Showing posts with label Cuban film. Show all posts
Showing posts with label Cuban film. Show all posts

Wednesday, February 5, 2020

Un programa cinematográfico de 1939 en Camagüey (por Carlos A. Peón-Casas)


Hablamos hoy de un añejo Programa Semanal, salido de manos del impresor Rafael Perón, en su imprenta localizada en la calle República, con cuatro carillas, y recogiendo en cada una, las películas que exhibían cuatro de los más relevantes cines de la época a saber: Principal, Apolo, Encanto y Social.


Correspondía a la semana del lunes 16 al domingo 22 de Octubre de 1939, justo en los preludios de la Segunda Guerra Mundial y la invasión de Polonia, y llama poderosamente nuestra atención que, entre las propuestas de la semana se incluyeran dos filmes soviéticos: Alejandro Nevsky, el celebrado filme del icónico director Eisenstein, producido solo un año antes, y el Primero de Mayo en Moscú, este a todas luces un documental propagandístico, ambos presentados por la productora Cosmos Film en “un grandioso programa doble”, el viernes 20 en el cine Apolo.


A estas insólitas producciones, de la lejana URSS de entonces, se sumaban otras dieciséis películas, casi todas norteamericanas, con la honrosa excepción de una de factura nacional: Siboney, interpretada por Juan Orol y Luisa María Morales, y que se anunciaba en calidad de pre-estreno en todos los cines mencionados el lunes y el martes de aquella semana.

En el cine-teatro Principal cada sesión siempre incluía una película de plato fuerte más documentales, cartones o alguna variedad, incluso alguno de ellos a todo color como el intitulado “Ratoncito de compra”. Entre los filmes de la semana destacaba Nubes sobre Europa, producción de Columbia Pictures con Lawrence Olivier.

Por su parte los cines Apolo, Encanto y Social, incluían en su programación dos filmes por el precio de uno, y que alternaban entre uno y otro cine, pues debe entenderse, que en la época cada filme podría tener una o más “latas” de cintas, que debían moverse ágilmente entre uno y otro cine, para lo que el avispado dueño disponía de unos diligentes muchachones en sus respectivas bicicletas.

Otros títulos de la filmografía más actual de entonces, proveniente de Hollywood y sus grandes casas productoras, y que se veían aquella semana en Camagüey, con una increíble rapidez, entre producción y estreno comercial, incluían: Tradición Heroica y Caras Misteriosas de la Universal, El Paso de la Muerte y Cada Loco con su Tema de la Columbia y Ángeles con Caras Limpias de la Warren.

Igualmente se ofrecían al público que asistían a las distintas tandas, los famosos episodios, que serían entonces los precursores de las series tan de moda hoy día, en aquel minuto, los más populares eran la de Mandrake el Mago, y Robinson Crusoe.

Para aquella semana de octubre de 1939 en la ciudad agramontina, no eran estas las únicas propuestas para los cinéfilos de entonces, téngase en cuenta la existencia de otras salas de exhibición, regentadas por la competencia, a saber, los cines Avellaneda, Camagüey y Guerrero, y quizás Casablanca, aunque para este escribidor no queda claro si ya estaba en funciones para aquel año.

La gran variedad de propuestas era muy sugerente para una ciudad mediterránea como la nuestra, pero que, a no dudarlo, vibró desde muy temprano con las maravillas y la magia que toda sala oscura ofrece, aunque en tales tiempos que corren, con los avances de la Internet y las redes sociales, el cine, como lo entendimos y disfrutamos, tenga hoy en la ciudad como en tantas partes, otras decadentes coordenadas.


Q Planes (Clouds Over Europe in the United States). U. K. 1939

----------------
The Angels Wash Their Faces
Preview Clip. USA 1939

Tuesday, January 28, 2020

"A puertas abiertas", documental sobre el Centro Católico de Orientación Cinematográfica de Camagüey, en la década de 1950 (dirigido por Anay Vázquez)

Fotogramas del documental
-----------------

Nota del blog: Agradezco a Anay Vázquez la cortesía de publicar en el blog, el documental "A puertas abiertas", del que es su directora, guionista y productora.

El film es un acercamiento al Centro Católico de Orientación Cinematográfica de Camagüey, en la década de 1950, el Cine Club Católico y el Cine Club Estudiantil. 

Anay entrevista a tres de los protagonistas de esta importante obra cultural camagüeyana, Mons. José Sarduy (1933-2017), Carlota Vidaud y Acelo D' Alessandro. 

Además, en el documental Mons. Sarduy explica su incursión como crítico de cine en la TV agramontina de la época, considerado como el pionero de esta labor cultural en la televisión de Cuba.


--------------------
Fotogramas del documental
-----------------


Ficha técnica

Año: 2011/ Tiempo: 15:23'/ Productora: ISA Camagüey, Producciones Pan y Vino/ 

Producción: Anay Vázquez Alfaro/ Dirección: Anay Vázquez Alfaro/ Guión: Anay Vázquez Alfaro/ 

Fotografía: Gustavo Pérez/ Sonido directo: Rudyard Ramos, Gustavo Pérez/ Edición: Laura María González Fernández, Igmar González de la Cruz, Alberto Santos Casas, Yerly Trujillo León/ 

Entrevistados: Acelo D'Alessandro Méndez, Monseñor José Sarduy Marrero, Carlota Vidaud Rodiles.

Sinopsis

Aproximación a la impronta del Centro Católico de Orientación Cinematográfica en el Camagüey de los años cincuenta del siglo pasado, y la labor del Cine Club.

--------------
Fotos/Gustavo Pérez
Se publican, en el blog, por cortesía 
de Anay Vázquez



--------------
Ver en el blog
En memoria de Pepe Sarduy (por Joaquín Estrada-Motalván)
Carlota Vidaud: "yo no veo los defectos, porque Dios perdona los defectos”

José Martí: el ojo del canario (un filme de Fernando Pérez)


José Martí: el ojo del canario 
LM. Ficc. 2010 1: 59 minutos

Productora: WANDA-ICAIC y TV. ESPAÑOLA

Guión: Fernando Pérez
Dirección: Fernando Pérez
Producción General: Rafael Rey Rodríguez
Dirección de Fotografía: Raúl Pérez Ureta
Montaje o Edición: Julia Yip
Música Original: Edesio Alejandro
Sonido: Raúl Lorenzo Amargó Pérez
Director Asistente: Rafael Rosales
Casting: Gloria María Cossío
Director Artístico: Erick Grass
Escenógrafo: Erick Grass
Diseño de vestuario: Miriam Dueñas
Maquillaje: Magali Pompa
Peluquería: Juan Francisco Carreño Oliver

INTÉRPRETES
Damián Antonio Rodríguez Vidal, Daniel Romero Bildaín, Rolando Brito, Broselianda Hernández, Eugenio Torroella Ramos, Francisco López Ruiz, Pedro Orlando Herrera, Héctor David Rosales, Manuel Porto, Julio César Ramírez, Pancho García, Aramís Delgado.

Friday, January 10, 2020

En un barrio viejo (de Nicolás Guillén Landrián, 1963)



En un barrio viejo
Director: Nicolás Guillén Landrián
Cuba
35 mm, B/N
Año:1963
ICAIC
Guión: Nicolás Guillén Landrián
Producción: Roberto León Henríquez
Fotografía: Livio Delgado
Edición: Caíta Villalón
Sonido: Ricardo Istueta

1964, Festival Internacional de Cortometrajes de Cracovia, Diploma de Honor

Tuesday, January 7, 2020

Guanabacoa: crónica de mi familia (documental de Sara Gómez. Cuba 1966)



ICAIC. Doc. / 1966 / 35 mm. / B/N / 13 min.

Dirección: Sara Gómez

Guion: Sara Gómez

Fotografía: José Tabío Palma y Eladio Luis Marzoa

Edición: Pastor Vega Torres

Música Original: Fabio Landa

Sunday, January 5, 2020

En la otra Isla (un documental de Sara Gómez. Cuba 1968)


En la otra isla
Un documental de Sara Gómez

ICAIC, 1968. 41 min.

Edición: Dulce María Villalón
Sonido: Germinal Hernández
Música Original: Tomás González Pérez
Dirección de Fotografía: Luis García
Producción General: José Pascau

Saturday, December 7, 2019

Tuya para siempre (un documental de Pablo Massip)


Tuya para siempre, documental inspirado en la coreografía  María Viván, una de las obras principales del repertorio original creado por Rosario Cárdenas para su Compañía.

María Viván poema de Virgilio Piñera que ha servido de inspiración a la coreógrafa Rosario Cárdenas para crear una obra danzaria que recorre parte de la obra de este importante dramaturgo cubano. Muestra además la metodología (danza combinatoria) utilizada por Rosario Cárdenas en el proceso de creación de sus coreografías. Recorre algunos aspectos de la vida y obra de Virgilio Piñera.


Guión: Pablo Massip Ginestá
Dirección: Pablo Massip Ginestá
Producción General: Isabel Prendes
Dirección de Fotografía: Pablo Massip
Edición: Mandy García
Música Original: Juan Piñera
Dirección de Producción: Santiago Llapur
Asesor: Enrique Pineda Barnet
Argumento: Pablo Massip
Sonido Directo: Raymel Casamayor
Diseño Sonoro: Raymel Casamayor

Reparto: Rosario Cárdenas y su compañía de danza

Thursday, October 10, 2019

Conducta (un filme de Ernesto Daranas)




Conducta (Año 2014)

Director Ernesto Daranas
Director de Arte Erick Grass

Actúan:
Armando Valdés Freire
Alina Rodríguez
Amaly Junco
Miriel Cejas
Yuliet Cruz
Armando Miguel Gómez
Silvia Águila
Idalmis García
Tomás Cao
Héctor Noas
Aramís Delgado.

Monday, October 7, 2019

Madagascar (un filme de Fernando Pérez)



MM. Ficc. 1994
Productora: ICAIC


Ficha Técnica

Guión: Fernando Pérez y Manuel Rodríguez
Dirección: Fernando Pérez
Producción General: Santiago Llapur
Dirección de Fotografía: Raúl Pérez Ureta
Montaje o Edición: Julia Yip
Música Original: Edesio Alejandro
Sonido: Ricardo Istueta

INTÉRPRETES
Zaida Castellanos, Laura de la Uz, Elena Bolaños, Jorge Molina, Roberto Delgado, Nancy Rodríguez, Carmen Rivera, Yolanda Ruiz, Susana Alonso, Ramón Brito 


-------------------------------------------
ver en el blog: Filmes Cubanos  

Friday, October 4, 2019

El Arte del Tabaco (por Tomás Gutiérrez Alea)




1974
El arte del tabaco
35 mm, color, 7 min.
Documental
Dirección: Tomás Gutiérrez Alea
Guión y fotografía/ Mario García Joya
Montaje: Rolando Baute.
Música: Rodrigo Prats.
Sonido: Departamento de Sonido ICAIC.

Thursday, October 3, 2019

Dolly Back (un cortometraje de Juan Carlos Tabío)


CM. Ficc. 1986 11 minutos.
Productora: ICAIC


Ficha Técnica

Guión: Juan Carlos Tabío
Dirección: Juan Carlos Tabío
Producción General: Rolando de la Huerta
Dirección de Fotografía: Adriano Moreno
Montaje o Edición: Roberto Bravo
Sonido: Marcos Madrigal

INTÉRPRETES

Alejandrito Díaz
Filiberto Romero
Luis García
Mirta Ibarra
Samuel Claxton
Ramoncito Veloz


Premios

Premio Especial del Jurado. VIII Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, La Habana, Cuba.
Seleccionado entre los mejores cortometrajes exhibidos en 1986, Selección Anual de la Crítica.
Colón de Oro (Primer Premio) Festival Iberoamericano de Huelva, España, 1987.

“El tomate” en los 60 años del ICAIC (por Fausto Canel)



por Fausto Canel
(para el blog Gaspar, El Lugareño)


Octubre de 1959. El año fiscal comienza en un país en que los ritos económicos intentan respetarse todavía. Siete meses después de su creación, el Instituto del Cine, como se le conocía entonces, recibe por fin los fondos que el Comandante en Jefe ha prometido al presidente de la institución. Cinco millones de pesos. Una buena parte a ser entregada inmediatamente para pagar las facturas de los equipos (laboratorio, truca, cámaras Mitchell y Arriflex, crab-dolly, back-projection, etc.), que T. G. Alea, director técnico del Instituto, y P. Epstein, ingeniero químico, acababan de comprar en Hollywood. Con ese dinero también se aceleraron los planes para la construcción de una Ciudad del Cine en La Habana del Este, un conjunto de edificios diseñados por el arquitecto Frank Martínez. La producción de cine cubano revolucionario va a comenzar.

Se contratan escritores para los cuentos de “Historias de la Revolución”. Se paga la supervisión que Cesare Zavattini había hecho del guión de “Cuba Baila”. Se termina de traer a los jóvenes del Departamento de Cine del Ejército Rebelde a los que su condición de miembros del PSP (comunista) les había obligado a esperar tiempos más propicios para comenzar a trabajar en el Instituto. Se comienza una serie de documentales pedagógicos con objeto de educar a los campesinos.

El primero se filmará en una cooperativa tomatera en la provincia de Camagüey, un lugar con fama de productividad. El segundo se ocupará del agua: su existencia, su conservación, su utilización. Manuel Octavio Gómez, director de este último, y yo, director del primero, no fuimos a la embajada de los Estados Unidos a pedir que nos prestasen una serie realizada por el gobierno de Washington para informar y ayudar a los campesinos de Puerto Rico. Fue una excelente referencia.

Era la primera vez que el Instituto del Cine salía fuera de La Habana. Por lo que se hizo necesaria una identificación con foto, ya que hasta ese momento nadie tenía ID en el organismo… Mi “carnet” llevará el número 1; el número 2 lo recibió Néstor Almendros, mi fotógrafo, un cineasta de origen catalán a quien los jóvenes cinéfilos cubanos conocían desde su llegada a Cuba, con su familia, como refugiado de la guerra civil española. Néstor, que en aquella época vivía en Nueva York, había sido traído por G. Alea para que trabajase con nosotros. Excelente idea. Y cuando le preguntaron si quería ser fotógrafo o dirigir, él pidió ser fotógrafo. Lo tenía muy claro.

Néstor llegó con un corto que había filmado en Times Square la noche de fin de año, utilizando la luminosidad de los anuncios como única fuente de luz. El corto se titulada “58-59” y su secreto era la TRI-X, un negativo ultra rápido que la Kodak acababa de sacar al mercado. Pero más allá de los avances químicos, el corto mostraba la enorme sensibilidad de Néstor para captar y trasmitir una imagen. Cámara en mano. Sin guiones ni trípodes ni rieles, ni camiones de vestuario, ni de maquillaje. Sin luces. Un cine en que la cámara se utiliza como el escritor utiliza su pluma, sin interferencias. En la espontánea inspiración del momento. Un cine libre que ganará con su calidad el prestigio de su etiqueta: Free Cinema. Una actitud que Néstor importaba con su película, y que hará ejemplo (“PM”), y que muy pronto chocará con las necesidades de un Instituto creado personalmente por Fidel Castro como generador de un cine dirigido desde el poder. De Free Cinema nada.

La cooperativa tomatera era realmente impresionante. Con plantas altas y fértiles, con un verdor impresionante contra el rojo intenso de sus frutos bajo el sol. Lo cual quedó captado por la cámara de Néstor, la pequeña Bolex de cuerda con la que había hecho “58-59” y que el Instituto, carente de cámaras, le había alquilado para la filmación de “El tomate”. Rodaje amable bajo el sol de octubre en Camagüey… hasta que al tercer día llegamos y no había nadie. La cooperativa estaba desierta.

Un anciano campesino que fungía de “guardián” se nos acercó al vernos y muy excitado nos dijo, casi a gritos: “Se perdió Camilo”. Nosotros, por supuesto, no entendimos nada. “Todos se han ido a buscarle”, continuó, haciendo un gesto amplio que abarcó toda la plantación desierta. “¿Pero a dónde?” preguntó Néstor con su rigor catalán. El viejo pareció no entender bien la pregunta. “¿A dónde? No sé… Iba en una avioneta y no se sabe dónde está.”

Néstor y yo regresamos al hotel, en el centro de la ciudad. En el pequeño bar junto a la recepción un televisor mostraba imágenes desde helicópteros, mientras explicaban que todo el país había cesado sus actividades y se encontraba en zafarrancho de combate. Buscando a Camilo. Por todas partes. Pero la búsqueda hasta el momento había sido infructuosa. Se preveía que al día siguiente Fidel hiciese una intervención por televisión, para informar al pueblo.

Dos días más tarde reanudamos el rodaje. Con unos campesinos deprimidos. La cooperativa, antes bulliciosa, ahora en completo silencio. A Camilo lo había dado oficialmente por muerto. Luego regresamos a La Habana.

“El tomate” lo edité en Telecolor, con la ayuda de Carlos Menéndez, que será mi editor en todas mis películas de ese momento en lo adelante. El INRA lo proyectó a los campesinos de todo el país, como ejemplo de las ventajas de trabajar en cooperativa. Un tiempo más tarde, el presidente del Instituto del Cine cesará a Néstor Almendros, quitándole su trabajo y expulsándole del Instituto. Le acusó de ser un “fotógrafo malo”. Pero ya esa es otra historia.



-------------------

Sunday, September 15, 2019

La biografía de Fidel Castro, que no se filmó (por Fausto Canel)

Gerard y Anne Phillipe con Raúl Castro, 
Alfredo Guevara y Vilma Espín 
en La Habana, a principios de 1959. 
Fotos cortesía del autor
------------------------

En 1959, la 20th Century Fox amagó con filmar la vida de Fidel Castro. Se habló de Marlon Brando… Guillermo Cabrera Infante y Alfredo Guevara fueron la parte cubana en la 'negociación'.

La Corea era un barrio, o más bien una calle llamada Almendares, paralela a la calzada de Ayestarán. Su atractivo para el cinéfilo radicaba en que allí se encontraban reunidas las distribuidoras de cine en Cuba. Cada empresa representaba a una productora internacional —o a un grupo consolidado de productoras— y cada una tenía sus oficinas en una hilera de chalets idénticos a ambos lado de la calle. Bastaba con entrar en uno de aquellos chalets para que el visitante se enfrentase, fascinado, con enormes carteles publicitarios de las películas próximas a estreno: el Nirvana como promesa.

A La Corea fuimos Alfredo Guevara, Guillermo Cabrera Infante y Tomás Gutiérrez Alea —plana mayor del recién creado Instituto del Cine—, conmigo de asistente. En aquella mañana de junio de 1959 íbamos a ver Al Capone, película protagonizada por Rod Steiger bajo la dirección de Richard Wilson, con guión de Malvin Wald.

Por aquellos días, de un espacio pequeño alquilado en el quinto piso del edificio Atlantic, el Instituto del Cine se había extendido a cinco oficinas (un año más tarde, con la estatización de los bienes raíces, el ICAIC se apropiaría de todo el edificio). Siguiendo los vericuetos de la importación, producción y distribución de películas, el poder del ICAIC y de Alfredo Guevara, su presidente, acabaría extendiéndose más allá de los más alejados cines de provincia. Camionetas con pequeños proyectores llevarían por primera vez el cine a las montañas. Es decir, sólo el cine que el Gobierno Revolucionario quería que se viese.

Futuro incierto, pero cierto —aunque ninguno de los presentes en aquella exhibición en La Corea, ni siquiera Alfredo Guevara, teníamos entonces la menor idea de que el proceso se aceleraría, se "profundizaría", como se comenzó a decir entonces. En cuestión de meses se nacionalizaron las distribuidoras, se tomaron las salas, las copias de las películas se confiscaron y se intervinieron las pequeñas productoras y laboratorios, para convertir al ICAIC en productor, importador, distribuidor y exhibidor único de todo lo que tuviese que ver con el cine, incluyendo la película virgen. Un monopolio total, sin que tuviese, además, como también ocurría en el resto de las nuevas empresas "consolidadas", la más mínima experiencia en ello.

Pero en aquella hermosa mañana del verano del 59, todo eso estaba en el futuro. También las discrepancias entre Cabrera Infante y Guevara por la orientación estética del ICAIC, que llevaría al primero a renunciar a su cargo de consejero de la institución. O los conflictos entre Guevara y Gutiérrez Alea por razones parecidas, que les llevarían a un punto en que ni siquiera se hablaban. Por el momento, todo era cordialidad y amor. La revolución aún era verde como las palmas.

Y Al Capone resultó inesperadamente buena: un docudrama honesto y realista, y la actuación de Rod Steiger, memorable: una prueba más del talento que ya había demostrado en On the waterfront (1954), consiguiendo entonces una nominación al Oscar como actor secundario.

Al finalizar la proyección, la imagen del intenso y trabado Steiger se disolvió en las figuras de dos desconocidos. Uno era alto, rubianco y muy blanco, el otro de estatura media y complexión cetrina.

Se trataba de Richard Wilson y Malvin Wald, que aparecían sin anuncio previo en la desvaneciente oscuridad de la sala. Eran los autores de Al Capone, director y guionista respectivamente, que presentaban la cinta a la dirección del ICAIC con el objetivo de conseguir la autorización del gobierno revolucionario para rodar en Cuba una biografía de Fidel Castro.


Guillermo Cabrera Infante (izq), junto a Pepe Hernández, 
en la azotea de la redacción de 'Carteles'.
------------------

Se hicieron las presentaciones y se habló con agrado de la película. Fue entonces que los estadounidenses, as en mano, adelantaron el nombre de Marlon Brando para interpretar a Castro, tal vez porque alguna vez fue Zapata. Alfredo Guevara aprovechó para mover ficha a falta de cartas: una sugerencia propia: ¿por qué no Gerard Phillipe, que acababa de visitar la Isla, para el papel de Raúl Castro?

Wilson y Wald se miraron y dijeron que sí, que por qué no, tal vez, cómo no. Pero se hizo obvio que un actor francés como coprotagonista no estaba en los planes de una superproducción de Hollywood. La revolución en el cine estadounidense de los años 70 estaba todavía por hacerse. Y de hecho, el entusiasmo de Guevara era en sí apresurado, ya que el grupo cubano aún debatía su opinión sobre el propio Wilson.

De Malvin Wald teníamos una excelente opinión. Wald había recibido una nominación al Oscar por su guión de La ciudad desnuda (Jules Dassin, 1948), película que en tono semi documental mostró el día a día de los detectives de una estación de policía mientras resolvían un asesinato. (Una situación dramática desde entonces explotada hasta la saciedad por docenas de series policiacas de TV.) Y Al Capone exudaba ese mismo realismo, y eso hacía admirables tanto la cinta como su guionista.

Pero de Richard Wilson… Era cierto que había dirigido Al Capone con aplomo, utilizando el blanco y negro para subrayar el tono documental que el guión reclamaba, y que también en su película anterior, Raw Wind in Eden, se había mostrado capaz de conseguir una convincente actuación dramática nada menos que de Esther Williams. Pero también era verdad que en The Big Boodle, filmada tres años antes en los casinos de juego de La Habana, el director había fracasado en conseguir la más mínima expresión de un Errol Flynn alcoholizado y cansado. La duda revoloteaba en la mente de los cubanos. ¿Era Wilson un director en el que se podía confiar un proyecto tan importante? Wald y Wilson hacían dúo, aunque no necesariamente de ases. Iba a ser muy difícil conseguir separarlos. ¿Qué hacer?

De regreso en el ICAIC, Alfredo Guevara le pidió a Cabrera Infante que confeccionase una lista de directores de Hollywood que propondríamos como candidatos a la dirección de la película. Una hora más tarde, la lista estaba lista, encabezada nada menos que por el listo de Orson Welles. Y aquello resultó una verdadera bofetada sin manos para el pobre Richard Wilson.

No nos percatamos —o tal vez ni siquiera sabíamos entonces— que Wilson había comenzado su carrera en Nueva York como ayudante del propio Welles, siguiendo al Mercury Theatre en su desplazamiento a Los Ángeles y participando en calidad de ayudante de dirección en los rodajes de Kane, Ambersons, La dama de Shanghai y Macbeth. Nuestra lista se convertía, sin quererlo, en un agravio a un director que si bien nunca fue excesivamente talentoso, siempre demostró seriedad y profesionalismo.

En nuestra ignorancia, la lista fue enviada al hotel de los visitantes y 24 horas más tarde el presidente de la 20th Century Fox, el legendario Jerry Wald en persona, invitaba a la dirección del ICAIC a un encuentro personal. Ciudad de México fue avanzado por la Fox como territorio neutral para la cita, y la invitación fue aceptada por Alfredo Guevara. Como consejero en la dirección del ICAIC, Cabrera Infante iría también a la reunión. Entonces nos enteramos que Jerry era hermano de Malvin y ese sí era un as en la manga del guionista.

Jerry Wald inspecciona la figura de su estrella Marilyn Monroe
 en su despacho de la Fox.
--------------------

Dos días más tarde, Cabrera Infante y Guevara se embarcaron en un avión de Cubana con destino a México. Un año después, esa viajera pareja hubiese sido imposible. Como tampoco hubiese sido posible reagrupar a Cabrera Infante, Néstor Almendros y Alfredo Guevara en uno de esos botes que desde la bahía de La Habana salían al encuentro de los barcos de pasajeros en que los amigos volvían al país, como ocurrió cuando Lisandro Otero regresó de París. Castro no había declarado aún su revolución comunista. Y los que más tarde serían enemigos jurados, cohabitaban todavía. No por casualidad Lunes de Revolución y el ICAIC habían sido creados prácticamente el mismo día.

Tres días más tarde, los cubanos estaban de regreso en La Habana. “Fue un fracaso” —me dijo Cabrera Infante. “Jerry Wald no apareció.” Íbamos a la revista Carteles, dónde tenía que entregar una crítica ya con retraso.

“¿Cómo que no apareció?”

Eran casi las seis de la tarde y la redacción de la revista estaba desierta. La crítica de cine era lo único que faltaba para cerrar la edición y sólo estaban un linotipista y un ayudante de redacción, esperando por Guillermo. Ganando horas extra.

Sin perder tiempo, Cabrera Infante se sentó a una máquina de escribir y comenzó a redactar la primera de las 12 cuartillas que conformaría la crónica. Cada vez que terminaba una página la corregía a mano antes de pasársela a Luis Báez, que era el ayudante de redacción. Báez se las iba llevando al linotipista, quien las levantaba en plomo. Guillermo ni siquiera revisó las pruebas de galera. No había tiempo. Escribiendo todavía la última cuartilla, me pidió: "Vete al carro, por favor, y alcánzame los libros que están sobre el asiento trasero. No los de Nabokov y Fuentes… ¡Los otros!"

Fui hasta el pequeño Nash Metropolitan blanco que Néstor Almendros apodaba la guillermita. En el asiento trasero encontré media docena de libros. Puse a un lado Pnin, de Vladimir Nabokov, y La región más transparente, de Carlos Fuentes, y cargué con los otros, observando de reojo el minúsculo asientito. Y no pude menos que recordar la noche del estreno de Con el deseo en los dedos, esa curiosa (por picúa) película cubana. En la guillermita aquella noche, que era un carro para cuatro personas a lo sumo, nos habíamos sentado siete: Guillermo al volante, Marta Calvo, su esposa de entonces, a su lado, yo, con Norma Martínez, modelo de modas, en mis rodillas, y Nidia Ríos, también modelo, en las rodillas de René Jordán y de Rafael Casalin, periodistas, que se apretaban en el asiento trasero. Lástima que no hubiese habido un Tiffany’s en la ciudad para ordenar desayuno.

Ya de regreso en la redacción, le entregué los libros a Guillermo. Eran ejemplares que había comprado en México: Lenin, Engels, Marx, Trotski…

"Son libros que desde hace años no se encuentran en Cuba", me explicó. "Los traje para cortarlos".  Efectivamente, los libros, encuadernados en rústica, tenían las páginas sin soltar. "Hay editoriales buenas, malas y argentinas", dijo Guillermo. "Estas son argentinas".

Pero enseguida notó que el Trotski tenía mejor factura. "Mira para eso… Marx, Engels, Lenin", me dijo. "Son los únicos que requieren que se les corten los bordes. Tal vez porque están publicados por los partidos comunistas, es decir, por la Unión Soviética… Los de Trotsky son publicados por los trotskistas con los bordes ya cortados... No sé, tendrán más dinero". O demasiado presente, pensé yo, el filo del pico alpino que Ramón Mercader le clavó en la cabeza a Trotsky. Hoz, martillo y piolet parecía proponer Stalin.

Guillermo llevó los libros hasta la guillotina y los colocó ante el verdugo de turno: el hombre se preparaba para cortar las revistas que ya se comenzaban a imprimir.

La guillotina bajó con un ruido sordo y las páginas de los libros se liberaron. Un tajo preciso que María Antonieta hubiese agradecido. Ya de regreso en la guillermita, Cabrera Infante me contó lo que había ocurrido en México.

La Fox los hospedó en uno de los mejores hoteles de la ciudad y les dio cita en un salón privado, con mesas cubiertas de comida y toda clase de bebidas. Había también señoritas de alterne, por si llegase el caso. Al rato aparecieron Malvin Wald y Richard Wilson con cara de enfado, comprensiblemente. Pero de Jerry Wald, que era calvo, ni el pelo.

Los estadounidenses se mantuvieron a un lado del salón y Guillermo y Alfredo al otro. Fumando espero. Al rato llegó un ayudante con la noticia de que Jerry Wald no acudiría a la cita. Otras tierras del mundo reclamaban sus modestos esfuerzos. Y si a los señores no les importaba, la conversación ocurriría por teléfono. A lo que Alfredo Guevara dijo: Bye (él, que no hablaba inglés). Y los cubanos salieron del salón, recogieron sus bártulos y se fueron al aeropuerto. Guillermo apenas tuvo tiempo de comprar los libros en una librería cercana al hotel.

Dos meses más tarde, Cabrera Infante renunciaría a su puesto en el ICAIC por diferencias irreconciliables con la política estética preconizadas por Alfredo Guevara. Diferencias que les llevaría, en el largo y caliente verano de 1961, a esa confrontación definitiva que fue el affaire PM.

Nunca supe si Fidel Castro fue informado sobre este proyecto de película. Tal vez Guevara se hizo alguna vez la ilusión de que Hollywood le dejaría controlar una superproducción. Pero no creo que Castro habría corrido el riesgo de dejar que los "yanquis" decidieran la imagen que de él se iba a distribuir por el mundo. Fidel Castro siempre tuvo muy claro el papel esencial que su imagen tenía en su capacidad de poder. Y esa imagen la controlaba él desde mucho antes de que, con el acuerdo (¡no faltaría más!) de Santiago Álvarez, lo hiciese personalmente en el Noticiero ICAIC. Ya nunca más se habló en el Instituto de hacer una biografía cinematográfica del Máximo Líder. Ni siquiera por cubanos. Tema vedado.

Click here to visit www.CubaCollectibles.com - The place to shop for Cuban memorabilia! Cuba: Art, Books, Collectibles, Comedy, Currency, Memorabilia, Municipalities, Music, Postcards, Publications, School Items, Stamps, Videos and More!

Gaspar, El Lugareño Headline Animator

Click here to visit www.CubaCollectibles.com - The place to shop for Cuban memorabilia! Cuba: Art, Books, Collectibles, Comedy, Currency, Memorabilia, Municipalities, Music, Postcards, Publications, School Items, Stamps, Videos and More!