubiese querido toparme mejor con una negra. Pero era un negro. Un negro distraído, según se notaba. Un negro pensativo. Cabizbajo por instantes.

La tarde se hacía más fría y sentí pena por él: llevaba un suéter delgado —negro—.El efecto del frío puede darles un toque ceniciento a los negros, y a las negras.

De pronto escuché que me preguntaba: “¿Eres cubano?”. Me volví hacia él afirmando y sonrió con unos dientes fenomenalmente blancos, relucientes.

Supo que yo era cubano por una maldición que había dicho en soliloquio, a media voz —me respondió.

Hacía unos nueve meses que él vivía en México. [“Aunque esto no es vida”, me repitió]. Era de Luyanó, La Habana. Había salido de la Isla gracias a una mexicana que allá conoció y se enamoraron. [Dijo “nos enamoramos”] .

Vivía con la mujer —dieciocho años mayor que él— en un apartamento de la Unidad Habitacional Plateros, en el medio sur de la ciudad.

Era mecánico de automóviles, graduado de escuela, pero no había encontrado en su giro un trabajo al menos aceptable. “Ya sabes, hermano, si aquí hasta hay mecánicos que tienen su taller en la calle, que lo tienen junto la acera, ¿no?”. [Todo el tiempo me llamaría “hermano”, aunque ya le hubiese dicho mi nombre]. —Quise decirle que si bien en total eran más de cuatro millones y medio de automóviles en la ciudad, aparte de cientos de miles que desde la periferia entraban, salían, permanecían…, pues sobraban mecánicos, o por lo menos les sobraba tiempo libre a no pocos mecánicos, según el último parte —, pero no se lo dije, quizá esto lo desanimaría más.

Me llamó la atención que con solo nueve meses de vivir en la ciudad, ya pronunciara las equis tanto intermedias como al final de las palabras y que cerrara con la dicción justa las terminadas en consonantes. Entonaba con un dejo de cierto sector local.

La mujer tenía par de hijos que de una u otra manera y con tenacidad hacían bulto entre ella y el negro. Ambos estudiaban en la Universidad y “son malos conmigo, muy malos, no sé si porque les molesta que la madre tenga otro marido que no sea el padre de ellos…, no sé…, no dicen por qué, solo son malos conmigo…” —esto el negro lo pronunció como si estuviese a punto de llorar.

La mujer rentó para los hijos un apartamento lejos y les pasaba manutención.

Ella manejaba buena lana: regenteaba cuatro puestos en sendos tianguis.

No lo apremiaba para que trabajara. Pero él de un mes en otro había sido barman auxiliar en un cabaré “cubano”, el Rumba y Salsa, en una cantina llamada La Calibre 45 y dependiente en par de los tianguis de ella. Sin éxito.

Sentía que nada le acomodaba. Todo le quedaba grande o chico.

“De repente” —esta expresión, tan utilizada en la Ciudad de México, la repetiría constantemente—, entendió: nunca tendría paz en este sitio ni en otro; nunca podría vivir, sin morirse lentamente, fuera de Luyanó.

La saudade pasa. Hay quien lejos de su tierra no pisa firme, al menos para continuar resistiendo, hasta pasado un año y hasta un poco más. Él solo llevaba nueve meses. La nostalgia siempre estará agazapada, pero la buenaventura de realizar tantas cosas que no podría en Cuba, como cantar lo que quisiera, opinar lo que sintiera, gritar lo que deseara, criticar lo que decidiera, maldecir lo que no le conviniese, comer y beber lo que le gustara, aplaudir o no, sumada la libertad de elegir, valían la pena. Le dije.





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Félix Luis Viera (El Condado, Santa Clara, Cuba, 19 de agosto de 1945), poeta, cuentista y novelista, es autor de una copiosa obra en los tres géneros.

En su país natal le fue otorgado el Premio David de Poesía, en 1976, por Una melodía sin ton ni son bajo la lluvia; el Premio de Novela de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en 1987, por Con tu vestido blanco, que recibiera al año siguiente el Premio de la Crítica, distinción que, en 1983, le fuera concedida a su libro de cuentos En el nombre del hijo.

En 2019 le fue otorgado el Premio Nacional de Literatura Independiente “Gastón Baquero”, auspiciado por varias instituciones culturales cubanas en el exilio.

Su libro de cuentos Las llamas en el cielo retoma la narrativa fantástica en su país; sus novelas Con tu vestido blanco y El corazón del rey abordan la marginalidad; la primera en la época prerrevolucionaria, la segunda en los inicios de la instauración del comunismo en Cuba.

Su novela Un ciervo herido —con varias ediciones— tiene como tema central la vida en un campamento de las UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción), campos de trabajo forzado que existieron en Cuba, de 1965 a 1968, adonde fueron enviados religiosos de diversas filiaciones, lumpen, homosexuales y otros.

En 2010 publicó el poemario La patria es una naranja, escrito durante su exilio en México —donde vivió durante 20 años, de 1995 a 2015— y que, como otros de sus libros, ha sido objeto de varias reediciones y de una crítica favorable.

Una antología de su poesía apareció en 2019 con el título Sin ton ni son.

Es ciudadano mexicano por naturalización. En la actualidad reside en Miami.

Wednesday, January 17, 2024

"Cinthya". Fragmento de "Un mariachi viejo. Una historia de amor". (Novela inédita de Félix Luis Viera)



Cinthya

[Nos bajamos del taxi en la avenida Juárez, cruzamos cerca del Hemiciclo a Benito Juárez y atravesamos en diagonal la Alameda Central. Serían las once. La mañana de domingo continuaba refulgente. A un lado y otro de las frondas se hallaban cuatro o seis mujeres con cara, cuerpo y vestimenta bonitas. Me entristecí un momento. Pensé peguntarle a Cinthya quién, cómo, cuándo, dónde la habían desflorado. Pero maté la pregunta. Hay cosas que es mejor no saberlas nunca. Algunos y algunas de los que estaban en las bancas, levantaron la vista o voltearon para mirarnos, para mirar a Cinthya; al parecer, como otras veces, sus tacones atronaban en demasía. Cooperaba que en ese pasillo el eco es rey.

Ocho o diez pasos después me preguntó por qué la miraba tanto. Le respondí con una sonrisa y le pasé la mano por el cabello. La miraba porque esa mañana me llegaba, aún más, esa sensación de humedad que me indicaba enamorarla. Contesté. Y alabé de nuevo, ahora rozando mi voz en sus oídos, sus labios sabiamente gruesos, la armonía de sus estrías poderosas, la simetría y el esplendor de su dentadura. Recostó su cara en lo alto de mi brazo. Ensambló mi mano con la suya. Cuando cruzábamos la calle, le pedí que enderezara el cuerpo, que caminara con garbo].

Como ella no lograría desenvolverse en el cuarto de azotea, íbamos a un hotel. El Atlante, que debe estar aún en la calle Ciencias, esquina con Martí, en la colonia Escandón.

Dije “íbamos a un hotel” porque solo visitamos ese.

El Atlante no está cercano ni de su casa ni de su hospital ni del periódico, pero ella me lo propuso: de casualidad lo había hallado en Internet y le pareció bonito, me dijo. ¿Cuántas fotos del Atlante habría en la página que encontró de casualidad?, ¿fotos de cuántos ángulos del hotel?, ¿las había del interior de las habitaciones?, ¿cómo sería posible que le hubiese gustado tanto como para darle a la travesía en microbuses, taxis, metros para llegarle?... Más bien sería por conectar con el sitio de la nostalgia. Nostalgia de un sitio y un ex —o más de uno.

La noche inaugural se había puesto desodorante en la vagina. Le pedí que se lavara: si le quitas su olor, matas su espíritu, le dije. [Sus hombres anteriores lo habrían aceptado o quién sabe si aun se lo habían requerido —las diferencias].

Se lamentó porque no le “salía” el sexo oral. Lloró intensamente. Aun con espasmos. Me respondió que nunca lo había logrado. Luego yo insistiría en no pocas ocasiones; pero no lo consiguió.

Íbamos más los viernes y los sábados; al día siguiente ella no trabajaba —A menos que estuviese de guardia.

El padre le preguntó si sus salidas serían para pasar la noche conmigo. Ella le respondió que sí. La reconvine: Debiste mentirle, esto puede complicarte o quién sabe si al señor le venga un infarto. [Si bien yo estaba seguro de que ella nunca —¿o casi nunca?— le mentiría a sus padres]. [Y que a las personas como el padre, rara vez les llega un infarto].

Si yo debía estar en el periódico tarde-noche, noche, madrugada, ella de cualquier manera salía de su casa a la hora de costumbre y me esperaba ya en la habitación. Era posible reservar con anticipación. Resultaba bonito el diseño del Atlante por fuera, hermosa su paz adentro. ¿Cuáles serían las habitaciones que antes Cinthya había conocido?

Cruzando Martí, en la esquina paralela, había una tienda OXXO. Ahí nos abastecíamos para pasar la noche y aun en ocasiones para el desayuno.

En aquellos primeros lances me tomó esa rara sensación de que ella a veces me pesaba más, a veces menos.

Le pregunté por qué no gemía y me respondió no saber. Las memorias, tanto de varones como de mujeres acerca de esta ciudad, dan fe de que resultaría muy raro hallar una mujer que no gima durante la cópula. ¿O era yo el culpable: no la llevaba a gemir?

¿Nunca había gemido antes de mi aparición? No se lo pregunté.





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Félix Luis Viera (El Condado, Santa Clara, Cuba, 19 de agosto de 1945), poeta, cuentista y novelista, es autor de una copiosa obra en los tres géneros.

En su país natal le fue otorgado el Premio David de Poesía, en 1976, por Una melodía sin ton ni son bajo la lluvia; el Premio de Novela de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en 1987, por Con tu vestido blanco, que recibiera al año siguiente el Premio de la Crítica, distinción que, en 1983, le fuera concedida a su libro de cuentos En el nombre del hijo.

En 2019 le fue otorgado el Premio Nacional de Literatura Independiente “Gastón Baquero”, auspiciado por varias instituciones culturales cubanas en el exilio.

Su libro de cuentos Las llamas en el cielo retoma la narrativa fantástica en su país; sus novelas Con tu vestido blanco y El corazón del rey abordan la marginalidad; la primera en la época prerrevolucionaria, la segunda en los inicios de la instauración del comunismo en Cuba.

Su novela Un ciervo herido —con varias ediciones— tiene como tema central la vida en un campamento de las UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción), campos de trabajo forzado que existieron en Cuba, de 1965 a 1968, adonde fueron enviados religiosos de diversas filiaciones, lumpen, homosexuales y otros.

En 2010 publicó el poemario La patria es una naranja, escrito durante su exilio en México —donde vivió durante 20 años, de 1995 a 2015— y que, como otros de sus libros, ha sido objeto de varias reediciones y de una crítica favorable.

Una antología de su poesía apareció en 2019 con el título Sin ton ni son.

Es ciudadano mexicano por naturalización. En la actualidad reside en Miami.

Monday, January 15, 2024

Un héroe en la reunión (un poema de Félix Luis Viera)

Nota: Cada lunes la poesía de Félix Luis Viera. Puedes leer todos sus textos, publicados en el blog, en este enlace. Traducción al italiano de Gordiano Lupi.



Del poemario Cada día muero 24 horas  (Editorial Letras Cubanas, 1990)



Un héroe en la reunión


                                        Contra E. F.


Cuando descubre
que desde una esquina del salón
el fotógrafo apunta directamente hacia su
puesto,
   se prepara:

El cuello tenso como el venado que olfa-
    tea algún misterio,
de gallo bravío la expresión y principal-
     mente la mirada.

Diríase que el bigote se le crispa (pero
     dulcemente).
El pecho sale, se inflama como una bom-
    ba a punto
pero que no acaba de estallar.
Volvemos a la mirada y ahora, ya en el
     último instante,
advertimos que la irradia ligeramente de
     través
como un bateador que busca disimulada-
     mente las señas en el banco.
Pero lo que más me preocupa es la ten-
     sión en todo el cuerpo,
la posibilidad de que se le partan los múscu-
    los del cuello
o de que al fin estalle integro como una
    estatua de aire.
Son solo unos segundos.
Pero pienso que ya no podrá resistir más,
que capitulará antes del sonido salvador.

Sin embargo, no hay duda que es un
   héroe:
únicamente cuando el oído le entrega
el click de la cámara,
afloja todo el cuerpo
y regresa a tierra.


Febrero del 81



Un eroe nella festa


                             Contro E. F.



Quando scopre
che da un angolo del salone
il fotografo punta direttamente verso il suo
   posto,
      si prepara:

Il collo teso come il cervo che fiuta
    qualche mistero,
da gallo feroce l’espressione e principalmente
    lo sguardo.

Si direbbe che i baffi si contraggano (ma
dolcemente).
Il petto si gonfia, s’infiamma come una bomba
     innescata
ma che non finisce per esplodere.
Torniamo allo sguardo e adesso, già
      nell’ultimo instante,
avvertiamo che lo irradia lievemente di
      traverso
come un battitore che cerca facendo finta
      di niente indicazioni dalla panchina.
Ma quel che più mi preoccupa
     è la tensione in tutto il corpo,
la possibilità che gli si spezzino i muscoli
    del collo
o che alla fine scoppi integro come una
    statua d’aria.
Sono solo alcuni secondi.
Ma penso che non potrà resistere oltre,
che capitolerà prima del suono salvifico.

Malgrado tutto, non c’è dubbio che sia un
   eroe:
solo quando l’udito gli consegna
il click della macchina fotografica,
rilassa tutto il corpo
e ritorna sulla terra.


Febbraio 1981




  


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Félix Luis Viera (El Condado, Santa Clara, Cuba, 19 de agosto de 1945), poeta, cuentista y novelista, es autor de una copiosa obra en los tres géneros.

En su país natal le fue otorgado el Premio David de Poesía, en 1976, por Una melodía sin ton ni son bajo la lluvia; el Premio de Novela de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en 1987, por Con tu vestido blanco, que recibiera al año siguiente el Premio de la Crítica, distinción que, en 1983, le fuera concedida a su libro de cuentos En el nombre del hijo.

En 2019 le fue otorgado el Premio Nacional de Literatura Independiente “Gastón Baquero”, auspiciado por varias instituciones culturales cubanas en el exilio.

Su libro de cuentos Las llamas en el cielo retoma la narrativa fantástica en su país; sus novelas Con tu vestido blanco y El corazón del rey abordan la marginalidad; la primera en la época prerrevolucionaria, la segunda en los inicios de la instauración del comunismo en Cuba.

Su novela Un ciervo herido —con varias ediciones— tiene como tema central la vida en un campamento de las UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción), campos de trabajo forzado que existieron en Cuba, de 1965 a 1968, adonde fueron enviados religiosos de diversas filiaciones, lumpen, homosexuales y otros.

En 2010 publicó el poemario La patria es una naranja, escrito durante su exilio en México —donde vivió durante 20 años, de 1995 a 2015— y que, como otros de sus libros, ha sido objeto de varias reediciones y de una crítica favorable.

Una antología de su poesía apareció en 2019 con el título Sin ton ni son.

Es ciudadano mexicano por naturalización. En la actualidad reside en Miami.

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Gordiano Lupi, periodista, escritor y traductor, nació en Piombino, Italia, en 1960. Fundador, en 1999, junto con Maurizio y Andrea Maggioni Panerini de la editorial La Gaceta Literaria, ha traducido del español a varios autores cubanos, como Alejandro Torreguitart Ruiz, Guillermo Cabrera Infante, Félix Luis Viera y Virgilio Piñera, entre otros. Cuenta en su haber con un amplio trabajo sobre figuras del cine, entre ellas Federico Fellini, Joe D´Amato y Enzo G. Castellari. Ha publicado más de una decena de libros que abarcan diversos géneros, como Nero tropicale, Cuba magica, Orrore, ertorismo e ponorgrafia secondo Joe d´Aamto y Fidel Castro – biografia non autorizzata.

Gordiano Lupi es un luchador por la democracia para Cuba y un promotor de las artes y la cultura de la Isla.

Friday, January 12, 2024

"Cinthya". Fragmento de "Un mariachi viejo. Una historia de amor". (Novela inédita de Félix Luis Viera)


Cinthya


¿Hice bien en ceder? ¿No es más que una decisión rutinaria, de un tipo rutinario, una pareja rutinaria?¿Es trascendente que ahora esté con su ex, desnuda casi? ¿Es trascendente que su ex u otro ginecólogo le coloque el DIU?

¿Le estará tocando los senos? ¿Le habrá tocado los senos? ¿Se habrá aprovechado y le habrá tocado los senos? ¿O se los está tocando? ¿O justamente los pezones? ¿Le ha acariciado como al desgaire los pezones, las tetas?

¿O se habrá aprovechado y le ha remachado un beso a la fuerza?, ¿le ha clavado un beso en los labios?, ¿en las estrías olímpicas de sus labios?

¿O se habrá aprovechado y le ha acariciado como al desgaire el clítoris?

Ah, ¿pero acaso ella no está cubierta con una bata?

¿Pero sería necesario que para la ocasión se sacara el sostén? ¿O no? ¿Los senos de ella, gracias a mi existencia cada día más tensos, al aire?, ¿es decir, porfiando, libérrimos, bajo la pechera de la bata?

Ah, ¿pero no conoce él mejor que yo sus recodos, sus levantes, sus hondonadas, sus Nortes y sus Sures?

Oh, ¿y si él sabe de un punto erógeno de ella, que yo no, y se lo ha activado y ella se ha excitado y están copulando?

¿Lo están haciendo en la mesa de exploración? ¿O es muy arriesgado para él subir a esa mesa?

¿O tal vez en una silla, ella clavada a horcajadas, contra el bajo vientre de él? ¿Pero él todavía logra la erección suficiente como para que ella se penetre y se remueva sobre el bajo vientre de él, sin que el pene al menos se le relaje?

¿Pero aún los músculos de él cuentan con la fortaleza necesaria para resistir el peso de ella en sus muslos, su bajo vientre, su vientre sin resentirse?

¿O, porque les falta fortaleza a los músculos de él, lo están haciendo de pie luego de que él le activara el punto caliente que yo desconozco?

¿Pero él todavía cuenta con erección suficiente como para penetrarla de pie?, ¿pero las piernas de él aún se hallan aptas para ejercer el sexo de pie, espasmos de la eyaculación incluidos?

¿Él está gozando la humedad en la voz de ella, quien le está murmurando —los ojos entrecerrados; se mecen sus pestañas universales— una frase de entrega amorosa?

Mira hacia un lado y otro al abrir la puerta, buscándome con la vista —antes me he cambiado de sitio varias veces.

Viene hacia mí, risueña.





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Félix Luis Viera (El Condado, Santa Clara, Cuba, 19 de agosto de 1945), poeta, cuentista y novelista, es autor de una copiosa obra en los tres géneros.

En su país natal le fue otorgado el Premio David de Poesía, en 1976, por Una melodía sin ton ni son bajo la lluvia; el Premio de Novela de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en 1987, por Con tu vestido blanco, que recibiera al año siguiente el Premio de la Crítica, distinción que, en 1983, le fuera concedida a su libro de cuentos En el nombre del hijo.

En 2019 le fue otorgado el Premio Nacional de Literatura Independiente “Gastón Baquero”, auspiciado por varias instituciones culturales cubanas en el exilio.

Su libro de cuentos Las llamas en el cielo retoma la narrativa fantástica en su país; sus novelas Con tu vestido blanco y El corazón del rey abordan la marginalidad; la primera en la época prerrevolucionaria, la segunda en los inicios de la instauración del comunismo en Cuba.

Su novela Un ciervo herido —con varias ediciones— tiene como tema central la vida en un campamento de las UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción), campos de trabajo forzado que existieron en Cuba, de 1965 a 1968, adonde fueron enviados religiosos de diversas filiaciones, lumpen, homosexuales y otros.

En 2010 publicó el poemario La patria es una naranja, escrito durante su exilio en México —donde vivió durante 20 años, de 1995 a 2015— y que, como otros de sus libros, ha sido objeto de varias reediciones y de una crítica favorable.

Una antología de su poesía apareció en 2019 con el título Sin ton ni son.

Es ciudadano mexicano por naturalización. En la actualidad reside en Miami.
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